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LIBRETO HISTORIA DE NUESTROS HÉROES

INTRODUCCIÓN EN OFF: El Liceo de Administración y Comercio San Sebastián con mucho agrado
saluda a nuestras autoridades provinciales y comunales, autoridades militares, autoridades del
establecimiento , docentes asistentes de la educación y alumnos.

Como es de costumbre y por la importancia que tiene para el ejército de Chile conmemorar las
fiestas patrias de nuestro país, debido al esfuerzo de muchos soldados chilenos, por luchar por
la independencia y paz de chile y perpetuarla en el tiempo, es por eso y en honor a nuestras
fiestas nacionales recordaremos aquellos héroes que soñaron y lucharon por una nación nueva,
conoceremos un poco de su historia y también de sus aportes a una patria libre de la cual
disfrutamos hoy y que el Ejército de Chile ha mantenido en el tiempo….

Música

(Comienza presentación del primer héroe en conjunto con la locutora)

Locutora: soplaba el viento en un martes frio de 18 de septiembre de 1810 , y 450 vecinos de


gran importancia de la ciudad de Santiago se reunían para tomar una determinación de que
sistema de gobierno debían adoptar para conservar los dominios al señor don Fernando VII"
mientras se encontraba en cautiverio.

surge así la primera junta de gobierno, para muchos en la actualidad el primer indicio de la idea
independentista… para la época solo proteger las colonias en ausencia del rey.

sin embargo con los hechos sucedidos en España muchos criollos sobre todos jóvenes vieron la
posibilidad de crear una nación nueva libre de la corona española.

Es así como un 25 de julio de 1811 regresa a su Patria un joven llamado José Miguel Carrera
Verdugo, perteneciente a una de las más ilustres familias del Reino. Nacido el 15 de octubre de 1785
hijo de Ignacio de la Carrera y Cuevas y doña Francisca de Paula Verdugo Fernández de Valdivieso
y Herrera. Quien y como era costumbre de la época a la edad de nueve años se había incorporado
como cadete del Regimiento de Caballería del Príncipe, viajando en 1806 a enrolarse al ejército
español y en los Voluntarios de Madrid y los Húsares de Farnesio participando en muchas batallas
al servicio del Rey

Al llegar a Santiago y con pensamiento más independentista, el 04 de septiembre de 1812 junto


a su hermanos realizan un golpe de estado disolviendo el congreso nacional llevando al gobierno
a la familia Larraín a quienes derrocó de igual manera el 15 de noviembre del mismo tomando
por completo el gobierno de Chile, lo que lo llevo a enemistarse con ilustres criollos e incluso la
desaprobación de su padre….

( comienza representación)

( música)
Locutora: Los consejos ni la desaprobación de sus actos hicieron que José Miguel Carrera , diera
pie atrás a la idea de una nación Libre y con la mediación de Don Bernardo O'Higgins, a quien lo
coloco a mando del gobierno ante una eminente Guerra civil realizó varias obras beneficiosas
para el país como las que se encuentran el primer periódico de chile, el Reglamento constitucional
de 1812, presento a la nación su primera bandera y escudo de armas, dispuso que los monasterios
tuvieran escuelas de hombres y mujeres, creando un instituto de enseñanza, hoy Instituto Nacional.
Dispuso el mejoramiento de los hospitales de Santiago y tomó otras providencias muy adelantadas
para su época, transportando a Chile lo que había visto en Europa.

En marzo de 1813, tras la llegada del ejército realista asume como General en Jefe del Ejército y
combatió en Yerbas Buenas, San Carlos, Talcahuano y puso en sitio la ciudad de Chillán, desde donde
se tuvo que retirar por no contar con los medios adecuados.

En enero de 1814 le sucede en el mando del Ejército, el Brigadier Bernardo O'Higgins. Una vez
entregado el mando en Concepción, fue hecho prisionero por los españoles, pero logra fugarse.
vuelve nuevamente al gobierno tras deponer a Francisco de la Lastra lo que le trajo varios
problemas con el General O'Higgins quienes hacen las pases para enfrentarse al Brigadier
Mariano Osorio lo que no tuvo resultados porque se produce el desastre de Rancagua.

luego de este hecho y con sus carácter Intrépido, ambicioso y rebelde, emigra a Mendoza
enemistándose con su gobernador lo que lo llevo a ser tomado prisionero y desterrado a buenos
aires, sin embargo continuo con sus ideas de libertad y viaja a estados unidos en ayuda para
reconquistar chile. Se entrevistó con el Presidente de esa nación, James Madison, y muchas
personalidades influyentes y gracias al apoyo del Comodoro Davis Porter, logró organizar una
escuadrilla de cuatro buques en los que izó el pabellón nacional y embarcó una considerable
cantidad de armas, municiones y pertrechos y una brillante oficialidad extranjera.

Arribó a Buenos Aires en enero de 1816, donde el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río
de la Plata, Brigadier Juan Martín de Pueyrredón le retiene las naves y lo somete a prisión.

Nuevamente se fuga y se dirige a Montevideo y recibe la protección del General portugués Carlos
Federico Lecor. Allí conoce del asesinato de sus hermanos por el Gobernador Toribio Luziriaga y por
Bernardo Monteagudo, efectuado en Mendoza.

En 1819, desde Montevideo manda panfletos a Buenos Aires y a las Provincias Unidas, propiciando
el estado federativo y denunciando los intentos de José de San Martín y Juan Martín de Pueyrredón
de establecer una monarquía.

Expulsado de Montevideo, se une a los caudillos de las provincias del norte de Buenos Aires y vencen
a las fuerzas de Pueyrredón, instalando en el poder a Manuel de Sarratea, amigo suyo, quien
establece el estado federativo, que se mantiene hasta hoy.

Nuevos movimientos revolucionarios lo obligan a huir hacia las tolderías de los indios de Ranqueles,
que lo nombran Pichi Rey.

Tratando de regresar a Chile, vence al Gobernador de Mendoza y al Jefe de las fuerzas de San Luis y
mantiene su supremacía en la región, a pesar de los varios intentos por derrotarlo.
Las autoridades chilenas y ante el eminente peligro que Carrera representaba para la estabilidad del
gobierno, si lograba pasar a Chile, envió medios para reforzar a sus opositores.

El 21 de agosto de 1821 es derrotado en El Médano y retirándose hacia Jocolí es traicionado por el


Comandante cordobés Manuel Arias y es hecho prisionero. Conducido a Mendoza es procesado por
un tribunal militar y condenado a muerte.

El 04 de septiembre de 1821 es fusilado cuyo último grito fue “muero por la Libertad de América”

(música ) e imágenes para finalizar

comienza imagen de Manuel rodríguez

Locutora: Manuel Javier Rodríguez Ordoíza, conocido como el hijo de la rebeldía… gran luchador
del gobierno de todos… nació en Santiago el 24 de febrero de 1785. Era hijo de don Carlos
Rodríguez, español de origen y de doña María Loreto Ordoíza.

El año 1790 ingresó al Colegio Carolino. Egresó en 1791, después de terminar sus humanidades, con
muy buenas calificaciones. Inmediatamente se inscribió en la Universidad de San Felipe, en la
cátedra de Filosofía, pero en marzo de 1802 se matriculó en la cátedra de Derecho.

