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ISBN: 978-84-9085-112-8
Depósito Legal: M-24034-2014
Págs.
INTRODUCCIÓN
Josefa Dolores Ruiz Resa ......................................... 9
5. U N A U N I V E R S I D A D E M A N C I PAT O R I A E
INCLUSIVA: CONEXIONES ENTRE LA ENSE-
ÑANZA Y LA INVESTIGACIÓN EN EL ÁREA
DE CIENCIAS JURÍDICAS
Miracy B. S. Gustin ................................................... 123
10
11
12
13
1
Las cursivas son mías.
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15
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17
18
19
2
En Europa, la Recomendación 2006/962/CE del Parlamento Europeo
y del Consejo, de 18 de diciembre de 2006, sobre las competencias clave para
el aprendizaje permanente, también contempla la adquisición de competen-
cias sociales y cívicas, las cuales «incluyen las personales, interpersonales e
interculturales y recogen todas las formas de comportamiento que preparan a
las personas para participar de una manera eficaz y constructiva en la vida
social y profesional, especialmente en sociedades cada vez más diversificadas,
y, en su caso, para resolver conflictos. La competencia cívica prepara a las
personas para participar plenamente en la vida cívica gracias al conocimiento
de conceptos y estructuras sociales y políticas, y al compromiso de participa-
ción activa y democrática».
20
21
22
23
1. PRELIMINARES
25
2. ENSEÑAR DERECHO
26
27
1
Podría ciertamente ponerse en duda que toda norma jurídica resuelve
un problema político. Por ejemplo, la norma que impone la obligación de
detenerse frente a un semáforo rojo o la norma que impone pintar de amarillo
las líneas que separan las calzadas en una ruta, no parecen tener relevancia
política. No nos interesa aquí extender el significado del término político con
el objetivo de abarcar estos casos. Basta quizás señalar que las normas por lo
general no se aplican ni enseñan aisladamente.
28
29
2
Este esquema ha sufrido numerosas críticas; así, los ataques al modelo
empirista provienen de diversos ámbitos, véase Feyerabend (1974); Laudan
(1996); Quine (1969).
30
5. LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA
3
Lejanas en cuanto se trata, por un lado, de una concepción que ve al
derecho como un discurso resultado de un conjunto de acciones humanas y,
por otro lado, de otra concepción que ve al derecho como un discurso evalua-
tivo que posee un point o un valor intrínseco.
31
32
4
«El escepticismo ante las reglas, tal como lo concibo, equivale a soste-
ner que cualquier tesis sobre la existencia de una única interpretación correc-
ta —cualquier tesis que sostenga que los problemas interpretativos admiten
una única respuesta «correcta» (i.e. verdadera)— es falsa. Y es falsa precisa-
mente debido a la indeterminación de sistema jurídico en el sentido especifi-
cado, lo que trae como consecuencia que los enunciados interpretativos no
tienen valor de verdad. La indeterminación interpretativa del sistema jurídico
es el verdadero fundamento del escepticismo ante las reglas» (Guastini,
2012:38).
33
34
35
36
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
37
38
1. A MODO DE INTRODUCCIÓN
1
Este trabajo fue publicado en una primera versión en el libro FERNÁN-
DEZ-CREHUET, F., HESPANHA, M., Franquismus und Salazarismus: Legitimation
durch Diktatur, Vittorio Klostermann 2008, con el título Cartas perdidas para
futuros amigos y enemigos.
2
La represión física fue en los primeros años durísima. Después se des-
lizó una represión «más sutil». Por ejemplo, con la instauración del Tribunal
de Orden Público, regulado por medio de la Ley 15/1963 de 2 de diciembre. La
comisión permanente de las cortes franquista, que se encargó de su redacción,
estaba compuesta por algunos importantes y conocidos juristas: Castán Tobe-
ñas fue su presidente. Al que lo acompañaron Raimundo Fernández Cuesta,
Mariano Puigdollers, Segismundo Royo Villanova. Tomo la información de
SARTORIUS, N., ALFADA J., La memoria insumisa. Sobre la dictadura de Franco.
Ed. Crítica, 2002, pp. 278 y 279.
3
Beevor habla de 190 campos de concentración y de entre 367.000 y
500.000 reclusos a los que habría que añadir la población carcelaria que, a
pesar de tener solo una capacidad para 20.000 personas, albergaban unas
270.000. BEEVOR, A., La guerra civil española, Crítica, Madrid, 2005, p. 612.
39
4
Aunque gusta leerla y es ilustrativa e informativa, desconfío bastante
de aquella literatura que se ocupa de los grandes intelectuales y de sus relatos
durante el franquismo. Me parece que no suele ofrecer demasiadas claves
explicativas y roza un uso monumental de la historia. Pienso, por ejemplo, en
el libro Historia de las dos Españas de Santos Juliá.
5
Una visión panorámica en CLARET, J., El atroz desmoche. La destruc-
ción de la Universidad española por el franquismo (1936-1945) Crítica, Barce-
lona, 2006. Y mi trabajo Jueces bajo el franquismo. Once historias y una nota
sobre la depuración de los funcionarios judiciales, Comares, 2011.
6
«El siglo XIX ha sido caracterizado por algún docto expositor de nues-
tra historia jurídica como época de desnacionalización y extranjerización del
Derecho español. Y efectivamente, es indudable que la ciencia jurídica perdió,
a través de dicha centuria, casi todo su contacto con la tradición española».
CASTÁN, J., «Tres fechas memorables», en Revista General de Legislación y
Jurisprudencia, núm. 193, 1953, cita en página 7.
40
7
Ley de 29 de julio de 1943 Sobre ordenación de la Universidad españo-
la, publicada en BOE 31 de julio de 1943.
41
tor (art. 43); los directores de los colegios mayores (art. 46) y
los profesores debían firmar un documento de adhesión a los
principios fundamentales del «Movimiento», y ésta debía
«estar acreditada mediante certificación de la Secretaría
General del Movimiento» (art. 48. d). Al rector, al vicerrector
y al decano competía «ejercer, en todos los medios didácticos,
la inspección para el mejor cumplimiento de las decisiones
rectorales» (art. 73 b). No es, pues, de extrañar que los manua-
les presenten un discurso relativamente homogéneo, destina-
do no solo a la labor docente sino a crear una opinión jurídica
adicta al régimen franquista8. Esto no impide que se encuen-
tre, según las época del régimen, unos énfasis u otros: falan-
gistas y afectos al nacionalsocialismo en pocas ocasiones;
católico iusnaturalistas desde el principio al final de la dicta-
dura e, igualmente, técnico-jurídicos a partir de los años cin-
cuenta.
b) Existió, igualmente, un intento sistemático de control de
la Universidad española por medio del Sindicato de Estudian-
tes Universitario (conocido por el acrónimo S.E.U.), constitui-
do el 21 de noviembre de 1933, aunque sus estatutos fueron
aprobados el 28 de febrero de 1934)9. Primo de Rivera deposita
grandes esperanzas en él. Con estas palabras lo expresa en su
discurso ante el Segundo Consejo Nacional del S.E.U.:
8
Alrededor de 15.000 profesores de magisterio fueron purgados, un
33% de los profesores universitarios, aunque en Barcelona se llegó al 44%.
BEEVOR, A., La Guerra Civil Española, op. cit., pp. 627 y 628.
9
En este aspecto me ayudo del trabajo de RUIZ CARNICER, M. A., El
sindicato español Universitario (S.E.U), 1939-1965. La socialización política de
la juventud universitaria en el franquismo, Siglo XXI, Madrid, 1996. Sobre la
creación del S.E.U., vid. pp. 52 y ss.
10
PRIMO DE RIVERA, J. A., Obras completas, Madrid, 1945, p. 223.
42
11
Para el control de los profesores se crea el Servicio Español del Profe-
sorado de Enseñanza Superior (SEPES). La tendencia dominante, sin embar-
go, no era la falangista sino la tradicional católica. RUIZ CARNICER, M.A., «La
«formación política» en la Universidad franquista. Falange ante profesores y
estudiantes», en TUSELL, J., SUEIRO, S., MARTIN Y MARINA, J.M. (EDS.), El régi-
men de Franco (1936-1975). Política y relaciones exteriores, Universidad Nacio-
nal de Educación a Distancia, Madrid, 1993, pp. 377 y ss.
12
RUIZ CARNICER, op. cit, pp. 142, 158 y ss.
43
13
COLMEIRO, M., Curso de Derecho político según la historia de León y
Castilla, Madrid, Imprenta de Fermín Martínez García, 1873.
14
Al respecto NIETO, A., Estudio preliminar, en COLMEIRO, M., Derecho
administrativo español, Santiago, 1995.
44
15
OLLERO, A., Universidad y política: tradición y secularización en el
siglo XIX, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1972.
16
No en balde las obras de Donoso están al cuidado de Ortí y Lara, que,
según Aranguren, pertenecía a esta corriente católica ultraconservadora.
17
Téngase en cuenta la amarga queja de Azcárate al no poder conciliar
el liberalismo con la religión. AZCÁRATE, G., Minuta de un testamento, Librería
Victoriano Suárez, Madrid, 1876, pp. 76 y ss. Interesante es, por otra parte, la
influencia de Donoso en el pensamiento de Carl Schmitt.
45
18
CORTÉS, D., Discursos parlamentarios, Madrid, 1915, p. 29.
19
IZAGA, L., La iglesia y el Estado, Editorial razón y fe, Madrid, 1933,
p. 10.
20
RUIZ DEL CASTILLO, C., Estudio preliminar del traductor en HARIOU,
M., Principios de Derecho público y Constitucional, Editorial Reus, Madrid,
1927. Sobre el derecho natural, pp. 53 y ss., sobre la familia, pp. 75 y ss.; sobre
el derecho administrativo, pp. 144 y ss. y finalmente, acerca de la separación
de poderes, pp. 377 y ss.
46
21
RUIZ DEL CASTILLO, C., «Lo vivo y lo muerto en la idea liberal», en
Revista de Estudios Políticos, 1947, núm. 31, pp. 1-70, cita en p. 68.
22
Véase VALLET DE GOYTISOLO, J., «La influencia de Savigny en la escue-
la jurídica catalana», en Anales de la Real Academia de Jurisprudencia y Legis-
lación 7, 1979, pp. 73 y ss.
23
Rubio Llorente ha señalado que la distinción de estos dos taxones
(derecho político y derecho constitucional) se puede encontrar, por ejemplo,
en el manual de Adolfo Posada, que, como es sabido, es anterior a la guerra
civil. Parece que Posada trata en su manual más de historia comparada del
derecho constitucional que de otra cosa. Según Rubio Llorente, Sánchez Ages-
ta mantendrá en sus escritos esta separación, pero luego, con el paso del tiem-
po, termina diluyéndose: el derecho constitucional queda fagocitado por el
derecho político o bien por el derecho constitucional comparado. RUBIO LLO-
RENTE, F., Nota preliminar a la edición española, en STEIN, E., Derecho Políti-
co, Madrid, 1973, p. XV.
24
En parte este tema ha sido abordado por GALLEGO ANABITARTE, A.,
Formación y enseñanza del derecho público (1792-2000). Sin embargo a la épo-
47
3. MANUALES Y ESTRATEGIAS
DE SOCIALIZACIÓN
48
25
XIFRAS HERAS, J., Curso de derecho constitucional, Bosch Casa edito-
rial, Barcelona 1957 (2.ªedición).
26
OLLERO, C., Derecho constitucional de la posguerra. Apuntes para su
estudio, Librería Bosch, 1949.
27
Más honesto y coherente, hasta cierto punto, SÁNCHEZ AGESTA, L.,
Derecho constitucional comparado, 1974.
28
SÁNCHEZ AGESTA, L., Derecho constitucional comparado, 1974, tabla en
p. 439, cita en p. 470.
29
IZAGA, L., Elementos de Derecho Político, Bosch, 1954, p. 224.
49
30
X IFRAS H ERAS , J., Curso de Derecho Constitucional, Bosch, 1957,
p. 269.
31
DE ESTEBAN, J., Las constituciones de España, Taurus, Madrid, 1990.
32
«Ciertamente que nuestro Derecho administrativo se ha visto enrique-
cido con la aparición de Tratados y Manuales de positivo valor, sin cuyo pre-
cedente, claro está, nada cuanto ahora intentamos hubiera sido posible; y en
este sentido saltan a la vista los nombres ilustres de Posada, Gascón y Marín,
Royo-Villanova, Güenechea, García Oviedo, Jordana de Pozas, Fernández de
Velasco y Álvarez Gendín». GARRIDO FALLA, F., Tratado de Derecho Administra-
tivo, 1958, p. VII.
33
Véase el excelente y ameno libro de Antonio Serrano, Un día de la vida
de José Castán Tobeñas, Tirant lo Blanc, 2001, sobre el manual, sobre «el Cas-
tán», pp. 231 y ss.
34
En el prólogo a la segunda edición de sus Lecciones de Derecho Polí-
tico escribe Sánchez Agesta: «Algunas ideas están ampliadas, otras rectifica-
das, y en tal o cual pasaje hemos revisado una expresión o noticia, pero nada
se ha cambiado que afecte al fondo ni a la fisonomía de la obra…». SÁNCHEZ
50
51
37
CONDE, F. J., Introducción al Derecho político actual, Ediciones Esco-
rial, 1952, p. 351.
38
FERNÁNDEZ-CUESTA, R., «El concepto falangista del Estado», en Revis-
ta de Estudios Políticos, núm. 14, 1944, p. 356 y ss. Una visión mucho más
ajustada del Estado nacionalsocialista es la ofrecida por Fraenkel en su ya
clásico libro Der Doppelstaat, Suhrkamp, 1993 y en BROSZART, M., Der Staat
Hitlers. Grundlegung und Entwicklung seiner inneren Verfassung, Marix Verlag,
Wiesbaden, 2007. Este último autor defiende que la llegada al poder de Hitler
se basó en una coalición entre las fuerzas conservadoras y las revolucionarias,
vid. p. 423.
39
XIFRAS HERAS, J., Curso de Derecho Constitucional, Bosch Casa Edito-
rial, Barcelona, 1975, p. 35.
52
40
LEGAZ Y LACAMBRA, L., Filosofía del Derecho, Bosch, pp. 621-622.
41
«Hemos superado el positivismo tosco del siglo pasado, pero estamos
cayendo en otra trampa, la de manejar con criterio positivista conceptos y
fórmulas que sólo son comprensibles y viables a la luz del espíritu cristiano».
CORTS GRAU, J., «Sentido español de la democracia», en Revista de Estudios
Políticos, núm. 25-6, 1946, p. 12.
42
«Ley, un ropaje exterior: cuyo contenido no interesa». Simplificación
pergeñada por GARCÍA TREVIJANO FOS, J. A., Curso de derecho administrativo,
vol. 1,1961, p. 40.
43
Sánchez Agesta señala como el propio Kelsen habría percibido las
deficiencias metodológicas de su teoría al aceptar que «hay un hecho social
que hay que tener en cuenta; que ese Estado puramente normativo supone
una realidad social, si no ha de ser un puro capricho o fantaseo de la
imaginación». SÁNCHEZ AGESTA, L., Lecciones de Derecho Político, editorial
Prieto, Granada, 1954, p. 212. La alusión a «un poder fáctico, que debe ser el
fundamento de todo Estado de Derecho» —y la crítica para algunos quizá
pueda ser poco ponderada—, a mi juicio, tras un golpe de Estado, una guerra
civil y una dictadura, hace que el aserto sea algo más que una descripción de
cómo la teoría de Kelsen filtra facticidad, extremo, por cierto, puesto de relie-
ve, en un primer momento por Carl Schmitt.
44
Como ya hemos señalado Xifras Heras toma de Legaz las característi-
cas de este nuevo Estado de Derecho. También se emplea en este mismo sen-
53
tido los textos de Heller, quien habría subrayado que «la simple legalidad no
justifica por sí sola la legitimidad». XIFRAS HERAS, J., Curso de derecho consti-
tucional, Bosch, Madrid, 1957, p. 37.
45
E NTRENA C UESTA , R., Curso de Derecho administrativo, Tecnos,
Madrid, 1967, pp. 32 y ss.
46
HARIOU, M., Derecho público y constitucional, cit. p. 377, cursivas pro-
pias.
54
47
ÁLVAREZ-GENDÍN, S., Manual de Derecho Administrativo, Bosch, Barce-
lona, 1958, p. 17.
48
SÁNCHEZ AGESTA, L., Lecciones de Derecho Político, 1954, p. 162.
49
Al respecto POPPER, K., The Poverty of Historicism, Routledge, 2002.
50
SÁNCHEZ AGESTA, L., op. cit, p. 157: «su fin inmediato es la posesión y
el ejercicio del poder para establecer, reformar o defender un orden como
articulación de los fines que responden a las convicciones comunes de sus
miembros».
51
IZAGA, L., op. cit., vol. II, p. 227.
55
52
GASCÓN Y MARÍN, Tratado de derecho administrativo. Principios y Legis-
lación española, 1952, p. 152.
53
«Lo que no cabe discutir es la personalidad jurídica del partido. Se
discutió en Italia, pero el problema dejó de serlo al reconocer en el artículo 11
del Estatuto la personalidad jurídica del Partido Nacional Fascista, teniendo
por la consideración de que el Partido está al servicio del Estado, en calidad de
ente auxiliar del mismo ente público complejo, compuesto de las Federaciones
provinciales y de los Fascios de combate». GASCÓN Y MARÍN, op. cit., p. 60.
54
IZAGA, L., op. cit, vol I, p. 228.
55
IZAGA, L., op. cit, vol I, p. 229.
56
En este sentido, ÁLVAREZ-GENDÍN, S., op. cit., pp. 41 y ss.
56
co» se sitúa por decreto entre los dioses: «El jefe del Estado sólo
responde ante Dios y ante la Historia» (Art. 40 de los Estatutos
del Movimiento aprobados por decreto de 4 de agosto de
1937)57.
La crítica no va dirigida a los partidos políticos, el fin prin-
cipal es el desmantelamiento de una forma de gobierno. En
definitiva, se trata de seguir utilizando los partidos políticos
para una forma de gobierno, completamente distinta. Izaga lo
expresa claramente: «El régimen actual y vigente es régimen
representativo antiparlamentario y más afín, dentro de la
Monarquía, al sistema presidencialista norteamericano»58.
De todos modos, los partidos políticos no fueron defendidos
ni en los manuales ni en el discurso político del régimen. Arias
Navarro en 1974 habló muy vagamente de «asociaciones polí-
ticas», dejando para un mañana indeterminado su legalización
de acuerdo con las «Leyes Fundamentales»59. El «proyecto
Solís» y el anteproyecto de Fernández Miranda, por su parte,
fueron sendos fracasos.
57
Tal argumentación en GARCÍA TREVIJANO, op. cit, p. 229.
58
También citado por IZAGA, L., op. cit, vol II, p. 226.
59
«El estudio y redacción de un estatuto del derecho de asociación para
promover la ordenada concurrencia de criterios, conforme a los principios y
normas de nuestras Leyes Fundamentales. Sin que proceda aquí tampoco el
señalamiento de un plazo (…)». ARIAS NAVARRO, C., Discurso del presidente del
Gobierno Carlos Arias Navarro a las Cortes Españolas, 12. II. 1974, Ediciones
del Movimiento, Madrid, 1974.
57
60
MARTÍNEZ NEIRA, M., El Estudio del Derecho. Libros de texto y planes
de estudio en la Universidad contemporánea, Dykinson, Madrid, 2001, cita en
pág. 150.
61
Scholz afirma que el análisis de la enseñanza del derecho se ha cons-
tituido como una racionalidad de carácter formal. Al aspecto práctico, al dere-
cho como posibilidad de manipular la realidad o como correlato de lo social,
no se le concede lugar alguno. El Derecho es un conjunto de normas, una red
de decretos, «las necesidades económicas y sociales» quedarían soslayadas.
Crítica que apunta directamente a la escuela de Mariano Pesset y que me
parece un tanto desajustada por general. SCHOLZ, J.M., Gerechtigkeit ver-
walten, Band I, pp. 225 y ss. Las críticas de Scholz se ejemplifican contra el
trabajo de Mariano Pesset, «La formación de los juristas y su acceso al foro en
el tránsito de los siglos XVIII y XIX», en Revista General de Legislación y Juris-
prudencia, 230 (1970), pp. 605-672.
58
62
Las fuentes de la discusión son las siguientes: GARCÍA DE ENTERRÍA, E.,
«Reflexiones sobre los estudios de Derecho», en Revista de Educación, núm. 5,
1952, pp. 143-148. VALLET DE GOYTISOLO, J., «Juristas libres, Juristas de Esta-
do y los Estudios de Derecho», en Revista de Educación, núm. 7, 1953, pp. 151-
154 y, por último, GUASP, J., «Nuevas reflexiones sobre los estudios de Dere-
cho», en Revista de Educación, núm. 8, 1953, pp. 287-294. Hay noticia —que
me puso sobre la pista de la discusión— en la RAP, en concreto, ofrecida por
Garrido Falla: Una polémica sobre la enseñanza del Derecho, Revista de Admi-
nistración Pública, año IV, núm. 10, enero-abril 1953, pp. 283-290.
59
63
GARCÍA DE ENTERRÍA, E., loc. cit., p. 145.
