Sie sind auf Seite 1von 11

Lección XXXVI

GEOTERAPIA Y PSICOTERAPIA

La cura por la tierra. Psicoterapia y orientación mental

La cura por la tierra o Geoterapia

La tierra tiene una virtud biológica tan saludable como desconocida. Al menos no ha sido
apreciada por la medicina moderna en todo su valor. Como dice Alborná: "Nadie ignora que
nuestro cuerpo está formado, al cabo, por los elementos del suelo, que nosotros ingerimos
después que las plantas los han transformado e incorporado a su propio organismo. Estas se
nutren del suelo y nosotros de ellas. Claramente simbolizado consta este hecho en el libro del
Génesis, cap. II, 7, al decir que el hombre fue hecho de barro (es decir, de los elementos del
suelo y el agua)."
En ningún ser animal ni vegetal hay elementos químicos extraños a los que componen la
tierra. Y aun los mismos alimentos son tierra transformada y vivificada por el sol.
La tierra, por otra parte, contiene un gran caudal de electricidad y magnetismo, que
influye decisivamente sobre las circulaciones nerviosa y sanguínea de nuestro organismo. Es
útil, por consiguiente, ponernos en contacto directo con la tierra, bien caminando descalzo,
tumbándose en ella o aplicándola en forma de emplastos sobre nuestra piel.
La fuerza curativa de la tierra mojada fue descubierta por Priessnitz cuando vio a un
ciervo, al sentirse herido, sumergir frecuentemente su pata en la tierra húmeda, obteniendo así
una rápida y completa curación.
El doctor Zoara observó cómo un perro de su propiedad se curó una mordedura de
víbora por el mismo procedimiento. También afirma Cassone que los beduinos curan sus
fiebres maláricas por medio de baños de tierra bajo la acción del sol.
En España sabemos que, en no pocas comarcas, usan la tierra en forma de emplastos
para curar contusiones, dislocaciones, roturas y picaduras.
El párroco Kneipp introdujo las aplicaciones arcillosas como excelente revulsivo natural;
y Felke obtuvo resultados sorprendentes con los baños de tierra al sol, en los casos de
reumatismo articular, gota, etc.,
608
cuyo procedimiento rinde actualmente sus óptimos efectos en el Alto Egipto. No menos eficaz
es la envoltura total o parcial del cuerpo con arcilla en ciertas erupciones de la piel.
Todo el sistema Just estriba en las propiedades de la arcilla sobre el cuerpo humano,
superando, muchas veces, a las aplicaciones hidroterápicas.
También puede usarse la arena de playa soleada, alternando con el baño de mar rápido
o de impresión. (Véase, baños de arena, página 547.)
Aplicaciones de tierra. El hombre tiene por punto de apoyo y acción la superficie de la
Tierra. En pie, caminando, sentado o echado, deberá mantener el contacto con ella, de acuerdo
con la ley de polaridad magnética. Marchando con la cabeza descubierta y los pies desnudos,
el organismo sirve de complicado conductor entre la electricidad negativa de la Tierra y la
positiva de la atmósfera que, al circular y condensarse en los núcleos de tensión o centros de
fuerza, pone en acción el potencial electromagnético de la propia organización, evitando el
estancamiento de los importantes procesos circulatorios y nutritivos.
Just y sus empleados del campo aseguraban que experimentaban mejores efectos
tendidos en la ruda tierra que en bancos o pisos de ladrillo; sus enfermos notaron con la natural
satisfacción que durmiendo en contacto con la tierra, encontraban mejor sueño y se
robustecían notablemente. Esto resulta altamente vivificante, sobre todo si la cabeza toca a la
tierra durante el sueño.
Se engañan los que opinan o temen que el barro infecte al cuerpo. No hay más potente
antiséptico y microbicida que la tierra húmeda aplicada sobre llagas, heridas, úlceras, etc.,
como instintivamente la usan muchas personas en los pueblos. Los emplastos de tierra obran
tales prodigios que su uso evitaría muchas intervenciones quirúrgicas. Nosotros los hemos
empleado con éxito hasta en epiteliomas del labio.
Cómo se hace el emplasto de tierra. Se prepara tierra fina, limpia (mejor arcilla), y se
amasa con agua fría, de modo que el conjunto, aunque pastoso, quede bastante fluido; se
coloca directamente con abundancia sobre la parte enferma del cuerpo o bien extendiéndola
antes sobre una tela; sujetándola perfectamente aplicada por medio de una venda o pañuelo y
cubriéndola, finalmente, con un trozo de lana, franela o paño. Se renueva cada dos o tres horas
si hay mucha inflamación, y si no, se deja todo el día o toda la noche. El poder de absorción
tóxica y de vitalización celular que tienen estos emplastos, es admirable y eficacísimo, no
solamente en lesiones externas sino en inflamaciones graves de órganos internos (difteria,
pulmonía, pleuritis, etcétera).
Después de quitar el emplasto se lava perfectamente la región, siendo necesario, en
muchos casos, hacer alguna aplicación hidroterápica de la parte inferior del cuerpo para
regularizar la circulación sanguínea.
Son de buenos resultados también, las aplicaciones de tierra o lodo, bien localizadas a
piernas y brazos, o bien extendidas a todo el cuerpo, enterrando éste durante treinta minutos o
a lo más un par de horas, según los casos.
609
La tierra húmeda es preferible para la mayor parte de las aplicaciones que hemos
mencionado, por ser mejor conductora de la electricidad.
La tierra al interior. La arena, tierra fina o arcilla, perfectamente limpia pero no
esterilizada, tomada en cantidad de una o dos cucharadas grandes con un poco de agua, algún
tiempo antes de las comidas o en ayunas, tiene un gran poder purificador, cicatrizante y
vitalizador sobre ciertas lesiones internas, merced a las correcciones funcionales que
determina; y actúa también como laxante. Esta práctica resucitada por Just, está exenta de
todo peligro y tiene su precedente fisiológico en la escala animal, donde observamos seres que
toman su alimento más o menos mezclado con tierra y aun algunas aves que ingieren granos
de arena o pequeñas piedrecillas para facilitar la trituración y digestión de su alimento. La
acción de la tierra al interior, aparte sus efectos mecánicos, no es por completo ajena a sus
propiedades conductoras electromagnéticas.
Del estudio de las acciones terrestres sobre los organismos, se deduce la conveniencia
de vivir lo más en contacto posible con la superficie del suelo. Lo prueba la robusta vitalidad de
los campesinos que lo trabajan. Es beneficio del cual se privan los que viven en los pisos altos
de las grandes ciudades. Si éstos, en cambio se benefician de la abundancia del sol,
convengamos en que el ideal higiénico estriba en disfrutar, al mismo tiempo que de los rayos
solares, del contacto o proximidad de la tierra. Vivir en pisos bajos, húmedos y sin luz, es
siempre bastante peor que vivir en pisos altos bien soleados y secos. El conjunto de
condiciones apetecibles sólo puede lograrse en casas bajas y aisladas; es decir, el tipo de la
ciudad jardín.
No está de más advertir, para terminar, que la acción del magnetismo terrestre se hace
especialmente notable para ciertas personas de extremada sensibilidad nerviosa; por lo cual
debe recomendárseles que duerman en la dirección de la corriente magnética terrestre, es
decir, con la cabeza hacia el norte y los pies hacia el sur. Una posición perpendicular a la
citada, les acarrea excitaciones y un sueño deficiente o intranquilo. En los países del extremo
Oriente (China, Japón e India) se da la importancia que merece al hecho de vivir cerca de la
superficie terrestre y dormir en la debida orientación. En Occidente, generalmente desdeñamos
estas interesantes observaciones y consecuentes prácticas de la más pura tradición naturista.

