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CURSO ONLINE DE ASESORÍA EN LACTANCIA.

TETA E COLIÑO (Noelia Prieto Gómez)

11.DIFICULTADES EN EL BEBÉ

GUIÓN
1. Baches de lactancia
2. Disfunciones orales por anomalías anatómicas
a) Anquiloglosia
b) Retrognatia
c) Fisuras palatina y labial

1. BACHES DE LACTANCIA
Se caracterizan porque el comportamiento del bebé cambia de repente, sumiendo a su
madre en nuevas preocupaciones y en un mar de dudas. Puede haber confusión, pérdida
de confianza, introducción de biberones y suplementos, comienzo del destete mucho
antes de lo inicialmente programado, abandono de lactancia y sentimientos ambivalentes.
Son las típicas frases de “de repente se pasa el día colgado del pecho”, “me quedé sin leche”,
“se enfada al mamar”, “a los 8 meses ya no quiso más pecho”, “lo noto muy dependiente de
la teta”, etc.
Pueden guardar relación con hitos normales del desarrollo infantil, la gestión de la
alimentación, los patrones del sueño, novedades importantes en la vida del bebé, etc.

Distinguimos dos tipos de baches: la CRISIS DE LACTANCIA y el FALSO DESTETE.


El falso destete es paulatino (desinterés del pecho) o brusco (huelgas de lactancia)

Módulo 4, tema 11. Dificultades en el bebé 1


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BACHES COMO CRISIS DE LACTANCIA


Al igual que en cualquier vida y en cualquier relación humana, cada lactancia puede estar
sujeta a momentos críticos, un tiempo de cambio y revisión. Las crisis son denominadas así
porque en ellas el bebé muestra comportamientos alterados, con diferentes
manifestaciones dependiendo de la edad (aparecen diferencias respecto a otras
temporadas en el número y duración de las tomas, presenta reacciones de frustración y
nerviosismo en el pecho, existe llanto frecuente...).
Claro que en muchas ocasiones, esa sensación de crisis es más bien algo que pertenece a la
madre: sensación de cambio y entrada en otra etapa, de sentirse desorientada un tiempo
hasta reencontrar el camino... Durante las crisis se ponen a prueba su serenidad, su
paciencia y su confianza en la lactancia... incluso algunas mujeres afirman llegar a dudar,
ya no sólo de la lactancia, sino incluso de su capacidad como madre. Y esto sucede tanto
con bebés pequeños como con niños/as: “ya no sé si estoy haciendo bien las cosas...”.

• En unos casos las crisis se deben a un BROTE DE CRECIMIENTO. En esos casos, el


bebé aumenta de forma considerable la frecuencia y duración de las tomas con el
objetivo de incrementar la producción de leche de su madre. Por ejemplo, las
típicas crisis de las primeras semanas de vida.
• En otros casos, las crisis responden a PATRONES EVOLUTIVOS Y/O A NECESIDADES
CONCRETAS del momento de desarrollo del niño/a. Por ejemplo, la crisis de los 3
meses, o la de los 2 años.

Las crisis pueden darse en cualquier momento de la lactancia. Las relacionadas con brote
de crecimiento son características de los 6 primeros meses, pudiendo llegar a repetirse en
algunos casos cada 4 - 6 semanas. Hay unos típicos momentos de aparición, que a continuación
veremos; sin olvidar que NO tienen por qué cumplirse tal cual, pues en realidad las edades
pueden diferir bastante.

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Algunos niños pasan por numerosas crisis de lactancia, y otros por pocas... o al parecer, por
ninguna. El temperamento del niño, sus vivencias concretas, así como las expectativas y
percepción de la madre juegan un papel muy importante en todo esto.
(ver más abajo el recorrido por edades)

Las crisis que se deben a un brote de crecimiento necesitan más que nunca de la llamada
“lactancia a demanda”, es decir, amamantar sin normas ni tiempos, sin restricciones ni
interferencias. El contacto físico de día y noche más la delegación de otras ocupaciones
suele ser la clave. Esto puede resultar relativamente complicado para algunas madres, tanto
por el cambio de perspectiva y costumbres que les supone, como por la falta de ayuda durante
los días (o semanas!) en que dura la crisis.
En bebés, sobre todo en los más pequeños, debemos asegurarnos de que la madre capta las
señales que su hijo/a envía de que necesita mamar. Podemos preguntarle por este tema, y
si es necesario mostrarle cómo leer esas señales precoces. Si por lo general ha de llorar para
ser puesto al pecho, eso es una señal tardía! Le sugeriremos adelantarse, es decir, ofrecerle
pecho antes de llegar al llanto, y evitar así que desespere y la situación empeore. Recordarle
que un bebé ansioso puede necesitar de ser tomado en brazos y calmado antes de seguir con
el intento de toma.
Informarla también sobre cómo reconocer los signos de que su hijo/a está bien nutrido e
hidratado (signos de saciedad inmediatamente tras las tomas, buen aspecto, evolución del
peso...). Especialmente importante en bebés menores de 3 meses.

Si el bebé se pone muy nervioso o incluso rechaza mamar, no se debe NUNCA


forzar. La impaciencia no es buena aliada en estos casos, esa insistencia puede
provocar un rechazo real al pecho!
A muchas madres, preocupadas por la cantidad de horas que pasa su hijo/a sin
mamar, les funciona buscar intimidad entre ella y su hijo, y eliminar estímulos:
piel con piel, relajación, ofrecer el pecho en un lugar tranquilo, en penumbra, en
silencio... y aprovechar bien las tomas nocturnas.

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Las crisis de lactancia en lactantes más mayorcitos (6 meses, 18 meses, 3 años...),


normalmente relacionadas con necesidades puntuales debido al momento evolutivo o a
pequeñas crisis con componente afectivo, suelen ser vividas por las madres con especial
sorpresa y en ocasiones con ansiedad. Mucha empatía y un apoyo incondicional es el mejor
regalo que puede recibir la madre en esas circunstancias.

MANEJO DE LAS ASESORÍAS EN CRISIS DE LACTANCIA


Por muy claro que veamos que lo que nos está contando una madre se debe a una crisis, no
debemos interrumpir su discurso, ni apresurarnos a dar todas las explicaciones de
entrada. Eso resulta una estrategia fácil, pero sin duda será mucho menos eficaz a la hora de
que la madre comprenda, acepte e integre en su realidad toda esa información.