64
GARCÍA DE ENTERRÍA, E., loc. cit., p. 145 y ss.
65
GUASP, J., loc. cit., p. 289.
66
GUASP, J., loc. cit., p. 291.
60
67
Éste tema da título al discurso de recepción en la Academia de Cien-
cias Morales y Políticas de Legaz y Lacambra, otro de los juristas modelo del
régimen, en 1964. Se puede consultar en línea en http://www.racmyp.es/docs/
discursos/D39.pdf, página visitada el 6.12.2013.
68
ENTRENA CUESTA, R., Curso de Derecho Administrativo, prólogo a la
primera edición, Ed. Tecnos, Madrid, 1961, p. 9.
61
BIBLIOGRAFÍA
69
ÁLVAREZ-GENDÍN, S., Manual de Derecho Administrativo, Bosch, Barce-
lona, 1954.
70
BOQUERA OLIVER, J. M., Derecho Administrativo, Volumen I, Madrid,
Instituto de Estudios de Administración Local, 1972, p. 5.
62
63
64
65
1
Declaración de Bolonia, firmada el 19 de junio de 1999 por los Minis-
tros de Educación de la Unión Europea, que sienta las bases para el Espacio
Europeo de Educación Superior. Disponible en http://www.eees.es/es/eees.
(página visitada el 1/2/2014).
2
Ibídem.
3
Conferencia de Ministros de Educación de los países miembros del
Proceso de Bolonia «Budapest-Vienna Declaration on the European Higher
Education Area», de 12 de marzo de 2010. Disponible en ingles en http://www.
ond.vlaanderen.be/hogeronderwijs/bologna/2010_conference/documents/
Budapest-Vienna_Declaration.pdf (página visitada el 1/2/2014).
66
4
Como ejemplo puede verse Pedro N. Teixeira y David D. Hill (eds.),
Public Vices, Private Virtues? Assessing the Effects of Marketization in Higher
Education, Sense Publishers, Rótterdam, 2011.
5
Pavel Zgaga, Ulrich Teichler y John Brennan, «Challenges for Euro-
pean Higher Education: «Global» and «National», «Europe» and «sub-
Europes»», en Pavel Zgaga, Ulrich Teichler y John Brennan (eds.), The Glo-
balisation Challenge for European Higher Education, Peter Lang, Frankfurt am
Main, 2013, p. 13.
67
6
La Estrategia de Educación Superior en Kosovo para el periodo 2005-
2015 da prioridad a la aplicación del Proceso Bolonia, aunque Kosovo no
puede oficialmente ser miembro directo del Proceso. Kosovo asiste a las reu-
niones ministeriales como observador y toda su legislación en materia de edu-
cación superior está completamente acorde con la Declaración de Bolonia.
68
7
Pavel Zgaga, The Importance of Education in Social Reconstruction,
Centre for Educational Policy Studies, Ljubljana, 2005, p. 17.
8
El nombre constitucional de este país es República de Macedonia
pero, debido a una disputa con Grecia, que no acepta la denominación por
cuestiones territoriales históricas, recibe en el ámbito internacional el nombre
de Antigua República Yugoslava de Macedonia (Former Yugoslav Republic of
Macedonia -FYROM-). A lo largo del capítulo usaremos la forma común
«Macedonia».
69
9
Los Acuerdos de Dayton, que pusieron final a la guerra de Bosnia
Herzegovina, dispusieron tres Constituciones para regular el país: la Constitu-
ción del Estado de Bosnia Herzegovina, la Constitución de la Federación de
Bosnia y Herzegovina, y la Constitución de la República Srpska. La República
Srpska ocupa el 49% del territorio, el 90% de su población es serbia a pesar de
que algunos territorios que la componen eran mayoritariamente musulmanes
antes de la limpieza étnica de Milošević y Karadžić, que en cierto modo había
esbozado esta «entidad serbo-bosnia» durante la guerra. Prácticamente nin-
guno de los que huyeron de allí se atreve a volver. El Acuerdo daba a la Repú-
blica Srpska el derecho a mantener su propia policía y su ejército, así como el
de tener una «relación especial paralela» con Yugoslavia (ahora Serbia). La
Constitución establece una estructura de instituciones comunes del Estado
basadas en la equidad y paridad de representación de bosnios, croatas y ser-
bios, definidos colectivamente como comunidades, y limitadas estas institu-
ciones a una franja estrecha de competencias.
70
10
Pavel Zgaga, Manja Klemenčič, Janja Komljenovič, Klemen Miklavič,
Igor Repac y Vedran Jakačić, Higher education in the Western Balkans: Reforms,
developments, trends. Key findings from field research, CEPS- Faculty of Educa-
tion, University of Ljubljana, 2013, p. 22.
71
11
En Kosovo, las relaciones sociales entre los grupos étnicos se conside-
raban sólidas y, en general, sin problemas, aunque la mezcla entre albaneses
y serbios nunca se acercó en intensidad y grado de comunicación a la situa-
ción existente en Croacia y, sobre todo, en Bosnia Herzegovina antes de las
guerras.
12
Maja Korac, «War, Flight, and Exile. Gendered Violence among Refu-
gee Women from Post-Yugoslav States», en Wenona Giles y Jennifer Hynd-
man, Sites of Violence, Gender and Conflict Zones, University of California
Press, 2004, p. 251.
72
13
Miranda Vickers, The Albanians. A Modern History, I. B. Tauris, Lon-
dres, 1999, pp. 189 y ss. y 208-209.
73
14
En comparación con Europa del este y central, los Balcanes occiden-
tales constituyen una categoría especial de candidatos a la adhesión, y el Pro-
ceso de Asociación y Estabilización es una versión especial de la política de
ampliación de la Unión. En 1999 la Comisión Europea diseñó un ambicioso
proceso de estabilización dirigido a los Balcanes occidentales y basado en tres
puntos fundamentales: 1) El reconocimiento de la UE de que la perspectiva de
la adhesión es un factor motivador para una reforma radical que incluye el
imperio de la ley, la democratización y el libre mercado; 2) La necesidad de
que los países de la región establezcan relaciones bilaterales que garanticen la
estabilidad económica y política; y 3) El acercamiento particular a cada uno
de los Estados de modo que no haya interrupciones causadas por los vecinos,
manteniendo un ritmo de acercamiento diferente según el desarrollo de cada
uno de ellos. El Primer informe anual de la Comisión sobre El proceso de esta-
bilización y asociación de los países del sudeste de Europa dice: «El objetivo
final del proceso de estabilización y asociación ha sido dotar a los países de
los Balcanes occidentales, sobre la base de la práctica y de las normas euro-
peas, de los medios necesarios para mantener instituciones democráticas esta-
bles, para sostener el Estado de Derecho y para desarrollar una economía
abierta y próspera. El objetivo más profundo es que estos países consigan,
como hicieron antes que ellos los de Europa Central y Oriental, finalizar con
éxito sus procesos de transición, antes de entablar negociaciones de adhesión
a la Unión Europea», COM(2002) 163, de 3 de abril de 2002.
74
15
Pavel Zgaga, The Importance of Education...., op. cit. p. 43.
16
Al respecto puede verse Gergana Noutcheva, «Fake, Partial and
Imposed Compliance: The Limits of the EU’s Normative Power in the Western
Balkans», Journal of European Public Policy, vol. 16, 2009, pássim.
75
17
David Chandler, Empire in Denial: The Politics of State-Building, Pluto
Press, Londres, 2006, p. 118.
18
Discurso pronunciado en el seminario de la Asociación Europea de
Instituciones de Educación Superior y titulado «Fortaleciendo la Educación
Superior en el Sudeste de Europa: Prioridades para la Cooperación Regional
y Europea». Las conclusiones del seminario fueron trasladadas a la Conferen-
cia Ministerial Europea para la Educación que tuvo lugar los días 16 y 17 de
marzo de 2006. El discurso de Daxner está disponible en http://www.eua.be/
eua/jsp/en/upload/Daxner_SEE_Vienna.1141664943731.pdf. (página visitada
el 3/2/2014).
76
19
Tzetan Todorov, Los Abusos de la Memoria, Paidós, Barcelona, 2008,
p. 17.
20
En la antigua Yugoslavia, a partir de la desaparición del Ministerio de
Educación federal en los años setenta, existía una plétora de comisiones fede-
rales y una asociación federal de universidades encargadas de asegurar la
coordinación de las políticas del ramo, que estaban bajo jurisdicción directa
de cada una de las repúblicas. Los cambios en la organización de la educación
superior se produjeron al amparo de la máxima de la autogestión, que llevó a
la desintegración de las universidades y la obtención por parte de las faculta-
des de un estatus jurídico independiente. Véase Martina Vukasović, European
integration in higher education in the Western Balkan countries (WBC). A review
of literature, Department of Educational Research, Faculty of Education, Uni-
versity of Oslo, 2012 p. 7.
77
78
21
Florian Biever, «Institutionalizing Ethnicity in the Western Balkans.
Managing Change in Deeply Divided Societies», European Centre for Minor-
ity Issues, Working Paper 19, febrero de 2004, Flensburg (Alemania), p. 18,
disponible en http://www.ecmi.de/uploads/tx_lfpubdb/working_paper_19.pdf.
(página visitada el 3/2/2014).
22
Thomas W. Simon, «The Injustice of Procedural Democracy», en
Džemal Sokolović y Florian Bieber (eds), Reconstructing Multiethnic Societies:
The Case of Bosnia-Herzegovina, Ashgate, Aldershot, 2001, pp. 11-28.
79
23
Ruth Wedgwood, «Introduction», en Ruth Wedgwood (ed.), After Day-
ton: Lessons of the Bosnian Peace Process, Council of Foreign Relations, Nueva
York, 1999, p.16. Véase asimismo, Sumantra Bose, Bosnia after Dayton:
Nationalist Partition and International Intervention, C. Hurst & Co., Londres,
2002. Como análisis ciertamente crítico puede verse David Chandler, Bosnia:
Faking Democracy alter Dayton, Pluto Press, Londres, 1999.
24
Julie A. Mertus, «Nationalism and the Liberal State», en Ruth Wedg-
wood (ed.), After Dayton…, op. cit., p. 52.
25
Florian Biever, Institutionalizing Ethnicity…, op. cit., p. 19.
80
sus propios destinos sólo para darse cuenta de que tras cada
ciclo de masacres y guerras, los extranjeros — las grandes
potencias— decidirán su suerte por ellos26. Daxner tiene razón
afirmando que la educación superior tiene un importante papel
en el tránsito de la región hacia la Unión Europea, o hacia
Europa, como él prefiere expresarlo, pero esta afirmación sirve
poco más que para esconder los muchos otros papeles que pue-
de tener la educación superior en los Balcanes occidentales.
Para esbozar a qué nos estamos refiriendo podemos usar las
palabras del padre de la economía moderna, Adam Smith, que
tenía gran confianza en el poder de la educación para modular
y mejorar el comportamiento humano. Para Smith, la educa-
ción es importante porque proporciona «beneficios sociales»:
eleva los estándares morales, ofrece a los individuos materias
para el pensamiento y la especulación y promueve el tempera-
mento pacífico y, por lo tanto, la estabilidad de la sociedad. La
educación también permite una mejor comprensión y juicio de
las políticas gubernamentales y hace a las «clases bajas» menos
vulnerables a las intrigas y las conspiraciones políticas27.
26
Vjekoslav Perica, Balkan Idols: Religion and Nationalism in Yugoslav
States, Oxford University Press, 2002, p. XI.
27
Adam Smith, Lecciones de Jurisprudencia, Centro de Estudios Consti-
tucionales (ed. A. Ruiz Miguel), Madrid, 1996.
81
28
Viktor Meier, Yugoslavia. A History of its Demise, Routledge, Londres-
Nueva York, 1999, p. 82. También en Laura Silber y Allan Little, Yugoslavia:
Death of a Nation, Penguin Books, Londres, 1996 y en Lenard J. Cohen, Ser-
pent in the Bosom: The Rise and Fall of Slobodan Milošević, Westview Press,
Connecticut, 2001.
29
Uno de los primeros actos de disentimiento fue el «Apeli 215», un lla-
mamiento al fin de la represión y del asalto político de Belgrado al autogobier-
no de Kosovo firmado por 215 intelectuales albaneses en febrero de 1989. Más
de 60 de los firmantes fueron encarcelados en los meses siguientes. Besnik
Pula, «The Emergence of the Kosovo «Parallel State», 1988-1992», Nationali-
ties Papers, vol. 32, n.º 4, diciembre de 2004, pp. 802 y ss.
82
30
Viktor Meier, Yugoslavia…, op. cit., p. 93.
31
Era raro encontrar serbokosovares que protestaran por la expulsión
de sus colegas albaneses. Se dieron algunos casos de directores de colegios o
instituciones que se negaron a implementar las nuevas políticas, lo que usual-
mente llevaba a su destitución. En la universidad, a lo largo de 1991 al menos
dos serbios se levantaron en favor de los albaneses: un profesor de música, que
posteriormente dio clase en la administración paralela y el Decano de Filosofía,
que insistió en mostrar respeto a sus compañeros despedidos publicando sus
artículos. Bajo el comunismo autoritario casi todo el mundo había aprendido
a ser «prudente», pero esta era una situación etnizada, donde cualquier gesto
de solidaridad hacia un amigo podía interpretarse como traición a la propia
patria. La polarización étnica iba imponiendo su propia disciplina en los
miembros de las comunidades y los despidos masivos intensificaron el rencor.
Howard Clark, Civil Resistance in Kosovo, Pluto Press, Londres, 2000, p. 77.
83
32
Ibid., p. 96.
33
Denisa Kostovicova, Kosovo: The Politics of Identity and Space, Rout-
ledge, Oxford, 2005, pp. 112-113.
34
Besnik Pula, The Emergence…, op. cit., p. 814.
84
35
Denisa Kostovicova, Kosovo, the Politics…, op. cit., pp. 97 y ss.
36
Giuseppe De Sario, Laura Corradi, Patricia Ruiz y Enrica Capussotti,
«Migration and Cultural Encounters. Kosovar Refugees in Italy», Archives of
Memory: Supporting Traumatized Communities Through Narration and Remem-
85
86
39
Pavel Zgaga, «University Mission Between Searching for Truth and
Commercialization», Der Öffentliche Sektor, vol. 3, 2007, p. 30.
40
Ibid., pp. 31 y 32.
87
41
Consejo Europeo de Lisboa, celebrado el 23 y 24 de marzo de 2000.
Conclusiones de la Presidencia disponibles en http://www.europarl.europa.eu/
summits/lis1_es.htm. (página visitada el 1/2/2014).
42
Antonio Luzón y Diego Sevilla, «La Agenda de Lisboa en el Proceso
de Construcción Europea», Revista Española de Educación Comparada,
vol. 16, 2010, p. 17.
43
Grahame Lock y Hermínio Martins, «The European Universities, Cit-
izenship and Its Limits: What won’t Solve the Problems of our Time», Euro-
pean Educational Research Journal, vol. 8, nr. 2, 2009, p. 168.
88
44
António Nóvoa, «La Construcción de un Espacio Educativo Europeo:
Gobernando a través de los Datos y la Comparación», Revista Española de
Educación Comparada, vol. 16, 2010, p. 29.
45
Grahame Lock y Hermínio Martins, The European Universities…, op.
cit., p. 168.
46
Ibid., p. 169.
89
47
Comisión de las Comunidades Europeas, Memorandum on Higher
Education in the European Community, COM 91 (349) final, noviembre de
1991.
48
Grahame Lock y Hermínio Martins, The European Universities…, op.
cit., p. 168.
49
«En muchos aspectos, la estructura departamental definida ha servi-
do bien al mundo académico. Pero también ha fallado, muy notablemente en
su falta de flexibilidad y su inherente camino hacia la especialización sin fin.
Claramente un movimiento que se aleje de una estructura basada exclusiva-
mente en la metodología de la disciplina única y se acerque a otra más flexi-
ble, inclusiva, y que ofrezca espacio a las investigaciones interdisciplinarias
con visión amplia es de lo más adecuado», en J. William Schopf y Werner Z.
Hirsch, «Strategies to Foster Interdisciplinary Teaching and Research in a
University», en Werner Z. Hirsch y Luc E. Weber (eds.), As the Walls of Acade-
mia are Tumbling Down, Economica, Londres, 2002, p. 78.
50
Para profundizar al respecto y conocer la perspectiva defensora de
estos aspectos de Bolonia puede verse, entre otros, Guy Haug, «The Public
Responsibility of Higher Education: Preparation for the Labour Market», en
Luc Weber y Sjur Bergan (eds.), The Public Responsibility for Higher Education
and Research , Council of Europe Publishing, Estrasburgo, 2005.
90
51
Burkard Sievers, «The Psychotic University», Ephemera, vol. 8, nr. 3,
2008, pp. 238 y ss. El artículo está disponible en https://ispsolibrary.wdfiles.
com/local--files/article-monograph%3Apsychotic-university/Sievers_2008_
The_Psychotic_University.pdf (página visitada el 31/1/2014).
52
Grahame Lock y Hermínio Martins, The European Universities…, op.
cit., p. 169.
91
53
Pavel Zgaga, Manja Klemenčič, Janja Komljenovič, Klemen Miklavič,
Igor Repac y Vedran Jakačić, Higher education in the Western Balkans…, op.
cit., p. 28.
54
Ibídem.
92
55
Ibid., p. 18.
56
Ibid., p. 37.
93
57
Ibid., p. 21.
58
Ibídem.
94
59
Ibid., p. 20.
95
BIBLIOGRAFÍA
96
97
98
1
Traducción de Josefa Dolores Ruiz Resa.
2
R. Descartes, Discours de la méthode, París, La Pléiade, 1953, pp. 123
y ss.
3
E. Durkheim, Les règles de la méthode sociologique (1937), París, PUF,
col. Quadrige, 1987.
4
En el sistema educativo francés, la dissertation consiste en un ejerci-
cio de argumentación en torno a una determinada problemática, organizado
en tres partes: problematización, desarrollo y conclusión. N. T.
99
5
Vid. O. Jouanjan, «De la vocation de notre temps pour la science du
droit : modèles scientifiques et preuve de la validité des énoncés juridiques»,
Revue Européenne des Sciences Sociales, http://resss.revuess.org/398?lang=en, p. 2.
6
F. Gény, Méthode d”interprétation et sources en droit privé positif, Paris,
Chevalier-Marescq et Cie, 1899 ; 2.ª edición, LGDJ, 1919 ; vid. también F. Gény,
Science et technique en droit privé positif: nouvelle contribution à la critique de
la méthode juridique, París, LGDJ, 1922 : http://archive.org/details/scienceet-
techniq01geny.
7
R. Pound, «Mechanical Jurisprudence», Columbia Law Review, 1908,
vol. 8, p. 605.
100
8
Vid. especialmente la publicación colectiva H. Berthélemy et alii. Les
méthodes juridiques. Leçons faites au Collège libre des sciences sociales en 1910,
París, V. Giard & E. Briere, 1911.
101
9
M. Deslandres, «La crise de la science politique. Le problème de la
méthode», Revue de droit public, 1900, p. 247.
102
10
B. Mirkine-Guetzévitch, «Les méthodes d’étude du droit constitution-
nel comparé», Revue internationale de droit comparé, vol. 1, n° 4, oct.-nov.,
1949, pp. 397 : http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/
ridc_0035-3337_1949_num_1_4_18889. Vid. también, más recientemente, B.
Stark, H. Roland, L. Boyer, Introduction au droit, París, Litec, 1996, 4.ª ed.
pp. 95 y ss.
11
Vid. M. Troper, La philosophie du droit, PUF, 3.ª ed., col. Que sais-je ?,
2011.
103
12
N. Bobbio, « Metodo », in Contributi ad un dizionari giuridico, Torino,
Giappichelli editore, 1994, p. 167. Vid. V. Champeil-Desplats, Méthodologies du
droit et des sciences du droit, París, Dalloz, col. Métodos del Derecho, 2014.
104
13
Vid. P. Jestaz, C. Jamin, La doctrine, París, Dalloz, 2004, pp. 159 y ss.
V. Champeil-Desplats, Méthodologies du droit et des sciences du droit, op. cit.
14
Vid. H. Berthélemy et alii., Les méthodes juridiquess. Leçons faites au
Collège libre des sciences sociales en 1910, París, V. Giard & E. Briere, 1911; E.
105
106
A. Variaciones
18
L. Duguit, op. cit., p. 1.
107
19
H. Motulsky, Principe d’une réalisation méthodique du droit privé
(1948), París, Dalloz, 1991.
20
Vid. a título de ejemplo de diferentes períodos, H., L. Mazeaud, J.
Mazeaud, Leçons de droit civil, t. 1., París, Montchrestien, 1963, 3.ª ed., p. 39 y
ss.; B. Stark, H. Roland, L. Boyer, Introduction au droit, op. cit., pp. 95 y ss.;
F. Terré, Introduction générale au droit, París, Dalloz, 2009, 8.ª ed., pp. 23 y ss.;
R. Encinas de Munagorri, Introduction générale au droit, París, Flammarion,
Champs-Université, 2006, 2.ª ed., pp. 310 y ss.; vid. también P. Jestaz, Le droit,
París, Dalloz, 6.ª ed., 2010, pp. 117 y ss.
