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Olga Álvarez Huerta: El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática

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ÁREA: Cultura Clásica – Sintaxis Latina

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2 Olga Álvarez Huerta

TEMA V

EL ACUSATIVO LATINO: SINTAXIS, SEMÁNTICA Y PRAGMÁTICA

ISBN: 978-84-9822-819-9

Olga Álvarez Huerta (davolga@uniovi.es)

2ª edición revisada y ampliada (1º edición 2007)

THESAURUS: sintaxis, semántica, pragmática, latín, acusativo, objeto, transitividad, tópico,


foco, sujeto.

OTROS ARTÍCULOS RELACIONADOS CON EL TEMA EN LICEUS: Temas II (La oración:


concepto, estructura, constituyentes y niveles), IV (Nominativo y vocativo), 6 (Sintaxis y
semántica del genitivo latino), VII (El dativo), VIII (El ablativo), XI (Preposiciones y
adverbios), XIII (Las categorías verbales de persona, número y voz), XVI (Sintaxis de las
formas nominales del verbo) y XVIII (La subordinación completiva).

RESUMEN: El acusativo es el caso que adopta la inmensa mayoría de los segundos


argumentos en latín. Interviene en la construcción sintáctica transitiva, caracterizada
prototípicamente por un Sujeto agente, un verbo que expresa acción y un Objeto afectado
por esa acción (§1). La mayoría de los acusativos latinos son Objetos sintácticos (Objeto
Directo), o tienen algunas de sus características, como los llamados acusativos de duración,
de extensión, de relación, interno, etc. (§ 2.1). Tanto en latín como en el resto de las
lenguas indoeuropeas, el acusativo adquiere un gran desarrollo como Sujeto,
especialmente en las oraciones completivas de infinitivo (AcI). Factores de tipo semántico
(el hecho de ser ‘pacientes’), o pragmático (el hecho de señalar el Foco), explican las
distintas construcciones en las que el acusativo se comporta como Sujeto (§ 2.2).

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 3

1. Introducción.

1.1. Acusativo y transitividad.

En latín clásico el acusativo es la marca de casi el 90% de los segundos argumentos


con verbos de dos posiciones y del 100% de los segundos argumentos con verbos de tres
posiciones (datos en Pinkster 1995: 53). El segundo argumento es el determinante más
directo del verbo y desempeña la función sintáctica de Objeto, también llamada ‘Objeto
directo’, en la predicación transitiva (cf. II.3.2.1.1).
Los verbos transitivos necesitan un complemento que precisa la significación del
verbo y denota el objeto sobre el que recae la acción (Campos 1999: 1523). En los verbos
transitivos la acción ‘pasa’ —de ahí su nombre— al complemento que, en consecuencia, se
ve ‘afectado’ por dicha acción. Por ello, el verbo transitivo prototípico en las lenguas es
aquel en que su Sujeto es Agente y su Objeto Paciente: Patricia pintó un cuadro. Ahora
bien, las lenguas coinciden en tipificar como transitivos también verbos de percepción física
o mental como ‘ver’ o verbos de sensación como ‘amar’ en que el Sujeto es un Agente poco
prototípico (es el Experimentador, con poco o ningún control sobre la acción verbal), y el
grado de afectación del Objeto es altamente abstracto (Campos 1999: 1537-1538). Y
algunas lenguas llegan a codificar como transitivas oraciones que tienen un grado mínimo
de transitividad:

(1a) I like beer


(1b) Me gusta la cerveza

En efecto en el ejemplo inglés de (1a) el grado de transitividad es mínimo: ni el verbo


expresa acción, ni el Sujeto es Agente, ni el Objeto es Afectado; esa es la razón por la que
en muchas otras lenguas como el español (1b) ese mismo contenido se expresa mediante
una estructura sintáctica intransitiva.
La transitividad es, por tanto, una cuestión de grado. Los estudiosos han
establecido (Hopper-Thompson 1980: 252) los rasgos que confieren un alto grado de
transitividad a un predicado. Entre ellos, que el verbo exprese una acción, que la acción sea
aspectualmente télica (infra y XIV.2.2), que el Sujeto sea Agente y que la afectación del
Objeto sea completa. Inversamente, el menor grado de transitividad se dará cuando el
verbo no exprese una acción y no sea télico, o cuando el Sujeto no es agente y el grado de
afectación del Objeto es mínimo. Para que haya cierto grado de transitividad no es
necesario si quiera que la acción tenga dos participantes (Hopper-Thompson 1980: 254). Y
así, paradójicamente, es más ‘transitiva’ una oración como (2a) que una como (2b), pues en
la primera el verbo es de acción y aspectualmente télico:

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(2a) She left (“Él se fue”)


(2b) Jerry likes beer (“A Jerry le gusta la cerveza”)

Las mismas diferencias morfosintácticas se constatan por lo que se refiere a la


transitividad entre el latín y las lenguas románicas, pero sólo cuando se trata de grados de
transitividad no altos. Compárense los ejemplos de (3):

(3a) suum fatum querebantur (“Se quejaban de su suerte”, Caes. Gall. 1,39,4)
(3b) non inuidebit huic gloriae meae (“No envidiará esta gloria mía”, Cic. Phil. 6,9)

El latín tipifica como transitivo un verbo como ‘quejarse’ y como intransitivo ‘envidiar’,
mientras que en español ocurre a la inversa. Nótese que el Objeto no es paciente en
ninguno de los casos, y que además el Sujeto no es Agente en (3b).
Pero que la transitividad es una propiedad escalar se comprueba no sólo a partir de
la comparación entre distintas lenguas, sino también dentro de una misma lengua. En latín,
por ejemplo, algunos verbos experimentan un cambio en su construcción, ya sea alterando
el número de sus argumentos (§ 1.2.2), ya sea modificando la expresión morfológica de los
mismos (§ 1.2.1).

1.2. El latín, lengua transitivizante.

Dos son los fenómenos que nos permiten hablar del latín como lengua con una
marcada tendencia a la transitividad.
El primero de ellos es estrictamente morfosintáctico: algunos verbos cuyo segundo
argumento es originariamente otro caso adverbial (genitivo, dativo, ablativo) pasan a
construirse con acusativo, el caso del segundo argumento en la mayoría de verbos.
El segundo es de tipo semántico: un verbo intransitivo amplia o modifica su
significado y pasa a construirse con la marca característica de la transitividad: un acusativo
Objeto.

1.2.1. El acusativo concurre con otros casos.

(i) Acusativo y genitivo. Un verbo como meminisse se construye indistintamente con


acusativo o con genitivo; el régimen en genitivo ha de considerarse el más antiguo, no sólo
por la comparación con otras lenguas indoeuropeas (Serbat 1996: 234), sino también
porque es el genitivo el que aparece en expresiones formulares (4a). Desde el latín arcaico
se documenta también el acusativo (4b):

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 5

(4a) sed ueteris prouerbii admonitu uiuorum memini (“pero, por consejo del viejo proverbio, me
acuerdo de los vivos”, Cic. fin. 5,3)
(4b) ecquid meministi tuom parentum nomina, patris atque matris? (“¿te acuerdas algo de los
nombres de tus padres, padre y madre?”, Plaut. Poen. 1062)

La aparición del acusativo en contextos como (4b) podría ser la expresión de un mayor
grado de transitividad de la construcción respecto a la correspondiente con genitivo. En
efecto, en (4b) el sustantivo es referencial y concreto, por lo que es posible un alto grado de
afectación del mismo (Hopper-Thompson 1980: 256-257). En los mismos términos se
expresan Ernout-Thomas (1953: 52) cuando sostienen que el acusativo designa aquello que
se recuerda plenamente.

