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Martin Lutero I FI fraile hambriento de Dios POR RICARDO GARCIA-VILLOSLADA PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD GREGORIANA BIBLIOTECA D& AUTORES CRISTIANOS MADRID + MCMLXXIIL BIBLIOTECA AUTORES CRISTIANOS Declarada de interés nacional ESTA COLECCION SE PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA DIRECCION DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA LA COMISION DE DICHA PONTIFICIA UNIVER SIDAD ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELA- ‘ION CON LA BAC ESTA INTEGRADA EN FL ASO 1973 POR LOS SENORES SIGUIENTES: PRESIDENTE Examio. y Rvdmo. Sr. Dr. Maxmino Romero DE Lema, Obispo de Avila y Gran Canciller de la Universidad Pontificia VICEPRESIDENT : Ilmo, Sr. Dr. FERNANDO SEBASTIAN AGUILAR, Rec- tor Magni fico VocaLes: Dr. OLEGARIO GONZALEZ DE CARDEDAL, Decano de la Facultad de Teologia; Dr. JUAN SANCHEZ SANCHEZ, Decano de la Fa- cultad de Derecho Canénico; Dr. ALFONSO ORTEGA CARMONA, Deca- no de la Facultad de Filosofia y Letras; Dr, MANUEL CaPELO Mar- tinez, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales; Dr. SATURNINO ALVAREZ TURIENZO, Vicedecano de la Seccién de Filosofia; Dr. CLAUu- DIO Vita PALA, Vicedecano de la Seccién de Pedagogia; Dr. Jost GuiLLén CaBANERO, Vicedecano de la Seccién de Filologia Biblica Trilingiie; Dr. MaximtLiano Garcia Cornero, O. P., Catedratico de Sagrada Escritura; Dr. CASIANO FLORISTAN, Director del Instituto Superior de Pastoral LA EDITORIAL © \TOLICA, S.A. Apanrane 466 MADRID. « MEMEXXIIT © Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Catélica, $. A. Madrid 1973 Con censura eclesiastica Depésito legal M 8728-1973 ISBN 84-220-0421-6 obra completa ISBN 84-220-0422-4 tomo 1 Impreso en INDICE GENERAL SIGLAS Y ABREVIATURAS. . Pints ee A) Obras completas de Lutero.......... B) Otras fuentes impresas. : Bibliografla.......0... 0000s c0cee eee INTRODUCCION............5 peace «El genio alemén hecho carner—La tragedia de Europa-~ {Quién escribird la vida de Lutero?—Dificil objetividad.—Mi intencién y método.—Auutobiogra- fia de Lutero.—E] Reformador visto por sus primeros dise{pulos—Epoca de la «Ortodoxia luterana®,—El pietismo y la ustracién.—El Romanticismo y la uni- ficacién nacional de Alemania,—Crisis del luteranismo y su renacimiento,— Principales biografias modernas. CAPITULO 1.—Nifiez y adolescencia (1483-1501)..0060-000ses0eee sees Reinando el emperador Federico III de Habsburgo.—Las dos Sajonias.—La estinpe de los Luder 9 Luther.—El labriego se hace minero—Nacimiento de Martin en Eisleben.—Trece afios en Mansfeld.—Educacisn familiar —Supers- ticiones populares —Instruccién elemental.—Religiosidad infantil. —El afio de Magdeburgo—En mi querida ciudad de Eisenach—Leyenda y realidad — La santa Madre de Turingia. CAPITULO 2.—En la Universidad de Erfurt (1501-1505)... Amanece el gran siglo xvr.—éErfurt, la bien torreadar.—Predicacién de cruzada y_de indulgencia.—Fiesta de la matricula y vida colegial.—Laureado en artes. Woy del partido de Ockhamy.—Fisica y Etica aristotélicas—El humanismo de Erfurt.—Primer hallazgo de la Biblia —El ti se cambia en usted —Anécdota de la mujer casada,—El rayo del cielo.—Un voto indeliberado.—Pensamientos an- teriores de hacerse fraile. CAPITULO 3.—En el Monasterio Negro de Erfurt. Noviciado, pro- fesién religiosa y sacerdocio (1505-107)........- gee eae @Por qué quiso ser agustino?—¢Tenia vocacién?—Hans Luder se rinde— Induat te Dominus novum hominem.—El afio de noviciado.—La liturgia—La Bi- blia forrada de cuero—Los primeros escripulos.—Horas de fervor.—Ego fra- ter Martinus facio professionem—Hoy alegrias, mafiana maldiciones.—La pro- fesién, nuevo bautismo.—Vida de estudio y de piedad.—Leyendo a Gabriel Biel.—-Sacerdos in aeternum.—La primera misa.—Seriedad religiosa y auténtica devocién,—Hans Luder en el banquete de Erfurt. CAPITULO 4.—De Erfurt a Wittenberg. Estudiante y maestro. Prime- ras inquietudes. Las «Sentencias» de Pedro Lombardo (1508-1510)... Un monje como tantos otros.—E] jubileo de 1508 en Erfurt—De las orillas del Gera a las del Elba—Fundacién y organizacién de la Universidad de Witten- berg.—El estudiante de teologia.—Bachiller biblico y sentenciario—Su en- cuentro con Staupitz.—Melancolias y escriipulos.—El misterio de la predesti- nacién.—-Stultus es.—Vuelta a Erfurt: el eaiio locor—Las Sentencias de Pedro Lombardo.—Agustinismo, biblicismo, antiaristotelismo.—Angustias espiritua- S._les y lectura de la BibliaNuevas inquietudes. 35 62 88 120 vw Indice general CAPITULO 5,—El viaje a Roma (1510-1511)... «Cuanto mas cercano, peor cristianor.—Congregacién de observancia agusti- niana.—Planes del vicario general.—Oposicién de los més observantes.—Ca- mino del sur.-Por los campos y caminos de Italia~Salve, sancta Roma.—Al habla con su general.—La confesién.—Ein toller Heilige-—Cosas notables de la Urbe.—Relatos inaceptables. Otros recuerdos e impresiones.—EI regreso a la patria,—Staupitz renuncia a sus planes unionistas. CAPITULO 6.—Universidad de Wittenberg. Doctor, predicador y pro- fesor. «Dictata super Psalteriunm. Crisis espiritual (1511-1515). Al convento de Wittenberg definitivamente.—Paralelo de Wittenberg con Al- cald~EI bachiller empieza a predicar.—Cémo predicaba Lutero.—Subprior del convento y regente de estudios—Licenciado en teologia.La solemnidad del doctorado.—Dictata super Psalterium—Los sentidos biblicos.—Contra los justiciarios.—Falta de claridad teolégica—Fidelidad a la Iglesi nuestra Gallina—EI capitulo de Gotha —Grobianismus de Lutero. piritual.-~Gerson y los escrtipulos.—Agradecimiento a Staupitz—Una anécdo- ta de aquellos dias. CAPITULO 7.—Prior de once conventos, Leyendo a los misticos. La nueva teologia de Wittenberg (1515-1517). 00.2... 0000.+ Fama de buen religioso.—Buen superior—Reprende a los Asperos y revolto- s08,—E corazén amorosisimo de Cristo.—Pastor de sus ovejas—-Somos hijos de Adén.—Abrumado por las ocupaciones.—San Bernardo, el Doctor Meli- fluo.—Gerson, el Doctor Consolatorio,—Tauler, el mistico.—Teologia german ca,—Teologia antiescoldstica,—Nuestra teologia avanza.—Contra la exégesis erasmiana.—Contra el aristotelismo.—Aplausos en Wittenberg.—Renovacin de la Universidad. CAPITULO 8.—El comentarista de San Pablo (1515-1517)... 066... 06+ A la bisqueda de una teologia espiritual.—El profesor en su catedra,—Prepara- cién y método.—Teologfa de San Pablo.—El pecado permanente.—Justificacién imputativa—Iustus et peccator.—Los justiciarios.—Contra los escolisticos y los herejes.—Incertidumbres e incongruencias.—Paulinismo antipaulino.—La epi tola a los Galatas.—La epistola a los Hebreos.—Certeza de la justificacién y sal- vacién.—Convencimiento y buena fe. CAPITULO 9.—Explicaciones de la crisis luterana.......... plicacién del propio Lutero.—Su observancia monssti iles.—Sacramentos y buenas obras.—Un poco de crit Tesis de Cocleo—La acometida de Denifle—Adiés a Lutero y vuelta a Ia Iglesia,—Ultimas pinceladas.—En ti nada hay divino».—Reacciones y po- lémicas.—Critica de fa teorfa denifleana.—Interpretacién psiquidtrica.—Smith y de Lutero.—La opinién de Erik @Un paranoico?— eli ignificacion de la obra de jemita frente al dominico, Deliciencias y aciertos de Grisar.— Reéplican jnolentantes.— Agustininmo del siglo x11. Nuevo agustinismo.—Teo- Ha extant de Weijenborg. — Obsetvaciones.—La imagen de Lutero en la obra de Portes Un malentendi, Girinar, 1: CAPITULO 10~ La tragedia de una conciencia atormentada. Inicio de Ia crisis—EI1 Dios justiciero y vengador.—«Me asustaba el nombre de Jestis»—Palabras de Herp.—Tristezas y tentaciones.—El problema de fa castidad,—Vida de oracién, el Breviario.—La concupiscencia inestinguible — Remedios ascéticos y sacramentales,—Segunda fase de la crinin. Ayustinismo extremado.—El concepto de Justitia Dei—La Turmerlelnis, Discusiones cro- nolégicas.—No fue luz de relimpago.— 2Fue un raygo de humor lo del retrete? Gozo, mas no éxtasis, Pags. 145 169 201 225 248 293 CAPITULO 12.—El capitulo agustiniano de Heidelberg (1518). CAPITULO 1 Indice general vir Pégs. CAPITULO 11.—El trueno de Wittenberg. Las 95 tesis sobre las indul- gencias. Primeras polémicas (1517-1518)......0.000c.00 Los agiieros del afio 17.—Tetzel, predicador vocinglero.—-Veto de predicacisn en Sajonia,—Nociones teolégicas.—Algo de historia.—Origen de las indulgen- cias.—Abusos de las indulgencias.—Electos saludables,—Bula de Leén X por la fabrica de San Pedro.—Fray Juan Tetzel—Un gesto revolucionario que no existié— (Qué dice el propio Lutero?—Carta al arzobispo de Maguncia.— Las 95 tesis.—Anilisis de las mismas.—Valor del documento.—Primeras con- troversias: contratesis.—Obeliscos y asteriscos.—Divisién de opiniones. ema teolégico luterano. Teologia de la cruz. Mas sobre las indulgencias. .. Cabriel Veneto y Staupitz,—Camino de Heidelberg.—Fray Martin dirige la disputa.—Entusiasmo del joven Bucer.—Maestro de la juventud.—Paulinismo desorbitado—Nada de ascetismo,—Theologia crucis.—Deus absconditus—Pa- radojas e hipérboles.—De nuevo sobre las indulgencias.—La voz del papa, voz de Cristo.Suftimientos infernales.—Excomunién justa e injusta—En defen- sa propia contra Tetzel.—De nuevo a los Salmos. CAPITULO 13.—Se inicia el proceso romano. Ante Cayetano en Augs- burgo. Cayetano y Miltitz, dos politicas dispares (1518-1519).....-+» El episodio de Dresden.—Inicio del proceso romano.—El Diélogo de Silvestre Prierate.—E] fraile agustino apela al principe.—-Legacién de Cayetano.—Acti- vidad de Leén X.—Seguridades y garantias.—Fray Martin en Augsburgo.— En el palacio de los Fugger.—Lutero no se retracta.—Bula Cum postquam.—El elector Federico de Sajonia.—Spalatino el intermediario.——Cambio de politica en Roma,—La partida de Miltitz.—Un diplomatico acomodaticio.—E] beso de Judas.—+Dios me arrebata»—Una carta sin fecha ni firma.—E] memorial de ‘Miltitz.—Muerte del emperador.—Tesis moderadas de Lutero.—Carta pater- nal de Leén X.—Fracasa el arbitraje— ‘Martin Lutero caidenal?—Ultimos actos de la comedia miltitziana—En Lichtenburg. CAPITULO 14.—La disputa de Leipzig. Nuevos escritos. La Iglesia y el Papado de Roma (1519-1520)... : Wittenberg ¢ Ingolstadt en guerra.—Non sum compos mei i-—Impugnacion del primado.—Normas de la disputa.—Dos caballeros: San Jorge frente a San Mar- tin.—Sermén del 29 de junio—Lutero frente a Eck.—Dos retratos de cuerpo entero,—Origen divino del primado romano.—La sombra de Hus.—tErr6 el concilio de Constanzar—Purgatorio y penitencia.—«Mal hemos disputado».— Eccius dedolatus.—Libros y libreros.—Humanistas en pro de Lutero.—Otros fautores del luteranismo.—Epistola a los Gélatas.—Sermén sobre las buenas obras. —*Todas las obras son iguales».-—No lector, sino lictor, el asno de Leipzig. La potestad del papa—La Iglesia incorpérea. El proceso romano. Ulrico de Hutten. Apelacién a la nobleza. Cautividad babilonica. La bula «Exsurge, Domine» (1520). El proceso en marcha, —Eck en la nueva comisién.— {Qué hacian los superiores monisticos?—+Al papa no le obedezcos.—Una pluma y una espada.—A la Re- forma por la revolucién.—Las triadas romanas.—Otro humanista y otro caba- Mero. —Carta a Carlos V.—#Yo he osado: éste es mi versor.—Manifiesto de Lu- tero a la nobleza—Las tres murallas.—Concilio laico antirromano.—-Veintisie~ te puntos de reforma.—Reforma del clericato y monacato.—Reforma de los estudios y de las costumbres.—Suceso y resonancia del escrito.—De la cautividad habildnica.-No hay siete sacramentos.—Contra el sacrificio de la misa.—Bau- tismo y confesién.—Natrimonio indisoluble, mas no sacramento.—El orden y la extiemauncién no son sacramentos.—Radicalismo y presuntuosidad del tedlogo, Repercusién en la cristiandad.—Admonicién de Roma a Witten- ber mania ferox.~- Ultima fase del proceso romano.—La bula Exsurge, Do- mine, Se condena la doctrina, no la persona,—Ultimas exhortaciones,—Res- puwsta de Lutere, G 319 352 375 414 453 vat Indice general eae MARTIN LUTERO CAPITULO 16.—La publicacién de la bula en el Imperio. Carlos V en Aquisgran. Aleandro y Erasmo. Primeras reacciones de Lutero. I «Decet Romanum Pontificem”.........2. 0000000 ve 494 Un tedlogo y un humanista.—Dificultades de Eck.—Aleandro en los Paises i oF i Bajos.—Actas ficticias de Lovaina,—Carlos de Austria en Aquisgrin.—Coro- El fraile hambriento de Dios nacién imperial.—De Aquisgran a Colonia.—Erasmo con el principe de Sajo- hia. —Primeras telaciones de Erasmo con Lutero.—Los enemigos de las buenas Jetras.—Erasmo y Aleandro.—Un arbitraje imposible.—Erasmo contra la bula. Primera reaccién de Lutero.—El fraile excomulga al papa.—Renueva la ape- jacién a un concilio.—iSobre la libertad del cristianov.—Un regalo para el papa.—_Hogueras en Wittenberg. —Carnavalada fatidica.—Operationes in Psal- mos.--La bula Decet Romanum Pontificem. CAPITULO 17.—La Dieta de Worms (1521)........00-.05 022005 La Dieta, asamblea imperial.—Roma locuta est.-~Altos personajes en Worms.— San Agustin pecd, Lutero nov.—+Lutero es un ribaldo».—Erudicién de Alean- dro.—Apertura de la Dieta,—Carlos V expone su programa.—La persona del emperador.—Deliberaciones acerca del edicto.Proyectos del P, Confesor.— Un breve de Leén X que Federico no quiere escuchar.—El gran discurso de Aleandro.--Efectos del discurso.—Discusi6n del decreto antiluteran venga Lutero,—Gravamenes de la nacién germénica.—El salvoconducto. auietudes de Aleandro.—Amenazas de Hutten,—-Noticias de Ebernburg.—Si- tuacién religiosa de la nacién.—Sentimientos de Lutero: «No soy duefio de mir. El nuevo profeta.—Contra el chivo de Leipzig.—Camino de Worms.—Lutero frente a Carlos V.—Primer interrogatorio.—Lutero aplaza la respuesta.—Se- gundo interrogatorio.—«Ni puedo ni quiero retractarme: Hie stehe ich?—Con- fesion catdlica de Carlos V.—Cartas de Espafia.—Vanas amenazas.—Conferen- cias de luteranos y catélicos.—El Reformador desaparece.—La ruta de Wart- burg,—Los principes se van.—El edicto de Worms.—Contenido y trascenden- cia del edicto.—Su aplicacién en el Imperio. 527 SIGLAS. FUENTES. BIBLIOGRAFIA I. SIGLAS Y ABREVIATURAS Analecta Augustiniana (Roma 190588). Archivum Franciscanum Historicum (Quaracchi 1908ss). Archivum Historiae Pontificiae (Roma 196388). Archiv fiir Reformationsgeschichte (Berlin 190488). Archivio Storico Italiano (Florencia 1842ss). Archivio della Soc. Rom. di Storia Patria (Roma 187788), Biblioteca de Autores Cristianos (Madrid 1945s). Biblioteca de Autores Espafioles (Madrid 1945ss). Bulletin Hispanique (Burdeos 1899ss). Boletin de la Real Acad. de la Historia (Madrid 1856ss). Die deutsche Bibel (WA 1906-60). M. Luthers Briefwechsel (WA 1930-67). Catholica (Paderborn, Miinster 193285). Corpus Catholicorum (Minster 191988). Corpus Reformatorum (Halle, Braunschweig, Berlin, Leipzig 183488). Concilium Tridentinum ed. Societas Goerresiana (Freiburg i. Br. 1901ss). Dictionnaire de théologie catholique (Paris 1930-51). Dict. d’Hist. et Geogr. Ecclés. (Paris 191288). Erlanger Ausgabe der Werke Luthers (Erlangen, Frankfurt 1826-86). Franziskanische Studien (Minster 191488). Hiistorisches Jahrbuch (Colonia, Miinchen 1880ss). ‘The Harvard Theological Review (Cambridge, Massachusetts 191755). Historische Zeitschrift (Minchen 185955). Kerygma und Dogma (Gottingen 195585). Luther-Jahrbuch (Wittemberg, Munchen rgr9ss). Lutherische Rundschau (Hamburg 1950s). Lexikon fiir Theologie und Kirche (Freiburg i. Br. 2.* ed. 1957-67). Luther-Mitteilungen der Luther-Gesellschaft (Hamburg 1919ss). Monumenta Historica Soc. Iesu (Madrid, Roma 1894ss). Nouvelle Revue Théologique (Paris, Tournai 1869ss). Neue Zeitschrift fiir systematische Theologie (Berlin 1959ss). Patrologia latina ed. Migne (Paris 1844-55). Quelien und Forschungen aus italienischen Archiven und Bibliotheken (Roma 1897ss). Queen und Forschungen zur Reformationsgeschichte (Leipzig, Gitersloh ro11ss). Realenzyklop. fir protestantische Theologie und Kirche (Leipzig 1896-1913). Revue d'Histoire Ecclésiastique (Lovaina 1900ss). Roemische Quartalschrift (Freiburg i. Br. 1887ss). Revue des Questions Historiques (Paris 1866ss). Revue des Sciences Religieuses (Estrasburgo 182188). Studia Theologica (Oslo 194783). Schriften des Vereins fir Reformationsgeschichte (Halle, Leipzig, Gater- sloh 18838s).. Tischreden (WA 1913-21). ‘Theologische Studien und Kritiken (Hamburg, Gotha 1828ss). ‘Theologische Quartalschrift (Tubinga, Stuttgart 1819s). Theologische Revue (Minster 190258). Trierer Theologische Zeitschrift (Tréveris 1888s). Weimarer Ausgabe (Weimar 1883ss) (cf. infra, Obras de Lutero: Fuentes). Zeitschrift fir Kirchengeschichte (Gotha 1876ss). Zeitschrift fiir katholische Theologie (Innsbruck, Viena 187788). Zeitschrift fiir systematische Theologic (Berlin 19238). ‘Zeitschrift fiir Theologic und Kirche (Tubinga r891ss). ‘4 Siglas. Fuentes, Bibliografia Il. FUENTES A) Opras coMPLeTAs DE M. LuTERo La primera edicién completa o Gesamtausgabe de las obras de Lutero es la de Wittenberg, iniciada en vida del Reformador, el cual la encomendé al profesor Gaspar Cruciger y al maestro Jorge Rérer. Comprende dos series: tna de libros en aleman: Biicher D. Mart. Luth. (Wittenberg 1539-59), 12 vols., y otra de libros latinos: Opera omnia (Wittenberg 1545-57), 7 vols.; entre éstos hay varios traducidos del aleman al latin con aprobacién del au- tor. El mismo Lutero puso un prélogo alemén al vol.r de la primera serie y otro prélogo latino al primero de la segunda serie. Este prologo latino re~ yiste singular importancia por lo que tiene de autobiografico y explicativo de su crisis religiosa. Al tomo segundo (1546) le puso Melanthon un prélogo, que puede decirse la primera biografia de Lutero en tono de panegirico (Historia vitae Martini Lutheri), tres afios antes de los Commentaria de . Cocleo. : La segunda edicién mas completa que la de Wittenberg y ordenada cro- nolégicamente es la de Jena, 8 vols. en aleman (Jena 1555-58) y 4 en latin (1556-58), que fue reimpresa varias veces, como también la de Wittenberg. Siguieron otras ediciones de obras completas, como la de Altemburg (1661-64), en 10 vols., en alemén modernizado; de los escritos latinos sola- mente se publican algunos, y ésos traducidos al aleman; la de Leipzig (1729- 4o), en 23 vols.; la de Halle (1740-53), en 24 vols., que suele citarse por el nombre del que la preparé, J. G. Walch, y la adorné con introducciones y noticias y otros muchos materiales. Los escritos latinos los da en traduccién alemana. ae Bajo el aspecto critico alcanza mayor valor la «dicién de Erlangen», pre- parada por varios eruditos, que procuraron ofrecer, | tanto el texto latino Pomo el alemdn, con bastante exactitud. Es una edicién econémica de mal papel, en 105 tomitos