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Una Harmonía Sobre los Evangelios

de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino

Índice
LA EPÍSTOLA DEDICATORIA DEL AUTOR
EL ARGUMENTO
LUCAS 1:1-4
LUCAS 1:5-13
LUCAS 1:14-17
LUCAS 1:18-20
LUCAS 1:21-25
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La

EPÍSTOLA DEDICATORIA DEL AUTOR

Los muy nobles e ilustres Señores,

LOS ALCALDES Y EL CONCEJO

DE LA NOBLE CIUDAD DE FRÁNCFORT

JUAN CALVINO

Si ejemplos virtuosos tuvieran que alguna vez ser necesarios para ser
imitados, en orden de estimular a las personas perezosas, lentas e inactivas,
la pereza y – lo que es más – la indiferencia de esta muy corrupta era lo
hacen necesario para que la mayor parte de los hombres que no avanzan por
su propia cuenta sino que retroceden, deban al menos ser obligados por su
vergüenza a cumplir con su responsabilidad. Todos, ciertamente, son vistos
para ser influenciados, tanto en público como en privado por una
vergonzosa emulación. No hay rey que no trabaje para mostrar que es igual
a sus vecinos en la dirección, perseverancia, energía o coraje necesario,
para extender por cualquier método posible los límites de su dominio. No
hay estado o unión de pueblos que no ceda la preferencia a otros por astucia
y por todas las artes del engaño, ni existe un individuo entre las filas de los
ambiciosos que no agradecezca su inferioridad a otros en perversas
estratagemas. En resumen, casi diríamos que ellos han entrado en una
silenciosa pero mutua conspiración para desafiarse uno al otro a un
concurso de vicios y cada hombre que carga maldad hasta el extremo
fácilmente arruina a una vasta multitud con su ejemplo, de modo que, en
medio de una general prevalencia de crímenes, muy pocas personas son
encontradas para exhibir un patrón de rectitud.

Por estas razones, creo que es más ventajoso que aquellas inusuales
excelencias, por quienes eminentes personas son distinguidas, deberían
recibir los elogios que merecen y ser levantadas a una elevada posición de
tal forma que sean vistas a una gran distancia que despierte en muchos
corazones el deseo de imitarlas. Y esto reconozco, muy honorables Señores,
es la principal razón del por qué estoy deseoso de que este trabajo mío,
deba ser dado al mundo bajo la sanción de vuestro nombre. Para que mi
empresa sea considerada por mí como la obtención de un distinguido
premio, si vuestra disposición a hacer el bien derivaran de ella un aumento,
aunque no he tenido nada más particular en mi ojo que el otro objetivo que
he mencionado anteriormente, a saber, que otros puedan igualar vuestro
progreso o al menos puedan seguir el mismo curso.

No tengo ninguna intención, sin embargo, para enmarcar un catálogo de


todas las excelencias por las cuales vosotros sois distinguidos, satisfará a
mi por el presente con mencionar, en términos de elogios, una excelencia
que ha unido a vosotros a mí mismo y a un gran número de siervos de Cristo
por lo que puede llamarse un vínculo más sagrado. Fue un gran asunto que,
más de cinco años atrás, cuando todos fueron sorprendidos por una
horrorosa alarma, cuando una espantosa devastación de las iglesias de
Alemania y casi una destrucción del Evangelio, fue amenazado por la
calamidad que había ocurrido, vosotros, en quienes la primera lluvia de
dardos cayó, permanecisteis firmen en una abierta profesión a la fe que era
en aquel tiempo extremadamente odiosa y constantemente mantuvisteis la
doctrina pura del evangelio que vosotros habíais abrazado, hasta hacer
evidente que en medio de los más grandes peligros y de las más grandes
ansiedades, no hay nada que vosotros valoréis más alto que batallar bajo el
estandarte de Cristo. No obstante, es aún más notable y más digno de ser
puesto en la historia que vosotros no solo mantuvisteis la pura adoración a
Dios entre vosotros mismos y fielmente os esforzasteis para mantener a
vuestros conciudadanos dentro del redil de Cristo, sino que recogisteis
como miembros desgarrados aquellos fragmentos de una iglesia dispersada
que había sido expulsada hacia otros países.

En el presente estado melancólico de los asuntos, me ha dado no pequeña


consolación saber que devotos adoradores de Dios, quienes habían venido a
vosotros como exiliados de Inglaterra y de otras partes, fueron recibidos por
vosotros con calurosa hospitalidad y que no solo vosotros les abristeis
vuestras puertas en su desgraciado exilio sino que rendisteis merecido
honor al Hijo de Dios haciendo que su Evangelio sea claramente oído en
vuestra ciudad en idiomas extranjeros. Un caso similar de distinguida
amabilidad fue recientemente mostrado a los infelices nativos de Locarno
por el Concejo de Zúrich, quienes no solo abrieron la ciudad para ellos
(Cuando a ellos no se les permitió adorar a Cristo en casa de acuerdo con
sus conciencias) sino que asignándoles una iglesia para llevar a cabo sus
servicios religiosos no fueron prevenidos por la diversidad de idiomas del
deseo de oír a Cristo hablar en italiano en su propia ciudad.

Regresando a vosotros: Tan pronto como oí que habías tenido la amabilidad


de permitir a las personas quienes hablan nuestro idioma encontrar una
iglesia entre vosotros, consideré que me habías puesto bajo obligaciones
privadas y resolví tomar esta oportunidad para testificar mi gratitud. Por lo
tanto, existe una buena razón para deplorar el estado de nuestra nación a ser
tal que la sacrílega tiranía del Papismo ha hecho residencia en nuestro
propio país para ser poco más que un destierro del reino de Dios, por lo que
de otra manera, es un distinguido favor tener una vivienda garantizada para
nosotros en un suelo extranjero, donde la legal adoración a Dios puede ser
practicada. Esta verdadera hospitalidad sagrada – que fue rendida no a
hombre sino totalmente a Cristo mismo – será, confío, añadida a vuestra ya
próspera condición de nuevos actos de la divina amabilidad, asegurando a
vosotros en ininterrumpida sucesión.

Por mi propia parte, al menos como recién he declarado ahora, tales fueron
mis estímulos para dedicar a vosotros este trabajo mío. Se trata de una
Armonía organizada de los Tres Evangelistas y que ha sido bien preparada
por mí con la más grande fidelidad y diligencia. Qué esfuerzo he dedicado a
esta obra no serviría de propósito detallar, y qué tal lejos he sido exitoso
debe ser dejado a otros para decidir. Los lectores a quienes me refiero son
aquellas personas honestas, instruidas y bien dispuestas, cuyo deseo de
hacer progreso no es retrasado por una vergüenza bárbara de recibir
instrucción y que sienten un interés por la ventaja pública. No me preocupo
de los malos y perversos canallas, a los que llamo no solamente monjes
encapuchados, que en defensa de la tiranía del Papa, continúan una guerra
abierta con nosotros, sino esos zánganos inútiles quienes mezclándose con
nosotros hacen mano de cada pretensión para ocultar su ignorancia y
desearían tener toda la luz de la doctrina completamente apagada.
Permítanles ladrarme impúdicamente tanto como a ellos les plazca: mi
respuesta estará siempre lista. Ni obligación divina ni humana me somete al
juicio de aquellos que merecen el azote por su más desgraciada ignorancia,
tanto como ellos merecen el látigo por su obstinada y endurecida malicia e
insolencia.

Se me permite decir al menos, sin la imputación de la jactancia, que he


intentado fielmente estar al servicio de la Iglesia de Dios. Hace dos años,
Juan fue publicado junto con mi Comentario, que, confío no fue sin ventaja.
Y así como uno de los heraldos, me he esforzado hasta el límite de lo que mi
habilidad me permite para hacer honor a Cristo montando magníficamente
en su carroza real tirada por cuatro caballos y sentir asegurado que los
sinceros lectores que han encontrado ventaja de mis labores, no estarán
avergonzados de agradecer que el éxito que tiene, en cierta medida,
correspondió a mi deseo. La historia evangélica relacionada por cuatro
testigos divinamente nombrados es justamente comparada por mí a una
carroza jalonada por cuatro caballos: por la adecuada y sola armonía Dios
parece haber expresamente preparado para su Hijo una carroza triunfal
desde la cual el pueda hacer un magnífico despliegue a todo el cuerpo de
creyentes y que con rápido progreso, él pueda revisar el mundo. Agustín
también hace una conveniente comparación de los Cuatro Evangelistas con
trompetas, el sonido de la que llena todas las regiones del mundo, para que
la Iglesia, reunida desde el Este al Oeste y del Sur al Norte, desemboque en
una unión santa de la fe. Tanto más intolerable es la curiosidad de aquellos
que, no satisfechos con los heraldos celestiales, imponen sobre nosotros,
bajo el nombre de un evangelio, cuentos repugnantes, que no sirven a
ningún otro propósito más que contaminar la pureza de la fe, y exponer el
nombre de Cristo a la burla y el desprecio de los impíos.

Con respecto a vosotros, más nobles Señores, así como detestáis cada
clase de levadura por la cual la pureza nativa del evangelio es corrompida y
muestra que no tenéis nada más en el corazón sino defender y mantener la
doctrina pura como fuera entregada por Cristo, yo siento asegurado que esta
producción, que abre el tesoro del Evangelio, recibirá la más calurosa
aprobación y confianza a mi dedicación de ella a vosotros será aceptada
como marca de mi regalo. Despedida más ilustres Señores. Pueda Cristo
siempre dirigiros por su Espíritu, apoyándoos por su poder y defendiéndoos
por su protección y enriqueciendo vuestra ciudad y comunidad de pueblos
con toda la abundancia de sus bendiciones.

Ginebra, Agosto 1. MDLV.

EL ARGUMENTO

DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO


DE ACUERDO CON MATEO, MARCOS Y LUCAS

Con el objeto de leer con provecho la historia Evangélica, es de gran


importancia entender el significado de la palabra Evangelio. De esta manera,
estaremos habilitados para conocer el diseño que aquellos divinos testigos
tuvieron al escribir y a qué se refería el objeto de los eventos relatados por
ellos. Que sus historias no recibieron el nombre de evangelio de otras
personas, sino que éste fue determinado por los autores se desprende de
Marcos, quien expresamente dice (1:1) que él relata el principio del
Evangelio de Jesucristo.
Hay un pasaje en los escritos de Pablo del que sobre todos los demás puede
ser obtenida una clara y cierta definición de la palabra Evangelio. En este
pasaje él nos dice que...
Fue prometido por Dios en las Escrituras por medio de los profetas,
concerniente a su Hijo Jesucristo nuestro Señor, quien fue hecho de la
simiente de David según la carne y declarado ser el Hijo de Dios con poder,
de acuerdo con el Espíritu de santificación por la resurrección de los
muertos. (Romanos 1: 2-4).

Primero este pasaje muestra que el Evangelio es un testimonio de la


salvación revelada que había antiguamente sido prometida a los Padres en
una ininterrumpida sucesión de eras. Señala al mismo tiempo una distinción
entre las promesas que mantuvieron la esperanza de las personas en
suspenso y la alegría del mensaje por el cual Dios declara que él ha
cumplido aquellas cosas que había anteriormente pedido a ellos esperar1 .
De la misma manera, el apóstol afirma un poco después que en el Evangelio
la justicia de Dios es abiertamente manifestada y que fue atestiguada por la
Ley y los Profetas. (Romanos 3:21). El mismo apóstol lo llama en otro pasaje,
una Embajada por la cual la reconciliación del mundo a Dios es ofrecida
diariamente a los hombres, una vez lograda por la muerte de Cristo. (2
Corintios 5:20).

Segundo, Pablo no quiere decir solamente que Cristo es la promesa de las


bendiciones que Dios había alguna vez prometido, sino que en él tenemos
una completa y plena exhibición de las promesas, como él mismo declara en
otra parte: Que las promesas de Dios en él son en el sí y en el amén. (2
Corintios 1:20). Y en efecto, la libre adopción otorgada, por la cual somos
hechos hijos de Dios, que procede del buen beneplácito que el Padre tuvo
desde la eternidad, ha sido revelada a nosotros en este sentido, que Cristo
(quien es el único hijo de Dios por naturaleza) se ha vestido a sí mismo con
nuestra carne y nos ha convertido en sus hermanos. Esa satisfacción por la
que los pecados son borrados para que no estemos más bajo la
condenación de la muerte no es encontrada en ningún otro lugar sino en el
sacrificio de su muerte. La Justicia, salvación y perfecta felicidad son
encontradas en su resurrección.

Por lo tanto, el Evangelio es una exhibición pública del Hijo de Dios


manifestado en la carne (1 Timoteo 3:16) para entregar a un mundo
arruinado y restaurar a los hombre de la muerte a la vida. Es justamente
llamado un mensaje bueno y alegre, que contiene perfecta felicidad. Su
objetivo es comenzar el reinado de Dios y por lo tanto de nuestra liberación
de la corrupción de la carne y de nuestra renovación por el Espíritu para
conducirnos a la gloria celestial. Por esta razón es comúnmente llamado el
reino de los cielos, y la restauración a una vida bendita que es traída a
nosotros por Cristo es algunas veces llamada el reino de Dios, como cuando
Marcos dice que José esperaba por el reino de Dios (Marcos 15:43) sin lugar
a dudas, él se refiere a la llegada del Mesías.
En consecuencia, es evidente que la palabra Evangelio se aplica
apropiadamente al Nuevo Testamento y que aquellos escritores que dicen
que era común a todas las épocas y que suponen que los Profetas
igualmente con los Apóstoles fueron ministros del Evangelio son imputables
con una falta de precisión. Completamente diferente es la cuenta que Cristo
nos da, cuando nos dice que la ley y los profetas fueron hasta Juan y que
desde entonces el reino de Dios comenzó a ser predicado. (Lucas 16:16).

Marcos también como mencionamos en un renglón atrás, declara que la


predicación de Juan fue el principio del Evangelio (Juan 1:1) Otra vez las
cuatro historias que relatan cómo Cristo descargó su oficio de Mediador,
tienen con gran recibida propiedad esta designación. Como el nacimiento,
muerte y resurrección de Cristo contienen el todo de nuestra salvación y son
por lo tanto la materia peculiar del Evangelio, el nombre de Evangelistas es
justamente y apropiadamente aplicado a aquellos que ubican ante nuestros
ojos a Cristo quien ha sido enviado por el Padre, que nuestra fe puede
aceptar ser el Autor de una vida bendita.

El poder y resultados de su venida son aún más expresados en otros libros


del Nuevo Testamento. Incluso en este asunto Juan difiere ampliamente de
los otros tres Evangelistas: él está casi completamente ocupado en explicar
el poder de Cristo y las ventajas que derivamos de él; mientras que los otros
evangelistas insisten más en el punto que nuestro Cristo es ese Hijo de Dios
que había sido prometido para ser el Redentor del mundo. Ellos entrelazan,
sin duda, la doctrina que relata el oficio de Cristo y nos informan lo que es la
naturaleza de su gracia y para cual propósito él ha sido dado a nosotros, no
obstante ellos se esfuerzan principalmente, como ya lo he dicho, en
demostrar que en la persona de Jesucristo ha sido cumplido lo que Dios
había prometido desde el principio. Los evangelistas no tenían la intención o
interés en abolir por sus escritos la ley y los profetas, como algunos
fanáticos sueñan, que el Antiguo Testamento es superfluo, ahora que la
verdad de la sabiduría celestial ha sido revelada a nosotros por Cristo y sus
apóstoles. Por el contrario, los evangelistas señalan con el dedo a Cristo y
nos exhortan a buscar todo lo que se le atribuye a él por la ley y los profetas.
El completo beneficio y provecho por lo tanto, a ser derivado de la lectura
del Evangelio será solamente obtenido cuando aprendamos a conectarlo con
las promesas antiguas.

Con respecto a los tres escritores de la historia Evangélica, a los que me


comprometo exponer, Mateo es suficientemente conocido, Marcos es
generalmente supuesto haber sido el discípulo y amigo privado de Pedro. Es
incluso creído que él escribió el Evangelio como si Pedro se lo hubiera
dictado y que meramente Marcos se desempeñó como un amanuense o
escriba. Pero en este asunto no necesitamos darnos mucho problema
porque es de poca importancia para nosotros, siempre y cuando creamos
que él estaba adecuadamente preparado y divinamente designado como
testigo, que no tenía dedicación a escribir pero que el Espíritu Santo le
dirigió y guió su pluma. No hay campo cualquiera que sea la declaración de
Jerónimo a que su Evangelio es un resumen del Evangelio de Mateo. Marcos
no se adhiere en todas sus partes a la orden de que Mateo observó y desde
el principio maneja los temas en una forma diferente. Algunas cosas también
son relatadas por él que el otro había omitido y su narración del mismo
evento es algunas veces más detallada. Es más probable en mi opinión – y la
naturaleza del caso respalda la conjetura – que Marcos no había visto el libro
de Mateo cuando escribió su propio libro; hasta el momento desde él haber
pretendido expresamente hacer un compendio.

Tengo la misma observación para hacer respecto a Lucas: no diremos que la


diversidad que percibimos en los tres Evangelistas fue el objeto de expresar
un acuerdo, sino que ellos intentaron dar una narración honesta de lo que
ellos sabían era cierto e indubitable, cada uno siguió el método que cada
uno estipuló mejor. Ahora, como esto no pasó por azar sino por la dirección
de la Divina Providencia, bajo esta diversidad en la manera de escribir el
Espíritu Santo sugirió a ellos una armonía asombrosa que sería casi
suficiente para asegurarles el crédito, si no hubiere alguna otra o más fuerte
evidencia para respaldar su autoridad.

Lucas acierta con suficiente claridad que él es la persona que asistió a


Pablo. Por eso es una declaración infantil la que Eusebio hace, que Pablo es
el Autor del Evangelio que tiene el nombre de Lucas porque en un pasaje él
menciona su evangelio (2 Timoteo 2:8) como si lo que sigue no hiciera claro
que Pablo está hablando de su predicación y no de un libro en particular: por
lo cual añade: por lo cual sufro penalidades, incluso cadenas (2 Timoteo
2:9) Ahora es cierto que él no había sido sindicado de haber escrito un libro
sino de haber administrado y predicado con viva voz la doctrina de Cristo.
Eusebio cuya industria fue grande, descubre aquí una falta singular de juicio
en coleccionar sin discriminación tales absurdos. Sobre este asunto he
considerado necesario advertir a mis lectores que ellos no deberían estar
escandalizados por tantas idioteces de la misma descripción que ocurre en
cada parta de su historia.

Del método de interpretación que he escogido y que muchas personas a


primera vista podrían no aprobar, será apropiado dar alguna información
para la satisfacción de los lectores píos y honestos. Primero, es lejos de
toda disputa, que es imposible exponer en una manera satisfactoria y
adecuada cualquiera de los Evangelistas sin comparar los con los otros dos
y por consiguiente, los fieles y estudiosos comentaristas dedican una gran
porción de su labor en la reconciliación de la narración de los tres
Evangelistas. Pero como frecuentemente ocurre que las personas de
habilidades comunes no encuentran la comparación como un asunto fácil
cuando es necesario dar cada giro del uno al otro, pensé que podría probar
un conveniente y útil resumen de sus trabajos, si tuviera que organizar las
tres historias en una cadena ininterrumpida o en un dibujo sencillo, en que el
lector pueda percibir a simple vista la semejanza y la diversidad que existe.
De esta forma no dejaré nada que haya sido escrito por cualquiera de los
tres Evangelistas; y cualquier cosa que se pueda encontrar de ellos será
recogida dentro de un solo lugar.

Sea o no, he tenido éxito de acuerdo con mis expectativas, el lector deberá
decidir por su propia experiencia. Hasta el momento de reclamar alabanza
por haber traído algo nuevo, reconozco de buena gana, como llega a ser de
un hombre honesto, que he adoptado este método en imitación de otros.
Bucero, un hombre de respetada memoria y un eminente profesor de la
Iglesia de Dios quien sobre todos los otros, me parece a mí han trabajado
satisfactoriamente en este campo, ha sido especialmente mi modelo. Así
como él se valió del trabajo de los antiguos que habían recorrido este
camino antes que él, mis esfuerzos han sido no un pequeño alivio por su
industria y aplicación. Donde usé la libertad de diferir de él (que he hecho
libremente cada vez que fue necesario) El mismo Bucero, si fuera aún un
habitante de la tierra, no estaría decepcionado.

COMENTARIO EN

ARMONÍA DE LOS EVANGELIOS

Lucas 1:1-4
1. Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las
cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, 2 tal como nos lo enseñaron
los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la
palabra, 3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con
diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh
excelentísimo Teófilo, 4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en
las cuales has sido instruido.

Lucas es el único de los evangelistas que hace un prefacio al Evangelio con


el propósito de explicar brevemente el motivo por el cual él se ha motivado a
escribir.

Al dirigirse a una sola persona, Lucas parece haber actuado estúpidamente


ya que pudo haber hecho sonar la trompeta fuertemente como era su deber
al invitar a todos los hombres a creer. Parece por tanto inútil que una
doctrina que no pertenece peculiarmente a una persona u otra, pero que es
común a todos, haya sido enviada en privado a su amigo Teófilo. Por esta
razón algunos han pensado que Teófilo (Theophilus) es un nombre apelativo
y que es aplicado a todas las personas piadosas en razón de su amor a Dios,
pero el epíteto que está unido es inconsistente con esa opinión. Ahora bien,
no existe razón para temer por la irracionalidad que los condujo a adoptar tal
postura, ya que no es menos cierto que la doctrina de Pablo aunque
pertenece a todos, sus epístolas fueron dirigidas a ciertas ciudades y otras a
ciertos hombres. No obstante, si hacemos una pausa para examinar los
tiempos en los que vivió Lucas, deberemos reconocer que la decisión que él
tomó fue sabia y prudente. Habían tiranos por todas partes que por terror y
opresión fueron preparados para obstruir el progreso de la enseñanza de la
verdad. Esto dio ocasión a Satanás y sus ministros para que extendieran
por doquier las nubes del error mediante las cuales, la verdadera luz sería
oscurecida. Ahora, como la gran mayoría de los hombres no cuidaban
mucho la preservación de la pureza del Evangelio y pocos consideraban
atentamente las maquinaciones de Satán o la cantidad de peligros que
acechaban bajo disfraces, cada uno de los que excedió a los otros por una fe
excepcional o por dones extraordinarios del Espíritu era el más ampliamente
destinado para hacer su más grandioso esfuerzo, con cuidado y empeño,
para preservar la doctrina de la santidad, pura e incontaminada de la
corrupción. Tales personas fueron escogidas por Dios para ser sagrados
guardianes de la ley, por quienes la divina doctrina encomendada a ellos
debería ser entregada a su posteridad. Con este punto de vista entonces,
Lucas dedica su Evangelio a Teófilo (Theophilus) para que fielmente llevara
la preservación del evangelio, con la misma confianza que Pablo deposita y
encomienda a Timoteo. (2 Timoteo 1:14)

1 – 2. Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las


cosas. Lucas asigna una razón para escribir, uno podría pensar, que debió
más bien haber sido lo que le disuadió a escribir. Componer una historia que
ya había sido empleada por muchos autores era una labor innecesaria, al
menos si ellos hubieran cumplido fielmente su responsabilidad. Sin embargo
Lucas no presenta ninguna insinuación de acusación, de decepción, o
descuido o alguna otra falta en el más leve de los grados. Parece más bien
como si Lucas estuviera expresando una resolución de hacer lo que ya
realmente había sido hecho. A esto respondo que aunque el trata
gentilmente a aquellos que previamente habían escrito, él no aprueba
completamente sus labores. Lucas no dice expresamente que ellos habían
escrito sobre asuntos de los cuales ellos no tenían el suficiente
conocimiento sino que al poner la demanda de certeza sobre los hechos, el
modestamente les niega su título a la completa e inamovible confiabilidad.
Puede ser objetado que, si ellos hicieron falsas declaraciones, debieron
haber sido censurados severamente ante lo cual respondo que quizás sus
faltas fueron leves mas debido a su precipitado entusiasmo que a su malicia
y consecuentemente, no era necesario atacarlos ferozmente. Ciertamente
hay razones para creer que estos fueron más que embriones históricos que
aunque no eran peligrosos comparativamente en ese tiempo, más tarde si
hubieran sido causantes de serios daños a la fe si no hubieran sido
contrarrestados. Pero es digno de resaltar los admirables propósitos de Dios
al llamar a Lucas para que aplicara un remedio a los escritos superfluos, en
vista de obtener por consentimiento universal el rechazo de los demás y así
asegurar el crédito indiviso a aquellos textos que reflejarían la
resplandeciente luz de Su santidad y Su majestad. No hay excusa para los
hombres andar distribuyendo como buhoneros por todo el mundo fábulas
podridas apodadas trabajos “de Nicodemo” o similares.

...que entre nosotros han sido ciertísimas. El participio πεπληροφορημένα


que Lucas emplea denota cosas completamente acertadas y que no admiten
dudas. El antiguo traductor ha caído repetidamente en errores sobre esta
palabra y por la ignorancia nos ha dado un sentido corrupto a algunos
pasajes muy hermosos. Uno de estos ocurre en los escritos de Pablo, donde
el encarga a cada hombre estar plenamente persuadido en su propia mente
(Romanos 14:5) para que la conciencia no dude ni vacile, ni divague de un
lado a otro (Efesios 4:14) por una dudosa opinión. De aquí tenemos la
palabra derivada πληροφορία, que erróneamente ha sido traducida plenitud,
ya que es esa firme garantía o convicción de fe en la que piadosas mentes
pueden descansar con seguridad. Hay aún, como he indicado, un implícito
contraste: cuando Lucas clama para sí mismo la autoridad de un testigo fiel,
destruye el crédito de otros que dieron declaraciones contrarias.

Entre nosotros tiene el mismo significado que con nosotros . Puede parecer
que la confianza en las historias humanas no está bien fundada a no ser que
descanse en la Palabra de Dios mismo. Ciertamente la plena seguridad
πληροφορία de la fe es otorgada por el sello del Espíritu. (1 Tesalonicenses
1:5, Hebreos 10:22). A esto digo que si la Palabra de Dios no se mantiene en
primer lugar, la fe no estará satisfecha con ningún testimonio humano, pero
donde la confirmación interior del Espíritu ya ha tomado lugar, permite cierto
conocimiento histórico de los hechos. Por conocimiento histórico quiero
decir el conocimiento que obtenemos respecto a los eventos, ya sea por
nuestra propia observación o por la declaración de otros. Con el manifiesto
trabajo de Dios, es ecuánime escuchar a testigos presenciales como
descansar en nuestra experiencia. Además, Lucas no está lidiando con
autores privados, sino con ministros de la Palabra. A éstos Lucas les da una
distinción que los ubica sobre todo rango de autoridad humana, el indica
que todos aquellos que le dieron testimonio del Evangelio habían sido
divinamente encomendados con el rol de predicarlo. De ahí que la seguridad
a la cual Lucas hace referencia más tarde, a menos que provenga de Dios,
será disturbada. Es de gran peso el que Lucas denomine a aquellos de los
que recibió el evangelio, ministros de la Palabra. Los fieles puede inferir de
esto que ellos son, como los abogados dicen, testigos más allá de toda
excepción, cuyo testimonio no puede ser abrogado.

Erasmo, quien prestó de Virgilio una frase que usó en su versión y que
reconoció que tenía algo que ver, no consideró suficientemente la
estimación del peso del llamado de Dios. Lucas no habla en un estilo
profano sino que nos ordena en la persona de su amigo Teófilo a mantener
en vista el mandamiento de Cristo y a oír con reverencia al Hijo de Dios
hablando por medio de sus apóstoles. Es impresionante que aunque les
confirma el haber sido testigos presenciales, al llamarlos ministros los toma
de entre los hombres ordinarios y los pone en una posición superior, para
que nuestra fe pueda tener su suporte en los cielos y no en la tierra.
Considerándolo todo, lo que Lucas nos quiere decir es que ya que ahora
habían conocido oralmente, se debía hacer una transcripción cuidadosa de
todo y descansar aseguradamente en la doctrina que se había recibido. Es
evidente que Dios ha usado cada método para prevenir por todos los medios
que nuestra fe sea movida o suspendida en la duda por las ideas vagantes
de los hombres. No hay espacio para excusar la ingratitud de este mundo
que deliberadamente busca aquellos reportes vagos y sin fundamento: Este
plan insulta la divinidad de Dios. Pero sostengamos el brillante criterio que
el Señor ha puesto en nuestro medio, que la imbécil credibilidad no puede
ser insinuada bajo el nombre de la fe. Mientras tanto, permitamos que el
mundo sea seducido, como se lo merece, por la carnada engañosa de la
estúpida curiosidad e incluso que se rinda voluntariamente a las ilusiones de
Satán.

3 – 4. Después de haber investigado con diligencia todas las cosas. La


antigua traducción es como sigue: “Después de haber seguido todas las
cosas en su curso.” El verbo griego παρακολουθεῖν es tomado
metafóricamente de aquellos que siguen las huellas o pisadas de otros y que
nada se les escapa. Por tanto lo que Lucas intenta expresar es que su
trabajo investigativo fue tan meticuloso en la misma medida que
Demóstenes emplea la misma palabra al referirse a la examinación de una
embajada, que él acusa. El alardea de su diligencia al haber sido tal que
logró percibir cada elemento como si el mismo hubiera sido un espectador.
1 “Ce qu’il avoit auparavant commande a tous fideles d’attendre et esperer;”

Lucas 1:5-13
5 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías,
de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba
Elisabet. 6 Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en
todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. 7 Pero no tenían hijo,
porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada. 8 Aconteció
que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su
clase, 9 conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el
incienso, entrando en el santuario del Señor. 10 Y toda la multitud del pueblo
estaba fuera orando a la hora del incienso. 11 Y se le apareció un ángel del
Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. 12 Y se turbó
Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. 13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no
temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un
hijo, y llamarás su nombre Juan.

Tal como una persona que va a hablar sobre la luz del día comenzaría con el
alba, Lucas comienza apropiadamente su Evangelio con Juan el Bautista,
pues, como el alba, Juan el Bautista fue antes del Sol de Justicia que estaba
por aparecer pronto. Los otros evangelios también mencionan a Juan el
Bautista, pero ellos solo brindan información que se ubica en el tiempo en
que Juan está fungiendo en su ministerio. Lucas asegura nuestro respeto
hacia Juan, al anunciar los milagros del poder divino que habían tomado
lugar desde mucho tiempo antes de su natividad y al mostrar que Juan había
recibido una comisión desde el cielo para ser un profeta, mucho antes que
fuera posible para los hombres conocer lo que llegaría a ser. Con esto,
Lucas tenía como objetivo que Juan pudiera ser oído más adelante con una
profunda veneración, cuando saliera a desarrollar su profesión pública de
exhibir la gloria de Cristo.

5. En los días de Herodes. Este fue el hijo de Antípatro, quien fue traído
al trono por su padre y a quién, mucho tiempo después, por haber trabajado
con asiduidad y empeño por avanzar, le fue atribuido el nombre de Herodes
el grande. Algunos piensan que él es mencionado por Lucas porque Herodes
fue el primer rey extranjero que los judíos tuvieron, lo cual indicaba que el
tiempo de redención había llegado pues el trono había pasado a otra
diferente nación. Pero los que hablan de esta manera no entienden la
profecía de Jacob (Génesis 49:10) en la cual el advenimiento del Mesías
estaba prometido no meramente después de que la autoridad real hubiese
sido tomada de entre los Judíos sino después que hubiese sido removida de
la tribu de Judá. El santo patriarca ni siquiera pensó que Judá tuviera que
perder su liderazgo antes que Cristo apareciera, sino que estimó que el
gobierno del pueblo se encontraría estable en la tribu hasta Cristo y
finalmente en Su persona para siempre. Incluso, cuando los Macabeos
florecieron, la tribu de Judá se redujo casi a un rango privado, y poco
después, Juan, el último líder de esa línea, fue asesinado. Pero aún en ese
momento, su poder no fue aniquilado por completo, porque todavía quedaba
el Sanedrín o Consejo seleccionado de la familia y descendientes de David,
que poseía una gran autoridad la cual duró hasta el tiempo de Herodes,
quien por una masacre terrible de los jueces, vengó el castigo anteriormente
infligido a sí mismo, cuando fue condenado por asesinato, y obligado a
someterse a un exilio voluntario, con el fin de escapar de la pena capital. No
es entonces por el hecho de que Herodes reinara como extranjero que él
hubiera roto el cetro de la tribu de Judá (Génesis 49:10) sino que más bien
fue por el acto de arrebatar en robo a plena luz del día la poca dignidad que
le quedaba a la tribu de Judá. Esta ruptura no es inconsistente con la
profecía de Jacob aun cuando la dignidad del trono había colapsado muchos
años atrás y su prestigio se había derrumbado lentamente. Porque Dios
había prometido dos cosas aparentemente contradictorias: Que el trono de
David sería eterno (Salmo 89:29,36) y que después que el imperio hubiera
sido destruido Él lo levantaría de las ruinas (Amós 9:11) y que la influencia
de su poder real sería eternal y aún, que una rama del tronco de Isaí
retoñaría. (Isaías 11:1). Ambas cosas deben ser cumplidas.

Esa supremacía, por consiguiente, de la que Dios había otorgado a la tribu


de Judá fue destruida por un tiempo, para que la atención de la gente
pudiera estar con mucha más fuerza en dirección a la expectación del reino
de Cristo. Luego, cuando la destrucción del Sanedrín parecía haber cortado
la esperanza de los creyentes, el Señor de repente resplandeció sobre ellos.
Ahora bien, es parte de la historia denotar el nombre del rey, pues esto
pertenece a la secuencia histórica de señalar los tiempos, sin embargo, esto
se hizo no solo para satisfacer los hechos históricos sino para recordar el
miserable estado de aquellos tiempos para que así los judíos pudieran darse
cuenta que ahora ellos debían poner sus ojos en dirección del Mesías, si en
verdad ellos esperaban con buena fe el pacto de Dios.

Un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías. Nosotros aprendemos


de la historia sagrada (1 Crónicas 24:3,31) que las familias de los sacerdotes
fueron organizadas por David en ciertas clases. En este asunto David no
intentó algo contrario a lo que la ley ordenaba. Dios había conferido el
sacerdocio a Aarón y sus hijos (Éxodo 28:1) y a los otros levitas les fueron
asignados oficios inferiores. (Números 3:9). David no cambió nada respecto
a este tema, no obstante, David hizo un plan en parte para prevenir el
apiñamiento y que nada se hiciera en tumulto y desorden y en parte para
anticiparse a la ambición y al mismo tiempo arreglar que el poder no
estuviera en pocas personas al tomar todo el servicio en sus manos y dejar a
muchos desempleados en sus casas.

Ahora, en esta distribución, Abías, hijo de Eleazar tenía la octava posición. (1


Crónicas 24:10) luego entonces, Zacarías pertenecía a la familia sacerdotal y
ciertamente era descendiente de Eleazar, quien había sucedido a su padre en
el oficio de sumo sacerdote. (Números 20:28) Cómo o en qué manera
Elisabet, quien era una de las hijas de Aarón pudo ser prima de María (v.36)
lo explicaré en el lugar adecuado. Es ciertamente por respeto que Lucas
menciona la genealogía de Elisabet como una marca de distinción: Para
Zacarías era obligación por la ley tomar como esposa a una hija de cualquier
levita. De la igualdad en el matrimonio es evidente que él era respetado
dentro de su propio clan.

6. Ambos eran justos delante de Dios. Lucas les concede a Zacarías y


Elisabet un testimonio brillante. No solamente ellos tuvieron unas vidas
santas e inmaculadas entre los hombres, sino que fueron justos delante de
Dios. Esta justicia Lucas la define brevemente al decir que ellos andaban
irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Ambos
merecen nuestra cuidadosa atención, pues aunque el objeto de la alabanza a
ellos es mostrarnos que la lámpara cuya luz fue antes que el Hijo de Dios,
fue tomada no de una oscura casa sino de un ilustrísimo santuario, al mismo
tiempo tal declaración tiene como fundamento mostrarnos el modo de ser de
una vida justa y devota. Esta es la primera cosa de nuestro estudio (Salmo
37:23) que debemos tener en cuenta al ordenar nuestras vidas para ser
aprobados ante Dios. Y sabemos que lo que él requiere en primer lugar es un
corazón sincero y una conciencia pura. El que deja de lado la rectitud de
corazón, y regula su vida hacia el exterior sólo por la obediencia a la ley,
deja de lado este orden. Para ello debe tenerse en cuenta que el corazón, y
no la máscara externa de las obras, es sobre todo considerado por Dios, a
quien se nos manda a buscar. La obediencia se encuentra en el segundo
lugar. Esto es, que ningún hombre debe formular por sí mismo en su propio
placer, una nueva forma de justicia que no esté avalada por la Palabra de
Dios, sino que debemos obligarnos a ser gobernados por la divina autoridad.
Tampoco debemos descuidar esta definición, que justos son todos aquellos
que regulan sus vidas de acuerdo con los preceptos de la Ley, de lo cual se
deduce que, a la vista de Dios, todos los actos de culto son falsos y el curso
de la vida humana erróneo e inestable, tan pronto como se apartan de su
ley.