(ii) Acusativo y dativo. Algunos verbos tienen en latín su segundo argumento no en


acusativo sino en dativo (cf. VII.2.2). Dichos verbos comparten por lo general un contenido
léxico (verbos como fauere ‘ayudar’, curare ‘cuidar’, nocere ‘perjudicar’, placere ‘gustar’,
etc.) que es congruente con los contenidos semánticos que expresa el dativo (Receptor,
Beneficiario, Experimentador), razón por la que se ha hablado de ‘rección semántica’
(Moralejo 1996a: 144). Algunos de estos verbos comienzan a construirse también con
acusativo experimentando así un proceso de transitivación por el que un caso adverbal
semánticamente marcado (el dativo) es sustituido por el caso no marcado, el acusativo
(Moralejo 1996a: 147). Estas transitivaciones se vieron favorecidas por el hecho de que
muchos verbos de semántica semejante (como laedere ‘herir’, sanare ‘curar’, adiuuare
‘ayudar’, etc.) no han conocido otra construcción en latín que la acusativa.
Un ejemplo de ‘transitivación’ paradigmático podría ser el de curare. En este caso
podemos además datar el fenómeno con cierta precisión: la desaparición del dativo régimen
con curare puede situarse en época de Plauto. En efecto, en dicho autor curare se
construye ya normalmente con acusativo Objeto (5a), mientras que el dativo (5b) aparece
en muy contadas ocasiones:

(5a) Curato aegrotos domi (“Cuida a los enfermos en casa”, Plaut. Capt. 190)
(5b) Lampadio, obsecro, cura (“Cuida de Lampadio, te lo ruego”, Plaut. Cist. 594)

Los ejemplos citados muestran que acusativo (5a) y dativo (5b) concurren en las
mismas condiciones. No es posible constatar diferencia semántica apreciable entre uno y
otro caso: el Objeto, humano, experimenta previsiblemente el mismo grado de afectación.
Podría pensarse que, mientras existió la alternancia de (5), la elección de uno u otro caso
expresara distintos grados de afectación del Objeto en la acción verbal (mayor con el

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acusativo, menor o más abstracta con el dativo); pero la desaparición del dativo a partir de
Plauto sugiere que dicha alternancia no se siente ya semánticamente motivada. Algo similar
ocurre con verbos como uitare, auscultare, mederi, studere (Serbat 1996: 228-234), o con el
impersonal decet (Kühner-Stegmann 1914: 259), con los que el régimen en dativo se
encuentra en recesión ya en época de Plauto.
Excepcionalmente ocurre lo contrario. En el caso de parcere (“ahorrar”) también en
época plautina aparecen indistintamente el acusativo (6a) o el dativo (6b), para después
generalizarse el dativo:

(6a) ne parce uocem, ut audiat (“no bajes la voz, para que lo oiga”, Plaut. Mil. 1220)
(6b) tace. parce uoci (“calla. Baja la voz”, Plaut. Persa 682)

(iii) Acusativo y ablativo. Se constata también la alternancia del acusativo con el


ablativo en algunos verbos que rigen ablativo, como uti, frui y fungi, un ablativo
semánticamente motivado en origen, con un valor separativo o instrumental según los
casos (Ernout-Thomas 1953: 20). Ahora bien, a diferencia de lo que ocurría con el dativo, la
sustitución del ablativo por el acusativo parece limitarse a la lengua coloquial, pues no se
encuentra en la literatura de época clásica (Serbat 1996: 237-239). Sirvan de ejemplo de la
situación en época arcaica los textos de (7a) y (7b), en que alternan acusativo y ablativo en
contextos muy similares. Los textos de (7c) y (7d) muestran la tendencia contraria: con el
verbo queri sólo se conoce el régimen acusativo en época arcaica. Pero en el latín posterior
el acusativo alterna con de + ablativo sin diferencias de sentido apreciables:

(7a) si placebit utitor consilium, si non placebit reperitote rectius (“si te parece bien, haz uso de
mi consejo; si no, encuentra otro mejor”, Plaut. Epid. 263)
(7b) qui utuntur uino uetere sapientis puto (“a quienes hacen uso del vino añejo los considero
sabios”, Plaut. Cas. 5)
(7c) magno dolore Haedui ferunt se deiectos principatu, queruntur fortunae commutationem et
Caesaris in se indulgentiam requirunt (“los eduos soportan con gran dolor haber sido despojados del
mando, se quejan del revés de la fortuna y reclaman la indulgencia de César para con ellos”, Caes.
Gall. 7,63,8)
(7d) indictis inter se principes Galliae conciliis siluestribus ac remotis locis queruntur de Acconis
morte (“tras haber acordado entre sí conciliábulos a celebrar en lugares retirados y agrestes, los
príncipes de la Galia se quejan de la muerte de Acón”, Caes. Gall. 7,1,5)

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 7

1.2.2. Transitivación de verbos prefijados.

En latín, con cierta frecuencia, un verbo simple intransitivo se comporta como


transitivo si se encuentra prefijado. Tradicionalmente se ha explicado dicho fenómeno como
resultado de la rección de los preverbios que como preposiciones se construyen con
acusativo. Así, inuadere urbem sería equiparable a uadere in urbem. La extensión del
acusativo alcanzaría también, por analogía, a los verbos con preverbios ablativos como
colloqui, egredi, etc. Serbat (1996: 224-226) cuestiona esta explicación al considerar que no
debe identificarse preposición con preverbio ya que (i) hay verbos prefijados que nunca se
transitivan aunque tengan preverbio acusativo (es el caso de los compuestos de esse o de
verbos como obdormire); (ii) hay verbos prefijados que rigen dativo, un caso no regido por
preposición alguna; (iii) inuadere urbem ‘invadir la ciudad’ no es equivalente a uadere in
urbem ‘ir contra la ciudad’: puede decirse inuaditur urbs, pero no *uaditur urbs. De la misma
manera, tranare cursum no es ‘nadar hacia el otro lado del río’ (nare trans cursum), sino
‘atravesar a nado el río’.
Más bien parece que en estos compuestos verbales el preverbio aporta un significado
gramatical o aspectual al designar las distintas fases del proceso verbal (García Hernández
1989). Como sostiene Romagno (2003), en latín el preverbio convierte en télico un
predicado verbal, que adquiere así un sentido más transitivo. Un predicado es télico cuando
la acción que designa es vista desde su cumplimiento, desde su final. En virtud de la
oposición télico / no télico se distinguen, por ejemplo, pellego “leo hasta el final” / lego “leo”,
conficio, efficio, perficio “acabo” / facio “hago”, o emolior “realizo”/ molior “maquino”, cuyo
contraste se muestra en (8):

(8) Insanum magnum molior negotium, metuoque ut hodie possiem emolirier (“Estoy
maquinando un negocio colosalmente grande y temo no poder llevarlo a término hoy”, Plaut. Bacch.
761)

