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Jesús se enteró de que le habían echado fuera y,
Jn 9, 35.38
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Índice
RESUMEN ................................................................................................................................. 9
INTRODUCCIÓN ......................................................................................................................11
TEMA .....................................................................................................................................13
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ..............................................................................................13
JUSTIFICACIÓN ........................................................................................................................14
OBJETIVOS .............................................................................................................................16
OBJETIVO GENERAL.................................................................................................................16
OBJETIVOS ESPECÍFICOS.........................................................................................................16
METODOLOGÍA ........................................................................................................................16
ANTECEDENTES ......................................................................................................................17
CAPÍTULO IV: “EL HIJO DEL HOMBRE”, MODELO UNIVERSAL DE LA HUMANIDAD ......63
CONCLUSIONES .....................................................................................................................73
BIBLIOGRAFÍA. .......................................................................................................................76
ANEXOS...................................................................................................................................78
ANEXO 1 ..................................................................................................................................78
1. AUTOR ................................................................................................................................78
2. ASPECTOS LITERARIOS ........................................................................................................79
3. ESTRUCTURA TEOLÓGICA ....................................................................................................80
4. ¿EL EVANGELIO DEL PADRE? ..............................................................................................82
5. FIGURAS DE JESÚS EN EL EVANGELIO DE JUAN......................................................................83
ANEXO 2 ..................................................................................................................................86
CITAS DEL EVANGELIO DE JUAN Y LA EXPRESIÓN “EL HIJO DEL HOMBRE” ...............86
8
Resumen
Sin duda alguna nos referimos a Jesús de Nazaret, el verdadero “Hijo del Hombre”. Es
imposible comprender el mensaje que los evangelistas nos transmiten si no conocemos
quién fue este hombre, para qué vino al mundo y por qué lo seguimos recordando hoy
después de más de dos mil años.
Son muchas las expresiones que se utilizan en los evangelios para referirse a Jesús.
Hoy en día las conocemos comos títulos cristológicos. Entre ellas tenemos la expresión
que nos ocupa; pero también otras como Mesías, Hijo de Dios, la Palabra hecha carne,
el enviado del Padre, etc. etc.
A través de todo el análisis, exégesis y reflexión que se ha hecho del presente tema;
descubrimos que Juan coloca la expresión “el Hijo del Hombre” en su verdadero lugar:
La llanura en la cual el ser humano está invitado a nacer de nuevo. Es como decir que
cuando reconocemos a Jesús como “el Hijo del Hombre” entonces hemos descubierto
su misión e identidad.
Así como el ciego de nacimiento no dudó en creer en Jesús y reconocerlo como “el Hijo
del Hombre”, nosotros hoy estamos invitados a creer en Él y hacerlo vida en nuestras
comunidades parroquiales, grupos juveniles y encuentros pastorales. “Jesús se enteró
de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: “¿Tú crees en el Hijo
del hombre?” El respondió: “¿Y quién es, Señor, para que crea en él?” Jesús le dijo:
“Le has visto; el que está hablando contigo, ése es.” Él entonces dijo: “Creo, Señor.” Y
se postró ante él.” Jn 9, 35-38.
Solo así nos convertiremos en verdaderos seguidores de Jesús y nuestra Iglesia será
una colmena donde prevalezca el amor, el servicio y la fraternidad universal. Nuestra
identidad como cristianos y nuestro seguimiento auténtico a Jesús, encontrará pues en
la expresión el Hijo del hombre, en el evangelio de San Juan, su luz más inspiradora,
puesto que tal expresión nos presenta a Jesús como modelo de humanidad y como
referente primero de toda convivencia y comunión.
Se recomienda la lectura completa del evangelio de Juan a fin de profundizar aun más
en el tema presentado.
10
Introducción
El presente trabajo pretende ser una reflexión y exégesis bíblica de la expresión “el Hijo
del Hombre” en boca de Jesús. Un tema que aún sigue sin conclusiones específicas y
que al mismo tiempo ha generado una serie de discusiones en torno a la figura de
Jesús en los evangelios.
Los evangelios son nuestra principal referencia para realizar las diversas reflexiones
que se presentan respecto al tema; pero con especial interés hemos puesto atención
en el evangelio de Juan, puesto que éste es clave para interpretar la expresión en
estudio.
Ya desde el Antiguo Testamento la expresión “el Hijo del Hombre” está presente; pero
es en el Nuevo Testamento donde adquiere un énfasis mayor y una clave de
interpretación más clara.
Para el estudio del presente tema se han consultado diversos autores que han tratado
el tema tales como Raymond Brown, Charles Kingsley Barret, Juan Mateos, entre
otros. A través del material consultado se profundiza en la expresión “el Hijo del
Hombre” realizando la exégesis y el aporte teológico necesario para establecer una
comprensión clara del tema.
11
nuestras comunidades parroquiales, especialmente en aquellos encuentros en los
cuales el Evangelio es el motivo de la convivencia. Esto nos permitirá presentar con
una mejor claridad a la persona de Jesús y su misión a través de la historia.
Finalmente en los anexos encontramos las citas del evangelio de Juan donde es
utilizada la expresión “el Hijo del Hombre”. A través de estas citas comprenderemos
también que la expresión adquiere un sentido distinto de acuerdo al contexto donde se
está aplicando y en boca de quien es expresada.
12
I. Marco Conceptual
Tema
Expresión: “El Hijo del Hombre en boca de Jesús”
En este sentido, nos llama poderosamente la atención, la expresión “el Hijo del
hombre”, utilizada por Jesús para referirse a sí mismo, en el evangelio de San Juan:
“Es preciso que sea elevado el Hijo del Hombre” (Jn 3,14s; 12,34).
1
Gaudium et Spes No. 22. Vaticano II Documentos. (Madrid – 1986)
2
Existen abundantes publicaciones respecto al tema, a través de las cuales he constatado que
el estudio presentado es amplio y no tiene conclusiones exactas. Tales como P. Vielhauer
(1957), Ed. Scheweizer (1959), N. Perrin (1963), E. Bammel (1964), R. H Fuller (1965), M. D.
Hooker (1967), G. Vermes (1967), C. Colpe (1969), L. Gaston (1970), J. Jeremías (1971), J. M.
Ross (1991), y otro de manera más general como R. Schnackenburg, P. Hünermann, C. Dodd,
13
los especialistas, existe confusión, no digamos lo que ocurre, en el campo de los
cristianos que leen la biblia pero que no tienen una formación especializada. ¿Cuál es
el sentido de dicha expresión?. Especialmente para el segundo grupo nuestra
preocupación es mayor y sirva esta investigación como un aporte para la comprensión
de la misma.
Pero no sólo se trata de una expresión complicada y confusa, sino de una expresión
que encierra un mensaje para el hombre de todos los tiempos, que éste aún no ha
sabido comprender y acoger. En este sentido, la preocupación se orienta al contexto
pastoral. Captar el sentido antropológico de la expresión, nos lleva a lo dicho por el
Concilio Vaticano II en la GS 22: “el misterio del hombre, sólo se esclarece en el
misterio del Verbo encarnado”. Pastoralmente, en esta expresión podemos encontrar
el modelo inspirador no sólo del hombre cristiano, sino de todo hombre.
Justificación
A través de este estudio conoceremos el valor lingüístico de la expresión “el Hijo del
Hombre” desde la dimensión bíblica del Antiguo Testamento, para luego centrarnos en
el Evangelio de Juan; obteniendo así una visión de conjunto de la evolución y
significado de dicha expresión en la tradición bíblica.
14
Una de las principales causas de la des-virtuación y poca comprensión del mensaje
evangélico radica en el mínimo conocimiento que muchos fieles tienen respecto al
significado de estos títulos cristológicos que encontramos en las Sagradas Escrituras
atribuidos a Jesús.
Hay una gran cantidad de estudios respecto al tema, pero que inciden generalmente en
el mundo de los especialistas. Nuestra motivación, se coloca en la línea, de ofrecer
algunos elementos bíblico-teológicos, que la mayoría de cristianos puedan comprender,
o puedan tener en cuenta para leer y explicar el significado de la expresión “el Hijo del
Hombre” en el evangelio según San Juan.
No se puede dejar de mencionar también, que una lectura de las Sagradas Escrituras,
que no trata de clarificarse, no afecta sólo a la elctura, sino también al mensaje que ella
nos quiere comunicar. Entonces, una poca o mala comprensión de los títulos
cristológicos, como la del “Hijo del Hombre” engendra errores teológicos.
15
II. Marco metodológico
Objetivos
Objetivo general
Ofrecer una exégesis bíblica –teológica de la expresión “el Hijo del Hombre” en
boca de Jesús, presentada en los evangelios, principalmente en Juan, a fin de
que se pueda comprender mejor no sólo el significado y sentido de la expresión,
sino sus implicaciones pastorales en las comunidades cristianas.
Objetivos Específicos
Metodología
Se han consultado libros de autores que han estudiado y escrito sobre el tema de la
investigación, específicamente lo relacionado a la expresión. Al mismo tiempo es
preciso decir que las Sagradas Escrituras ha sido el primer libro de referencia ya que el
estudio es de carácter bíblico.
16
Los libros consultados se centran en el tema que nos ocupa; aunque considero
necesario resaltar que el evangelio de Juan es uno de nuestros centros de interés
respecto a la temática abordada.
Antecedentes
Hablar del estudio de la expresión “el Hijo del Hombre” en boca de Jesús resulta
demasiado amplio. Pues existe una gran cantidad de estudios realizados al respecto.
Por tanto la novedad de la investigación no debiera buscarse con relación al tema, sino
sobre todo con relación a la presentación. Ser una reflexión sencilla, pero profunda
sobre el tema, para que sea accesible a tantos cristianos y cristianas que no poseen un
conocimiento especializado de las Sagaradas Escrituras.
El origen de este tema surge a finales del siglo pasado y principios de éste, cuando se
presentó una discusión sobre si “el Hijo del Hombre” era un título mesiánico que
designaba a un Mesías preexistente. Fue J. Y. Campbell, en 1947, quien abrió una
nueva época en el debate. Según este autor, no existen pruebas de que “el Hijo del
Hombre”, fuese un título mesiánico precristiano y no admite que tenga su origen en Dn
7,13.
Estos son algunos de los autores que han generado los primeros debates respecto al
tema estudiado. Como vemos es un tema que ha sido estudiado años tras años y no
hay conclusiones unánimes al respecto. Sin embargo, con el aporte de los estudiosos,
la presente investigación, pretende ser una iluminación más para comprender que “el
Hijo del Hombre” es el modelo por excelencia de la humanidad y que sus palabras
siguen vivas en nuestra Iglesia y en nuestras comunidades cristianas.
