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Desde siempre el deber fundamental de todo medico, fue -es y será- el

de actuación diligente; es decir, el empleo en ejercicio de su profesión de


una adecuada técnica, de conocimientos idóneos y actualizados y de
pericia suficiente en los gestos quirúrgicos o en los tratamientos
médicos.
Como se ha resuelto en distintos fallos, “aunque se persigue el
resultado de la curación del paciente, el medico no se obliga a
obtener en todo caso esa curación, sino a poner en su actuación
toda la atención y diligencia que deriva de su especifica
preparación científica y práctica” es decir, no actuar con impericia.
Por lo cuál, podemos entender que la Obligación contraida -EN
GENERAL- por parte de los Médicos, es de medio, no de resultado, al
igual que sucede con los Abogados, no se puede prometer JAMAS un
resultado, es decir, no es una materia exacta, como si lo puede ser los
números.
Por lo cual, por lo general, en estos casos se aplicara la
Responsabilidad Subjetiva, de acuerdo a lo previsto por el ART 1768
“La actividad del profesional liberal está sujeta a las reglas de las
obligaciones de hacer. La responsabilidad es subjetiva, excepto que
se haya comprometido un resultado concreto. Cuando la obligación
de hacer se preste con cosas, la responsabilidad no está
comprendida en la Sección 7a, de este Capítulo, excepto que
causen un daño derivado de su vicio. La actividad del profesional
liberal no está comprendida en la responsabilidad por actividades
riesgosas previstas en el artículo 1757.
Solamente, algunas ramas de la Medicina, cuentan con Obligaciones de
Resultado, la cual si puede ser exigida en caso de no cumplirla.
Ejemplo: Medicos Patólogos, Cirujanos Esteticos, Dentistas, entre otros.
En los últimos años, en especial desde la sanción de la ley 26.529 Y
26.742 y ahora con la Sanción del Nuevo código, dicho debe
predominante de actuar diligentemente, ha pasado a compartir el
escenario con otros dos que lo han quitado parte de su protagonismo:
estos son el deber de información suficiente al paciente; y el de
obtención de su consentimiento informado de la practica
propuesta.

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SITUACIONES SUSCEPTIBLES DE GENERAR
RESPONSABILIDAD MEDICA:
- FALTA DE INFORMACIÓN ADECUADA: (consentimiento informado) La falta o erróneo
consentimiento informado genera responsabilidad precontractual del médico
porque todavía no comenzó la prestación de servicios profesionales.
- 2_ PRESCRIPCIÓN IMPERITA O ERRÓNEA DE DROGAS O MEDICAMENTOS A
PERSONAS ALERGICAS O SIN INFORMAR LOS EFECTOS COLETERALES O
CONTRAINDICACIÓNES: hay prospectos de medicamentos (DONDE SE INDICA LA
FORMULA DEL MEDICAMENTO; ACCION TERAPEUTICA; FORMA DE
TOMARLO; ACCIONES COLATERALES Y PRECAUCIONES) que dicen
claramente que "Debe suministrarse con precaución en pacientes con
antecedentes de hipersensibilidad a los analgésicos", o por ejemplo los casos de
personas a quienes se les suministra penicilina sin previamente preguntar el
médico si toleran dicha droga. También nos preguntamos qué responsabilidad le
cabe a los médicos psiquiatras que recetan medicamentos antidepresivos y
ansiolíticos que provocan somnolencia, fatiga, temblores, visión borrosa, euforia,
confusión; sin advertir al paciente sobre los efectos colaterales o
contraindicaciones que los prospectos indican como por ejemplo que no los
pueden ingerir quienes conduzcan automóviles ya que provocan una disminución
de los reflejos necesarios a la hora de la conducción vehicular. ¿Qué ocurre si ese
paciente sufre un accidente de tránsito causado por esos efectos colaterales que
no fueron informados por el médico?, podemos hacer responsable al médico?, o el
prospecto debe ser leído por el paciente y no es responsabilidad del médico
informar? Informar sobre las acciones y efectos de un medicamento no forma parte
del consentimiento informado?.
- 3-ACTUAR SIN ATENDER A SU PROPIA ESPECIALIDAD; NO EFECTUAR CONSULTAS
CUANDO EL PROBLEMA MEDICO SUPERA LSO CONOCIMIENTO; O NO DERIVAR AL
PACIENTE A OTRO CENTRO DE SALUD CUANDO NO SE CUENTA CON LA TECNOLOGIA
REQUERIDA PARA EL TIPO DE PRACTICA: Suelen darse estos casos cuando se trata
de médicos residentes (recién recibidos que no tienen especialidad) que cumplen
guardias, en las que deben atender cuestiones médicas diversas. Ha dicho la
jurisprudencia que: "la circunstancia de que el médico que intervino
quirúrgicamente a la actora carezca de título habilitante para ejercer la
especialidad en cuestión y sólo sea un médico residente, configura un hecho
generador de una presunción judicial contraria al médico" (CNCiv., Sala D,
Argentina, 28-02-96, "G., F.M. c. Centro Médico Lacroze y otros", LL 1996-D-451,
con nota de Roberto Vázquez Ferreyra). Casos: una médica que ingresó al hospital
en el servicio de otorrinolaringología y a los pocos meses operó a una persona de
una hernia inguinal, produciéndole el atrofiamiento de un testículo (CNCiv., Sala D,
Argentina, 09-08-89, "F.R., M. c. Hospital Ramos Mejía", LL 1990-E-417; JA 1990-
II-69); o la médica de guardia de un hospital, que no es traumatóloga, que atiende
a un niño accidentado por una fractura expuesta, después de algunas horas del
accidente, no efectúa el cepillado de rigor, produciéndose una gangrena que
concluye con la extirpación del miembro (CNCiv., Sala F, Argentina, 27-04-90,
"Muñoz Aranda c. Municipio de Gral. Sarmiento", ED 139-131; JA 1991-I-90).
También otro caso donde se le amputó una pierna a una persona, tras sufrir un
accidente de tránsito, por no obtener el tratamiento adecuado en tiempo oportuno
(CNCiv., Sala F, Argentina, 28-06-05, "Villalba, Alejandro Raúl c. Hospital Municipal
de Vicente López Prof. B. Houssay y otros s. cobro de sumas de dinero", Diario
Judicial, edición on line, Buenos Aires, 17 de Agosto de 2005,
http://www.diariojudicial.com/nota.asp?IDNoticia=26617#).