Psicoterapia y orientación mental

La Psicoterapia es aquella parte de la terapéutica que se vale de medios psíquicos para dirigir
al enfermo por el camino de la curación.
En realidad, dentro de la denominación de psicoterapia (o curación por las fuerzas del
alma) tenemos que incluir también la acción correctora que puede obtenerse bajo el influjo de
las fuerzas del espíritu y aun de determinados estados de conciencia (voluntad, fe,
esperanza...). Sin embargo, no hay inconveniente en agrupar todas estas acciones bajo el
denominador común de psicoterapia, puesto que las fuerzas espiritua-
610
les se manifiestan a través de las psíquicas, como muy bien puede deducirse de nuestro
estudio sobre la constitución del hombre (parte 1ª).
Son aun más poderosas para la curación de un enfermo las influencias que dimanan de
sus actividades psicológicas, mentales y espirituales, así como las de aquellas personas que le
rodean, que las fuerzas físicas de los agentes externos de que hemos tratado en lecciones
anteriores. Y aun gran parte de la acción de éstos, se debe al resurgir de fuerzas psíquicas
puestas en juego por la acción vitalizante de los primeros. No de otro modo ha de explicarse la
sensación de optimismo, alegría y expansión que producen los baños de sol y aun la propia
hidroterapia fría.
Es indudable que la terapéutica naturista tiene como piedra básica una acción
psicoterápica. Se empieza por colocar al enfermo en un ambiente donde sólo le influyen
motivos de vida. Se le aconseja el aire puro, el sol, la alimentación preponderantemente
vegetariana; se purifican sus hábitos con la supresión de excitantes que le procura una mayor
calma; se le prescriben medios curativos basados en la aplicación de agua, que le hace
saborear diariamente el placer de la limpieza; placer puro, como el del desnudo al sol, que no
lleva la menor nota de grosera sensualidad. En una palabra, la terapéutica naturista comienza
por acercar al hombre gradualmente a la Naturaleza, procurando, que le influyan más o menos
directamente todas las fuerzas generadoras de vitalidad y vigor. Esto no puede por menos que
engendrar situaciones psicológicas constructivas y reacciones mentales correctoras.
La psicoterapia es, en una mayoría de casos, la clave de la curación. Cuando un
enfermo se convence de que se ha de curar, despliega en su organismo una serie de fuerzas
que, por intermedio del sistema nervioso, estimula las defensas naturales. Conocido es el caso
de la producción de una supuración —en absoluta limpieza— por la sugestión; y el síncope
producido por la simulación de una sangría en un individuo con los ojos vendados. Tal es la
poderosa acción del pensamiento sobre el organismo. Calcúlese lo que podrá hacerse con esta
fuerza bien manejada.
Hacer psicoterapia es salirse de los límites del materialismo científico. Entonces el
médico se individualiza, adquiere personalidad —ya no es un médico, sino el médico— y de su
propio esfuerzo, de su propia virtud o poder, más que de sus conocimientos científicos,
consigue que el organismo del enfermo venza al mal. La psicoterapia es la parte más íntima de
la terapéutica natural y al mismo tiempo su fuerza más poderosa. Mas esto requiere que el
enfermo se halle bajo la influencia psíquica directora de un sólo médico, y secundariamente
bajo las influencias subordinadas y más débiles de los que le rodean.
Antes de entrar en más detalles y para la mejor comprensión de éstos, conviene exponer
algunas nociones sobre las enfermedades que tienen su origen en los elementos metafísicos
de la naturaleza humana. El poder de dar remedios al espíritu, es indispensable para la
curación de estos enfermos, porque, "si el espíritu está enfermo, es inútil medicar el cuerpo;
pero si el cuerpo está enfermo, puede curarse dando remedios al espíritu" (Paracelso. Lib.
Piramir. I, IV, 4 y 7), y debido a esto "vemos
611
a menudo que algún remedio resulta muy eficaz en manos de un médico, y por completo inútil
en manos de otro igualmente instruido e intelectual" (Hartmann), y esto sin que el enfermo se
de cuenta, y aun a distancia.

