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Introducción:
Históricamente, las enfermedades mentales se han visto con recelo, prejuicios y lejanía
de parte de la población general. Antiguamente, se creía que las personas que las
padecían tenían maldiciones o brujerías, por lo que eran sometidos a purificaciones y
otros procedimientos de la época. Luego, cuando comenzó a sospecharse que aquellas
enfermedades tenían un componente biológico, los estudiosos de la época sometieron a
los pacientes que las padecían a prácticas no éticas, donde intervenían el cerebro del
paciente, a través de las técnicas de ablación y lobotomías, que en muchos casos
terminaron perjudicando el estado del intervenido. Tras el descubrimiento de que estas
enfermedades tenían un trasfondo psico-biológico, se experimentó con los pacientes
psiquiátricos diferentes técnicas, sin antes conocer sus efectos, como lo fue la aún
controversial técnica electro convulsiva.
Después de los graves abusos ocurridos durante toda la historia en contra de los
pacientes psiquiátricos, se establecieron normas éticas para el tratamiento de estos
individuos por parte del personal médico, que tenían como objetivo resguardar la
seguridad y bienestar de aquellos.
Pese a lo anterior, aún existen algunas prácticas antiéticas que pasan desapercibidas en
ciertas circunstancias, como por ejemplo el sobre diagnóstico de algunos trastornos, la
exclusión en algunos contextos de pacientes con diagnósticos psicológicos y/o
psiquiátricos, entre otras situaciones que analizaremos a continuación.
Desarrollo
Frente a las prácticas de sobre diagnóstico, algunos trastornos mentales han ido
perdiendo el foco y su validez, diagnosticando e interviniendo equivocadamente a algunos
pacientes, y dejando fuera a quienes realmente lo padecen, como ha ocurrido
últimamente con trastornos como el Déficit Atencional con Hiperactividad.
Por otra parte, la clasificación de las enfermedades mentales como “trastornos” incita a
connotaciones negativas sobre estas, produciendo indirectamente la exclusión de estos
pacientes por parte de la sociedad, y con ello discriminación.
Conclusión
En función de lo anterior, parece relevante someter a una reevaluación los diferentes test
que se aplican, como a sí mismo, algunas conceptualizaciones y prácticas carentes de
rigor científico, que no aportan a la comprensión y solución de la sintomatología del
paciente, y que finalmente no conducen a la inclusión social del éste.