de pequefio formato (67 en aleman, 38 en latin), dis- tribuidos en diversas series: I, Escritos alemanes: Deutsche Schriften, o bien, Luthers sdmtliche Werke (Erlangen 1826-57), reimpresa por E. L. Enders (Frankfurt 1862-85). II. Escritos latinos: Exegetica Opera latina, 28 vols. (Er- langen 1829-86); Comment. in epist. ad Galatas 3 vols. (Erlangen 1843-44); Opera latina varii argumenti 7 vols. (Frankfurt 1863-83). A Ia eedicion de Erlangen» suele agregarse el epistolario de Lutero, empezado a publicar por E. L. Enders y terminado por G, Kawsrav, Dr. Martin Luthers Briefwechsel (Leipzig 1884-1932), en 19 vols. i . Pero la edicién més completa y més cientifica, que aspira a ser definitiva, es la «Weimarer Ausgabe» de Lutherswerke (Weimar 1883ss), ya casi termi- nada, aunque los primeros voltimenes necesitan ser reeditados mas cuidado- samente. Comprende cuatro series: : a) Werke (1883-1970), hasta ahora 59 vols., algunos de varios tomos, de escritos dogmiticos, polémicos, exegéticos, académicos, oratorios, didac- ticos, pedagégicos, etc. b) Briefwechsel (1930-67), 12 vols. ¢) Die deutsche Bibel (1906-60), h ahora 11 vols. en 13. tomos. Fuentes 5 d) Tischreden (1912-21), 6 vols. de las Charlas de sobremesa, nica parte que hasta ahora tiene buenos indices. Sobre las ediciones de Obras completas de Lutero véase la breve exposi- cién de H. Vouz, Luther, en «Die Religion in Geschichte und Gegenwart» (Tubinga 1960), y la mas amplia de Perer Kawerav, Luther 149-67; G. Wor, Quellenkunde II 172-81. B) Orras FUENTES IMPRESAS K. Atanp, Martin Luthers 95 Thesen. Mit den dazugehérigen Dokumenien (Hamburgo 1965). P.S, ALLEN, Opus epistolarum Des. Erasmi (Oxford 1906-58) 12 vols. P. Baran, Monumenta Reformationis Lutheranae 1521-1525 (Ratisbona 1884). — Monumenia saeculi XVI... Clementis VIL epistolae (Innsbruck 1885). Bearus: véase RHENANUS. HH. Bare, Neue Aktenstiicke zur Geschichte der Wittenberger Unruhen im Jahre 1521 und 1522: ZKG 22 (1g01) 120-29. — Aktenstiicke zur Wittenberger Bewegung Anfang 1522 (Leipzig 1922). G. Berntc, Spalatiniana. Quellen und Darstellungen aus der Geschichte des Reformationsjahy- hunderts (Leipzig 1908). E, Bozcxina, Ulrici Hutteni Opera quae reperiri potuerunt omnia (Leipzig 1859-62) 5 vols. mas 2 complem. TT. Brieazr, Aleander und Luther 1521. Die vervollstdndigsten Aleander-Depeschen (Gotha 1884), BUcENHAGEN, Dr. Johannes Bugenhagens Briefwechsel, ed. O, Vogt (Stettin 1888). Bullarium Romanum, ed, Thomassetti (Turin 1857-72). L. Carpauns, Nuntiaturberichte Morones und Poggios. Legations Farneses und Cervinis: 1539-40 (Berlin 1909). O. Cremen, Briefe aus der Reformationszeit: ZKG 31 (1910) 81-105.300-22. — Flugschriften aus den ersten Jahren der Reformation (Leipzig 1907-10). Constitutiones Fratrum Heremitarum sancti Augustini ad apostolicorum privilegiorum formam pro Reformatione Alemanie (Nuremberg 1504). Corpus Catholicorum (Minster 191988). , vols.29-87 (Braunschweig 1863-96), y las de Zwingli, vols.88-113 (Berlin, Leipzig, Zirich 1904-1959). Cyprtan: vase Mycontus, Sparatinus, TENTZEL. Deutsche Reichstagsaleten unter Karl V. Jiingere Reihe, Vol.r: A. Kuucxriory, Wahlverhand- lungen: 1516-19 (Gotha 1893); vol.2: A. Wreve, Reichstag zu Worms: 1520-21 (Gotha 1896); vol.3: Nilnberger Reichstage: 1524 (Gotha 1901); vol.4: Nienberger Reichstag: 1524 (Stuttgart 190s); vol.7: J. Kuenn, Bundestage... Reichstag zu Regensburg: 1527-28... Reichstag 2u Speier: 1529 (Stuttgart 1535). F, Drrrric, Die Nuntiaturberichte Giovanni Morones vom Reichstage zu Regensburg 1541: HY 4 (1883) 395-472.618-73. — Nuntiaturberichte Giovanni Morones: 1539-40 (Paderborn 1892). I. Doritincer, Beitraege zur politischen, hkirchlichen- und Culturgeschichte der sechs letzten Jahrhunderte (Viena 1862-82) 3 vols. P. Duews, Spalatiniana: ZKG_ 19 (1899) 69-98.486-514: 20 (1900) 467-99. D, Exasmus, Opera omnia, ed. J. Clericus (Leiden 1703-1706), 10 vols. — Erasmi Opuscula. A Supplement to the Opera omnia, ed. W. K. Ferguson (La Haya 1933)- if. ALLEN. K. E. Forrstemann, Urkundenbuch eur Geschichte des Reichstages 2u Augsburg im Jahre 1530 (Halle 1833-35) 2 vols. — Liber Decanorum Fac. theol. Academiae Vitebergensis (Leipzig 1838). — Album Academiae Vitebergensis (Leipzig 1841-1905) 3 vols. ~~ Neues Urleundenbuch zur Geschichte der evangelischen Kirchenreformation (Hamburgo 1842). W. Visepensnure, Beitraege zum Briefwechsel der katholischen Gelehrter Deutschiands im Reformationszeitalter: ZKG 16 (1896) 470-99; 18 (1898) 106-31.233-97.420-63; 23 (1902) 110-55. Cf, NUNTIATURBERICHTE, M. Gacttaxn, Correspondance de Charles V et Adrien VI (Bruselas 1859). 1 Gs, Akten und Briefen zur Kirchenpolitik: Herzog Georgs von Sachsen (Leipzig 1905). A. 1. Henminyanp, Correspondance des Réformateurs dans les pays de langue francaise (Gine- bra 1866-97) 9 vols. © BoECKING. Kawreau, 6 Siglas. Fuentes. Bibliografia P. Katxorr, Die Depeschen des Nuntius Aleander vom Wormser Reichstage 1521 (Halle 1897). — Briefe, Depeschen und Berichte iiber Luther vom Wormser Reichstage 151 (Haile 1898). G. Kawerau, Der Briefwechsel des Justus Jonas (Halle 1884). J. Kesster, Sabbata mit kleineren Schriften, ed. E. Egli-R. Schoch (St. Gallen 1902). W. Korner, Dokumente zum Ablasstreit vom 1517 (Tubinga 1934). T. Koupe, Analecta Lutherana. Briefe und Aktenstiicke (Gotha 1883). J. Kusn: véase DeurscHe REIcHSTAGSAKTEN. H. Lazmaer, Monumenta Vaticana historiam ecclesiasticam s.XVI illustrantia (Frei- burg i. Br. 1861). K. Lanz, Correspondenz des Kaisers Karl V (Leipzig 1844-46) 3 vols. K. Less, Historiarum sui temporis ab anno 1524 usque ad annum 1548, en I. DoELLINGER, Beitraege II 445-611. J. Le Prat, Monumentorum ad historiam concilii Tridentini illustrandam... collectio (Lovai- na 1781-87) 7 vols. R. vow La.tencron, Die historischen Volkslieder der Deutschen vom XIII bis XVI Jahrhundert (Leipzig 1865-69) 4 vols. V. B: Lossciex, Volstndige Reformations-Acta und Dokumentes 1517-19 (Leipzig 1720-25) 3 vols. J. Marnestus, Historien von den ehrwiirdigen in Gott seligen... Martini Lutheri (Nurem- berg 1565); reimpresa por G. Losscue, Joh. Mathesius Ausgewdhlte Werke vol.3 (Praga 1898). F, Mecantnon: véase Corpus Rerors. — Melanchthons Werke in Auswahl, ed. R. Stupperich (Giitersloh 195188). — Philippi Melanchthonis epistolae, iudicia, consilia... quae in Corp. 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Wolf- gang Goethe, Otto von Bismarck, Alberto Einstein..., por no citar sino uno o dos nombres en cada ramo de la ciencia y del arte, de la espiritualidad, de la contemplacién y de la accién. Entre esas figuras préceres campea Martin Lutero, «el genio alemin he- cho carne», el fraile agustino a quien la historia designa como «el Reforma- dor», porque aspiré a reformar radicalmente la Iglesia de su tiempo, desen- cadenando en el mundo una revolucién cuyos efectos perduran y son patentes a los ojos de todos !, Todavia los modernos historiadores y tedlogos baten el cobre afanosa- mente en torno al protagonista de aquel drama religioso. Y jamds se pondran de acuerdo, {Hay que mirar en Lutero al genio unificador de su pueblo y de su raza, segdn se gritaba espasmédicamente bajo Guillermo II en la guerra de 1914-18, o mas bien al demonio de la divisién y del cisma, segtin repetian los catélicos alemanes desde los tiempos de Cocleo? gY cémo juzgar su obra? Descuartizé a la vieja Europa cristiana, o lo que hizo fue sentar las bases de una nueva, joven y moderna Europa? {Deberd Ilamarse el quinto evangelista y otro apéstol de Jesucristo, o el mutilador y falseador del men- saje evangélico? Siempre la discusién retorcerd sus cuernos a derecha e iz- quierda de este espiritu gigante, prometeico y proteico, «el mas potente de nuestra nacién», segtin Federico de Bezold. Siempre suscitard altercados este alemin «pura sangre», este hijo de Sa- jonia, apegado intimamente a su pais y pregonero, por otra parte, de un mensaje universal, superador de fronteras; predicador de la angustia deses- perada y al mismo tiempo anunciador de la interna consolacién por la fe; abogado de la absoluta libertad evangélica y, juntamente, de la inanidad del libre albedrio y de las obras humanas en orden a la salvacién; doctor de in- tuiciones religiosas tan profundas como unilaterales y tan vivamente sen- tidas que, al darles expresién, las sacaba de quicio; tedlogo popular y subli- me, prisionero de la palabra divina, como él dijo en Worms (gefangen im Gewissen an den Wort Gottes), pero a la par desasido y suelto por su inter- 1922, el «Konsistorialrat» F. Colts escribié que Lutero era der fleischgewordene Genius der n (H1, Grisar, Der deutsche Luther 169). La exageracién es evidente. No existe persona al- © represente plenamente el genio y cardcter de su raza y de su puebio. El emperador Gui- jue Lutero era «el mas grande de los alemanes», afirmacion que en 1917 fue divulga- snte patridticos (protestantes) en un optisculo del que se repartieron 100.000 sjommplares ¢C 19-20), Los extolicos repetian la racidn de J: Cocleo: «Deus optimus maxi Germanine scissuras, et conglutinet vulnera hiantia, ut flamus unum corpus, UL antea, et unus spiritus» (Adv. cucullatum Minotaurum Wittenbergensem: CC 3 [1920] 57). 16 Introduccion pretacién personal, muchas veces subjetiva y arbitraria, de la divina Es tura, a la que panegirizé constantemente y a la que al mismo tiempo recorté y depauperé; homo religiosus que, viviendo la religién cristiana més tragica- mente que nadie, no se dio cuenta de que tendia a secularizarla, porque, al emanciparse de la jerarquia y del magisterio para depender solamente de Dios, cafa en un individualismo humano demasiado humano, expuesto a la anarquia doctrinal, a las ilusiones pseudomisticas y a la idolatria de aquella razon por él tan odiada; monstruo sagrado—especie de dragén mitoldgico, mezcla de serpiente, de leén y de angel—que guardaba celosamente el tem- plo santo del Dios de las misericordias y respiraba fuego abrasador, odio y maldiciones contra los que se negaban a aceptar su verdad. De Lutero puede afirmarse que era esto, y eso, y aquello, y también lo contrario, Todos los calificativos son verdaderos y falsos, si se toman en absoluto. Las estampas dibujadas por sus amigos y por sus enemigos hay que sobreponerlas una a otra para que nos den una tercera, mds préxima a la realidad. Su temperamento apasionado y su pluma prodigiosa le hicieron grande entre los grandes, y también—por contragolpe—te crearon tremendas aver- siones y antipatias. «Yo pienso que, en mil afios, ningtin hombre ha sido tan maldecido como yo», decia en una charla de sobremesa, Y es que no es posible odiar sin ser odiado. En todo lo concerniente a la religién se mos- traba dogmatizante, categérico, increiblemente obstinado, mas inflexible que el acero, incapaz de retractacién, quiz4 porque no era un razonador; era un intuitivo, un vidente. Y aquel hombre que tenia conciencia de profeta, y, como tal, se alzaba orgullosamente retador frente a todas las autoridades humanas (con algunas excepciones de debilidad servil), era, en la intimidad de su hogar, el mejor padre de familia, obediente a su mujer, tierno y severo educador de sus hijos, juguetén y humorista en el trato con aquélla y con éstos, buen amigo de sus amigos, humanisimo, hospitalario, modesto y sen- cillo, sin ningun apego al dinero. Afadiré otra nota simpatica: era amante de las flores silvestres, de los pajarillos, «de ojos clarisimos como perlas 0 go- tas de agua pura»; de los ciervos del bosque, de los peces del estanque y de Jos perros hermosos, como su fidelisimo Télpel. Si lo contemplamos por su faceta literaria, hay que confesar que alli ra- dica una de las principales causas de sus grandes triunfos. De tener el estilo escolastico y frio de Wiclif, jamés hubiera arrastrado, fascinado y conmovido a tan numerosos prosélitos. Leyendo a Lutero, nos encontramos con un escritor personalisimo, que siempre habla de si mismo o de los hombres y cosas que vitalmente le interesan; no le gusta discursear, sino afirmar hiper- bélicamente todo; cultiva la predicacién popular, la exégesis biblica en forma sencilla, casi conversacional; la literatura catequistica, didactica, pedagégica; la alta diatriba contra personajes e instituciones, la sitira burda y sarcdstica, los versos propagandisticos, el himno religioso y, finalmente, el género epis- tolar, en el que se espejean dia a dia los diversos estados de su espiritu con todas sus luces y sombras. Lutero es un escritor caudaloso y facil dentro de una simplicidad casi esquemitica; improvisador, obsesivamente reiterativo, sintacticamente incorrecto, creador de formas lingiisticas y de vocablos asf La tragedia de Enropa Ww alemanes como latinos, apasionado y postico, riquisimo de fantasia, desafo- rado en sus hipérboles, amante de la paradoja, polemista sin rival, feroz- mente insultante, groseramente plebeyo y aun obsceno, pero sin complacerse malsanamente en la obscenidad. Posee todas las voces del hombre y de la naturaleza: parla, ora, suspira, grita, canta, gorjea, grazna, atilla, ruge, re- buzna, grufie. «Luther ist der grésste und der grabste Schrifistellers, le of decir a mi profesor de historia de la Iglesia en Munich en 1932 (Georg Pfeil- schifter). Pero hay que confesar que muchas veces sus mismas groserias se elevan y se tornasolan religiosamente, porque parecen salir de la boca de un profeta biblico o de un ¢soldado de Dios». Domini miles lo llamé Melanthon. No vino a traer la paz, aunque no cesaba de predicarla, sino la espada. «Yo he nacido—son sus propias palabras—para pelear con facciosos y de- monios y para estar siempre en campatia; por eso mis libros son tempestuo- sos y batalladores. Mi destino es descuajar troncos y cepas, cortar setos y espinos, rellenar ciénagas; soy el rudo talador que abre caminos en el bosque» 2. La tragedia de Europa Al nacer a Ia vida publica aquel hijo de la nacién alemana que amaba a su patria con sinceridad y vehemencia («Germania es una nacién hermosa», repetia), desgarré dolorosamente—quién sabe si para siempre—las seculares entrafias de la que habfa sido su engendradora y paridora. Y quien dice Ger- mania, podria igualmente decir Europa y Occidente. Deplorando las guerras que dividfan a Europa por causa de la Reforma y del genio que la inventé, el médico y humanista espaiiol Andrés de Laguna pronuncié el 22 de enero de 1543 en Colonia, a ruegos de la Universidad, un discurso que Ievaba este titulo: Europa sese discrucians 3, Europa que se automartiriza, casi podriamos traducir; que se desgarra y se suicida. Pues bien, fue el reformador de la Iglesia y del cristianismo tradicional quien, arrastrando a ciertos principes y ciudades de Alemania a separarse del centro de la cristiandad que era Roma, inicié el desgarramiento del mun- do occidental. De allf en adelante, la unidad religiosa y espiritual de los pue- blos cristianos ser4 una vaga aspiracién y un suefio. Tremendo destino el de aquel ser humano, que vino a la tierra con alma de fuego, coraz6n hirvien- te de lava y voz de profeta apocaliptico, desencadenando tempestades y ca- taclismos. Su Ilameante aparicién en las orillas del Elba se presenté a los ojos de muchos catélicos como el surgir de un incendio colosal; a los del suave Me- lanthon, como una «nueva luz de doctrina tras larga noche de tinieblas»; a los del zapatero-poeta Hans Sachs, como una aurora jubilosa con trinos de ruisefior («el ruisefior» se Jlamaba Fr. Martin: Die Wittenbergisch Nachtigall) ; a los del papa Len X, como el irrumpir de un jabalf salvaje en el redil de 2 ach bin davon geboren, das ich mit den Rotten und Teuffeln mus kriegen und zu Felde li- gen», etc. (WA 30,2 p.68). Tenia vocacién de luchador, como el caudillo querusco Arminio contra Roma (Tischr. 3464 UT 329-30). Fue sin duda pot medio de Ulrico de Hutten como conocié al ven- cedor de las legiones de Varo, y se entusiasmé con él: «Si yo fuera poeta—decia—, cantaria a Ar- minio» (Tischr. $982 V 415). ¥ Europa «heauton timorotimene», hoc est, misere sese discrucians suamgue calamitatem deplorans (Colonia 1549), 18 Introduccion Pedro; a los del duque Jorge de Sajonia, como el principio de una era de se- diciones, estupros, sacrilegios y toda suerte de crimenes. La grandeza y la tragedia del monje agustino son tan apasionantes y so- brecogedoras, que en la historia de la Iglesia habra pocos ejemplos que se le puedan parangonar. No sabré decir si le hacen honor o injuria los que colocan su efigie entre la del apéstol Pablo de Tarso y la del profeta Mahoma, aunque, indudablemente, sus aspiraciones fueron de imitar al primero, no al segundo. Alter Paulus le saludaron muchos de sus coetaneos después del humanista Crotus Rubeanus y del tedlogo y comensal de Lutero, Jerénimo Weller, y asi le siguen aclamando hoy dia sus mas entusiastas adeptos; le Mahomet de I’Occident lo apellidé el escritor francés Jules Paquier, evocando Jejanamente a Jeronimo Aleandro, a Julio de Médicis y al papa Adriano VI. Es claro que él no pretendia ser otro Mahoma, sino otro Pablo; mejor dicho, él no pretendié nada, sino que se dejaba arrastrar, como un caballo ciego o deslumbrado (wie ein geplendt Pferd), por el misterioso jinete que lo mon- taba y acicateaba 4. Si en Ja orografia espiritual, religiosa, cultural y politica de Europa hu- biera que sefialar cinco cumbres a lo largo del siglo xvz, yo no vacilarfa en escribir estos cinco nombres: Erasmo, Lutero, Loyola, Calvino y Felipe II. Todos ellos influyeron decisivamente, aunque de distinta manera, en la orientacién y en la posicién religioso-politica de sus contempordneos y, con- siguientemente, en la marcha histérica de la humanidad. Todos ellos tuvie- ron—y tienen atin—ardorosos panegiristas y detractores encarnizados. Hora es ya de que los cultivadores de la historia, acercandose a los docu- mentos con dnimo desapasionado y libre de prejuicios en lo posible, intenten comprender el alma, las intenciones, los hechos y la verdadera significacién. de esos personajes prescindiendo de la simpatia o antipatia que pueda nutrir cada cual hacia la idea que ellos simbolizan y que en parte realizaron. 