Sie sind auf Seite 1von 3

Fábula corta: El lirón tacaño

Había una vez una familia topo que vivía muy próximo a la guarida de un lirón. Un día el menor de los topos se
acercó a la puerta del lirón y le dijo:

– Muy buenos días tenga usted Don lirón, mi mamá me ha mandado porque quiere que usted le preste medio kilo
de harina para hacer una pastel. A pesar de que don lirón era muy tacaño le dio de muy mala gana la harina porque
la señora topo en varias ocasiones lo había ayudado.

Unos minutos más tarde volvió el pequeño topo a la puerta de don lirón para pedirle medio kilo de azúcar. Esta
vez don lirón no quiso acceder pero para no negarse en vez de darle azúcar le dio sal.

Al llegar la noche don lirón volvió a sentir unos toques a la puerta, y cuando abrió vio a la familia de topos
completa y traían una torta y todos juntos dijeron

– ¡Muchas felicidades! Aquí le traemos este pastel que hemos preparado con mucho amor para usted por su
cumpleaños.

Don lirón se quedo muy asombrado al ver tal gesto y para demostrar su agradecimiento accedió a comérsela
después sin decir que la torta en vez de azúcar tenía sal.

Moraleja: Si eres de esos que les gusta engañar a los demás, en algún momento tu vas hacer engañado.
Fábula corta: El lobo hambriento
Esta historia ocurrió una mañana cuando el labrador había terminado de trabajar en sus campos y llevo a los
bueyes a que se refrescaran en el estanque. Después de beber agua se dispusieron a descansar un poco pues estaban
muy agotados por el peso de los arados cuando de repente apareció un hambriento lobo en busca de alimento.

Este se fue acercando poco a poco al arado, y una vez allí empezó a saborear los bordes del yugo para sentir al
menos el gusto del sudor de los bueyes y así engañar a su estómago. Comenzó suavemente pero era tanta el
hambre que tenía que no se percató que su iba metiendo su cabeza dentro del yugo. El hambriento lobo al
percatarse de que había quedado atrapado por el yugo comenzó a desesperarse porque no podía salir así que
empezó a correr en todas las direcciones. Mientras corría arrastraba el arado por todo el surco que habían hecho
los bueyes.

Un rato más tarde llego el labrador acompañado de sus bueyes y al ver lo que estaba ocurriendo le gritó al lobo:

– ¡Maldito lobo! Que distinto sería todo si no tuvieses esas malas ideas de acosar a los animales que nos ayudan
en el campo a trabajar. Yo sería un hombre muy dichoso si araras mis campos con la misma fuerza y rapidez con
la que corres ahora desesperado para liberarte de ese yugo tan pesado.

Moraleja: Cuando eres malo y tus intenciones no son buenas, aunque parezca que actúas bien al final tu
naturaleza te pone al descubierto.

El león y el ratón
Érase una vez un león que estaba descansando en la selva, después de un día de caza. Era un día caluroso y solo
le apetecía dormir.

Cuando se encontraba más cómodo, llegó un ratón haciendo mucho ruido. El león era tan grande que ni si quiera
se percató, pero el ratón empezó a subir por su nariz.

El león se despertó con muy mal humor, empezó a gruñir, y agarró al ratón, preparándose para comerlo.

“¡Perdóname!” suplicó el pobre ratón. “Por favor déjame ir y algún día seguramente te lo pagaré”.

Al león le resultó divertido pensar que un ratón podría alguna vez ayudarlo. Pero fue generoso y finalmente lo
liberó.

Algunos días más tarde, mientras acechaba a una presa en el bosque, el león quedó atrapado en la red de un
cazador.

Era incapaz de liberarse y rugió fuerte para pedir ayuda. El ratón reconoció la voz y acudió rápidamente para
ayudarlo. Mordió una de las cuerdas que ataban al león y este se liberó.

Entonces el ratón dijo:

“Incluso un ratón puede ayudar a un león”.

Moraleja: no menosprecies lo que pueden hacer los demás. Aunque parezca lo contrario todos te pueden ayudar.
El cuervo y el zorro
Había una vez un cuervo que descansaba en un árbol, tras haber logrado robar un queso de la ventana de una casa.

Cerca caminaba un zorro que olió el fuerte aroma, vio al cuervo y le dijo:

-¡Hola! Qué buen día hace, además tu plumaje es muy bonito. Le queda muy bien.

El cuervo se sintió muy bien con lo que le dijo el zorro. Le entraron ganas de cantar para celebrarlo, abrió el pico,
pero entonces dejó caer el queso.

El zorro, sonriendo, corrió hacia el queso y lo atrapó con la boca antes de caer al suelo.

Moraleja: presta atención cuando alguien te dice cosas bonitas. Puede que sea por interés.

El niño y los dulces


Era 21 de Septiembre y todos los niños contentos después de un largo verano, regresaban a las escuelas. Al ser el
primer día, la maestra llevó a clase un bote lleno de chucherías para dar la bienvenida al nuevo curso escolar. Uno
de los alumnos salió el primero corriendo hacia los dulces.

Una vez que cogió todas las chuches que pudo,al intentar sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió
hacerlo. El niño lloraba y lloraba amargamente, pero un amigo que estaba cerca le dijo: -Confórmate con coger
solo la mitad y así podrás sacar la mano con los dulces.

Moraleja: no seas egoísta, avaricioso y escoge solo aquello que necesites. Como bien dice el dicho “quien mucho
abarca, poco aprieta”.

Esta fábula enseña a los niños a no ser tan egoístas, una cualidad muy importante a la hora desarrollar su
personalidad. En un mundo en donde la individualidad prevalece, es bueno desde pequeños que lo niños aprendan
a compartir y a ser generosos con sus iguales.

Das könnte Ihnen auch gefallen