El autor Gerónimo de Sierra en el presente trabajo habla de que los estudios
realizados sobre América Latina dicen que es difícil situarse ante el dilema de la unidad/diversidad de la región. Solamente que se trate aspectos generales comunes, aparecen temas como la diversidad y la necesidad de que se profundice en particularidades sociohitóricas de cada país o subregión para percibir lo que ocurre y el funcionamiento de cada sociedad nacional. No quiere decir que los aspectos comunes no se estudien, lo que algunos apuntan es que no habría Latinoamérica y si “países latinoamericanos”, pero para el autor quien sostiene esta postura que es casi absurda y que comete errores metodológicos. Así como el que razona como si América Latina se pudiera analizar como un conjunto homogéneo y que posee pocas diferencias internas. Lo que el autor dice es que los estudios latinoamericanos deberían analizar los elementos convergentes o que son comunes de los países, al mismo tiempo las diferencias y las evoluciones sociohistóricas que son específicas de las subregiones y países.
Siempre jerarquizar las diversidades
Para comenzar De Sierra encuentra necesario dar un énfasis en el estudio de la diversidad, ésta en tanto multiplicidad de unidades societales, que poseen su propia y disímil sociopolítica y sociocultural, que poseen efectos importantes sobre las conductas sociales individuales y colectivas. Observa que existen varias dimensiones y niveles en donde se puede definir y pensar la diversidad de América Latina. Lo que no quiere es referirse a las diversidades más obvias, las más conocidas como entre ricos y pobres, proletarios y burgueses, etc., aunque considera que son importantes y es muy pertinente para cualquier estudio. Son diferencias y esos clivajes existen y deben ser reconocidos. Lo que el autor busca señalar como paso metodológico importante al estudiar el objeto “América Latina” es no caer en la ilusión de que los países se encuentren en la misma región geográfica y que la mayoría son herederos de la colonización ibérica y que el idioma es parecido, pudiéramos encontrarnos frente a sociedades homogéneas en su complejidad, diversificación, estructuración o grado de desarrollo material y político, entre otras cosas. Aclara que no se confunden países, pero análisis de estructura de partidos o del Estado o de sistemas educativos, movimientos sociales, muchas veces sin buscar contextualizar los datos en las estructuras societales globales de cada uno de los países, grado de desarrollo socioeconómico, etc. No se niega los elementos convergentes y similares que poseen los países de la región expone De Sierra. Lo que buscan exponer la necesidad de reconocer el carácter no anecdótico, folklórico, de las diferencias que poseen las sociedades. Indica que pueden existir países donde ocurren elecciones, huelgas obreras e incluso reclamos de indígenas, pero en el sistema de relaciones sociopolítico, la acción estatal y los escenarios futuros, tendrán un significado significativamente diferente en los diferentes casos. Incluso el autor dice que incluir en el modelo de análisis es una condición para obtener un enfoque adecuado a las realidades que se analizaran.
