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La reserva del fallo condenatorio

en la legislación peruana.
Especial consideración a las
modificaciones realizadas por el
artículo 1 de la Ley 30076
POR
JORGE A. PÉREZ LÓPEZ
-
MAYO 5, 2016

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La reserva del fallo condenatorio en la legislación peruana. Especial
consideración a las modificaciones realizadas por el artículo 1 de la Ley N°
30076 (Imagen: WikiHow).

Sumario: I. Introducción. II. Definición. III. Naturaleza jurídica. IV. Ámbito


de aplicación de la reserva de fallo condenatorio V. Efectos de la reserva
de fallo condenatorio. VI. Reglas de conducta a imponerse. VI.1.
Prohibición de frecuentar determinados lugares. VI.2. Prohibición de
ausentarse del lugar donde reside sin autorización del juez. VI.3.
Comparecer mensualmente al juzgado, personal y obligatoriamente, para
informar y justificar sus actividades VI.4. Reparar los daños ocasionados
por el delito o cumplir con su pago fraccionado, salvo que demuestre que
está en imposibilidad de hacerlo. VI.5. Prohibición de poseer objetos
susceptibles de facilitar la realización de otro delito. VI.6. obligación de
someterse a un tratamiento de desintoxicación de drogas o alcohol. VI.7.
Obligación de seguir tratamiento o programas laborales o educativos,
organizados por la autoridad de ejecución penal o institución competente.
VI.8. Los demás deberes adecuados a la rehabilitación social del agente,
siempre que no atenten contra la dignidad del condenado. VII. Efectos
del incumplimiento de las reglas de conducta. VII.1. Severa advertencia.
VII.2. Prórroga del régimen de prueba sin exceder la mitad del plazo
inicialmente fijado. VII.3. Revocatoria del régimen de prueba.

I. INTRODUCCIÓN

El 19 de agosto pasado, fue publicada en el diario oficial El Peruano la Ley


30076, mediante la cual se modifican numerosos artículos del Código Penal,
Código Procesal Penal de 2004, Código de Ejecución Penal y Código de los
Niños y Adolescentes, además de incorporarse preceptos, derogaciones y
entradas en vigencia de diversos artículos del nuevo Código Procesal Penal.
Dentro de las modificaciones que realiza la mencionada Ley se encuentran las de
los artículos 62 y 64 del Código sustantivo, es decir, las circunstancias y
requisitos de la reserva del fallo condenatorio y las reglas de conducta que se
tienen que imponer cuando se aplica esta figura jurídica.

Lea también: TC se pronuncia a favor de la posibilidad de declarar la


nulidad de sus sentencias.

Dentro de la actual tendencia humanizadora de las ideas penales[1], que origina


la necesidad de buscar nuevas fórmulas punitivas sumidas en raíces preventivas,
cohesionadas en principios penales rectores orientados a reducir el poder
punitivo y la descarga penal en la persona del justiciable, nuestro Código Penal
toma como alternativa a la ejecución de las penas, la figura jurídica anglosajona
denominada probation para fundamentar la utilización de la reserva de fallo
condenatorio que acoge el artículo 62 y subsiguientes de nuestro Código
sustantivo. Mediante la probation se declara la culpabilidad del imputado,
absteniéndose el juez de pronunciar una pena, imponiendo más bien
determinadas obligaciones específicas, entre ellas, la subordinación del
condenado a un “probation officer”. Esta institución, muy utilizada en los
Estados Unidos de Norteamérica, se diferencia de la reserva de fallo
condenatorio, en la ausencia en ésta última de un ente vigilante o fiscalizador en
el cumplimiento de las reglas de conducta, control que en nuestro sistema
únicamente le corresponde al juzgador. Tal vez las carencias materiales para
incorporar un sistema vigilante así como la intención de confiar en un
tratamiento autocorreccional condujeron al legislador nacional a optar por el
sistema vigente[2].

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derecho.

La reserva de fallo condenatorio constituye una medida alternativa a la pena


privativa de la libertad de corta duración. Su objetivo no es la de constituir un
remiendo de poca trascendencia, sino evitar que muchos transgresores de la ley
penal cumplan su pena en la cárcel, que constituye uno de los principales factores
criminógenos de nuestra sociedad (para la mayoría de internos será una escuela
que lo graduará de delincuente), impidiendo con ello la consiguiente
desocialización y efectos traumáticos que produce ésta sobre el condenado y su
familia. Cuando la pena es de corta duración, cuando su lesividad es mínima, o
cuando la naturaleza del delito o personalidad del autor no amerita la pena
privativa de libertad efectiva, es preferible optar por un medio alternativo en el
que no peligre la libertad y la dignidad humana[3].

