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Última vez actualizado: 24 de agosto del 2017

Los 10 errores que cometen


las víctimas de accidentes
de tránsito (y cómo
evitarlos)

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Sufrir perjuicios como consecuencia de un accidente de tránsito siempre


es una experiencia desagradable.
Sin embargo, con el conocimiento necesario, es posible obtener una
indemnización justa. El dinero no devuelve a la vida a personas fallecidas
y no siempre permite recuperar la salud de las víctimas, pero sí
compensa de alguna manera todo el sufrimiento derivado de estos
perjuicios.
Es común que las víctimas cometan muchos errores a la hora de
impulsar una reclamación. Por esto, en este artículo, explicaremos cómo
evitar algunos de los más graves errores que cometen las víctimas y que
les llevan a recibir una indemnización precaria o que implican que nunca
puedan recibirla.

Un caso como ejemplo

Hace unos meses, conocimos el caso de una señora que había sido
víctima de un accidente de tránsito. Como consecuencia de la
imprudencia de un conductor de un camión, la señora había perdido la
vista en uno de sus ojos.

Guiada por los abogados de la aseguradora del propietario del camión,


había presentado una reclamación que había terminado con una oferta
de diez millones de pesos por parte de la aseguradora. La señora pensó
que se trataba de una muy buena oferta y la aceptó. Tras firmar el
documento preparado por los abogados de la aseguradora, la señora
recibió en su cuenta bancaria el pago de la indemnización.

Después de esto, su calidad de vida empeoró tanto, por la pérdida de su


ojo, que pensó en volver a reclamar. Por esto, buscó nuestra ayuda.
Después de revisar los documentos, encontramos que la señora tenía
todas las pruebas necesarias para acreditar la responsabilidad del
conductor del camión, el propietario del camión, así como la existencia y
la cuantía de graves perjuicios materiales e inmateriales.

Sin embargo, con el pago del dinero acordado y la suscripción de un


contrato de transacción, la señora no podía reclamar más. Había
desistido, incondicionalmente, de cualquier reclamación por los perjuicios
derivados del accidente.

El propósito de este artículo es evitar que casos como este se repitan, al


informar a las personas sobre sus derechos.

Los 10 errores más comunes


1. No averiguar si existe un seguro de
responsabilidad civil que lo pueda beneficiar
Muchas víctimas pasan meses o, incluso, años sin saber si el vehículo
que conducía el causante del accidente contaba con un seguro de
responsabilidad civil extracontractual. La existencia de un seguro cambia
totalmente la perspectiva para la víctima, pues la aseguradora es un
posible responsable que tiene dinero con que responder.

Si no existe un seguro, la víctima solo puede reclamar al responsable


directo del accidente, es decir, quien conducía el vehículo y a los terceros
civilmente responsables, como explicaremos más adelante. Esto hace las
cosas más difíciles, pues, muchas veces, estas personas no cuentan con
los recursos suficientes para poder sufragar una indemnización de
perjuicios o, incluso, ocultan sus bienes para no tener que responder por
los perjuicios causados.

Antes de pasar a explicar cómo puede saber si existe un seguro que lo


pueda beneficiar, es necesario precisar qué es un seguro de
responsabilidad civil tomado por alguno de los responsables del
accidente.

No se trata del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) ni


un seguro de vida que usted haya tomado o a un seguro de
responsabilidad civil extracontractual con el que usted haya asegurado a
su vehículo. Todos estos seguros pueden beneficiarlo y deben ser
revisados, pues el accidente y sus resultados pueden implicar su
afectación.

Sin embargo, nos referimos al seguro de responsabilidad civil tomado por


el responsable. Se trata de un seguro que cubre la responsabilidad civil
generada por la conducción del vehículo asegurado. En este seguro, la
víctima del accidente de tránsito es beneficiario y, por esto, tiene derecho
a reclamar a la aseguradora el pago de la indemnización de los perjuicios
sufridos, siempre y cuando acredite su existencia, su cuantía y que el
asegurado es responsable civilmente por dichos perjuicios.