En enero de 1809, después de brillantes exámenes, se recibió de bachiller en Cánones y Leyes.


Prestó el juramento de rigor y se convirtió en flamante abogado a los 24 años.

Su vida pública comenzó el 11 de mayo de 1811, al ser nombrado Procurador de la ciudad de


Santiago por el Cabildo Metropolitano. El 4 de septiembre de 1811, fue elegido Diputado al
Congreso por la ciudad de Talca. El 15 de noviembre de 1811, fue elegido Diputado por la ciudad de
Santiago. El 16 de noviembre de 1811, fue nombrado Secretario de Guerra.

El 2 de diciembre de 1811, fue incorporado al Ejército, con el grado de Capitán y designado


Secretario del General José Miguel Carrera. En este puesto y con este grado concurrió a las
Campañas del Sur hasta 1813.

El 10 de agosto de 1814, fue nombrado Secretario de Hacienda y Gobierno en la junta que presidía
nuevamente don José Miguel Carrera. El 23 de junio de 1817, San Martín le extendió el
nombramiento de Teniente Coronel y lo agregó al Estado Mayor del Ejército.

Por decreto de 17 de noviembre de 1817, el Gobierno lo declaró "Benemérito de la Patria", en virtud


de sus grandes servicios prestados a la causa de la libertad del país.

El 15 de diciembre de 1817, San Martín lo nombró Auditor de Guerra del Ejército que se disciplinaba
en el Campamento de Las Tablas.

El 21 de marzo de 1818 el Gobierno, presidido por el Coronel De la Cruz, lo nombró su Edecán. Al


día siguiente, en una Asamblea en que hicieran uso de la palabra la mayoría de los ciudadanos, se
le designó, junto con el Coronel Luis de la Cruz, Directores Supremos de la Nación, cargo que
mantuvo durante 48 horas. En estas circunstancias, Manuel Rodríguez organizó la defensa de la
ciudad, armó a los ciudadanos y creó el Escuadrón HUSARES DE LA MUERTE, del cual se nombró
Comandante, con el grado de Coronel, el 23 de marzo de 1818.

( comienza representación)

Música

De todos nuestros héroes patrios ninguno tiene, tal vez, aventuras tan numerosas y diversas como
Manuel Rodríguez. Es una encarnación múltiple, incesantemente renovada y siempre feliz, de la
astucia, el valor, la generosidad y del ingenio socarrón de nuestro pueblo. Acaso por esto, ninguno
posee su popularidad.

Las historias y leyendas que le evocan son incontables. Poetas y prosistas de todo nivel le han
tomado de punto de partida; los romances, por ejemplo, se multiplican. Y siempre con evidente
admiración y particular cariño.

En efecto, por medio de ataques combinados, asaltó las ciudades de San Fernando, Talca, Curicó,
Talagante, Melipilla y consiguió sembrar el pánico entre los españoles. Lo más importante de su
acción fue minar la moral combativa de los peninsulares, al hacerles creer que el Ejército de los
Andes podía atravesar cualquier día, en cualquiera época y por cualesquiera de los pasos del norte,
del centro y del sur de Santiago y derrotarlos sin apelación, atacándolos simultáneamente por todos
esos lugares.

Es por eso que a Manuel Rodríguez se le puede asignar el calificativo honrosísimo de "El Caudillo de
la Reconquista", porque él provocó el fraccionamiento de los españoles a que se vio obligado Marcó
del Pont y que facilitó la victoria de Chacabuco.

Cuando el Ejército patriota se aprestaba a enfrentarse al español en una acción decisiva para la
suerte de la República, sobrevino la sorpresa y desastre de Cancha Rayada, que trajo a la capital un
hálito de desesperación y de muerte, infundió el pánico en sus habitantes y les hizo entrever -de
nuevo- las tristezas y horrores de una segunda Reconquista.

En aquellos momentos Rodríguez fue el alma de la Patria. Recorrió las calles arengando al pueblo,
visitó los Cuarteles, la Maestranza, hizo abrir los almacenes de armas, distribuyó el armamento que
allí encontró, organizando la defensa de la capital. Reunida la Asamblea conjuntamente con el
Cabildo, Rodríguez les dirigió, con fervor, la palabra, de cuya inspirada peroración se conserva la
frase memorable: "¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!"

La muerte de Manuel Rodríguez es uno de los hechos que han enlutado nuestra historia patria.
Después de haber sido juzgado y al ser conducido a Quillota, fue ultimado en Tiltil el 26 de mayo de
1818. En su muerte, al parecer, no habría estado ajena la influencia de Bernardo Monteagudo,
miembro de la Logia Lautarina. Al momento de su muerte tenía 33 años.

Su vida fue un continuo ir y venir de vicisitudes, de incertidumbres y de pasión patriótica. La justicia,


aunque tarde o póstuma, se hace presente y de este modo se explica que las generaciones
posteriores hayan brindado un reconocimiento cálido, elocuente y espontáneo a su valentía y
esfuerzos, tendientes a obtener una Patria libre.
En la capital y todos los pueblos de la República, está grabado su nombre en las calles, plazas y
paseos. El teatro, el canto y la cinematografía han recordado y enaltecido las hazañas de Manuel
Rodríguez.

(música ) e imágenes para finalizar

comienza imagen de javiera Carrera

Locutora: en una época que a la mirada de hoy, solo tenían cabida los varones, la historia de
nuestro país nos cuenta que hubo muchas mujeres que apoyaron y se destacaron por su
participación en la lucha independentista… hoy hablaremos de Doña Javiera Carrera Verdugo ,fue
una Patriota Chilena que se destacó por el apoyo a la lucha por la Independencia de Chile. Hija mayor
de Ignacio de la Carrera Cuevas y de Francisca de Paula Verdugo Valdivieso, nació en Santiago en
1781, fue activa partidaria de la independencia y ejerció gran influencia sobre sus tres célebres
hermanos, Juan José, José Miguel Carrera y Luis, Verdugo. Recibió una esmerada educación y estuvo
en su infancia rodeada por los hombres más ilustres del país, que visitaban la casa de su padre.
Javiera, se destacó por su belleza y elegancia, contrajo matrimonio en dos ocasiones, la primera con
Miguel de la Lastra, el cual pereció ahogado en el río Colorado en 1799, dejando a Javiera con dos
hijos. En 1800 se casó por segunda vez, en esta ocasión con Pedro Díaz de Valdés, asesor de la
Capitanía General de Chile con quién tuvo 5 hijos. Tras los diversos hechos que comenzaron el

Se hizo conocida, al esconder a soldados en su casa, recibir las carretas conducida por los “huasos”
con armas, entre otras acciones con las que apoyaba al sector Patriota. Cuando sus hermanos
organizaron un Golpe de Estado, Javiera los apoyó. Apasionada, fue ideóloga de muchos de los
planes para la independencia de Chile.