Ahora bien, mandamientos y ordenanzas difieren entre sí. La diferencia está


en que las ordenanzas se refieren estrictamente a los ejercicios de la piedad
y a la adoración divina. Los mandamientos son más generales y se aplican
tanto a la adoración de Dios como a las obras de caridad. La palabra hebrea
‫ הקים‬que significa estatutos o decretos es traducida al griego como
ordenanzas δικαιώματα, y en la Sagrada Escritura, ‫ הקים‬usualmente denota
aquellos ritos que la gente estaba acostumbrada a realizar en adoración a
Dios y en la profesión de su fe. En este aspecto, hay algunos hipócritas que
son muy cuidadosos y exactos, pero ni siquiera son la semblanza de
Zacarías y Elisabet, porque los verdaderos adoradores de Dios son como
ellos lo fueron y no echan mano de ceremonias huecas y vanas sino que
ávidamente se empeñan en la verdad y observan la adoración interna en sus
espíritus. Los hombres blasfemos e hipócritas a pesar de que se dedican a
trabajar en ceremonias externas, están aún lejos de practicar las ordenanzas
tal como el Señor las estableció, por consiguiente, todos sus esfuerzos
están perdidos. En resumen, bajo estas dos palabras Lucas abarca toda la
ley.

Bueno, entonces, si Zacarías y Elisabet fueron sin reproche en su obediencia


a la Ley, ¿no necesitaban la gracia de Cristo? Pues la pura observancia de la
ley trae vida y donde no hay transgresión no hay culpables. La respuesta es
que los mandamientos que Dios ha otorgado a sus siervos deben ser
tomados con algunas excepciones. Debemos considerar cómo o en qué
manera es que Dios trata con ellos. Esto es de acuerdo con el pacto que Él
ha establecido con ellos, cuya primera cláusula es la reconciliación gratuita
y el perdón diario por el cual Él perdona sus pecados. Los hombres son
declarados justos e inocentes porque todas sus vidas testifican que son
devotos a la justicia, que el temor de Dios habita en ellos, siempre y cuando
exhiban una vida santa, pero tan pronto como sus piadosos esfuerzos se
distancian de la perfección, ellos no puede agradar a Dios a menos que
obtengan su perdón. La justicia que les es atribuida depende de la
misericordiosa tolerancia de Dios, el cual, no reconoce en ellos sus
injusticias. Es de esta manera que debemos explicar cada vez que en la
Escritura aparece imputada la justicia a cualquier hombre, a fin de no
estropear el perdón de pecados sobre la cual descansa como una casa lo
hace sobre su fundamento.

Aquellos que explican que Zacarías y Elisabet fueron justos por fe


simplemente porque ellos obtuvieron gratuitamente el favor de Dios
mediante el Mediador, torturan y no aplican correctamente las palabras de
Lucas. Con respecto a la materia en sí misma, ellos declaran parte de la
verdad, pero no toda la verdad. Estoy de acuerdo con que la justicia que se
les atribuye a ellos debe ser tomada no como un mérito propio por sus obras
sino que debe ser acreditada a la gracia de Cristo. Sin embargo hay aún más,
esto se dio porque el Señor no les imputó sus pecados. Como resultado es
que Él les concedió a sus santas aunque imperfectas vidas, la distinción de
justicia.

Uno puede refutar la locura de los papistas fácilmente cuando ellos


contrastan la justicia de la fe con la que es atribuida a Zacarías. Esta última
ciertamente proviene de la primera pero debe ser independiente y
secundaria a ella – subordinada como ellos suelen decir - para que no exista
conflicto con la otra. La cortina de humo que ellos crean sobre una palabra
es ridícula. Ordenanzas, dicen ellos, son llamadas mandamientos y
significan los preceptos de la Ley: por lo tanto, ellas nos justifican. Como si
nosotros negáramos que la justicia es traída a nosotros en la Ley o como si
nos quejáramos de que su doctrina está en falta por no justificarnos y no
mas bien, porque realmente es por la debilidad de nuestra carne. (Romanos
8:3). Como lo hemos afirmado un centenar de veces: La vida (Levíticos 18:5;
Mateo 19:17;) está incluida dentro de los preceptos de la ley pero esto no
será de ninguna utilidad a hombres, quienes por naturaleza son opuestos a
la Ley y ahora que ellos son regenerados por el Espíritu de Dios, aún están
lejos de observarla completamente.

7. Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de


edad avanzada. Por un extraordinario propósito de Dios, estaba establecido
que Juan debía nacer fuera del ordinario y uso propio de la naturaleza. Esto
mismo ocurrió con Isaac (Génesis 17:17; 21:1-3) en quien Dios había
determinado dar una inolvidable y extraña demostración de su favor.
Elisabet había sido estéril en la flor de la vida y ahora era estaba en una edad
avanzada, la cual de por sí misma, cierra el vientre de toda mujer incluso de
las fructíferas. A pesar de estos dos impedimentos, el Señor da una doble
exhibición sorprendente de su poder, en orden de testificar, al extender su
mano desde los cielos, que el profeta había sido enviado por el mismo
(Malaquías 3:1; Juan 1:6). Juan es de hecho un hombre mortal, nacido de
padres terrenales, pero un método sobrenatural, por así decirlo, le
recomienda fuertemente como si hubiera caído del cielo.
9. Conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el
incienso, entrando en el santuario del Señor. La ley ordenaba que el incienso
debía ser ofrecido dos veces al día, es decir, cada mañana y tarde (Éxodo
30:7, 8.) El orden de los turnos entre los sacerdotes había sido nombrado
por David, como ya hemos explicado y consecuentemente, lo que es
señalado aquí como incienso, está estrictamente ordenado bajo la
instrucción de la Ley de Dios. El otro asunto había sido organizado por
David (1 Crónicas 24:3), que cada familia debía tener su propio turno, aunque
David no había ordenado nada de lo que no fue prescrito por la ley: él solo
señaló un plan por el cual se pudiera realizar de forma individual el servicio
que Dios había mandado. La palabra templo (νὰος) es usada aquí por Santo
lugar, lo cual merece nuestra atención, pues en otros tiempos también
incluía el patio exterior. Luego entonces es dicho que Zacarías entró al
templo, donde solo los sacerdotes estaban autorizados a entrar. Es así como
Lucas dice que el pueblo permaneció de pie afuera haciendo entre ellos y el
altar del incienso una gran distancia para que el altar en donde los
sacrificios eran ofrecidos permaneciera en el medio.
Se debe señalar también que Lucas dice delante de Dios: Cada vez que el
sacerdote entraba en el lugar santo, iba, por así decirlo, a la presencia de
Dios, para ser un mediador entre él y el pueblo. Porque era la voluntad del
Señor dejar esta impresión en su pueblo, que a ningún mortal se le permite
tener acceso al cielo, sin que un sacerdote vaya antes, más aún, que
mientras los hombres vivan en la tierra, que no se acerquen al trono
celestial, a menos de que encuentren la persona de un Mediador a fin de
encontrar allí favor. Ahora, ya que habían muchos sacerdotes, no había dos
de ellos que pudieran entrar al mismo tiempo a la solemne oficina de
intercesión para el pueblo, no obstante, los sacerdotes estaban distribuidos
en clases por eso, sólo uno entraba en el Lugar Santo y permanecía allí, pero
siempre un sacerdote a la vez. El diseño del incienso era para recordar a los
creyentes que el dulce sabor de sus oraciones no asciende al cielo a menos
que sea por el sacrificio del Mediador. De qué manera estos símbolos se
aplican a nosotros se debe aprender de la Epístola a los Hebreos.

12. Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. Aunque Dios no


aparece a sus siervos con el fin de aterrorizarlos, sin embargo, es
conveniente e incluso necesario para ellos permanecer con temor, (Salmo
33:8), para que, en medio de su agitación, puedan aprender a dar a Dios la
gloria debida a su nombre (Salmo 29:2.). Tampoco Lucas se refieren
únicamente a que Zacarías se asustó, sino que añade que el miedo se
apoderó de él, dando a entender que él estaba tan alarmado como para dar
paso al terror. La presencia de Dios llena a los hombres con alarma que no
solo los hace reverenciar sino humillar el orgullo de la carne que por
naturaleza es tan insolente que nunca se somete a Dios hasta que no es
vencida por la violencia. Por lo tanto, también inferimos que sólo cuando
Dios está ausente, - o, en otras palabras, cuando los hombres se retiran de
su presencia, - es que se entregan al orgullo y la adulación-, porque si
tuvieran a Dios como un juez ante sus ojos, inevitablemente caerían
postrados al instante. Y si a la vista de un ángel, que no es más que una
chispa de la luz divina, esto ocurrió a Zacarías, a quien el elogio de la justicia
se otorga, ¿en qué nos convertiríamos nosotros criaturas miserables, si la
majestad de Dios nos abrumara con su brillo? Se nos enseña con el ejemplo
de los santos padres que una impresión verdadera y viva de la divina
presencia de Dios es solamente experimentada por aquellos que tiemblan y
temen ante su presencia, en tanto que son estúpidos e insensibles los que
escuchan su voz sin alarma.

13. Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas. La gloria de Dios, que debe
ser observada, no es tan terrible a los santos como para tragarse todo con
temor, tan solo es para que desechen toda estúpida autoconfianza y así
mirarle con humildad. Por ende, tan pronto como Dios ha humillado el
orgullo de la carne de los que creen en él, extiende su mano para
levantarlos. Él actúa de forma diferente hacia los réprobos, los cuales
cuando en cualquier momento son arrastrados ante el tribunal de Dios, están
abrumados por la desesperación absoluta. Es así que Dios recompensa con
justicia sus vanos placeres, a los que se entregan con sus intoxicantes
copas del pecado. Debemos, por tanto, aceptar este consuelo con el que el
ángel calma a Zacarías, pues no tenemos razón alguna para temer cuando
Dios nos muestra su favor. Muy equivocados están entonces, los que, con el
fin de disfrutar de la paz, se esconden de la faz de Dios, ya que nuestra paz
es ser atrapados por él y así permanecer cerca de él. (Job 22:21).

Porque tu oración ha sido oída. Zacarías ha actuado de una manera


incorrecta e incompatible con la naturaleza de su cargo, si, al entrar en el
Lugar Santo en nombre de todo el pueblo, oró por si mismo como único
hombre al pedir poder obtener descendencia. Cuando un sacerdote asumía
su oficio público debía olvidarse de sí mismo, para ofrecer oraciones por el
bienestar general de la congregación. Es una buena solución a este
problema pensar que Zacarías realizó su oración personal luego de que
cumplió con la parte más importante de su intercesión. Pero es poco
probable que Zacarías estuviera orando en ese momento para obtener un
hijo, pues él mismo había perdido la esperanza a causa de la avanzada edad
de su esposa. Tampoco puede un momento preciso ser extraído de las
palabras del ángel. Lo que yo interpreto, por lo tanto, es simplemente que al
menos una oración fue oída luego de que Zacarías se hubiera derramado
ante Dios por un largo período. El anhelo de tener hijos, si no es excesivo, es
coherente con la piedad y santidad que se desprende de la Escritura, la cual
asigna que tal petición no es una súplica por algo que esté fuera de las
bendiciones de Dios.

Tú llamarás su nombre Juan. Creo que el nombre fue dado al Bautista con el
fin de aumentar la autoridad de su cargo. ‫( יהוהנן‬I Crónicas 3:15) es la
palabra para la cual los griegos emplean Ιωάννης “Juan”, que en hebreo es
“gracia del Señor”. Muchos suponen que el hijo de Zacarías fue llamado así
porque él era el amado de Dios. En mi caso prefiero pensar que fue para
testificar no solo la gracia derramada sobre Juan como individuo sino para
hablar de la gracia de la que su misión traería a todos. La fuerza y peso de
su nombre son incrementadas por su fecha, ya que su nombre fue asignado
antes de su nacimiento, exhibiendo así que Dios había derramado sobre él
su favor.

Lucas 1:14-17
14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento. 15
Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será lleno
del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre. 16 Y a muchos de los
hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos. 17 Porque él irá delante de él
con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a
los hijos, y los rebeldes á la prudencia de los justos, para aparejar al Señor
un pueblo apercibido.

14. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento. La


alegría y gozo que el ángel describe, es una alegría mucho mayor de la que
Zacarías había imaginado como resultado de tener el nacimiento de un niño,
pues el informe del ángel de que él tendría un hijo, era algo que Zacarías
jamás se aventuró a esperar. Incluso, el ángel añade que la alegría no sería
doméstica ni disfrutada por los padres del niño solamente, ni confinada a las
paredes privadas, sino que sería compartida por extraños a quienes la
noticia del nacimiento les sería dada a conocer. Con esto, el ángel quería dar
a entender que el niño no sería nacido para Zacarías solamente, sino para
ser Maestro y Profeta de todo el pueblo. Los papistas han abusado de este
pasaje con el propósito de introducir una costumbre pagana al celebrar el
cumpleaños de Juan. No necesito decir sobre la desordenada escena de una
procesión acompañada de bailes y saltos y de un libertinaje sin descripción,
curiosamente practicados en un día al cual ellos pretenden hacer santo.
Incluso, las diversiones autorizadas en este día se toman de las artes
mágicas y los diabólicos trucos, lo cuales tienen estrecha relación con los
místicos ritos a la diosa Ceres. Es por lo tanto suficiente para mi tan solo
indicar brevemente que ellos absurdamente han violado las palabras del
ángel y las han aplicado erróneamente al celebrar tal cumpleaños. Lo que el
ángel quiso decir fue que la alegría que vendría a todas las almas piadosas
sería por su enseñanza. El pueblo se regocijaría al ver que un Profeta había
nacido y que por medio de éste, ellos recibirían la esperanza de salvación.

15. Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será
lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre. El ángel confirma lo
que dijo acerca de la alegría. Juan había sido escogido para un gran y
extraordinario propósito. Estas palabras no tienen la intención de exaltar las
eminentes virtudes de Juan sino que proclaman la grandeza y gloria de su
ministerio, como cuando Cristo declara que entre los nacidos de mujer, no
existe uno más grande que Juan el Bautista (Mateo 11:11), refiriéndose más
a su ministerio que a la santidad de su vida. Lo que sigue inmediatamente
después: y no beberá vino ni sidra, no debe ser entendido en el sentido de
que la abstinencia de Juan era una virtud excepcional, sino que Dios se
complace en distinguir a su siervo por esta señal visible, en la que el mundo
le reconoce como un Nazareo de por vida. Los sacerdotes también eran
abstemios del vino y las bebidas fuertes mientras ellos fungían en sus
responsabilidades en el templo (Levítico 10:9). Esta misma abstinencia fue
ordenada a los Nazarenos (Números 6:3) hasta que cumplieran sus votos a
cabalidad. Dios mostró que Juan fue dedicado para ser Nazareno para toda
su vida. Como aprendimos, este mismo caso le pasó a Sansón (Jueces 13:4).
Ahora, no debemos imaginar nosotros que para adorar a Dios debemos
abstenernos de vino, o que la adoración a Dios consiste en no beber vino tal
como los bufones imitadores hacen para emular a sus padres. Practiquemos
solamente la templanza. Dejemos que aquellos que conciben que el vino es
dañoso que se abstengan por su propia voluntad y que los que no pueden
soportar la falta de vino que puedan tomar con contentamiento. En cuanto a
la palabra σίκερα, estoy completamente de acuerdo con aquellos que
piensan que así como la palabra hebrea ‫שכר‬, denota cualquier clase de vino
manufacturado.
Y será lleno del Espíritu Santo. Creo que estas palabras sencillamente
transmiten que Juan iba a manifestar un carácter que revelaría la esperanza
de la grandeza futura. Por carácter no me refiero a como se encuentra en los
hombres impíos, sino al carácter que le corresponde a la excelencia de su
oficio. Lo que esto significa es que el poder y la gracia del Espíritu
aparecerían en él no sólo cuando entrara en su ministerio público, sino que
desde el vientre, los dones del Espíritu se manifestarían y esto sería una
señal y promesa de su carácter futuro. Aún desde el seno de su madre:
Significa desde su más temprana infancia. Reconozco que el poder del
Espíritu no operó en Juan cuando estaba en el vientre de su madre, sino
que, en mi opinión, lo que el ángel quiso decir fue algo diferente, esto es,
que Juan aún desde niño sería traído a la arena pública, acompañado por
una extraordinaria aprobación de la gracia de Dios. En cuanto a la palabra
lleno, no hay motivo para entrar en las disputas sutiles, o más bien
insignificantes, de los sofistas. La Escritura solo usa esta palabra para
indicar la notabilidad y la preeminencia de la abundancia de los dones del
Espíritu. Nosotros sabemos que solamente a Cristo le fue dado el Espíritu
sin medida, (Juan 3:34) de tal manera que podamos tomar de su llenura,
(Juan 1:16) mientras a otros la distribución es dentro de cierto límite (1
Corintios 12:11; Efesios 4:7). Pero de los que están más abundantemente
dotados con la gracia que sobrepasa toda capacidad ordinaria, se dice que
están llenos del Espíritu Santo. Ahora, como la influencia más abundante del
Espíritu fue en Juan un don extraordinario de Dios, se debe observar que el
Espíritu no se concede a todos desde la infancia, sino sólo cuando Dios
quiere. Juan dio desde el vientre una señal de rango futuro. Saúl, mientras
cuidaba el rebaño, se mantuvo por mucho tiempo sin ninguna marca de
realeza. Solamente cuando al fin fue elegido para ser rey, se convirtió de
repente en otro hombre (1 Samuel 10:06.) De este ejemplo aprendemos que
desde la más tierna infancia hasta la última vejez, la operación del Espíritu
en los hombres es libre.

16. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos. Estas
palabras muestran la conducta vergonzosamente miserable que entonces
prevalecía en la Iglesia. Ellos debían estar completamente apartados de Dios
para que pudiera existir la ocasión de regresar al Señor. Y ciertamente,
estaba tan corrompida la doctrina, tan depravada la moral y tan desordenado
el gobierno, que era un milagro encontrar a alguien que anduviera en
santidad. Pero si la decadencia de la Iglesia antigua era tan terriblemente
disoluta, es un frívolo pretexto por el cual los papistas defienden sus propias
supersticiones de que es imposible para la Iglesia estar en el error,
asumiendo que no se incluyen bajo esta denominación los genuinos y
elegidos hijos de Dios, sino a la multitud de los hacedores de maldad.

En este pasaje Juan parece tener más atribuciones de las que un humano
puede tener. (Se le atribuye el poder de convertir a la gente). Cuando la
conversión a Dios restaura a los hombres en su vida espiritual, esto no es
solo trabajo de la actividad de Dios, es de hecho, un mayor trabajo que el de
la creación del hombre. En este sentido, los ministros parecen ser hechos
iguales o incluso superiores a Dios, visto como Creador, ya que hacer nacer
otra vez a una persona a la vida celestial es un trabajo mucho más grande
que el hacer nacer a alguien como un mortal en la tierra. La solución a este
problema es simple. Cuando el Señor concede tal alabanza en la enseñanza
de la doctrina, el no la separa de su secreta influencia de su Espíritu. Cuando
Dios escoge a los hombres para ser sus ministros, cuyo servicio él emplea
para la edificación de su Iglesia, el Señor al mismo tiempo opera a través de
ellos, por la influencia secreta de su Espíritu, para que la labor de los
hombres sea eficaz y fructífera. Cada vez que la Escritura aplaude la eficacia
en el ministerio de los hombres, debemos aprender a atribuir esta eficacia a
la gracia del Espíritu, sin la cual, la voz humana se gastaría inútilmente en el
aire. Es de este modo que Pablo se jacta de ser un ministro del Espíritu. (2
Corintios 3:6). Él no reclama algo para sí mismo, como si por su voz, él
pudiese penetrar los corazones de los hombres. Mas bien Pablo reconoce
que es el poder y la gracia del Espíritu en su ministerio la que produce tales
efectos. Estas expresiones son dignas de analizar, ya que Satán trabaja con
un artificio asombroso para disminuir el efecto de la doctrina, en orden de
que la gracia del Espíritu conectada con ella, sea debilitada. Reconozco que
la predicación superficial no puede hacer nada separadamente por si misma
sino que ella es un instrumento del poder divino para nuestra salvación y
por la gracia del Espíritu un eficaz instrumento. Que lo que Dios ha unido,
que nosotros no lo separemos. (Mateo 19:6). Además, la gloria de la
conversión y la fe, deben permanecer indivisibles y solamente con Dios. La
Escritura frecuentemente nos recuerda que los ministros no son nada por sí
mismos, pero en tales casos los compara con Dios, en ningún caso alguien
puede robar el crédito a Dios y otorgárselo a los hombres. En resumen,
aquellos a quienes Dios con la ayuda del ministro, convierte a sí mismo, se
dice que son convertidos por el ministro, porque él no es más que la mano
de Dios, y ambos están expresamente afirmados en este pasaje. De la
eficacia de la doctrina hemos dicho lo suficiente. Que no se encuentra en la
voluntad y el poder del ministro de llevar a los hombres a Dios, llegamos a la
conclusión de esto porque Juan no trajo indiscriminadamente a todos de
vuelta, (que sin duda lo habría hecho, si todo lo había cedido a su deseo,)
pero sólo trajo de vuelta a los que al Señor la plació eficazmente llamar. En
una palabra, lo que es enseñado aquí por el ángel, es establecido por Pablo
en su Epístola a los Romanos, que la fe viene por el oír, (Romanos 10:17),
pero que la iluminación de la fe solo viene a todos aquellos a quienes el
Señor revela su brazo hacia él (Isaías 53:1, Juan 12:38) para creer.

17. Porque él irá delante de él con el espíritu y poder de Elías, para convertir
los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los
justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido. Con estas palabras
Lucas señala lo que sería el oficio de Juan y lo distingue con esta marca de
los otros profetas quienes recibieron una cierta y peculiar comisión, que en
el caso de Juan, era ser antes de Cristo como alguien que prepara el camino
para el rey. Así el Señor habla por Malaquías: “He aquí, yo envío mi
mensajero, el cual preparará el camino delante de mí”. (Malaquías 3:1). En
palabras concretas, el llamado de Juan había sido diseñado para asegurar
una audiencia para Cristo así como prepararle discípulos. En este pasaje no
hay ninguna mención de Cristo, no obstante el ángel declara que Juan será
el ujier o el abanderado del Dios eterno de lo cual podemos aprender la
divinidad de Cristo.

Con el espíritu y poder de Elías. Entiendo por espíritu y poder el poder y


excelencia del Espíritu, con el que Elías fue dotado. No debemos caer en la
estúpida idea de Pitágoras al pretender que el alma del profeta Elías había
pasado al cuerpo de Juan, sino que debemos entender que es el Espíritu de
Dios, el cual había actuado eficazmente en Elías y después ejerció una
eficacia y un poder similar en el Bautista. Este último término, el poder, se
añade, a modo de exposición, para indicar el tipo de gracia que fue la más
alta distinción de Elías, el cual, equipado con poder celestial, restauró de
manera maravillosa el culto decaído a Dios. Tal restauración fue más allá de
la capacidad humana. Lo que Juan empezaba no era menos sorprendente y
por lo tanto, no debemos preguntarnos si era necesario que Juan fuera
dotado con el mismo don.

Para convertir los corazones de los padres a los hijos. Aquí el ángel muestra
la gran semejanza que Juan tenía con Elías. Él declara que el objeto de su
misión era recoger a la gente dispersada y llevarlos a la unidad de la fe: para
traer de vuelta el corazón de los padres consiste en restaurar a partir de la
discordia con la reconciliación, de lo que se desprende, que se había
producido una división que rompió y separó a la gente. Sabemos lo terrible
que fue la rebelión del pueblo en el tiempo de Elías, cómo vilmente se habían
degenerado de los padres, por lo que difícilmente merecen ser contados
como los hijos de Abraham. Por lo tanto, todos los que estaban desunidos
por fueron puestos por Elías en santa armonía. Tal fue la reunión de padres
con hijos, que fue iniciado por Juan y que al final fue perfeccionada por
Cristo. Por consiguiente, cuando Malaquías habla de "volver el corazón de
los padres hacia los hijos," (Malaquías 4:5) da a entender que la Iglesia
estaba en tal estado de confusión que era necesario que otro Elías
apareciera. Sobre el estado de esos días estamos suficientemente
informados por la historia, como veremos claramente en los lugares
indicados. La doctrina de la Escritura se había degenerado a través de un
sinnúmero de inventos, la adoración a Dios estaba corrompida por la
asquerosa superstición, la religión estaba dividida en varias sectas, los
sacerdotes eran abiertamente malvados y epicúreos, el pueblo estaba
entregado a toda clase de maldad, en fin, no había nada bueno en ellos. La
expresión, traer de vuelta el corazón de los padres hacia los hijos, no es
literalmente cierta, pues era más bien los hijos los que habían roto el pacto y
se habían apartado de la verdadera fe de sus padres, por lo que eran ellos
los que debían ser devueltos. Pero aunque el evangelista no expresa
literalmente el modo en que operaría la conversión, el significado es muy
evidente: Dios, por medio de Juan, volvería a unir en armonía a los santos
que habían sido previamente desunidos. En el profeta Malaquías, se leen
ambas formas, pero su única intensión fue la de enfatizar y expresar el
mutuo acuerdo.

Al considerar como es que los hombres frecuentemente se meten en mutuas


conspiraciones que los conducen a estar lejos de Dios, es que el ángel
define al mismo tiempo la naturaleza de la prometida conversión como el
“llamado” de los rebeldes a la sabiduría de los justos. Esto merece nuestra
especial atención ya que no debemos permitir ser contados con los impíos
bajo el pretexto de estar en una falsa armonía. La palabra paz tiene un
atractivo sonido para esto. Los papistas la usan y cada vez que se
encuentran con ella en la escritura, se apoderan de ella con entusiasmo con
el fin de aumentar la aversión en contra de nosotros, como si nosotros, que
con nuestros esfuerzos estamos trayendo de nuevo al mundo de su pérfido
lapso a Cristo, fuéramos los culpables de la división que ellos mismos han
ocasionado. Pero este pasaje ofrece una exposición muy buena de su
locura, cuando el ángel explica que la forma de una conversión genuina y
verdadera es cuando se obtiene la sabiduría o prudencia de los justos.
Maldita sea entonces la paz y la unidad que une a los hombres pero deja
lejos a Dios. Por la sabiduría de los justos debemos entender
incuestionablemente que significa fe y por contraste los rebeldes son los
incrédulos. Este es un notable elogio a la fe, el cual nos enseña que
solamente somos verdaderamente sabios en la justicia cuando obedecemos
la palabra del Señor. El mundo tiene su propia sabiduría, pero esta sabiduría
es perversa y por consiguiente, destructiva, que siempre está destinada a
ser vanidad, así, el ángel indirectamente acierta que la oscura sabiduría en la
cual los hijos de este mundo se deleitan, es depravada y maldita ante Dios.
Estamos convencidos de que la conciliación entre los hombres empieza
cuando ellos primero regresan en paz ante Dios.

Lo que sigue inmediatamente para aparejar al Señor un pueblo apercibido,


está de acuerdo con la oración que dice que Juan, como heraldo de Cristo,
iría delante de su rostro (Malaquías 3:1) ya que el diseño de su predicación
era hacer que el pueblo estuviera atento para escuchar la instrucción de
Cristo. El participio griego κατεσκευασμένον, correctamente no significa
perfección sino composición y armonía por las cuales las cosas cumplen
con su propósito. Este significado encaja muy bien con el pasaje: Juan era
enviado para adaptar y armonizar la forma de las personas a Cristo, las
cuales eran ignorantes, sin educación y nunca habían tenido el deseo de
aprender.

Lucas 1:18-20
18 Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi
mujer es de edad avanzada. 19 Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy
Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte
estas buenas nuevas. 20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta
el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se
cumplirán a su tiempo.

18. Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi
mujer es de edad avanzada. Lo que sigue es la duda de Zacarías y el castigo
que el Señor impuso sobre su incredulidad. Zacarías había orado para que él
pudiera tener descendencia y ahora que recibe la promesa, desconfía como
si se le hubiera olvidado su propia oración y su misma fe. A primera vista,
podría parecer duro que Dios hubiera estado ofendido por la respuesta de
Zacarías. Él (Zacarías) protesta por su avanzada edad. Abraham hizo lo
mismo pero su fe es grandemente alabada que Pablo dice (Romanos 4:19) “Y
no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto
(siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara”, sino que
puso su confianza en la verdad y el poder de Dios. Zacarías indaga sobre el
cómo o de qué manera el podría estar seguro. Pero Gedeón (Jueces 6:17) no
es culpado por haber pedido una señal dos veces. Es más, en breve veremos
que María toma similar objeción. “¿Cómo será esto? Pues no conozco
varón”, (Lucas 1:34) a lo cual el ángel no presta atención como si no hubiera
algo errado. Entonces ¿Cómo es que Dios castiga a Zacarías tan
severamente como si hubiera sido culpable de un pecado muy atroz? Yo
reconozco que, si solo miramos las palabras, o bien todos eran igualmente
culpables, o Zacarías no hizo nada malo. Sin embargo, si miramos las
acciones y palabras de los hombres desde el estado del corazón, tenemos
que acatar la sentencia de Dios, a quien los secretos ocultos del corazón
están desnudos y abiertos (Hebreos 4:13). Sin lugar a duda, el Señor vio en
Zacarías algo peor que sus palabras y por lo tanto su ira se encendió contra
él por rechazar con desconfianza el favor prometido. No es nuestro derecho
establecerle a Dios una ley que no lo deje libre para castigar en uno de los
fallos que perdona en otros. Pero es evidente que el caso de Zacarías fue
ampliamente diferente de los de Abraham, Gedeón o María. Al menos esto no
aparece en sus palabras y por lo tanto, el conocimiento de ellos debe ser
dejado a Dios, cuyos ojos penetran las profundidades del corazón. Así, Dios
establece una distinción entre la risa de Sara (Génesis 18:12) y la de
Abraham (Génesis 17:17), aunque no hay diferencia en la clase de risa. La
razón por la que Zacarías dudó fue porque, limitado por su natural
existencia, atribuyó menos al poder de Dios de lo que debería haber hecho.
Los hombres piensan muy estrechamente y con mezquindad de las obras de
Dios cuando creen que Él no puede hacer más de lo que ellos creen en
términos humanos, como si la mano de Dios estuviera restringida por
nuestros sentidos o fuera limitada por las mediciones carnales. Pero
pertenece a la fe creer que mucho más puede ser hecho de lo que los límites
humanos admiten. Zacarías no tenía duda en relación al ser de la voz de
Dios, pero tan pronto como miró exclusivamente al mundo, una pequeña
duda se levantó en su mente sobre si lo que acababa de oír realmente iba a
pasar. Esta acción le causó a Dios una gran herida, ya que Zacarías fue tan
lejos como para razonar con Dios, como si Dios, quien había hablado con él,
debiera ser considerado o no como digno de crédito. Al mismo tiempo,
debemos reconocer que Zacarías no era tan incrédulo como para desviarse
por completo de la fe, porque hay una fe general que abarca la promesa de la
salvación eterna y el testimonio de una libre adopción. Por otro lado, cuando
Dios nos ha recibido en su favor, nos da muchas promesas especiales, - que
nos dará de comer, que nos librará de los peligros, que reivindicará nuestra
reputación, que nos protegerá la vida, - y así, hay una fe especial que
responde en particular a cada una de estas promesas. De esta manera,
algunas veces sucederá que el que creyó en Dios para perdón de sus
pecados y para salvación, flaqueará en algún momento o estará muy
temeroso de la muerte, o quizás estará angustiado por la comida, o ansioso
por sus planes. Tal fue la incredulidad de Zacarías. Él se sostuvo en la raíz y
fundamento de la fe, solo dudó en un punto, si Dios le daría a él un hijo.
Debemos recordar por lo tanto, que aquellos que están perplejos o
perturbados por la debilidad en alguna situación particular, no deben caer de
la fe. Aunque las ramas de la fe se agiten por múltiples tempestades, no se
deben separar de la raíz. Además, Zacarías no tenía ni la más mínima
intención de poner en duda la verdad de la promesa divina. No obstante,
mientras él estaba convencido de lo general, esto es, que Dios es fiel, se
sintió atraído por la astucia de las mañas y engaños de Satanás para
establecer un malvado punto de diferencia. Por tal motivo, es más necesario
para nosotros estar en alerta y en vigilancia: porque ¿quién de nosotros será
protegido contra las asechanzas del demonio, cuando aprendemos que un
hombre tan eminentemente santo, que había tenido toda su vida bajo estricta
vigilancia sobre sí mismo, fue superado por ellos?

19. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de


Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Con estas
palabras el ángel da entender que su desconfianza no era hacia él sino hacia
Dios, pues era Dios quien le enviaba y por tanto, era al mensaje de Dios el
que había sido puesto en duda, y por ende, Zacarías era culpable de haber
insultado a Dios. De pie ante Dios. Significa estar dispuesto a rendir
obediencia. Esto implica que no es un hombre mortal, sino un espíritu
celestial - que no vuela hacia la tierra al azar, sino que al ser siervo de Dios,
había realizado fielmente su deber, y por lo tanto, se sigue que Dios, el autor
de la promesa, había sido tratado con indignidad y desprecio en la persona
de su embajador. De similar importancia es la declaración de Cristo, "El que
a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha;
y el que me desecha a mí, desecha al que me envió". (Lucas 10:16). A pesar
que la predicación del evangelio no nos es traída del cielo por los ángeles,
no obstante, Dios ha testificado frecuentemente por medio de señales
maravillosas que él es su autor, y que Cristo, el Príncipe y Señor de los
ángeles, proclamó para todos el evangelio de su misma boca (Hebreos 1:02),
para que sea por siempre establecido, por tanto, esto debe hacer una
impresión muy profunda en nosotros, como si todos los ángeles se oyeran a
gritos proclamando su certificación desde el cielo. Comparemos cómo el
apóstol, en la epístola a los Hebreos no se conforma con igualar la voz del
Evangelio, que se habla por medio de la voz de los hombres, con la Ley
traída por los ángeles, sino que va más allá para hacer su argumento más
fuerte: “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme y toda
transgresión y desobediencia recibió justa retribución”, “¿Cuánto mayor
castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por
inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al
Espíritu de gracia?” (Hebreos 2:2-10:29). “La voz del cual conmovió
entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y
conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo”. (Hebreos 12:26).
Aprendamos a rendirnos a Dios en obediencia de fe, la cual él valora mucho
más que todos los sacrificios.

Gabriel. Significa la fuerza, o poder, o la preeminencia de Dios, y este


nombre se le da al ángel por nuestro bien, para enseñarnos que no debemos
atribuir a los ángeles cualquier cosa que ellos poseen como propia sino para
que veamos que todo lo que tienen es por la excelencia de Dios que hay en
ellos. El participio griego, παρεστηκὼς, (de pie), está en tiempo pasado, pero
todo el mundo sabe que el tiempo pasado de los verbos a menudo se toma
como tiempo presente, sobre todo cuando un acto continuo se expresa. Lo
cual indica, por las palabras del ángel, que él es un continuo servidor de
Dios. La palabra εὐαγγελίσασθαι (para transmitir buenas noticias) agrava el
delito de Zacarías, ya que mientras Dios por medio de su ángel había
prometido un evento lleno de alegría y esperanza, Zacarías muestra
ingratitud.

20. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar. Fue adecuado que Zacarías
recibiera este tipo de castigo. Esperar el cumplimiento de la promesa sin
poder hablar, lo cual le haría recordar que el debió haber guardado silencio y
no haber objetado la voz de Dios con sus murmullos. La fe tiene su silencio
para prestar atención a la voz de Dios. El chance para la fe viene después de
la palabra y solo para decir Amén, como concuerda el siguiente pasaje: “Yo
les diré a ellos: Tú eres pueblo mío, y ellos dirán: Dios mío” (Oseas 2:23).
Ahora, como Zacarías había interrumpido precipitadamente la Palabra de
Dios, no se le permitió el favor de irrumpir de inmediato en acción de
gracias. En consecuencia, se le niega por un tiempo el uso de su lengua, la
cual había sido demasiado precoz. Sin embargo, Dios se complace en gracia
para mitigar el castigo, en primer lugar, al limitar su duración a diez meses,
junto al no retener el favor de Zacarías, que no era digno de disfrutar. Con
esta misma gentileza Dios nos trata cada día. Nuestra fe es estrecha,
lanzamos muchos obstáculos a nuestro camino y la verdad de Dios tiene
que encontrar algunos medios para forzarnos a permanecer en ella y que ella
continúe su flujo hacia nosotros. Ese era el propósito del ángel cuando
reprocha a Zacarías por su incredulidad, y sin embargo, declara que las
cosas que Zacarías no creía, se llevarían a cabo a su debido tiempo. Y así
Zacarías es muy bien aliviado al enterarse de que su error no ha invalidado
la promesa de Dios, la que después se mostraría de una manera más
notable. Lo que a veces sucede es que, a pesar de la oposición hecha por
los incrédulos, el Señor concede y cumple lo que había prometido a ellos.
Tenemos un ejemplo notable de esto en el rey Acaz, quien aunque rechazó la
promesa de salvación para todos, el pueblo fue liberado de sus enemigos
(Isaías 07:12), aunque sin ventaja o beneficio personal de este cumplimiento.
Fue otro el caso con Zacarías, en el que el Señor castigó e indultó al mismo
tiempo la debilidad de la fe.