Una buena asesora tiene en cuenta:


• Primero, dedicar tiempo a la escucha, preguntar a la madre cómo se siente (y si
está presente, también al padre, pues su toma de conciencia y apoyo es
fundamental en estos momentos) y también preguntar cómo ven a su bebé.
• También es un dato importante saber con qué apoyos cuentan, qué mensajes están
recibiendo de su entorno, a qué atribuyen ellos mismos lo qué está sucediendo...

Siempre es fundamental dar espacio al desahogo y validar su emoción; así como alentar su
reflexión y que lleguen a su propia conclusión. Todo ello creará un clima de confianza,
serenidad y búsqueda conjunta de soluciones.

La idea principal que como asesoras podemos transmitir es que las crisis
son un proceso evolutivo muy normal, incluso esperable. Un momento
típico autolimitado. Una fase que se supera con el tiempo necesario,
mucha confianza en una misma y en el bebé... y mucha, mucha paciencia!

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BACHES COMO FALSO DESTETE


Tras establecer la lactancia, la madre se encuentra confiada y ya no espera más baches.
Cuando estos aparecen (o cuando el proceso está avanzado y se hace consciente de ellos),
suele sentirse sorprendida e insegura. Además, muy a menudo encontramos que está
siendo poco apoyada -por no decir agobiada- por parte de su entorno.

Veamos con detalle en qué consiste este tipo de situaciones y cómo asesorar a las madres para
que disfruten de sus lactancias todo el tiempo que ellas y sus hijos deseen; pues si la madre
no toma conciencia, actúa sobre la causa y aplica los cambios necesarios, el falso destete no
suele tardar en convertirse en verdadero.
Siempre se debe tomar en consideración la idea que tenga la madre sobre lo que está
sucediendo, pues ese será su punto de partida y lo que más la condicionará.

1. FALSO DESTETE PAULATINO: pérdida de interés


Muchas madres, al ser preguntadas por el destete precoz de sus hijos, aseguran que fue
porque “se quedaron sin leche” o porque “mi hijo ya no quiso mamar más”.¿Qué hay detrás de
estas afirmaciones? ¿esto puede suceder en verdad?

La retirada de leche, salvo muy excepcionales casos, tiene que ver con un defecto en la
oferta-demanda, es decir: puede suceder que el bebé haya estado pidiendo cada vez menos
pecho, en una pérdida de interés quizás forzada por algunos factores, quizás propia de su
momento evolutivo (ver desgranado este punto en el apartado “recorrido por edades”), pero
también puede pasar -o más bien, sumado a lo anterior- que la misma madre no esté
ofreciendo pecho con la frecuencia necesaria. ¡Ojo! este es un tema para tratar con
mucho tacto, y tratando de que sea la misma madre quien vaya llegando a sus propias
conclusiones.

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El término “lactancia a demanda” lleva a confusión a muchas personas,


pues interpretan que el pecho debe darse cuando el bebé lo demanda, lo
que a veces se identifica con “cuando protesta”.
Es importante recordar que en realidad a lo que queremos referirnos es a
una LACTANCIA IRRESTRICTA: SIN RESTRICCIONES, SIN NORMAS NI RELOJES.
Esto significa que tanto el bebé puede pedir pecho (y no necesariamente
mediante la queja o el llanto, que como hemos visto es un signo tardío)
como también la madre puede ofrecerlo, sin temor, las veces que sean.

El destete no pretendido (o no evitado): dinámica “no ofrecer, no negar”


Al ir aprendiendo más y más sobre todo esto, al conocer muchos casos, vemos que en gran
cantidad de lactancias tiende a instaurarse una dinámica muy particular que consiste en “no
ofrecer, no negar”, y que en bebés pequeños suele acabar terminando en destete (no tanto en
mayores, pues ya tienen mucha más autonomía y más habilidades comunicativas).

• Si el bebé pide pecho en pocas ocasiones, si las tomas se van espaciando...


• Si la lactancia pasa a depender en su mayor parte de la oferta de la madre, pero ella
no ofrece pecho como primera opción, sino que tiende a ir espaciando las tomas: “es
imposible que tenga hambre, todavía ha pasado poco tiempo desde la última toma”...
• Si va sustituyendo las tomas por otras formas de alimentación: “no le llega mi leche, le
daré biberón de fórmula”, “primero el puré, tiene que comer todo lo posible, el pecho
va de postre”...
• Si lo consuela sin ponerlo al pecho en la mayoría de ocasiones (lo cual sucede en
especial cuando se encuentran fuera de casa)...
• Si retira las tomas nocturnas antes de que el bebé esté preparado para ello...

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Con todo esto combinado en mayor o menor grado entre sí, van estableciéndose una serie de
patrones:
• La madre y el bebé dejan de tener el pecho como principal referente de
alimentación.
• El bebé deja de relacionar pecho con placer y consuelo. La madre aprende otras
formas para proporcionarle esas sensaciones (uso de objetos como chupetes o dudús; o
empleo de otras acciones maternales que no sean amamantar).
• Madre e hijo establecen su relación de vínculo sin estar tan mediada por la
lactancia, hasta que progresivamente los ratos de amamantamiento desaparecen.
• El pecho va respondiendo a la falta de estímulo y extracción, restringiendo la
producción de leche, que progresivamente se va retirando. Esta retirada puede
resultar tan suave y gradual (sobre todo a medida que la producción se va haciendo
mínima) que la madre no siente molestias en el pecho. La sensación percibida es de
que simplemente “ya no pudo producir más”, de que “la leche se me terminó”. Pueden
llegar a pensar que existe una cantidad máxima o un tiempo límite para seguir
teniendo leche, diferente entre mujeres y fruto de la “suerte de cada una”).

En unos casos este destete avanza de forma casi imperceptible para la madre. En otros el
destete es más rápido, y por tanto más evidente.
Recordemos que en numerosas lactancias ya no se había llegado a establecer una exclusividad
de la lactancia materna -o bien se había perdido enseguida- con la introducción de
suplementos de leche artificial (lactancia mixta) en los primeros días o semanas de vida. A no
ser que la madre inicie un cambio de dinámica (proceso de relactación) es muy frecuente que
el declive continúe su curso.

Así, además de las lactancias que no pasan de las primeras semanas o meses, también
podemos encontrar bebés de 6, 7... 10... meses haciendo ya muy pocas tomas a lo largo de 24
horas, cuando en realidad la norma biológica humana es que a esas edades la leche materna
sea su principal sustento.

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El siguiente paso (destete definitivo) va a depender en gran medida de:


• La actitud del bebé: a medida que pase el tiempo y se siga instaurando esta
dinámica, aumentará cada vez la probabilidad de desinterés e incluso posterior
rechazo del pecho.
• El deseo de la madre: un elemento decisivo será el deseo de la madre sobre lo que
ella quiera que suceda.