(Comienza representación)

Música

Con su carácter fuerte y de idea fija frente a la presencia de las tropas Realistas en marzo de
1813, enviadas desde Lima para terminar con los movimientos independentistas, obligó a su
hermano José Miguel a luchar al frente del Ejército Patriota para detener el avance de las fuerzas
realistas. Javiera, colaboró enérgicamente en esta lucha; llevó y trasmitió mensajes, movilizó grupos
de mujeres para que confeccionaran vendas y ropa y organizó un grupo de enfermeras para asistir
a heridos y soldados. El gobierno del General Carrera, se extendió desde diciembre de 1811 hasta
octubre de 1814. Javiera no ocupó ningún cargo político, pero se desenvolvió en forma anónima
dentro de la esfera del poder. Actuó como asesora y consejera y su influencia fue siempre
incuestionable.

Javiera Carrera Verdugo, bordó la primera bandera chilena llamada actualmente “bandera de la
Patria Vieja”, la cual fue izada por primera vez en una cena con el cónsul estadounidense en Chile,
Joel Roberts Poinsett, el 4 de julio de 1812, para celebrar un aniversario de la independencia del
país del que Poinsett era originario. La bandera es azul por el cielo, blanca por las nieves de la
cordillera y amarilla por los campos de cosecha.

Tras el Desastre de Rancagua, Javiera junto a su hermano y la mayoría de los patriotas, se ve obligada
a huir a través de la cordillera. Deja a su familia para instalarse en Mendoza con sus hermanos.
Fueron cinco los años que permanecieron en la Argentina. Los primeros años, obligados por la falta
de dinero, Javiera y sus hermanos realizaron todo tipo de trabajos, pintaron naipes, prepararon
comidas criollas chilenas y montaron una pequeña fábrica de cigarrillos. Su objetivo principal era
buscar apoyo para libertar a Chile desde Buenos Aires, Brasil y Estados Unidos. Finalmente, José
Miguel Carrera viajó a EE.UU logrando reunir una escuadra para liberar su país. Javiera tuvo una
actuación importante durante este tiempo pues era mensajera y acaudillaba y dirigía los planes. La
casa de Javiera fue un lugar de encuentro, de información y un refugio que hacía sentir menos solos
y más seguros a sus compatriotas. No obstante la fatalidad siguió golpeando a la familia Carrera, el
5 de agosto de 1817 en Mendoza apresaron a Luis y Juan José, Javiera desde Buenos Aires, usó todas
sus influencias para salvarlos, pero no logró una gestión favorable. Y sin poder ser trasladados a
finalmente, los 2 hermanos Juan José y Luis Carrera fueron fusilados el 8 de abril de 1818. Javiera
sería desterrada y más tarde recluida en un convento en Buenos Aires. En 1819 huye a Montevideo,
donde recibe, en 1821, la noticia del fusilamiento de su último hermano, José Miguel, en Mendoza,
el 4 de septiembre de 1821. El 4 de febrero de 1824 Javiera Carrera se embarcó en el "Tritón", rumbo
a Valparaíso por el Cabo de Hornos.

De vuelta en su Patria, Javiera abandonó la vida pública, se aisló en su hacienda de El Monte. Se


propuso, como única aspiración, repatriar los restos de sus hermanos enterrados en Mendoza. Los
cuerpos llegaron a Chile en mayo de 1828. El 20 de agosto de 1862, muere en su amada Patria.

música

imágenes de Bernardo O’Higgins

Locutora: En el crudo invierno de 1778, el día 20 de agosto, en una blanqueada y vetusta casa de
adobes de Chillán Viejo, rasgó el aire el primer llanto de un niño. Nadie imaginaría en aquel
momento que esa criatura tan pequeña, indefensa, sería el padre de una Patria libre; sería el heroico
General que galoparía victorioso por los campos de Chile; sería el primer gobernante de la naciente
República.

Era hijo de un irlandés al servicio de la corona de España, el entonces Intendente de Concepción


don Ambrosio O'Higgins y de una "señora principal" de Chillán, doña Isabel Riquelme.

El misterio cae y cubre sus primeros años. Una reserva total acalla sus primeros pasos y apaga sus
primeros balbuceos.

Sólo hay constancia de que en noviembre de 1782, a los cuatro años y dos meses de edad, un
apuesto Oficial de la Colonia, lo sacó de Chillán, a lomo de su caballo y lo llevó a Talca, a casa del
acaudalado comerciante y agricultor Juan Albano Pereira. Aquí fue bautizado; aquí recibió los
cuidados y el cariño de la esposa de don Juan, doña Bartolina de la Cruz y aquí inició sus juegos
infantiles con el hijo de aquel matrimonio, el que sería futuro sacerdote y gran amigo de O'Higgins,
don Casimiro Albano de la Cruz.

Pasaron los años. En 1788 don Ambrosio fue nombrado Gobernador de Chile. Queriendo darle a su
hijo una buena educación, primero lo envió a Chillán al "Colegio de Naturales"; luego a Lima al
aristocrático colegio de San Carlos y por último al Viejo Mundo.

En 1794 se encontró en Cádiz, al lado de su tutor don Nicolás de la Cruz, pero a los pocos meses éste
lo trasladó a Londres donde fue alojado en casa de los fabricantes de relojes Spencer y Perkins,
quienes lo explotaron, entregándole sólo parte de las remesas que le enviaba periódicamente su
padre.

Por espacio de cuatro años perfeccionó sus estudios en una academia de Richmond, cercana a la
capital. Por aquel entonces conoció a Francisco Miranda -precursor de la Independencia de América
hispana- y recibió de él preciosos conocimientos y consejos que después le servirían para tomar
parte activa, en la lucha por la libertad de su Patria.

Regresó a Cádiz en 1799. El 3 de abril de 1800 decidió su regreso a América y se embarcó en la


fragata "Confianza", pero ésta fue capturada por un barco inglés y O'Higgins, después de muchas
vicisitudes, logró regresar a Cádiz, permaneciendo en España durante dos años más.

Al recibir la triste noticia del fallecimiento de su padre, acaecido en Lima el 18 de marzo de 1801,
logró embarcarse nuevamente en abril del año siguiente. Llegó a Valparaíso el 6 de septiembre de
1802, después de ocho años de permanencia en el Viejo Mundo.

Antes de morir don Ambrosio alcanzó a testar en favor de su hijo la hacienda Las Canteras, con
16.689 cuadras y más de 4.000 cabezas de ganado. Don Bernardo hizo una visita a Lima para
recibirse de su herencia.

Los años corrieron, O'Higgins alternó el campo con la ciudad. Fue nombrado Alcalde de Chillán en
1806, Subdelegado de la Isla de la Laja en 1810 y a principios de 1811, se alistó bajo las banderas de
su Patria y a los primeros clamores de libertad e independencia, O'Higgins no titubeó, y
reemplazando el arado por la espada, se dio a la tarea de organizar a los inquilinos de su hacienda
para el combate.

El mismo, consciente de su falta de preparación militar, acudió al Coronel Juan Mackenna, a quien
le pidió con singular modestia que lo instruyera sobre los conocimientos militares de que él carecía.
En Concepción asistió a reuniones clandestinas, donde Martínez de Rozas, como representante de
la Logia de Cádiz, preparaba el ambiente para la Independencia. El ascendiente que supo inspirar lo
llevó en 1805 a ser Regidor y Alcalde de Chillán, a organizar un cuerpo militar de insurgentes y a ser
elegido Diputado por el partido de Laja en el primer Congreso Nacional.