2Quién escribird la vida de Lutero? Después de varios lustros de continuo trato literario y psicolégico con el Reformador, he Ilegado a la conclusién de que tan sdlo un alemén puede escribir su biografia con pleno dominio y seguridad de acierto, como sdlo un francés escribiré bien la de Richelieu, un espafiol Ja del Rey Prudente, y un ruso la de Ivan el Terrible. Y esto no solamente por la familiaridad de Ia lengua y el mas facil acceso a la documentacién—lo cual resulta de impor- tancia capitalisima en el caso de Lutero—, sino porque es facultad exclusiva de los compatriotas (se entiende, de los més privilegiados) el instalarse ma- gicamente en el ambiente social y clima histérico, compenetrarse con el alma de su héroe, percibir mejor sus latidos, apreciar sus instintivas reacciones, entender sus ideales 0 sus quimeras, las especulaciones de su inteligencia y los imperativos de su ética, comprender su actitud ante la vida de este mundo y la del més alla. La tentacién sutil y peligrosa que le acechar en su labor ser la de asi- milarse demasiado al personaje, justificandolo més de lo debido y glorifican- 4 Tischr. 3846 IN 656, Casi igual 1206 1 601 éQuitn escribird la vida de Lusero? 19 dolo, tal vez inconscientemente, con el pegote de una aureola superflua. Pero ese riesgo no es insuperable. Y un escritor de la misma estirpe, de la misma lengua, de la misma comunidad histérica, podré, mejor que ningtin otro, descubrir ese tejido finisimo, psicolégico, espiritual, que constituye la intima personalidad de su biografiado, e interpretarlo en su sentido mas auténtico y original después de haberse informado larga y pacientemente. Entonces, ¢por qué escribo yo—un espafiol nacido entre los estertores del siglo xxx y educado con mentalidad tridentina—sobre el reformador ale- man? Habent sua fata libelli. Simplemente, porque en mis largos afios de profesor de historia de la Iglesia, especializindome en los siglos xiv, XV y XVI, he tenido que desarrollar ante mis oyentes los problemas histéricos de la Reforma, y, mientras iba recogiendo afio tras afio, desde 1934, y con mayor afan desde 1948, el material para mis lecciones, me iba naciendo entre las manos, sin darme yo cuenta, un librejo, que luego se convirtié en librote amazacotado. Nunca pensé en una biografia de Lutero hasta fines de 1961; pero, examinando entonces los miiltiples datos, notas biograficas, cuestiones de especial atractivo y citas de textos que habia acumulado en mis carpetas y teniendo en cuenta el interés apasionado que yo notaba en mis discipulos siempre que Ilegabamos a este tema, juzgué que seria util ordenar, siste- matizar, ampliar y puntualizar més aquel indigesto material en vez de arro- jarlo a la papelera como otros muchos apuntes de clase. Ese trabajo me re- sulté mucho mis largo y dificil de lo que yo habia imaginado. De todos modos, aqui lo tiene el lector para que lo califique. Confio que en algo le sera provechoso, aunque en muchas cosas no lo apruebe. {Quién, de los infinitos bidégrafos de Lutero, ha recibido jamés la aprobacién total y und- nime? Pero ¢es posible una biografia satisfactoria del padre de la Reforma? Un historiador de la talla de Enrique Boehmer pensaba que antes del aio 2017—quinto centenario de las tesis contra las indulgencias—no surgird na- die que con pleno conocimiento de las fuentes, acertada interpretacién de las mismas y método critico pueda decirnos sintéticamente lo que fue y sig- nificé la persona y la obra de Martin Lutero; y aun entonces serd preciso que aparezca un genio 5. Mas desalentadora para un historiador catdlico me parece la opinién de Walter Koehler, encastillado en sus posiciones protestantes: «Una plena comprensién de Lutero significaria la supresién de toda divisién confesio- nal; si alguien Iega a comprendernos completamente, ése ya no es catélico, sino de los nuestros» 6. éTendré, pues, que renunciar todo catdlico a escribir la biografia del padre del protestantismo, y, por la misma razén, todo protestante a tratar la historia de personalidades o instituciones catdlicas? Creo que ningun his- toriador aceptara tal conclusién. Habria que reprochar a L. Ranke su im- 5 Luther im Lichte der neueren Forschung 26. ¥ poco antes ha censurado Bochmer a los que es- ian la vida de Lutero con el afan aprioristico de hallar «un profeta de Dios 0 un hijo del diablo, Padre de la Tglesia o un hereje contrario al Evangelio..., el mayor hijo del pueblo aleman o el Catitina germinico» (ibid., 17). © Das katholische Lutherbild des Gegenwart (Berna 1922) 41, cit. por H. JEDIN, Wandlungen des Lutherbildes 89. a Introduccion Portantisima obra sobre Los papas en los cuatro tiltimos siglos y reconvenir a H, Boehmer por su valiosa biografia de Ignacio de Loyola. Comprender y aun admirar no es aprobar. Dificil objetividad EL historiador har lo posible por que los hechos que se narran sean cier- tos; en la interpretacién siempre cabe el error. Ciertamente, la eliminacién de todo prejuicio y la imparcialidad absoluta son inalcanzables tanto de una parte como de la contraria, pero es evidente que la historiografia critica pro- gresa y, a medida que se hacen nuevas investigaciones sobre un problema © sobre un personaje, brota mds y més luz, con lo que se da un paso adelan- te en el conocimiento de la verdad objetiva. Entre todos los personajes historicos, ninguno es capaz de irritar tanto la sensibilidad de un hijo de la Iglesia romana como Martin Lutero; por eso, concedamos a Koehler que ninguno es tan dificil de ser biografiado con perfecta ecuanimidad por un escritor catélico. Mas no por falta de compren- sién y admiracion, sino porque facilmente se insintia en el animo del bid- grafo, tal vez indeliberadamente, cierto resquemor, que puede predisponerle en contra del biografiado, cuyas palabras ofensivas y mordaces tiene que transcribir. Me explicaré. Si una mujer ha sido calumniada, vilipendiada, escupida, maldecida, por un hombre poderoso e influyente, es natural que, cuando este hombre pase ala historia, no le sera facil a un hijo de aquella mujer escribir la biografia serena, imparcial, objetiva, friamente critica y justicieramente laudatoria del ultrajador, abofeteador y execrador de su madre aun poniendo en su tarea la mejor buena voluntad. Pues bien, es cosa manifiesta—muchas veces igno- rada por el vulgo protestante, que tan sélo lee los libros de edificacién—que Lutero se pasé los ultimos veintisiete afios de su vida lanzando sin cesar en sus publicaciones, en sus cartas, en sus charlas familiares, feroces maldi- ciones, ultrajes nefandos, acusaciones morales y doctrinales, unas veces ab- solutamente falsas, otras desmesuradamente exageradas, contra la Iglesia y el pontifice de Roma, contra todos los obispos, contra todos los monjes y monjas y sacerdotes, contra todos los que él denominaba «papistas», asnos papales, seguidores del anticristo y de la prostituta babilénica. Y todo ello sin el menor intento de comprensién del adversario, No conozco en toda la historia un desbordamiento tan atroz y persistente de odio (me refiero a la manifestacién verbal, no al fondo del corazén, que quizé se mantenia columbino y sin hiel) hacia una institucién sacra que le habia amamantado a sus pechos y le habia dado lo mejor que podia darle: la Biblia, los sacramentos, Ja tradicién apostdlica, el simbolo de la fe, las ora- ciones de la liturgia, En esos continuos raptos de odio, al parecer irracional, gera plenamente sincero? Lo hacia por imperativo de su conciencia, o més bien por instinto de caudillo y tactica de guerra, a fin de desacreditar al ene- migo, creéndole un ambiente desfavorable en el pueblo, de modo que nadie sofiase en volver a la obediencia de Roma, pozo y sentina de todas las abo- Dificil objetividad 21 minaciones? Si era esto ultimo lo que pretendia, cierto es que alcanzé la meta perseguida. Y, en consecuencia, la Iglesia romana, aquella Iglesia que habia civilizado y educado cristianamente al gran pueblo alemén de los siglos medios, quedé marcada para todo fiel luterano hasta nuestros dias con el estigma de la meretriz del Apocalipsis y la prostituta del diablo. Por pudor y por respeto al propio Lutero, nadie se atreveré a recoger en una antologia todas las lindezas que en los escritos polémicos de éste se en- cuentran contra el Papado. Pero, leyendo esas paginas, se comprende la reac- cin iracunda de doctos historiadores catélicos como J. Cochlaeus (f 1552), J. Pistorius (+ 1608), G. G. Evers (+ 1916), H. Denifle (+ 1905). Lejos de mi el aprobar las falsedades o inexactitudes histéricas, las acusaciones infunda- das y la violencia del lenguaje de semejantes escritores, que, contagiados por el estilo rabelesiano de su héroe, le respondian y le atacaban con flechas del mismo carcaj. Todo eso le parece intolerable al hombre moderno. A la disputa y controversia ha sucedido el didlogo; al guantelete de hierro, el suave guante de seda. A muchos catdlicos hodiernos poco amigos de la publica confesionalidad, Lutero les cae en gracia, se les hace simpatico, y no dudan en encomiarlo aunque no hayan leido una pagina de sus escritos. Cualquier libro o articulo de revista que ponga sobre las nubes su profunda religiosidad, tamborilee su protesta airada contra los abusos y desérdenes de la Iglesia ¢ incluso canonice su ¢ortodoxia dogmitica», es leido con entusiasmo y aplaudido en todas par- tes 7. Quien, por el contrario, tenga la increible osad{a de apellidarlo «hereje», © “cismético», 0 «falseador de algin paso de la Escritura», censurandolo en cualquier forma, sera condenado al ostracismo o a las cérceles del silencio como reo de inobediencia a los «signos de los tiempos» o refractario a la ho- diernizacién (aggiornamento) posconcliar. Esos faciles alabanceros del Reformador no lo conocen bien. Los que contemplan en el fraile de Wittenberg no la imagen del protestante, sino del moderno «protestatarion se engafian de popa a proa. Es que nada saben ni de su intolerancia total en cuestiones de fe, ni de sus preceptos de sumi- sin, casi servil, a la autoridad del Estado, aunque éste sea opresor y tiranico; ni de su absoluto desinteresamiento de la politica (Praedicator non debet po- litica agere). A los que alegremente le tienden la mano—-sin intencién, por lo demas, de pasar a sus campamentos—, él les responderfa con un rebufe taurino o con una maldicién de profeta. Yo pienso que aquel fraile agustino (mucho de fraile conservé siempre hasta su muerte en su pensamiento, en su piedad y en su estilo), aquel sajén de granitico y ardiente dogmatismo, si levantara 7 {Qué decir de los que—con humor o inconsciencia—hablan de canonizar a Martin Lutero? Jutero mismo se alzaria de la tumba para protestar furiosamente contra tamafia «abominacién € idolatria», ~Qué es lo que se canonizaria en él? {Sus obras y virtudes, como las de otros santos? Precisamente esa Werkheiligkeit es lo que él estuvo maldiciendo continuamente. «Qui dicit ex ope- ribus fieri christianum (sustitdyase por sanctum) der leuget», ese tal miente (WA 41,166). Al papa hipotético que intentase ponerlo en el catélogo de los santos, él Je replicaria sin dudar: «Prefiero, querido papa, el mayor de los ultrajes diabolicos»: «Mache nur mich so zum heiligen, lieber Papst umb meiner Werk willen, der Teufel beschiesse mich» (WA 41,165). Esta frase la pronuncié en un ‘del 29 de mayo de 1535. Ni siquiera se puede pensar en que un papa anule el decreto de ie Leb X lo declaraba hereje (F. IseRLoH, Aufhebung des Lutherbannes?, en aivenn, ed. R, Baumer [Paderborn 1972] 365-77). seri Introduccién la cabeza en nuestros dias, flagelaria sin compasién, con el latigo restallante de su palabra, a ciertos irenistas amigos de conciliar lo inconciliable, coms flagel6 en su tiempo al humanista Erasmo (dignus odio magno) y a los que no querian entender luteranamente el Evangelio; Zwingli y Ecolampadio (ni. mium blasphemi) entre otros. Mucho més aborrecia a los que alardeaban cle profetismo revolucionario, como Karlstadt (diablo encarnado), Miinzer (ase. sino y archidemonio) y otros «fanéticosr, contra los cuales acuiié el vocablo de Schwérmer. Fray Martin no toleraba la oposicién ni queria el didlogo. #Yo no he dialogado contigo—te dice al Roterodamo en la disputa contra el libre albedrio—, sino que he afirmado y sigo afirmando, y a nadie le permito ser mi juez» 8, Para hablar bien o mal de Lutero hay que estudiarlo primero seriamente y despacio, No me envaneceré yo de haberlo hecho, porque mis fuerzas son débiles y mis aspiraciones desde el principio no eran demasiado altas, Re- conozco las deficiencias de mi trabajo, pero me halaga pensar que tal vex prestard algtin servicio y sera stil, especialmente a los hispanoparlantes y a cuantos no puedan consultar por sf mismos las obras completas del Reforma, dor, que en su dltima edicién critica comprenden cerca de cien volimenes en folio, parte en latin y parte en aleman antiguo, Mi intencién y método Lo que yo me propongo es narrar, a base de los documentos, la vida de Martin Lutero, desde su nacimiento hasta su muerte, dentro del ambiente alemén y eclesidstico en que se movid, Estudiaré su formacién, sus luchas interiores, su crisis religiosa, su formidable actividad de eseritor, de pole- mista y de predicador; sus esfuerzos por fundar y organizar con sus amigos y discipulos una Iglesia evangélica. Lo seguiré en su vida publica y en la privada, en sus manifestaciones més brillantes y en otras que tal vez puedan parecer repulsivas, procurando ser siempre imparcial, sereno y comprensivo. Mis de una vez, por temor al subjetivismo posiblemente apasionado, re. servaré mi juicio y silenciaré mi comentario, prefitiendo referir simple y es- cuetamente los hechos y las actitudes, con riesgo de que mi relato parezca impersonal y més analitico que sintético. Lo siento, entre otros motivos, porque asi no he podido hacer que todos los capitulos sean de lectura ata. yente. Con mucha frecuencia dejaré hablar al mismo Lutero, extractando largos fragmentos de sus escritos con el fin de que el lector pueda formarse idea del estilo personalisimo, apasionado, popular, sencillo, hiperbélico, a rates angélico y a ratos bestial, de este genio religioso y literario, Las traducciones, tanto del latin como del alemén, serdn siempre mifas, y al hacetlas cuidare de la exactitud literal més que de la nitidez y elegancia del lenguaje. __ En les notas a pie de pagina haré acopio de locuciones, sentencias y tes- timonios en su idioma original, sin més modernizaciones ortograficas que el mayusculizar los substantivos germénicos al uso actual, Sin duda, el lector 8 «Ego vero... non contuli, sed asserui et asse 10, illum volo esse iudicium» (W, 787), Pensaba que el dogmatismo categéric: snclal aa 7e colle usseriones ee Ch eates cue el dogmatismo eategorico lees esencial a la religion eristiana: «Tolle asertiones Mi intencién y métado 23 medio hubiera deseado un libro agil, desembarazado del pesado lastre de las notas, pero yo no tengo autoridad suficiente para afirmar sin prueba al canto —método que ni en los grandes autores me gusta—, y ademas me guid siem- pre la intencién de hacer obra no tanto deleitable como util. El pensamiento teolégico de Fr. Martin lo iré exponiendo sencillamente segtin se vaya manifestando afo tras afio en sus mds importantes escritos, de Jos cuales daré un extracto o breve anilisis. Aqu{ puede infiltrarse el error solapadamente, en primer lugar porque es un pensamiento en perpetua ebu- llicién, sobre el que disputan los tedlogos, y después, porque, al escoger los textos y someterlos a examen por somero que éste sea, con facilidad se deja uno guiar por ideas preconcebidas, y tal vez formula juicios precipitados y temerarios. El riesgo crece tratandose de Lutero. En la interpretacién de mu- chas de sus aserciones dogmiticas existe hoy dia notable disconformidad aun dentro del campo catélico, por no hablar de las diversas confesiones protes- tantes. Yo evitaré el enredarme en discusiones doctrinales, que no son de este lugar, pero sin disimular mi humilde sentir, el cual mas de una vez—es- toy seguro—no agradaré ni a tirios ni a troyanos 9. En un articulo titulado Problemas de la biografia de Lutero, el profesor Heinrich Bornkamm escribe: «Corremos el riesgo de que, entreteniéndonos con la teologia luterana, perdamos de vista al hombre Lutero, Son muchas las plumas que se mueven en la pesquisa de su pensamiento teoldgico hasta en sus mas leves particularidades y son muy pocas las que investigan lo con- cerniente a su vida y a su personalidad». Y tiene mucha razén; pero agrega justamente: «Los esfuerzos teoldégicos y biograficos en torno a su figura no estén en oposicién, sino en habitud reciproca. Y cualquiera de las dos tareas que se descuide hard que la investigacién luterolégica resulte poco salu- dable» 10, Enumera a continuacién H. Bornkamm los desiderata que él echa de me- nos en la moderna historiografia sobre Lutero; son postulados respetables por la ciencia y la experiencia de quien los propone. Atn se podrian afiadir otros. Realizarlos todos no esté en mi poder, ni quiz en el de otro alguno, porque el ideal siempre es irrealizable. Basta que cada cual dé un paso hacia adelante y afiada una piedra més al monumento. Bien me percato de la audacia que supone el pretender escribir una bio- grafia documentada y critica de Martin Lutero mirando a su alma, a su pen- 9 Comparense las diversas interpretaciones de la teologia de Lutero expresadas por los tedlogos catélicos A. J. Moehler, I, Doellinger, J. Paquier, P. Vignaux, J. Lortz, L. Bouyer, E. Stakemeier, Y. Congar, C. Boyer, E. Iserloh, H. Kiing, O. H. Pesch y otros muchos, que pueden verse citados A. Haster, Luther in der katholischen Dogmatik (Munich 1968). También es interesante la di- versidad de interpretaciones protestantes. P. Kawerau (Luther 75-103) nos ofrece una resefia critica dle los tedlogos fulius Koestlin, Theodosius Harnack, Albrecht Ritschl, Reinhold Seeberg, Karl Holl, Eric Seeberg, Adolf von Harnack, Otto Ritschl, Johannes von Walter, Walter von Loewenich, Paul Althaus, Friedrich Gogarten y Alfred Adam; y'para terminar expone él mismo su interpreta~ cidn de la teologia luterana (p.103-48). A. Brandenburg (Evangelische Lutherdeutung in der Gegen- wart), en la obra colectiva Wahrheit und Verkiindigung (II 1215-40), trata brevemente de los siguien- tes: W. Elert, P. Althaus, P, Brunner, R. Herman, R. Koester, E. Kinder, F. Gogarten, W. Loewe- nich, E. Woif, G. Ebeling, E. Bizer y A. Peters. David Loefgren (Veschiedene Tendenzen in der neueren Lutherforschung: KD 5 [1959] 146-54) analiza y discute las interpretaciones de Gerhard Meintze, Henrik Ivarsson, Aarne Siirala, Lauri Haikola, Helmut Bandt, Karl Brinkel, Harald Ocs- tergaard-Nielsen, Bengt Haglund, Bernhard Lohse y Ernst Bizer en puntos particulares, como con- cepto de ley y concepto de fe, No sin raz6n decia Bohmer que «hay tantos Luteros como libros so- bre Luteo» (Luther in Lichte 5). 