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Testigos de la fe
en
América Latina
Desde el descubrimiento
hasta nuestros días
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R. Poblete, Obispo Manuel Larraín ................................................................... 121
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Prólogo
No hubo de resultarle fácil a occidente -en contacto por primera vez con el
mensaje de Jesús- desprenderse de sus deidades excesivamente humanas y
aceptar la fe en un único Dios en tres personas. No obstante, la lógica habla en
favor de «un único Dios». Y este único «Dios en tres personas» podría muy
bien ser algo así como un vado, un tránsito, un puente para gentes provenientes
de la idolatría. Y, en cada caso, la lógica también podría mostrarse aquí
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operante: ese Dios no era un dios inmóvil, un dios de la monotonía y de la
soledad, sino un Ser Supremo en el que espíritu, vida, cambio y multiplicidad
andan imbricados. Un Dios de amor, que viene a los hombres, los libera de sus
miedos innúmeros y, ante todo, los redime de sus pecados. Este encuentro de
la vieja Europa con el joven cristianismo comporta dos consecuencias: en
primer lugar, la iglesia de Cristo pierde durante un cierto tiempo a la nación
judía, ciertamente, pero, en cambio, no surge una secta judeocristiana; de otro
lado, y desde la tradición espiritual del judaísmo, aporta a la cultura grecorro-
mana la dimensión creativa de lo cristiano, enalteciendo de ese modo la
magnitud histórica de occidente.
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zonas de la tierra perciben que la iglesia latinoamericana, por ejemplo en su
compromiso para con los pobres, ataca de frente los más candentes problemas
sociales del presente, aun cuando las soluciones apropiadas aún estén por
venir.
Como editor de este libro, quisiera dar las gracias a los autores, a los
traductores y a la editorial, así como a todos aquellos que, mediante su entrega
personal en favor de los hombres de América Latina, dan forma concreta a la
unión de los cristianos, a los cuales dedico este libro. También
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agradezco cordialmente a cuantos en América Latina, en vez de limitarse a
deplorar la situación o de entregarse al fatalismo, se sobreponen y aceptan en
espíritu de fraternidad y amistad los medios económicos que les ofrecen tantos
grupos particulares e instituciones como Adveniat, Caritas, Misereor y Ayuda,
los cuales quieren contribuir así a que América Latina recorra esforzada y
comprometida el difícil camino que corresponde a su misión dentro de la iglesia
y a su responsabilidad universal.
Emil L. Stehle
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Laura Montoya (1874-1949)
La «epopeya misionera de la mujer en la selva»
Florencio Galindo
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Cuando logró contagiar de su entusiasmo a otras 6, el grupo emprendió la
primera expedición a la selva «para conquistar a los indios». Fecha de aquella
original aventura fue el 4 de mayo de 1914. Nacía en aquel momento la
primera congregación latinoamericana de mujeres que pretendía dedicarse
exclusivamente a la «evangelización integral de los indios». Su nombre,
«Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena». La gente las
llama cariñosamente «Lauritas». Es una congregación que cuenta hoy con
cerca de 1.200 hermanas, repartidas en cerca de 200 centros de misión por casi
todo el continente latinoamericano. Desde 1964 trabajan además en el Zaire,
África, y en el mismo año fueron llamadas también a colaborar en un centro
de Propaganda Fide en Roma.
¿Quién fue esta mujer, a quien la iglesia latinoamericana le debe no sólo una
nueva familia religiosa, sino, lo que es más importante, un ejemplo de
intrepidez que abrió brechas para el evangelio en la selva? Se llamó Laura
Montoya. Hoy se la conoce como «Madre Laura». Nació el 26 de mayo de
1874, un año después de santa Teresita de Lisieux, patrona universal de las
misiones. Su lugar de nacimiento fue Jericó, en Colombia, no lejos de la
ciudad más industrial del país, Medellín, donde en 1968 el episcopado
latinoamericano se reunió para su segunda Asamblea General, que por muchas
razones fue un paso decisivo hacia el actual proceso de renovación en que se
encuentra gran parte de la iglesia en dicho continente. La madre Laura murió
en Medellín el 21 de octubre de 1949, y 15 años más tarde se abrió, también
aquí, su proceso de beatificación, ya bastante avanzado en Roma.
Cuando su padre murió, Laura apenas había cumplido los 2 años de edad.
