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INTRODUCCIÓN

Terremotos, sismos o temblores: Estos nombres se utilizan para describir una liberación
repentina de energía en la corteza terrestre, causando el movimiento de la tierra.

Terremoto: Un movimiento repentino y violento de una parte de la corteza terrestre, y la serie


de vibraciones que le siguen.

Corteza terrestre: Esta es la capa delgada sólida que cubre el exterior de la tierra. Para ponerlo
en perspectiva, piense en ella como la piel en la parte exterior de una manzana.

Placa: Una placa es una sección de la corteza terrestre. Las placas se deslizan a lo largo, ya sea
hacia el lado, por encima o por debajo de las otras placas, causando fricción y presión entre
ellas.

Magnitud: La cantidad de energía liberada durante un terremoto, que se calcula a partir de la


medición de las ondas sísmicas.

Fallo: El agujero que puede ocurrir como resultado de un terremoto. Este agujero puede ser del
tamaño de una pequeña grieta, del tamaño de una piscina olímpica o más grande.

Zonas de fallo: Dónde las placas de roca gigante de las que se componen la corteza terrestre
chocan y se deslizan entre sí con regularidad, causando que la tierra se vuelva inestable.

Ondas sísmicas: Estas ondas son vibraciones y movimientos que provocan los viajes de las
fallas del terremoto. Las vibraciones de estas ondas son las que causan la mayor destrucción
durante los terremotos.

Esta versión gigantesca de energía crea lo que se conoce como “ondas sísmicas”. Estas ondas
crean actos más terribles y destructivos de la naturaleza en el planeta. Estos fenómenos
naturales son repentinos y violentos batidos de la tierra, causados por la ruptura y el
movimiento de la roca en la corteza terrestre, y liberan la tensión de la energía que se ha
acumulado durante un largo período de tiempo. Los terremotos ocurren cuando la energía se
ha acumulado por tanto tiempo que causa un rompimiento bajo la superficie de la tierra, y entre
las placas.
DESARROLLO

LOS TERREMOTOS: UNA AMENAZA NATURAL LATENTE

RESUMEN.

Los Terremotos han sido siempre una constante amenaza para la Humanidad y un cambio
natural en la conformación geológica del planeta, es así como estos fenómenos se reportan
desde aproximadamente al año 1.800 antes de Cristo (los terremotos han ocurrido en toda la
historia geológica de la tierra, es posible que desde la fecha que se anota hubiesen comenzado
a reportarse) y de desde ese momento el hombre comenzó a dar muestras de interés sobre ellos,
sin conocer su naturaleza ni sus consecuencias, hasta mediados del siglo XX donde aparecieron
los primeros estudiosos de los temas sismológicos y los científicos se interesaron por detallar
más a fondo estos fenómenos naturales ya que producían grandes impactos catastróficos en la
población y en las construcciones. A partir de ese momento y como consecuencia de los sismos
ocurridos en los últimos 25 o 30 años fue que apareció la Ingeniería sísmica como una rama
del conocimiento dedicada al estudio del Riesgo, amenaza, y vulnerabilidad sísmica, y además
las reformas a los códigos de construcciones sismo resistentes que hasta la fecha no tenían
ningún impacto significativo sobre el diseño y construcción de edificaciones. Por tal razón con
este escrito se quiere recordar a la población Colombiana y especialmente de la región del eje
cafetero que se vive en una zona de alta amenaza sísmico y que se debe estar preparados para
un eventual sismo de gran magnitud.

PALABRAS CLAVES: Terremoto, Catástrofes, Riesgo, Amenaza, Vulnerabilidad Sísmica,


Sismo resistente, Magnitud.

ABSTRACT.

The Earthquakes have been always a constant it threatens for the Humanity and a natural
change in the geological conformation of the planet, is as well as these phenomena go back
approximately to 1.800 B.C. ( The earthquakes have happened in the whole geological
history of the land, it is possible that from the date that is annotated had begun to be brought)
and from this moment the man began to give samples of interest on them, without knowing
either their his nature or their his consequences, until middle of the 20th century where
appeared the first experts of the seismological topics and the scientists were interested for
detailing more thoroughly these natural phenomena since they were producing big catastrophic
impacts in the population and in the constructions. From this moment and as consequence of
the earthquakes happened in the last 25 or 30 years the seismic Engineering appeared as a
branch of the knowledge dedicated to the study of the Risk, threat, and seismic vulnerability,
and in addition the reforms of to the codes of constructions earthquake resistant constructions
that up to the date did not have any significant impact on the design and construction of
buildings. For such a reason with this writing there wants to be remembered the population
Colombian and specially for of the region of the coffee axis that one lives in a zone of high
seismic risk and that must be prepared for an eventual earthquake of great magnitude.

KEYWORDS: Earthquake, Catastrophes, Risk, Threat, Seismic Vulnerability, resistant


Earthquake, Magnitude.

INTRODUCCIÓN.

Colombia se encuentra en una región de alta actividad Tectónica, lo cual se manifiesta


con continuos movimientos sísmicos. En tiempos recientes se ha experimentado un
incremento notable de la sismicidad en comparación con los fenómenos sísmicos de las
décadas anteriores.

Los antiguos los creían castigos divinos; aún hoy, mucha gente los piensa como inusuales
caprichos del planeta. Pero los terremotos constituyen un fenómeno absolutamente natural y
muy frecuente. De hecho, durante la lectura de esta nota se habrán producido unos cuantos en
distintos lugares del planeta. 150 por hora. 3.600 por día. 1.300.000 por año.

El panorama de riesgo que representan los sismos para la vida y bienes de los habitantes
latinoamericanos promedio, especialmente los que habitan la costa del pacifico y partes de la
región del Caribe, es sin lugar a dudas preocupante. Esto demuestra la necesidad de que los
gobiernos de la región asuman integralmente las políticas de prevención de catástrofes, con
base en la conformación de grupos operativos y técnicos que estudien las condiciones locales
y regionales de la mejor manera posible. Debido a su ubicación geográfica, Colombia
está sometida a una actividad sísmica de importancia conocida a nivel mundial. Es así
como terremotos en el pasado (Popayán, 1983 y Quindío, 1999) han dejado una evidencia clara
de la magnitud del impacto social, físico y económico para el crecimiento y desarrollo del país.
Considerando que INGEOMINAS, como entidad estatal, tiene dentro de su misión la
evaluación de la amenaza sísmica y la instrumentación sismológica a nivel nacional,
es importante conocer los requerimientos o condiciones relevantes que deben presentar
los sitios seleccionados para la localización de las diferentes estaciones de referencia que
forman parte de la RNAC, (Red Nacional de Acelerógrafos de Colombia) las cuales registran
información básica para el desarrollo de las diferentes investigaciones y proyectos relacionados
con la ingeniería sismológica y dinámica de suelos.

Tectónica De Placas.

La corteza terrestre es relativamente delgada. Se extiende hasta profundidades de 70 Kms en


los océanos y 150 Kms bajo los continentes y además está en un estado permanente de cambio.
Es muy válida la analogía de que al comparar la tierra con un huevo duro la corteza tendría un
espesor semejante a la cascara y esta estaría fracturada en una serie de fragmentos que en la
tierra se conocen con el nombre de placas tectónicas.