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sentencias.

En la medida de lo posible se debe reservar la pena de prisión efectiva para los


injustos más graves, para aquéllos delincuentes que con su accionar delictivo han
revelado una peligrosa personalidad que ponen en riesgo los valores
fundamentales de una sociedad democrática. La reserva de fallo condenatorio se
adscribe fuertemente a esta proyección preventiva que destierra del sistema de
punición una orientación marcadamente retributiva[4].

II. DEFINICIÓN

La reserva de fallo condenatorio consiste en la declaración de la culpabilidad


del imputado sin pronunciamiento de la pena, la misma que se suspende a
condición de que el sujeto supere un período de prueba en el que ha de cumplir
ciertos deberes. Tiene un origen convergente con la condena condicional, pero se
diferencia de esta última en algunos matices, como el hecho de que la reserva de
fallo impide el registro de antecedentes penales. Ambas figuras buscan orientar
todo el sistema de penas a fines preventivos y a reservar la pena privativa de
libertad para los injustos más graves, es decir, partir de nuevos mecanismos
punitivos más resocializadores y materialmente accesibles para el Estado[5].
Como vemos, estas instituciones se conducen hacia un mismo fin, que es el
garantizar la rehabilitación social del reo, que desarrolla su tratamiento en un
ambiente de libertad, evitando su desarraigo social. Lo que se busca es la
extinción de la responsabilidad criminal por medio de la reinserción social[6].

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común en la excepción».

En la reserva de fallo condenatorio, el Juez o Tribunal se abstienen de dictar la


parte resolutiva de la sentencia condenatoria, renuncian a imponer una condena,
estableciendo un período de prueba, en tanto la condena condicional sí importa la
existencia de una sentencia condenatoria, es decir, el juez llega a pronunciarla;
sin embargo, los efectos ejecutivos de la condena quedan suspendidos a
condición de que el reo cumpla determinadas obligaciones contenidas en las
reglas de conducta. La reserva del fallo condenatorio viene a sustituir a las penas
cortas de privación de libertad a fin de evitar sus efectos perniciosos en la
persona del reo[7].

III. NATURALEZA JURÍDICA

La reserva de fallo condenatorio, como hemos indicado con anterioridad,


constituye una de las medidas alternativas a la pena privativa de la libertad de
corta duración. Es una dispensa judicial, que se adscribe en el marco de las
facultades discrecionales del juzgador, quien ante determinadas circunstancias
dispone la reserva del fallo, sometiendo al reo a una serie de reglas de conducta a
fin de garantizar el programa resocializador; es decir, se orienta en exclusiva al
fin de prevención especial. No es strictu sensu una sustitución de pena, pues al
reo no se le impone pena alguna, en la reserva de fallo condenatorio no se llega a
conocer el contenido de la sentencia condenatoria (la consecuencia jurídica queda
en silencio temporal), el juez no la hace pública, pero se reserva el derecho de
hacerlo en caso de que el reo incumpla las reglas de conducta o cuando cometa
un nuevo delito doloso[8]. Es un instituto similar a la probation inglesa y
norteamericana y a la “amonestación con reserva de penas” del Derecho
alemán[9]. La introducción de la reserva de fallo condenatorio en nuestra
legislación emana de la convergencia de dos postulados básicos reconducibles
entre sí: la humanización y dignidad de las penas, y la resocialización del
condenado.

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IV. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA RESERVA DE FALLO


CONDENATORIO

El primer párrafo del artículo 62 del Código penal, modificado recientemente


por artículo primero de la Ley N° 30076 señala lo siguiente: “El juez puede
disponer la reserva de fallo condenatorio siempre que de las circunstancias
individuales, verificables al momento de la expedición de la sentencia, pueda
colegir que el agente no cometerá nuevo delito. El pronóstico favorable sobre la
conducta futura del sentenciado que formule la autoridad judicial requiere de
debida motivación (…)”.

Tal como la ley penal prevé, la aplicación de la reserva de fallo condenatorio se


sujeta a las facultades discrecionales del juzgador, quien valorará el caso
concreto, analizando si éste se adecua a las condiciones y requisitos expuestos en
el párrafo anterior, concordantes con el artículo 63 del Código Penal, que faculta
al juez a abstenerse de dictar la parte resolutiva de la sentencia. En este sentido,
el juez se abstiene de pronunciar la pena, a pesar de haber encontrado
judicialmente culpable al imputado, quien en virtud de determinadas
características merece, según la ley, un tratamiento punitivo diferenciado –de
acuerdo al contenido del injusto y al grado de reproche personal–[10].