17
III. Marco Teórico
Capítulo I: Análisis filológico de la expresión: “El Hijo del Hombre" en
las Sagradas Escrituras.
a) En el hebreo bíblico ‘adam y enos son términos colectivos que significan hombre; de
ahí que cada hombre, cada individuo se llame ben ‘adam, hijo de un hombre; una
pluralidad de hombres b ne ‘adam, hijos de hombre; o con artículo b ne ha´ adam
(Kohler-Baumgartner, Lekinon, 1958, 12s). Llama la atención en Ezequiel la expresión
“Hijo de hombre” (90 veces), donde según O. Michel, el profeta no es interpelado con
3
Al respecto de esta literatura judía, entre la que destaca la literatura de corte apocalíptico, En
el libro Aranda Pérez, G. (1996) Literura judía intertestamentaria. Navarra: Verbo Divino. Nos
presenta una amplitud de textos apocalípticos, en la cual la expresión “Hijo del hombre” parece
tener un lugar relevante.
4
El nombre de los “LXX” deriva de una antigua tradición atestiguada en la Carta de Aristeas,
según la cual 72 ancianos tradujeron del hebreo al griego el pentateuco. La tradición aplicó la
leyenda a toda la Biblia y de ahí sun nombre Septuaginta = 70, en latín. En realidad dicha
traducción y coonformación de la Biblia de los LXX se llevó a cabo en diferentes lugares, por
medio de diferentes traductores que tenían diferentes criterios. Puede decirse también que es
una colección de códices griegos con los libros de la Biblia hebrea traducidos al griego, en los
cuales hay algunas adiciones y con una serie de libros añadidos. Los principales códices son el
Alejandrino, el Vaticano y el Sinaítico, que valen como las primeras ediciones de los LXX.
5
O. Michel., “Hijo”. (1998). Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Salamanca:
Cristiandad. Pp. 668-680.
18
su nombre, sino como una criatura particular, sacada del género “hombre” y colocada
frente a Dios6. Dios mismo se rebaja para tratar de este modo con su siervo.
Apenas se puede pensar en un influjo babilónico (Gilgamés IX, 38). Es importante, por
tanto, el uso de “el Hijo del hombre” (miembro del género humano) en el lenguaje
elevado, sobre todo en el parallelismus membrorum (Núm. 23, 19: “Dios no miente
como el hombre, ni se arrepiente como un hijo de hombre”; Sal 8,5: “¿Qué es el
hombre, enos, para que te acuerdes de él, y el hijo del hombre para que te ocupes de
él?”).
En los discursos simbólicos la imagen del “Hijo del Hombre” se constituye en figura
mesiánica, sin que el término se convierta en título.
En el pasaje bíblico de Mc 2,10, Jesús afirma que es el “hijo del hombre” con poder de
perdonar los pecados en la tierra. La expresión “Hijo del Hombre” no sólo ha de llamar
la atención sobre él; sino que agudiza el conflicto con sus adversarios, peritos en la ley.
6
O. Michel., Op Cit. Pp. 668.
19
cristiana y el judaísmo; la cuestión se centra en si Jesús se acerca a la dignidad de
Dios.
Es curioso que en Mt 11,18 ss, Jesús opone la venida del “hijo del hombre” a la venida
del Bautista: los dos testigos escatológicos de Dios se presentan de forma diversa; la
Tradición Q se aferra al talante y modo de proceder del “hijo del hombre” (en arameo:
bar nasa), tanto más cuanto que el contexto habla del “hombre que come y bebe” (Mt
11,19).
En este pasaje bar nasa no es tampoco un hombre cualquiera que come y bebe, sino el
hombre escatológico enviado por Dios, y en él la expresión “Hijo del hombre” es
indispensable, ya que señala con el dedo a Jesús y, consiguientemente, suscita la
polémica. Bar nasa no es en este pasaje ni un título ni una paráfrasis, sino muestra de
un obrar oculto y escatológico de Dios, que aparece en conflicto con la generación
presente.
Otro pasaje bíblico que nos ofrece luces en cuanto a la atribución de la expresión a
Jesús es Mt 8,20 “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del
hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
Da la impresión que las palabras originales “Hijo del Hombre” pertenecieran a la última
época de la actividad de Jesús, en la cual se imponía la realidad de que el camino no
tenía salida.
20
refiere a una simple expresión que responde para indicar al hombre, pero
simultáneamente lo explica también como una realidad escatológica: Un hombre
nuevo. Lo cual sería ampliamente signficativo, en el sentido, que en los evangelios,
dicha expresión viene utilizada mayoriritariamente por Jesús mismo.
Lingüísticamente, la expresión “Hijo del Hombre” (en arameo bar nasa, de la raíz ish, y
traducido secundariamente al hebreo como ben adan) significa simplemente hombre7.
“Hijo del Hombre”, significa por tanto, individuo de la raza humana, ser humano. Un
ejemplo de este significado lo tenemos en el Salmo 8, tan usado más tarde por el
Nuevo Testamento: ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre
(el ser humano) para que te preocupes de él? (8,5)8.
7
González Faus, José (1984). La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología. Bilbao: Sal
Terrae.
8
El hombre es esa gran pregunta que se yergue sobre el horizonte plano de la tierra; esa curva
que se vuelve sobre sí misma preguntando; es el único animal que se sabe y no se sabe. No
podemos responder a la pregunta, afirmando que el hombre es un ser terrestre, un señor
vasallo, capaz de contemplar una obra de la mano de Dios y domeñar otras. Este salmo no es
un himno al hombre, sino un himno a Dios a través del hombre. Alusión a la debilidad humana.
9
DALMAN, G – CONZELMANN. Hans. (27 de octubre de 1915; 20 de junio de 1989) fue un
experto en Nuevo Testamento y Sagrada Escritura.
10
DALMAN, G. The Words of Jesus (Clark, Edimburgo, 1909): la designación “este además,
podía significar yo que tú”. VERMES, G. The use of bar nasha in jewish Aramaic; en BLACK,
M. An Aramaic approach to the Gospels and Acts (Oxford, 1967) pp. 320-27 y en Jesús el Judío
21
Además de esto, la expresión “Hijo del Hombre” se utilizó para designar a un ser divino,
especie de mediador Trascendente, pero con apariencia humana, al que encontramos
en la literatura apocalíptica judía, tanto bíblica como extra bíblica.
Como tantas veces ocurre, ambas posturas tenían su parte de razón: sucede
simplemente que la expresión “Hijo del Hombre” es de hecho una expresión ambigua:
pp. 174-80: Aunque reconoce la incorrección de ese uso perifrástico, cree, no obstante, que
existen ejemplos de su existencia en el arameo de Galilea. Sin embargo, todos los casos que
aduce (aparte de que son de mediados del s. II d.c) me parece que no muestran un uso
perifrástico, sino que puede traducirse también genéricamente. Por otra parte, si la expresión
es una simple perífrasis equivalente al pronombre yo, cuesta mucho entender su reaparición
tan intensa y pretendida en los cuatro evangelios.
11
B. D. Ehrman. (2001). Jesús el profeta judío apocalíptico. Buenos Aires: Paidos. Págs. 292-
293.
12
El título expresa una trascendencia velada y por eso es dejado aparte cuando la
trascendencia de Jesús deja de ser escondida y el título podía interpretarse como significando:
hombre.
22
significa al ser humano en su pobre condición, y significa también a una misteriosa
figura humana, rodeada de luz y de grandezas divinas13.
Para tener una mejor comprensión del uso de la expresión en el lenguaje bíblico
pongamos atención al siguiente esquema.
La expresión hebrea y aramea “Hijo de Hombre” ben ‘adam, bar ‘eral aparece con
mucha frecuencia como sinónimo de hombre.
13
Lo que es claramente falso es la contraposición que haría la Teología patrística posterior
entre Hijo de Dios e Hijo del Hombre, como si designasen la divinidad y la humanidad de Jesús.
14
Mateos, J. y Barreto, J. (1982). El evangelio de Juan: Análisis lingüístico y comentario
exegético. Madrid: Cristiandad. Págs. 930-933.
23
variada: destino (Jn 17,12), participación,
estado-condición (Jn 12,36) y pertenencia
(Jn 5,27).
Discipulado: Cuando la sabiduría llama a un hombre “hijo suyo”: Prov 1,8; 2,1; Eclo
3,8.
Localización: Sal 149,2: “los vecinos de (los hijos de) Sión”; Jr 2,16: “gente de (hijos
de) Menfis y Tafnes”; Ez 23,15: “los babilonios (los hijos de Babel)”.
15
Mateos, J y Camacho, F. (1995). El Hijo del Hombre. Madrid: El Almendro. Pág. 2-4.
24
/ los miembros del grupo de cantores) del valle del Jordán”; Am 7,14: “yo no soy profeta
ni el gremio de los profetas (hijo de profeta, miembro del grupo de profetas)”.
Posesión de una cualidad o defecto: Jue 18,2: “enviaron a cinco de sus hombres,
gente valerosa / aguerrida (hijos de fuerza)”; Sal 89,23: “los malvados (los hijos de la
iniquidad) no lo humillarán”.
Merecimiento de un castigo: Dt 25,2: “si el culpable merece una paliza (es hijo de
palos)”.
El último ejemplo citado da pie para tratar de la denominación semitizante “el hijo del
hombre”. Esta expresión (gr. ho huios tou anthropou) aparece en los evangelios como
la traducción en forma doblemente articulada que designa el individuo humano y que
podía usarse en arameo bien en sentido genérico (“un hombre”, “el hombre”) o, en
ciertos contextos, para designar al hablante (cf. esp. “uno”, “un servidor”), como
25
individuo singular, según unos, o, según otros, como partícipe de la condición o suerte
del género humano (“yo, siendo hombre”, “un hombre como yo”).16
Barbaglio explica que la diferencia probablemente no hay que buscarla en Jesús sino
en la comunidad de los inicios18. Sin embargo, en los párrafos anteriores, se ha visto,
que ya filológicamente, lingüísticamente, o gramaticalmente, aquella expresión
contenía el alcance de título.
16
Cf. VERMES, (1973). Jesus the Jew. Londres. Pp. 164-167. Una crítica de su postura en
Lindars, Jesus Son of Man. (Londres) 1983, Pp. 20-24.
17
Cf. Manson, “The Son of Man in Daniel”. Casey, Son of Man 224: en arameo, la expresión
bar nasha, hombre, marca un aserto general, pero el que habla está diciendo algo sobre sí
mismo. 228: en los evangelios tiene dos niveles de sentido: el de aserto general y el de
referencia personal: lo que era de verdad de Jesús lo era también de otros. 230s: en griego, el
artículo tiene valor genérico; si hubiera dicho simplemente “yo”, el sentido genérico se perdería
por completo.
18
Cf. Barbaglio G. (2003). Jesús hebreo de Galilea. Investigación histórica. Salamanca:
Secretariado Trinitario. Pp. 595-598.
26
1.4 El libro de Daniel y la Apocalíptica
Ahora bien, donde mayor importancia adquiere la expresión “el Hijo del Hombre”, es en
el ámbito de la Apocalíptica, cuyo cuadro emblemático, es Dn 7,13-14.