La tectónica de placas, es el proceso geológico responsable de la creación de los continentes,


las cadenas montañosas y las cuencas oceánicas de la Tierra. Los científicos han supuesto
siempre que el movimiento de las placas tectónicas ha sido lento pero continuo a lo largo de
la mayor parte de la historia terrestre, pero un nuevo estudio realizado por investigadores
sugiere que la tectónica de placas puede haberse detenido al menos una vez en la vida de
nuestro planeta… y que podría hacerlo nuevamente.

Los familiares continentes de la Tierra están insertos en placas tectónicas sobre la superficie
del planeta que chocan lentamente unas con otras en el correr del tiempo. Un aspecto clave de
la teoría de tectónica de placas es que en escalas geológicas de tiempo las cuencas
oceánicas son rasgos transitorios, abriéndose y cerrándose a medida que las placas se trasladan.

¿Qué Es, Exactamente, Un Terremoto?.

En pocas palabras, un movimiento brusco de la Tierra que libera cierta energía acumulada.

Esos movimientos, lentos, imperceptibles a veces para el hombre, no se detienen jamás. Las
placas, que flotan como témpanos sobre el mar de magma que está bajo ellas, viven frotándose
y chocándose entre sí. Cuando quedan “trabadas”, generan una tensión que va acumulando
energía. La liberación abrupta de esa energía en el momento en que una placa rompe a otra,
produce lo que denominamos terremoto.

Magnitud E Intensidad Sísmicas.

El efecto devastador de un terremoto depende de un conjunto de factores: Su magnitud, su


profundidad, la distancia a centros poblados, el tipo de terreno, el tipo de construcciones (no
sólo viviendas, sino también caminos, vías férreas, conductos, embalses, etc.), la duración, la
cantidad de réplicas, es decir movimientos de menor magnitud que suceden al principal.

Magnitud: es una medida cuantitativa de la energía liberada en forma de ondas sísmicas. Es un


parámetro de origen de un sismo. Se mide en una escala continua. Intensidad: es una medida
cualitativa de los efectos en un lugar determinado debido a un sismo. En América se utiliza la
escala MM. No se mide en una escala continua.

Terremotos En Colombia.

Colombia está localizada dentro de una de las zonas sísmicas más activas de la tierra, la cual
se denomina Anillo Circunpacífico y corresponde a los bordes del Océano pacífico. El
emplazamiento tectónico de Colombia es complejo pues en su territorio convergen las placas
de Nazca, Suramericana y Caribe. Los sismos son intensos hacia la costa Pacífica y hacia el
Sur y centro Occidente de Colombia. También son intensos en el margen llanero y el
occidente de los Santanderes, y en la cordillera Central hasta Honda. En segundo nivel aparece
el Norte, centro y Oriente antioqueños, la región del Magdalena Medio y occidente de
Santander.

Recomendaciones.

Antes del terremoto:

Pensar en la posibilidad de un sismo. Qué ocurrirá, según donde estemos. Qué riesgos habrá.
Mantener en buen estado los edificios, en especial las partes que podrían romperse o caerse.
Saber dónde y cómo cortar los servicios: gas, electricidad, agua. Estar vacunados. Todas las
vacunas, toda la familia. Almacenar agua potable y alimentos duraderos Tener a mano linterna,
pilas, radio portátil, cobertura para la cabeza, mantas, dinero en efectivo. Tenga preparados:
botiquín de primeros auxilios, linternas, radio a pilas, pilas, etc. y algunas provisiones en sitio
conocido por todos. Sepa cómo desconectar la luz, el gas y el agua. Confeccione un directorio
telefónico para, en caso de necesidad, poder llamar a Protección Civil, Bomberos, Asistencia
Sanitaria o Policía.

Terremotos recordados, temblores olvidados. Interpretaciones sobre los orígenes de la


memoria telúrica en Chile.

Resumen

El presente artículo abordará algunos de los factores y situaciones que determina- ron, en cierta
medida, la manera de comprender, recordar y representar el tema telúrico por parte de los
pobladores de Chile durante los siglos XVI-XVIII. Por lo general, los estudios históricos han
dado una mayor relevancia a subordinar lo anterior al aspecto religioso que era muy importante
en esos años, sin embargo, se exhibirá cómo influyeron aspectos que fueron más allá de esta
esfera, entre los que destacan, las percepciones e imágenes que se tenían sobre el territorio
chile- no y los diferentes intereses económicos y políticos que tenían las autoridades en aquella
época. Por otra parte, el texto buscará comprobar la importancia de in- cluir dentro de los
análisis de las catástrofes, asociados siempre a otras disciplinas, la perspectiva histórica.

Palabras clave: Terremotos, Chile, Historia, seguridad, riesgo, memoria, olvido.

Abstract

This article will address some of the factors and situations that determined, to some extent,
how telluric events are understood, remembered, and represented by Chilean society from the
sixteenth to the eighteenth centuries. Generally, historical studies have greatly minimized the
importance of these events, favoring instead aspects related to religious beliefs that were of
great significance at the time, how- ever, in this paper other influencing factors beyond
religious arguments are exam- ined, most notably, perceptions and images held of the Chilean
territory and the various economic and political interests of authorities at the time. Moreover,
this study investigates the importance of including the historical perspective, always associated
with other disciplines, in the analysis of disasters.

Key words: earthquakes, Chile, History, protection, risk, memory, forgetfulness


Introduction

La historia sísmica chilena ha sido trabaja- da efímeramente tanto por historiadores como por
estudiosos vinculados a la geografía, geo- logía y la física. En la actualidad, debido a los
eventos telúricos ocurridos desde principios de la década anterior y luego de los últimos
terremotos registrados desde el año 2010 esto se ha acrecentado3. Sin embargo, aún no se logra
vislumbrar un interés más profundo por reflexionar sobre las consecuencias generales que han
tenido estos acontecimientos en el devenir histórico de Chile. Tampoco se han propuesto
interpretaciones para entender ciertas particularidades como, por ejemplo, que solamente en
Chile se pueda establecer una diferencia tan marcada en el vocabulario relacionado a los
movimientos telúricos, entre palabras como temblor, sismo y terremoto. En otras palabras, lo
que intentamos señalar es que se ha comenzado a meditar sobre una historia sísmica sobre una
base que no existe, que no ha sido lo suficientemente estudiada ni contrastada. La simple suma
de terremotos no da mérito a ello.

Desde la disciplina de la historia, durante los últimos años se pueden reconocer una serie de
publicaciones que demuestran este nuevo interés, aunque se trata de trabajos monográficos,
muy específicos (sobre los efectos de un solo terremoto o los problemas de un área
determinada). Esto no permite examinar los pilares característicos y globales, como tampoco
se puede observar el impacto histórico de estos desastres en la larga duración o desde una
perspectiva que reflexione lo descrito como “nacional” (Onetto, 2011 (b)). La religiosidad, las
des- cripciones sobre la destrucción y el relato de algunas medidas estatales vinculadas a la
organización de las formas de sociabilidad se pueden encontrar entre estos estudios (De
Ramón, 1998; Rojo, 2009; Palacios, 2009; Valenzuela, 2007 y 2012). A pesar de lo an- terior,
también se pueden ver nuevas motivaciones que han permitido que las preguntas en torno a los
sismos comiencen a ser más sofisticadas, lo que promueve casi automáticamente una
diversificación de las temáticas (Riquelme y Silva, 2011).