21
M. Waline, «Empirisme et conceptualisme dans la méthode juridique:
faut-il tuer les catégories juridiques?», en Mélanges en l’honneur de Jean Dabin,
Bruxelles, Bruylant, 1963, p. 359.
22
J.-Y. Chérot, «Les définitions dans les textes du droit administratif
économique», Revue de la recherche juridique-Droit prospectif, 1986, n° 4,
p. 27 ; D. Truchet, «Les définitions législatives», en R. Drago (dir.), La confec-
tion de la loi, Paris, PUF, 2005, p. 193.
23
J. Rivero, «Apologie pour les faiseurs de systèmes », Recueil Dalloz,
1951, cap. 99.
24
F. Luchaire, «De la méthode en droit constitutionnel», Revue de droit
public, 1981, p. 293.
108
25
Vid. L. Husson, Nouvelles études sur la pensée juridique, París, Dalloz,
1974; M. Villey, Philosophie du droit, París, Dalloz, 1984 y especialmente el
tomo 2, dedicado a los «Medios del derecho».
26
J. Carbonnier, Sociologie juridique, París, A. Colin, 1972; A.-J. Arnaud,
Critique de la raison juridique, París, LGDJ, 1981: http://www.redss.msh-pariss.
fr/publications/collvir/crj/crj-hd.pdf.
27
Voir N. Rouland, Anthropologie juridique, París, PUF, 1988.
28
J.-L. Halpérin, «L’histoire du droit constituée en discipline: consécra-
tion ou repli identitaire?», Revue d’histoire et de sciences humaines, 2000, n° 4,
p. 10; F. Saint-Bonnet, «Regards critiques sur la méthodologie en histoire
constitutionnel. Les destinations téléologiques des options épistémologiques»,
Jus Politicum, 2009, n° 2, http://juspoliticum.com/Regards-critiques-sur-la.
html.
29
Vid., por ejemplo, J. Chevallier, Science administrative, Paris, PUF,
col. Thémis, 1986.
30
Vid. por ejemplo P. Amselek, Méthode phénoménologique et théorie du
droit, París, LGDJ, 1964 ; C. Eisenmann «Quelques problèmes de méthodolo-
gie des définitions et des classifications en science juridique», Archives de phi-
losophie du droit, 1966, p. 25; C. Atias, Epistémologie juridique, París, PUF,
1985 ; «Réflexions sur les méthodes de la science du droit», Recueil Dalloz,
1983, cap. 145; A.-J. Arnaud (dir.), Dictionnaire encyclopédique de théorie et
sociologie du droit, París, LGDJ, 1988, 1.ª ed.; 1993, 2.ª ed.; M. Troper, La théorie
du droit, le droit, l’Etat, París, PUF, 2001, que reúne cuatro artículos publica-
dos bajo el epígrafe «Metodología».
31
G. Kalinowski, «Philosophie et logique de l’interprétation en droit.
Remarques sur l’interprétation juridique, ses buts et ses moyens», APD, 1972,
p. 39; vid. también C. Grzegorczyk, «Le jugement en tant que jugement pra-
tique (implications théoriques)», APD, 1983, p. 323; F. Zenati, La jurispru-
109
110
B. ¿Resurrección?
38
T. Sachs, La raison économique en droit du travail. Contribution à
l’étude des rapports entre le droit et l’économie, París, LGDJ, 2013; J.-J. Sueur,
«Droit économique et méthodologie du droit», en Contribution en l’honneur de
Gérard Farjat, París, Editions Frison-Roche, 1999, pp. 291 y ss.; C. Jamin,
«Economie du droit», en D. Alland, SS. Rials, Dictionnaire de la culture juri-
dique, París, PUF, 2003, p. 579; B. Du Marais, «Quand les juristes rencontrent
les économistes», en Droit et économie. Etudes en l’honneur du Professeur
Michel Bazex, París, LexisNexis-Litec, 2009, pp. 122 y ss.
111
39
Vid. O. Roselli, Riflessioni sulle trasformazioni della dimensione giuri-
dica, Napoli, Edizioni Scientifiche Italiana, 2011 ; A.-J. Arnaud (dir.), Diction-
naire de la globalisation, París, LGDJ, 2010.
40
J. - L. Bergel, Méthodologie juridique, op. cit., pp. 275 y ss. ; C.-A.
Morand (dir.), Légistique formelle et légistique matérielle, Aix-en-Provence,
PUAM, 1999 ; J.-M. Pontier, La simplification du droit, Aix-en-Provence,
PUAM, 2006, p. 223.
112
41
Vid., por ejemplo, M.-L. Mathieu-Izorche, Le raisonnement juridique. Ini-
tiation à la logique et à l’argumentation, París, PUF, 2001. Vid. también el Ciclo de
Conferencias del Tribunal de Casación, Les méthodes de jugements, Droit In-Situ,
CD-Rom, 2005; P. Deumier (dir.), Le raisonnement juridique. Recherche sur les
travaux préparatoires des arrêts, París, Dalloz, col. Métodos del derecho, 2013.
42
P. Amselek (dir.), Interprétation et droit, París, Bruselas, Bruylant,
1995.
43
Vid., por ejemplo, F. Luchaire, «De la méthode en droit constitution-
nel», RDP, 1981, p. 293.
44
M. Troper, «Le problème de l’interprétation et la théorie de la supralé-
galité constitutionnelle», Recueil d’études en hommage à Charles Eisenmann,
París, Cujas, 1975, p. 135; M. Troper, «La motivation des décisions constitu-
tionnelles», en C. Perelman, P. Foriers (ed.), La motivation des décisions de
justice, Bruselas, Bruylant, 1978, p. 298; M. Troper, La théorie du droit, le droit,
l’Etat, París, PUF, 2001; pp. 69.
45
Vid., entre muchas otras referencias, P. Jestaz, C. Jamin, La doctrine,
op. cit.; N. Hakim, F. Melleray, Le renouveau de la doctrine française, op. cit., F.
113
Audren, Les juristes et les mondes de la science sociale en France. Deux moments
de la rencontre entre droit et science sociale au tournant du XIXème siècle et au
tournant du XXème siècle, Thèse, Dijon, 2005; N. Hakim, «De l’esprit et de la
méthode des civilistes de la seconde moitié du XIXème siècle: l’exemplarité de
Claude Bufnoir», Droits, n° 47, 2008, p. 45 ; L. Fonbaustier, «Une tentative de
refondation du droit: l’apport ambigu de la sociologie à la pensée de Léon
Duguit», Revue française de droit administratif, 2004, p. 1053; J.-L. Halpérin,
«Adhémar Esmein et les ambitions de l’histoire du droit», Revue d’histoire du
droit français et étranger, 1997, p. 415; SS. Pinon, P.-H. Prélot, Le droit constitu-
tionnel d’Adhémar Esmein, Paris, Montchrestien, 2009; E. Maulin, La théorie de
l’Etat de Carré de Malberg, PUF, 2003; P. Gonod, Edouard Laferrière, Un juriste
au service de la République, París, LGDJ, 1997, M. Touzeil-Divina, La doctrine
publiciste 1800-1880, París, Editions La Mémoire du Droit, 2009; F. Saint-Bon-
net, «Regards critiques sur la méthodologie en histoire constitutionnel. Les
destinations téléologiques des options épistémologiques», op. cit.
46
M.-C. Ponthoreau, Droit(s) constitutionnel(s) comparé(s), París, Eco-
nomica, 2010; M.-C. Ponthoreau, «Le droit comparé en question(s). Entre
pragmatisme et outil épistémologique», Revue internationale de droit comparé,
1-2005, p. 8: http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/ridc_0035-
3337_2005_num_57_1_19331; E. Picard, «L’état du droit comparé en France
en 1999», Revue internationale de droit comparé , 4-1999, p. 888. Vid. también
H. Muir-Watt, «La fonction subversive du droit comparé», RIDC, 3-2000,
p. 518; E. Zoller, «Qu’est-ce que faire du droit constitutionnel comparé?»,
Droits, n° 32, 2000, p. 121 ; O. Pfersmann, «Le droit comparé comme interpré-
tation et comme théorie du droit», Revue internationale de droit comparé, n° 2,
2001, p. 275; O. Jouanjan, «Modèles et représentations de la justice constitu-
tionnelle en France: un bilan critique», Jus Politicum, n° 2, 2009, http://www.
juspoliticum.com/Modeles-et-representations-de-la.html; G. Tusseau, Contre
les « modèles » de justice constitutionnelle. Essai de critique méthodologique,
Bolonia, Bolonia University Press, 2009.
114
47
Vid. M.-C. Ponthoreau, «Le droit comparé en question(s). Entre prag-
matisme et outil épistémologique», op. cit., p. 24; Droit(s) constitutionnel(s)
comparé(s), op. cit.; O. Jouanjan, «Modèles et représentations de la justice
constitutionnelle en France : un bilan critique», op. cit., G. Tusseau, Contre les
«modèles» de justice constitutionnelle. Essai de critique méthodologique, op. cit.
48
M.-C. Ponthoreau, «Le droit comparé en question(s). Entre pragma-
tisme et outil épistémologique», op. cit., pp. 13-14.
49
Ibid.
50
M.-C. Ponthoreau, «Le droit comparé en question(s). Entre pragma-
tisme et outil épistémologique», op. cit., pp. 11 y ss.
115
51
M.-C. Ponthoreau, Droit(s) constitutionnel(s) comparé(s), op. cit., p. 61.
52
M.-C. Ponthoreau, op. cit., pp. 82 y ss.
53
Ibid., pp. 90 y ss.
54
M.-C. Ponthoreau, «Le droit comparé en question(s). Entre pragma-
tisme et outil épistémologique», op. cit., pp. 12-13. Vid. también H. Muir-Watt,
«La fonction subversive du droit comparé», op. cit., p. 518.
55
E. Zoller, «Qu’est-ce que faire du droit constitutionnel comparé?»,
Droits, n° 32, 2000; M.-C. Ponthoreau, «Le droit comparé en question(s). Entre
pragmatisme et outil épistémologique», op. cit., p. 24.
56
C. Lévi-Strauss, La Pensée sauvage, París, Plon, 1962.
57
J. Derrida, «Structure, signe, et jeu dans le discours des sciences
humaines», Conferencia pronunciada en el Colegio Internacional de la Univer-
sidad Johns Hopkins (Baltimore) sobre Los lenguages críticos de las ciencias
del hombre, el 12 de octobre 1966: http://www.jacquesderrida.com.ar/frances/
structure.htm.
58
X. Thunis, «L’empire de la comparaison», en R. van der Mensbrugghe
(dir.), L’utilisation de la méthode juridique comparative en droit européen,
116
* * *
117
BIBLIOGRAFÍA
118
119
120
121
122
1
Traducción de Josefa Dolores Ruiz Resa.
123
124
125
126
127
2
Esta sección se basa en un texto escrito por la autora junto a Aline
Rose Barbosa Pereira, con el título «(Re)pensando una pedagogía de inclusión
en los estudios de Derecho», que no ha sido publicado hasta la fecha.
128
129
130
131
132
3
Y que Juan Ramón Capella denomina aprendizaje «por schock». Cfr.
CAPELLA, A aprendizagem da aprendizagem: uma introdução ao estudo do
direito. Belo Horizonte: Fórum, 2011.
133
4
Cf. GUSTIN, Miracy B. S.; LIMA, Paula G. M. (Coord.) Pedagogia da
emancipação: desafios e perspectivas para o ensino das ciências sociais aplica-
das no século XXI. Belo Horizonte: Fórum, 2010.
5
Cfr. GUSTIN, Miracy B. S.; FONSECA DIAS, Maria Tereza, (Re)pen-
sando a pesquisa jurídica, Ed. Del Rey, 2010.
134
135
6
Para Gustin y Dias, «[l]a investigación sociológico-jurídica se propo-
ne comprender el fenómeno jurídico en el ambiente social más amplio. Ana-
liza el Derecho como variable social y trabaja con las nociones de eficiencia,
eficacia y efectividad de las relaciones Derecho/sociedad. Se preocupa de la
facticidad del Derecho y de las relaciones contradictorias que se establecen
con el propio derecho y con los demás campos: sociocultural, político y
antropológico» (GUSTIN, DIAS, (Re)pensando a pesquisa jurídica..., op. cit.,
p. 38).
7
Se trata de una investigación de cuño participativo vuelta tanto a los
grupos de clases populares y/o dominadas como a otras áreas como las de
organización técnico-organizativa (THIOLLET, Michel, Metodología de la pes-
quisa-açao. Sao Paulo: Cortez, 1988, p. 15-30).
136
5. CONSIDERACIONES FINALES
8
THIOLLET, Michel, Metodología de la pesquisa-açao, op. cit.
137
138
139
ñar roles distintos por medio de sus funciones que, sin embar-
go, convergen de manera contradictoria, numerosas veces.
Problematizar el conocimiento, y no sólo aceptarlo, es permi-
tir la realización de una epistemología que convierta al propio
conocimiento en un sujeto histórico, el cual se realiza en el ámbi-
to de la conciencia de su capacidad para transformarse y ade-
cuarse a la necesidad de una ciencia para la libertad y la emanci-
pación del ser. Este proceso deberá construir sujetos preparados
para aprender, conocer y cuestionar las formas y contenidos del
conocimiento acumulado. La curiosidad intelectual y la capaci-
dad de cuestionar estructuras y funciones serán las categorías
críticas que superen la fragmentación del saber y la separación
forzada entre práctica y teoría. La primera formulación presenta
la educación superior a la que cualquier comunidad académica y
científica internacional debe aspirar. Que nada se oponga al para-
digma de emancipación en las estructuras universitarias.
El paradigma de la indignación contra la universidad que
reproduce las reproducciones y retrata las obviedades sin pro-
blematizarlas debe ser el fundamento de la universidad orien-
tada hacia la inclusión y la emancipación. De lo contrario, todo
se arruinará de nuevo. Y para ello, resulta indispensable la con-
jugación enseñanza-investigación, aprendizaje crítico-produc-
ción de conocimiento innovador.
140
141
142
143
144
145
1
«El proyecto Alfa Tuning América Latina busca «afinar» las estructu-
ras educativas de América Latina iniciando un debate cuya meta es identificar
e intercambiar información y mejorar la colaboración entre las instituciones
de educación superior para el desarrollo de la calidad, efectividad y transpa-
rencia. Es un proyecto independiente, impulsado y coordinado por Universi-
dades de distintos países, tanto latinoamericanos como europeos.» http://
www.tuning.unideusto.org/tuningal/index.php [Consulta: Junio de 2012]
2
En relación a las competencias en la formación profesional, el infor-
me Tuning Educational Structures in Europe, 2003, es un estudio que se pro-
pone determinar el orden de importancia que le asignan empleadores, acadé-
micos y graduados a un mismo grupo de competencias instrumentales,
interpersonales y sistémicas. El resultado es sorprendente debido a que mani-
fiesta una diversidad enorme de intereses entre los empleadores y los acadé-
micos. Para los académicos el dominio del conocimiento ocupa el primer
lugar y para los empleadores lo relevante son destrezas y habilidades que for-
talecen la productividad.
Nosotros pensamos que esta dicotomía entre saberes fundantes (Hawes)
—de la disciplina— y saber hacer, convivir y ser (propios de la lógica de
Delors, Jacques, «La educación encierra un tesoro» Unesco, 1996), deben ser
integrados en un currículo que no pierda de vista lo disciplinar como cimien-
to de la profesión del abogado pero que desarrolle a su vez elementos que
tienen que ver con el saber hacer, ser y convivir en función del desarrollo de
saberes que fortalezcan la reflexión y la crítica. Por eso de ninguna manera
debemos abordar una concepción curricular de competencias que prepare a
técnicos jurídicos sin capacidad reflexiva y crítica propia de la profesión, sino,
que deben estar presente en la formación los saberes fundantes, propios del
conocimiento científico desarrollado por siglos en el Derecho.
146
3
Existen varias definiciones de competencia que se relacionan con esta
concepción que revela como medular no sólo dimensiones propias de una
preparación universitaria que responde a las necesidades laborales del sistema
social y del trabajo, sino que están centradas en una integración de saberes; y
que se materializan en un actuar profesional con una postura reflexiva y trans-
formadora, en la que el egresado de nuestra casa de estudios no sólo será un
reproductor de las políticas nacionales, sino que será un actor y/o gestor con
mirada crítica y propositiva. Este sello distintivo de nuestra casa de estudios
permite que en la práctica el currículo basado en competencias favorezca una
formación en la que los estudiantes sepan actuar de manera pertinente en
contextos particulares, eligiendo y movilizando un equipamiento de recursos
personales, de redes y contextos.
4
Al respecto en la Universidad de Chile se trabaja sistemáticamente en
ello; a través de las comisiones de innovación curricular; en las unidades de
Vicerrectoría Académica 1. Red para la Excelencia Docente http://www.red.
uchile.cl/ [Consulta: 15 de Julio 2013], 2. Unidad de Perfeccionamiento Docen-
te http://www.uchile.cl/uperdoc [Consulta: 15 de Julio 2013], 3. Área aprendi-
zaje, 4. Unidad de Coordinación Curricular. Además se han creado diversas
unidades como por ejemplo, el Departamento de Educación en Ciencias de la
147
148
5
Decreto con Fuerza de ley N.º3, de 10 de marzo de 2006, del Ministerio
de Educación Publicado en el Diario Oficial de 2 de octubre de 2007. Artículo
1.º. La Universidad de Chile, Persona Jurídica de Derecho Público Autónoma,
es una Institución de Educación Superior del Estado de carácter nacional y
público, con personalidad jurídica, patrimonio propio, y plena autonomía aca-
démica, económica y administrativa, dedicada a la enseñanza superior, investi-
gación, creación y extensión en las ciencias, las humanidades, las artes y las
técnicas, al servicio del país en el contexto universal de la cultura. Artículo 2.º.
La generación, desarrollo, integración y comunicación del saber en todas las
áreas del conocimiento y dominios de la cultura, constituyen la misión y el
fundamento de las actividades de la Universidad, conforman la complejidad de
su quehacer y orientan la educación que ella imparte. La Universidad asume
con vocación de excelencia la formación de personas y la contribución al desar-
rollo espiritual y material de la Nación. Cumple su misión a través de las fun-
ciones de docencia, investigación y creación en las ciencias y las tecnologías,
las humanidades y las artes, y de extensión del conocimiento y la cultura en
toda su amplitud. Procura ejercer estas funciones con el más alto nivel de exi-
gencia. Artículo 3.º. Asimismo, corresponde a la Universidad contribuir con el
desarrollo del patrimonio cultural y la identidad nacionales y con el perfeccio-
namiento del sistema educacional del país. En cumplimiento de su labor, la
Universidad responde a los requerimientos de la Nación constituyéndose como
reserva intelectual caracterizada por una conciencia social, crítica y éticamente
responsable y reconociendo como parte de su misión la atención de los proble-
mas y necesidades del país. Con ese fin, se obliga al más completo conocimien-
to de la realidad nacional y a su desarrollo por medio de la investigación y la
creación; postula el desarrollo integral, equilibrado y sostenible del país, apor-
tando a la solución de sus problemas desde la perspectiva universitaria, y pro-
pende al bien común y a la formación de una ciudadanía inspirada en valores
democráticos, procurando el resguardo y enriquecimiento del acervo cultural
nacional y universal. Artículo 4.º. Los principios orientadores que guían a la
Universidad en el cumplimiento de su misión, inspiran la actividad académica
y fundamentan la pertenencia de sus miembros a la vida universitaria, son: la
libertad de pensamiento y de expresión; el pluralismo; y la participación de sus
miembros en la vida institucional, con resguardo de las jerarquías inherentes
al quehacer universitario. Forman parte también de estos principios orienta-
dores: la actitud reflexiva, dialogante y crítica en el ejercicio de las tareas inte-
149
150
7
SHAUB, Horst y ZENKE, Kart, Diccionario de Pedagogía, Ediciones
Akal, Madrid, 2001, pág.36.
8
CASARINI, Marta, Teoría y Diseño Curricular, Editorial Trillas, Méxi-
co, 2009, p.6.
9
VARGAS, Fernando; Irigoin, María, Competencia Laboral Manual de
conceptos, métodos y aplicaciones Zen al sector salud, Organización Internacio-
nal del Trabajo, 2001, p. 178.
10
«El concepto de educación implícito en el currículo emancipador ver-
sa sobre la preparación de las personas para que tomen conciencia de su rol
en la sociedad, sean críticos ante la ideología dominante, perciban las poten-
cialidades transformadoras que tienen y actúen conforme con la idea de una
sociedad libre, igualitaria y justa. El concepto de ser humano subyacente en el
currículo emancipador es el de un individuo que participa activamente en su
formación y que asume un compromiso con los contenidos curriculares naci-
do de esa participación; es un individuo crítico de sí mismo y del sistema
social con el que está vinculado y cuya máxima aspiración es la búsqueda de
151
152
153
154
12
MONTMOLLIN, Maurice. L´érgonomie. Segunda edición. París: Edi-
torial la Découverte, 1986, 126 p.
13
RETAMAL, 2003. En RETAMAL, Gastón. Discurso pedagógico por
competencias. Primera edición. Universidad Católica Silva Henríquez, 2010,
16 p.
14
PARKERS, David. Competencia y Contexto: Visión global de la escena
británica. En Revista Europea Formación Profesional. Número 1, 1994, 25 p.