La telicidad es uno de los rasgos semánticos que caracterizan a los predicados


altamente transitivos, pues en un predicado télico, al darse la acción como completa
(Hopper-Thompson 1980: 252), la afectación del Objeto es máxima. Es, por tanto, el
carácter télico del verbo prefijado lo que hace que sean transitivos verbos como elaborare
‘elaborar’, percurrere ‘recorrer’, obire ‘encontrar’, oppugnare ‘atacar’, obruere ‘destruir’, etc.
(Kühner-Stegmann 1914: 265-272) frente a los simples intransitivos laborare ‘trabajar’,
currere ‘correr’, ire ‘ir’, pugnare ‘luchar’, ruere ‘precipitarse’. Ahora bien, la telicidad es
condición necesaria, pero no suficiente para la transitivación, dado que hay verbos

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prefijados que nunca llegan a ser transitivos, como es el caso de los compuestos de esse o
de los de dormire.
En la lingüística moderna se distinguen dos tipos de verbos intransitivos: inergativos e
inacusativos (Mendikoetxea 1999: 1581). Los inacusativos se caracterizan porque su
Sujeto es también un Objeto nocional, según revela su comportamiento sintáctico. Así, en
italiano, un Sujeto elidido de un verbo inacusativo como ‘llegar’ (9a) deja la misma partícula
ne que un Objeto de verbo transitivo como ‘invitar’(9b), lo que no ocurre en el caso de los
Sujetos de inergativos como ‘telefonear’(9c):

(9a) Arriveranno molti esperti / Ne arriverano molti


(9b) Giovanni inviterà molti esperti / Giovanni ne inviterà molti
(9c) Telefoneranno molti esperti / *Ne telefoneranno molti

En los verbos inergativos su Sujeto es un argumento externo, altamente activo y con


control. En los inacusativos el Sujeto es interno y con un grado de agentividad y control
menores. Pues bien, el grupo de verbos latinos prefijados transitivos coincide con el de los
inergativos. La telicidad, como hemos dicho, exige un Objeto interno en que pueda
realizarse la compleción de la acción verbal. En los inacusativos ya existe ese Objeto, pues
es el Sujeto mismo, razón por la cual un inacusativo prefijado como obdormire no se
transitiviza; por el contrario, un inergativo prefijado como oppugnare ha ampliado su
valencia al convertirse en télico (Romagno 2003: 165) y de ahí su transitivación.

2. Usos del acusativo latino.

El acusativo es el caso del complemento verbal (no marcado) frente a casos más
semánticos como el dativo y el ablativo que, como afirma Moralejo (1986: 313) “acotan
parcelas restringidas de la determinación del verbo”. Cumple generalmente la función de
Objeto, aunque también ha alcanzado en latín como en otras lenguas indoeuropeas una
considerable extensión como Sujeto, especialmente en la construcción de AcI.

2.1. El acusativo como segundo argumento.

Como hemos dicho antes, la transitividad es un fenómeno escalar o gradual, de


manera que puede hablarse de verbos más o menos transitivos. Los verbos más
prototípicamente transitivos codifican el segundo argumento típicamente en acusativo. Este
acusativo tienen la función sintáctica de Objeto Directo y la función semántica de Afectado o
Paciente (cf. II.3.2.1.2). Pero también verbos no altamente transitivos, o incluso verbos que

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podrían considerarse semánticamente intransitivos se construyen de la misma manera, esto


es, con un acusativo como complemento, lo que se explica bien por analogía formal, bien
porque las acciones o procesos que designan se conciben con algún grado de transitividad:
de hecho, algunos de estos acusativos se revelan como auténticos Objetos Directos pues
pueden transformarse en Sujetos pasivos. Las funciones semánticas que desempeñan
dependen en gran medida de su propio significado léxico, expresando contenidos como
Distancia, Referencia, Duración o Dirección. Veamos ejemplos de todo ello.

2.1.1. Acusativo Objeto Directo.

La única prueba funcional unánimemente reconocida para la asignación a un


determinado sintagma de la función Objeto Directo es la de su conversión en Sujeto de
verbo pasivo. De acuerdo con ello, la inmensa mayoría de los acusativos latinos como
segundo argumento cumple dicha función, pues en torno al 95% de los acusativos con
verbos activos (Serbat 1996: 120) se transforma en Sujeto pasivo. Pero no toda estructura
formalmente transitiva en latín presenta un correlato pasivo (así, con verbos que expresan
estados o procesos) lo que constituye en último término un indicio de que se trata en tales
casos de una transitividad más formal que semántica (cf. XIII.5.3.2).

2.1.2. Doble acusativo.

Algunos verbos trivalentes construyen no sólo el segundo sino también el tercer


argumento en acusativo. Constituye un fenómeno sin duda excepcional, pues en el
comportamiento general de los casos se constata una jerarquía según la cual en la
progresión sintáctica se usan casos que no hayan sido ya empleados en la misma oración
(Pinkster 1995: 53). Comparten dicha construcción verbos que significan ‘enseñar’ (docere,
erudire), ‘pedir’ (orare, poscere, precari), ‘preguntar’ (rogare, quaerere, interrogare), ‘ocultar’
(celare), o ‘dar’ (condonare). Idéntica configuración sintáctica, denominada ‘bitransitiva’, se
da en lenguas germánicas como el inglés. En dicha lengua la construcción bitransitiva (10a)
alterna con otra variante, la considerada mayoritariamente la básica, en que ambos
argumentos tienen marcas distintas de acuerdo con su distinta función semántica (10b):

(10a) Anna gave Fred a book


(10b) Anna gave a book to Fred
(10c) Fred was given a book / *A book was given Fred

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La construcción bitransitiva ha planteado diversos problemas teóricos (Hudson 1992)


entre los que cabe destacar la cuestión de la función sintáctica de ambos complementos, en
concreto, cuál de ellos es el Objeto. El problema es que la transformación pasiva en inglés
señala al complemento humano como el único Objeto, pues es el único que aparece como
Sujeto (10c), pero cuestiones semánticas como la selección ejercida por el núcleo
predicativo, y la estrecha sinonimia con la construcción extensa (10b), apuntan más bien a
que sea el complemento inanimado el Objeto.
La construcción latina ofrece, con todo, significativas diferencias respecto de la del
inglés:
(i) En la transformación pasiva es mayoritariamente el complemento de persona el que
asciende a Sujeto (11a). Pero también (11b) puede ascender a Sujeto el acusativo de cosa
(Touratier 1994: 249), lo que apuntaría a que ambos se entienden como Objetos. La
predilección por el animado como Sujeto en pasiva sería una manifestación de la primacía
semántica universalmente constatada de las entidades animadas sobre las inanimadas:

(11a) Debes existimare te maximis de rebus a fratre esse celatum (“Debes considerar que tu
hermano te ha ocultado cosas muy importantes”, Cic. fam. 5,2,9)
(11b) Quor haec, tu ubi resciuisti ilico, celata me sunt? (“¿Por qué estas cosas, cuando tú las
sabías inmediatamente, me fueron ocultadas?”, Plaut. Pseud. 490)

(ii) El doble acusativo concurre con otras construcciones, en las que el complemento de
persona se mantiene en acusativo y es el complemento de cosa el que varía su forma de
expresión. Así, mientras que (12a) es un paralelo perfecto de (10a), en (11a) o (12b) es el
acusativo de persona el que permanece como Objeto, y no el de cosa como en (10b). La
persistencia de la marca de acusativo en el complemento nominal animado lo señala
inequívocamente como Objeto primario:

(12a) Te tua fata docebo (“Te enseñaré tu destino”, Verg. Aen. 6,759)
(12b) Soleo dare operam ut de sua quisque re me ipse doceat (“Suelo procurar que cada uno me
informe personalmente de su situación”, Cic. de orat. 2,102)

