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Gómez Alfredo "Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina

Colombia, Brasil, Argentina, México". Barcelona, Ruedo Ibérico, 1980,


236 pp.

El amigo Alfredo [en los 1980] no ha hecho únicamente una obra de


historiador sino que presenta un material indispensable para el
planteamiento siempre actual de la vigencia o no del anarcosindicalismo,
a través de la experiencia latino americana. Y el enfoque es
declaradamente libertario, en el sentido de no respetar ningún tabú, por
eso el prólogo nos habla de "un gran silencio [...] un silencio abrumador
[...] un silencio deliberado" sobre el anarquismo latino americano.

El libro es, por tanto, a la par reivindicación del pasado silenciado (como
las proezas de la huelga de las Bananeras de 1928 en Colombia) y análisis
de "las condiciones en que se verificó en cada país e1 viraje histórico del
anarcosindicalismo al sindicalismo paraestatal" (p.7). Y para
satisfacción de los eruditos a la violeta de los tiempos actuales, Gómez les
anuncia "cuestionamos toda interpretación determinista de la historia.
En este sentido, nuestro trabajo se afirma como anticientífico." (p. 8).

El caso colombiano contempla la eficacia de la acción directa y del


sabotaje a partir de 1918 y como lo subraya Alfredo dada la poca presencia
en aquel entonces de los anarcosindicalistas, se trata más bien de
sindicalismo revolucionario. En la época de la implantación del partido
comunista que nos describe el autor sin olvidar declaraciones que parecen
sacadas de la España actual "el socialismo lucha porque el gobierno
forme cuerpos de policía técnicamente preparados, bien remunerados"
(socialistas en 1919, p. 30). Hay también un deseo de un congreso obrero
que reclama que el servicio militar aplicable sólo a los pobres "sea
extensivo a los ricos" (p. 52).

El anarcosindicalismo se organiza a partir de 1925 sobre una base federal


con un centro en que los delegados "sin ningún poder decisorio, son los
encargados de transmitir a la Federación (Obrera del Litoral Atlántico)
los problemas, iniciativas y acuerdos discutidos y aprobados en el
sindicato que los ha delegado, y de recoger las proposiciones y acuerdos
de los demás sindicatos para llevarlos a sus respectivas organizaciones."
(p. 59).
La propaganda no se limitaba al anarcosindicalismo sino que incluía un
grupo teatral, tenía una propaganda antimilitarista fuerte y también
feminista "hago un llamado a la mujer pues ha llegado la hora de
impedir de que el hombre nos lleve como instrumento ciego al antojo de
su voluntad e inspiremos en él tan poca confianza."(1925, Ana Mª
García, p. 67).

E1 impacto de esta propaganda lo tenemos en las huelgas de 1926-1927 en


que los trabajadores del transporte se lanzan a la huelga, recibiendo el
apoyo en huelgas de solidaridad de otros ramos, inclusive, obreros
norteamericanos de una multinacional, pero el ejército y la policía
intervienen y rompen la huelga. El gobierno legaliza los "arrestos y
allanamientos sobre simple presunción de culpabilidad" (p. 82).

En 1928 en la zona de Santa Marta y Aracataca, unos 25.000 trabajadores


dependen de la multinacional United Fruit Company para cultivar el
plátano en una explotación típicamente siglo XIX (monopolio del
comercio moneda de la compañía, asistencia médica casi nula, etc.). Los
anarcosindicalistas llegan con propaganda a partir de 1925. "La violencia
cotidiana anuncia un gran estallido de violencia. Los anarquistas lo
prevén y tratan de preparar las mejores condiciones posibles..." (p. 95).
En 1928 todos los trabajadores van a la huelga, pero no hay solidaridad de
los otros trabajadores en el país. El ejército interviene disparando durante
una manifestación de familias de huelguistas y mata entre 1.000 y 1.500
personas, y prosigue así su labor. Los huelguistas utilizan escasas armas.
La represión triunfa.

Este fracaso marca el fin del anarcosindicalismo y la instauración de un


sindicalismo puramente reivindicativo, con representantes no
trabajadores, por ejemplo un abogado. Un tren de leyes legaliza esta única
forma, sindical.

El proceso brasileño es muy paralelo al colombiano. En Argentina ya en


1902 se prevé la expulsión de los extranjeros políticamente peligrosos
(1907 en Brasil) porque a diferencia de Colombia los elementos europeos
son más numerosos. Si bien el proceso final argentino es idéntico y
corresponde a los1930, tenemos una evolución anarcosindicalista de tipo
bolchevique o cenetista español actual [escrito en 1980], o sea que en su V
congreso, la FORA se declara muy anarquista. Ésta se opone a otra más
sindicalista. El ambiente y la represión patronal y estatal son muy
brutales de 1900 a 1930 "durante estas tres décadas los
anarcosindicalistas dejan alrededor de 5.000 muertos y acumulan más
de medio millón de años de cárcel..." (p. 155). Por añadidura, de 1905 a
1930, el movimiento anarcosindicalismo se escindió por lo menos en dos
partes, y a veces discusiones a disparos, con un balance bastante fuerte de
bajas.