Enfermedades de origen psíquico

Una persona enferma durante años y años, cuyo mal se ha resistido tenazmente a todos los
tratamientos físicos imaginables, puede muy bien hallar la causa de su padecimiento en alguna
alteración de orden psicológico o mental. Para ello puede ser de importancia decisiva la
investigación psicoanalítica cuyos fundamentos ya hemos tratado en la parte del diagnóstico.
Dijimos que una voluntad desviada, puede ser causa de enfermedad, originando
excitaciones anormales de la energía individual y produciendo acúmulo de toxinas. De igual
manera, las bajas pasiones, los disgustos, las emociones deprimentes..., producen venenos en
el organismo, dificultan su inervación y alteran a la postre las funciones de los órganos. Buen
ejemplo de ello es el hecho elemental de cortarse o alterarse la digestión por un disgusto.
La voluntad, la memoria y la imaginación pueden ser la causa de enfermedades cuando
se ejercitan en mal sentido. Un mal pensamiento debe siempre desecharse, como una mala
pasión, porque puede arraigar, si se trata de un sujeto de voluntad débil, y alterar la armonía
orgánica. Debemos cultivar constantemente pensamientos positivos o constructivos que, de
este modo se tornarán en fuerzas elementales de visibles y beneficiosos efectos sobre nuestro
cuerpo. A este fin están destinados los ejercicios mentales que más adelante exponemos.
La memoria, cuando se emplea para recordar los males de la vida, contribuye a la cólera,
al mal genio, la melancolía, etc., que a su vez producen venenos en la sangre. Por eso las
personas que cultivan estas cualidades no disfrutan de buena salud. En cambio, cuando se
ejercita para recordar situaciones felices de la vida —que también todos las hemos tenido— es
un factor de salud y curación.
La imaginación, cuyos más destacados efectos se estudian modernamente con el
nombre de "sugestión", tiene una influencia enorme sobre el organismo. En realidad, lo primero
que hace falta para curarse es imaginarse que se va uno a curar; es decir, enfocar el
pensamiento en sentido positivo. Y para imaginarse la curación es necesario tener fe en el
método que se emplea; y esto requiere conocerlo en cierto grado. También es cierto que la
imaginación, y en general todo estado psíquico de una persona, influye en bien o en mal sobre
el desarrollo y cualidades del hijo que engendra o concibe. Así, por ejemplo, la contemplación
sostenida de la Naturaleza o de obras de arte de plácida sensación por la madre durante el
embarazo, contribuye a plasmar en el hijo una mente serena y un tranquilo sentir. Del mismo
modo, la imaginación dirigida en mal sentido puede influir en la degeneración y enfermedad de
los hijos.
612
Existe, por último, dentro del grupo de males de origen psíquico, ciertas enfermedades
dependientes de situaciones inadecuadas con respecto al grado de evolución espiritual del
sujeto, y cuya curación exige un cambio grande en todos los aspectos de la vida individual, que
solamente puede llevarse a cabo por la propia conciencia de su Destino o por el influjo
rectificador del médico sabio y virtuoso o de la persona que cumpla la misión de preceptor o
consejero espiritual del paciente. En estos casos habráse realizado una psicoterapia magna.

Medios psicoterápicos naturales

En el ánimo de una persona puede influirse por medios físicos, por acciones mentales propias
o ajenas, y por las potencias del espíritu.
Medios físicos de acción psicoterápica. Comprenden todas aquellas manifestaciones de
la energía física y mecánica, que modifican en sentido favorable la psique del enfermo, y cuya
influencia se debe principalmente a la significación que estos agentes tengan en la mente del
paciente.
En este grupo citaremos como más importantes, los olores, colores, sonidos y ruidos.
Los olores, como ya apuntó Letamendi, tienen una influencia considerable psicofísica en
la asociación de ideas. Dice el sabio maestro: "...el sentido del olfato ejerce en nuestra especie
un influjo muy ignorado, sobre la ideación, dándose con frecuencia casos de profunda
alteración psicomoral por la asociación de ideas que una impresión olorosa es capaz de
producir en determinados casos, independientemente de la naturaleza de aquel olor, y sólo por
la relación personal que en nuestro ánimo despierta". 1 "He aquí, pues, un nuevo aspecto de la
patología y de la higiene cosmética; he aquí explicado el origen social de los afeites
aromáticos, y, por tanto, una clave segura para la crítica y rectificación del uso de esos
excitantes, cuya influencia psicofísica en el orden erótico y hasta en el neuropático, no vacilará
en calificar de funesta todo médico observador que tenga verdadera práctica del mundo. En el
orden natural humano, lo más higiénico en puridad es oler a cutis fresco, envuelto en ropa
limpia; y en el orden sexual, lo más legítimo y seguro, y lo más sano, es conservar la
espontánea apetencia suscitada por el propio vigor genético; que mal anda quien necesita, o
sin necesitar acepta, estímulos artificiales para activar una suerte de función, cuyo ejercicio, si
no nace de un sobrante de vida, constituye un principio de muerte."
Los colores, son un factor de primer orden en psicoterapia. Aparte de la personal
significación que, como los olores, puedan tener, existe en ellos una particular acción sobre la
mente y el sistema nervioso. Así, los colores que más abundan en la Naturaleza, azul celeste,
verde, violeta..., son sedantes de los nervios y sugieren pensamientos fuertes y

1
En los pueblos cultos de la antigüedad, la aplicación del olfato a las relaciones interpsíquicas era
verdaderamente notable; y en la misma Biblia obra testimonio de ello.