Es posible que el causante del accidente no tenga ningún seguro. En


este evento, no tiene ningún respaldo y, ante cualquier accidente,
debe responder con su propio patrimonio. En otros casos, pueden
coexistir varios seguros de responsabilidad civil extracontractual. Esto es
común en los vehículos de servicio público, pues puede existir una póliza
exclusiva para el mencionado vehículo y otra póliza tomada por la
compañía de transporte.

En todo caso, es fundamental averiguar si existe algún seguro de


responsabilidad civil, mediante el que se haya asegurado la
responsabilidad civil del causante del accidente.

Pero, ¿cómo saber si existe un seguro? Puede que usted se entere del
seguro, porque el propietario del vehículo involucrado se lo informe o
porque el abogado de la aseguradora se hizo presente en el lugar del
accidente e intentó que usted firmara un desistimiento. También, puede
enterarse cuando el guarda diligencia una casilla en el informe de tránsito
y hace referencia al seguro.

Si usted no se ha enterado de cuál es la aseguradora, puede solicitar


esta información en la siguiente página https://www.rus.com.co/. Al llenar
un formulario y enviarlo, usted solicita a las aseguradoras que informen si
existe algún seguro de responsabilidad civil que asegure el vehículo
involucrado en el accidente. Usted debe diligenciar el formulario
dispuesto y solicitar la información. Una vez es enviada la solicitud, usted
recibirá un código y una contraseña. Usted debe utilizar estos datos para
consultar la respuesta a su solicitud que deberá estar lista dentro de los
quince días hábiles siguientes. En respuesta a su solicitud, las
aseguradoras le informarán si han expedido alguna póliza que haya
asegurado al vehículo consultado.
Una vez usted conozca la aseguradora, deberá solicitarle que le entregue
copia completa de la póliza de seguros. Esto se hace mediante un
derecho de petición. En este escrito, se debe informar a la aseguradora
que usted es beneficiario del contrato de seguro, por ser víctima del
accidente de tránsito. Además, no sobra citar el parágrafo del artículo
1046 del Código de Comercio, mediante el que se estableció la
obligación de las aseguradoras de entregar a los beneficiarios copia de
las pólizas de responsabilidad civil extracontractual. La aseguradora
deberá entregarle copia de la póliza en la dirección que usted le indique.

Para saber más sobre el derecho a obtener copia de la póliza,


consulte este enlace.

Tener, conocer y entender la póliza de seguros completa es fundamental


antes de presentar cualquier reclamación o demanda a la aseguradora.
La razón es muy sencilla: la reclamación, citación a conciliar o solicitud
de indemnización es un primer paso en el proceso de negociación con la
aseguradora, sus abogados internos, sus representantes y sus
empleados. Y en toda negociación la información es fundamental.
Desconocer las condiciones de la póliza de seguros puede implicar
plantear argumentos o pretensiones desfasadas e improcedentes o,
incluso, emprender en procesos judiciales que están perdidos por la
ausencia de cobertura o la existencia de prescripción.

2. No realizar las gestiones propias de la


reclamación en forma diligente o contratar a
un abogado que no impulsa el caso
La justicia en Colombia es lenta. Los procesos judiciales son costosos e
implican una gran inversión de tiempo por parte de las partes, los
testigos, los funcionarios en los despachos judiciales, los abogados y sus
dependientes. La congestión judicial es una realidad, a pesar de los
esfuerzos del Consejo Superior de la Judicatura y del gobierno por
mitigarla.

Ante esta realidad, los abogados que litigamos no tenemos otra opción
que tener paciencia, infundir esta paciencia a nuestros clientes e
impulsar nuestras gestiones, siempre que podemos hacerlo. Sin
embargo, ni siquiera el abogado más diligente puede hacer magia para
acelerar el trámite de los procesos, cuando la carga procesal está en el
juez.