155
dades del país. Dado que las necesidades nacionales son diver-
sas y no sólo relacionadas con el sistema productivo.
—«Habilidades para desempeñarse según estándares
reconocidos»15.
Si hay algo que caracteriza a la Universidad de Chile, es
que no sólo debe formar a profesionales que se desempeñen
de acuerdo a estándares establecidos, sino que deben ser com-
petentes para mejorarlos o cambiarlos si es del caso. Por ello
esta definición se aproxima a una racionalidad técnica y no
crítica.
—«Saber movilizar los propios conocimientos y cualidades
para hacer frente a un problema dado»16.
Esta definición es mejor, sin embargo, deja de lado todos
los factores intersubjetivos que caracterizan la materialización
de un espacio democrático en el que ser competente implica
hacer junto a los otros y no a pesar de los otros. No se trata
—de acuerdo al espíritu del Estatuto— de hacer frente a los
problemas, sino de construir para, junto con los otros, avanzar
hacia la transformación social.
—«Capacidad real del individuo para dominar el conjunto
de tareas que configuran un cuerpo de trabajo concreto».17
Esta definición está realizada a propósito del espacio de
trabajo. La Universidad de Chile, forma no sólo para que sus
egresados, maestros y estudiantes dominen tareas sino para
que propongan, cuestionen y creen nuevas opciones a propósi-
to no sólo del trabajo concreto, sino de la investigación y la
creación artística.
15
TEJADA, José. Acerca de las competencias profesionales. En Revista
Herramientas, número 56, 1999, 33 p.
16
MANDÓN, Nicole, Liaroutzos, O. Análisis del empleo y las competen-
cias: El método ETED. Buenos Aires: Libris S.R.L, 1990.
17
MOORE, Andrew. Cualificación contra competencia: ¿debate semánti-
co, evolución de conceptos o baza política?, en Revista Europea Formación
Profesional. Número 1, 1994. http://www2.cedefop.europa.eu/etv/Upload/
Information_resources/Bookshop/137/1-94-es.pdf
156
18
http://curriculumenlinea.mineduc.cl/sphider/search.php?query&t_
busca=1&results&search=1&dis=0&category=10 [Consulta: 20 de noviembre
2012].
19
PERRENOUD, Philippe. Construir competencias desde la escuela.
Cuarta edición. Santiago de Chile: Lom Ediciones S.A, 2006, 24 p.
20
PINTO, Rolando. «La teoría del currículo mínimo y su relación con
el proyecto curricular de Centro Educativo», op. cit., p. 76.
157
21
LATORRE, Marisol. «Aportes para el análisis de las racionalidades
presentes en las prácticas pedagógicas» en Estudios Pedagógicos, número 30,
Valdivia, 2004, pp. 75-91.
22
Ibíd. 8.
158
23
Ibíd.
24
GONZÁLEZ, J; Wanegear, R., Tuning Educational Structures in Euro-
pe, Universidad de Deusto: Universidad de Groningen, 2003, p. 34.
25
Las competencias genéricas presentes son seleccionadas de entre
varias competencias del mismo tipo para darle un sello a la formación de
159
160
26
BOURDIEU, Pierre, Esquisse d’une théorie de la pratique, précedé de
trois études d’ethnologie kabyle, Genéve, Librairie Droz, 1972, p. 209.
27
Ibid.
28
PIAGET, Jean; Inhelder, Barbel. Piscología del niño. Decimocuarta
edición. Madrid, España: Ediciones Morata, 1997, p. 100.
161
162
A MODO DE CONCLUSIÓN
163
29
La determinación de las características del proceso de reflexión e
implementación de un currículo basado en competencias ha sido diseñado
por la Vicerrectoría Académica y consiste en ir desarrollando una serie de
etapas que no son lineales, pero por las cuales necesariamente todas las comu-
nidades deben seguir, consistiendo primero en la determinación de la política
institucional, luego el diseño del modelo de competencias que se quiere seguir,
y finalmente la implementación y evaluación del proceso.
En la primera etapa o de política institucional se debe declarar que se desea
avanzar hacia la implementación de un currículum basado en competencias,
esto implica ajustar los diferentes mecanismos institucionales que permiten la
viabilidad, a propósito de las diversas decisiones en la gestión de procesos y
productos.
Movilizar y tomar la decisión política es un factor complejo y relevante
debido a que la comunidad académica debe decidir de qué manera avanzará
hacia la innovación curricular. Se tiene que generar un acuerdo en torno a que
el modelo curricular por competencias es pertinente, a partir de un diálogo
democrático en el que existe acuerdo participativo.
Luego, en una segunda etapa se debe diseñar el modelo, acordarlo y
socializarlo, produciéndose así una retroalimentación que significa preguntar-
se: ¿qué modelo de competencias es el que finalmente quiere la comunidad?,
¿hacia dónde quiere avanzar?, ¿qué necesidades tiene el país en relación al
tipo de profesional que formarán?, ¿cómo será el perfil de egreso?, ¿qué sabe-
res profesionales serán los relevantes en el nuevo sistema formativo?, ¿cómo
trabajarán las competencias transversales?, ¿qué trayectos formativos quieren
relevar?, ¿qué actividades curriculares proponen?, ¿cómo trabajarán el siste-
ma de créditos transferibles? ¿Qué estrategias de docencia serán las mejores?
¿Cómo regularán los sistemas evaluativos, tanto de aprendizajes como curri-
culares? ¿Cuánto deberá durar la carrera? ¿Qué mecanismos de titulación se
implementarán? ¿Se diseñará un nuevo currículum considerando la necesidad
de formación continua? Vale decir, incluyendo post-grado. De ser así, ¿cómo
realizarán la articulación curricular? Todo ello implica en último término pre-
guntarse: ¿cómo cumplirán con los Estatutos universitarios?
En una tercera etapa se implementará el nuevo currículum. Siendo este
el momento en que se materializa el nuevo modelo curricular, que debe ser
constantemente medido. Para ello, se deben realizar evaluaciones de procesos
y de producto, siendo, por lo mismo, necesario que la comunidad educativa
reflexione mientras se implementa. Este momento es fundamental, por cuan-
to todas las decisiones de las etapas anteriores se materializarán en el queha-
cer del aula y en la gestión y evaluación que se haga del currículum.
164
165
BIBLIOGRAFÍA
166
167
1
KANT, I., «Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?», en
ERHARD, J.B. y otros, ¿Qué es Ilustración?, trad. Agapito Maestre y José Roma-
gosa, Madrid, Tecnos, 1988, pp. 11-139.
169
2
KANT, I., El conflicto de las Facultades, traducción de Elsa Tabernig,
Buenos Aires, Losada, l963. «Prólogo» pp. 9-17. Hay una nueva edición, bilin-
güe, de esta obra: KANT, I., La contienda entre las Facultades de Filosofía y de
Teología, traducción de Roberto Rodríguez Aramayo, Madrid, CSIC (Debate),
1992. Incluye un amplio estudio preliminar de José Gómez Caffarena, pp. IX-
LXXV.
3
Para el estudio de estas Facultades, KANT, I., El conflicto de las Facul-
tades op. cit., pp. 21-45. De la edición bilingüe referida, vid. pp. 5-28.
4
KANT, I., El conflicto de las Facultades op. cit., p. 23.
170
5
Ibíd., p. 35.
6
Ibíd., p. 114.
7
Cfr. CARRO, J.L, Polémica y reforma universitaria en Alemania, Civi-
tas, Madrid, 1976, pp. 22-26.
8
Cfr. SOTELO, I, «Universidad y política», en DOU, (Ed.), Sobre la
Universidad, Bilbao, 1982, pp. 197-208.
171
9
Cfr. LORCA NAVARRETE, J.F., «Aspectos metodológicos de la ense-
ñanza del Derecho», Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad Com-
plutense, n.º 5, 1982, pp. 112-113. También, CAPELLA, J.R., «Para un aprendi-
zaje innovador para materias jurídico-políticas», Revista de la Facultad de
Derecho de la Universidad Complutense, n.º 5, 1982, pp. 971.
172
10
Cfr. CARRO, op. cit., pp. 23 y 24.
11
Cfr. SOTELO, I., op. cit., p. 208.
173
12
Son manifestaciones de Humboldt, cfr. PAUL, W., «Formación del
jurista entre teoría y praxis: comentarios sobre el sistema alemán y su origen,
así como la situación de su reforma», A.C.F.S, núms. 20-21, 1980-1981, p. 121.
174
13
Cfr. MARTÍNEZ, J. I., «Libertad de cátedra y pensamiento jurídico
formalista», en Los derechos fundamentales y libertades públicas (I), vol. II,
Ministerio de Justicia, Madrid, 1992, pp. 1305-1309.
14
ARNAUD, A. J., Les juristes face à la Societé: du XIX e siècle á nos
jours, P.U.F., Paris, 1975, p. 32.
175
15
BONECASE, J., L’Ecole de l’Exégèse en droit civil, París, 1924,
pp. 29-30, citado en J. I. Martínez, op, cit., p. 1307.
16
En las Constituciones preliminares al Digesto, cit., ibíd. pp. 1307-
1308.
17
Cfr. PAUL, W., «Formación del jurista entre teoría y praxis: comenta-
rios sobre el sistema alemán y su origen, así como la situación de la reforma»,
A.C.F.S., núms. 20-21, 1980-1981, p. 123.
18
Cfr. K.F. von SAVIGNY, Metodología jurídica, trad. J.J. Santa-Pinter,
Depalma, Buenos Aires, 1979, p. 85; H. HATTENHAUER, Los fundamentos
histórico-ideológicos del derecho alemán: Entre la jerarquía y la democracia,
176
trad. M. Izquierdo, Ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1981, pp. 130-
131. Savigny, que representaba la imagen del cultivador de la ciencia pura y
formal y del jurista despolitizado, no compartió la actitud de los siete profeso-
res de Göttingen que fueron expulsados de sus cátedras por haber protestado
por la actuación del rey de Hannover, que suprimió la Constitución de 1833
para apropiarse de los bienes del Estado para pagar sus deudas. Jakob Grimm
—uno de los primeros alumnos de Savigny y gracias al cual se conservan las
lecciones de Derecho penal impartidas por el maestro— fue uno de los profe-
sores expulsados. Savigny nunca perdonó a Grimm su participación en la
protesta de los siete de Gotinga.
19
WEBER, M., El político y el científico, trad. Francisco Rubio Llorente,
Alianza Editorial, Madrid, 1988, pp. 215-216.
20
Cfr. KELSEN, H., «Ciencia y política», en ¿Qué es justicia?», Ariel,
Barcelona, 1991, pp. 254 y ss.
177
21
KELSEN, H., Teoría pura del derecho, trad. de Roberto Vernengo,
Porrúa/UNAM, 1991, pp. 84 y 85.
22
Cfr. ARANGUREN, J.L.L., Obras completas, vol., 4, ed. de Feliciano
Blázquez, Trotta, Madrid, 1996, pp. 251 y ss. («El futuro de la Universidad y
otras polémicas»).
23
Ibíd., p. 263.
178
24
Advierte Max Weber que los Institutos científicos se han convertido
en empresas de «capitalismo de Estado». No pueden realizar su labor sin un
gran acopio de medios, por lo que el científico se transforma en un trabajador
especializado y profesionalizado de la ciencia (Cfr. El político y el científico, op.
cit., p. 184).
179
25
Cfr. NIETO, A., La ideología revolucionaria de los estudiantes europeos,
Ariel, Barcelona, 1971.
26
La polémica sobre la cogestión tuvo su punto culminante en Alema-
nia en la Sentencia del Tribunal Constitucional de 29 de mayo de 1973 (sen-
tencia sobre la cogestión). Un número de 368 profesores habían presentado
un recurso contra la ley universitaria de la Baja Sajonia, algunos de cuyos
artículos fueron declarados inconstitucionales. El mandato constitucional del
artículo 5.3 (Libertad científica de los profesores) no exige —según la senten-
cia citada— que los representantes de los profesores dispongan de manera
general de una clara mayoría en los órganos universitarios, mientras los asun-
tos a tratar no afecten de forma inmediata a la investigación, a la docencia o
al nombramiento de profesores. Si las decisiones a tomar afectan de manera
inmediata a la docencia o al nombramiento de profesores, el estamento pro-
fesoral debe poseer un peso determinante (más de la mitad de los votos).Cfr.
CARRO, J.L., op. cit., pp. 45 y ss.
27
Véanse las sentencias del Tribunal Supremo de 3 de julio de 1967
(Ref. Aranzadi 2951) y de 6 de julio de 1967 (Ref. Aranz. 2976), para Tierno y
Aranguren respectivamente. Las razones ofrecidas en ambas sentencias eran
la incitación a los alumnos a una manifestación colectiva contra la organiza-
ción política. A finales de 1969, casi al mismo tiempo que se publicaba el libro
blanco de la reforma de 1970 fueron detenidos y confinados en diferentes
lugares de la geografía española un buen número de profesores de la Univer-
sidad, con marcada presencia de la Filosofía del Derecho: Óscar Alzaga, Elías
Díaz, Raúl Morodo, Javier Muguerza, Peces Barba, Pedro Schwartz... Cr.
DÍAZ, E., El pensamiento español 1939-1973, Cuadernos para el Diálogo,
Madrid, 1974, pp. 242-243.
180
28
Me he ocupado más extensamente en SALGUERO M., «Valores domi-
nantes y lo que permanece de la Ley General de Educación de 1970», Revista
de Ciencias de la Educación, n.º 174, abril-junio, 1998, pp. 217-235.
29
MARTÍN-RETORTILLO, L., A vueltas con la Universidad, Civitas,
Madrid, 1990, p. 65.
181
30
Esta Carta Magna puede consultarse en «Documentos» de la Revista
de Administración Pública, n.º 118, 1989.
182
31
Para el estado de la cuestión de este Espacio Europeo de Educación
Superior, véase SAAVEDRA LÓPEZ, M., y RUIZ RESA, J. Dolores, «Los estu-
dios jurídicos en el Espacio Europeo de Educación Superior», Revista Electró-
nica de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, noviembre, 2007,
pp. 1-6 (www.refdugr.com).
183
32
OLLERO TASSARA, A., «Una filosofía jurídica posible», A.C.F.S.,
n.º 15, 1975, p. 251.
184
33
DELGADO PINTO, J., «Los problemas de la filosofía del derecho en
la actualidad», A.C.F.S., n.º 15, 1975, pp. 32-33.
185
34
La expresión «Filosofía del Derecho» se difundió en Europa a partir de
1831 con los Grundlinien der Philosophie des Rechts de Hegel. Es, por eso, sinto-
mático que las nuevas lecciones de Filosofía jurídica llevaran por rótulo «Filoso-
fía del Derecho» y no «Derecho Natural» como sucedía en su época de Jena y
Heidelberg. Cabe destacar otras obras de Filosofía del Derecho en aquel contex-
to europeo: la Philosophie du Droit de Lerminier (1831); las seis lecciones de
Austin (The Province of Jurisprudence Determined) que llevaban el subtítulo de A
Philosophy of Positive Law (1832), derivado de la obra de Hugo. Hay que añadir
los dos volúmenes de la Filosofía del diritto (1841 y 1845) de Rosmini, que deter-
minaron el éxito de la Filosofía del Derecho como disciplina académica en Italia
(Cfr. BOBBIO, N., «Naturaleza y función de la Filosofía del Derecho», en Contri-
bución a la teoría del Derecho, trad. A. Ruiz Miguel, Fernando Torres Editor,
Valencia, 1980, p. 91). Este cambio de rumbo del pensamiento filosófico jurídico,
inaugurado en los inicios del siglo XIX, quedará reflejado en los avatares del
Derecho Natural y de la Filosofía del Derecho como disciplinas académicas. Un
ejemplo de esta incidencia se refleja en el hecho de que a lo largo del siglo XIX los
manuales universitarios utilizan alternativamente la denominación «Derecho
Natural» y «Filosofía del Derecho». Esta alternancia alude tanto a la denomina-
ción oficial de la disciplina académica como a los contrastes metodológicos de
una y otra, según la coyuntura político-ideológica del momento. La repercusión
en España de esta nueva orientación en las disciplinas filosófico-jurídicas se hizo
perceptible a raíz del Plan General de Instrucción Pública de 1836 (Cfr. GARCÍA
CANALES, M., «Los planes de estudio de la carrera de Derecho: algunas reflexio-
nes críticas», Anales de la Cátedra Francisco Suárez, n.º 20-21, 1980-1981, pp. 240-
252). En torno a esta fecha (1836), se percibe ya la recepción en España de la
Filosofía del Derecho, al igual que estaba sucediendo en el continente europeo,
por mediación del krausismo. De entre los libros de texto establecidos para las
enseñanzas del Derecho Natural —previstas en el Arreglo Provisional de Quinta-
na de 1836— se incluyó uno del belga Ahrens, discípulo de Krause, que llevaba
por título «Curso de Derecho Natural o Filosofía del Derecho, formado con arreglo
al estado de esta ciencia en Alemania» (Boix, Madrid, 1841). Por otra parte, Seijas
Lozano inició en 1839 un curso de Filosofía del Derecho en el Ateneo, que se
repitió en 1841, y en este mismo año, Sanz Del Río solicitó al Gobierno la crea-
ción de una Cátedra de Filosofía del Derecho para sustituir a las de Derecho
Natural, Principios de Legislación o Derecho Público General (Cfr. GIL CREMA-
186
187
188
189
38
KAUFMANN, A., «Filosofía del Derecho, Teoría del Derecho y Dog-
mática jurídica», en ROBLES, G. (ed.), El pensamiento jurídico contemporá-
neo, Debate, Madrid, 1992, pp. 34-36.
39
Ibíd., p. 36.
190
40
LÓPEZ CALERA, N. M.ª, Filosofía del Derecho, Comares, Granada,
1992, p. 17. También, en este sentido, FERNÁNDEZ, E., Estudios de ética jurí-
dica, Debate, Madrid, 1990, p. 19. En igual sentido dice Legaz: «La Filosofía
del Derecho responde a la insuficiencia de la ciencia jurídica para dar una
solución a las preguntas que se plantea el espíritu del hombre —en tanto que
hombre y en tanto que jurista— y que exigen respuesta.» «La Filosofía del
Derecho, continúa, debe ser verdadera Filosofía: una respuesta a las preguntas
que la conciencia filosófica se plantea ante el Derecho» (LEGAZ LACAMBRA,
L., Problemas de la actual Filosofía del Derecho en «La Filosofía del Derecho en
España» en ACFS, n.º 15, 1975, p. 122).
191
41
Cfr. REALE, M., Introducción al Derecho, Ed. Pirámide, Madrid,
1976, p. 30. Resume este planteamiento cuando describe la Filosofía del Dere-
cho como «una inquisición permanente y desinteresada de las condiciones
morales, lógicas e históricas del fenómeno jurídico y de la ciencia del Dere-
cho».
42
Puede percibirse este consenso en la mayor parte de las aportaciones
hechas al n.º 15 de los Anales de la Cátedra Francisco Suárez en 1975 que fue un
monográfico sobre «La Filosofía del Derecho en España»: Atienza, Delgado Pin-
to Elías Díaz, Laporta, Ollero Tassara, López Calera, entre otros. También se
hace perceptible la diversidad temática de la filosofía jurídica en el n.º 25 de los
A.C.F.S. de 1985 que fue un monográfico sobre «Corrientes y problemas en
Filosofía del Derecho» (Roberto J. Vernengo, Sergio Cotta, A. Kaufman, Hasse-
mer, Luhman, Wolf Paul, Rebuffa...). Más recientemente, en el extenso n.º 44
(2010) de los A.C.F.S. se ofrece una amplia panorámica —con ocasión del 50
aniversario de estos Anales— de la filosofía jurídica y política. Se establecen
varios apartados en los que destacados iusfilósofos de ámbito nacional e inter-
nacional (Atienza, Elías Díaz, López Calera, Andrei Marmor, Jurgen Habermas,
Teubner, Squella, Rodolfo Vázquez, Wellman, Zaccaria, Calvo García, Ferrajoli,
Prieto Sanchís, David Held, William Twining, Nancy Fraser...), introducen dife-
rentes temáticas, quedando a la vista el diverso escenario de problemas actuales
sobre filosofía jurídica y política. En el último apartado sobre «Visiones y tra-
yectorias» se incide más concretamente en aspectos sobre la Filosofía del Dere-
192
193
194
195
47
PRIETO SANCHÍS, L., «Un punto de vista sobre la Filosofía del Dere-
cho», Anuario de Filosofía del Derecho, n.º 4, 1987, pp. 603-604. También en un
intento de síntesis el profesor A-E. PÉREZ LUÑO (Teoría del Derecho, op. cit.,
p. 45), considera que gracias a sus contornos difusos la «Teoría del Derecho
puede servir de marco general de referencia para los distintos enfoques cien-
tíficos y filosóficos de la investigación jurídica básica».
196
48
Algunos autores conceden tal importancia a este tema que reducen la
Filosofía del Derecho a «Teoría del Derecho» entendida como «análisis del
lenguaje de los juristas». Cfr. ROBLES, G., Introducción a la Teoría del Dere-
cho, Debate, Madrid, 1988, cap. VI, p. 151.