La catástrofe como acontecimiento: la importancia de la perspectiva histórica.

Todo lo que circunda a una catástrofe es difuso. Desde las consecuencias que deja a los
conceptos asociados a ella. Por ejemplo, el riesgo en todas sus acepciones y elementos que
ayudan a comprenderlo lo develan como un concepto con cualidades potenciales (ar
tificiales10) que conviven con lo real11 y que pueden variar de un individuo a otro (Albouy,
2002: 16). A esto se suma, la dificultad de que las catástrofes no tienen “concordancia, ni
temporal, ni espacial, ni en intensidad” (Dauphine, 2004:16) y la cantidad de oríge- nes
etimológicos (Collas-Heddeland et al., 2004; Fantini, 2006; O’dea, 2008; Walter, 2008). Todo
esto deja inciertos tanto los modos de cómo utilizarlas por las ambigüedades que presentan
(Pigeon, 2002), como también las consecuencias que pueden tener en un orden político12.

A pesar de la inestabilidad y dificultades que pueden presentar los escenarios catas- tróficos,
consideramos que a partir de estos eventos se puede evaluar la percepción que una sociedad
tiene sobre su devenir histórico. Las reacciones ante una catástrofe pueden ser, como señala
François Walter “indica- dores de comprensión del mundo” (Walter, 2008:12) que ayudan a
develar, entre otras cosas, las tensiones sociales existentes de una sociedad (García, 1996).
Esto es lo que per- mite construir objetos de estudios en torno a ellas (Girard & Langumier
2006).

Es por ello que pensamos que las catástrofes tienen relación directa con la memoria y con la
historia. Son acontecimientos que conectan una gama de sentidos acumulados, olvidados,
imaginados con materialidades y paisajes destruidos y/o esperados. Por tanto, son más bien
instancias en donde una serie de posibilidades encontraron lugar, en un determinado presente
y de manera violenta, transformándose en una “trampa mortal”, como diría Signorelli
(Signorelli, 1992: 7).

Lo que se quiebra cuando se produce una catástrofe, es la imagen que de ella misma se tenía,
puesto que da realidad a un acontecimiento que solo se consideraba como posible o virtual,
pese a que sabemos que una catástrofe no puede reducirse a una dimensión accidental y factual
solamente (Clavandier, 2011). Paradójicamente la catástrofe da vida y ayuda a forjar historias;
da vida a aquello que solo podía ser imaginado, a aquello que solo podía ser considerado como
un riesgo en un territorio14, pero también permite transmitir, crear y realizar transacciones de
sentidos (Quéré, 2006). Por tanto, es una conceptualización, histórica, totalmente relacionado
con lo humano y que puede ser estudiado. Es por esta razón, que las catástrofes no pueden ser
consideradas como “naturales”, incluso, aquellas que sean producto algún fenómeno natural:
“la naturaleza no conoce de catástrofes” (Walter, 2008: 16).
En ningún caso se podría dar una fórmula sobre cómo trabajar las catástrofes. Quizás, se
pueden dar coordenadas a partir de la “urgencia” del evento, pero no contabilizar los tiempos
que conviven en ella (Clavandier, 2004: 37). De hecho, ciertas explicaciones con respecto a
las catástrofes y riesgos establecen conexiones temporales de “corta duración” cuando es
probable que parte de las respuestas sobre cómo salir del caos de una catástrofe provengan de
otra época o correspondan a diferentes miedos que fueron diluyéndose en el tiempo. La
catástrofe re- configura la tensión temporal de un grupo al romper el “diálogo” con los tiempos,
reduce pasado y futuro a un mismo momento. Por tanto, no todo debería evaluarse desde el
presente.

En cuanto a la memoria, la catástrofe descansa sobre un paradigma social, sobre un proyecto


que se rompe. Es un espacio que se designa como “seguro” el que se pone en tela de juicio
cuando esta sucede. Por esta razón es colectiva, porque no se trata de un espacio personal, sino
de un espacio de seguridad fracturado en el cual una comunidad se identificaba. A su vez, la
consideramos colectiva porque requieren del reconocimiento de “otros”, exteriores a la
catástrofe, para reconocerse como tal. Por ello, hay cierta propiedad de universalidad inherente
a cada catástrofe.

En relación a lo anterior, cabe precisar que el colectivo se descubre en el acontecimiento, pero


la memoria no se vuelve colectiva (cf. Halbwachs, 1997). Si fuera este el caso, estaríamos
hablando más bien de usos –políticos (Hartog, 2001)– de un recuerdo, discurso, etc., sobre el
acontecimiento, que es lo que muchas veces se impone como recurso. “Usos” que claramente
se intentan superponer por parte de uno de los grupos, para satisfacer sus intereses por medio
de una “ilusión holística”, es decir, generar un dis- curso que represente el hechos que todos
son parte homogénea e integrada de un mismo grupo (Candau, 2005: 79-80).

Desde esta perspectiva, no escatima en distinguir ni los cruces, los quiebres, ni me- nos las
superposiciones de memorias que se pueden haber producido en un mismo grupo tras el evento.
Con este tipo de perspectiva solo florece una visión uniforme, que hace pensar que fue creada
“por todos” y que es “para todos”, lo que resta riqueza al contenido de las memorias que
conviven y convivieron, quitando la posibilidad de aprehender el acontecimiento. A su vez,
esto trae como consecuencia que el tema de las memorias en relación a este tipo de sucesos se
singularice y se establezca una tensión, exclusivamente, con el pasado. Por tanto, memoria
oficial,

Consideraciones finales

Los movimientos telúricos que no fueron descritos y representados posteriormente, fueron


hechos que de todas maneras impactaron y generaron daños en las localidades. Sin embargo,
no alcanzaron a valorizarse en el colectivo o, mejor dicho, por las autoridades para que se
creara un relato que pudiera des- cubrirlas como una catástrofe del Reino. Una catástrofe fue
considerada como tal, cuando un conjunto de hechos nefastos pudieron ser descritos, relatados
y transmitidos posterior- mente.

Posiblemente, la gran mayoría de estos sismos desechados podrían considerarse como


desastres porque aportaron destrucción. No obstante, hubo otros motivos o eventos que no
permitieron posicionarlos como un verdadero “problema”. La fuerza ejercida desde el plano
político se superpuso y marcó la lectura y olvido de estos eventos. Así se estableció tanto el
orden como el con- tenido de lo que se debía representar tras una de estas catástrofes.

La perspectiva presentada tuvo el interés de mostrar, panorámicamente, algunos de los temas


que pueden servir como base para establecer preguntas relacionadas a las memorias asociadas
al tópico telúrico y los actores que las han protagonizado y utilizado. A su vez, pueden
constituir un camino para verificar hasta qué punto catástrofes como los terremotos se han
convertido en hilos conductores para leer e interpretar la historia de Chile.