Por todo ello, en nuestras asesorías siempre haremos dos preguntas básicas:
1. ¿Cómo ves a tu hijo/a? ¿qué crees que siente?, ¿qué necesita? ¿qué le ayudaría,
cómo piensas que puedes tú ayudarle?
2. ¿Qué quieres hacer?, ¿cómo te sientes? ¿qué necesitas ahora mismo? ¿qué te
ayudaría?

Otras causas y situaciones influyentes en el falso destete por desinterés paulatino, a


descartar según las particularidades de cada caso:
• Vuelta al trabajo
• Confusión tetina-pezón
• Cansancio y estrés (en la madre o en el hijo)
• Enfermedad de la madre, incluyendo depresión postparto
• Medicamentos/sustancias que afecten a la producción
• Enfermedad del bebé
• Dificultad en la succión
• Introducción demasiado apresurada de la alimentación complementaria
• Lactancia frustrada anterior
• Falta de apoyo por parte del entorno

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2. FALSO DESTETE BRUSCO: huelgas de lactancia


Otro tipo de bache de lactancia consiste en que de manera repentina, de un día para otro,
el lactante se niega a mamar. Puede manifestarlo de varias maneras: desde la indiferencia
o el simple juego con el pecho (sin engancharse a mamar) hasta un rechazo contundente.

Dejando aparte las circunstancias de rechazo del pecho por parte de bebés recién nacidos (ver
tema 13) y también los destetes verdaderos repentinos (que son muy escasos y vienen
precedidos de un desinterés previo, ver tema 22), las huelgas son sucesos relativamente
frecuentes, sobre todo en determinados niños/as.

Las huelgas no siempre suponen un gran bache en la lactancia, pueden ser más ligeras o durar
poco tiempo. Pero en ocasiones sí son un punto de inflexión, y deben ser identificadas y
subsanadas (o compensadas) para que la lactancia pueda continuar.
Se pueden dar en cualquier momento de la lactancia, sobre todo a partir de los 4 meses,
pero la edad más frecuente es a partir de los 8 -9 meses.

Ante una HUELGA DE LACTANCIA en un bebé, recordar que -como ya decíamos más arriba-
biológicamente, un bebé de menos de un año no tiene ninguna razón para destetarse. A
esa edad necesita contacto con su madre como figura protectora, de regulación y
bienestar (incluyendo el contacto directo piel con piel con su pecho y la succión del
mismo); y necesita de su leche por cuestión de supervivencia: fuente principal de
nutrición y protección inmunológica.
Y por supuesto la naturaleza no sabe que los humanos han inventado los sucedáneos de leche
materna y los chupetes; ni que han ido adelantando-aumentando la introducción de
alimentación complementaria.

Los falsos destetes y huelgas no deben ser confundidos con un verdadero


destete, o se corre el riesgo de que así acabe siendo.

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CAUSAS FRECUENTES DE HUELGA:

• Dolor de garganta, de encías, otitis... • Cambio de rutinas: viaje, mudanza,


• Vacuna reciente escolarización...

• Estrés, cansancio • Cambio de perfume en la madre

• Calor • Cambio en la dieta materna

• Separación prolongada de la madre • Cambios hormonales: ovulación,

• Susto por grito de la madre tras un menstruación, anticonceptivos,

mordisco nuevo embarazo

• Mastitis o enfermedad de la madre • Comienzo “demasiado entusiasta”

• Cambio en el patrón de alimentación de la alimentación complementaria

La idea es que la madre analice su situación actual, cómo ve a su hijo, posibles cambios
recientes que le hayan afectado, incluso aquellos que en principio hubieran pasado más
desapercibidos.
Los lactantes más pequeños son los más susceptibles a huelgas relacionadas con estímulos
sensoriales (olor de algún tipo de producto cosmético en la madre, cambio de sabor en la
leche...).
Los componentes emocionales (época de estrés, de cansancio, de readaptación tras cambios
de rutinas... en la vida de la madre o del bebé) pueden afectar a cualquier edad.
También hay que descartar siempre motivos de salud.
Hay bebés que han rechazado el pecho por motivos de incomodidad y esfuerzo: `por dificultad
para gestionar el trago (reflejo exagerado de eyección de la leche, que les obliga a tragar
rápidamente, les atraganta...) o todo al contrario, por tener que realizar un trabajo excesivo
(la leche fluye con dificultad o en menor medida, como pasa en las mastitis). En estos casos es
más frecuente un rechazo unilateral (de sólo de uno de los pechos).
En rechazo unilateral también es muy frecuente que el niño acabe escogiendo el pecho en el
que se siente más cómodo, aquel que más produce, donde la leche fluye más y mejor.
Si son mayorcitos, no descartar influencia del entorno en contra de la lactancia (comentarios
en el cole, vergüenza, burlas...)

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MANEJO DEL FALSO DESTETE Y DE LAS HUELGAS:


• Paciencia, confianza y perseverancia.
• Hablar con el/la niño/a de lo que sucede, poner voz y palabras a su sentir. Se trata
sobre todo de reconectar.
• Respetar sus ritmos: no obsesionarse con que vuelva a mamar, no “perseguirle con la
teta”, darle tiempo a que encuentre su momento, su tiempo... es importante que el
niño/a sienta que no se le presiona, que se respetan sus decisiones y que sigue
formando un gran equipo con mamá.
• Aumentar el contacto físico. Ayudar al niño/a a “volver atrás” y reconciliarse:
cogerlo mucho en brazos, bañarse juntos, colechar, portear, jugar a hacerse
cosquillas, hacerse masajes… todo lo que se pueda hacer piel con piel (“luna de piel”),
tanto mejor. Se trata de mostrarse todavía más cercanas, amorosas y disponibles,
propiciando una especie de “re-enamoramiento” o “juego de seducción” hacia el
amamantamiento.
• Ofrecer el pecho en ambientes familiares, tranquilos, más bien íntimos, sin
distracciones; también cuando esté adormilado. Es más fácil que se enganche de
noche, a primera hora de la mañana... y desde ahí vaya recuperando las tomas
adyacentes.
• NUNCA intentar rendir al niño por hambre. No es un comportamiento respetuoso y
añade al pequeño una nueva sensación de malestar.
• Suele ayudar ver ejemplos y trabajar recuerdos (a no ser que sea demasiado
pequeño para hacer el constructo mental): pasar la tarde con otras mamás y niños
lactantes, ver fotos y vídeos de sí mismo tomando teta...
• No se trata tanto de “trabajar para resultados” sino de DISFRUTAR. De dejar todo lo
posible a un lado los agobios, culpabilidades y prisas, de no centrarse únicamente en la
lactancia como única forma de vivir la crianza. De relajarse, retomar la magia y vivir
momentos agradables juntos. Al menos si no se recupera la lactancia y se acaba
tratando de un destete definitivo, que sea desde la presencia y que quede el mejor
recuerdo posible de esos momentos.

