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Las técnicas para la resolución de conflictos son oportunas para solucionar problemáticas que,
tanto a nivel personal como profesional, se pueden dar en momentos determinados y deben ser
solventados con la mayor brevedad posible.
Es importante señalar que para que un conflicto sea solventado, a través de las técnicas de
resolución de conflicto, ambas partes deben adoptar un cambio de actitud. Por ello, asumir las
técnicas de resolución de conflictos conlleva una modificación en la conducta de la persona.
En este artículo se tratarán diversas técnicas con las que es posible tratar dichos conflictos. Son
herramientas que serán de utilidad para abordar situaciones complicadas, donde se debe hacer
frente y actuar, ya no solo para salir de la situación momentánea, también para mantener un
clima idóneo de trabajo y relación con la otras personas.
Por ello, autores como Gutiérrez y Restrepo (2016) optan por una resolución de conflictos
donde se debe tener presente las siguientes cualidades: la cooperación, la comunicación, la
tolerancia y la expresión emocional.
Saber que técnica de resolución de conflictos utilizar está sujeta a cuatro cuestiones a los que se
debe dar respuesta antes de seleccionarla: ¿quién forma parte del problema?; ¿es el momento
oportuno para solventarlo?; ¿qué técnica de resolución de conflictos vamos a utilizar?; y ¿la
resolución la haremos en pública o privada?
Antes de comenzar a definir las técnicas, debemos señalar aquella herramienta que ha sido
empleada durante décadas como única y factible. La resolución de conflictos propiamente
dicha, junto a la figura del mediador, constituyen una de las bases del estudio de las relaciones
interpersonales.
Esta técnica de resolución de conflictos implica una metodología donde ambas partes puede
gestionar su problemática, la cual no es caracterizada como positiva ni negativa, sino neutra,
teniendo presente la búsqueda de una solución eficaz y oportuna al momento.
1. Ambas partes deben admitir, cuando fuera necesario, la necesidad de ayuda externa
al problema.
3. El respeto propio y hacia el otro debe primar por encima de todo conflicto.
Por ello, en primer lugar, la persona mediadora tendrá que hacer que ambas partes den
respuesta a las siguientes cuestiones: ¿Por qué nos estamos enfadando?, ¿qué molestia tengo?,
¿cómo hemos reaccionado ante la situación?
En segundo lugar, no puede pasar inadvertida la idea de que el ser humano, por supervivencia
tiende a, en un primer instante, realiza el comportamiento “reptiliano”, o lo que es lo mismo,
ataca o huye, dependiendo del momento.
Para no recurrir a esta situación, la educación juega un papel primordial. Esto es debido a que
se utiliza como herramienta de control o autocontrol, según se mire.
A partir de aquí, vamos a desarrollar seis pasos que forman la resolución de conflictos:
Es importante destacar que si ambas partes no están tranquilas y disponibles para realizar la
resolución de conflictos, es inapropiado continuar con el proceso.
2. Empatizar: El mediador pregunta a los afectados por las emociones que han surgido
en el conflicto y por el sentimiento que los ha llevado al enfrentamiento. Es
necesario que expresen lo que sienten y como está viviendo el momento.
4. Empatizar: Las dos partes deben adquirir empatía y aceptar el acuerdo establecido,
asumiendo sus errores.
5. Compensación: Cuando las partes asumen su error, se debe dar pie a compensar los
daños causados en la otra persona mientras se ha desarrollado el conflicto. Cuando
una de las dos partes se oponen a este paso, se observa que los anteriores han
mostrado un error. En este caso, el mediador deberá dar la solución.
1- La calma
Es una técnica apropiada para utilizar en momentos de violencia excesiva, sobre todo en los
centros educativos.
Se envía a ambas partes a una esquina del lugar para que se calmen. No se trata de un castigo,
sino que de esta forma se gana tiempo mientras las partes intentan tranquilizarse para efectuar
los pasos oportunos.
Una vez calmados, se debe practicar la respiración interior profunda contando hasta diez, para
que se tranquilicen las partes y se puedan sentar en silencio a escuchar al otro y al mediador.
Si bien es cierto que con esta técnica no se espera conseguir una solución rápida, se encarga de
posponer. No obstante, suele darse el caso de que cuando las partes son calmadas, en ocasiones,
tienden a reflexionar sobre la posibilidad de evitar el conflicto.
Dándose este caso, el mediador deberá comprobar que no existe resentimiento por ambas partes
y luego podrán abandonar el lugar.