Lucas 1:21-25
21 Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se
demorase en el santuario. 22 Pero cuando salió, no les podía hablar; y
comprendieron que había visto visión en el santuario. Él les hablaba por
señas, y permaneció mudo. 23 Y cumplidos los días de su ministerio, se fue
a su casa. 24 Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se
recluyó en casa por cinco meses, diciendo: 25 Así ha hecho conmigo el
Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres.

21. Y el pueblo estaba esperando. Ahora Lucas relata que el pueblo fue
testigo de esta visión. Zacarías había tardado en el templo más de lo usual.
Esto conducía a la suposición de que algo extraño le había ocurrido a él.
Cuando Zacarías salió, les hizo saber con gestos y miradas que había
quedado mudo. Había además razón para creer que existían rastros de temor
en su apariencia por lo cual ellos concluyeron que Dios se le había
aparecido. Verdad era que en esos tiempos las visiones eran escasas, pero
el pueblo tenía memoria de que en los tiempos de sus padres las visiones
ocurrían con mayor frecuencia. Es por lo tanto razonable que ellos hubieron
llegado a esta conclusión de los obvios síntomas de Zacarías, pues no era
ningún acto ordinario (no era un accidente normal sino un acto
extraordinario de Dios) el que Zacarías se hubiera convertido en un mudo de
repente sin ninguna enfermedad y luego de que hubiera salido del templo
con mucho tiempo de demora y en un estado de asombro. La palabra
templo, como ya lo he indicado, es puesta en vez del santuario, lugar en
donde el altar del incienso permanecía. (Éxodo 30:1). Desde este lugar los
sacerdotes luego de realizar sus funciones sagradas, solían salir de su
propia corte con el propósito de bendecir al pueblo.

23. Y cumplidos los días de su ministerio. Λειτουργία es empleado por Lucas


para referirse al cargo u oficio, que pasaba, como hemos dicho, a cada uno
de ellos en orden regular, (1 Crónicas 24:3.) Se nos dice que, cuando el
momento de su trabajo sacerdotal había expirado, Zacarías regresó a su
casa. Por lo tanto llegamos a la conclusión de que, siempre que los
sacerdotes fungían en su turno, no entraban en sus propias casas, sino que
permanecían dedicados por completo a la adoración de Dios. Para este
propósito se construyeron galerías alrededor de las paredes del templo, en
el que habían "cámaras" (1 Reyes 6:05.) La ley en ningún momento prohibió
al sacerdote entrar en su casa, no obstante, no permitía a los que comían el
pan sagrado acercarse a sus esposas (1 Samuel 21:04), y como muchas
personas estaban dispuestas a tratar las cosas sagradas de una manera
irreverente, este fue el remedio que se descubrió para eliminar todas las
tentaciones que el sacerdote pudiera tener y así pudiera conservarse puro y
limpio de toda mancha. Y no solo se les limitó el tener relaciones sexuales
con sus esposas, sino que también se les limitó la utilización del vino y todo
tipo de bebidas embriagantes, (Levítico 10:09). Si bien se les mandó a
cambiar su modo de vida, era ventajoso para ellos no apartarse del templo,
pues la mera visión del lugar les hacía recordar el cultivar la pureza como el
Señor les había ordenado. Era también apropiado retirar todos los medios de
gratificación, para que se dedicaran sin reservas a su cargo.

Los papistas de la actualidad emplean esto como un pretexto para defender


la ley tiránica del celibato. Argumentan así: A los sacerdotes se les ordenó
dejar a sus esposas mientras ellos se dedicaban a los servicios religiosos.
Por lo tanto la continencia perpetua se debe exigir ahora que los sacerdotes,
no solo una vez, sino diariamente ofrecen sacrificios, los cuales son
especialmente más importantes que aquellos servicios religiosos que se
ofrecieron bajo la ley. No obstante, me gustaría saber por qué no abstenerse
también de vino y bebidas fuertes. Porque nosotros no contamos con la
libertad de separar los mandamientos que Dios ha unido con el fin de retener
la mitad y despreciar la otra mitad. Las relaciones sexuales con mujeres no
es tan expresamente prohibida como el consumo de vino, (Ezequiel 44:21).
Si, con el pretexto de la ley, el Papa impone el celibato a sus sacerdotes,
¿por qué les permiten beber vino? Por eso, de acuerdo con este principio,
todos los sacerdotes deberían ser arrojados en algunos apartamentos
retirados de las iglesias, para que pasen toda su vida encerrados en las
cárceles y excluidos de la sociedad de las mujeres y del pueblo. Ahora, es
ampliamente claro que de forma perversa se han refugiado bajo la ley de
Dios, a la que no se adhieren. Pero la solución completa a este problema
depende de la distinción entre la ley y el evangelio. Un sacerdote estaba en
la presencia de Dios, para expiar los pecados del pueblo, para ser, por así
decirlo, un mediador entre Dios y los hombres. Aquel que tuviera tal carácter
debía tener algo peculiar que lo distinguiera dentro del común de los
hombres y así le permitiera ser reconocido como una figura del verdadero
mediador. En tal sentido también, fue el diseño de las vestiduras sagradas y
de la unción. En nuestros días los ministros públicos y los pastores de la
iglesia no tienen nada de esta descripción. Hablo de los ministros a quienes
Cristo ha designado para alimentar a su rebaño, no de aquellos a quienes el
Papa comisiona, como verdugos en lugar de sacerdotes, para asesinar a
Cristo. Descansemos pues en la decisión del Espíritu, quien proclama que
"el matrimonio es honorable en todos". (Hebreos 13:4).

24. Y se recluyó en casa. Esto parece muy extraño. La esposa de Zacarías


actúa como si hubiera tenido vergüenza de la bendición de Dios. Algunos
piensan que ella no se aventuró a aparecer en público porque la cuestión era
incierta y tenía temor de exponerse al ridículo si sus expectativas se veían
defraudadas. En mi opinión, ella estaba tan convencida de la promesa hecha
a ella, que ella no tenía ninguna duda de su cumplimiento. ¿Tendría ella
alguna duda en su mente durante esos cinco meses consecutivos sobre la
promesa, cuando ella había visto el severo castigo infligido a su marido por
"hablar imprudentemente con sus labios"? (Salmo 106:33). Sus palabras
muestran claramente que su expectativa no era dudosa o incierta. Al decir,
por lo que el Señor ha hecho a mí, expresa con audacia que se comprobó el
favor de Dios en ella. Pueden existir dos razones para la demora. Hasta esta
extraordinaria obra de Dios era manifiesto que ella tuviera dudas en
exponerse a la opinión diversificada de los hombres, pues el mundo con
frecuencia se entrega a la luz, explota e irreverentemente habla de las obras
de Dios. Otra razón podría ser que, cuando todos a la vez descubrieran que
estaba embarazada, los hombres podrían estar más fuertemente
emocionados para alabar a Dios. [Ya que, cuando las obras de Dios se
manifiestan poco a poco, en el transcurso del tiempo no nos damos cuenta
de ellas lo cual es contrario a cuando se cumplen de una vez sin que
hayamos oído hablar de ellas.] No fue, por lo tanto, por su propia cuenta,
sino más bien con miras a los demás, que Elisabet se escondió.

25 Así ha hecho conmigo el Señor. Ella exalta en privado la bondad de Dios,


hasta que el momento del cumplimiento es de conocimiento general. Hay
razones para creer que su marido le había informado por escrito de la
descendencia prometida, en consecuencia de la cual ella afirma con mayor
seguridad y libertad que Dios era el autor de este favor. Esto se ve
confirmado por las siguientes palabras, cuando él vio, que podría quitar mi
afrenta. Ella sabía que la causa de su esterilidad estaba en la ausencia del
favor de Dios. Entre los bienes terrenales, la Escritura habla en los mejores
términos del don de los hijos. Y con razón: pues, si la productividad de los
animales inferiores es la bendición de Dios hacia ellos, el aumento y la
fecundidad de la raza humana debe tener en cuenta un favor mucho mayor.
No es ningún honor pequeño o medio, que Dios, el único que tiene derecho a
ser considerado Padre, permita que los humanos (Lit. niños del polvo o hijos
de la tierra) compartan con él este título. Mantengamos por lo tanto esta
doctrina, que dice que:

“herencia de Jehová son los hijos;


Cosa de estima el fruto del vientre”.
Salmo 127:3

Elisabet miró más lejos, porque aunque era estéril y anciana, ella pudo
concebir gracias a un extraordinario milagro que se produjo en contra del
curso de la naturaleza.

Se digno a quitar mi afrenta entre los hombres. La esterilidad siempre se ha


tenido como afrenta, pues el fruto del vientre figura dentro de las más altas
bendiciones de Dios. Algunos piensan que esto era propio de los antiguos:
porque Cristo había de venir de la descendencia de Abraham. Pero esto no
tuvo referencia, a excepción de la tribu de Judá. Otros piensan más bien que
la multiplicación del pueblo santo fue alegre y bendita, como se dijo a
Abraham:

"Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra" (Génesis 13:16;) y otra


vez, "Mira ahora a los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Así
será tu descendencia", (Génesis 15:5).

Tenemos que conectar la bendición universal, que se extiende a toda la raza


humana, por la promesa hecha a Abraham, que es peculiar a la iglesia de
Dios, (Génesis 13:15). Que los padres aprendan a dar gracias a Dios por los
hijos que él les ha dado y que aquellos que no tienen hijos reconozcan que
Dios los ha humillado en esta materia. Elisabet habla de la afrenta como algo
exclusivamente entre los hombres, pues es un castigo temporal, del que no
sufriremos ninguna pérdida en el reino de los cielos.

Traducido por Abiel Sneyder Acero Sierra, abielsneyder@gmail.com


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Biblioteca

Una Harmonía Sobre los Evangelios


de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino


Traducida por Abiel Sneyder

Índice
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Lucas 1:26-33
Lucas 1:34-38
Lucas 1:39-45
Lucas 1:46-50
Lucas 1:51-55
Lucas 1:56-66
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Lucas 1: 26-33
26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se
llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y
entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El
Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se
turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el
ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre
JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios
le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y su reino no tendrá fin.

26. Al sexto mes. Fue una maravillosa dispensación del propósito divino,
alejada de la norma ordinaria de los hombres, que Dios determinara para
Juan, el heraldo, un comienzo más ilustre que el de su propio Hijo. La
profecía respecto al nacimiento de Juan se publicó en el templo y fue
conocida por todo el pueblo mientras que la noticia del nacimiento de Cristo
fue dada a una virgen en una oscura ciudad de Judea y solo permaneció en
el corazón de una joven mujer. Claramente desde el nacimiento de Cristo
existe un cumplimiento de las palabras de Pablo: "Agradó a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación". (1 Corintios 1:21).

El tesoro de este misterio fue encomendado por Dios a una virgen, de tal
manera, que al fin, cuando llegara el momento adecuado, pudiera ser
comunicado a todos los fieles. Considero que aunque esto fue una clase de
tutela, lo que se buscaba era probar la humildad de la fe y así resistir el
orgullo del petulante. De esto aprendemos a someternos a Dios con toda
modestia aún cuando a nuestra razón no parezca obvio, además
aprendemos a no tener vergüenza de recibir instrucción de aquella que llevó
en su vientre a Cristo, la eterna "sabiduría de Dios". (1 Corintios 1:24.) Lo
más que debemos evitar con sumo cuidado es el desdén orgulloso que nos
priva del conocimiento del secreto inestimable, que Dios a propósito "ocultó
a los sabios y prudentes, y reveló" a los humildes y "a los pequeños, "(Lucas
10:21). Es por esta misma razón que creo que Dios escogió a una mujer
comprometida con un hombre. No hay fundamento para la opinión de
Orígenes, la cual sostiene que Dios lo hizo con el propósito de ocultar de
Satanás la salvación que se disponía a conceder a los hombres. El
matrimonio se ha utilizado aquí para cubrir los ojos del mundo para que,
cumplido el tiempo, aquel que era considerado como el hijo de José, fuera
reconocido por los fieles como el Hijo de Dios. (Lucas 3:23). No obstante, la
entrada de Cristo en el mundo no estaba desprovista de gloria, ya que el
esplendor de su divinidad fue manifestado desde el comienzo por su Padre
celestial. Ángeles anunciaron que "un Salvador había nacido," (Lucas 2:11),
aunque su voz no viajó lejos sino que solo fue escuchada por los pastores.
El otro milagro fue más famoso, tal como lo publicaron los sabios que
vinieron de Oriente (Mateo 2:1), una estrella se había aparecido,
advirtiéndoles del nacimiento del rey soberano. Con todo esto, vemos como
Dios mantuvo a su Hijo prácticamente oculto y desconocido hasta que el
tiempo de la plena revelación llegó y Dios lo puso sobre una plataforma para
que Cristo fuera visto por todos.

El participio μεμνηστευμένην, que es empleado por el evangelista, significa


que la Virgen estaba comprometida con su novio, pero que aún no había
sido dada como esposa a su marido. Ya que era costumbre entre los judíos
que los padres mantuvieran a sus hijas algún tiempo en casa, después de
que había sido prometida a los hombres, de lo contrario, la ley relativa a la
seducción de un "joven desposada" (Deuteronomio 22:23) habría sido
innecesaria. Lucas dice que José era de la casa de David, porque las familias
suelen ser contados por los nombres de los hombres, pero sobre este punto
hablaremos con más detalle en otro lugar.

28. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El
Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. La misión del ángel era muy
asombrosa, de hecho tan increíble, que el comienza con la alabanza de la
gracia de Dios. Ciertamente el pequeño grado de inteligencia que poseemos
nos impide comprender la vasta grandeza de las obras de Dios. Nuestro
mejor remedio es elevarla a la meditación de su ilimitada gracia. Así, desde
el sentimiento y el conocimiento de la bondad de Dios hacia nosotros, es
que se da la entrada de la fe y en este sentido el ángel guardó el orden
establecido. Luego de preparar el corazón de la virgen mediante la
meditación de la gracia de Dios, el se extiende en recibir un incomprensible
misterio que sobrepasa todo entendimiento. El participio que Lucas emplea,
κεχαριτωμένη, denota el inmerecido favor de Dios. Esto aparece claramente
en la epístola a los Efesios (1:6) donde Pablo al hablar de nuestra
reconciliación con Dios, el dice: “nos hizo aceptos (ἐχαρίτωσεν) en el
Amado”, esto es, que Dios ha tomado de la gracia de Cristo para abrazarnos
con su favor a nosotros, los cuales, tiempo atrás, éramos sus enemigos. El
ángel añade: El Señor esté contigo. A todos aquellos a los que Dios les ha
otorgado su amor, el se les muestra bondadoso y amable y reciben la
riqueza y la prolongación de sus beneficios. El ángel añade una tercera
frase, que ella (María) es bendita entre las mujeres. Bendición es escrito aquí
como el resultado de la aprobación de la divina bondad de Dios. La palabra
bendita no significa en mi opinión, digna de alabanza sino que significa feliz.
Por esto, era propio de Pablo suplicar a menudo para los creyentes, en
primer lugar la "gracia" y luego la "paz" (Romanos 1:07, Efesios 1:2), es
decir, todo tipo de bendiciones, lo que implica que entonces llegamos a ser
verdaderamente felices y ricos, cuando que somos amados por Dios, de
quien procede toda bendición. Pero si la felicidad de María, la justicia y la
vida, fluyeron del amor inmerecido de Dios, si sus virtudes y todos su
excelencia no son más que la bondad divina, es el colmo de lo absurdo lo
que nos dicen, que debemos buscar de ella, lo que ella deriva de otra parte
de la misma manera como a nosotros mismos. Con ignorancia extraordinaria
los papistas, mediante truco de mago, han cambiado este saludo en una
oración, y han llevado su locura hasta tal punto que a sus predicadores no
se les permite implorar la gracia del Espíritu en el púlpito, a menos que usen
su "Dios te salve María". Pero aparte de que usan estas palabras que
simplemente son una felicitación sencilla, ellos injustificadamente asumen
un cargo que no les pertenece ya que Dios delegó para tal función a nadie
más que a un ángel. Su ambición tonta los conduce a otro error en segundo
lugar, esto es que ellos saludan a una persona que está ausente.

29. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué
salutación sería esta. Lucas no dice que María se turbó por la presencia del
ángel, sino por su discurso. ¿Por qué entonces se mencionan también su
presencia? La razón, creo yo, es esta. Al percibir algo en el ángel de la gloria
celestial, ella fue presa del miedo repentino que surge del temor a Dios. Ella
se agita, porque sentía que había recibido un saludo, no de un hombre
mortal, sino de un ángel de Dios. Pero Lucas no dice que ella estaba tan
turbada como para haber perdido la razón. Por el contrario, da una
indicación de una mente atenta y equilibrada, porque después, agrega: y
pensaba qué salutación sería esta, es decir, cuál era su objeto, y cuál es su
significado. María supo al instante que el ángel no había sido enviado con un
propósito sin importancia. Este ejemplo nos recuerda, en primer lugar, que
no debemos ser observadores descuidados de las obras de Dios y en
segundo lugar, que nuestro examen de las mismas debería ser regulado por
el temor y reverencia.

30. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
delante de Dios. El ángel manda a un lado el miedo de María, el cual siempre
nos recuerda la fragilidad de nuestra carne, pues no podemos evitar estar
alarmados cada vez que el más débil de los estallidos de los rayos de la
gloria divina cae sobre nosotros. Cuando nos damos cuenta, de veras, de la
presencia de Dios, no podemos pensar en él, aparte de sus efectos. En
consecuencia, ya que todos somos susceptibles de su tribunal, el miedo da
lugar al temblor, hasta que Dios se manifiesta como un Padre. La santa
virgen vio en su propia nación una gran cantidad de delitos, que tenía
buenas razones para temer más pesados castigos. Para eliminar este miedo,
el ángel declara que él había venido a certificar y anunciar una bendición
inestimable. La expresión hebrea, has encontrado favor, es utilizado por
Lucas en lugar de "Dios ha sido misericordioso a ti". Esto no significa que
ella encontró favor en la búsqueda de él, sino que el favor le llegó como
ofrecimiento. Ejemplos de esto son tan bien conocidos, que no sería de
ninguna utilidad citarlos.

31. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo. El ángel adapta


sus palabras en lugar a la profecía de Isaías (Isaías 7:14) y en segundo lugar
a los pasajes de los demás profetas, con el propósito de afectar
poderosamente la mente de la virgen, pues aquellas profecías era totalmente
conocidas y altamente apreciadas entre los santos. Al mismo tiempo, debe
ser observado que el ángel no se limitó a hablar en privado al oído de la
virgen, sino que trajo buenas nuevas, (εὐαγγέλιον), que brevemente después
fueron publicadas en todo el mundo. No fue sin el propósito de Dios, que el
acuerdo entre las antiguas profecías y el mensaje actual respecto de la
manifestación de Cristo, fue tan claramente señalado. La palabra concebir es
suficiente para poner a un lado el sueño de Marción y Maniqueo, porque es
fácil de obtener de él, que María no trajo en su cuerpo un etéreo o fantasma,
sino el fruto que ella había concebido previamente en su seno.

Y llamarás su nombre JESÚS. La razón del nombre es dada por Mateo:


porque él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Luego entonces,
el nombre contiene una promesa de salvación y señala además el objeto por
el cual Cristo había sido enviado a la tierra por el Padre, como El mismo nos
dice: “No he venido a juzgar el mundo sino a salvarlo”. (Juan 12:47).
Recordemos que no fue por voluntad humana sino por mandato de Dios que
este nombre le fue dado al el por el ángel, para que así nuestra fe esté
fundada no en la tierra sino en el cielo. El nombre se deriva de la palabra
hebrea ‫ישע‬, salvación, de la que viene ‫הושיע‬, la que significa salvar. Es un
derroche de ingenio sostener que éste es distinto del nombre hebreo ‫יהושוע‬
(Jehoshua o Joshua), los rabinos en todas partes escriben la palabra Jesu, y
lo hacen con malicia evidente, para no otorgar a Cristo un nombre
honorable, sino, por el contrario, para insinuar que es uno que pretende ser
Judío. Su manera de escribir, en consecuencia, no tiene ninguna importancia
más que el ladrido de un perro. La objeción de que es muy por debajo de la
dignidad del Hijo de Dios tener un nombre en común con otros, también
podría aplicarse al nombre de Cristo o Ungido, pero la solución de los dos es
fácil. Lo que se exhibió en la sombra bajo la ley se aplica plenamente y de
hecho se manifiesta en el Hijo de Dios, o, lo que en ese entonces era una
figura ahora toma sustancia en el. Existe otra excepción que es igualmente
insignificante. Ellos afirman que el nombre de Jesús no es digno de
veneración y temor, ante el cual toda rodilla se doble (Filipenses 2:9-10), si
no pertenece exclusivamente al Hijo de Dios. Pero Pablo no le atribuyen un
nombre mágico, como si en sus sílabas residiera la majestad, sino que su
lenguaje simplemente significa que Cristo ha recibido del Padre la máxima
autoridad, a la que todo el mundo debe someterse. Digamos adiós a tales
nociones como esta y aprendamos que el nombre de Jesús se le dio a
Cristo, a fin de que los creyentes pueden ser instruidos para buscar en el lo
que había estado bajo la sombra en el marco de la ley.

32. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El ángel había dicho lo
mismo acerca de Juan el Bautista y sin embargo no tenía la intención de
igualarlo con Cristo. No obstante, el Bautista es grande en su propia clase,
mientras que la grandeza de Cristo se explica inmediatamente a ser tal que le
eleva por encima de todas las criaturas. Porque sólo a él pertenece como su
prerrogativa peculiar ser llamado el Hijo de Dios. Tal como el apóstol afirma:
¿A cuál de los ángeles dijo Dios en cualquier momento, Tú eres mi Hijo, el
día de hoy yo te he engendrado? (Hebreos 1:5.). Admito que en algunas
ocasiones a los ángeles y a los reyes se les atribuye este título en las
Escrituras, pero ellos están denominados en común como los hijos de Dios
a causa de su alto rango. Pero es perfectamente claro y cierto que Dios
distingue a su propio Hijo de todos los demás, cuando se dirige a él en
particular: Tú eres mi Hijo (Salmo 2:07). Cristo no es confundido ni con los
ángeles ni con los hombres como para que sea uno de la multitud de los
hijos de Dios, sino que lo que se le da a él, ningún otro tiene derecho a
reclamar. Los hijos de Dios son los reyes, y ciertamente no por derecho
natural, sino porque Dios ha concedido a ellos tan gran honor. Incluso los
ángeles no tienen derecho a esta distinción, salvo por causa de su alto
rango entre las criaturas, en la subordinación al Jefe Grande, (Efesios 1:21.)
Nosotros también somos hijos, por adopción, la cual se obtiene por la fe,
porque no la obtenemos por naturaleza: Cristo es el Hijo único, el unigénito
del Padre, (Juan 1:14).

El tiempo futuro del verbo, “el será llamado Hijo del Altísimo”, es torturado
por aquel asqueroso perro Servet para probar que Cristo no es el Hijo eterno
de Dios, sino que comenzó a ser reconocido como tal cuando tomó sobre sí
nuestra carne. Se trata de una calumnia intolerable. El sostiene que Cristo no
era el Hijo de Dios antes de su aparición en el mundo vestido de carne,
porque el ángel dice que el “será llamado”. En mi caso sostengo algo
contrario. Las palabras del ángel no significan nada más que el, que había
sido el Hijo de Dios desde la eternidad, se manifestaría como tal en la carne,
(1 Timoteo 3:16;) ya que “será llamado” denota un claro conocimiento. Hay
una gran diferencia entre las dos posiciones, la una que Cristo comenzó a
ser el Hijo de Dios, lo cual no era antes, y la otra que se ha Cristo fue
revelado entre los hombres para que tuvieran conocimiento de que él era la
persona que había sido prometida. Ciertamente, en cada época Dios se ha
dirigido a su pueblo como un Padre, y por lo tanto se deduce, que tenía un
hijo en el cielo, de quien y por quien los hombres obtienen la filiación. Pero
los hombres se jactan demasiado de si, si se aventuran a presumir de ser los
hijos de Dios en cualquier otro aspecto a menos que lo hagan como
miembros del unigénito Hijo, (Juan 1:18). Por ello es que los santos padres
nunca tuvieron la audacia de ser llamados con un título tan honroso
invocando a Dios, a menos que tuvieran en mente al Hijo mediador. Un
conocimiento más completo de que estamos hablando está en otra parte
explicado por Pablo cuando dice que ahora estamos en libertad no sólo de
llamar a Dios por su nombre sino de gritarle Padre. (Romanos 8:15, Gálatas
4:6).

Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre. Hemos dicho que el ángel
toma prestado de los profetas los títulos que le atribuye a Cristo en orden de
que la santa virgen pudiera reconocerlo como el Redentor que había sido
prometido a sus padres. Cada vez que los profetas hablaron de la
restauración de la iglesia, ellos dirigieron la esperanza de todos los
creyentes hacia el reino de David, por lo cual se convirtió en un adagio
popular entre los judíos que la seguridad de la iglesia dependería de la
próspera condición del reino y que nada más apropiado y adecuado al oficio
del Mesías que levantar de nuevo el Reino de David. En consecuencia, el
nombre de David se aplica a veces a El Mesías. "Ellos servirán al Señor su
Dios y a David su rey" (Jeremías 30:9). Una vez más, "Mi siervo David será
un príncipe en medio de ellos" (Ezequiel 34:24, 37:24.) "Ellos " buscarán a
Jehová su Dios, y a David su rey" (Oseas 3:5). Los pasajes en que es
llamado "El Hijo de David" son suficientemente conocidos. En una palabra,
el ángel declaró que en la persona de Cristo se cumpliría la predicción de
Amos: "En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David" (Amos
9:11).

33. Y reinará sobre la casa de Jacob. Como la salvación se había prometido a


los judíos de una forma peculiar (el pacto que han hecho con su padre
Abraham, Génesis 17:7) y Cristo, como Pablo nos informa "fue un ministro
de la circuncisión", (Romanos 15:08), el ángel adecuadamente fija su reinado
en esa nación como su sede y residencia particular. Esto está en perfecto
acuerdo con las otras predicciones de que el reino de Cristo se extendería y
crecería hasta los últimos límites de la tierra. Mediante la nueva y
maravillosa adopción, Dios ha admitido en la familia de Jacob a los gentiles
que antes eran desconocidos, aunque los judíos considerados como los
primeros hijos, tendrán un lugar de privilegio como se indica: "El Señor
enviará desde Sion la vara de tu poder" (Salmo 110:2). Por lo tanto, el trono
de Cristo fue erigido en el pueblo de Israel, para que desde allí pudiera
someter a todo el mundo. Todos aquellos quienes se han unido por la fe a
los hijos de Abraham son tenidos en cuenta como el verdadero Israel.
Aunque los Judíos por su rebelión se han separado de la iglesia de Dios, el
Señor siempre conservará hasta el final algunos "remanentes" (Romanos
11:5;) pues "irrevocable es el llamado de Dios" (Romanos 11:29.)
Ciertamente el cuerpo de las personas es cortado hasta cierta medida, pero
debemos recordar el misterio del que habla Pablo (Romanos 11:25) que Dios
al fin reunirá algunos de los Judíos de la dispersión. Mientras tanto, la
iglesia, que está dispersa por todo el mundo, es la casa espiritual de Jacob,
pues tiene su origen en Sion.
Para siempre. El ángel señala el sentido en que debemos tomar lo que fue
frecuentemente predicho por los profetas sobre que el reino de David no
tendría fin. Fue solamente durante su reinado y el de Salomón que el reino
permaneció poderoso y rico. Con Roboam, el tercer sucesor difícilmente se
logró retener a una tribu y media. Después de él, se sucedieron una serie de
desastres hasta que el reino colapsó. El ángel ahora declara que cuando
haya sido establecido el reino en la persona de Cristo, no estaría propenso a
la destrucción y para probar esto, el ángel emplea las palabras de Daniel
(7:14) y su reino no tendrá fin. Aún cuando el significado de estas palabras
es que Dios defenderá y protegerá por siempre el reino de Cristo y la iglesia
de tal manera que no perezca en la tierra “mientras dure el sol” (Salmos 72:
5,7) su verdadera perpetuidad se refiere a la gloria venidera. Entonces, los
creyentes se siguen unos a otros en esta vida por una sucesión
ininterrumpida hasta que al fin sean juntados en el cielo, donde reinará por
los siglos.

Lucas 1:34-38

34. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser
que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella
también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la
que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Entonces
María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu
palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

34. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? La santa virgen parece
limitar el poder de Dios dentro de los estrechos límites que Zacarías había
hecho anteriormente, ya que lo dicho por el ángel estaba por fuera del orden
común de la naturaleza, por lo tanto María concluye que era imposible. Ella
razona de la siguiente manera: Yo no conozco ningún varón ¿Cómo
entonces puedo creer que lo me dice es verdad? A pesar de esto, no
debemos atormentarnos buscando una manera de absolver a María de toda
culpa. Por fe, ella debió haberse levantado de inmediato, con el poder infinito
de Dios, quien no está en absoluto enmarcado dentro de los medios
naturales, sino que se remonta sobre el mundo. Pero en lugar de hacerlo,
ella (María) se detiene en el camino común y natural de engendrar. Sin
embargo, debemos darnos cuenta que no hubo ningún pensamiento en la
duda o pregunta de María de rebajar el poder de Dios o igualarlo a su
inteligencia sino que su duda es producida por su repentino impulso de
asombro. Que María abrazó la promesa puede ser confirmado de esto, que
aunque muchas cosas pudieron ser objetadas por ella, ella solo dudó en un
solo punto. María pudo instantáneamente haber objetado sobre el lugar en
donde se encontraba el trono de David ya que todo su poder real había sido
destruido desde hacía mucho tiempo y todo el brillo de la descendencia real
se había extinguido. Incuestionablemente, si ella hubiera actuado de acuerdo
con los estándares de la carne, ella hubiera considerado como una fábula lo
que el ángel le había informado.

No debe existir duda de que María estaba convencida de la restauración de


la iglesia y por eso, le dio credibilidad a lo que la carne hubiera certificado
como imposible. Para ese tiempo era probable que fuera de conocimiento
general la profecía de Isaías, en la cual se menciona que Dios restauraría la
raíz de Isaí, (Isaías 11:1). La fe en la gracia de Dios trabajó en la mente de la
virgen por lo que ella aceptó sin ningún debate, el mensaje traído a ella
concerniente al levantamiento del trono de David. Alguien podría alegar que
había otra profecía la cual indicaba que una virgen daría a luz un hijo (Isaías
7:14). A esto yo respondo que la comprensión de tal misterio no era cierto en
aquellos días. Los Padres esperaban que un Rey naciera para que el pueblo
de Dios fuera bendecido y próspero, sin embargo, el sentido de este texto
estaba oculto como si un velo les impidiera ver. Por consiguiente, no es de
sorprenderse si la santa virgen pregunta sobre este tema que hasta la fecha
ella no entendía.

La conjetura que algunos han extraído de las palabras de María, de que


había hecho un voto de virginidad perpetua, es infundado y absurdo por
completo. Ella, en ese caso, hubiera cometido traición al permitirse estar
unida a un esposo y hubiera hecho desprecio de la alianza santa del
matrimonio, lo cual no se podría haber hecho sin burlarse de Dios. A pesar
de que los papistas han ejercido una tiranía bárbara sobre este tema, nunca
han llegado tan lejos como para permitir que la esposa haga votos de
continencia en su propio placer. Además, es una suposición ociosa y sin
fundamento que una vida monástica existía entre los Judíos.

Tenemos que responder, sin embargo, otra objeción, esta es que la virgen se
refiere al futuro, por tanto declara que no tendrá relaciones sexuales con un
hombre. La explicación probable y simple es, que la grandeza o mejor la
majestad del tema deja una poderosa impresión en la virgen, que todos sus
sentidos fueron atados y encerrados en asombro. Cuando ella es informada
que el Hijo de Dios va a nacer, se imagina algo inusual y por tanto, una razón
para poner de lado las relaciones conyugales. Es así como se echa en el
asombro: ¿Cómo será esto? Y así Dios en su gracia la perdona y le responde
con amabilidad y cuidado por medio del ángel, porque de una manera devota
y seria, y con la admiración de una obra divina, ella se había preguntado
cómo sería, pues estaba convencida que eso iba más allá del curso común y
ordinario de la naturaleza. En una palabra, esta pregunta no era tan contraria
a la fe, sino que surgió de la admiración en vez de la desconfianza.

35. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti. El ángel
no explica la forma con el fin de satisfacer la curiosidad, ya que no había
necesidad de hacerlo. Sólo lleva a la virgen a contemplar el poder del
Espíritu Santo y a rendirse en silencio y con calma a su dirección. La palabra
ἐπελεύσεται, vendrá sobre, denota que esta sería una obra extraordinaria en
la que los medios naturales no tendrían lugar. La cláusula siguiente se añade
a modo de exposición, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra: el
Espíritu puede ser considerado como la fuerza esencial de Dios, cuya
energía se manifiesta y se ejerce en todo el gobierno del mundo, así como en
acontecimientos milagrosos. Hay una elegante metáfora en la expresión
ἐπισκιάσει, cubrirá con su sombra. El poder de Dios, en el que él guarda y
protege a su propio pueblo, es frecuentemente comparado en la Escritura a
una sombra, (Salmos 17:8; 57:1, 91:1.) Pero parece tener otro significado
peculiar en este pasaje. La operación del Espíritu sería secreta, como si una
nube de intervención no permitiera que fuera visto por los ojos de los
hombres. Ahora bien, como Dios en milagros oculta de nosotros la manera
de su procedimiento, nuestra parte será adorar con seriedad lo que él elige
para ocultar de nosotros.

Por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Esta
es una confirmación de la última oración. El ángel le enseña a la virgen que
Cristo debía nacer sin el coito entre el hombre y la mujer, para que pudiera
ser santo e Hijo de Dios, es decir, para que en santidad y gloria pueda estar
por encima de todas las criaturas y no tenga ninguna característica común
entre los hombres. Los herejes que se imaginan que se convirtió en el Hijo
de Dios solo después de su nacimiento humano, se apoderan de la partícula
por lo cual será llamado Hijo de Dios, porque sería concebido
milagrosamente por el poder del Espíritu Santo. Pero esta es una conclusión
falsa, pues, aunque el Hijo de Dios se manifestó en la carne, no se sigue que
no era el Verbo engendrado del Padre antes de los siglos. Por el contrario, el
que había sido el Hijo de Dios en su divinidad eterna, aparecía también como
el Hijo de Dios en carne humana.

Este pasaje no sólo expresa la unidad de la persona en Cristo, sino que al


mismo tiempo indica que Cristo es el Hijo de Dios que se vistió a sí mismo
de la naturaleza humana. Como su propio nombre: Hijo de Dios, indica que
pertenece a la esencia divina de Cristo que tuvo desde el principio, aunque
ahora se aplica en forma unida a las dos naturalezas, porque la forma
secreta y celestial de la generación le ha separado del rango normal de los
hombres. En otros pasajes, de hecho, con el propósito de afirmar que él es
verdaderamente hombre, él mismo se llama el Hijo del hombre, (Juan 5:27),
no obstante, la verdad de su naturaleza humana es compatible con su origen
divino que le dota de peculiar dignidad por encima de todos los demás,
habiendo sido concebido fuera del camino ordinario de la naturaleza por el
Espíritu Santo. Esto nos da una buena razón para que nuestra confianza
crezca con más libertad cada vez que nos atrevemos a llamar a Dios, nuestro
Padre, porque su único Hijo, optó por ser nuestro hermano, en orden de que
podamos tener un padre en común con él. Se debe señalar también que
Cristo, al haber sido concebido por un poder espiritual, es llamado la semilla
santa, pues era necesario que él tuviera que ser un hombre de verdad, para
que pudiera expiar nuestros pecados, vencer a la muerte y a Satanás en
nuestra carne, de modo que se necesitó que fuera libre de toda mancha y
pecado para la limpieza de otros, (1 Pedro 1:19). Aunque Cristo fue formado
de la simiente de Abraham, no se contagió de la naturaleza pecaminosa,
porque el Espíritu de Dios lo mantuvo puro desde el mismo comienzo, y esto
se hizo no sólo para que pudiera abundar en santidad personal, sino sobre
todo para santificar a su propio pueblo. La forma de concepción, por lo
tanto, nos asegura que tenemos un Mediador apartado de los pecadores,
(Hebreos 7:26).

36. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez;


y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril. Mediante el ejemplo
tomado de su propia parienta, el ángel alienta la fe de María a esperar un
milagro. Si ni la esterilidad, ni la edad de Elisabet pudieron impedir a Dios
hacer de ella una madre, no había ninguna mejor razón para que María
restringiera su visión dentro de los límites normales de la naturaleza, cuando
ella viera tal manifestación del poder divino en su prima. El ángel le
menciona expresamente el sexto mes, porque aunque en el quinto mes la
mujer por lo general siente la palpitación del niño en el vientre, es en el sexto
mes que se elimina toda duda. Es cierto que María debió haber permanecido
firme en la sola palabra de Dios en cuanto a que no requería apoyo para su
fe de cualquier otra fuente, pero, para evitar más dudas, el Señor se digna en
fortalecer su promesa a través de esta nueva ayuda. Con igual indulgencia
Dios nos sostiene y apoyan cada día, más aún, con mayor cuidado porque
nuestra fe es más débil. Que no dudemos de su verdad, pues para
corroborarla, Dios mismo nos trae testimonios desde todas las direcciones.
Una pregunta surge, ¿cómo Elisabet, que era de las hijas de Aarón, (ver. 5) y
María, que era descendiente de la población de David, podrían ser primas?
Esto parece estar en desacuerdo con la ley que prohibía a las mujeres
casarse en una tribu distinta a la suya, (Números 36:6). Con respecto a la ley,
si nos fijamos en su objeto, este era el de prohibir los matrimonios que
pudieran traspasar las herencias de tribu en tribu. (Números 36:7). No existía
tal peligro, si una mujer de la tribu de Judá, se casaba con un sacerdote, al
que una herencia no pudiera ser transmitida. El mismo argumento se
sostendría si una mujer de la tribu de Leví se pasaba a otra tribu. Es posible
que la madre de la santa virgen pudiera haber sido descendiente de la familia
de Aarón, y así su hija pudiera ser la prima de Isabel.