Reconocer similitudes y convergencias
De Sierra indica que el reconocer las diferencias o las particularidades que caracterizaron a las distintas sociedades latinoamericanas, no ira significar oscurecer analíticamente los distintos componentes comunes que poseyeron o poseen los distintos países de América Latina. Presenta uno de los aspectos cohesivo, que es el del idioma y la matriz que es básicamente católica impuesta por los colonizadores en el continente. Además sin quitar importancia del factor cohesionador y facilitador que ello implica, no se debería exagerar la importancia como un factor explicativo de los diferentes procesos centrales de esas sociedades. Por otro lado, otro aspecto que es común es la presencia importante de poblaciones indígenas o negras, como también de mulatos y mestizos. El autor dice que importa más allá que por dato demográfico, ya que el mestizaje muy “plural” y que fue construido en varios siglos, este marca de forma global el patrón cultural y antropológicamente del continente, también por los efectos sociales y políticos que deriva de las conductas excluyentes que las minorías blancas asumieron dirigida a esos grupos de población en un largo período histórico. Pero mucho más importante como un elemento común de Latinoamérica es el carácter de sociedades que dependen de las economías centrales, esto determinó estructuralmente su modo de producción y también su matriz de acumulación económica, sometiéndola a sucesivos impactos producidos por las diferentes fluctuaciones que vinieron del exterior. Todo esto aclara el autor, tuvo una fuerte influencia en la estructura interna de dominación y en los aspectos del formato de la estructura de clases, así como en los conflictos en los países latinoamericanos. Afectando de diferentes formas la respectiva sociedad nacional, en cada nuevo ciclo histórico todos los países fueron afectados. Añadiendo que sin lugar a dudas en todos los países de América Latina se puede percibir que siempre existieron y existe un formato capitalista de tipo tardío y periférico, además convivió con relaciones sociales atrasadas y que esto marcó las sociedades, sus políticas y sus formas estatales. Algo que también les es común dice el autor es que poseen un importante retraso en lo que hace referencia al desarrollo industrial, ligado históricamente por las fuertes presiones del “centro” y los fuertes vínculos que se complementan entre matriz económica y social exportadora local y los países centrales compradores. Por lo tanto en ese contexto De Sierra explica que luego de las crisis de los años treinta se produjo en gran parte de la región un impulso al papel del estado desarrollista y empresario. Con sus diferencias en cada país, pero se crea un fenómeno realmente “latinoamericano”, que en diferentes casos generó un modelo político de un “populismo integrador” casi en general de base urbana. Añade que a todo lo anterior se suma que los países también fueron objeto de fuertes y sucesivas coacciones imperialistas, llevándolos en los años de posguerra a encontrarse implicados en la polarización Estados Unidos/Unión Soviética. Además de las presiones militares directas o indirectas en el siglo XX.
Las múltiples diferenciaciones y un esquema clásico
Indica que los criterios para analizar y clasificar las diferencias y los clivajes de los países latinoamericanos han sido y son múltiples, además de haber evolucionado en el tiempo y que a menudo responden a diferentes modelos teóricos de análisis. Lo que todos tienen en común es la jerarquización de las diferencias internas dentro del marco global “América Latina”. Algunos de los criterios de diferenciación que se utilizan menciona clivajes ligados a variables a el “tamaño del país”, el “tipo de vínculo” con las economías centrales, “predominio lingüístico”, el “grado de desarrollo industrial”, “composición étnica”, el “desarrollo político e institucional”. Algunas veces estos modelos comparativos y de diferenciación combinaron diversas variables que llevaron a resultados sin lugar a duda una real utilidad analítica, según De Sierra. Agregando que existe una organización clásica de las "diferencias" de base primariamente geográfica entre países, que también recubre parcialmente criterios socioculturales y socioeconómicos implícitos. Aunque parece una clasificación obvia integra un buen número de variables significativas, en lo que se refiere a análisis que va más allá de lo geográfico y de ocupación del territorio. Dependiendo de la disciplina y el nivel de análisis, los agrupamientos tienen que ser flexibilizados y aunque se acepte que posee "fronteras móviles" continuaran siendo útiles para estudios no simplistas y que estas no lleven a "unificaciones" abstractas y simplificadoras del continente, según el autor. Por ende, se debe tener en cuenta en el problema planteado por causa de las diferencias o distancias dentro de una subregión, o también dentro de un mismo país, estos irán a traspasar los límites conceptuales del propio conjunto. La demografía étnica fue y es un fuerte principio diferenciador. De Sierra plantea que desde el siglo XV ocurrió en los distintos territorios ocupados por España y Portugal una gran diferencia entre los países que se encontraban sumamente poblados por complejas sociedades y que se encontraban muy avanzadas en diferentes áreas, con otras que, se encontraban semi vacías, o que se encontraban pobladas por comunidades más nómades y viviendo básicamente de actividades colectoras. En los que se encontraban más poblados, los grupos indígenas o mestizos siguieron hasta nuestros días constituyendo la gran parte o la mayoría de la población, a pesar de las migraciones europeas de fines de los siglos XIX y el XX. Pero, por el contrario, en los menos poblados en el que el desarrollo del siglo XX se colocó con un peso decisivo en las nuevas capas migratorias. Pero De Sierra plantea que lo importante de esto no es las diferencias étnico- cultural, y si en el hecho de que las minorías blancas en el primer caso impusieron a los indios y descendientes una excluyente y radical dominación en derechos de todo tipo durante siglos. En tanto, en el otro caso en su desarrollo poscolonial y moderno existió más espacio para una constitución de sociedades menor fragmentación y exclusiones. El autor afirma que si no se realiza una jerarquización de la dimensión diferencial de la estructura subregional no podríamos comprender la importancia y el significado que tienen en algunos países las grandes movilizaciones y reclamos de tipo étnico-político. Y ni entender como algunos países poseen dificultar de entender en profundidad los fenómenos reivindicatorios, desde su complejidad y radicalidad que lo constituyen.