1 Probleme der Lutherblographie, en la obra colectiva Lutherforschung heute 15-23 (p.15). i Introduccién samiento y a su accién en la vasta escena de Alemania y de Europa. Los especialistas daran fe a mis palabras cuando confieso que acometo la empresa con temor y temblor, con desconfianza de mi mismo y aun con la certidum- bre de no aleanzar el objetivo que tengo ante mis ojos. La cumbre es alta flanqueada de abismos y coronada de nubarrones; pero trataré de escalarl, aso a paso y con pie seguro, guidndome por los planos minuclosamente des, criptivos y vivamente coloreados que el propio Lutero nos dejé en sus innu- merables Escritos, como en otros tantos portulanos, 0 mapas celestes, terres- tres y abismales, planos gréficos y en relieve, mas de una ver alucinantes, ee = ayuda de otros muchos documentos se podran precisar, ajustar, Autobiografia de Lutero No poseemos en verdad una autobiografia propiamente dicha; es decir, un relato continuo y ordenado en que el Reformador nos cuente sucesinn, mente las peripecias de su vidas pero, en un sentido mas lato, af ln tenemne, Porque Lutero, que a todas horas solfa hablar de si mismo, sembré a vole, en sus escritos tan interesantes y copiosos datos personales, que es muy facil espigar entre sus paginas noticias infinitas sobre su vida, sus relaciones an. ciales, sus sentimientos, sus juicios, etc. Importantisimo es su Epistolario, que, a lo largo de sus casi 2.800 cartas, nos oftece material suficiente pare ang voluminosa autobiografia. Y por contera ahi tenemos sus Charles de sebremern en seis vokimenes, que son un almadén inexhaurible de dichos espontdnces confidencias, efusiones, recuerdos de tiempos antiguos, declaraciones, juiciog criticos, ideas, anécdotas, alusiones a todos los personajes y sucesos que mar. caron alguna huella en Ia vida del Dr. Martin, de cuyos labios fucion brn. tando dia tras dia, mientras sus comensales, que le interrogaban curiosa- mente, se amafabin pare ponerlo todo por escrito con la mayor fidelided arene biografa, estas Confésions de Luter son de un valor inapre- le. on ellas, muchos SI ic i cable in y grandes lapsos de su vida quedarfan para siempre __Si, antes de escuchar nuestro parecer sobte el héroe de este trabajo his- térico, alguien deseara conocer cémo se juzgaba Lutero a si mismo, yo le remi- tiria al estudio que con ese titulo compuso el solicito y ferviente laterslows Karl Holl, el cual recogié las declaraciones mis importantes del Reformades sobre su persona, su cardcter, sus virtudes y defectos, su mision profétieay no porque se Ilamase nunca profeta en el sentido de vaticinador, y menos de vidente 0 visionario, sino en cuanto heraldo y pregonero de la palabra di. vina 11, No cabe duda que se consideraba elegido por Dios para anunciar el ver- dadero Evangelio y ser «el evangelista de Wittenberg, «el profeta de los alemanes», eeclesiastés por la gracia de Dios». Basta leet su Amonestacin a mis queridos alemanes (1531). Al pondera y proclama con elocuentes palabres la luz que por su medio ei Seftor ha regalado al mundo, : 11 K. Hout, Luthers Urteile tiber sich selbst: : 41,706); «Eclesiastes von Gotis Gnaden» Wain pio «Ego propheta Germaniae» (WA El reformador visto por sus primeros discipulos 25 «Nuestro evangelio—dice—ha producido, gracias a Dios, muchas y gran- des cosas. Porque antes nadie sabia lo que es el Evangelio, lo que es Cristo, lo que es el bautismo, la confesién, el sacramento, la fe, el espiritu, la carne, las buenas obras, los diez mandamientos, el padrenuestro; lo que es la ora- cién, el sufrimiento, la consolacién; lo que es la autoridad civil, el matrimo- nio; lo que son los padres, los hijos, los sefiores, los siervos; lo que es la mujer, la doncella, el demonio, los angeles, el mundo, la vida, la muerte, el pecado, el derecho, el perdén de los pecados; lo que es Dios; lo que es el obispo, el parroco, la Iglesia; lo que es un cristiano, lo que es la cruz. En suma, nada sabiamos de lo que un cristiano debe saber. Todo estaba oscu recido y oprimido por los asnos del papa». Hasta que el Dr. Martin ensefié al mundo ¢a creer, a vivir, a orar, a suftir y a mori» 12, Tantas veces repitid Lutero este tépico y con tanta variedad de tonos, que millones de personas se persuadieron de que antes del Reformador de Wittenberg no habia habido en la Iglesia romana sino oscuridad y corrup- cién. Sobre ese fondo de tinieblas, la figura de Martin Lutero se destacaba luminosa como un angel de Dios. El reconocia humildemente los extraordinarios dones con que el Sefior le habia enriquecido para tan alta misidn profética: «Desde hace mil aiios, a nin- gtin obispo ha otorgado Dios tan grandes dones como a mf», decia confiden- cialmente a sus amigos, pensando quiz en el afio de la muerte de su «gran Padre San Agustin» !3, Lo mismo repetian sus fervorosos adeptos. El reformador visto por sus primeros discipulos Antes de formarnos una idea, por imprecisa que sea, del padre del pro- testantismo, tal vez podra sernos util conocer lo que de él pensaron los hom- bres de otras épocas. Su imagen se presenta, a través de los siglos, tornasolada con diversisimos cambiantes. Los catdlicos, a partir de los Commentarii de Cochlaeus (cuyo inmenso influjo durante cuatrocientos afios ha sido puesto muy de relieve por A. Her- te), solian pintarrajear la figura del hereje echando mano del carbén y del almagre, mientras los devotos del Reformador aleman no usaban mas que el azul, el oro, el blanco, el rosa. Si para éstos Lutero era un profeta, un nuevo Pablo, un hombre de Dios, para aquéllos no era més que un heresiarca, un vicioso, un revolucionario, un hijo del diablo. Es curioso que todavia en 1694 el historiador protestante V. L. Seckendorf tenga que agradecer al jesuita francés L. Maimbourg el que en su Histoire du Luthéranisme (Paris 1680) niegue toda credibilidad al bulo corriente entre ciertos catélicos sobre el na- cimiento de Lutero, hijo de una mujerzuela y de un demonio incubo. En el siglo de la Ilustracién, los escritores de confesionalidad catdlica se mostraron, con raras excepciones, ms serenos y comprensivos. El morbo an- tiluterano se agravé en el siglo x1x, alcanzando su acmé en 1904 con el ataque "2 WA 30,3 p.317. De ahi la sancta arrogantia de que él hablaba y la sanctissima quaedam sux perbia. ¥ sa grito retador: «Cedo nulli» (WA 40,1 p.181). 43 “adn mille annis Deus nulli episcopo tanta dona di Deid» (Tischr, 5494 V 189). , ut mihi (gloriandum est enim in donis fe Introduccion de Denifle, de quien hablaremos en el capitulo IX de este libro. También diremos algo de la reaccién ecumenista, iniciada principalmente por Lortz. Hoy dia existe copiosa literatura (articulos, folletos, libros) dedicada a des- cribir la evolucién de la historiografia catélica y su notable viraje en la valo- racién de la persona y del pensamiento del Reformador 14, Mas lo gue ahora me parece mas conveniente es mostrar, en visién pa- noramica, los altibajos y vaivenes que en el curso del tiempo ha experimen- tado el padre de la Reforma en la estimacién de sus adeptos. Los trabajos de Zeeden y Bornkamm nos serviran de guia en este breve recorrido 15, Los discipulos inmediatos de Lutero le seguian como a «profeta de Dios» y «hombre divinamente inspirado», Afirmaban que en él se cumplian las an- tiguas profecias, y le apellidaban «nuevo apéstol» y ‘quinto evangelistay. No faltaron quienes le pintaron coronado de rayos luminosos © con la paloma del Espiritu Santo sobre su cabeza; otros pusieron en algunos templos su imagen con este rétulo: Divus et sanctus doctor Martinus Lutherus, Y acufia- ron medallas con esta inscripeién: Propheta Germaniae, sanctus Domini 16, Melanthon pensaba que Ia luz del Evangelio, entenebrecida en la Iglesia después de los apéstoles, se habia reencendido y hecho més clara por la pre- dicacién de este «nuevo Elias», «carroza y auriga de Israel», hombre porten- toso, miraculum inter homines 17, Para Juan Bugenhagen, confesor, consolador y consejero del Dr. Martin, éste era «maestro sumo, profeta y enviado de Dios para reformar la Iglesia» y el «verdadero ngel de que habla el Apocalipsis, que volaba por medio del cielo teniendo un Evangelio eterno para evangelizar a todos los moradores de Ja tierra». El fidelisimo Nicolds de Amsdorf juzgaba a su venerado amigo un regalo de Dios a la nacién alemana, un santo que se debe colocar junto a San Pablo. El parroco de Mansfeld Miguel Caelius, en la oracién fanebre que pronuncié en Eisleben (1546), lo comparé con Elias y Jeremias, con Juan el Bautista y con los apéstoles. En 1566 salié a luz en Nuremberg la Historia del venerable, bienaventurado y muy estimado hombre de Dios Dr. Martin Lutero, obra escrita por su pane- girista Juan Mathesius, que alcanz6 gran difusién entre el pueblo, en la cual tepetidas veces se le aclama «profeta alemin y bienaventurado intérprete de bt atés completo que conozco es W. Beyna (Das moderne katholische Lutherbild), con copio~ sa bibliografia; trata de los escritores del siglo xx, con ligerisimas alusiones a los anteriores, Un ¢uadro miis ligero y reducido presenta R. Stauffer (Le catholicisme a la découverte de Luther) (de Denifle a su polo opuesto J. M. Todd). Muchos datos sueltos de autores de todas las lenguas, des- de 1549 hasta 1537, en A. Herte (Das katholische Lutherbild im Bann der Lutherkommentare des Cochlacus), exagerado en su tesis fundamental y muy aspero a veces en sus juicios. Nuevos ¢ inte= resantes datos en H. Chisat (Quelques contributions catholiques a Uhistoire des origines de la Réfor- ‘mation: RSR 42 {1968] 123-56.193-230). 1s E,W. ZERDEN, Martin Luther und die Reformation im Urteil des deutschen Luthertums; en el £1, Exposicidn histérica; en el t.2, Textos documentales. Le habia precedido el interesante ensayo gH. StepHan, Luther in den Wardllungen seiner Kirche; el resumen de H. GRISAR, Luther Ill 855 321, ¥ el mas sucinto de H. BoruMer, Luther im Lichte 6-17. La obra fandamental de Zeeden s6lo Hega hasta Ja época de Goethe, y puede completarse hasta nuestros dias con la de H. BORNKAMM, Luther im Spiegel der deutschen Geistesgeschichte mit ausgewahlten Texten yon Lessing bis zum Ge. genart. Cuando en estas notas no se cita el titulo completo de un libro, busquese en la Bibliografia general. 18 J. JANSSEN, Geschichte des deutschen Volkes Il 665-66, uy ZEEDEN, II 10. En 1537 decia Melanthon que veneraba a Lutero «tanquam aurigam et currum Israel» (CR 3,291) y lo repitié en 1546. Escribiremos siempre «Melanthon», porque en esta forma escribia él su apellido grecizado. El reformador visto por sus primeros discipulos 27 Ja Sagrada Escriturax, hombre portentoso», «doctor, apéstol y profeta de los alemanes». Aquel mismo afio, Juan Aurifaber, famulo un tiempo de aie y compafiero de sus tiltimos viajes, entregé a la imprenta la Primera colec- cién de las Charlas de sobremesa (Tischreden ds en cuyo prefacio apellida asu sefior y maestro ¢el digno y gloriosisimo Moisés de los alemanes» 8. ce El apasionado tedlogo y tendencioso historiador Matias Flacius Illyri- cus (t 1575), en la segunda de sus Centurias magdeburgenses renueva con en- tusiasmo las alabanzas de «Martin Lutero, profeta germanico por cuya voz y ministerio fue arrancada de las tinieblas egipcfacas la luz del Evangelio, i dad de los apéstoles». : 2a de Oe homiléticas, teologicas, catequéticas, poéticas e histéricas Ciriaco Spangenberg (+ 1604) llega a decir en una de sus cartas que Lutero se alza por encima de todos los Santos Padres (noster a Deo nobis missus Doctor, omnibus Patribus meo quidem iudicio longe praeferendus ). Yen su Cithara Lutheri (sermones sobre los himnos de Lutero) (Mihthausen 1571) nos dice que «el Espiritu Santo pudo promover y dilatar con los himnos ae rituales y las suaves melodias de Lutero las alabanzas de Dios, expulsar los demonios, consolar las almas, vencer la muerte, ablandar los corazones y con- vertirlos a Dios, no menos que con el arpa de David». El mismo Spangenberg, con el fin de enaltecer todavia més «al mayor profeta desde los tiempos apos- tolicos», «al auténtico mértir», «al santo Lutero», no hallando la palabra justa en los diccionarios, tuvo que inventar una nueva: Theander, hombre de Dios (pero nétese que el adjetivo tedndrico suele aplicarse en teologia a las ope- raciones divino-humanas de Jesucristo). Y asi intitulé uno de sus libros Thean- der Lutherus. De la religiosa administracién doméstica y de la oe del digno hombre de Dios Dr. Martin Lutero; de su misién de profeta, fasta y evangelista; tercer Elias, segundo Pablo y verdadero Juan} el mds exce ate le los teédlogos, el dngel del Apocalipsis; testigo constante, sabio peregrino, sscerdcte fiel y trabajador provechoso en la vifia espiritual de Dios nuestro Seftor (Ur- Fee rea cel cise aie es evs Se Ja Alemania protestante a la muerte del Reformador, no se turbé lo mas minimo por las disensiones doc- trinales que habian surgido y se continuaban entre los teélogos pean algunos de los cuales no temian impugnar dogmas fundamentales del aaahaee Una personalidad tan descollante y autorizada como Melanthon, por efec- to de su formacién humanistica, se desviaba del primitivo luteranismo, cuyas posiciones extremas eran defendidas por los gnesioluteranos Amsdorf, bear Illyricus y Nicolas Gallus. Pero las controversias que estallaron aie los epi- gonos de la Reforma no discutfan la persona, sino la interpretacién de ciertas doctrinas. El luteranismo dogmitico perdia su cardcter compacto y unitario, lo cual se agravé con la infiltracién en la misma Universidad de Wittenberg de doctrinas calvinisticas, favorecidas durante muchos afios por el principe Augusto de Sajonia, que goberné de 1553 a 1586. 67; I 11-59; Grisar, Luther TIT 665-66. 28 Introduccién Epoca de la ortodoxia luterana Afortunadamente para el luteranismo, el principe reaccioné en 1 573 contra el criptocalvinismo que invadia la Sajonia; Hegaron los tedlogos a una Formula concordiae (1577), publicada en Dresden en 1580, y se inauguré con eso un nuevo perfodo, que suele denominarse «Ortodoxia teolégica luterana» 19, Sostenida por la autoridad de los principes y apoyada en las férmulas de fe ya compiladas, la Ortodoxia luterana (1580-1610) logré aplastar toda dis- crepancia doctrinal, canonizé en cierto modo al Reformador y lo presenté a la devocién del pueblo como un santo cabal y hombre divino 20, La glorificacién luterana, que anteriormente habia sido propiedad de unos cuantos predicadores, ahora se generalizé y se hizo oficial. Las autoridades de varios paises acufiaron medallas para exaltar la persona y la obra del Re- formador al celebrar en 1617 el primer centenario de la controversia de las indulgencias. Asi, por ejemplo, el duque de Pomerania hizo troquelar una medalla que representaba a Lutero en figura de Sansén, con esta letra, alusiva al papa Len X: Obturavit os leonis 1517. Otra levaba la siguiente inscripcién en alemén: La doctrina de Lutero es palabra de Dios; por eso no pasard jamds. Otra decia: Martinus Lutherus. Elias ultimi saeculi, Medallas con inscripcio- nes semejantes reaparecieron en 1630 con ocasién del primer centenario de la confesién augustana 2!, Maestro de la doctrina pura, heraldo de la palabra divina, enviado de Dios, hombre santo, divino y portentoso: tales eran las aclamaciones de aque- los ortodoxos luteranos a su doctor y padre. Sus teliquias se veneraban como las de los mas populares santos medievales 0 barrocos. Recuérdese que esta- mos en los tiempos del barroquismo desenfrenado; y la piedad popular se manifiesta con rasgos andlogos en uno y otro campo. «El pueblo contaba maravillas acerca de sus profecias, de sus milagros, de sus imagenes, y en la casa de Lutero en Wittenberg se cortaban afanosamente astillas de los Ppos- tes de lefio, que tenian virtud, como en paises catélicos las reliquias de Santa Apolonia, para curar el dolor de muelas» 22, Libros como el de M. Hoe, Sanctus Thaumasiander et Triumphator Lu- therus (Leipzig 1610), eran un himno triunfal y barroco en honor de su héroe. Sobresale entre todos el de J. C, Dannhauer (y J. F. von der Strass), Memoria Thaumasiandri Lutheri renovata (Estrasburgo 1661), centén de todos los Ppa- negiricos y exaltacién ditirémbica de las virtudes heroicas del Reformador. El gusto literario del tiempo se aprecia en el titulo del siguiente libro, citado por el P. Kawerau: Delicioso aroma de rosas de la vida inmaculada y del nombre perdurable del fiel hombre de Dios Dr. Lutero, de buena memoria (1695), a quien se le condecora con floridos epitetos, como sanctus, mirandus, thaumaturgus. 19 Véase lo que dice R. Seeberg de la Formula concordiae: «luteranismo malanthonizado» (Die Eehre Luthers 534), Los teslogos de la «Ortodoxia luterana» han sido estudiados por R. D. Prrus, The Theology of Post-Reformation Lutheranism (St. Louis, Missouri, 1970). 29 El nusmo Lutero, para quien toda canonizacién era una abominable idolatria, hubiera testado contra semejante canonizacion popular, repitiendo lo que habia escrito en 1527: «ch bin cin armer Sunder und lasse meine Feinde eitel Heiligen und Engel sein» (WA 23,29), Y en otra oca: sion decia: «Sea yo un bribén o sea un santo, que me dejen en paz>. 