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inmediato (mal llamado proceso de flagrancia).

El legislador condiciona la aplicación de la reserva del fallo condenatorio a las


circunstancias individuales, verificables al momento de la expedición de la
sentencia, que hagan suponer que esta medida evitará que éste vuelva a cometer
delitos en el futuro. Como vemos, el legislador no puede desprenderse de
valoraciones propias de un Derecho Penal de autor que en realidad encubren una
necesidad protectiva de la sociedad, al estimar que la admisión del beneficio está
sujeta a una condición de cara a futuro, en razón de un pronóstico de conducta;
en ese sentido, por ejemplo, se manifiesta la ejecutoria expedida en el Exp. N°
2207-96[11]: “Es procedente la reserva de fallo condenatorio si el procesado es
una persona joven, carente de antecedentes penales y atendiendo a que las
lesiones que infirió al agraviado fueron consecuencia de una pelea por razones
de trabajo, no denotando por ello peligrosidad”. No bastaría entonces con la
realización de una valoración circunspecta del injusto y sus características.

La parte final del primer párrafo del artículo 62 del Código Penal, modificado
por el artículo primero de la Ley N° 30076, señala que el pronóstico favorable
sobre la conducta futura del sentenciado que formule la autoridad judicial
requiere de debida motivación; es decir, el Juez está obligado a justificar la
decisión tomada, proporcionando una argumentación convincente e indicando lo
bien fundado de las opciones que efectúa[12]. La motivación debe mostrar que la
decisión adoptada está legal y racionalmente justificada sobre la base de aquellos
elementos que la fundamentan.

Lea también: Corte Suprema establece doctrina jurisprudencial sobre la


prórroga de la investigación preparatoria.

El plazo de reserva de fallo condenatorio es de uno a tres años, contados desde


que la decisión adquiere calidad de cosa juzgada, de acuerdo con el párrafo final
del artículo 62 del Código Penal, modificado por el artículo primero de la Ley N°
30076.

Los requisitos para que el agente pueda acceder a la reserva del fallo
condenatorio, son los siguientes, de conformidad con el segundo párrafo del
artículo 62 del Código Penal, modificado por el artículo primero de la Ley N°
30076:

1. Cuando el delito está sancionado con pena privativa de libertad no mayor de


3 años o con multa;
2. Cuando la pena a imponerse no supere las 90 jornadas de prestación de
servicios a la comunidad o de limitación de días libres; o
3. Cuando la pena a imponerse no supere los 2 años de inhabilitación.

Por lo expuesto, podemos señalar que la reserva de fallo condenatorio tiende a


una mayor extensión aplicativa que la suspensión de la condena, al operar
también en penas como la multa, la inhabilitación y la prestación de servicios a la
comunidad. Es importante indicar además que el Código Penal sólo se refiere a
las penas privativas de libertad, de multa y limitativas de derecho, pero no a las
penas restrictivas de libertad, por lo que no habrá reserva de fallo en ningún caso
respecto a éstas últimas.

Lea también: Corte Suprema: Establecen doctrina jurisprudencial sobre


audiencia, motivación y elementos de la prisión preventiva.

V. EFECTOS DE LA RESERVA DE FALLO CONDENATORIO

El primer párrafo del artículo 63 del Código Penal establece que: “El juez al
disponer la reserva de fallo condenatorio se abstendrá de dictar la parte
resolutiva de la sentencia, sin perjuicio de fijar las responsabilidades civiles que
procedan”. Solo la parte resolutiva de la sentencia queda en reserva, más no la
reparación civil, la cual mantiene su vigencia ejecutiva. El fundamento de ello es
que el pago de la reparación civil es un elemento importante que juega un rol
preponderante en los mecanismos alternativos a la pena de privación de la
libertad, pues, la integración social favorecida por la prevención especial en este
caso (por la reserva del fallo) es el primer eslabón por el que hay que recurrir
para lograr la efectiva rehabilitación social[13].

Lea también: Corte Suprema: el proceso penal de revisión y la imparcialidad.