Las páginas sobre México son muy breves y merecían un estudio más
amplio. El último capítulo se titula "Reflexiones sobre el decline del
anarcosindicalismo" destacando el papel del Estado protector con el mito
de la nación, y el concepto de rebelión y varios problemas del anarquismo,
opiniones importantes pero que se adaptan más a la evolución propia de
Alfredo que a las experiencias descritas, lo que no quita el valor. Así
Alfredo identifica el miedo de los individuos con el instinto de
conservación, que tiende a transformar una organización -por anarquista
que fuere- en "una nueva fuente de autoritarismo" (p. 226). "La práctica
de poder de los anarquistas debe ser al mismo tiempo una práctica de
anti poder. [...] El no desarrollo de la dinámica poder/anti poder
favoreció, en todo el mundo latino, el decline del anarcosindicalismo:
millares de militantes se retiraban, decepcionados, impotentes y a veces
asqueados frente a la existencia de una lógica de poder burocrática.
Otros, como en las purgas de 1924 en la FORA, eran sencillamente
expulsados." (pp. 228- 229).

La conclusión propiamente latinoamericana es que después de la primera


guerra mundial, el capitalismo local atrajo más los capitales extranjeros y
para ello necesitaba un sindicalismo instrumentalizado. Por otra parte las
masacres aplicadas por los gobiernos y el miedo que provocaron
redujeron en gran parte el anarcosindicalismo. Además, el proyecto
libertario no fue robustecido por una dinámica de poder/anti poder, y la
visión racionalista anarquista no cuaja con la mentalidad tradicional
indígena y no supo o no quiso adaptarse a los pueblos originarios.

Frank Mintz
Gómez Alfredo "Anarquismo y anarcosindicalismo en América
Latina Colombia, Brasil, Argentina, México"Barcelona, Ruedo
Ibérico, 1980, 236 pp.

Prólogo

Un gran silencio se enseñorea sobre un periodo de las luchas sociales en América


latina: el periodo del anarcosindicalismo y del sindicalismo revolucionario
durante las tres primeras décadas del siglo XX.

“De las tumultuosas manifestaciones que inundaron las calles de Buenos Aires,
Montevideo y Sao Paulo; de las huelgas insurreccionales que sacudieron las
ciudades y campos desde México hasta Chile; de la enérgica resistencia de
centenares de miles de trabajadores a la explotación y a la militarización de la
vida cotidiana; de los apasionados llamados de la prensa y de los oradores
anarquistas a la lucha contra el Estado y el Capital, queda un vago recuerdo en la
memoria colectiva y algunas breves alusiones en un número curiosamente
restringido de obras de historia y sociología. Un silencio abrumador. Por poco
que investigue, la persona en busca de información llegará fácilmente a
preguntarse si se trata de un puro "olvido" o si, por el contrario, se trata de un
silencio deliberado. Si la curiosidad lo impulsa a ir más lejos descubrirá,
alarmado, que el silenciamiento del periodo anarcosindicalista es a menudo un
acto consciente de omisión, resultado de la censura y del terrorismo ideológico
que reinan actualmente en las "ciencias" sociales”. Gómez Alfredo
"Anarquismo y anarcosindicalismo en América Latina Colombia, Brasil,
Argentina, México". Barcelona, Ruedo Ibérico, 1980, p. 13.

Mientras la censura comienza a manifestarse en la omisión deliberada, el


terrorismo lo hace en los breves párrafos que ciertos autores dignan acordar al
periodo anarcosindicalista. En ellos se superponen la desfiguración de los
acontecimientos, los esquemas reduccionistas, la burda tergiversación, nuevas y
escandalosas omisiones. En una palabra, la falsificación de la historia.

Esto resulta comprensible en aquellos políticos que erigen en Verdad Suprema la


verdad de la corriente o partido a que pertenecen: la razón del partido, como la
razón del Estado, triunfan sobre toda otra consideración.
Por otra parte, puede resultar inexplicable, para quienes creen en la imparcialidad
científica, el hecho que reconocidos investigadores sociales adopten el mismo
comportamiento. No obstante, una simple ojeada sobre sus anotaciones referentes
al movimiento anarcosindicalista nos confirmará que las pretensiones de
objetividad ceden naturalmente el paso a las convicciones ideológicas: así, en
medio de discursos economicistas rebozados de estadísticas sobre los
coeficientes de industrialización y la distribución sectorial del PIB, estos
investigadores no dejarán de insinuar o afirmar explícitamente que la derrota de
tal o cual movimiento social se debe a la ausencia de una "vanguardia" partidista,
o que el anarquismo, por su naturaleza "pequeño burguesa", no podía representar
"los intereses históricos" del proletariado, etc.