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- 4- NO EFECTUAR SEGUIMIENTO ADECUADO AL PACIENTE AL QUE SE HA OPERADO:
Ya que el medico tiene 3 deberes que comprenden 3 etapas: diagnostico; tratamiento
y atenciones y cuidados.
- 5- ERRORES SOBRE LA IDENTIDAD DE LOS PACIENTES O DE LOS ORGANOS O
MIEMBROS A OPERAR: Cuando sucede que en un hospital, un medico opere a una
persona por error, ya sea equivocándose el miembro a operar o de persona incluso.
- 6- TRATAMIENTO NO RECOMENDADO PARA LA AFECCIÓN Y PUBLICIDAD
ENGAÑOSA: La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil condenó a un
odontólogo por los daños sufridos por una paciente a quien aplicó un tratamiento
no recomendado para su afección. Entre otras cuestiones, el tribunal tuvo en
cuenta que el profesional incurrió en publicidad engañosa, promocionando sus
tratamientos en un programa televisivo donde fueron presentados como
"soluciones mágicas". "Si bien es cierto que en los supuestos de cirugía estética,
quien se somete a la misma, lo hace buscando un fin concreto, careciendo de
patología, ello no quiere decir que se garantice su resultado, pues también los
factores endógenos y exógenos juegan un papel determinante, no perdiendo la
medicina por ello su carácter de ciencia axiológica relativa. Sin embargo, en los
supuestos de cirugía voluntaria o de satisfacción, si no se informa al cliente de
tales eventualidades y se le indica, a través de publicidad engañosa y promocional,
que se va a obtener el resultado buscado, la obligación se hace de resultado, por
una información inadecuada que ha viciado el consentimiento, pero no porque tal
cirugía lleve implícita su obtención

|CONSENTIMIENTO INFORMADO:
ART 59. El consentimiento informado para actos médicos e
investigaciones en salud “es la declaración de voluntad
expresada por el paciente, emitida luego de recibir información
clara, precisa y adecuada, respecto a:
a) su estado de salud;
b) el procedimiento propuesto, con especificación de los
objetivos perseguidos;
c) los beneficios esperados del procedimiento;
d) los riesgos, molestias y efectos adversos previsibles;
e) la especificación de los procedimientos alternativos y sus
riesgos, beneficios y perjuicios en relación con el
procedimiento propuesto;
f) las consecuencias previsibles de la no realización del
procedimiento propuesto o de los alternativos especificados;
g) en caso de padecer una enfermedad irreversible, incurable, o
cuando se encuentre en estado terminal, o haya sufrido lesiones
que lo coloquen en igual situación, el derecho a rechazar
procedimientos quirúrgicos, de hidratación, alimentación, de
reanimación artificial o al retiro de medidas de soporte vital,
cuando sean extraordinarios o desproporcionados en relación a
las perspectivas de mejoría, o produzcan sufrimiento

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desmesurado, o tengan por único efecto la prolongación en el
tiempo de ese estadio terminal irreversible e incurable;
h) el derecho a recibir cuidados paliativos integrales en el
proceso de atención de su enfermedad o padecimiento.
Ninguna persona con discapacidad puede ser sometida a
investigaciones en salud sin su consentimiento libre e
informado, para lo cual se le debe garantizar el acceso a los
apoyos que necesite.
Nadie puede ser sometido a exámenes o tratamientos clínicos o
quirúrgicos sin su consentimiento libre e informado, excepto
disposición legal en contrario.
Si la persona se encuentra absolutamente imposibilitada para
expresar su voluntad al tiempo de la atención médica y no la ha
expresado anticipadamente, el consentimiento puede ser otorgado
por el representante legal, el apoyo, el cónyuge, el
conviviente, el pariente o el allegado que acompañe al paciente,
siempre que medie situación de emergencia con riesgo cierto e
inminente de un mal grave para su vida o su salud. En ausencia
de todos ellos, el médico puede prescindir del consentimiento si
su actuación es urgente y tiene por objeto evitar un mal grave
al paciente.

Este derecho hoy en día es visto como una de las mayores formas de
expresar que tiene el ser humano sus derechos personalísimos más
valiosos, algo que trato de hacer un gran énfasis el nuevo Codigo. Una
clara muestra de la autonomía de la voluntad que tiene un sujeto y el
respeto hacia los Derechos personalísimos del mismo y la adecuación
que el Codigo tiene respecto a la CN.
Ahora bien, es claro, que hoy en día el modo “paternalista” que antes
SI tenía el médico, se vio alterado, a causa de dicho consentimiento, el
cual se esboza de una teoría “contractualista” en la cual prima la
autonomía de la voluntad del sujeto. Lo cual, podría generar conflictos
en algunos casos.
Cabe destacarse que: a)en la información que se da al paciente se
deben incluir tanto los riesgos como las ventajas de la práctica
médica.
b)No se puede establecer un consentimiento informado en general,
es decir, el médico debe elaborar uno distinto para cada práctica que
lleve a cabo sobre el paciente. Incluso, si el médico cree necesario
cambiar algún detalle de la operación, como la técnica, debe elaborar
uno nuevo, lo que lleva a grandes conflictos.
-Ya que, por ejemplo, en el caso de que un médico cambie la técnica de
la intervención quirúrgica sobre la marcha, a causa de haber percibido
en el momento de la cirugía un aspecto que no se tenía en cuenta sin el
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consentimiento de la víctima, en principio si no causa algún daño al
paciente, no será responsable. (Citar Prox. fallo)

FALLO PARTE NEGATIVA DEL CONSENTIMIENTO:


He leído un fallo, en el cual se le atribuyo responsabilidad al médico
quien, por haber cambiado en el transcurso de la intervención, NO la
técnica, sino el lugar de la extracción de los pedazos de tejidos, lo que
determino la secuela de una larga cicatriz vertical y una deformación en
hueco no previstas, sobre la totalidad de la cara interna del muslo. Fue
un cambio que se dispuso en el transcurso de la operación, por lo cual
el paciente estaba imposibilitado de autorizar al médico que lo lleve a
cabo. Dicha operación no era urgente, aunque si necesaria, y la
patología de la zona afectada justificaba la decisión del médico de
cambiar la zona, así, se le atribuyo responsabilidad, estableciendo que
podía suspender la practica dando su carácter no urgente y consultarle
al paciente.
-Es claro asi, que en algunos casos un médico puede llegar a ver
comprometida su responsabilidad, sin haber actuado en forma
imperita, ni negligente ni imprudente. Simplemente habiendo omitido
solicitar el consentimiento del paciente o habiendo informado a este en
forma parcial, insuficiente.

