Sie sind auf Seite 1von 2

EL ORIGEN DE LAS ‘PARTES’ O ASPECTOS INTERNOS

NUESTRO ‘BIG BANG’ INTERIOR

Lo que dio nacimiento a los distintas ‘partes’ o aspectos internos que vienen
a llamar nuestra atención para que los atendamos fueron momentos iniciales
de trauma en que nuestro proceso de vivir se detuvo o se interrumpió de
alguna manera. Si no es posible que todo el psiquismo siga adelante con
fluidez como lo venía haciendo, éste trata de seguir en funcionamiento,
rodeando este obstáculo que es esta ‘porción de mí’ que se detuvo. El
proceso psíquico intenta avanzar aunque no esté con sus capacidades
plenas y, con el tiempo, estos detenimientos (stoppages) comienzan a ser
experienciados como diferentes ‘partes’ o aspectos.

Algo sucede y no podemos metabolizarlo psíquicamente. Ese lugar afectado


por el suceso tiene que ‘apagarse’ porque el dolor se hace insoportable para
el sistema y el ‘detenimiento’ es la forma que tiene el sistema de no
sobrecargarse para evitar colapsar.

Esa herida es la primera herida... Entonces está esta primera herida que
necesita ser contactada, recibida y comprendida por alguien. Si cuando
ocurrió el suceso, en ese momento, alguien hubiera empatizado con ese
dolor y lo hubiera sabido contener, todo hubiera terminado ahí o se hubiera
necesitado un período breve para dejar atrás el trauma sin mayores
consecuencias futuras...

Lo que detiene el proceso no es lo que sucede (el trauma) sino lo que ocurre
después: cuando no recibimos la empatía y la contención que hubiéramos
necesitado por esto que nos acaba de pasar, se transforma en nuestra
primera herida y esto permite que haya una segunda herida, y así
sucesivamente...

No importa lo dramático que haya sido el suceso, no es la herida lo que


traba nuestro proceso de vivir, si tenemos o nos facilitan los recursos para
atravesarla. Es cuando el dolor, la vulnerabilidad, el miedo, la impotencia...
no encuentran un hogar donde guarecerse, no encuentran ninguna forma de
ser recibidos ni de seguir hacia adelante, que ese lugar en nosotros se
repliega y queda detenido: “mejor que no me vuelva a enojar, que no tenga
miedo, que no exprese mis emociones; mejor que me transforme en lo que
quieren que sea...” La herida y la decisión de ‘apagar la luz’ en esa área de
nuestra expresión de quienes somos, ocurren juntas en una experiencia total
y compleja. Éste es el origen de lo que denominamos ‘partes’.

Estos lugares congelados quieren vivir y necesitan integrarse a nosotros


pero no que nosotros nos transformemos en ellos (como ocurre cuando nos
identificamos con estos aspectos), porque terminaríamos funcionando desde
lugares muy primarios donde no teníamos recursos para enfrentar la vida.
Éste no es un buen lugar desde dónde vivir porque estos aspectos pequeños
están en la oscuridad, en el fondo del pozo con ganas de morirse. Cuando
podemos permanecer con ellos con una actitud empática, de compasión y
comprensión, entonces se transforman en algo que puede ser abrazado,
comprendido, creando un mundo seguro para esta parte.

Entonces, desde mi Estado de Presencia, me convierto en el mundo de esta


parte, por el tiempo que esta parte necesite. Entonces cambia, el dolor
sana, y la vida se abre.

Al acompañar de este modo nuestras partes vulnerables, estamos siendo el


tipo de persona que nos hizo falta cuando la herida ocurrió. Alguien que
pone límites, escucha, ama, da tiempo y espacio y acaricia la herida.

Esta parte suele pedirnos: “sólo quiero que estés acá, sin preguntas, sin
decirme cómo debo estar, cómo me debo sentir, permitiéndome sentir lo que
siento y estar como estoy mientras necesite estar así. Necesito tiempo para
poder expresar todo lo que hay en mí...”

Lo que faltó entonces es que nos dieran la oportunidad de encontrar las


palabras para expresar lo que nos estaba pasando. Ahora, en el presente,
tenemos las palabras que podemos sentir para ofrecérselas a ese lugar
‘detenido’ en nostros, porque podemos sentir lo que están sintiendo esos
lugares. Ahora sabemos. Tenemos todas las palabras y el conocimiento
como adultos, y las ponemos a su disposición.

Para estar con estos aspectos tal como ellos necesitan, debemos
acompañarlos sintiendo, percibiendo y simbolizando lo que nos llega desde
estos lugares. Mientras lo hacemos, es importante no identificarnos con la
parte que está apurada, impaciente, que presiona, que empuja.

Siempre va a haber mucho que no sepamos y va a haber otras partes


nuestras que quieran saber (que acompañaremos oportunamente para evitar
que interrumpan el proceso). Sólo tenemos que saber lo que esté aquí para
saber. Para generar confianza invitamos a las partes a que nos digan qué
tipo de compañía están necesitando de nosotros.

Acompañar estos lugares es un proceso de escucha profunda más que una


técnica. Ésa es la esencia: sintonizar nuestro Estado de Presencia
escuchando a todas las partes presentes, tal como cada una lo necesite por
el tiempo que sea necesario.

Fernanda Acuña
Mayo de 2017

Das könnte Ihnen auch gefallen