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martes, 1 de septiembre de 2015

DONACIÓN DE INMUEBLES A LOS HIJOS. RESERVA DE


USUFRUCTO. NUDA PROPIEDAD
Que es la donación.
Donar es transferir la propiedad de un bien (casa,
auto, barco, muebles, acciones de sociedades,
dinero, etc.) a otra persona, en forma gratuita.
Es un regalo u obsequio, hecho de tal manera que
quien lo recibe pasa a ser nuevo propietario de ese
bien y puede a partir de allí disponer de él como
nuevo dueño.
La persona que realiza la donación se denomina
"donante" y el que la recibe "donatario".

Modalidades de la donación.
El donante puede trasmitir el bien sin ningún
condicionamiento o puede poner un "cargo" al
donatario.
También puede el donante reservarse el
"usufructo" del bien y transferir solamente la "nuda
propiedad" al donante.
En este caso, el donante continúa utilizando o
disfrutando de ese bien mientras vive y a su
fallecimiento, ese goce o disfrute pasa
automáticamente al donatario.
Donación de inmuebles a los hijos con
reserva de usufructo.
Las donaciones de inmuebles son frecuentes entre
padres e hijos o en general entre parientes muy
cercanos. Más del 90% de las donaciones de
propiedades son hechas por los padres en favor de
sus hijos.
La mayor parte de estas donaciones contiene para
los donantes la reserva del usufructo. De esta
manera los padres continúan usando los inmuebles,
ya sea en forma personal habitándolo o en el caso
de alquilarlo, utilizando el alquiler o renta que
producen. La propiedad pasa a estar a nombre del
donatario, quien dispone de una escritura que le
permite disponer solamente de la nuda propiedad
mientras viva el donante usufructuario.
A la vez el donante usufructuario ya no puede
vender esa propiedad que ha dejado de
pertenecerle, pero puede usarla, alquilarla o
prestarla mientras viva.
Al fallecer el donante la propiedad se consolida en
el hijo-donatario, quien sin necesidad de tramitar un
procedimiento sucesorio queda como propietario
total. Simplemente lleva al Registro de la Propiedad
el certificado de defunción del donante y no tiene
que hacer mas trámites.
Motivación de estas donaciones.
Habitualmente, la transferencia de bienes a los
hijos en forma gratuita y en vida tiene como
basamento el hecho inevitable de que tarde o
temprano moriremos, que nada podremos llevar al
otro mundo y que, por lo tanto suponemos que sería
de buena administración ir previendo las
consecuencias de la muerte para nuestras
pertenencias.
También es frecuente que las hagan los esposos a
sus hijos, menores de edad o no, particularmente
como condición o acuerdo en un divorcio y con el
propósito de asegurarles a los hijos esa propiedad,
impidiendo de esa manera que uno de los ex
cónyuges pueda vender su parte en un bien una vez
divorciado.
Suelen ser propuestas y aconsejadas por notarios
y escribanos, que son en ese momento los únicos
directamente beneficiados al recibir honorarios por la
transacción y que por eso mismo no pueden ser del
todo objetivos.
Pero sucede que las leyes nombran a los hijos
como herederos legítimos y forzosos a los bienes. Si
los padres nada les donaran en vida, igualmente
recibirían en forma legal ese patrimonio en el mismo
instante de fallecer aquéllos. Ni siquiera es
necesario pedir al juez la entrega cuando el que
muere es ascendiente, descendiente o esposo del
muerto. Puede ser tomado legalmente y usado por
esos herederos desde el momento de la muerte.
Por otro lado, también es posible otorgar
testamento y disponer de todos los bienes para
después de la muerte.
Y, además, las escrituras de donación tienen
gastos y costos que deben pagarse.
Entonces ¿Qué sentido tiene realizar una donación
que en definitiva sólo adelanta un traspaso de
bienes que igual tendrá lugar y además cuesta
dinero que debe gastarse ahora?
