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LAS ETNIAS AMAZÓNICAS EN LA SELVA PERUANA

El Perú es un país que alberga diversas etnias, razas y grupos culturales debido a la
influencia de España en la época de la conquista y colonización.
La explotación de los nativos, produjo una baja en la densidad de la población nativa,
la asimilación de comunidades nativas minimizadas por parte de otras comunidades
(mestizaje entre etnias de la selva) y la desaparición de etnias enteras en la selva
peruana.
LOS ASHÁNINKAS
Con anterioridad al contacto europeo, los asháninkas mantenían relaciones de
intercambio con las poblaciones andinas, las cuales continuaron siendo empleadas por
los comerciantes de la zona de Tarma tras el contacto europeo, obteniendo así
herramientas de metal. A partir de 1635, los asháninkas comenzaron a ser
evangelizados por dominicos y franciscanos, siendo estos últimos quienes
constituyeron efectivamente la presencia del Estado colonial español en dicho
territorio. En 1671, los franciscanos restablecieron las misiones cerca del Cerro de la
Sal y fundaron otras a lo largo del río Perené. Sin embargo, en 1674, se produjo un
levantamiento dirigido por Fernando Torote, jefe asháninka instigado al parecer por
los piros, quienes temían la interferencia de los franciscanos en el intercambio de sal
entre ellos y los asháninkas. Fue sólo en 1869 que la resistencia armada de los
asháninkas se vio quebrada en el valle de Chanchamayo y se fundó en ese año la
ciudad de La Merced no lejos del emplazamiento de la antigua misión franciscana de
Quillazú. Las hostilidades continuaron hasta el establecimiento en 1889 de la Peruvian
Corporation, empresa de capitales ingleses a la que se le concedieron 500.000
hectáreas en las márgenes de los ríos Perené y Ene en el territorio asháninka. Con esta
concesión se inició en la Selva Central la penetración colonizadora que continúa hasta
nuestros días. En los valles adyacentes al Perené, con el inicio del "boom" del caucho
se instauró el comercio de esclavos campas, especialmente de mujeres y niños, que
continuó hasta la quinta década de este siglo. En 1965, los asháninkas, en particular los
del Gran Pajonal y Satipo, se vieron envueltos en la violencia generada por los
enfrentamientos entre las guerrillas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
y el ejército peruano. En 1974, el Estado peruano creó la Ley de Comunidades Nativas
que otorgó a los grupos indígenas garantías sobre sectores del territorio tradicional.
Las aldeas que habían aparecido como resultado de las etapas de contacto anteriores
se acogieron a esta legislación y, bajo la presión de la colonización del territorio por los
campesinos andinos, se fueron creando muchos otros asentamientos.
Entre 1986 y 1996, los asháninkas se vieron involucrados en la violencia desatada,
tanto por los grupos Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, así
como de las acciones desarrolladas por las fuerzas antisubversivas para controlar estos
movimientos. Actualmente constituye el grupo étnico más numeroso de la amazonía
peruana.
Las etnias amazónicas en la Selva peruana
En el fragor de la campaña electoral, hemos visto la presentación de numerosos
nativos amazónicos en los diferentes medios de comunicación para buscar el voto de
las comunidades nativas. Pero ¿qué sabemos de nuestros hermanos oriundos? Muy
poco: la mayoría de los peruanos desconocen de su existencia y mucho menos la
ubicación de sus territorios. En común de los turistas nacionales e internacionales
asocia este sector con algunas provincias de Cusco y con las regiones Madre de Dios,
Huánuco y su exótica Tingo María, Pasco con su turística Oxapampa y su agreste
Puerto Bermúdez, y Junín con su visitada Chanchamayo. Pero nuestra Selva es mucho
más: allí tenemos a Iquitos, capital de la región Loreto, además de otras ciudades igual
de hermosas como Pucallpa, Puerto Maldonado y Tarapoto.
¿Y qué sabemos de sus pobladores, aquellos que habitan en las riberas, en las entradas
de los pongos? La mayoría viaja desde sus comunidades por espacio de tres días como
mínimo, surcando los ríos en débiles embarcaciones sin las más mínimas medidas de
seguridad, todo esto para llegar a las localidades o ciudades más cercanas, donde se
encuentra ‘la civilización’, las autoridades, los representantes del gobierno de turno,
estamentos que le han sido esquivos por décadas.
