Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Reseña: The relational turn, the therapeutic alliance and psychotherapy research. Strange
bedfellows or post-modern marriage? El giro relacional, la alianza terapéutica y la investigación e
psicoterapia. ¿Extraños compañeros de cama o matrimonio postmoderno? Jeremy D. Safran, Ph.D.
Contemporary Psychoanalysis, 39 (3) 2003: 449-475.
Este escrito de Safran refleja la influencia que tuvo el giro relacional en el desarrollo de
su proceso de investigador en psicoterapia y de teórico clínico que se dirige a
psicoanalistas y a terapeutas de distintas orientaciones.
Como Safran considera que hay una gran división entre el mundo del psicoanálisis y de
las principales corrientes de investigación en psicoterapia, así como en otras tradiciones
terapéuticas, estima necesario que los analistas se involucren activamente en el diálogo
con estas diferentes culturas.
Para él, cualquier intento de definir qué es la ruptura de la alianza terapéutica presupone
saber primero cómo conceptualizarla. Al encontrar posiciones controvertidas al respecto,
nos ofrece momentáneamente una definición pragmática. Considera la ruptura de la
alianza como períodos de tensión o quiebre en la comunicación y colaboración entre
paciente y terapeuta. Estos períodos varían en intensidad, y van desde una relativa
tensión de la que uno o ambos participantes pueden estar solo vagamente enterados, a
una mayor tensión que lleve a la ruptura de la colaboración. De no ser encarada esta
situación llevará a una terminación prematura o al fracaso del tratamiento.
La ruptura de la alianza puede variar en forma y duración. Si queda claro para ambos
participantes que hay desacuerdo y tensión, entonces la situación puede resolverse
relativamente sin problemas; de lo contrario puede establecerse una pseudoalianza o
alianza del terapeuta con el falso self del paciente, y todo el tratamiento puede
desarrollarse sin tocar al paciente de manera verdadera (Balint,1968; Winnicott, 1965).
Para Safran, esta perspectiva de factores específicos e inespecíficos conlleva una falsa
dicotomía. Influenciado por Mitchell (1988) respecto a la consideración del sentido
relacional de una intervención, postula la interdependencia entre la técnica y los factores
relacionales (Safran et al, 1990). El modelo de los factores comunes cierra la posibilidad
de investigar una cuestión relevante para los teóricos clínicos e investigadores: ¿de qué
manera juega durante todo el proceso la compleja matriz interactiva de las variables
(para usar los términos de Greenberg,1995) paciente, terapeuta y técnica promoviendo o
impidiendo el cambio?
Menciona Safran que factores tales como la popularidad del concepto de alianza durante
los años 50 y 60, así como la búsqueda de ampliar el ámbito del psicoanálisis y de los
pacientes que pudieran beneficiarse de él, empujaron a una mayor flexibilidad técnica
tratando de crear una mayor confianza en el paciente y legitimando modificaciones en la
prescripción de abstinencia y neutralidad.
Desde la teoría clásica psicoanalítica, el concepto de alianza aún continúa teniendo un rol
significativo aunque controvertido y dentro de la línea del pensamiento relacional habría
una pérdida de interés en el concepto debido a que:
"1) no habría necesidad de depender del concepto de alianza ya que el pensamiento relacional
pone el énfasis en el encuentro humano como motor del cambio; 2) dado que el pensamiento
relacional enfatiza la necesidad de la flexibilidad técnica, la innovación y la espontaneidad por parte
del analista, es innecesario legitimar la distancia de éste de los ideales de abstinencia y
neutralidad a través del concepto de alianza; 3) el pensamiento relacional entiende toda
intervención en términos de su sentido relacional, es innecesario el concepto de alianza para
comprender las situaciones de las que se dice: 'la operación fue un éxito pero el paciente murió'; 4)
desde una perspectiva hermenéutica constructivista contemporánea es epistemológicamente naif la
posibilidad de diferenciar lo transferencial de los aspectos basados en la realidad de la relación
terapéutica. Este realismo naif refuerza el poder de la asimetría propia de la relación analítica,
haciendo que el analista se adjudique ser árbitro de la realidad" (Safran, 2003.p.454).