La conclusión es que el latín admite la presencia de dos Objetos verbales con una
relación diferente respecto al verbo: el animado es el Objeto prototípico, un Objeto externo
afectado por la acción. El inanimado, como indica Serbat (1996: 198), es un Objeto interno,
esto es, un Objeto que forma parte semánticamente de la acción verbal, pero que la
determina o concreta. El que alterne con el giro preposicional de + ablativo permite

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asignarle a dicho constituyente la función semántica Referencia (cf. II.3.2.1.2 y Dik 1997:
122).
A la construcción de doble acusativo puede adscribirse la construcción conocida como
del todo y la parte (13a) (Serbat 1996: 208 ss.), pues también en ella el Objeto de persona
es el que asciende a Sujeto en la pasiva (13b):

(13a) dic ut te…Venus erradicet caput atque aetatem tuam (“Di cómo te arrancará Venus la
cabeza y la vida entera”, Plaut. Rud. 1345)
(13b) perditus sum atque erradicatus sum (“Estoy perdido y estoy aniquilado”, Plaut. Bacch.
1092)

En cambio, no son funcionalmente independientes, y por tanto, no puede hablarse


estrictamente de doble acusativo, los dos acusativos de (14a). En efecto, en (14a) tenemos
un constituyente (me) Objeto y otro constituyente (consulem) Complemento del Objeto
(Pinkster 1995: 55). La marca casual de consulem expresa sólo concordancia, según
prueba la transformación pasiva: cuando el primero de los constituyentes pasa a
nominativo, también lo hace el segundo (14b):

(14a) me…universa ciuitas…consulem declarauit (“A mí toda la ciudad me proclamó


cónsul”, Cic. off. 3,38)
(14b) consules declarantur M. Tullius et C. Antonius (“Son proclamados cónsules Marco
Tulio y Gayo Antonio”, Sall. Cat. 24,1)

2.1.3. Acusativo interno.

El acusativo interno, llamado también ‘acusativo de calificación’ (Ernout-Thomas


1953: 25), es un Objeto que reitera el significado verbal. Como se puede imaginar, es un
Objeto claramente prescindible y su uso responde a motivaciones de tipo expresivo.
Abunda, al igual que en latín, en el griego más poético o coloquial (Riaño 2006a). El
acusativo interno puede ser de la misma raíz que el verbo (el llamado de figura etimológica),
por ejemplo pugnam pugnare ‘librar batalla’, o del mismo campo semántico (de figura
semasiológica), como proelium pugnare ‘entablar combate’, o intrínsecamente asociado al
verbo, como olere unguenta ‘oler a perfume’.
Con respecto a la función sintáctica del acusativo interno es generalizada la opinión
de que su presencia no supone cambio alguno en la valencia verbal (Rosén 1998: 143).
Cuando el acusativo aparece solo, en efecto, parece simplemente una reiteración
semántica del verbo (15a) que conlleva, en todo caso, una focalización de su contenido.

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Ahora bien, en algunas ocasiones, en concreto con verbos agentivos y cuando el acusativo
tiene determinación, como en (15b), éste parece más externo, más semejante a los Objetos
llamados Directos, pudiendo decirse, en términos de Givón (1984: 105), que se ha
objetivado el producto de la acción como si se tratara de un Objeto prototípico. La
confirmación del carácter de Objeto de algunos de esos acusativos podría ser su aparición
como Sujetos pasivos (15c):

(15a) Hau diu apud hunc seruitutem seruio (“No hace mucho que soy su esclavo”, Plaut.
Mil. 95)
(15b) Vestros patres…uiros clarissimos mihique amicissimos uiuere arbitror et eam quidem
uitam quae est sola uita nominanda (“Pienso que vuestros padres, hombres preclaros y muy amigos
míos, viven; y pienso que viven la única vida que puede ser llamada vida”, Cic. Cato 77)
(15c) Haec illic est pugnata pugna usque a mani ad uesperum (“Esta lucha ha sido librada
allí de la mañana a la noche”, Plaut. Amph. 253)

2.1.4. Acusativo adverbial. Acusativo de relación.

En este punto hay cierta confusión terminológica entre los distintos manuales de
sintaxis (Suárez 1991: 330). Algunos autores engloban ambos usos en el acusativo
adverbial (Ernout-Thomas 1953: 28-29), y otros lo hacen en el acusativo de relación
(Serbat 1996: 130).
Se denomina propiamente acusativo adverbial a un acusativo neutro fórico que
aparece con verbos que no se construyen normalmente con un acusativo nominal y cuyo
contenido referencial se halla en el contexto precedente (16a) o siguiente (16b). Se
identifica con el acusativo interno de figura etimológica (Serbat 1996: 131), con el que
alterna (16c). Tradicionalmente se denomina también acusativos adverbiales tanto a formas
neutras de adjetivos como a formas nominales fosilizadas en acusativo en función adverbial
(Ernout-Thomas 1953: 28; Touratier 1994: 253), según ilustra un texto como (16d):

(16a) Quom illo aduenio, solitudo ante ostium: iam id gaudeo (“Cuando llego allí, soledad
ante la puerta: ya estoy contento con eso”, Ter. Andr. 362)
(16b) id ipsum incredibiliter gaudeo a te eum diligi (“Me alegra increíblemente eso mismo:
que tú lo ames”, Cic. ad Brut. 4,6)
(16c) ut suum gaudium gauderemus (“Para que gozáramos con su gozo”, Cic. fam. 8,2,1)
(16d) neque multum frumento, sed maximam partem lacte atque pecore uiuunt (“y no viven
en gran medida del trigo, sino que la mayor parte vive de la leche y la ganadería”, Caes. Gall. 4,1,8)

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 13

El acusativo adverbial puede ser expansión no sólo de un verbo (17a), sino también,
secundariamente, de un nombre (17b). La misma extensión al uso adnominal se produce en
un acusativo Objeto externo prototípico (17c), lo que prueba la versatilidad relacional del
acusativo:

(17a) Caesar non exspectauit uestra decreta, praesertim cum illud esset aetatis (“César no
esperó vuestros decretos, sobre todo porque tenía aquella edad”, Cic. Phil. 8,5)
(17b) Ne navigarem hoc aetatis senex (“Para que no navegara un viejo de mi edad”, Plaut.
Bacch. 343)
(17c) Quid tibi hanc curatio est rem? (“¿A qué viene esa preocupación tuya por este
asunto?”, Plaut. Amph. 519)

Se reserva el término acusativo de relación para un nombre que expresa el mismo


tipo de relación interna que el acusativo adverbial respecto a un verbo que es normalmente
pasivo. Se denomina también acusativo griego por considerar que es un uso que se ha
extendido entre los poetas por influencia griega (Hofmann-Szantyr 1965: 36).
El comportamiento de los verbos que en pasiva aparecen con el llamado acusativo
de relación es en cierto modo paralelo al de los verbos de doble acusativo (supra § 2.1.2).
Al igual que aquellos, estos verbos pueden construirse en activa con un acusativo de
persona y uno de cosa; ahora bien, ambos acusativos no comparecen juntos en una misma
oración. Tomemos como ejemplo el verbo induere ‘vestirse’. Cuando el complemento de
cosa es acusativo (18a) el de persona es necesariamente dativo; cuando el complemento
de persona es acusativo (18b), el de cosa tiene que ser ablativo. En la pasiva es el animado
el que asciende a Sujeto. Por su parte, el inanimado permanece normalmente en acusativo
(18c), aunque también, en paralelo con (18b), puede aparecer en ablativo (18d). La
comparación de (18a) y (18c) invita a considerar el acusativo de la construcción pasiva
como un auténtico Objeto (Suárez 1991: 340), al igual que ocurría con los verbos de doble
acusativo.

