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Leyendas aztecas para niños de

Primaria
3 diciembre, 2014

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Las leyendas aztecas cuentan las raíces de nuestra historia, es muy


divertido conocer lo que creían nuestros antepasados, hoy te comparto
estas 7 leyendas aztecas en versión especial para niños de primaria,
espero que te gusten tanto como a mí.

5 Leyendas aztecas para niños de Primaria


Contenido [ocultar]
 1 5 Leyendas aztecas para niños de Primaria
o
 1.0.1 1.- Quetzalcoátl
 1.0.2 2.- El hijo del maguey
 1.0.3 3.- Las flechas encantadas
 1.0.4 4.- Aztlán
 1.0.5 5.- Tzutzuma el encantador
o 1.1 Comparte esto:
1.- Quetzalcoátl
Cuenta la leyenda que un día apareció, entre los antiguos toltecas, un
personaje misterioso que llegó por el mar. Era un hombre blanco, crecido
de cuerpo, de frente ancha, cabello largo y negro, barba grande y
redonda. Se presentó diciendo que se llamaba Quetzalcoátl. Era un
hombre muy inteligente, tenía conocimientos de arte y ciencia y le
enseñó a los toltecas el oficio de la platería y a labrar piedras preciosas.
Tenía muchas riquezas, pero también era un hombre muy religioso y no
le gustaban los sacrificios humanos.
Para Quetzalcoátl la mejor ofrenda consistía en pan, flores y perfumes.
Todos lo respetaban y lo veneraban por eso se convirtió en un sacerdote
principal. Sin ser rey, mandaba como rey y le obedecían como a rey.

Pero a los dioses antiguos no les gustaba que ese enemigo ganara
terreno, ellos querían sacrificios humanos por eso hicieron un plan para
acabar con Quetzalcoátl:

-Tú -dijeron a Tezcatlipoca-, te encargarás de burlar a ese sacerdote


extranjero.

El poderoso dios de cutis negro aceptó y bajó a la tierra tomando el


nombre de Titlacahuan, se presentó en la casa de retiro de Quetzalcoátl

-Digan al sacerdote blanco que un forastero desea hablarle, traigo un


retrato suyo que enseñarle.

Quetzacoátl aceptó verlo y le preguntó

-¿De dónde vienes, forastero?

-Vengo de Nonoalco.

-¿Estás muy cansado? siéntate, bienvenido seas. ¿Cuál es mi retrato?

Titlacahuan sacó un espejo y se lo presentó diciendo -Reconócete señor.

Quetzalcoátl se contempló un instante y arrojó con espanto el espejo


porque se vio la cara llena de arrugas y llagas.

-¿Cómo es posible que me vean los toltecas con clama? ¡Deberían huir
de mí! mi figura es espantosa.

-Yo te arreglaré para que te vean tus fieles -dijo Titlacahuan.

Llamó a unos jóvenes artistas que pintaron el rostro de Qutzalcoátl y le


pusieron plumas de quetzal.
Quetzalcoátl se puso muy contento con su apariencia y se presentó en
Tolan, ahí algunos dioses le dieron pulque a Quetzalcóatl y él se sintió
joven, lleno de vigor y alegría. Se emborrachó y se puso a cantar. Al día
siguiente, al despertar, recordó todas las torpes escenas que hizo
borracho y lo invadió la vergüenza y el pesar.

Quetzalcoátl dijo: “Me embriagué, nada podrá borrar la mancha que


oscureció mi nombre y mi sacerdocio”. Se puso a entonar un canto de
profunda tristeza y su remordimiento fue tan grande que se fue para
siempre de aquella ciudad.

Así ganó Tezcatlipoca y los sacrificios humanos continuaron.

Cuentan que Quetzalcoátl se tiró a una hoguera y que las cenizas de su


corazón se convirtieron en una estrella, también dicen que dejó esta
profecía: “Cuando pase el tiempo vendrán por el oriente hombres blancos
y barbados a apoderarse de estas tierras y a sustituir los dioses antiguos
por otros nuevos”.