613
elevados, por lo cual deben ser los que predominen en nuestras viviendas. En cambio los
colores cálidos, rojo, anaranjado..., son excitantes del sistema nervioso y no sugieren
pensamientos tan plácidos ni espirituales.
Los sabores tienen una menor influencia psíquica, que depende en su mayor parte de la
asociación de ideas.
Los sonidos y su combinación por el arte musical, constituyen quizá el medio físico más
poderoso en psicoterapia; y esto es porque, realmente, lo que menos influye de ellos es su
condición vibratoria, y lo que más, la significación intrínseca de su combinación en el tiempo, y
la espiritual que ha puesto el artista al combinarlos, amén de cierta significación personal por
asociación de ideas.2 De modo que la música es un medio psicoterápico de carácter espiritual,
por cuanto es un arte; de orden mental por cuanto es una relación y combinación de sonidos en
el tiempo (es el arte de pensar con los sonidos, que diría Combarieud) y de cualidad física por
cuanto se compone de vibraciones sonoras. Y por cada una de estas modalidades es activo o
no, según las condiciones orgánicas, de educación y de cultura del que escucha.
Debemos repetir con el doctor Candela Ardid 3 que: "Si no hubiese otras razones
suficientes a justificar la influencia que, sobre el mecanismo fisiológico de las acciones
puramente nerviosas, ejercen las impresiones musicales, la sola consideración de que la
música, como la vida entera, se basa en el Ritmo, bastaría para comprobarla. El ritmo, es, en
efecto, la ley universal de la vida”: Es el orden en el movimiento, sin el cual ni habría armonía ni
salud.
El influjo de la música sobre el organismo y la mente del individuo se basa en que "toda
alma presiente una melodía apropiada a su ritmo fisiológico" (Virey), y esto se debe a que,
como en otro lugar hemos dicho, la música no es sino la expresión en el campo de las
vibraciones sonoras, de todas esas armónicas combinaciones en que se manifiestan todas las
restantes vibraciones del universo, constituyendo la música de las esferas pitagórica.
La influencia de la música sobre la salud y la enfermedad, ha sido poco estudiada, pero
lo poco que se ha experimentado es altamente curioso y merece la atención de todos. El influjo
musical que actúa sobre el espíritu y la mente, trascendiendo, por intermedio del sistema
nervioso al organismo, es una fuerza que puede estimular el poder de las defensas orgánicas.
La músicoterapia puede poner en función fuerzas latentes, porque hace vibrar los más
poderosos elementos constructivos de nuestro ser: nuestras facultades anímicas y nuestros
pensamientos. (Véase el capítulo "Influencia de la música sobre el organismo fisiológico" del
libro antes citado de Candela Ardid, en el que cita curiosas experiencias del influjo musical
sobre el corazón, pulmones, etcétera ... )
Se citan casos de desaparición de fiebres por el influjo de la mú-

2
Véase Guía lírica del auditor de conciertos, por E. Alfonso.
3
Véase su librito: La música como medio curativo de las enfermedades nerviosas (Editorial Gráfica
Española).

614
sica; siendo aun más evidente su influencia sobre las enfermedades nerviosas, neurosis y
locuras.4 Mas para la aplicación de la música como medio curativo, se requiere un estudio
detallado de las condiciones psicofísicas del paciente, un conocimiento bastante extenso de las
obras y teorías musicales, cultura suficiente de este excelso arte y práctica de las condiciones
de aplicación. Como ejemplo, calcúlese el deplorable resultado que obtendríamos haciendo
escuchar a un loco emotivo e irritable, el preludio del primer acto de la Walkyria; o a un
melancólico, la canción de Los remeros del Volga.
Los ruidos, por suponer en general desarmonía, suelen ser excitantes y deprimentes;
algunos, por excepción, sedantes. El ruido de una motocicleta o de una sirena, es excitante y a
la postre, deprimente. El ruido del tic-tac de un reloj, es sedante, porque, a la poca intensidad,
une la poca o ninguna asonancia o disonancia de sus armónicos y el perfecto y persistente
ritmo.
Medios mentales de acción psicoterápica. Pueden ser, fuerzas del propio enfermo o
fuerzas de los que le rodean o asisten.
Medios mentales propios. Son todas las facultades o manifestaciones de la mente del
propio enfermo (pensamiento, imaginación, etc.), en cuanto que obran armonizando el
organismo. Su poder es grande, y pueden surgir espontáneamente o por influjo de medios
psicoterápicos venidos del exterior (lectura, música, sugestión, etcétera).
El pensamiento es una fuerza de poder incalculable. "Para que un individuo —dice E. G.
Alsina— esté "realmente enfermo", es necesario que primero lo haya "pensado" para que luego
"crea" que lo está, o bien que haya entretenido sus pensamientos por más o menos tiempo, en
pensar desfavorablemente". Quiere decir todo esto que, dentro de un concepto terapéutico
naturista (por consiguiente, causal) es importantísimo encauzar en buen sentido los
pensamientos del enfermo, por cuanto es el medio más poderoso de estimular las defensas
orgánicas. Y para pensar de una manera recta y positiva en materia de enfermedad, es
necesario formar el verdadero concepto de ésta. Enfermos hay que perciben con verdadera
satisfacción las crisis curativas.
El pensamiento influye sobre todas las células del cuerpo por intermedio del cerebro y
del sistema nervioso. Ejemplos indiscutibles de ello son, el cortarse la digestión por un
disgusto; el acelerarse los latidos del corazón y el moverse el vientre por miedo; el corregirse el
estreñimiento por un estado de felicidad...; y mil otros que pueden observarse en la vida
práctica.
Para conservar la salud, retener fuerza y prolongar la vida, debe uno gobernar todas sus
acciones y pensamientos. Hay que acostumbrarse a pensar en todo aquello que pueda educir
en nosotros fuerzas constructivas. Los pensamientos buenos y optimistas son el mejor acicate
de la energía individual y evidentemente tónicos. Los pensamientos malos y tristes, deprimen y
crean venenos en el sistema.