Safran nos proporciona un fragmento clínico para ejemplificar cierto tipo de ruptura de la
alianza. Se trata de Andrea: una mujer de unos cuarenta años, atractiva, profesional,
divorciada. Consultó motivada por su insatisfacción con el desarrollo de su carrera y por
su dificultad en mantener lazos prolongados con los hombres. Sus relaciones sexuales,
por lo general con seres emocionalmente inestables, eran casuales y le dejaban
sensación de vacío. Describió a su padre como un hombre pasivo e inestable
emocionalmente, y a su madre como dominante, centrada en sí misma y narcisista.
Andrea se sentía atraída por hombres grandes, morenos, seductores, dominantes y
emocionalmente expresivos, características que encontraba varoniles. Aunque
generalmente eran inestables y narcisistas, sentía que tenían la capacidad de protegerla.
Su trabajo no la motivaba y tenía dificultades con su jefe, a quien definía como
demandante, despreciativo y poco dispuesto a guiarla como ella esperaba de él.
Si bien las tareas de la terapia no son concretas ni conductuales sino de naturaleza más
sutil, el paciente necesita llegar a captarlas para beneficiarse del tratamiento. La
asociación libre es una de estas tareas terapéuticas ya que refleja la naturaleza de la
propia participación en la relación terapéutica.
Las metas, las tareas y el vínculo terapéutico (todos ellos dimensiones de la alianza) se
influencian recíprocamente de manera continua: el acuerdo inicial entre paciente y
terapeuta acerca de las metas y tareas tiende a beneficiar la calidad del vínculo; a la
inversa, si se producen tensiones acerca de éstas, como sucedía frecuentemente entre
Andrea y él, el vínculo adecuado permite negociar un acuerdo.
Según Safran es en este punto donde el pensamiento relacional impactó sobre sus
desarrollos de la perspectiva de Bordin (Safran & Muran, 2000; Safran, Muran, Samstag
& Stevens, 2001, 2002). El concepto de negociación se le fue imponiendo como un
puente cada vez más importante entre las conceptualizaciones de Bordin acerca de la
alianza, su propio programa de investigación sobre ruptura de la alianza y el
pensamiento relacional. Se reconoce en deuda con Mitchell (1993), Pizer (1998) y
Benjamin (1988) quienes, desde sus diferentes perspectivas, enfatizaron el concepto de
negociación.
Las metas y tareas terapéuticas son parte sustancial del proceso de negociación
inevitable en toda tarea terapéutica. Esta negociación en los momentos en que el
proceso transcurre suavemente puede darse de manera levemente consciente; por
ejemplo, el terapeuta puede decidir, casi sin pensar, no hacer una determinada
intervención por tener la sensación de que el paciente no la encontrará útil, o el paciente
puede otorgarle al terapeuta el beneficio de la duda. Es en los momentos más álgidos,
en los que se produce un quiebre o ruptura abierta de la alianza terapéutica, cuando la
negociación pasa a primer plano.
El caso de Andrea ejemplifica claramente cómo las metas y tareas proveen el campo
para este tipo de negociación. En este proceso se da una verdadera confrontación entre
individuos cuyas necesidades y perspectivas entran en conflicto, buscando ambos la
medida en que pueden acomodarse a la perspectiva del otro sin comprometer su
individualidad de manera significativa.
Para Safran esta conceptualización tiene la ventaja de refutar la crítica que equipara
alianza con conformidad, haciendo innecesaria la distinción entre aspectos
transferenciales y reales de la relación, ya que el sentido de las metas y tareas está
determinado tanto por las experiencias relacionales previas como por los aspectos
emergentes de la relación terapéutica. Muestra en su viñeta clínica cómo el estar abierto
a trabajar entre sesiones pareció mostrarle a Andrea su buena disposición para guiarla,
y nutrirla como nunca lo hicieron sus padres. Asume que seguramente algo de la matriz
de su relación con Andrea (incluidos sus sentimientos acerca de ella y de proporcionarle
la clase de guía que ella le demandaba) jugó un papel importante en colorear la
experiencia de ésta sobre sus acciones. Posiblemente, en otra díada terapéutica la
paciente hubiera podido experimentar estas tareas como intento de manipulación o
control.
Considera que desde la perspectiva del terapeuta el sentido de las metas y tareas está
modelado por sus propias experiencias relacionales previas y por la lealtad a los valores
de la comunidad profesional con la que se encuentre identificado (Aron, 1999). Para un
analista clásico, no hacer una interpretación transferencial por considerar que el paciente
no la encontrará provechosa sería vivido como un asalto a su identidad profesional.