(18a) primaque iuratis induis arma uiris (“y vistes las primeras armas a los conjurados
hombres”, Ov. am. 2,18,2)
(18b) te laeta mente receptum protinus articulis induat illa suis (“A ti, felizmente recobrado,
desde ahora te vestirá ella con sus brazos”, Ov. am. 2,15,4)
(18c) Non ego te indutum foras exire uidi pallam? (“¿No te he visto yo salir vistiendo ropa
femenina?, Plaut. Men. 511)
(18d) Tune hinc spoliis indute meorum eripiare mihi? (“¿Serás tú, vestido con los despojos
de los míos, arrancado de mí?, Verg. Aen. 12,947)

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14 Olga Álvarez Huerta

El acusativo de relación designa normalmente partes del cuerpo (Touratier 1994:


254). Es muy frecuente con participios pasivos (18c-d) y también se encuentra en
dependencia de adjetivos, en una construcción sin duda analógica de la participial. Todo
ello se ejemplifica en (19):

(19) dederatque comam diffundere uentis nuda genu nodoque sinus collecta fluentis (“y
dejaba a sus cabellos esparcirse al viento, con la rodilla desnuda y recogiendo los vaporosos
pliegues del vestido con un nudo”, Verg. Aen,1,320)

2.1.5. Acusativo de extensión espacial.

Aparece normalmente con verbos que expresan distancia, como distare y abesse
(20a), o que designan una extensión espacial, tanto dinámicos, como discedere y progredi,
como estáticos, como patere (20b); su uso se extiende a adjetivos que expresan medida
(20c). Guarda relación con el acusativo interno (Serbat 1996: 141), pues explicita uno de los
rasgos semánticos inherentes a dichos verbos y adjetivos: la mensurabilidad.

(20a) Is locus aberat a nouis Pompei castris circiter passus quingentos (“Ese lugar distaba
del nuevo campamento de Pompeyo alrededor de quinientos pasos”, Caes. civ. 3,67,1)
(20b) (Heluetiorum fines…) in longitudinem milia pasuum CCXL, in latitudinem CLXXX
patebant (“El territorio de los Helvecios se extendía doscientos cuarenta mil pasos de largo, ciento
ochenta mil de ancho”, Caes. Gall. 1,2,5)
(20c) perpetuae fossae quinos pedes altae ducebantur (“Se cruzaban continuamente fosas
de cinco pies de profundidad”, Caes. Gall. 7,73,2)

Aunque con frecuencia mucho menor, la extensión puede expresarse también en


ablativo, que, a la vista de textos como (21), parece resaltar más la idea de ubicación que la
de distancia:

(21) (Aesculapii templum) quinque milibus passuum ab urbe distans (“el templo de
Esculapio, a cinco mil pasos de distancia de la ciudad”, Liv. 45,28,3)

Serbat plantea la hipótesis (1996: 148) de que es con el acusativo como se expresa
propiamente la distancia, mientras que con el ablativo esa distancia se evalúa como ‘modo’,
entre otras razones, porque (i) con un verbo como pateo (que expresa exclusivamente
distancia y no distancia y ubicación al mismo tiempo, como absum o disto) sólo se
documenta la construcción con acusativo, como ilustra (20b), y (ii) cuando la expresión de la
distancia entre dos puntos se refuerza mediante inter sese (que, por así decir, reitera la idea

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 15

de extensión), el acusativo (22a) es prácticamente la única construcción. En los escasos


ejemplos de ablativo éste tiene un indudable sentido adverbial (22b), pudiendo incluso
aparecer con otro complemento de extensión (22c):

(22a) distantes inter se binos pedes (“distando entre sí dos pies”, Caes. Gall. 7,23,1)
(22b) bina castra hostium paruo inter se spatio distantia uiderant (“Habían visto que los dos
campamentos de los enemigos distaban poco entre sí”, Liv. 4,27,3)
(22c) mille pasuum interuallo distantibus (“que distaban un espacio de mil pasos”, Liv. 33,1,2)

2.1.6. Acusativo de extensión temporal.

Como el anterior, del que se considera un uso traslaticio, también este acusativo de
extensión temporal se pone en relación con el acusativo interno, pues aparece siempre con
formas verbales en las que la duración es un componente semántico inherente (Serbat
1996: 150). Indica el tiempo durante el que transcurre una acción (23a) o el tiempo
transcurrido desde que una acción tuvo lugar hasta el presente (23b):

(23a) pueri annos octingentos uiuunt (“Sus niños viven ochocientos años”, Plaut. Mil. 1078)
(23b) horum pater abhinc duo et uiginti annos est mortuos (“Su padre está muerto desde
hace veintidós años”, Cic. Verr. 2,2,25)

Al igual que en el caso de la extensión espacial, tanto para la expresión del tiempo
que transcurre (24a) como para la del tiempo transcurrido (24b) puede emplearse el
ablativo:

(24a) quid illum octoginta anni iuuant per inertiam exacti?...octoginta annis uixit; immo
octoginta annis fuit (“¿De qué le sirven ochenta años transcurridos entre la apatía?... Vivió ochenta
años; mejor, estuvo aquí ochenta años”, Sen. epist. 93,3)
(24b) In somnis? :: Mirum quin uigilanti diceret qui abhinc sexaginta annis occisus foret
(“¿En sueños? :: Lo raro sería que le hablara estando despierto alguien que había sido asesinado
hace sesenta años”, Plaut. Most. 494)

Los estudiosos, por lo general, consideran que las diferencias entre el acusativo (23)
y el ablativo (24) en estos casos son de tipo aspectual más que sintáctico. El acusativo
indica que la actividad o el estado designado por el verbo no están completamente
delimitados (Riaño 2006b: 57), por lo que permite una lectura prospectiva (Serbat 1996:
151). El ablativo, por el contrario, presenta la acción como limitada y excluye ese valor de
prospección o generalización. El análisis de ejemplos como (23b) y (24b) parece sugerir,

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como en el caso del complemento de extensión temporal, un valor predominantemente


locativo en el ablativo, valor locativo que, referido al tiempo, se realiza como puntual.
Nótese que el ablativo de tiempo se combina con predicados aspectualmente puntuales
(24b), mientras que el acusativo lo hace con predicados durativos (23a). Los textos de (23)
y (24) muestran también cómo el acusativo se combina preferentemente con formas de
presente (23) y el ablativo con formas de pasado (24), como si el tiempo pasado se
conceptualizase como ubicación y sólo los hechos presentes o relevantes en el presente de
la enunciación se concibieran como durativos (Álvarez Huerta 2008).
Como ocurría con otro tipo de acusativos, el acusativo de tiempo puede extenderse
a participios, a partir de verbos (25a). Precisamente, el empleo del participio natus con una
determinación temporal en acusativo (25b) es una de las formas sintácticas más empleadas
para la indicación de la edad (Serbat 1996: 154):

(25a) Quot eras annos gnatus quom te pater a patria auehit (“¿Cuántos años tenías cuando
tu padre te sacó de tu tierra?”, Plaut. Men. 1115)
(25b) Ouem tibi eccillam dabo, natam annos sexaginta (“Te daré aquella oveja de allí, que
tiene sesenta años”, Plaut. Merc. 524)

Algunos acusativos de tiempo se comportan como Objetos prototípicos, a juzgar por


su ocasional conversión en Sujetos pasivos (26):

(26) Nobis…nox est perpetua dormienda (“Habremos de dormir una noche perpetua”,
Catull. 5,6)

2.1.7. Acusativo de dirección o lativo.

Muchas lenguas, entre ellas el inglés, coinciden en codificar como Objetos (27a) los
complementos de los verbos de dirección, complementos que normalmente esas mismas
lenguas expresan por medio de sintagmas preposicionales (27b):

(27a) She entered the house


(27b) She entered into the house

En opinión de Givón (1984: 99), cuando se presenta el evento como transitivo (27a)
se consigue cierto cambio de perspectiva, al centrarse la atención más sobre el objeto del
movimiento, que en consecuencia, resulta más directamente afectado.