Siendo su familia de modestas condiciones económicas, no es de extrañar que
ya desde niña conociera las privaciones, angustias e incomprensiones que
suelen acompañar a la pobreza. «El primer bocado que me dio la vida fue
bastante amargo», anotará más tarde ella misma en su autobiografía, una obra
de casi mil páginas y alto valor literario, que escribió al final de su vida por
obediencia a su confesor. «Viejo y sabio recurso de estos directores
espirituales: cuando no pueden con almas tan pesadas, las obligan a escribir»
(Jaime Sanín Echeverri).
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Dice mucho de la cepa cristiana de su familia el hecho de que Laura
debió ser bautizada el mismo día de su nacimiento, porque su madre, María
Dolores, se negó siempre a tomar en los brazos a sus tres hijos mientras no
estuvieran bautizados. Más tarde, esta misma mujer se uniría con entusiasmo
a la «cruzada» organizada por su hija para conquistar a los indios y
conducirlos a la fe cristiana.
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quería abandonar el hotel para ver aquello tan raro. Todos decían: ¡Si son
animales! ¿Cómo los sientan a la mesa?» «Tuve que decir a la señora del
hotel, quien rehusaba permitir que los indios comieran en sus trastos, que yo
se los pagaba». (Autobiografía, p. 332). Vieja herencia de los peores tiempos
de la conquista.
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continente, ya que siempre han vivido marginados y sometidos a situaciones
infrahumanas. Con un juicio optimista, agrega el mismo documento que «en
algunos casos no han sido evangelizados, o lo han sido en forma insuficiente».
Monseñor Samuel Ruiz, obispo de una región de las que cuentan con más
población indígena en México, afirma que la evangelización de los indígenas
«se puede calificar de fracaso en el método de evangelización de América
Latina», y hace notar que aun los documentos de Medellín guardan silencio
sobre los indios, si se exceptúan dos menciones que se hacen de paso (Pro
Mundi Vita, Iglesia y población indígena en América Latina, 1975, p. 24).
Laura sentía angustia ante esta situación. «Los infieles me duelen como
verdaderos hijos». Sufría como si fuera la madre de 400.000 hijos que andan
descarriados (Autobiografía, p. 221). Y en su angustia llamó alas puertas de
todo personaje importante en el país en demanda de ayuda. En 1910, se dirigió
por carta al propio presidente de la República, y en 1912 tomó la decisión de
viajar a Roma para implorar la ayuda del papa. Sólo desistió de su propósito
cuando el 5 de junio del mismo año apareció la encíclica Lacrimabili statu, en
la cual el papa san Pío X rogaba encarecidamente a los obispos de América
hacer todo lo posible para mejorar las deplorables condiciones en que viven
los indígenas. Laura comprendió que no se hallaba sola. El papa conocía el
problema y compartía su angustia. Desde aquel momento quedó despejada
toda duda respecto de su vocación: «El llamado de Dios a mi alma era para los
indios» (Autobiografía, p. 550). Se trataba ahora de hallar el camino más
conveniente.
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selva y reunidos en algún hogar o escuela. Pero ninguna se encarga de sacar a
los salvajes del monte, ni menos de irse a vivir a su lado o asimilarse a ellos».
Todas responden: «Nuestras constituciones no nos permiten esa clase de
trabajo» (La aventura misional, p. 25).
«
Expliqué a Su Excelencia -escribe Laura- que nos proponíamos una regla
de perfección muy estricta, porque queríamos ir al cielo con los indios. Que
para no resultar casadas con los indios, haríamos voto de castidad, y para no
caer en la tentación de negociar con ellos, haríamos voto de pobreza, y para no
desbandarnos y trabajar ordenadamente, haríamos voto de obediencia. Que
llevaríamos un hábito para inspirar respeto a los propios indios, y que por lo
demás asimilaríamos toda nuestra vida a la de los indígenas hasta donde la
decencia lo permitiera, con el solo fin de acercarlos a Dios, porque estábamos
convencidas de que superarlos en nuestra manera de vivir era alejarlos»
(Autobiografía, p. 321).
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incluso para varones, Pero el que un puñado de mujeres jóvenes se fuera a
convivir con los indios, era una empresa descabellada o heroica.
