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LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS

GÉNERO: Cuento

AUTOR: Julio Ramón Ribeyro

NACIONALIDAD: Peruano

EXPLICACIÓN DEL TITULO

El título es una metáfora que alude a las personas que se ganan la vida buscando cosas
de algún valor en los basurales, comparadas con los gallinazos o aves carroñeras
(zopilotes) que buscan alimento en esos mismos sitios; la única diferencia es que las
personas no tienen plumas.

PERSONAJES

 Don Santos, un viejo lisiado, que usa una pata de palo. Es tiránico y malhumorado, y
obliga a sus nietos a ir a las calles para recolectar comida para su cerdo, al cual
engorda para venderlo. No le interesa la salud ni la buena alimentación de sus nietos,
a quienes envía a las calles descalzas y expuestas a toda clase de peligros y
enfermedades. Su único interés es el lucro. Es el típico representante del opresor
capitalista que no le importa en absoluto la salud y el bienestar de sus trabajadores.
Constantemente hace una idealización del trabajo arduo y sin descanso, y cree
firmemente que solo aquel que labora de esa manera es merecedor de alimento; es
decir, tiene ideas propias de una mentalidad incipiente. Su muerte, sobreentendido
como víctima de su propio cerdo, da un final de ironía macabra al relato.
 Los hermanos Efraín y Enrique, nietos de don Santos a quien deben obediencia a
cambio de un paupérrimo abrigo y una miserable comida. Ellos son los “gallinazos sin
plumas”, pues al igual que esas aves carroñeras andan rebuscando los basurales en
busca de alimento. Cuando no pueden cumplir a cabalidad con su labor, el abuelo los
castiga golpeándolos y privándoles de comida. Ambos terminan enfermándose, pero
aun así don Santos insiste en que sigan trabajando, en concordancia con las prácticas
inhumanas enraizadas en el mundo dominado por el capitalismo salvaje. Pero ambos
hermanos hacen fuerzas conjuntamente para escapar de esa opresión y logran su
objetivo, mientras que el abuelo termina horrendamente bajo las fauces de su propio
cerdo.
 El cerdo Pascual, un animal al que don Santos se obsesiona por cebar (engordar)
para venderlo. Es insaciable; cada día reclama más comida, pero al no recibirla
empieza a enloquecer. Es una representación de la sociedad de consumo.
 El perro Pedro, pequeño, chusco y sarnoso, que los hermanos adoptan como
mascota. Le enseñan a llevar piedras en la boca. Terminara por ser muerto a varazos
por el abuelo, siendo su cuerpo arrojado como alimento para el cerdo. El cariño que
sienten los hermanos por este animalito contrasta con la actitud del viejo hacia sus
propios nietos.

RESUMEN

Dos hermanos (Efraín y Enrique) viven en un barrio marginal con su abuelo lisiado (don
Santos), quien los obliga a recolectar desperdicios de los tachos de basura de las zonas
residenciales para alimentar a su cerdo (Pascual). Los nietos debían levantarse muy
temprano, antes que pasara el carro de la baja policía (recolector municipal de basura). Si
algún día fallaban en traer suficiente comida, el abuelo los insultaba y golpeaba.

Un día, Efraín se corta el pie con un vidrio y se le infecta la herida, por lo que no puede
caminar, pero al abuelo solo le importa la alimentación de su cerdo y obliga a Enrique a
realizar doble faena, mientras que Efraín se queda guardando cama. Enrique marcha al
muladar cercano al mar, donde había más posibilidad de encontrar abundantes
desperdicios. Allí, se mezcla junto con los gallinazos buscando restos de comida. En ese
lugar encuentra a un perro pequeño (Pedro) que lleva a casa para que haga compañía a
su hermano.
Enrique, como consecuencia del frío invernal y del excesivo trabajo, también cae enfermo
en cama. El abuelo no tiene con qué mantener gordo a su cerdo y castiga a sus nietos
privándoles de comida. Pascual comienza a gruñir a toda hora, reclamando comida.

El abuelo sale a la calle para realizar la tarea de sus nietos, pero carece de la agilidad de
estos y no logra adelantarse al carro de la baja policía. Para colmo, los perros callejeros
intentan morderlo. Al día siguiente, intenta repetir la salida, pero las fuerzas no le dan para
más, y furioso, regresa y va al cuarto de sus nietos a quienes obliga a varazos a levantarse
para que reinicien sus labores. Enrique le ruega que deje tranquilo a Efraín, que era el que
estaba más grave, y se ofrece él solo para ir al muladar. El viejo acepta. Enrique coge
entonces cuatro cubos y se aleja corriendo; el perro quiere seguirle, pero lo obliga a que
permanezca en casa, para que cuide a Efraín.

Aprovechando la ausencia de Enrique, el abuelo mata a varazos al perro y arroja su


cuerpo al corral de Pascual para que este se lo coma. Cuando regresa Enrique y ve los
restos de su perro junto al cerdo, se horroriza; lleno de furia, increpa al abuelo a quien
golpea con una vara, hasta hacerlo tropezar y caer de espaldas en el corral del cerdo.

