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Salomón comparte en este día con nosotros algo muy íntimo y personal, algo que realmente le
marcó si leemos el inicio de su reinado.
Él nos dice, se consideró un hijo amado por sus padres de hecho se sentía tan amado por ellos
que nos dice que se consideraba tratado como si fuese especial.
Su padre, David, le inculcó algo que considera tremendamente importante compartir con
nosotros. ¿Qué era? Veamos estos versículos.
Primero comienza nuevamente aconsejando a los hijos a oír y estar atento a lo que los padres
tienen que enseñarnos.
Los padres quieren lo mejor para su hijo, dice que anhelan que su hijo conozca cordura, es decir,
quieren que tenga la capacidad de pensar y obrar con buen juicio, prudencia y responsabilidad.
¿No es esto lo que desea cualquier padre?. ¿No lo anhelas tú?.
Y no era enseñar cualquier enseñanza sino una que no deberían nunca abandonar porque era
buena, nos dice que David le recomendaba que debía amarla.
David como rey sabía el lugar que un día su hijo tendría y como un buen padre quería que fuese
el mejor rey que el pueblo pudiera tener y por ello le enfatizó enérgicamente: ¡adquiere
sabiduría!.
En estos nueve versículos, Salomón nos dice que su padre le enfatizó la importancia de adquirir
sabiduría e inteligencia, es por ello que nos lo dice hasta en cuatro veces.
David fue un amigo íntimo de Dios que nos dejó grandes enseñanzas en las Escrituras. El salterio
está lleno de ello y especialmente el salmo 119 donde nos dice que la verdadera felicidad está en
la obediencia a Dios y su palabra, donde hallamos la verdadera sabiduría.
Como rey poderoso no le pide a su hijo que busque adquirir bienes, riquezas, popularidad o
influencia, sino sabiduría.
«Y aquella noche apareció Dios á Salomón, y díjole: Demanda lo que quisieres que yo te dé. Y Salomón dijo á
Dios: Tú has hecho con David mi padre grande misericordia, y á mí me has puesto por rey en lugar suyo.
Confírmese pues ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada á David mi padre; porque tú me has puesto por rey sobre
un pueblo en muchedumbre como el polvo de la tierra. Dame ahora sabiduría y ciencia, para salir y entrar delante
de este pueblo: porque ¿quién podrá juzgar este tu pueblo tan grande? Y dijo Dios á Salomón: Por cuanto esto fué
en tu corazón, que no pediste riquezas, hacienda, ó gloria, ni el alma de los que te quieren mal, ni pediste muchos
días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para juzgar mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey,
Sabiduría y ciencia te es dada; y también te daré riquezas, hacienda, y gloria, cual nunca hubo en los reyes que han
sido antes de ti, ni después de ti habrá tal. Y volvió Salomón á Jerusalem del alto que estaba en Gabaón, de ante
el tabernáculo del testimonio; y reinó sobre Israel.». 2 Crónicas 1:7-13 RVES
¿Por qué? Porque es viviendo en esa sabiduría y reinando con ella que podría ser feliz. Estos
versículos nos dice que la sabiduría traería a la vida del que la ama los siguientes beneficios:
Le guardaría
Le conservaría
Le traería honra
Le daría adorno de gracia a su cabeza
Le daría una corona de hermosura
Nosotros anhelamos para tu vida estas bendiciones, es por ello que te decimos:
¡Adquiere sabiduría!
¡Adquiere inteligencia!
Vivamos entendiendo lo que somos para Dios y no mirando al mundo. Si eres justo
Dios está contigo.
‘Atesora conocimiento’
¿Qué hace que nuestras palabras sean ‘un torrente de sabiduría que sale burbujeando’, en vez de un
arroyo confuso de trivialidades? (Proverbios 18:4.) Salomón contesta: “Los sabios son los que atesoran
el conocimiento, pero la boca del tonto está cerca de la ruina misma” (Proverbios 10:14).
Lo primero que se precisa es que la mente esté llena del edificante conocimiento de Jehová. Hay una
única fuente de tal conocimiento. El apóstol Pablo escribió lo siguiente: “Toda Escritura es inspirada de
Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia,
para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda
buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). Debemos estimar el conocimiento y profundizar en la Palabra de
Dios como si buscáramos un tesoro. Esa búsqueda es sumamente emocionante y gratificante.
