Sie sind auf Seite 1von 8

A., S. O.

s/delito de favorecimiento de evasión en concurso ideal con el robo agravado por el uso de
armas

Buenos Aires, 30 de junio de 1999. - Vistos los autos: Recurso


de hecho deducido por la defensa en la causa A., S. O.
s/delito de favorecimiento de evasión en concurso ideal con el
robo agravado por el uso de armas -causa nº 1078-, para
decidir sobre su procedencia.

Considerando: Que notificada la defensa del condenado del


rechazo del recurso de queja por haberse declarado inadmisible
el recurso de casación, deviene inadmisible el recurso
extraordinario federal basado en la supuesta violación de la
garantía de la defensa en juicio por haberse omitido notificar
al condenado aquella resolución.

Ello es así, pues al tratarse de decisiones que resuelven


recursos de naturaleza extraordinaria -como el de casación y
la queja por su rechazo, deben ser notificadas a la defensa,
quien ha de ejercer los actos inherentes al ejercicio de la
asistencia técnicojurídica del procesado. Al respecto cabe
señalar que la doctrina de esta Corte mencionada por la
apelante, según la cual el plazo para deducir recurso
extraordinario se computa a partir de la notificación personal
al procesado de la sentencia condenatoria (Fallos: 291:572;
302:1276, entre otros), se refiere a las sentencias
condenatorias del procedimiento escrito proveniente de las
Cámaras de apelaciones y por ello no es de aplicación al caso.

Que en tales condiciones, los planteos de la recurrente no


pueden ser cubiertos por la doctrina de la arbitrariedad de
sentencias, al tratarse de meras discrepancias sobre aspectos
procesales, sin que se advierta arbitrariedad en la decisión
del a quo, la que, por lo demás se basó en una correcta
interpretación de la naturaleza del acto recursivo -queja por
recurso de casación denegado, con sustento en el art. 146 del
cód. procesal penal de la Nación, según el cual si las partes
tuvieren defensor o mandatario, solamente a éstos se les
efectuarán las notificaciones, salvo que la ley o la
naturaleza del acto exijan que también aquéllas sean
notificadas y se adecua a las pautas fijadas por esta Corte al
establecer -en cuanto a la notificación del rechazo del
recurso extraordinario federal que notificada la defensa de la
denegatoria del recurso extraordinario, la posterior
notificación al procesado de la misma providencia resulta
irrelevante para el cómputo del plazo para la interposición de
la queja (Fallos: 311:2057; C.434 XXXIV Cárdenas Díaz, Viviana
Marcela y otro s/homicidio en concurso real con hurto -causa
nº 180/97-, resuelta el 27 de diciembre de 1998.

Por ello, se desestima la queja. Hágase saber y archívese. -


Julio S. Nazareno. - Eduardo Moliné OConnor. - Augusto César
Belluscio. - Guillermo A. F. López. - Antonio Boggiano (en
disidencia). - Enrique S. Petracchi (en disidencia). - Adolfo
Roberto Vázquez.
DISIDENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ENRIQUE SANTIAGO
PETRACCHI. - Considerando: 1º Que la Cámara Nacional de
Casación Penal rechazó el recurso de queja interpuesto por S.
O. A. contra la denegación parcial del recurso de casación en
el que se impugnaba la condena dictada por el Tribunal Oral en
lo Criminal nº 7, que impuso al mencionado la pena de ocho
años de prisión como coautor de los delitos de favorecimiento
de evasión y robo con arma en concurso ideal.

2º Que el rechazo de aquella queja fue notificado al defensor


de A. (vid. fs. 4 del presente). Empero, siete meses más
tarde, el condenado se presentó por derecho propio, a fin de
revocar la anterior designación de defensor y solicitar que se
lo notificara del resultado del recurso que interpusiera y que
se le diera intervención al defensor oficial. Tal petición fue
denegada (fs. 7). Frente a ello, en la nueva defensa técnica
de A. se requirió la nulidad de la notificación por no haber
sido realizada personalmente al condenado en causa criminal.
El rechazo de la incidencia por parte del a quo motivó el
recurso extraordinario denegado a fs. 23/24, y dio origen a la
presente queja.