37. Porque nada hay imposible para Dios1. Si tomamos la palabra ῥη̑μα
(palabra) en su propio y natural sentido, el significado será que Dios va a
cumplir su promesa pues no existe obstáculo que pueda bloquear su
poderío; y el argumento será, Dios ha prometido, y por lo tanto lo va a lograr,
porque no debemos de alegar una imposibilidad en oposición a su palabra.
Sin embargo, porque palabra se toma a menudo como la misma cosa2 de
acuerdo con la manera de hablar en el idioma hebreo, (el cual los
evangelistas siguieron, a pesar de que escribieron en griego) podríamos
decir que nada es imposible para Dios. Pero debemos establecer una
máxima: Que vagan por mal camino los que imaginan su satisfacción en el
poder de Dios para ser algo más allá de su palabra. Nosotros debemos
considerar su infinidad para fortalecer nuestra esperanza y seguridad. Pero
es inútil, poco productivo, e incluso peligroso, discutir acerca de lo que Dios
puede hacer a menos que también tengamos en cuenta lo que él decide
hacer.

El ángel hace aquí lo que Dios hace con frecuencia en las Escrituras, emplea
una doctrina general para confirmar una especie de promesa. Este es el uso
verdadero y propio de una doctrina general. Aplicar sus diversas promesas
al tema que nos ocupa a cada momento de angustia y perplejidad, pues
siempre que se conserva su forma general, hace poca impresión en
nosotros. No es necesario preguntarse si el ángel le recuerda a María el
poder de Dios, porque nuestra desconfianza de eso, disminuye en gran
manera nuestra confianza en las promesas. Todos reconocen de palabras
que Dios es Todopoderoso, pero, si él promete algo más allá de lo que
somos capaces de comprender, nosotros permanecemos en la duda. ¿De
dónde viene esto sino de nuestra forma de atribuirle a su poder nada más de
lo que nuestros sentidos perciben? Así Pablo, elogiando la fe de Abraham,
dice, que él “dio gloria a Dios, plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:20, 21.) En
otro pasaje, hablando de la esperanza de vida eterna, Pablo pone delante de
él la promesa de Dios. “Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es
poderoso para guardar mi depósito para aquel día”. (2 Timoteo 1:12.) Esto
puede parecer una pequeña porción de fe para los impíos que niegan
abiertamente la afirmación de Dios de ser todopoderoso. Pero el que tiene el
poder de Dios con firmeza y bien fijo en su corazón, fácilmente superará los
obstáculos de otro tipo que se presentan a la fe. Debe ser observado, sin
embargo, que el poder de Dios es visto por la verdadera fe, si se me permite
la expresión, como eficaz. Porque Dios es y quiere ser reconocido como
poderoso, que por el cumplimiento a si mismo, él prueba su fidelidad.

38. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor. La santa virgen no se
permite más cuestionamientos. Indiscutiblemente, muchas cosas pudieron
haberse colado en su mente para reprimir la fe, e incluso para extraer su
atención de lo que le dijo el ángel. Pero ella detiene la entrada de
argumentos opuestos y se compele a si misma a obedecer. Esta es una
prueba real de fe, cuando reprimimos nuestras mentes y las tenemos
cautivas para que no intenten alegar una cosa u otra a Dios. Dar rienda
suelta a la disputa, fomentará para siempre la infidelidad. Estas son
expresiones de peso: he aquí la sierva del Señor, pues María se da y se
dedica a Dios sin reservas, para que él pueda disponer libremente de ella
según su voluntad. Los incrédulos retiran de su mano y tanto como
encuentran en el poder de Dios, obstruyen su trabajo; pero la fe nos
presenta delante de Dios para que podamos estar listos para rendir
obediencia. Ahora, si la santa virgen era la sierva del Señor, porque ella dio
su vida sumisa a su autoridad, no puede existir peor obstinación que la de
huir de él y rechazar que la obediencia es lo que él se merece y requiere. En
una palabra, así como la fe nos convierte en siervos obedientes a Dios y nos
ubica bajo su poder, así la incredulidad nos hace rebeldes y desertores.

Hágase conmigo conforme a tu palabra. Esta frase puede interpretarse de


dos maneras. La una que la virgen al dejar atrás su tema, se torna en una
oración repentina, y la otra que al continuar el hilo de su argumento, ella
procede a ceder y rendirse así misma al Señor3. Mi simple interpretación es
que ella está convencida del poder de Dios y por tanto sigue alegremente lo
que él le pide y que ella además, confía en sus promesas, y no sólo espera,
sino que ansiosamente desea su realización. También debemos observar
que ella está convencida en la palabra del ángel porque sabía que procedía
de Dios. La valoración de su crédito no es con referencia a quien era su
mensajero, sino con referencia a quien era el autor.

1. Le grec porte: Toute parole ne sera point impossible envers Dieu. El texto
en la versión griega usa el término palabra. Es decir: “Porque ninguna
palabra es imposible para Dios”.
2. En francés el comentario dice: Toutefois parce que ce mot parole se prend
souvent pour la chose même. En inglés: But as a word often means a thing
in the idiom of the Hebrew language.
3, En francés: Car nous pouvons entendre ou que la vierge laissant son
premier propos entre soudain en prière, ou bien qu'en continuant le fil de
son propos elle continue à se remettre entièrement à Dieu. En inglés: Either
the holy virgin, leaving her former subject, betakes herself suddenly to
prayers and supplications; or, she proceeds in the same strain to yield and
surrender herself to God.

Lucas 1:39-45

39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una


ciudad de Judá 40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 41 Y
aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en
su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y
dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Por
qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? 44
Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura
saltó de alegría en mi vientre. 45 Y bienaventurada la que creyó, porque se
cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.

39. Levantándose María. Esta salida mencionada por Lucas prueba que la fe
de María no era de una naturaleza transitoria, pues la promesa de Dios no se
desvaneció con la ausencia del ángel sino que fue grabada en su mente. La
prisa indica un afecto sincero y fuerte. Podemos deducir de ello que la
Virgen hizo caso omiso a todo lo demás y formó una estimación justa de la
gracia de Dios. Pero uno podría preguntarse, ¿cuál era su objetivo en la
realización de este viaje? Ciertamente, no fue para indagar si lo que el ángel
le había dicho era verdad. Porque así como ella había concebido el Hijo de
Dios en su vientre, ella también estaba segura en su corazón por la fe.
Tampoco estoy de acuerdo con quienes piensan que ella fue con el fin de
felicitar a Elisabet. Creo que es más probable que su objeto era, en parte
para aumentar y fortalecer su fe, y en parte para celebrar la gracia de Dios
que tanto había recibido. No hay nada de absurdo al suponer que ella
buscaba confirmar su fe al ver el milagro, que había sido aducido a ella con
no pequeño efecto por el Ángel. Porque, aunque los creyentes están
satisfechos con la simple palabra de Dios, sin embargo, no prescinden de
ninguna de sus obras, las cuales, ellos encuentran propicias para fortalecer
su fe. María estaba obligada a recibir todo el apoyo que se le había ofrecido,
a menos que ella escogiera rechazar lo que el Señor le había dado
libremente a ella. A la par de esto, el encuentro mutuo podría despertar
superior gratitud, tanto en Elisabet, como en sí misma, tal como se
desprende de lo que sigue. El poder de Dios se hizo notable y más
deslumbrante al ver una doble gracia en una sola vista, pues la comparación
añadió mucho más esplendor. Lucas no menciona la ciudad en la cual habitó
Zacarías, solamente menciona que pertenecía a la tribu de Judá y que estaba
situada en una zona montañosa. Por lo tanto se deduce que estaba más
remota del pueblo de Nazaret que de Jerusalén.

41. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura


saltó en su vientre. Es completamente natural para un niño moverse ante
una agradable sorpresa, en el vientre de una mujer embarazada, no obstante,
Lucas quiere indicar algo que va mucho más allá de lo casual. Ningún buen
propósito nos serviría para involucrarnos en cuestiones complejas, tales
como, si el niño era consciente de la presencia de Cristo, o si tenía un
sentimiento de reverencia, es suficiente para nosotros que el niño se movió
por un impulso secreto del Espíritu. Lucas no dice que la sensación
pertenecía al niño, sino más bien da a entender que como parte de la
operación Divina que tuvo lugar en la propia madre, el infante se regocija en
el vientre. La expresión: fue llena del Espíritu Santo, significa que fue dotada
de repente con el espíritu profético, más allá de la forma habitual y
acostumbrada, porque yo no creo que antes estaba totalmente desprovista
de los dones del Espíritu, sino que se demostró un poder mucho más
abundante y extraordinario.

42. Y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres. Elisabet
parece poner a María y a Cristo en un rango igualitario, que pareciera estar
fuera de toda razón. No obstante, soy de la opinión de aquellos que piensan
que la segunda cláusula asigna la razón a la primera parte. En la Escritura es
común el uso de y en vez de porque. En consecuencia, Elisabet afirma que
su prima fue bendecida con motivo de la bendición de su hijo. De hecho,
llevar a Cristo en su vientre no era la primera razón de la felicidad de María,
pues había algo superior, esto es, la distinción de ser nacida de nuevo por el
Espíritu de Dios a una nueva vida. Sin embargo, ella es justamente llamada
bendita, por ser a quien Dios otorgó el distinguido honor de traer al mundo a
su propio Hijo, por quien había sido espiritualmente renovada. Y en este día,
la bendición que nos trajo por Cristo no puede ser objeto de nuestra
alabanza, sin que nos recuerde al mismo tiempo, del distinguido honor que
Dios se complació en otorgar a María, haciendo de ella la madre de su único
Hijo Unigénito.

43. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a
mí? La buena actitud de Elisabet es digna de notar. Ella piensa muy bien de
los favores otorgados por Dios a María y les da solo el elogio adecuado y no
los alaba más allá de lo que era correcto, lo que habría sido una deshonra
para Dios. Porque tal es la nativa depravación del mundo, que hay pocas
personas que no son imputadas con una de estas dos fallas: Algunos,
encantados más allá de toda medida de sí mismos y deseosos de brillar
solos, envidiosamente desprecian los dones de Dios en sus hermanos,
mientras que otros los elogian en tal grado de superstición, que los
convierten en ídolos. La consecuencia ha sido que la primera fila se asigna a
María, y Cristo es bajado por así decirlo a la banqueta. Totalmente opuesto
es el caso de Elisabet, la cual al cantar sus alabanzas está tan lejos de
obscurecer la gloria de Dios, que trae todas las cosas de regreso a Dios. Y
aún, a pesar de que reconoce la superioridad de María sobre sí misma y
sobre los demás, no envidia su más alta distinción, sino modestamente
declara que ha obtenido más de lo que merecía. Elisabet llama a María la
madre de mi Señor. Esto denota una unidad de la persona en las dos
naturalezas de Cristo, como si ella hubiera dicho, que el que fue hecho un
hombre mortal en el vientre de María, era al mismo tiempo, el Dios eterno.
Debemos tener en cuenta, que no ella habla como una mujer común y
corriente de su propia sugestión, sino que simplemente emite lo que fue
dictado por el Espíritu Santo.

Este nombre de Señor estrictamente pertenece al Hijo de Dios "manifestado


en la carne" (1 Timoteo 3:16), que ha recibido del Padre todo poder y ha sido
nombrado el máximo gobernador de los cielos y la tierra, al cual por su
intervención, Dios puede gobernar todas las cosas. Aún así, es de una
manera peculiar el Señor de los creyentes, que se someten de buena gana y
alegremente ante su autoridad, porque de "su cuerpo" es "la cabeza"
(Efesios 1:22, 23.) Y así, Pablo dice, "aunque haya muchos señores, para
nosotros", es decir, a los servidores de la fe, "hay un solo Señor" (1
Corintios 8:5,6). Ahora bien, cuando Elisabet amplifica esta gracia de Dios,
diciendo que la criatura saltó de alegría en mi vientre, no hay duda de que
quiere sugerir que se sentía algo sobrenatural y divino.

45. Y bienaventurada la que creyó. Elisabet habló por un movimiento oculto


del Espíritu, como es evidente de una declaración anterior de Lucas. El
mismo Espíritu declara que María es bienaventurada porque ha creído, y al
elogiar la fe de María nos enseña en general en qué consiste la verdadera
felicidad del hombre. María fue bienaventurada porque, abrazando en su
corazón la promesa de Dios, ella concibió y dio a luz al Salvador para sí
misma y para el mundo entero. Esto fue peculiar a ella, pero como no
tenemos una gota de justicia, de vida, o cualquier otro beneficio, salvo en la
medida en que el Señor nos los presenta en su Palabra, es la fe la que nos
libra de la más baja pobreza y miseria y nos hace partícipes de la verdadera
felicidad.

Hay un gran peso en esta afirmación porque se cumplirá lo que le fue dicho
de parte del Señor. El significado es, la fe le da paso a las promesas divinas
para que puedan obtener sus logros en nosotros. La verdad de Dios
ciertamente no depende de la voluntad de los hombres, pues Dios sigue
siendo siempre verdad, (Romanos 3:4), aunque el mundo entero, creyentes y
mentirosos, traten de arruinar su veracidad. Como los incrédulos no son
dignos de obtener el fruto de las promesas, la Escritura nos enseña que sólo
por la fe las promesas son poderosas para nuestra salvación. Dios ofrece
sus beneficios indiscriminadamente a todos y la fe abre su seno para
recibirlos, mientras que la incredulidad los deja caer, a fin de que los
beneficios no lleguen a nosotros.

Si hubiera existido alguna falta de fe en María, eso no habría sido


impedimento para que Dios no hubiera podido llevar a cabo su trabajo en
cualquier otra forma que él hubiera elegido. Pero María se llama
bienaventurada, porque recibió por la fe la bendición que se le ofreció a ella
y abrió el camino para que Dios pudiera llevar a cabo su trabajo. Por
contraste, la incredulidad le cierra la puerta a Dios y le estrecha las manos
en su trabajo, para que todos aquellos que despojan a María de su virtud no
la reconozcan como la portadora de la salvación para ellos.1 Hay que
observar también la relación entre palabra y fe, de la que nos enteramos de
que, en el acto de creer le damos nuestro asentimiento a Dios que nos habla,
y tenemos por cierto que lo que él nos ha prometido lo hará. La frase, por el
Señor, es de la misma clase de una expresión de uso común, de parte de
Dios, porque aunque la promesa había sido traída por el ángel, esta provenía
directamente de Dios. Por lo tanto se infiere que, sea que Dios use la
ministración de los ángeles o de los hombres, él desea que Su Palabra
reciba tanto honor como si él mismo estuviera descendiendo visiblemente
del cielo.

1 Esto es, como la mujer que llevó a Cristo en su vientre. Cristo es la


salvación.

Lucas 1:46-50
46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50
Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen.

Ahora sigue un notable e interesante cántico de la santa virgen, que muestra


claramente cuan eminentes fueron sus logros en la gracia del Espíritu. Hay
tres cláusulas en esta canción. En primer lugar, María ofrece solemne acción
de gracias por la misericordia de Dios que había experimentado en su propia
persona. Luego, ella celebra en términos generales, el poder de Dios y
juicios. Por último, ella misma trae las cosas al presente y describe la
redención que se había prometido y que ahora era concedida a la iglesia.

46. Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor. Aquí María da


testimonio de su gratitud, como ya hemos dicho. Pero como los hipócritas
en su mayor parte, cantan las alabanzas de Dios con la boca abierta, sin la
compañía de algún afecto del corazón, María dice que alaba a Dios desde un
profundo sentimiento de su alma. Ciertamente no es nada más que una
profanación del nombre de Dios el declarar Su gloria meramente con la boca
y no con el corazón. Las palabras alma y el espíritu se utilizan en las
Escrituras en varios sentidos, pero, cuando son empleadas en conjunto,
denotan principalmente dos facultades del alma (anima); Espíritu (spiritus)
que se toma por el entendimiento y el alma (anima) por la sede de la afectos
y deseos. Para comprender el significado de la santa virgen, se debe
observar que lo que aquí se colocó en segundo lugar es el primero en orden,
ya que para que la voluntad del hombre se levante para alabar a Dios, esta
debe ir precedida de una regocijo del espíritu, como dice Santiago: "¿Está
alguno alegre? Cante alabanzas" (Santiago 5:13). La tristeza y la ansiedad
bloquean el alma y frenan a la lengua de celebrar la bondad de Dios. Cuando
el alma de María exulta de alegría, su corazón explota en alabanzas a Dios.
Es con gran propiedad, al hablar de la alegría de su corazón, que ella da a
Dios la denominación de Salvador. Hasta que Dios no haya sido reconocido
como Salvador, las mentes de los hombres no serán libres de disfrutar de la
verdadera y plena alegría, sino que permanecerán en la duda y la ansiedad.
Es solamente la paternal bondad de Dios y la salvación que fluye de ella, la
que puede llenar nuestros corazones de alegría. En una palabra, la primera
cosa necesaria para los creyentes es, que sean capaces de alegrarse de que
tienen su salvación en Dios. El siguiente deber a seguir, luego de haber
experimentado que Dios es un Padre bondadoso, es sacrificar a Dios
alabanza. (Salmo 50:14). La palabra griega σωτὴρ Soter, Salvador, tiene una
significación más amplia que la palabra latina Servator, porque se aplica no
solamente a un rescate realizado una sola vez, sino que habla del "Autor de
la salvación eterna." (Hebreos 5:9).

48. Porque ha mirado la bajeza de su sierva. María explica la razón por la


cual la alegría de su corazón se fundó en Dios, pues Él la había mirado en su
libre gracia. Al llamarse a sí misma baja, se exime de todo mérito y le
atribuye a la bondad inmerecida de Dios todo el reconocimiento por su
triunfo. Por ταπείνωσις, bajeza, no se denotan aquí sumisión, modestia, o
cualquier estado de la mente, (como hombres ignorantes y sin educación
han imaginado tontamente), sino que significa una condición abyecta y
despreciable. El significado es: "Yo era desconocida y despreciada, pero eso
no impidió que Dios dignase fijar sus ojos sobre mí." Pero si lo bajo de María
está en contraste con la excelencia (como el propio asunto y el texto griego
dejan muy claro) vemos cómo María se hace nada para exaltar a Dios
solamente. Y éste no era el grito de una pretendida humildad, sino la
afirmación clara y honesta de una convicción que fue grabada en su mente,
pues ella no había sido tenida en cuenta por los ojos del mundo y su misma
estimación no era mucho más.

Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada. María anuncia que esa
bendición de Dios sería recordada por todas las generaciones. Si iba ser tan
notable, que debía de ser proclamada en todas partes por los labios de todos
los hombres, entonces María como persona que recibió la bendición, no
podía permanecer en silencio al respecto. Ahora observemos que María hace
que su felicidad consista solamente en lo que ella reconoce que le ha sido
otorgado por Dios y señala la aceptación de Su gracia. "Voy a ser
bienaventurada", dice ella, “por todas las generaciones." ¿Esto ocurrió
porque ella buscó este renombre por su propia virtud o esfuerzo? Por el
contrario, es solamente la obra de Dios la que María exalta. Esto nos muestra
como los papistas no concuerdan con ella, al engalanarla con sus alabanzas
nacidas en sus cerebros, sin tener en cuenta todos los beneficios que ella
recibió de Dios. Ellos amontonan una gran cantidad de títulos magníficos y
muy presuntuosos, tales como, "Reina del Cielo, Estrella de la Salvación,
Puerta de la Vida, Dulzura, Esperanza y salvación". Y lo que es más, Satanás
los ha arrastrado a tal aberrante frenesí que no tuvieron en absoluto
vergüenza de atribuirle la autoridad a ella sobre Cristo. Porque he aquí su
bella canción: Roga patrem, jube natum, es decir: “Ruega el Padre, manda al
Hijo.” Como es evidente, ninguno de estos modos de expresión, procede del
Señor. Todos son negados por la santa virgen en una sola palabra, cuando
hace que toda su gloria sea atribuida a los actos de la bondad divina. Si
solamente era su deber de alabar el nombre de Dios por las maravillas que Él
había hecho con ella, no queda espacio alguno para los pretendidos títulos
que vienen de otra parte. Además, nada podría ser más falta de respeto a
ella, que robar al Hijo de Dios de lo que es suyo, para vestirla con el
sacrílego botín. Ahora por esto vienen los papistas a decir que nosotros
hablamos mal de la madre de Cristo, porque al rechazar las mentiras de los
hombres magnificamos solamente los beneficios de Dios en la vida de ella.
Nosotros somos los que le damos el más grande honor de todos en
contraposición a lo que esos perversos devotos toman de ella. Nosotros
gustosamente recibimos de María su instrucción y la reconocemos como
nuestra maestra y obedecemos sus órdenes. Ciertamente no existe doble
sentido en las palabras que la virgen expresa aquí, sin embargo los papistas
tergiversan el texto y lo tiran al piso y no hacen nada menos que de
desmentir a la Virgen. En cuanto a nosotros, recordemos que aquí se nos da
una regla común para tener en cuenta respecto a la alabanza de los hombres
y los ángeles, esta es que lo que debemos magnificar es la gracia de Dios en
ellos y que nada es digno de alabanza si no procede de Él. Cuando María
dice: Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso, ella quiere decir que
la razón por la qué Dios no usó la ayuda de otros fue, para hacer su propio
poder más notorio. Aquí debemos recordar lo que ella anteriormente dijo,
que Dios la había mirado a ella, aunque ella se consideraba pobre y
despreciable. Por lo tanto se deduce que las alabanzas a María son absurdas
y falsas porque no tienden a magnificar el poder y la libertad de la gracia de
Dios.

49. Santo es su nombre. Esta es la segunda parte de la canción, en la que la


santa virgen celebra en términos generales el poder, los juicios, y la
misericordia de Dios. Esta oración no debe ser vista como una parte de la
anterior, sino que deben entenderse por separado. María había ensalzado la
gracia de Dios, la cual había experimentado en su propia persona. De ahí
toma ocasión para exclamar, que su nombre es santo y que su misericordia
permanece a lo largo de todas las generaciones. El nombre de Dios es
llamado Santo, porque tiene derecho al más alto respeto y siempre que el
nombre de Dios es mencionado, inmediatamente nos debe recordar su
adorable majestad. La siguiente frase que celebra la perpetuidad de la Divina
misericordia, es tomada de la solemne forma del pacto: “Y estableceré mi
pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por
pacto perpetuo.” (Génesis 17:7) y otra vez, “Dios fiel, que guarda el pacto y
la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil
generaciones”. (Deuteronomio 7:9.) Con estas palabras, Dios no sólo declara
que siempre será semejante a Él mismo, sino que también expresa la
continuación de su gracia hacia su propio pueblo, la que aún después de su
muerte, extenderá a sus hijos y a los hijos de sus hijos y de toda su
descendencia. Así vemos que Dios continuó su amor hacia la posteridad de
Abraham, porque al recibir una vez en gracia a su padre Abraham, hizo una
alianza perpetua con él. Pero como no todos los que son descendientes de
Abraham según la carne son los verdaderos hijos de Abraham, María limita
la realización de la promesa a los verdaderos adoradores de Dios, a los que
le temen, como David también lo hace:

“Mas la misericordia del Señor es desde la eternidad


y hasta la eternidad sobre los que le temen,
Y su justicia sobre los hijos de los hijos;
Sobre los que guardan su pacto,
Y los que se acuerdan de sus mandamientos
para ponerlos por obra.
(Salmo 103:17-18)

Mientras Dios promete que va a ser misericordioso con los hijos de los
santos a través de todas las generaciones, esto no da apoyo a la vana
confianza de los hipócritas: pues falsamente y sin razones suficientes, ellos
se vanaglorian de tener a Dios como su Padre. Ellos son hijos bastardos de
los santos pues apartaron la vista de su fe y de su santidad.

La excepción que la Virgen pone aquí es suficiente para rechazar el embuste


y las mentiras de los que falsamente apelan a la gracia de Dios, sin tener fe.
Es verdad que Dios hizo una alianza universal de salvación con la raza de
Abraham, pero, así como las piedras humedecidas por la lluvia no se
vuelven blandas, la justicia y la salvación prometidas no pueden llegarle a
los no creyentes debido a la propia dureza de sus corazones. No obstante,
para mantener la verdad y la firmeza de su promesa, Dios ha conservado un
remanente.

Por el temor del Señor se expresa la totalidad de la piedad y la religión, las


cuales no pueden existir sin la fe. Pero he aquí una objeción puede ser
creada. ¿De qué sirve que Dios se llame misericordia, si el hombre no
encuentra provecho de Él a menos que se merezca su favor? Porque, si la
misericordia de Dios está sobre los que le temen, la piedad y la posesión de
una buena conciencia ganan el favor de Dios entre los hombres, lo que hace
que ellos ganen anticipadamente la gracia de Dios por sus propios méritos.
Yo respondo que esta es una parte de Su misericordia, la cual Dios otorga a
los hijos de los piadosos para que teman y reverencien su majestad. Esto no
señala el comienzo de su gracia, como si Dios estuviera de brazos cruzados
mirando desde el cielo, para ver quiénes son dignos de ella, sino que todo lo
que se pretende es sacudir la confianza perversa de los hipócritas, que
imaginan que Dios está obligado a cumplirles porque son los hijos de los
santos conforme a la carne. La alianza divina es completamente diferente a
eso. Sus términos no son los mismos, pues Dios siempre tuvo el propósito
de tener un pueblo en el mundo que le rindiera verdadera adoración.

Lucas 1:51-55
51 Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de
sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los
humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia 55 De la cual
habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para
siempre.

51. Hizo proezas con su brazo. Esto significa, "que ha obrado


poderosamente". El brazo de Dios se contrasta con otros tipo de ayuda:
como en Isaías, "Miré, y no había nadie para ayudar", (Isaías 63:5) "por lo
tanto", dice en otra parte: “y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia.”
(Isaías 59:16). María, por lo tanto quiere decir: Dios descansó satisfecho de
su propio poder, no empleó compañeros en el trabajo, ni llamó a alguien
para que le ayudara. Lo que sigue inmediatamente sobre la soberbia se
puede suponer que fue añadido por una de dos razones: ya sea porque los
soberbios no ganan nada esforzándose como los gigantes de la antigüedad,
al oponerse a Dios, o bien, porque Dios no muestra el poder de su brazo
para salvación, salvo en el caso de los humildes, mientras que los soberbios
que se exaltan demasiado a sí mismos, son derribados. Esto se relaciona
con la exhortación de Pedro: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de
Dios.” (1 Pedro 5:6).
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Esta
expresión es digna de notar: Porque como los soberbios tienen un orgullo y
una ambición escandalosa, tal como su codicia es insaciable, cuando hacen
sus deliberaciones y negocios levantan entre sí un gran montón, dicho en
una palabra, edifican una torre de Babel. Porque no satisfechos con haber
hecho uno u otro estúpido intento más allá de su fuerza, remueven cada día
cielo y tierra y encuentran nuevos medios para practicar su audaz soberbia.
Sin embargo, cuando Dios luego de un tiempo de silencio mira hacia abajo
desde el cielo, se mofa de sus espléndidas edificaciones e instantáneamente
arruina toda la construcción: como cuando se destruye un edificio, que
anteriormente era sólido y firme con todas sus uniones y es dispersado a lo
largo y ancho de la tierra.

52. Quitó de los tronos a los poderosos. La palabra griega viene de poder
como si dijera “Los poderosos” mas su significado es: los gobernantes y los
grandes señores. María declara que ellos son tomados de sus tronos para
poner en sus puestos a los desconocidos y sin privilegios y por eso ella
atribuye a la providencia y a los juicios de Dios, lo que los hombres impíos
llaman los giros de la fortuna. No obstante, debemos entender que María no
atribuye a Dios un poder despótico, como si los hombres fueran sacudidos y
lanzados hacia arriba y abajo como pelotas por una autoridad tiránica, sino
que al contrario, ella sugiere que en todas las cosas toma lugar un gobierno
justo, basado en las mejores razones, a pesar de que con frecuencia se
escapan de nuestra atención. Dios no se deleita en los cambios, o en elevar
en son de burla a los hombres para simplemente tirarlos al piso. Es más bien
la depravación de los hombres la que anula el estado de las cosas, porque
nadie reconoce que la eliminación de cada uno se coloca en la voluntad y
poder de Dios. Aquellos que ocupan algún cargo más alto que los demás no
son solamente acusados de desdeñar e insultar cruelmente a sus vecinos,
sino de actuar atrevidamente hacia Dios, a quien le deben su elevación. Que
podamos tomar instrucción de los hechos: Que todo lo que es noble y
elevado en el mundo está sujeto a Dios y que todo el mundo se rige por su
dominio, algunos son exaltados a un honor sublime, mientras otros o
descienden en forma gradual, o bien caen precipitados de sus tronos. Tal es
la causa y el objeto de los cambios que se asigna por David "El esparce
menosprecio sobre los príncipes" (Salmo 107:40) y por Daniel: "Él muda los
tiempos y las estaciones: quita reyes y pone reyes "(Daniel 2:21). Vemos, en
efecto, cómo los príncipes del mundo crecen insolentes de manera
extravagante, consienten el lujo, se hinchan de orgullo y están intoxicados
con dulces de prosperidad. Si el Señor no puede tolerar tanta ingratitud, no
debe sorprendernos. La consecuencia habitual es que aquellos a quienes
Dios ha elevado a una posición alta no la ocupan por mucho tiempo. Una vez
más, el brillo deslumbrante de los reyes y príncipes domina a la multitud,
que son pocos los que consideran que hay un Dios arriba. Pero si los
príncipes hubieran traído un cetro con ellos desde el seno materno y si la
estabilidad de sus tronos fuera a perpetuidad, todo el reconocimiento de
Dios y de su providencia inmediatamente desaparecería. Cuando el Señor
suscita personas promedio a un rango elevado, Él triunfa sobre el orgullo del
mundo y al mismo tiempo, alienta la sencillez y la modestia en su propio
pueblo.

Lo que oímos ahora es María diciendo que Dios es el que echa abajo a los
nobles de sus tronos y ensalza a las personas de abajo, con esto ella nos
enseña, que el mundo no se mueve y gira por un impulso ciego de la fortuna,
sino que todas las revoluciones observadas en él, son producidas por la
Providencia de Dios, y que dichos juicios, que nos parecen que perturban y
derrumban toda la estructura de la sociedad, están regulados por Dios con
justicia infalible. Esto es confirmado por el siguiente versículo: A los
hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Por lo tanto,
inferimos que no es en ellos mismos, sino por una buena razón, que Dios se
complace en estos cambios. Es debido a que los grandes, ricos y
poderosos, elevados por su abundancia, se atribuyen todos los elogios a sí
mismos y no dejan nada a Dios. Por lo tanto, debemos estar
escrupulosamente en guardia para no ser arrastrados por la prosperidad y
así estar en contra de una satisfacción vana de la carne, no sea que Dios
pronto nos prive de lo que nos gusta. A las personas piadosas, que sienten
la pobreza y casi el hambre y que elevan sus gemidos a Dios, gran
consolación les es ofrecida por esta doctrina: que Dios llena a los
hambrientos de cosas buenas.

54. Socorrió a Israel su siervo. Aquí María aplica a este caso lo que ha dicho
en términos generales. El significado es que Dios ha cumplido hoy la
promesa de salvación que había hecho una vez a los padres. La palabra
ἀντιλαμζάνεσθαι está aquí metafóricamente. La condición de la gente estaba
tan abatida que no había ni apariencia de que pudiera ser reintegrada en su
totalidad. Y es por eso que es dicho aquí: Que Dios socorrió a Israel. Porque
Él le tendió la mano para enderezarlo cuando estaba como volcado y
agobiado en el suelo. La religión había sido contaminada de innumerables
maneras. La instrucción pública casi no mantenía nada puro. El gobierno de
la Iglesia estaba tan confuso que parecía una barbarie horrible. La policía
estaba enturbiada. Los Romanos y Herodes como animales salvajes habían
desgarrado y puesto en piezas el cuerpo del pueblo. El restablecimiento era
tan admirable que no se atrevían a esperar en medio del desorden y la
desesperación en que estaban las cosas. Allí donde tradujimos Παιδὸς
siervo, la palabra griega significa tanto siervo como hijo. Pero el primer
significado parece convenir mejor a este pasaje. Israel es nombrado aquí
siervo de Dios (así como en varios otros lugares) porque Dios lo había
recibido a su casa para ser suyo.

Acordándose de la misericordia. María asigna la razón al porqué la nación,


aún al borde de la ruina, fue recibida por Dios, o mejor dicho, al porqué Dios
la levantó cuando ya había caído. Se trataba de dar un ejemplo de su
misericordia mediante su preservación. Ella menciona expresamente que
Dios se había acordado de su misericordia, la cual Él parecía haber olvidado
de alguna manera cuando permitió que su gente fuera tan terriblemente
angustiada y afligida. Frecuentemente encontramos en las Escrituras que a
Dios se le atribuyen emociones, según las cosas que ocurren, Él se
demuestra o enfurecido, o propicio a los hombres. Ahora, como la mente
humana no concibe la misericordia divina, excepto en la medida en que se
presenta y se declara en su propia Palabra, María dirige su atención y la de
otros, a las promesas, y muestra que, en el cumplimiento de ellas, Dios se
muestra fiel e inmutable en el cumplimiento. En este sentido, la Escritura
atribuye a Dios estas dos cosas: que es benigno y verdadero; porque nunca
podremos estar seguros de su amor paternal hacia nosotros, si no tenemos
delante de nuestros ojos su Palabra, por la cual Él mismo se obliga a
nosotros, y si ella, no es el medio que tenemos nosotros para atar
inseparablemente nuestra salvación con la bondad del Dios. Con estas
palabras María muestra que el pacto que Dios había hecho con los padres
era gratuito, porque ella pone la misericordia pura de Dios por fuente de la
promesa de salvación. Y de allí, es fácil ver que fue muy bien ejercida en la
doctrina de la Escritura. La expectativa del Mesías era en ese momento, de
hecho, de general conocimiento, sin embargo, pocos habían basado su fe en
un conocimiento puro de la Escritura.

55. De la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia


para siempre. María no quiere solamente aquí declarar quiénes fueron estos
padres a quienes Dios habló, sino también extenderles la virtud y el efecto
de las promesas a toda su posteridad, siempre y cuando sean
verdaderamente de la simiente de Abraham. Por lo tanto se entiende aquí
que se trata de la alianza solemne que había sido hecha especialmente con
Abraham y su descendencia. Pues las otras promesas que habían sido
dadas a Adán, a Noé y a los otros, se referían indiscriminadamente a todas
las naciones. Además, así como varios de los que eran hijos de Abraham,
según la carne, fueron suprimidos por su incredulidad y totalmente
rechazados de la familia de Abraham, así nosotros que éramos extranjeros,
ahora por fe hemos venido a entrar y a ser tenidos por la verdadera simiente
de Abraham. Retengamos pues, que Dios habló antiguamente a los padres,
que la gracia que se les ofrecía pertenecería por igual a su posteridad y
después que la adopción por la fe se comunicaría a todas las naciones, de
modo que los que no eran hijos naturales sean hechos hijos espirituales de
Abraham.

Lucas 1:56-66

56 Y se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa.
57 Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz
un hijo. 58 Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había
engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. 59
Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban
con el nombre de su padre, Zacarías; 60 pero respondiendo su madre, dijo:
No; se llamará Juan. 61 Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela
que se llame con ese nombre. 62 Entonces preguntaron por señas a su
padre, cómo le quería llamar. 63 Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo:
Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. 64 Al momento fue abierta su
boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios. 65 Y se llenaron de
temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron
todas estas cosas. 66 Y todos los que las oían las guardaban en su corazón,
diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.

El resumen de esta narración es que el nacimiento de Juan fue ennoblecido


por diversos milagros de Dios, los cuales prometían que algo grande y
peculiar vendría en el tiempo para el niño. Porque el Señor determinó
otorgarle desde el vientre señales notables a fin de que después, al
desempeñar el oficio de profeta, él no fuera en absoluto como un hombre
desconocido y del común. Primero Lucas relata que María permaneció cerca
de tres meses con su prima, o, en otras palabras, hasta el nacimiento del
niño, porque es probable que ella no tuviera otra razón para permanecer
tanto tiempo, sino para disfrutar de la exposición de la divina gracia, que
había sido mostrada a ella por el ángel para la confirmación de su fe.