2- El arbitraje
A través de esta técnica se le da la oportunidad a la persona de que escuche del otro lo que ha
dicho él mismo. De esta manera, la persona afectada puede corroborar y modificar su mensaje,
pues se está dando muestra real de lo que ha intentado transmitir.
Se trata de una técnica eficaz que, si no permite resolver el conflicto, da paso a esclarecer la
situación.
Para ello, es necesario empezar con frases como “lo que quieres decir es…”. Hay que intentar
señalar el contenido emocional de la situación, por ejemplo, “da la sensación de que te estás
sintiendo…”. Para ello, es necesario que se perciba con naturalidad lo que estamos intentando
decir.
4- Contar historias
En este caso se va a normalizar la situación a través del cuento. Comenzar la historia con, por
ejemplo, “Érase una vez…” introduciendo los nombres de los participantes del conflicto en el
relato, y haciéndolo en tercera persona (de esta forma los implicados pueden analizar la
situación desde fuera).
Una vez que la historia llega al conflicto, los participantes y algunas personas que se
encuentren cercanas al conflicto, proponen como solucionarlo. De esta forma el cuento se
finaliza llegando a una conclusión, y se les pregunta a los personajes que han participado si
creen que es posible que pongan de su parte para solucionar el problema.
5- La discusión objetiva
El mediador deberá relatar la situación de forma serena y tranquila. Es importante que haga
referencia, solo y exclusivamente, a la problemática sin mencionar situaciones anteriores o
posteriores.
En este momento, el mediador deberá decir cómo se siente. Hablar de la situación siempre
enfocándola hacia su malestar sin decir nada que interfiera en los participantes del conflicto.
A partir de aquí, se les preguntará a las personas involucradas qué solución debe adoptar, pues
de esta forma observarán el conflicto de forma objetiva.
6- El juicio
Teniendo en cuenta que la situación puede darse en un aula o en un grupo de trabajo, se contará
a todos los integrantes el problema generado y las personas involucradas deben permanecer en
silencio.
Una vez que el mediador ha relatado el problema, se les pedirá que a lo integrantes que
propongan una solución, de esta forma observarán que piensan los compañeros y obtendrán
otros puntos de vista distintos a los suyos.
7- El cambio de rol
Se lleva a cabo una simulación, donde participan los integrantes del conflicto una vez que se
han calmado. Se genera la situación y, una vez llegue el momento, se intercambian los papeles.
Una vez invertida la situación, se analiza desde la objetividad el punto de vista de la otra parte.
Asimismo, se les pide que de una posible solución tras haber observado el punto de vista de la
otra persona.
8- El guiñol problemático
Se utilizan muñecos títeres que se presentarán como los portadores de la solución a los
problemas. Los muñecos deben ser personalizados por todos los niños, ya que deben resultar
familiares.
Estos muñecos serán utilizados para dramatizar los problemas que surjan. Se comenzará a
utilizar el guiñol a medida que se va recreando la situación, haciéndose una parada cuando se
hable del conflicto.
Cuando llegue el momento del conflicto, se le pedirá opinión a los integrantes del grupo de
cómo se resuelve el conflicto. Una vez seleccionada la situación, se les debe preguntar a los
componentes del conflicto si la ven viable. En el caso de ser así, los muñecos se guardará.
9- Lo positivo y lo negativo
Una vez originado el conflicto cada uno de los integrantes deberá decir que es lo que no le
gusta de la otra persona señalando qué es lo que, según su punto de vista, ha causado el
conflicto.
Señalado el porqué del conflicto, cada parte, después de decir lo que no le gusta de la otra
persona debe proceder a dar una posible solución a ésta. A partir de aquí, tras haberse realizado
las propuestas, ambas partes tienen que decidir cuál es la más idónea.
Finalmente, seleccionado el camino que van a utilizar para cambiar la situación, cada parte
debe resaltar que es lo que más le gusta de la otra persona y qué destacaría positivamente en
esta resolución de conflictos.
Esta técnica ha sido utilizada tradicionalmente en la escuela, ya que la silla de pensar cuenta
con la posibilidad de que los niños reflexionen reflexión en niños pequeños.
Para ello, se deben colocar una silla alejada del contexto donde se ha originado el conflicto. Y
una vez que este ha aparecido, el mediador debe apartar a los niños, enviando a cada una a una
silla de pensar distinta.
Finalmente, cuando han transcurrido unos minutos, se les llama para que cuenten lo que les ha
sucedido, otorgándole el turno de palabra a cada una de las partes, y se llega a un acuerdo
común para solucionarlo.