Una especial consideración que reafirma las pretensiones de prevención especial,


es la modificación efectuada por la Ley N° 27688 del 20 de noviembre de 2001
al artículo 63 del Código Penal, estableciendo que: “la reserva del fallo se
inscribirá en un registro especial, a cargo del Poder Judicial, el registro informa
exclusivamente a pedido escrito de los jueces de la República, con fines de
verificación de las reglas de conducta o de comisión de nuevo delito doloso. El
Registro es de carácter especial, confidencial y provisional y no permite, por
ningún motivo, la expedición de certificados para fines distintos”. La
modificación efectuada, es a efectos de que los órganos de justicia lleven un
mejor control de esta institución, a fin de verificar si el condenado está
cumpliendo con las reglas de conducta o si ha vuelto a cometer un nuevo delito
doloso, lo cual es importante, en tanto, un juez de un mismo o distinto distrito
judicial, pueda acceder a esta información a efectos de tomar las decisiones
judiciales correspondientes a estos efectos. Es entonces, una posibilidad de
registro únicamente concerniente a los fines expuestos, pues, si la información es
utilizada hacia el exterior, es decir, a efectos publicitarios, contrarrestaría el
programa rehabilitador, el hacerse público la calidad del condenado provocaría
su estigmatización y rotulación social, lo cual en definitiva entorpecería la
recuperabilidad del reo. Por ello, la suspensión del fallo es una figura de mayor
contenido o carácter resocializador que la remisión condicional, pues todavía no
marca –como hacen los antecedentes penales- al reo favorecido por aquélla, y
permite una rápida reincorporación a la sociedad. Aquí el responsable penal no
tendrá antecedentes penales, pues el Registro Nacional de Condenas,
dependencia judicial encargada de registrar todas las sentencias condenatorias del
país no deberá recibir información de la pena del condenado. Otro aspecto
importante de la modificación efectuada, es la señalada en el último párrafo del
artículo 63 del Código Penal: “Cumplido el período de prueba queda sin efecto la
inscripción en forma automática y no podrá expedirse de él constancia alguna,
bajo responsabilidad. El juez de origen, a pedido de parte, verificará dicha
cancelación”[14]. Esta medida, en definitiva, es plausible con el fin de garantizar
los efectos rehabilitadores de esta institución jurídica, de asegurar una efectiva
reintegración social del reo mediante su participación en los diversos procesos
sociales, evitándose el estigma social y su desarraigo en la sociedad, a lo cual
debería sumarse la ayuda de organismos asistenciales de instituciones estatales y
privadas, conducentes a evitar la reincidencia del reo, favoreciendo su reinserción
social a través de la promoción de tareas educativas y laborales[15].

Vencido el plazo del período de prueba y dándose cumplimiento a la disposición


establecida en el artículo 63 (in fine), no existe inconveniente alguno para que el
excondenado pueda someterse nuevamente al ámbito amplificador de la reserva
de fallo condenatorio, siempre y cuando las circunstancias concretas se ajusten a
los requerimientos y presupuestos exigidos por ella.

VI. REGLAS DE CONDUCTA A IMPONERSE


Igual que en el caso de la condena condicional, el legislador ha considerado
necesario, que el beneficiado con la reserva de fallo condenatorio sea sometido a
determinados parámetros de conducta a fin de garantizar y de controlar el
proceso de rehabilitación social. A tales efectos, el artículo 64 del Código Penal
modificado por el artículo primero de la Ley N° 30076, establece que el juez, al
disponer la reserva de fallo condenatorio, impondrá las reglas de conducta
siguientes:

VI.1. Prohibición de frecuentar determinados lugares

Referido a determinados lugares que pueden ser considerados como ambientes


nocivos, con la finalidad de evitar la comisión de un nuevo delito[16]. La
prohibición de frecuentar determinados lugares como regla de conducta, es
menos lesivo que la pena privativa de libertad. Es pertinente deslindar en este
numeral la alusión al término “frecuentar” cuyo significado literal es repetir un
acto a menudo, concurrir con frecuencia a un lugar o tratar con frecuencia con
alguien, lo que nos lleva a una consecuencia lógica, que es permitido acudir a un
lugar prohibido de manera periódica, justamente para que siga siendo accesible la
libertad ambulatoria del reo aunque restringida durante un tiempo[17].

Bajo esta regla de conducta no cabe establecer obligaciones ambiguas u


equívocas como “abstenerse de concurrir a lugares de dudosa reputación”[18] o
“no frecuentar lugares que atenten contra la moral y las buenas costumbres”,
entre otras similares; asimismo, sería inadmisible la instrucción en la que se
impidiera visitar regularmente la iglesia, incorporarse a una asociación o
separarse de los propios hijos, por ejemplo.