Referencias bibliográficas

Albouy, F. Le Temps Des Catastrophes. Paris: Descartes Et Cie Ed, 2002.

Barrenechea, J. Relox Astronómico De Temblores De La Tierra: Secreto Maravilloso De


La Naturaleza, Descubierto Y Hallado. Lima: Imprenta Antuerpiana, 1725.

Braudillard, J. L’économie Politique Et La Mort. Revista Traverses, 1975, P. 22.

Candau, J. Antropologie De La Mémoire. Paris: Armand Colin, 2005.

Clavandier, G. La Mort Collective: Pour Une Sociologie Des Catastrophes. Paris: Cnrs
Éditions, 2004.
Clavandier, G. Faire Face À La Catastro- Phe. Paris: La Vie Des Idées, 2011. Disponible En
Internet: Http://Www.Laviedesidees.Fr/Faire- Face-A-La-Catastrophe.Html

Collas-Heddeland, E.; Coudry, M.; Kammerer, O.; Lemaitre, A. & Martin,

B. Pour Une Histoire Culturelle Du Risque : Genèse, Évolution, Actualité Du Concept Dans
Les Sociétés Occidentales. Strasbourg : Éditions Histoire Et Anthropologie, 2004.

Dauphine, A. Risques Et Catastrophes: Observer, Spatialiser, Comprendre, Gérer. Paris:


Armand Colin, 2004.

Historia comparada de los sismos de Caracas: dinámica y variabilidad de las


intensidades

Resumen

Caracas ha sido impactada desde su fundación por cuatro terremotos que le han causado daños
severos: 1641, 1812, 1900 y 1967. El único espacio que ha sido testigo continuo de estos
temblores es su casco central o histórico, cuyas condiciones de sitio presentan una profundidad
de sedimentos que aumenta los efectos de las ondas sísmicas. En este trabajo se pretende
revisar las intensidades de esos temblores utilizando la Escala Macrosísmica Europea (EMS-
98) y comparar sus efectos a través del tiempo y de los cambios ocurridos en la construcción
de la ciudad. La investigación propone un modelo analítico para casos similares, a partir de lo
cual se ponga en práctica una estrategia comparativa entre sismos destructores observando sus
efectos sobre un mismo sitio a través del tiempo, tomando en cuenta las transformaciones
ocurridas por los cambios históricos indefectibles a ese paso del tiempo y las condiciones
geológicas de sitio para la asignación de intensidades.

Palabras clave: Caracas; terremotos; intensidades; modelos comparativos.

Abstract

Since its foundation, Caracas has been hit by four earthquakes that have caused severe damage:
1641, 1812, 1900 and 1967. The only area that has suffered continuous damage is the central
historical town, where site conditions show thick sediments which increase the effects of
seismic waves. This work reviews the intensities of these tremors by using the European
Macroseismical Scale (EMS-98) and comparing their effects over time and changes in
construction type within the city. In the research, an analytical model for similar cases is
proposed, from which a strategic comparison between destructive earthquakes can be
implemented, by observing its effects on the same site over time, taking into account the
variations that have occurred for the inevitable historical changes over the time and the
geological conditions of the site for the assignment of intensities.

Key words: Caracas; earthquakes; intensities; comparatives models.

Los sismos a través de la historia de Caracas

Desde su fundación hacia 1567 (Figura 1), Santiago de León de Caracas se asentó como casco
urbano en una cuadrícula cuyo crecimiento fue prácticamente estacionario durante más de tres
siglos. Su tasa de expansión interanual para el área urbana fue de apenas 1,7 hectáreas entre
1578 y 1906 (De Lisio, 2004). Con ello es posible observar al casco central (o histórico) de la
actual ciudad como el espacio construido con mayor antigüedad y tomarlo como objeto de
comparación para aproximarse a los efectos de los sismos destructores que le han impactado.
Este método excluye al resto del valle y se concentra en la información producida sobre el
único lugar que puede atenderse como testigo de todos los temblores allí ocurridos: 11 de junio
de 1641, 26 de marzo de 1812, 29 de octubre de 1900, y 29 de julio de 1967. Siguiendo el
estudio de la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS, 1978), no
se toma en cuenta al terremoto del 21 de octubre de 1766, pues se trató de un sismo que sólo
causó daños menores.

La intención de este trabajo es comparar los efectos de los sismos escogidos y revisar la
asignación de intensidades y grado de daños utilizando la European Macroseismical Scale,
EMS- 98 (Grünthal et al., 2003), herramienta que permite estimar con mayor precisión los
efectos de los temblores del pasado no instrumental, a pesar de la complejidad de su aplicación.
Se toma muy en cuenta aquí, además, lo señalado por FUNVISIS (2009: 933): “los espesores
de sedimentos son parcialmente responsables de los daños ocurridos” durante los terremo- tos.
En ese mismo estudio se estima que los espesores de sedimentos alcanzan en la zona de estudio
una profundidad que oscila entre los 100 y los 240 m. (Figu- ra 2), dato que será considerado
para la estimación de las intensidades generales.
De esta manera, se persigue compren- der el comportamiento de las construcciones y los
efectos de sitio a través de los cambios históricos, en la búsqueda de entender que desde luego
los fenómenos naturales retornan en el tiempo, pero las sociedades y sus expresiones materiales
enseñan respuestas concretas diferentes, producto de las indefectibles transformaciones
históricas que le subyacen a ese mismo paso del tiempo.

El sismo del 11 de junio de 1641

Hacia la mitad del siglo XVII, Caracas escasamente sobrepasaría los 2.000 habitantes (Cabildo
eclesiástico, 1664). Cuan- do el 11 de junio de 1641 la sorprendiera el primer sismo destructor
de su historia, “la ciudad la constituía un reducido número de manzanas situadas al Norte del
Convento de la Concepción.” (Rojas, 1889, T. 2: 89). La zona sur era llamada ‘la vega de la
ciudad’, por hallarse allí los sembradíos (Núñez, 1963). Caracas sólo contaba con la catedral,
el convento e iglesia de San Jacinto, el convento de las monjas de la Concepción; el convento
y la iglesia de San Francisco; la iglesia de San Mauricio; el hospital y la ermita de San Pablo.
“Todo el resto de la ciudad actual era bosque, con uno que otro rancho diseminado, que daba
a la capital de Venezuela un aspecto de aldea.” (Rojas, 1889, T. 2: 89).

El temblor, ocurrido entre las 8 y las 9 de la mañana, estremeció todas las construcciones: “no
hubo casa una ni ninguna de piedra o rafa o tapia que no viniese totalmente al suelo o por lo
menos no hiciese tan grande sentimiento que no se pueda en mucho tiempo vivir” (Tovar,
1641). Resultó aún más contundente en las afecciones a los templos y a las po- cas
edificaciones de envergadura para la época: la iglesia mayor se abrió por varias partes y su
capilla vino al suelo junto con el campanario; el coro y la iglesia del convento de San Jacinto
se arruinaron, pero su estructura resistió; se cayó casi toda la iglesia de San Francisco, donde
murieron varias personas; se derrumbó también la capilla del convento de las monjas; la casa
de los gobernadores colapsó; el ora- torio y hospedería de La Merced también fue destruido
por el temblor; el seminario, que apenas iniciada su construcción ese mismo año, ubicado
entonces al lado de la iglesia catedral, vino al suelo y no volvió a ser reconstruido en ese lugar;
y, según Ibarra (1862), cayó también la iglesia de San Mauricio.