Este modelo consta de cinco estados, caracterizados cada uno por un patrón de relación
particular entre paciente y terapeuta: 1) puesta en acto de la ruptura de la alianza; 2)
ruptura e inicio del proceso de desinvolucrarse; 3) exploración de la experiencia del
paciente; 4) exploración de la evitación; y 5) emergencia de los deseos subyacentes.
Aunque lo típico del proceso se desarrolla en progresión del primero al último paso, por
lo general tiende a repetirse un ciclo de ida y vuelta entre ellos. Es un proceso no lineal.
Siguiendo con el desarrollo de sus ideas, postula que en el quinto estado el paciente
reconoce deseos y necesidades de los que se estuvo defendiendo. En los pacientes que
presentan una ruptura en retirada, las manifestaciones de furia hacia el terapeuta por sus
fallas o limitaciones se manifiestan de manera autoafirmativa. En los casos de ruptura
confrontativa, aparecen deseos y necesidades que muestran una mayor vulnerabilidad,
como los deseos de ser guiados y sostenidos. La respuesta del terapeuta a la expresión
de estos deseos debe ser empática y de validación ya que no los considera derivados
instintivos a los que se debería renunciar, sino añoranzas normales del ser humano de
ser sostenido y criado, siendo necesario en algunos casos gratificar esos deseos.
Recuerda cómo le fue útil con Andrea acomodarse dentro de ciertos límites
respondiendo a sus demandas de ser más activo y directivo de lo que solía ser, siendo
éste el punto donde el continuo proceso de negociación discutido anteriormente cobra su
mayor importancia. La intuición del terapeuta sobre lo que considera “correcto" va a
determinar si gratifica o no los deseos del paciente.
Teme que el tipo de modelo brevementemente delineado pueda dar la impresión de ser
mecánico y proclive a dejar fuera el complejo y sutil interjuego afectivo entre paciente y
terapeuta pleno de vida y sentido. Afirma que, por el contrario, la intensidad de los
sentimientos que la ruptura de la alianza pone en juego tanto en el paciente como en el
terapeuta lleva a que la tarea más profunda e importante del tratamiento sea aprovechar
estos sentimientos de desesperación, necesidad, angustia, impotencia, auto-reproche,
en un trabajo constructivo.
Confía en que las descripciones del BRT permitan a los lectores imbuirse en el "sabor
relacional" del abordaje, especialmente comparado con otros abordajes psicoanalíticos
de corto plazo. "Los principios llave del BRT son los siguientes: 1) asume una psicología
bipersonal y una epistemología constructivista, 2) el tratamiento está conceptualizado
como un ciclo continuo de enacting, desentrañamiento y comprensión, 3) supone un foco
intensivo en el aquí y ahora de la relación terapéutica y una continua exploración
colaborativa de la contribución de ambos (paciente y terapeuta), 4) reconoce el
significado relacional de la intervención, 5) hace uso intensivo de la confesión
contratransferencial y de la metacomunicación terapéutica, y 6) enfatiza la importancia de
permitir que las formulaciones del proceso emerjan gradualmente mientras el terapeuta
empieza a desarrollar alguna comprensión acerca de la naturaleza de su propia
participación en la matriz interactiva¨. Esto contrasta con otras terapias de corto plazo
que sostienen la necesidad de formulaciones certeras desde el comienzo, ya que
asumen que el terapeuta está lo suficientemente desinvolucrado como para poder
hacerlo" (Safran, 2002a, p.467).
Safran comenta los resultados de un pequeño estudio piloto diseñado para evaluar la
efectividad del BRT como un tratamiento estratégico para lidiar con la ruptura de la
alianza terapéutica. Se monitorizaron pacientes que estuvieron recibiendo algún tipo de
psicoterapia dinámica a corto plazo (con un foco más tradicional de la psicología
centrada en una persona) o una terapia cognitiva, también de corto plazo. A poco de
comenzar identificaron aquellos que habían presentado dificultades en el establecimiento
de la alianza. Ofrecieron a esos pacientes la opción de ser transferidos a un terapeuta de
otra orientación. Si aceptaban, los asignaban al BRT o a una condición control (terapia
cognitiva, si habían comenzado con un tratamiento psicodinámico, o tratamiento
psicodinámico tradicional si comenzaron con un tratamiento cognitivo). Confirmaron sus
hipótesis encontrando que los pacientes que habían sido transferidos al BRT mejoraron
más que aquellos transferidos a cualquiera de los otros dos tratamientos (Safran, Muran,
Samstag & Winston, 2002). Agrega que en un estudio con una muestra mayor
condujeron un estudio psicoterapéutico más convencional que comparaba el BRT con la
terapia psicodinámica tradicional y con la terapia cognitiva a corto plazo, en un grupo de
pacientes con diagnóstico de desorden de personalidad. Descubrieron que,
aparentemente, los tres tratamientos eran efectivos por igual.