VI.2. Prohibición de ausentarse del lugar donde reside sin autorización del
juez

El sentido de esta regla de conducta subyace en hacer efectivas las reglas de


conducta impuestas y que puedan ser controladas, mantener el respeto del
imputado por su domicilio, además de saber en qué lugar se encuentra para tener
conocimiento de lo que está haciendo y así pueda ser controlado de una mejor
manera, asimismo de evitar que el inculpado tenga reacciones espontáneas como
el irse del lugar donde reside, sin rumbo, sin motivo o con la intención de eludir
las reglas de conducta impuestas.
Esta regla de conducta debe tener un trato muy delicado, exige una relación
directa del juez con el beneficiario de la reserva de fallo condenatorio, pues en
muchos casos, el comunicar al juez todas las veces en las que el sentenciado se
deba ausentar del lugar donde reside por cualquier motivo, con la finalidad de
esperar la autorización del magistrado para tal efecto, generaría mucha pérdida de
tiempo, pues hay situaciones de urgencia o de emergencia en la que el
beneficiario se debe ausentar de su domicilio, ya sea por la muerte de un familiar
en un lugar lejano, enfermedad grave, etc., o por la existencia de situaciones
excepcionales como los motivos de estudio que exigirían al beneficiario viajar
periódicamente del lugar donde reside; en estos supuestos la prohibición de
ausentarse de su domicilio se relativiza, esto es, que el agente podría justificar ex
post su ausencia, si así lo requieren las circunstancias del caso; pero si el
imputado tiene que ausentarse del lugar donde reside por un tiempo considerable
(valorativamente razonable), entonces en estos casos cabría la exigencia de la
autorización del juez para tal efecto, que debe evaluarse de conformidad a los
intereses del favorecido, por ejemplo, que haya conseguido un trabajo o por
motivos de estudio, los cuales deben ser debidamente sustentados, implicando la
autorización del juez, también, la salvaguarda de las demás reglas de conducta
para que no sean burladas por el agente con motivo de su ausencia[19].

VI.3. Comparecer mensualmente al juzgado, personal y obligatoriamente,


para informar y justificar sus actividades

Las actividades que informe o justifique el sentenciado deben ser obviamente


lícitas. Lo que se busca con esta exigencia es el control inmediato de los trabajos,
actividades al que se está dedicando el agente “para evitar la comisión de futuros
delitos”, así como “encausar al sujeto respecto a la norma”.

El control no se finiquita, como mal se acostumbra, con la sola presencia del


favorecido al juzgado y a la suscripción en el cuaderno o registro respectivo, sino
además éste debe informar y sustentar ante el juez las tareas cotidianas a las que
se dedica.

Si el beneficiario se está dedicando a trabajar, estudiar, etc., puede sustentarlo


documentalmente, dando mayor confianza y veracidad al cumplimiento de las
otras reglas de conducta, porque de lo que se trata también es evitar que el
beneficiario mienta. Esta medida, como vemos, permite al Juez que conoció el
caso, fiscalizar y orientar al agente de modo que no se haga innecesaria esta
institución.

VI.4. Reparar los daños ocasionados por el delito o cumplir con su pago
fraccionado, salvo que demuestre que está en imposibilidad de hacerlo

Esta regla de conducta se refiere a la reparación de los daños ocasionados con el


delito, que debe hacer el sujeto hasta donde le sea posible. Dicha regla refuerza el
deber de indemnizar los daños que impone el Derecho Civil[20]. Uno de los
efectos jurídicos de la comisión de algún ilícito penal, aparte de las
consecuencias personales, son las consecuencias reales, y el hecho de que se
reserve la pena en el fallo respectivo, no le exime al beneficiario de responder o
cumplir con la reparación civil a favor de la victima o la parte agraviada.

Uno de los asuntos más discutidos por la doctrina es hasta que punto sería
legítimo establecer o no como regla de conducta la obligación de reparar los
daños ocasionados por el delito, ya que su eventual incumplimiento traería
consigo la revocación de la reserva de fallo condenatorio y la aplicación al
renuente, en el último de los casos, de una pena efectiva, dando la impresión de
imposición de una sanción penal por el no pago de una deuda, lo que está
proscrito por la Constitución Política del Estado. Además, se argumenta que la
reparación civil, es un asunto que pertenece más al ámbito del Derecho privado
por lo que deberían utilizarse los mecanismos procesales de carácter
civil[21] para su cobro.

Lo central no es la deuda sino la regla de conducta que tiene naturaleza penal y


no civil. Acotando al respecto, la exigencia que se le hace al beneficiario de la
reserva de fallo condenatorio de reparar el daño, esto es, la realización positiva a
favor del agraviado, tenga connotación patrimonial positiva a favor del agraviado
o connotación patrimonial para fines del análisis de la regla de conducta no es lo
central, sino lo periférico; por lo tanto, la aludida regla de conducta no pone en
tela de juicio a la máxima de que no hay prisión por deudas[22].