En el camino de Caracas a La Guaira el daño por la caída de rocas y movimientos de masa fue
de gran consideración. El gobernador Fernández de Fuenmayor (1641) dijo que el terremoto
fue “tan grande y con tanta violencia que cayeron al suelo todos los templos y casas de esta
ciudad la mayor parte y las que no cayeron quedaron rendidas de suerte que no se pueden
habitar.” Se estimaron unas 50 personas muertas en la ciudad y otras 34 en el puerto. Núñez
(1963) asegura que murieron 200 personas, y señala que todavía en 1650 la ciudad no se había
podido reedificar, incluyendo en ello a los conventos e iglesias. Cara- cas contaría entonces
con unas 400 casas (Arellano Moreno, 1972: 48).

Centeno (1969) calificó al sismo como ‘desastroso’ y le otorgó una intensidad máxima
valorada entre IX y X (MM); Fiedler (1972) le dio un valor de VII-VIII (MCS); Funvisis (1978)
le estimó entre VII y VIII (MM); Ceresis (1985) califi- có al temblor en IX (MM); Hernández
y Schmitz (2011), lo evalúan entre VIII y IX (EMS-98).

El impacto de este terremoto en aquella incipiente ciudad fue de envergadura, a pesar de que
por entonces los temblores no habían sido calificados todavía como una amenaza.

El desastre de 1812

En la historia sísmica de Caracas, el terremoto de mayor daño hasta el presente ocurrió el 26


de marzo de 1812 a las 4:07 de la tarde, de acuerdo a la hora que señaló el reloj de la catedral
al dañarse con el primer sacudimiento. Su impacto no solamente se restringe a una ciudad o
una región. Se trató de un evento múltiple, con dos sismos casi simultáneos ocurridos a esa
hora entre Caracas y el litoral central, y otro que tuvo lugar entre Barquisimeto y la serranía de
Aroa. Los daños intermedios en las poblaciones situadas en torno a estos dos epicentros
macrosísmicos alcanzaron docenas de localidades, incluyendo efectos en la naturaleza
(desprendimiento de rocas, deslizamientos, licuación de suelos, obturación de cauces), que
fueron notorios y muy bien documentados (Altez, 2006 y 2009).

Conclusiones

En primer lugar y ante estas comparaciones, es posible apreciar que, en apariencia, el sismo de
1641 parece haber sido el más destructor de todos. Del mismo modo, el cuadro sugiere que el
terremoto de 1967 no fue tan contundente en la zona de estudio como lo fueron los anteriores,
a pesar de que contaba para esa fecha con mayor ocupación del espacio y mayor cantidad de
edificaciones y habitantes.
Sin embargo, a la vuelta de revisar con mayor detenimiento la información documental sobre
1641, está claro que se trató de un temblor que halló una ciudad incipiente, con edificaciones
construidas sin ningún tipo de atención a los temblores, lo cual conduce a suponer que la
severidad de los daños es también el resultado de la tipología constructiva, antes que de la
intensidad del terremoto.

El terremoto de 1812, sin duda, continúa siendo el sismo más destructor y el que causó mayor
número de muertes. A pesar de ello, el temblor de 1641 cuenta con el mayor porcentaje de
víctimas en relación con los habitantes de la ciudad.

Por otro lado, el sismo de 1900 necesita ser reevaluado con detalle y tomar en cuenta la
condición de sus construcciones. En este sentido, materiales y tecnologías utilizados deben
guardar una relación de- terminante con los daños. Si se toma en cuenta que esos daños fueron
relativamente escasos, los materiales, las técnicas constructivas y la condición de
mantenimiento en las edificaciones deben haber tenido un papel fundamental en ello.

En el caso del sismo de 1967 (quizás el terremoto que cuenta con mayores estudios
especializados en Venezuela), ha quedado claro que la mayor cantidad de investigaciones al
respecto se ha concentrado en la atención a los edificios averiados o colapsados, y ha desviado
su mira- da de los resultados en las casas y en el casco histórico. Si bien esto es coherente con
la atención a los mayores daños sufridos en la ciudad (parte de esta atención condujo, por
ejemplo, al desarrollo de los estudios de microzonificación sísmica en el mundo), la sismología
histórica ha dejado en claro, también, que el estudio de la resistencia de las construcciones es
igualmente importante al momento de evaluar los terremotos, así como también lo es para la
elaboración de normas de construcción.

Referencias citadas

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nificación histórica. Revista Geográfica Venezolana. (Volumen Especial): 171-198. ALTEZ,
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ALTEZ, R. 2010b. Si la naturaleza se opone… Terremotos, historia y sociedad en Ve- nezuela.


Editorial Alfa, Caracas-Venezuela.

Las catástrofes naturales

Resumen

Durante los últimos cuarenta años, la cantidad de víctimas por catástrofes naturales se ha
quintuplicado en el mundo. El aumento incontrolado de la población, especialmente de la
urbana, así como la situación socioeconómica, medioambiental y política de algunas regiones,
son las principales causas de esta situación. El objetivo del presente trabajo es dar una idea de
las principales cuestiones (teóricas, tipológicas, dimensionales y de costos) ligadas a dichas
catástrofes, las cuales pueden estimular reflexiones, desde consideraciones de tipo teórico hasta
aquellas más prácticas y operativas.

Palabras clave: costos, daños, origen de las catástrofes naturales, tipologías de fenómenos,
víctimas.

Abstract

During the past forty years, the number of natural disaster victims has increased fivefold
worldwide. The main causes of this phenomenon are uncontrolled increases in populations,
particularly urban populations, and the socioeconomic, environmental and political situations
of certain regions. The aim of this study is to provide ideas regarding the main questions
(including theoretical, typological, dimensional and cost-related concerns) linked to natural
disasters and examine which questions can stimulate reflections ranging from theoretical
considerations to more practical and operational issues.

Keywords: costs, damages, origin of natural disasters, typologies of phenomena, victims.


Introducción

El objetivo principal de este trabajo, que se desarrolla en cuatro secciones (además de la


introducción y de las conclusiones), es inducir a la reflexión sobre algunas de las problemáticas
del tema, mucho más amplio: las catástrofes de origen natural.

En el primer apartado “Las catástrofes de origen natural: aspectos teóricos” se proporciona una
síntesis de las etapas históricas dentro de la desastrología y su evolución. A través de una
bibliografía de carácter inter- nacional se han analizado las contribuciones de las es- cuelas
norteamericana y latinoamericana, en la materia, cuyas visiones han influenciado y a los
investigadores que se han acercado al estudio de las catástrofes y de su manejo, en todo el
mundo.