Por esto, las víctimas deben impulsar sus reclamaciones y procesos de


principio a fin. Su abogado debe poder indicarle el camino.
La primera fase de toda reclamación es la recolección de las pruebas.
En algunos casos, esta etapa puede durar meses, pues es necesario
presentar derechos de petición para obtener documentos, practicar
dictámenes periciales expedidos por profesionales especializados,
otorgar poderes en el extranjero, entre otros. Averiguar cuál es la
aseguradora a la que puede reclamarle y conseguir la póliza de seguros
puede tomarle dos meses o más. Por esto, entre más diligentes sean la
víctima y su abogado, más rápido se podrá obtener reparación.

Muchas víctimas no impulsan sus casos y dejan pasar el tiempo sin


tomar acción. Se tardan en autenticar poderes, presentar derechos de
petición, conseguir las pruebas requeridas, seguir las terapias y
tratamientos de sus lesiones, entre otros. En algunos casos, esta falta de
diligencia implica perder la oportunidad de reclamar una indemnización,
como consecuencia de la prescripción o la caducidad.

No me detendré a analizar las diferencias entre prescripción y caducidad


ni a explicarlas detalladamente, pues esta discusión excede el objeto de
este artículo. Sin embargo, las víctimas deben entender que la ley
sanciona su inactividad, pues hay unos periodos de tiempo establecidos,
durante los cuales pueden hacer valer sus derechos y reclamar la
indemnización que merecen. Si no ejercen sus derechos durante el
periodo de tiempo dispuesto en la ley, pierden la oportunidad de
reclamar.

3. Presentar la reclamación en forma inmediata,


sin esperar la evolución de las lesiones físicas
Si bien es equivocado no impulsar la reclamación o realizar las gestiones
en forma oportuna, también lo es reclamar perjuicios en forma
apresurada, sin tener certeza del resultado dañoso. Cuando hay lesiones
físicas, es necesario esperar su evolución antes de reclamar cualquier
indemnización.

La razón es muy sencilla:

El valor de la indemnización depende de la gravedad de las lesiones y


esto depende, en gran medida, de las existencia de secuelas funcionales
o estéticas de carácter permanente.

Una persona que tiene 360 días de incapacidad, pero que se recupera
totalmente no puede pretender la misma indemnización que una persona
que quedó inválida por el resto de su vida.
Es imposible prever, con certeza absoluta, la evolución de las lesiones
físicas. Algunas personas tienen una recuperación más rápida que otras.
Algunas personas pueden continuar con su vida después de haber
sufrido lesiones de gravedad, mientras que otras parecen no poder
recuperarse de lesiones menores. Por esto, solo el paso del tiempo nos
permite observar la evolución de las lesiones y tener una mejor idea de
cuánto reclamar.
Es necesario esperar la evolución de las lesiones y cómo estas
responden al tratamiento médico. En caso de observar secuelas
permanentes, es conveniente obtener un dictamen de pérdida de la
capacidad laboral.

4. No obtener el dictamen de pérdida de la


capacidad laboral, cuando hay secuelas
permanentes
En una ocasión, asumimos la representación de una aseguradora en un
caso en el que un motociclista había sufrido perjuicios como
consecuencia de la negligencia del conductor de un vehículo asegurado.
La compañía de seguros sabía que debía pagar, pues era clara la
responsabilidad del asegurado. Sin embargo, no podíamos llegar a un
acuerdo con el abogado de la víctima sobre el valor de la indemnización.

La instrucción de la compañía de seguros era pagar al demandante todo


lo que lograra probar. Cuando revisamos los soportes, solo encontramos
incapacidades parciales por casi 160 días, una certificación laboral y
recibos de transporte y medicamentos. Con base en esto, estimamos una
indemnización y ofrecimos todo lo que estas pruebas nos permitían.

El abogado del demandante hablaba de la existencia de secuelas


permanentes que iban a impedir que la víctima pudiera volver a trabajar
como antes. Sin embargo, nunca probó estos hechos, pues no aportó
ningún dictamen médico que lo acreditara.

Al final, no pudimos llegar a un acuerdo, pero el juez resolvió condenar a


la aseguradora por un valor muy cercano al que esta había ofrecido. La
razón es que el juez, ante la ausencia de prueba, no le quedaba otra que
abstenerse de condenar por las sumas exigidas en la demanda.