4
Véase Chomet, Efectos e influencias de la música sobre la salud y la enfermedad.

615
El poder de pensar adecuadamente, está dentro de cada uno de nosotros; solamente es
necesario tomar el hábito de ejercitarlo. No se puede hacer más de lo que se piensa; pero el
pensamiento cuando es sostenido y constante, constituye una fuerza creadora. Tarde o
temprano se consigue en la vida aquello que se ha pensado con verdadero deseo o amor.
Estando constantemente en mudanza la materia que forma nuestro organismo, es claro
que si la reposición se hace bajo la influencia de pensamientos buenos y positivos, la
construcción será sana y vigorosa. El pensar constantemente en la salud, la juventud y la
hermosura, mantendrá nuestro cuerpo en un perpetuo rejuvenecimiento que irá
contrarrestando, en la relativa medida de lo posible, el avance real de la vejez.
Procuremos buscar las condiciones de vida que pueden mantenernos en perpetua
alegría. Esto ha de ser fruto del espíritu filosófico. Y el llegar a semejante estado de conciencia
ha de ser el resultado de muchas meditaciones o de una clara intuición de los verdaderos
objetos y fines de la vida. El fundamento de una actitud mental positiva, hay que buscarlo en la
siguiente verdad: La vida sana y feliz se basa en la sencillez.
Para utilizar el pensamiento como fuerza de salud y de curación, es necesario saber
concentrarlo en la idea del resultado que nos proponemos. A este fin van destinados los
siguientes ejercicios mentales, utilísimos, en cada caso, para los enfermos.