VI.5. Prohibición de poseer objetos susceptibles de facilitar la realización


de otro delito
Lo que se pretende con esta regla de conducta es evitar que el agente cometa otro
delito parecido o de similar naturaleza, prohibiendo la posesión de los medios por
los que se pudo haber valido el beneficiario para la comisión de ilícitos penales o
podría valerse para la perpetración de delitos futuros. El juez puede prohibir la
tenencia de armas o de cualquier otro objeto que pudiera servirle al sentenciado
de ocasión o estímulo para cometer nuevos delitos. Se entiende que, solamente,
se refiere a ilícitos que se cometen con medios tangibles, materiales.

La fragilidad de esta regla de conducta se observa en el campo real, toda vez que
no se puede dar un control efectivo a ésta prohibición, pues tendría que realizarse
pesquisas periódicas en el domicilio del beneficiario o en los lugares que
frecuenta con el objetivo de requisar los objetos que faciliten la comisión de
delitos.

VI.6. Obligación de someterse a un tratamiento de desintoxicación de


drogas o alcohol

En el caso de que el sentenciado sea un dependiente a las drogas y/o alcohol y


este vicio origine su conducta contraria a la ley penal, el Juez puede obligarlo a
que se realice un tratamiento de desintoxicación en un establecimiento creado
para esos fines, sea público o privado.

VI.7. Obligación de seguir tratamiento o programas laborales o


educativos, organizados por la autoridad de ejecución penal o institución
competente

Si el sentenciado realiza programas laborales o educativos o cualquier otro


tratamiento organizado por la autoridad de ejecución penal o institución
competente, a fin de evitar que éste realice actividades que lo aparten de la ley, el
Juez puede obligarlo a continuar con los mismos por un tiempo determinado
hasta que no exista riesgo de que el beneficiario recaiga en la comisión de delitos
o éste riesgo sea ínfimo.

VI.8. Los demás deberes adecuados a la rehabilitación social del agente,


siempre que no atenten contra la dignidad del condenado

Es de indicarse que las reglas de conducta que se pueden imponer al favorecido


con la reserva de fallo condenatorio no son taxativas, la ley otorga la
posibilidad al Juez de establecer otras reglas de conducta que considere
necesarias[23]. La creación de reglas de conducta según estime conveniente el
Juez, tiene sus límites en la dignidad de la persona; ello significa tratar al
beneficiario no como un medio sino como un fin en sí mismo, por lo que no se
permite tratos crueles ni degradantes.

La imposición de las reglas de conducta al beneficiario son un modo alternativo a


la pena en sí. Si el beneficiario de la reserva del fallo condenatorio no cumple
con las reglas de conducta –en ultima ratio– se hace efectiva la pena. La
individualización de la pena debe ya realizarse al dictarse la sentencia por
razones prácticas y fundamentalmente de inmediación, lo que queda reservado es
simplemente la ejecución de la pena –la parte resolutiva de la sentencia–[24].

Los fundamentos de la imposición de las reglas de conducta podrían explicarse


desde la perspectiva de la denominada teoría preventiva unificadora de la pena,
acentuando su fin rehabilitador. Quiere decir que el cumplimiento de las reglas
de conducta debe conducir a que el beneficiario no cometa más delitos.

VII. EFECTOS DEL INCUMPLIMIENTO DE LAS REGLAS DE CONDUCTA

Las reglas de conducta son de singular característica, pues su incumplimiento


conlleva alguna consecuencia jurídica que reza el artículo 65 del Código Penal, la
que está dirigida al Juez. El incumplimiento de las reglas de conducta por parte
del beneficiario por razones atribuibles a su persona, trae como consecuencia una
sanción, en este caso el Juez puede disponer la amonestación, la prórroga del
plazo de prueba (sin exceder la mitad del plazo inicialmente señalado) o la
revocación de la reserva de fallo condenatorio.

La prohibición de cometer algún ilícito penal no puede ni es una regla de


conducta, ya que su exigencia es para todos los ciudadanos, pues tiene el estatus
de norma en sentido estricto, mas no de regla de conducta. Sin embargo, la
comisión de un “nuevo” delito doloso por sí misma debería ser una causal de
revocación de la reserva del fallo condenatorio[25].

Uno de los mayores inconvenientes en la puesta en práctica de la reserva de


fallo condenatorio es el déficit de control en el cumplimiento de las reglas de
conducta. Con la revocación de la reserva de fallo condenatorio no se busca
mejorar el comportamiento del agente, sino de retribuirle la sanción
correspondiente de modo neutral.