*El gran problema frente al cual se puede encontrar el médico es que si


informa absolutamente todo, es muy posible que el paciente a causa de
no poseer el mismo conocimiento que posee un profesional de la
medicina, y claramente, frente al problema que está pasando se asuste
y no quiera asumir el tratamiento médico propuesto. Esto se complica
si se tiene en cuenta que hasta el tratamiento médico más simple tiene
sus riesgos. Por lo cual, se podría entender que se le quito la autoridad
de la que gozaba antes el medico de actuar con total libertad, ya que es
claro que siempre el medico quiere lo mejor para su paciente, es decir,
de cierta forma, la persona se estaría entrometiendo en su profesión, y
así “limitándolo”.
-OTRO CASO:
Merece destacarse la polémica que se desató en una oportunidad con los testigos de
Jehová, quienes por razones religiosas, no aceptan transfusiones sanguíneas, resolviendo
la Justicia Argentina en un fallo ejemplar donde se exalta el derecho a la libertad como
derecho fundamental del ser humano que: "una persona enferma, pero con discernimiento,
no puede ser obligada coactivamente a una terapia que repugna sus creencias religiosas,
si esa negativa no implica riesgos para terceros, sino únicamente para la propia vida o la
propia salud" (Cám. Fed. Comodoro Rivadavia-Chubut, Argentina, 15-06-89,
"Bahamondez, Marcelo", ED 134-297).

En materia de consentimiento informado, uno de los problemas que se


presenta es el referido a la extensión del resarcimiento, es decir al

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daño que debe ser reparado en caso de que el paciente haya sido
intervenido sin que previamente se le haya requerido el consentimiento
informado. En otras palabras y ejemplificando. Un paciente es sometido
a una coronariografía sin que previamente sea informado respecto al
riesgo de que sufra algún tipo de incapacidad como consecuencia del
procedimiento.
En este caso, cuál es el daño que el médico deberá indemnizar. ¿Deberá
reparar todo el daño (la incapacidad) o sólo el perjuicio de naturaleza
extrapatrimonial derivado de la falta de obtención del consentimiento
informado?.
Es que la omisión de otorgar el consentimiento informado, si bien
constituye una ofrenta a la autonomía del paciente y como tal una
lesión a los derechos de la personalidad, ello no quiere decir que los
médicos hayan causado el daño pues la lesión no obedece a culpa de
los profesionales sino que constituye un riesgo propio (caso fortuito) de
esa intervención. En estos casos bien se puede decir que no existe
relación de causalidad adecuada entre la no obtención del
consentimiento informado y el resultado final que obedece al riesgo
propio de del tratamiento.
Incluso los médicos pueden llegar a probar a través de una pericial
psicológica, que el paciente de haber sido correctamente informado y
haberse obtenido así su consentimiento, igualmente se hubiera
sometido a dicha práctica.

Frente a esto, lei un articulo sobre bioética medica el cual se llama El


Jefe de Clinica Mediqq ca, de Howard Brody, quien es un especialista
Estado Unidense de Bioetica medica, en el cual se trata de cierta forma
los aspectos de por que el medico debería seguir siendo autoritario.

Howard Brody titulado “El jefe de Clínica Médica”. Fragmentos para


explicar la autoridad que el medico está perdiendo
En resumen, básicamente, se trata sobre una secuencia que sucedió en un Hospital,
que aceptaban a estudiantes de medicina supervisados por Medicos profesionales,
a tratar a pacientes que iban al hospital. Ingreso un hombre enfermo, nada grave,
pero decidieron hospitalizarlo, si bien los Medicos no tuvieron presunciones
solidas, se obligaron a continuar con procedimientos mas invasivos, para saber que
tenia el hombre. Decidieron que necesitaban realizar una biopsia hepática (sacar
muestra del hígado) pero salió mal, se produjo una grave emorragia, surgieron
otras complicaciones y ahora el paciente estaba gravemente enfermo, y el paciente
dia a dia fue empeorando.

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Los médicos horrorizados y sin saber realmente cual era la condición clínica del
paciente, temieron que la biopsia hepática y las complicaciones pudieran dar
motivo para un juicio. Por lo cual ordenaron a los estudiantes y a los médicos
residentes que no den información sobre el empeoramiento, ni al paciente ni sus
familiares.
Como hacen los médicos aterrorizados por la posibilidad de juicios por mala
praxis, trataron de ocultar todo para que no este dicha posibilidad.
Finalmente un dia, una estudiante de medicina, la cual provenia de una escuela de
Medicina por así decir “mas contemporánea” la cual enseñaban Se enseñaba a los
estudiantes a hablar con los pacientes y con sus familias, a evaluar las reacciones
emocionales frente a la enfermedad y a la muerte inminente. A comunicar
francamente la información, aun si las noticias eran malas, y aun si no se sabía
exactamente cuál era la verdad. Sus profesores le habían anticipado que en su
tercer año se encontraría con médicos y residentes educados en la forma
tradicional, que apreciaban los recursos técnicos y el conocimiento científico
mucho más que la sensibilidad con los pacientes, y que le resultaría una lucha
mantener sus valores.
Y así, esta vio a la familia, y le informo de que no le quedaba mucho tiempo de vida
al paciente, que le den su ultimo adiós, con lo cual posiblemente todos los médicos
se iban a ver juzgados por su accionar. Y así el Jefe de la Clinica, llamo a esta
estudiante y establo una conversación con la misma, diciendo algunas de estas
cosas:
Comenzo Diciendo que “La gente estaba diciendo que la medicina debería cambiar,
que deberíamos comenzar a tratar a los pacientes de manera diferente, que nuestra
ciencia, nuestra capacidad técnica, nuestro juicio clínico, ya no eran suficientes. Y al
mismo tiempo ocurrían otras cosas.
La gente, la gente joven, comenzó a cuestionar la autoridad, a protestar; empezó a
hablar incisamente sobre sus derechos y a imaginar que cualquiera que estuviera en
el poder era una amenaza. La gente comenzó a mirar dentro de sí misma y a pensar
que lo que allí encontraba resultaba más profundo que todo lo enseñado por quienes
eran más sabios y experimentados.”
“Si pensara en esto, en vez de rechazar la autoridad porque es arrogante y
paternalista, verá la profunda necesidad que tienen los pacientes de reconocer esa
autoridad y de inclinarse ante ella. No es sólo que la persona con autoridad es muy
probablemente quien posee el poder de obrar un milagro para ellos. Es aun más
básico. Estar enfermo es verse dependiente e infantil, sentirse incompleto,
quebrantado, necesitar de alguien que tome las riendas del asunto.
Estar enfermo es ser despojado de la autoestima básica, sentirse impotente para
hacer lo que cualquier otro puede realizar sin vacilación ni esfuerzo. Estar enfermo
es estar fundamentalmente avergonzado frente a todos los espectadores,
especialmente cuando se tienen vómitos o se ensucia la cama, pero en una forma
más sutil aun si uno no lo hace. El sentimiento de estar enfermo es el de
inadecuación, invalidez y degradación. ¿Dicen que nosotros, los médicos, reducimos
a nuestros pacientes a la dependencia y a la pasividad por nuestra arrogancia y