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• Mientras no se reinicia la lactancia, extraer la leche y ofrecérsela al niño/a,


preferiblemente con métodos alternativos al biberón (muy especialmente si no lo
había tomado hasta entonces; se suele sugerir el uso de vasito). Sea como sea, la
ingesta de leche debe quedar siempre garantizada.

RECORRIDO POR LA LACTANCIA EN LAS DIFERENTES EDADES


ALTA TARDÍA, LLEGADA A CASA
No son pocos los casos en que un bebé que ha permanecido los primeros días separado de su
madre por ingreso neonatal y en los que ha podido acceder al pecho de manera restringida,
una vez llegados a casa y alimentado con más frecuencia, pronto experimente una especie de
crisis. Puede requerir permanecer pegado al pecho día y noche durante varios días,
alternando con momentos de llanto inexplicable.
Requisito imprescindible para transitar esta crisis es la disponibilidad y la confianza de la
madre en ella misma, en su capacidad para amamantar y en la sabiduría de su hijo/a.
Podemos informarla de que su hijo/a está realizando al mismo tiempo un proceso de
reencuentro-reconciliación con el pecho, y de trabajo de estimulación para aumentar su
producción y compensar los “días perdidos”. Reforzar mucho su confianza, el vínculo madre-
hijo y darle opciones para la relactación (si es el caso).

2 – 3 SEMANAS
Típica crisis de lactancia. El bebé, de acuerdo con su periodo de gran crecimiento, de repente
aumenta considerablemente el número de tomas. La sensación materna es de que “se nos
junta una toma con la otra”. Además el bebé se muestra inquieto, incluso irritable y comienza
a dormir muy poco.
La madre interpreta “no tengo suficiente leche”, “tiene gases”, “sufre de cólicos”, “algo en
mi leche le sienta mal”...

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Mientra dura la crisis, los días y las noches se perciben eternos. La situación puede ser
realmente tensa y agotadora, en especial si la madre y el padre carecen de la información
adecuada. No es extraño que recurran al “biberón de prueba”, es decir, darle un biberón de
leche artificial para comprobar “qué pasa”. En muchas ocasiones, el bebé lo ingiere con
avidez y tras él duerme varias horas seguidas, reacción que confirma a los padres que el bebé
“se estaba quedando con hambre sólo con el pecho”. Esta constatación generará sentimientos
de culpabilidad y desconfianza en su capacidad para amamantar.
En realidad, podemos explicarle, cabría descartar que no hubieran sucedido tres fenómenos:
1. Que el bebé no pudo negarse al biberón debido a su reflejo automático de succión-
deglución; 2. Que su aparente avidez al tragar, aquellos tragos rápidos y ansiosos, con los
ojos muy abiertos y las manos contraídas, se debiera a la incapacidad para gestionar el flujo
de leche; 3. Que después de ese estrés y también para conseguir digerir la fórmula, que es
mucho más pesada, necesitase desconectar y descansar durante un buen rato.

Estos primeros biberones pueden quedarse en una situación puntual, pero también significar el
comienzo de una suplementación, posiblemente del todo innecesaria en sus inicios... o no. La
asesora de lactancia puede ayudar a los padres a establecer esta distinción.

La primera crisis suele durar unos 3-4 días (a veces algo más), en los que el bebé ansía
permanecer continuamente en el pecho, estimulándolo con mucha frecuencia.

Después de estos pocos días la madre ve cómo el bebé vuelve a espaciar las tomas, a dormir
más, pasa más tiempo en estado plácido... y la lactancia retoma su curso normal si se ha
respondido a esa necesidad.

Recordemos que de cualquier manera está todavía adaptándose a la vida fuera del útero,
así que su necesidad de contacto corporal con su madre es enorme, con crisis o sin ella,
con lactancia materna o sin ella. Recordemos también que los bebés viven con todo su
canal emocional muy abierto, que también sienten y manifiestan; y que pueden traer
también consigo la emocionalidad de su madre.

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6 SEMANAS
Se produce un nuevo aumento considerable de tomas, el bebé nuevamente decide
estimular el pecho y mamar casi continuamente. Además, como consecuencia de su mayor
desarrollo y capacidad expresiva, cada vez sabe expresar mejor su frustración. Eso le hace
presentar conductas alteradas muy características: se pone muy nervioso, mama dando
tirones, llora en el pecho, arquea la espalda, se retuerce, tensa las piernas...

Si los padres no estaban informados y ya se esperaban esta nueva crisis, se puede repetir el
cuadro de desconcierto, dudas e inseguridad. Una gran cantidad de lactancias se terminan o
comienzan a ir a pique en esta etapa por el convencimiento de que no se tiene leche
suficiente, sobre todo si ya había existido alguna crisis anterior.

Esta crisis suele durar alrededor de 1 semana. Pasado ese tiempo todo se va recolocando,
y tal como decíamos en la crisis anterior: si se ha atendido la necesidad del bebé, la
lactancia continúa satisfactoriamente.
A veces dura menos y a veces más, pero si pasado un tiempo razonable la dinámica no se
resuelve tocará descartar otras posibles causas del comportamiento alterado del bebé, sin
excluir una verdadera hipogalactia.

Coincidiendo con esta etapa (entre las 3-4 semanas y los tres meses de vida) puede aparecer
el famoso cólico de lactante, aunque es muchísimo menos habitual en el sector de niños que
son amamantados sin restricciones y que disfrutan de contacto permanente día y noche con
sus cuidadores.
Cualquier malestar y cuadro incomprensible de angustia o llanto que muestre el bebé es difícil
de sobrellevar, y de entre todas el cólico del lactante suele resultar la experiencia más dura,
tanto por su frecuencia como por su intensidad. Por ello, suele ir acompañada de una
búsqueda de remedios por parte de los padres... durante la cual, debido a consejos tan
bienintencionados como erróneos, la lactancia materna sale malparada (ver tema 14: llanto y
cólicos). Su coincidencia con brotes de crecimiento -no comprendidos como tales por los
padres- resulta la prueba definitiva que muchas lactancias no consiguen superar.

