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El artículo revisa literatura e investigación sobre An overview of sex role literature and recent re-
roles sexuales en lo que concierne a madres que search on working mothers is presented. Attention
trabajan. Se focal iza la atención en los hallazgos co- focuses on correlational and causal fmdings concer-
rrelacionales y causales en relación a los "efectos" ning the "effects" mothers' dual work has on ther
que el trabajo dual de las madres tiene sobre sus hijos children and husband. The "effects" of work on the
y esposos. Los "efectos" del trabajo sobre sí mismas mothers themselves are to be dcalt with in another
se dejan para otro artículo. article.
Una segunda atingencia concierne a la cautela con que debemos tomar los
resultados de las investigaciones en general, ya que fácilmente podemos caer en
sob~generalizaciones transculturales e, inclusive, introculturales. La represcn-
tatividad muestral de los estudios de roles sexuales suele dejar mucho que desear.
Otros problemas rclativ~s a falta de control o validez de medidas también nos
obligan a ser bastante críticos, dado que la mayor parte de los estudios son
Norteamericanos, hemos de señalar explícitamente cuando se trate de estudios
con otras poblaciones.
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Pocas veces podemos plantearnos una pregunta más emotiva que (,qué es la
maternidad? Ha sido tratada por líricos, músicos, tilósofos, literatos, e investi~a
dores científicos. Desde la mitología, Jos cuentos de hadas, la religJ¡)n, la
tradición oral y escrita, y más recientemente, la educación fom1al y los medios
de comunicación, se nos ha ido ofreciendo un legado de valores;o.costumbres,
creencias, prejuicios y estereotipos. El "instinto" maternal del que originalmente
hablaron etólogos y psicoanalistas, ha sido motivo de acaloradas discusiones.
Reificado, pisoteado, distorsionado, el "instinto" maternal constituye un claro
ejemplo de lo movilizador que resulta el tema de la mujer para las diversas
sociedades presentes y pasadas. Ya los estudios sobre hospicialismo y apego, así
como la noción de madre como primer objeto de amor del niño, han ido deli-
neando nuestras creencias, actitudes y teorías psicológicas.
¿Qué nos dicen los trabajos empíricos sobre los "efectos" del trabajo de la
madre en sus hijos? El "saber popular" suele subrayar un esperable efecto
perjudicial. Pero lo que se encuentra es que las madres que trabajan tienden a tener
una percepción más positiva de sus hijos, si es que se trata de una familia intacta,
donde la madre no experimenta conflicto de roles, se siente muy motivada a
trabajar, y siente que la experiencia laboral enriquece su autoestima. De no estar
dadas estas condiciones, la percepción de los hijos es distinta. Además, a mayor
nivel educativo (que suele posibilitar mejores oportunidades de trabajo y una
mejor posición socio-económica, por un lado, y por otro, facilita elementos-
criterio para evaluar mejor las situaciones), y cuanto más satisfactorio sea el
trabajo en sí, y más cordiales sean las relaciones entre compañeros de ambos
sexos, mejor será la percepción que las madres tengan de sus hijos (Alvarez,
1985). ¿Qué sucede, pues, con los hijos?
Klein (1985), en un extenso trabajo con 55 mil hogares con niños de un año
o menos, determinó que el 41% de las madres trabajaban apoyándose en los
parientes para el cuidado de los niños. Esto es aún más aplicable en el caso de
sociedades con familias extensas de muchos hijos, abuelos, tíos y parientes que
conviven con la familia o cerca. Y, en sociedades como la nuestra, donde es
extendido el recurso de empleadas del hogar y amas en las clases medias y altas,
este es otro factor importante en la socialización de los niños, en el mundo de
valores y jerarquías con el que se les familiariza, pudiendo por ejemplo,
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desarrollar rasgos de dependencia, de abuso, y hasta de discriminación sexual.
Estos modelos de sumisión, de uso instrumental para la satisfacción de necesida-
des, son, por lo general, femeninos, y en algo pueden contribuir a la intemaliza-
ción de una serie de representaciones y valores en tomo a los roles sexuales.
Sabido es que ya a los tres años de edad los niños han adquirido su identidad
sexual y ésta incluye la autopercepción sobre la propia masculinidad y feminei-
dad de cada uno (orientación de rol sexual), que resulta de un proceso de
definición de sí mismo y de los demás que implica un conocimiento de estereo-
tipos de rol sexual. El temprano aprendizaje de los estereotipos ha s-ido amplia-
mente demostrado en estudios transversales y transculturales (Best, 1980-81 ), en
un estudio que incluye al Perú; Goldman y Goldman, 1981). Inclusive en niños
menores de los dos años se observa un adecuado conocimiento de las "etiquetas
sexuales" (o genéricas) en el juego.