49
Cfr. DÍAZ, E., Sociología y Filosofía del Derecho, pp. 254 y 334.
50
Resolver dicha cuestión implica, en primer lugar, examinar en qué
consiste eso que llamamos ciencia, cuáles son sus rasgos y características
(problemas de teoría de la ciencia). En segundo lugar habría que examinar si
la intencionalidad o la valoratividad que caracteriza a las ciencias sociales
—entre las que se encuentra la Dogmática jurídica— son compatibles con la
capacidad de predicción y con la explicación que caracteriza a las ciencias
empírico-naturales. Para una perspectiva general: Cfr. CALSAMIGLIA. A.,
Introducción a la ciencia jurídica, Ariel, Barcelona, 1990.
51
Por ejemplo, KAUFMANN, A., «Teoría de la justicia. Un ensayo histó-
rico-problemático», ACFS, n.º 25 (1985) p. 37, escribe que «las dos preguntas
fundamentales de la Filosofía del Derecho son: 1) qué es el Derecho justo 2)
cómo lo reconocemos» y DÍAZ, E., Sociología y Filosofía del Derecho, op. cit.,
p. 255.
197
52
LAPORTA, F., HIERRO L., ZAPATERO, V., «Algunas observaciones
sobre la situación de la filosofía del derecho en la actualidad», op. cit., p. 117.
53
Para el concepto de tridimensionalidad y para la pretensión de una
ciencia jurídica integradora, cfr. GOLDSCHMIDT, W., Introducción filosófica
al derecho: la teoría trialista del mundo jurídico y sus horizontes, op. cit., pp. 18
y ss. REALE, M., Teoría tridimensional del derecho, trad. J. A. Sardina Páramo,
Edeval, Valparaíso, 1978. E. GARCÍA MAYNEZ (Filosofía del derecho, Porrúa,
México, 1977) propone una teoría de los tres circuitos (derecho vigente, dere-
cho intrínsecamente válido y derecho eficaz). BOBBIO (Contribución a la teo-
ría del derecho, op. cit., pp. 98-100) propone como «programa de trabajo» la
siguiente división tripartita: Teoría del Derecho, Teoría de la justicia y Teoría
de la ciencia jurídica.
54
KAUFMANN, A., «Filosofía del Derecho, Teoría del Derecho, Dogmá-
tica jurídica», en KAUFMANN, A., y HASSEMER W., El pensamiento jurídico
contemporáneo, Debate, Madrid, 1992, p. 27.
198
55
DWORKIN, R., «Introducción», en Filosofía del Derecho, Fondo de
Cultura Económica, México. 1980, p. 7.
199
56
No puede obviarse —como dice con conocimiento de causa Luis Gar-
cía San Miguel— que las cátedras de Filosofía del Derecho son muy propensas
200
201
60
Cfr. LÓPEZ CALERA, N. M., «Filosofía del Derecho: crítica y utopía»,
A.C.F.S., N.º 15, 1975, pp. 139 y ss. También, PECES-BARBA, G., Introducción
a la Filosofía del Derecho, Debate, Madrid, 1983, p. 187.
61
Cfr. PRIETO SANCHÍS, L., «Un punto de vista sobre la filosofía del
Derecho», op. cit., p. 597.
202
62
WEBER, M., «La política como vocación», en El político y el científi-
co, op. cit., p. 176.
203
63
Ibíd., p. 171.
64
Ibíd., p. 175.
65
Ibíd., pp. 164 y 167.
66
Ibíd., p. 176.
67
Ibíd., p. 178.
68
FERRAJOLI, L., «El derecho como sistema de garantías», El Consejo
del Poder Judicial, Madrid, 1995, pp. 461-495.
204
69
Las tesis del fisicalismo o del empirismo lógico son las que sustentan
esa visión reduccionista. Sobre estos aspectos: MUGUERZA, J., La concepción
analítica de la Filosofía, 2 vols. Alianza Universidad, Madrid, 1974; KRAFT, V.,
El círculo de Viena, Taurus, Madrid, 1966; WITTGENSTEIN, L., Tractatus
logico-philosophicus, trad. E. Tierno, Alianza Editorial, Madrid, 1973.
70
ATIENZA, M., «Ontología del Derecho versus Metafísica del dere-
cho», A.C.F.S., n.º 15, 1975, pp. 3-4; DÍAZ, E., «Legitimidad crítica y pluralis-
mo ideológico», A.C.F.S., n.º 15, 1975, p. 50.
71
LAPORTA, F., HIERRO L., ZAPATERO, V., «Algunas observaciones
sobre la situación de la filosofía del derecho en la actualidad», A.C.F.S., n.º 15,
1975, pp. 114 Y 117.
72
ATIENZA, M., «Ontología del Derecho versus Metafísica del dere-
cho», op. cit., p. 2.
205
73
OLLERO TASSARA, A., «Una filosofía jurídica posible», op. cit.,
pp. 253, 274-277.
74
«Una Filosofía del Derecho que pretenda sustituir a la ciencia jurídi-
ca es una ilusión y una Filosofía del Derecho que pretenda ignorar la ciencia
jurídica es un error que conduce a una elucubración abstracta carente de base
real». De ahí la definición de la Filosofía jurídica como «conocimiento integral
de la realidad jurídica que pretende establecer el concepto de Derecho, los
criterios de justicia o contenidos de moralidad que el Derecho debe realizar y
las condiciones y justificación epistemológicas del propio conocimiento del
Derecho» (PECES-BARBA, G., Introducción a la Filosofía del Derecho, Debate,
Madrid, 1983, p. 264).
206
75
DELGADO PINTO, J., «Los problemas de la filosofía del derecho en
la actualidad», op. cit., pp. 41 y 42.
76
La idea del método o del punto de vista de la «comprensión» puede
percibirse ya en PUFENDORF (De iure naturae et gentium, I, cap. VI, 8 y II,
cap. I, 7) a partir de su distinción entre los «entia physica» y los «entia mora-
lia». Los primeros tienen que ver con los acontecimientos inmutables de la
causalidad, con la uniformidad, mientras que son entes indiferentes a lo axio-
lógico. Los entia moralia «son aquellos que están regidos por la libertad, se
caracterizan por lo multiforme de la acción moral libre». Wilhelm DILTHEY
(Introducción a las ciencias del espíritu, Revista de Occidente, Madrid, 1956)
introdujo más definitivamente ya la distinción entre las «ciencias de la natu-
raleza» y las «ciencias del espíritu». A estas últimas pertenecen la historia, la
economía, las ciencias jurídicas, la religión, literatura, el arte, la filosofía... En
estas ciencias lo específico son las experiencias y las vivencias, y la clave está
en la «comprensión» (Verstehen), frente a la «explicación» (erklären). La «com-
prensión», con sus elementos a priori (significado, valor, propósito...) consti-
tuye una cosmovisión (Weltanschauung). El concepto de «comprensión» tam-
bién era muy cercano a la tradición neokantiana y a la filosofía de los valores
(WINDELBAND, H. RICKERT, HUSSERL, SCHELER, HARTMANN, JAS-
PERS...). Cfr., PIAGET, J., y otros, Tendencias de la investigación en las ciencias
207
sociales, Alianza Universidad, Madrid, 1973; FREUND, J., Las teorías de las
ciencias humanas, Península, Barcelona, 1975, pp. 117-132.
77
W. Adorno, W. Benjamín, Fromm, Max Horkheimer, Marcuse, Haber-
mas (en una segunda generación de la escuela)...Para una visión global, entre
muchos, Cfr. JAY, M., La imaginación dialéctica. Una historia de la Escuela de
Frankfurt, Taurus, Madrid, 1974; ZIMA, P., La escuela de Frankfurt, Ediciones
Galba, Barcelona, 1973.
78
HORKHEIMER, M., Crítica de la razón instrumental, Sur, Buenos
Aires, 1973, pp. 32-34.
208
79
HORKHEIMER, M., Teoría crítica, Amorrortu, Buenos Aires, 1974,
pp. 287-288.
80
Cfr. MARCUSE, H., Eros y civilización, Seix Barral, Barcelona, 1971.
También, FROMM, E., Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, F.C.E.,
Madrid, 1978.
81
MARCUSE, H., El hombre unidimensional, (1954) Seix Barral, Barce-
lona, 1968.
82
Cfr. ADORNO, TH., Dialéctica negativa, Taurus, Madrid, 1975.
83
Para el concepto de ideología, cfr. LENK, K., El concepto de ideología.
Comentario crítico y selección sistemática de textos, Amorrortu, Buenos Aires,
1974.
84
HORKHEIMER, M., Crítica de la razón instrumental, op. cit., p. 35.
209
210
85
KAUFMANN, A., «Sentido actual de la Filosofía del Derecho», A.C.F.S.,
n.º 12, 1972, pp. 33 y ss.
211
86
Sobre esta idea de la formación integral, cfr. SAAVEDRA LÓPEZ, M.,
y RUIZ RESA, J. D., op. cit., pp. 21-29.
212
213
87
Con la 2.ª Cuestión Universitaria, tras el Decreto del Ministro Orovio
de 26 de febrero de 1875, surgió una confrontación ideológica con los profe-
sores liberales y krausistas de la Universidad, muchos de los cuales fueron
separados de sus cátedras. Esta circunstancia hizo que los krausistas se reple-
garan a la enseñanza privada y que surgiera en 1876 la Institución Libre de
Enseñanza (ILE), que fue «bandera de enganche de la intelectualidad liberal
de la época». En ese mismo año se iniciaron las actividades académicas de
esta institución y apareció el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza
(B.I.L.E.), que fue el órgano de expresión de la I.L.E. Con una base krausista
en su armazón intelectual, sus representantes eran disidentes de la Restaura-
ción, líderes de un movimiento secularizador de la vida española y herederos
directos de un liberalismo ilustrado típico representante de la izquierda bur-
guesa. Estos representantes de la I.L.E., dieron sentido a las principales refor-
mas educativas afrontadas en España durante más de medio siglo. Tenían una
fe ciega en el poder de la educación como instrumento de cambio social y
formularon sus propuestas de reordenación del sistema educativo. Cfr. MOLE-
RO PINTADO, La Institución Libre de Enseñanza: un proyecto español de reno-
vación pedagógica, Madrid, Anaya, 1985. Otros estudios —entre muchos—
sobre la I.L.E.: DE AZCÁRATE, P., Gumersindo de Azcárate, Madrid, Tecnos,
1969, pp. 569-575. CACHO VIU, V., La Institución Libre de Enseñanza, op. cit.
JIMÉNEZ-LANDI, A., La Institución Libre de Enseñanza. Los orígenes, Madrid,
Taurus, 1973. Del mismo autor: La Institución Libre de Enseñanza, II, 2 vols.,
Madrid, Taurus, 1987. DE PUELLES BENÍTEZ, M., Educación e ideología en
la España contemporánea, Labor, Barcelona, 1991, 286-292. MILLÁN, F., La
revolución laica. De la Institución Libre de Enseñanza a la Escuela de la Repú-
blica, Valencia, Fernando Torres Editor, 1983. TURIN, I., La Educación y la
Escuela en España de 1874 a 1902, op. cit. pp. 175-327. Cfr. las referencias
hechas al Krausismo. Sobre la Segunda Cuestión Universitaria: DE AZCÁRA-
TE, P., La Cuestión Universitaria. Epistolario, Madrid, Tecnos, 1967, pp. 9-28
214
215
89
WEBER, M., El político y el científico, op. cit., pp. 21, 212-213; y «Los
juicios de valor en ciencias sociales», en La acción social: Ensayos metodológi-
cos, Península, Barcelona, 1984, p. 53.
90
BURDEAU, G., Les libertès publiques, Librairie Gènerale de Droit et
Jurisprudence, París, 1972, pp. 318 y 329.
91
Me he ocupado de estas cuestiones en Libertad de cátedra y derechos
de los centros educativos, Ariel, Barcelona, 1997, cap. I. Más recientemente,
«Liberalismo, krausismo y confesionalismo en la Cuestión Universitaria Espa-
ñola desde la ley Moyano a la etapa final de la Restauración», en LÓPEZ-
HERNÁNDEZ, J., NAVARRO AZNAR, F., y TORRES, J.R. (Editores), Estudios
de Filosofía del Derecho y Filosofía política. Homenaje a Alberto Montoro Balles-
teros, Servicio de Publicaciones Universidad de Murcia, Murcia, 2013.
216
92
JIMÉNEZ LANDI, A., La Institución Libre de Enseñanza [II]. La Ins-
titución Libre de Enseñanza y su ambiente. Período Parauniversitario, vol. 1,
Taurus, Madrid, 1987, pp. 158 y 162.
217
93
SALGUERO, M., Libertad de cátedra y derechos de los centros educati-
vos, Ariel, Madrid, 1997, p. 84.
94
Ibíd. p. 94.
218
95
VERDÚ, L., voz «Libertad de cátedra», en Nueva Enciclopedia Jurídi-
ca, tomo XV, Seix Barral, Barcelona, 1974, p. 340.
219
96
SALGUERO, M., op. cit., p. 95.
97
LOZANO, B., La libertad de cátedra, Marcial Pons, Madrid, 1995,
pp. 183-186.
98
DE ESTEBAN, J., y LÓPEZ GUERRA, L., El régimen constitucional
español, 2 vols. Labor, 1980, p. 170.
220
99
J. Locke fue uno de los primeros defensores del ideario liberal de la
autonomía individual y sostenía que el Estado debe dejar a los individuos
221
libres para que decidan autónomamente sobre sus planes de vida, sus creen-
cias y lo concerniente a su salvación. (LOCKE, J.,»A letter concerning tolera-
tion», en HORTON, J. and MENDUS, S. (Ed.), A letter concerning toleration in
focus, London and New York, Routledge, 1991). Otro representativo ejemplo
es J. S. MILL en Sobre la liberad: «La única finalidad por la cual el poder pue-
de, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad
civilizada, es evitar que perjudique a los demás. Sobre sí mismo, sobre su
propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano» (Sobre la libertad, Madrid,
Alianza, 1970, pp. 65-66). Propugna que cada uno elija «por sí mismo su plan
de vida» (Ibíd., p. 129). Más recientemente, podemos considerar autores como
RAWLS. Estimamos como muy representativo el capítulo IV «Igualdad de la
libertad», en Teoría de la justicia, México, F.C.E., 1978, pp. 227-294, DWOR-
KIN («Liberalism», en A matter of Principle, Cambridge, Mass., Harvard Uni-
versity Press, 1985, pp. 181-204) o NOZICK (Anarquía, Estado, utopía, México,
F.C.E., 1988). C.S. NINO resume bien la idea de neutralidad y no interferencia
del Estado defendida por estos autores: «siendo valiosa la libre elección indi-
vidual de planes de vida y la adopción de ideales de excelencia humana, el
Estado (y los demás individuos) no debe interferir en esa elección o adopción,
limitándose a diseñar instituciones que faciliten la persecución individual de
esos planes de vida y la satisfacción de los ideales de virtud que cada uno sus-
tente e impidiendo la interferencia mutua en el curso de tal prosecución»
(NINO, C.S., Ética y Derechos Humanos, Barcelona, Ariel, 1989, p. 204). Para
el debate entre comunitarismo e individualismo, cfr. SHLOMO AVINERI y
AVNER DE-SHALIT, Comunitarism and individualism, Oxford University
Press, 1992.
100
MARTÍNEZ, J.I., «Libertad de cátedra y pensamiento jurídico forma-
lista», en MINISTERIO DE JUSTICIA (Ed.), XII Jornadas de estudio. Los Dere-
chos Fundamentales y las Libertades Públicas, (I), vol. II, op. cit., p. 1302.
101
SALGUERO, M., Libertad de cátedra…, op. cit., p. 164.
102
Ibid., pp. 176-190.
222
103
A pesar de que esta Sentencia surge como consecuencia de un recuso
de inconstitucional de la LOECE, en el ámbito de la enseñanza no universita-
ria, tiene también aplicación en el ámbito universitario como quiera que en el
fundamento jurídico 7, párrafo 3.º in fine, se establece una conexión entre la
ausencia de adoctrinamiento y la cláusula teleológica del artículo 27.2 CE que
sí constituye un límite de la libertad de cátedra para todos los ámbitos de la
enseñanza.
104
SALGUERO, M., Libertad de cátedra…, op. cit., p. 182.
223
105
DÍAZ, E., «Legitimidad crítica y pluralismo ideológico», A.C.F.S.,
n.º 15, 1975, p. 58.
106
Para ver con mayor amplitud, SALGUERO, M., op. cit., pp.182-188.
107
Boletín de la I.L.E., 1884, p. 290. Tomamos la referencia de TURIN,
I., op, cit., p. 161 (nota a pie n.º 195).
224
108
BURDEAU, G., Les libertés publiques, op. cit., pp. 318 y 329.
109
Cfr. WEBER, M., «Los juicios de valor en ciencia social», op. cit.,
p. 51. Aquí nos dice que la «probidad intelectual» consiste en separar lo que
es un razonamiento lógico o empírico de lo que es una valoración práctica.
110
MACK, E., «Liberalism, neutralism, and rights», en PENNOCK, J.R.
y CHAPMAN, J.W., Religion, Morality, and the Law, New York and London,
New York University Press, 1988, pp. 48 y 53-61.
111
ELLIOTT, J., «Los valores del profesor neutral», en BRIDGES, D. y
SCRIMSHAW (Comps.), Valores, autoridad y educación, Madrid, Anaya, 1979,
p. 119.
112
TRILLA, J., El profesor y los valores controvertidos. Neutralidad y beli-
gerancia en la educación, Paidós, Barcelona, 1992, pp. 13; 22-25; 30-32; 49.
113
STENHOUSE, L. y VERMA, G.K., «Educational procedures and Atti-
tudinal Objectives: a paradoxe», Journal of Curriculum Studies, 1981, vol. 13,
n.º 4, p. 332.
225
114
Un ejemplo es el caso de la Berufverbot en Alemania en los años
setenta (Cfr. SALGUERO, M., Libertad de cátedra, op. cit., p. 112) o en el Pro-
yecto de Ley de Defensa de la República, defendido por Azaña en el proceso
constituyente de 1931 (Cfr. Cortes Constituyentes, Extracto oficial, n.º 59, 20
de octubre de 1931, pp. 37-42).
226
BIBLIOGRAFÍA
227
228
229
230
231
232
1
Vid. SAAVEDRA LÓPEZ, Modesto y RUIZ RESA, Josefa Dolores, «Los
estudios jurídicos en el Espacio Europeo de Educación Superior», en Entre la
ética, la política y el derecho. Estudios en homenaje al profesor Gregorio Peces-
Barba, Vol. 1, págs. 1247 y ss. También en Revista Electrónica de la Facultad
de Derecho de la Universidad de Granada, noviembre 2007.
233
2
Como es sabido, estos procesos se dirigen a aplicar el diseño y la mecá-
nica de juegos a otros contextos, como por ejemplo, el educativo.
234
3
Vid. PECZENIC, Aleksander, Scientia Juris, Legal Doctrine as Knowledge
of Law and as a Source of Law (vol. 4), en PATTARO. E. (ed.), A treatise of Legal
Philosophy and general Jurisprudence, Springer, 2005, págs. 1 y 2.
4
Vid. «El problema de la naturaleza y los fines de la enseñanza del Dere-
cho», en LAPORTA, F. J. (ed.), La enseñanza del Derecho. Anuario de la Facul-
tad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, 6, 2002, p. 68.
235
5
En este punto debe señalarse que la elaboración de este tipo de saber
teórico que hemos llamado dogmática jurídica o ciencia jurídica del Derecho,
constituye la parte más significativa del trabajo de estudio teórico que se llevó
a cabo en las escuelas universitarias de derecho, pero ello no impide conside-
rar que también se desarrollaran otro tipo de estudios teoréticos sobre el dere-
cho en la universidad (desde la filosofía, o desde la historia, la sociología y
otras ciencias sociales), ni que esa dogmática jurídica no se haya desarrollado
también fuera de la universidad, en los ámbitos que de manera principal se
dirigen a la aplicación del derecho. Es el caso de la jurisprudencia que desen-
vuelven determinadas instancias como los Tribunales Supremos y similares, o
los Tribunales Constitucionales, donde también se configuran conceptos jurí-
dicos y modelos de interpretación jurídica. En estos casos, los trabajos tienen,
además, efectos jurídicos específicos. Por lo demás, también estas instancias
más ligadas a la práctica jurídica participan en la formación en Derecho (cole-
gios de abogados, organizaciones judiciales como el Consejo General del
Poder Judicial, e incluso despachos profesionales dedicados a la abogacía). Y
en esta tarea también se acompañan de estudios teoréticos que se transmiten
en publicaciones específicas (revistas o editoriales), al margen de las publica-
ciones en que aparecen los trabajos realizados en las universidades.
236
6
Sobre esta cuestión, vid. RUIZ RESA, J. D., “Democratizar la ciencia
jurídica (cómo conjugar un saber dogmático con las exigencias de la inteligen-
cia colectiva)”, Cuadernos Electrónicos de Filología del Derecho, nº. 23, 2011.
Este trabajo tenía como punto de partida los aspectos que se explicitarán en
las siguientes páginas. En ambos casos, se adopta una visión optimista de los
cambios que trae la sociedad del conocimiento.