El dictamen de pérdida de la capacidad laboral es una prueba


fundamental para acreditar la existencia de lesiones físicas permanentes.
Con este documento, se acredita la condición de invalidez o el porcentaje
de pérdida de la capacidad laboral sufrida.
Si una persona sufre secuelas permanentes, pero no ha sido calificada,
solo va a poder acreditar frente al juez que sufrió unas incapacidades
temporales. Con esto, el juez tendrá que asumir que las lesiones son
menores, y solo así podrá tasar la indemnización.

Para conocer más detalles sobre el dictamen de pérdida de la capacidad


laboral y cómo obtenerlo, visite este enlace.

5. No estar dispuesto a ceder en parte de las


pretensiones, con el fin de lograr un acuerdo
que ponga fin al conflicto
Los mecanismos alternativos de solución de controversias permiten que
las partes puedan solucionar sus conflictos en forma amistosa y expedita,
sin que la decisión quede en manos de un juez. En las reclamaciones por
accidentes de tránsito, merecen una especial mención la conciliación y la
transacción.

La conciliación está regulada por la Ley 640 de 2001. En esta norma, se


establecen los requisitos que debe cumplir la conciliación para que sea
válida, así como sus efectos legales. Se trata de la intervención de un
tercero impaciar -el conciliador-, quien trata de acercar a las partes, para
que puedan llegar a un acuerdo que ponga fin al conflicto.

En los artículos 2469 y siguientes del Código Civil se define la


transacción, como un contrato mediante el que las partes ponen fin a un
litigio existente o precaven un litigio eventual. Mediante la suscripción de
este contrato, las partes acuerdan una solución consensuada al conflicto.

Desde que se presenta una reclamación en contra de una aseguradora o


de un tercero responsable empieza un proceso de negociación que se
mantiene hasta que el litigio es resuelto en instancias judiciales. Sin
importar la claridad de las normas jurídicas o la jurisprudencia y la fuerza
y contundencia de las pruebas existentes, no existe garantía alguna de
que el litigio vaya a ser favorable a alguna de las partes. Solo existen
posibilidades.

Los abogados no podemos garantizar ni prometer a nuestros clientes un


resultado favorable. Por esto, ni la víctima ni el demandado pueden tener
certeza sobre el resultado. Ante esta incertidumbre, los mecanismos
alternativos de solución de controversias son una buena alternativa tanto
para demandantes para demandados.
Antes de enfrentar la negociación con la contraparte, es fundamental
obtener y reunir la mayor cantidad de información posible. Es necesario
conocer la gravedad de las lesiones, la existencia de cobertura por parte
de la póliza, los deducibles, la disponibilidad del valor asegurado, la
posible existencia de prescripción, los elementos probatorios con los que
se cuenta para acreditar la responsabilidad de los demandados, las
pruebas que nos pueden llevar a perder el proceso, etc. Con base en
esta información, un abogado debería poder indicarle el valor de la
indemnización que usted podría llegar a adquirir en el evento de obtener
una sentencia favorable.

Tras tener una tasación aterrizada de los perjuicios, es importante


analizar el caso y evaluar qué tan alto es el riesgo de pérdida. Una vez
evaluado el caso, se puede afrontar la negociación desde una
perspectiva informada.
Sin embargo, para llegar a un acuerdo, en muchos casos, es necesario
ceder en parte de las pretensiones. Esto se hace con el propósito de
obtener una suma de dinero rápido y, además, no depender de la
decisión de un juez, y asegurar un resultado.

Debemos aclarar que esto no significa que se deba aceptar cualquier


propuesta de la contraparte o que siempre conciliar sea la mejor opción.
En algunos casos, es necesario ir hasta últimas instancias judiciales,
cuando la contraparte se niega a ofrecer una cifra razonable. De hecho,
es importante estar dispuesto a renunciar a la posibilidad de llegar a un
acuerdo, pues la mejor postura que se puede tener en toda negociación
es estar dispuesto a abandonar el acuerdo.