21 ZeevEN, 173-74, 22 Boenmer, Luther im Lichte 7. EL pietismo y la Uustracién 29 thaumasiander, heros... Y, finalmente, recordemos a J. Kraus, que echa mano de los vocablos més altisonantes para glorificar, ya desde el titulo, «al mara- villoso, al taumaturgo, al portentoso Lutero» 3, El pietismo y Ia Ilustracién Esta atmésfera célida y saturada de incienso empezé a orearse con la brisa del pietismo, que a fines del siglo xvii transformé la religién. protestante, enfervorizando Ia vida cristiana con las practicas de piedad y devocién, sin preocuparse mucho de los dogmas teoldgicos. Mas que en la doctrina basica luterana de la fe fiducial, insistia en la conformidad del alma con Cristo, en Ja pureza del corazén y en las buenas obras, reaccionando contra la inmorali- dad que cundia en Alemania por efecto de la devastadora guerra de los Treinta Afios y de dogmas mal entendidos, como el de Ia sola fides. Dentro de la Iglesia luterana, por obra de F. J. Spener (1635-1705) y de sus collegia pietatis, nace el pietismo, en cuyos ambientes el Reformador pierde mucha de su fuerza de atraccién. ae oe Los pietistas quieren vivir afectivamente la religion. cristiana, para lo cual multiplican los ejercicios de piedad, descuidando lo dogmatico y especulati- vo; recomiendan la lectura de la Biblia y la meditacién, pero buscando sola- mente la propia edificacién espiritual en pequefios grupos disidentes de la comunidad eclesial; profesan sincera veneracién hacia la persona de Lutero, pero se apartan del luteranismo oficial ortodoxo; aman al Lutero Joven, no al de la edad madura; al cristiano de luchas interiores, no al profeta y tedlogo; al autor de canciones religiosas, no de escritos polémicos y dogmatizantes. Seguian aprecidndolo altamente, pero no aplaudian los elogios desmesu- rados, porque, con toda su grandeza, Lutero es «un hombre muy por debajo de los apéstoles», seguin decia Spener, y a quien Godofredo Arnold no na ria lamar santo y divino. Veian en él muchas debilidades humanas, y les disgustaba profundamente la groseria del lenguaje, la virulencia furiosa de ciertas paginas, las bufonadas y la falta de moderacién. , : Es muy significativo que F. C. Bucher se atreviese a publicar un libro titulado Lutherus antipietista (Wittenberg 1701). Mas, a fin de no acentuar la oposicién y de estrechar en lo posible los vinculos con el padre del protes- tantismo, vino poco después el de J. U. Schwentzel, Lutero, precursor de Spe- ner, y éste fiel imitador de aquél (Berlin 1719). : Con la Ilustracién (Aufkldrung) amanece en toda Europa una nueva épo- ca, que triunfa en el siglo xvimt y modifica notablemente el concepto de Lutero. No logra desterrar al pietismo, muy arraigado en el pueblo, pero impone su visién del hombre, de la vida y de la religion a las clases intelec- tuales. La Ilustracién en su forma més extremista no admite la revelacién cristiana, o la humaniza tanto, que la falsea, porque niega el milagro, lo so- brenatural y la inspiracién divina de la Biblia, que es lo mismo que negar radicalmente a Lutero. A este hombre de fe, cémo le iban a comprender aquellos enciclopedistas, adoradores de la razén? Los que orgullosamente se ir 7n Namen des weiland 23 el ‘Re sruch des unbefleckten Wandels und immerwihrenden Namen d teuren Atami Covtes Be. Later, eee Bs Renn, Lather 135.3, KRAUs, Der wnderbare, dertitige und wundersame Luther (Praga 1716). ai Introduccién proclamaban filésofos, icémo no habian de detestar al mortal enemigo de toda filosofia? ¢Cémo iban a entender el fanatismo y la intransigencia del tedlogo de Wittemberg los irenistas 0 los indiferentes y escépticos del siglo xviii? Sus luchas interiores, sus angustias y tentaciones, las interpretaban como una enfermedad psiquica. Sus dogmas de la justificacién y del siervo albedrio les parecian extravagancias de un hombre medieval. Nada tiene de extraiio que el tedlogo racionalista J, $, Semler tuviese en mayor aprecio a Erasmo que a Lutero; que Federico II de Prusia lamase al padre del protestantismo «monje camorrista y escritor rudo de un pueblo poco ilustrado», y afiadiese que Lutero y Calvino eran «unos pobres diablo, a quienes, sin embargo, hay que estar agradecidos, porque «nos libertaron del yugo de los sacerdotes». G. E, Lessing le reprochaba al tedlogo de Wittenberg su intolerancia religiosa y su concepto autoritario de la Sagrada Escritura; Tustus Méser, la falta de circunspeccién, de prudencia, de delicadeza Los burgueses ilustrados, los humanitaristas dieciochescos, enealzaban a Lutero como modelo de virtudes domésticas, excelente padre de familia, pro- motor de Ia educacién de los nifios, buen ciudadano y buen stbdito, predi- cador del respeto y obediencia a los principes, buen amigo de sus amigos comensal regocijado y humorista, amante del bienestar y de los goces senci. llos de la vida. Por eso, el poeta J. E. Voss, en su oda An Vater Luther (1775) pone en su boca estos versos: i Scape eer a iver een a Aquellos hombres, que no podian soportar al dictador dogmitico de Wite tenberg, cantaban himnos al chéroe de la libertad religiosay, que peleé bra. bared «contra la supersticién y contra el Vaticano», segtin cantaba F. Schil- ler 25, El Romanticismo y la unificacién nacional de Alemania __Contra el racionalismo de los filésofos y enciclopedistas surge el Romans ticismo, que exalta y diviniza las facultades creadoras, que estan sobre la razon yen el fondo de la subconsciencia; adora a los genios, a los hombres origina. ies, caracterizados por la intuicién y la fantasia, Bajo el nuevo clima creado por el huracén roméntico a fines del siglo xvtmt y principios del xix, la ima. gen de Lutero suftié grandes alteraciones y mudanzas. : Ya J. G. Herder (f 1803) habia dicho que aquel «buen monje negro» fue “un gran patriotay, «un maestro de la nacién alemana» y sun verdadero genio», elogio este dltimo que recogié Goethe en su vejez, admitiendo que era sun genio de muy notable particularidads; al olimpico poeta, negador de la fe cristiana, el cardcter personal de Lutero era lo unico que le parecia intere- sante en la Reforma; todo lo demds era «un confuso requesén» (ein verworre. ner Quark). 24 Ce tit res it von or rado.en Tc Ste ane it von Vater Luther, en Musenalmanach (Hamburgo 1777) 107. Inspi- «Fehde bot dem Vatikane — Krieg ankindigte dem Wahne — der dic Cae Hs STEPHAN, Luther in eden Wandlungen $9. En cambio, el poste Fe Riopstonk odes pittag, tener a «al santo Lutero», al que «hizo de la lengua patria una lengua de dnge- Crisis del luteranismo y su renacimiento 31 Los roménticos alemanes, naturalmente, tenian que prosternarse al des- cubrir la potente personalidad y el genio religioso de su compatriota. Y como al mismo tiempo se desarrollé en ellos, desde la guerra de liberacién, un vivo sentimiento nacionalista y patridtico, lo alzaron sobre el pavés como a «héroe nacional», Algo, sin embargo, tenian contra él. No pocos idealistas y sofiadores, nos- talgicos de la gran cristiandad medieval y del Sacro Romano Imperio Ger- mianico, como Novalis y los dos Schlegel, no le perdonaban al padre del pro- testantismo el haber desgarrado la unidad cristiana de Europa y del mismo Imperio aleman, aunque no dejaban de admirar en el monje sajén la profun- didad de su espiritu religioso y de su alma germanica. Y fue el fildsofo J. G. Fichte, el gran patriota y luchador contra la invasién napoleénica, quien lo propuso como dechado al pronunciar esta frase, que floté como una bandera en el aire encendido de la nacién: «Lutero es el hombre aleman», ¢el prototipo de los alemanes» 26, Cuando en 1817 se conmemoré el tercer centenario de les tesis indulgen- ciales, tanto los protestantes ortodoxos como los pietistas, ilustrados y libe- rales se unieron en la celebracién entusiasta del chéroe germinico de la fe». En aquella ocasion, el joven Leopoldo Ranke empezé a delinear en su Luther- fragment la grandeza humana de Martin Lutero sobre un plano histérico pu- ramente cientifico, ajeno a la teologia. Ferviente luterano era Otto von Bismarck, el Canciller de Hierro, a quien debié Alemania la unificacién nacional después de las victorias contra las dos potencias catdlicas, Austria (1866) y Francia (1870). Con ello crecié enor- memente el nacionalismo germanico, creciendo a la par el culto de Lutero, cosa bien explicable si se tiene en cuenta que la umificacion fue realizada por Prusia, el Estado donde més florecfa la religién luterana. El designio po- litico de muchos gobernantes y escritores fue el de identificar cada dia mas al Reformador con el espiritu, el cardcter y la religiosidad.propia del pueblo aleman. Crixis del luteranismo y su renacimiento Los luteranos del siglo x1x no guardan todos la misma actitud respecto «el Reformador, pues mientras la masa popular le sigue fiel y devotamente, los intelectuales tocados de racionalismo discuten sus dogmas, los explican arbitrariamente o los abandonan. La més alta cabeza y el cerebro més influ- yente de la teologia protestante, F, Schleiermacher (} 1864), intenté emanci- par la teologia de las cadenas de la Aufkldrung racionalista, centrandola en cl {ntimo sentimiento de la religién (0 religiosidad), y en su libro sobre La le cristiana segiin los principios de la Iglesia evangélica orienté el pensamiento de los protestantes hacia Lutero. Con todo, de él se derivara buena parte del protestantismo liberal decimonénico. En tanto que el protestantismo conservador, bajo la influencia de |, W. Hengstenberg (+ 1869), fundador de la «Evangelische Kirchenzei- tung», se empefia en repristinar el biblicismo de la «Ortodoxia luterana», ve- 20 Reden an die deutsche Nation, especialmente en el disc.6 (Siimmtliche Werke (Leipzig 1845] VIL 47.4501 { Tn 32 Introduccién nerando al Reformador como a padre, doctor y evangelista de su Iglesia, los grandes profesores de la «teologia liberal» no conservan més que un vago y adogmatico luteranismo que el propio Lutero hubiera anatematizado. En la mente de estos tedlogos—el maximo de los cuales se Ilamé Adolfo Harnack (t 1930)—naufragan los conceptos primarios de la teologia genuinamente luterana, como el pecado original, la redencién por el sacrificio de Cristo y la inspiracion divina de la Biblia 27, Voces alemanas Ilegaron a pronunciar que Lutero habia muerto, porque su horizonte religioso era muy diverso del de los hombres de hoy; su patriar- calismo no se adaptaba a la vida moderna. Y un estudioso inglés se disponta a firmar la partida de defuncién cuando escribia en 1915, durante la primera guerra mundial: «El gran perfodo de la historia universal que empez6 con la Reforma camina hacia su fin... Un pro- testantismo que se hallaba hace tiempo en bancarrota esta condenado a la ruina... Lutero yace en agonia» 28, Se imaginaba probablemente que Alemania quedaria reducida a pavesas para siempre en aquella conflagracién europea, y con Alemania, el lutera- nismo. Se equivocaba. Porque, precisamente entonces, Lutero y el lutera- nismo estaban renaciendo a nueva vida, o resucitando, como Ia mitolégica ave fénix, de sus cenizas. En aquellos aftos de tragedia nacional, muchos acudian al «Lutero germénico, generalisimo de la guerra», y el entusiasmo por «el mas grande de los alemanes» unia y enfervorizaba a las diversas ten- dencias evangélicas, Reaccionando contra el germanismo exacerbado, bro- taba en otros paises un encendido sentimiento antiluterano, que en el fondo era antigermdnico. Haba escrito R. Seeberg en 1917 que el luteranismo era la interpretacién germdnica del cristianismo, y al afio siguiente el historiador francés P, Imbart de la Tour, dando por supuesto que el luteranismo no era aceptable para otras naciones, se preguntaba: gPor qué Lutero no ha creado mds que un cristianismo alemdn? Otro escritor, Jules Paquier, parecia empe- fiado en demostrar que Lutero es la suma de todos los defectos del caracter aleman, con su orgullosa autosuficiencia, su falta de veracidad, su exencién de preceptos y de cadenas morales, etc. 29 No es esta Introduccién el lugar a propésito para hablar del resurgir lu- terano en los ultimos decenios. Los estudios histéricos renacieron con mé- todo y critica debido en parte a la publicacién exacta de las fuentes; y los anilisis teolégicos del pensamiento luterano pulularon en todos los campos, 27 En 1916 esctibia F. Loofs: «Todos Jos tedlogos doctos de Alemania (prot.), aunque no lo digan expresamente, estén de acuerdo en reconocer que la doctrina de Ia antigua Iglesia sobre la doble naturaleza de Cristo no puede admitirse en la forma tradicional» (Wer war Jesus Christus? [Halle 1916] 216). ;No es eso negar la naturaleza divina de Cristo? Muchos afios antes habia escrito Doellinger: «Si alguien dijese ahora a un creyente de la Iglesia alemana, de esa Iglesia que principal mente por su doctrina de la justificacién se llama evangélica, que tal doctrina ha sido actualmente abandonada por la teologia protestante de Alemania y que apenas hay un tedlogo de fama que quiera hacerse responsable del dogma de los reformadotes y de sus libros simbélicos..., ese tal ex- citaria una sonrisa de incredulidad y de compasién. Y, sin embargo, asi es» (Kirche und Kirchen [Munich 1861] 429-30). 28 The Hibbert Journal (Londlres 1915) 335.337; cit. en H. Grisar, Der deutsche Luther 130. 29 Noticias sobre el antigermanismo de los catdlicos franceses en Grisar, Der deutsche 134-36. Sobre el germanismo exaltado de 1os luteranos, ibid., 14-38. En Alemania estaba entonces dividido el luteranismo en 10 Landeskirchen, que se unieron o federaron en 1948, formando la «lglesia evan- gélico-luterana u Hans Luther, padre de Martin Lutero. Murié el 20 de junio de 1530. Principales biografias modernas 33 a lo que sin duda contribuyé la steologia dialécticay de K. Barth, F. Gogar- ten, R. Bultmann y otros, y més positivamente el empuje de K. Holl con sus nueve estudios sobre la doctrina y personalidad de Lutero. Ciertamente, en el campo de la historiografia ese renacimiento tiene ori- genes més antiguos; aparece bien visible desde 1883, cuarto centenario del nacimiento de Martin Lutero. En esa fecha vio la luz en Weimar, gracias al esfuerzo y entusiasmo de J. K. F. Knaake, el primer volumen de las obras completas del Reformador, edicién critica, monumental, subvencionada por el emperador Guillermo I, en la que pusieron sus manos hasta el dia de hoy —pues todavia no esta rematada—grandes eruditos, tedlogos y germanistas, que la van perfeccionando poco. a poco, y que se espera la completarin con buenos indices, facilitando asi el trabajo de los investigadores 30, Principales biografias modernas No es posible describir los variados matices que presentan las numero- sisimas biografias modernas de Martin Lutero. Las dos mds completas y que mayor conocimiento muestran en sus ci- tas de los escritos del biografiado son las de Iulius Koestlin y Hartmann Grisar; las dos se han hecho clasicas, aquélla entre los protestantes, ésta en- tre los catdlicos, y las dos deben consultarse todavia; pero la primera, en dos voltimenes, esta ya algo anticuada, pese a los ligeros retoques y afiadiduras bibliogréficas de W. Kawerau en la quinta edicién, de 1903, y la segunda (me refiero a la erudita y atrayente biografia de 1926, no a la monumental y gigantesca obra anterior en tres pesados voliimenes, cantera inexhaurible de datos y cuestiones) no logra darnos, con toda su sagacidad y método cri- tico, la verdadera efigie del Reformador, dotado—segun el historiador jesui- ta—de eximias prendas naturales, pero carente de auténticos modviles reli- iosos y afectado de perturbaciones patoldgicas. Difusa y panegirista es la biografia en cuatro voltimenes de James Mac Kinnon, que ha sido llamado ¢el Koestlin-Kawerau inglés», pero queda muy por debajo de sus modelos alemanes. Casi todas las buenas biografias modernas adolecen del defecto de ser incompletas, pues casi no se ocupan mas que del Lutero joven; por ejemplo, fa del critico minucioso, seriamente documentado y prolijamente analitico, Otto Scheel, en dos voltimenes, que no alcanzan sino hasta la disputa de las indulgencias (1517); la magistral, aunque sin aparato critico, de Heinrich Bochmer, y la de su pedisecuo italiano Giovanni Miegge, que no pasan de la Dicta de Worms (1521); la del docto, sereno y sugestivo Karl August Meissinger, que, desafortunadamente, quedé truncada al egar a 1519; la yenial y chispeante de Lucien Febvre, que, sin pretensiones de biografia, proyecta mucha luz sobre el alma de Lutero hasta 1525; la del norteameri- «ano Robert H. Fife, de perfecta informacién y rigurosa exactitud histérica, W La edicién de Weimar (WA = Weimar Ausgabe), con sus cuatro secciones de Werke (Obras), Airlefwechsel (Epistolario), Tischreden (Charlas de sobremesa) y Deutsche Bibel (Biblia alemana), es hoy dia absolutamente indispensable para cualquiera que intente escribir sobre Lutero. Véase sobre vil R. Ricker, Die Weimarer Lutherausgabe, en Ja obra colectiva, dirigida por Vilmos Vajta, Futherforschung heute W-20; K. A. MrissinceR, Der katholische Luther 253-58; P. KAWERAU, Luther 10-66. Martin Letere F : ‘ 34 Introduccién que también se detiene en la Dieta de Worms. Mas completa es la de Er- nest G. Schwiebert, igualmente norteamericano, en casi 900 pdginas con numerosas ilustraciones graficas, que encuadra a su héroe en un ancho mar- co geografico-histérico-social y estudia con particular atencién la Universi- dad de Wittemberg; pero aun aqui vemos que los sucesos posteriores a 1525 estén trazados a grandes lineas 31, De estos y de otros biégrafos modernos me serviré con mucha parsimo- nia; en vez de citar sus testimonios o expresiones, procuraré remontarme a las fuentes en donde ellos directa o indirectamente bebieron. Mis peliagudo es el problema de la otra ebibliografian, casi infinita, que se refiere a estudios particulares sobre puntos concretos de la vida y obra de Lutero. Tales estudios se multiplican pavorosamente de dia en dia. Yo citaré solamente lo que en cada cuestién me parezca necesario para orientar al lector estudioso; todo lo demés lo encontrara facilmente en obras especiali. zadas, en revistas cientificas, como «Archiv fir Reformationsgeschichte» y «Luther-Jahrbuch», o en la ocednica Bibliographie, de K. Schottenloher. Yo creo que una biografia como ésta no debe convertirse en un repertorio bi- bliografico 32, Basta de preambulos. Ahora pasemos la hoja, mientras con el pensamien- to y la imaginacién nos trasladamos al «pais tudesco», que eso significa Deut- schland, o a la Germania imperial, poliédrica, diversiforme y en creciente fermentacién social y politica, tal como se presentaba en el ocaso del siglo xv, saturado atin de medievalismo, y en la mafiana del xvi, con las ventanas abiertas de par en par al Renacimiento 33. 31 De nada sirve alargar la lista de los bidgrafos, muchos de tipo divulgador, algunos muy esti- mables por diversos titulos, como T. Kolde, A. Hausrath, G. Plitt, A. E. Berger, F. Kuhn, G. Buch- wald, L. Cristiani, J. Clayton, P. Smith, E. Buonaiuti, R. Thiel, F. J. Montalban, R. Viejo-Feliu, A. T. Jorgensen, W. Dahimann, G. Ritter, W. J. Kooiman, R. H. Bainton, G, Buchwald, A. Grei- ner, H. Fausel, F. Lau, R. Friedenthal, J. M, Todd, J. Atkinson, G. Zschabitz (de ideologia marxis~ ta), etc. Entre los catdlicos fue un tiempo bastante ieida la amplisima, tendenciosa y acusadora biografia de G. G. Evers (1883-91) en seis tomos. De la famosa obra de Denifle, que no es biografia, y de la tempestad que provocé en 1904 se hablaré en el capitulo 9 de este libro. Alli examinaremos también la no menos famosa de J. Lortz. Hay obras que, sin ser propiamente vidas de Lutero, tra~ tan muy ampliamente del Reformador. El largo estudio de J. Paquier Luther (DTC vol.9 col.1146- 1335), tras un resumen biografico, expone la doctrina dogmitica, moral y social de Lutero y los influjos que en tal doctrina se notan. E. de Moreau traza una sintesis clara y metédica de 163 pagi- nas en el volumen 16 de la Histoire de 'Eglise, iniciada por Fliche y Martin, De consulta mas que de lectura son las 300 densas paginas que a Lutero y su Reforma consagra E. Iserloh en ef Handbuch der Kirchengeschichte, dirigido por H. Jedin, vol.4, con selecta bibliografia. Una buena introduc- cién al estudio de la vida y de la teologia de Lutero en P. KaweRau, Luther. Leben, Schriften, Denken (Tubinga 1969). 