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3 MESES
Alrededor de los 3-4 meses puede darse una crisis como nuevo brote de crecimiento, pero en
general sucede todo lo contrario: el crecimiento sufre su primera fase de ralentización.
El bebé, que a estas alturas ya comienza a ser un “experto de la teta”, espacia las tomas y
restringe su duración. Esto viene acompañado de toda una serie de factores, coincidencias
evolutivas, que aunque normales, frecuentemente son interpretadas de manera errónea (ver
cuadro más abajo).
La sensación generalmente percibida es de rechazo del pecho por parte del bebé y de
falta de leche por parte de la madre. Cuando la madre comprende y maneja de forma
adecuada la situación, la sensación de crisis se diluye y todo va cobrando su sentido. Así
disminuye en gran manera el riesgo de destete.
La sensación de crisis puede durar en su fase aguda unos días, y alargarse hasta 3 - 4
semanas, y suele coincidir de pleno o muy cercana en el tiempo con otra situación vital que
no ayuda demasiado a la serenidad y recolocación. Hablamos de la separación madre-hijo por
fin del permiso de maternidad y reincorporación al puesto de trabajo.

INTERPRETACIÓN
QUE SUCEDE EN REALIDAD
ERRÓNEA
-Tomas más cortas -Me rechaza el pecho -El bebé ya es un experto mamando
-Tomas más espaciadas -Tengo poca leche -En unos minutos extrae todo lo que
-Se queda con hambre necesita
-Pechos blandos -Me estoy quedando sin -Lactancia totalmente instaurada
-No se notan subidas leche -Mejor tono muscular del pezón
-No hay pérdidas de leche
-Coge y suelta el pecho -Ya no le interesa el -Gran mejora de la visión y el oído,
-Se distrae con todo pecho perciben más el entorno
-Sólo mama bien dormido -Sana curiosidad infantil
-Llora cuando comienza a -No le sale nada, no -Cambio: la leche pasa a fabricarse en
mamar, parece frustrado, tengo leche el momento. La subida tarda 2
enfadado… minutos, el bebé se enfada .
-Se tendrá que acostumbrar a esa
espera.
-Engorda menos -Se queda con hambre, -A esta edad el crecimiento se
-Menos deposiciones no come lo suficiente ralentiza

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4 – 6 MESES
Esta no es propiamente una crisis de lactancia, pero sí se trata de un momento vivido como
crítico por muchas madres, por lo que también debemos considerarlo. Aquí se pueden generar
en las madres gran cantidad de dudas, de inseguridades... que son expuestas a la asesora de
lactancia. Se trata del aumento en los despertares nocturnos que muchos bebés
experimentan en algún momento, en especial a partir de los 4 meses (pero puede suceder
varios meses más adelante), y que las familias suelen atribuir a una producción escasa de
leche, o a una supuesta mala calidad, “no le llega la leche, se despierta por hambre”.
La asesoría versará en torno a detectar dudas, miedos y mitos y a informar sobre los
patrones fisiológicos del sueño en los bebés, que en efecto implican esos despertares más
frecuentes; a derrumbar la creencia errónea de que “a esas alturas ya deberían dormir del
tirón”, y a debatir ese mensaje tantas veces escuchado de que “con el biberón duermen
mejor”: ¿esto es así en realidad? ¿por qué? etc. (ver tema 26: sueño y lactancia).

A todo ello le sumamos lo ya recogido el apartado anterior: en esta edad del bebé, las madres
se suelen encontrar en pleno momento de reincorporación al trabajo remunerado, por lo el
pequeño se está adaptando a muchos cambios, incluyendo la lactancia diferida. Esa falta de
teta durante ciertas horas al día también les lleva a compensar de noche despertándose más a
menudo, pues no tardan en captar que allí sí que está mamá y que “más vale aprovechar
antes de me falte de nuevo”.

6 MESES en adelante
Aunque algunos bebés experimentan a esta edad un aumento en el número de tomas, va
siendo cada vez más habitual que comience una etapa de cierto desinterés por el pecho.
Entre otros factores -detallados en el siguiente apartado (9-14 meses)- también puede estar
en relación un inicio demasiado entusiasta de la alimentación complementaria, en especial
cuando se desplaza la ingesta de leche, es decir: si se abusa de los triturados, cuando esos
purés se adelantan a la toma de pecho, cuando no se lleva a cabo una nutrición perceptiva
(respetando las señales de hambre y saciedad del bebé, rompiendo su autorregulación...).

Módulo 4, tema 11. Dificultades en el bebé 16


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No olvidemos que además las madres suelen recibir consejos que van en detrimento de la
lactancia materna, como introducir alimentación complementaria de forma precoz (antes de
los 6 meses), así como el supuestamente necesario paso a biberones y a la leche artificial (ver
tema 25: alimentación complementaria).

Asimismo, es importante seguir manteniendo las tomas nocturnas (la mayoría de bebés
seguirán despertándose varias veces por la noche, y eso es absolutamente fisiológico).

8 – 14 MESES
Este es un típico momentos de transición, de una acumulación de grandes cambios para el
bebé, en todos los sentidos: ha llegado el fin de la etapa de exterogestación. Aquí el bebé
vive la gran novedad de aprender a desplazarse por sí mismo, y siguen sus avances en muchos
otros campos, como el paso de triturados a sólidos (el BLW sigue siendo una tendencia
minoritaria entre las familias).
En general registra una creciente curiosidad por el mundo que le rodea. Cada vez hace más
y más nuevos descubrimientos (a cada cual más apasionante, desde su perspectiva): una
simple piedra, una caja o un mecanismo pueden despertar su intriga y necesidad de
exploración durante un buen rato.

Todas estas novedades le hacen desinteresarse un tanto del pecho, y algunos niños/as
pueden pasar bastantes horas seguidas sin acordarse de mamar. Cuando lo hacen, tienden a
distraerse con facilidad.
Algunos no espacian tanto las tomas, sino que van y vienen del pecho continuamente,
entre exploración y exploración del entorno.

A partir de los 8 meses comienzan a interactuar de forma mucho más activa con sus madres
durante las tomas, y aumenta la complicidad. Es también la edad en que muchos descubren
las ventajas de la “sintonización” del otro pezón (contacto que a algunas madres les hace
gracia, pero a otras les molesta sobremanera, dependiendo de la sensibilidad mamaria).

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Hacia los 12 – 14 meses muchos niños comienzan a mamar de pie siempre que pueden. Así se
sienten más libres para ir y venir cuando les apetezca. Siguen jugando con el otro pecho y van
explorando el cuerpo de la madre, su terreno favorito de juegos.

Para muchas madres esta es una de las fases más dulces y disfrutadas de la lactancia. Sienten
que las dificultades han quedado atrás y muchas se siente realizadas en cuanto a los logros y
la duración de su lactancia.