3º Que la forma en que se llevan a cabo las notificaciones de


las decisiones judiciales es una cuestión eminentemente
procesal, ajena, en principio, a la jurisdicción de esta
Corte. Sin embargo, en el caso, la interpretación que de las
normas aplicables ha hecho el a quo compromete severamente la
vigencia del debido proceso y de la defensa en juicio (art.
18, Constitución Nacional), lo cual torna procedente el
recurso extraordinario.

4º Que el pronunciamiento en el que la Cámara de Casación


sostuvo la innecesariedad de la notificación personal al
condenado de la denegatoria del recurso de queja se apoyó en
el art. 146 del cód. procesal penal de la Nación, que
establece que si las partes tuvieren defensor o mandatario,
solamente a éstos se les efectuarán las notificaciones, salvo
que la ley o la naturaleza del acto exijan que también
aquéllas sean notificadas. Asimismo, el Tribunal estimó que el
art. 42 del Reglamento para la Justicia Nacional, que exige la
notificación personal al procesado de toda sentencia
condenatoria en causa criminal, tuvo en mira el antiguo
procedimiento escrito, pues no hay en el actual sistema
posibilidad razonable de que el acusado no se entere del
pronunciamiento, sea por su presencia personal en la sala de
audiencias o por la de su defensor técnico en el momento de la
lectura de aquél. Por esa causa, y por entender que el
artículo citado remite a lo que caracteriza como la sentencia
definitiva del proceso y no a las dictadas como consecuencia
de la interposición de recursos extraordinarios sustentables
exclusivamente en cuestiones de índole técnicojurídica el a
quo consideró suficiente la notificación al defensor.

5º Que tal interpretación no sólo resulta contraria al texto y


al sistema de la ley, sino que provoca, además, una
inaceptable lesión al derecho de defensa desde el punto de
vista del contenido material que corresponde asignar a esta
garantía. Asimismo, son destacables las irrazonables
consecuencias que dicha interpretación trae aparejada respecto
de la recurribilidad de las decisiones judiciales que el
legislador pretendió tutelar para evitar lo que en el caso
ocurre: una lesión al debido proceso.

6º Que resulta inexplicable que la Cámara de Casación, al


excluir sus propias decisiones del alcance del art. 42 del
R.J.N., sostenga que éste se refiere a sentencias definitivas,
cuando del propio texto de la norma (...Si la sentencia fuera
recurrida...) se desprende que su finalidad es asegurar las
posibilidades del imputado de impugnar la condena en otra
instancia, lo cual implica, según entiendo, que ella no es aún
definitiva.

Me parece claro que el sentido de la exigencia de notificación


personal de la condena, requerida reglamentariamente, no es el
de un mero hacer saber la existencia de dicha condena sino,
fundamentalmente, el de reforzar la vigencia del sistema
recursivo previsto legislativamente. Si bien es cierto que el
art. 42 del R.J.N. tuvo aplicación en el procedimiento
escrito, la modificación en favor de la oralidad no debe
alterar su ámbito de aplicabilidad, en la medida en que
ciertos lineamientos legislativos con respecto a la revisión
de las decisiones judiciales han sido conservados en lo
sustancial.

La posibilidad de obtener un nuevo pronunciamiento judicial a


través de recursos procesales fue, y sigue siendo, una
facultad del imputado, concebida como un derecho privativo de
éste y no como una potestad técnica del defensor.

En otros tramos del proceso el defensor tiene facultades


autónomas que le permiten (e incluso le imponen) separarse de
la estrategia de su representado (por ejemplo, porque éste ha
permanecido en silencio, o bien, rechaza toda defensa) en pos
de lograr la mejor protección de sus intereses, y en último
término, de los del propio Estado en el cumplimiento del
debido proceso. En la instancia recursiva, en cambio, rige el
principio dispositivo, y por lo tanto, la voluntad del
imputado es la que resulta decisiva. De allí que él pueda
desistir de los recursos interpuestos por su defensor, y que a
éste, a su vez, se le exija mandato expreso de su representado
para hacerlo (arg. art. 443, cód. procesal penal de la
Nación).