58. Y cuando oyeron los vecinos y los parientes. Podríamos dudar si esa
gente magnificó la gracia del Dios solamente a causa de la bendición del
linaje*, o si fue porque antes habían sido advertidos de que un ángel se
había aparecido a Zacarías y le había prometido un hijo. Era por cierto un
singular beneficio de Dios que, fuera del curso de la naturaleza, una mujer
estéril y de edad muy avanzada diera a luz a un niño. Por lo tanto, puede ser
que los padres y amigos tuvieron sólo esta consideración para alabar la
grandeza de la bondad del Dios. Al octavo día, ellos se reúnen, según la
costumbre de hacerlo civilmente y por cortesía, pero Dios toma ocasión de
ello y los hace ser testigos y espectadores de su poder y gloria. No puede
existir duda de que el extraordinario nacimiento congregó a una gran
multitud. Ellos reconocían que ver como de repente una mujer anciana y
estéril había quedado embarazada era todo un prodigio, ahora con el hijo
recién nacido, su asombro fue renovado e incrementado. Inferimos de San
Lucas que aunque se acostumbraba a realizar la circuncisión en casa, esta
no se hacía sin que hubiera una numerosa asamblea, y con buena razón,
pues era un sacramento común de la iglesia y no era adecuado administrarlo
en secreto o de manera privada.

59. Y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías. Sabemos que los


nombres se les daban inicialmente a los hombres, ya fuera por algún
acontecimiento, o incluso por inspiración profética, para señalar algún
trabajo secreto de Dios. Después de un largo periodo, cuando existió tal
profusión de nombres que llegó a ser inconveniente crear nuevos nombres a
diario, la gente se satisfizo con los viejos y recibidos nombres y llamaron a
sus hijos por los nombres de sus ancestros. Así, antes del padre de Juan
existieron varios hombres llamados Zacarías, los cuales tal vez habían
descendido de Zacarías hijo de Berequías. Sabemos que comúnmente, lo
que es aceptado como costumbre es tomado como ley para obedecer, y es
por eso que esta gente discute que hay que llamar al niño, de acuerdo con la
costumbre que se mantenía desde hacía tiempo en uso. Aunque no debemos
poner en absoluto nada de santidad en los nombres, a pesar de eso, una
persona de buen juicio no negará que, en esta materia, los creyentes deben
hacer una piadosa y beneficiosa selección. Se debe dar a los hijos nombres
que puedan servir para su instrucción y amonestación, por lo tanto, se debe
adoptar los nombres de los santos padres con el propósito de incitar a los
hijos a imitarlos, en lugar de adoptar los nombres de las personas impías.
60. Pero respondiendo su madre, dijo. No se sabe si Elisabet dijo esto por
inspiración. No obstante cuando Zacarías vio el castigo infligido a él por
haber sido demasiado lento en creer, es probable que hubiera informado a
su esposa por escrito lo que el ángel le había ordenado respecto al nombre,
de lo contrario, él no hubiera obedecido el mandato de Dios. El porqué este
nombre fue dado al Bautista por la autoridad divina, ya lo he explicado. Los
familiares, que no estaban al tanto, fueron afectados por la extrañeza de la
incidencia, sin embargo, ellos presumen bien que esto no se hace sin razón.

64. Al momento fue abierta su boca. Dios honra el nacimiento de su profeta


al restaurar el habla de su padre, pues no puede existir ninguna duda de que
tal bien se retrasó hasta ese día con el objeto expreso de poner a pensar a
los hombres sobre el niño. En cuanto a lo que es dicho que Zacarías habló
bendiciendo a Dios, así lo hizo, no sólo con el propósito de dar testimonio de
su gratitud, sino también para informar a sus familiares y vecinos que este
castigo había sido infligido a él, porque él no tuvo en absoluto vergüenza de
deshonrarse glorificando a Dios. Así se hizo universalmente conocido, que
el nacimiento del niño no fue un hecho accidental u ordinario, sino según la
promesa expresa de Dios que había sido traída y revelada por el ángel.

65. Y se llenaron de temor todos sus vecinos. Este temor del que San Lucas
hace mención aquí, venía de un sentimiento y una comprensión de la
potencia del Dios, pues las obras de Dios deben ser contempladas por
nosotros con tal reverencia que seamos tocados y movidos con buen
criterio. De hecho, Dios no juega haciendo milagros para que nos sirvan
como pasatiempos sino que despierta los sentidos de los hombres, que Él
percibe que están derribados y dormidos. Lucas dice también que el informe
de esas cosas se distribuyó en toda la zona montañosa de Judea. Y sin
embargo, muchos no tomaron ventaja de la impresión temporal del poder de
Dios, ya que, cuando Juan comenzó a ejercer su oficio, habían pocos que
recordaban que su natividad había sido milagrosa. Entonces no fue en
absoluto solamente con relación a los que veían que Dios quiso que estas
cosas fueran divulgadas, sino con el fin de que el milagro que hasta
entonces había sido conocido comúnmente tuviera una certeza más grande
en el porvenir y en todas las edades. Mientras tanto, un espejo general de la
ingratitud humana es colocado aquí ante nuestros ojos, pues entre tanto que
cosas vanas y frívolas permanecen firmemente en nuestras mentes, las que
deben producir un recuerdo constante de favores divinos se desvanecen y
desaparecen de inmediato. El evangelista no habla de hombres estúpidos o
brutos aborrecedores de Dios, pues él dice que todos los que las oían las
guardaban en su corazón, esto es, ellos ansiosamente ponían estas cosas
en consideración. Algunos probablemente tuvieron buena remembranza
cuando fue el tiempo, pero la mayoría dejó perder este temor que habían
concebido al ver una obra milagrosa de Dios. No obstante, hay que anotar
que no fallaron en absoluto en relacionar la excelencia del niño con los
milagros que ellos veían. Porque ya dijimos que tal era el consejo del Dios,
de hacer que Juan, al mostrarse más tarde para ejercer su oficio, apareciera
bien autorizado de todas partes y en gran reputación. Cuando San Lucas
dice: Y la mano del Señor estaba con él, el sentido es que la gracia de Dios
fue notablemente visible en muchos aspectos y mostraba abiertamente que
él no era un hombre con un rango común entre los demás. Esta es una
manera de hablar figuradamente, la cual expresa que la virtud del Dios se
desplegó y se manifestó de una manera tan clara como si se hubiera visto su
mano, de manera que cada uno pudo percibir a Dios presente.

*. Es decir, por la llegada de un niño varón a la familia y por consiguiente la


llegada de un hombre que preservaría el linaje del padre.

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Lucas 1:67-75

67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68


Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, 69 Y
nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo, 70 Como
habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;71
Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos
aborrecieron;72 Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse
de su santo pacto 73 Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, que
nos había de conceder 74 que, librados de nuestros enemigos, sin temor le
serviríamos 75 En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.

67. Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo. Dijimos hace poco lo
que significa esta frase, a saber, que la gracia del Espíritu Santo es difundida
más abundantemente en los servidores de Dios, de la cual, no obstante, no
estaban desprovistos anteriormente. En este sentido leemos que el Espíritu
fue dado a los profetas, no que a veces fueran privados de él, sino que la
virtud del Espíritu se ejercía más plenamente en ellos, cuando la mano de
Dios, por así decirlo, los traía a la luz pública para el desempeño de su
cargo. Debemos observar por lo tanto, la manera en que Lucas conecta las
dos frases: fue llenó del Espíritu Santo, y profetizó. Con esto Lucas quiere
decir que Zacarías fue inspirado por Dios más que de costumbre, tanto que
no habló en absoluto como hombre o individuo particular, sino que lo que
salió de su boca fue una doctrina totalmente celeste. Así también Pablo
conecta la profecía con el Espíritu: "No apaguéis el Espíritu, no desprecien
las profecías," (1 Tesalonicenses 5:19), con el fin de que sepamos que
despreciando la doctrina apagamos la iluminación del Espíritu. Este fue un
notable ejemplo de la bondad de Dios, pues no solamente Zacarías recuperó
el poder de la palabra, la cual no había disfrutado durante nueve meses, sino
que su lengua se convirtió en el órgano del Espíritu Santo.

68. Bendito el Señor. Zacarías comienza con acción de gracias, y en el


espíritu profético canta el cumplimiento de la redención prometida
anteriormente en Cristo, de la que dependía la seguridad y la prosperidad de
la iglesia. La razón por la cual el Señor, a cuyo gobierno todo el mundo está
sujeto, se llama aquí el Dios de Israel, aparece en lo que sigue en el texto,
que de una manera peculiar, la promesa del Redentor fue hecha a la simiente
de Abraham. Dado que, Dios había escogido a una sola nación para hacer
allí la alianza de la cual Zacarías quería hablar, no es asombroso si expresa
el nombre del pueblo al cual la gracia de salvación estuvo especialmente
destinada, o por lo menos en primer lugar. La palabra visitado lleva
tácitamente una antítesis. Como si Zacarías hubiera querido decir que Dios
había tenido su rostro apartado por un tiempo de los pobres hijos de
Abraham. Porque habían caído en tal miseria, y habían sido colmados de
tantos dolores que no podían pensar que Dios los miraba. Entonces esta
visitación de la que Zacarías habla, es considerada la causa y origen de la
redención. Habrá que resolver esta sentencia así: Dios miró a su pueblo para
rescatarle. Además, ya que Dios no rescata en absoluto sino solo a los
cautivos y presos, y puesto que también esta redención es espiritual,
concluiremos de este paso que hasta los santos Padres no pudieron ser
librados en absoluto del yugo de pecado y de la tiranía de la muerte, sino por
la gracia de Cristo. Por eso se dice que Cristo fue enviado como Redentor al
pueblo santo y elegido de Dios. Pero (dirá alguien), si la redención fue traída
por Cristo en ese momento cuando apareció vestido de carne, entonces se
sigue que los creyentes que murieron antes de que él entrara en el mundo
fueron "durante toda la vida" esclavos del pecado y la muerte, lo cual sería
una cosa muy extraña. Yo respondo: El poder y la eficacia de la redención
que se exhibió una vez en Cristo, han sido las mismas en todas las edades.

69. Y nos levantó un poderoso Salvador1 . Es decir una virtud y una potencia
llena de salvación. Porque cuando el trono de David fue echado por tierra y
el pueblo dispersado, la esperanza de salvación se había disipado en toda
apariencia. Zacarías hace alusión a las predicciones de los profetas, que
sostenían el resurgimiento repentino que se llevaría a cabo, cuando el
estado de los asuntos estuviesen convertidos en melancolía y
desesperación. Este modo de expresión es tomado del pasaje: “Allí haré
reverdecer el cuerno de David: He prevenido lámpara a mi ungido”. Salmo
132:172. Pero si es sólo en Cristo que Dios ha presentado su poder para
salvarnos, no estamos en libertad para apartarnos de esta manera si
deseamos obtener la salvación de Dios. Hay que también anotar que este
cuerno aporta salvación a los fieles, pero es espantoso a los inicuos, a los
cuales destruye o vuelca y rompe.

El nombre David su siervo, es mencionado aquí no solamente porque él


sirvió a Dios como los otros fieles, sino por otro punto de vista, que él era el
siervo elegido de Dios para gobernar y salvar a su pueblo y por lo tanto
representar junto con sus sucesores, la persona y el oficio de Cristo.
Aunque no quedaba ni un rastro de un reino entre los Judíos en ese
momento, Zacarías, descansando en las promesas de Dios, no dudó en
llamar a David siervo de Dios porque Dios lo había levantado como figura y
testimonio de la salvación que estaba por venir. Y de allí resulta que
entonces verdaderamente Cristo se nos es presentado como el autor de la
salvación, cuando su asiento es levantado en medio de nosotros con el fin
de que nos gobierne.

70. Como habló por boca de sus santos profetas. A fin de que la salvación,
de la cual se dice, es aportada por Cristo, no sea tenida como cosa dudosa a
causa de la novedad, Zacarías trae por testigos a todos los profetas. Todos
estos, aunque fueron suscitados por Dios en diversos tiempos, tuvieron sin
embargo, un acuerdo de enseñanza: que debíamos esperar la salvación
solamente en Cristo. La intención de Zacarías no era únicamente alabar la
fidelidad y constancia de Dios al dar y cumplir lo que Él había prometido,
sino más bien, él deseaba llevar a los fieles a las antiguas profecías, en
orden de que ellos, con mucha más seguridad y energía, abrazaran la
salvación que desde el principio los profetas habían testificado. Y de hecho,
cuando Cristo viene adornado con el testimonio de todos los profetas,
nuestra fe en él descansa en un fundamento verdaderamente sólido.
Zacarías llama a los profetas santos, con el fin de que sus declaraciones
tengan más autoridad y sean recibidas con reverencia, como si él quisiera
decir que los profetas son testigos, no de dudosa o baja calidad sino de una
buena, suficiente y sin reproche. Incluso, hasta autorizarlos con un
ordenamiento auténtico, a saber, al ubicarlos dentro de aquellos a los que
Dios ha separado del rango común de los hombres. Investigar
minuciosamente cómo cada uno de los profetas dio testimonio de Cristo,
nos llevaría a una larga disertación. Baste por ahora decir, que todos de
manera uniforme no dieron al pueblo esperanza de manera distinta que no
tuviera a Dios como propicio y favorable, sino proponiéndoles la alianza
fundada en Cristo, y al hacerlo, hablaron con suficiente claridad de la
redención que estaba por venir, la cual se manifestó en Cristo. Hay también
varios pasajes excelentes que contienen profecías totalmente evidentes de
Cristo mostrado por Dios3, a los que si se descuidan, nunca se podrá
entender los libros de los Profetas. Como lo que vemos en los Judíos, que
solo se inquietan y se atormentan sin provecho toda su vida leyendo la
Escritura, pero solo fijándose en las palabras y desvían la vista del principal
propósito que ya hemos mencionado.

71. Salvación de nuestros enemigos. Zacarías explica más claramente el


poder y el oficio de Cristo. Y ciertamente sería de poca o ninguna ventaja
saber que Cristo fue entregado a nosotros, a menos que también
supiéramos lo que otorga. Por esta razón, él afirma más completamente el
propósito por el cual el cuerno de la salvación fue levantado: Que los
creyentes pudieran obtener su salvación de sus enemigos. Sin lugar a
dudas, Zacarías era muy consciente, que la guerra principal de la iglesia de
Dios, no es contra sangre y carne, sino contra Satanás y todo su armamento,
por el cual trabaja para llevar a cabo nuestra ruina eterna. Aunque la Iglesia
es también atacada por enemigos exteriores, de los cuales es librada por
Cristo, no obstante, como el reino de Cristo es espiritual, es principalmente a
Satanás, el príncipe de este mundo y a todas sus legiones a las que el
discurso se refiere. También se nos muestra cuán miserable es la condición
de los hombres fuera de Cristo: a saber, que se encuentran agobiados bajo
la tiranía del diablo, porque de otro modo no sería dicho que Cristo libra a
los suyos de su mano, es decir de la fuerza de este. Este pasaje nos
recuerda que, mientras la Iglesia continúa su peregrinación en el mundo,
vive entre sus enemigos y estaría expuesta a la violencia, si Cristo no
estuviera siempre listo para asistirla y socorrerla. Pero tal es la gracia
inestimable de Cristo, que, aunque estamos rodeados por todas partes de
enemigos, nosotros disfrutamos una segura e indudable salvación. Además,
aunque este modo de hablar parece un poco duro y extraño, cuando
Zacarías dice salvación de nuestros enemigos, el sentido, no obstante, es
muy claro, de allí que nuestros enemigos con todas sus maquinaciones,
fuerzas, trampas, y esfuerzos; no podrán impedir que Dios, nos libre de sus
manos, salvándonos eternamente.

72. Para hacer misericordia. Zacarías señala una vez más la fuente de la cual
fluyó la redención, la misericordia y el pacto de gracia de Dios. Él asigna la
razón por la cual Dios se agradó en salvar a su pueblo. Esta razón es porque
siendo Dios consciente de su promesa, Él desplegó su misericordia.

También se dice que se acordó de su Santo Pacto, porque parece haber


alguna apariencia de olvido durante todo ese largo retraso, en el que
permitió a su pueblo languidecer bajo el peso de las grandes calamidades.
Debemos prestar atención al orden que tiene Zacarías aquí: Primero, Dios
fue movido por pura misericordia a hacer un pacto con los Padres. En
segundo lugar, ha vinculado la salvación de los hombres con su propia
palabra. En tercer lugar, Dios ha expuesto en Cristo toda clase de
bendiciones, a fin de ratificar todas sus promesas: como, de hecho, su
verdad es sólo confirmada a nosotros cuando vemos su cumplimiento en
Cristo. El perdón de los pecados es prometido en el pacto, pero es en la
sangre de Cristo. La justicia es prometida, pero se ofrece a través de la
expiación de Cristo. Vida es prometida, pero esta debe buscarse solo en la
muerte y resurrección de Cristo. Y ese es el porqué en el tiempo pasado Dios
mandaba que hasta el libro de la ley fuese rociado con la sangre de la
hostia4. Tenemos que observar aquí también una cosa muy notable: El
hecho de que Zacarías extiende hasta los Padres que habían fallecido, la
misericordia de Dios manifestada en su tiempo, el fruto es común tanto
como para los que vivieron en el pasado como para los que vivían entonces.
De ahí se sigue que la gracia y la virtud de Cristo no están limitadas por los
estrechos límites de esta vida fugaz, pues son eternos y no terminan con la
muerte de la carne, las almas viven mientras los cuerpos están muertos.
Visto de esta manera, la carne que será deshecha finalmente resucitará.
Dado que ni Abraham, ni ninguno de los santos, pudo adquirir la salvación
por su propia virtud o por sus propios méritos, a todos los creyentes, tanto
vivos como muertos, la misma salvación ha sido expuesta en Cristo.

73. Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre. En el texto griego no
hay en absoluto alguna partícula que signifique según; pero el uso corriente
de la lengua es tal, que a menudo se entiende esta partícula o alguna otra
semejante. Zacarías menciona el juramento para expresar mejor la verdad de
cómo Dios es firme y santo. Porque Dios desciende hasta aquí para
acomodarse a nosotros, pues no desdeña en absoluto emplear su nombre
para aliviar nuestra imperfección. Porque si no nos contentamos en absoluto
con promesas simples, por lo menos recordemos esta confirmación, la cual
si no nos basta para ponernos totalmente fuera de duda, manifiesta que
somos demasiado ingratos hacia Dios y que hacemos una gran injuria a su
santo Nombre. Que nos había de conceder. Zacarías no declara en ningún
sentido los diferentes puntos del menú que contiene la alianza de Dios. Él
solamente se detiene para mostrar que el Señor fue tan misericordioso y que
usó tal benignidad hacia este pueblo, que lo redimió: con el fin de que
siendo rescatados, se desafíen y dediquen totalmente a servir y honrar al
autor de su salvación. Como la bondad gratuita de Dios es la causa de la
salvación de los hombres, así también, el fin y objetivo son que viviendo
religiosamente y en santidad glorifiquemos su santo Nombre. Esto merece
especial atención con el fin de poder recordar nuestra vocación, y así
aprender a aplicar a la gracia de Dios su uso adecuado. Hay que meditar
cuidadosamente en estas oraciones: Que no somos llamados a inmundicia,
sino a santificación, que somos redimidos con un gran precio, que no
podemos servir a los deseos de la carne o caer en el libertinaje desbordado,
con el fin de que Cristo reine en nosotros. Por la adopción nosotros somos
introducidos en la casa de Dios, de esta misma forma, nuestra parte debe ser
obedecerle como los hijos a su padre. Y esto porque aparecieron la bondad,
la gracia y la dulzura de Dios hacia los hombres, con el objeto de que
renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos santamente,
religiosamente y honestamente. (Tito 2:12). Esta es la razón por la que San
Pablo cuando vivamente quiere exhortar a los fieles que se dedican a Dios
en novedad de vida, que han quitado al viejo hombre y han sidos
despojados de su propia razón y le prestan un servicio razonable, les
propone las entrañas de la misericordia de Dios. (Romanos 12:1)5. La
Escritura está llena de declaraciones de esta naturaleza, que demuestran
que frustramos la gracia de Cristo, si no seguimos este diseño. Además, hay
que notar lo que aquí está escrito: sin temor le serviríamos. Lo que Zacarías
quiere decir es que no podemos servir debidamente a Dios, si no tenemos
descanso y tranquilidad en nuestros espíritus. Y de hecho los que están en
inquietud, los que dudan si Dios les es propicio o contrario, si acepta o
rechaza su servicio, y para abreviar, los que están como flotando entre la
esperanza y el temor podrán trabajar bien y atormentarse a servir a Dios,
pero jamás se ordenarán con el afecto correcto y de buen corazón. Porque
este temblor, esta ansiedad y esta incertidumbre que tienen los incita a
hacerles odiar a Dios y horrorizarse de Él: tanto que si pudiera hacerlo,
desearían que su majestad fuera destruida y abolida. Pero sabemos que
ningún sacrificio es aceptable a Dios, a menos que se ofrezca
voluntariamente y con un corazón alegre. Antes que los hombres
verdaderamente puedan adorar a Dios, deben obtener una conciencia
apacible y tranquila, como lo que David menciona: “Pero en ti hay perdón,
para que seas reverenciado”. (Salmo 130:4). Porque Dios haciendo la paz
con los hombres los convida amablemente a Él y los incita a acercarse de
buena gana con pronto deseo de servirle.

Es de ahí que San Pablo tiene esta máxima: Que todo lo que es hecho sin fe
es pecado. (Romanos 14:23). Por otra parte, ya que es en Cristo que Dios
reconcilia a los hombres consigo mismo y que debido al poder de este, los
mantiene exentos de todo temor, pues puso su salvación entre sus manos
con el fin de que sea el guardián, Zacarías tiene buena razón para decir que
por la gracia de Cristo somos puestos fuera de temor. Con la misma razón
los profetas también atribuyeron esto como propio de su reinado, que bajo
este los hombres tendrían una paz firme y entera, gozarían de gran alegría y
vivirían en descanso.

75. En santidad y en justicia. Como Dios ha comprimido en dos tablas la


regla del buen vivir, así Zacarías aquí declara, que le rendimos a Dios un
servicio legítimo, cuando nuestra vida se ha enmarcado en santidad y
justicia. Porque no hay no duda (lo cual el mismo Platón no ignoró), que la
palabra Santidad comprende todo aquello que nosotros debemos a Dios
para adorar y honrar su majestad: así como es expresado en la primera
Tabla de la ley. La palabra justicia se extiende a todos los deberes de la
caridad: Porque Dios no requiere nada de nosotros en la segunda tabla de la
ley, sino que le rindamos a cada uno lo que le corresponde. Lo que sigue
delante de él: A fin de que todos los fieles sepan que no basta con
conducirse bien delante de los hombres y con no aplicar ni pies ni manos, ni
otra parte de sus cuerpos a cosa ilícita. Porque ellos deben regirse de
acuerdo a la voluntad de Dios, que no se limita a una santidad externa sino
que mira principalmente el corazón. Por conclusión, a fin de que ninguna
persona piense que está a paz y que ha hecho bastante al servir a Dios por
algún tiempo, Zacarías declara que los hombres han sido redimidos con la
responsabilidad de que le sirvan a Dios todos sus días. Ciertamente como la
redención es eterna nunca hace falta que ella sea puesta en olvido. Puesto
que Dios adopta a los hombres en su familia para siempre, su gratitud no
debe ser transitoria o solamente por algún tiempo. En resumen, dado que
Cristo murió y se levantó, y revivió por ellos, es apropiado que Él deba ser el
Señor tanto de la vida como de la muerte. Y en consecuencia, San Pablo en
el pasaje que hace tiempo mencioné, nos advierte a proseguir a llevar una
vida santa y honrada hasta el advenimiento del gran Dios: "Esperando (dice
él) la esperanza bienaventurada, etc.”.
__________

1 Literalmente la versión en griego dice: “y nos ha levantado un cuerno


de salvación”.

2 Versión Reina Valera antigua.

3 le montrant pour de Dieu.

4 Hostia significa: Cosa que se ofrece en sacrificio.

5 La traducción de las versiones inglesas es: Es por ello que San Pablo,
cuando quiere exhortar enérgicamente a los fieles a que se consagren a Dios
en una nueva vida, quitando el viejo hombre y despojando su propia razón,
por medio de un servicio razonable, lo hace por la misericordia del Dios.
(Romanos 12:1) No obstante, la versión francesa dice algo diferente: Et c'est
pourquoi S. Paul, quand il veut vivement exhorter les fidèles qu'ils se
consacrent à Dieu en nouveauté de vie, et qu'ayant ôté le vieil homme et
dépouillé leur propre raison, ils lui rendent un service raisonnable, il leur
propose les entrailles de la miséricorde de Dieu.

Lucas 1:76-80
76 Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la
presencia del Señor, para preparar sus caminos; 77 Para dar conocimiento
de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados, 78 Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora, 79
Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para
encaminar nuestros pies por camino de paz. 80 Y el niño crecía, y se
fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su
manifestación a Israel.

76. Y tú, niño. Zacarías vuelve a magnificar otra vez la gracia de Cristo, pero
lo hace, por así decirlo, en la persona de su hijo, al declarar brevemente el
oficio de enseñar para el que había sido destinado. Y aunque Zacarías no
percibe todavía en absoluto las gracias requeridas en un profeta en este niño
que tenía sólo ocho días, no obstante él considera el consejo del Dios y lo
pronuncia como una cosa cierta y totalmente notoria.
Profeta del Altísimo serás llamado. Se toma aquí por obligado, confesado y
públicamente reconocido1. Ya había habido una vocación secreta de Dios;
quedaba solamente que los hombres vinieran a conocerla. Pero porque el
título de profeta es general, Zacarías, según lo que el Ángel le había
revelado, le nombra heraldo de Cristo. Irás delante de la presencia del Señor:
es decir, Tendrás el cargo de convertir a los hombres por tu predicación, con
el fin de que ellos le hagan audiencia2 al Señor. Por otra parte, en relación
con lo que Juan dijo casi al fin de su tiempo, al declarar que no era en
absoluto profeta, debemos encontrar la razón en el lugar apropiado en el
Evangelio según San Juan (Juan 1:21). Más tarde veremos de qué manera
iba a preparar los caminos.

77. Para dar conocimiento de salvación. Zacarías toca ahora el principal


punto del Evangelio cuando declara que el conocimiento de la salvación
consiste en la remisión de pecados. Y de hecho, en vista de que todos
nacemos hijos de la cólera, todos estamos, como resultado, condenados y
perdidos por naturaleza. Ahora bien, la causa de nuestra condenación es
que todos nosotros somos culpables y convictos de injusticia. Por lo tanto,
no existe otro remedio para escapar de la muerte eterna que este: A saber
que Dios nos reconcilie con él, no imputándonos nuestros pecados. Y he
aquí la única justicia que nos queda delante de Dios, como es fácil de
recoger por la declaración de Zacarías. Porque ¿de dónde viene la salvación
sino de la justicia? Porque si los hijos de Dios no tienen otra forma de
obtener el conocimiento de la salvación, sino por el perdón de los pecados,
se deduce, que la justicia no debe buscarse en cualquier otra fuente. Por
consiguiente, la justicia (en lugar de que los hombres presuntuosos la
edifiquen o la forjen y compongan méritos por sus obras) no es otra cosa
más que imputación de la justicia, cuando Dios gratuitamente nos absuelve
de la condena debida a nuestros pecados. Además, hay que anotar que
Zacarías no habla aquí de extraños, sino del pobre3 pueblo de Dios. De lo
que se sigue que la remisión de los pecados no es solamente el origen y la
fuente de justicia, sino que todo fiel hasta el fin de su vida es justo delante
del Dios sólo por imputación: es decir, cuando la justicia de Cristo les es
imputada. Porque ellos no pueden en absoluto subsistir delante del juicio del
Dios, si no recurren siempre a esta reconciliación gratuita.

78. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios. En tan gran beneficio


Zacarías magnifica la misericordia de Dios como la razón lo requiere. Y no
contento consigo mismo, con simplemente llamarla la salvación que fue
aportada por Cristo, dice que esta procedió desde las entrañas de la
misericordia de Dios, lo cual es un término más significativo. Luego después
por una metáfora o una traducción Zacarías dice que la gran misericordia de
Dios hizo lucir el día sobre los que estaban sentados en tinieblas. Zacarías
en consecuencia celebra la misericordia de Dios en que las tinieblas de la
muerte han sido expulsadas y la luz de vida restituida al pueblo de Dios. De
esta manera, cada vez que nuestra salvación es la cuestión al hablar,
debemos levantar nuestros espíritus a la consideración de la misericordia de
Dios. Parece ahora que hay aquí una alusión al pasaje del cuarto capítulo de
Malaquías, versículo dos, donde Cristo es llamado el Sol de Justicia,
llevando la salvación en sus alas: es decir en sus rayos. En cuanto a estos
dos términos, luz y tinieblas, existe una locución semejante en Isaías 9:2: “El
pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”, al igual que en otros
pasajes. Por lo demás, nosotros somos enseñados aquí que fuera de Cristo
no hay en absoluto luz vivificante en el mundo, sino que las tinieblas de la
muerte, profundas y horribles, dominan por todas partes. Así es como en el
capítulo sexagésimo de Isaías, versículo dos, se demuestra que este
privilegio es propio y particular de la iglesia: “La tierra está cubierta de
tinieblas, y una densa oscuridad envuelve a las naciones; pero sobre ti brilla
el Señor, como la aurora; sobre ti se puede contemplar su gloria”. Sin
embargo cabe preguntarse cómo es que los israelitas estaban sentados a la
sombra de la muerte, dado que el Señor brillaba en sus corazones por la fe.
Yo respondo que los fieles que vivieron bajo la Ley, estando rodeados por
todas partes de las tinieblas de la muerte, contemplaron de lejos la luz en el
advenimiento de Cristo, la cual les alivió y preservó con el fin de que no
fueran colmados de la muerte que les estaba presente. Tal vez, en la misma
medida como Zacarías veía el pobre estado de su tiempo, así hablaba. No
obstante en general sigue siendo cierto, que a la llegada de Cristo la luz
apareció en todos los fieles para vivificarles, tanto a los que ya habían sido
como a los que debían nacer más tarde. Porque él vertió y hace derramar su
misma vida incluso sobre los muertos.

Estar sentado, se entiende por estar un tanto acostado o revolcado. Y es por


eso que Isaías ordena a la Iglesia levantarse cuando el día da su claridad.
Isaías: 60:1.

79. Para encaminar nuestros pies por camino de paz. Con estas palabras
Zacarías muestra que solamente en Cristo está la realización de la
perfección de todo bien y felicidad. Es verdad que se podría tomar bien el
nombre de Paz en su propio significado, y convendría allí bastante, porque la
iluminación que aportó Cristo tiene esta virtud de pacificar los espíritus de
los hombres. No obstante, ya que la palabra paz significa para los Hebreos
toda prosperidad o buena salida en los asuntos, no dudo en absoluto que
Zacarías quisiera4 decir aquí que Cristo es autor de la perfecta felicidad, con
el fin de que nosotros no busquemos en otra parte ni una sola gota del bien,
sino que al estar completamente asegurados en Cristo, seamos en total y
por todas partes verdaderamente felices al detenernos en él5. Y a propósito
de eso deben ser traídas de nuevo las palabras de Isaías cuando él dice: El
sol no volverá a ser tu luz durante el día, ni te alumbrará más el resplandor
de la luna, porque el Señor será para ti una luz perdurable; tu Dios será tu
gloria. (Isaías 60:19). Además, si Zacarías viendo solamente a su hijo todavía
niño, fue incitado a hablar tan magníficamente de la gracia y la virtud de
Cristo antes de que él naciera, ahora que él ha muerto, resucitado, montado
al cielo y sentado a la derecha del Padre, ¿no hay que decir bien que esos
son tanto más ingratos, que hablan de él tan pobremente, o lo tienen en
menor estima y bajan su virtud, la virtud (digo) de la cual el Espíritu Santo le
dio testimonio cuando todavía estaba en el vientre de su madre? Porque
debemos recordar lo que dije antes, que Zacarías no hablaba por sí mismo,
sino que el Espíritu Santo regía su lengua.

80. Y el niño crecía. San Lucas añade esto para continuar el hilo de la
historia. Primero él cuenta que Juan se fortalecía en espíritu: y con esto él
magnifica que había en el niño una apariencia de virtud rara y excelente, que
daba a entender que el Espíritu Santo vivía a él. No obstante Lucas dice
simultáneamente que Juan vivió aparte en los desiertos como un hombre
desconocido, hasta el día de su manifestación; es decir, el día en que el
Señor había deliberado establecerle para que le representara delante del
pueblo. Del que recogemos que Juan, aunque era muy consciente de su
vocación, sin embargo, no emprendió nada antes del tiempo sino que
obedeció a Dios quién lo llamaba.
____________

1 Se prend ici pour être tenu, avoué et publiquement reconnu. Esta


expresión puede ser traducida de múltiples maneras. Lo que Zacarías quiso
decir fue que Juan sería ampliamente conocido, admitido y tenido como un
profeta de Dios que estaba en la responsabilidad de cumplir con su
ministerio, del cual gozaría reconocimiento.
2 afin qu'ils fassent audience au Seigneur.
3 La versión en francés exactamente dice: mais du pauvre peuple de Dieu.
Es decir, el pobre pueblo de Dios. No se entiende por qué el pueblo de Dios
es pobre. Las versiones inglesas han eliminado este adjetivo. En esta
versión hemos traducido tal cual está en el texto francés.
4 Je ne doute point que Zacharie ne veuille ici dire que Christ est auteur de
parfaite félicité. Literalmente: No dudo en absoluto que Zacarías no quiera
aquí decir que Cristo es autor de la perfecta felicidad.
5 nous nous arrêtions à lui seul. Frase de difícil traducción y que no aparece
en las versiones inglesas.

Mateo 1: 1-17, Lucas 3: 23-38


1 Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2 Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus
hermanos.
3 Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom, y Esrom a Aram.
4 Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón.
5 Salmón engendró de Rahab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, y Obed
a Isaí.
6 Isaí engendró al rey David, y el rey David engendró a Salomón de la que fue
mujer de Urías.
7 Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa.
8 Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías.
9 Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías.
10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías.
11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la
deportación a Babilonia.(A)
12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y
Salatiel a Zorobabel.
13 Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor.
14 Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud.
15 Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob;
16 y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús,
llamado el Cristo.
17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son
catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la
deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce.

23 Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años,


hijo, según se creía, de José, hijo de Elí,
24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José,
25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai,
26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá,
27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de
Neri,
28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er,
29 hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat,
30 hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo
de Eliaquim,
31 hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán,
32 hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo
de Naasón,
33 hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de
Judá,
34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor,
35 hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala,
36 hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec,
37 hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de
Cainán,
38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

Parece que no todos están de acuerdo acerca de estas dos genealogías que
vienen dadas por San Mateo y San Lucas. Debemos ver primero si ambos
pretendieron mostrar la genealogía de Cristo desde José, o si solo San
Mateo la hubiera querido hacer y San Lucas se hubiera propuesto hacerla
desde la perspectiva de María. Los que son de esta última opinión tienen un
bello color al decir que ambos evangelistas no tuvieron el mismo fin, dado
que hay gran diversidad entre los nombres de ambas genealogías. Y de
hecho, nunca diríamos a primera vista que son la misma genealogía, al ver a
San Lucas diferir de San Mateo. Porque desde David hasta Salatiel y desde
Zorobabel hasta José, él les pone a todos, los nombres de otros. Además,
ellos dicen que no había en absoluto razón para divertirse tanto en una cosa
que no era necesaria en absoluto y sin la que se hubiera pasado bien: Esto
es a saber, el recitar dos veces el linaje de José, el cual, no obstante, no era
en absoluto padre de Cristo. ¿A qué esta repetición (dicen), la cual no
prueba cosa alguna que sirva mucho para la edificación de la fe? Porque si
no se tiene otra cosa, sino que José, fue uno de la descendencia y de la casa
de David, el linaje de Cristo permanecería, sin embargo, dudoso e incierto.
Conque a su juicio, hubiera sido una cosa superflua si ambos evangelistas
se hubieran detenido a mostrar la misma cosa. Ellos excusan a Mateo por
desplegar la ascendencia de José en el suelo, al decir que lo hizo por el bien
de muchas personas, que seguían la opinión de que él era el padre de Cristo.
Pero habría sido una locura resistir dicha forma de incentivo con un error
peligroso: y lo que sigue está en contradicción total con la suposición. Pues
tan pronto como llega al final de la genealogía, Mateo señala que Cristo fue
concebido en el vientre de la virgen, no de la semilla de José, sino por el
poder secreto del Espíritu. Si sus argumentos fueran buenos, Mateo podría
ser acusado de locura o descuido, al trabajar sin ningún propósito, en
establecer la genealogía de José. Pero todavía no hemos respondido a su
objeción, que los antepasados de José no tienen nada que ver con Cristo.