Asimismo, para que se halle la sabiduría en nuestros labios, el conocimiento de las Escrituras debe
llegarnos al corazón. Jesús dijo a quienes lo escuchaban: “El hombre bueno, del buen tesoro de su
corazón produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su tesoro inicuo;
porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Por lo tanto, debemos tener la
costumbre de meditar sobre lo que aprendemos. Es cierto que el estudio y la meditación conllevan
esfuerzo, pero estudiar de ese modo es muy enriquecedor. No hay razón para que nadie siga el
proceder de quienes parlotean sin reflexionar.
En efecto, el sabio hace lo justo a los ojos de Dios y es una buena influencia para los demás. Disfruta
de abundante alimento espiritual, y tiene mucho que hacer en la gratificante obra del Señor
(1 Corintios 15:58). Como es un hombre de integridad, anda en seguridad y goza de la aprobación
divina. Muchas son, en verdad, las bendiciones del justo. Busquemos la justicia sujetándonos a las
normas de Dios sobre lo que es bueno y lo que es malo.
Cuando Pedro en el huerto de Getsemaní hirió con una espada a un criado del
sacerdote en un vano intento de evitar que arresten a Jesús, éste le dijo: “todos los
que tomen espada, a espada perecerán” (Mt 26:52), de donde viene el refrán “El que a
hierro mata, a hierro muere”. Es decir, cosechará la violencia que ejercieron sobre
otros. Aquí también Dios paga a cada cual según sus obras (Jb 34:11; Sal 62:12; Jr
17:10; Mt 16:27; Rm 2:6; Ap 2:23). (Nota 1)
Un impío pacífico, no violento, es una imposibilidad. Pero el justo sí es ambas
cosas. Por eso el justo no hereda violencia, sino paz. Esto es, cosecha lo que sembró.
“La memoria del justo será bendita; mas el nombre de los impíos se pudrirá.”
La idea es afín a la del proverbio anterior. Aún muerto el justo será bendecido, de
manera que su recuerdo se mantiene vivo (Sal 112:6b), y sirve de ejemplo a otros.
Como fue el caso del rey Josías, que fue llorado por su pueblo y fue endechado por
Jeremías, y por los cantores del pueblo (2Cro 35:24,25). En cambio, “el “nombre de los
impíos” se borrará de la memoria del pueblo. Nadie se acordará de ellos (Jb 18:17; Sal
109:13; Jr 22:18,19). Dicho de otra manera, así como se pudre el cadáver del impío en
la tumba, se pudre su nombre en la memoria del pueblo.
El contraste en este proverbio es claro: la fama del justo perdura; el nombre del
impío no perdura, sino pronto se olvida; no su fama, porque no la tiene, o no la tiene
buena; o a lo sumo, tiene mala fama. Pero hay más: lo que se pudre desprende mal
olor. Algo parecido ocurre con el nombre del impío, porque hasta a sus parientes
avergüenza. La gente gusta de recordar los hechos buenos y heroicos porque los
inspiran y les levantan el ánimo. Recordándolos la gente alaba y bendice la memoria
del justo. Se le levanta monumentos y se pone su nombre a las calles. Pero nadie
quiere acordarse de las maldades del impío.
Un ejemplo patente de distinta fama es el caso del apóstol Pablo y del emperador
Nerón. Como relata el libro de los Hechos (25:10-12; 27:1,2), Pablo fue llevado a Roma
para ser juzgado por el tribunal del César. Aunque no se conocen los detalles del juicio
al que fue sometido, él dice que aprovechó su defensa para predicar a los presentes el
Evangelio, y de esa manera fue librado de la boca del león (2Tm 4:17). Su renombre no
se ha extinguido hasta hoy. En cambio, la violencia cubrió la boca del emperador
perseguidor de cristianos, pues, perseguido a su vez, acusado de haber incendiado
Roma acabó suicidándose.
M. Henry muy apropiadamente apunta: Entre los cadáveres del justo y del impío en
la tumba no hay diferencia, pero entre las almas de uno y otro en el mundo espiritual sí
la hay, y muy grande.