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 17

En latín suelen aparecer sin marca de dirección los nombres de lugar menor
(Touratier 1994: 255), ya sean comunes (domus, rus) (28a) o propios (ciudades, islas)
(28b):

(28a) Constituerunt optimum esse domum suam quemque reverti (“Decidieron que era lo
mejor regresar cada uno a su casa”, Caes. Gall. 2,10,4)
(28b) conueneratque ut accepti Cretam mitterentur (“y se había acordado que, una vez
aceptados, serían enviados a Creta”, Liv. 44,25,8)

Hay algunos argumentos que apuntan a que las construcciones lativas sin
preposición son más transitivas que las de acusativo preposicional:
(i) Sólo aparecen sin preposición los nombres de lugar menor, acaso porque pueden
concebirse fácilmente como más afectados, o incluso como totalmente afectados por la
acción verbal.
(ii) Touratier (1994: 256) ha observado que el acusativo domum aparece sin
preposición sólo en aquellas expresiones que tienen un alto grado de fijación o
lexicalización (las expresiones como ‘volver a casa’, ‘ir a casa’) (29a); cuando ello no es así,
la expresión preposicional es la habitual (29b):

(29a) accurrisse Romam et cum primo luci Pomponii domum uenisse dicitur (“Se dice que
corrió a Roma y que con la primera luz fue a casa de Pomponio”, Cic. off. 3,112)
(29b) paucis diebus et in domum et in hortos paternos immigrauit (“A los pocos días entró en
la casa y en los jardines paternos, Cic. Phil. 13,34)

(iii) El acusativo lativo es variante de in + acusativo, no de ad + acusativo, según


ilustra (30), donde se marca la aposición al acusativo de dirección mediante in + acus.
Cuando se expresa el término de un movimiento mediante la preposición in no se marca
simplemente una idea de proximidad (esto lo expresa ad), sino que se indica que el
movimiento llega al interior de un lugar (Ernout-Thomas 1953: 33). En este caso,
lógicamente, puede hablarse de un grado de afectación mayor.

(30) dein Thalam peruenit, in oppidum magnum atque opulentum (“luego llega a Tala,
ciudad grande y rica”, Sall. Iug. 75,1)

2.2. El acusativo como primer argumento.

Son razones de tipo pragmático y semántico las que hacen que en determinadas
construcciones aparezca el acusativo como primer argumento verbal. Las funciones

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18 Olga Álvarez Huerta

pragmáticas Tópico y Foco (infra § 2.2.1) se corresponden generalmente con la funciones


sintácticas de Sujeto y Objeto y con las funciones semánticas de Agente y Paciente, de
manera que, en una oración el Sujeto suele ser también Tópico y Agente. En algunas
lenguas (Lambrecht 2000: 645) se marca como Objeto el Sujeto que es Foco o el Sujeto
que es Paciente. Eso es lo que hace el latín en las construcciones de Sujeto en acusativo
que se analizan en este apartado.

2.2.1. Acusativo Sujeto de infinitivo.

Han sido muy numerosas las propuestas de explicación para el hecho de que el
caso específico del Objeto Directo sea también marca de Sujeto de una oración completiva
de infinitivo (Cf. XVIII.2.2.2). Las distintas hipótesis planteadas pueden agruparse en dos
grandes grupos (Lavency 2003: 127 ss.): las que analizan el acusativo como un Objeto
originario, y las que niegan valor alguno de Objeto a dicho acusativo.
Las teorías que ven en el acusativo Sujeto de un infinitivo un Objeto originario, las
más extendidas y también las más tradicionales, coinciden en poner en relación la
construcción de Acusativo con Infinitivo o AcI (31a) con la de doble acusativo nominal (31b),
la de acusativo nominal y participio (31c) o la de acusativo nominal y predicativo (31d),
construcciones todas en las que el acusativo animado es Objeto del verbo regente.
También se considera generalmente como Objeto el llamado acusativo proléptico (31e), con
el que algunos han relacionado al acusativo con infinitivo (Lavency 2003: 128-130):

(31a) sentio eum uenire (“creo que él viene”)


(31b) doceo pueros grammaticam (“enseño gramática a los niños”)
(31c) uideo puerum uenientem (“veo al niño que viene”)
(31d) eum puto diuitem (“lo considero rico”)
(31e) patrem nouisti quam sit perspicax (“sabes lo perspicaz que es el padre”)

La hipótesis de que es el verbo principal el que impone el caso acusativo al Sujeto


de infinitivo podría estar semánticamente motivada en casos como (31a), pero no explicaría
los numerosos casos en que el acusativo no puede ser Objeto del verbo principal, ya
porque éste, aunque transitivo, no seleccione un Objeto nominal, como dico en (32a), ya
porque el verbo es intransitivo, por ejemplo constat en (32b), ya porque, como ha visto
Bolkestein (1979: 27), el acusativo Sujeto de infinitivo concurre en la misma predicación con
otro Objeto nominal, eam en (32c), ya simplemente porque la completiva de infinitivo no
depende de ningún verbo, sino de nuntius en (32d):

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 19

(32a) dico te uenisse (“digo que tú has venido”)


(32b) constat te uenisse (“consta que tú has venido”)
(32c) eam admoneo eos profectos esse (“la advierto de que ellos se han ido”)
(32d) nuntius oppidum teneri (“la noticia de que la ciudad estaba siendo ocupada”)

En casos como (32) se admite generalmente que la introducción de la completiva de


infinitivo se habría producido de forma analógica a contextos sintácticamente motivados
como los de (31): aunque el Sujeto de infinitivo no es ya Objeto del verbo principal, es éste
el que impone su caso.
Algunos autores relacionan la marca del acusativo para el Sujeto de infinitivo con el
hecho de que en la oración el lugar del nominativo esté ya, por así decir, ocupado por el
Sujeto de la oración principal (Pinkster 1995: 71-72): mediante el acusativo se obtiene una
distinción formal clara de ambos Sujetos, por más que ello ocasione la indistinción casual
entre el Sujeto y, en su caso, el Objeto de la oración subordinada, ambigüedad que se evita
mediante el orden de palabras, la pasivización, etc. La marca acusativo es debida, no a la
imposibilidad de que un infinitivo tenga un Sujeto en nominativo, pues el infinitivo histórico
(33a) lo tiene (cf. XVI.3.2), sino al carácter subordinado (33b) del mismo (Fugier 1998: 350):

(33a) Nihil Sequani respondere, sed in eadem tristitia taciti permanere (“Los secuanos no
respondían nada, sino que permanecían callados con la misma tristeza”, Caes. Gall. 1,32,3)
(33b) Manifestum erat legatos haec ad suos relaturos (“Era evidente que los legados dirían
eso a los suyos”, apud Fugier 1998: 351)