Es a partir de Daniel, que se conecta la figura del “Hijo del Hombre” con la de un juez
univesal puesto por Dios para juzgar al mundo. Y como dice Barbaglio, en este sentido
Jesús no parece ser “el Hijo del Hombre” anunciado por Daniel, pero sí en cuanto su
atención – de Jesús – “está centrada, en la realeza divina que irrumpe en el mundo y
en su papel de mediador histórico de este acontecimiento”.19Atendiendo a las
características de la apocalíptica, la expresión tendría muchísimo sentido. Jesús es el
mediador de la realización histórica del proyecto de Dios para la humanidad.20
Ahora bien, si la obra se escribió con la finalidad de animar a los judíos a que
permanecieran fieles en la fe, firmes en la esperanza en un contexto de adversidad,
debemos anotar, que la expresión “Hijo del Hombre” tendría que ver, no sólo con “un
hombre”, sino en uno que es capaz de empujar los planes de Dios hacia su realización
máxima: El Reino de Dios. En este sentido, las ideas que encontramos en la obra de
19
Barbaglio G., Op. Cit. Pp. 598.
20
Merece la pena recordar, que en términos teológicos, la apocalíptica es un modo de hacer
teología desde la crisis, la desilusión, la impotencia. Se trata de una teología de la seguridad
en medio de la inseguridad; no solo porque Dios actúa en la historia, sino porque Él, es
exactamente el Señor de la Historia: lo sabe todo y lo tiene todo bajo su control.
27
Daniel, colocan la expresión “el Hijo del Hombre” más allá de una pura expresión
gramatical, linguística, para indicar “un hombre cualquiera”.
En cuanto a la relación que presenta Daniel con la figura de “el Hijo del Hombre” es
importante hacer la confrontación con la orientación presentada por los evangelistas, ya
que dicha figura adquirirá un carácter totalmente mesiánico cuando Jesús mismo se
presenta ante las multitudes.
Figura del Hijo del Hombre21 Figura del Hijo del Hombre
Descripción de Daniel Descripción de los Evangelios
21
Mateos, J. y Camacho, F. (1989). Evangelio, figuras y símbolos. Córdoba: El Almendro. Pág.
80.
28
2. Cuando estos poderes son vencidos, 2. La llegada del “Hijo del Hombre” se
un como “Hijo de Hombre” / una figura verifica, como en Daniel, tras la ruina o
humana llega y Dios le da autoridad y desaparición de los poderes opresores;
dominio universal. Es decir va a pero, al contrario que en el profeta, no
inaugurarse un reino humano está en conexión con la recepción de la
contrapuesto a los bestiales de antes. autoridad o realeza, que el “Hijo del
Hombre” ya posee.
29
En conclusión, estamos seguros que cuando Daniel utiliza la expresión “Hijo del
Hombre” resalta su carácter mesiánico y escatológico y es en este sentido que en el
Nuevo Testamento, la expresión en boca de Jesús no significa solamente que él es el
hombre sino el mesías, hijo de Dios.
Jesús fue para la comunidad primitiva maestro y profeta. La recurrencia literaria sobre
ambas expresiones es evidente en los cuatro evangelios. Sin embargo, para la
comunidad, Jesús era más que eso: Él era el mesías, y como tal lo proclama la
comunidad, pero se subraya, que es “el mesías que ha de venir, es decir, como el Hijo
del Hombre”.
Para la comunidad primitiva la actuación de Jesús que queda atrás acá en la tierra no
es todavía una actuación mesiánica. La proclamación de Jesús como el mesías futuro
o como hijo del hombre se realiza enteramente dentro del marco de la esperanza judía.
De este modo, pues, la imagen del judaísmo tardío acerca del “Hijo del Hombre” se
aplica a un hombre concreto.
Los distintos grupos de afirmaciones sobre “el Hijo del Hombre” no tienen conexión
unos con otros. El estracto más antiguo lo forman en todo caso, el grupo de sentencias
sobre el “Hijo del Hombre” que ha de venir. Entre ellas cuentan Mc 8,38 o Lc 12,8 s; Lc
17,23 s (“estas palabras podrían proceder de Jesús”) Bultmann, 1954.
Jesús y la expresión “el Hijo del Hombre”, distingue pues un obrar futuro de Jesús
como juez y un obrar como hombre entre los hombres. En este sentido, las expresiones
de enaltecimiento y de abajamiento se corresponden entre sí.
Las profecías de Jesús con las que él va en busca del futuro escatológico acercándolo
al presente, penetran en el tiempo final que despunta con tres proyectos
tradicionalmente distintos: con las palabras sobre su propia consumación, con la
predicación del reino de Dios y con el anuncio del “Hijo del Hombre”.
30
Estas tres representaciones del tiempo final no se pueden identificar entre sí, pero
tampoco se excluyen mutuamente. Se trata de símbolos paralelos, las concepciones
del reino de Dios y del “Hijo del Hombre” tienen un origen común, como ya lo habíamos
advertido en Dn 7.
Los elementos mesiánicos se dirigen, como muestra el AT, a Israel; mientras que la
doctrina del “Hijo del Hombre” se refiere a la realización de la humanidad. La soberanía
de Dios ha comenzado a instaurarse, ha comenzado la gran batalla final y para los
cristianos no cabe duda que Jesús es “el Hijo del Hombre”, el gran protagonista que
guía la historia hacia su destino final.
Y por si fuera poco, Jesús se refiere a ello con un dicho del “Hijo del Hombre” (Dn
7,13): “Y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en
las nubes del cielo” (Mc 14,62).
Ya en el judaísmo se asoció la imagen del “Hijo del Hombre” como una figura de
salvación, y esto hizo que algunos judíos trataran de convertir la expresión utilizada en
Daniel, en un título perfectamente aplicable a demostrar la identidad de Jesús.
La importancia de esta constante referencia a Daniel 7, es que “el Hijo del Hombre” es
una combinación única de características humanas y divinas. “El Hijo del Hombre”
como figura en ese pasaje señala a un humano, pero el andar sobre las nubes es algo
31
que en el Antiguo Testamento se dice que sólo Dios puede hacer (Ex 14,20; 34,5; Núm.
10,34; Sal 104,3; Is 19,1). De esta forma, la expresión combina la actividad humana
con la divina, vislumbrando la autoridad dada a esta figura en un momento de
exaltación. En este caso, la expresión resulta fundamental para Jesús porque combina
de forma única los varios elementos que reflejan su persona y su ministerio.
Así pues, para concluir, se constata como válido, afirmar que la relación del uso de la
expresión “el Hijo del Hombre” por parte de Jesús, tiene una constante relación con
Daniel, manifestado asi que en ambos casos, subrayan el carácter mesiánico y
escatológico de la expresión.
32
Capítulo II: La expresión “El Hijo del Hombre” en los Evangelios
Sinópticos
Los rasgos de la figura del “Hijo del Hombre”; su autoridad y su libertad divinas, nos
indican que la expresión en los evangelios tiene carácter de excelencia. Se trataría en
todo caso, de una expresión trabajada por los evangelistas para hacer referencia al
hombre actuante en la tierra; que representa lo divino y su armonía con la historia
humana.
En los evangelios sinópticos, uno de los momentos claves para interpretar la elección
de Jesús como “Hijo del Hombre” es la del Bautismo en el río Jordán (Mc 1,9; Mt 3,13-
16; Lc 3,21), puesto que Jesús mismo, designará más tarde, la figura del bautismo,
para indicar el acontecimiento de su muerte (Mc 10,38 s; Lc 12,50).
22
Cf. Bultmann. R. (2000). Historia de la Tradición Sinóptica. Salamanca: Sal Terrae. Págs. 75.
88.
23
Aunque como señala G. Theissen, el hecho de que la expresión “el Hijo del hombre” se haya
convertido en una confesión de fe, no significa que los primeros cristianos lo hayan deducido de
la nada, o simplemente sea una aplicación de la figura apocaliptica del Antiguo Testamento, a
la persona de Jesús; sino más bien, habría que decir, que ése título se halla contenido en la
conducta y predicación de Jesús. Theissen Gerd. (2000). El Jesús Histórico. Salamanca:
Sígueme. Pp. 25.
33
En este acontecimiento la presencia del Espíritu de Dios nos lanza una señal clara de
interpretación: en Jesús reside el Espíritu del Padre y por eso es el Hijo de Dios (Mc
1,10; Mt 3,16; Lc 3,22). Por tanto, la autoridad del “Hijo del Hombre” no es cualquiera,
puesto que al poseer un Espíritu bajado del cielo su manifestación y actividad
responderá a una realidad interior. Realidad que generará contradicciones a las leyes
establecidas por los poderosos24.
Al haber establecido una breve introducción respecto a lo que implica el perfil de Jesús
planteado por los evangelios sinópticos, es preciso ahora profundizar en la clave del
origen de la expresión “el Hijo del Hombre” por supuesto que siempre en sintonía con
antecedentes y detalles que nos brindan Mateo, Marcos y Lucas.
Daniel en 7,13 habla de “como un Hijo de Hombre”, podemos decir que se refiere a una
figura humana25. Por lo tanto la figura humana es un símbolo, no un personaje concreto
al que se le atribuye un título misterioso.
Después de esto nos preguntamos ¿Qué relación tiene la expresión en estudio con el
libro de Daniel? Pues simple y sencillamente porque en los sinópticos y en el texto de
Daniel se hace alusión a la autoridad (gr. exousía) universal / en la tierra que posee “el
Hijo del Hombre” en Mc 2,10, Mt 9,6 y Lc 5,24; lo curioso es que estos textos aluden a
24
Contradicción, porque él, se relaciona con aquellos que la sociedad excluía. Devuelve la vista
a los ciegos y hace caminar a los paralíticos.
25
Algo como un ser humano, “una figura humana”. Sin características apocalípticas ni
trascendentes.
34
Dn 7,14: “le dieron autoridad a uno como un Hijo de Hombre”26: las naciones de la tierra
le servirán (universalidad).
La unicidad a la que podemos asociar la expresión “el Hijo del Hombre” no se limita al
carácter individual sino al colectivo (comunitario). La presencia del Espíritu en Jesús le
brinda un carácter de plenitud. El poder del Espíritu de Dios es lo que genera en los
demás asombro total hacia Jesús. A esto añadimos que no tenemos en los evangelios
pruebas que testifiquen que Jesús se haya autodenominado “Yo soy el Hijo del
Hombre”. Además en los relatos ningún personaje se dirige a él llamándolo Jesús, “Hijo
del Hombre”.
Un pasaje bíblico donde encontramos la mención “el Hijo del Hombre” y se le atribuye a
Jesús autoridad divina es en Mc 2, 1-13 “La curación del paralítico”. Los testigos del
acontecimiento reconocen la trascendencia de Jesús. Es curioso que en los evangelios
sinópticos, antes de usar el título “el Hijo del Hombre” nos aclaren su contenido y
siguiendo el modelo de Daniel, utilizan la expresión.
Sin embargo, se debe advertir, que “Hijo del Hombre” y “Mesías” no aparecen
vinculados en los textos de los evangelios, sino hasta que la explicita Jesús, con
26
Casey, Son of Man, 159 s. La exousía en Mc 2,10 parr. es diferente de la que aparece en Dn
7, por lo que no permite conectar esto textos. A esto podemos decir que los evangelistas toman
los símbolos de la obra de Daniel, pero que, al mismo tiempo, exponen con ellos una teología
diferente. Lo que los evangelistas toman del Libro Profético, es la expresión, con su valor
colectivo y su aspecto de triunfo sobre los opresores, introduciendo en ella una visión distinta
del “Hijo del Hombre”.