237
238
7
Vid. WIEACKER, F., Historia del Derecho privado de la edad moderna,
trad. F. Fernández Jardón, ed. Aguilar, Madrid, 1957, pp. 31-42. Vid. también
CARPINTERO BENÍTEZ, F., Historia del Derecho natural. Un ensayo, Universi-
dad Nacional Autónoma de México, México, 1999, capítulo segundo, pp. 81 y ss.
239
240
8
Vid. GONZÁLEZ VICÉN, Felipe, «Sobre los orígenes del formalismo
en el pensamiento jurídico contemporáneo», Anuario de Filosofía del Derecho,
tomo VIII, 1961, pp. 74 y 75; y del mismo autor, «Rudolf von Ihering y el méto-
do jurídico» en Anuario de Filosofía del Derecho, t, IV, 1987, pp. 224-229. Tam-
bién vid. BOBBIO, Norberto, El positivismo jurídico. (Lecciones de Filosofía del
Derecho reunidas por el doctor Nello Morra), trad. R. De Asís y A. Greppi, ed.
Debate, Madrid, 1993, pp. 65 y ss. Y F. WIEACKER, Historia del Derecho pri-
vado de la edad moderna, op. cit., p. 280.
9
Influido por el iusnaturalismo racionalista, Savigny sostenía que la
tarea del jurista debe ser comprender, y no valorar, la diversidad de derechos
positivos existentes —no un único derecho, como por ejemplo, un código—, a
pesar de la multiplicidad de sus manifestaciones. Para ello, era necesario redu-
cir esa diversidad mediante su conversión en un sistema de conceptos jurídi-
cos, el cual se obtiene, según Puchta «por el conocimiento y exposición de la
conexión interna o la afinidad, por virtud de las cuales los conceptos o precep-
tos jurídicos universales se combinan en una gran unidad». Como indicaba
Windscheid, el sentido de las proposiciones jurídicas se ofrece en concepto, y
de lo que se trata es de descomponer esos conceptos en sus elementos consti-
tutivos (como en el análisis cartesiano) para luego poder aprehenderlo (sínte-
sis). Vid. GONZÁLEZ VICÉN, F., «Rudolf von Ihering y el método jurídico», op.
cit., pp. 224-229. También el Ihering de la jurisprudencia de conceptos había
distinguido en esta labor dos fases (tomo II de su libro El espíritu del Derecho
romano): en la primera, se captaba el sentido de las normas jurídicas, elimi-
nando sus contradicciones aparentes, oscuridades y vaguedades, con el fin de
poner de manifiesto la voluntad del legislador. Esta es la fase de la jurispruden-
cia inferior, o fase de la interpretación de la norma jurídica; una fase conside-
rada preliminar en la que el jurista debía detenerse lo menos posible. La segun-
da fase, la de la jurisprudencia superior, tomará los resultados de la inferior
para elaborar conceptos e institutos jurídicos. Esta fase es considerada como
aquella por la cual la ciencia jurídica se diferencia de las demás. Ahora bien, la
ciencia jurídica no se detiene en lo que sería una función meramente receptiva,
sino que, con la jurisprudencia superior, realiza una función productiva: la
ciencia jurídica toma los primeros conceptos para, relacionándolos entre sí,
elaborar otros nuevos. Ihering también apuntaba que para relacionar los con-
ceptos entre sí y erigir nuevos conceptos, había que atender a las relaciones de
complementariedad, correctoras o de género y especie. Sobre este particular,
241
242
12
Sobre estas cuestiones, vid., VIEHWEG, Th. Tópica y filosofía del
Derecho, trad. Jorge Malem, ed. Gedisa, Barcelona, 1991, especialmente
«Sobre la relación entre filosofía del derecho, teoría del derecho y dogmática
jurídica como investigación básica», «Problemas sistémicos en la dogmática
jurídica y en la investigación jurídica», «Ideología y dogmática jurídica», y
«Sobre el futuro de la filosofía del derecho como investigación básica». En
«Dogmática jurídica y cetética jurídica en Ihering», recogido en el volumen
citado, Viehweg tratará de tender un puente entre cetética y dogmática, como
entiende que hizo Ihering, al considerar la posibilidad de que la cetética se
conviertiera en parte de la dogmática.
13
Un estudio de estas ideas de Viehweg puede encontrarse en GARCÍA
AMADO, J. A., Teorías de la tópica jurídica, Civitas, Madrid, 1988, pp. 225-241.
243
14
Vid. EISENMANN, Ch., «El problema de la naturaleza y los fines de
la enseñanza del Derecho», op. cit., p. 75.
15
Vid. COURTIS, Christian, «El juego de los juristas. Ensayo de carac-
terización de la investigación dogmática», en COURTIS, Christian, Observar
la ley. Ensayos sobre metodología de la investigación jurídica, prólogo de
Manuel Atienza, editorial Trotta, Madrid, 2006, pp. 105-156.
244
16
Vid. COURTIS, «El juego de los juristas. Ensayo de caracterización de
la investigación dogmática», op. cit., pp. 113-135.
245
17
Vid. COURTIS, op. cit., pp. 135-152. Por su parte, PECZENICK, op.
cit., págs. 8 y ss., incluyó entre las actividades de la investigación jurídica la
doctrina jurídica particular, la doctrina jurídica general, junto a la teoría jurí-
dica normativa, la descripción general del derecho, junto al análisis concep-
tual, la sociología del derecho, la metateoría descriptiva, la teoría jurídica
crítica y la filosofía normativa aplicada.
246
18
Vid. BOBBIO, N. (1950), «Ciencia del derecho y análisis del lengua-
je», en BOBBIO, N., Contribución a la teoría del Derecho, edición a cargo de
Alfonso Ruiz Miguel, Fernando Torres-editor, Valencia, pp. 175 y ss.
19
Vid. MERRYMAN, J. La tradición jurídica romano-canónica trad. Car-
los Sierra, Fondo de Cultura Económica, México, 1971, cap. II, pp. 22 y ss.
247
20
Vid. el trabajo del sociólogo y jurista italiano BARATTA, Alessandro,
«Stato di Diritto», en Enciclipedia Feltrinelli-Fischer Scienze Politiche I, al cui-
dado de A. Negri, 1970 (versión española utilizada: «El Estado de Derecho.
Historia del concepto y problemática actual», trad. Marino Barbero, Revista
Sistema, 1977, N.º 17-18, pp. 11-23; pp. 17 y 18 en relación a esas expresiones).
248
21
Vid. GENY, F., Méthode d”interprétation et sources du droit privé positif,
1919.
22
Sobre los trabajos de sistematización del derecho llevados a cabo
por la ciencia jurídica alemana, y en general por la ciencia jurídica positivis-
ta, y el cuestionamiento que esta hace a la racionalidad del legislador, vid.
WIEACKER, Historia del Derecho privado de la edad moderna, op. cit., Cuar-
ta Parte, «La Escuela Histórica, la ciencia de la pandectas y el positivismo
del derecho civil», op. cit., pp. 325 y ss.
249
23
Sobre estas cuestiones, vid. DEL PÁRAMO ARGÜELLES, J. R., H.L.
Hart y la teoría analítica inglesa, CEC, Madrid, 1984, pp.105-154.
24
Vid. CLAVERO, B., «Reflexiones sobre la docencia del Derecho», dis-
ponible en http://clavero.derechosindigenas.org/wp-content/uploads/2007/12/
docencia-derecho-conferencia.pdf (consultada por última vez el 11/11/2010).
Y en Cuadernos del Instituto Antonio Nebrija, 12, 2009, pp. 203-216, dis-
ponible en http://kusan.uc3m.es/CIAN/index.php/CIAN/article/view/930/383
(consultado por última vez el 11/11/2010).
250
25
Vid. ROSS, Alf, Sobre el Derecho y la justicia, trad. Genaro Carrió,
EUDEBA, Buenos Aires, 1963, p. 9. En su temprano texto Teoría de las fuentes,
Alf Ross también rechazaba que el científico del derecho pueda crear derecho,
y considera que esta idea es fruto de una visión racionalista del Derecho, pro-
pia del iusnaturalismo (y numerosos trabajos, especialmente del realismo jurí-
dico escandinavo en el que se incluye a Ross, han venido señalando a lo largo
del siglo XX lo cercano que está el positivismo jurídico del iusnaturalismo en
su concepción del método de conocimiento del Derecho e incluso de su con-
cepción del Derecho: lo único que el positivismo jurídico intenta eliminar son
los aspectos metafísicos, pero esto no siempre lo consigue). En cualquier caso,
aquí mantiene una visión del Derecho positivo distinta a la del positivismo
jurídico alemán o francés, y más cercana a la noción anglosajona de lo jurídi-
co, ya que entiende que es Derecho lo que los jueces aplican como tal, y en la
medida en que estos la apliquen, también la ciencia jurídica puede ser Dere-
cho. Vid. ROSS, A., Teoría de las fuentes del derecho positivo sobre la base de
investigaciones histórico-dogmáticas, trad. y estudio preliminar de José Luis
Muñoz de Baena Simón, Aurelio de Prada García y Pablo López Pietsch, Cen-
tro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1999, libro II, segunda
parte, capítulo XII, epígrafe 2, p . 360.
251
26
Vid. C. S. NINO, Introducción al análisis del Derecho, ed. Ariel, Barce-
lona, 1983.
27
Vid. C. S. NINO, Introducción al análisis del Derecho, op. cit., pp. 93 y 94.
28
Ibídem, p. 95.
29
BOBBIO, Norberto, El positivismo jurídico. (Lecciones de Filosofía del
Derecho reunidas por el doctor Nello Morra), op. cit., p. 205.
30
Vid. LARENZ, Karl, Metodología de la Ciencia del Derecho, trad.
Enrique Gimbernat Ordeig, Ariel, Barcelona, 1966, II. Parte sistemática,
capítulo 4.º, pp. 286 y ss.
252
31
AGUILÓ REGLA, J., habla del «derecho implícito» en su Teoría gene-
ral de las fuentes del Derecho, editorial Ariel, Barcelona, 2000, p. 130, para
establecer una cierta diferenciación de tareas entre las autoridades normati-
vas, competentes para crear derecho explícito, y los teóricos y prácticos del
Derecho, que se ocupan de extraer el derecho implícito mediante la elabora-
ción racional del Derecho explícito. De esta forma, el Derecho implícito sería
producto del método racional. Este derecho implícito se manifiesta en propo-
siciones donde se utilizan expresiones (que Aguiló toma de Ernst Carlos, Los
derechos implícitos, Marcos Lerner ed., Córdoba, 1994, pp. 9 y ss.), tales como
«en consecuencia, debe presumirse que el legislador ha ordenado…», «…
habrá que concluir que también está permitido…», «…deberá considerarse
incluido en la norma…», «….tácitamente se ha dispuesto que…».
32
ALEXY, R., Teoría de la argumentación jurídica, trad. M. Atienza e I.
Espejo, 2.ª edición actualizada, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Cons-
titucionales, pp. 240 y 241.
253
33
Vid. R. ALEXY, Teoría de la argumentación jurídica, op. cit., pp. 244-246.
34
Vid. ALEXY, op. cit, p. 260, y pp. 255-260, donde se recoge la descrip-
ción de las funciones de la dogmática.
254
35
Vid. PECZENIC, Scientia Juris, Legal Doctrine as Knowledge of Law
and as a Source of Law, op. cit., págs. 4-6.
36
Los otros dos componentes son el estructural y el cultural. El componen-
te estructural aglutina las instituciones jurídico-políticas y administrativas, las
formas que estas adoptan y los procesos que se llevan a cabo en ellas, el número
y tipo de tribunales, la presencia o ausencia de constitución, de federalismo o
pluralismo, la división de poderes en judicial, legislativo y ejecutivo, la existencia
o no de reyes, jurados o funcionarios de la administración pública, y los tipos de
procedimiento en las distintas instituciones. El componente cultural incluye los
valores y actitudes que ensamblan el sistema como un todo unitario y que deter-
mina el verdadero lugar del sistema legal en el conjunto de la sociedad. Aquí
habría que tener en cuenta, según Friedman, el tipo de formación y los hábitos
que tienen legisladores y jueces, lo que la gente en general piensa acerca del
Derecho y si acuden diligentemente a los tribunales, con qué propósito se dirigen
a los legisladores o recurren a otros funcionarios e intermediarios, si hay respeto
a la ley, al gobierno o a la tradición, qué relación hay entre la pertenencia a una
clase o grupo social determinado y la utilización o no de las instituciones legales,
qué controles sociales informales se utilizan en lugar de los formales, y quiénes
prefieren cada uno de estos tipos de control. Vid. FRIEDMAN, L.,«Legal culture
and social development», en L. Friedman y S. Macaulay, Law and the behavioural
sciences, Indianapolis, 1969, pp. 1000 y ss., y en Law and Society, vol. 4 (1969-70),
N.º 1, agosto 1969, pp. 29 y ss. (este artículo también está disponible en http://
heinoline.org , última consulta 30/12/2012).
255
37
El punto de vista externo, en cambio, se adopta cuando el estudio del
derecho se lleva a cabo sin sentirse vinculado por él mientras se le estudia,
llevando entonces a cabo un conocimiento de tipo descriptivo-causal. Vid.
HART, H. L. A., «Definition and Theory in Jurisprudence», (versión en español
utilizada: «Definición y Teoría de la Ciencia Jurídica», en H. L. A. Hart: Dere-
cho y Moral. Contribuciones a su análisis, Depalma, Buenos Aires, 1962. Este
texto es la conferencia de la toma de posesión de su cátedra en la Universidad
de Oxford.
256
257
BIBLIOGRAFÍA
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GENY, F., Méthode d’interprétation et sources du droit privé positif,
1919.
258
259
260
INTRODUCCIÓN
1
La declaración de Bolonia se produce el 19 de junio de 1999 y dice
poco: se reduce a tres folios. Con todo, constituye el precedente de lo que pre-
tende ser el Espacio Europeo de Educación Superior —EEES—, que se ha ido
completando tras sucesivos acuerdos tomados en posteriores reuniones cele-
bradas en Lisboa, Berlín, Bergen y Londres. La Declaración de Bolonia de
1999 inicia un proceso de construcción del Espacio Europeo de Educación
Superior —EEES— en las Universidades de Europa —aunque algunas opta-
ron por salir fuera de esta conversión—. Este proceso se inicia a través de tres
reformas clave: la reestructuración de los planes de estudio y titulaciones, un
nuevo sistema de créditos y nuevas metodologías docentes. Por nuestra parte,
desde el inicio hemos sostenido que los estudios jurídicos, por su especifici-
dad, deberían haber quedado fuera de esta conversión. Sobre algunas opinio-
nes contrarias a la aplicación de Bolonia a los estudios jurídicos, pueden con-
sultarse los debates en la Revista El Notario del siglo XXI, n.º26, Madrid, 2009;
Vid., La Revista El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho, de
2009, dedica varias colaboraciones a explicar las razones de su rechazo a la
aplicación del «Plan Bolonia» a los estudios jurídicos. Así, por ejemplo, GAR-
CÍA AMADO, J.A., «Bolonia y la enseñanza del Derecho», en El Cronista del
Estado Social y Democrático de Derecho, n.º 5, 2009, pp. 42-53. En el número
6 de la Revista, correspondiente al mes de junio de 2009, se contiene el mani-
fiesto «Saquemos los estudios de Derecho del Proceso de Bolonia» (p. 4-5).
261
2
Como apunta F. de Carreras: «En todo caso, el objetivo de Bolonia es
muy razonable: armonizar los estudios de grado superior en Europa y fomen-
tar la colaboración entre los distintos Estados y las diferentes Universidades
con la finalidad de establecer un sistema de titulaciones homologadas que
permita la movilidad de estudiantes y profesores, al objeto de fomentar el
empleo y la competitividad» (DE CARRERAS, F., «A cada uno lo suyo: las
culpas propias y las culpas de Bolonia», en El Cronista del Estado Social y
Democrático de Derecho, n.º 4, abril, Madrid, Iustel, 2009, pp. 4-13).
262
3
Sobre las Facultades de Derecho en las Universidades españolas, vid.
DÍAZ Y GARCÍA CONLLEDO, M., y GARCÍA AMADO, J.A., «La Universidad
española y sus Facultades de Derecho: diagnóstico y propuestas de tratamiento»,
en Teoría y Derecho. Revista de Pensamiento Jurídico, n.º 11, 2012, pp. 276-295.
4
Nos referimos exclusivamente a los diseños de planes de estudio de
Derecho. No entramos a valorar cómo se ha desarrollado el proceso en otras
Titulaciones.
5
En otras titulaciones, como en Grado en Criminología de la Univer-
sidad de Salamanca, han incorporado esta asignatura, con una carga de 6
263
264
8
Atienza hace un análisis de los componentes argumentativos de un
proceso de negociación (o de mediación), diferenciando la triple perspectiva
formal, material y pragmática y evaluando el peso mayor o menor del elemen-
to argumentativo frente al del poder (al de las amenazas) (Vid. ATIENZA, M.,
Curso de argumentación jurídica. Madrid, Trotta, S.A., 2013, pp. 709-712).
9
Algunos autores subrayan que lo que caracteriza el derecho, a diferen-
cia de cualquier otro método de ADR, es que aquel pretende resolver las con-
troversias mediante normas generales y abstractas. Esto incide de modo cru-
cial sobre aquello que se considera un valor con el fin de calificar una solución
como adecuada para un conflicto. (Cfr. CALVO SOLER, R; FERRER BEL-
TRÁN, J., «Gli ADR nel Diritto: unos sguardo giusfilosofico» en V. Varano
(Editore), L’altra gisutizia. Milano, Giufrè Editore, 2007, p. 113).
10
Sin embargo, no hay que llamar a engaño prometiendo que la media-
ción va a ser una nueva cantera de trabajo para los egresados de las Faculta-
des de Derecho. Es una vertiente más que se deberá de simultanear con otras
porque, actualmente, la mediación sigue estando poco difundida y son muy
pocos quienes pueden vivir exclusivamente del ejercicio profesional de la
mediación. Por otro lado, aquí estamos haciendo referencia exclusivamente a
quienes han cursado estudios jurídicos. Sin embargo, no sólo quienes tienen
formación jurídica pueden ser profesionales de la mediación.
11
Otros operadores jurídicos (jueces, secretarios judiciales, notarios), a
partir de la Ley 5/2012, han visto ampliadas sus funciones con la mediación
intrajudicial. De ahí que hayan proliferado los cursos de formación en media-
ción para notarios y operadores jurídicos, y que los jueces y magistrados sean
llamados a participar en Cursos y Congresos que versen sobre la mediación.
265
1. LA DEONTOLOGÍA PROFESIONAL
12
Hasta la promulgación de la Ley 5/2012, de mediación en asuntos
civiles y mercantiles, la diversa legislación de las Comunidades Autónomas
reguladora de la mediación familiar, abría la mediación a otras titulaciones
(prácticamente todas del campo humanístico-social). Sin embargo, a partir de
la Ley 5/2012, no cabe duda de que quienes con mayor competencia van a
poder ejercer como mediadores civiles y mercantiles van a ser los Licenciados/
Graduados en Derecho. En relación a la mediación concursal, tanto abogados
como economistas podrán desarrollarla adecuadamente.
13
VÁZQUEZ GUERRERO, F. F., Ética, deontología y abogados.
Cuestiones generales y situaciones concretas, 2.ª ed., Navarra, Eiunsa, 1997.
266
14
Vid. BELLOSO MARTÍN, N., «Algunas proyecciones de la autorregu-
lación: códigos de conducta y códigos éticos en el comercio electrónico como
instrumentos dinamizadores de la resolución electrónica de controversias
(REC)», en Vázquez de Castro, E., y Fernández Canales, C., (Coordinadores),
Estudios sobre Justicia online, Granada, Comares, Colección Derecho de la
información, Vol. 22, 2013, pp. 83-138.
15
MARTÍNEZ ROLDÁN, L., «Deontología notarial: corporativismo o
regulación jurídica», en Anuario de Filosofía del Derecho, Madrid, Nueva Épo-
ca, Ministerio de Justicia-BOE, T. XXV, 2008-2009, p. 37.
16
En Estados Unidos la medicina fue pionera en los años 60 en estable-
cer unas normas éticas de referencia para el ejercicio de la profesión. El pri-
mer texto de ética médica en dicho país es de 1966. Después del asunto Water-
gate de 1974, los profesionales del derecho elaboraron su propio código
deontológico; posteriormente son los ingenieros el colectivo que opta por la
autorregulación, y es en los años 80 cuando la Ética, expresada y formulada
en códigos de conducta, llega al mundo de la empresa. En Estados Unidos
267
268
20
Si dirigiéramos nuestra mirada hacia el Código Deontológico de la
Abogacía en España (2001), por ejemplo, veríamos que en sus principios se
habla de igualdad de las partes, justicia, confidencialidad. Si tomáramos como
referencia la profesión de psicología, encontraríamos la afirmación de que su
ejercicio se ordena a una finalidad humana y social, rigiéndose por principios
comunes a toda deontología profesional: respeto a la persona y protección de
los derechos humanos. Con las demás profesiones con capacidad mediadora
obtendríamos igual resultado. Los principios en los que se inspiran son simi-
269
270
Por ello, Salas se muestra crítico con los códigos éticos, cur-
sos de deontología y manuales para el jurista ideal23, a la vez
que también advierte de que un exceso de moral puede acabar
desencadenando una ausencia de moral y que la moral profe-
sional, al igual que la moral general, no puede simplemente
«enseñarse» (al menos, una vez que el adulto ha desarrollado
sus hábitos y conductas personales):
«Un curso de ética, a lo más que puede aspirar es a escla-
recer algunos problemas, a hacernos ver mejor dónde están
las dificultades y, así, llegado el momento, a aplicar de mejor
forma aquellas reglas morales que ya cultivamos en nosotros.
