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El Benchmarking puede definirse de varias formas, una de las definiciones más acertada a mi
parecer es la que indica: Que es un proceso continuo de medición y mejoramiento de las prácticas
del negocio, comparadas con las compañías que pueden ser identificadas como las mejores en su
clase, dentro de un entorno local o global.
Esta definición lleva implícito la idea del mejoramiento continuo en la búsqueda de un alto
desempeño a través del perfeccionamiento de los procesos del negocio, esto permite a las
empresas convertirse en lideres en sus respectivo entornos del mercado, dicho en otras palabras,
las empresa buscan mejorar su posición en el mercado en vez de mantener el Status quo.
Durante un Benchmarking las empresas deben permitirse pensar fuera de la caja y examinar su
negocio desde una perspectiva externa. Esto permite identificar, mejorar y adaptar ideas
innovadoras a la propia compañía y convertirlas en mejores prácticas.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que las mejores prácticas evolucionan con el tiempo,
lo que fue una mejor practica en el pasado puede ser hoy solo una buena práctica e incluso en el
futuro llegar a convertirse en una podre practica, el mejoramiento continuo es la clave, ya que,
nos obliga a permanecer en movimiento y a cambiar cada día. Cuando ejecutamos un
benchmarking en búsqueda de mejores prácticas, debemos entender que no existe un estándar o
una norma para esto, todas las compañías tienen fortalezas y debilidades, no existe una empresa o
compañía perfecta, las compañías identificadas hoy como mejores en su clase o de “Clase
Mundial” pueden evolucionar con el tiempo para bien o para mal, es por eso que no debemos
etiquetarnos ni permitir que nos etiqueten, lo que debemos hacer es mantenernos en un proceso
de mejoramiento continuo que permita mantener a nuestras empresas como líderes en el entorno
del mercado que le corresponda.
Una de las trapas más comunes en las que caemos cuando implementamos un benchmarking es
usar la data como un logro de desempeño. Cuando esto sucede la tendencia es a usar los
indicadores de gestión para una conveniencia particular manipulando los valores para asi verse
bien frente a otros, sin embargo recuerde que “malas mediciones conllevan a malas decisiones”
tarde o temprano este tipo de prácticas pasa factura. Utilizar el benchmarking con un sentido NO
ético es una de las trampas más perjudicial que podemos afrontar, ocultar información o usarla
para perjudicar a otros, publicar información sin confirmar o no mantenerla confidencial, son
malas prácticas que deben evitarse.