Sin embargo, es un grave error pretender sumas exageradas, frente a


una conciliación o transacción. En algunos casos, las víctimas, sin contar
con la asesoría jurídica correspondiente, solicitan cifras que triplican o
duplican la cantidad de perjuicios que realmente han probado.

Esto, por supuesto, hace imposible llegar a un acuerdo. En muchos


casos, estas víctimas se ven envueltas en litigios muy largos que
terminan en sentencias que les reconocen incluso menos de lo que los
demandados ofrecieron durante el proceso o ven negadas sus
pretensiones.

6. Confiar en el abogado de la aseguradora


En la mayoría de los casos, los abogados somos contratados, para hacer
ganar dinero a nuestros clientes, ahorrarles dinero o evitarles perder
dinero en el futuro. Básicamente, el flujo positivo de dinero que creamos
para nuestros clientes coincide con el valor que generamos para ellos.

Los clientes nunca esperan pagar más dinero al abogado del que reciben
o ahorran, como consecuencia de su gestión. En el caso de los
abogados de la aseguradora, esto no es una excepción.

Los abogados de la aseguradora son contratados, para proteger el


patrimonio de estas. Por esto, todo lo que dicen y hacen va dirigido a
evitar que la aseguradora pague o a lograr que pague mucho menos de
lo que tiene que pagar.
Los abogados de la aseguradora conocen reclamaciones todos los días.
Por esto, conocen muy bien la dinámica de los procesos de
responsabilidad civil y pueden identificar rápidamente cuándo un caso
representa un real riesgo para la compañía y cuándo es un caso que
conviene llevar a juicio.

La experiencia los lleva a desarrollar estrategias que les permiten


proteger el patrimonio de las compañías que defienden.

Las víctimas deben entender que los abogados de la aseguradora no


tienen interés en que ellas sean reparadas. Su único interés es mostrar
una adecuada gestión frente a las compañías, pues su adecuado manejo
de los casos les permite obtener muchos más. Además, sus honorarios,
muchas veces, son tasados con base en la cantidad de dinero que
ahorren a la compañía de seguros.

Por esto, van a disuadirlo de que reclame, van a tratar de mostrar solo
los aspectos negativos su caso, la demora de la administración de
justicia y van a insistir en que usted debe presentar una reclamación sin
la ayuda de un abogado.

Luego de calcular meticulosamente el verdadero valor de los perjuicios


que usted puede reclamar, si su caso es adverso a la compañía, es
posible que le ofrezcan, en primer lugar, una suma de dinero muy baja,
equivalente a un 10% a 20% de lo que sería una indemnización plena.
En muchos casos, las víctimas aceptan estos ofrecimientos, en perjuicio
de sus derechos. Antes de decidir aceptar una suma específica, es
conveniente contar con la opinión de alguien que pueda evaluar su caso
e indicarle hasta dónde pueden llegar unas pretensiones razonables, en
su caso.
Lo mejor es conseguir un abogado de confianza que, con sinceridad, le
pueda indicar si existen posibilidades de obtener éxito y le indique hasta
dónde puede llegar su reclamación, en el mejor de los escenarios.

Además, su abogado podrá ser intermediario en el trato con los


abogados de la aseguradora.

7. Desistir de la reclamación
Rendirse antes de empezar, sentir vergüenza de reclamar, temer iniciar
un proceso judicial son todos causantes de que algunas víctimas no
obtengan una indemnización justa. Muchas víctimas temen reclamar.
Piensan que los obstáculos son demasiados y que no vale la pena
arriesgarse a perder tiempo y dinero.
Todo proceso judicial implica un riesgo de pérdida. Ningún abogado
puede prometer a sus clientes resultados específicos. Estas promesas no
solo serían falsas, sino que además implicarían la comisión de una falta
disciplinaria por parte del abogado. Sin embargo, muchas veces, vale la
pena asumir el riesgo.