Es decir, de lo que se trata es de estar alerta contra los peligros
que acechan en este campo» 24.
La asignatura de Deontología profesional para la abogacía25
se ocupa de temas tales como los principios básicos de la ética
22
SALAS, M., «¿Es el Derecho una profesión inmoral?, cit., p. 583.
23
Sostiene Salas que sólo sirven para engañarse a sí mismo o para enga-
ñar a los demás. Mediante esos códigos y cursos nos repetimos a nosotros
mismos lo que queremos escuchar y le decimos también a la gente lo que quie-
re oír. Confundimos los deseos con las razones y motivaciones verdaderas.
Afirmamos que procedemos de una cierta manera para lograr unos determina-
dos fines, cuando en realidad lo hacemos por razones personales o por como-
didad (SALAS, M., «¿Es el Derecho una profesión inmoral?», cit., p. 598).
24
SALAS, M., «¿Es el Derecho una profesión inmoral?», cit., p. 599.
25
En España, a partir de la Ley 34/2006, de 30 de octubre, sobre el Acce-
so a las Profesiones de Abogado y Procurador, que entró en vigor cinco años
271
después, así como del Real Decreto 775/2011, de 3 de junio, que desarrolló
esta denominada «Ley de acceso», la deontología profesional ocupa un lugar
importante en la materia de evaluación. Ello pone de manifiesto que, junto al
interés por la formación técnica de los futuros abogados, la formación deon-
tológica resulta también imprescindible para su actividad profesional. La
asignatura de la «Deontología profesional para el abogado» forma parte de
los diversos Máster de acceso a la abogacía que han comenzado a implantarse
en las Facultades de Derecho. Sin embargo, en varias Universidades se ha
repetido el hecho de que los profesores del Área de Filosofía del Derecho no
han podido hacerse cargo de la impartición de esta asignatura, no porque no
hayan querido sino porque «no les han dejado» (bien sea desde la Comisión
del Título que elaboraba la memoria del Máster o por parte de la Comisión
mixta ad hoc Facultad de Derecho-Colegio de Abogados o por otras instancias
universitarias). Como lo que se pide es «vertiente práctica» del Derecho, a los
docentes del Área de Filosofía del Derecho se nos sigue viendo como meros
«especulativos» del Derecho. Sin embargo, conocimiento e incluso especiali-
zación en esta temática no falta (vid. APARISI MIRALLES, A., Deontología
profesional del Abogado, Valencia, Tirant lo Blanch, 2013).
26
El Estatuto General de la Abogacía, en su artículo 1, establece: «es una
profesión libre e independiente que presta un servicio a la sociedad en interés
público y que se ejerce en régimen de libre y leal competencia, por medio del
consejo y la defensa de derechos e intereses públicos o privados, mediante la
aplicación de la ciencia y la técnica jurídica, en orden a la concordia, a la efec-
tividad de los derechos y libertades fundamentales y a la Justicia» (artículo 1).
27
Relaciones abogado-cliente (deber de conocimiento; deber de fidelidad;
deber de igualdad de trato; deber de información; deber de buscar la mejor solu-
ción; deber de diligencia en la tramitación de la causa), Relaciones del abogado
con los tribunales de Justicia y Relación del abogado con la parte contraria.
272
28
Cfr. LARIGUET, G., Virtudes, Ética profesional y Derecho. Una intro-
ducción filosófica. Montevideo-Buenos Aires, Editorial IB de F, 2012, p. 19.
29
Pueden diferenciarse tres grandes códigos internacionales para la
abogacía: 1) el Código de Conducta del Consejo de los Colegios de Abogados
de Europa; 2) las Model Rules de Professional Responsibility publicadas por la
American Bar Association, que son leyes modelo y que no rigen directamente,
pero que los Estados copian o adaptan a cada uno de los Estados; y, finalmen-
te, 3) el Internacional Code of Ethics de la internacional Bar Association (IBA).
Estos códigos tienen como principal finalidad establecer unas normas básicas
273
274
31
Entre la escasísima bibliografía sobre la ética del mediador, destaca-
mos: MERINO ORTIZ, C., «La calidad de la mediación», en Practicum. Media-
ción 2014. Edición de E. Vázquez de Castro. Coordinada por C. Fernández
Canales Madrid, Thomson Reuters Aranzadi, pp. 366-368.
32
Recomendación (86) 12 del Consejo de Ministros a los Estados miem-
bros del Consejo de Europa respecto a medidas para prevenir y reducir la
carga de trabajo excesiva en los Tribunales (Adoptada por el Consejo de Minis-
tros de 16 de septiembre de 1986, durante la 39ª reunión de los Delegados de
los Ministros).
33
La evolución de las ADR ha dado lugar a un desarrollo progresivo de
su propia concepción y, de formas «alternativas» de resolución de conflictos
hemos optado por utilizar la de formas «complementarias» hasta llegar en la
actualidad a preferir la terminología de «gestión positiva del conflicto», que
representa mejor el espíritu de estas ADR.
275
34
A esa específica formación de los mediadores ya hacía referencia el
primer Código de conducta europeo para los mediadores, de 2004. En su art-
1.1. establece que los mediadores serán competentes y tendrán que conocer el
proceso de la mediación, para lo cual será necesario que tengan la formación
apropiada y actualicen constantemente sus competencias teóricas y prácticas,
teniendo en cuenta las normas o sistemas vigentes de acreditación. Esta mis-
ma exigencia se contempla en la Directiva 2008/52 CE. En su fundamento
jurídico 16 establece que los Estados miembros tienen que promover, por los
medios que consideren adecuados, la formación de mediadores y el estableci-
miento de mecanismos eficaces de control de calidad relativos a la prestación
de servicios de mediación.
35
La Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercan-
tiles, en su artículo 11.2, dice:«El mediador deberá estar en posesión de título
oficial universitario o de formación profesional superior y contar con forma-
276
277
37
Los deberes a los que alude la Ley 5/2012 de mediación son derechos
y deberes que se refieren al mediador-persona física, sin perjuicio de que, si se
ejerce como equipo o institución, se deban cumplir, además, otros que la Ley
imponga.
38
Pascual Ortuño subraya que la Ley 5/2012 es una norma de mínimos
en cuanto se ha optado por dejar sin definir cuestiones como la formación, la
habilitación, el control de la práctica profesional y los recursos públicos. Ello
lo atribuye a la flexibilidad que caracteriza a la mediación. Sin embargo, al
mismo tiempo, ha ido más lejos de lo que estrictamente requería la Directiva
(CE) 52/2008, puesto que ésta circunscribía su obligatoriedad a la regulación
de la mediación en conflictos transfronterizos (ORTUÑO, P., «Apuntes críticos
sobre la ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación civil y mercantil» en L. García
Villaluenga y E. Vázquez de Castro (Directores), Anuario de Mediación y Solu-
ción de Conflictos, Madrid, Instituto Complutense de Mediación y Solución de
conflictos, Reus, 2013, p. 48).
39
El día 13 de Diciembre de 2013 el Consejo de Ministros aprobó el
Real Decreto 980, de 13 de diciembre, por el que se desarrollan determinados
aspectos de la Ley 5/2012, de 6 de julio, de Mediación en asuntos civiles y mer-
cantiles. Se centra en cuatro aspectos con los que se pretende configurar un
modelo en el que figura el mediador, como responsable de dirigir un procedi-
miento cuyo propósito es facilitar el consenso en situaciones en conflicto, es
278
279
280
281
42
Las Instituciones que, desde su creación en marzo de 2012, participan e
impulsan la iniciativa de los Puntos Neutros para la Promoción de la Mediación
en toda España son, principalmente: GEMME — España; Consejo General del
Poder Judicial; Consejo General de la Abogacía Española; Consejo General del
Notariado; Consejo General de Procuradores; Consejo Superior de Cámaras de
Comercio; Ilustres Colegios de Abogados, Procuradores y Notarios de Madrid.
43
Estos Protocolos se presentaron en el III Simposio «Mediación y Tri-
bunales. Balance de un año de vigencia de la Ley 15/2012», ya citado. Los docu-
mentos finales íntegros, así como los trabajos complementarios realizados por
los diferentes grupos que han trabajado a nivel de cada una de las Comunida-
des Autónomas están disponibles en: <www. mediacionesjusticia.com>
44
La coordinación estatal de los grupos del PNPM sobre esta materia
ha sido realizada por Montse Purtí. Sin embargo, han trabajado en los docu-
mentos más de cien profesionales de los diversos ámbitos.
282
45
La coordinación estatal de los grupos del PNPM sobre esta materia
ha sido realizada por Thelma Butts. Este documento está destinado a ser una
herramienta útil para la práctica de la mediación que se derive de iniciativas
intrajudiciales de resolución de conflictos. Se trata de un código de conducta
y, a través de la adhesión al mismo, a sus principios y valores, el mediador
obtendrá la credibilidad, autoridad, confianza y prestigio en una mediación
de calidad. Este Código abarca dos Secciones: La I Sección comprende las
buenas prácticas del mediador, tanto en relación propiamente con el media-
dor (voluntariedad y libertad, carácter personalísimo, imparcialidad y equi-
dad, neutralidad, confidencialidad, flexibilidad, inmediatez y celeridad, buena
283
284
285
286
287
288
47
Puede consultarse en: <www.mediacionesjusticia.com>. <http://media-
cionesjusticia.us7.list-manage.com/unsubscribe?u=ef4ed58e60f365855104fb0
9a&id=097e8ac559&e=0b9fc77dbd&c=4b9795a0bc> (acceso el 16.10.2013)
48
FEMENIA, N., «Un marco ético para la mediación», <http://www.
mediate.com/articles/un_marco_etico.cfm.> (Acceso el 22.07.2013)
289
2.2.2. La neutralidad49
49
Vid. BELLOSO MARTÍN, N., «La Formación en mediación: algunas
perplejidades e inquietudes de los alumnos que se forman en los Cursos de
Mediación». En L. García Villaluenga, J. Tomillo Urbina, E. Vázquez de Castro
(CoDirectores), Mediación, Arbitraje y resolución extrajudicial de conflictos en
el siglo XXI), Madrid, Universidad Complutense-CRV-Cátedra Euroamericana-
GC—, 2010, T.I, pp. 121-147.
50
Así, la R (98) vincula la imparcialidad del mediador a su relación con
las partes y a la obligación de preservar la igualdad de éstas en la negociación,
y circunscribe la neutralidad a la «resolución del proceso de mediación»,
manifestando que «el mediador no tiene poder para imponer una solución a
las partes». Llama la atención que en otros instrumentos internacionales,
como es el Código de Conducta Europeo para los Mediadores, de 2004, no se
contemple expresamente el principio de neutralidad. Es más, parece quedar
cuestionado al recoger, en su apartado 3.2 relativo a «la imparcialidad del
procedimiento», la obligación del mediador de poner fin a la mediación
«cuando considere que es improbable que la continuación de la mediación dé
lugar a un acuerdo» (GARCÍA VILLALUENGA, L., «Artículo 8. Neutralidad»,
en L. García Villaluenga y C. Rogel Vide (Directores), Mediación en asuntos
civiles y mercantiles. Comentarios a la Ley 5/2012. Madrid, Reus, 2012, p. 121).
290
51
GARCÍA VILLALUENGA, L., «Artículo 8. Neutralidad», cit.
291
52
El apartado III-I de la citada Recomendación establece que «el
mediador debe ser imparcial en su relaciones con las partes». Por ejemplo, no
podrá intervenir como persona mediadora familiar aquel que haya ejercido
profesionalmente contra alguna de las partes y se considera como hecho cons-
titutivo de infracción el incumplimiento del deber de imparcialidad.
53
En el apartado III-II de la Recomendación se exige que el mediador
sea neutral. Es decir, debe ayudar a conseguir acuerdos sin imponer ni tomar
parte por una solución o medida concreta, sin imponer su propia jerarquía de
valores o su ideología.
El apartado III-IV de la Recomendación impone al mediador el deber de
abstenerse de imponer una decisión a las partes. No debe confundirse este
deber con el de neutralidad. El deber de no-imposición trata de salvaguardar
la libertad de las partes de manera que, a la hora de adoptar un determinado
acuerdo, lo hagan haciendo uso de su autonomía de la voluntad.
54
Habría también que diferenciar la mediación de la conciliación (judi-
cial o extrajudicial), evitar la confusión entre mediación y arbitraje informal,
y con figuras de otros terceros (el mediador no es un corredor, no es un juez,
no es un árbitro, no es un amigable componedor).
292
2.2.4. La confidencialidad
55
Como ejemplo cabe citar la Ley 1/2006, de 6 de abril, de Mediación
Familiar de Castilla y León que, en el artículo 10, donde se regulan los deberes
del mediador familiar, en el punto 14, dice: «En cualquier caso, la persona
mediadora está obligada a informar a las autoridades competentes de los
datos que puedan revelar la existencia de una amenaza para la vida o la inte-
gridad física o psíquica de una persona».
293
3. CÓDIGOS ÉTICOS
56
Los aspectos que se regulan en el Código de Conducta Europeo para
mediadores son los siguientes: 1) Competencia, designación y honorarios de
los mediadores y promoción de sus servicios; 2) Independencia e imparciali-
dad; 3) Acuerdo de mediación, procedimiento y resolución del conflicto; 4)
Confidencialidad. (Puede consultarse en la página web <http://eurpa.eu.int/
comm/justice_home/ejn/adr_ec_code_conduct_en.htm.>); Vid. también, MAR-
TIN DIZ, F., La mediación: sistema complementario de Administración de Jus-
ticia. Madrid, CGPJ, 2009, pp.186-190.
57
En Derecho comparado se puede tomar como referencia el Código de
conducta profesional para la mediación, elaborado por R. Calvo Soler y J.
Malem Seña, para México D.F. En este último texto se destacan como princi-
pios generales la independencia, la neutralidad, la imparcialidad, la autode-
terminación, las incompatibilidades, la capacidad, la confidencialidad y, por
último, la publicidad. Valoramos muy positivamente la inclusión del tema de
294
295
ción final primera, remite a un desarrollo reglamentario por realizar, sin que
aún se haya procedido expresamente a derogar el anterior.
59
También hay que destacar el impulso que desde las Universidades se
ha dado a la mediación, impulsando cursos de formación y erigiéndose la
calidad de esos cursos como uno de los principales objetivos. En esta línea, en
junio de 2012, en la sede de la Universidad Complutense de Madrid, se cons-
296
297
4. CONSIDERACIONES FINALES
63
Este Código de Conducta destaca las obligaciones generales del
mediador, la responsabilidad del mediador con respecto a las partes, la res-
ponsabilidad del mediador con respecto al proceso de mediación, la respon-
sabilidad del mediador respecto a los otros mediadores y a la mediación en
general, la responsabilidad del centro de mediación del Colegio de Abogados
hacia las Administraciones Públicas y las partes no representadas en el proce-
so, y el régimen disciplinario (<www.mediacion.icav.es/archivos/conteni-
do/361.pdf > (Acceso el 15.12.2013).
298
64
CEBALLOS PEÑA, D., «La insoportable levedad de la mediación»
<http://www.diariojuridico.com/la-insoportable-levedad-de-la-mediacion/>
(Acceso el 26.04.2014).
65
Así los califica A. Criado Inchauspé, «Los mediadores no existimos»,
Madrid, 21 de enero de 2013, Lawyerpress. Presidenta de la Asociación Madri-
leña de Mediadores.
299
66
La responsabilidad ética también debe exigirse a las partes que acu-
den a mediación. Los acuerdos derivan de la práctica dialógica. Lo que en
cierta manera obliga a los participantes a que reflexionen sobre los valores
que sustentan las normas que formulan, la legitimidad de las mismas y el
alcance que puedan tener. La mediación entra en la cuestión de la justifica-
ción de las normas resultantes de los acuerdos alcanzados. El intercambio
dialógico con el otro desemboca en la responsabilidad, como si se tratara de
una respuesta. Es decir, situarse ante el otro implica responder y esto, a la
vez, conlleva rendir cuentas de nuestras acciones (Cfr. NADAL SÁNCHEZ,
H., «El lugar de la mediación en el Estado democrático de Derecho», en
GORCZEVSKI, C. y OLIVEIRA, F. (Orgs.), Opinio Iuris. Curitiba, Multideia,
2012. Vol. I, pp. 113-135. (Documento disponible en
<2012-08-27-el_lugar_de_la_mediación_en_el_estado_democrático_de_dere-
cho>).
67
Baste observar la problemática que generan los diversos requisitos
que establecen unas y otras Comunidades Autónomas (en cuanto al contenido
y al número de horas que deben tener los cursos de formación de mediadores,
la exigencia de formación de origen que permita la posterior inscripción en el
Registro de mediadores, entre otras).
68
BUSH, B., The Dilemmas of Mediation Practice.DC, National Institute
for Dispute Resolution, 1992, p. 16.
300
BIBLIOGRAFÍA
69
Vid. LIPOVETSKY, G., El crepúsculo del deber. Barcelona, Anagrama,
1998; vid., también, BAUMAN, Z., Ética posmoderna. Trad. B. Ruíz de la Con-
cha. Madrid, Siglo XXI, 2009, «Introducción», p. IX.
301
302
303
PÁGINAS ELECTRÓNICAS
304
1
Cfr., G. Radbruch, Filosofía del Derecho, 1914, Heidelberg. Trad., José
Medina Echevarría. Editorial Revista de derecho privado, Madrid, 1933. p. 140.
Con estas líneas comienza el capítulo dedicado a la estética del derecho del
profesor Radbruch, que es una eminente figura de la filosofía del derecho. Fue
ministro en la república de Weimar y apartado por el nazismo de la docencia.
Su aportación al derecho más conocida fue la «fórmula Radbruch» que postu-
la que el derecho que vulnera los principios más elementales de la justicia no
es derecho. Con esta fórmula, aplicada por el Tribunal Supremo Federal Ale-
mán, se condenó a guardias que asesinaron alegando cumplir órdenes.
305
2
La corriente «Derecho y Literatura» (o Arte, Derecho y Literatura, en
el grupo de Harvard) es una línea antipositivista que ha tenido cierto desarro-
llo académico en EEUU. Hay algunos programas de doctorado, secciones en
revistas de investigación y alguna revista específica. En otros países de Europa
y América Latina también hay algunos trabajos que se enmarcan en esta
corriente crítica del derecho. No obstante, esta corriente está en desarrollo
doctrinal, inmersa en un proceso creativo, y no es una disciplina consolidada,
sus referentes son tan amplios y sus orígenes tan variopintos en los distintos
países, que aún es un proyecto embrionario. En España la penetración de este
tipo de líneas es prácticamente nula. Mi propuesta de una estética del derecho
no ha nacido de esta corriente americana (de orígenes realistas), pero sin duda
está animada por un espíritu similar.
3
Además del capítulo antedicho encontré un capítulo también dedicado
a la estética del derecho, en otra obra de G. Radbruch, Introducción a la filo-
sofía del derecho, 1948, Heidelberg; edición en español del Fondo de Cultura
Económica, México, 1951. 134-152.
306
4
Jornadas de filosofía jurídica y política, celebradas en marzo de 2013
en Santander.
5
Francisco Puy, Tópica Jurídica, Paredes, Santiago de Compostela,
1984. § 36.1
6
G. Radbruch; Filosofía del Derecho, op. cit. p. 141.
307
7
Puy; op.cit, § 36.7, Puy toma ésta definición jurídica de «una jurispru-
dencia francesa reciente» (Reciente con respecto al momento en que Puy
escribió su «Tópica», se entiende).
8
Puy; op. cit., § 36.23.
308
309
9
Aránguez Sánchez, T.; «Estética en la argumentación: retórica visual»,
Cuadernos Electrónicos de Filosofía del Derecho, n.º 27.
310
10
François Ost, en la Revue de l”Ecole nationale de la magistrature, n.º 3,
Junio, 1990, p.14-15. Ost cita otros autores del derecho que hablan de mitolo-
gías y de las obras de Dworkin que hablan de dioses (no solo de Hércules).
11
Esta alusión se encuentra en su Filosofía del Derecho, op. cit.
311
12
Aristóteles, La retórica, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1971.
El concepto de «ethos» se desarrolla entre los parágrafos 1377 b y 1388 a; y se
convierte en una constante de toda la historia de la retórica (y de la historia
de la filosofía), ampliando considerablemente su sentido inicial.
13
Moisés González García, Guía didáctica de la Filosofía Renacentista,
Madrid, UNED, 2007. Este autor, en una joya mal llamada «guía didáctica»,
nos dice: «Para los humanistas del renacimiento, empezando por Petrarca, es
por la palabra por lo que el hombre se distingue de las bestias, debiendo, pues,
preocuparse por cuidarla y cultivarla para hacerse verdaderamente hombre.