32 K, SCHOTTENLOHER, Bibliographie zur deutschen Geschichte im Zeitalter der Glaubensspaltung 1517-1585 (Stuttgart 1932-40) 6 vols. ; con un total de cerea de 52.200 nimeros. U. Thiirauf ha pre parado la edicién del vol.7 (Stutigart 1962-66), que comprende todo lo publicado de 1938 a 1960 y eleva el niimero de titulos a 65.621. Gracias a los indices, resulta facil la consulta. Los tres volime- nes de G. Wolf Quellenkunde der deutschen Reformationsgeschichte (Gotha 1915-23) son muy ins- truetivos y provechosos, porque no contienen solamente titulos de libros, sino breve exposicién de todos los problemas histOricos de la Prerreforma y de la Reforma, resefiando Jas fuentes y los es- tudios mas importantes ¢ indicando su valor. Los trabajos mas importantes publicados en Escan- dinavia, Italia, Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia y Hungria (entre 1920 y 1956), en Lutherforsching heute 111-88, La Bibliographie de la Reforme: 1450-1648 (Leiden_1958-67) es un catilogo escueto de las obras publicadas de 1940 a 1960, ordenadas por naciones. El anuario «Lu- ihrbuch» (Amsterdam, Hamburg 1919ss) recoge en cada ntimero, desde 1926, todo lo que se sobre Lutero. 3} Cémo y cudnto influyé en la génesis y en el crecimiento de la revolucién protestante la situa- cién social y politica de Alemania, lo hemos estudiado en otro libro: Raices histéricas def luteranismo (Madrid 1969) 176-241, Alli mismo hemos examinado las causas morales y eclesidsticas (p.47-132), las teoldgicas (p.95-132), las espirituales y religiosas (p.133- Capituto 1 NINEZ Y ADOLESCENCIA (1483-1501) Reinando el emperador Federico II Cuando el héroe de esta historia abrié por primera vez sus ojos de nifio tla luz de este mundo en una pequeiia ciudad del centro de Alemania, hacia ya cuarenta y tres afios que cefiia la corona del Sacro Romano Imperio Ger- manico el bondadoso e irresoluto Federico III (t 1493), que no ambicionaba tanto los triunfos bélicos cuanto el engrandecimiento de su casa y dinastia habsburgica. Al escoger por lema las cinco vocales A. E. I. O. U. (Austriae Lst Imperare Orbi Universo), dijérase que habia previsto lo alto que habian de volar las aguilas austriacas con su hijo Maximiliano I (+ 1519) y, sobre todo, con el nieto de éste, Carlos V (1500-58). Solamente a Carlos conocié Lutero personalmente, y es indudable que hacia él sintié siempre—pese a las discrepancias religiosas—grandisima ad- miracién y profundo respeto. A Maximiliano I no llegé a verle por sus pro- pios ojos ni siquiera cuando estuvo en Augsburgo en 1518, pero de él oyé lantos encomios en la corte de Sajonia, que se lo imaginaba adornado de las vittudes caballerescas propias del primer paladin de la cristiandad; solamen- te le achacaba el ser en demasia supersticioso !. Quizas habia heredado de su padre la aficién a la magia, pues de Federi- co II referfa Martin Lutero una anécdota fabulosa, recibida confusamente de labios populares y atribuida posteriormente al Dr. Fausto. Un dia de abril de 1532, el Reformador en sus Charlas de sobremesa contaba lo siguiente: El emperador Federico, padre de Maximiliano, convidé a un nigromante a comer, e hizo con sus artes y maiias que al nigromante le salieran en las ivanos pezufias y patas de buey. Sentado con él a la mesa, Je mando que co- miese. Avergonzabase el nigromante, y ocultaba las zarpas bajo la mesa. Finalmente, no pudiendo disimular més, las dejé ver, y, volviéndose al em- perador, le dijo: «{Me permite vuestra imperial Majestad hacerle una cosa?» «Sis, respondié el emperador. Entonces él con sus hechicerias provocé un vstruendo fuera del palacio imperial. Asomése el emperador a la ventana para ver lo que pasaba, mas de pronto le crecieron en la cabeza grandes astas y cornamenta de ciervo, de forma que ya no le era posible retraer la cabeza dentro de la ventana. Exclamé el emperador: «Has vencido; quitamela yap 2. Yo infiero de aqui—comentaba el Dr. Martin—que entre los diablos hay unos més habiles que otros. El kaiser aleman tenia muy exiguo poder en el Imperio fuera de sus ‘xtados hereditarios; era un principe mds de tantos como integraban la na- cién germanica, y en vano los Habsburgos, sucesores de los Hohenstaufen, Basta echar una ojeada at indice del vol.6 de Tischreden para hacer un florilegio de testimo- hioy tuteranos sobre Maximiliano Fy Carlos V. 2 Tischr, 1428 11 97, 36 Ca. Nifiex y adolescencia se afanaban por obtener un poderio centralizador y fuertemente unitario >. Lo veremos claramente a lo largo de estas paginas. De los ocho papas que ocuparon la Catedra de San Pedro en vida de Lutero, no pudo éste conocer personalmente a ninguno. Nacié bajo Sixto IV, tipicamente renacentista; murié bajo Pablo IH, iniciador de la Contrarreforma. La nave de la Iglesia dio en este lapso de tiempo un viraje de go grados. Las dos Sajonias Ahora nos conviene enfocar la visién hacia un campo mis reducido y concreto: el llamado «pais de Lutero». Bajo el aspecto geografico y politico, Ja nacién germanica parecia un confuso y desigual tablero de ajedrez, uno de cuyos principales escaques se decia Sajonia. «Yo soy sajén—solia repetir, no sin cierta ufania, el Reformador—; un rustico y duro sajén»4, La dureza de aquella tierra se comunicaba—segiin él—al caracter de sus habitantes. «Sajones se Ilaman—explicaba—porque Dios les procura el sustento no de una tierra pingiie, sino del suelo sdxeo 0 roquefion 5. La Sajonia es una region histérica cuyos limites geogrficos, dificiles de definir, se encogieron y se dilataron o se partieron y repartieron, al correr de los siglos, con los vaivenes de la politica. Regada por el caudaloso rio Elba, con sus afluentes el Mulde y el Saale, podemos situarla de un modo vago e impreciso hacia el nordeste de Alemania, limitada al norte por el principado de Anhalt y el electorado de Brandeburgo; al este, por Silesia y Bohemia; al sur, por Nuremberg y los obispados de Bamberg y Wiirzburg, y al este, por los condados de Henneberg y Hessen. En 1464, a la muerte del principe elector Federico el Benigno, de la casa de Wettin, sus dos hijos, Ernesto y Alberto, asumen juntos el principado paterno de Sajonia y Misnia (Sachsen und Meissen), que engrandecieron luego con la Turingia (Thiiringen) al morir sin herederos directos su tio el duque Guillermo III el Valeroso (t 1482). Disensiones entre los dos her- manos motivaron la separacién y el reparto de territorios (Particién de Leip- zig, 1485). ‘ Ernesto (t 1486), el de més edad, se quedo con la dignidad de principe elector del Imperio (Kurfiirst), reteniendo para si la «antigua Sajoniay o du- cado de Wittemberg, y ademis el Vogtland, Coburgo y casi toda la Turingia; las ciudades principales de sus Estados eran Wittemberg, Torgau, Mihlberg, Jena, Altemburg, Weimar, Gotha, Eisenach, Zwickau, Coburgo. Bajo su protectorado estaba el enclave de Erfurt, perteneciente al arzobispo de Ma- guncia, El condado de Mansfeld era en parte su feudatario. : Al hermano més joven, Alberto (+ 1500), le tocé Ja Misnia y una franja septentrional de Turingia, de forma que sus dominios quedaban seccionados verticalmente por los de su hermano. Ciudades importantes: Dresden, Leip- zig, Meissen, Freiberg, Chemnitz. Este reparto fue confirmado y ratificado por el emperador Federico III en 1486. Asi, la casa de Wettin se ramificé 3 «Germania, si sub uno domino eset, esset invincibilis», pensaba Lutero (Tischr. 3636 111 470). CE. R. G-ViLLOsLADA, Raices Aistdricas del luteranismo 176-81. 4 Ego occallui, sum rusticus et durus Saxo» (Tischr. $096 IV 655). 5 «Saxones dicuntur, quod Deus dat ipsis escam non ex pingui terra, sed ex saxis» (WA 48,699) Las dos Sajonias 37 en dos dinastias paralelas: la Sajonia ernestina (electoral) y la Sajonia alberti- na (simplemente ducal). Grandes alteraciones ocurrieron en 1547 con la ba- talla de Milberg, cuando el elector Juan Federico cayé prisionero de Car- los V y tuvo que ceder la dignidad electoral a su primo el duque Mauricio de Sajonia (linea albertina), el cual ademds se anexioné Wittemberg y otros territorios. Pero estos acontecimientos caen ya fuera de nuestra historia §, Cuando nacié Martin Lutero gobernaba aun Ja Sajonia electoral el prin- cipe Ernesto, que murié en 1486, Entré a sucederle su hijo Federico III el Sabio 0 el Prudente (der Weise), de quien tendremos ocasién de hablar lar- gamente en la primera parte de este libro, porque él, que residia preferente- mente en su castillo de Torgau, enaltecié la ciudad de Wittemberg sobre todas las demas de sus dominios, edificando all{ su castillo-palacio y fun- dando a su lado la Universidad; y principalmente porque, sin dar la cara abiertamente por Fr. Martin, logré salvarlo en los momentos de mayor pe- ligro y le dispensé siempre su favor y amparo con tanta habilidad como cautela 7, La Sajonia albertina estuvo gobernada por el duque Alberto hasta 1500, y luego por su primogénito Jorge, apellidado el Barbudo (der Bartige), muy diferente en caracter y en ideas politico-religiosas de su primo Federico. Entre todos los principes alemanes, no tuvo Lutero més enérgico, tenaz y encarnizado enemigo; por eso, también del duque Jorge de Sajonia se hard mencién en este libro 8. Puede decirse que la existencia de Martin Lutero transcurre toda—salvo algunos viajes—dentro de la Sajonia ernestina, a la cual politicamente perte- necia. Sajona era la sangre que hervia en sus venas, 0, si se quiere hablar més estrictamente, turingica, porque—aunque nacido en el condado sajén de Mansfeld—sus padres y abuelos eran originarios de Ja bella Turingia, incorporada a Sajonia, segiin queda dicho. A causa de sus colinas pintorescas, de sus valles umbrios, de sus campos © B, HAENSCH, Die Wettinische Hauptteilung von 1485 (Leipzig 1909). Una amplia exposicién histérico-geogrifica en ScuwieseRT, Luther and his times 67-98. Las mutaciones que en la historia politica de Sajonia sobrevinieron mis tarde, especialmente desde la guerra de Esmalcalda en 1547, no nos interesan por el momento. 7” A Federico (1463-1525), que nunca se cas6, le sucedié su hermano y corregente Juan de Sajo- nin (F 1532); a éste su hijo Juan Federico, ambos devotisimos de Lutero. Sobre Federico el Sabio veuse 10 que decimos al tratar de la Universidad de Wittemberg en el c.4, y especialmente la nt.39 del ¢.12, De Juan y Juan Federico habré ocasién de hablar en el t.2. *’ Jorge de Sajonia (1471-1539), educado muy religiosamente por el agustino Fr. Andrés Proles, we oriento primero hacia ¢l estado eclesidstico, recibiendo cuidadosa formacion cientifica; luego se saxo con ta hija del rey Casimiro de Polonia. Aunque nunca disimulé sus quejas contra los Grava- mina y otros abusos de la curia romana, se porté siempre como un denodado campedn del catoli- «wmo, Sus tedlogos y consejeros, Wimpina, Emser y, sobre todo, Cochlaeus, hicieron mas firmes -as convicciones antiluteranas (H. BECKER, Herzog Georg von Sachsen als kirchlicher und theologis- ‘chrifreller: ARG 24 [1927] 161-269; O. Vosst eR, Herzog Georg der Bartige und seine Ablehnung HZ. 184 [1957] 272-91; 1, Lupoteny, Die Ursachen der Gegnerschaft zwischen Luther und i. v. Sachsen: LJ [1965] 28-44). Erasmo le dirigié una carta (31-7-1520) haciendo el pane- primos, que hacian florecer las letras en Leipzig y Wittemberg respectivamente: Alberti patris tuae celsitudinis laudem... adolescens accepi... Neque vero me- diunget tuis Iaudibus apud posteros, quod nunc cum Hlustrissimo duce Friderico n longe pulcherrimum susceperis, cuius auspiciis feliciter efflorescunt apud Germanos opti- nirum fitterarum studia, Quam paucis ille annis ex quam frigida Academia quam celebrem reddi- cI! Atque in hoe gloriae stadio non committis ut patruele videaris inferior. Tuis ni ia Lypsiensis Academia, iam olim celebris ac sollemnibus illis studiis florens, nunc Jinguarum accessione per te sic est ornata, ut vix ull caeterarum cedat» 38 Cl. Nitiez y adolescencia feraces, de su famosa Selva, con bosques erizados de hayedos y pinares, Tu- ringia ha sido poéticamente apellidada en nuestros tiempos «el verde coraz6n de Alemania»; pero los hombres de fines del siglo xv no se dejaban conmover por el sentimentalismo romantico de los poetas decimonénicos. En esa tierra de economia forestal, minera y agricola, cuyos habitantes—segun decia el Reformador en 1540—«son descorteses y codiciosos» 9, pero estén bien do- tados—no lo olvidemos—para la poesia y el canto, se han de buscar las raices ancestrales de la genialidad de Lutero. En suma, un turingio de fina sensibi- lidad, un sajén de dura corteza y de tenacidad orgullosa, un alemén de cuer- po entero: eso fue nuestro Martin. La estirpe de los «Luder» En la aldea de Méhra, extremo occidental de Turingia, a pocos kiléme- tros de la ciudad de Eisenach, eran muchos los que llevaban el apellido Luder (que también se escribia Luter, Liider, Lyder, Luider, Ludher), y que actual- mente decimos Luther o Lutero. {Cudl es su etimologia? Maliciosamente, Jo quisieron algunos derivar de luder (carrofia, miserable) o de lotter (Lot- terbube, picaro); muy arbitrariamente, el fildlogo e historiador J. A. Fabri- cius interpret el apellido Luther como Leute-Herr (sefior 0 dominador de gentes); y, por puro capricho y moda humanistica, el propio Fr. Martin se buscé una etimologia griega, firmando algunas veces Eleutherius (de eletithe- ros, que quiere decir «ibre»). Lo més verosimil parece que se derive de lau- ter (puro, claro, genuino), y ha de identificarse con Lothar, 0 Lotario, viejo nombre germdnico ennoblecido por magnates, reyes y emperadores medie- vales 10, Pertenecia la familia de nuestro biografiado a una clase social de peque- fos propietarios rurales obligados a un censo hereditario (Erbzinsleute). No eran los duefios propiamente los gravados con el censo anual, sino sus pro- piedades rtisticas, de suerte que, si el amo, usando de su derecho de propie- dad, transmitia en herencia o vendia a un extrafio su predio 0 cortijo (Hof), el censo seguia pesando perpetuamente sobre aquellas tierras, y el nuevo duejio debia pagarlo a su sefior feudal, laico o eclesidstico !!. 9 «Misnenses sunt superbi et arrogant sibi sapientiam, quam tamen non habent, Thuri inofficiosi et pleonectes..., Bavari sunt stulti et non ingeniosi, quae quidem res facit, ut sint probio- res» (Tischr. 5081 {V 646}. 10 J. A. Eabricius (Centifolium Lutheranum sive notitia... de B. D. Luthero 2-4) recoge las diver- sas etimologias. El propio Lutero dird: «Meum cognomen proprie Lyder, quod deinde adversarii Lotter Luther faciunt. Lyder, Lauter habet saxonicum y» (Tischr. 4378 IV 270). El autor de un ‘oplsculo publicado en 1532, y atribuido con poco fundamento a Lutero, decia: «Est Ludher fre- quens adhuc hodie nomen in Germania praesertim saxonia. Significat autem herum seu dominato- rem hominum... Saxones usque in hane diem vocant Lotharium optimum illum imperatorem Keiser Lydher seu Lidher> (WA 50 158). El abuelo y el padre de Lutero se decian Luder, segiin atestigua- ba Veit Dietrich en 1532: «Natus est (Martinus) Islebii, oriundus ex pago Méhr vicino Isenachio. Avas Henricus Luder, patens Johannes Luder» (Tischr. 623 1294), Fue Martin el que generalizo en Ia familia la forma Luther, mas no desde el principio, pues al matricularse por primera vez en Erfurt, en la primavera de 1501, se hace inseribir asi: Martinus Ludher ; en la lista de los bachilleres (1502) y de los licenciados (1505) se dice Martinus Luder; en la matricula de Wittemberg (1508), Martinus Liider, y en las cartas que escribe de 1507 a 1517 firma ordinariamente Martinus Luder, menos una vez (8-6-1516), que escribe Martinus Luter, y otra (octubre 1516), que empieza a firmar Martinus Luther, Durante el ano 1517 alternan Luther y Luder, y, desde el dia de su santo de dicho atio, Luther serd la forma definitiva. La forma latina Lutherus es usual desde 1507 siempre que esctibe en la lengua del Lacio. TH, BOrHMER, Der junge Luther 21. La estirpe de los «Ludern 39 La posicién econémica de esta clase social no era del todo mala, como la de otros campesinos inferiores, pues vemos que solian poseer, ademas de algunos siervos o criados, algdn par de caballos o mulas, cerdos, gallinas y otros animales domésticos. Solamente los hijos, si eran numerosos, solian verse en apuros al casarse, como le acontecié a Hans Luder. «Méhra—son palabras de Késtlin—, lugar donde vivian los Luther (Lu- der), era entonces, como hoy, un villorrio cercano a la ciudad de Salzungen y a Marksuhl, en las estribaciones de la selvosa montafia. Lutero y sus coeta neos le dan también el nombre de More. Sobre su poblacién y condiciones tenemos todavia documentos manuscritos, registros, listas de impuestos, etc., del siglo xv:, que nos dan a conocer el estado del lugar al tiempo de nacer Lutero, En 1536 no habia alli mas que 59 familias, pertenecientes a 31 es- tirpes. Los habitantes en su mayoria eran auténticos campesinos o bien terratenientes; es decir, propietarios de un cortijo con casa, campos de cul- tivo, ganado mayor y menor. Tan sdlo una octava parte del vecindario carecia en 1536 de tierras propias. Los propietarios eran los unicos que participaban de los privilegios y de los empleos del municipio. Eran campesinos recios y fornidos, conscientes de sus derechos personales y demasiado prontos a di- timir los litigios con los pufios. De ello dan todavia testimonio las cuentas de las cajas municipales, que en Salzungen registran las multas que debian pagar los habitantes de Méhra. Alrededor del pueblo se extendian campos de labranza y pastos. También se beneficiaban minas de cobre» 12, Alli tenian su hogar los abuelos paternos de Martin Lutero: Heine (0 En- rique) Luder, que vivid hasta 1510, y Margarita Lindemann, que sobrevivié once afios a su esposo. Conocemos los nombres de cuatro de sus hijos varo- nes: Hans, el mayor; Veit, Heinz y otro Hans, a quien Ilamaban Hans el Menor para distinguirlo del primogénito 13. Su parentela era muy numerosa. De las 59 familias que componian la poblacién de Méhra en la cuarta década del siglo xv1, cinco Ievaban el ape- lido Luder, Cuando en mayo de 1521, volviendo de Worms, entré Fr. Mar- tin a visitar répidamente a su tio Heinz, noté con admiracién que sus pa- rientes «ocupaban casi toda aquella regidn»; asi se lo cuenta a Spalatino. Por una carta de Lutero, nos consta que ese Heinz Luder vivia todavia en agosto de 1540, y por otros documentos posteriores sabemos que en 1578 multiplicaban alli sus hijos y nietos. En el pueblecito de Méhra—segtin testimonio del historiador Tulius Késtlin—perduraba todavia en 1862 el apellido Luther en cinco hogares. «Hans Luder el Mayors era un vigoroso campesino de baja estatura, de viel curtida por vientos y soles, de color moreno (ein brunlacht Volk), dird tke él y de su mujer el suizo Kessler, que los vio en 1522; de caracter tenaz v laborioso, a ratos brusco y a ratos alegre. Ayudaba a sus padres en las fae- has agricolas; pero, habiéndose casado quiza en 1481, le fue preciso abando- nar la casa paterna y establecerse con su joven esposa Margarita lejos de la 12 J. Koesttin, Martin Luther 1 19-20. 