Enrique va en busca de Efraín a quien levanta en hombros y ambos se marchan para


buscar una mejor vida lejos del maltrato y del abuso.

La historia termina sugiriendo que el abuelo, sin poder levantarse por su cojera, acabará
devorado por su insaciable cerdo Pascual.

INTERPRETACIÓN Y MENSAJE

Esta obra puede ser leída como una parábola expresionista: Don Santos encarna al
despiadado explotador, que no tiene escrúpulos en usufructuar la mano de obra de sus
nietos, a cambio de una miserable comida y un precario techo. Solo le interesa el engorde
de su cerdo, más que la alimentación y la salud de sus nietos, ya que lo primero le
reportará ganancias, pues el animal tiene ya comprador, un hombre «con las manos
manchadas de sangre». El único motor que mueve al abuelo es el lucro. En contraparte,
los nietos representan al proletario explotado, y practican entre ellos altos valores como la
solidaridad y la fraternidad. Por ello mismo se ponen de acuerdo y se complementan para
huir de aquel infierno de vida, mientras que dejan al abuelo a merced del propio monstruo
que ha criado, el cerdo Pascual, finalizando así la historia con un halo de ironía macabra.
Sin embargo, se da también por entendido que los niños tendrán en adelante que valerse
por si solos y sobrevivir en otra realidad igual de penosa, que es la vida en la ciudad. El
relato es una crítica implícita sobre la pobreza y la explotación que sufren muchos niños
en Latinoamérica y en ese sentido mantiene su actualidad.
MÁS IMÁGENES DE LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS
EL CABALLERO CARMELO

El caballero Carmelo es un cuento del escritor peruano Abraham Valdelomar,


considerado por la crítica como lo mejor de toda su creación ficticia y uno de los
cuentos más perfectos de la literatura peruana.1 Publicado el 13 de
noviembre de 1913 en el diario La Nación de Lima, encabeza el conjunto de los
cuentos denominados «criollos» o «criollistas», ambientadas durante la niñez del autor
transcurrida en Pisco, una ciudad de la costa peruana, en medio del desierto.

RESUMEN
Los hechos relatados transcurren en Pisco, en torno a la familia del narrador, quien
recuerda en primera persona un episodio imborrable que vivió en su niñez, a fines del siglo
XIX. Un día, después de un largo viaje, Roberto, el hermano mayor de la familia, llegó
cabalgando cargado de regalos para sus padres y hermanos.

A cada uno entregó un regalo; pero el que más impacto causó fue el que entregó a su
padre: un gallo de pelea de impresionante color y porte. Le pusieron por nombre el
«Caballero Carmelo» y pronto se convirtió en un gran peleador, ganador en múltiples
duelos gallísticos. Ya viejo, el gallo fue retirado del oficio y todos esperaban que culminaría
sus días de muerte natural.
Pero cierto día el padre, herido en su amor propio cuando alguien se atrevió a decirle que
su «Carmelo» no era un gallo de raza, para demostrar lo contrario pactó una pelea con
otro gallo de fama, el «Ajiseco», que aunque no se igualaba en experiencia con el
«Carmelo», tenía sin embargo la ventaja de ser más joven. Hubo sentimiento de pena en
toda la familia, pues sabían que el «Carmelo» ya no estaba para esas lides. Pero no hubo
marcha atrás, la pelea estaba pactada y se efectuaría en el día de la Patria, el 28 de julio,
en el vecino pueblo de San Andrés. Llegado el día, los niños varones de la familia
acudieron a observar el espectáculo, acompañando al padre. Encontraron al pueblo
engalanado, con sus habitantes vestidos con sus mejores trajes. Las peleas de gallos se
realizaban en una pequeña cancha adecuada para la ocasión. Luego de una interesante
pelea gallística les tocó el turno al «Ajiseco» y al «Carmelo». Las apuestas vinieron y como
era de esperar, hasta en las tribunas llevaba la ventaja el «Ajiseco». El «Carmelo»
intentaba poner su filuda cuchilla en el pecho del contrincante y no picaba jamás al
adversario. En cambio, el «Ajiseco» pretendía imponerse a base de fuerza y aletazos.

Repentinamente, vino una confrontación en el aire, los dos contrincantes saltaron. El