Al buscar una medida más exigente para evaluar cambios clínicos significativos,
encontraron que ambos -el BRT y el tratamiento cognitivo- fueron más efectivos que el
tratamiento psicodinámico más tradicional. Otro descubrimiento fue que en el BRT hubo
menos deserciones. Esto sugiere que si bien el BRT no es más efectivo que la terapia
cognitiva para aquéllos que completaron el tratamiento, más pacientes completaron el
BRT que el resto de tratamientos. Un segundo nivel de análisis confirmó que los
pacientes que abandonaron el tratamiento tuvieron peores alianzas que aquéllos que los
completaron. Estos descubrimientos sitúan al BRT como tratamiento de elección para
lidiar con problemas en la alianza terapéutica e ilustran acerca de la manera en que los
desarrollos en psicoanálisis relacional pueden contribuir con la práctica psicoterapéutica.
Safran ofrece una viñeta de su trabajo con Andrea. La mañana en cuestión no se sentía
en forma ni física ni emocionalmente, debido a distintas situaciones personales. Mientras
ella iba entrando a la consulta, se encontró rogando que esa no fuera una sesión
tormentosa como las que solían tener. Andrea comenzó diciendo que tenía ya cita con
otro terapeuta para comenzar una terapia grupal. Safran hace una pormenorizada
descripción de su crispación y tensión frente a este comentario. Se encontró sorprendido
y enojado, esta idea de la terapia grupal ya había sido considerada con anterioridad y
habían desistido, entendiéndola como un parachoques frente a la frustración que ella
decía sentir en su relación con él. Esto permitió explorar la similitud entre lo que estaba
sucediendo en la relación y la tendencia de la paciente a relacionarse románticamente
con más de un hombre al mismo tiempo. Safran había quedado con la impresión de que
la relación seguía funcionando bien entre ellos. Ahora, en su enojo, se hacía una serie de
preguntas: si ella estaba molesta por algo ¿por qué no lo comentó con él? ¿Cómo pudo
pedir una entrevista para un grupo sin siquiera mencionárselo?
Mientras que trataba de calmarse y buscar decir algo útil, se encontró diciendo que se
encontraba sorprendido y que le resultaba inesperado ya que había quedado con la idea
de que estaban de acuerdo. Andrea le reprochó fríamente que no se hubiera dado
cuenta de su frustración, y que rehusara responder a sus necesidades.
“Bueno, sí, -farfulló él- ¿Qué debo hacer yo para llegarle?” “Esto no es realmente justo”
pensó. Pero antes de que pudiera montar una defensa, Andrea habló nuevamente: “De
todas maneras, si comienzo el grupo tendré que dejar nuestro trabajo juntos. No estoy en
condiciones de encarar ambos”.
Esta preocupación por el mundo interno del terapeuta lo lleva a tratar de experimentar
con la formación en meditación (derivada de la tradición budista). Su propósito es ayudar
a los terapeutas a cultivar el tipo de destreza interna necesaria para reabrir el espacio
interno cuando éste ha colapsado (Safran & Muran, 2000). Se trata de una actitud
enteramente compatible con la recomendación de Freud (1912a) de escuchar el material
con atención libremente flotante, aunque Freud poco dijera acerca de cómo encontrar
este tipo de atención. La práctica de la meditación supone una formación rigurosa y
sistemática con el propósito de cultivar esta habilidad.
Una de las investigaciones realizadas sobre el proceso interno del terapeuta, encontró
que los terapeutas que cursaron durante un año el programa de formación en el BRT,
trabajaban más cómodos sus experiencias contratransferenciales y estaban más
capacitados para reflejar en acción que aquellos que comenzaban el programa.
Actualmente existe un estudio que investiga si los terapeutas que están más abiertos,
aceptando su experiencia interna tal como emerge, son o no más exitosos negociando la
ruptura de la alianza terapéutica.