Un gran clivaje con Brasil desde el Tratado de Tordesillas
La gran diferencia que existe entre Brasil y el resto del continente, va más allá que únicamente el idioma, indica De Sierra, más importante que eso es la repartición que ocurrió de América Latina entre los reinos de Castilla y Aragón, y Portugal en el Tratado de Tordesillas en 1494. Es en ese momento, aclara el autor, que se comenzaron a consolidar las estructuras culturales, políticas y económicas que dividieron fuertemente ambos "lados" de América Latina, intentando ser superado por el Mercosur. Primeramente, el autor señala qué frente a la ausencia de sociedades indígenas complejas y avanzadas en el lado atlántico, y más aún como una fuente de mano de obra semi-servil. Esto favorece al tráfico de esclavos de África a Brasil, con efectos en la construcción de ciudadanía y las relaciones sociales. Luego, la huida de la corte portuguesa a la que era "su colonia", por la expansión napoleónica en la península ibérica. La presencia de la Corte en Brasil unida a la clase ilustrada, autoridades religiosas centrales y la oficialidad militar superior llevó a favorecer a que se preservara la unidad territorial de ese medio continente. Que llevó a constituir un imperio local con unidad interna y expansionista hacia su entorno. De esto dice el autor, que se logra un buen análisis de América Latina, habla del contraste entre la gran fragmentación de los territorios exhispanos y la unidad política y territorial de un "país continental", claro más allá de las variadas y fuertes tensiones regionales que acogió siempre Brasil. De Sierra indica que con el inicio del Mercosur se lleva a cabo un verdadero cambio de estrategias en América del Sur. Aclarando que mucho más que el idioma las diferencias de Brasil con el resto de los países son más variadas y profundas, y que estas deben ser estudiadas en su especificidad para entender la América Latina actual y posibles futuros escenarios.
