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1. Introducción
Para hacer un análisis retrospectivo sobre el amparo laboral y de los impactos que
genera, se puede hacer una remembranza de los efectos que causan las normas en
el proceso laboral o en el derecho material laboral, debido a que ambos pueden
merecer tutela constitucional, en forma autónoma o conjunta.
Debería ser una situación normal, que quien se sienta vulnerado de un derecho
laboral recurra primero al proceso ordinario, y solo si no encuentra una vía
satisfactoria para sus intereses, podría recurrir a la vía constitucional (si el
derecho tiene cobertura constitucional): “Sostener lo contrario significaría firmar
que solo el amparo es el único medio para salvaguardar los derechos
constitucionales, a pesar de que a través de otros procesos judiciales también es
posible obtener el mismo resultado” (STC 0206-2005-PA/TC, f. 5).
La justicia constitucional resulta el último recodo que tiene la persona para lograr
atención a su problemática, pero esta situación tiene doble efecto: por un lado
posiciona al Tribunal Constitucional como el organismo más relevante de la
justicia y por otro visibiliza las vulnerabilidades del proceso laboral ordinario.
El artículo 200 inciso 2 de la Constitución Política del Estado, nos brinda las
características del proceso de amparo, que desde la cúspide del ordenamiento
será una norma necesaria a analizar:
Cuando una norma laboral se cuestiona a través del proceso de amparo, tiene un
impacto sobredimensionado, dado que no solo atiende la problemática concreta
del conflicto, sino debilita las bases de su aplicación y vigencia. En la
jurisdicción anglosajona de EE.UU., cuando un juez realiza control difuso de
constitucionalidad sobre una norma, esta se da por acabada y, si no es derogada,
morirá por inanición.
En esta parte, nos corresponde advertir que no cualquier norma puede ser
cuestionada con el amparo, sino que deben tener determinadas
características para ser ubicado en la mira. La disposición habilitante para la
evaluación se encuentra en el artículo 3 del Código Procesal Constitucional:
Son normas autoaplicativas, aquellas cuya aplicabilidad, una vez que han
entrado en vigencia, resulta inmediata e incondicionada”.
En estos casos, estamos hablando del control difuso que realiza la justicia
constitucional, a través del amparo sobre normas legales. Es necesario precisar
que tiene una distinta afectación cuando nos encontramos con el control abstracto
que se realiza a través del proceso de inconstitucionalidad de leyes o el proceso
de acción popular, según sean leyes o normas de menor
jerarquía respectivamente.
Esta diferenciación hace que, gran parte de la problemática del amparo contra
normas legales, se encuentre conflictuada por una inadecuada definición de
ambos procesos y sus objetivos.
Para que el proceso de amparo contra normas resulte procedente, es necesario que
sea evaluado en dos fases[7]:
Para que pueda ser viable el control vía amparo, es necesario que la lesión o
amenaza alegada incida en el contenido constitucionalmente protegido del derecho
invocado o la relevancia iusfundamental que exige el artículo 5, inciso 1[8] del
Código Procesal Constitucional, para establecer si ha existido alguna
intervención prima facie en los derechos que invoca[9].
Pasemos a realizar la diferenciación entre dos tipos de amparos que afectan a las
normas legales:
En estos casos, estamos ante normas legales cuya eficacia y, por tanto, eventual
lesión, se encuentra condicionada a la realización de actos posteriores de
aplicación. Su procedencia ha de responder a los siguientes criterios: “por un
lado, si se trata de una alegación de amenaza de violación, ésta habrá de ser cierta
y de inminente realización”[11]. Con relación a la amenaza cierta, es analizable
desde dos puntos de vista, jurídico o fáctico, y en ambos casos debe ser de
inminente realización: “esta situación supone su evidente cercanía en el tiempo,
es decir, actualidad del posible perjuicio cuya falta de atención oportuna haría
ilusoria su reparación”[12].
En este segundo caso, es factible que la vía ordinaria sea también una vía adecuada
para su debate por la afectación generada. En consecuencia, cualquier juez laboral
que conozca en un proceso ordinario, puede recurrir al control difuso de
constitucionalidad para inaplicarla al caso concreto.
Situación que, en el primer caso, no será factible encontrarle una vía adecuada en
la vía ordinaria, como se verá más adelante.
Existen dos perspectivas para entender cuándo una vía puede ser
considerada igualmente satisfactoria. Desde una visión objetiva, se debe
analizar la estructura del proceso para establecer si estamos ante una
vía célere y eficaz que nos permita establecer que la estructura del proceso
ordinario es idónea; pero esto no resulta suficiente, ya que a su vez es
necesario saber si el proceso atenderá adecuadamente en justicia,
evaluando en este caso la idoneidad de la tutela.