Aunque O'Higgins no participó en los movimientos revolucionarios del 4 de septiembre, 15 de


noviembre y 2 de diciembre de 1811 organizados por José Miguel Carrera, concordó con ellos
participando en la Junta de Gobierno.

Cuando en 1813 se apoderaron los realistas de Los Angeles, se vengaron quemando las casas de su
fundo, talando los campos y tomando prisioneras a su madre y a su hermana. Pero O'Higgins,
irguiéndose ante el infortunio, la pobreza y la destrucción, se presentó al Comandante en Jefe con
1.400 soldados instruidos por él mismo tomando parte en el Sitio de Chillán.

El 17 de octubre de 1813, a orillas del río ltata, en el lugar llamado "El Roble", Carrera, al mando de
las bisoñas fuerzas patriotas, tuvo que lanzarse a nado para no caer prisionero. Era el momento de
O'Higgins. Tomó el fusil de un soldado que cayó muerto a sus pies y con estentórea voz exclamó:
"¡O vivir con honor o morir con gloria!, ¡El que sea valiente que me siga!". Este singular acto de
arrojo y valor sirvió para que la sorpresa y la derrota de los primeros momentos se convirtieran en
victoria para las fuerzas nacionales.

Por discrepancias con la Junta de Gobierno, Carrera renunció y propuso a O'Higgins como
Comandante en Jefe del Ejército, quien como tal derrotó al adversario en los combates de "Quilo",
"Membrillar", "Tres Montes" y "Guajardo". En "Quechereguas" obligó a los realistas a retirarse a
Talca.

El desacertado gobierno de La Lastra, el vergonzoso Tratado de Lircay, Ia fuga de los Carrera de


Chillán, donde fueron prisioneros de los realistas, la popularidad de José Miguel y el clamor del
pueblo, determinaron que el 23 de julio Carrera derrocara a aquél y se constituyera en Presidente
de la Junta. O'Higgins se opone y marcha con sus fuerzas a Santiago, siendo derrotado por Luis
Carrera en "Tres Acequias" en agosto de 1814. Se refugió en la hacienda de Paula Jaraquemada,
dispuesto a continuar la lucha, pero ante el desembarco de Osorio, que se había apoderado del
territorio hasta Talca, se subordina con sus fuerzas a Carrera para preparar juntos la resistencia.

Así en Rancagua, los días 1 y 2 de octubre de 1814, solamente 1.800 patriotas con nueve cañones
sufrieron durante 36 horas el asedio de 4.500 realistas y dieciocho cañones.
Carrera, con la División de Reserva, permaneció en las Bodegas del Conde, mientras O'Higgins y Juan
José defendieron la línea del Cachapoal. Cuando Osorio, el 1 de octubre al amanecer inició el cruce
del río, el mayor de los hermanos se refugió en Rancagua. El Libertador acudió a reforzarlo y, aunque
tenía menor rango que el Brigadier Juan José Carrera, a petición de éste asumió el mando y la
defensa de la plaza.

Después de un día de combate con muchas bajas, en que los realistas efectuaron tres asaltos,
cortaron el agua e incendiaron la ciudad, O'Higgins envió al Comandante en Jefe el siguiente parte:
"Si vienen municiones y carga la Tercera División, todo es hecho". Carrera respondió: "Municiones
no pueden ir sino en la punta de las bayonetas. Al amanecer, hará sacrificios esta División".
Verbalmente le mandó a decir que "como no se puede encerrar en la villa, le ayudará facilitándole
la salida de las Divisiones".

Al aclarar, atacó la III División, la que fue detenida por la reserva realista, produciéndose el desbande
de los reclutas armados sólo de lanzas y machetes, siendo inútiles los esfuerzos para evitarlo. A
pesar de todo, don Bernardo siguió resistiendo; pero, ante el estallido de la munición, no pudo
continuar y ordenó: "Monte a caballo el que pueda. ¡Nos abriremos paso a través del enemigo!"

El audaz General se decidió a romper el cerco y seguido por Freire y sus valientes dragones, cruzó
cual ciclón entre las atónitas huestes realistas, rubricando así una de las páginas más sublimes de
nuestra historia.

Así terminó la Patria Vieja y se inició la Reconquista, trasladándose el Libertador a Mendoza con los
soldados que quedaron.

En Mendoza, O'Higgins colaboró a San Martín a organizar en El Plumerillo el poderoso Ejército


Libertador, que inició su marcha en enero de 1817 -previa dispersión de los efectivos del Rey en el
Valle Central que logró Manuel Rodríguez-, efectuando el cruce de Los Andes por cinco diferentes
pasos, para concentrarse en Curimón, al sur del Aconcagua, frente al camino a Santiago por cuesta
de Chacabuco, donde ocupaban posiciones los 1.400 soldados realistas que pudieron reunirse.

En su plan, San Martín consideraba una ofensiva frontal de O'Higgins con su División y otra
envolvente., que realizaría el General Estanislao Soler con la suya, debiendo efectuarse ambas
simultáneamente. Debido al atraso del argentino y para amarrar al adversario, don Bernardo inició
el ataque: "¡Soldados!: ¡Vivir con honor o morir con gloria! ¡El que sea valiente que me siga!
iColumnas a la carga!" La decisión del prócer definió la victoria. Consumada ésta, emergió la División
de Soler.
Esta batalla demostró el temple de O'Higgins al proceder bajo su responsabilidad. El triunfo fue el
resultado de la acción de las fuerzas de don Bernardo, sin dejar de reconocer la magnífica
concepción estratégica de San Martín, al idear la operación.

Cuatro días después del triunfo de Chacabuco, el 16 de febrero de 1817, el Cabildo Abierto proclamó
a O'Higgins como Director Supremo y una de sus primeras preocupaciones fue organizar la
resistencia contra los realistas dirigidos por el Coronel Ordóñez, que dominaban el territorio desde
el río Ñuble al sur.

Cuando el 6 de abril Freire ocupó Concepción, los españoles se refugian en Talcahuano, puerto que
sitió al Libertador por seis meses, debiendo levantarlo debido al desgaste sufrido y la llegada de
Osorio. Se retiró a Concepción y después al norte.

En la marcha paralela de ambos ejércitos al norte, se produjo el desastre de "Cancha Rayada", en el


que O'Higgins se destrozó el codo derecho. Sin considerar prescripción médica, viajó a Santiago,
donde preparó la resistencia. En base a la División De las Heras, se concentraron las tropas en
Ochagavía para dirigirse a "Maipú", donde el 5 de abril de 1818 se definió la Independencia. Allí
acudió el prócer al mando de mil milicianos saludando al vencedor: "¡Gloria al salvador de Chile!"
San Martín le contestó: "Chile no olvidará jamás al ilustre inválido que se presenta herido al campo
de batalla".

Al trocar sus arreos de combate por la responsabilidad del gobernante, puso al servicio de la
naciente República el caudal inagotable de su pureza de alma, su tesonero esfuerzo, su patriotismo
sin reservas. Hizo de Chile "un Estado libre, independiente y soberano.... con plena aptitud para
adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses", según consta en el acta de la
Independencia de Chile, firmada el 1 de enero de 1818 y jurada el 12 de febrero del mismo año, en
solemne ceremonia pública.