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autoritarismo? ¿Por qué molestarnos en hacerlo cuando la enfermedad ya lo ha
hecho por nosotros?”
“Y así tomamos una decisión. ¿Nos presentamos como gente con autoridad,
haciendo sentir al paciente que, a pesar de toda su angustia y vergüenza, existe algo
digno y aceptable en su miserable estado, dado que no es acaso apropiado sentirse
infantil y dependiente frente a la majestuosa autoridad que representamos? ¿O en
cambio, nos vemos incómodos con la autoridad, tratamos de ponernos al nivel del
paciente, rechazamos cualquier intento de ser colocados en un pedestal?
Y si actuamos así (como la ultima), hacemos al paciente verdaderamente
miserable; porque en presencia de otro ser humano igual, su impotencia y su
insuficiencia infrahumanas son lanzadas a su cara con doble crueldad.
Actuando como gente con autoridad, ofrecemos un equilibrio frente a la forma en
que la enfermedad ha disminuido al paciente, y mediante este equilibrio le
brindamos un destello del contacto humano que él temió perder para siempre. Al
rechazar la aceptación de la autoridad, nos colocamos fuera del alcance de nuestros
enfermos, duplicamos su vergüenza y angustia y proclamamos a voz en cuello que
no pertenecen a la comunidad humana, que han sido excluidos de ella”.
“Así, fue usted educada, en ese lugar de la nueva medicina, en que el enemigo del
paciente era el médico tradicional, autoritario, y no su enfermedad.

Las masas temen a la enfermedad y a la muerte, y quieren que el médico anule esos
temores. El médico que les dice que tienen el poder de elegir frente a la enfermedad
y la muerte, y que los alienta a optar, los llena de angustia. El mensaje de la libertad,
para los millones de desesperados, es el más vacío y carente de esperanza que
podrían escuchar. No confían en su propia sabiduría, en sus propios recursos, para
hacerlos seguir adelante. Buscan que el médico posea poder, tome las decisiones,
sea libre de actuar por ellos. El médico insiste en que el poder, la elección, la
libertad, de todos modos no le pertenecen, destruye la última esperanza de
millones de seres sufrientes”

Presupuestos de la responsabilidad civil: Es Decir, para que sea


valida la Responsabilidad del profesional, se tienen que dar los
siguientes supuestos:
A.- EL DAÑO
Este presupuesto central de la responsabilidad civil, eje de variados y
detenidos análisis de nuestra doctrina, se define en el nuevo Código en
los siguientes términos: “Hay daño cuando se lesiona un derecho o
un interés no reprobado por el ordenamiento jurídico, que tenga
por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia
colectiva” (ART. 1737).
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Se consagra a su vez la reparación integral del daño como principio
general (ART. 1740), que incluye todos los rubros que habrá que
reclamar. no sólo el capital resarcitorio, sino otros conceptos como el
lucro cesante, los gastos (médicos, farmacéuticos, etc.), los intereses
correspondientes –calculados desde que se produce cada perjuicio (art.
1748) y las costas del proceso que el acreedor se haya visto obligado a
iniciar para el reconocimiento de la indemnización debida. Por
excepción, se admite la atenuación del resarcimiento por razones de
equidad (art. 1742).
Ahora bien, los usuarios de servicios de salud son habitualmente
personas enfermas, cuyos procesos patológicos son justamente los que
los llevan a la consulta médica. Por ello, el ―daño‖ característico en este
tipo de casos es la pérdida de una chance –conf. art. 1739 CCyCN- de
curar o bien de no enfermar más. Es así que la exigida ―integralidad‖ de
la reparación no puede soslayar tal circunstancia, debiendo siempre
distinguirse el perjuicio causado por la actuación profesional, de aquel
derivado del proceso morboso en sí.

Por su parte, el daño extrapatrimonial –antes denominado ―moral-, se


vincula con la lesión a intereses espirituales de un sujeto, que produce
en la persona consecuencias disvaliosas, que se traducen en ese modo
de estar diferente al que se encontraba con anterioridad al hecho lesivo,
afectándole las capacidades enunciadas.

B.-EL INCUMPLIMIENTO O ANTIJURIDICIDAD

En el nuevo régimen jurídico, cualquier acción u omisión que causa


un daño a otro es a otro es antijurídica, si no está justificada
(conf. ART. 1717 CCyCN).
Es ese el concepto de antijuridicidad contemplado al regularse la
función resarcitoria de la responsabilidad civil. Ello no obsta que en el
ámbito contractual persista un tipo de antijuridicidad típica, en la cual
el daño es consecuencia de la infracción a una obligación específica, sea
que ésta derive de un contrato propiamente dicho, o bien de la
infracción a un deber también específico que recae sobre el deudor, aun
no existiendo un contrato en sentido estricto (ej.: cuando el médico