También se han propuesto explicaciones de tipo pragmático, a partir de la distinción


entre las funciones pragmáticas de Tópico y Foco. Dentro de una oración desempeña la
función Tópico el constituyente que hace referencia a las cosas de las que se habla,
información ya conocida o presupuesta en el acto comunicativo; por el contrario, la función
Foco la realiza el constituyente que aporta información nueva, y por tanto más relevante
informativamente (Dik 1997: 310). Las lenguas marcan el Foco de diversas maneras: o con
marcas especiales, o mediante el orden de palabras, o simplemente con un refuerzo
enfático de la entonación del constituyente focalizado. Pues bien, en opinión de Calboli
(1996), el Sujeto del infinitivo en acusativo es originariamente un constituyente focalizado.
Compara dicho autor (1996: 427-428) la función pragmática del Sujeto de infinitivo con la
de Cicero en el texto inglés de (34a), en que dicho elemento se encuentra focalizado según
revelan las paráfrasis de (34b) y (34c):

(34a) Tom believes Cicero to have denounced Catilina


(34b) Tom believes of Cicero that he denounced Catilina

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(34c) Tom believes for Cicero to have denounced Catilina

Un indicio a favor del carácter enfático del acusativo latino con infinitivo podría ser el
hecho de que en autores arcaicos como Catón o arcaizantes como Salustio sea
extraordinariamente frecuente, como Sujeto de infinitivo, la forma enfática de acusativo sese
del pronombre reflexivo en lugar de se (Calboli 1996: 431-432).
Pero no sólo las oraciones completivas de infinitivo llevan el Sujeto en acusativo:
también el infinitivo aparece en construcciones exclamativas que no son sintácticamente
subordinadas (Touratier 1994: 251), con su Sujeto en acusativo (cf. XVI.3.1). En efecto, en
un texto como (35) no hay verbo alguno regente que pueda imponer la marca de Objeto al
acusativo:

(35) Tantam esse in animo inscitiam! (“Tanta es la ignorancia de su alma”, Ter. Haut. 630)

El acusativo de ejemplos como (35) sólo puede ser marca de énfasis expresivo,
como lo es en el llamado propiamente acusativo exclamativo, que se estudia a
continuación.

2.2.2. Acusativo exclamativo.

La exclamación adopta en latín el caso acusativo. La construcción exclamativa


puede realizarse por medio de un nombre solo (36a), o como un sintagma nominal
constituido por un nombre y un determinante (36b), o como sintagma nominal acompañado
de interjección (36c), o como oración de infinitivo con Sujeto en acusativo (35):

(36a) Nugas! (“¡Tonterías!”, Plaut. Most. 1088)


(36b) lepidum senem! (“¡Gracioso, el viejo!”, Plaut. Pseud. 435)
(36c) O hominem lepidum! (“Vaya tío gracioso”, Plaut. Pseud. 931)

En condiciones sintácticas muy semejantes puede aparecer un nominativo (cf.


IV.1.2.2): solo (37a), constituyendo un sintagma nominal sin interjección (37b) o con
interjección (37c), o como Sujeto de un verbo en forma personal (37d):

(37a) Nugae (“Tonterías”, Plaut. Bacch. 92)


(37b) Res odiosa (“Cosa odiosa”, Cic. Att. 14,13,2)
(37c) O frustra mei suscepti labores (“Oh sufrimientos míos en vano padecidos”, Cic. Mil. 94)
(37d) Quam multa iniusta ac praua fiunt moribus! (“¡Cuánta injusticia y maldad hay en las
costumbres!”, Ter. Haut. 839)

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 21

A la vista de los ejemplos de (35), (36) y (37) se plantean dos cuestiones


fundamentales. La primera y más importante, cuál es la diferencia, de existir alguna, entre
los enunciados en nominativo y en acusativo. La segunda, cuál es la estructura sintáctica de
esos enunciados, especialmente la de aquellos carentes de verbo.
En su estudio sobre la declinación latina, De Carvalho (1986: 420-422) cree apreciar
una ligera diferencia entre el uso del nominativo y el del acusativo: cuando se emplea el
acusativo el hablante califica subjetivamente los hechos, mientras que cuando aparece el
nominativo el enunciado se presenta de forma más objetiva. Esa pequeña diferencia
correspondería con la establecida modernamente en las lenguas entre la exclamación
propiamente dicha y la oración declarativa enfática: en una exclamación el hablante hace
énfasis en una reacción emocional ante un hecho, mientras que en una expresión
declarativa el énfasis recae en la afirmación (Michaelis 2001: 1040). El componente de la
emotividad ha sido descrito ya en la Antigüedad como definitorio de la exclamación, según
revela el texto (38) de la Rethorica ad Herennium:

(38) Exclamatio est, quae conficit significationem doloris aut indignationis alicuius per hominis
aut urbis aut loci aut rei cuiuspiam compellationem (“Es exclamación aquello que conforma la
expresión de un sentimiento de dolor o de indignación por medio de la interpelación a un hombre, a
una ciudad, a un lugar, o a una cosa cualquiera”, Rhet. Her. 4,22)

En cuanto a su estructura sintáctica, no plantean problema los ejemplos de


nominativo sin verbo de (37), ya que pueden interpretarse como oraciones nominales con
Sujeto en nominativo, oraciones en que la cópula también puede explicitarse, como en
(39a) frente a (39b):

(39a) Nugae istaec sunt (“Eso son tonterías”, Plaut. Capt. 969)
(39b) Nugae (“Tonterías”, Plaut. Bacch. 92)

En el caso del acusativo, la interpretación más comúnmente admitida consiste en


postular la elisión de un verbo respecto del cual el acusativo desempeñaría la función de
Objeto Directo (Ernout-Thomas1953: 23). Así, por ejemplo, (40b) sería una forma reducida
de (40a):

(40a) Loqueris nunc nugas sciens (“Estás diciendo ahora tonterías y lo sabes”, Plaut. Bacch.
569)
(40b) Nugas! (“¡Tonterías!”, Plaut. Most. 1088)

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Sin embargo, en el tipo de construcción exclamativa más frecuente (36b) nunca se


encuentra explícita forma verbal alguna, por lo que sólo cabe ver en ella una oración
nominal con Sujeto en acusativo (Touratier 1994: 251-252). Lo mismo cabe decir de la
oración de infinitivo exclamativa (36d), el segundo tipo de construcción exclamativa en
orden de frecuencia. Este tipo de oraciones, aunque incompletas semánticamente (Calboli
1981: 148-149), son independientes sintácticamente, pues en ellas no aparece nunca un
verbo en forma personal.