He preguntado muchas veces esto a personas
(mayores siempre) que donaron bienes a sus hijos.
La respuesta es casi siempre la misma: para
evitarles que tengan que pagar un trámite sucesorio
y, en algunos países, impuesto a las herencias.
De modo que, por lo que parece, la generosidad de
los padres hacia sus hijos suele llegar al extremo de
tratar de protegerlos de los gastos mas allá de la
propia muerte.
Desventajas de las donaciones
Creo que pueden haber situaciones en que se
justifiquen las donaciones, sobre todo si tienen un
claro propósito de generosidad inmediata como es
por ejemplo, regalar a un hijo una casa para que
pueda vivir, o dinero para que la compre o para que
se establezca, etc.
Pero estas donaciones de casas de vivienda con
reserva de usufructo me parece que traen mas
desventajas que beneficios.
Una primera razón es que presuponen de manera
fantasiosa el orden en que se producirán las
muertes. Primero muero yo que soy mas viejo, mi
hijo entonces recibe este inmueble, y le ahorro
gastos. Luego le llegará el turno de morir a él y
heredarán mis nietos.
Pero la vida es imprevisible. Puedo donar un
inmueble a mi hijo y morirse éste antes que yo,
quedando como heredera la nuera que no me
simpatiza.
O, para lograr el divorcio, acepté donar la nuda
propiedad a mis hijos menores de edad. Tiempo
después mi ex cónyuge o ambos necesitamos
disponer de esa vivienda para comprar una mas
grande, o dos, o lo que sea, y nuestros hijos siguen
siendo menores de edad y tengo que lograr la
autorización de un juez, con los consiguientes
gastos y la realidad de que el juez me exigirá
controlar la operación para no descapitalizar a mis
propios hijos.
El efecto psicológico de haber donado es muy
importante. No es lo mismo sentirse usufructuario de
un inmueble que saberse pleno propietario.
El que dona queda condenado a seguir utilizando
únicamente ese inmueble, esa casa, sin tener
posibilidades legales de venderla y comprar otra, de
elegir una nueva ciudad para vivir. ¿Me seguirá
gustando para siempre este barrio y esta ciudad?
¿No preferiré mudarme cerca del mar o la sierra?
¿Qué pasa si se mudan al lado vecinos
alborotadores o de mal vivir?
Quise evitar posibles discusiones con la persona
de la que me estoy divorciando y me encuentro con
que ahora tengo que discutir con un juez.
En definitiva, el donante se ata a si mismo y se
pone en una situación en la que no tiene mas
remedio que pensar en su propia muerte, que es
algo que los seres humanos saludables tratamos de
evitar.
Además el donante se coloca "en manos de los
hijos". Esta dependencia puede ser cómoda y de
personas de bien, pero no deja de ser dependencia.
A partir del momento de la donación habrá que
consultar con ellos todas las decisiones que
importen un cambio de nuestra propia casa. Y según
la cantidad de hijos y la edad de éstos, en cualquier
opinión pesarán intereses ajenos a los nuestros,
incluyendo nueras o yernos y aún nietos...
La sensación de despojo y debilidad no podrá
evitarse. Y como frente a hijos buenos, generosos y
amables no queda bien reconocerlo, ese sentimiento
obrará en forma interna, minará las ganas de vivir y
podrá facilitar la aparición o agravamiento de
enfermedades físicas o psíquicas.
No estoy a favor de estas donaciones. El contacto
de las personas con sus propios bienes y la
posibilidad de disponerlos forma parte de la
integridad psíquica, de la autonomía personal y de la
sensación de vivir.
Mejor es poder sentirse vivo hasta el final, dejar los
problemas sucesorios para los que tienen que
afrontarlos, es decir los hijos, los que gratuitamente
recibirán la herencia cuando lo disponga la vida en
sus misteriosas e imprevisibles acciones y si esto
conlleva algún gasto, pues que lo hagan.

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