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atiende a un paciente en la vía pública, hallándose éste en estado de
inconsciencia y no habiendo contratado sus servicios).
En particular, el profesional de la salud actúa en forma antijurídica
cuando transgrede lo pactado, pero también lo hace si infringe lo
dispuesto en una norma que establece un deber profesional específico,
sea que ésta provenga del ámbito legislativo (por. ej.: Ley 26.529/09; de
Derechos del paciente) o médico (por ej.: Normas técnicas y
administrativas para los bancos de sangre y servicios de transfusiones),
una disposición de alcance general, o ante la violación del deber
genérico de no dañar, que se evidencia con la producción de un daño
injusto a un paciente.
Hay que analizar otras normas, jurídicas o deontológicas como por
ejemplo las reglas del Código de ética Médica. De hecho, en estos
cuerpos normativos encontramos algunos principios o deberes a los
cuales deben ajustar su cometido los profesionales, y cuyo
incumplimiento puede dar lugar a una situación de antijuridicidad,
presupuesto necesario de la responsabilidad civil. En otras palabras, la
violación de alguna norma ética puede dar lugar a una antijuridicidad
formal y no meramente material
FALLO DE OBRAR CON ETICA (relacionado con lo de arriba)
Precedente de la CSJN de fecha 24 de octubre de 1989 en el que el
Máximo Tribunal sostuvo: “Corresponde dejar sin efecto la sentencia
que no hizo lugar al resarcimiento del perjuicio derivado del
fallecimiento de una persona, atribuido a la negligente atención
dispensada por el médico de guardia del establecimiento asistencial de
la demandada, sin efectuar referencia ni consideración alguna a la
índole y alcances de la obligación médica de asistencia y sin ponderar
los bienes jurídicos comprometidos, a pesar de que esta determinación
resultaba imprescindible para establecer si existió adecuación entre la
conducta debida y la obrada y elaborar eventualmente todo juicio de
culpabilidad…. Frente a una hasta cierto punto comprensible actitud
agresiva de quienes requerían —sin ser atendidos— el ingreso al
establecimiento asistencial, y una vez alertados la enfermera y el
médico de guardia sobre la urgencia del caso, pesaba sobre éste el
deber jurídico de obrar, no solamente en función de la obligación de
actuar con prudencia y pleno conocimiento impuesto por las normas del
Código Civil, sino como consecuencia de la exigibilidad jurídica del
deber de asistencia al enfermo que prescriben las normas contenidas en
el Código Internacional de Etica Médica, el Código de Etica de la
Confederación Médica Argentina y la declaración de Ginebra…. No cabe
restringir el alcance de los ordenamientos particulares que atañen a los
profesionales del arte de curar, ni privarlos de toda relevancia jurídica,
sino que se impone garantizarles un respeto sustancial, para evitar la
deshumanización del arte de curar, particularmente cuando de la
confrontación de los hechos y de las exigencias de la conducta
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profesional así reglada podría eventualmente surgir un juicio de
reproche con entidad para comprometer la responsabilidad de los
interesados”

-EXCEPCIÓN DE ANTIJURIDICIDAD:
Sin embargo, existe una serie de supuestos en los cuales, si bien se
observa un incumplimiento u obrar antijurídico por parte del deudor,
éste le resulta inimputable, pudiendo no deber el agente una reparación
o bien adeudarla en forma limitada.
El estado de necesidad y el consentimiento del damnificado son causas
de justificación previstas en el nuevo cuerpo legal, que interesan
especialmente a los profesionales de la salud.

En este sentido, el nuevo Código introduce una regulación expresa para


el estado de necesidad (art. 1718), justificando el hecho que causa un
daño: “…c) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo
inevitable, que amenaza al agente o a un tercero…”. Así por ejemplo –
pensamos-, las selecciones que deben efectuar los equipos médicos en
circunstancias de catástrofe, bajo el método de triage, encuadran
típicamente dentro de esta figura.
También se hace referencia al consentimiento del damnificado, como
una causa de justificación de la ilicitud del acto. El ―consentimiento
informado es un instituto ya clásico en la práctica médica, presente en
la mayor parte de la legislación sanitaria de las últimas décadas y que
ha sido explícitamente regulado para ese ámbito en el art. 58 del Código
Unificado – según mencionáramos. Pero cabe reflexionar sobre sus
alcances en su función de causa de justificación de la ilicitud del acto,
en el ámbito de la salud: en este sentido, ¿qué efectos tendrá la
prestación del consentimiento informado ante una propuesta
profesional si, luego de su práctica, el interesado sufre un daño?
Se ha dicho que el médico no se eximirá de responsabilidad por haber
consentido el paciente un acto culposo de su parte. Resulta aplicable a
esta situación, el nuevo art. 1743 CCyCN, cuando dispone que ―Son
inválidas las cláusulas que eximen o limitan la obligación de indemnizar
cuando afectan derechos indisponibles, atentan contra la buena fe, las
buenas costumbres o leyes imperativas, o son abusivas..”.
En cambio, la prestación adecuada y oportuna de información al
enfermo y su consentimiento previo al evento dañoso, podrán impedir
que se responsabilice al profesional por la materialización de riesgos
conocidos y asumidos por el interesado directo. Así, podrá liberarse el
médico de la obligación de reparar los perjuicios derivados de una
complicación previsible de una intervención quirúrgica necesaria,
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cuando fue debidamente advertida, habiéndose tomado todos los
recaudos para evitar dicha complicación.
Lo expuesto cuenta ahora con respaldo legal, pues según el ART. 1720
del nuevo Código Civil ―Sin perjuicio de disposiciones especiales, el
consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que
no constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los
daños derivados de la lesión de bienes disponibles”.
D.- LA RELACIÓN CAUSAL
En el ámbito del Derecho Civil, cualquiera sea el fundamento de la
responsabilidad —subjetivo u objetivo—, para que se pueda adjudicar
a una persona un determinado resultado y deba entonces ella
reparar el daño causado, es imprescindible la existencia de un nexo
causal entre su accionar y la consecuencia; o bien entre la acción
riesgosa propiaa, la acción del otro, o de la cosa de la cual es dueño
o guardián y dicha consecuencia. Y como veremos, tal relación debe
ser ―”adecuada”.