Ejercicios mentales

Ejercicio nº 1. Se sienta uno en una silla o en la cama, con el cuerpo bien derecho, respirando
tranquilo y naturalmente, y cuidando de que haya buen aire en la habitación. Se cierran los ojos
y se concentra la mente en el siguiente pensamiento:
El poder de curarme y de mantener mi salud, está dentro de mí.
Repítase esto mentalmente, procurando compenetrarse con el significado de la frase, y
cuidando que ningún otro pensamiento venga a ocupar la mente. Se persiste en este ejercicio
durante siete minutos. Al principio resulta algo dificultoso, pero a los pocos días, se habrá
conseguido concentrar la mente en un sólo pensamiento, sin que otros vengan a estorbarla.
Es buen hábito ocupar la mente el resto del día con pensamientos de importancia, no
con cosas triviales o vulgares.
Ejercicio nº 2. Se coloca uno en las mismas condiciones que en el ejercicio anterior, se
cierran los ojos, y se forma uno un retrato mental de sí mismo, en el que se vea sano, fuerte y
bello. Analícese cada parte y órgano de ese retrato mental, procurando que estén claramente
representados, como es su ideal: La cara sonriente y sin arrugas, el pecho fuerte y erguido, los
músculos bien desarrollados, etc., su enfermedad completamente curada, etc. Nunca se debe
formar el retrato mental, tal como uno se encuentra, sino siempre mejor para que otras ideas no
vengan a estorbar a la mente. Al principio resulta también difícil, pero
616
pronto se domina con perseverancia y fe. Debe uno acostumbrarse a adornar el retrato mental,
con la idea de que se puede conseguir ese ideal, con las prácticas del pensamiento
constructivo o bueno, ayudadas de una recta higiene. Persístase en este ejercicio siete
minutos.
Ejercicio nº 3. Colóquese uno en las mismas condiciones que en los dos anteriores,
cerrando los ojos y formándose un retrato mental, tal como uno es. Después de haber retenido
esa imagen alrededor de un minuto, se forma otro retrato mental que le represente a uno más
joven (de 5 a 10 años menos que el anterior); después de retenerle otro mi nuto, se forma uno
otro retrato mental de mayor juventud y salud; y así sucesivamente se va uno formando retratos
mentales, en número de 4 ó 7, que le representen a uno cada vez más joven, fuerte y sano,
reteniéndolos en la mente un minuto cada uno, hasta que se llegue a imaginar o pensar, un
retrato propio, en plena juventud y vigor, y con la salud completamente recuperada. En este
último retrato se debe concentrar fuertemente el pensamiento, durante tres minutos, hasta que
llega a interesarle a uno.
Procure uno convencerse de que el cambio de las células del organismo (que es más
activo en las enfermedades agudas) que constantemente se verifica, se está haciendo bajo la
influencia de pensamientos constructivos, y que por tanto el rejuvenecimiento del cuerpo es un
hecho. El que practique estos ejercicios debe mirarse todos los días para apreciar los cambios
y mejorías obtenidas. Las personas que le rodean, tampoco tardarán mucho en observarlos.
El hábito de estos ejercicios hará arraigar fuertemente en el cerebro las ideas de salud y
vigor, y las fuerzas vitales responderán manifestando el ideal. Los pensamientos persistentes y
los ideales se incorporan fácilmente al plan mental del cuerpo, y se convierten en factores de
su reedificación.
Los pensamientos producen un cambio químico en la sangre y células, favorable o
desfavorable, según sean buenos o malos.
Procuremos gustar de cosas alegres, de la música, los niños, los gratos espectáculos de
la Naturaleza y la vida campestre. Todo esto irá acrecentando el buen bagaje mental de nuestra
psiquis. "Fijarse en los niños y asociarse a sus juegos, hará sentirse de carácter joven", dice A.
Víctor Segno. En una palabra: Hay que sanear el alma para sanear el cuerpo. Y para
conseguirlo, no hay mejor fórmula que la del trabajo metódico diario, que fortalece el organismo
y la mente. Nuestra diaria ocupación profesional, complementada por el descanso y las
distracciones compensadoras, constituye una sistematización de nuestras actividades vitales y
una serie de estímulos utilísimos para el libramiento normal de nuestras fuerzas y aun para la
prolongación de la vida.
Ejercicio nº 4. (Para la curación del estreñimiento.) De pie o sentado y con los ojos
cerrados, y a cualquier hora del día, se golpea suavemente durante cinco o seis veces, todo el
trayecto del intestino sobre la piel del vientre (fig. 43) y al mismo tiempo se piensa que a una
determinada hora del día (que debe ser siempre la misma) se contraerá el intestino y evacuará
su contenido. La verdadera actitud mental durante este ejercicio, debe ser de mandato al
intestino, para que se
617
mueva todos los días a la misma hora. Al llegar el momento en que se ha decidido hacer de
vientre diariamente, se debe repetir el ejercicio, y después ir al retrete aunque no se tengan
deseos de evacuar, pero sin hacer grandes esfuerzos físicos. De este modo se contribuye
eficazmente a la educación y normalidad de tan importante función como es la defecación.
Ejercicio nº 5. (Para embarazadas). He aquí como lo recomienda la ilustre mentalista
señora Hooper de Mandiola:
Tan pronto como la persona note que está en un estado de ánimo depresivo o bajo el
dominio de una emoción destructiva (cólera, temor, envidia, celos, odio, antipatía hacia
personas o cosas), o dominada por la gula o apetitos antojadizos, tome una lenta respiración
profunda por ambas fosas nasales, y mientras aspira, diga mentalmente: apropio toda la fuerza
de esta emoción.
En seguida, retenga la respiración por algunos segundos y mientras la retiene, afirme
con energía: esta fuerza ahora es mía y la transmito en voluntad para mi hijo.
Por último, exhale lentamente (con suave restricción, es decir, procurando que el aliento
no salga de golpe y en un solo soplo), y mientras exhala, formule el siguiente pensamiento:
irradio paz (o amor si la emoción fuera de miedo; o templanza si notara que se encuentra
dominada por la gula, etc.), para el universo entero. Por lo tanto siempre se afirmará que se
está irradiando la cualidad contraria a la emoción o pasión que se desea vencer."
Este ejercicio libra al hijo de las consecuencias del desviado pensamiento o de las bajas
pasiones de la madre y le envía vitales y nobles influencias mentales.
Ejercicio nº 6. (Substitución mental, según el doctor P. Carton). "Es frecuente decir a
todos los que tienen una obsesión: No penséis más en vuestro mal!, y ellos suelen responder:
Eso se dice mejor que se hace.
El consejo es, sí, excelente, pero la manera que se indica de eje cutarlo es, desde luego,
imperfecta.
En efecto, toda idea que se rechaza o destruye, deja tras de sí un vacío, y es
reemplazada inmediatamente por otra análoga, si no se procura substituirla o transmutarla por
otra idea mejor.
Veamos ahora en qué consiste la substitución mental. Cuando una idea desagradable o
nefasta (de inmoralidad, envidia, de aprensión, despecho, de enfermedad, etc.), quiere