En esto está precisamente la originalidad de la obra de la madre Laura. Es
una empresa de evangelización que rompe los moldes hasta entonces
conocidos. Con una audacia creadora propia de los grandes movimientos de
renovación, se hace precursora de métodos e iniciativas pastorales que sólo
medio siglo más tarde se abrirán paso en la iglesia como consecuencia del
Concilio Vaticano H. Pensar, organizar, fundar, vivir conforme a estas
categorías a principios del siglo, tratándose sobre todo de una mujer, es
indicio de una fe profunda y de una extraordinaria visión apostólica
comparable a la de los grandes fundadores en las mejores épocas de la iglesia.
La originalidad de la obra de la madre Laura se reconoce ante todo en estos
rasgos:
Por eso la madre Laura, lejos de pensar en cambiar las tradiciones de los
indios, aprendió su lengua y sus costumbres y exigió otro tanto a sus
misioneras, porque consideraba que el testimonio personal es el primer
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instrumento de evangelización (cf. E.N. 21) y debe manifestarse ante todo en
una asimilación de la propia vida a la vida de los indígenas «hasta donde la
decencia lo permita». «Cada cosa que les enseñábamos la veían antes
practicada o reflejada en nosotras. Cada virtud se les enseñaba de un modo
tan objetivo, que ellos mismos deducían las conclusiones de nuestras ense-
ñanzas. De todas sus astucias triunfábamos por este medio».
2. Respeto a la naturalez a
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que tal proceso ha comenzado por «captar las necesidades y esperanzas de los
pueblos» (Puebla 11; 100). La evangelización integral y liberadora, que tiene
en cuenta a todo el hombre (P. 390, 480) y busca alcanzarlo en su totalidad,
que no repara sacrificios para asegurar a todos la condición de auténticos hijos
de Dios (P. 490), es quizá el rasgo más distintivo de esa gran parte de la iglesia
latinoamericana que se renueva según el espíritu del concilio, de Medellín y
de Puebla.
4. El “sacrificio bautistano”
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que pudiera hacerlo. Después de casi 30 años de escribir sin obtener respuesta
positiva, Laura decidió dirigirse al propio Pío XII el 1 de mayo de 1948 en
estos términos: «Quiero pedir con el mayor rendimiento a Vuestra Santidad
que nos conceda a las religiosas que trabajamos en las misiones, el que
podamos darnos la Sagrada Comunión cuando no haya sacerdote ni la
posibilidad de buscarlo». Impulsos de este género, en uno y otro sector de la
vida de la iglesia, fueron los que prepararon muchas de las «innovaciones» del
Concilio Vaticano II, que han contribuido a una presencia más efectiva de la
iglesia en el mundo actual, pero que para algunos grupos dentro de la misma
iglesia resultan aún difíciles de digerir.
Conclusión
Bibliografía
Adiciones:
http://es.wikipedia.org/wiki/Laura_Montoya
Laura Montoya
Santa Laura Montoya Upegui
Religiosa colombiana, fundadora de la Congregación
"Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de
Siena".
Nacimiento 26 de mayo de 1874
Jericó, Antioquia, Colombia.
Fallecimiento 21 de octubre 1949
Medellín, Colombia.
Venerado en Colombia
Beatificación 25 de abril de 20041
Canonización 20 de Diciembre de 2012
Festividad 21 de octubre
Biografía
Beatificación
Canonización
Referencias
Enlaces externos
Biografía en Vatican
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/montlaur.htm
Ficha Bibliográfica
CLAUDIA UMAÑA
Bibliografía
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http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/bole65
/bole42.htm
PATRICIA TOVAR
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http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/autobiog/auto35.
htm
La autobiografía en Colombia
Vicente Pérez Silva (compilador)
© Derechos Reservados de Autor
Como escritora, que lo fue de pluma fácil y abundante, la Madre Laura nos ha dejado las
siguientes obras: Carta abierta, Cartas misionales, Constituciones de las misioneras, Voces
místicas de la naturaleza, Lampos de luz, Fruterito, Brochazos, Nazca allá la luz, Manual de
oraciones, Circulares, Destellos del alma, La aventura misional de Dabeiba y su
maravillosa Autobiografía.