El segundo apartado “Tipología de los fenómenos” se centra en los cambios sustanciales que,
a partir de la Revolución industrial, se han dado en la relación hombre- naturaleza. Aunque
siempre los comportamientos humanos han modificado el medio ambiente, es desde ese
momento histórico cuando los cambios en muchos casos, han contribuido a la ocurrencia de
eventos desastrosos y/o catastróficos; de hecho, es frecuente hablar hoy en día de desastres
provocados por el hombre. Según estas consideraciones, las catástrofes han empezado a
dividirse en varias tipologías asociadas a la interacción humana; en este trabajo se han adoptado
aquellas definidas como naturales, seminaturales y antrópicas.

En la tercera sección “La dimensión de las catástrofes a través de las estadísticas” se expone
la necesidad de contar con bases de datos fiables y actualizadas, no solo para tener una
aproximación a la situación actual, sino para analizar cómo los fenómenos se han modificado
en el tiempo, en virtud del crecimiento de la población y también de la evolución en los
sistemas de detección de los fenómenos. La disponibilidad de dichas informaciones permite
no solo informar a la población, sino también tomar medidas de prevención, de manera que las
consecuencias de los eventos catastróficos afecten a menor escala infraestructuras, bienes,
cultivos, etc., de las zonas afectadas.
Las catástrofes de origen natural: aspectos teóricos

Hoy en día no existe un consenso general sobre los acontecimientos incluidos en la categoría
“desastres”, categoría extremadamente vaga y omnicomprensiva, que recoge fenómenos muy
diferentes entre sí, ya sea por sus dimensiones o por sus características, como: terremotos,
erupciones volcánicas, epidemias, guerras, deslizamientos de tierra, inundaciones, sequías,
accidentes tecnológicos y nucleares. Los dos términos usados con mayor frecuencia en la
literatura específica son ‘desastre’ y ‘catástrofe’, con sinónimos como ‘cataclismo’ y
‘calamidad’, menos utilizados (Da Cruz et ál. 2003). Hasta el desarrollo de la teoría de las
catástrofes del matemático René Thom, es posible realizar una primera y fundamental
distinción entre los dos términos: ‘desastre’, que originariamente significa “mala estrella”,
indica un evento perjudicial, cuyas consecuencias pueden ser absorbidas por un sistema, en
tiempos relativamente breves. Por su parte, ‘catástrofe’ identifica una crisis con efectos de
“alteración” materiales, organizativos, sociales, irreversibles para todo el sistema (Placanica
1991).

La gran variedad terminológica que distingue el campo de la desastrología o ciencia de los


desastres evidencia la naturaleza de la misma disciplina y representa sus méritos y limites; de
hecho, está abierta a las influencias de numerosas y diferentes especialidades: geología, física,
geografía, urbanismo, ingeniería, sociología, psicología, historia, que raramente dialogan entre
ellas, por tanto, no es fácil que haya una profunda conexión entre los diferentes estudiosos de
cada una, a pesar de lo cual, ha sido difícil que trabajen en equipo y compartan los métodos de
investigación y los puntos de vista. Hasta la década de 1990, cuando La Red de Estudios
Sociales en Prevención de Desastres en América Latina —en adelante, La Red— empezó a
trabajar estas temáticas bajo un enfoque holístico1 e interdisciplinario, esta fragmentación del
conocimiento, por los diferentes ámbitos de la ciencia, representó el límite principal de la
materia.

En efecto, según Cardona (2003, 11) “la ausencia de una teoría holística del riesgo, desde el
punto de vista de los desastres, ha favorecido o contribuido en parte a que el problema creciera
a una velocidad mayor que la velocidad de sus soluciones”. Los geólogos y los físicos,
analizando las estructuras morfológicas del territorio y examinando los terremotos del pasado,
no se preocupa en la mayoría de los casos de las consecuencias socioculturales. Los sociólogos,
particularmente, atentos a las implicaciones sociales de cada desastre, se ocupan solamente del
presente y no se interrogan sobre las experiencias pasadas. Los problemas de la geografía se
de- ben a la permanente separación entre geografía física y humana: los estudios de geografía
física frecuentemente quieren identificar la relación causa-efecto, las dinámicas que han
provocado el fenómeno y no consideran suficientemente las numerosas, y más significativas,
causas de origen histórico y político en el territorio, es como si “desentrañas en una tierra sin
hombres” (Botta 1991, 19). En realidad, se ha de tener claro que los eventos naturales se
diferencian entre ellos, adquiriendo relevancia para los grupos humanos que se ven afectados,
en virtud del contexto ambiental en donde tienen lugar, así como del nivel sociocultural,
histórico y económico de esos mismos grupos poblacionales.

En los Estados Unidos, durante el segundo conflicto mundial, nace la desastrología, disciplina
de carácter militar y con una fuerte connotación práctica. Dichos estudios que, hasta el final de
la guerra, fueron en gran parte financiados por el Ministerio de la Defensa, pro- siguieron —
en la época de la Guerra Fría— gracias al trabajo realizado por numerosas universidades
americanas, entre ellas el National Research Center de la Universidad de Chicago (NORC) y
de la Academia Nacional de las Ciencias.

La desastrología, por tanto, adquirió un fuerte valor civil, consolidado por la creación del
Desaster Research Center —en adelante, DCR— en la Ohio State University, en 1963
(Quantarelli, Rodríguez y Dynes 2007).

En las décadas de 1970 y 1980 se difundieron aún más los estudios relativos a los desastres y
las emergencias, que afectaban grandes masas de población, por lo cual, la disciplina adquirió
importancia mundial. Sobre el DCR, en Estados Unidos, desde 1985 se trasladó a la
Universidad del Delaware, donde se instituyeron nuevos centros de investigación,
simultáneamente la disciplina entró a formar parte de la oferta didáctica de los institutos de
instrucción superior y de las universidades. El ámbito de la investigación se dirigió, por una
parte, hacia el estudio del riesgo de catástrofes de origen natural y del riesgo de desastres de
origen tecnológico (impactos causados por la producción y el transporte de sustancias
químicas, fallas en instalaciones nucleares, eliminación de residuos peligrosos, etc.) y, por otra,
a las medidas de educación, información y prevención dirigidas a reducir los daños
ocasionados por los eventos catastrófico y/o desastrosos. El gran interés hacia estos temas
estimuló a los investigadores de diferentes áreas del mundo como Canadá, Japón, Francia,
Suecia, Alemania, China, India, ex-URSS, Latinoamérica e Italia. Por ejemplo, en este último
país, el primer estudio sistemático sobre las catástrofes fue realizado por el Istituto di
Sociologia di Gorizia, después del terremoto que golpeó la región de Friuli, en 1976.

En cuanto a redes o instituciones de ámbito multinacional, en 1982, se constituye el Research


Committee on Disasters, dentro de la International Sociological Association que, gracias a una
red de investigadores presente en todo el mundo, ofreció señales tangibles de la indiscutible
internalización de la disciplina. En la misma época, los Estados miembros de la Organización
de los Estados Americanos —en adelante, OEA, después de los efectos del fenómeno de El
Niño en 1982-1983, expresaron la necesidad de contar con una cooperación técnica para el
manejo de las amenazas naturales (OEA 1991). En respuesta a la misma, el Departamento de
Desarrollo Regional y Medio Ambiente (DDRMA) de la OEA creó el Proyecto de Riesgos
Naturales.