Por otro lado, en este momento se van produciendo en el bebé avances cognitivos y va
logrando nuevos hitos del desarrollo, que afectarán también a su relación con los demás. Va
siendo cada vez más consciente de sus necesidades, de su vulnerabilidad, y comienza a
presentar ciertas actitudes de desconfianza hacia los extraños (que en su opinión puede ser
cualquier persona, excepto sus cuidadores directos). En esta edad se hace evidente el grado
y calidad de apego que ha desarrollado hacia sus figuras de referencia.
Así que un niño con apego seguro puede experimentar la conocida como ANGUSTIA DE
SEPARACIÓN (con diferentes grados y en diferentes manifestaciones, dependiendo también
del temperamento de cada uno). Se denomina así al desconcierto, angustia y malestar que
siente al perder de vista a su madre, y la negativa a quedarse con personas extrañas (o
incluso a interactuar con ellas si esas personas no le inspiran confianza).
Así, el bebé no se siente seguro hasta que su madre regresa, y muestra tendencia a refugiarse
en ella si en algún momento se siente inseguro o percibe peligro. En esas situaciones, buscarla
con la mirada o acudir a buscarla, aferrarse a sus piernas, esconderse tras ella cuando un
adulto se dirige hacia él/ella, demandar ser alzado/a en brazos o pedir teta son conductas
de autoprotección, muy sanas y normales.
Sin embargo, estas reacciones pueden ser muy incomprendidas y criticadas por las personas
del entorno, desde la familia hasta profesionales pueden hacer comentarios del tipo “qué
vergonzoso/tímido se ha vuelto”, “qué arisco, con lo simpático que era de más pequeño”,
“debería irse acostumbrado a socializar”, “es un niño demasiado dependiente de su madre”,
“tiene mamitis”... y si el niño es amamantado, es probable que alguien opine algo tipo “tanta
teta no le está viniendo bien, deberías dejarle crecer”.

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Estas frases muestran prejuicios y desinformación sobre los hitos evolutivos en la psicología
infantil. Son peligrosas, pues etiquetan al niño, y porque pueden provocar que la madre
piense que hay un problema donde realmente no lo hay, que se sienta insegura acerca del
bienestar de su hijo y con su modo de crianza (en especial en lo referido a la lactancia).
A medida que el bebé crezca y se convierta en niño (18 meses, 2 años, 3 años...), todos estos
comentarios van haciéndose más frecuentes e insidiosos.
Las madres se verán muy beneficiadas si pueden compartir estas dudas y vivencias con
otras madres lactantes (en una red de apoyo mutua) y si reciben escucha por parte de sus
asesoras de lactancia. Son las típicas “consultas que no son consultas”, sino más bien una
petición desesperada de espacio de desahogo y de apoyo incondicional.

12 – 24 MESES
Sumado a todo lo anterior, añadimos otro dato relevante es que a esta edad, sobre todo
entre los 12 y los 18 meses, muchos niños y niñas todavía toman cantidades pequeñas de
alimentación complementaria, y no es extraño encontrar que algunos/as se alimentan casi
en exclusiva de pecho.
La lactancia es diurna y también nocturna. De hecho estamos en plena fase de sueño
inquieto, muchos pequeños siguen teniendo despertares (algunos incluso tienen muchos),
aunque vuelven a dormirse fácilmente con teta. Otros niños, en cambio, ya van durmiendo
bastantes horas seguidas. Cada uno sigue su propio patrón de maduración del sueño.
Es muy habitual que todavía no consigan dormirse por sí mismos, sólo mamando,tanto para las
siestas como durante la noche.

Ambos datos coincide con que su aumento de peso se estanca, debido a la reducción en el
ritmo de crecimiento propio de estas edades.

Todo esto que aquí resumimos son patrones biológicos humanos, es decir, que son
conductas sanas y normales, pero en realidad bastante desconocidas para la mayoría de la
población. Así que las dudas y la polémica están servidas!

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La madre puede estresarse al ver cómo su hijo/a no come según las expectativas que ella
tenía, sobre todo si compara con otros niños de la misma edad; la familia o las cuidadoras de
la escuela se mostrarán frecuentemente extrañadas o preocupadas, y pueden despertarse más
comentarios como: “¿seguro que todavía tienes leche?”, “tu leche no le puede alimentar lo
suficiente”, “ya debería tomar X ml de puré al día”, “no come por culpa de la teta”, “se te
despierta por hambre, dale un buen biberón con cereales para que aguante”, etc.

Muchos pediatras tampoco confían en el poder nutritivo de la leche materna ni en la sabiduría


de madres y bebés, por lo que al “detectar” este tipo de prácticas también reaccionan de
manera poco positiva, incitando a la madre al destete. Por suerte cada vez hay más personal
formado que sí aconseja correctamente. Aun así, las expectativas propias y los mensajes
recibidos por parte del entorno siguen teniendo mucho peso en las decisiones de las familias.

Por último, en estas edades también puede suceder que los cambios bruscos les afecten en
mayor medida, lo que junto con su todavía limitada capacidad de expresión los harán más
susceptibles de hacer huelgas de lactancia (ver apartado correspondiente).

La asesora de lactancia debe tener en cuenta todos este conjunto de factores a la hora de
ponerse en el lugar de las madres con hijos/as de esta edad, recordando hacer el tipo de
preguntas necesarias para saber cuál es la información concreta que les pueda interesar.

2 - 3 AÑOS
Esta es la “crisis tabú”, de la que no se habla en abierto, en la que cada madre piensa que
“debo de ser la única a la que le está pasando esto”.

En realidad también se trata de una fase normal de la lactancia, por la que en mayor o menor
medida pasan la inmensa mayoría de los niños amamantados a esta edad. Cuando una madre
deciden comenzar a hablar en abierto de esta situación con otras madres lactantes, las
sensaciones de identificación y alivio se hacen palpables en el ambiente.

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Esta crisis consiste en que el niño aumenta el ritmo de tomas, en ocasiones hasta límites
insospechados. Las tomas pueden ser cortas en muchos casos, pero no tanto en otros. El
niño/a se aferra al pecho y puede pasarse allí largos ratos, o en otras ocasiones recurrir a
él frecuentemente, intercalando tomas con sus juegos, idas y venidas. Algunas madres
refieren que “mama más que un recién nacido”.

De entre esas madres, hay quienes lo cuentan divertidas, son mujeres que se sienten más o
menos cómodas y disponibles; otras confiesan “no llevarlo muy bien”, sentirse extrañadas,
cansadas, impacientes o molestas. Claro que una misma madre puede albergar emociones y
pensamientos muy diferentes según el momento del día, la situación o en determinadas
temporadas.