HURTADO POZO indica que la redacción del artículo 65 del Código Penal es
defectuosa, en la medida en que no corresponde a la manera como ha sido
concebida la reserva de fallo; en este sentido, el incumplimiento de las exigencias
no implica la revocación automática, ya que se inspira en la idea de que el Juez
debe proceder de manera gradual en la determinación de esos efectos[26]. Por su
parte, PEÑA CABRERA refiere que el incumplimiento de las reglas de conducta
impuestas en la reserva del fallo condenatorio puede ir desde una amonestación
judicial hasta al revocación del régimen de prueba[27]. Asimismo tenemos a
PRADO SALDARRIAGA[28], quien opina que la revocación es excepcional,
luego de haberse aplicado las sanciones precedentes[29].

VII.1. Severa advertencia

Esta advertencia se puede realizar en un acto público con concurrencia del


beneficiario a la sede del juzgado o tribunal, o por intermedio de una notificación
judicial[30], lo que se busca es advertirle de las consecuencias que puede traer
consigo el incumplimiento de las reglas de conducta establecidas en la sentencia
que viene perpetrando el beneficiario; el acto de reprender al favorecido, debe ser
expresado de manera clara y formal[31].

VII.2. Prórroga del régimen de prueba sin exceder la mitad del plazo
inicialmente fijado

Esta sanción se da después de haber llamado la atención al agente de manera


previa o advertida; con esta medida aún se sigue manteniendo incólume la
reserva de fallo condenatorio, ya que solo se prolonga el plazo de prueba en la
mitad del período inicialmente fijado, dándole oportunidad al beneficiario a que
pueda retractarse en su comportamiento. El hecho de dilatar el tiempo de prueba
tiene su correlato en criterios de prevención especial, ya que el juez sigue
confiando y vaticinando que dicha opción de prorrogar el régimen de prueba es
necesaria para la rehabilitación social del agente, por eso no es todavía
aconsejable la ejecución de la pena[32].
El inciso 2 del artículo 65 del Código Penal señala que en ningún caso la
prórroga acumulada sobrepasará de tres años.

VII.3. Revocatoria del régimen de prueba

Al carecer nuestro sistema punitivo de un control efectivo por parte de algún


funcionario especializado en supervisar y ayudar en el cumplimiento de la reglas
de conducta, es natural que la víctima o la parte agraviada se constituya en el
veedor espontáneo del acatamiento de las mismas. La revocatoria de la reserva
del fallo condenatorio es una sanción drástica de ultima ratio, en la que el Juez
ya no tiene más opciones que la ejecución de la pena reservada[33].

Habiéndose realizado la revocación del régimen de prueba, y como consecuencia


de ello, la ejecución de la pena, no daría lugar en ningún caso a que se suspenda
la ejecución de la pena de acuerdo al artículo 57 del Código Penal[34], a pesar de
que la sanción impuesta no sobrepase el límite de cuatro años, pues el
beneficiario, ya ha decepcionado a la justicia al no cumplir con la reserva del
fallo condenatorio y no podría hacerse acreedor sin más a otro beneficio de
índole penal. Entonces, el efecto más riguroso del incumplimiento de las reglas
de conducta es revocar el régimen de prueba para seguidamente ejecutar la pena,
la cual no necesariamente es privativa de libertad, ya que puede ser también una
multa o una pena limitativa de derechos, como es el caso de la prestación de
servicios a la comunidad, limitación de días libres o la inhabilitación, que por
supuesto debe haber sido previamente establecida en la parte considerativa de la
sentencia[35].

La revocación del régimen de prueba diluye la reserva del fallo condenatorio, y


en este sentido ya no se individualiza la pena, sino simplemente se ejecuta, no
teniendo ninguna implicancia el tiempo trascurrido del período de prueba para
fines de contabilizar la pena, pues el cumplimiento de las reglas de conducta en
ningún caso puede tener la misma relevancia que la ejecución de la pena[36].

El artículo 66 del Código Penal señala que el régimen de prueba podrá ser
revocado cuando el agente cometa un nuevo delito doloso por el cual sea
condenado a pena privativa de libertad superior a tres años. La revocación será
obligatoria cuando la pena señalada para el delito cometido exceda de este límite.
La revocación determina la aplicación de la pena que corresponde al delito, si no
hubiera tenido lugar el régimen de prueba

Para culminar, el artículo 67 del Código Penal indica que si el régimen de prueba
no fuera revocado será considerado extinguido al cumplirse el plazo fijado y el
juzgamiento como no efectuado.