35
repecto a la confesión de Pedro respecto a su identidad (Mt 16,13.15.16; Mc 8,29.31;
Lc 9,20.22). A partir de ahí, podemos decir que para la gente de Galilea, no era claro
asociar la figura humana de Daniel con la expectación mesiánica.27
27
Mateos, J. y Camacho, F. (1995). El Hijo del Hombre. Madrid: El Almendro. Pág. 34.
36
Estas diferencias se explican si tenemos en cuenta que, en el primer período de la
actividad de Jesús, se presenta al pueblo como profeta (Mc 6,4). Es increíble que su
calidad de Mesías no la reconozcan los discípulos hasta que se lleve a cabo la
declaración de Pedro (Mc 8,29), es entonces cuando Jesús identifica al Mesías con el
“Hijo del Hombre” (Mc 8,31).
Pero hay un hecho que marca una gran diferencia con respecto al uso de la expresión
en el evangelio de Marcos. Y es que cuando Jesús responde a la pregunta del sumo
sacerdote afirmando abiertamente su mesianidad ante el tribunal judío, Jesús evita
todo equívoco e identifica al Mesías con “el Hijo del Hombre”, con clara alusión a
Daniel, siendo esto una clara advertencia a sus jueces.
Desde esta óptica deducimos que “el Hijo del Hombre” según aparece en el evangelio
de San Marcos, pudo ser interpretado por sus oyentes como representante del Israel
definitivo, en la línea del texto de Daniel.
28
Mateos, J. y Alonso Schökel, L. (Trads.) (1987). Nuevo testamento. Madrid: Cristiandad.
37
Incluso en el Evangelio de Marcos, con el famoso tema del “secreto Mesiánico” 29 la
expresión “el Hijo del Hombre”, sirve a Jesús, para ocultar y desvelar el misterio de su
persona. Él es el Hijo de Dios, pero ojo, que es también “el Hijo del Hombre”. Por
tanto, para Marcos, “Hijo del Hombre” no era un título habitual de la esperanza
mesiánica, pero responde perfectamente al modo de predicación de Jesús, que se
expresa mediante palabras enigmáticas y parábolas, intentando conducir
paulatinamente hacia el misterio, que solamente puede descubrirse siguiéndole a Él,
como Maestro por excelencia.
No cabe duda que en Marcos, la expresión “el Hijo del Hombre”, no existía como
título30. Y corroboramos lo dicho por Bultmann, en los evangelios sinópticos, que la
expresión “el Hijo del Hombre” es en primer término una autodenominación de Jesús,
antes que una confesión de fe. “El Hijo del Hombre” es uno solo: Jesús.
Ahora bien, Marcos nos aporta en otro texto que la autodenomición de Jesús a sí
mismo como “el Hijo de Hombre” demuestra que también el aspecto del Reino:
“Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su
vida en rescate por todos” (Mc 10,45). Servir es la verdadera forma de reinar y nos
deja presentir algo de cómo Dios es Señor. En la pasión y la muerte, la vida del “Hijo
del Hombre” se convierte en pro-existencia es decir existir para los demás; entonces
todo se convierte en liberación y salvación para todos: no sólo para los hijos de Israel
dispersos, sino para todos los hijos de Dios dispersos (Cf. Jn 11,52), para la
humanidad.
La expresión “el Hijo del Hombre” está nuevamente conectada con el destino trágico de
Jesús, con lo cual logramos comprender el mensaje central de la expresión: la
universalidad de su misión. Proviene de Dios, es Dios. Pero precisamente asumiendo
la naturaleza humana, siendo “el Hijo del Hombre” es portador de la verdadera
humanidad.
29
Conocido como una técnica literaria para que el auditorio no confunda el mesianismo de
Jesús.
30
Ratzinger, Joseph (2011). Jesús de Nazaret. Roma: Encuentro. Pp. 129-131.
38
En Marcos, podemos decir como conclusión, que la expresión “el Hijo del Hombre” ha
quedado reservada a Jesús, pero la nueva visión de la unión de Dios y hombre que se
expresa en ella se encuentra presente e impregna todo el Nuevo Testamento.
Al igual que en el evangelio según San Marcos, los pasajes sobre “el Hijo del
Hombre”31 se clasifican en Mateo en tres grupos: Existencia terrena (ocho: 8,19-20; 9,6;
11, 18-19; 12, 8.32; 13, 37-38; 16,13; 20,28), los que tratan de su tránsito, es decir, de
su entrega, muerte y resurrección (ocho: 12,40; 17,9.12.22; 20,18-19; 26, 2.24.45), y
los que se refieren a su existencia posterrena (once: 10,23; 13, 40-43; 16,27-28; 19, 28-
29; 24, 26-28.29-31.37.39.44-, 25, 31; 26,64).
En esta etapa Jesús es presentado por una actividad orientada a la liberación del
hombre del peso de su pasado e infundirle nueva vida; dicho de otro modo, “el Hijo del
Hombre” hace al hombre libre y completa su ser, permitiéndole así comenzar un nuevo
modo de vida.
31
Para los lectores de Mt, la expresión “el Hijo del Hombre” era parte del lenguaje propio
cristiano; Mateo usó los dichos sobre “el Hijo del Hombre” para reforzar la incomprensión de los
judíos respecto a Jesús. Con esos dichos Jesús enseña a sus discípulos sobre su historia y
destino.
39
Un ejemplo claro de esto es Mt 9,6: “Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene
en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al paralítico -: “Levántate, toma
tu camilla y vete a tu casa”.
En este pasaje de la Escritura experimentamos a un Jesús que cambia la vida del ser
humano. Dignifica al caído y levanta del polvo al débil.
Mateo nos ofrece entonces, otras características de la misión del “Hijo del Hombre” en
su etapa terrena, a las cuales es necesario poner cuidadosa atención.
b) Jesús rompe todas las normas que esclavizan al ser humano. La actitud del
“Hijo del Hombre” ante lo creado, ejemplificados en el comer y beber. Desde su libertad
rompe todos los tabúes religiosos sin atenerse a normas ascéticas.
Esta misma libertad provocará gran impresión en la gente de los pueblos que luego
deciden seguirle. Destruye totalmente todo tinte de singularidad y extravagancia que
obstaculizan la universalidad de su mensaje y por lo tanto no son componentes de la
vida cristiana: Mt 11, 18-19: “Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen:
“Demonio tiene.” Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un
32
Grabner-Haider, A. (1975). Vocabulario práctico de la Biblia. Barcelona: Herder.
40
comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Y la Sabiduría se ha
acreditado por sus obras.”
c) Tolerancia del “Hijo del Hombre”. Los que están aferrados a las tradiciones se
escandalizarán por su conducta. Lo que no tiene justificación es la mala fe, que
interpreta como enemiga de Dios la actividad de la liberación del ser humano. Por lo
tanto lo esencial aquí es la promoción del ser humano: Mt 12,32: “Y al que diga una
palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu
Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro”
d) La universalidad del mensaje del “Hijo del Hombre”. Vale la pena decir que el
mensaje del enviado del Padre está cargado de total plenitud humana, riega su
mensaje por el mundo entero. La fidelidad personal de cada discípulo de Jesús será el
factor decisivo como primer requisito: Mt 13,37-38: El respondió: “El que siembra la
buena semilla es el Hijo del hombre; 38 el campo es el mundo; la buena semilla son los
hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno.”
e) Identificación del Mesías con el “Hijo del Hombre”. Aquí se encuentra la esencia
del mesianismo orientado a la plenitud humana en favor de los seres humanos: Mt
16,13: Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus
discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”
En la etapa terrena la expresión “el Hijo del Hombre” adquiere un carácter compartido
por las espectativas de la gente. Es en esta etapa donde se establece la formulación y
especulación por parte de las autoridades acerca de la identidad de Jesús: ¿será este
el enviado de Dios?
Nos referimos aquí a aquellos pasajes en los cuales Mateo, expresa los sentimientos y
comprensión de los primeros cristianos en torno a la identidad de Jesús como “el Hijo
del Hombre”.
41
a) Pasajes relativos a la comunidad cristiana
El primer texto Mt 13, 40-43, que no menciona una llegada, tiene un ámbito universal
(el mundo) y censura cierta actitud y comportamiento dañino para la comunidad
cristiana. La actitud y comportamiento condenado es el ansia de dominio, que hace
vacilar a los más auténticos (Mt 18,1-10). La actividad censurada es aquella que no
produce el debido fruto (cizaña).
La escena se presenta como un juicio para estos sujetos, que resume lo ocurrido
durante el tiempo del reinado del “Hijo del Hombre” o etapa histórica del reinado de
Dios. No se trata, pues de un juicio universal, sino limitado a algunos miembros de la
comunidad cristiana. Tampoco se trata de un juicio al final de la historia; marca
solamente la suerte futura de aquellos seguidores de Jesús que no han sido fieles al
seguimiento.
El segundo texto (Mt 16, 27-28), paralelo de Mc 8,38, anuncia a los seguidores de
Jesús una evaluación de su praxis individual y una recompensa en relación con la
calidad de ésta, juzgándola desde el punto de vista de la plenitud humana (“el Hijo del
Hombre”). Será la semejanza con Jesús, el prototipo de Hombre, la que mida la
recompensa que cada uno reciba, y que, en su máximo, no puede ser otra que la
condición divina.
El tercer texto (Mt 19, 28-29) menciona al “Hijo del Hombre” que se sienta en su trono
de gloria, es decir, que inaugura su reinado. Durante ese reinado, que empieza a partir
de su muerte-resurrección y que continuará a lo largo de toda la historia, el nuevo Israel
universal, representado por los Doce, será un reproche permanente para la infidelidad
del antiguo, que ha rechazado al Mesías y, con su exclusivismo, se ha cerrado al amor
y fraternidad universal.
Los discípulos, partícipes del Espíritu, que les abre el camino de plenitud, quedan
asociados a la realeza mesiánica del “Hijo del Hombre” y su actividad. La calidad y
42
desarrollo humano visibles en el nuevo Israel deberían poner en evidencia el
estancamiento del antiguo.
Así, pues, los tres dichos sobre “el Hijo del Hombre” que se refieren a la comunidad
subrayan, en primer lugar, los peligros que la acechan y que impiden su fruto pleno: la
ambición de poder de algunos de sus miembros y la actividad insustancial de otros.
Jesús mismo señala que ha de padecer en manos de los que han dado muerte a Juan
Bautista: Mt 17,12: “Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino
que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que
padecer de parte de ellos.”
43
Hay ciertas insistencias en boca de Jesús33 que luego veremos evidentes en su
entrega, muerte y resurrección.
Establece claramente la oposición entre ciertos hombres y “el Hijo del Hombre”. Mt
17,22: “Yendo un día juntos por Galilea, les dijo Jesús: “El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres”.