Tipología de los fenómenos

Como se ha visto hasta ahora, los estudios realizados por los diferentes centros y/o redes de
investigación, han puesto en evidencia la necesidad de conocer el nivel de riesgo asociado a
los diferente fenómenos, así como estimular campañas de educación, información y
prevención, dirigidas a las poblaciones locales. Dado que todos los acontecimientos naturales
cuentan con una cierta periodicidad, lo cual les permite establecer, mediante métodos
estadísticos de producción, una escala de recurrencias de desborde de los ríos, de las erupciones
volcánicas, de la manifestación de los huracanes así como de los terremotos. De hecho, es la
observación sistemática la que permite el reconocimiento de las áreas en donde un fenómeno
se repite periódicamente y, para algunas zonas específicas, por tanto, existe la posibilidad de
calcular cómo y con cuánta intensidad se verifica. De esta forma, se puede hablar de eventos
periódicos que se manifiestan con magnitudes variables (Casti 2012). Sin embargo, las
sociedades tienden a olvidar rápidamente los eventos catastróficos y a invertir poco en
prevención, actitud que deja a los seres humanos en situación de riesgo que, a menudo,
contribuye a producir efectos desastrosos. En el pasado lejano, los efectos de la acción humana
sobre el medio ambiente eran modestos6, hoy las cosas son muy diferentes; aunque los seres
humanos pueden hacer poco para modificar la distribución geográfica, la violencia y la
frecuencia de algunos fenómenos naturales, tal vez contribuyen a amplificar sus efectos. En
consecuencia, la acción antrópica ha sido un factor determinante por muchos fenómenos
catastróficos, especialmente los ligados al clima, como son: la deforestación, la emisión de
gases de efecto invernadero y otras partículas contaminantes en la atmosfera, la construcción
de grandes barreras artificiales (presas) que han lleva- do a alteraciones en la circulación
atmosférica, con un consecuente cambio del régimen climático en gran parte del planeta.

Conclusiones

De los diferentes temas abordados a lo largo del presen- te artículo resalta la gran fragilidad de
medio ambiente y de las sociedades humanas frente a las calamidades, independientemente de
sus orígenes. El desarrollo tecnológico que, por un lado, ha mejorado el nivel de vida de los
seres humanos, al mismo tiempo, ha modificado la relación hombre-medio ambiente,
provocando fuertes desequilibrios, que adicionalmente, se han acentuado, a causa del
crecimiento incontrolado de la población, prevalentemente urbana, así como por la situación
socioeconómica, medioambiental y política de algunas regiones del mundo.

Reconstrucción post-terremoto en la ruralidad del Maule.

Resumen

Los efectos del terremoto del 27 de febrero de 2010 que afectó la zona central de Chile se
hicieron sentir con más fuerza en los sectores rurales que en los urbanos, especialmente en la
región del Maule. A pesar de haber recibido un impacto mayor y de sus especificidades
socioterritoriales, en las comunas rurales se aplicaron las mismas políticas y programas de
reconstrucción que en las comunas urbanas, puesto que fueron diseñados de forma estándar
para todo el país. El presente artículo constituye una reflexión sobre el modelo de
reconstrucción aplicado en las localidades rurales y sus repercusiones en la región del
Maule, con base en la revisión de fuentes secundarias (encuestas y estadísticas oficiales del
post-terremoto) y en la realización de entrevistas y grupos focales a los diversos actores
involucrados. Los resultados advierten que a las desventajas estructurales que poseen las lo-
calidades rurales, se suma una política estatal de reconstrucción que se desligó de la
intervención territorial pos-catástrofe, dejando la provisión de viviendas y la reposición de
infraestructura casi en su totalidad en manos de entes privados, mientras que su ejecución
efectiva quedó condiciona- da a la coordinación intersectorial a nivel regional.

Palabras clave: reconstrucción post- desastre, ruralidad, política habitacional.

Abstract

The effects of the earthquake of February 27, 2010 that struck central Chile were felt most
strongly in rural areas than in urban areas, especially in the region of Maule. Despite the major
impact and socio-territorial specificities, in rural communes the same policy and reconstruction
programs in urban communes, which were designed as standard for the whole country were
applied. This article is a reflection on the reconstruction model applied in the rural areas and
its impact on the region of Maule, based on a review of secondary sources (surveys and official
statistics on post-earthquake) and con- ducting interviews and involudrados focus to various
actors groups. The results warn that the structural disadvantages that rural communities have
a state policy of reconstruction that broke away from the territorial post-disaster intervention
adds, leaving the provision of housing and infrastructure replacement almost entirely in the
hands of private entities while its effective implementation was subject to cross-sectoral
coordination at regional level.

Keywords: post-disaster reconstruction, rurality, housing policy.

Introducción

El terremoto que sacudió la zona centro-sur de Chile el 27 de febrero del 2010 generó la
destrucción de muchas localidades del país. Según información oficial, el sismo golpeó a nivel
nacional a más de 900 pueblos y comunidades rurales y costeras. En el ámbito de la
infraestructura y de obras públicas, además de caminos, puentes y puertos, sufrieron daños 422
sistemas de agua potable rural, 27 caletas de pescadores, seis colectores de aguas lluvia, cinco
embalses y ocho riberas de cauces naturales. En cuanto al adobe rural, resultaron destruidas
24.538 viviendas, 19.783 registraron daños mayores y 22.052 daños menores, para un total de
66.373 (Ministerio Secretaría General de la Presidencia, 2011).

En la región del Maule, un territorio con un millón de habitantes aproximadamente y ubicado


al sur de Santiago de Chile, los impactos del sismo y del posterior tsunami fueron durísimos.
Según plantean Letelier y Boyco (2011: 28), entre los sectores urbanos y rurales, “76.581
viviendas quedaron dañadas –23.879 destruidas y 52.702 con daños mayores–, lo que
corresponde al 21 por ciento del total de viviendas dañadas del país”. Según estimaciones
oficiales, en el Maule existieron alrededor de 65.000 familias damnificadas y, de las 28
comunas identificadas como críticas por el Ministerio del Interior en la etapa de emergencia,
12 estaban en el Maule.

Metodología

El estudio correspondió a una investigación mixta de carácter exploratorio. Para la


construcción de la información se recurrió a fuentes secundarias (en particular, a diversas
encuestas y estadísticas oficiales sobre el post-terremoto) y a entrevistas semiestructuradas
para rescatar el relato de diversos actores lo- cales en torno al rol del Estado, de los entes
privados y de la sociedad civil tras la emergencia durante el proceso de reconstrucción.