imponerse en nuestra conciencia, no hay más que sorprenderla y arrojarla lejos de uno mismo,
tratando de destruirla mediante gestos materiales de extracción, de expulsión, de
aplastamiento, que hagan que se disgregue de cualquier suerte. Enseguida es preciso
apoderarse de otra idea sana y útil, entre las que se ofrecen a los ojos de la imaginación
(estudios, mejoras materiales, progresos espirituales, creaciones, observación de la
Naturaleza, donación de sí mismo, renunciación y abandono al Creador). Se la sitúa en plena
conciencia y se la vitaliza por medio de lentas y profundas inspiraciones, examinándola
mientras tanto bajo todos los aspectos posibles y todas sus
618
bienhechoras consecuencias. Entonces esta idea ocupará el lugar de la otra que fue
expulsada, impidiendo su vuelta. Como son posibles las recidivas, es preciso estar prevenido
para recomenzar la operación mental con perseverancia y confianza. Con un poco de
entrenamiento se notará que puede manejarse las ideas como si fueran objetos materiales."
Procedimiento hindú. (Expuesto en un artículo por el doctor Remartínez ).
"Cuando un pensamiento desagradable o contraproducente nos asalte es preciso, ante
todo, no perder la calma y obrar tranquilamente y sin precipitaciones. Se inspira lenta y
profundamente por la nariz pensando al propio tiempo: toda la fuerza, toda la energía de este
pensamiento la hago mía. Acto seguido, se retiene el aire inspirado unos instantes pensando
fuertemente: esta fuerza la transmito en Voluntad. Por último, se exhala el aire, suavemente y
sin explosiones, por la boca y mientras tanto se piensa: a mi alrededor irradio amor, si el mal
pensamiento fue de odio; calma y placidez, si fue de inquietud; salud, si fue de enfermedad,
etc. Siempre la substitución tiene tres tiempos: inspiración lenta y profunda con pensamiento
de aprobación de la energía mental; segundo, retención del aire y pensamiento de
trasmutación en fuerza volitiva, o voluntad; y tercero, expiración lenta por la boca y
pensamiento de transmutación o substitución de la idea primaria, en su virtud o condición
opuesta. Los resultados de esta, al parecer, pueril práctica, son sencillamente asombrosos.
Este ejercicio debe hacerse naturalmente con todo el cuidado y detenimiento y abstrayéndose
completamente, en tanto dura, de cuanto nos rodee, y con gran firmeza y fe."
Así como después del ejercicio corporal, se deben hacer ejercicios de laxación o
descanso físico absoluto; así también después de los ejercicios y otros esfuerzos mentales
(estudio, etc.), se debe practicar algún momento la laxación mental o recogimiento en sí
mismo, sin la menor actividad de la atención.
Ejercicio de laxación mental. "Sentaos cómodamente recostados en un sitio blando y con
el cuerpo relajado, y apartad el pensamiento de las cosas del mundo. Pensad en vuestro propio
Yo, y en que podéis seguir viviendo sin la existencia de vuestro cuerpo. Retirad toda atención
del organismo y pensad en los miles de mundos que nos rodean, en el tiempo y en el espacio.
Imaginaos la vida en todas sus formas y en todos los mundos. Elevad vuestro pensamiento y
considerad que en vosotros mismos late esa fuerza inmortal que es causa de la vida de todo:
El Espíritu, que es eterno, indestructible. Daos cuenta de que la vida que anima todo, palpita
dentro de vosotros. Y luego no penséis en nada, sino procurad sentiros a vosotros mismos.
"Después de esto, volved a vuestra vida física y a vuestra actividad mental ordinaria, y
hallaréis vuestro cuerpo tonificado y vuestra mente serena, fuerte y dispuesta para el trabajo"
(Y. R.).
Estos ejercicios pueden ser llevados a la práctica por casi todas las personas. Existen
otros ejercicios mentales que solamente pueden practicarse en condiciones de vida muy pura y
por individuos de sistema nervioso fuerte y equilibrado. El mundo de la mente es complejo y
deli-
619
cado como el mundo físico, y su manejo completo requiere un estudio de sus leyes que no
cabe dentro de los límites de este libro. Pero los ejemplos anteriormente citados indican el
camino que, en cuestión de actitudes mentales, debemos seguir, para conservar nuestra
normalidad y corregir nuestros males.
La voluntad, el "querer curarse", es el factor primordial para conducir al organismo por el
camino de la salud. Por muchos y buenos consejos que llevase este libro, de nada servirían si
no se tuviese voluntad para practicarlos. Sin esta facultad, sería imposible concentrar los
pensamientos, como ya hemos dicho, desechar ideas deprimentes o dominar las malas
pasiones... La voluntad firme debe dominar a todo lo demás, y en unión con la inteligencia, ser
la directora de la curación: Tengan en cuenta los enfermos que, son ellos mismos los que se
curan al luchar y vencer a la causa morbosa. El despertar y la lucha de las defensas orgánicas,
es el resultado de la "voluntad inconsciente" o voluntad de vida que gobierna todo ser. Cuando
el enfermo, por el estudio o la reflexión, llega a obrar con voluntad consciente, manejándola en
cualquier momento y en cualquier sentido, se halla en posesión del arma más poderosa de
acción psicoterápica.
Es necesario, por consecuencia, el cultivo de la voluntad dirigida al bien, sin la cual se
está incapacitado para conseguir cualquier finalidad. A este cultivo de la voluntad contribuye
grandemente el ejercicio físico, como ya hemos visto, los pensamientos buenos, la alegría y la
higiene corporal.
El pensamiento y la imaginación influyen decisivamente en los designios de la voluntad.
Cuando uno se imagina que la curación es fácil, la voluntad está casi siempre presta "a hacer"
lo que sea necesario. Por otro lado, esta última facultad debe educarse por medio de un
estudio de sí mismo y convenciéndose de la capacidad de conseguir todo lo que uno quiera. En
la curación de las enfermedades, la voluntad no solamente debe obrar realizando exactamente
todos los detalles del tratamiento físico, sino que debe manifestarse en una fuerza interior de
"querer curarse", que da vigor a las células del organismo. 5
La imaginación y la memoria han sido ya citados como factores de acción psicoterápica.
En cuanto a la razón, baste apuntar las siguientes consideraciones: Ninguna cosa razonable es
mala. Todas las razones dadas en las presentes lecciones en defensa del método de
terapéutica naturista, al dar al enfermo una base y una norma optimista, de una manera lógica
y ordenada, constituyen la más importante contribución al convencimiento de su curación, y,
por tanto, con ellas se hace psicoterapia.
Medios mentales ajenos. Son todas las facultades o manifestaciones de la mente de los
seres que rodean al enfermo (voluntad, pensamiento, etc.), en cuanto actúan armonizando el
organismo de aquél. Obran influyendo sobre la mente del enfermo y, por medio de ésta, en su
organismo.
5
Véanse La Educación de la Voluntad de Payot; Nuestras fuerzas mentales de Prentice Mulford, y
las obras del doctor Marden, muy prácticas e interesantes.