Safran relata que una conversación telefónica con un viejo amigo (un colega que hace
investigación psicodinámicamente orientada y que consideraba la orientación relacional
como basura constructivista postmoderna), lo volvió hacia una pregunta que
frecuentemente se hacía: ¿cómo reconciliaba él el estar comprometido con un punto de
vista relacional constructivista y al mismo tiempo hacer investigación en psicoterapia?
¿Acaso no son incompatibles? ¿No es que este tipo de investigación pone en práctica
un tipo de realismo y objetividad, ilusorio desde la perspectiva de una epistemología
constructivista? (p. ej. Wachtel, 2002; Warren, 2002).
Su respuesta a esta cuestión fue que "lo que verdaderamente implica la epistemología
constructivista no es que la investigación no tiene sentido, sino que es necesario
aproximarse a la investigación con un cierto grado de sofisticación filosófica” (Safran,
2001, 2002). Y que aunque las ciencias sociales conllevan un irreductible carácter
interpretativo de lo social, en todas las ciencias la evidencia es interpretada a través de
los ojos del observador. Más aún, las reglas de evidencia son construcciones sociales
que se modifican a lo largo del tiempo. Estas disquisiciones continuas favorecen ver más
allá de las propias preconcepciones.
El autor finaliza diciendo: "El verdadero asunto, creo, es el de encontrar una posición
media entre los extremos del objetivismo por un lado y el relativismo radical por el otro"
(Berstein, 1983). Es la lucha continua para encontrar una posición media en este tópico
como en otros, lo que yace en el corazón del pensamiento relacional. Creo positivamente
que esto estuvo en el corazón de Stephen Mitchell".
Este artículo muestra claramente los esfuerzos de Safran por aportar a la formación de
terapeutas en psicoterapias de distintas tradiciones, la rigurosidad necesaria y la
flexibilidad que les permita contar con instrumentos para lidiar con impasses y evitar
fracasos terapéuticos.
Quizá podamos relacionar su mencionado "trabajo interno del analista" con los aportes
de Bollas (1987) quien piensa una predisposición contratransferencial en lugar de una
neutralidad absoluta o de una imparcialidad científica: "me parece crucial que los
clínicos encuentren la manera de poner sus estados psíquicos subjetivos como objeto
de análisis a disposición del paciente y de ellos mismos, aunque todavía desconozcan
el sentido de esos estados"(p.242.)
Posiblemente podríamos relacionar ese particular "estado de la mente” del que nos
habla Safran con la capacidad de autorregulación emocional que permitiría contener y
regular las emociones, capacidad necesaria aunque no suficiente en la formación de
terapeutas. Por lo tanto me resulta llamativo que en este artículo Safran parece
considerar suficiente para la formación de terapeutas lograr, a través del training en
meditación, el estado de la mente que permite reabrir el espacio interno para contener
las vivencias y pensamientos contratransferenciales. Personalmente no creo que pueda
suplantar el análisis personal en la formación de todo psicoterapeuta.
Bibliografía
Abend, S.M. (2001) Expanding Psychological Possibilities. Psychoanalytic Quarterly, 70: 3-14
Aron, L. (1996), A Meeting of Mind: Mutuality in Psychoanalysis. Hillsdale, NJ: The Analytic Press
Aron L. (1999), Clinical choices and the relational matrix. Psychoanalytic Dialogues, 9: 1-29.
Bordin, E. (1979) The generalizability of the psychoanalytic concept of the work ing alliance.
Psychotherapy: Theory Research, and Practice, 16: 252—260.
Brenner,C. (1979), Work ing alliance, therapeutic alliance, and transference. Journal of the American
Psychoanalytic Association, 27: 137-158.
Breuer, J & Freud, S. (1893-1895), Studies on hysteria. Standard Edition, 2: 1-31.
Davies, J.M. (2002), Whose bad objects are these anyways Repetitions and our elusive love affair with
evil.Presented at the first biannual meeting of the international Association for Relational Psychoanalysis
and Psychotherapy. New York.
Greenberg, J(1991), Oedipus and Beyond. Cambridge, Ma: Harvard University Press.
Greenberg J.(1995) Psychoanalytic technique and the interactive matrix. Psychoanalytic Quarterly, 64: 1-
22.
Greenberg, L. S. (1986), Change process research. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 54: 4-
11.