2.- El hijo del maguey


Cuenta una vieja historia que una linda doncella llamada Xóchitl, llevó de
regalo al rey Tecpancaltzin una jícara de miel prieta de maguey. El
monarca se enamoró de la doncella y, con engaños, se quedó con ella en
su palacio. De aquella unión nació un hijo: Meconetzin, es decir “Hijo del
maguey”.

El niño creció y todos se quedaron resentidos y recelosos ante su


extraño aspecto porque tenía el pelo chino y se le levantaba en la cabeza
en forma de tiara. Además, los toltecas recordaban la profecía de
Huemán, un sabio sacerdote que vivió 300 años y predijo: “La monarquía
tolteca tendrá un fin, y llegará cuando suba al trono un rey de pelo crespo
en forma de tiara y cuando la naturaleza aborte monstruos, como conejos
con cuernos de venado y colibríes con espolones de gallo”.

¡Tenían razón los toltecas para estar preocupados!


Los años pasaron, el niño se convirtió en rey y adoptó el nombre de
Topiltzin. Comenzó a reinar con cordura y se ganó el amor de sus
vasallos, pero repentinamente se volvió orgulloso, insoportable y tirano.

Un día, el rey paseaba por sus jardines cuando sus monteros mataron un
extraño animal: un conejo con cuernos de venado.

La noticia se regó por la ciudad y todos se asustaron porque recordaron


la profecía. Poco tiempo después hubo lluvias, huracanes, inundaciones,
plagas de sapos, sequías, heladas.

El temor aumentaba, la población moría por tantas desgracias y para


colmo los reyes de Xalisco invadieron el territorio tolteca. En la batalla
murieron el viejo Tecpancaltzin y Xóchitl, quienes combatían en primera
fila; Topiltzin, el hijo del maguey no supo morir con gloria y huyó
escondiéndose en una cueva de donde no volvió jamás.

Así se cumplió la profecía y el imperio tolteca se extinguió.

3.- Las flechas encantadas


Cuenta la leyenda que los habitantes de Tlaxcala recibieron un aviso del
señor de Huejotzingo en el que les informaban que serían atacados. Los
habitantes de Tlaxcala imploraron a su dios Camaxtle: “¡Nuestros
enemigos nos cogen desarmados! y solo por tu mediación podremos
tener armas suficientes para la defensa. Somos hábiles flecheros, pero
nos faltan flechas. Señor ¡acude en defensa de tu pueblo!”

El dios contestó: “¡No se acobarden! yo estaré con ustedes y les ayudaré


a triunfar sobre sus enemigos. Para ello solo deben tener fe en mi y
ejecutar mis mandatos: pongan una gota de leche de mujer en el vaso
sagrado y así se salvaran.

Nadie sabía cómo se podrían salvar con una gota de leche, pero tenían
fe en su dios y lo obedecieron. Esperaron tres días y se llegó el día de la
batalla. El sacerdote notó que del vaso sagrado brotaba un licor
espumoso y que el dios había dejado flechas sobre el altar.
Esta noticia maravillosa levantó el ánimo de los guerreros que salieron a
la batalla con valor. El sacerdote llevó el vaso sagrado y las flechas al
campo de batalla: las flechas sagradas se levantaron solas y le
provocaron la muerte a los enemigos.

4.- Aztlán
Las leyendas cuentan que allá por el norte había un lago de gran
hermosura y en él una isla en la que se levantaba un cerro de pico
retorcido. Ese país se llamaba Aztlán, que significa lugar de garzas, y ahí
habitaban los aztecas.