Desde que fue designado Director Supremo de la Nación, los esfuerzos de O'Higgins se dirigieron a
organizar la Primera Escuadra Nacional. "Este triunfo y cien más se harán insignificantes si no
dominamos el mar", había dicho después de la victoria de Chacabuco.

El período en que le correspondió gobernar fue extraordinariamente difícil y delicado. Todo estaba
por hacerse; las leyes e instituciones del régimen colonial debió readaptarlas al principio
republicano y tuvo que estructurar un sistema social sobre bases más humanas e igualitarias. Nadie
podrá quitar jamás a O'Higgins el mérito de haber sido, entre los próceres de América, uno de los
pocos cuyas ideas republicanas fueron inquebrantables, oponiéndose tenazmente a cualquier
sistema monárquico de gobierno, tan en boga entre los líderes americanos de ese momento.
El Libertador consideraba que una República era el único gobierno apropiado para nuestro país. Así
lo exigían "nuestros juramentos y el voto de la naturaleza indicado en la configuración y riqueza que
los distingue; si nuestros sacrificios no han tenido un objetivo insignificante; si los creadores de la
revolución se propusieron hacer libre y feliz a su suelo", esto sólo se lograría con un gobierno
republicano.

Esta República recitaba de nuevas leyes "Rodeados de felices circunstancias, coronados por la
victoria, vengada la Patria, destruidos los gérmenes desorganizadores, restablecida en fin la paz
interior, es ya tiempo, amados compatriotas míos, de que establezcamos los cimientos de un
venturoso porvenir. Estáis hartos de gloria y de triunfos, ahora necesitáis instituciones y leyes... Es
necesario aplicar remedios a males envejecidos, pesar y aumentar nuestros recursos, consolidar el
crédito público, reformar nuestros códigos, acomodándolos a los progresos de la ciencia social y al
estado de la civilización del país; circunscribir últimamente la autoridad dentro de ciertos y seguros
límites que sean otras tantas garantías de los derechos civiles y den al poder público todas las
facilidades de hacer el bien sin poder dañar jamás".

O'Higgins organizó la República en lo jurídico, educacional cultural y material. Tribunales de Justicia,


de Administración, Colegios, Bibliotecas, Hospitales, Cementerio y urbanización de las ciudades. Su
generosidad personal continuó, como en su primera intervención pública. Dos Constituciones
honran su nombre: las de 1818 y 1822.

A estos documentos jurídicos se les une la creación de un Ejército y una Armada netamente chilenos,
la creación de la Escuela Militar que aún conserva su notable mensaje "Para ser Oficial de Ejército
no se exigen más pruebas de nobleza que las verdaderas que forman el mérito, la virtud y el
patriotismo". Organizó también la Academia de Guardiamarinas.

Su fecundo período se caracterizó asimismo por la fundación de nuevas ciudades a lo largo del país,
la organización de la policía urbana y rural, la transformación del basural de La Cañada en la Alameda
que hoy lleva su nombre, y la fundación de numerosas obras públicas que son parte de su labor
imperecedera.

En lo espiritual, lograda la Independencia en la acción de Maipú, prometió erigir un templo votivo


en honor a la Virgen del Carmen, Patrona del Ejército de Chile; ordenó componer la nueva Canción
Nacional, el Escudo de Armas de la República; fundó la "Orden al Mérito" para ciudadanos ilustres,
que reemplazaría los títulos de nobleza y escudos de armas, que fueron suprimidos.

En lo educacional dispuso la reapertura del Instituto Nacional; fundó la Biblioteca Nacional; ordenó
la fundación de escuelas primarias sostenidas por los cabildos y la fiscalización de las escuelas
particulares existentes.
Consciente de que nada servía la Independencia de su Patria si las fuerzas chileno-argentinas no
terminaban con el poder realista en su seno, organizó la Expedición Libertadora del Perú. ¡Cuántas
amarguras e incomprensiones hubo de soportar en su preparación! En una proclama dirigida a sus
compatriotas, la víspera de su partida, se desahogó: "Sólo la futura suerte de Chile ha podido
sostener mi corazón y mi espíritu. Yo debí encanecer a cada instante. El que no se ha visto en estas
circunstancias, no sabe lo que es mandar".

Desgraciadamente el asesinato de Manuel Rodríguez (26.V.1818), fusilamiento de los Carrera (Juan


José y Luis el 8.V.1818 y José Miguel el 4. IX.1821), la arbitraria política del Ministro Rodríguez Aldea
y de la Logia Lautarina, los roces con los otros poderes del Estado, la natural fatiga que el país sentía
después de una larga guerra en que todo lo había entregado al ideal de la Patria, la falta de apoyo
de Concepción, entre otras causas, determinaron el levantamiento de las provincias y la capital,
pidiendo la dimisión del Director Supremo, quien abdicó el 28 de enero de 1823, después de 6 años
de Gobierno, entregando la banda a una Junta (Eyzaguirre, Infante y Errázuriz). Aplausos y vítores
de "¡Viva el General O'Higgins!" dieron término a la asamblea. Si grande fue el Libertador como
soldado y como gobernante, fue sublime en el momento de su abdicación.

El 6 de febrero se trasladó a Valparaíso con su madre, su hermana y su pequeño hijo Demetrio.


Posteriormente viajó al Perú alejándose voluntariamente de su Patria, sufriendo la ingratitud de su
pueblo, pero con la satisfacción de haber dado a Chile la libertad.

El 28 de julio de 1823 arribó a El Callao, radicándose en Lima en la calle Espaderos Nº 9 del Girón de
la Unión, entre la Plaza y la Merced. Por no disponer de otras entradas, subsistió con el producto
del cultivo de las haciendas Montalván y Cuiba, que le fueron obsequiadas durante el Gobierno
Protectoral de San Martín por los servicios prestados al Perú.

En las últimas campañas, a petición de Bolívar, lo acompañó integrando el Gran Consejo de


Generales. Al banquete de celebración de Ayacucho concurrió de civil, expresando: "Mi misión
americana ha concluido. Ahora soy sólo ciudadano". En consecuencia, se dedicó a la labranza y a
recorrer a caballo sus tierras. Sus amigos le escribieron desde Chile que regresara, porque Freire no
podía evitar la bancarrota; pero se negó a participar en ninguna actividad revolucionaria.

Cuando Bulnes ocupó Lima, fue invitado a visitar los cuarteles, rindiéndosele los honores
correspondientes a su jerarquía. Después de Yungay, su antiguo subalterno exigió al Gobierno le
restituyera su grado de Capitán General, reparándose así una injustificada ingratitud. Cuando
falleció su madre, en 1839, el Mariscal de Ancash y sus tropas le rindieron el homenaje que se debía.
El General vencedor, para ayudar al Libertador a solventar urgencias económicas, le adquirió en $
20.000 su hacienda Las Canteras, según consta en escritura extendida ante el escribano Baltazar
Núñez del Prado, el 26 de enero de 1839.
Reiteradamente el Libertador escribió a Prieto y Bulnes recomendándoles ocupar el Estrecho de
Magallanes para afianzar el dominio de Chile sobre la zona austral y que lo hiciera con chilotes, que
eran los más adecuados para resistir la dureza del clima patagónico.

