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Objetivo de aprendizaje de la clase: Identificar al ser humano como ser vivo, analizando
las características de los vivientes y comprendiendo el orden jerárquico que hay entre
ellos.
1. Lo inerte y lo vivo
De hecho, lo más fundamental que podemos decir de nosotros mismos es que somos una
realidad viva, que tenemos vida, siendo esto la base común que tenemos con todos los
demás seres vivos, incluyendo a las más básicas formas de vida: las bacterias.
Naturalmente te preguntarás: ¿acaso no soy muy distinto a las bacterias o a los insectos?
¿No son tales seres muy distintos a mí? Lo son, pero tienen una característica común:
están vivos. Por lo tanto, si nos hemos hecho la pregunta ¿quién es el hombre? o ¿quién
soy yo?, parece inevitable que para poder responder de la forma lo más completa posible,
debamos primero atender a la pregunta ¿qué significa estar vivo?, ¿Qué es la vida?
Imaginemos que la antropología es como un largo tren, con muchos carros. Cada carro va
hacia la misma dirección y está conectado con los demás. El tren entero es el hombre,
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pero cada carro o vagón es una dimensión de él. El primero, es el ser humano como ser
vivo.
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eran preguntas que despertaban la curiosidad de los griegos. Así, si el contemplar es una
actividad natural para el hombre, también lo es el preguntarse y el querer responder esas
preguntas. Por ello decía Aristóteles, un gran filósofo de la antigua Grecia: "El hombre
desea por naturaleza saber", pues responder a las preguntas que nacen de la curiosidad es
llegar a saber.
Los científicos actuales nos enseñan que las bacterias son las formas más básicas de vida,
son células capaces de alimentarse, de reproducirse y morir. Nosotros cotidianamente no
vemos bacterias, pero sí plantas, árboles y flores que tienen la misma capacidad. La
antropología llama a estas formas de vida, las más básicas que podemos encontrar, vida
vegetativa, que es conocido clásicamente como el primer nivel de vida. Se la llama así
porque es la vida, en general, de las plantas. En ellas, de una forma básica y al mismo
tiempo misteriosa, ya se da el vivir. Se evidencia una inclinación a la propia conservación,
como cuando la planta se inclina al sol y hunde sus raíces en la tierra húmeda.
Pero además de los vegetales y animales, está el hombre. Posiblemente estén pensando
que nosotros también somos animales, y están en lo cierto. De hecho, Aristóteles definió
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al ser humano como un animal racional. Es decir, somos animales, pero algo más que
animales. Tenemos en común con las plantas que nos alimentamos y nos podemos
reproducir, tenemos en común con los animales en que podemos percibir el mundo a
través de los sentidos, pero somos capaces de más cosas.
El hombre es un animal racional, y con ello se nos abre un mundo infinitamente más rico
que el de los animales. Ser racional significa, como veremos más adelante en detalle,
tener inteligencia y voluntad. La inteligencia es aquella facultad que nos permite conocer
lo real, tanto lo exterior como a mí mismo. No conocemos ya de forma puramente
sensible, concreta y condicionada a la supervivencia, sino que podemos acceder, en cierto
modo, a todo lo real. Dijo Aristóteles, con gran agudeza, “el alma humana es en cierto
modo todas las cosas”. Con ello, el gran sabio griego quiso significar que estamos abiertos
a todo lo real, y que en esa apertura, podemos conocer lo que las cosas son. Cada vez que
preguntamos ¿Qué es esto o aquello? Estamos buscando la naturaleza o esencia misma de
las cosas. Por ello el hombre es el único animal capaz de poseer una visión realista del
mundo, y ser capaz de decir con sus palabras la verdad.
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mundo, que tales formas de vida manifiestan una escala ascendente donde la vida se hace
cada vez más compleja pero, al mismo tiempo, más plena, en la medida en que se va
teniendo una vida interior mayor. Podemos pensar en una pirámide. La base sería la vida
vegetativa, que es la parte más ancha de la pirámide, es decir, la que es compartida por
todos los seres vivos orgánicos. La parte de al medio de esta pirámide es la vida sensitiva,
es ya más pequeña, porque sólo es compartida por los vivientes animales y humanos.
Finalmente la cima de esta pirámide es la vida racional, la más alta, la que apunta hacia el
cielo y donde sólo estamos nosotros, los seres humanos. Con esta imagen, podremos
hacer más representativa la escala de los vivientes