De la Carta abierta (Medellín, julio de 1906) dirigida al doctor Alfonso Castro, el primero de sus
escritos y de sabor polémico por añadidura, copiamos la siguiente manifestación:
Mi familia ha sido pobre y humilde; pero limpia y cristiana. En mi hogar hallé ambiente de
trabajo, de recogimiento y de piedad. Desde niña he sido inclinada al misticismo y a la
enseñanza. Soy huérfana de padre y, desde que pude trabajar, he ayudado a mi madre y a mi
hermana enfermas, y luego las he sostenido del todo, como que soy la única en la familia que
puede velar por ellas. Fuera de las relaciones consiguientes al misticismo y a mis obligaciones
pedagógicas, no he tenido ninguna otra conexión con el mundo, ni en el sentido de noviazgos
ni pretendientes, ni en el de diversiones ni esparcimientos, ni siquiera en el de galas y adornos.
Mi vida y mis costumbres han sido sumamente simples, sencillas y modestas.
El P. Carlos Eduardo Mesa, conocedor como ninguno de la vida y las obras de la Madre Laura,
en la Presentación de la Autobiografía nos dice con sobra de acierto:
En este libro —y es lo primero que se siente— palpita la vida y una gran vida. Es un documento
lleno de humanidad, caliente de alma. Todo en sus páginas está vivido y está dicho con
emoción y con pasión hasta subyugar el ánimo y dejarlo muy cerca de Dios. La peripecia
humana y la trayectoria mística de la autora discurren por todo el libro tan trenzadas, tan
unificadas, que ya se le mire como relato histórico, ya como radiografía síquica, ni tiene
desperdicio, ni podrá ser olvidado en adelante por los cultivadores de la historia de la
espiritualidad.
Jericó, la tierra natal de tan esclarecida religiosa, conmemoró con la debida solemnidad el
centenario de su nacimiento y el Centro de Historia de dicho lugar le tributó un justísimo
homenaje de exaltación y recordación. Así consta en el número 2 de la revista Jericó, órgano
del mencionado Centro de Historia. Cabe señalar que gran parte de las publicaciones
periódicas de nuestro país registraron oportunamente la celebración de este suceso.
Autobiografía
Lugar de nacimiento
—Mis padres
Comenzó lo que impropiamente llamo mi vida natural
en Jericó de Antioquia, el 26 de mayo de 1874.
Mi nombre: Laura
Singularidades de la infancia
Como me propongo, R. Padre, referir todo aquello con
que Dios especializó, por decirlo así, mi existencia,
preparando el destino a que me llamaba, en la obra de
su Providencia, permítame que consigne aquí algo que,
aunque no siempre muestra el fin para el cual lo
encaminó Dios de un modo claro, por lo menos merece
tenerse presente, por cuanto se aparta de lo ordinario,
circunstancia que me mueve a creer que quizá entra en
el plan de Dios al crearme.
Idiota o cretina
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http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/literatura/poet/poet/poet10.htm
Esta prolífera escritora, fue siempre directa en su palabra, hasta el punto que no encubrió, sino,
por el contrario señaló de modo polémico aquello que la afectaba, y de modo tajante dejaba
con nombre propio, al descubierto, a aquel o aquellos que, por una mentalidad atrasada
propias del medio y de la época, se encontraron con ella en diferentes momentos de su vida.
Sin embargo, su fuerte temperamento fue generoso y místico. Desde su posición de religiosa la
espiritualidad marca la vida de quien emprende, desde su nacimiento, muchas dificultades.
Nace en Jericó, Antioquia, el 26 de mayo de 1874. Dos años después su padre, que se
desempeñaba como comerciante y médico, es asesinado. Ella reconstruye ese momento del
siguiente modo: "Cuando ya grandecita le pregunte [a mi madre] donde vivía N.N., ese señor
que amábamos y que yo creía un miembro de la familia por quien rezábamos cada día, me
contesto:";ese fue el que mato a su padre; debemos amarlo porque es preciso amar a los
enemigos porque ellos nos acercan a Dios, haciéndonos sufrir". ¡Con tales lecciones, era
imposible que corriendo el tiempo no amara yo a los que me han hecho tanto mal".
Su autobiografía muestra una sorprendente agilidad que la remonta a episodios muy atrás en
su existencia: "Otra cosa, rara como quien dice, otro indicio de la fuerza que más tarde habrías
[Dios] de desarrollar en mí contra todas las leyes de naturales, fue el que catorce días después
de nacida, sin motivo ninguno, estando sola, tirada sobre una cama, volví con un solo
movimiento todo el cuerpo; me puse boca abajo y levanté la cabeza, como para buscarlo algo".