1) En el siglo xv abundaban los Juanes mucho mis que en cualquier otra época. Lutero testifiea Ht hecho, aduciendo motivos de supersticion popular: «Hine matres voluerunt filios nominari Johan- multe duos vel tres filios vocabant Johannes» (Tischr. 5414 V 130), Asi por lo menos 40 CA. Nitez y adolescencia aldea nativa, en el condado de Mansfeld. Margarita se apellidaba Ziegler, ©, segtin otros, Lindemann 14, Era mujer piadosa, sensible, imaginativa, re- signada, de costumbres honestas y de caracter reservado; poco alegre. El labriego se hace minero El nifio Martin Lutero no conocidé a su padre cultivando los campos, sino las minas. Y, sin embargo, afios adelante dira: ¢Yo soy hijo de campe- sinos; mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre fueron auténticos labriegos» '5, Y en otra ocasién, con un tono de altivez y de orgullo: “Soy hijo de campesi- nos; campesinos hubo que legaron a ser reyes y emperadores» 16, No sera temerario buscar en estas hondas raices aldeanas el origen y la explicacin de cierta rudeza brutal que encontraremos mds de una vez en nuestro biografiado; rudeza que pudo acentuarsele con el trato de los mine- ros. Sabemos que uno de sus tios, «Hans Luder el Menor?, amigo de frecuen- tar tabernas y armar camorras, cometié actos violentos y delictivos, que constan en las actas judiciales de Mansfeld por los afios de 1498 a 1513, y que han sido dados a conocer por Walter Moellenberg !7. Con todo, hay que advertir que el nifio Martin no se educé entre los al- deanos del campo, sino entre los pequefios burgueses de la ciudad; nunca vio el sudor sobre la tostada frente del labriego, ni jamas en su vida simpa- tizé con los campesinos. Acaso nadie haya pronunciado contra ellos pala- brotas mas despectivas y contumeliosas, tratandoles de asnos, guarros, bes- tias, Zoquetes, etc. Era costumbre y ley de Turingia y de otras regiones alemanas que el hijo menor de la familia, a la muerte de sus padres, recibiese en herencia la casa con los campos y el ganado, mientras los demds hermanos tenian que buscarse acomodo y hogar en otra parte, contentandose con alguna suma pecuniaria, que seria minima, o con algtin ahorro propio. Por esta causa y porque la situacién de los campesinos alemanes en la segunda mitad del siglo xv no se presentaba muy halagiefia, el hermano mayor, Hans Luder, a poco de contraer matrimonio, decidid emigrar con su esposa Margarita 14 Todos los testimonios antiguos, empezando por Melanthon, la Haman Margarita, pero Lutero dijo una vez que su madre se Hamaba Ana (Hanna). (Seria éste un segundo nombre? (Tischr. 2250 II 376). Bochmer opina que el apellido de Margarita era Ziegler. Le siguen Fife, Strohl, Schwiebert y otros. Meissinger vacila entre Ziegler y Lindemann, aunque parece inclinarse més hacia el segundo. Fabricius /Centiloquium 9) prefiere también Lindemann, y afiade que, si mu- chos Iamaban a Margarita por el apellido Ziegler, se deberia quiz a que sti padre ejerceria el oficio de Ziegler (tejero o ladrillero). Es una hipdtesis sin fundamento. {No sera mas verosimil que los primeros que fa Hamaron Lindemann la confundieron con la abuela paterna? El autori- zado W. E. Tentzel (+ 1707), historidgrafo oficial y archivero del elector de Sajonia, escribe: «Mar- garetha Lindemannin, auch Zieglerin genannv» (Historischer Bericht von Anfang und ersten Fort gang der Reformation I 139). Sobre el parentesco de Lutero con los Lindemann cf. las notas de Brief. V 287-88. {Donde habia nacido Margarita? Segin Melanthon, en Eisenach; alli ciertamen- te tenia parientes; pero mas probable parece que naciera en Neustadt de Franconia (Brief. V 288) 15 «Ego saepe de ha re stm cum domino Philippo locutus, et illi originem et historiam totius vitae meae actae ordine recitavo. Ego sum rustici filius; preoavus, avus, meus pater, sein rechte Bauren gewest». Y a continuacién refiere cémo del campo pas6 su padre a las minas: «Darnach ist mein Vater gegen Mansfelt getzogen und daselbes ein Bergheuer worden» (Tischr. 6250 V 358). 46 adch bin eins Bauren Son, Baurn sindt Kénig und Kaiser worden» (Tischr. $573 V 255). 17 Aparece en los documentos con el nombre de Hans Luder der Junge, 0 bien der kleine Hans Luder (W. MorLuenptrs, Hans Luther, Dr. Martin Luthers Vater, ein Mansfeldischer Bergmann und Hiuttenmeister: Zeitschr. A. Harz-Vereins £. Gesch. u. Alt. 39 [1906] 169-93) (p.191-92). Mas de tuna vez Ilegarian a noticia de Martin las fechorias de su pendenciero tio, «héroe de la navaja» (Messerheld), sein lo califica O. Scheel. Nacimiento en Eisleben 41 del pueblo de Méhra a la ciudad de Eisleben, a unos 130 kilémetros de dis- tancia, en el condado de Mansfeld. Era su intencién procurarse un trabajo mds productivo y remunerador que el de labrar un misero terrufio, y por eso se dirigié a Eisleben, que con- taria entonces unos 4.500 habitantes, y cuya principal fuente de riqueza re- sidia en Ia explotacién de las minas de cobre. Asi, el labrador (rusticus) se convirtié de la noche a la mafiana en minero (metaliicus). Durisima labor la que al inexperto obrero le aguardaba de cavar pozos en el monte, entibar galerias, extraer escombros y escorias; pero hay que reconocer que, en el aspecto social, el trabajo de los mineros estaba sometido a una organizacion més justa y humana que el de los oprimidos campesinos. Nacimiento en Eisleben A los pocos meses de llegar el joven matrimonio a la industrial Eisleben y de instalarse en una modesta casa de la «calle larga» (hoy Lutherstrasse), le nacié un hijo que habia de inmortalizar el apellido de Lutero y hacer fa- mosa en la historia la pequefia ciudad de Eisleben 18, éEn qué aito y en qué dia preciso tuvo lugar tal acontecimiento? Interrogada un dia por Felipe Melanthon la madre del niiio, respondié llanamente que «del dia y de la hora se acordaba muy bien, pero del afio no estaba segura. Certificaba que el nacimiento habia sido el 10 de noviembre después de las once de la noche» 19, Ante un. testimonio tan exacto, perentorio y autorizado, todas cuantas ca- vilaciones se hagan para discutir el dia natalicio de Martin resultan delezna- bles y vanas. La dificultad puede estar en el afio. ¢Fue el de 1483 0 el de 1484? Creo firmemente que hay que aceptar la primera fecha, porque responde perfectamente a todos los datos precisos que conocemos de su juventud y sus estudios, y, sobre todo, porque un hermano suyo, Jakob Luder, unido a él desde la nifiez con entrafiable afecto, Je aseguré a Melanthon que da opinién de la familiay era que el nacimiento de Martin habia ocurrido el afio 1483. Las dificultades proceden de que, no sabiendo a punto fijo el propio Martin en qué afio habia venido al mundo, unas veces decia haber nacido en 1483, otras daba por cierto el 1484, y otras se consideraba bastante mas viejo, disputando con Melanthon sobre ello 2°. '* Opino con Scheel que Martin fue el primogénito. H. Boehmer lo hace el segundogénito, fundandose en una de las Tischreden transmitidas por Rorer, donde se dice de Hans Luder: «Inde (de Méhra) cum uxore et filio profectus est Mansfeldiam» (Tischr. 5362 V 95). Boehmer inter- pieta Mansfeldiam como «Eisleben, del condado de Mansfeld». Si asi fuese, ditiamos que Hans Vuder tenia un hijo antes de ir a Eisleben. Pero :no habra confundido Rérer el viaje de Méhra a Visteben con el siguiente de isleben a la ciudad de Mansfeld? También se podria entender el texto latino en esta forma: «De alli (de Mébra) marché a Mansfeld», a la ciudad de Mansfeld, saltando vt breve intervalo de Eisleben. Que antes de salir de Méhra no habia tenido ningan hijo, parece ly miis probable, porque es de creer que abandonaria la casa paterna en seguida de casarse, segin costumbre, ELS de mayo de 1530, Martin aseguraba que él era entonces el hijo mayor: «Ego succe- de none in haereditate nominis (a fa muerte de su padre), ut senior sim fere Lutherus in mea fa- (Briefw. V 351). No puede urgirse mucho este argumento, porque pudiera haber muerto hitiez algin hermano mayor. 1) @Respondit (Margaretha) diem et horam se certo meminisse, sed de anno dubitare, Adfir- mubat autem natum esse die decimo novembris, nocte post horam’ undecimam... Sed frater eius Iicobus, vir honestus et integer, opinionem familiae de aetate fratis hane fuisse dicebat, natam: ease anno a matali Christi 1483» (CR 6,156), La misma fecha de 1483 consta en los libros universi- turios de Wittemberg (Forestim ann, Liber decanorun 33). 20 Bo ef otonio de 1531 decia: «Anno 148% natus sum egon (Tisehr, 2250 11-376). En agosto 42 C1. Nitiez y adolescencia La fecha de 1483, afianzada con el testimonio firme y claro de su hermano Jakob, autorizada por el Liber decanorum de la Facultad teolégica de Wit- temberg y repetida por autores coeténeos, como el polemista Cocleo, es hoy dia aceptada undnimemente por todos los historiadores. A las pocas horas del feliz evento—en la mafiana del 11 de noviembre, festividad del popularisimo San Martin de Tours—, los padres del recién nacido se apresuraron a llevar a su criatura a la vecina parroquia de San Pedro para que le fuese administrado el bautismo. Aquel nifiito cuyos mis- teriosos destinos nadie podia entonces sospechar recibio el sacramento de la regeneracion cristiana de manos del pérroco, Bartolomé Rennebecher, que le impuso el nombre del santo del dia. Aquel templo de arquitectura gética se hallaba todavia en construccién, mas ya la pesada torre alzaba en el espacio sus escasas ventanas ojivales y debajo de ella estaba concluida la capilla del bautisterio. «Yo naci en Eisleben—dird Fr. Martin en carta del 14 de enero de 1520— y fui bautizado en la parroquia de San Pedro (apud sanctum Petrum) del mismo lugar. Esto no lo recuerdo yo, pero les creo a mis padres y a mis co- terréneos. Alla habian emigrado de las cercanias de Eisenach (Méhra) ; es en Eisenach donde vive toda mi parentela» 21. La permanencia en Eisleben habia de ser muy corta, no més de algunos meses, para el nifio Martin y para sus padres. A lo largo de su vida tendra ocasién de venir repetidas veces, por asuntos religiosos y politicos, a la ciudad donde.se mecié su cuna. Y advirtamos desde ahora que, si en Eisleben abrié sus ojos a la luz, en la misma Eisleben los cerrar algtin dia para siempre. Ya veremos cémo, transcurridos sesenta y dos afios de una existencia ator- mentada, fecunda y resonante, que transformé la faz religiosa de Alemania y de Europa, la muerte por angina de pecho le sorprendera bajo los mismos cielos que le vieron nacer. Su tiltimo sermén lo predicara no en la parroquia de San Pedro, donde se guardaba su pila bautismal, sino en la mas céntrica de San Andrés. Trece afios en Mansfeld Parece que en las minas de Eisleben no encontré Hans Luder los pingties jornales o las facilidades de trabajo que se habfa imaginado, pues le vemos al afio siguiente—quiza en el verano de 1484—trasladarse con su mujer y su hijito a la muy proxima ciudad de Mansfeld, capital del condado, centro in- dustrial minero de mayor importancia, aunque de poblacién ligeramente in- ferior a la de Eisleben. Situada en la falda de una colina, entre praderas y bosques, y arrullada por un alegre riachuelo, sacaba de sus pozos metaliferos la riqueza que le regateaba avaramente la agricultura. Sobre un altozano se erguia dominadora de 1540 afirmaba: «1484 natus sum Mansfeldiae» (en el condado, no en la ciudad, de Mansfeld) (Tischr. 3347 V 76). Dos afios mas tarde se inclinaba al 1482: «Ich bin itzo (mayo de 1542) 60 Jar alt.—Sprach Philippus: Nein, Her Doctor, ir seidt erst 58 Jar alt; das hat mir eur Mutter gesagt» (Tischr. 5428 V 138-39). Cuando después oyé Melanthon el testimonio de Jakob Luder, se atuvo al 1483, y lo ratificé en la oracién finebre que pronuncié a la muerte de Lutero: «Vita... quam ad annum LXIII produxit> (CR 11,730). 21 Briefw. 1 610, Aunque de padres y abuelos originarios de Turingia, Martin no queria decirse turingio, sino sajén: «ich bin aber kein Théring, gehore zum Sachsen» (Tischr. 4996 1V 605). Trece aos en Mansfeld 43 la fortaleza de los condes de Mansfeld, activos promotores de la industria minera del pequefio pais, feudos—en lo concerniente a las minas—del elec- tor de Sajonia desde 1486. Dos condes, Alberto (t 1484) y Ernesto (+ 1486), se dividian la tierra y el gobierno. Bajo los hijos de una y otra linea dindstica (lamadas desde 1511 «rama delantera» y «rama zaguera», porque habitaban en la parte anterior y en la posterior del mismo castillo), el gobierno se sub- dividira y desmenuzara mucho més. Los condes explotaban a su cuenta al- gunas minas; otras las arrendaban a diversas familias 22. Los condes Ernes- to II (t+ 1531) y Hoier (+ 1540), hijos de Alberto I, se mantendran siempre fieles a la Iglesia romana y al emperador; en cambio, el hijo de Ernesto I, Alberto III (+ 1560), de Ja linea «zaguera», sera entusiasta de Lutero y del lu- teranismo. Mas de una vez vendré el Reformador a Mansfeld y a Eisleben para hacer de intermediario en las discordias familiares de aquellos sefiores, porque, desde que en 1536 se repartieron entre s{ los bienes comunes—minas y derechos—, las desavenencias y los litigios menudearon. En aquella época, en que las medidas de proteccién obrera eran casi nu- las, el minero Hans Luder tendria que soportar muchas incomodidades y molestias, trabajando como zapador (Hauer) y entibador en oscuros socavo- nes mal aireados, alumbrados de humosas teas, con peligro de gases y de inundaciones. Pero aquel joven trabajador tenia ambicidn, constancia, pecho fuerte y brazos musculosos. Y la fortuna no tard6 en sonreirle. A los pocos aos paso de Bergmann a Hiittenmeister, es decir, dejo de ser simple minero, para ascender a jefe de mina. Reconociendo sus cualidades de laboriosidad, sensatez y probidad, el Concejo municipal en 1491 lo admitié entre los «cua- drunviros» de Mansfeld. Eran estos cuadrunviros o Vierherrn los cuatro ciu- dadanos (vier von der Gemein) encargados de vigilar la administracién mu- nicipal y defender los derechos del vecindario frente a los magistrados de la ciudad 23, En 1502 aparece como accionista en una de las cuatro sociedades explo- tadoras de los yacimientos de cobre. Los documentos de las minas de Mansfeld revelan que Hans Luder era empresario (Unternehmer) desde 1507, parti- cipando con otros en el laboreo y la explotacién de varios pozos metaliferos que habja tomado en arriendo. Explotaba asi, societariamente, tres hornos de fundicién en una mina situada al pie de Rabenkuppe, junto al estanque de Millendorf, y otros dos junto a Rodichen, al sudoeste de Leimbach 4. Aunque su familia se iba acrecentando aiio tras afio con numerosa prole, }urece que habitaba hasta el afio 1506 en una casa de alquiler, pues consta «queen dicho aio compré en la calle principal de la ciudad una buena casa ul precio de 200 gtildenes, que pagé a dos plazos 25, 22K. KRUMHAAR, Die Graffschaft Mansfeld im Reformations zeitalter (Eisleben 1855) 259. 21 No es exacto que Hans Luder ejerciese magistratura alguna, como dice Melanthon (ma- stratus gessit), pero si fue_uno de los Vierherrn (K. KRUMHAAR, Versuch einer Geschichte von Ntudt und Schloss Mansfeld [Eisleben 1869] 16 y 26; ScureL, Martin Luther 1 258), 24 Sobre Ia actividad de Hans Luder en las minas y en el municipio de Mansfeld véase el art. ci= tudo a 7) de Moellenberg, historiador de la industria minera de aquel pais, que ha estu- dticumente los archivos del condado de Mansfeld (p.169-190). Brevemente en SCHEEL, 2) Moellenberg (Hans Luther 185) documento de pago. «De fa antigua casa de Lutero no ha conservado solo-una pequetta parte. Sobre el rojizo arco de la puerta se ven las iniciales J. Ley ba fect 1530, 1s recuerdo de Jakob Luther, hermano de Martin, muerte 44 Gl, Nifiez » adolescencia En 1507, con ocasién de la primera misa de su hijo Martin, vemos que Hans Luder costea el viaje de veinte amigos, que van a Erfurt a caballo, y el dia de la fiesta hace al monasterio agustino una cuantiosa limosna de 20 gtildenes. El gulden equivalia al florin de oro. Al morir en 1530 dejé a sus hijos un mediano capital de 1.250 guildenes. Todo lo cual demuestra que, sin ser propiamente rico, habia Ilegado con sus ahorros y sudores a figurar entre los burgueses bien acomodados de Mansfeld. Todas sus ganancias le eran bien necesarias para sustentar y llevar adelante a una familia que en 1505 numeraba ocho hijos: cuatro varones y cuatro hem- bras, sin contar algun nifito que muridé en la primera infancia. No es de ex- trafiar por eso que la vida ordinaria de aquel hogar se distinguiese por la austeridad y el amor al trabajo, con grandes estrecheces en los primeros afios. Martin recuerda que su padre fue algtin tiempo «un pobre zapador de minas» (ein armer Hewr) y que su madre solia ir al bosque a coger lefia, cargando luego con el haz al hombro, «y de este modo—concluye—me educaron» 26, Trece afios en la casa paterna antes de salir a estudiar, trece afios de es- casez y penuria, mientras su padre poco a poco iba mejorando la economia y ascendiendo en el escalafén social. Educacién familiar Lo mismo Hans Luder que su esposa Margarita eran buenos cristianos, piadosos a la manera popular de entonces, muy firmes ambos en sus creencias religiosas y exactos cumplidores de sus deberes. Si hemos de creer a su hijo —testimonio tardfo y tendencioso—, no era Hans muy devoto de curas y frailes. Es de suponer que con el parroco de Mansfeld se entendia bien, pues sabemos que en unién con él dirigié al obispo en 1497 una stiplica de sesenta dias de indulgencia para cuantos oyesen misa ante dos altares del templo de San Jorge 27, Aunque de caracter irritable y aspero, facilmente se ponia alegre y jovial con un jarro de cerveza rubia o repetidos vasos de vino tinto (vino largiori ). Un dia golpeé tan iracundamente a Martin, que el muchacho huyé medroso de él, no atreviéndose por algtin tiempo a hablarle o mirarle con confianza. Aftos adelante diré que los padres no deben golpear duramente a sus hijos, porque los hacen apocados y pusilénimes 28, Con todo, él no conservé recuerdo ingrato de su progenitor a pesar de los castigos que éste le propind; mas atin, excusé la severidad de su comporta- miento, quizd porque el viejo en sus ultimos afios se dejé arrastrar de buena fe por el movimiento religioso que acaudillaba su hijo 2. de su padre afirmé su derecho de propiedad (H. Grisar, Lutero, la sua vita e le sue opere (trad, ital] 4). Una foto de la misma en P. MEINHOLD, Reformation im Bild n.9. 