Lo importante es tomar una decisión informada y construir un caso que


tenga fortaleza y viabilidad. El estudio de la ley y de la jurisprudencia
actualizada por parte de su abogado pueden hacer una gran diferencia
en los resultados de un proceso judicial. Por esto, en muchos casos, es
indispensable invertir una gran cantidad de tiempo en la preparación de
todas las pruebas necesarias y la consecución de todos los documentos
que hagan falta.

8. Presentar solamente una querella penal y no


iniciar acciones civiles
Muchas víctimas de accidentes de tránsito no saben a quién reclamar.
Por esto, suelen limitarse a interponer una querella por el delito de
lesiones personales o homicidio culposo en contra del conductor del
vehículo que causó el accidente del que fueron víctimas, con el fin de
obtener justicia. Sin embargo, esta es la peor forma de obtener una
reparación.

La querella tiene como propósito que se inicie una investigación, con el


fin de determinar si se presentó un delito y que se imponga una sanción
al autor de dicha conducta punible. En los accidentes de tránsito, los
delitos que se suelen presentar son las lesiones personales culposas y
el homicidio culposo.
Los procesos penales suelen tardar mucho tiempo y tienen como
propósito que se imponga una pena a alguien que ha cometido un delito.
Sin embargo, una condena penal no implica, necesariamente,
reparación.

Tras el proceso penal, es posible iniciar un incidente de reparación


integral. En este procedimiento, se tasan los perjuicios sufridos por las
víctimas del delito. Sin embargo, muchas veces los incidentes de
reparación integral solo inician cuando ya las acciones civiles contra las
aseguradoras han prescrito.

Por esto, es conveniente iniciar acciones civiles directamente en contra


de la aseguradora y los terceros civilmente responsables. Con las
acciones civiles, se pretende una indemnización de perjuicios, esto es, el
pago de una suma dinero a las víctimas que implique una reparación
efectiva y total de todos los perjuicios que le fueron causados.
No obstante lo anterior, iniciar el proceso penal es conveniente para la
mayoría de las víctimas, pues pueden recibir dictámenes médicos de
Medicina Legal que les son útiles, para probar la gravedad de las
lesiones y la existencia de secuelas permanentes.

9. No averiguar si existen terceros civilmente


responsables
En Colombia, está establecida la responsabilidad por el hecho ajeno y
por el hecho de las cosas. Esto significa que, probablemente, hay más
responsables que el conductor del vehículo con el que usted se estrelló.
Es conveniente revisar si hay más responsables, pues, en muchos
casos, el conductor del vehículo no puede asumir el valor de la
indemnización a la que usted tiene derecho.

Ya revisamos cómo averiguar si existe una aseguradora que sea


responsable. Pero, además de la aseguradora, pueden responder el
propietario del vehículo si es distinto al conductor y la empresa de
transporte que afilió al vehículo si es de transporte público. Además, si se
trata de un vehículo de transporte público, es probable que exista
también una póliza que ampare la responsabilidad civil de la empresa de
transporte.

10. No buscar el consejo de un abogado y asumir


la reclamación por su propia cuenta
Muchos de los anteriores errores provienen del desconocimiento no solo
de la ley y la jurisprudencia que regulan la responsabilidad civil en casos
de accidentes de tránsito, sino también del desconocimiento de los
trámites prácticos que se deben llevar a cabo, para poder obtener una
indemnización.

Por esto, en casos de lesiones, muerte o daños materiales por


accidentes de tránsito, la asesoría de un abogado que tenga experiencia
con este tipo de reclamaciones nunca sobra.

Es cierto que algunas reclamaciones no requieren ni justifican la


intervención de un abogado. En algunos casos, las pretensiones buscan
la reparación de daños pequeños y la responsabilidad no es difícil de
probar, pues está establecida, con claridad, en el informe de tránsito, sin
que existan pruebas que puedan desvirtuarlo.

Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, la intervención de un


abogado es necesaria, para evitar que se cometan abusos en contra de
las víctimas y no se les brinde información insuficiente o defectuosa que
les hace desistir de su reclamación, no iniciar las acciones legales
pertinentes o aceptar acuerdos conciliatorios injustos y desfavorables
para sus intereses.

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