Greenson, R.(1967), The Technique and Practice of Psychoanalysis. New York: International Universities
Press.
Mitchell, S.A. (1988), Relational Concepts in Psychoanalysis. Cambridge, MA: Harvard University Press.
Mitchell, S.A. (1993), Hope and Dread in Psychoanalysis. New York: Basic Books.
Muran, J.C., Safran, J. D. Samstag, L. W. & Winston, A. (2002) A comparative treatment study of
personality disorders.Presented at the Society for Psychotherapy Research Conference, Santa Barbara.
Rice, L. N. & Greenberg, L.S(1984), Patterns of Change. New York: Guilford Press.
Safran,J. D. (1989), Healing alliance ruptures in psychotherapy. Paper presented at the Society for
Psychotherapy Research Conference, Toronto.
Safran, J.D. (1993 a), Breaches in the therapeutic alliance.An arena for negotiating authentic
relatedness.Psychotherapy: Theory, Research & Practice, 30: 11-24.
Safran,J.D. (1999), Faith, despair will, and the paradox of acceptance. Contemporary Psychoanalysis, 35:
5-24.
Safran,J.D. (2001), When words collide: Psychoanalysis and the empirically supported treatment
movement. Psychoanalytic Dialogues,11: 659-681.
Safran, J. D. (2002a), Brief Relational psychoanalytic treatment. Psychoanalytic Dialogues, 12: 171-195.
Safran, J.D: (2002b), Replay to commentaries by Warren, Wachtel, and Rossica. Psychoanalytic
Dialogues, 12: 235-258.
Safran.J.D. & Aron, L.A. (2001). Itroduction: symposium on implications of the empirically supported
treatment controversy for psychoanalysis. Psychoanalytic Dialogues,11: 571.582.
Safran,J.D., Crocker, P., McMain, S.,& Murray, P. (1990), Therapeutic alliance rupture as a therapy
event for empirical investigation. Psychotherapy: Theory, Research & Practice,27: 154- 165.
Safran,J. D., & Muran, J.C. (2000), Negotiating the Therapeutic Alliance: a Relational Treatment
Guide. New York:Guilford Press.
Safran,J, D, Muran, J. C., Samstag, L.W. & Winston,A. (2002), A comparative treatment study of
potentialtreatment failures. Presented at the Society for Psychotherapy Research Conference, Santa
Barbara.
Safran, J.D., Muran, J. C., Samstag, L.W.& Stevens, C (2001), Repairing therapeutic alliance
ruptures.Psychotherapy, 38: 406-411.
Safran,J.D.,Muran, J.C., Samstag,L.W.,& Steven,C. (2002), Repairing therapeutic alliance ruptures. In:
A guide to Psychotherapy Relationships That Work Effective Elements of Therapy Relationship,
ed.J.C. Norcross, New York: Oxford Universities Press, pp 235- 254.
Sterba, R. (1934), The fate of the ego in analytic therapy. International Journal of Psychoanalysis, 15: 117-
126.
Strupp, H.H (2001), Implication of the empirically supported treatment movement for
psychoanalysis.Psychoanalytic Dialogues, 11: 605-619.
Wachtel, P. L. (2002), Probing the boundaries of the relational paradigm: Commentary on paper by Jeremy
Safran.Psychoanalytic Dialogues, 12: 207.225.
Winnicott, D.W. (1965), The Maturational Process and the Facilitating Environment. New
York: International Universities Press.
Zetzel, E. (1956), Current concepts of transference. International Journal of Psycho-Analysis, 37: 369.375.
Bollas, C (1987),The Shadow of the Object: Psychoanalysis of the Unthought Known. London Free
Association Books
J.Chussed. citada en: Reseña del Journal of Clinical Psychoanalisis, Vol 8 Nº 1, Winter 1999, Publicada
en RevistaAperturas Psicoanalíticas nº 004 (www.aperturas.org)
G. Ivey. (2008): “Controversias sobre Enactment: Una revisión Crítica de los Debates Contemporáneos”,
(Int.J.Psychoanal, 89:19-38).Reseña publicada en Revista Aperturas Psicoanalíticas nº 032
(www.aperturas.org)
K. Maroda. (2002),“No Place to Hide, Affectivity, the Unconcious and the Development of
Relational Techniques”.Contemporary Psychoanalysis 38 (1) Reseña publicada en Revista Aperturas
Psicoanalíticas nº 021 (www.aperturas.org)