La común y bien conocida respuesta es que en la persona de José, la


genealogía de María también se incluye, ya que la ley ordena a todo hombre
contraer matrimonio dentro de su propia tribu. Se objeta, por otra parte, que
en casi ningún período se observó la ley, pero los argumentos en que se
basa la afirmación son frívolos. Ellos alegan este ejemplo, cuando las once
tribus hicieron un juramento solemne de no dar jamás mujeres al linaje de
Benjamín, como está escrito en el último capítulo de los Jueces. Si este
asunto, dicen, se había establecido por la ley, no había necesidad de hacer
un nuevo decreto. Entonces respondo que está mal reflejado de su parte
querer inferir y establecer una regla común a partir de un hecho particular y
extraordinario. Porque entonces necesariamente un linaje hubiera sido
suprimido, y así el cuerpo del pueblo hubiera sido imperfecto, si no se
hubiera remediado por este medio en el extremo necesitado. No hay que, en
absoluto, tomar este paso para saber cual era la ley común. También alegan
en contra de que María, la madre de Cristo, era la prima de Isabel, a pesar de
que Lucas había declarado antes que ella era de las hijas de Aarón, pero es
fácil responder a eso, a saber que las mujeres de la descendencia de Judá, o
de otra tribu, podían casarse con la descendencia de los sacerdotes, porque
en ese caso no podía efectuarse la razón que está expresada en la Ley “Por
temor de que el bien de la mujer pasara a otros que no fueran de su
descendencia”. Por ejemplo vemos que la mujer de Joiada, el sumo
sacerdote, es declarada que perteneció a la familia real por el historiador
sagrado . (2 Crónicas 22:11). No era por tanto cosa extraña o sorprendente
que la madre de Elisabet se hubiera casado con un sacerdote. Si alguien
quiere decir que no es un argumento suficiente para probar que María tenía
la misma línea de José, al alegar que ella era su esposa, confieso que la
evidencia no es suficiente si tomamos la narrativa evangelista que
simplemente yace aquí, sin tener en cuenta otras circunstancias. Sin
embargo, debemos señalar en primer lugar que los evangelistas hablaron de
las cosas que fueron completamente notorias en aquellos tiempos. De esta
manera, después de haber hecho de grado en grado una genealogía de José
hasta David, no había ninguno entonces que no pudiera oír también de ahí,
el linaje de María. Y no hay punto de duda de que los evangelistas, sabiendo
que en su tiempo todo el mundo entendía, no tenían curiosidad de deducir
en el menú, porque si alguien tenía dudas, era fácil mostrar con el dedo y sin
palabras largas. Por otra parte, ellos han presupuesto que se da por sentado
que José, como un hombre de bien, modesto y temeroso de Dios, no había
tomado esposa sino solo de su linaje, tal como la Ley lo mandaba. Sin
embargo, esta ley común, hemos dicho en cuanto a matrimonio, no sería
suficiente para demostrar que María era de la casa real; porque podría ser
del linaje de Judá, pero no de la raza de David. Aquí está lo que pienso: Que
los evangelistas al escribir así, tomaron en consideración a los fieles, los
cuales, ellos sabían bien, no se emocionarían al punto de polémicas
controversias, pues en la persona de José, reconocían también el linaje de
María, tal cual como ya lo hemos dicho, era un punto completamente
aceptado en aquellos tiempos.

Hay solamente un punto que podría parecer increíble: A saber, que José con
su mujer, gente pobre, despreciada y casi desconocida, hubieran sido
descendientes de David y fueran esa semilla real de la que debía salir el
Redentor. Y sin embargo los evangelistas en este paso se pararon
principalmente a tocar esto. Si se pregunta ahora si la genealogía trazada
por Mateo y Lucas demuestra de manera clara y más allá de la controversia
que María era descendiente de la familia de David, confieso que no se puede
inferir con certeza1, pero porque en ese entonces el parentesco de José y de
María era bastante notorio, los evangelistas no se preocuparon por perder su
tiempo ocupándose de eso. No obstante, ambos pretendían eliminar el
escándalo que pudiera aportar el bajo nivel, la pobreza y el desprecio, tanto
de José como de María, más aun cuando su baja condición impedía
reconocer en ellos algo real. En cuanto a aquello de lo que hablamos de los
que imaginan a San Lucas recitando la genealogía de María, dejando atrás la
de José, es fácil demostrar lo contrario.

Porque he aquí cómo él dice de palabra a palabra: Jesús mismo al comenzar


su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de
Elí, hijo de Matat, etc. Vemos que no habla ni del padre ni del abuelo de
Cristo, pero el linaje de José mismo se explica con cuidado. Sé bien cual es
la respuesta que ellos traen para escapar de este pasaje. Ellos dicen que la
palabra hijo es puesta en vez de yerno, y así exponen que José es
nombrado hijo de Elí, porque se había casado con su hija. Pero esto no está
de acuerdo con el orden de la naturaleza, y no es tolerado por ningún
ejemplo en la Escritura. Entonces ahora lo que es presupuesto, que San
Lucas informa la genealogía de José hasta David, no presenta lugar a dudas
de que María deba relacionarse con eso, porque si extraemos a Salomón de
la genealogía de María, Cristo ya no será Cristo, considerado que todo lo que
se trae para hablar del linaje de Cristo es fundado en esta promesa solemne:
“Cuando tus días se cumplan y reposes con tus padres, levantaré a tu
descendiente después de ti, el cual saldrá de tus entrañas, y estableceré su
reino”. (2 Samuel 2.17). “El SEÑOR ha jurado a David una verdad de la cual
no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono”.
(Salmo132:11)2. Entonces es completamente seguro que Salomón fue la
figura de este rey eterno que fue prometido a David, ni la promesa de ser
aplicado a Cristo, y de hecho, la promesa no puede serle adjudicada a Cristo
si no como la verdad que ha sido representada allí en la persona de
Salomón. (1 Crónicas 28:5). Ahora, si no relatamos la genealogía de Cristo
desde Salomón ¿cómo o por qué sería nombrado hijo de David? Porque
quienquiera excluir a Salomón del linaje de Cristo, ¿no borra al mismo
tiempo y abole las promesas por cuáles debe ser reconocido hijo de David?
En cuanto a lo que San Lucas deduce de la genealogía desde Natán,
mostraremos a continuación que haciéndolo no aspira a rechazar a
Salomón, y diremos cómo.

Y con el fin de que yo no sea demasiado largo, digo que estas dos
genealogías en esencia concuerdan bien juntas y no obstante, hay cuatro
diferencias que debemos anotar. La primera es que San Lucas comienza con
el último del linaje y sube hasta el primero. Mateo todo lo contrario,
comienza con la fuente de la genealogía. La segunda diferencia es que San
Mateo en su descripción no lleva su relato más allá de Abraham quien fue el
padre del pueblo santo y elegido, mas San Lucas prosigue hasta Adán. La
tercera es que San Mateo deduce el linaje legal y se toma la libertad de quitar
algunos que estaban enumerados, porque él quería hacer las cosas más
fáciles de recordar, él compendió todo en tres grupos de catorce, mientras
que Lucas sigue la descendencia natural con mayor exactitud. El cuarto y
último es, cada vez que están hablando de las mismas personas, a veces les
dan diferentes nombres. En cuanto a la primera diferencia, parece que no
hay ninguna dificultad y sería algo superfluo de mí detenerme allí. La
segunda está fundada en una buena razón, pues, como Dios había escogido
para sí mismo la familia de Abraham, de la que el Redentor del mundo iba a
nacer, y la promesa de la salvación había sido, en cierto modo, encerrada en
esa familia hasta la venida de Cristo, Mateo no pasa más allá de los límites
que Dios le había puesto. Hace falta que nos acordemos de lo que dice San
Pablo, que Cristo fue ministro de la Circuncisión (Romanos 15:8), a fin de
cumplir la salvación que había sido prometida a los santos Padres. Y a esto
está de acuerdo con la declaración de Cristo, al decir: "que la salvación
viene de los Judíos" (Juan 4:22). Este es el porqué San Mateo lo presenta a
nuestra contemplación como perteneciente a esa raza santa, a la que Él
había sido expresamente destinado. Así, en el catálogo que hace San Mateo,
debemos considerar la alianza de Dios por la cual tomó por su pueblo la
semilla de Abraham, con el fin de que fuera separado de las otras naciones,
como si hubiera existido una muralla entre los dos. Mas San Lucas dirigió
su vista a un punto más alto, porque si bien, desde el momento en que Dios
había hecho su pacto con Abraham, fue prometido un Redentor de una
manera peculiar, a su descendencia, sin embargo, sabemos que desde la
transgresión del primer hombre, todos necesitábamos un Redentor, y
también entonces fue ordenado para todo el mundo. Fue un propósito
maravilloso de Dios, que Lucas nos exhibiera a Cristo como el hijo de Adán,
mientras que Mateo lo confinó a la única familia de Abraham. Porque no
sería de ninguna ventaja para nosotros, que Cristo fue dado por el Padre
como "el autor de salvaciones eternas" si Él no se comunicara
indiferentemente con todas las naciones. Por otra parte, el dicho del Apóstol,
"Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y para siempre" (Hebreos 13:8) no sería
verdadero, si su gracia y virtud no hubiera sido manifestada y presentada en
todas las eras y siglos después de la creación del mundo. Sepamos pues
que a toda la raza humana se ha manifestado y expuesto la salvación por
medio de Cristo, pues no sin razón se le llama el hijo de Noé, y el hijo de
Adán. Pero como hay que buscarlo en la palabra de Dios, el Espíritu nos
dirige con sabiduría, a través de otro evangelista a la raza sagrada de
Abraham, en cuyas manos el tesoro de la vida eterna con Cristo, fue
guardado por un tiempo.

Venimos ahora al tercer punto de diferencia. No existe lugar para la duda de


que San Mateo tiene un orden diferente al de San Lucas, porque
inmediatamente después de David el uno pone Salomón y el otro Natán, lo
que deja perfectamente claro que siguen líneas diferentes. Este tipo de
contradicción se reconcilia con buenos y estudiados intérpretes de la
siguiente manera. Mateo, partiendo desde el linaje natural, (el cual es
seguido por Lucas), reconoce la genealogía legal. Me refiero a la genealogía
legal a aquella mediante el cual el derecho de gobernar llegó a Salatiel. En
cuanto a que Eusebio en su primer libro de la historia eclesiástica, siguiendo
la opinión de Escipión3, prefiere aplicar el calificativo legal a la genealogía
elaborada por Lucas, viene al mismo fin, porque él no significa nada más
que esto, que el reino, que había sido establecido en la persona de Salomón,
había pasado de una manera legal a Salatiel. Sin embargo, es más correcto y
apropiado decir, que San Mateo ha mostrado el ordenamiento legal, porque,
al nombrar inmediatamente después de David a Salomón, no tiene en
absoluto consideración de aquellos de los cuales Cristo fue engendrado
según la carne de grado en grado, sino mas bien señala como descendió de
Salomón y de otros reyes con el fin de ser el verdadero sucesor en cuya
mano el reino debía ser establecido a perpetuidad según la promesa que
Dios había hecho. Hay una gran verosimilitud en la opinión de los que creen
que con la muerte de Ocozías la línea de los descendientes de Salomón falló
y se acabó. Con respecto a lo que algunos informan de los comentaristas
judíos, de que David había encomendado que si alguna vez la dinastía de
Salomón fallaba, el derecho al trono debía ser devuelto a los descendientes
de Natán (1 Reyes 9:27; 11:1), les dejo el juicio a otros. Yo sencillamente
tomo lo que es seguro, que la sucesión del reino no estaba confusa sino
regulada por grados fijos de parentesco. Ahora, visto que la historia santa
cuenta que Atalía, después de que su hijo Ocozías fuera asesinado, ocupó el
reino y puso a muerte a toda la sangre real, es más que probable que esta
mujer que quería siempre dominar, cometiera estos homicidios malos y
execrables, por temor de que el reino cayera en manos de otro y que viniera
a perder su potencia y su autoridad. Si Ocozías hubiera dejado a algún hijo
descendiente de su cuerpo para suceder la corona, ella, la que era abuela
hubiera podido reinar indiscutiblemente sin peligro y apaciblemente, bajo el
pretexto de tener la tutela del pequeño rey. Cuando se procede a crímenes
tan enormes como para recurrir a la infamia y el odio a sí misma, es una
prueba de desesperación que surge de su incapacidad por mantener por
más tiempo la autoridad real en su casa. Por otra parte, en cuanto a que se
llama el hijo de Ocozías a Joás, la razón es, que estaba en el siguiente grado
(2 Crónicas 22:9) a tal suerte que con buena razón, él era el verdadero y justo
heredero del trono. Porque además, si Atalía hubiera sido la abuela de
Joás, con mucho gusto habría usado voluntariamente el derecho del niño
para mantener su dominio. ¿Qué va a ser uno que tiene un poco de juicio,
encontrar probable decir que Joiada el sacerdote había podido esconder al
hijo natural del rey, para no excitar a la abuela a buscar más
diligentemente? Si todo está sopesado cuidadosamente, no habrá ninguna
duda en concluir, que el próximo heredero de la corona pertenecía a una
línea diferente. Y este es el significado de las palabras de Joiada: “He aquí,
el hijo del rey reinará, como el SEÑOR ha hablado respecto a los hijos de
David”. (2 Crónicas 23:3). Él consideraba que era vergonzoso e intolerable
que una mujer, que era un extraña por la sangre, recurriera a la violencia
para tomarse el cetro que Dios había ordenado permanecer en la casa de
David. No hay absurdo en suponer que Lucas sigue la ascendencia de Cristo
a partir de Natán, porque es posible que la línea de Salomón, por lo que se
refiere a la sucesión del trono, pudo haber sido rota. Se puede objetar, que
Jesús no puede ser reconocido como el Mesías prometido, si no fue un
descendiente de Salomón, que era una figura indudable de Cristo, pero la
respuesta es fácil. A pesar de que no era descendiente natural de Salomón,
sin embargo, fue reconocido su hijo por sucesión legal, porque él era
descendiente de los reyes de Judá.

La cuarta diferencia consiste en la gran diversidad de los nombres de las


genealogías. Porque desde David hasta José, con la excepción de Salatiel y
Zorobabel, ninguno de los nombres son iguales en los dos evangelistas. La
excusa que se ofrece habitualmente es que la diversidad surge del hecho de
ser muy habitual entre los Judíos tener dos nombres, aparece para muchas
personas no del todo satisfactoria. Pero como ahora estamos familiarizados
con el método, que fue seguido por Mateo en la elaboración y organización
de la genealogía, no hay razón para preguntarse si no somos capaces de
determinar hasta qué punto los dos están de acuerdo o si difieren en cuanto
a los nombres individuales. No cabe duda de que después de la cautividad
de Babilonia, las mismas personas son mencionadas con diferentes
nombres. En el caso de Salatiel y Zorobabel, creo que el mismo nombre se
mantuvo a propósito, a causa de los cambios que habían tenido lugar en la
nación: porque la autoridad real se había extinguido entonces. Incluso
mientras que una débil sombra del poder se mantenía, un cambio notable fue
visible, que advirtió a los creyentes, que debían esperar otro reino y uno más
excelente que el de Salomón el cual había florecido, pero por un corto
tiempo. También es digno de notarse que el número adicional en el catálogo
de San Lucas es más que el de San Mateo, lo cual no es nada extraño,
porque el número de personas en la línea natural de descenso es
normalmente mayor que el de la línea legal. Además, Mateo optó por dividir
la genealogía de Cristo en tres bandas, con el objeto de que meter en cada
banda catorce personas. De esta manera, se sintió en libertad de pasar por
alto algunos nombres, que Lucas no podía omitir con propiedad, no
habiéndose limitado por esa división de San Mateo.
Hasta aquí he tratado la genealogía de Cristo en general, tal como me
pareció útil. Si alguien es cosquilleado por la curiosidad para pedir más, en
cuanto a mí, teniendo remembranza de la advertencia que fue hecha por San
Pablo, aprecio más la sobriedad y modestia que las sutilezas frívolas y
vanas. Es un pasaje bastante común en la primera carta de Timoteo 1:4 y
Tito 3:9, donde prohíbe las disputa de genealogías por curiosidad.

Ahora queda por preguntar, por último la razón al porqué Mateo incluye la
genealogía de Cristo entera en tres órdenes o series, y asigna a cada serie
catorce personas. Aquellos que piensan que lo hizo, con el fin de ayudar a la
memoria de sus lectores, en parte tienen la razón, pero no el todo. Es cierto,
en efecto, que un catálogo dividido en tres partes iguales, es más fácil de
recordar. Pero también es evidente que esta división tenía la intención de
señalar tres diversos diversos gobiernos del pueblo que fueron desde que
Cristo fue prometido a Abraham hasta el tiempo de plenitud, cuando había
de ser manifestado en carne. Porque hasta David, la tribu de Judá, a pesar
de que ocupaba un rango superior entre las otras tribus, no tenía ningún
poder. En la persona de David repentinamente contra la expectativa de
todos, se establecieron el poder y la majestad real, que continuó hasta
Jeconías. Después de ese período, todavía quedaba en la tribu de Judá, una
parte de su rango y gobierno, los cuales mantuvieron las expectativas de los
justos hasta la venida del Mesías.

1. Libro de la genealogía. Algunos comentaristas se esfuerzan por excusar a


Mateo de dar a toda su historia este título, que se aplica sólo a la mitad de un
solo capítulo. Pero es sin razón. Porque este título no pertenece a todo el
libro, y la palabra libro que es puesta aquí se toma para catálogo o
enumeración; como si San Mateo hubiera dicho: "Esto es seguido por el
catálogo de la generación de Cristo". Ahora llama a Cristo hijo de Abraham y
de David, a causa de las promesas: porque Dios había prometido que de
Abraham iba a salir una descendencia en la cual serían benditas todas las
naciones (Génesis 22:18). Y a David la promesa todavía se hizo más clara: a
saber, que el reino seguiría siendo firme y estable en su casa hasta el final
del siglo (Salmos 72: 5, 7), y que habría un rey de su linaje, sentado en el
trono mientras el sol y la luna dieran claridad al cielo (Salmos 89:29). Y es
por eso que era un modo de hablar frecuente entre los Judíos, llamar a
Cristo hijo de David.

2. Jacob a Judá. Como Mateo pasa en silencio a Ismael, primogénito de


Abraham, y Esaú, que según el orden natural precedía a Jacob, no es sin
razón que ahora él inserta en la genealogía a los doce patriarcas, como a
todos los que Dios le había concedido ese favor de la adopción. Él quiso
significar pues que la bendición prometida en Cristo no se refiere solamente
a la tribu de Judá, sino que pertenece por igual a todos los hijos de Jacob, a
quien Dios reunió en la Iglesia, mientras que Ismael y Esaú fueron tratados
como extranjeros.

3. Judá engendró de Tamar a Fares. Este hecho fue como una entrada o
algún pequeño comienzo de la destrucción del que hablara San Pablo. El
Hijo de Dios pudo haber mantenido su descenso sin mancha y puro de todos
los reproches o marcas de la infamia. Pero más aun, como él venía a este
mundo para desvanecerse, y tomar forma de servidor (Filipenses, cabo. 2:7)
para ser hecho gusano y no hombre, oprobio de los hombres y
menospreciado del pueblo (Salmo 22:6) y para finalmente sufrir la muerte
maldita de la cruz, él no se negó en absoluto a llevar todavía esta nota en su
linaje, que el que era uno de los que sus antepasados había nacido de
incesto. A pesar de que Tamar no fue impulsada por el deseo de adulterar y
tener la compañía de su suegro, sin embargo, fue de manera ilegal que trató
de vengar la herida que había recibido. Judá, queriendo una prostituta,
cometió su infamia con su nuera, creyendo que era otra. Pero la bondad de
Dios singularmente e inestimablemente batalló contra el crimen de ambos,
con el fin de que esta semilla bastarda, llegara a disfrutar de tener en mano
el cetro real.

6. Engendró al rey David. En esta genealogía, solo David tiene el nombre de


rey, porque en su persona Dios había propuesto la figura del Mesías que
debía ser el gobernador de su pueblo. Es verdad que el reinado había
empezado anteriormente con Saúl, pero, como se llegó a él a través de un
tumulto y los deseos impíos de la gente, la posesión legal del oficio se
supone que comenzó con David. Lo mismo ocurre en cuanto a la alianza de
Dios, por la cual había prometido ser para siempre protector y gobernador
de los suyos. Porque, cuando el pueblo rechazó el yugo del Dios y se
propuso con maldad y desgraciadamente pedir a un rey, Saúl les fue
otorgado para un tiempo, pero pronto después, Dios estableció en la mano
de David su reino, con el fin de que fuera la prenda de la verdadera beatitud.
(1 Samuel 8:4). Sepamos pues que el evangelista quiso anotar aquí el
segundo estado y el gobierno que estuvo en este pueblo por la disposición
de Dios. Sin embargo, él toca también un ajuste execrable, que era bastante
para desfigurar toda la excelencia de esta bendición de Dios: Es que David
engendró a Salomón de Betsabé, a quién perversamente había arrancado de
su marido, y para tener el disfrute, había hecho matar vilmente al pobre
inocente por los enemigos. Esta mancha, en el comienzo del reino, debería
haber enseñado a los Judíos a no gloriarse en la carne. Era el designio de
Dios mostrar que, en el establecimiento de este reino, nada dependía de los
méritos humanos. Al comparar la historia santa con la sucesión descrita por
San Mateo, es evidente que ha omitido tres reyes: a saber: Ocozías hijo de
Joram, Joás, y Amasías. (2 Crónicas 22, 23, 24, 25). En cuanto a aquellos que
dicen que esto se hizo por olvido, no existe razón de ser para hablar así.
Tampoco es probable que fueran expulsados porque eran indignos de
ocupar un lugar en la genealogía de Cristo, pues entonces, la misma razón
se aplicaría igualmente a muchos otros, que son indiscriminadamente
presentados por Mateo, junto con personas piadosas y santas. Una
descripción más correcta es, que San Matero decidió limitar cada lista de
serie a catorce reyes, y entregó poco interés en hacer la selección, porque
había una sucesión adecuada de la genealogía para poner ante los ojos de
sus lectores hasta al cierre del reino. En cuanto a la existencia de sólo trece
en la lista, se debe probablemente a los errores y descuidos de los que
copiaban y escribían el libro. Epifanio, en su primer libro contra las herejías,
asigna esta razón a que el nombre de Joaquín había sido puesta dos veces y
personas que no entendieron la expresión se atrevieron a quitar el segundo
como si fuera superfluo, lo cual, nos dice, no deberían haber hecho, ya que
Joaquín, el padre del rey Joacim, tenía el nombre de Jeconías, en común con
su hijo, (1 Crónicas 3:17, 2 Reyes 24:15; Jeremías 27:20;. 28:4) Robert
Stephens cita un manuscrito griego, donde el nombre de Joacim se
introduce así: “Josías engendró a Joacim y Joacim engendró a Jeconías,
etc.”.

12. Después de la deportación a Babilonia. Es decir, después que los Judíos


fueron llevados cautivos, pues el evangelista quiere decir, que los
descendientes de David, luego de ser reyes, se convirtieron en exiliados y
esclavos. Como que el cautiverio era una especie de destrucción, que llegó a
ser maravillosamente organizada por la divina providencia, no sólo que los
Judíos se unieron de nuevo en un solo cuerpo, sino que aún así algunos
rastros de principado se mantuvieron en la familia de David, porque los que
regresaron a su tierra, por su propia voluntad se sometieron a la autoridad
de Zorobabel. De esta manera, los fragmentos del cetro real duraron hasta
que la venida de Cristo estuvo a la mano, en concordancia con la profecía de
Jacob, "El cetro no se apartará de Judá, ni el legislador de entre sus pies,
hasta que venga Siloh" (Génesis 49:10). E incluso durante la dispersión
miserable y triste, nunca la nación dejó de ser iluminada por algunos rayos
de la gracia de Dios. La palabra griega que usa aquí el evangelista había sido
traducida, transmigración, por el antiguo traductor latino. Erasmo la traduce
exilio o destierro, que literalmente significa un cambio de habitación. El
significado es, que los Judíos se vieron obligados a abandonar su país, y
vivir como extranjeros en una tierra que no era suya.

16. Jesús, llamado el Cristo. Con el sobrenombre, Mateo denota el oficio de


Jesús, para informar a los lectores que esta no era una persona privada, sino
divinamente inspirada para llevar a cabo el oficio del Redentor. Sin embargo
para el presente, me niego a tratar más ampliamente cual fue esta unción. En
cuanto a la palabra Cristo, debemos saber que después de que el reino fuera
abolido, esta comenzó a usarse exclusivamente a Él, de quien fue enseñado,
esperar una recuperación completa de la salvación perdida. Porque cada vez
que cualquiera con esplendor de la realeza florecía en la familia de David, la
costumbre era llamar a los reyes Cristo. Pero después, con el fin de que la
decadencia lastimosa que resultó de eso pusiera en desesperación a los
fieles que vivían entonces, agradó a Dios apropiarse solo de Redentor,
como se desprende de Daniel. La historia evangélica en todas partes
muestra que esta fue una forma ordinaria de hablar, en el tiempo en el que el
Hijo de Dios fue manifestado en la carne.
_____________

1 El texto en francés dice: Je réponds qu'on ne le peut pas certainement


recueillir pour le toucher au doigt.
2Tanto el texto de Samuel como el de los Salmos son de la Biblia de las
Américas.
3

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Una Harmonía Sobre los Evangelios


de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino


Traducida por Abiel Sneyder

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Lucas 1:67-75
Lucas 1:76-80
Mateo 1: 1-17,
Lucas 3: 23-38
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Mateo 1: 18-25
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre
con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu
Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso
dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor
le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María
tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y
dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo
dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen
concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido
es: Dios con nosotros. 24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel
del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció
hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

18. El nacimiento de Jesucristo fue así. San Mateo no cuenta en cuál lugar o
cómo Cristo nació, sino cómo fue manifestada a José su generación celeste.
Primero, dice que María se encontró encinta por el Espíritu Santo; no es que
este trabajo secreto de Dios fuera de conocimiento general, sino que el
evangelista con conocimiento de los hombres (que veían bien por signos
externos que María estaba embarazada) esposó la virtud del Espíritu, que era
todavía desconocida1. Él indica el tiempo: Cuando María estaba desposada
con José, sin embargo, antes que se juntasen. Porque con respecto al
vínculo de matrimonio, desde que la chica era prometida a un hombre, los
Judíos la mantenían por verdadera y legítima mujer. Este es el porqué la ley
castigaba como adulteras a las que durante sus compromisos2 eran
obscenas. La palabra cuyo uso expresa aquí el evangelista es o bien una
denominación modesta para las relaciones conyugales, o simplemente
quiere decir, "antes de venir a vivir juntos como marido y mujer, y para hacer
un hogar y la familia."3 Y así el sentido sería que el padre y la madre de la
Virgen no la habían entregado o dado a su marido, sino que estaba bajo su
guardia y gobierno.
____________

1 Párrafo de difícil traducción: La versión en francés dice: « En premier


lieu il dit que Marie fut trouvée enceinte du Saint-Esprit; non pas que cette
œuvre secrète de Dieu ait été connue de chacun, mais l'évangéliste avec la
connaissance des hommes (qui voyaient bien par signes externes que Marie
était enceinte) conjoint la vertu de l'Esprit, qui était encore inconnue ». Sin
embargo, una versión en inglés dice: “First he says that Mary was found
with child of the Holy Spirit, not to make the hidden working of God publicly
known, but to put the power of the Spirit, as yet concealed, alongside men's
apprehension”.

2 Es decir, aquellas señoritas que ya se habían comprometido a


casarse.

3 En francés esta parte es un poco diferente. « Le mot dont use ici


l'évangéliste exprime à mot couvert la compagnie de l'homme avec la femme,
ou bien se prend simplement pour demeurer ensemble, en sorte que le mari
et la femme ne fassent qu'un ménage ».

19. Como era justo. Ciertos comentaristas entienden que José quiso
perdonar a su mujer, y cubrir la falta más aun porque era justo. Así ellos
apelan a la justicia, una humanidad o afección propensa a dulzura y
clemencia. Los otros dicen mejor, que leen esta cláusula como que tiene dos
partes opuestas: a saber, que José era justo, y sin embargo, temía darle
mala reputación1 a su mujer. Conque la justicia que es alquilada aquí,
consistía en ver el dolor en odio y detestación. Más aun cuando él tenía la
sospecha de adulterio sobre su mujer, y más aun cuando hasta tenía la cosa
por cierta, no quería en absoluto alimentar el dolor disimulando y fingiendo
no ver nada allí. Y de hecho, este es un proxeneta de su esposa, que
disimula la impudicia de la misma. Y lo que es más, no sólo todas las
personas cariñosas de la virtud y honestidad tienen esto en horror, sino que
también las leyes castigan por infamia tal tontería de los maridos. José pues,
por un celo de justicia y un amor de virtud que tenía, detestó el mal que
pensaba estaba en su mujer; sin embargo él tenía una afección de
humanidad que le impedía proceder contra ella con rigor. El medio más
dulce y menos escandaloso era que secretamente se alejara del lugar y la
dejara sin hacer ningún ruido. De lo que podemos recoger que José no fue
en absoluto de un corazón afeminado y cobarde, que, bajo el color de ser
dulce y misericordioso, haya querido alimentar la basura cubriéndola.
Solamente él tomó en consideración no perseguir en absoluto la cosa con
rigor, por miedo de difamar a su mujer con una acusación criminal. Y no hay
duda que no haya sido retenido en este asunto por una inspiración secreta
del Espíritu Santo. Nosotros sabemos cuánto los celos son una afección
llena de impaciencia, y que transporta considerablemente a un hombre. Por
lo que aunque José mismo hubiera tenido en rienda esta afección súbita e
impetuosa, no obstante, todavía hacía falta que Dios por medios admirables
previniera varios y diversos peligros que podían resultar, cuando deliberaba
en dejar su morada. La misma observación es aplicable al silencio de María.
Dando por sentado que modesta reserva le impedía aventurarse a decir a su
marido, que estaba embarazada por el Espíritu Santo, no fue tanto por su
propia elección, sino por la providencia de Dios que estaba restringida.
Porque si ella hubiera abierto la boca, dado que la cosa era más que
increíble, José hubiera creído que se burlaba de él; y todo el pueblo hubiera
hecho una burla. Y al mismo tiempo, la advertencia que fue hecha a José por
el ángel de Dios no hubiera sido en absoluto de tal importancia, viniendo
después de eso. El Señor pues sufrió el que su servidor José hubiera sido
engañado en su juicio por ignorancia, con el fin de que más tarde, él mismo
le devolviera el camino, dándole a entender las cosas. Pero nosotros
debemos saber que esto fue hecho más en consideración a todos nosotros
que para el provecho particular de José. Porque Dios quiso ocuparse por
todos los medios que no se pudiera pensar en cosa que contraviniera la
certeza de la revelación que fue hecha a José. Cuando el ángel se dirige a él,
antes que supiera de todo el asunto, los malos y burlones de Dios no
encuentran que morder sobre eso y ellos no sabrían decir que ha estado
entero en su opinión, cuando Dios le habló. No ha sido engañado en
absoluto por los halagos y las bellas palabras de su mujer; no hubo en
absoluto oraciones para quitarle del espíritu la opinión que había concebido.
No había sido desviado en absoluto por razones y conjeturas humanas; pero
cuando se sintió abrumado con la falsa sospecha sobre su mujer, he aquí
que Dios viene a ponerse entre los dos, con el fin de que a consecuencia de
José, nos fuera más suficiente testigo, y de más grande autoridad, como
enviado del cielo a nosotros en este mundo. Vemos cómo Dios eligió
emplear a un ángel para informar a su siervo José, que a otros podría ser un
heraldo celestial y que la inteligencia que él transmitió no pudo ser prestada
de su esposa, o de cualquier mortal. La razón por la cual este misterio no fue
conocido de inmediato por un mayor número de personas parece ser este.
Era conveniente que este tesoro inestimable debiera permanecer oculto y
que el conocimiento de este debiera ser impartido a nadie más sino a los
hijos de Dios. Tampoco es absurdo decir que el Señor quería, como él
frecuentemente hace, poner la fe y la obediencia de su propio pueblo a
prueba. Sin duda alguna, si alguien maliciosamente se niega a creer y
obedecer a Dios en este asunto, tendrá abundantes razones para estar
satisfecho con las pruebas en que se apoya este artículo de nuestra fe. Por
la misma razón, el Señor permitió a María entrar en el estado matrimonial,
para que bajo el velo de matrimonio, hasta que el tiempo de darse a revelar,
la concepción celestial de la Virgen pudiera estar ocultada. Mientras tanto, el
conocimiento de la concepción fue negado a los incrédulos, tal como su
ingratitud y maldad merecían.
____________

1 Originalmente: “mauvais bruit”. Mal ruido.

20. Y pensando él en esto. Vemos aquí cómo oportunamente y, como


diríamos, en el último instante, el Señor usualmente socorre a su pueblo. Por
lo tanto, también inferimos que, cuando él parece no tener en cuenta
nuestras preocupaciones y angustias, nosotros aún estamos en sus ojos. Es
posible que, de hecho, él se esconda de sí mismo y permanezca en silencio,
pero cuando nuestra paciencia ha sido sometida a la prueba, él nos ayudará
en el momento en que su sabiduría haya seleccionado. Qué tan tarde o
temprana, o como quiera ser pensada su ayuda, es para nuestra ventaja que
ella se retrasa.

Cuando aquí se dice que: He aquí un ángel del Señor le apareció en sueños.
Se habla de uno de los dos tipos comunes de revelaciones mencionadas en
el libro de Números, capítulo 12, versículos 6 y 7, donde el Señor habla así:
“Cuando haya entre ustedes profeta del Señor, yo me apareceré a él en una
visión, y le hablaré en sueños, Pero con mi siervo Moisés, que es fiel en toda
mi casa, no lo hago así, sino que con él hablo cara a cara”. Pero debemos
entender que los sueños de este tipo son muy diferentes de los sueños
naturales, porque tienen un carácter de certeza grabado en ellos, y están
impresos con un sello divino, por lo que no cabe la menor duda de su
veracidad. Los sueños que los hombres suelen tener, surgen ya sea de los
pensamientos del día, o de su temperamento natural, o de indisposición
corporal, o por causas similares: mientras que los sueños que vienen de
Dios son acompañados por el testimonio del Espíritu, que pone más allá de
duda que es Dios quien habla. Hijo de David, no temas. Esta exhortación
demuestra que José se quedó perplejo con el miedo por participar en el
crimen de su esposa, soportando su adulterio. El ángel le quita la sospecha
de culpabilidad con vista de que le permitió vivir con su esposa con
seguridad de conciencia. El apelativo, Hijo de David, fue empleado en la
presente ocasión, con el fin de elevar su mente a ese misterio sublime,
porque era de esa familia, e incluso, él era casi el único sobreviviente, con
algunos otros en número muy pequeño, de la que la salvación prometida al
mundo podría provenir. Cuando José oyó el nombre de David, de quien
descendía, él debía recordar la promesa de Dios, en relación con el
establecimiento del reino, con el fin de reconocer que no había nada nuevo
en lo que ahora se le dijo. Las predicciones de los profetas fueron, en efecto,
presentadas por el ángel, para preparar la mente de José para recibir el favor
presente.

21. Y llamarás su nombre JESÚS. Ya he explicado brevemente el significado


de esa palabra, tanto como fue necesario. En la actualidad, solo añadiré que
las palabras del ángel ponen a un lado el sueño de los que lo derivan del
nombre hebreo, Jehová, que es el nombre esencial de Dios, ya que el ángel
expresa la razón por la cual el Hijo de Dios es así llamado, porque él salvaría
a su pueblo, lo que sugiere una muy distinta etimología de lo que han
ideado. Es justamente y adecuadamente añadido, nos dicen, que Cristo es el
autor de la salvación, porque él es el Dios Eterno. Pero en vano intentan
escapar de este subterfugio, porque la naturaleza de la bendición que Dios
nos concede no es todo lo que está aquí indicado. Este oficio fue conferido
sobre su Hijo en el hecho, de la orden que había sido dado a él por el Padre,
del oficio con el cual fue investido cuando vino a nosotros desde el cielo.
Además, las dos palabras, Jesús y Jehová, solo están de acuerdo, en dos
letras, y difieren en el resto, lo que hace que sea extremadamente absurdo
alegar afinidad alguna entre ellos, como si fueran un solo nombre. Tales
mezclas dejo a los alquimistas, o a los que se les asemejan estrechamente
de los cabalistas. Los que forjan para nosotros estos refinamientos sin
importancia.

Cuando el Hijo de Dios vino a nosotros vestido en carne, él había recibido


del Padre un nombre que decía claramente con qué propósito él venía, cuál
era su poder, y lo que teníamos derecho a esperar de él, pues el nombre de
Jesús viene del verbo hebreo, Hiphil, ‫הושיע‬, que significa en hebreo salvar.
Es verdad que los hebreos lo pronuncian de forma diferente. Porque ellos
dicen Iéhosua (Josué) y no pasa como Jesús, pero el evangelista, que
escribía en griego, siguió el modo común del uso de la lengua. Porque los
que habían traducido de hebreo a griego, los libros de Moisés y los otros
libros de la Escritura (Antiguo Testamento) por todas partes donde habían
encontrado Iéhosua, (Josué) habían puesto Iésus. (Jesús). He aquí una razón
suplementaria para mostrar la babosada de aquellos que dicen que el
nombre de Jesús viene de la palabra Jehová, o más bien diría, que tiran a la
fuerza. Porque les parece una gran absurdidad que este santo nombre haya
sido apropiado para algún hombre mortal y para el Hijo de Dios, y ellos
exclaman de modo espantoso que Cristo nunca hubiera aguantado que su
nombre fuera profanado así; como si la respuesta no estuviera a la mano,
que el nombre de Jesús era tan de uso común en esos días como el nombre
de Josué. Ahora bien, como queda suficientemente claro que el nombre de
Jesús nos presenta al Hijo de Dios como el autor de la salvación,
examinemos más de cerca las palabras del ángel.