8. “El sabio de corazón recibirá los mandamientos; mas el necio de labios caerá.” (2)
Hay corazones sabios y bocas necias. La sabiduría del justo reside en su corazón, y
por eso es discreto.
9. “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será
quebrantado.
Vivimos en una sociedad de valores cambiados, deteriorados y en algunos casos perdidos.
Los modelos de valores que se están presentando a las nuevas generaciones son relativos,
endebles y faltos de parámetros concretos.
Es por eso la razón que Dios busca hombres y mujeres que no se conformen o se ajusten a los
patrones equivocados del mundo y la sociedad de hoy , para ser entes de cambio , debemos
seguir el consejo divino que está en la Palabra de Dios .
Dios hoy te dice que pongas en práctica la integridad que El ha puesto en tu vida.
La integridad tiene que ver con entereza, probidad, honradez con algo que está completo.
La integridad es calidad moral, sinónimo de ser incorrupto y libre de mancha.
Cuando caminamos en integridad no hay nada ni a nadie de que temer porque somos libros
abiertos y nuestras vidas es como agua cristalina.
Promueve la integridad en tu hogar, trabajo, comunidad, país y con todo aquel que de una
manera u otra trata o se relaciona contigo.
Recuerda, Dios te ha elegido como parte del cambio para la sociedad, el país y el mundo, no te
contamine y se integro en toda tu vida .
Con la ayuda divina, todos podemos.
Jehová Dios santo y sublime eres tú por siempre, te ruego nos ayude a poner en práctica en toda
nuestra vida, la integridad como un elemento de cambio y ejemplo para nuestro sociedad y el
mundo completo, en el nombre de Jesús .Amen
"Anda confiado" (c.f. 28:1b), porque su conciencia no lo acusa. Por ese motivo no
necesita temer que alguien venga a reprocharle su inconducta, o alguna falta; y
además, porque sabe que Dios lo protege. ¡Qué contraste con el impío que "huye sin
que nadie lo persiga”! (28:1a).
Algunas versiones traducen la segunda línea así: “será
descubierto” o “conocido”, lo que quiere decir que aunque aparente vivir
honestamente, tratando de engañar a Dios y a su prójimo, en algún momento de
descuido se traicionará, y se le verá tal cual es.
Hay en verdad sólo dos maneras de conducirse en la vida: rectamente, o de
manera torcida. Ambas llevan a resultados y destinos opuestos.
La versión “Dios Habla Hoy” se toma la libertad de dar como traducción de este
versículo dos refranes conocidos: “El que nada debe, nada teme” y “El que mal anda,
mal acaba” que, en efecto, reflejan su sentido, pero no son una traducción
propiamente dicha.
En el Antiguo Testamento tenemos dos personajes que caminaban en
integridad delante de Dios, y a quienes Él distingue: Abraham (Gn 17:1) y Job (Jb 1:8).
No que fueran perfectos, porque ningún hombre lo es, pero su voluntad estaba
siempre orientada hacia el bien. Dios ha prometido que los que así viven, gozarán de
su protección (Pr 2:7,8; Sal 84:11; Is 33:15,16). Ha prometido además que Él escuchará
sus oraciones (1Jn 3:21,22) y que su final será feliz (Sal 37:37). ¿Está tu voluntad
siempre orientada hacia el bien? Más te valga.
Además de los dos ejemplos ya mencionados, tenemos el caso de dos
personajes cuyas vidas ilustran los destinos opuestos que menciona este proverbio:
José, que mantuvo su integridad pese a las severas pruebas a las que fue sometido
(Gn 39); y Siba, que con engaños y calumnias obtuvo el favor del rey (2Sm 16:1-4;
19:24-30).
Otro caso notable de contraste es el del rey David, de quien Dios mismo dio
testimonio de que caminó en integridad (1R 9:4), y cuyo corazón era conforme al
corazón de Dios, pese a sus debilidades humanas (1Sm 13:14; Hch 13:22); y su hijo
Absalón, que se rebeló traicioneramente contra su padre, y tuvo una muerte
ignominiosa (2Sm 18:14,15).
principio bíblico que con más frecuencia aparece en sus páginas. Por
tanto, deberíamos tenerlo muy en cuenta: Dios cuidará de que todos
cosechemos, en esta vida o en la otra, el fruto de lo que sembramos.