Lentamente transcurrieron sus años de exilio. La nostalgia de la tierra que lo vio nacer lo entristecía
y lo consumía.

Aceptó emocionado el retorno a la Patria que le ofreció reiteradamente el Presidente Manuel


Bulnes y en los febriles preparativos agotó sus últimas energías. Todo el año 1842 debería pasar
entre El Callao y Lima. El ilustre proscrito ya no volvería a su hacienda de Montalván, a sus campos
de azúcar y de alfalfa. Ya no oiría el diario trinar de los pajarillos ni vería el renacer primaveral de
sus flores, ni las majestuosas puestas de sol en sus praderas. En su cotidiano batallar con la muerte
que lo acechaba, un solo pensamiento le alentaría vigoroso y altivo: su regreso a la Patria, a la tierra
de su nacimiento, de su infancia, de sus hazañas y de sus sueños.

Leves y momentáneas mejorías entibiaban sus mañanas y sus lentos atardeceres de Lima. Por
último, a mediodía del 24 de octubre de 1842, el Libertador, alzándose levemente en su lecho de
enfermo, pronunció en su susurro la palabra "Magallanes" y expiró. Pareció como que hubiera
querido alcanzar, en su supremo esfuerzo, hasta el último confín de la Patria lejana.

Así murió el insigne visionario y héroe de tantas batallas, a quien con justicia se puede calificar como
el más grande ciudadano, el primero de los chilenos y el más valeroso Soldado de la Patria chilena,
al cual América hispana había reconocido en vida sus méritos.

Los títulos otorgados son testimonio de esa gratitud "Gran Mariscal del Perú"; "General de los
Ejércitos de la Gran Colombia"; "Brigadier de las Provincias Unidas del Río de Plata". Agregados ellos
al que le otorgó su patria, "Libertador Capitán General de Chile", que enmarcan el sólido pedestal
del Altar de la Patria.

En 1869 Chile repatría los restos de su hijo ilustre. Las corbetas de guerra "O'Higgins", "Esmeralda"
y "Chacabuco", al mando del viejo marino Manuel Blanco Encalada, las traen del puerto peruano
Callao hasta Valparaíso. Sepultados en el cementerio general, en un mausoleo de mármol,
esperaron hasta 1979, antes de ser trasladados donde hoy los venera su patria.

En el intervalo, la ciudadanía erigió por suscripción popular la estatua ecuestre que luce su gallarda
apostura sobre el Altar de la Patria, cubierto permanentemente por la bandera Nacional y
alumbrado por la "Llama de la libertad", que arde sin extinguirse jamás.

El Altar de la Patria fue construido por el Ministerio de Obras Públicas, de acuerdo a un Decreto
Supremo del Presidente de la República, Capitán General Augusto Pinochet Ugarte. Fue inaugurado
el 20 de agosto de 1979, cuando en solemne ceremonia, encabezada por el Presidente de la
República y las más altas autoridades del país, se hizo el traslado de los restos del Libertador desde
el Cementerio General al Altar de la Patria, frente al Palacio de La Moneda, sede del Gobierno
Nacional.

BIOGRAFÍA DE BERNARDO O’HIGGINS

Bernardo O’higgins Riquelme, nació en la ciudad de Chillán, Chile el 20 de agosto de 1778. Fue un
líder político y militar, reconocido como el “Padre de la Patria de Chile”, debido a que tuvo una
participación crucial en el proceso de independencia del Imperio español en la Guerra de la
Independencia y se desempeñó también como Director supremo entre los años 1817 y 1823, siendo
así el libertador y primer presidente de Chile.

Bernardo O’higgins era un rico terrateniente de ascendencia española e irlandesa. Su padre, era
Ambrosio O’Higgins, quien ejerció como gobernador de la Capitanía General de Chile y fue además
virrey del Perú; su madre era Isabel Riquelme.

Obedeciendo a las instrucciones dadas por su padre, estudió inicialmente en su natal Chillán, luego
partió a Lima y después en Londres. Así, en 1802, cuando tenía 24 años de edad, retornó a Chile y
se radicó en su hacienda de “San José de Las Canteras”, recibiendo su herencia luego de la muerte
de su padre, dedicándose a hacer labores agrícolas hasta 1810, logrando hacer de tal propiedad
notablemente prospera y sustituyendo el apellido materno por el paterno, pasando de llamarse
Bernardo Riquelme a Bernardo O’Higgins.

Ocupó distintos cargos públicos, como el de procurador del cabildo de Chillán, y al mismo tiempo
se aplicó a la tarea de difundir el ideario emancipador. Tareas agrícolas que dejó de lado para
convertirse en un militar sin formación. Así, fue elegido diputado de la recién formada Junta de
Gobierno y también fue nombrado Coronel del Ejército en 1811.

“Vivir con honor, o morir con gloria!, ¡El que sea valiente que me siga!” Bernardo O’higgins

En 1813, se enfrentó por primera vez a los realistas en la denominada batalla de El Roble. Un año
más tarde, en 1814, gracias a su rivalidad con José Miguel Carrera, el otro líder de la Independencia,
lo llevó a que se enfrentaran en el combate de Tres Acequias. Sin embargo, finalmente su espíritu
patriota primó sobre todo lo demás y Bernardo O’Higgins decidió unirse a Carrera para enfrentar la
invasión de las fuerzas realistas dirigidas por Mariano Osorio.

Tiempo después, ejerció la jefatura del Estado bajo el título de Director Supremo, cargo al que
tiempo después, renunció, exiliándose en Perú hasta su fallecimiento.

Entre las obras de su Gobierno, se destacan la Declaración de Independencia en el año 1818, las
Constituciones de los años 1818 y 1822, la fundación de la Armada de Chile y de las escuelas Militar
y Naval, así como la creación de la actual bandera chilena y el primer Himno Nacional.

Durante su exilio argentino, conoció a José de San Martín, con quien colaboró en la organización del
ejército libertador. De manera, que 1817, en una de las más gloriosas batallas de la historia militar
de América, las tropas de San Martín y las de O’Higgins cruzaron los Andes y vencieron a los realistas
en Chacabuco; un año después, con la Batalla de Maipú, selló definitivamente la Independencia de
Chile y una vez obtenido el título de Director Supremo de la Nación (entre 1817 y 1823), el propio
O’Higgins se encargó de dirigir los primeros pasos del Chile independiente con obras como las ya
anteriormente mencionadas.

Luego de que firmara la Proclamación de la Independencia de Chile, el 12 de febrero de 1818. En


algunas de sus proclamas dirigidas a los soldados enemigos que aún se resistían, dejó claramente
en evidencia su posición antimonárquica. Sin embargo, en su afán por incrementar el desarrollo
económico del país, se vio impulsado a establecer relaciones comerciales con las principales
monarquías europeas.