Él salvará a su pueblo de sus pecados. La primera verdad que se nos enseña


con estas palabras es la tesis de que aquellos a quienes Cristo es enviado a
salvar están en sí mismos perdidos. Ahora bien, es especialmente el
Salvador de la Iglesia. Si aquellos a quienes Dios permite estar en comunión
con él estaban hundidos en la muerte y la ruina hasta que fueron devueltos a
la vida por Cristo, ¿Qué podemos decir de los extraños que nunca han sido
iluminados por la esperanza de vida? Porque cuando se dice que la
salvación es contenida en Cristo, esto implica claramente que todo el género
humano en su naturaleza está bloqueado en el camino a la perdición. Mas se
debe notar la causa de esta destrucción, porque el Juez Celestial no
pronunciaría sin ninguna razón que nosotros somos malditos. El ángel nos
dice abiertamente que nosotros estamos perdidos y abrumados por una
condena terrible, ya que estamos excluidos de la vida por nuestros pecados.

De esta forma obtenemos una visión de nuestra corrupción y depravación,


pues si encontráramos a un hombre absolutamente íntegro, que viviera en la
sola justicia, él no lo podría hacer sin Cristo como Redentor. Por el
contrario, todos sin excepción necesitan su gracia, por tanto, se deduce que
son esclavos del pecado y están destituidos de la verdadera justicia. De este
mismo pasaje recogemos en cual suerte o por cual medio Cristo nos salva;
al saber cómo él nos libra de nuestros pecados. Esta expedición tiene dos
partes:

1. Cristo habiendo hecho la expiación, nos trae el perdón gratuito, que


nos libera de la condenación de la muerte y nos reconcilia con Dios.

2. Él nos santifica por su Espíritu Santo y nos libra de la tiranía de


Satanás, para que nosotros vivamos dentro de la libertad y la justicia. Así
nosotros no reconocemos verdaderamente a Cristo como nuestro salvador
hasta que, aprendemos a recibir el perdón gratuito de nuestros pecados, y
sepamos que somos considerados justos ante Dios, porque estamos libres
de culpa, y hasta que le pidamos de su Espíritu de justicia y santidad, sin
tener confianza en nuestras propias obras o poder.

Por el pueblo de Cristo, no hay punto de duda que el ángel entiende a los
Judíos, a quienes él fue nombrado como Jefe y Rey. No obstante porque un
tiempo después los Gentiles fueron insertados en la raza de Abraham, la
promesa de salvación se extiende indiferentemente a todos los que por la fe
son incorporados al cuerpo que es la Iglesia.

22. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho. Es ignorante y


pueril sostener que porque el nombre de Jesús ha sido impuesto al Hijo de
Dios es por lo tanto llamado Emmanuel, ya que Mateo no limita esta
afirmación con el simple hecho del nombre, sino que incluye todo lo que es
celestial y divino en él la concepción de Cristo y esa es la razón por la que él
emplea el término general todo. Ahora debemos ver cómo la predicción de
Isaías se aplica apropiadamente. Es un pasaje muy conocido y notable,
(Isaías 7), sin embargo los Judíos lo pervirtieron con su acostumbrada
malicia, aunque el odio a Cristo y la verdad, descubre que son tanto, ciegos
y tontos, como malvados. Muchos de sus rabinos hasta fueron tan
impudentes que no temieron en absoluto exponer que el pasaje del profeta
se aplicaba a la persona del rey Ezequías, que para entonces tenía quince
años de edad. ¿Y qué, pregunto yo, debe ser su rabia por la mentira, cuando,
con el fin de evitar la entrada de la luz clara, invierten el orden de la
naturaleza y cierran a un joven en el vientre de su madre para que él pueda
nacer de dieciséis años de edad? No obstante los enemigos de Cristo
merecen que Dios los golpee con un espíritu de atolondramiento e
insensibilidad. Otros lo aplican a una criatura de su propia fantasía, a algún
hijo desconocido de Acaz, cuyo nacimiento Isaías había predicho. Pero les
pregunto ¿a qué título habría sido nombrado ése Emmanuel y la tierra
sometida bajo su imperio, visto que habría fallecido sin haber tenido el
menor renombre durante toda su existencia? Porque poco después el
profeta nos dice que este niño, quienquiera que hubiera sido, sería
gobernador de la tierra. Igualmente absurda es la noción de que este pasaje
se refiere al hijo del profeta. Y por cierto los Doctores antiguos se engañaron
muy pesadamente en este lugar, cuando quisieron aplicar a Cristo el
contenido del siguiente capítulo. El profeta dice allí, que, instruido por una
visión, él se llegó sobre la profetisa y concibió y tuvo un hijo y el niño que
ella dio a luz fue nombrado por mandato divino: "El despojo se apresura, la
presa se precipita". Todo lo que se describe allí es la calamidad de la guerra
y de la horrible ruina que esta origina, lo que hace muy evidente que los
temas son totalmente diferentes.

Investiguemos ahora, por lo tanto, el verdadero significado de este pasaje.


La ciudad de Jerusalén estaba sitiada. Acaz se estremecía, y estaba casi
muerto de terror. El profeta es enviado a asegurarle que Dios protegía la
ciudad. Sin embargo, como una simple promesa no es suficiente para
enderezar su espíritu tan enturbiado, es ordenado al Profeta ofrecerle la
señal que quisiera escoger, esté en el cielo o sobre la tierra. Entonces este
mal hipócrita escondiendo su infidelidad se niega a pedir una señal. Es por
eso que el Profeta lo reprende bruscamente y añade al mismo tiempo: “El
Señor mismo os dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo”.
Exponemos esto de la persona de Cristo, de la siguiente manera: "Tú, toda la
posteridad de David, mientras puedas, intenta suprimir la gracia que se te
prometió" (porque el profeta expresamente los llama, para avergonzarlos: La
casa de David)", no obstante, vuestra malicia y vuestra infidelidad no
impedirá que la verdad de Dios salga victoriosa. Dios prometió que la ciudad
se mantendría sana y salva de sus enemigos. Si su palabra no es suficiente,
él está listo para darle la confirmación por medio de una señal tal como
demandéis. Vosotros desecháis ambos favores y los desprecian, pero Dios
se mantendrá firme en su compromiso. Pues el Redentor prometido llegará,
en el que Dios se mostrará a sí mismo para estar plenamente presente en su
pueblo. Exponemos esto de la persona de Cristo, de la siguiente manera:
"Tú, toda la posteridad de David, mientras puedas, intenta suprimir la gracia
que se te prometió (porque el profeta expresamente los llama, para
avergonzarlos: La casa de David), no obstante, vuestra malicia y vuestra
infidelidad no impedirá que la verdad de Dios salga victoriosa. Dios prometió
que la ciudad se mantendría sana y salva de sus enemigos. Si su palabra no
es suficiente, él está listo para darle la confirmación por medio de una señal
tal como demandes. Vosotros desecháis ambos favores y los despreciáis,
pero Dios se mantendrá firme en su compromiso. Pues el Redentor
prometido llegará, en el cual Dios se mostrará a sí mismo para estar
plenamente presente en su pueblo”.

En contra de esto, los Judíos alegan que no hubieran habido en absoluto ni


razón ni apariencia si Isaías que hablaba a la gente de este tiempo, les
hubiera dado una señal que pasó sólo cerca de ochocientos años después.
Y entonces ellos asumen aires del triunfo soberbio, como si la objeción de
los cristianos se hubiera originado en la ignorancia o falta de consideración
y fueran ahora olvidados y enterrados. Pero la solución, creo yo, es fácil,
siempre y cuando tengamos en vista que un pacto de adopción se les dio a
los Judíos, del que dependían los demás actos de la bondad divina. Hubo
entonces una promesa general, por la cual Dios adoptó a los hijos de
Abraham como una nación y en el que se fundaron todas las promesas
especiales. Una vez más, las bases de este pacto era el Mesías. Ahora
tenemos, que el motivo de la salvación de la ciudad era porque era el
santuario de Dios y de ella vendría el Redentor. Sin esta razón, Jerusalén
hubiera perecido cien veces.

Permitamos ahora que los lectores piadosos consideran esto: Cuando la


casa del rey rechazaba abiertamente la señal que Dios les ofrecía, ¿no era
muy a propósito que el profeta les reenviara directamente al Mesías?
Es como si hubiera dicho: “Aunque este siglo sea indigno de la salvación y
de la expedición que les prometo por parte del Señor, no obstante Dios se
acuerda de su alianza y en consideración a esta, preservará esta ciudad de la
mano de los enemigos. Por consiguiente, aunque él no muestre en absoluto
ahora una señal individual para demostrar su gracia, esta sola debe bastar
bien, a saber, que el Mesías saldrá del linaje de David”. Sin embargo, es
preciso señalar que, cuando el profeta recordó a los incrédulos la alianza
general, era una especie de reproche, porque no aceptaban una señal en
particular. Me parece ahora que tengo suficientemente demostrado cuando
el profeta cerró la puerta contra toda clase de milagros, e hizo una transición
adecuada a Cristo, con el propósito de llevar a los incrédulos a reflexionar
que la única causa de la liberación fue el pacto que se había hecho con sus
padres. Y por este ejemplo notable Dios había estado complacido de
testificar a todas las edades, que continuó con amabilidad hacia los hijos de
Abraham sin interrupciones, porque sólo en Cristo, y no a través de sus
propios méritos, era que había hecho con ellos un pacto de gracia.

Hay otro sofisma por el cual los Judíos tratan de esquivar nuestro
argumento. Inmediatamente después de las palabras en cuestión, el profeta
añade: "Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno,
la tierra que tú aborreces será dejada de sus dos reyes". Por lo tanto ellos
infieren, que el prometido nacimiento del niño estaría retrasado por un
tiempo muy corto, de lo contrario, no estaría de acuerdo con el rápido
cambio de los reinos que el profeta había anunciado tendría lugar antes de
que el niño hubiera pasado la mitad del período de su infancia. Yo
respondo, cuando Isaías dio una señal del futuro Salvador, y declaró que un
niño sería nacido, el cual sería el verdadero Emmanuel, o - para usar el
lenguaje de Pablo - Dios manifestado en la carne, él procedió a hablar en
términos generales de todos los niños de su propio tiempo. Y de esto hay
una muy buena razón totalmente evidente. Porque habiendo hablado de la
alianza general de Dios, él regresó a la promesa especial para la cual había
sido enviado ante el rey. El pasaje anterior, que se relaciona con la
redención definitiva y completa, describe un niño en particular, a quien sólo
le pertenece el nombre de Dios, mientras que el otro pasaje, que
corresponde al beneficio especial que Dios quería hacerles en ese entonces,
indica su tiempo por la infancia de los que acababan de nacer, o que debían
nacer pronto después. Hasta aquí tengo (es así como pienso)
suficientemente refutado por razones buenas y firmes las calumnias de los
Judíos, por las cuales ellos tratan de sepultar la gloria de Cristo, con el fin de
que ella no reluzca magníficamente en esta Profecía.

Ahora nos queda por refutar sus argumentos sofísticos acerca de la palabra
hebrea Alma, que el evangelista ha traducido con la palabra “virgen”. Ellos
persiguen sin motivo a Mateo por demostrar que Cristo nació de una virgen,
mientras que el nombre hebreo significa simplemente una mujer joven, y nos
ridiculizan por estar desviados por la traducción incorrecta de una palabra,
en creer que había nacido por el Espíritu Santo, cuando el profeta afirma sin
más que él iba a ser el hijo de una mujer joven. 1. Ellos muestran bien que
toman placer en discutir a tontas y a locas sin razón, cuando quieren a toda
fuerza que un nombre, que la Escritura a menudo atribuye a las vírgenes,
aquí sea entendido de una muchacha que tuvo conocimiento de hombre. 2.
Más la etimología del nombre conviene bien con el significado que
dosificamos. Porque él implica una idea de retiro o de escondite, que
expresa este pudor honrado que debe ser la conducta de las vírgenes. Ellos
alegan el pasaje del capítulo 30 de los Proverbios, versículo. 19, el cual sin
embargo, no les ayuda en su causa. Salomón habla allí de una muchacha,
cuyo hombre se encuentra enamorado. Pero si un hombre está enamorado,
¿resulta por lo tanto que ella ya haya sido violada? Es muy de otro modo;
porque hay más apariencia de lo contrario. Sin embargo, todo lo que ellos
refutan en cuanto al significado de la palabra, el hecho en sí mismo
demuestra, y obliga al reconocimiento, que el profeta habla de un nacimiento
milagroso y extraordinario. Él exclama que él estaba trayendo una señal del
Señor y no una señal común, sino una superior a cualquier otra. ¿Si decía
solamente que una mujer daría a luz, no hubiera sido una gran burla hacer
un preámbulo tan magnífico? Vemos pues que los Judíos por su arrogancia
se exponen a la burla y a los santos misterios del Dios con ellos. Más
podemos tirar del texto mismo un argumento que no pasa sin importancia.

Una virgen concebirá. ¿Por qué se hace mención de un hombre? Se debe a


que el profeta nos llama la atención sobre algo muy poco común. Además, la
carga de nombrar al infante es dado a la Virgen. En este sentido, también, el
profeta expresa algo extraordinario, porque aunque se relaciona
frecuentemente con la Escritura, que los nombres fueron dados a los niños
por sus madres, sin embargo, se llevaba a cabo por la autoridad de los
padres. El profeta pues enviándole su palabra a la virgen les quita a los
hombres toda la autoridad que la orden de naturaleza les atribuye en cuanto
a este niño. Cuando el profeta dirige su discurso a la virgen, se aleja de los
hombres en lo que respecta a este niño, que es la autoridad que les confiere
el orden de la naturaleza. Dejemos que esto, por lo tanto, sea considerado
como una verdad establecida, que el profeta se refiere aquí a un milagro
extraordinario de Dios y lo recomienda a la consideración atenta y devota de
todos los santos, un milagro que es vilmente profanado por los Judíos,
quienes aplican el método ordinario de la concepción de lo que se dice en
referencia al poder secreto del Espíritu Santo.

23. Su nombre Emanuel. Es verdad que la Escritura acostumbra a usar este


término, “Dios con nosotros” cuando quiere significar que Dios está
presente entre nosotros con su ayuda y su gracia, y muestra el poder de su
mano en nuestra defensa. Sin embargo, aquí se nos instruye en cuanto a la
forma en que Dios se comunica con los hombres. Por fuera de Cristo
estamos separados de él, pero a través de Cristo no sólo nos recibe en su
favor, sino que nos hace uno con él. Cuando Pablo dice que los Judíos bajo
la ley estaban cerca a Dios, (Efesios 2:17) y que una enemistad mortal
(Efesios 2:15) subsistían entre ellos y los gentiles, él no solo quería decir
que por las sombras y figuras, Dios en ese entonces le había dado a las
personas a las que había adoptado, las señales de su presencia. Esa
promesa estaba todavía en vigor, "El Señor tu Dios está entre vosotros"
(Deuteronomio 7:21) y, "Este es mi reposo para siempre" (Salmo 132:14). Sin
embargo, mientras que la relación familiar entre Dios y la gente dependía de
un mediador, lo que aún no había tenido lugar era totalmente ensombrecido
por los símbolos. Su asiento y residencia se sitúa "entre los querubines"
(Salmo 80:1), porque el arca era la figura y el compromiso visible de su
gloria. Pero en Cristo la presencia real de Dios con su pueblo ha sido
expuesta, y no es como antes que su presencia era enigmática. Esta es la
razón por la que Pablo dice que "En él habita corporalmente toda la plenitud
de la Deidad," (Colosenses 2:9). Y ciertamente, no sería un mediador con
capacidad suficiente, si no uniera las dos naturalezas en su persona, y por lo
tanto llevar a los hombres a una alianza con Dios.

Tampoco hay ninguna fuerza en la objeción sobre la cual los Judíos hacen
una buena cantidad de ruido, que el nombre de Dios se aplica con frecuencia
a los memoriales por los que declaró que estaba presente entre los
creyentes. Porque no se puede ser negado que este nombre, Emmanuel,
contiene un contraste implícito entre la presencia de Dios, como lo muestra
en Cristo, con cualquier otro tipo de presencia, que se había manifestado a
los antiguos antes de su venida. Si la razón de este nombre empezó a ser
realmente cierta, estando ya presente Cristo en la carne, se deduce que no
fue completa, sino sólo en parte, de que Dios se había unido antes con los
Padres, de lo cual surge otra prueba, que Cristo es Dios manifestado en la
carne. Cristo cumplió, en efecto, el oficio de mediador desde el principio del
mundo, pero como esto dependía totalmente de la última revelación, es
justamente llamado Emanuel en ese momento, cuando se vistió, por así
decirlo, con un nuevo personaje, que aparece en público como un sacerdote,
para expiar los pecados de los hombres por el sacrificio de su cuerpo, para
reconciliarnos con el Padre por el precio de su sangre, y, en una palabra,
para cumplir con todas las partes de la salvación de los hombres.

Lo primero que debemos considerar en este nombre es la majestad divina de


Cristo, con el fin de rendirle el respeto que se debe al único y eterno Dios.
Pero no debemos, al mismo tiempo olvidar el fruto que Dios quiere que
recojamos y recibamos de este nombre. Porque cada vez que contemplamos
a la persona de Cristo como Dios-hombre, debemos mantener con certeza
que, si estamos unidos a Cristo por la fe, poseemos a Dios. En cuanto a las
palabras que el evangelista usa, ellos llamarán, hay un cambio de la
cantidad. Pero esto no es en absoluto en desacuerdo con lo que ya he dicho.
Es cierto que el profeta se refiere a la virgen sola, y por lo tanto usa la
segunda persona, llamarás, pero desde el momento en que este nombre fue
publicado, todos los santos tienen el mismo derecho a hacer esta confesión,
que Dios se ha dado a sí mismo para ser disfrutado en Cristo.

24. Y despertando José del sueño. El diligente comportamiento, que aquí se


describe, no solo sirve para certificar la certeza de la fe de José sino para
elogiar su obediencia. En efecto, si todos los escrúpulos, no se hubieran
retirado y su conciencia completamente pacificado, nunca habría llegado tan
alegremente a un repentino cambio de opinión para tomar a su mujer, a
quien un poco antes él se negaba a recibir y le parecía que iba a estar
contaminado por conversar con ella. El sueño debió haber llevado alguna
marca de Divinidad que no permitió que su mente vacilara. A continuación
siguió el efecto de la fe, luego de haber aprendido la voluntad de Dios, que
de inmediato se dispuso a obedecer.
25. Pero no la conoció. Este pasaje ofrece el pretexto para grandes
perturbaciones, las cuales fueron introducidas en la Iglesia en un período
anterior por Helvidius. La conclusión que él sacaba de ella era que María
había permanecido virgen hasta que tuvo su primer parto y que después ella
tuvo otros hijos de su marido. Jerónimo, por el contrario, seria y
copiosamente defendió la virginidad perpetua de María. Descansemos
satisfechos con esto, que no justa y bien fundada inferencia puede ser
sacada de estas palabras del evangelista, en cuanto a lo que ocurrió
después del nacimiento de Cristo. Él es llamado primogénito pero por la
sencilla razón de que supiéramos que él nació de una virgen pura que nunca
había tenido un hijo. Se dice que José no la conoció hasta que dio a luz a su
primer hijo: Pero esto está limitado a aquella vez. Lo que ocurrió después, el
historiador no nos lo informa, como es bien conocido era la práctica de los
escritores inspirados. Ciertamente, ningún hombre va a plantear una
pregunta sobre este tema, salvo por curiosidad y ningún hombre
obstinadamente se mantendrá en el argumento, a menos que exista una
afición extrema a discutir.

Lucas 2:1-7
1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de
Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo
se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser
empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad
de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era
de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer,
desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos
allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo
primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no
había lugar para ellos en el mesón.

San Lucas cuenta ahora cómo el nacimiento de Cristo ocurrió en la ciudad


de Belén, visto que María su madre vivía en otro lugar, antes de su próximo
parto. Él muestra primero que esto no se hizo en absoluto por opinión o
consejo humano, diciendo que José y María se fueron de su casa, y vinieron
allí para hacerse inscribir en la orden de su familia y de su tribu. Si hubieran
salido de Nazaret por una iniciativa deliberada, con el fin de que María
tuviera el parto en Belén, nosotros nos fijaríamos en los hombres, pero
cuando vemos que tuvieron como solo motivo el obedecer el edicto de
Augusto, entendemos claramente que Dios los llevó de la mano como ciegos
hasta el lugar donde hacía falta que Cristo naciera. Esto podría parecer
accidental, como todo lo demás que no procede de una intención directa del
hombre y es atribuida por los hombres irreligiosos a la fortuna. Pero no hay
que asistir sólo a los propios acontecimientos. Debemos recordar también el
anuncio que fue pronunciado por el profeta hacía muchos siglos atrás. Una
comparación nos mostrará claramente que esto no ocurrió sin la maravillosa
providencia de Dios, que el registro fuera promulgado por César Augusto, y
que José y María salieran de su casa, con el fin de llegar a Belén,
exactamente en el tiempo correcto. Así vemos que los santos siervos de
Dios, a pesar de que se desvían de sus diseños, inconscientes a dónde van,
siguen manteniendo el buen camino, porque Dios dirige sus pasos.
Tampoco es la Providencia de Dios menos maravillosa al emplear el
mandato de un tirano para conducir a María desde su casa, para que la
profecía se cumpliera. Dios había señalado mediante su profeta, como
después veremos, el lugar donde se había determinado que nacería su hijo.
Si María no hubiera sido obligada a hacer lo contrario, hubiera elegido dar a
luz a su hijo en casa. Augusto había ordenado que un registro tuviera lugar
en Judea y que cada persona diera su nombre, para que después ellos
pagaran un impuesto anual, que estaban acostumbrados antes a pagar a
Dios. Así, un hombre impío toma a la fuerza posesión de lo que Dios estaba
acostumbrado a demandar de su pueblo. Eso fue, en efecto, reducir a los
Judíos al total sometimiento, y prohibirles entonces, ser reconocidos como
el pueblo de Dios. De esta manera, las cosas habían sido llevadas hasta el
último extremo y los Judíos parecían estar cortados y alejados para siempre
de la alianza de Dios. Es en ese mismo momento que Dios pronto y contrario
a la expectativa universal, provee un remedio. Lo que es más, emplea esa
mala tiranía para la redención de su pueblo. Para el gobernador, (o quien
quiera que estuviese contratado por el César para este propósito), mientras
ejecutaba la comisión que se le había confiado, era sin saberlo, un heraldo
de Dios para llamar a María al lugar que Dios le había señalado. Y de hecho,
todo el cuento que tenemos aquí de San Lucas no tiende a otro fin, si no a
que los fieles conozcan que cuando Cristo fue manifestado, todas las cosa
habían sido conducidas por Dios, incluso desde el vientre de su madre.
Porque no se trata de un pequeño punto importante para la certeza de
nuestra fe, entender que María fue movida repentinamente y en contra de su
propia intención a Belén, al lugar al cual saldría el Redentor, como había
sido anteriormente prometido.

1. Todo el mundo. Este modo de hablar no debe ser encontrado extraño


entre los autores romanos y latinos. No hay lugar a duda que este censo
haya sido general y totalmente por las provincias, aunque la tasa de
impuestos pudo haber sido diferente. Yo entiendo que este
empadronamiento fue el primero porque los Judíos, como estaban
plenamente sometidos y domados, fueron entonces cargados con una
nueva y no acostumbrada imposición. Otros creen que este registro se hizo
por primera vez siendo Cirenio gobernador de Siria, pero no es probable este
punto de vista. El impuesto fue, de hecho, anual, pero el registro no se llevó
a cabo cada año. El significado es, que los Judíos eran mucho más
fuertemente oprimidos de lo que habían sido anteriormente. Existe una gran
diversidad en cuanto al nombre del procónsul. Algunos lo llaman Cirenio y
otros, Quirino y Quirino, pero no hay nada extraño en esto, porque sabemos
que los griegos, cuando traducían los nombres latinos, casi siempre
realizaban algún cambio en la pronunciación. Sin embargo, una dificultad
mucho mayor surge en otra dirección. Josefo dice en el tomo 18 de
Antigüedades, capítulo 1, que mientras que Arquelao era un preso en Viena,
Quirino llegó como procónsul, con instrucciones de anexar Judea a la
provincia de Siria. Ahora, los historiadores están de acuerdo, que Arquelao
reinaba nueve años después de la muerte de su padre Herodes. Por tanto,
parece que hubo un intervalo de cerca de trece años entre el nacimiento de
Cristo y el registro de esto, porque casi todos asienten a la cuenta indicada
por Epifanio, que Cristo nació en el año treinta y tres de Herodes, es decir,
cuatro años antes de su muerte. Otra circunstancia no menos
desconcertante es, que el mismo Josefo habla de este registro, que ocurrió
en el año treinta y siete después de la victoria en el capítulo 3, del tomo 18
de Antigüedades. Si esto es cierto, Augusto vivió, a lo sumo, no más de siete
años después de este evento, lo cual hace una deducción de ocho o nueve
años de su edad, pues es claro desde el tercer capítulo del Evangelio de
Lucas, que estaba en ese momento sólo en los quince años. Pero, como la
edad de Cristo es demasiado conocida para ser puesta en duda, es muy
probable que, en este y muchos otros pasajes de la historia de Josefo, su
recuerdo le había fallado. Los historiadores están de acuerdo en que
Quirino fue cónsul de diecinueve años, y por lo tanto, antes de la victoria
sobre Antonio, la que dio a Augusto todo el comando del imperio, y así debió
haber sido enviado a la provincia a una edad muy avanzada. Además, el
mismo Josefo enumera cuatro gobernadores de Judea en los ocho años,
mientras que reconoce que el quinto fue gobernador durante quince años.
Que fue Valerio Grato, el cual fue sucedido por el poder de Poncio Pilato.
Otra solución puede ser ofrecida. Pudo haber sido encontrado impracticable
efectuar el registro inmediatamente después que el edicto hubiese sido
publicado, pues Josefo cuenta que Coponio fue enviado con un ejército para
reducir los Judios a la sujeción, de la que fácilmente se puede inferir, que el
registro se impidió por un tiempo, debido a los tumultos populares. Las
palabras de Lucas llevan este sentido, que en los tiempos del nacimiento de
Cristo, un edicto salió para empadronar al pueblo, pero que pudo haber sido
puesto en ejecución sólo después que el reino hubo cambiado, cuando el
país de Judea pudo ser anexado a otra provincia. Así el último miembro era
añadido como una corrección.1

Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. Es decir, fue
ejecutado entonces, y encontraron modo de llevarlo a cabo. Pero toda la
pregunta aún no está contestada, porque, mientras que Herodes era rey de
Judea, ¿qué propósito tenía registrar a un pueblo que no pagaban tributo al
Imperio Romano? Yo respondo: No hay absurdo en el supuesto de que
Augusto, a modo de acostumbrar a los Judíos a la horquilla, pues su
obstinación era suficientemente conocida, eligió empadronarlos incluso bajo
el reinado de Herodes. Además, el reino y la dominación particular que tenía
Herodes no impidieron en absoluto que los Judíos no pagaran tributo al
imperio romano, a saber, una suma por hombre. Porque sabemos que
Herodes reinó sólo por concesión del Emperador y apenas pudo ser un
sujeto. No sé de quién tomó Eusebio lo que dice que este registro se llevó a
cabo por una orden del Senado romano.
__________
1Párrafo de difícil traducción por los tiempos. Otra posible traducción sería:
Pero que no podía ponerse en práctica después de que el estado del reino
había cambiado, cuando el país de Judea fue anexado a otra provincia. Así,
el último miembro se añadía como una corrección, o también: Pero que no
podía llevarse a cabo hasta el cambio del reino, cuando el país de Judea
fuese anexado a otra provincia. Así el último miembro sería añadido como
una corrección. El texto en francés dice: “mais qu'il n'ait pu être mis en
exécution qu’après l'état du royaume ait changé, quand le pays de Judée a
été annexé à une autre province. Ainsi le dernier membre serait ajouté
comme une correction».

7. Porque no había lugar para ellos. Aquí vemos no sólo la gran pobreza de
José, sino la cruel tiranía que no admitía excusa, tanto así que obligó a José
a traer a su esposa con él en una temporada inconveniente, cuando estaba
cerca el momento de su parto. De hecho, es probable que aquellos que eran
los descendientes de la familia real fueran tratados con más dureza y desdén
que el resto. José no estaba tan desprovisto de sentimientos al punto que no
tuviera ninguna preocupación acerca del alumbramiento de su esposa. De
buena gana habría evitado esta necesidad, pero, como eso era imposible, se
vio obligado a ceder y se recomienda a Dios. Vemos, al mismo tiempo, la
clase de inicio de vida que tuvo el Hijo de Dios y cómo fue alojado al salir
del vientre de la madre. Él nació en este estado, porque se había revestido
con nuestra carne con el fin de desvanecerse para nosotros. Cuando fue
arrojado en un establo y acostado en un pesebre y un alojamiento le fue
negado por los hombres, fue para que el cielo estuviera abierto para
nosotros, no como un alojamiento temporal, sino como nuestro país eterno y
nuestra herencia para gozar de eso para siempre y con el fin de que los
ángeles nos recibieran en su compañía.

Lucas 2: 8-14
8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias
de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor,
y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero
el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que
será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al
niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente
apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a
Dios, y decían: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena
voluntad para con los hombres!

8. Había pastores. Hubiera sido en vano que Cristo naciera en Belén, si no se


hubiera dado a conocer al mundo. Pero el método de hacerlo, el cual es
descrito por Lucas, parece a la vista de los hombres muy inadecuado. En
primer lugar, Cristo es revelado pero a unos pocos testigos, e incluso en
medio de la oscuridad de la noche. Una vez más, aunque Dios tenía a sus
órdenes muchos testigos honorables y distinguidos, pasó por ellos y
escogió a los pastores, personas de humilde rango y no tenidas en cuenta
entre los hombres. Aquí la razón y la sabiduría de la carne deben probar ser
una tontería, y debemos reconocer que, “la locura de Dios" excede toda la
sabiduría que existe, o parece existir en el mundo. (1 Corintios 1:25). Pero
esto también era parte del vaciamiento de sí mismo, no para que cualquier
parte de la gloria de Cristo fuera tomada de él, sino para que estuviera oculta
por un tiempo. Tal como Pablo nos advierte, el Evangelio es, de acuerdo con
la carne, una cosa a ser despreciada, para que nuestra fe sea establecida en
el poder del Espíritu y no por la grandeza de las palabras de la sabiduría
humana o en algún otro esplendor mundano. (1 Corintios 2:4), por lo que
este inestimable tesoro ha sido depositados por Dios, desde el principio en
vasos de barro (2 Corintios 4:7), para que pudiera tratar completamente la
obediencia de nuestra fe. Si pues deseamos venir a Cristo, no debemos
tener vergüenza de seguir a aquellos a quienes el Señor, con el fin de
derribar el orgullo del mundo, ha tomado entre el estiércol del ganado, para
ser nuestro nuestros instructores.

9. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor. Él dice que la gloria del
Señor resplandeció alrededor de los pastores, por lo cual ellos reconocieron
al ángel. Pues hubiera sido un poco malo ser aconsejado por un ángel, tal
como es relatado por Lucas, si Dios no hubiera testificado con algún signo
externo, de que lo que habían oído procedía de Él. El ángel apareció, no en
una forma ordinaria, o sin majestad, sino rodeado con el resplandor de la
gloria celestial, para afectar poderosamente la mente de los pastores, a fin
de que recibieran el discurso dirigido a ellos, como proveniente de la boca
de Dios mismo. Es por eso el temor de los pastores, el cual Lucas continúa
diciendo, del cual Dios se vale generalmente para humillar el corazón de los
hombres y disponerlos para recibir su palabra con reverencia.

10. No temáis. Esta exhortación tiende a aliviar el temor que les embarga.
Pues, aunque pueda ser útil para las mentes de los hombres ser golpeadas
con temor para que aprender a dar el honor debido a Dios, al mismo tiempo
ellas necesitan consolación, en el caso de que estén completamente
angustiadas. Pues la majestad de Dios podría tragarse a todo el mundo, si
no hubiera dulzura para mitigar el terror que esta trae. Es por tanto que el
réprobo cae sin vida a la vista de Dios, porque Dios se le aparece en ningún
otro carácter sino en el de un juez. Sin embargo, para reactivar las mentes de
los pastores, el ángel declara que se les había enviado con un propósito
diferente, para anunciar la misericordia de Dios. Cuando los hombres oyen
esta palabra, que Dios se ha reconciliado con ellos, no sólo endereza a los
que cayeron, sino que restaura a todos aquellos que estaban arruinados y
les llama de la muerte a la vida al entender que Dios les ha sido propicio. Las
primeras palabras del ángel son que el traía un mensaje de gran alegría,
luego, él les da la causa de tal alegría, que el Salvador había nacido.
Estas palabras nos muestran, en primer lugar, que, hasta que los hombres
tengan paz con Dios y sean reconciliados con él por la gracia de Cristo, toda
la alegría que puedan experimentar es falsa y de corta duración. Los
hombres impíos con frecuencia disfrutan de la alegría frenética y
embriagadora, pero si no hay un Mediador entre ellos y Dios, las picaduras
ocultas de sus conciencias les producirán un tormento terrible. Además
aunque ellos se vanaglorien en sus delicias y de rienda suelta a toda
voluptuosidad, sus mismos placeres les son tormentos. Así, el comienzo de
la sólida alegría es percibir el amor paternal de Dios hacia nosotros, el único
que da tranquilidad y reposo a nuestros espíritus. Y esta alegría es la que
procede del Espíritu Santo, del cual Pablo nos dice, consiste el reino de
Dios (Romanos 14:17). Al llamarla gran alegría, él nos muestra, no sólo que
debemos, sobre todo, regocijarnos en la salvación traída por Cristo, sino que
esta bendición es tan grande y sin límites, para compensar completamente
todos los dolores, angustias y ansiedades de la vida presente. Aprendamos
a estar tan encantados con Cristo solamente, que la percepción de su gracia
pueda vencer y a la larga remueva de nosotros, todas las angustias de la
carne.

Que será para todo el pueblo. A pesar de que el ángel se dirige a los
pastores solamente, aún así, él dice claramente, que el mensaje de la
salvación que él traía era de más amplio alcance, de modo que no sólo ellos,
en su título personal, lo iban a oír, sino que otros podrían escucharlo
también. Hay que entender que este gozo es común a todas las personas
porque se ofreció de manera indiscriminada a todos. Porque Dios había
prometido Cristo, no a una sola persona, sino a toda la generación de
Abraham. Y si los Judíos, en su mayor parte, fueron privados de la alegría
que se les ofreció, fue por su incredulidad. Del mismo modo, en el día de
hoy, Dios invita a todos indiscriminadamente a la salvación por medio del
Evangelio, pero la ingratitud del mundo es la razón por la cual la gracia, que
es igualmente ofrecida a todos, es disfrutada por unos pocos. Aunque esta
alegría se limita a unas pocas personas, sin embargo, con respecto a Dios,
se dice que es común. Cuando el ángel les dice que esta alegría iba a ser
para todo el pueblo, él hablaba solamente del pueblo elegido, pero ahora que
la pared intermedia de separación (Efesios 2:14), ha sido destruida, el mismo
mensaje que hace referencia a toda la raza humana. En efecto, Cristo
anuncia la paz, no sólo para los que están cerca, sino a aquellos que están
lejos (Efesios 2:17) y aún para los extraños (Efesios 2:12) como a los de la
misma casa por igual. Pero como el pacto peculiar con los Judíos se
prolongó hasta la resurrección de Cristo, el ángel les separa del resto de las
naciones.

11. Os ha nacido hoy. Aquí, como hemos insinuado últimamente, el ángel


expresa la causa de la alegría. Ese día había nacido el Redentor que hacía
mucho tiempo atrás se había prometido, el cual iría a restaurar la Iglesia de
Dios a su buen estado. El ángel no habla de ello como algo del todo
desconocido, sino que toma su titular de la Ley y los Profetas, ya que si esta
forma de dirigirse se hubiera usado frente a paganos o a personas sin
religión, hubiera sido de no utilidad decir: os ha nacido hoy, un Salvador,
que es CRISTO el Señor. Por la misma razón, él menciona que él había
nacido en la ciudad de David, lo cual podría servir a ningún propósito, a
menos que se recordaran las promesas que se conocían universalmente
entre los Judíos. Por último, el ángel adaptó su discurso a los oyentes que
no estaban del todo desfamiliarizados con la redención prometida. Con la
doctrina de la ley y los profetas él unió el Evangelio, como emanando de la
misma fuente. Cristo es llamado Salvador porque es verdaderamente y en
perfección, el autor de la salvación. Además, no es sin causa que esta
palabra vosotros es añadida, y esto tiene que ser pensado bien, porque no
serviría saber que el Salvador nació, si cada uno de nosotros no aplicara
esto personalmente, asegurándose que fue para nosotros que nació el Hijo
de Dios. De la misma manera Isaías dice: "Porque un niño nos es nacido,
hijo nos es dado" (Isaías 9:6;), y Zacarías: "He aquí, tu Rey viene a ti
humilde,"(Zacarías 9:9).