[1] MIR PUIG, Santiago. Derecho penal. Parte general (Fundamentos y teoría
del delito). 2da. edición, Barcelona, PPU, 1985, p. 636.

[2] Vide, PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Derecho penal peruano.
Parte general: Teoría de la pena y las consecuencias jurídicas del delito.
Segunda parte. Lima, Rhodas, p. 424.

[3] Vide, PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de Derecho penal. Estudio


programático de la parte general. 3ra. edición, Lima, Grijley, 1999, p. 649.

[4] PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob cit, p. 423.

[5] Al respecto, la exposición de motivos del Código Penal señala: “Se consigna
otra innovación de importancia consistente en que el juzgador se abstiene de
dictar la parte resolutiva de la sentencia en la que estaría fijada la pena”

[6] Idem, pp. 421-422.

[7] Idem, p. 421.

[8] Ibidem.

[9] Vide, BRAMONT ARIAS, Luis A. Derecho penal peruano (Visión


histórica). Parte general.Lima, 2004, p. 493.

[10] PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob cit, p. 424.


[11] PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Derecho penal, Jueces y jurisprudencia.
Lima, Palestra, 1999, p. 353.

[12] NIETO GARCIA, Alejandro. El arte de hacer sentencias ò Teoría de la


Resolución Judicial. Madrid, Universidad Complutense, 1998, p. 185.

[13] PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Raúl. Ob cit, pp. 424-425.

[14] Idem, p. 426.

[15] Ibidem.

[16] VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Código penal comentado. 3ra.


edición, Lima, Grijley, p. 227.

[17] CANCHO ESPINAL, Ciro J. “Reglas de conducta en la reserva de fallo


condenatorio”. En: Estudios críticos de Derecho penal peruano. Gustavo
Urquizo Videla (Coord.). Lima, Gaceta jurídica, 2011, p. 280.

[18] PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Las consecuencias jurídicas del delito


en el Perú. Lima, Gaceta Jurídica, 2000, p. 199.

[19] CANCHO ESPINAL, Ciro J. ob cit, pp. 281-282.

[20] VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob cit, p. 227.

[21] CANCHO ESPINAL, Ciro J. ob cit, p. 283.

[22] Idem, p. 284.

[23] Ejecutoria Suprema de fecha 03/08/1992. Exp. N° 1161-91.Lima. En:


ROJJASI PELLA, Ejecutorias Supremas, Legrima, Lima, 1997, p.
166: “conforme se infiere del artículo 64 del Código penal, este dispositivo
establece en forma imperativa la imposición de reglas de conducta contenidas en
sus incisos, confiriendo además, al juez penal la facultad de imponer otras
adicionales que estime convenientes, siempre que no atente contra la dignidad
del procesado que también debe ser respetada”.

[24] HURTADO POZO, José. “Suspensión de la ejecución de la pena y reserva


de fallo”. En ADP 1999, p. 247.

[25] CANCHO ESPINAL, Ciro J. ob cit, p. 288.

[26] HURTADO POZO. Ob cit, p. 251.

[27] PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de Derecho penal. Parte general. Vol. I.
3ra. edición, Lima, p. 653.

[28] PRADO SALDARRIAGA, Víctor. Las consecuencias jurídicas del delito


en el Perú. Ob cit, p. 199.

[29] JAÉN VALLEJO, “Suspensión y libertad condicionales en el sistema de


penas”. En: Libro homenaje a Enrique Bacigalupo, p. 900.

[30] BRAMONT ARIAS, Luis A. Derecho penal. Parte general. T. I. 3ra,


edición, Lima, p. 497.

[31] HURTADO POZO, José. Ob cit, pp. 251-252.

[32] CANCHO ESPINAL, Ciro J. ob cit, p. 291.

[33] Idem, p. 292.

[34] Artículo 57 del Código penal.- El Juez puede suspender la ejecución de la


pena siempre que se reúnan los requisitos siguientes:

1. Que la condena se refiera a pena privativa de libertad no mayor de cuatro


años.
2. Que la naturaleza, modalidad del hecho punible, comportamiento procesal y
la personalidad del agente, permitan inferir al juez que aquel no volverá a
cometer un nuevo delito. El pronóstico favorable sobre la conducta futura del
condenado que formule la autoridad judicial requiere de debida motivación;
y,
3. Que el agente no tenga la condición de reincidente o habitual.

El plazo de suspensión es de uno a tres años.

[35] Idem, pp. 292-293.

[36] Idem, p. 293.

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