En este trabajo intentamos, por una parte, contribuir a derrumbar el muro de


silencio y a desmalezar este terreno histórico de la larga serie de tergiversaciones
y lugares comunes que lo invade. No pretendemos escudarnos en la "ciencia"
para imponer ninguna Verdad Universal; pensamos que en toda época histórica
cada individuo, como cada colectividad, tiene su verdad, válida para esos
individuos y esas colectividades en un lugar y momento precisos y bajo un
contexto histórico determinado.

Inicialmente queríamos limitarnos a la experiencia anarcosindicalista y


sindicalista revolucionaria en Colombia. En este país no existe absolutamente
ningún estudio al respecto. Al señalar la existencia de federaciones
anarcosindicalistas como la FOLA, descubrir la dinámica de organizaciones y
publicaciones anarquistas en la década del 20, así como la participación de los
anarcosindicalistas en movimientos de tal magnitud como la huelga de las
Bananeras en 1928, pensamos haber aportado nuevos elementos que permitirán
conocer más profundamente la naturaleza de los conflictos sociales en Colombia
en las primeras décadas del siglo. Muchas cosas, no obstante, nos habrán
quedado sin decir. Sólo un paciente y laborioso trabajo de equipo, dotado de los
medios necesarios, sería capaz de enfrentarse a la carencia de fuentes de
información y podría llenar los vacíos que deja nuestro trabajo.

Las reflexiones suscitadas por el decline del anarcosindicalismo y la aparición


del sindicalismo paraestatal en Colombia, hacia los años 30, nos plantearon la
necesidad de conocer de más cerca el desarrollo del mismo proceso en otros
países del área. Seleccionamos tres países que, en relación a Colombia, poseen
un universo cultural, étnico y geográfico sensiblemente diferente y donde el
anarquismo y el anarcosindicalismo alcanzaron diversos grados de desarrollo: la
Argentina, México y Brasil.
Constatamos que, más allá de las particularidades locales, la dinámica del
movimiento anarcosindicalista anterior a los años 30 y el advenimiento del
sindicalismo paraestatal obedecen a una serie de factores comunes que abarcan
diversos países del continente e, incluso, de ciertos países europeos. Esperamos
que en cada país, así como en aquellos que no han sido mencionados aquí a pesar
de haberse desarrollado en su seno núcleos anarcosindicalistas de consideración
(Cuba, Uruguay, Chile, Perú, etc.), surjan nuevos trabajos que permitan conocer
las condiciones en que se verificó en cada país el viraje histórico del
anarcosindicalismo al sindicalismo paraestatal.

Intentamos, por otra parte, aportar algunas reflexiones tendentes a elucidar los
diversos factores cuya convergencia contribuirá a explicar el decline del
anarcosindicalismo y la institucionalización del sindicalismo. Como pensamos
que el comportamiento de individuos y colectividades no está determinado
prioritariamente, en todo tiempo y lugar, por los condicionamientos económicos,
abordaremos el problema de la irracionalidad en el acto de la rebelión, así como
el significado del miedo y de las diferentes realidades míticas en la vida cotidiana
de los individuos y colectividades.

El comportamiento de los actores sociales puede ser catalogado, clasificado y


etiquetado (a esto parecen resumirse afortunadamente las posibilidades de las
ciencias sociales), pero, a pesar de los gigantescos medios que la ciencia
proporciona a los Estados y a las empresas modernas, su programación sigue
siendo, por el momento, limitada. Al constatar que la irracionalidad está presente
en nuestro comportamiento y que lo imprevisible forma parte de nuestra
cotidianeidad, cuestionamos toda interpretación determinista de la historia. En
este sentido, nuestro trabajo se afirma como anticientífico.

Queremos, por último, expresar nuestro agradecimiento al Instituto Internacional


de Historia Social (IISG) de Amsterdam, y en particular a su director Rudolf de
Jong y a Thea Duijker. Gracias a su colaboración pudimos hallar materiales de
inestimable valor provenientes de las organizaciones libertarias latinoamericanas
de principios de siglo.

Debemos asimismo agradecer a Lucía Ortiz, cuya colaboración en la


investigación y recopilación de materiales fue invaluable; a mi padre, quien me
proporcionó su ayuda en la obtención de fuentes de primera mano; y al Instituto
de Altos Estudios de América Latina en París.
Alfredo Gómez
Marzo de 1978

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