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2004
David Smilde
LOS EVANGÉLICOS Y LA POLARIZACIÓN: LA MORALIZACIÓN DE LA POLÍTICA Y
LA POLITIZACIÓN DE LA RELIGIÓN
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, mayo-agosto, año/vol. 10,
número 002
Universidad Central de Venezuela
Caracas, Venezuela
pp. 163-179
Rev. Venez. de Econ. y Ciencias Sociales, 2004, vol. 10 n° 2 (mayo-agosto), pp. 163-179
David Smilde
Introducción
En el libro clásico de los años 80, El caso Venezuela: una ilusión de armo-
nía, Moisés Naím y Ramón Piñango (1984) argumentaron que en Venezuela,
debido a un presupuesto alimentado por el petróleo, se había desarrollado una
“ilusión de armonía”. Como “había para todo”, nunca se desarrollaron canales
y hábitos para procesar el conflicto institucional, espacios donde intereses in-
compatibles pudieran confrontarse. Siempre había recursos para callar al que
gritaba. El resultado fue una sociedad cuya disfunción se debía a la falta de
crítica y revisión de sus instituciones. La crisis de las instituciones públicas
desde mediados de la década de los 80 hace parecer estas críticas a unas
ironías crueles. La “ilusión de armonía” se deshizo con furia en el Caracazo
del 27 de febrero de 1989 (Ugalde et al., 1994), y siguió deshaciéndose a tra-
vés de la década de los 80.
164 Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
El padre jesuita Raúl González Fabre (1997) escribe que una de las carac-
terísticas de la cultura venezolana es el carácter concreto y no abstracto de las
reglas de convivencia social. Es por esta característica que el psicólogo Ma-
nuel Barroso ha criticado a Venezuela como un “país de cómplices”. Movi-
mientos ideológicos como el movimiento evangélico y el movimiento bolivaria-
no rompen con este aspecto concreto y proveen reglas morales relativamente
abstractas. Es útil comparar el movimiento evangélico y el movimiento boliva-
riano, pues ambos son de origen popular basados en una narrativa ideológica.
Son ideológicos porque tienen una carga moral –rechazan el presente con re-
ferencia a un orden ideal. Esta ideología tiene una forma narrativa porque este
orden existía en el pasado pero fue traicionado. El futuro depende del resta-
blecimiento de este orden en el presente. Ambos movimientos son populares
en el sentido de que comenzaron con movilización de sectores no elites.
Los evangélicos usan como referencia la iglesia primitiva del Nuevo Testa-
mento de la Biblia como base para su crítica del catolicismo y de la sociedad
actual. Ven esa iglesia como autogestionaria, antiautoritaria y rigurosa en lo
ético. Con estos elementos los grupos evangélicos comienzan a florecer. Tra-
dicionalmente, mientras los evangélicos crecían rápidamente en otros países
latinos, encontraron poca receptividad en el venezolano poco dispuesto a la
religión organizada, que valoriza la intimidad social y exhibe una moralidad
concreta y contextualizada (González Fabre, 1997; Granell et al.). Muchas ve-
ces estereotipados como personas marginadas, en realidad los evangélicos en
Venezuela tienen una distribución social muy parecida a la estructura de clase
social de la población en general (Smilde, 2004). Más bien su característica
fundamental es que son personas que están descontentas con algún aspecto
de su existencia y que no están dispuestas a vivir con esa insatisfacción. Su
religión les provee de un sistema de representaciones con el cual pueden ima-
ginar y “reimaginar” su entorno social de una manera que sea más susceptible
a su acción.
Movilización y campaña
Como candidato Hugo Chávez solía mencionar a los evangélicos cada vez
que mencionaba los nuevos actores sociales a quienes quería incorporar a su
movimiento de cambio para Venezuela. Esto ha sido una estrategia común en
América Latina entre candidatos sin una base partidista (Bastian, 1994). Sin
embargo, el esfuerzo de Chávez no fue una estrategia electoral de último mo-
mento –como fue el caso con Fujimori en Perú en 1990 (Freston, 2000)– sino
una parte de la estrategia de largo plazo de movilización del MBR-200 de for-
mar una base con nuevos elementos de la sociedad civil. En uno de los docu-
mentos que los líderes del golpe emitieron mientras estaban encarcelados, hicie-
ron un llamado para un “foro nacional” entre “las nuevas fuerzas sociales y polí-
ticas” que tienen el deseo y capacidad de promover cambio en Venezuela.