26 Tischr. 2888 III 51, Las cuatro hermanas de Martin sc casaron y dejaron descendent dos de sus hermanos murieron en la peste de 1505 (J. Bortimer, Luther in Vaterhaus: LI 1 [1919] 71-81). 27 Scuret, Luther 1 14, Nada prucba la resistencia de Hans a dejar parte de su herencia al clero (WA 47,379), 28 Tischr. 1559 TI 134, 29 «Mein Vater hat eine Stund mit mir gezurn, sed quid nocet? Er hat auch woh! zehn Jahr mit mir Muhe und Arbeit gchabt» (WA 25,460). Lo recuerda con gratitud; y, al morir Hans Luder en 1530, Martin hizo de él un. afectuoso elogio, que viene a destruir las cavilaciones de ciertos psicoanalistas modernos sobre padre ¢ hijo. Educacién familiar 45 sAprenderia de su padre, minero bronco y sin cultura, la costumbre de las palabrotas vulgares y del vocabulario soez y aun obsceno? No es de creer que los mineros de Mansfeld fuesen de mayor urbanidad y cortesia que los camorristas y matachines de Annaberg, en el ducado de Sajonia; ni muy di- ferentes de los mineros de los Alpes, «gente feroz, tumultuosa, indémita», segin decia un arzobispo de Salzburgo 39; por eso, bien podemos pensar que cl buen hablar y los finos modales no serian los rasgos caracteristicos del padre de Martin. é¥ qué decir de Margarita, su madre? Aquella chonesta matrona», segtin la califica Melanthon, debia de ser una mujer sufrida, recatada, hacendosa y mas bien triste que amable. El pincel de Lucas Cranach el Viejo la retraté cuando ya era anciana; los ojos frios, labios apretados, mejillas macilentas y menton fuerte no reflejan jovialidad ni belleza femenina, sino sdlo un dolor resignado y tranquilo. De ella recordaba Martin dos dichos, que a la verdad no la envuelven en luz muy suave y apacible. Uno es reprendiendo a aquellas mujeres que, sin tener hijos, todavia se lamentan de no tener bastante lozania: sana y fuerte como cualquiera estaria ella si no hubiera criado tantos hijos 31, Quiza la fecundidad la habla extenuado, envejeciéndola prematuramente, lo cual le dolia naturalmente. Y el otro se reduce a dos versos de un cantar que rezuma desilusién y amargura: ‘Todo el mundo nos tiene antipatia a tiy a mf la culpa es tuya y miav 32, Sabemos ademis que era supersticiosa, y se dejaba sojuzgar por una bruja © hechicera, a la cual tenfa que tratar con suma reverencia a fin de que no maltratase a sus hijos 33, También Margarita se dejaba llevar algunas veces de la irritacién, y en un momento de impaciencia, por el fatil motivo de haber robado Martin una nuez, lo golped hasta sacarle sangre, lo cual no se le olvidé nunca al travieso muchacho 34, Es licito, pues, afirmar que la ternura materna no endulzé las horas me- lancélicas de la infancia de Martin, propenso entonces a la timidez shasta el acoquinamiento» (usque ad pusillanimitatem). Un moderno psicoanalista, ob- servando el pobrisimo concepto que el reformador Martin Lutero tuvo siem- pre de la mujer y su falta de idealidad femenina—lo veremos al tratar del {0 De Jas riftas y asesinatos entre los mineros de Annaberg, «qui in praedictis aurifodinis la- horant..., adeo ut saepe ex levi ad contentiones et rixas deveniant, ita ut aliqui ex eis aliquando iter Vulnerantur, immo et quandoque occiduntur», habla un documento de 1516, publicado jess en ZKG 12 (1891) 540-41. Refiriéndose al populus alpestris, decia en Trento el arzobis- i, genus hominum ferox, inquietum atque indomitum» 505). Mt «Mater meo reprehendebat querelas illarum quae non habent liberos, et dicebat: Ich wolt nel eins so gesund sein, wenn ich kein Kind hette» (Bibel IV 29). ilo aleman es mas conciso: «Mir und dir ist Niemand hold: das ist unser beider schuld> (WA. 38,338). \ Tischr, 2982 L131, ¥ aftade que esa bruja causé con sus hechizos la muerte de un predi- salar que se habia aurevido a reprenderla, WW «Mei parentes me sirictissine usque ad pusillanimitatem cocrcuerunt, Mein Mutter steupet Nuss willen usque ad effusionem sanguinis» (Vischr, 3566 U1 415-16). 46 Ci. Nijez y adolescencia matrimonio—, se pregunta: «Pero {es que este hombre no tuvo una ma- dre?» 35 Pero querer descubrir en esta severa educacin las causas de una psicosis manfaco-depresiva, 0 como se la quiera llamar, que ciertos psiquiatras atri- buyen al futuro Reformador, es olvidar que en aquellos tiempos esa auste- tidad y dureza eran cosa corriente, estimada por los mismos nifios como justa y natural (quid nocet?, preguntaba Lutero), y que jovenes de las cua- lidades de Martin lograban facilmente superar esas deficiencias pedagégicas del hogar paterno. {Quién es capaz de asegurar que aquellos padres hubieran dado mayor serenidad y equilibrio al sistema nervioso de su hijo con un poco mas de ternura y carifio? La flor de Ja melancolia, con més 0 menos espinas de incipiente angustia, ino hubiera brotado en todo caso en el alma religiosa de Lutero? Téngase en cuenta, por otra parte, que el hijo del minero de Mansfeld pasaria buena parte del dia en la calle, mezclado con toda clase de gentes y jugando con sus hermanitos menores, mientras su madre se afanaba en los quehaceres del hogar y su padre trabajaba fuera de la ciudad. Recuérdese también que, desde los trece afios, la juventud de Martin se desenvolvis lejos de Ja tutela paterna y en un ambiente familiar muy diferente del propio. Decir con algunos escritores freudianos que entre padre e hijo surgié una tensién emotiva—incluso con el complejo de Edipo—y que el temor del nifio Martin a su padre se tradujo mds adelante en el temor a un Dios impla- cable y en la conciencia morbosa de su propia culpabilidad, me parece un procedimiento fundado mis en teorias abstractas y en sospechas que en he- chos histéricos. Lutero amé a su padre tal vez mas que a su madre 36, Supersticiones populares Tampoco hay que ensombrecer demasiado el horizonte de aquellos aitos infantiles acumulando relatos fantasticos y espeluznantes, cuentos y narracio- nes de brujas maléficas o de espiritus malignos, que debieron de aterrorizar la imaginacién del muchacho. Es verdad que entonces, particularmente en Alemania y otros paises nortefios, se difundia mucho la creencia supersti- ciosa, de origen pagano, en misteriosas fuerzas sobrehumanas, en espiritus malignos que poblaban los aires, las aguas, las tierras pantanosas 0 desérticas, y tomaban posesién de ciertos animales, como los monos, o de ciertas mujeres. Muchas veces recordaré Martin en su edad madura lo que en su nifiez oy6, presencié y crey6 ver respecto a brujas, demonios incubos, duendes, seres misteriosos, apariciones, encantamientos, filtros magicos. Desde sus pri- meros aiios le acostumbraron a ver en los fenémenos de la naturaleza, en las tormentas de truenos y relampagos, la accién de los espiritus infernales. En Ja vida de los hombres y sobre todo en las enfermedades le parecia evidente la influencia dafiina de los demonios. Lutero, como la inmensa mayoria de sus contemporaneos, creyé de joven y de viejo en las hechicerias de ciertas mujeres, que ejercen un poder diabdlico 35 E. H. ERIKSON, Jung Man Luther. A study in Psychoanalysis and History 72. 36 Las explicaciones de Preserved Smith, Reiter, Erikson, etc., se estudiaran en el ¢.9. Supersticiones populares aT sobre los hombres y sobre las cosas, y cuya sola mirada puede causar la enfer medad y aun la muerte de sus victimas, Predicando en 1518, decia de las brujas o hechiceras: «En primer lugar pueden hacer dafio a los ojos, y aun cegarlos; causar enfermedades a los cuerpos... y producirles la muerte, si quieren; 0, si no, consumirlos con lenta e incurable llaga, como yo he visto muchos, Pueden también provocar tempestades y truenos, destruir la cose- cha, matar el ganado» 37, y sigue hablando de esas mujeres que por la noche cabalgan sobre una escoba o sobre un chivo, de los demonios incubos y sticu- bos, etc. Refiere como cosa absolutamente cierta que un hermanito suyo ému- rid de un mal en la rodilla causado por embrujamiento» (per veneficia in genu); que no lejos de Eisleben vio él a varios endemoniados, especialmente a uno que jugaba con el diablo y le metia la mano en la boca; que en Sajonia existian «muchas brujas, que hechizaban a los animales y a los hombres, particularmente a los nifios, y daftaban a los sembrados con granizadas y tor- mentas»; que, estudiando él en Eisenach, oyé contar que una hermosa y casta mujer de aquella ciudad habia parido un lirén o ratén (Glis, Maus); que bajo las aguas del lago de Pubelsberg, en el condado de Mansfeld, se halla- ban prisioneros muchos diablos, los cuales provocan terribles tempestades si alguien los molesta tirandoles alguna piedra. Como los demonios habitan en los lagos, en los rios, en el mar, de ahi que el hombre no tenga en el elemento acuatico tanto poder como en el te- rrestre. Los bafios fluviales son peligrosos aun en verano; por eso Lutero juzgaba mas prudente bafarse en casa. Cuando los espiritus malignos se transforman en gatos, monos o en otros bichos, tienen la misma fuerza, no mayor, que esos animales. La explicacién de que los loros y papagayos pro- nuncien palabras y de que los micos remeden los gestos del hombre, es que dentro de ellos esta el demonio. De los demonios incubos y de las mujer- zuelas (Teufelshuren) que de ellos pueden engendrar hijos no le cabe la menor duda. Admite como hecho muy real las conversaciones del Dr. Fausto—per- sonaje histérico nacido hacia 1480—con el diablo. Este engaiia frecuente- mente a los hombres con ilusiones de la fantasia, como en el caso de un mon- je que se comid media carretada de heno, y en el de un hombre de Nordhausen que se tragé el carro con el carretero y con el caballo, mas luego se vio que era un engafio demoniaco. Todo lo pantanoso, lo malsano, lo mefitico, segin Lutero, tenia relacién con el espiritu maligno. Mas de una vez se aluciné en su vida, creyendo ver y ofr a Satin, en forma de perro o de cerdo, que se acercaba a molestarle y a disputar con él. No siempre se trataba de alucinamiento; en ocasiones cra solamente una falsa interpretacién de un fenémeno natural. Dado el hu- morismo burlén con que solia conversar con tales fantasmas y quimeras, més hien que de demonios, parece tratarse de pobres diablejos de folklore. Relatos espantables y leyendas supersticiosas Ilegarian a sus ofdos por la noche, después de cenar, de labios de su propio padre, pues sabido es que entre los mineros, que trabajaban en las tenebrosas entrafias de la tierra, “7 WA 1,406. En otro sermon de 1519 exhorta a sus oyentes a pedir a Dios les libre de los pes- tilencias y enfermedades corporales, pues «los espiritus malignos envenenan el aire, y también he fratos del campo, lis villas y los cereales» (WA 2,178). 48 C1. Ninez y adolescencia entre timidas luces parpadeantes y sombras movedizas, cundfan facilmente las mds absurdas creencias en seres misteriosos, en espectros y estantiguas 38, Mas no todo Io que oja el nifio eran cosas de susto. Con la alegria de los demés chiquillos de su edad escuché cuentos alegres, jugé y retozd con sus compafieros en la plaza y en el campo, participé en las fiestas populares y reli- giosas, que eran frecuentisimas. También aprendié en el seno de su familia lecciones utiles y provechosas, historias consoladoras, ejemplos de virtud cristiana. En Cuaresma, en Pascua de Resurreccién, en Pentecostés, en Navidad, en las principales festividades liturgicas, oirfa hablar y predicar de Cristo, nuestro Salvador; de la Virgen Maria, Madre de Dios y Abogada nuestra; de los apéstoles y santos, espe- cialmente de San Pedro, de San Juan, de San Martin, de San Jorge, patrono de su parroquia, y de Santa Ana, cuyo culto se propagaba mucho en aquellos dias, particularmente entre los mineros; tanto que el mismo Lutero dira en 1518 que cesta Santa es ahora casi més ensalzada que la bienaventurada Virgen Maria», Con sus padres y hermanos frecuentaria la iglesia parroquial todos los dias festivos para oir la misa solemne por la mafiana y las visperas por la tarde. Y seria su madre la que en casa le ensefiaria a rezar, en su jugosa lengua germinica, el padrenuestro, el avemaria, la salve, el credo, las oraciones de la mafiana y de la noche 39. En la escuela publica las aprenderia en latin. Instruccién escolar elemental Apenas el nifio Martin tuvo edad para aprender las primeras letras—serfa entre los seis y siete afios—, fue enviado por sus padres a la escuela elemental de la ciudad (Ratschule ), cercana de la parroquia de San Jorge. Aunque la escuela no distaba mucho de su casa, sabemos que algunos dias—especial- mente si habia Hovido o caido mucha nieve—un escolar de mds edad y fuer- zas que él llamado Nicolas Oemler, que seré mas adelante cuiiado de Jakob Luther, lo Ilevaba y traia en colletas por la calle fangosa. Bien lo recordara el Reformador poco antes de morir 49, En la escuela municipal de Mansfeld, como en otras similares, se ensefiaba a leer, a escribir, a contar, mds un poco de latin y algo de catecismo. Esto ultimo nos lo asegura J. Mathesius, panegirista y primer bidgrafo de Lutero, aunque en aquel tiempo la doctrina cristiana no era propiamente asignatura de las escuelas, por extrafio que parezca, como tampoco se ensefiaba la len- gua patria. Tres eran Jas secciones en que se dividian los niiios; en la primera estaban los tabulistas, o sea los nifios que aprendian a leer en una tdbula, o silabario 38 El inflajo que pudo tener Ia vida de los mineros sobre la imaginacién y sensibilidad del nitio Martin ha sido subrayado por el psiquiatta P. J. Retrer, Martin Luthers Charakter und Psychose 39 Casi todos Jos alemanes contemporineos de Lutero podian hacer suyas estas palabras del cardenal C. Madruzzo: «Scio ego getmana nostra lingua per matrem nobis traditam esse oratio- nem Dominicam, symbolum fidei et pleraque alia, quae omnes patcesfamilias in tota Germania filiis infantibus docere solent» (CT vol.5,31). 40 WA. 48,145. También menciona este hecho Melanthon en el prefacio al vol.2 de Opera omnia (Wittemberg 1546) de Lutero. Que N. Oemler era cuftado de Jakob, en K. KRUMHAAR, Dr. Martin Luthers Vaterhaus in Mansfeld (Kisleben 1853) 31-32. Instruction escolar elemental 49 latino; lo primero que leian eran algunas oraciones devotas, como el padre- nuesiro, los mandamientos del decalogo, los articulos de Ia fe, algunos salmos o himnos litdrgicos, etc. Al mismo tiempo aprendian a escribir. Seguian los donatistas, que estudiaban los elementos del latin valiéndose del Donatus mi- nor, o arte gramatical en preguntas y respuestas, que compuso Elio Donato en el siglo rv, y que trataba sobre las ocho partes de la oracién 41, La tercera y més alta seccién era la de los alejandristas, que aprendian la sintaxis y la prosodia latina segun el Doctrinale (puerorum), escrito en hexdmetros por Alejandro de Villedieu (+ 1240). Es lo mds probable que Martin no llegaria a estudiar el Doctrinale en Mansfeld, sino luego en Magdeburgo y Eisenach. Como introduccién a los autores clasicos se leian las Fabulas de Esopo, lati- nizadas, y el maestro exponia las sentencias moralizantes y educadoras del Pseudo-Catén (dos hexdmetros cada sentencia). Esopo y Catén—decia Lutero en 1536—son los mejores libros después de la Biblia 4?. Cuando Melanthon recomendaba que ya en la escuela elemental apren- diesen los nifios a cantar, no hacia sino inculcar una costumbre antigua. E] maestro que explicaba los rudimentos gramaticales (partes Donati) debia de hacerlo asaz torpemente; manejaba, en cambio, la férula con crueldad de ver- dugo; tanto que una sola mafiana vapuleé a Martin quince veces «sin culpa alguna», solamente porque no acertaba a declinar un nombre o a conjugar un verbo. Los dias que al muchacho se le hacfan mds temerosos eran los jueves, en que le tomaban la leccién del Donato, y los viernes, en que uno de los alumnos mas despiertos, apellidado «el lobo» (lupus), hacia de monitor, anotando las faltas gramaticales y de conducta de los escolares y leyendo ite el maestro la suma correspondiente a cada cual 43. En contraposicién al «obo» se veia en la escuela el «asno» (asinus), el tiltimo de los escolares, que portaba una cabeza asinina, de madera, colgada al cuello mientras no cogia en falta y dejaba atrds a otro de sus condiscipulos. LL lobo, el asno y la férula seguian figurando en la ordenacién escolar de 41 EL drs maior, 0 segunda parte del Donato, desarrollaba ampliamente lo del Ars minor, y udemis trataba de las letras, de las silabas, de los acentos, de los barbarismos y solecismos, de ios tropox y figuras. “Donato es el mejor de ios graméticos», decia Lutero en 1536 (Tischr. 3490 IV 453); y en otra ocasion: «Qui Alphabetum et Donatum non disci, nunguam Virgilium aut latine loqui discet» (WA 43,389). 42 Tanto le gustaba Esopo, que se lo sabia de memoria, y en 1530 se puso a traducirlo al ale- unin, aunque dejé Ia traduccion incompleta (WA. 49,440-60). «Aesopi fabulas (decia) ... esse 5 ut transferrentur et in iustum ordinem et classes redigerentur; esse librum non ab uno ne compositum... Et Dei providentia factum est, quod Catonis et Aesopi scripta in scholis ... Summa post Biblia, Catonis et Aesopi scripta, me iudice, sunt optima... Deinde aliquot fabulas graves: De lupo et oven, etc. (Tischr. 3490 IIL 353-54). Un poco extraiio e que le entusiasmasen los Catonis Disticha, que son consejos de ética puramente natural; v.83 Luxuriam fugito, simul et vitare memento cerimen avaritiae; nam sunt contraria famae» (1.2). “«Instrue praeceptis animum, ne discere cessa: ‘nam sine doctrina vita est quasi mortis imago> (3). Publicados en E, BAERENS, Poetae Latini minores (Leipzig 1881) TIL 205-42. Otro de 1os libros isuilos en Ia escuela de Mansfeld era el llamado Cisio-Janus (Augsburgo 1470), calendario en ver- sux latinos mnem@nicos, de palabras incompletas, para recordar—con formulas concisas—las Hlestus de fos santox y demas solemnidades. Por ejemplo, este primer hexémetro, que parece una aivinanza: Cisio lanns Epi sibi vendicat Oc Feli Mar An, quiere decir que el mes de enero contiene lus flestas de ki Circuncision, Epifania y su octava, Félix, Marcelo, Antonio, etc, Breve descripcin en Scunts, Martin Luther 147-49. 4 Recordaba mis adelante las «partes,Donati die Tovis» y el «lupus die Veneris»; se horro- tiraba de los phine erant carnificinae» (Tischr, 3566 11 415-16). «ich wurde wlamial yormitta p> (Tisehr. S871 V 274), 15 Mal gestr

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