El Cono Sur, Un Bloque Con Particularidades Significativas
En la última parte De Sierra trata de detallar la importancia que cobra el realizar un análisis de las diferenciaciones o especificidades subregionales, al tratar de comprender e intentar explicar los procesos socioeconómicos y políticos que poseen un significado por sus diferencias en lo que es el gran paquete de América Latina. Juntamente con los elementos que son comunes del conjunto del subcontinente, el autor dice, que se hace fundamental el percibir que estos elementos han pasado por las particularidades históricas de las sociedades sureñas y llevaron a formar matrices societales significativamente diferenciadas del resto. Luego, señala algunos de los elementos, primero una población originaria, con un peso cuantitativo y un menor desarrollo civilizatorio que otras regiones de América Latina. Esto indica el autor, facilitó las guerras de exterminio que llevó adelante España durante la colonia, lo que por lo tanto lleva a una menor presencia demográfica, cultural y social en el momento del desarrollo del capitalismo dependiente en la fase pos- independencia. Agrega que, como secuela de lo anterior existió un gran peso de las posteriores migraciones masivas europeas, que en ese momento estuvieron ligadas a las crisis políticas y de empleo, que fueron generadas en Europa por la revolución industrial capitalista y sus impactos en el campo. Ese grupo estaba compuesto de campesinos pobres, obreros industriales desocupados, pero con experiencia en manufacturas y de luchas sociales, además de un núcleo de empresarios con capital radicándose en estos países. Por otra parte, estos países tuvieron una pequeña cantidad de población esclava venida de África, en comparación con otros países de Latinoamérica. Lo que llevó indica el autor, un menor impacto de discriminación y exclusión en las tradiciones políticas y derechos ciudadanos. Explica que, debido a la distancia física para el uso de medios de transporta de la época, entre el Cono Sur y los Estados Unidos, en los siglos XIX y XX, esto genera una limitación a la presencia militar de ese país. Llevando a que el Cono Sur se librara de invasiones e intervenciones norteamericanas en gran escala, a diferencia de otros países más cercanos. De Sierra expone que, de esos elementos que denomino estructurales y de larga duración, se fueron construyendo en el correr del siglo XX, estructuras sociales y políticas muy particulares a la subregión y que las simplifico de la siguiente forma: Un crecimiento económico, que incluiría de forma más temprana una mayor industrialización, con un cierto desarrollo del mercado interno, con reducción del peso de los sectores oligárquicos tradicionales en la economía. Favoreció la expansión de sectores industriales y de servicios con base urbana, contribuyendo a generar niveles de ingreso promedio que eran altos para la región. Un proceso paralelo y más anticipado que los demás países de América Latina en lo referente a la urbanización que llevó una masiva población a las ciudades, contribuyendo a la fuerza de trabajo para la industrialización. Favoreciendo a la formación de una fuerza de trabajo que era asalariada formal y a crecer el mercado interno como motor de economía. Un proceso adelantado impulsado desde el Estado, fomentando la extensión de la educación primaria pública y gratuita. Llevando a bajas en el analfabetismo, impulso a la integración ciudadana y creciente expansión de la educación básica, media y superior. Además, de la creación anticipada de un sistema de bienestar social, el autor dice que, fue bastante concentrado en los espacios urbanos y para los trabajadores formales. La estructura de clases y la estratificación social, se encontraba caracterizada por una clase obrera industrial y manufacturera, integradas formalmente al sistema productivo y a una presencia amplia de sectores de clase media urbana y rural. Se constituyó una matriz sociopolítica, con cierta autonomía relativa entre el Estado y sociedad civil. El Estado Nacional y los partidos políticos se fortalecen bastante temprano como actores centrales de la política, generando la extensión de altas tasas de participación ciudadana a través del sufragio universal y la competencia entre partidos por el acceso al gobierno.
Similares Entre Sí, Pero También Diferentes
Para finalizar el autor explica que al enfatizar la importancia que se le asigna a la mirada analítica, que jerarquiza las multiplicidades cuando se trata de estudiar América Latina, también quiere mostrar es que sería erróneo que ese marco diferencial común hace Chile, Argentina y Uruguay países con sociedades, procesos políticos e historias básicamente similares. Esto haría aceptar que existe un determinismo ahistórico y fuera de lugar, causadas por esas similitudes estructurales generales mencionadas. Estas ayudan a comprender varios aspectos diferenciales globales del proceso de conformación de esos países, pero que no deben ocultar las diferencias en los procesos económicos, sociales y también políticos entre ellos. Agrega que la complejidad de las sociedades latinoamericanas exige para su estudio un tipo de teoría y de método, que debe resistir a la tentación simplificadora la cual borra las fuertes especificidades nacionales o subregionales, como lo contrario, que se disuelva el objeto de estudio en una casuística nacional absoluta y desagregada.