En su gestión como Director Supremo, tomó varias medidas que le significaron ganarse el desprecio
de buena parte de la aristocracia criolla, medidas como la abolición de los mayorazgos y los títulos
de nobleza, la supresión de los escudos de armas y la creación de la legión al mérito.

En dichas disposiciones puede observarse claramente la influencia de la logia masónica Lautarina,


de la que Bernardo O’Higgins era participe y que se caracterizaba por su rechazo al orden nobiliario.

Aunque su vida pública estuvo caracterizada por numerosas glorias, no estuvo exenta de varios
episodios oscuros como su participación en la muerte de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez.

Su vida, llegó incluso a ser evaluada por él mismo en un manifiesto dirigido a su pueblo.
Así, de una manera muy paradójica, el 28 de enero de 1823 su abdicación al cargo de Director
Supremo de Chile, uno de los episodios más tristes de toda su vida, se convirtió en la máxima
expresión de su adhesión a la causa del país, ya que voluntariamente decidió despojarse del poder
para evitar una eminente Guerra civil, dejando como testimonio una gran y conmovedora
despedida.

Años más tarde, en el año 1842, el tan recordado Bernardo O’Higgins Riquelme, dio su último
suspiro de vida en la ciudad de Lima, Perú el 24 de octubre.

Nació en Chillán Viejo el 20 de agosto de 1778 y murió exiliado en Lima en 1842. Sus padres fueron
Ambrosio O'Higgins y María Isabel Riquelme y Meza. Fue bautizado en 1783, en la iglesia parroquial
de Talca, dejándose expresa constancia de que era hijo de Ambrosio y de una "señora principal del
obispado de Concepción", sin señalarse algún dato más específico que permitiera ubicar a la madre.

Sus padres nunca contrajeron matrimonio, pero ello no implicó que el progenitor se desentendiera
de su vástago. Él mismo dispuso que fuera puesto bajo el cuidado del comerciante portugués, Juan
Albano Pereira.

Bernardo estudió sus primeras letras en el internado para nobles que funcionaba en el Colegio de
Naturales de Chillán, y en 1790 fue enviado por su padre -quien ya era Gobernador de Chile-, a Lima,
donde fue matriculado en el colegio Del Príncipe.

Luego, fue trasladado al Convictorio de San Carlos, un establecimiento destinado a la aristocracia


limeña. Durante esta época, estuvo bajo el cuidado de Ignacio Blake, un comerciante amigo de su
padre.

SUS ESTUDIOS EN INGLATERRA

Una de las etapas más duras de la vida de O'Higgins se inició en 1794, cuando su padre decidió
enviarlo a estudiar en Europa. El joven Bernardo arribó a Cádiz, permaneciendo un breve tiempo
bajo la tutela del comerciante Nicolás de la Cruz, y luego partió a Inglaterra, donde se matriculó
como interno en la Academia Católica de Richmond. Allí permaneció entre 1795 y 1798,
aprendiendo diversas disciplinas. Entonces, conoció a Carlota Eels -su amor de juventud- y a
Francisco de Miranda, el precursor de la independencia de América. Este le inculcó, al igual que a
varios otros jóvenes americanos, la idea de la Independencia y el amor a la libertad.
Su vida en Gran Bretaña no fue fácil. Sus apoderados -dos relojeros que comerciaban bajo la razón
social de Spencer y Perkins- realizaban algunos tratos irregulares con las sumas que De la Cruz
remitía desde Cádiz. El joven soportaba estoicamente esta situación y tratando de no recurrir a su
padre, siempre salía adelante con el escaso dinero que quedaba en sus manos.

DIFÍCIL RETORNO A CHILE

Su retorno a Chile también estuvo lleno de vicisitudes. En abril de 1799, se embarcó rumbo a Lisboa
con la idea de seguir camino a Cádiz. No viajó directamente, pues Gran Bretaña y España estaban
en guerra. En abril de 1800 se embarcó en Cádiz con destino a Buenos Aires. Sin embargo, la guerra
lo retrasaría. El convoy del cual su nave formaba parte, fue capturado por los ingleses y desviado a
Gibraltar. Él era el único que podía hacer de intérprete entre captores y prisioneros. Debido a su
nacionalidad y, según dicen algunos autores, a ciertos documentos del almirantazgo británico que
portaba entre sus pertenencias, fue liberado y regresó a Cádiz. Finalmente, el 14 de abril de 1802 se
embarcó, esta vez sin mayores contratiempos, en la Aurora, fragata que lo llevó a su patria.

Don Ambrosio, su padre, había muerto en 1801 y le había legado la hacienda de San José de Las
Canteras.

VIDA POLÍTICA EN LA PATRIA VIEJA

A partir de 1804, O'Higgins se instaló en Las Canteras. En esta época, ejerció como subdelegado por
Laja en el Cabildo de Chillán.

Los sucesos ocurridos en España a partir de 1808 iniciaron su vida política. Ese mismo año participó
en un grupo conocido como "Duendes Patrióticos", caracterizado por sus afanes libertarios. En esta
época se vinculó a Fray Rosauro Acuña y a Pedro Ramón Arriagada, quienes fueron detenidos por
conspiración.

La Primera Junta de Gobierno, debía dar paso a un Congreso. En él, O'Higgins resultó elegido
diputado por Los Ángeles. Se integró al grupo más radical de diputados, pero dada la composición
de ese cuerpo, era bastante poco lo que podían hacer. Solo tras el primer golpe de Estado de José
Miguel Carrera, la actividad revolucionaria se inició con fuerza. Después del segundo golpe del
caudillo militar, O'Higgins fue nombrado en la Junta Gubernativa en la que figuraría un corto tiempo.

En esos mismos días se produjo el quiebre de relaciones entre José Miguel y Juan Martínez de Rozas.
Esto retuvo un tiempo a O'Higgins en la Junta, pero una vez que el problema quedó resuelto con la
imposición de Carrera, hizo efectiva su renuncia y volvió a sus labores en Las Canteras.
JEFE DEL EJÉRCITO

En 1813, el inicio de la guerra de Independencia lo obligó a salir de su retiro temporal y se incorporó


al ejército. Participó en la Sorpresa de El Roble (octubre de 1813), cuando las tropas revolucionarias
fueron atacadas por sorpresa; O'Higgins arengó a las fuerzas que ya se desbandaban con su famosa
frase: "¡Vivir con honor o morir con gloria; el que sea valiente que me siga!" . Los soldados, imbuidos
de este espíritu, transformaron una derrota inminente en victoria. Todas sus acciones fueron
acompañadas de ascensos militares. En noviembre siguiente, la Junta de Gobierno decidió
entregarle el mando del ejército, en reemplazo de Carrera.

HUIDA HACIA MENDOZA

En 1814 participó en las negociaciones que condujeron a la firma del Tratado de Lircay, el mismo
que -además de las iras de José Miguel Carrera- causó la caída de Francisco de la Lastra. Este hecho
detonó el rompimiento entre ambos próceres. O'Higgins, al mando de sus tropas, marchó hacia
Santiago y se enfrentó con las de Carrera.