Por otra parte, desde la perspectiva subjetiva, se puede abordar si transitar
el proceso ordinario no pone en riesgo el derecho a tutelar, que a la
postre puede convertirse en irreparable y debe brindar tutela
urgentísima; atendiendo a la relevancia del derecho involucrado o al grave
daño que podría ocurrir.
(…)
“Para la adopción de las medidas a que se refiere este capítulo, los Estados
Partes tendrán especialmente en cuenta la situación de vulnerabilidad a la
violencia que pueda sufrir la mujer en razón, entre otras, de su raza o de su
condición étnica, de migrante, refugiada o desplazada. En igual sentido se
considerará a la mujer que es objeto de violencia cuando está embarazada (…)”.
La vinculación entre la norma legal y su afectación, hace que sea una muestra y
característica de una norma autoaplicativa, al extremo que el sustento de la baja
está centrada directamente en la norma cuestionada.
6.2. Puede negarse el amparo contra normas laborales por cuanto sus efectos
no son autoaplicativos
Para curarse en salud, el TC advierte que, el amparo contra normas legales, tiene
ciertas restricciones que deben ser cumplidas a efecto de no ser pasadas como
contrabando de una evaluación abstracta de normas legales:
La Ley 30057, Ley del Servicio Civil, no puede ser considerada una norma
autoaplicativa, por cuanto para empezar a regir la norma, debe ser
reglamentada, tal como está previsto en el inciso c) de la Novena
Disposición Complementaria Final (f. 30).
La Ley 30057, Ley del Servicio Civil, tampoco puede ser considerada
como de eficacia inmediata, pues ella se encuentra sujeta a dos
condiciones: (1) que los servidores públicos bajo los regímenes de los
Decretos Legislativos 276, 728 y 1057 expresen su voluntad de traslado al
régimen del servicio civil, y que medie previamente (2) un concurso
público de méritos (f. 32).
Puede apreciarse que el amparo contra normas legales no tiene una aplicación
general, sino que está restringida a determinadas características de las normas
legales, por lo que debe ser analizado en forma previa el impacto del agravio
directo en el afectado de la relación laboral.
Este caso es relevante, ya que nos permite observar que el Código Procesal
Constitucional ha sido aplicado más allá de sus contornos normativos por el TC,
realizando una sentencia pretoriana donde lo fáctico y jurídico han sido los
elementos resaltantes para atender la situación dramática del caso.
El amparo es una vía residual y es abierta únicamente cuando no exista otra vía
igualmente satisfactoria; sin embargo, en casos muy extremos, el Tribunal
Constitucional asume un rol protagónico ante la parsimonia del Poder Judicial.
Haciendo un resumen apretado del caso, el dirigente minero Victor Taype (STC
N.º. 3360-2011PA/TC del 29.10.2013) fue despedido por la empresa
Buenaventura en 1989 y después de 5 años de proceso judicial ordinario fue
repuesto. Increíblemente, al día siguiente es despedido nuevamente y
posteriormente, después de 3 años, volvieron a reponerlo en 1996, por otro proceso
judicial ordinario. De nuevo, después de 2 años es vuelto a despedir y en este tercer
despido ocurre una situación sui generis:
Esta situación hace que el Tribunal Constitucional haya tomado al “toro por las
astas” y resuelva inusualmente la “papa caliente”. El TC fundamenta su
protagonismo señalando que el proceso ordinario tenía una demora de 13
años y que, si bien el dirigente buscó resolver su problemática en la vía ordinaria
laboral, dada la situación de incertidumbre del “peloteo”; se sumía al trabajador en
la indefensión y, en la práctica, era la negación de justicia oportuna y efectiva.
[2] STC N°. 5854-2005-PA/TC, Piura, caso Lizana Puelles. Del 08.11.2005. f. 12.
a.
[4] Auto del Tribunal Constitucional, N°. 01547 2014-PA/TC, Piura Bayona Tello.
f. 25 y 26.
[13] STC N.º. 3070-2013-PA/TC Arequipa, caso Bernal Aguedo, f. 2.3 a 2.5.
[17] STC N°. 1424-2013-PA/TC, Lima, caso Álvarez Villanueva del 09.12.2015
“Artículo 42.- Del estado civil, paternidad y maternidad. Para obtener y mantener
la condición de Cadete o Alumno en los Centros de Formación de las Fuerzas
Armadas, se requiere cumplir con lo siguiente: (…) c) No encontrarse en estado
de gestación.
Artículo 49.- De las causales de baja. La baja del cadete o alumno de Los Centros
de Formación de las Fuerzas Armadas, puede darse en los siguientes casos: (…)
f). Inaptitud Psicofísica de origen psicosomático”.