Próximo a su pasión, menciona la crucifixión del “Hijo del Hombre”. Mt 26,2: “Ya sabéis
que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser
crucificado.” En la crucifixión tenemos la expresión máxima del vencimiento de la
muerte y renace nuevamente el Hombre pleno.
El hombre salva su vida, “el Hijo del Hombre” la entrega, cosa que se consumará en
Getsemaní. Mt 26,45: “Viene entonces donde los discípulos y les dice: Ahora ya podéis
dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de pecadores”.
No cabe duda, que Jesús ya estaba preparado para ser entregado por manos de
quienes lo llevarán a la cruz.
Encontramos los que se refieren a su existencia terrena (ocho textos: 5,24; 6,5.22;
7,34; 9,56.58; 12,10; 19,10), los que hablan de su entrega, muerte y resurrección (siete:
33
Sujeto principal de la actividad mesiánica. Expresiones que salen de su boca encierran un
significado trascendente.
34
Mateos, J. y Camacho, F. (1995). El Hijo del Hombre. Madrid: El Almendro. Pág. 39.
44
9,22.44; 11,30; 18,31; 22,22.48; 24,7) y, finalmente, los que hacen referencia a la
existencia posterrena, relación con la dimensión humana (once: 9,26; 12, 8.9.40;
17,22.24.26.30; 21,27.36; 22,69).
En este evangelio Jesús rectifica la idea mesiánica tanto en los discípulos como en la
gente. Al igual que los evangelistas Mateo y Marcos, Lucas identifica al Mesías con “el
Hijo del Hombre” ante el tribunal judío.
Lc 22,69: “De ahora en adelante, el Hijo del hombre = estará sentado a la diestra = del
poder = de Dios.”
La misión del “Hijo del Hombre”, descrita en el tercer texto de Marcos (Mc 10,45), de
igual forma la encontramos en Lucas pero con un enfoque distinto. Pero se debe
anotar, que Lucas contiene pasajes sobre la existencia terrena del “Hijo del Hombre”
que no encontramos en Marcos. Por tanto, hay temas específicos que encontramos en
Lucas respecto al “Hijo del Hombre”.
En primer lugar tenemos la constante búsqueda de la plenitud humana, dentro del cual
el único modelo por excelencia es el “Hijo del Hombre”. Por supuesto que esta finalidad
conlleva implicaciones respecto a las ideologías opresoras, libertad de acción y
actividad en favor del desarrollo del ser humano. A través de esto se genera la
45
hostilidad de la sociedad: Lc 6,22: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os
odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por
causa del Hijo del hombre”.
“El Hijo del Hombre” también nos da ejemplo de libertad y naturalidad en cuanto al
actuar. Hace a un lado todas las prácticas ascéticas prescritas; al dejar todas estas
actitudes que solamente provocan distanciamiento en las relaciones humanas nos
enseña la riqueza de tratar con toda clase de personas: Lc 7,33-34: “Porque ha venido
Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “Demonio tiene.” 34 Ha
venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un
borracho, amigo de publicanos y pecadores”
Hay una misión clara transmitida por “el Hijo del Hombre”, la cual excluye toda clase de
imposición o violencia: en el mismo evangelio encontramos afirmaciones que nos
confirman que no ha venido a destruir vidas humanas, sino a salvarlas: Lc 9, 55-56:
“Pero volviéndose, les reprendió; 56 y se fueron a otro pueblo”.
La misión del “Hijo del Hombre” es descrita en el evangelio de Lucas como salvar lo
que estaba perdido, incluso fuera del ámbito del sistema judío: Lc 19,10: “Pues el Hijo
del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.”
Lucas nos presenta al “Hijo del Hombre” embriagado de todo lo que dignifica a la
persona. Devuelve la esperanza donde se había perdido. Es signo de vida en los
pueblos a los que llega. Su mayor misión era devolver la plenitud a la persona y al
35
Para ser seguidor de Jesús no se requieren criterios normativos que deshumanizan, al
contrario solo se requiere la capacidad de dar respuesta al llamado.
46
mismo tiempo abrir los ojos de aquellos para quienes la ley era más importante que el
ser humano.
En Lucas encontramos como en los demás evangelistas, las tres predicciones que
siempre mencionan los episodios de la pasión, muerte y resurrección del “Hijo del
Hombre” ( Lc 9,22.44; Lc 18, 31-33). Sin embargo, Lucas las sitúa en un contexto
particular, después de la curación del niño con epilepsia, acontecimiento que ha
suscitado el entusiasmo de toda la multitud. La predicción menciona únicamente la
entrega del “Hijo del Hombre” (Lc 9,44), es decir la traición y el abandono por parte del
pueblo del que propone un nuevo modelo de hombre.
Es en esta parte crucial donde comienza la oposición entre “el Hijo del Hombre” y
hombres. Específicamente tenemos aquí dos polos: el que ha alcanzado la plenitud
humana y los que quieren impedirla.
Otro episodio claro que nos presenta Lucas es el de la última Cena donde Jesús
anuncia la traición al “Hijo del Hombre” por parte de un hombre36. El sentimiento de
engaño y falsedad de un hombre va a llegar hasta el punto de eliminar todo lo
verdaderamente humano; por lo tanto la recordamos hoy no solamente como la traición
a Jesús sino también a sí mismo y la humanidad entera: Lc 22, 22: “Porque el Hijo del
hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es
entregado!”
36
Mateos, Juan (1995). El Hijo del Hombre. Madrid: El Almendro. Pág. 199.
47
Pero no todo se queda en la muerte, puesto que, la resurrección se antepone ante todo
signo de tinieblas y oscuridad. La vida es exaltada cuando Jesús demuestra el Espíritu
que habita en su ser. Ese glorioso acontecimiento lo vemos claramente cuando Jesús
es anunciado en la transfiguración: Lc 9,30-31: “y he aquí que conversaban con él dos
hombres, que eran Moisés y Elías; 31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su
partida, que iba a cumplir en Jerusalén”.
Jesús se entrega sin reservas a la humanidad. Gesto que siempre recordamos a través
del compartir en la mesa, al partir el pan que nos alienta para seguir dando respuesta a
nuestro compromiso como hijos de Dios. En el gesto de compartir el pan se nos
recuerda que “el Hijo del Hombre” fue entregado por todos nosotros. La transfiguración
de nuestras vidas nos debe conducir a proclamar sin miedo que el amor del Hombre es
más fuerte que la muerte.
48
negado delante de los ángeles de Dios. Se trata de estimular al éxito de lo humano y su
búsqueda por la plenitud37. En la misma línea se debe interpretar Lc 12,40, donde
Jesús les anuncia a sus seguidores la llegada improvista del Hijo del Hombre: Lc 12,
40: También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá
el Hijo del hombre.» Nuevamente el perfil de los textos analizados nos demuestra el
triunfo de lo humano sobre lo inhumano.
muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el
mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.”
En este sentido, es claro que para San Lucas, el impacto de Jesús como “Hijo del
Hombre”, tiene un impacto universal, en términos entusiasmo y optimismo a pesar de
las incertidumbres del camino. En “el Hijo del hombre”, ha llegado el momento de la
liberación: Lc 21,28: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y
levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación.” y Lc 21,36: “Estad en vela,
pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está por
venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.”
En conclusión, la expresión “el Hijo del Hombre” según los evangelios sinópticos debe
verse conectada directamente con la persona de Jesús de Nazaret, y la riqueza de su
persona, hace rico y distinto el sentido de la expresión, sin embargo, todas ellas
coinciden en el aspecto mesiánico – escatológico de Jesús; su misión liberadora e
instauradora del Reino de Dios en el mundo, que requiere un hombre nuevo de
acuerdo al perfil del “Hijo del Hombre”. Tal como lo sugiere Barret: Jesús es el “Hijo del
37
Grabner-Haider, A. (1975). Vocabulario práctico de la Biblia, Barcelona: Herder.
49
Hombre”, en cuanto que vive la vida sencilla de cualquier ser humano (Mc 8,31) y en
cuanto que se manifestará lleno de gloria (Mc 13,26) 38.
Tránsito: orientan la expresión a la actuación del “Hijo del Hombre” durante el período
de la Pasión – Resurrección. Los evangelistas nos permiten valorar la expresión
recordándonos que todo esto sucedió como parte del plan que Dios tenía para su Hijo.
Énfasis al carácter mesiánico.
38
Barret, Kingsley Charles. (2003). Evangelio según san Juan. Madrid: Cristiandad. Pág. 118
50
Capítulo III: La expresión “El Hijo del Hombre” en el evangelio de
Juan
39
Mateos, J y Barreto, J. (1982): El Evangelio de Juan: Análisis lingüístico y comentario
exegético. Madrid: Cristiandad. Pp. 933.
51
Sin duda alguna la expresión “el Hijo del hombre” empleada por Juan, pertenece a la
Tradición común que está detrás de los evangelios, sin embargo se debe recordar, que
la expresión procede – como se ha señalado con anterioridad – de la Tradición
religiosa Judía, especialmente del fenómeno apocalíptico.40
En el pensamiento apocalíptico primitivo, “el Hijo del Hombre” era un ser celeste que,
en el último día había de bajar del cielo y establecer un contacto entre el cielo y la
tierra. Pero Juan no ve solo una figura escatológica sino el eterno contacto entre cielo y
tierra41.
Así como para los demás evangelistas, también para Juan, la expresión presenta la
característica de ser una auto-denominación de Jesús (Jn 12,34) y es tan frecuente en
el cuarto Evangelio como en Marcos (en Marcos 14 veces, en Juan 13 veces).
Para nuestro estudio, el aspecto más importante, quizás tenga que ver con que San
Juan, con dicha expresión evoca la figura del “Hombre” celeste, y el sentido de uno que
incorpora en sí al pueblo de Dios, o a la humanidad en su aspecto ideal.42 El Hombre /
“Hijo del Hombre” significa en boca de Jesús, su propia humanidad que posee la
plenitud del Espíritu, el proyecto divino sobre el hombre realizado en él, el modelo de
hombre, la cumbre de lo humano43.
En este caso, como bien señala R. Brown: en Juan “Jesús no admite ser colocado en
un plano de igualdad con aquellos peregrinos celestes; su relación con el cielo es
mucho más profunda de la que podría derivarse de una visión”. 44 Y entonces todo
40
Brown, R.E. (2000). El evangelio según Juan. Madrid: Cristiandad. Pp. 301
41
Barret, Kingsley Charles. (2003). Evangelio según san Juan. Madrid: Cristiandad. Pág. 181
42
Cf. Idem.
43
Mateos, J. y Barreto, J. (1982). El evangelio de Juan: Análisis lingüístico y comentario
exegético. Madrid: Cristiandad.
44
Cf. R. Brown., Op cit. Pp. 381. Obviamente refiere a la visión de Daniel 7.
52
aquello de ser elevado (Cf. Jn 31,14), es un asunto que no equivale únicamente al
acontecimiento de su muerte en una cruz, sino a algo más.