Aquí la asesora de lactancia también proporcionará oportunidades de escucha, validará


todos los sentimientos -todos son legítimos- e informará a la madre de que esta situación
responde a un patrón madurativo, o bien a una inquietud concreta en el pequeño/a que
ella como madre es la mejor capacitada para detectar y resolver.

¿Por qué un niño de esta edad sigue demandando pecho con tanta frecuencia? Incluso ¿por qué
si sus tomas ya eran más ocasionales, ahora vuelve a mamar de forma pertinaz? La respuesta
concreta están en cada madre y cada hijo, pero en general suele estar relacionado con el
momento vital tan intenso en el que se encuentran.

Se puede decir que a partir de los 24 meses, pero más especialmente a partir de los 30 meses
se pasa por otra curiosa etapa de transición: se ha dejado de ser bebé, pero todavía no se es
un niño “grande”. Esto significa:
• Nuevos hitos evolutivos: por ejemplo, avances en la motricidad fina, aparece el
pensamiento lógico-matemático, mejora el lenguaje (aunque en muchos niños sus
frases todavía son rudimentarias), se acerca el control de esfínteres, se instaura el
concepto de sí mismo como ser separado de su madre, etc. ¡Muchos aprendizajes y
novedades en poco tiempo!

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• Frustraciones continuas: el deseo de autonomía, del “yo puedo”, “yo solito”, choca de
frente con unas capacidades todavía limitadas. Por otro lado, muchas veces sus deseos
se contraponen a los propios límites naturales, y a los deseos y normas de los adultos.
Estas negaciones pueden generarle mucha ansiedad, y su capacidad para gestionar y
regular sus propias emociones todavía es escasa, por lo que sigue necesitando que un
adulto sensible le ayude a mantener el equilibrio.
• Además, es frecuente que a esta edad aparezcan importantes cambios en su vida que
no puede controlar (comienzo del colegio, llegada del hermanito...).

Con toda esta combinación de vivencias, ser un bebé-niño de dos o tres años no es tan fácil
como desde nuestra posición adulta nos pueda parecer. Pongámonos en su piel!

En estos momentos el pecho toma nueva relevancia para él/ella, especialmente en


momentos críticos en los que sienta disgusto, enfado o dolor, ya que:
• El contacto piel con piel con su querida mamá le calma y reconforta

• La succión le produce un agradable efecto relajante

• Las múltiples hormonas de la lactancia le proporcionan placidez, rebajan su estrés

• En el abrazo que acoge, la mano que acaricia y el contacto visual cercano se siente
aceptado y querido, digno de amor
• En resumen: protegido en el pecho de mamá, contra su piel calentita y siempre
reconfortante, siente que pase lo que pase allí “todo vuelve a estar bien”
(ver tema 21, duración de la lactancia)

Para la madre, que se encuentra ya en un momento donde el puerperio emocional ha


terminado, esta nueva situación de tanta entrega puede resultar difícil, como ya hemos
comentado arriba, sobre todo si no comprende el motivo profundo que lleva a su hijo a “ser
todavía tan dependiente de ella” (si es así como ella lo está percibiendo). La sensación se
acrecienta si choca con sus expectativas para este modo de crianza, y/o para un niño de esta

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edad. También en la comparación con otros niños destetados precozmente; niños que pueden
llegar a presentar unos patrones de comportamiento muy diferentes, dependiendo del
temperamento, tipo de crianza...
Todo esto no es nunca una regla matemática.

Así que son muy comunes en la crisis de los 2 – 3 años (que también podría aparecer más
adelante) los sentimientos ambivalentes: gran alegría y orgullo por todo el tiempo de
lactancia alcanzado (en ocasiones superando diferentes dificultades en los inicios),
conviviendo con sensaciones de inquietud o rechazo, más o menos inconscientes.
Podría por ello plantearse medidas de destete —ya sea parcial o temporal, paulatino o rápido
(ver tema 12, apartado “agitación de la lactancia y tema 22: el destete).

4 - 6 AÑOS y en adelante
Hacia los 3 – 4 años comienzan a destetarse, bien de forma espontánea, bien animados por sus
madres, los niños /as que todavía seguían mamando a esta edad. En algunos casos (hoy en día
ya muy pocos) el fuerte componente afectivo de la lactancia hace que esta continúe hasta los
5 ó 6 años o incluso más allá. Pensemos que la norma biológica de destete humano está entre
los 2,5 y los 7 años.

A estas edades las crisis han ido quedando atrás. Ya cuentan con cierto repertorio de
expresión lingüística, por lo que pueden transmitir sus necesidades con mayor efectividad. Si
han sido adecuadamente maternados serán individuos que han comenzado a construir una
regulación emocional. Todavía necesitarán de la ayuda del adulto para muchas situaciones, en
la resolución de los conflictos cotidianos y en la afirmación de una buena autoestima. Siguen
siendo “espejos emocionales” cuya maduración afectiva todavía no es completa; y en general
transitan todas estas vivencias sin que vayan mediadas por la lactancia, como sucedía cuando
eran más pequeños.
Eso no quita que los que siguen mamando, en determinado momento puedan querer compartir
con su madre ese momento de intimidad y complicidad.

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¿Cuál es la frecuencia de sus tomas? la variedad es enorme entre casos. Algunos pueden
mamar a diario (es típico antes de dormirse, o justo al despertarse), o bien sólo hacer tomas
esporádicas. Hay niños que pueden parecer destetados, al no mamar durante días o incluso
semanas, pero de repente un día volver a pedir. En todo esto suele haber fluctuaciones.
También influye si por el medio existe un nuevo embarazo. Si el niño llega a formar parte de
una lactancia en tándem la lactancia suele perdurar, aunque todo tipo de reacciones pueden
suceder.
Lo importante es que tanto madre como hijo/a se sientan tranquilos, cómodos y respaldados
con su experiencia de lactancia, dure lo que esta dure.

CONCLUSIONES
La lactancia es una vivencia muy especial, una forma singular de entregar y recibir amor;
llena de luces, pero no exenta de sombras. Al igual que en toda relación humana mediada
por el amor, suele haber momentos de más y menos entendimiento, de pequeñas o
grandes crisis, de emociones, de dudas y certezas, de rechazos (reales o percibidos), de
nuevas necesidades... todo esto, ya sea por parte de uno de los miembros, o de ambos a la
vez. Se trata de algo normal, incluso esperable. Es la vida misma: recolocación continua.