En el nuevo Código se consideran reparables las consecuencias


dañosas inmediatas y mediatas previsibles, que tienen nexo
adecuado de causalidad con el hecho productor del daño (ART.
1726); es decir, aquéllas que acostumbran a suceder según el curso
natural y ordinario de las cosas y aquéllas que resultan
solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento
distinto, respectivamente (conf. Art. 1727).
Ello es así, salvo disposición legal en contrario, que podría establecer
que para casos específicos algunas de esas consecuencias no sean
reparadas, o bien que se indemnicen también las consecuencias
casuales, definidas como aquellas que son mediatas e imprevisibles y
cuya reparación en general no se prevé.
A su vez, para el caso particular de los contratos –que no sean de
consumo-, se prevé la indemnización de las consecuencias previstas
o previsibles por las partes al momento de la celebración del
acuerdo, agravándose la reparación ante el dolo del deudor, supuesto
en el cual también quedan comprendidas las consecuencias
consideradas al momento del incumplimiento (art. 1728CCyCN).
El juicio de previsibilidad en abstracto que supone el estudio de la
causalidad, presenta particularidades muy propias al estudiarse la
responsabilidad profesional médica. En este sentido, no es suficiente
con la demostración del obrar negligente del médico para
considerarlo responsable por el perjuicio sufrido por el paciente,
sino que debe acreditarse que de acuerdo con tal juicio de
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previsibilidad, el daño deriva lógicamente de su conducta. Lo
expuesto no es más que una derivación de las reglas generales, pero
hacemos esta aclaración, pues comúnmente se asume que el mal
resultado de un tratamiento sumado a un obrar negligente, supone
necesariamente la responsabilidad profesional, cuando sabemos que
faltará aún la prueba de la causalidad adecuada. En este sentido, la
propia Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo que,
tratándose de responsabilidad médica, para que proceda el
resarcimiento de los perjuicios sufridos, debe acreditarse la
relación de causalidad entre el obrar culposo del profesional y el
daño causado (Fallos 315:2397, 325:2183).
Ahora bien, puede suceder que sobre la base de un juicio abstracto de
previsibilidad, se estime que el autor del daño fue un sujeto
determinado y sin embargo, al analizar pormenorizadamente las
circunstancias del evento, se advierta que un factor ajeno a tal agente
fue la verdadera causa del perjuicio. En tal caso, ese factor ajeno obrará
interrumpiendo o bien interfiriendo en la cadena causal y afectando la
previsibilidad.
En base a construcciones ya clásicas, el nuevo Código reconoce los
siguientes factores interruptivos:
a) EL HECHO DEL DAMNIFICADO LA VÍCTIMA (art. 1729 CCyCN):
por ejemplo, si el daño al paciente es producto de su propio
incumplimiento de las indicaciones prescriptas por el facultativo o del
abandono liso y llano del tratamiento.
b) EL HECHO DE UN TERCERO POR QUIEN NO SE DEBE
RESPONDER –que reúna los requisitos del caso fortuito- (art.
1731CCyCN): por ejemplo, si se reclama a un nosocomio por
considerarse que allí contrajo el paciente una infección, acreditándose
sin embargo, que su contagio tuvo lugar en una institución diferente.
c) EL CASO FORTUITO O LA FUERZA MAYOR (art. 1730 CCyCN): se
discute en doctrina si las limitaciones de la ciencia constituyen
supuestos de fuerza mayor. El tema resulta trascendente, por ejemplo,
en casos de contagio de enfermedades por medio de transfusiones
sanguíneas, cuando un virus resulta indetectable por limitaciones de
los métodos científicos disponibles, a pesar de realizarse todos los
procedimientos apropiados (es decir, si la contaminación se produce a
pesar de haberse realizado los correspondientes interrogatorios a los
donantes y los tests serológicos sobre su sangre), no habiendo sido
pacíficas las soluciones al respecto.
E.-EL FACTOR DE ATRIBUCIÓN DE RESPONSABILIDAD.
Finalmente, es sabido que para que exista responsabilidad civil debe
concurrir algún factor subjetivo u objetivo que la ley repute apto para
señalar quién habrá de ser responsable. Recordamos aquí, que de
13
acuerdo al art. 1768 CCyCN, la responsabilidad de los profesionales
será por lo general subjetiva, por su obrar culposo o doloso (art. 1724
CCyCN). Se trata, en ambos casos, de una atribución de
responsabilidad basada en un reproche sobre la conducta del agente
dañador.
Interesa a la Rama de la Medicina especialmente la idea de culpa, que el
Código unificado define así (ART. 1724): “…La culpa consiste en la
omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y
las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la
imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión….‖.
Este concepto se caracteriza por dos notas igualmente negativas: falta
la intención de perjudicar y asimismo faltan las diligencias
adecuadas para evitar la producción del daño.
La culpa puede asumir distintas formas:
a) La imprudencia: tiene lugar cuando se obra precipitadamente, sin
prever cabalmente las consecuencias que pueden derivar de ese obrar
irreflexivo.
b) La negligencia: consiste en la omisión de cierta actividad que habría
evitado el resultado dañoso. Es decir, no se hace o se hace menos de lo
debido.
c) La impericia: comprende las infracciones profesionales típicas, ya que
supone el desconocimiento de las reglas y los métodos propios de la
profesión de que se trate, pues todos los profesionales deben poseer los
conocimientos teóricos y prácticos pertinentes y obrar con previsión y
ajuste a éstos.
Y si bien no se aplica una gradación de culpas, sí se brindan algunas
pautas que hacen a la valoración de la conducta de las personas, de
tal modo de poder considerar la medida de su responsabilidad. En
este sentido, de acuerdo al ART. 1725 del Código aprobado:
a. Deber de prudencia y conocimiento: cuanto mayor sea el deber de
obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la
diligencia y la valoración de la previsibilidad de las consecuencias (o en
realidad, la previsibilidad de las consecuencias exigible). En igual
sentido, se expresaba el art. 902 del CC de Vélez Sársfield.
b. Casos de confianza especial: Cuando existe una confianza especial,
se debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones
particulares de las partes. Aclara la norma que no debe considerarse la
condición especial o facultad intelectual de una persona determinada
para valorar la conducta de los sujetos. Es decir, la referencia bien
podrá ser la del buen padre de familia o la de un individuo medio para
la categoría de que se trate (ej.: médico clínico promedio); a no ser en
los contratos que suponen una confianza especial entre las partes,
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supuesto en el cual la condición especial del agente determinará su
grado de responsabilidad.

Sin embargo, se impone a los médicos un factor de atribución


objetivo, si comprometen un resultado concreto (art. 1768 CCyCN),
compromiso que además, seguramente significará una transgresión a
deberes profesionales específicos. En este sentido, por ejemplo, la
L17132/67, de Ejercicio de la medicina, odontología y actividades de
colaboración, prohíbe a los profesionales que ejerzan la medicina: ―1º)
anunciar o prometer la curación fijando plazos; 2º) anunciar o prometer
la conservación de la salud. (art. 20).
En cuanto a la responsabilidad civil por daños causados con cosas, (ej.:
bisturíes, equipamiento diagnóstico, etc.), ésta sólo será objetiva si
dichas cosas fueren viciosas, aclarándose además que ―la actividad del
profesional liberal no está comprendida en la responsabilidad por
actividades riesgosas previstas en el artículo 1757‖ (conf. art.1768 ).
ART 1751. |Pluralidad de responsables| Si varias personas participan en la producción del
daño que tiene una causa única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la
pluralidad deriva de causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes. Por
el contrario, en las obligaciones concurrentes la acción de contribución con que cuenta el
solvens que paga la deuda contra los otros obligados concurrentes se rige por las relaciones
causales que originaron la concurrencia (art. 851, inc. h, CCyC). Esta distinción parte de la idea
de que en las obligaciones solidarias hay relaciones internas entre los codeudores, que se rigen
por los principios de participación y contribución, mientras que en las concurrentes no existe
tal vínculo.