620
El razonamiento del médico, su reconocida virtud, su fama legítimamente adquirida,
actúan sobre la mente del enfermo (sugestión), convenciéndole de la posibilidad de curarse
bajo su dirección; tal es la sugestión vigil, que procede de la voluntad del médico.
Existe, en cambio, la sugestión hipnótica, por medio del sueño o hipnotismo, que no
podemos recomendar en principio, por las consecuencias peligrosas que puede tener en la
psiquis del paciente, y que solamente practicado excepcionalmente por un médico virtuoso y
muy conocedor del asunto, puede dar buenos resultados en ciertas enferme dades,
especialmente las de origen histérico.
La influencia mental directa o transmisión de pensamientos al enfermo, se hace sin que
éste se entere y aun a distancia (telepatía). Ello no requiere ninguna palabra, signo ni
movimiento visible, sino la persistencia en el cultivo de un determinado pensamiento.
Sociedades existen en las que enfermos y sanos unen sus pensamientos todos los días a la
misma hora, para beneficiar su salud con este ejercicio de unión mental.
La Música —como hemos visto—, la Pintura, etc., pueden ser medios ajenos de acción
psicoterápicas, por cuanto transmiten sentimientos e ideas del artista, al que escucha o mira.
Medios espirituales de acción psivoterápica. Pueden ser también propios del enfermo y
ajenos.
Medios espirituales propios. El más importante y el único que interesa al enfermo es la
Fe. Por ser el de categoría más elevada en el orden espiritual, es también la fuerza máxima
con que puede contar un enfermo para curarse. "La Fe mueve las montañas", se dice, y es
cierto. Con la fe se consigue lo que parecía un imposible. Es necesario, para evitar las más
tristísimas situaciones, que todo enfermo tenga fe en algún método de curación, en algún
médico y en las leyes que rigen la Naturaleza. Para ello hay que conocerlos. Se impone, en
suma, que toda persona posea un criterio filosófico de la vida sinceramente sentido. La fe viene
del conocimiento, porque, como decía Anatole France, "comprender es amar" y el amor es
señal de fe.
El estudio de estas lecciones puede conducir al estudiante a tener fe en la Naturaleza y
en nuestro criterio terapéutico, resultado máximo a que pudimos aspirar al desarrollarlas. No
habiendo fe, hay que confiarse plenamente a la fe del médico en su sistema. Por eso,
agregamos en nuestras hojas de tratamiento: "Huid sistemáticamente de los cambios de
médicos, que son causa de que muchos enfermos no se curen nunca. Procurad depositar
vuestra confianza en un médico y que él os guíe toda la vida."
Los enfermos que por falta de conocimiento aun no tienen fe en un método de curación,
deben albergar por lo menos la esperanza de curarse, y deben llegar a ella, bien por un
movimiento intuitivo, bien por un razonamiento bien entendido. Esperanza de curación deben
tener todos los enfermos, si piensan que la naturaleza individual tiende siempre a la corrección
de las funciones perturbadas por las causas morbosas, como bien al detalle hemos expuesto
en su lugar correspondiente.
Medios espirituales ajenos. Los más importantes de éstos, existen
621
principalmente en el médico y en las personas que rodean al enfermo; y son el amor y la fe
que, en síntesis, es la convicción y percepción directa de la Verdad. "...pues aquel que cree en
la verdad, sana por medio del poder de la misma" (Paracelso, Paramir, 1; prólogo 3).
Dijo el eminente médico español D. Antonio Espina que, la mayor parte de los médicos
de hoy "mueren escépticos y a veces arrepentidos". "En la generalidad de los casos la llamada
fe es ilusoria, y consiste tan sólo en una creencia aceptada o pretendida en la exactitud de
ciertas opiniones o teorías. La verdadera fe del hombre elevado, es un poder vivo, espiritual y
divino, que resulta de la certidumbre de la percepción espiritual de la ley eterna de causa y
efecto. Así como estamos plenamente convencidos de que el día sigue a la noche, y la noche
al día, así también el médico, conociendo las causas espirituales, morales y físicas de las
enfermedades, y apreciando la corriente de su evolución y progreso, conoce los efectos
producidas por tales causas y dirige los medios para su curación. Ninguno puede destruir los
efectos producidos por la ley de divina justicia. Si uno impide la manifestación de la ley divi na
—(o natural)— de un modo, se manifestará de otro modo; pero aquel que vive en la verdad y
en la cual se manifiesta la verdad divina, es elevado por encima de la Naturaleza, pues entra
en aquello de lo cual ha procedido la Naturaleza. Este poder que eleva y salva todo, es la
verdadera fe, en el hombre, la cual puede curar todas las enfermedades" (Hartmann).
El amor es el medio psicoterápico magno. Es la fuerza creadora por excelencia. Todo el
Universo es la manifestación de un Amor infinito. La Vida es el fruto de ese amor. El
sentimiento del amor a todo lo creado, es la situación espiritual que da las máximas garantías
de un vivir sano y vigoroso, porque es la razón de ser y la esencia de la vida misma.
El enfermo que ame a los que le rodean y sea amado por ellos, cuenta con el más
poderoso ambiente de fuerzas espirituales para curarse. En el fondo de este sentimiento
estriba la finalidad trascendente de su vida y la más legítima arma para cumplir su evolución
personal y la de aquellos que le rodean.
El médico, solamente curando por amor, por el deseo y la alegría de hacer bien a un
semejante, no por el interés material, podrá conseguir el beneficio máximo para el enfermo.
Escuchemos el precepto de no aspirar al fruto de nuestras obras. Recordemos el consejo de
Cristo, base de toda convivencia normal: "Sólo esto os digo: que os améis los unos a los otros".
"Uno no debería divorciar su vida física de su creencia en la conducción por el espíritu,
porque éste lo compenetra todo y se manifiesta en lo físico (o más bien a través de él), así
como en los más elevados estados mentales. Uno puede comer con el espíritu y beber con él,
lo mismo que pensar con él. Él no dirá "esto es espiritual y esto no lo es", porque en el sentido
más elevado todo es espiritual" (Yogi Ramacharaka).
622

Das könnte Ihnen auch gefallen