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Sánchez considera más urgente desenterrar a Franco que combatir una crisis económica
Comunistas españoles imitan a los talibanes: pretenden derribar la mayor cruz del mundo
Por otra parte, el Artículo 86 de la Constitución especifica que los decretos-leyes “no
podrán afectar al ordenamiento de las instituciones básicas del Estado”. Hay que
recordar que en enero de 1979, unas semanas después de ser aprobada la Constitución
Española, España y la Santa Sede firmaron unos acuerdos. Y como señaló el Tribunal
Constitucional en su sentencia 66/1982, “este Acuerdo del Estado español y la Santa Sede
tiene rango de tratado internacional“. Y esto es lo que dice el Artículo 96 de la
Constitución Española sobre los tratados internacionales: “Los tratados internacionales
válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del
ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o
suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas
generales del Derecho internacional”. Y esto es lo que especificaba el Artículo I del
Acuerdo sobre asuntos jurídicos: “Los lugares de culto tienen garantizada su
inviolabilidad con arreglo a las Leyes”.
Hay que recordar que la tumba de Francisco Franco está situada ante el altar de una basílica
católica. Esa basílica es inviolable tal como dictan los Acuerdos entre España y la
Santa Sede. Esta inviolabilidad no es exclusiva, por cierto, de la Iglesia Católica: los
respectivos acuerdos con otras confesiones otorgan el mismo status a los lugares de culto de
protestantes, judíos y musulmanes. Para exhumar los restos de Franco, el Gobierno
tendría primero que violar ese lugar de culto, algo abiertamente ilegal. Como sabe
cualquier estudiante de primero de Derecho, en España existe una jerarquía normativa: una
norma de rango inferior como es un decreto-ley no puede modificar ni vulnerar una
norma de rango superior como es un tratado internacional. Ni siquiera una ley orgánica
aprobada por las Cortes podría modificarla ni vulnerarla, como señala el Artículo 96.1 de la
Constitución: “Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas
en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del
Derecho internacional”. Para que lo entienda hasta Pedro Sánchez, lo resumiré en pocas
palabras: un tratado internacional no puede modificarse ni ser vulnerado mediante un
decreto-ley, eso sería inconstitucional. Y el que lo hiciese estaría cometiendo un delito de
prevaricación.
Además de lo señalado, hay que añadir que el Artículo 526 del Código Penal castiga los
delitos de profanación, no sólo de los cadáveres, sino también de las sepulturas: “El que,
faltando al respeto debido a la memoria de los muertos, violare los sepulcros o sepulturas,
profanare un cadáver o sus cenizas o, con ánimo de ultraje, destruyere, alterare o dañare
las urnas funerarias, panteones, lápidas o nichos será castigado con la pena de prisión de
tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses“. Hay que decir que el Código Penal es una
ley orgánica, pues regula derechos fundamentales, y precisamente el Artículo 86 de la
Constitución prohíbe el uso de un decreto-ley para regular esos derechos. De hecho,
para modificar el citado Artículo 526 del Código Penal hizo falta en 2003 otra ley orgánica,
la 15/2003. Es una colosal burla a la legalidad que ahora el Gobierno pretenda blanquear un
delito de profanación recurriendo a un decreto-ley. Los descendientes de Franco ya
advirtieron que denunciarán a Sánchez si profana la tumba de su antepasado, ya que no han
otorgado autorización al Gobierno para llevar a cabo esa exhumación.
Hecho el análisis legal, añado un comentario más. Algunos parece que entienden que
posicionarse en defensa de la legalidad en casos como éste implica una adhesión al
franquismo. Nada más lejos. Yo no soy franquista. Nací después de la muerte de Franco y
no siento ninguna nostalgia por un régimen que no viví. Lo que pasa es que llevo décadas
oyendo hablar a los políticos sobre el Estado de Derecho y la igualdad ante la ley, y
ahora resulta que mentían, que les parece bien saltarse la legalidad para desenterrar a un
hombre que lleva 43 años muerto. Una vez más estamos ante la vieja y perversa idea de
que el fin justifica los medios. Lo más triste es que en España apenas hay oposición a que
el Gobierno se salte la legalidad con un propósito tan rastrero como es profanar una tumba
y una basílica. La Conferencia Episcopal y el Arzobispo de Madrid se han lavado las manos
(me pregunto qué habrían dicho sus antecesores si Franco y otros se hubiesen lavado las
manos cuando la izquierda incendiaba iglesias y perseguía a obispos, sacerdotes y
religiosos católicos en España), el PP ha dicho que no se opondrá y Ciudadanos incluso está
dispuesto a colaborar con el PSOE. Es decir, que la violación de la ley por parte de un
Gobierno no le importa ni a la oposición, ni a la Iglesia ni a casi nadie. Y digo “casi”
porque Vox sí que se ha pronunciado “en contra de la profanación de cadáveres” y
también “a favor de enterrar la totalitaria Ley de Memoria Histórica”.