La lactancia no es un evento, no es algo inmóvil como un estanque, sino que es un proceso,


lleno de fases, altibajos... es un río en constante movimiento. El propio desarrollo motriz,
cognitivo y psicológico del bebé junto con la evolución de la mujer como persona y como
madre formarán un determinado devenir, tan único y tan propio como cada crianza, como
cada vida, puedan serlo.
El contar con la necesaria motivación y con autoconfianza, con el respeto del entorno
inmediato, con el apoyo de los profesionales sanitarios y también con el contacto (aunque
sea de forma virtual) con otras madres lactantes, así como el tener a disposición la ayuda
de asesoras de lactancia que informen y apoyen las decisiones tomadas puede suponer la
diferencia entre una lactancia vivida con miedo y finalizada con frustración, o una lactancia
transitada con la sensación general de serenidad y disfrute.

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En especial cuando llega un momento realmente crítico -como es una dificultad seria en los
inicios, un brote de crecimiento o una huelga de lactancia- disponer de esa red de apoyo
puede marcar un punto de inflexión.

La pérdida de la cultura de la lactancia es evidente en una gran cantidad de factores en


nuestra sociedad. Situaciones, reacciones y exigencias que desprotegen, que no cuidan de las
condiciones necesarias para que las lactancias florezcan. Esto sucede ya desde el mismo
nacimiento del bebé y luego en sus primeros meses, pero a medida que crece también se
hacen especialmente necesarios recursos de afianzamiento de las mujeres en su propio poder,
en su capacidad para tomar decisiones informadas, libres y siempre dignas de respeto.

Como asesoras de lactancia, el objetivo principal es ayudar a la


madre a detectar, delimitar y conseguir sus objetivos de lactancia,
especialmente en aquellos momentos vividos como críticos

Y hay algo importante que recordar: en estos baches de lactancia, las familias tomarán
decisiones que cuadren con nuestras propias maneras de crianza, pero también otras que
entren en conflicto con lo que nosotras hubiéramos hecho. Recordemos entonces que se trata
de su lactancia; no de la nuestra. Procuremos mantener una sana empatía, no juzgar, no
implicarnos emocionalmente. No vertamos nuestras propias expectativas ni influyamos con
nuestras opiniones personales.

Una buena asesora de lactancia se caracteriza por abrir espacios, mostrar puertas,
respetar y valorar la capacidad decisiva de cada mujer.

Estemos ahí en los baches, tal y como a nosotras mismas nos gustaría que nos escuchasen y
nos asesorasen en caso de que lo necesitásemos.

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TESTIMONIOS DE MADRES

CASO 1
Mi bebé tiene 3 semanas. Tras muchos problemas al principio (grietas, discusiones con mi
marido…) estaba consiguiendo la LME. Pero ahora que los problemas parecían superados, la
cosa se complica, y yo vuelvo a flaquear.
Al principio me pedía cada 3 horas. Tardaba unos 40-50 minutos en cada toma. Pero ayer, y
sobre todo hoy, me pide cada hora y luego duerme media hora como mucho! mientras
duerme está inquieto, moviéndose… estoy agotada! no duermo, tengo unas ojeras increíbles y
estoy decaída. ¡Llevo un par de horas en que no puedo dejar de llorar!
Mi marido dice que le demos biberón por la noche para que yo descanse. Por ahora me he
comprado un sacaleches, aunque ni tiempo tengo para sacarme leche. Yo necesito saber qué
pasa, y si todo esto mejorará…

CASO 2
Mi niña tiene un mes y 6 días. Lleva unos días que cuando lleva un rato mamando, empieza a
llorar con el pezón todavía en la boca y a retorcerse. Yo lo achaco a los gases, porque a veces
si la quito y la pongo a eructar vuelve a coger el pecho, pero otras veces no es así. Además,
esta semana sólo aumentó 130 gr cuando venía subiendo 200 gramos semanalmente desde que
nació.
La pediatra me ha mandado Aerored y volver a pesarla la semana que viene. Estoy
preocupada y no quisiera tener que empezar a darle suplementos… pero no sé qué más puedo
hacer.

CASO 3
Mi hijo tiene casi 4 meses, y lleva tres días insoportable! tiene unas rabietas increíbles
cuando tiene que mamar. Empieza a chuparse los puños y se pone muy ansioso, cuando le
pongo al pecho empieza a llorar y a patalear, y no se engancha. Le tengo que poner el
chupete para que se calme, lo coge con ansiedad... y cuando se va calmando, pues le ofrezco
el pecho. Hay veces que se engancha, pero otras vuelve a la rabieta una y otra vez! Al final

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cuando por fin se decide, entre medias empieza a lloriquear y sólo mama unos minutos.
Antes de las dos horas vuelve otra vez la misma historia, ¡hay veces que incluso antes! en mi
entorno ya me están presionando para que le de biberón, me dicen que no tengo leche
suficiente… yo por ahora quiero seguir intentándolo, pero no sé... presiento que todo esto no
acabará bien.

CASO 4
Mi niño tiene 4,5 meses. En el trabajo me saco leche y se la dan con cereales, le encanta! El
caso es que desde hace un par de días, cuando va a mamar me monta unos numeritos
tremendos! se lanza a la teta con ganas, succiona un minuto… y se pone a gritar como un
loco. Así una y otra vez! Apenas come. Hoy cuando lo intenté de nuevo, hasta se atragantó...
lloró un montón! No sé qué le pasa, porque hay alguna toma en que sí se engancha y mama
hasta que se sacia, pero son las menos. Así que hoy ya he sucumbido y le he dado un biberón.
Me preocupa que coma tan poco a lo largo del día. Yo supongo que le ha gustado tanto el
bibe que ya no le hace tanta gracia la teta, y me da una pena horrible que me rechace con
sólo 4 meses y medio!! ¿hay algo que pueda hacer?

CASO 5
Mi lactancia se ha acabado! es un momento durísimo para mí. Me paso el día entero llorando
porque no estaba ni mucho menos preparada para este momento... pero ha llegado. Una
amigdalitis aguda ha hecho que mi hijo se destetara, lleva 4 días sin tomar nada, le ofrezco y
se niega! y sé q ya no le duele nada la garganta, simplemente ya no la quiere. No ha sido un
destete gradual, sino de golpe y porrazo, muy drástico para mí, que lo he pasado
francamente mal, no sólo físicamente... pero ya no puedo estar más tiempo ofreciéndoselo,
mi estado de ánimo no me lo permite mas tiempo. Se lo ofrezco con ilusión, y cada negativa
es una punzada para mí…

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