Una vez producido el arribo del general realista Mariano Osorio, ambos próceres olvidaron las
querellas internas, y O'Higgins se puso a las ordenes de Carrera. La estrategia a utilizar para detener
a Osorio fue plantear una línea defensiva en el río Cachapoal. Sin embargo, el general español logró
vadearlo. Ello obligó a las tropas comandadas por O'Higgins y por Juan José Carrera a encerrarse en
la ciudad de Rancagua. Durante dos días resistieron el asedio de los realistas y sin contar con ayuda,
decidieron romper el cerco. Todo estaba ya perdido y solo quedaba un camino: cruzar la Cordillera
de los Andes y partir hacia Mendoza.

SAN MARTÍN Y EL EJÉRCITO DE LOS ANDES

Junto a una gran multitud de soldados y civiles, Bernardo O'Higgins -acompañado de su madre y de
su hermana- emprendió la travesía cordillerana. Al otro lado de la cordillera, se encontró con quien
sería, desde ese momento, uno de sus mejores amigos: José de San Martín. Juntos emprendieron la
preparación del Ejército de los Andes.

Este trabajo fue largo y complejo: se debían conformar las tropas, uniformarlas y armarlas; había
que planificar hasta el último detalle del desplazamiento de las distintas columnas que cruzarían la
cordillera, organizar los servicios de intendencia y médico, reunir las cabalgaduras y mulares
necesarios, estudiar rutas, etcétera.

El campamento del Ejército, situado en el Plumerillo, bullía en febril actividad. Finalmente, en enero
de 1817 las distintas columnas se pusieron en camino hacia el paso de Los Patos.
Mientras tanto, otra división, comandada por Juan Gregorio de las Heras partía hacia Uspallata.
Además, estaban las columnas comandadas por Ramón Freire, Juan Manuel Cabot, Francisco Zelada
y José León Lemus, que por distintos pasos, se dirigían a varios puntos de Chile. El 9 de febrero de
1817 las columnas de Las Heras y San Martín se reunieron en Curimón, y tres días después
obtuvieron el triunfo en Chacabuco, para posteriormente dirigirse hacia Santiago.

DIRECTOR SUPREMO DE CHILE

En la capital, el general trasandino -en su condición de Comandante en Jefe del Ejército- convocó a
una asamblea de vecinos notables para que decidieran el gobierno que el país tendría. En esta
reunión se acordó ofrecer el mando al general San Martín, quien agradeció el gesto pero declinó la
oferta. Acto seguido, se le brindó el mando a O'Higgins, quien lo aceptó. Dada la situación de guerra
que aun se mantenía -todavía quedaban reductos realistas en el Sur y era posible que una nueva
fuerza militar viniese desde el Perú-, no se estableció ninguna limitación al ejercicio del poder.

OBJETIVO: ASEGURAR LA LIBERTAD

Lo más urgente era asegurar los triunfos obtenidos y para ello era necesario derribar el poderío
realista en el Perú. La preparación de la Expedición Libertadora del Perú implicaba un trabajo mucho
más arduo que la del Ejército de los Andes. Era necesario conformar una fuerza mucho más
numerosa que incluyera el aspecto naval. Poco a poco, se fue constituyendo la Primera Escuadra y
se contrató a la oficialidad inglesa que la dirigiría.

Los temores de una nueva invasión se hicieron realidad en 1818. El general Osorio volvió a Chile y
obtuvo un importante triunfo en Cancha Rayada, donde sorprendió al ejército chileno. En este
combate, O'Higgins fue herido en un brazo. Afortunadamente, San Martín pudo detener el impulso
realista en Maipú, el 5 de abril del mismo año. Ahora, todos los esfuerzos se concentraron en la
expedición hacia el Perú, la que finalmente zarpó el 20 de agosto de 1820 al mando del general
trasandino, quien pudo proclamar la independencia de ese país el 28 de julio de 1821.

NUMEROSAS REALIZACIONES

El gobierno de O'Higgins no fue fácil debido a que había que iniciar una profunda transformación en
la sociedad chilena. Tras la Batalla de Maipú, se dictó un Reglamento Constitucional que fijó las
atribuciones del Poder Ejecutivo y del Senado Conservador.

Se restablecieron las instituciones creadas durante la Patria Vieja, clausuradas por los realistas,
como el Instituto y la Biblioteca Nacional. Por iniciativa de O'Higgins se creó el Cementerio General
en Santiago y se iniciaron los trabajos en La Cañada, ahora llamada Alameda de las Delicias.
Asimismo, se construyó un edificio -Mercado Central- para albergar a los comerciantes que vendían
distinto tipo de productos en las calles.

Hubo algunas iniciativas que molestaron mucho a las familias más aristocráticas del país. Se prohibió
el uso de títulos nobiliarios, de escudos de nobleza y se estableció una nueva modalidad de
distinción social con la Legión al Mérito.

LA ABDICACIÓN

El gobierno de O'Higgins ha sido definido muchas veces como dictatorial o autoritario, pero en esos
momentos en que se iniciaba la construcción de un muevo modelo de Estado no había otra
posibilidad. Sea como sea, lo concreto es que la aristocracia, paulatinamente, fue manifestando su
disconformidad con las nuevas líneas liberales que se imponían y empezaron a surgir voces de
descontento.

O'Higgins, entonces, estableció un nuevo texto constitucional, el de 1822, que le permitiría gobernar
ahora con un plazo fijo, lo que no estaba establecido en el de 1818. Sin embargo, esto no fue
suficiente para calmar los ánimos y en enero de 1823 el Director Supremo debió abdicar ante una
asamblea de notables, para no arrastrar al país a una guerra civil. Sus méritos no fueron
desconocidos por esta asamblea, y cuando el Libertador se retiró de ella lo hizo en medio de gritos
de "¡Viva O'Higgins!". Tiempo después, zarpó rumbo al Perú en compañía de su familia, ahora
integrada además de su madre y su hermana, por su hijo Demetrio, fruto de su relación con Rosario
Puga.

EL EXILIO EN EL PERÚ

En Lima, el gobierno peruano le había obsequiado las haciendas de Montalbán y Cuiba, de las que
tomó posesión en 1824, dedicándose a las labores agrícolas. Sin embargo, el militar continuaba vivo,
y O'Higgins también prestó servicios al general Simón Bolívar en las últimas campañas que
consagraron la independencia sudamericana. Desde el exilio -suerte común a todos los libertadores
de América- ayudó a su amigo San Martín, quien vivía en Francia. Siempre recibió a los distintos
chilenos que viajaban a visitarlo, consultaba sobre el estado del país, pero en los momentos más
difíciles se negaba a volver a él para no convertirse en un factor de quiebre de la sociedad.

A pesar de ello, se mantenía en contacto con las autoridades chilenas. En 1842, se le autorizó para
retornar, pero la muerte lo sorprendió cuando preparaba su viaje.
Bernardo O'Higgins -quien en vida alcanzara los grados de Capitán General del Ejército de Chile,
Brigadier de las Provincias Unidas del Río de La Plata y Gran Mariscal del Perú- murió el 24 de octubre
de 1842. Sus restos fueron enterrados en Lima y repatriados en 1868 por una comitiva encabezada
por Manuel Blanco Encalada, y enterrados en el Cementerio General. En 1978 fueron trasladados al
Altar de la Patria, ubicado en plena Alameda, en Santiago.

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