Pese a su potencial y riqueza territorial, la mayor parte de la población amazónica
enfrenta pobreza, desnutrición, falta de medios de comunicación y educación.
Además, recientemente fueron afectados por el derrame del crudo del petróleo: al
menos 1,000 barriles de petróleo se vertieron en el río Mayuriaga, a 13 kilómetros del
punto de la rotura, de allí se deslizó al río Morona, afluente del río Marañón, en la
región Amazonas.
Lamentablemente en la zona se aprecia cómo malos dirigentes se vienen
enriqueciendo a costa del sufrimiento de los niños y de familias enteras, pese a que
Petroperú viene cumpliendo con el compromiso de asistir a las poblaciones con agua,
víveres, y aplicando medidas que amortigüen los daños colaterales al desastre.
Este diagnóstico sirve para llamar la atención respecto a las 65 etnias distribuidas en
1,458 comunidades. Todas ellas conforman 13 familias lingüísticas, sin incluir a los
grupos que se encuentran en situación de autoaislamiento o de contacto esporádico.
Ahora se espera que el nuevo gobierno se preocupe de ellos con políticas públicas en
los planos socioculturales, para así salvar de la postergación a estos pueblos que se
han valido de múltiples estrategias para sobrevivir durante centurias.
Matsiguenga
Según Casevitz, las primeras tentativas del Imperio Inca de avanzar hacia el territorio
de los matsiguenga se atribuyen al Inca Cápac Yupanqui. Estos, sin embargo, sólo
llegaron a conquistar aldeas de población andina en aquellos lugares de altura que les
permitían dominar geográficamente los bosques al norte del Cusco. Establecidos en el
umbral de esta región, desarrollaron relaciones de intercambio con los matsiguengas.
El mismo autor señala que no existen indicios de que se haya producido una relación
de subordinación ni que los matsiguengas hayan alguna vez entregado un tributo al
Inca. El Imperio Inca avanzó hasta la zona de Paucartambo-Tono-Marcapata durante
los gobiernos de Viracocha y Pachacútec. Se construyó en esta zona -bajo los reinados
de Túpac Inca Yupanqui y Huayna Cápac- una red de caminos que en época de la
Conquista europea fueron empleados por Manco Inca en su resistencia armada de
Vilcabamba. A partir de 1650, los jesuitas fundaron en la zona al norte del Cusco, antes
ocupada por los Incas, algunas haciendas que les permitían financiar las muchas
escuelas que tenían establecidas en la sierra. Estas haciendas no constituían misiones.
De esa época datan dos expediciones: en 1572, al mando de Martín García Loyola, y en
1715, dirigida por el jesuita.
Cristóbal de Quevedo, pero no se hicieron grandes esfuerzos por evangelizar a estas
poblaciones. Tras la expulsión de los jesuitas, en 1789 los franciscanos condujeron a 44
matsiguengas a su nueva misión de Cocabambilla pero algunos años después este
centro desapareció por dificultades administrativas. Dos misiones fundadas por los
mismos franciscanos al norte del Pongo de Mainique corrieron la misma suerte. A fines
del siglo XIX, al cobrar valor en el mercado mundial la quinina y el caucho, el interés de
los andinos por la región del Urubamba aumentó considerablemente. La búsqueda de
estos productos trajo como resultado una alta tasa de mortalidad entre los
matsiguengas debido a la cacería de esclavos, que obligó a muchos de ellos a
refugiarse en zonas aisladas. Muchos machiguengas murieron a causa de las epidemias
de malaria y viruela que se desataron en esos años. En 1900, el papado designó a los
dominicos a cargo de la evangelización de esta región y, en 1902, se fundó la primera
misión en Chirumbia, territorio matsiguenga. En 1918, se establecie otra Misión cerca
del Urubamba, Koribeni. A partir de 1940, fecha en que la malaria fue temporalmente
erradicada, campesinos andinos empezaron a dirigirse hacia las tierras bajas,
migración que se aceleró en 1955 como resultado de las grandes hambrunas en la
sierra. A partir de 1980, el territorio machiguenga, ubicado en el Bajo Urubamba, ha
sido objeto del desarrollo de actividades de exploración de hidrocarburos. En la
actualidad, se viene desarrollando uno de los más importantes yacimientos de la
Amazonia peruana para la producción de gas y condensados. Es importante señalar, la
existencia de pequeños grupos de los llamados kugapakori o Nantis, que viven en
situación de aislamiento en las partes altas de los ríos Camisea y Timpía.

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