2.2.3. Acusativo proléptico.

Se llama Acusativo proléptico al Sujeto de una oración completiva o interrogativa


indirecta que aparece expresado en la oración principal no ya en nominativo (41a), según lo
habitual, sino en acusativo (41b):

(41a) scit muriatica ut maceret (“Sabe cómo macera la salmuera”, Plaut. Poen. 249)
(41b) illum nescio qui fuerit (“Aquél, no sé quién era”, Ter. Eun. 657)

Es mayoritariamente compartida la tesis de que el acusativo proléptico expresa la


función de Objeto, ya sea del verbo principal (Ernout-Thomas 1953: 25; Maraldi 1986), ya
del conjunto de la oración subordinada (Serbat 1996: 183; Touratier 1980: 55). Hay, sin
embargo, algunos indicios de que ese acusativo no es Objeto: el acusativo proléptico
aparece frecuentemente con verbos que no seleccionan un Objeto nominal, como scio o
nescio (41). Pero, incluso los verbos que pueden construirse con Objeto nominal, como
nosco (42a), o metuo (42b), si se emplean con acusativo proléptico (42c), (42d), parecen
haber perdido con éste toda relación sintáctica:

(42a) Ego pol Sauream non noui neque qua facie sit scio (“Yo, por cierto, no conozco a
Sáurea, ni sé qué cara tiene”, Plaut. Asin. 353)
(42b) quippe qui intellexerat uereri uos se et metuere, ita ut aequum est Iouem (“Porque
había entendido que vosotros lo respetabais y lo temíais, como es justo hacer a Júpiter”, Plaut.
Amph. 22)
(42c) Nosce saltem hunc quis est :: Iam diu scio qui fuit; nunc qui sit ipsus sciat (“Entérate al
menos de quién es éste :: Ya hace tiempo que sé quién es; ahora, que lo sepa él mismo”, Plaut.
Pseud. 261)
(42d) metuo lenonem nequid...:: suo suat capite. Idem ego uereor (“Temo que el lenón
algo…:: esté tramando en su cabeza. Yo temo lo mismo”, Ter. Phor. 491)

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 23

En efecto, la respuesta a la petición inicial de (42c) revela que el hunc de la oración


anterior forma parte de la interrogativa. Y en (42d) la referencia anafórica con idem señala
como Objeto no a un constituyente nominal, sino a toda una oración.
Desde una perspectiva pragmática (Bolkestein 1981: 86-89; Álvarez Huerta 2005:
439) se ha postulado que este acusativo proléptico señala el Foco de la oración. La
anteposición es un procedimiento frecuente en las lenguas para centrar el foco de atención
sobre un argumento. Entre las características sintácticas del elemento dislocado destaca la
entonación independiente y la neutralización de la marca casual (Givón 1990 II: 759 ss.). Si
el elemento dislocado es el Sujeto adopta normalmente la forma de los Sujetos, como en
español (43a), pero puede también adoptar la forma de Objeto, como en francés (43b):

(43a) Juan, no ha visto el libro


(43b) Moi, je ne fais pas ça

En latín un nombre dislocado Sujeto aparece generalmente como Nominativo (44a);


pero no faltan ejemplos de Acusativo (44b):

(44a) Bonus bene ut malos descripsit mores ! (“¡Qué bien ha descrito un hombre de bien las
malas costumbres!”, Plaut. Mil. 763)
(44b) Mortalis malos ut ingrediuntur docte in sycophantiam! (“¡Qué sabiamente entran en la
impostura los malvados de ellos!”, Plaut. Poen. 653)

Así las cosas, podría concluirse que la marca de acusativo en el elemento dislocado
Sujeto, tanto si se trata de oración independiente (44b), como de subordinada (42c), es un
procedimiento de focalización, como lo es el acusativo exclamativo.

2.2.4. Acusativo con verbos impersonales de sentimiento.

En diversas lenguas los verbos de sentimiento no codifican las relaciones sintácticas


de Sujeto y Objeto de la forma habitual (Kibrik 1997). El ejemplo del ruso puede ser
ilustrativo. En dicha lengua, un verbo como ‘temblar’ selecciona un único argumento en
acusativo, no en nominativo (45a), y un verbo como ‘temer’ tiene como segundo argumento
un genitivo en lugar del habitual acusativo (45b). La marca casual se corresponde más con
el papel semántico de los argumentos (experimentador-paciente y partitivo,
respectivamente) que con su función sintáctica:

(45a) Menja trjaset (“Yo tiemblo”)

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Yo-Ac. tiembla
(45b) bojat’sja čego (“Tener miedo de algo”)
Tener miedo algo-Gen

Cinco verbos latinos (paenitet “arrepentirse”, miseret “compadecerse”, piget


“molestarse”, pudet “avergonzarse” y taedet “aburrirse”) presentan una construcción
semejante: la persona afectada aparece en acusativo y el objeto del sentimiento en genitivo
(46):

(46) neque te mei miseret (“Y no te compadeces de mí”, Cic. Tusc. 1,106)

El acusativo personal tiene características semánticas (entidad implicada


directamente en el proceso verbal), y pragmáticas (suele ser el Tópico de la predicación)
propias de los Sujetos prototípicos (Baños 2003: 61-62). Pero también sintácticas (Baños
2003: 63-64): actúa como antecedente o ‘ligador’ del fórico se (47a), o puede omitirse si es
correferencial con el Sujeto de una oración contigua (47b). De hecho, ya desde época
arcaica se documenta esporádicamente una construcción personal con Sujeto en
nominativo (48):

(47a) eos qui secus ac decuit uixerunt, peccatorum suorum tum maxume paenitet (“Los que
han vivido contra el decoro se arrepienten entonces mucho de sus faltas”, Cic. div. 1,63)
(47b) erraui, temere feci, paenitet, ad clementiam tuam confugio (“Me equivoqué, actué
imprudentemente, me arrepiento, me acojo a tu clemencia”, Cic. Lig. 30)
(48) ita nunc pudeo atque ita nunc paueo (“Tan abochornado y lleno de temor estoy ahora”,
Plaut. Cas. 877)

2.2.5. Acusativo absoluto.

También razones de tipo semántico explican la aparición del acusativo en la


construcción participial absoluta. El acusativo absoluto (49a) conoce una progresiva
extensión a lo largo de los siglos. Aunque los primeros testimonios se documentan ya en el
s. II, es a partir del s. IV cuando se extiende su uso. Abundan los ejemplos mixtos en que el
participio permanece en ablativo y el nombre, en cambio, aparece en acusativo (49b), lo
que indica que el acusativo se introduce en un primer momento en el nombre para designar,
en palabras de Helttula (1987: 112), al paciente de la acción verbal:

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V. El acusativo latino: sintaxis, semántica y pragmática 25

(49a) in hoc loco ubi sanctus Melchisedech, aduenientem sanctum Abraham, hostias Deo
puras primus optulit (“en el lugar donde el santo Melquisedec, ante la llegada de Abraham, ofreció
por primera vez a Dios sacrificios puros”, Peregr. Aeth. 14,2)
(49b) Factis orationibus et cetera (“Hechas las oraciones y lo demás”, Peregr. Aeth. 19,2)

El empleo del acusativo para marcar un Sujeto paciente con formas verbales pasivas
o intransitivas tuvo sin duda un importante papel en el triunfo del acusativo sobre el
nominativo para constituirse en el origen morfológico del sustantivo romance.

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26 Olga Álvarez Huerta

BIBLIOGRAFÍA (para las referencias completas a los manuales de sintaxis mencionados —


Ernout-Thomas 1953; Hofmann-Szantyr 1965; Kühner-Stegmann 1914; Pinkster 1995;
Touratier 1994—, y a las monografías y obras generales en las que se incluyen algunos de
los trabajos citados, se remite a la Bibliografía final):

Álvarez Huerta, O. (2005): “¿Accusativus pendens en latín?”, en G. Calboli (ed.), 433-442.


Álvarez Huerta, O. (2008): “Accusatif et ablatif pour exprimer le temps en latin”, en Colloque
« L’expression de l’espace et du temps en latin », Centre Alfred Ernout, Université de
Paris 4-Sorbonne, e.p.
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