En este contexto, considero que la ley admite la posibilidad


de que existan diferencias de criterio entre defensor y
defendido, y prevé como solución que prevalezca y medre la
voluntad del imputado. Pero, para que ella pueda hacerse
efectiva, como en cualquier caso de conflicto de intereses,
resulta imprescindible que ambas partes tomen conocimiento de
la situación. Se trata, por lo tanto, de casos encuadrables en
el último supuesto del art. 146 del código procesal penal de
la Nación.
Con esta perspectiva, se advierte que en la resolución
recurrida los jueces se limitan a mencionar la norma citada,
pero omiten exponer las razones por las que consideran
inaplicable el aludido último supuesto. No impone un juicio
contrario la mera referencia al carácter técnico jurídico de
las cuestiones impugnables por vía extraordinaria; antes bien,
constituye una expresión inconsistente, pues el carácter
ordinario o extraordinario del recurso en nada altera las
características -ya señaladas de las facultades de impugnación
del condenado, que son de aplicación general.

7º Que los actos procesales pueden, por cierto, quedar


legítimamente sujetos al cumplimiento de ciertos requisitos,
tal la observancia de un plazo para la interposición de los
recursos. Sin embargo, esas condiciones no pueden estar atadas
a fórmulas de tal rigor que conviertan en apenas un buen
consejo al derecho constitucional a ser oído con las formas
previstas por la ley (Fallos: 297:134).

En tanto y en cuanto existan los recursos, el procedimiento


que los reglamenta no puede ser ajeno a las garantías del
proceso penal, y en especial, al derecho a acceder a los
tribunales de Alzada legalmente existentes y al derecho a la
defensa en juicio.

8º Que este último, en el proceso penal, se traduce en las


facultades de intervención acordadas al imputado y a su
defensor, y en los presupuestos establecidos para que ciertos
actos puedan tener eficacia procesal, con la finalidad de
asegurar las posibilidades del imputado de influir en la
decisión final. Pero ello debe ocurrir, según ya he expresado,
en forma efectiva durante el procedimiento. Por lo cual no es
suficiente con el cumplimiento meramente formal de ciertos
cánones sino que se debe atender a la realidad sustancial de
la defensa en juicio (conf. Fallos: 255:91 y sus citas;
308:1386; 310:1934).

9º Que tales principios movieron a esta Corte en numerosas


oportunidades a sostener que el plazo para deducir el recurso
extraordinario debe computarse, en los casos de sentencia
condenatoria en causa criminal, a partir de la notificación
personal al procesado, con el fin de que tal clase de
sentencias no quede firme por la sola conformidad del defensor
(Fallos: 255:91; 291:572; 302:1276; 304:1179; 305:122, consid.
2º 320:854). Si bien tal inteligencia se sustenta en el art.
42 del Reglamento para la Justicia Nacional, ella debería ser
obligatoria, en tanto la norma citada tiende a asegurar la
efectividad de un sistema recursivo como el vigente, en el
cual la facultad de impugnación es propia del encausado, pues
en su beneficio ha sido establecida, de modo tal que la
inactividad de su defensor no puede perjudicar su derecho a
recurrir de las sentencias condenatorias por expiración del
plazo legal (Fallos: 305:883, consid. 2º).

10. Que en la presente causa, y como se advierte de la


presentación de fs. 5, la sola notificación al defensor
produjo la frustración de la voluntad del imputado de impugnar
la decisión que acarreaba la firmeza de la condena que se le
impusiera, por lo que corresponde revocar el pronunciamiento
que rechaza la solicitud de nulidad de tal diligencia.

Por ello, se hace lugar a la queja en lo concerniente a la


cuestión aquí considerada. Agréguese la queja oportunamente al
principal, hágase saber y remítase al tribunal de origen a fin
de que proceda conforme a lo establecido. - Enrique S.
Petracchi.

DISIDENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO. -


Considerando: 1º Que la Cámara Nacional de Casación Penal
rechazó el recurso de queja interpuesto por S. O. A. contra la
denegación parcial del recurso de casación en el que se
impugnaba la condena dictada por el Tribunal Oral en lo
Criminal nº 7, que impuso al mencionado la pena de ocho años
de prisión como coautor de los delitos de favorecimiento de
evasión y robo con arma en concurso ideal.

2º Que el rechazo de aquella queja fue notificado al defensor


de A. (vid. fs. 4 del presente). Empero, siete meses más
tarde, el condenado se presentó por derecho propio, a fin de
revocar la anterior designación de defensor y solicitar que se
lo notificara del resultado del recurso que interpusiera y que
se le diera intervención al defensor oficial. Tal petición fue
denegada (fs. 7). Frente a ello, en la nueva defensa técnica
de A. se requirió la nulidad de la notificación por no haber
sido realizada personalmente al condenado en causa criminal.
El rechazo de la incidencia por parte del a quo motivó el
recurso extraordinario denegado a fs. 23/24, y dio origen a la
presente queja.

3º Que la forma en que se llevan a cabo las notificaciones de


las decisiones judiciales es una cuestión eminentemente
procesal, ajena, en principio, a la jurisdicción de esta
Corte. Sin embargo, en el caso, la interpretación que de las
normas aplicables ha hecho la Cámara compromete la vigencia
del debido proceso y de la defensa en juicio (art. 18,
Constitución Nacional), lo cual torna procedente el recurso
extraordinario.

4º Que el pronunciamiento en el que la Cámara de Casación


sostuvo la innecesariedad de la notificación personal al
condenado de la denegatoria del recurso de queja se apoyó en
el art. 146 del código procesal penal de la Nación, que
establece que si las partes tuvieren defensor o mandatario,
solamente a éstos se les efectuarán las notificaciones, salvo
que la ley o la naturaleza del acto exijan que también
aquéllas sean notificadas. Asimismo, el Tribunal estimó que el
art. 42 del Reglamento para la Justicia Nacional, que exige la
notificación personal al procesado de toda sentencia
condenatoria en causa criminal, tuvo en mira el antiguo
procedimiento escrito, pues no hay en el actual sistema
posibilidad razonable de que el acusado no se entere del
pronunciamiento, sea por su presencia personal en la sala de
audiencias o por la de su defensor técnico en el momento de la
lectura de aquél. Por esa causa, y por entender que el
artículo citado remite a lo que caracteriza como la sentencia
definitiva del proceso y no a las dictadas como consecuencia
de la interposición de recursos extraordinarios sustentables
exclusivamente en cuestiones de índole técnicojurídica el a
quo consideró suficiente la notificación al defensor.

5º Que tal interpretación no sólo resulta contraria al texto y


al sistema de la ley, sino que lesiona el derecho de defensa
desde el punto de vista del contenido material que corresponde
asignar a esta garantía. Asimismo, son destacables las
irrazonables consecuencias que dicha interpretación trae
aparejada respecto de la recurribilidad de las decisiones
judiciales que el legislador pretendió tutelar para evitar lo
que en el caso ocurre: una lesión al debido proceso.

6º Que el sentido de la exigencia de notificación personal de


la condena, requerida reglamentariamente, no es el de un mero
hacer saber la existencia de dicha condena sino,
fundamentalmente, el de reforzar la vigencia del sistema
recursivo previsto legislativamente. Si bien es cierto que el
art. 42 del R.J.N. tuvo aplicación en el procedimiento
escrito, la modificación en favor de la oralidad no debe
alterar su ámbito de aplicabilidad, en la medida en que
ciertos lineamientos legislativos con respecto a la revisión
de las decisiones judiciales han sido conservados en lo
sustancial.