«Carmelo» salió en desventaja: un hilillo de sangre corrió por su pierna. Las apuestas
aumentaron a favor del «Ajiseco». Pero el «Carmelo» no se dio por vencido; herido en
carne propia pareció acordarse de sus viejos tiempos y arremetió con furia. La lucha fue
cruel e indecisa y llegó un momento en que pareció que sucumbía el «Carmelo». Los
partidarios del «Ajiseco» creyeron ganada la pelea, pero el juez, quien estaba atento, se
dio cuenta que aún estaba vivo y entonces gritó. «¡Todavía no ha enterrado el pico
señores!». Y, efectivamente, el «Carmelo» sacó el coraje que sólo los gallos de alcurnia
poseen: cual soldado herido, arremetió con toda su fuerza y de una sola estocada hirió
mortalmente al «Ajiseco», quien terminó por «enterrar el pico».
El «Carmelo» había ganado la pelea pero quedó gravemente herido. Todos felicitaron a su
dueño por la victoria y se retiraron del circo contentos de haber visto una pelea tan reñida.
El «Carmelo» fue conducido por Abraham hacia la casa, y aunque toda la familia se
prodigó en su atención, no lograron reanimarlo. Tras sobrevivir dos días, el «Carmelo» se
levantó al atardecer mirando el horizonte, batió las alas y cantó por última vez, para luego
desplomarse y morir apaciblemente, mirando amorosamente a sus amos. Toda la familia
quedó apesadumbrada y cenó en silencio aquella noche. Según palabras del autor, esa
fue la historia de un gallo de raza, último vástago de aquellos gallos de pelea que fueron
orgullo por mucho tiempo del valle del Caucato, fértil región de Ica donde se forjaban
dichos paladines.

ESCENARIOS
La casa donde convivía la numerosa familia del narrador, personajes de esta historia, se
hallaba en la ciudad de Pisco, situada frente al mar, con tres plazuelas (una de ellas la
principal) y su muelle, ciudad que entonces más parecía una aldea grande.
Inmediata a dicho puerto, yendo por el camino de la playa hacia el sur, estaba la caleta
de San Andrés de los pescadores, «aldea de gentes sencillas, que eleva sus casuchas
entre la rumorosa orilla y el estéril desierto». Esa es la «aldea encantada» que el autor
evoca constantemente en sus cuentos criollos, la misma donde se realizaban peleas de
gallos en el marco de la celebración del aniversario patrio del 28 de julio.

En las cercanías de Pisco y en la ruta hacia Ica, se extendía la Hacienda Caucato, que
ocupaba un verde y fértil valle, copioso de árboles frutales, explotado antaño por
losjesuitas. Era la tierra del Carmelo y de otros gallos de pelea de la región.

PERSONAJES
Caso insólito en la literatura peruana hasta ese entonces (aunque no en la
hispanoamericana), que los personajes principales sean animales, en este caso dos gallos
de pelea:

 El Carmelo y,
 El Ajiseco

Estos apelativos no son nombres propios, como se podría pensar, sino que aluden al color
del plumaje de ese tipo de aves, tal como era costumbre clasificarlos entre la afición
gallística peruana desde el siglo XVII.

Habría que mencionar también al gallo «Pelado», el protagonista de la sección II del


cuento. Este es otro gallo de estirpe, que fue suplantado por el Carmelo en las
preferencias de la familia.

El otro personaje principal es el narrador y testigo de la historia, es decir el


mismo Abraham Valdelomar, que cuando aquella transcurre debía tener entre 8 y 9 años
de edad, no más (algunas versiones dicen que tenía entonces 12 años, pero esto es
improbable, ya que cerca de cumplir 11 años abandonó Pisco con toda su familia y se fue
a vivir aChincha).

Luego están los integrantes de la familia del narrador:

 Los padres (cuyos nombres no se mencionan). El padre, el aficionado de la gallística,


se levantaba temprano para ir a trabajar. La madre se dedicaba a las tareas del hogar
y al cuidado de sus 6 hijos menores todavía.

 Los hermanos:
 Roberto, el mayor, quien retorna al hogar luego de un largo viaje trayendo
regalos.
 Anfiloquio, el protector del gallo «Pelado».
 Rosa, la hermana mayor.
 Jesús, una niña muy inquieta y sensible, de menor edad de Abraham.
 Héctor, sin duda muy pequeño aún, pues no participa en la historia y solo se le
menciona como uno de los receptores de los regalos del hermano mayor.5

Finalmente, son mencionados también el panadero («un viejo dulce y bueno»), el


entrenador del Carmelo, el juez de las jugadas de gallos, el dueño del Ajiseco, los
espectadores y apostadores de las peleas de gallos, los pescadores de la caleta de San
Andrés.

MENSAJES

 El amor filial y fraternal. La unidad familiar. El hermano mayor que retorna al hogar
luego de recorrer el país (en busca de trabajo) y trae regalos para cada uno de los
miembros de su familia (padres y hermanos).
 El entorno hogareño armónico. La madre, abnegada y cariñosa, que cumple
devotamente sus tareas conyugales y vela por su numerosa familia. El padre que sale
temprano a trabajar y que regresa al atardecer al hogar.
 El respeto a la autoridad paterna; a pesar de que la decisión del padre causa pesar a
la madre y a los hijos, ninguno de ellos se rebela de manera desaprensiva contra tal
decisión.
 El sentimiento de sincero respeto y admiración hacia la raza nativa, «los hijos del sol»;
y en general hacia todas las personas sencillas dedicadas a tareas como la pesca y la
artesanía.
 La sensibilidad por el sufrimiento de un animal; cuando el Carmelo es llevado a casa
gravemente herido es «sometido a todo tipo de atenciones»; cuando muere, toda la
familia queda apesadumbrada.
MÁS IMÁGENES DEL CABALLERO CARMELO

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