Los israelitas en el momento que experimentaban la liturgia sacrificial tenía en un
significado literal; para ellos el sacrificio era el medio por el cual podían acercarse a Dios, siendo el motivo básico la substitución y su fin es la expiación, cumpliendo cada una de las ordenanzas dadas para el sacrificio. Sin embargo hoy que tenemos completamente la revelación de la palabra donde podemos ver y entender que los sacrificios del Antiguo Pacto tienen un significado supra literal o figurativo en referencia a la redención de la Humanidad. “El sistema antiguo bajo la ley de Moisés era solo una sombra un tenue anticipo de las cosas buenas por venir— no las cosas buenas en sí mismas. Bajo aquel sistema se repetían los sacrificios una y otra vez, año tras año, pero nunca pudieron limpiar por completo a quienes venían a adorar.” Heb. 10:1 Los sacrificios del antiguo pacto, especialmente el del gran día de la expiación, anticipaban el sacrificio del mediador del nuevo pacto. Los Sacrificios por encima de tener un carácter profético o escatológico tienen un carácter Tipológico (Figurativo o Simbólico) este simbolismo refleja sucesos o cosas mencionados en el Antiguo Testamento que están de tal manera ordenados y dispuestos por Dios para que significaran anticipadamente las que en el nuevo pacto de gracia habrían de darse o cumplirse. De modo que el sistema de sacrificios preparó la mente de los hebreos para entender las ideas de expiación y redención. Esta posibilidad de lograr la expiación del pecado mediante un sacrificio substitutivo es un manifiesto de la gracia divina que constituía el corazón del antiguo pacto. Sin posibilidad de expiación la ley permanecería espléndida pero inalcanzable. Serviría solamente para condenar al hombre dejándolo frustrado y desesperado. Si no fuera por los sacrificios, quedaría anulada toda posibilidad de que el hombre se acercara a Dios, un Dios santo y el antiguo pacto sería una desilusión. Por más que el hombre se esforzara por cumplir la ley, fracasaría por su debilidad moral. Así que mientras la ley revela las exigencias de la santidad de Dios, la expiación por medio del sacrificio manifiesta la gracia divina que cumple las demandas de Dios. No hay que extrañarse de que se haya dicho que Levítico presenta el evangelio revestido de ropaje simbólico. "porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados" (Heb. 10:4). El sistema de sacrificios no quitaba el pecado realmente, Solamente la sangre del Hijo de Dios nos limpia de todo mal. Sin embargo los sacrificios tenían valor porque eran como una promesa escrita de que Dios mismo proveería el medio. Tenían un valor simbólico hasta que Jesús ofreciera el verdadero sacrificio. Al poner su fe en Dios y en su provisión, simbolizada por los sacrificios, el creyente era considerado justo (justificado por la fe). Dice el autor Henry Halley: Los sacrificios incesantes de animales, y el fuego incesante del fuego del altar, fueron sin duda propuestos por Dios para grabar en la conciencia de los hombres la convicción de su propia pecaminosidad y para ser un cuadro perdurable del sacrificio venidero de Cristo, hacia quien señalaban y en quien fueron cumplidos.