La posibilidad de obtener un nuevo pronunciamiento judicial a


través de recursos procesales fue, y sigue siendo, una
facultad del imputado, concebida como un derecho privativo de
éste y no como una potestad técnica del defensor. En otros
tramos del proceso el defensor tiene facultades autónomas que
le permiten (e incluso le imponen) separarse de la estrategia
de su representado (por ejemplo, porque éste ha permanecido en
silencio, o bien, rechaza toda defensa) en pos de lograr la
mejor protección de sus intereses, y en último término, de los
del propio Estado en el cumplimiento del debido proceso. En la
instancia recursiva, en cambio, rige el principio dispositivo,
y por lo tanto, la voluntad del imputado es la que resulta
decisiva. De allí que él pueda desistir de los recursos
interpuestos por su defensor, y que a éste, a su vez, se le
exija mandato expreso de su representado para hacerlo (arg.
art. 443, cód. procesal penal de la Nación).

En este contexto, cabe considerar que la ley admite la


posibilidad de que existan diferencias de criterio entre
defensor y defendido, y prevé como solución que prevalezca y
medre la voluntad del imputado. Pero, para que ella pueda
hacerse efectiva, como en cualquier caso de conflicto de
intereses, resulta imprescindible que ambas partes tomen
conocimiento de la situación. Se trata, por lo tanto, de casos
encuadrables en el último supuesto del art. 146 del código
procesal penal de la Nación.
Con esta perspectiva, se advierte que en la resolución
recurrida los jueces se limitan a mencionar la norma citada,
pero omiten exponer las razones por las que consideran
inaplicable el aludido último supuesto.

7º Que los actos procesales pueden quedar legítimamente


sujetos al cumplimiento de ciertos requisitos, tal la
observancia de un plazo para la interposición de los recursos.
Sin embargo, esas condiciones no pueden estar atadas a
fórmulas de tal rigor que frustren el derecho constitucional a
ser oído con las formas previstas por la ley (Fallos:
297:134).

En tanto y en cuanto existan los recursos, el procedimiento


que los reglamenta no puede ser ajeno a las garantías del
proceso penal, y en especial, al derecho a acceder a los
tribunales de Alzada legalmente existentes y al derecho a la
defensa en juicio.

8º Que este último, en el proceso penal, se traduce en las


facultades de intervención acordadas al imputado y a su
defensor, y en los presupuestos establecidos para que ciertos
actos puedan tener eficacia procesal, con la finalidad de
asegurar las posibilidades del imputado de influir en la
decisión final. Pero ello debe ocurrir en forma efectiva
durante el procedimiento, con atención de la realidad
sustancial de la defensa en juicio (conf. Fallos: 255:91 y sus
citas; 308:1386; 310:1934).

9º Que tales principios movieron a esta Corte en numerosas


oportunidades a sostener que el plazo para deducir el recurso
extraordinario debe computarse, en los casos de sentencia
condenatoria en causa criminal, a partir de la notificación
personal al procesado, con el fin de que tal clase de
sentencias no quede firme por la sola conformidad del defensor
(Fallos: 255:91; 291:572; 302:1276; 304:1179; 305:122, consid.
2º 320:854). Si bien tal inteligencia se sustenta en el art.
42 del Reglamento para la Justicia Nacional, ella debería ser
obligatoria, en tanto la norma citada tiende a asegurar la
efectividad de un sistema recursivo como el vigente, en el
cual la facultad de impugnación es propia del encausado, pues
en su beneficio ha sido establecida, de modo tal que la
inactividad de su defensor no puede perjudicar su derecho a
recurrir de las sentencias condenatorias por expiración del
plazo legal (Fallos: 305:883, consid. 2º).

10. Que en la presente causa, y como se advierte de la


presentación de fs. 5, la sola notificación al defensor
produjo la frustración de la voluntad del imputado de impugnar
la decisión que acarreaba la firmeza de la condena que se le
impusiera, por lo que corresponde revocar el pronunciamiento
que rechaza la solicitud de nulidad de tal diligencia.

Por ello, se hace lugar a la queja en lo concerniente a la


cuestión aquí considerada. Agréguese la queja oportunamente al
principal, hágase saber y remítase al tribunal de origen a fin
de que proceda conforme a lo establecido. - Antonio Boggiano.

Das könnte Ihnen auch gefallen