Esta mística, conocida en la vida religiosa como Madre Laura y que se halla en la actualidad en
proceso de beatificación, tuvo en su infancia algunas rarezas, como ella misma llama el hecho
de que no lloró al nacer, ni lo hizo hasta los seis meses: Ante esta situación sus padres se
preocuparon: "Consultaron un médico, quien después de examinarme halló que la chica tenía
una salud completa".
Tuvo una madre muy rígida que la llevó a un estado de inhibición de sus sentimientos: "Mi
madre, quizás inconscientemente, presentía el secreto de Dios, pues cuando más tarde lloraba
yo las pequeñas contrariedades comunes a todos los niños, me decía: no llores por esto
¡guarda tus lágrimas para que más tarde las derrames por algo digno de ellas! Tanta intuición
tenía de mi destino, que jamás mimó mis lágrimas: ¡quería hacerme fuerte en todo".
Se desempeñó como misionera, aunque se quejaba por la pesadez de sus movimientos que le
impedían agilidad física. Esto, sin embargo, no fue óbice para que hiciera estudios
profesionales de gimnasia, el profesor se exasperaba y le ponía bajas calificaciones.
Desde sus primeros meses de vida detentaba una especialidad, como ella llamaba a esa
extraña condición de comunicar, con un gemido, cuando tenía que efectuar sus necesidades
físicas. Su madre entendía el mensaje y le quitaba las envolturas para que libre de pañales y
ropas, realizara lo que tenía que hacer y quedara tranquila.
Su curiosidad por la naturaleza la llevó una mañana a sentir a Dios. Ese momento lo consideró
el más bello de su vida. Al observar de niña un hormiguero que quedaba a una cuadra de su
casa, quedó fascinada con la carga y traslado que hacían de sus provisiones de hojas. Les
quitaba la carga y se complacía llevándoles hojitas hasta la entrada de su hormiguero en la
tierra. Así se entretenía hasta que sintió que era herida por el conocimiento de Dios "y de sus
grandezas, tan hondo, tan, magnífico, tan amoroso, que hoy, después de tanto estudiar y
aprender, no sé más de Dios que lo que supe entonces".
Viene después en su vida una etapa difícil. Su madre resuelve regresar a Amalfi, a la casa de
sus padres y dejarla bajo la responsabilidad de una tía para que asistiera al Colegio del Espíritu
Santo, como externa. La tía que la acoge era tan amarga y de carácter tan fuerte, que la niña le
tenía "tal miedo que a cualquier sacrificio me hubiera sometido por no estar con ella. Y a su
lado debía vivir".
Encargada la tía de un orfelinato, confía a la niña al cuidado de las huérfanas mayores lo que
equivalió a dejarla sola. La tía se guardaba los dineros que le enviaba otro pariente para los
gastos de colegio y de vestidos, y la trajeaba con las telas que de limosna mandaban los
almacenes. Las demás compañeras la llamaban la Canaria porque desde un principio la veían
llegar con vestidos del color de los canarios, de un color que se usaba en la época sólo para
colgaduras.
http://www.madrelaura.org/sitio/index.php?option=com_content&
view=frontpage&Itemid=28
http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-
12467084.html
http://www.eltiempo.com/colombia/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-12468201.html
http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/ARTICULO-WEB-
NEW_NOTA_INTERIOR-12467102.html
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Beata Laura Montoya (1874-1949) 21 de Octubre
http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=530
La Madre Laura Montoya Upegui, estando aquí, en la Basílica de San Pedro en el mes
de noviembre del año 1930, después de una viva oración eucarística escribe: «Tuve
fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra
para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al
Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones
y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre
infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta
saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!».
Esta gran mujer que así escribe, la Madre Laura Montoya, maestra de misión en
América Latina, servidora de la verdad y de la luz del Evangelio, nació en Jericó,
Antioquia, pequeña población colombiana, el 26 de Mayo de 1874, en el hogar de Juan
de la Cruz Montoya y Dolores Upegui, una familia profundamente cristiana. Recibió las
aguas regeneradoras del Bautismo cuatro horas después de su nacimiento. El
sacerdote le dio el nombre de María Laura de Jesús. Dos años tenía Laura cuando su
padre fue asesinado, en cruenta guerra fratricida por defender la religión y la patria.