12. Esto os servirá de señal. El ángel previno el escándalo que naturalmente,


podría dificultar la fe de los pastores. ¿Por qué no podríamos burlarnos al
ver yacido en el pesebre al que Dios envió como Rey y único Salvador? A
fin de que los pastores no objetaran la condición en la que estaba Cristo, y
no creyeran en él, el ángel les dice de antemano lo que iban a ver. Esta forma
de proceder, que podría parecer a la vista de los hombres absurda y casi
ridícula, es la forma que el Señor observa con nosotros todos los días.
Porque enviándonos del cielo la predicación del evangelio, él nos ordena
recibir a Cristo crucificado y nos propone elementos terratenientes y
corruptibles por signos que nos eleven a la gloria de la inmortalidad
bienaventurada. Después de habernos prometido justicia espiritual, pone
ante nuestros ojos un poco de agua: por una pequeña porción de pan y vino
sella la vida eterna de nuestras almas. Pero si el establo no dio ninguna
ofensa a los pastores que los previniera de ir a Cristo para obtener la
salvación, o de postrarsen ante su autoridad, mientras él era todavía un niño,
no hay señal, sin embargo, que pueda ocultar su gloria de nuestra vista, o
nos impida ofrecerle humildemente adoración, ahora que ha ascendido a los
cielos y está sentado a la mano derecha del Padre.

13. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud. Una exposición de


divino esplendor ya se había hecho en la persona de un solo ángel. Pero
Dios determinó, para adornar a su propio Hijo, una forma más ilustre Esto se
hizo para que nuestra fe fuera confirmada y tan cierta como la de los
pastores. Entre los hombres, el testimonio de dos o tres testigos es
suficiente para eliminar toda duda. Pero aquí hay un ejército del cielo, como
un solo hombre y una sola voz para dar testimonio del Hijo de Dios. ¿Cuál
sería entonces nuestra obstinación, si nos negáramos a unirnos al coro de
ángeles, al cantar las alabanzas de nuestra salvación, que es en Cristo? Por
lo tanto inferimos cuan abominable debe ser a los ojos de Dios la
incredulidad, que perturba esta armonía entre el cielo encantador y la tierra.
Una vez más, estamos condenados a más de la brutal estupidez, si nuestra
fe y nuestro afán de alabar a Dios no están inflamados por la canción que los
ángeles cantaron en plena armonía con el fin de proveernos del tema de
nuestra alabanza. Aún más, en este ejemplo de melodía celestial, el Señor
tuvo la intención de recomendarnos la unidad de la fe y de exhortarnos a que
nos unamos como un solo hombre a cantar sus alabanzas en la tierra.

14. ¡Gloria a Dios en las alturas! Los ángeles comienzan con acción de
gracias, o con las alabanzas de Dios, pues la Escritura, también nos
recuerda en todas partes que fuimos redimidos de la muerte para este
propósito, para que podamos testificar con la lengua, así como con las
acciones de la vida, nuestra gratitud a Dios. Recordemos entonces, la causa
final por la qué Dios nos reconcilió consigo mismo por medio de su Hijo
Unigénito. Era para que él glorificara su nombre, mediante la revelación de
los tesoros de su gracia y de su infinita misericordia. Y hoy en la medida en
que cada uno por el conocimiento de la gracia de Dios se siente dispuesto y
animado para celebrar su gloria, sepamos, en esta medida, se aprovecha en
la fe de Cristo. Cada vez que nuestra salvación es mencionada, debemos
entender que una señal ha sido dada para incitarnos a la acción de gracias y
la alabanza de Dios.

En la tierra paz. La lectura más común es poner aquí un puente, de modo


que lo que viene después, buena voluntad para con los hombres, es el tercer
constituyente de la frase. Entonces aunque en cuanto a la sustancia y al
sentido de este pasaje, no haya ampliamente que decir entre ambas
secciones; parece, no obstante, que aquel que seguimos conviene mejor en
el curso del texto. Porque las dos cláusulas, Gloria a Dios en las alturas, y
paz en la tierra, están sin duda de acuerdo entre sí, pero si usted no pone los
hombres y Dios en marcada oposición, la antítesis no aparecerá
completamente. No obstante si le gusta a alguien dejar mejor para la tercera
parte esta expresión, a los hombres, el sentido permanecerá siempre el
mismo, como diré a continuación.

Ahora tenemos que ver lo que los ángeles quieren decir con la palabra paz.
Ellos ciertamente no hablan de una paz exterior cultivadas por los hombres
entre sí, sino dicen que la tierra está en paz, cuando los hombres han sido
reconciliados con Dios y disfrutan de una tranquilidad interna en sus propias
mentes. Nosotros sabemos que nacimos hijos de ira y en consecuencia
somos los enemigos naturales de Dios, por consiguiente, sentimos que Dios
está enfurecido contra nosotros, y es imposible que escapemos de una
continua inquietud y una confusión extraordinaria. Una definición breve y
clara de la paz se puede obtener a partir de dos cosas opuestas. La ira de
Dios y el temor de la muerte. Se tiene así una doble referencia; una a Dios, y
otra con los hombres. Se obtiene la paz con Dios, cuando él comienza a ser
misericordioso con nosotros mediante la eliminación de nuestra culpa y la
no imputación de nuestras ofensas, y cuando, confiados en su amor de
Padre, nos dirigimos a él con plena confianza y valientemente lo alabamos
por la salvación que él nos ha prometido. Ahora, aunque en otro pasaje, la
vida del hombre en la tierra es declarada ser una guerra continua, (Job 7:1),
y el estado de la realidad muestra que no hay nada más lleno de problemas
que nuestra condición, siempre y cuando se permanecer en el mundo, sin
embargo, los ángeles dicen expresamente que hay paz en la tierra. Con esto
se pretende informar que, en la medida que confiamos en la gracia de Cristo,
no hay problemas que pueden surgir que nos impidan disfrutar de la calma y
la serenidad de la mente. Recordemos entonces que la fe está sentada en
medio de las tormentas de las tentaciones, en medio de varios peligros, en
medio de ataques violentos, en medio de contiendas y temores, para que
nuestra fe no pueda fallar o ser sacudida por cualquier tipo de oposición.

Buena voluntad. No sé de dónde pudo venir esta lección que estaba en la


antigua traducción latina, de decir, sobre la tierra paz en los hombres de
buena voluntad. Ella debe ser rechazada evidentemente, no sólo porque no
es verdadera y natural, sino también porque corrompe y vuelca totalmente el
sentido del pasaje. No obstante hay otros que se equivocan también,
informando esta palabra Buena voluntad, a los hombres, como si los ángeles
los exhortaran a abrazar la gracia de Dios. Aunque confieso la paz ofrecida
por el Señor no muestre en absoluto su virtud si no hasta que es recibida
por nosotros. Pero visto que la palabra griega que usa aquí San Lucas es
tomada a menudo por la palabra hebrea Razón, y que el antiguo traductor
latino lo cambió por buen placer, este pasaje no es correctamente entendido
como una referencia a la aceptación de la gracia. Los ángeles más bien
hablan de ella como fuente de paz y por lo tanto nos informan que la paz es
un don gratuito que se deriva de la pura misericordia de Dios. Si alguien
quisiera leerles "A los hombres o, Hacia los hombres, buena voluntad", el
sentido sería todavía bastante limpio allí, pues de esta manera se mostrará la
causa de la paz, la cual es que Dios se ha complacido en otorgar su favor
inmerecido a los hombres, a los que anteriormente tenía un odio mortal. Si
se tomara también estas palabras, Paz de buena voluntad, por Paz
voluntaria, yo no rechazaría tampoco tal interpretación; no obstante la que di
es más simple; a saber, que después de haber dicho, sobre la tierra paz a los
hombres, esta palabra Buen placer o buena voluntad es añadida, con el fin
de que se sepa de donde nos viene esta paz.

Lucas 2:15-21
15 Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores
se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha
sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16 Vinieron, pues,
apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el
pesebre. 17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del
niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les
decían. 19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su
corazón. 20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por
todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho. 21
Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre
JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.

15. Cuando los ángeles se fueron. Aquí se nos describe la obediencia de los
pastores. El Señor los había hecho testigos de su Hijo al mundo entero. Lo
que él les había hablado por medio de sus ángeles fue eficaz y no pasó
inadvertido. No fueron claramente y expresamente ordenados a ir a Belén,
sino que al ser lo suficientemente conscientes de que tal era el designio de
Dios, se apresuraron a ver a Cristo. Del mismo modo, sabemos que Cristo se
nos es ofrecido, a fin de que nuestros corazones puedan acercarse a él por
la fe, y nuestro retraso en llegar no admite ninguna excusa. Pero de nuevo,
San Lucas nos informa que los pastores resolvieron ponerse en camino tan
pronto como los ángeles se hubieron ido. Esto transmite una lección
importante. En lugar de permitir que la Palabra de Dios, como hacen
muchos, pase con sonido, hay que tener cuidado de que ella golpee con sus
raíces muy dentro de nosotros y manifesté su poder tan pronto como el
sonido se haya extinguido en nuestros oídos. Merece nuestra atención
también, que los pastores se exhortaron unos a otros, pues no es suficiente
que cada uno de nosotros esté atento a su propio deber, si no nos damos
exhortaciones mutuas. Su obediencia es aún más elogiada por la
declaración de Lucas, apresuradamente, (ver. 16;) porque es requerido que
mostremos prontitud de fe.
Que el Señor nos ha manifestado. Los pastores solo habían oído al ángel,
pero intencionalmente y correctamente, dijeron que el Señor les había
revelado, porque consideraron que el mensajero de Dios poseía la misma
autoridad como si el Señor mismo se les hubiera dirigido. Por esta razón, el
Señor dirige nuestra atención hacia sí mismo, para que no podamos fijar
nuestra vista en los hombres y menospreciar la autoridad de su Palabra.
Vemos también ellos reconocen que estaban en la obligación de no
descuidar el tesoro que el Señor les había señalado, porque llegan a la
conclusión que inmediatamente después de recibir esta noticia, debían ir a
Belén para verlo. De la misma manera, cada uno de nosotros, de acuerdo
con la medida de nuestra fe y comprensión, debemos estar preparados para
ir a dondequiera que Dios llame.

16. Y hallaron a María. Este fue un pobre espectáculo, y era suficiente en sí


mismo para producir una aversión a Cristo. ¿Por qué no podríamos decir
que era inverosímil creer que este recién nacido tan despreciado, puesto en
la fila más baja de la sociedad, era el Rey de todo el pueblo? o ¿esperar la
restauración del reino y la salvación de él, cuya pobreza y miseria eran tales
que no encontró un lugar más honorable para retirarse que un establo? Aún
así Lucas escribe que ninguna de estas cosas impidió a los pastores admirar
a Dios. La gloria de Dios estaba tan completamente delante de sus ojos y la
reverencia por su palabra estaba tan profundamente grabada en sus mentes,
que la elevación de su fe fácilmente superó todo lo que pareció despreciable
en Cristo. La única razón por la que nuestra fe es retrasada o desviada del
curso apropiado por parte de algunos obstáculos muy insignificantes es
porque no miramos fijamente lo suficiente a Dios y somos fácilmente
llevados por doquiera. Si el pensamiento que tenemos un testimonio cierto y
fiel del cielo estuviera enteramente en nuestras mentes, sería un apoyo
suficientemente fuerte y firme contra todo tipo de tentaciones, y sería
suficiente para protegernos de todos los escándalos que pudieran
sobrevenir.
17. Dieron a conocer lo que se les había dicho. Lucas elogia la fe de los
pastores al entregar sinceramente a los demás lo que habían recibido del
Señor, y así fue ventajoso para todos nosotros que ellos atestiguaran esto y
fueran una especie de ángeles secundarios en la confirmación de nuestra fe.
Lucas muestra también que, en la anunciación de lo que habían oído, los
pastores tuvieron éxito. Tampoco puede ponerse en duda que el Señor le dio
eficacia a lo que ellos dijeron, para que no hubieran sido ridiculizados o
menospreciados, pues el bajo rango de los hombres disminuía su crédito, y
la propia ocurrencia podría ser considerada como fabulosa. Pero el Señor,
quien les dio esa labor, no permitió que fuera infructuosa. Que el Señor deba
adoptar un modo de proceder de este tipo, de emplear a hombres
despreciables en la publicación de su Palabra, no puede ser tan agradable
para la mente humana, ya que tiende a humillar el orgullo de la carne y medir
la obediencia de la fe, por lo tanto Dios lo aprueba. Sin embargo, aunque
todos se sorprenden, nadie se mueve un paso para venir a Cristo, de lo cual
podemos inferir, que la impresión hecha sobre ellos al oír del poder de Dios,
no fue acompañada de ningún devoto afecto del corazón. El diseño de la
publicación de este informe no fue tanto para su salvación, sino para hacer
inexcusable la ignorancia de todo el pueblo.

19. Pero María guardaba. La diligencia de María al guardar las obras de Dios
es puesta ante nosotros por dos razones: En primer lugar, nos informan que
este tesoro se colocó en su corazón con el propósito de ser publicado a los
demás en el momento adecuado, y, en segundo lugar, para proporcionar a
todos los santos un ejemplo a imitar. Porque, si somos sabios, esta será
nuestra máxima ocupación de nuestra vida: Considerar con atención
aquellas obras de Dios que edifiquen nuestra fe. Además, la palabra guardar
se remite a la memoria. La otra palabra que interpretamos por meditar
significa, rememorar en detalle todas las cosas que se ponían juntas de
acuerdo para probar la gloria de Cristo, como si fuera hacer una colección.
Porque María no pudo pesar y considerar de cual importancia era todas
juntas, a menos que hubiera hecho particularmente una comparación de una
a otra.

20. Glorificando y alabando a Dios. Esta es otra circunstancia que encaja


para ser generalmente útil en la confirmación de nuestra fe. Los pastores
sabían con certeza que se trataba de una obra de Dios. Su celo en glorificar y
alabar a Dios es una reprensión implícita de nuestra indolencia, o, de nuestra
ingratitud. Si la cuna del niño Jesús hizo dicho efecto sobre ellos, como para
que se levantaran del establo y el pesebre hasta el cielo, ¿cuánto más la
muerte y resurrección de Cristo deben ser una virtud más grande hacia
nosotros, para que nosotros nos levantemos hacia Dios? En efecto, Cristo
no sólo ascendió de la tierra para que pudiera atraer todas las cosas hacia
él, sino que él está sentado a la mano derecha del Padre, para que, durante
nuestra peregrinación en el mundo, nosotros podamos meditar con todo
nuestro corazón en la vida celestial. Por otra parte, San Lucas muestra la
verdadera naturaleza de la piedad, cuando dice que el testimonio del ángel
sirvió a los pastores como regla, por la cual ellos informaron todo lo que
veían. Porque nuestra fe es confirmada por las obras de Dios, cuando dirige
todas las cosas a este fin, que la verdad de Dios que fue revelada en su
palabra, pueda ser mejor conocida.

21. Para circuncidar al niño. Quienquiera que desee ver las cosas generales
de la circuncisión, debe buscarlas en el capítulo 17 de Génesis, versículo 10.
En la actualidad, será suficiente explicar brevemente lo que aplica a la
persona de Cristo. Dios designó que su hijo debiera ser circuncidado con el
fin de someterlo a la ley, la circuncisión era un rito solemne, por el cual los
Judíos eran iniciados en la observancia de la ley. Pablo explica el fin de la
sumisión de Jesucristo, cuando dice que Cristo fue hecho bajo la ley, para
redimir a los que estaban bajo la ley (Gálatas 4:4-5). Al someterse a la
circuncisión, Cristo se reconoció a sí mismo como esclavo de la ley, para
que pudiera buscar nuestra libertad y de esta manera no sólo la esclavitud
de la ley fuera abolida por él, sino la sombra de la ceremonia que se había
aplicado a su propio cuerpo, pudiera poco después llegar a su fin. Porque
aunque la derogación de la misma dependía de la muerte y resurrección de
Cristo, no obstante, era una especie de preludio que el Hijo de Dios se
sometiera a la circuncisión.

Le pusieron por nombre JESÚS. Este pasaje muestra, que se trataba de una
costumbre general entre los Judíos dar nombres a sus hijos en el día que
eran circuncidados, tal y como ahora lo hacemos en el bautismo. Dos cosas
son aquí mencionadas por el evangelista. En primer lugar que el nombre de
Jesús no se le dio al Hijo de Dios por accidente, o por la voluntad de los
hombres, sino que era el nombre que el ángel había traído del cielo. En
segundo lugar: José y María obedecieron el mandamiento de Dios. El
acuerdo entre la fe y la palabra de Dios está en esto, que Él habla en primer
lugar y nosotros le seguimos, de modo que nuestra fe responda a sus
promesas. San Lucas nos enseña a tener en cuenta la orden de la
predicación de la palabra, cuando dice aquí que la salvación por la gracia de
Cristo, así como Dios la había prometido por su ángel, fue proclamada por la
boca de los hombres.

Mateo 2:1-6
1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron
del oriente a Jerusalén unos magos, 2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los
judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y
venimos a adorarle. 3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén
con él. 4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del
pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: En
Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.

1. Cuando Jesús nació en Belén de Judea. Mateo no nos dice cómo fue que
Jesús nació en Belén. El Espíritu de Dios, el cual escogió a los evangelistas
para ser sus empleados, parece que reguló a propósito el estilo de ellos de
tal manera, que todos escribieron una misma historia con un acuerdo
perfecto pero en diferentes maneras. La intención era que la verdad de Dios
fuera clara y sorprendente, cuando se pusiera de manifiesto que sus testigos
no hablaron con un plan preconcebido, sino que cada uno de ellos lo hizo
por separado, sin prestar atención al otro al escribir libremente y con
honestidad lo que el Espíritu Santo dictó. Este es un relato muy notable.
Dios trajo a los Reyes Magos desde Caldea a la tierra de Judea, con el
propósito de adorar a Cristo, en el establo donde yacía, en medio de las
fichas, no de honor, sino de desprecio. Fue un propósito verdaderamente
maravilloso de Dios, que él hizo que la entrada de su hijo al mundo para
fuera asistida por una profunda tacañería y a pesar de ello, le otorgó lujosos
ornamentos, tanto de elogio como de otros signos externos, que nuestra fe
es abastecida con todo lo necesario para comprobar su Divina Majestad. Un
ejemplo hermoso de armonía real en medio de una contradicción aparente se
nos es exhibido aquí. Una estrella del cielo anunciaba que él era un rey, a
quien un pesebre destinado para el ganado servía como trono, porque le
había sido negada su entrada entre lo más bajo de la gente. Su majestad
brillaba en el Este, mientras que en Judea estaba muy lejos de ser
reconocido, a tal punto que era visitado por muchas marcas de deshonra.
¿Por qué esto? El Padre celestial decidió nombrar a la estrella y los Reyes
Magos como nuestros guías para conducirnos directamente a su Hijo,
mientras que a él lo despojaba de todo su esplendor terrenal con el fin de
informarnos de que su reino es espiritual. Esta historia transmite una
enseñanza beneficiosa, no sólo porque Dios trajo a los Reyes Magos a su
Hijo como las primicias de los gentiles, sino porque también él quiso que el
reino de su Hijo fuera divulgado y magnificado por su testimonio como por
el de la estrella, para confirmación más amplia de nuestra fe, con el fin de
que el desprecio depravado y maligno de su pueblo no nos lo hiciera tener
en menor estima.
La palabra griega de la cual hace uso el evangelista es y viene de la palabra
magos, pero los persas y Caldeos nombran así a sus astrónomos y a sus
filósofos, por esta razón la tradujimos por la palabra Sabios. En la medida
que el evangelista no indica cuál era su número, es mejor ser ignorante de la
misma, que afirmar como cierto lo que es dudoso. Los papistas han caído en
un error infantil al suponer que eran tres porque Mateo dice que trajeron oro,
incienso y mirra, (versículo 11). Pero el historiador no dice, que cada uno de
ellos por separado presentó su propio don. Más bien, dice que esos tres
regalos eran presentados por ellos en común. El antiguo autor, quien quiera
que haya sido, cuyo comentario imperfecto sobre Mateo lleva el nombre de
Crisóstomo - y se cuenta entre las obras de Crisóstomo-, dice que fueron
catorce. Esto contiene poca probabilidad como la otra. Puede que esta
suposición haya venido de una tradición de los Padres, pero no tiene ningún
fundamento sólido. Sin embargo, la mayoría de las ridículas estratagemas de
los papistas en este tema es, que los hombres eran reyes, porque se
encuentra en otro pasaje una predicción, que los reyes de Tarsis y de las
islas, y de Saba, le ofrecen regalos al Señor (Salmo 72:10). He aquí
trabajadores no talentosos, porque no supieron cómo disfrazar a estos
santos personajes sino trastornando la geografía. Pues han cambiado el sur
y el oeste hacia el este. Más allá de toda duda, ellos han quedado aturdidos
por un justo juicio de Dios, para que todos puedan reírse de la crasa
ignorancia de los que no han vacilado en adulterar y cambiar la verdad de
Dios por la mentira (Romanos 1:25).
Pregunto sobre este pasaje: En primer lugar si esta estrella fue una de las
que el Señor creó al comienzo para adornar los cielos. En segundo lugar si
los Sabios fueron guiados por su conocimiento de la astrología para concluir
que la estrella señalaba el nacimiento de Cristo. En estos puntos no hay
necesidad de una furiosa disputa, pero puede ser inferido de las palabras de
Mateo que no era una estrella natural sino una estrella extraordinaria, pues
no estaba de acuerdo con el orden de la naturaleza que desapareciera por un
tiempo determinado y después apareciera brillando, ni que tuviera un curso
en línea recta hacia Belén y al final permanecer estacionaria encima de la
casa donde Cristo estaba. Ninguna de estas cosas pertenece a las estrellas
naturales. Es más probable que se asemejara a un cometa que fue visto no
en los cielos sino en la atmósfera. Sin embargo, no existe una incorrección
en Mateo, quien usó un lenguaje popular, al llamarla de forma incorrecta una
estrella. Esto de la misma forma nos da la respuesta a la segunda pregunta
porque dado que la astrología está sin duda confinada dentro de los límites
de la naturaleza, su orientación no podría únicamente haber llevado a los
Reyes Magos a Cristo de modo que debieron haber sido ayudados por una
revelación secreta del Espíritu. Yo no ir tan lejos como para decir que no
hubieron obtenido ninguna ayuda de su oficio, pero afirmo que esto no
hubiera sido de una ventaja adicional si ellos no hubieran sido ayudados por
una nueva y extraordinaria revelación.

2. ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? La idea de algunos


comentaristas de que él hubo nacido rey, en contraste indirecto con que fue
hecho o creado rey, me parece demasiado insignificante. Yo prefiero
suponer que los Sabios se han limitado a decir, que este rey estaba recién
nacido y era todavía un niño, a modo de distinguirlo de un rey que es mayor
de edad y que tiene las riendas del gobierno, porque ellos añadieron
inmediatamente que no se había emocionado por la fama de su hazañas o
por cualquier otra clase de exposiciones actuales de su grandeza, sino por
un presagio celestial de su futuro reino. Pero si la visión de una estrella tuvo
un poderoso efecto en los Sabios nosotros podemos detestar bien nuestra
cobardía maldita, cuando somos tan fríos en buscar a Cristo ahora que él
nos ha dado a conocer a nosotros su real majestad.

Y venimos a adorarle. La razón por la cual la estrella había sido exhibida


para dirigir a los Reyes Magos a Judea era para que ellos pudieran ser
testigos y anunciadores del nuevo rey. Hasta ahora, en lo que a ellos les
respectaba, no habían ido para rendir a Cristo un culto piadoso tal cual se
debe al Hijo de Dios, sino la intención era la de saludarlo de acuerdo con la
costumbre persa, como un Rey muy eminente. Porque es muy probable que
ellos no conocían nada de Jesucristo, sino que sería un rey de alta majestad
y de suma potencia, tanto que todos los pueblos le tendrían en admiración.
Es posible, incluso, que deseaban obtener su favor de antemano, para que él
los tratara favorablemente y amablemente si había de pasar a poseer el
dominio de los países del Oriente.

3. El rey Herodes. Herodes no era ignorante de las predicciones que


prometían a los Judíos un Rey que les restauraría de su condición penosa y
arruinada a un estado de prosperidad. Él había vivido desde la niñez entre
esa nación y conocía a fondo sus asuntos. Además, el informe fue
extendido por todas partes y no pudo ser desconocido por las naciones
vecinas. A pesar de esto, él está preocupado, como si el asunto hubiera sido
nuevo y sin precedentes, porque no confiaba en Dios y ni en las promesas
de un Redentor y en particular porque con estúpida confianza propia de los
hombres orgullosos, se imaginó que el reino estaba seguro para él y sus
descendientes. Sin embargo, aún cuando en la embriaguez de la prosperidad
en la que estaba acostumbrado a ver las profecías con desprecio, el
recuerdo de ellas ahora despertaba en él súbita alarma. Él no hubiera sido
tan fuertemente conmovido por el simple relato de los Sabios, si no hubiera
recordado las predicciones que había visto anteriormente como inofensivas
y de sin importancia. Por lo tanto, cuando el Señor le permite a los
incrédulos a dormir, de repente les rompe el descanso.
Cuando San Mateo dice que toda Jerusalén se turbó, se debe explicar de dos
formas. O bien todo el pueblo se levantó de forma tumultuosa por la
novedad de la ocurrencia, a pesar de que estaban ansiosos por conocer las
buenas nuevas de que un rey les había nacido, o bien la gente,
acostumbrada a angustias y rendidos cruelmente por una lago tiempo,
temían un cambio que podría introducir calamidades aún mayores. Porque
ellos estaban tan completamente desgastados y casi perdidos por las
guerras continúas, que su miserable y dura servidumbre les aparecía no sólo
tolerable, sino deseable, siempre y cuando estuvieran acompañados por la
paz. Esto demuestra lo poco que ellos se habían beneficiado con los
castigos de Dios, porque ellos estaban entumecidos y aturdidos que la
redención y la salvación prometida casi apesta sus fosas nasales. Mateo
pretende, no tengo ninguna duda, expresar la ingratitud del pueblo, al estar
tan completamente destrozados por la larga continuidad de sus aflicciones,
al punto de tirar la esperanza y el deseo de la gracia que se les había
prometido.
4. Y convocados todos los principales sacerdotes. Aunque un profundo
silencio prevaleció al respeto sobre Cristo en el Salón de Herodes, no
obstante, tan pronto como los Sabios hicieron mención de un rey, las
predicciones, que antes estaba en el olvido, fueron recordadas. Herodes al
instante conjeturó que el Rey sobre el cual los Sabios investigaban, era el
Mesías que Dios antes había prometido. Una vez más vemos que Herodes
está seriamente alarmado cuando toma esas investigaciones serias y no es
de extrañar. Todos los tiranos son cobardes y su crueldad produce más
fuerte alarma en sus propios pechos que en los pechos de los demás.
Herodes debió haber temblado más que otros, porque percibía que reinaba
en oposición a Dios. Esto nueva investigación muestra que el desprecio a
Cristo antes de la llegada de los Sabios, debió haber sido muy profunda. En
un período posterior, los escribas y los sumos sacerdotes trabajaron con
furia para corromper la totalidad de la Escritura, para que no ellos no
pudieran dar ninguna aprobación a Cristo. Sin embargo, en esta ocasión,
respondieron con honestidad fuera de la Escritura por la razón que Cristo y
su Evangelio aún no les había causado grima. Y así todos los hombres
impíos, no encuentran dificultades para dar su asentimiento a Dios en los
principios generales, pero cuando la verdad de Dios comienza a presionarlos
más de cerca, echan a tierra el veneno de su rebelión.
Tenemos un notable ejemplo de esto en nuestros días entre los papistas.
Ellos libremente reconocen que Cristo es el Hijo unigénito de Dios, vestido
de nuestra carne y reconocen la persona de un Dios-hombre, como subsiste
en las dos naturalezas. Pero cuando llegamos al poder y el oficio de Cristo,
una contienda de inmediato se desata, porque no dan su consentimiento
para tomar un rango inferior y mucho menos ser reducidos a la nada. En una
palabra, siempre y cuando los malvados crean que no se les está tomando
algo de sí mismos, cederán a Dios y las Escrituras un cierto grado de
reverencia. Pero cuando Cristo entra en conflicto directo con la ambición, la
codicia, el orgullo, la confianza fuera de lugar, la hipocresía y el engaño, de
inmediato se olvidan de la modestia y la convierten en rabia. Aprendamos
pues que la principal causa de ceguera en los enemigos de la verdad es que
sean encontrados en sus malos deseos, los cuales cambian la luz por la
oscuridad.

6. Y tú, Belén. Los escribas citaron fielmente sin lugar a duda las palabras
del pasaje en su propio idioma tal como se encuentra en el libro del profeta.
Pero Mateo se contentó con indicar el pasaje. Y porque él escribía en griego,
siguió la lección común. Este pasaje y otros de la misma clase sugiere
fácilmente la inferencia que Mateo no compuso su Evangelio en el idioma
hebreo. Debe ser siempre observado que cada vez que una prueba de la
Escritura fue citada por los apóstoles, a pesar de que no tradujeron palabra
por palabra y que a veces se salieron mucho del texto, sin embargo, lo
aplican correctamente y adecuadamente a cada caso.
Los lectores deben siempre tener en cuenta el fin por el cual algunos
pasajes son traídos por los evangelistas, -para que no se espere pegar
minuciosamente cada palabra-, para estar satisfechos con esto, que los
evangelistas nunca torcieron la Escritura para darle un significado diferente,
sino que la aplicaron en su significado original. Pero al mismo tiempo
tuvieron la intención de suministrar leche a los niños y novatos en la fe, que
aún no eran capaces de soportar el alimento sólido. No hay nada para evitar
que los hijos de Dios hagan una indagación cuidadosa y diligente en el
significado de la Escritura y por lo tanto sean dirigidos a la fuente por el
gusto que los apóstoles tuvieron.

Volvamos ahora a la profecía de Miqueas. Así se encuentra literalmente en el


libro del Profeta: Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las
familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel.
(Miqueas 5:2). Por Efrata Mateo ha puesto a Judá, pero el significado es el
mismo, pues Miqueas sólo tuvo por objeto por medio de esta marca,
distinguir el Belén del que habla, de otra Belén, que estaba en la tribu de
Zabulón. Hay mayor dificultad en lo que sigue pues el Profeta dice que Belén
es muy pequeña, cuando se cuenta entre los gobiernos de Judá, mientras
que Mateo, por el contrario, habla muy bien de su rango como una de las
más distinguidas. Esta razón ha llevado a algunos comentaristas a leer el
pasaje del profeta como una pregunta, pero estoy bastante de acuerdo con
aquellos que piensan que Mateo pretende, por este cambio, magnificar la
gracia de Dios en la toma de una ciudad insignificante y desconocida como
el lugar de nacimiento del más alto Rey. A pesar de haber recibido Belén
este distinguido honor, no dio ninguna ventaja a sus habitantes, porque les
trajo una destrucción más pesada, porque allí una indigna recepción le fue
dada al Redentor. Mateo combina Gobernador con Pastor. No obstante él
expresa ambos puntos. Cuando dice que Cristo es el Gobernador y que a él
le fue asignado el oficio de alimentar a su pueblo.
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Una Harmonía Sobre los Evangelios
de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino


Traducida por Abiel Sneyder

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Mateo 1: 18-25
Lucas 2:1-7
Lucas 2: 8-14
Lucas 2:15-21
Mateo 2:1-6
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Mateo 2:7-12
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos
diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; 8 y enviándolos a
Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le
halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. 9 Ellos,
habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el
oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde
estaba el niño. 10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 11
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo
adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y
mirra. 12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a
Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

7. Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos. El tirano no se


atrevió a confesar su miedo y malestar con el fin de no dar nuevos bríos a un
pueblo que él sabía le odiaba. En público, por lo tanto, pretendió que este
asunto no le concernía, pero investigó en secreto, con el fin de encontrar
algún peligro inmediato. A pesar que una mala conciencia le hizo tímido, no
puede haber ninguna duda de que Dios golpeó su cabeza con un miedo
extraño, que durante un tiempo le hizo incapaz de pensar y casi le privó del
uso de la razón. Pues nada era más fácil que enviar a uno de sus cortesanos
como escolta, con el pretexto de cortesía, para que fuera e investigara el
asunto y volviera inmediatamente. Herodes ciertamente era un hombre con
una gran inteligencia y de gran valor. Es más sorprendente que en este caso
de extrema necesidad y con el remedio a la mano, permaneció en un estado
de asombro y casi muerto. Aprendamos que un milagro se realizó en el
rescate del Hijo de Dios de las fauces del león. No menos en el día de hoy,
Dios enloquece a sus enemigos con el fin de que un millar de planes para
dañar y arruinar su Iglesia no se produzcan en sus mentes, e incluso que las
oportunidades que están a la mano no sean usadas. El truco que Herodes
usó con los Reyes Magos, al pretender que él también vendría con el
propósito de adorar a Cristo, fue evitado por el Señor, como veremos más
adelante, de otra manera. Pero, como el temor de Herodes de despertar a la
gente en su contra le privó del uso de su razón, una vez más es impulsado
por tal locura que no duda ni tiembla ante la idea de provocar a Dios. Porque
Herodes sabía que si un rey iba a nacer, este era ordenado por Dios, para
que levantase el trono de David, que estaba caído. Por lo tanto, él no atacó a
los hombres, sino que se atrevió con furia luchar contra Dios. Hay dos cosas
que reclaman nuestra atención. Herodes fue invadido por un espíritu de
aturdimiento para atacar a Dios, y por otro lado, su manera de actuar era
infantil, pues su diseño se frustró, por lo que él fue como un hombre ciego
andando a tientas en la oscuridad.

9. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron. Es un verdadero ejemplo de penosa


apatía que ni uno de los Judíos se ofreció como escolta a los extranjeros
para ir a ver al rey que había sido prometido a su propia nación. Los escribas
les mostraron el camino y les señalaron el lugar donde había nacido, pero se
les permitió irse solos. Ni uno dio un paso. Tenían miedo, tal vez, de la
crueldad de Herodes, aunque muestran la ingratitud malvada que en aras de
la salvación que se les había ofrecido a ellos, no estaban dispuestos a
someterse a ningún riesgo, y se preocupaban más por el ceño fruncido de
un tirano que por la gracia de Dios. La nación entera, como recientemente he
mostrado, estaba tan degenerada, que prefirió ser oprimida por el yugo de la
tiranía, en vez de someterse a cualquier inconveniente que produjera un
cambio. Si Dios no hubiera fortalecido las mentes de los Reyes Magos por
su Espíritu, hubieran podido haber sido desalentado por este estado de
cosas. Pero el ardor de su celo se fortalece como nunca y parten sin una
guía. Sin embargo, los medios para confirmar su fe no faltan, porque se
enteran de que el rey al que habían seguido por una estrella, fue hace mucho
tiempo descrito en un lenguaje brillante por los oráculos divinos. Parece que
la estrella que los guió hasta la fecha en el camino, había desaparecido
recientemente. La razón puede ser fácilmente conjeturada. Era, para que
pudieran hacer la investigación en Jerusalén sobre el nuevo rey, y por lo
tanto pudiera quitar todo pretexto de los Judíos, que, después de haber sido
instruidos acerca del Redentor que se les envió, con pleno conocimiento y
voluntariamente, lo despreciaron.

11. Y al entrar en la casa, vieron al niño. Tan repugnante espectáculo,


naturalmente, podría haber creado un perjuicio adicional, porque Cristo
estaba tan lejos de tener algo de la realeza que lo rodeaba, ya que estaba en
una condición más mezquina y despreciada que la de cualquier niño
campesino. Pero ellos estaban convencidos de que estaba divinamente
designado para ser un rey. Este solo pensamiento, profundamente arraigado
en sus mentes es suficiente para producir en ellos reverencia. Contemplan
en el propósito de Dios su alto rango, que todavía estaba oculto a la vista
externa. Teniendo por cierto, que un día sería diferente de lo que parecía en
ese momento, no se avergonzaron de rendirle los honores de la realeza. Sus
regalos mostraban de dónde venían, porque no puede haber ninguna duda
de que sus presentes eran los más selectas producciones de su país. No
hemos de entender que cada uno de ellos presentó su propia ofrenda, sino
que las tres ofrendas, que son mencionadas por Mateo, fueron presentadas
por todos ellos en común. Casi todos los comentaristas caen en
especulaciones acerca de los dones, denotando el reino, el sacerdocio, y el
entierro de Cristo. Ellos hacen del oro el símbolo de su reino, del incienso, el
símbolo de su sacerdocio y de la mirra, el de su sepultura. No veo ninguna
base sólida para tal opinión. Era costumbre que, como sabemos, entre los
persas, cuando ofrecían un homenaje a sus reyes, traían un regalo en sus
manos. Los Sabios seleccionaron aquellos tres de los productos que
engraciaban a los países del Este, al igual que Jacob envió a Egipto las
producciones más selectas y estimadas de la tierra. Una vez más, al rendirle
honor, de acuerdo con la costumbre de Persia, a quien siguen considerando
como un rey terrenal, ellos le ofrecieron productos de la tierra. Nuestro
deber es, adorarlo en una forma espiritual, porque el culto legítimo y
razonable que él exige es que nos consagremos primero nosotros mismos y
luego todo lo que tenemos a su servicio.

Una Harmonía Sobre los Evangelios


de Mateo, Marcos, y Lucas

Por Juan Calvino


Traducida por Abiel Sneyder

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