De ahí la preeminencia de las disciplinas humanísticas y la preocupación por
el buen hablar como distintivo del hombre nuevo. El culto, pues, al hombre,
empieza siendo un culto al don más preciado que éste posee: la palabra, que
para los humanistas representa la experiencia básica y originaria, a la que se
considera como un don divino. Alberti (il libri della familia), autor humanista,
destacaba la utilidad de las letras, pues leer significa «ver muchas cosas»,
contar con abundantes ejemplos, sentencias, persuasiones, argumentos y
razones. Estos conocimientos te permiten hacerte escuchar y ser oído con
gusto por los ciudadanos, ser mirado, elogiado y amado. Por tanto, ya sea por
su belleza, ya por su utilidad, el cultivo de las letras es altamente conveniente.
Leonardo Bruni, al tratar de recuperar para su época el auténtico sentido de
los textos clásicos destaca que las palabras no poseen una textura inflexible,
sino una flexibilidad que les es esencial: una misma expresión adquiere diver-
sos significados según los contextos en que es utilizada. Y precisamente es
esta experiencia de la palabra lo que pone de manifiesto la riqueza y abundan-
cia de la vida misma. Para responder a esas exigencias vitales es necesario un
312
313
17
La mayoría de las reflexiones que expongo aquí sobre los autores
románticos del idealismo alemán proceden de los magníficos seminarios de
doctorado de Jacinto Rivera de Rosales, cuyas grabaciones cuelga en el cam-
pus virtual de la UNED para sus alumnos. Junto a las mismas nos ofrece
varios textos de su autoría (todos ellos muy recomendables), en los que apare-
ce mucho de lo que aquí se expone: «La moralidad: Hegel versus Kant»,
Endoxa, Series filosóficas, n.º18, 2004, pp. 383-416, UNED, Madrid; «La actua-
lidad de Hegel en la estética contemporánea», en Hegel: Contemporary Rea-
dings, (ed. Monserrat Herrero), 2011, New York; «Schiller; la necesidad trans-
cendental de la belleza» en Estudios de Filosofía, n.º 37, 2008 y «La
imaginación transcendental y el proyecto de transformación romántica», en
Romanticismo y marxismo, Fundación de investigaciones marxistas, Madrid,
1994.
18
Sigo a Rivera de Rosales, obras citadas.
314
19
El arte como experiencia de verdad es una propuesta de interés actual
que encontramos en el segundo Heidegger, en Gadamer o en Vattimo.
20
Ost, François et al., Lettres et lois. Le droit au miroir de la littérature,
Brussels: Publications des Facultés Universitaires Saint-Louis, 2001; Nussbaum,
Martha, Justicia Poética, Editorial Andrés Bello, Barcelona, 1997. Martha
Nussbaum formula el concepto de «jueces literarios».
21
Nota 17.
315
22
Claro está que hablamos de la tragedia «Antígona» de Sófocles, en la
que la protagonista se alza contra las leyes positivas (representadas por Creon-
te) para enterrar a su hermano, un traidor. Al hacer esto se muestra como la
heroína que lucha solitaria contra el poder y contra las leyes, invocando una
justicia universal que no está escrita.
23
Cfr. G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la estética, trad. Alfredo Brotons
Muñoz, Akal, 2007.
316
24
Op. cit., p. 2.
25
Op. cit., p. 142.
26
Hegel, Lecciones sobre la estética, op. cit.
27
Op. cit., p. 5. Parágrafos 1405 a y 1405 b.
317
28
Un estudio muy reseñable de la tópica en el derecho en Viehweg, T.,
Tópica y jurisprudencia, Taurus, Madrid, 1964.
29
Aristóteles, op. cit., p. 5. parágrafos 1396 b y siguientes.
318
30
A Deleuze y a Parnet (G. Deleuze y C. Parnet; Diálogos, pre-textos, 1997)
también les desagrada el interés que presenta la psicología (en concreto el psi-
coanálisis, en Deleuze y Parnet, aunque yo considero que esta tendencia no es
exclusiva del psicoanálisis) en introducir la realidad por la fuerza en encorseta-
dos modelos explicativos: «en cierta ocasión Jung le cuenta uno de sus sueños
a Freud: ha soñado con un osario. Freud quiere que Jung haya deseado la muer-
te de alguien, sin duda su mujer. Jung, sorprendido, le hace ver que había varios
cráneos y no uno sólo» (p. 92). «Nos hacemos psicoanalizar, creemos que habla-
mos y aceptamos pagar por esta creencia. Lo cierto es que no tenemos la más
mínima posibilidad de hablar. El psicoanálisis está enteramente concebido para
impedir hablar a las personas (…) ¿de qué podría estar hecho un análisis, sino
de esos trucos que hacen que el analista ya ni siquiera tenga necesidad de
hablar, puesto que el analizado los conoce tan bien como él?» (p. 93).
319
31
Chloé S. Georas; «Colonialidad, performance y género: la saga de
Lorena Bobbitt», en Derecho, género e igualdad; Vol. I, Universidad Autónoma
de Barcelona, 2009, 137-159.
32
La concepción del derecho como performance es una línea de inves-
tigación de orientación antipositivista que se ubica en los Critical Legal Stu-
dies. La presente propuesta de «estética del derecho» es afín a dichas propues-
tas, aunque el marco conceptual de partida sea distinto; así en dicha corriente
se encuentra una clara intención explicativa (frente a la nuestra, más lúdica)
y la primacía del enfoque ético sobre el estético. Georas también habla de
otras líneas de investigación cercanas a la estética del derecho como las que
aplican las estructuras narrativas de los cuentos al análisis de los juicios, cer-
canas a los estudios de Derecho y literatura (también en los Critical Legal
Studies). La presente propuesta de «estética del derecho», con sus matices, es
hermana de dichas corrientes antipositivistas.
320
33
Op. cit., p. 146.
34
Ibíd., p. 145.
35
Ibíd., p. 146.
321
322
36
Op. cit., p. 5. Parágrafos 1377 b a 1391 b.
37
El derecho está repleto de narraciones de hechos. Por ello puede reto-
marse la tradición poética y aplicarse al derecho. Por ejemplo, podemos estu-
diar: Aristóteles, Poética, trad. Alicia Villar, Alianza Editorial, Madrid, 2004.
323
324
39
Aránguez Sánchez, T.; «Estética en la argumentación: retórica visual»,
op. cit.
40
Cuando hablo de «elementos estéticos» refiriéndome a lo sensorial (lo
auditivo, lo visual, lo olfativo, lo táctil) adopto una concepción que sitúa uno
de los rasgos definitorios de la estética en la referencia a «lo sensible». En el
trabajo citado hablo sobre la autorreferencialidad de lo sensible en el arte y
también, en la presencia de lo sensorial en las artes escritas (como lo es a
veces el derecho), en las que el lenguaje logra evocar sensaciones. Baumgarten
fue quien comenzó a focalizar el interés estético en el conocimiento de lo bello
(que es un conocimiento sensible, que no es tan claro como el intelectual).
Kant, influido por este viraje, destaca que hay dos nociones de la estética: la
clásica (que se interesa por lo sensorial, y que es la que usa en la estética tras-
cendental) y la moderna (que es la usada en la crítica del juicio). Hegel, como
otros autores modernos, une ambas tradiciones al considerar que la esencia
de lo bello radica en las sensaciones. Yo, en una línea sintética de cariz con-
temporáneo, considero que los elementos sensoriales son esenciales para per-
suadir, cautivar o afectar, para producir una transformación que no siempre
325
es causada por la reacción ante la belleza (lo sensorial puede despertar temor,
sorpresa, vergüenza…). Es en esta afectación transformadora de lo sensorial
donde localizo lo definitorio del polo objetivo del arte.
41
Hegel, es sus Lecciones sobre estética op. cit, refuta varios tópicos
sobre el arte. Dos de ellos, que vienen a colación, son que el arte favorece la
frivolidad y la ociosidad; y que el arte es apariencia que no es objeto de lo
verdadero. Frente a la acusación del arte como frivolidad señala que habría
dos tipos de arte: uno servil, que nos puede servir para vanagloria, y un arte
libre que no busca más fines que sí mismo y que es el único que puede hacer
comprender lo más profundo del ser humano, la verdad y lo divino; es ese arte
libre el que él va a estudiar, y sin duda, es el arte que le interesa a la estética
del derecho que formulo en estas líneas. Contra el segundo tópico, el de que el
arte es apariencia y no es objeto de la verdad Hegel contesta que a la esencia
le es necesario aparecer y que la esencia que no aparece no es nada (hasta los
conocimientos más rigurosos de las ciencias necesitan expresarse por medios
corpóreos, estéticos, aparentes). La apariencia es consustancial a la esencia.
La idea ha de aparecer. Cuando alguien dice de sí que es bueno, pero no reali-
za buenas acciones (no aparece), diríamos que lo que dice es falso. La verdad
está en las apariencias.
326
42
Tomando el Laocoonte como arquetipo del ethos de lo griego, J. J.
Winckelmann, Historia del arte en la antigüedad, Iberia, trad. 1967, destacaba
la noble sencillez y la serena grandeza de la Grecia clásica, la imagen noble y
equilibrada del griego; frente a esta visión, J.A. Lessing, Laocoonte, Porrua,
1993, reinterpreta el Laocoonte, haciéndolo denotar un ethos de grito y de
torsión. F. Nietzsche, en su obra El nacimiento de la tragedia, Biblioteca Nue-
va, 2007, ejemplifica mediante dioses y personajes (Dioniso, Apolo y Sócrates)
los caracteres o intereses, no solo de la Grecia clásica, sino de la humanidad.
A partir de estas construcciones de modelos, dichos autores proponen un
ethos, un ideal que no sirve solo para interpretar el pasado, sino para inspirar
al hombre de su tiempo: del sosegado estoicismo de Winckelmann, al polo
opuesto del hombre apasionado, vital y oscuro de Nietzsche (Dioniso supone
una «ética», aunque sea de valores «egoístas»).
327
43
Introducción a la filosofía del derecho, op. cit., p. 136.
328
44
Filosofía del derecho, op. cit., p.142.
45
Introducción a la filosofía del derecho, op. cit., p. 137.
46
Retórica, op. cit., parágrafos 1407 b y siguientes.
329
47
Ibíd., parágrafo 1409 b.
330
48
Retórica, op. cit., parágrafos 1407 b y siguientes.
331
49
Deleuze y Parnet, Diálogos, op. cit., p. 9.
50
Ibíd. p. 16.
51
Ibíd. p. 8.
52
Ibíd. Primera parte del capítulo segundo.
332
5. CONCLUSIÓN
53
Ibíd.
54
Ibíd.
55
Ibíd. p. 64.
333
BIBLIOGRAFÍA
56
La estética nos enseña a buscar finalidades distintas a las pecunia-
rias, a captar las cosas que son fines en sí mismas, como la ética. Esta
reflexión la desarrolla F. Schiller, Kallias, cartas sobre la educación estética del
hombre, Anthropos, 1990.
57
Cfr. I. Kant, Crítica del juicio, Maia Editores, 2011. Su concepción del
arte como «finalidad sin fin» influyó mucho en los orígenes modernos de la
disciplina estética.
334
335
INTRODUCCIÓN
1
Las autoras forman parte del GID (Grupo de Innovación Docente) Meto-
dología Interdisciplinar jurídico-política-filosófica de la Universidad de Burgos.
337
338
339
2
Atribuida a Robert E. Stake, director del Center for Instructional
Research and Curriculum Evaluation (CIRCE) http://education.illinois.edu/
CIRCE/Robert_Stake.html; dicha cita aparece por ejemplo en la página web
del Center for Teaching Excellence de la Virginia Commonwealth University
http://www.vcu.edu/cte/resources/OTLRG/06_02_FormativeSummative.html y
en la del Teaching Through The Arts <http://teachingthroughthearts.blogspot.
com.es/2011/07/formative-assessment-when-cook-tastes.html>
340
1. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS
3
El Reglamento de Evaluación de la Universidad de Burgos, en el Capí-
tulo 4, regula los procedimientos de evaluación, estipulando que la evaluación
deberá de ser continua. Concretamente, en el artículo 6.2 establece: «La eva-
luación de los resultados de aprendizaje de las asignaturas y materias deberá
ser continua».
341
342
343
4
BELLOSO MARTÍN, N. /NADAL SÁNCHEZ, H., «Propuestas para la
docencia de la Filosofía del Derecho con tecnología. Interdependencia cono-
cimiento-enseñanza de las habilidades del pensamiento» en CERRILLO I
MARTÍNEZ, A.; DELGADO GARCÍA, A. M.ª (Coordinadores), La innovación
en la docencia del Derecho a través del uso de las TIC, Universitat Oberta de
Catalunya, Barcelona, Huygens, 2012, pp. 109-119.
5
BELLOSO MARTÍN, N./NADAL SÁNCHEZ, H., «Adaptación del Open
Access a las necesidades del Área de Filosofía del Derecho», en CERRILLO I
MARTÍNEZ, A.; DELGADO GARCÍA, A.M.ª (Coordinadores), Buenas prácticas
docentes en el uso de las TIC en el ámbito del Derecho, Universitat Oberta de
Catalunya, Barcelona, Huygens, 2013, pp. 163-176.
344
345
346
347
348
349
350
GRUPO A
Alumno Puntuación
— Alumno X 3 puntos al Alumno Z
2 puntos al Alumno R
1 punto al Alumno S
— Alumno Z 3 Puntos al Alumno Z
2 puntos al Alumno A
1 punto al Alumno R
— Alumno A 3 puntos al Alumno R
2 puntos al Alumno Z
1 punto al Alumno X
Resultado:
Alumno Z: 8 puntos
Alumno R: 6 puntos
Alumno A: 2 puntos
Alumno S: 1 punto
Alumno X: 1 punto
351
352
4. CRONOGRAMA DE ACTUACIONES
5. RESULTADOS PREVISTOS
6
Nota. El hecho de que estas pruebas estén expuestas en el Aula Virtual
conlleva un mayor cuidado por parte de los alumnos a la hora de elaborarlas
y un entrenamiento para futuros juristas a la hora de redactar documentos
públicos.
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INTRODUCCIÓN
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1
http://www.aneca.es/var/media/150240/libroblanco_derecho_def.pdf
(última consulta 7/3/2014).
360
2
http://grados.ugr.es/derecho/pages/infoacademica/estudios#__doku_
guia_de_la_titulacion (última consulta 7/3/2014).
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3
En la Universidad de Granada se ha institucionalizado el desarrollo de
esos nuevos modelos en relación a todas las titulaciones, a través de un Secre-
tariado de Innovación Docente, dependiente del Vicerrectorado de Ordenación
Académica y Profesorado.
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4
Así lo indica el artículo 140 d) de los Estatutos de la Universidad de
Granada (BOJA núm. 147, 28 julio 2011).
5
Sobre estas cuestiones, véase CORIAT, M. y SANZ. R., (eds.), Orienta-
ción y tutoría en la Universidad de Granada, Editorial Universidad de Granada,
Granada, 2005; RODRÍGUEZ ESPINAR, S. (coord..), Manual de tutoría uni-
versitaria, Barcelona, Ediciones Octaedro. 2004; SANZ ORO, R. (coord.), Tuto-
ría y atención personal al estudiante en la Universidad, Madrid, Síntesis, 2009.
El profesor Sanz Oro ha coordinado en la Universidad de Granada varios
cursos de formación del profesorado en esta técnica. Tuve la suerte de partici-
par en uno de esos cursos, donde realicé un trabajo, junto a la profesora Ana
Rubio Castro, que fue el germen del proyecto de innovación docente «Plan de
Acción Tutorial dirigido al alumnado de primer curso del grado en Derecho»
(12-58), del que he sido coordinadora.
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6
El proyecto se concedió en el marco del Programa de Innovación y
Buenas Prácticas Docentes (2012), de la Universidad de Granada, y recibió
una valoración de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acredi-
tación de 8.08 sobre 10. Se llevó a cabo durante el curso académico 2012-
2013.
7
Se trata, básicamente, de a) las siguientes competencias instrumenta-
les: 1(Capacidad de análisis y síntesis. Buscar, seleccionar, analizar y sintetizar
información para poder formular juicios que procedan de una reflexión per-
sonal sobre temas académicamente relevantes), 2 (Comunicación oral y escri-
ta. Expresar y transmitir adecuadamente ideas complejas, problemas y solu-
ciones, de forma oral, a un público tanto especializado, y por escrito, en
castellano), y 3 (Resolución de problemas. Aprender a aplicar conocimientos
teóricos al trabajo personal de una forma profesional); b) las siguientes com-
petencias interpersonales: 7 (Razonamiento critico. Mostrar una actitud críti-
ca ante la realidad y las ideas, y de apertura e interés por el trabajo intelectual
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FECHA
1. DATOS PERSONALES
Apellidos Nombre
Dirección habitual
Dirección en Granada
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4. CONOCIMIENTOS PREVIOS
¿Qué pasos cree que hay que dar para ejercer esas profesiones?
Lugar/es habitual/es
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Fuentes de estudio
Si es así:
La memorización
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7. INCIDENCIAS NO PREVISTAS
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FECHA
Fuentes de estudio:
Si es así:
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La memorización:
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Conferencias
Fecha y actividad
Asistencia
Aprovechamiento
Seminarios-talleres
Fecha y actividad:
Asistencia
Aprovechamiento
Tutorías individualizadas
Fecha
Asistencia
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Aprovechamiento
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20 DE NOVIEMBRE DE 2012:
Taller sobre argumentación y oratoria, realizado en la sala de vistas de la
Facultad de Derecho, donde, tras recibir unas pautas sobre el tema, se dividió
al alumnado participante en grupos para desarrollar una actividad de
oratoria y argumentación en torno a un caso, usando un juego de rol (según
estuvieran en el grupo de defensa, acusación o decisión del caso). Se les
proporcionó un esquema con pautas básicas a todo el alumnado inscrito al
proyecto aunque no hubiera asistido al taller. Duración: 3 horas. Objetivo:
formación en competencias básicas en oratoria forense, en argumentación
y en resolución de problemas, y en trabajo en equipo.
22 DE NOVIEMBRE DE 2012:
Taller en métodos de estudio (lectura, subrayado y realización de síntesis y
esquemas). Se les proporcionó un esquema con algunas pautas básicas,
información bibliográfica (disponible también para los no asistentes), y se
desarrolló una actividad aplicada sobre manuales jurídicos. Duración: 3
horas. Objetivo: Adquisición de competencias para el aprendizaje autónomo,
y capacidad para buscar, seleccionar, analizar y sintetizar información
jurídica.
26 DE NOVIEMBRE DE 2012:
Taller sobre utilización de recursos on line de la biblioteca electrónica,
especialmente, bases de datos jurídicas. Actividad desarrollada en el Aula
informática de la Facultad de Derecho e impartida por la jefa de su biblioteca.
Realización de diversas actividades relativas al acceso a la biblioteca
electrónica y al manejo de algunas de las bases de datos jurídicas electrónicas
(Aranzadi y la Ley), y de e-books. Duración: 3 horas. Objetivo: adquisición
de competencias en manejo de técnicas informáticas para la obtención de la
información jurídica: bases de datos de legislación, jurisprudencia,
bibliografía.
29 DE NOVIEMBRE DE 2012:
Taller para la realización y exposición de trabajos individuales y en grupo:
información sobre fases, organización y reparto del trabajo, escritura y
presentación oral. Se les proporcionó un esquema con pautas básicas a
asistentes y no asistentes. Duración: 2 horas. Objetivo: adquisición de
competencias en comunicación oral y escrita y capacidad para buscar,
seleccionar, analizar y sintetizar información jurídica.
DESDE EL 14 DE ENERO DE 2013:
Realización de la segunda tutoría (ficha de seguimiento).
20 DE FEBRERO DE 2013:
Taller sobre lectura e interpretación de textos jurídicos, donde tras recibir
una breve explicación, se desarrolló una actividad aplicada sobre varios
ejemplos. Material y esquema proporcionado a asistentes y no asistentes.
Duración: 2 horas. Objetivo: Capacidad de leer e interpretar textos jurídicos.
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5 DE MARZO DE 2013:
Charla a cargo del Vicedecano de Ordenación Académica, Convergencia
Europea y Nuevas Titulaciones sobre los estudios jurídicos de grado en la
Universidad de Granada. Ronda de preguntas. Duración: 1 hora y media.
Objetivo: Información sobre los estudios de grado que se ofrecen en la
Facultad de Derecho, a fin de favorecer la adquisición de competencias para
el aprendizaje autónomo, y para planificar y organizar su aprendizaje futuro.
DESDE EL 1 DE MAYO DE 2013:
Realización de la tercera tutoría (ficha de seguimiento).
13 DE DE MAYO DE 2013:
Charla, acompañada de debate posterior, sobre los cambios producidos por
la globalización en las profesiones jurídicas y sobre cómo esto ha afectado a
su deontología. Duración: 2 horas. Objetivo: adquisición de capacidad para
el razonamiento critico y para el compromiso ético, analizando críticamente
la dimensión ética y política de las instituciones, los problemas y las
soluciones jurídicas, en este caso, en relación a las profesiones jurídicas.
DESDE EL 20 DE MAYO DE 2013:
Evaluación del PAT por parte del alumnado inscrito y del personal
participante en el mismo.
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Elaboración propia.
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3. CONCLUSIONES
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