La expresión en san Juan encarna la realidad de Jesús mirada desde abajo, desde su
raíz humana, que se ha levantado hasta la absoluta realización por la comunicación del
Espíritu. Su correlativo es el título de el Hijo de Dios, que significa la misma realidad
mirada desde arriba, desde Dios, designando al que es totalmente semejante a él y
posee la condición divina.
En Juan hijo de Dios se aplica algunas veces a un ser que participa de la naturaleza
humana, pero acentuar ese contraste puede llevar a un error de interpretación. “El Hijo
del Hombre” es el hombre que también es Dios. Y que está simultáneamente en el cielo
y en la tierra (Jn 3,13) pero si Juan dice que Jesús es Dios, no es en virtud de un mito
establecido, sino porque, como cristiano, sabe que eso es lo que realmente es Jesús47.
45
Cf. R. Brown., Op cit. Pp. 301.
46
Barret, Kingsley Charles. (2003). Evangelio según san Juan. Madrid: Cristiandad. Págs.117-
120.
47
Barret, Kingsley Charles. (2003). Evangelio según san Juan. Madrid: Cristiandad. Pág. 118
53
La expresión “el Hijo del Hombre” no es simplemente una expresión cuya ambigüedad
lingüística le sirve al autor para explicar el misterio de Jesús de Nazaret.
La condición de “Hijo del Hombre” realizada en Jesús aparece en este evangelio como
el prototipo de Hombre pleno, meta del desarrollo de la persona, que se propone a todo
ser humano y a la que todos debemos aspirar, el punto de llegada del proceso
expresado en el prólogo con la frase Jn 1,12: “los hizo capaces de hacerse hijos de
Dios”, Juan Mateos (1995). Pero como advierte Dodd (1978)49, “un individualismo
48
Si todos tomáramos esa actitud de generosidad y entrega al igual que el Maestro las cosas
en nuestro mundo fueran distintas. Verdaderamente “el Hijo del Hombre” nos da un ejemplo
pleno de AMOR SIN LÍMITES AL PRÓJIMO.
49
Dodd, C.H (1978): Interpretación del Cuarto Evangelio. Madrid: Cristiandad. Pág. 253.
54
ingenuo respecto al hombre, o un antropomorfismo ingenuo respecto a Dios, hace un
absurdo de la cristología joánica”50.
El acontecimiento histórico de Jesús proyecta esa doble realidad, pero no hay que
perder de vista que se trata de una sola: la divinidad que lo inunda y la escatología que
lo define. Juan siempre habla de Jesús directamente, no del Logos51; éste ciertamente
se expresa en formas humanas, desbordando lo humano, pero sin desvirtuarlo. Juan
no habla de un Dios que se pasea por la tierra, sino de un hombre cuya realidad ha
quedado tan trascendida, que en su rostro brilla la escatología. 52
La figura del “Hijo del Hombre” presentada por Juan se identifica pues, con tres
elementos fundamentales: Amor universal, realización humana y vida en abundancia.
Todos ellos, expresados desde la figura histórica de Jesús que para Juan anticipa al
resucitado. Ciertamente, ese Jesús ha tenido un comienzo en este mundo, pero su
realidad siempre ha existido en Dios. Éste es el personaje que vibra en el cuarto
evangelio. De ahí, la repetición hasta la saciedad de la palabra hombre, aplicada a
Jesús.
En esta sección tendremos un contacto más cercano con algunas citas del evangelio
en cuestión, con el fin de comprender el uso y significado que Juan le da a la expresión
en los distintos momentos.
50
Una filosofía cristiana que partiera de la doctrina joánica de Jesús como “Hijo del Hombre”
sería capaz de superar el impasse en que cayó todo el pensamiento antiguo y dar razón de la
personalidad en Dios y en nosotros mismos.
51
Logos (en griego λóγος -lôgos- ) significa: la palabra en cuanto meditada, reflexionada
o razonada, es decir: "razonamiento", "argumentación", "habla" o "discurso".
52
Sánchez, Secundino. (2008). Evangelio de Juan. Bilbao: Desclée de Brouwer.
55
La expresión el Hijo del Hombre en el evangelio de Juan53
53
Carbullanca, César. (2012). El Hijo del Hombre joánico. Chile: Teológicas.
56
La expresión el Hijo del Hombre en el evangelio de Juan
57
cruz, resalta así la máxima exaltación de
la persona.
58
divina, pero era necesario determinar que
esa “dínamis” se ejerce desde su ser de
hombre.
59
Hombre.”
Al haber establecido la comparación del uso de la expresión “el Hijo del Hombre” en el
evangelio de Juan, es preciso mencionar que las distintas aplicaciones que se hacen
responden a la única finalidad de dar a conocer la misión e identidad de Jesús en el
mundo como el verdadero Hombre, no sólo como identidad carnal, sino como lo
verdaderamente humano en el sentido amplio de la palabra.54 Juan enaltece tanto lo
humano de Jesús, que se contempla como si siempre hubiera existido.
54
Sánchez, Secundino. (2008). Evangelio de Juan. Bilbao: Desclée de Brouwer.
60
1.3 Significado de la expresión “el Hijo del Hombre” en la teología de Juan
Antes de establecer el significado teológico que Juan le da a la expresión “el Hijo del
Hombre” es necesario tener en cuenta los siguientes planteamientos que de una
manera u otra amplían nuestra valoración y análisis bíblico en cuestión.
“El Hijo del Hombre” en la teología de Juan, es una expresión totalmente dependiente
de la encarnación (Jn 1,14).
Algunos autores como O. Culmann y C. Golpe sugieren que “El Logos se hizo carne”,
es una posible referencia al “Hijo del Hombre” y F. M. Braun explica la relación entre el
Logos y “el Hijo del hombre”. Cuando el Logos se hizo carne se hizo “Hijo del Hombre”.
El punto culminante de la revelación y del juicio tuvo lugar en la cruz.
“El Hijo del Hombre” es, por tanto, en el cuarto evangelio, el Hijo o el Hijo de Dios que
encuentra a los hombres en Jesús de Nazaret, el Jesús de Nazaret terreno, y de este
modo posibilita la comunicación necesaria con el mundo celeste.
El uso que hace el evangelista de esta expresión “el Hijo del Hombre” quiere resaltar el
carácter antropológico que la constituye. Jesús es la Palabra de Dios hecha carne55 (Jn
1, 1-8).
El prólogo nos ofrece una clave muy importante para comprender que la expresión “el
Hijo del Hombre” no solamente se reduce a una simple frase sino que tiene una
implicación teológica y al mismo tiempo revela una identidad concreta: Jn 1,14: “La
55
Dios no ha permanecido callado, encerrado para siempre en su misterio. Se nos ha querido
comunicar. Ha querido decirnos su amor y darnos a conocer su proyecto.
61
Palabra de Dios se ha hecho carne, ha puesto su morada entre nosotros y hemos
contemplado su gloria”. 56
Al ir recorriendo este evangelio hemos de recordar que en las palabras y los gestos de
Jesús nos estamos encontrando con el mismo Dios. Dentro de la diversidad de
imágenes, títulos y símbolos que nos presenta Juan respecto a Jesús. Debemos
valorar la orientación teológica clara que ofrece de Jesús en la expresión “el Hijo del
Hombre”, mediante la cual se nos da a conocer la fuerza salvadora de Jesucristo, que
como Enviado del Padre, responde plenamente a las necesidades fundamentales de la
existencia humana.
Finalmente podemos decir que la expresión “el Hijo del Hombre” en la teología de Juan
es altamente antropológica y sin duda reveladora. La revelación la encontramos en Jn
1,18: “A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
él lo ha contado”. Es decir que Jesús es el rostro humano de Dios. Pues conociendo de
cerca a Jesús vamos conociendo a Dios.
Desde esta perspectiva teológica, se entiende entonces, que para alcanzar la plenitud
antroplógica que nos ofrece el evangelista en torno a la expresión “el Hijo del Hombre”,
donde se nos revela la identidad de Jesús, sea preciso antes que todo “nacer de
nuevo” (Jn 3, 1-6).
56
Gloria que se expande también por el mundo entero, porque el evangelista ha confesado no
pocas veces que el evangelio se abre a la universalidad (4,45-50; 12,20-22; 21,1-2).
57
Pagola, José Antonio. (2012). El camino abierto por Jesús. Evangelio de Juan. Madrid: PPC.
Pág. 16.
62
Capítulo IV: “El Hijo del Hombre”, modelo universal de la humanidad
A través de este gran recorrido bíblico hemos venido confirmando que la expresión “el
Hijo del Hombre” tiene en sí misma una prevalencia de carácter antropológico y
teológico. Sin embargo, nuestra constatación nos ha llevado a descubrir cómo en el
evangelio de san Juan, el tema de la exaltación presente en la expresión “el Hijo del
Hombre”, no menoscaba o anula el aspecto antropológico de la expresión, sino al
contrario, la dimensiona en su justo lugar: el Enviado del Padre es tan humano como
sus seguidores.
“El Hijo del Hombre”, que es Jesús mismo se nos presenta como el modelo de
humanidad en nuestra vida y en nuestra sociedad. Es el modelo de entrega, obediencia
y disponibilidad para todos los cristianos, sus enseñanzas deben ser para nosotros
una regla de vida que se traduzcan en una experiencia cristiana auténtica.
En muchas ocasiones olvidamos que Jesús también fue humano como nosotros. Ante
tal actitud nuestro compromiso como cristianos debe estar orientado a la construcción
de una sociedad nueva, una iglesia nueva.
Cuántas veces nos habremos hecho esta pregunta en nuestra vida cristiana: ¿Cuántas
ideas raquíticas y poco humanas de Dios hemos de desaprender para dejarnos atraer y
seducir por ese Dios que se nos revela en “el Hijo del Hombre”?
Todo habrá de cambiar en nuestra vida cuando reconozcamos por fin que Jesús, “el
Hijo del Hombre”, es el rostro humano de Dios y verdadero modelo de humanidad.
Una de las grandes contradicciones que podemos cometer los cristianos es confesar
con entusiasmo al Dios vivo y olvidar que Jesús está en medio de nosotros.
63
Dios ha bajado a lo profundo de nuestra existencia, y la vida nos sigue pareciendo
vacía. Para alimentar nuestra alegría de sentirnos parte de la humanidad de Jesús, “el
Hijo del Hombre”, es necesario descubrir en el fondo de nuestra existencia, la verdad y
la gracia de Dios que lo llena todo.
Dejemos que nuestro corazón se sienta penetrado por esa vida de Dios que también
hoy quiere habitar en nosotros y así alcanzaremos la perfecta alegría de sentirnos parte
de su proyecto que es la Iglesia.
La primacía del amor, dimensión común a todos los seres humanos, hace que la figura
de Jesús pueda ser patrimonio de la humanidad entera. Nos da ejemplo de un amor sin
límites y cuando verdaderamente buscamos un camino que oriente nuestra vida no hay
mejor modelo que él.