Dejó a su esposa y sus tres hijos en orfandad y dura pobreza, a causa de la
confiscación de los bienes por parte de sus enemigos. De labios de su madre, Laura
aprendió a perdonar y a fortalecer su carácter con cristianos sentimientos.
Desde sus primeros años, su vida fue de incomprensiones y dolores. Supo lo que es
sufrir como pobre huérfana, mendigando cariño entre sus mismos familiares. Aceptando
con amor el sacrificio, fue dominando las dificultades del camino. La acción del Espíritu
de Dios y la lectura espiritual especialmente de la Sagrada Escritura, la llevaron por los
caminos de la oración contemplativa, penitencia y el deseo de hacerse religiosa en el
claustro carmelitano. Tenía sed de Dios y quería ir a El “como bala de cañón ”.
Esta mujer admirable crece sin estudios, por las dificultades de pobreza e itinerancia a
causa de su orfandad, hasta la edad de 16 años cuando ingresa en la Normal de
Institutoras de Medellín, para ser maestra elemental y de esta manera ganarse el
sustento diario. Sin embargo, llega a ser una erudita en su tiempo, una pedagoga
connotada, formadora de cristianas generaciones, escritora castiza de alto vuelo y
sabroso estilo, mística profunda por su experiencia de oración contemplativa.
Busca recursos humanos, fomenta el celo misionero entre sus discípulas, escoge cinco
compañeras a quienes prende el fuego apostólico de su propia alma. Aceptando de
antemano los sacrificios, humillaciones, pruebas y contradicciones que se ven venir,
acompañadas por su madre Doloritas Upegui, el grupo de “Misioneras catequistas de
los indios” sale de Medellín hacia Dabeiba el 5 de Mayo de 1914. Parten hacia lo
desconocido, para abrirse paso en la tupida selva. Van, no con la fuerza de las armas,
sino con la debilidad femenina apoyada en el Crucifijo y sostenida por un gran amor a
María la Madre y Maestra de esta Obra misionera. “Ella, la Señora Inmaculada me
atrajo de tal modo, que ya me es imposible pensar siquiera en que no sea Ella como el
centro de mi vida”. La celda carmelitana, objeto de sus ansias en el tiempo de su
juventud, le pareció demasiado fría ante aquellas selvas pobladas de seres humanos
sumidos en la infidelidad, pero amados tiernamente por Dios. “Siento la suprema
impotencia de mi nada y el supremo dolor de verte desconocido, como un peso que me
agobia”.
Comprende la dignidad humana y la vocación divina del indígena. Quiere insertarse en
su cultura, vivir como ellos en pobreza, sencillez y humildad y de esta manera derribar
el muro de discriminación racial que mantenían algunos líderes civiles y religiosos de su
tiempo. La solidez de su virtud fue probada y purificada por la incomprensión y el
desprecio de los que la rodeaban, por los prejuicios y las acusaciones de algunos
prelados de la iglesia que no comprendieron en su momento, aquel estilo de ser
“religiosas cabras”, según su expresión, llevadas por el anhelo de extender la fe y el
conocimiento de Dios hasta los más remotos e inaccesibles lugares, brindando una
catequesis vivencial del Evangelio. Su Obra misionera rompió esquemas, para lanzar a
la mujer como misionera en la vanguardia de la evangelización en América latina. El
quemante “SITIO”- Tengo sed- de Cristo en la Cruz , la impulsa a saciar esta sed del
crucificado :”¡Cuánta sed tengo! ¡Sed de saciar la vuestra Señor! Al comulgar nos
hemos juntado dos sedientos: Vos de la gloria de vuestro Padre y yo de la de vuestro
corazón Eucarístico! Vos de venir a mí, y yo de ir a Vos”
Esta infatigable misionera, pasó nueve años en silla de ruedas sin dejar su apostolado
de la palabra y de la pluma. Después de una larga y penosa agonía, murió en Medellín
el 21 de octubre de 1949. A su muerte dejó extendida su Congregación de Misioneras
en 90 casas distribuidas en tres países, con un número de 467 religiosas. En la
actualidad las Misioneras trabajan en 19 países distribuidas en América, África y
Europa.