PRUEBA:
En principio según el ART 1734, la carga de la prueba corresponde a la
parte que lo alega, pero esto sería un tanto injusto en este caso, por
eso:

El tema de las responsabilidades profesionales es un área en donde se


aplican LAS «cargas probatorias dinámicas» al principio «que trató de
flexibilizar la rigidez en que habían caído las reglas sobre la carga de la
prueba, y la consecuente dificultad que la aplicación de las mismas tenía en
ciertos casos; sostiene que, más allá del carácter de “actor o demandado”, en
determinados supuestos la carga de la prueba recae sobre ambas partes, en
especial sobre aquella que se encuentre en mejores condiciones para
producirla .Así pues, esta nueva teoría no desconoce las reglas clásicas de la
carga de la prueba, sino que trata de complementarla o perfeccionarla,
flexibilizando su aplicación en todos aquellos supuestos en que quien debía
probar según la regla tradicional se veía imposibilitado de hacerlo por motivos

15
completamente ajenos a su voluntad» (12). Jorge Peyrano, haciendo referencia
a esta doctrina, se refería también a las «pruebas diabólicas o de difícil o
imposible producción» (13).
Alberto Bueres argumenta así: «El tema de las responsabilidades
profesionales es un área en donde se aplican las cargas probatorias
dinámicas (art. 1768). Acá el profesional, especialmente en la medicina,
no puede permanecer “estático”, limitándose a esperar que el
damnificado pruebe su culpa, sino que debe demostrar su diligencia y
prudencia en atención de aquel. Con mayor razón si su responsabilidad es
objetiva por vicio de la cosa o por la promesa de un resultado, pues allí
deberá evidenciar una causalidad ajena.
Según Fallo:
‘en las obligaciones asumidas por los médicos y en los pleitos por ellas generados,
ambas partes deberán brindar todo su esfuerzo probatorio en uno u otro sentido para
que se pueda decidir si hay culpa, no culpa o caso fortuito (...).
IMPORTANCIA DE LA HISTORIA CLÍNICA:
S/ Fallo: Como es sabido, “La historia clínica es un medio de prueba de
capital importancia cuando se trata de dilucidar la existencia de mala
praxis médica, porque su confección se va desarrollando a medida que
ocurren los acontecimientos que involucran al paciente, registrándose
en ella una totalidad sucesiva de aconteceres que facilitarán luego, a
quien la analice con ojo crítico, discernir con claridad tanto el
fundamento científico de la asistencia brindada con el cabal
cumplimiento de los deberes inherentes a la profesión ejercida. Se ha
definido a la historia clínica como el instrumento mediante el cual el
médico elabora el diagnóstico, fundamenta el pronóstico y consigna el
tratamiento y la evolución del paciente.
¿Por qué NO SOLO SE MIRA EL RESULTADO NEGATIVO?
“En los juicios en los que se imputa responsabilidad médica por mala praxis, la prueba
debe versar sobre los actos u omisiones del médico que demuestren una actividad
negligente o imprudente o falta de la pericia necesaria, pero NO SOLAMENTE
SOBRE EL RESULTADO NEGATIVO DEL TRATAMIENTO pues aunque ese
resultado no fuere el esperado no compromete responsabilidad alguna si aquella
conducta considerada reprochable no está probada suficientemente”
“ El objeto de análisis en el juicio de responsabilidad es la conducta
del médico como plus causal respecto de la enfermedad. No se trata
de juzgar la enfermedad sino aquello que el médico aporta para
torcer su curso; si ello beneficia o perjudica, o es indiferente, o hay
una mera abstención cuando debía obrar. Puede ocurrir que no
obstante haber prestado una diligencia adecuada, se produzcan
adversidades porque la enfermedad es incurable o porque hay
errores inculpables”

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Responsabilidad Civil Profesional de las Instituciones de Salud

Por la Dra. Mariana Flichman

SMG Compañía Argentina de Seguros S.A.

INTRODUCCION:

Ante la creciente judicialización de la medicina, realidad palpada por todos los que
formamos parte de un equipo de Salud, también las Instituciones asumen un costo y una
responsabilidad muy importante, por la asistencia profesional que ofrecen y garantizan.

Las estadísticas de juicios y mediaciones nacionales, que coinciden con las propias de
SMG Seguros, indican que más del 60% de los reclamos recaen sobre las instituciones
de Salud, ya sean financiadoras o prestadoras.

Si bien el análisis es complejo, y tiene aristas muy diferentes, entre los factores que
determinan este resultado, sin duda se encuentra la pérdida de la relación personal con
el médico de cabecera, reemplazada por “el médico del prepago o la obra social”, donde
muchas veces el paciente recuerda haber ido a la guardia de una Institución, pero no
sabe el nombre siquiera del profesional que lo asistió.

La “relación contractual” a su criterio, la establece entonces con la obra social o la


Institución de Salud, y no en forma directa con el profesional, que circunstancialmente lo
atendió.

Debemos también analizar los derechos del paciente en su rol de “consumidor” de


servicios de salud, incluyendo entonces aquí el derecho a la protección de la salud,
seguridad e intereses económicos del mismo en cuanto a usuario de los servicios
asistenciales contemplado en la Ley de Defensa del consumidor (ley 24.240).

Por lo tanto el marco legislativo es amplio, con un abanico que abarca desde la
Constitución Nacional, el Código Civil e importantes leyes nacionales como la reciente
Ley de Derechos del paciente hasta la mencionada anteriormente Ley de Defensa del
consumidor.

DESARROLLO:

Comenzaremos analizando los cuatro presupuestos básicos que deben cumplirse,


según marca tanto la doctrina como la jurisprudencia, para que se genere
Responsabilidad Profesional, entendiendo ésta como “la obligación de responder
económicamente ante la generación de un daño, como mecanismo de reparación del
mismo”.

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PRESUPUESTOS BASICOS:

1. Acreditación del daño como elemento objetivo: sin daño no hay responsabilidad.

2. Antijuridicidad del daño producido.

3. La existencia de un factor de atribución de responsabilidad (Los factores de atribución


son las razones que justifican que el daño deba ser reparado).