En Jesús se manifiestan todas las facetas del amor: es enérgico con los opresores del
pueblo (Mt 23 par); paciente con los discípulos que no entienden (Mc 8,21), tierno con
los que sufren, como lo expresa el verbo “conmoverse”, que describe la reacción de
Jesús ante la desgracia o la miseria (Mc 1,41 parr: leproso; 6,34 parr. Y 8,2 parr:
multitudes).
Manifiesta ternura hacia las personas que lo necesitan, a los que se acercan a él al
igual que la Samaritana para saciar la sed (Cf. Jn 4). Pero también reprende a aquellos
que actúan de forma injusta con los demás. Cuando las personas se cierran a su
64
escucha también los cuestiona y les invita a practicar el mensaje del Padre en sus
vidas.
Algunas citas bíblicas donde son evidentes estos detalles: Cuando sus seguidores se
cierran a la acogida de su enseñanza (Mc 4,40; 7,18) o cuando en ellos también
comienza a tomar lugar el deseo de triunfalismo (Mt 16,23). De esta manera Jesús
integra así los dos componentes del ser humano: el “masculino” (fuerza) y el “femenino”
(ternura).
Con Jesús todo empieza a ser diferente. El temor al juicio deja paso al gozo de acoger
a Dios, amigo de la vida. Ya nadie habla de su “ira” inminente. Jesús invita a la
confianza total en un Dios Padre. No solo cambia la experiencia religiosa del pueblo,
también se transforma la figura misma de Jesús.
Esta experiencia de encuentro personal con “el Hijo del Hombre” supone muchas veces
un cambio radical de la idea de Dios: cesa definitivamente la de un Dios distante y
temible, imprevisible y arbitrario, impositivo y humillador, para dar paso al Padre
cercano, todo bondad y amor incondicional del hombre.
58
Rom 5,5: “El amor que Dios nos tiene inunda nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha dado.”
65
Mientras no se tenga una experiencia semejante, habrá a lo sumo un cristianismo
intelectual: Dios será un concepto, no una realidad; su existencia será un postulado, no
una vivencia59.
¿Me amas? Esta pregunta que el Resucitado dirige a Pedro (Jn 21) nos recuerda a
todos los que nos decimos creyentes que la vitalidad de la fe no es un asunto de
comprensión intelectual, sino de amor a Jesús. Es el amor lo que permite a Pedro
entrar en una relación viva con Cristo resucitado y lo que nos puede introducir también
a nosotros en el misterio cristiano. “El que no ama, apenas puede entender algo acerca
de la fe cristiana” (Pagola, 2012)60.
Por lo tanto, no debemos olvidar que el amor brota en nosotros cuando comenzamos a
abrirnos a otra persona en una actitud de confianza y entrega que va siempre más allá
de razones, pruebas y demostraciones. De alguna manera, amar es siempre
aventurarse en el otro.
Jesús nos hace una invitación universal “Permaneced en mi amor” (Jn 15,9). Es lo
primero. No se trata solo de vivir en una religión, sino de vivir en el amor con que nos
ama Jesús, el amor que recibe del Padre. Ser cristiano no es en primer lugar un asunto
doctrinal, sino una cuestión de amor.
59
En nuestra vida, la experiencia de Dios debe ser transparente. Una experiencia que debemos
alimentar con el Pan de la Palabra pues esta nos revela el verdadero rostro de Dios y el
verdadero camino de realización humana.
60
Pagola, José Antonio. (2012). El camino abierto por Jesús. Evangelio de Juan. Madrid: PPC.
Pág. 255.
66
1.3 “El Hijo del Hombre”: Una llamada al seguimiento
Seguir a Jesús es también estar al tanto de las realidades que viven nuestros pueblos.
Implica poner nuestra mirada en los más pobres, en el enfermo que está en la calle sin
recibir una curación necesaria, en los desvalidos.
Si verdaderamente seguimos al “Hijo del Hombre” entonces nuestra vida debe ser un
resplandor de la misericordia y compasión con el prójimo. Cuando en nuestra iglesia
caminamos divididos, sin rumbo fijo, entonces no estamos siguiendo el camino
auténtico de Jesús.
CAMINO
En el evangelio de Juan encontramos un pasaje que amplía nuestra mirada hacia “el
Hijo del Hombre” como camino y seguimiento cristiano: Jn 14, 5-6: Le dice Tomás:
“Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” Le dice Jesús:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.”
Jesús se ofrece como el camino que podemos recorrer para entrar en el misterio de
Dios. Él nos puede comunicar la vida plena que anhela el corazón humano. Hoy son
muchos los hombres y mujeres que se han quedado sin caminos hacia Dios. “No son
ateos. Nunca han rechazado a Dios de manera consciente. Ni ellos mismos saben si
67
creen o no. Tal vez han dejado la iglesia porque no han encontrado en ella un camino
atractivo para buscar con gozo el misterio último de la vida que los creyentes llamamos
“Dios”. (Pagola, 2012)61.
Decir desde nuestra experiencia personal que Jesús es el camino, la verdad y la vida,
implica ciertos desafíos.
Por último, encontrar en Cristo la Vida. En realidad, las personas creemos a aquel que
nos da vida. Por eso, ser cristiano no es admirar a un líder ni formular una confesión
sobre Cristo. Es encontrarnos con un Cristo vivo y capaz de hacernos vivir.
61
Pagola, José Antonio. (2012). El camino abierto por Jesús. Evangelio de Juan. Madrid: PPC.
Pág.188.
62
Camino que implica renuncias, opciones y confrontaciones. Ser seguidor de Jesús es ir
contra corriente, es enfrentarse a un mundo donde lo más importante es la satisfacción egoísta
y la indiferencia a las diversas realidades fragmentadas.
68
Jesús es “camino, verdad y vida”. Es otro modo de caminar por la vida. Otra manera de
ver y sentir la existencia. Otra dimensión más honda. Otra lucidez y otra generosidad.
Otro horizonte y otra comprensión. Otra luz. Otra energía. Otro modo de ser. Otra
libertad. Otra esperanza63. Otro vivir y otro morir.
A partir del seguimiento a Jesús que podamos dar en nuestra vida se definirá la Iglesia
que estamos construyendo. Es entonces cuando resulta importante evaluarnos si
somos parte de los que integran el cambio en nuestra iglesia. O simplemente somos
sujetos pasivos que no nos dejamos interpelar por las Palabras de Jesús y de la
realidad eclesial; siempre que nos atrevemos a vivir algo de la bondad, la libertad, la
compasión que Jesús introdujo en el mundo, estamos haciendo más creíble a un Dios
Padre, último fundamento de nuestra esperanza.
En el evangelio de Juan encontramos una serie de pasajes que nos dejan un mensaje
apropiado a todos los cristianos para reflexionar en cuanto a nuestra actitud de
convivencia y comunión. La expresión “el Hijo del Hombre” contiene ese mensaje de
convivenvia y comunión entre el cielo y la tierra: Jn 3,13-14: “Nadie ha subido al cielo,
sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo.”
El pasaje de la Vid y los Sarmientos lo podemos entender hoy como la enseñanza del
“Hijo del Hombre”, que el ser humano es convivencia, es comunión. Estar con Cristo
63
Como cristianos del S. XXI, es preciso preguntarnos si realmente somos esperanza de la
Iglesia. Esperanza entendida como la actitud de compartir el mensaje del Evangelio que
sacude nuestra mente y nuestro corazón para llegar a Dios.
69
no se traduce de otro modo en la propia vida o en la vida de la comunidad. Desde esta
comparación, enseguida se percibe que la revelación de Jesús no es tanto un proyecto
en cuanto una vida en permanencia mutua. En Cristo y la comunidad. Sin embargo la
clave de toda vida comunitaria, está en permanecer en Jesús.
Desde la permanencia en Jesús se logra la sintonía con él. Otro de los frutos de esta
permanencia es la eficacia de la oración en el cristiano: “Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis” (15,7).
Ser cristiano hoy exige una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de
su persona y una pasión por su proyecto. Si no aprendemos a vivir de un contacto más
inmediato y apasionado con Jesús, la decadencia de nuestro cristianismo se puede
convertir en una enfermedad mortal.
64
La fe comienza a desfigurarse cuando olvidamos que, antes que nada, es un encuentro
personal con Cristo. El cristiano es una persona que se encuentra con Cristo y en él va
descubriendo a un Dios Amor que cada día le convence y atrae más. Lo dice muy bien Juan:
“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor” (1
Jn 4,16).
70
apartarnos de su proyecto. La falta de contacto interior con Cristo como fuente de vida
conduce poco a poco a un ateísmo práctico. De nada sirve seguir confesando fórmulas
si no se conoce la comunicación cálida, gozosa y revitalizadora que nos ha aportado él,
“el Hijo del Hombre”.
La eucaristía nos obliga a preguntarnos qué relaciones existen entre aquellos que la
celebramos, pues, es signo de comunión fraterna. Cuando falta la fraternidad, sobra la
eucaristía (Luis González Carvajal). Es decir, que cuando no hay justicia, cuando no se
vive de manera solidaria, cuando no se trabaja por cambiar las cosas, cuando no se ve
el esfuerzo por compartir los problemas de los que sufren, la celebración queda vacía
de sentido.
COMUNIÓN CONVIVENCIA
LA EUCARISTÍA
El pan de la Eucaristía nos alimenta para el amor y no para el egoísmo. Nos impulsa a
ir creando una mayor comunicación y solidaridad, y no un mundo en el que nos
desatendamos unos de otros. A través de la convivencia y la comunión obtenemos el
amor.
71
No se puede ser cristiano en solitario, pues el mandamiento más importante del “Hijo
del Hombre”, es el amor, y para eso hace falta una comunidad. Es Jesús, “el Hijo del
Hombre”, modelo por excelencia de la convivencia y comunión universal de la
humanidad.
72
Conclusiones
Al finalizar la presente investigación, sobre la comprensión de la expresión “el Hijo del
Hombre” en boca de Jesús según san Juan, podemos señalar como puntos
conclusivos más importantes, los siguientes:
La expresión: “el Hijo del Hombre”, significa en principio, tanto en hebreo como en
arameo simplemente “hombre”. Proviene del lenguaje ordinario, es decir, equivale a
“el hombre”, o en general “algún hombre” como Jesús.
La expresión “el Hijo del Hombre” en boca de Jesús según san Juan, está en
sintonía con el pensamiento religioso de la Tradición bíblica del Antiguo
Testamento, a partir de la cual hemos afirmado que la expresión contiene un
sentido mesiánico y escatológico.
La expresión “el Hijo del Hombre” en boca de Jesús según san Juan, no es una
creación del cuarto evangelista, puesto que hemos verificado que en términos
generales, ésta no se aparta de la Tradición sinóptica. Por lo cual, debe
considerarse que la expresión en San Juan, ha sido tomada de una fuente común a
la Tradición Sinóptica.
El cuarto evangelista, hace una presentación de la expresión “el Hijo del Hombre”,
en sintonía con la Tradición Cristiana, para indicar que es el título cristológico que
Jesús emplea con mayor frecuencia cuando habla de sí mismo.