Por todo lo que vivió hizo y significo la Madre Laura en su época y por todo lo que
seguirá significando para la sociedad, la Congregación y la Iglesia, hoy la Congregación
por ella fundada se llena de alegría al ver concretizado y culminado su proceso de
Beatificación, abierto el 4 de julio de 1963, en la capilla de la Curia Arquidiocesana de
Medellín, en el cual se nombró el tribunal eclesiástico para buscar diligentemente los
escritos de la Sierva de Dios Laura Montoya Upegui, instruir el proceso informativo
sobre su fama de santidad, virtudes en general y posibles milagros realizados por la
Sierva de Dios. Hoy este proceso que duro cuarenta años ha llegado a su culminación,
cuando en Roma el pasado 7 de julio, en la sala Clementina, SS. Juan Pablo II, en
presencia de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos y de los
Postuladores de las respectivas causas, promulgó el decreto de beatificación de la
Madre Laura Montoya Upegui.
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20040425_montoya_sp.
html
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http://m.noticiascaracol.com/nacion/articulo-282190-beata-colombiana-laura-
de-jesus-montoya-sera-canonizada
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http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/laura-de-jesus-montoya-primera-santa-
colombiana_12467061-4
Incluye video con la historia del Dr. Carlos Eduardo Restrepo G. contada por él mismo.
Laura Montoya fue una maestra de escuela de figura robusta, defensora de los
indígenas, escritora y mística que llegó a enfrentarse con el mismo demonio -según
lo narra en su autobiografía- será la primera santa colombiana: Laura de Jesús
Montoya Upegui, una monja fallecida en 1949. (Lea también: ¿Quién es la primera
santa colombiana?)
La madre Laura fundó una comunidad de religiosas el 14 de mayo de 1914, la cual
hoy está presente con más de mil monjas misioneras en 21 países de América
Latina, Europa y África.
El camino a la santidad
-Nació en Jericó (Antioquia) el 26 de mayo de 1874.
-El 5 de mayo de 1914 empieza su evangelización de los indígenas de Dabeiba
(Antioquia).
-Muere en Medellín el 21 de octubre de 1949.
-En 1960 empieza proceso de canonización.
-En 1991 es declarada Venerable, por el Vaticano.
-El 7 de julio del 2003 se anuncia su beatificación.
-El 25 de abril de 2004 es beatificada por el Papa Juan Pablo II, tras comprobar un
milagro en la sanación de Herminia González, enferma de cáncer.
-El 14 de junio del 2012 llega a Medellín la aprobación de un nuevo milagro, en el
médico Carlos Eduardo Restrepo, para su canonización.
http://www.noticiascaracol.com/nacion/video-282282-busca-de-un-nuevo-
milagro-de-la-madre-laura
http://www.noticiascaracol.com/nacion/video-282282-busca-de-un-nuevo-milagro-de-la-madre-lau
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Video
11:13am
Nota
11:11am
http://www.noticiascaracol.com/nacion/video-282213-cual-el-milagro-
reconocido-a-la-madre-laura
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http://wwwl.lahoradelaverdad.com.co/post/detail/post=8250&_id=28
(En este sitio se puede escuchar la entrevista a la Hermana Surama Ortiz por el Dr. Fernando
Londoño Hoyos, archivo “HERMANA SURAMA – MADRE LAURA 21 DE DICIEM.mp3, 22:59
minutos)
R:
P: Hermana, esta es una noticia que llena de orgullo y regocijo a toda la inmensa familia
católica colombiana… ¿Ustedes no ven por todas partes los milagros de su paso por la vida…?
R:
P: Hermana, ¿en cuántos sitios del país están ustedes, las Hermanas misioneras?
R:
P: ¿No han pensado ustedes que es la hora de volver a publicar sus obras?
R:
P: Sus obras son bellísimas. No desmerecen de los escritos de Sor Juana Inés de la Cruz.
R: Si, son de un estilo muy ameno. También están las Cartas Misionales, las Voces Místicas de
la Naturaleza.
R: Todo es un proceso.
P: ¿Y con los indígenas que ya salieron de la selva, también están con ellos?
Autobiografía
http://www.madrelaura.org/sitio/images/stories/biografia/autobiografia_madre_la
ura.pdf
Biografía:
http://www.madrelaura.org/sitio/images/stories/biografia/madralaurabio.pdf
(Adjuntos a continuación…)