Durante el gobierno
En sus primeros seis meses el gobierno tomó varias medidas que fortalecían
el movimiento evangélico con respecto a la iglesia católica. La Dirección de Cul-
tos es el departamento del Ministerio de Justicia que tiene la función de super-
visar la actividad religiosa en el país, y con la cual los evangélicos han tenido
muchos conflictos (Smilde, 1999). La administración de Chávez puso al frente
de esa dirección a Román Delgado, un abogado que no era evangélico pero
era simpatizante y anteriormente los había representado frente al directorado
(El Nacional Online, 15-6-1999). En junio de 1999, el Ministerio de Educación
ordenó el cumplimiento de un acuerdo que permitiría y estimularía a los grupos
evangélicos para proveer de enseñanza religiosa en las escuelas públicas –un
papel anteriormente sólo reservado para la iglesia católica. El acuerdo real-
mente fue firmado durante el gobierno de Caldera pero nunca había sido pues-
to en práctica. La iglesia católica rechazó la medida diciendo que los evangéli-
cos no tenían ninguna unidad doctrinal, que estaban llevando a cabo servicios
en lugar de dar clases, y que, en algunas áreas, los maestros católicos esta-
ban siendo excluidos de la enseñanza religiosa (El Nacional Online, 11-6-
1999). En julio de 1999 el gobierno anunció que cortaría el subsidio que da a
la iglesia católica en 80%. Después de negociaciones con la iglesia este recor-
te fue reducido a 50%. Aunque este subsidio sólo representaba una pequeña
parte del subsidio global que recibe la iglesia del Estado, dado el hecho de que
siguió inmediatamente a las medidas mencionadas arriba, miembros de la je-
rarquía se molestaron (El Nacional Online, 31-10-1999). Este recorte fue el
presagio de medidas que después buscarían igualar el terreno entre católicos
y otras religiones.
tismo. Todos los evangélicos creen que, si una persona se mantiene en comu-
nión con Dios a través del cumplimiento de la ética bíblica, entonces Dios
asume control de esta persona y lo usa para su trabajo en la tierra. La diferen-
cia de interpretación estaría en si el dominio exclusivo de la intervención de
Dios es el ser humano individual, o si este dominio se extiende a un conjunto
social más amplio como la nación. La tendencia de restringir el dominio a la
persona es lo que yo llamo el esquema del pluralismo. El énfasis del pensa-
miento político pluralista es asegurar en una sociedad que cada individuo sea
libre para practicar su religión y evangelizar a los demás. Por el otro lado, la
tendencia de ver el dominio de la intervención de Dios en el ámbito de la so-
ciedad o nación, es lo que yo llamo teocratismo. El énfasis del pensamiento
político teocrático es poner la esfera pública acorde con los principios de Dios,
o, mejor aún, identificar líderes políticos que son llamados por Dios (Freston,
2000; Smilde, 2004). Me refiero a esquemas y no personas o grupos precisa-
mente porque estas dos tendencias normalmente coexisten entre cualquier
individuo o grupo evangélico, estando la diferencia en el énfasis. Es muy co-
mún, por ejemplo, que un evangélico sea “pluralista” en cuanto a la libertad de
religión pero “teocrático” en cuanto a la prohibición del aborto.
El esquema del pluralismo provee los recursos simbólicos para los evangé-
licos que se oponen al gobierno de Chávez. En América Latina, como los
evangélicos son minorías, el pluralismo se manifiesta en las preferencias por
la separación de iglesia y Estado. Es por esto que muchas veces los grupos
evangélicos son vistos como abogados del pluralismo y, por lo tanto, de la
democracia liberal (Martín, 1990). Es este proyecto de acción que provee el
denominador común entre evangélicos y bolivarianos, y les proporciona recur-
sos simbólicos para apoyar a Chávez. El mismo rechazo al desorden y a los
escándalos típicos de la democracia liberal, y el mismo deseo para una autori-
dad clara y entendible que motiva a algunos chavistas, motiva también a algu-
nos evangélicos. La diferencia es que mientras para los chavistas alternativas
al pluralismo de la democracia liberal son entendidas dentro del discurso de la
revolución nacionalista, para los evangélicos son entendidas dentro de un dis-
curso teocrático.
Bueno, porque Chávez tiene un proyecto, o sea así como hizo esa intentona y ese
golpe, ¿parece ser no? No le quiero asegurar que se lamentaría, pero pareciera
que como que quiere poner algo así como en Cuba. Y entonces, ¡me imagino yo, si
ganaría Chávez, muchos hermanos estamos predicando en el metro, con la policía
Los evangélicos y la polarización… 171
Si este hombre ha leído la Biblia, la Biblia dice que la fe viene por el oír, oír la pala-
bra de Dios. Entonces un hombre lee la Biblia debe adquirir conocimiento de Dios.
Dios puede tratar con esa persona. Entonces yo creo que Dios puede utilizar a es-
te hombre. Porque si en cuarenta años de democracia hemos fallado, verdad, [es
porque] Dios no ha podido penetrar el corazón de estos políticos, verdad que no lo
ha podido hacer porque ningunos políticos de estos que han gobernado Venezuela
han sido cristianos (3: 52).
Las medidas del gobierno de Chávez que fueron favorables a los evangéli-
cos en cuanto que buscaban igualar la iglesia católica y los evangélicos fue-
ron, por supuesto, bien recibidas por éstos. Pero no hubo contactos de alto
nivel entre la administración y los líderes del movimiento evangélico. El reve-
rendo Samuel Olson, presidente del Consejo Evangélico de Venezuela me
explicó que bajo la administración de Chávez, la Dirección de Cultos ha sido
consistente en su apoyo al movimiento evangélico. También afirma que abo-
gados evangélicos fueron consultados sobre la nueva Ley de Cultos y que al-
gunos otros evangélicos han sido nombrados para posiciones en el gobierno.