Los datos demográficos utilizados se recabaron de las proyecciones de población para el año
2012 que realizó el Instituto Nacional de Estadísticas con base en el Censo de 2002 (INE,
2003), debido a que los datos del Censo de 2012 no se encontraban disponibles. Los datos
relativos al número de damnificados del terremoto, a los daños en las viviendas y al avance en
la entrega de las obras se obtuvieron de la página web del Ministerio de Vivienda y Urbanismo,
y a través de una solicitud de información por Ley de Transparencia ingresada y respondida en
marzo de 2012 por el equipo del proyecto Construcción de ciudadanía territorial en Chile.5
Cabe mencionar que junto con la dificultad para acceder a la información detallada del proceso
de reconstrucción, se registraron incongruencias en el tratamiento de la información en las
diferentes bases de datos y, por lo tanto, el análisis propuesto no puede entenderse como una
fotografía exacta de la realidad pues sólo pretende identificar tendencias generales.

Adicionalmente, se utilizó la distinción entre comunas “urbanas” y comunas “rurales”6 en la


región del Maule, para un to- tal de 18 comunas identificadas. Para conocer la visión de los
actores locales involucra- dos en el proceso de reconstrucción se realizaron 34 entrevistas
semi-estructuradas a miembros de los sindicatos de pescadores, de las juntas vecinales, de los
comités de vivienda, de grupos de mujeres y a funcionarios municipales, de la Entidad de
Gestión Inmobiliaria Social (EGIS) y de diferentes fundaciones. Las entre- vistas fueron
realizadas en enero de 2012 y llevadas a cabo por profesionales de Servicio País7 de las
comunas de Vichuquén, Licantén, Constitución, Chanco, Pelluhue y Curanipe capacitados
por los investigadores para este fin.

Las entrevistas se trabajaron en matrices de integración (codificación temática) y se agruparon


en siete categorías (política de reconstrucción; adecuación de la política a la realidad rural;
reconstrucción, patrimonio e identidad; participación ciudadana en la reconstrucción; relación
Estado, privados y sociedad civil; capacidades y atribuciones municipales; y reconstrucción
pro- ductiva) que fueron validadas en dos grupos focales integrados por los profesionales que
llevaron a cabo las entrevistas quienes, a través de un proceso reflexivo, consensuaron los
principales tópicos a considerar en la reconstrucción y el rol asumido por los diversos actores.

Conclusiones

A cinco años del terremoto y posterior tsunami del 27 de febrero de 2010, se constata que el
sector rural fue el más afectado por la catástrofe natural, pero también por el modelo de re-
construcción adoptada.

El protagonismo que el Estado le entregó a los actores privados para la producción de


soluciones habitacionales profundizó la perspectiva neoliberal, centralista, sectorial y urbana
del modelo de construcción del hábitat rural (que se venía experimentando en Chile por
décadas), lo que terminó agravando la situación de precariedad y vulnerabilidad de muchas
familias y territorios.

De hecho, los datos oficiales relativos a la cuantía de los damnificados y a la magnitud del
desastre en áreas rurales, no reflejan la totalidad de los daños y los problemas ligados a la
dispersión geográfica, la débil gestión de los gobiernos locales y de las propias familias. Más
allá de las cifras, esto ha significa- do a los damnificados tener que enfrentar muchas
dificultades y discriminaciones en el acceso a las viviendas de emergencia y a los subsidios de
reparación y/o reconstrucción post-terremoto, incrementado su vulnerabilidad (Rojas
Hernández, Moreno Ro- mero y Valenzuela Fuentes, 2011).
Bibliografía

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WILCHES-CHAUX, G. (1998). Auge, caída y levanta- da de Felipe Pinillo, mecánico y


soldador o yo voy a correr el riesgo. Consultado en:
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ANÁLISIS

1.- Los terremotos constituyen una de las catástrofes naturales más devastadoras y más
aterradoras que existen. La Tierra, fuente y símbolo de lo constante, firme e imperecedero, es
súbitamente sacudida y rota, atemorizando al hombre que encara el fenómeno con su condición
de mortal y su impotencia ante las fuerzas enormes de la naturaleza.

2.- La mayor parte de los terremotos se genera cuando la presión provoca que las grandes
placas rocosas subterráneas se desplacen o se rompan. Las perturbaciones, por lo general, se
dan a lo largo de las fracturas de la superficie terrestre, a las que se conoce como fallas. La
mayoría de las veces, los científicos pueden cartografiar estas fallas, lo que les permite señalar
las zonas de mayor actividad sísmica.
3.- Los terremotos, sismos, seismos, temblores de tierra... son reajustes de la corteza terrestre
causados por los movimientos de grandes fragmentos. Por sí mismos, son fenómenos naturales
que no nos afectan demasiado. El movimiento de la superficie terrestre que provoca un
terremoto no representa un riesgo, salvo en casos excepcionales, pero sí nos afectan sus
consecuencias, ocasionando catástrofes: caída de construcciones, incendio de ciudades,
avalanchas y tsunamis.

4.- Un terremoto de gran magnitud puede afectar más la superficie terrestre si el epifoco u
origen del mismo se encuentra a menor profundidad. La destrucción de ciudades no depende
únicamente de la magnitud del fenómeno, sino también de la distancia a que se encuentren del
mismo, de la constitución geológica del subsuelo y de otros factores, entre los cuales hay que
destacar las técnicas de construcción empleadas. Los intentos de predecir cuándo y dónde se
producirán los terremotos han tenido cierto éxito en los últimos años.

5.- Un terremoto se puede definir como un temblor de la tierra provocado por ondas que se
propagan por la corteza terrestre y por debajo de ésta, provocando grietas en la superficie,
sacudidas, vibraciones, licuefacción, corrimientos de tierras, réplicas o tsunamis. Los
terremotos provocan altas tasas de mortalidad por traumatismos, asfixia, inhalación de polvo
o exposición al entorno. Durante las primeras semanas, las necesidades quirúrgicas son
importantes. La pauta general de traumatismos está formada por una gran parte de heridos con
cortes y contusiones leves, un grupo menor aquejado de fracturas simples y una minoría de
casos con fracturas múltiples graves y síndrome de aplastamiento, que requieren cirugía y otros
cuidados intensivos.
CONCLUSIÓN

Un terremoto es el movimiento brusco de la Tierra, causado por la brusca liberación de energía


acumulada durante un largo tiempo. La corteza de la Tierra está conformada por una docena
de placas de aproximadamente 70 km de grosor, cada una con diferentes características físicas
y químicas. Estas placas se están acomodando en un proceso que lleva millones de años y han
ido dando la forma que hoy conocemos a la superficie de nuestro planeta, originando los
continentes y los relieves geográficos en un proceso que está lejos de completarse.
Habitualmente estos movimientos son lentos e imperceptibles, pero en algunos casos estas
placas chocan entre sí como gigantescos témpanos de tierra sobre un océano de magma
presente en las profundidades de la Tierra, impidiendo su desplazamiento. Entonces una placa
comienza a desplazarse sobre o bajo la otra originando lentos cambios en la topografía. Pero
si el desplazamiento es dificultado comienza a acumularse una energía de tensión que en algún
momento se liberará y una de las placas se moverá bruscamente contra la otra rompiéndola y
liberándose entonces una cantidad variable de energía que origina el Terremoto.

Las zonas en que las placas ejercen esta fuerza entre ellas se denominan fallas y son, desde
luego, los puntos en que con más probabilidad se originen fenómenos sísmicos. Sólo el 10%
de los terremotos ocurren alejados de los límites de estas placas.
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