4. Un nexo causal adecuado entre el acto u omisión antijurídica y el daño causado.

A diferencia de lo que ocurre con los médicos y otros profesionales de la salud, a los
que por regla se aplican factores de atribución de esencia subjetiva, especialmente la
culpa, (entendiendo por formas de culpa: negligencia, impericia, imprudencia o
inobservancia de los deberes a su cargo), respecto de la responsabilidad de los
organismos públicos de salud y empresas que prestan servicios médicos y
hospitalarios, los factores de atribución de responsabilidad aplicables son objetivos.

Es así que la responsabilidad de las instituciones por la actuación de sus médicos será
uno de los supuestos de responsabilidad del mismo, pero no el único ni muchas veces
el principal, no pudiendo por tanto acudirse a un fundamento subjetivo de la
responsabilidad del centro asistencial.

El sanatorio o empresa de salud celebra un atípico y complejo contrato de "clínica o de


hospitalización" con el paciente, dentro del que cabe abarcar la prestación de distintas
especies de servicios, según la concreta modalidad que se haya convenido, incluyendo,
en todo caso, servicios denominados extramédicos – que nada tienen que ver, directa o
indirectamente, con la Medicina , como son los relativos al hospedaje y alojamiento –
junto con los llamados asistenciales, (por ejemplo, la administración de los fármacos
prescriptos, la vigilancia y seguridad del paciente, etc.), pudiendo comprenderse,
además, actuaciones estrictamente médicas o no, en atención a si el paciente contrata
también con la propia clínica tales actos médicos a realizar por los facultativos que
dependan profesionalmente de esta última o, por el contrario, haya optado por escoger
libremente a un médico ajeno a la clínica en cuestión.

El incumplimiento de alguna obligación incluida en este contrato atípico compromete la


responsabilidad de la empresa sanatorial, sin necesidad de que indefectiblemente se
constate culpa en su accionar, situación muy diferente a la Responsabilidad Profesional
del médico en la cual siempre es necesario demostrar un alejamiento de la Lex Artis.

Obviamente que si se encuentra probada la culpa de uno de sus dependientes, con


mayor razón responde la Institución, a título de su rol de principal y en el marco del art.
1.113 C. C. que establece la responsabilidad de la Institución sobre las acciones de
aquellos que se encuentran bajo su dependencia: “La obligación del que ha causado un
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daño se extiende a los daños que causaren los que están bajo su dependencia, o por las
cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado”

La principal fuente de Responsabilidad Objetiva de las Instituciones es la Obligación de


cumplir con el deber de Seguridad.

Por eso es tan importante que las mismas cuenten con políticas que minimicen el riesgo
de eventos adversos, (a modo de ejemplo las caídas de pacientes).

Las Normas y Guías de atención en relación a temas que hacen a la Seguridad del
paciente, además de mejorar la Calidad asistencial, se convierten ante una instancia
judicial, en un importante elemento probatorio que permite demostrar la diligencia
institucional, y el haber previsto los medios necesarios para evitar el evento, a pesar de
que éste haya ocurrido de todos modos.

Fallo a modo de ejemplo:

“es responsable el hospital público demandado por la muerte de la hija de los actores
recién nacida que se contagió de meningitis en dicho nosocomio, toda vez que no ha
producido una sola prueba, estando en mejores condiciones de hacerlo, tendiente a
demostrar de qué manera cumplió adecuadamente su deber de adoptar precauciones y
concretamente con qué medidas previno de una infección que es una amenaza
suponible en el medio hospitalario” Cám. CC Jujuy, Sala III, 20/4/04, “C., C. F. y otra c.
Provincia de Jujuy”, RCyS 2004-V, 114.

La Responsabilidad civil de una Institución de Salud puede verse comprometida por una
variada gama de situaciones, mencionaremos la relacionada en forma directa al proceso
de atención médica:

1. La Responsabilidad directamente relacionada a los actos médicos.

2. La Responsabilidad surgida del Deber de Seguridad.

3. La Responsabilidad en el cumplimiento de normativas vigentes: residuos patológicos,


Archivo de Historias Clínicas, por ejemplo.

4. La Responsabilidad por los daños generados en relación al “riesgo vicio de las


cosas”(instrumental, aparatología, etc.)

Tan variada gama de circunstancias y la objetivación creciente de su responsabilidad


han hecho desplazar el meridiano de la responsabilidad civil del médico a la del
sanatorio u hospital.

ENTONCES:

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Las Instituciones deberán responder sin duda, por los actos que realice su equipo de
profesionales y personal auxiliar, siendo responsable del obrar de sus dependientes.

En los casos en que la Institución brinda servicios de hotelería, más soporte asistencial,
(enfermería, servicio de guardia, estudios complementarios), pero el profesional
actuante no guarda relación laboral, (médico particular o de medicina prepaga), con la
institución, es importante que quede aclarado por escrito en la historia clínica a través
de un formulario dicha situación firmado por el paciente o familiar responsable.

Con respecto a la responsabilidad por los bienes materiales (equipos, instrumental, etc),
la misma se resume muy bien en la siguiente frase del Dr. Vázquez Ferreyra:

“La misma obligación de seguridad asumen los entes asistenciales frente al paciente
respecto de los eventuales perjuicios que puedan originarse en el uso de instrumental
médico o en lo referido a los llamados actos extramédicos, daños causados por ejemplo
por la descarga eléctrica de un bisturí. En este caso, la obligación de seguridad de
resultado, va referida también a otra obligación de fines”.

La Institución deberá responder también por la falta de una adecuada prevención de


contingencias previsibles o la falta de coordinación entre sus diversos servicios, cuando
éstas tengan un nexo causal con el daño sufrido por el paciente, por ejemplo ante la
demora en el inicio de una cirugía de urgencia, ya que una adecuada organización forma
parte de la obligación de Seguridad.

La Institución deberá responder por la adecuada administración de la Documentación


Médica, resultando la historia clínica el elemento probatorio central e indispensable en
toda litis por praxis médica. La Responsabilidad comienza con la adecuada confección
de la misma, la confidencialidad de la información contenida en ella y su correcta guarda
y administración, según marca la legislación vigente.

Para finalizar, diremos entonces que el marco de la Responsabilidad Civil de las


Instituciones de Salud en relación al proceso de atención médica es muy amplio, siendo
entonces de vital importancia para la Seguridad Institucional contar con una adecuada
Gestión de Riesgo. La misma debe formar parte de los ejes centrales de la Organización,
y ser una prioridad de las máximas autoridades de la misma

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