Igualmente, miembros del Consejo Evangélico de Venezuela, incluyendo a
Olson, participaron en la comisión independiente que seleccionó los nuevos
172 Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
Tabla 1
Tendencias al voto por afiliación religiosa
No-evangélico Evangélico
Sáez 13,3% 11,4%
Chávez 40,6% 41,4%
Salas 19,3% 16,1%
Fermín 3,5% 5,7%
Alfaro 4,2% 3,4%
indeciso 10,3% 12,6%
No va a votar 7,0% 5,7%
Encuesta de Consultores 21, agosto 7-17.
miembros del Consejo Nacional Electoral en junio de 2000 (El Nacional Online,
24-7-2000). Sin embargo, estas invitaciones fueron iniciativas unilaterales del
Ejecutivo, no el resultado de negociaciones o consultas. Olson afirma:
1
Para más detalles ver Smilde en Oxford Analytica , 28-1-2000.
Los evangélicos y la polarización… 173
El obispo Raúl Ávila, director de la red de Iglesias Centro de Cristo para las
Naciones ha aumentado su apoyo para Chávez durante la etapa de conflicto
abierto. Durante el paro, en diciembre de 2002 Ávila dijo que la resistencia del
gobierno fue evidencia de que Dios tiene una misión especial con Venezuela.
“Una cosa que si tenemos que tener en cuenta, ninguna nación puede aguan-
tar quince días de paro, Argentina fue sacudida en tres días, Venezuela ya va
por tres semanas y todavía sigue en pie, se ve que Dios tiene algo con esta
nación. Lo que está haciendo la oposición es antihumano y anti-Dios” (Ávila,
2
Una de las historias más interesantes de los evangélicos en las elecciones de 1998
fue el pacto entre Godofredo Marín y el candidato de Acción Democrática, Luis Alfaro
Ucero. El pacto causó una rebelión dentro del partido ORA y acabó con el partido y la
carrera política de Marín.
174 Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales
2002a) (29: 9). Él predicaba que el paro era fútil y destinado al fracaso porque
“toda iglesia y nación de propósito es dura de matar” (28:72).
Los sorprendentes títulos usados por los tres líderes evangélicos que apo-
yan abiertamente al gobierno de Chávez –“obispo” y “apóstol”– revelan el es-
quema del teocratismo. Tradicionalmente los evangélicos en Venezuela son
tan antiautoritarios que niegan el titulo de “reverendo” a favor de “pastor”. Sin
embargo, el término “obispo” usado por Jesús Pérez denota jerarquía y auto-
ridad religiosa. El título de “apóstol” usado por Elías Rincón y Raúl Ávila tradi-
cionalmente ha sido rechazado por protestantes ya que la “sucesión apostóli-
ca” –la idea de que hay una línea continua desde el apóstol Pablo hasta el
Papa de hoy– es el fundamento de la idea de que la iglesia católica romana es
la única iglesia cristiana legítima. Sin embargo, el apóstol Rincón argumenta
que dentro de los grupos protestantes el rechazo a la autoridad papal ha lle-
gado a ser un rechazo en contra de toda autoridad interna y externa. Él busca
organizar el movimiento evangélico en un cuerpo coherente. De allí el papel
del apóstol. Mientras el papel de un pastor es velar por su congregación, el
papel de apóstol es más amplio: “el apóstol ve el conjunto de la nación y tiene
la capacidad de apreciar el momento de la revelación [de Dios]” (Rincón citado
en Quintero, 24-12-2003). Rincón es líder de la organización “Unicristiana”,
que precisamente busca unidad entre evangélicos. Ávila es el apóstol que lide-
ra la Federación Centro de Cristo para las Naciones que tiene diecisiete igle-
sias incluyendo la iglesia matriz en Caracas, y tiene una feligresía de 7.000
personas. El nombre de la federación subraya el hecho de que tienen en la
mira no sólo los hechos sobrenaturales sino los hechos terrenales.
Otra discusión sobre “el alma” de Hugo Chávez suscitó una polémica con
varios partidarios del gobierno haciendo la comparación entre Chávez y Nabu-
codonosor parecido al discurso de los apóstoles Rincón y Ávila. Otros partici-
pantes más identificados con la oposición a Chávez respondían. “El hecho de
que dios [sic] use instrumentos de deshonra para probar a su pueblo no signi-
fica que ésta sea su voluntad perfecta, sino su voluntad permisiva y por la du-
reza de los corazones de nuestro pueblo (país) tenemos esta situación y este
impío mandatario” (“meteoro25”, 14-7-2003b, www.entrecristianos.com) (24:
16). Otro respondió que aunque Chávez fuera como Nabucodonosor, eso no
significaba que había que someterse.
blicamente no existe nada que me prohíba a mí decir que no estoy de acuerdo con
este régimen (24: 21) (“Marcos”, 2-12-2003. www.entrecristianos.com).
Conclusión
Bibliografía