73
Se constata además, que si la expresión “el Hijo del Hombre”, no era un título
habitual de la esperanza mesiánica, es una expresión que responde perfectamente
al modo de la predicación de Jesús, que se expresa mediante palabras enigmáticas
y parábolas, intentando conducir paulatinamente hacia el misterio, que solamente
puede descubrirse verdaderamente siguiéndole a él.
“El Hijo del Hombre” es uno solo, Jesús. Esta identidad nos indica el camino, nos
manifiesta el criterio por el que se juzgará nuestra vida en su momento.
En “el Hijo del Hombre”, prototipo de ser humano, del que Jesús aparece como
pionero, se realiza una síntesis entre el mundo interior y el exterior, entre
espiritualidad y acción, pues la presencia del Espíritu en Jesús define, por una
parte, su ser y, por otra, inseparablemente, su misión. El ser del “Hijo del Hombre”
se expresa en su actividad, que busca comunicar plenitud de amor y vida; y
viceversa, esa actividad revela su ser más profundo.
La figura del “Hijo del Hombre” tipificada en Jesús, aparece como el paradigma de
todos los valores humanos, sintetizados en el amor sin límites a la humanidad,
amor que produce la excelencia del ser y hace fecunda su actividad. Se revela,
pues, en “el Hijo del Hombre” toda la nobleza y dignidad del ser humano, su
autonomía y libertad, su fuerza y su ternura, su amplitud de espíritu y su
comprensión, su solidaridad, fraternidad y respeto para con sus semejantes, su
labor infatigable por el bien de todos, su coherencia hasta el fin.
74
“El Hijo del Hombre” no huye del mundo ni de la realidad humana, al contrario, se
implica en ella, tomando partido por los débiles y oprimidos hasta dar la vida, con
un amor que nunca se desmiente, para abrir a todos el camino de la plenitud e
impulsar la creación de una sociedad nueva.
Desde el punto de vista de la teología del “Hijo del Hombre” el cristianismo resulta
ser un humanismo pleno; de hecho, es el único que propone como meta la
realización del ser humano. Una realización trascendente que dignifica al ser
humano.
La expresión “el Hijo del Hombre”, que designa al Hombre-Dios cuyo prototipo es
Jesús, muestra que el interés primordial de Dios es el ser humano, y que su
proyecto consiste en hacer de él un “hijo” suyo, en la línea de Jesús, es decir, en
que desarrolle al máximo sus posibilidades. Todo lo demás ha de estar en función
de ese proyecto: la plena realización en nuestra vida como cristianos e hijos de
Dios.
Pastoralmente, la expresión “el Hijo del Hombre”, invita a todos los cristianos a ser
hombres y mujeres que construyan un criterio evangélico más coherente con la
vida, puesto que, es únicamente en Jesús donde encontramos respuesta a los
desafíos que la iglesia actual nos presenta en cuanto a la misión evangelizadora.
75
Bibliografía.
Barret, KIngsley Charles. (2003). Evangelio según san Juan. Madrid: Cristiandad.
González Faus, José. (1984). La Humanidad Nueva. Ensayo de Cristología. Bilbao: Sal
Terrae.
76
Hünermann P.(1997). Cristología. Barcelona: Herder.
Pagola, José Antonio. (2012). El camino abierto por Jesús. Evangelio de Juan. Madrid:
PPC.
77
ANEXOS
ANEXO 1
EL EVANGELIO DE JUAN
1. Autor
Se critica en este sentido, la tradición sobre un Juan, el presbítero, que está ligada a la
Iglesia de Éfeso. La composición progresiva del evangelio hace difícil situar a Juan en
los distintos niveles de su elaboración; además, la composición del evangelio se sitúa
en la segunda mitad del siglo II.
A lo interno de este evangelio, se niega la identidad del discípulo amado que ha escrito
estas cosas (Tuñí y Alegre, 2005).
El evangelista expresa que Jesús realizó mucho otros signos, pero que estos fueron
escritos para que creamos que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y para que
tengamos vida en su nombre (Jn 20,30-31). Es una clara invitación a la fe que tiene un
carácter universal.
78
2. Aspectos literarios
El lenguaje es directo. Usa con mucha frecuencia el presente histórico. Las frases se
unen muchas veces con la partícula kai (“y”).
A pesar de esta pobreza, se ha logrado una obra que pudiéramos denominar artística,
porque ha dotado a ciertos vocablos vulgares de una dignidad y profundidad
insospechadas. Del dramatismo de algunas escenas se hacen lenguas los estudiosos,
quienes no logran comprender cómo de un vocabulario tan exiguo y una gramática tan
sencilla se hayan podido elaborar narraciones tan sublimes (Sánchez, 2008)65.
El autor ha conseguido un estilo muy peculiar, de tal forma que, incluso el lector no
demasiado familiarizado con los escritos bíblicos, enseguida lo reconoce. Utiliza un
vocabulario propio para la transmisión de su pensamiento, que o no se encuentra en
los sinópticos o aparece con poca frecuencia. Estudios recientes han llegado a detectar
unas cuatrocientas características propias.
Fue escrito en lengua griega, denominada Koiné, aunque no han faltado quienes han
pretendido descubrir en el texto griego una traducción de un original hebreo (A.
Schlatter) o arameo (C.F Burney). Koiné significa en el lenguaje único y común que en
los tiempos de los primeros cristianos era el heredero de la diversidad de dialectos
griegos que existían anteriormente (Tuñí y Alegre, 2005).
65
Sánchez, Secundino. (2008). Evangelio de Juan. Bilbao: Desclée De Brouwer. Pág.25.
79
En relación a todos los aspectos anteriores, hay que aceptar dos hechos claros. Juan
adopta una nueva perspectiva no sólo teológica, sino también literaria. Utiliza
conceptos y términos nuevos. Muchos datos de importancia, que se encuentran en los
sinópticos, faltan en Juan.
Por su parte, Juan nos ofrece otros que amplían información sobre la historia de Jesús:
Prólogo, bodas de Caná, Nicodemo, la Samaritana, lavatorio de los pies, el sermón de
la cena, etc.
El Jesús de Juan deja traslucir más su gloria. Parece un resucitado que va inundando
de fulgor todo cuanto toca, pero no se muestra como un Dios que se pasea por la tierra
sin que ésta lo roce (Käsemann). Le tocan las penas de los hombres. Llega incluso a
llorar (Cf. 11,35).
Entre las diferencias de fondo del evangelio de Juan con los sinópticos encontramos
específicamente dos. Mientras que en los sinópticos Jesús predica el Reino, en Juan el
predicador Jesús se convierte en predicado; el Reino, es él mismo. Es lo que se ha
llamado la autobasileia.
3. Estructura teológica
80
a) Saltos topográficos como el caso de los capítulos 5 y 6. En el capítulo 5, Jesús
estaba en Jerusalén, donde cura al enfermo de la piscina de Betesda, y en el
capítulo 6, sin transición alguna pasa Jesús a la otra orilla del lago de Galilea (Jn
6,1).
Definitivamente, todos estos datos, a primera vista sin sentido, dan clave para la
interpretación del evangelio de Juan en conjunto. Se debe buscar el sentido teológico
del mismo.
81
4. ¿El Evangelio del Padre?
Es exacto cuando dice Jesús: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9), o
“salí del Padre y he venido al mundo, ahora dejo otra vez el mundo y yo voy al Padre”
(Jn 16,28).
El Padre es quien envía a Jesús no a condenar al mundo, sino a salvarlo (Jn 3,17).
Cuando se le acusa a Jesús de realizar milagros, él dirá que no hace sino seguir la
actuación del Padre (Jn 5,19). Por tanto, el Padre es quien hace los milagros y el que
lava los pies de los discípulos.
Juan es el evangelista que más veces ha puesto en labios de Jesús la palabra “Padre”
(Sánchez, 2008)66.
66
Sánchez, Secundino. (2008). Evangelio de Juan. Bilbao: Desclée De Brouwer. Pág.31.
82
necesitaran comprarlo (Jn 2,16). La realidad del Padre aparece de forma singular en el
cap. 17.
El evangelista presenta a Jesús en el centro, no solo del mundo judaico sino del mundo
entero, señalando de esta manera que la validez de la centralidad de Jesús es de
carácter universal. Es señalado explícitamente como el salvador del mundo porque el
evangelio expresa que ellos mismos han oído y conocido que Jesús es el salvador del
mundo (Cf. Jn 4,42), confirmando de esta manera el carácter universal de la misión de
Jesús (Caba, 1977).
Jesús se presenta en este evangelio como el centro donde converge toda la Sagrada
Escritura y con una dimensión universal.
Las palabras que se emplean en este evangelio (pan, luz, camino, verdad, vida), son
palabras que identifican a Jesús pues van unidas a “Yo soy”: “Yo soy el pan de vida”
(Cf. Jn 6,35), “Yo soy la luz del mundo” (Cf. Jn 6,35), es luz para iluminar (Cf. Jn 8,12),
es camino que lleva al Padre (Cf. Jn 14,6), es verdad porque conociéndolo a Él
67
Caba, J. (1977). El Jesús de los evangelios. Madrid: BAC
83
conocemos al Padre (Cf. Jn 14,7) y es vida porque quien crea en Él aun cuando muera,
vivirá (Cf. Jn 11, 25-26).
En este evangelio se rompen las distinciones que se hacen entre el pueblo y los que no
pertenecen a él; lo que Juan dice va dirigido al mundo; es decir, va dirigido a todos los
hombres, y la razón es que toda la humanidad está necesitada de estas palabras y,
sobre todo, de su significado.
El mundo necesita un camino y necesita también lo que implica ese caminar: verdad,
vida, pan, luz 68(Caba, 1977).
a) La Palabra que se hace carne. Con esto se indica que Aquel que existía desde el
principio, que estaba con Dios y que era Dios, se inserta en la humanidad (Cf. Jn 1,1).
En esta acción, Jesús asume la fragilidad y debilidad humana. Es la existencia histórica
de Jesús que se encarna en el mundo, se encuentra lo divino y lo humano. Acepta
existir como hombre Aquel que ya existía desde siempre como Dios.
b) El enviado del Padre. Ha habido muchos enviados por el Padre, a quienes se les
ha comunicado su misión y, luego de presentar sus dificultades, son ayudados por el
Señor para cumplir la misma.
68
Cf. Ídem.
84
c) El Hijo del Hombre. Este término indica su origen divino porque “el Hijo del Hombre”
ha bajado del cielo (Cf. Jn 3,13), Juan también emplea esta expresión al referirse a su
elevación después de la muerte (Cf. Jn 3,14), pero sobre todo, “el Hijo del Hombre”
actúa en el presente para que creamos en Él, en eso consiste la obra de Dios (Cf. Jn 6,
27-29).
85
ANEXO 2
En todo el evangelio de Juan, la expresión articulada “el Hombre” / “el Hijo del Hombre”
aparece once veces.
Jn 3,13
“Nadie ha subido al cielo sino el que
bajó del cielo, el Hijo del hombre.”
86
“Obrad, no por el alimento perecedero,
sino por el alimento que permanece
87
le dijo: “¿Tú crees en el Hijo del
hombre?”
88