Los aztecas reverenciaban al dios Huitzilopochtli, quien una noche les


dijo: “pueblo mío, deja este lugar en el que vives hoy, toma tus armas y
utensilios, y emprende la marcha hacia el sur hasta un lugar que yo te
indicaré, para que allí edifiques una gran ciudad que será tu capital y la
señora de mil pueblos”

El pueblo obedeció y después de muchos años de peregrinación llegaron


al lago de Pátzcuaro, que tiene muchas islas preciosas y es abundante
en peces blancos como la plata. Pero su dios les dijo que ese no era el
lugar prometido para establecer el gran reino.

La peregrinación de los aztecas duró siglos y en ese viaje olvidaron


costumbres primitivas y adquirieron otras como la de hacer sacrificios
humanos. El pueblo peregrino estaba a punto de perder la fe en su dios,
pero se encontraron un lago con una isla en medio. Aquel lago ocupaba
el lugar en donde hoy se asienta la ciudad de México, la isla estaba
desierta, el terreno era corto y largo.

Había un ojo de agua hermosísimo con una sabina blanca muy hermosa.
Todos los sauces eran blancos y todas las cañas y espadañas también,
del agua salieron ranas blancas y vistosas. Huichzilopochtli les dijo que
ese era el lugar elegido en donde encontrarían, a la mañana siguiente,
una hermosa águila sobre un tunal, ese lugar sería llamado Tenuchtitlán.

Al otro día temprano el sacerdote le dijo al pueblo:


“En este lugar del tunal está nuestra bienaventuranza, quietud y
descanso; aquí ha de ser engrandecido y ensalzado el nombre de la
nación mexicana; desde este lugar será conocida la fuerza de nuestro
valeroso brazo y el ánimo de nuestro corazón con que hemos de rendir
todas las naciones y comarcas, sujetando de mar a mar todas las
remotas provincias y lugares, haciéndonos señores del oro y la plata, de
las joyas y piedras preciosas, en este lugar se edificará la famosa ciudad
que será la reina y señora de todas las demás”.

5.- Tzutzuma el encantador


Los primeros reyes mexicanos introdujeron el agua de Chapultepec a la
ciudad de México por medio de un conducto que iba sobre el lago, pero
la población creció y el agua fue insuficiente. Cerca de Churubusco, en
Acuecuexco, brotaba un manantial de agua abundante y buena, el
emperador Ahuítzotl tuvo el presentimiento de aprovecharla y le rogó al
señor de Coyoacán que le diera permiso para hacer una toma en la
fuente.

Aquel señor se llamaba Tzutzuma, era tributario de Tenochtitlán, accedió


a dar agua, pero explicó que esa agua se podría enfurecer, derramar y
esto inundaría Tenochtitlán.

Esta respuesta enojó a Tzutzuma pues no consentía que nadie le hiciera


observaciones.

-¡Vayan a Coyoacán y arranquen la vida a ese insolente que se atreve a


hacerme advertencias en lugar de obedecer! exclamó en un acceso de
cólera.

Esta orden iba dirigida a tres de sus mejores servidores quienes se


apresuraron a cumplirla.

Cuando Tzutzuma supo que lo buscaban unos soldados supo que estaba
perdido, pero le dijo a su criado que le dijera a los tres jefes que podían
pasar a verlo. Cuando los tres jefes entraron se encontraron con un
águila colosal que estaba posada en el respaldo del sillón, salieron muy
enojados, pero el criado aseguró que su señor estaba en la sala.
Volvieron a entrar y se encontraron con un tigre corpulento que mostraba
sus grandes colmillos.

Los capitanes retrocedieron espantados y salieron corriendo, pálidos de


susto. Al llegar a México le dijeron al rey -¡Señor! el cacique de Coyoacán
se ha vuelto águila y después tigre.

Ahuítzol se maravilló con el relato y ordenó que el doble de soldados


fuera a cumplir con la sentencia.

Al llegar con Tzutzuma se encontraron con una serpiente.

-¡Matenla! -ordenaron los jefes a sus soldados.

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