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El Dios ilusionado.
El Dios trágico.
Oración y omnipotencia.
La ambigüedad de la ilusión.
El problema de la mística.
Bibliografía
Por otro lado, no son pocos los que, con cierta de razón, se
sienten perplejos, cuando no escandalizados, al presenciar los
frutos que, con frecuencia, parece producir la práctica de la
oración. No son, ciertamente, los que podíamos esperar.
Desgraciadamente, con indeseada asiduidad tenemos que
constatar que muchas personas, justo en la medida en la que
se van convirtiendo en sujetos más "espirituales" y "fervorosos"
y van dedicando más tiempo y energía a la práctica de la
oración, se van transformando en personas más intolerantes,
cerradas, descomprometidas. Otros se vuelven
incomprensiblemente acríticos y sumisos. En otros casos,
estos sujetos parecen entrar en un mundo nebuloso y distante,
alejados del más elemental sentido común y de una realidad
que, los quedan "aquí abajo", tienen que afrontar de modo más
conflictivo y difícil pero, probablemente, más honesto también.
Muchas cosas extrañas parece que puede ocurrir, en efecto,
desde la apasionada entrega a la práctica de la oración.
El Dios ilusionado.
El Dios trágico.
Oración y omnipotencia.
Ya, la célebre Lou Andrea Salomé, que dedicó los últimos años
de su intensa vida y actividad al mundo del psicoanálisis,
consideró demasiado estrecha la visión que Freud defendió
sobre la creencia religiosa como pura ilusión defensiva frente a
la realidad. A propósito de la publicación de El porvenir de una
ilusión, le hace ver que, aun estando básicamente de acuerdo
con las ideas fundamentales del texto, creía que también la
religión podría ser consideradacomo la expresión de una
confianza básica e innata en la vida. La respuesta de Freud
dejó bien clara su posición extremadamente impregnada de
racionalismo positivista: él no estaba en contra de toda ilusión,
pero ¿por qué aferrarse precisamente a la que está peleada
con la razón?. Siempre se consideró a sí mismo como un
"conquistador" de las tierras ilusorias y -tal como dejó ver en
alguna ocasión- pasó su vida intentando destruir tanto sus
propias y perniciosas ilusiones como las de la humanidad.
La ambigüedad de la ilusión.
El problema de la mística.
Bibliografía
BEIRNAERT, L.,
CASTILLO, J.Mª.,
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