Hacia los siete años los roles son especialmente rígidos, coincidiendo con
el desarrollo cognitivo, moral, social y afectivo tal como los delínea la teoría
piagetana, con la importancia de la forma y la inhlutabilidad de la regla. Pero
luego las nociones sobre estereotipia de los roles sexuales se van complejizando,
enriqueciendo, haciéndose más flexibles, ~spccialmcnte con el logro del pensa-
miento abstracto. Hacia la adolescencia los roles son más flexibles, en especial,
el rol masculino (que en la niñez es el más fuertemente delimitada y sus
transgresiones, castigadas). En los adultos, los roles sufren ciertos cambios, como
con la vivencia de la paternidad/maternidad, donde las mujeres se vuelven más
tradicionales y los hombres, más liberales (cuando usualmente es al revés).
También en la vejez se experimenta menor tradicionalismo. Experiencias como
el divorcio, la viudez, también afectan los roles, y aquí juega un rol importante
el apoyo del medio social.
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Entonces, ¿qué efecto puede tener en los hijos el que su madre trabaje o no,
en términos de su masculinidad/femineidad, autoestima, y otras variables psico-
lógicas?
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Por ejemplo, Gordon y Kammeyer (1980) realizaron un estudio longitudi-
nal en 1974-75 con 735 madres de prescolares, e~contrando, entre otras cosas,
que el empleo maternal está muy relacionado con necesidad económica, y sólo
moderadamente relacionado con número de hijos, creencias sobre la maternidad
y experiencia laboral previa. Esta al margen del nivel educativo, y de las actitudes
hacia los roles sexuales. Pero el ingreso del esposo resultaba tener una fuerte
incidencia sobre cómo interaccionaban estas otras variables. En otras palabras,
las mujeres trabajaban dependiendo del ingreso del marido, que moderaba la
relación entre las demás variables.
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Estos son los patrones culturales a las que nos enfrentamos, difundidos por
los medios de comunicación y ampliameqte documentados en estudios de
revistas, tiras cómicas dominicales, dibujos animados, noticieros y películas de
todo tipo en la televisión y el cine, canciones populares, mitos y leyendas, textos
escolares y universitarios, que han sido analizados en su contenido en el Perú y
en tantos otros países, siempre encontrándose una marcada estereotipia sexual de
los personajes y roles. Y la vida cotidiana está plagada de ejemplos, en el trabajo,
la diversión, la subsistencia misma. Como no esperar que los niños adquieran
tempranamente una estereotipia ~xual de los roles y propio.
l,
Hensley y Borges (1981) encuentran que los niños de 7 y 8 años con madres
que trabajan, tienden a presentar menor estereotipia sexual de las ocupaciones.
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relaciona con su propia orientación de rol sexual (lo que no ocurre con los hijos).
Y que el ajuste psicológico de los adolescentes de ambos sexos depende
estrechamente de esta aceptación percibida. También Openshaw y col. (1984)
encontraron la relación entre autoestima y evaluación de los padres, siendo aún
más fuerte en el caso de las hijas mujeres. Viene al caso recordar que la identidad
sexual es uno de los componentes (sino el componente) más importante de la
identidad personal, y que -tal como están estructurados muchas sociedades
hay-la valoración de los padres, y en especial, del padre, afecta la autoestima
y el autoconcepto. Tal como se defme Masculinidad hoy, y acordemente, como
se mide, la autoestima es casi sinónimo de Masculinidad. Y la Masculinidad, el
mejor predictor de éxito, salud mental, habilidad matemática, ajuste, y casi
cualquier variable positiva en consideración.
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SULherland (1 '178) encuentra apoyo empírico con universitarios canadien-
ses, para la hipótesis de que la crianza tradicional por parte de la m Jdre es un factor
decisivo en la perpetuación de la estereotipia sexual tradicional.
Porol;ro lado, la infelicidad dé la madre puede ser una distorsión o puOOt ser
real. en función de la eme de .variables que interaccionan con la satisfactión
personal y matrimonial. Pero la feticidad· autopercibida tampoco es, necesaria-
mente. un indicador de ajuste psicológico; Por ejemplo, estudios con mujeres
mexicanas muestran .cpre.en.grupos de alto machismo, donde los roles están
fuertemente estereotipados, y donde-los hombres ejercen un fuerte dominio'de la
mujer en la toma de decisiones respecto a su· persona, son éstas, en somparatión
con norteamericanas y suecas·muy>liberales;.las menos insatisfechas con. su
relación de pareja, y las que menos perciben una ingerencia del hombre sobre su
vida. Igualmente. las personas' indiferenciadas en su orientación de rol sexual,
que la teoría predice seránllas.de:menorajuste,no necesariamente la sienten así
ni evidencian mayar;auto~percepción.de:desajuste que las Andrógenas. Y en el
área de salud m.ental. iillbido es. que no necesariamente el paciente es consciente
de su enfennedad. Por ello, la tensión familiar requiere de más elementos para ser
interpretable, ya que :J'Stltía,estar. indicando reajl!stes para una mejor relación.
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domésticas son las personas Andrógcnas cuyas madres trabajan tRcsC'nwas:,cr y
cc,l., 1985).
"Efectos" en la pareja
Decíamos anteriormente que, tal como están dadas las cosas hoy, el hombre
suele ser un factor decisivo en la autovaloración y autoconcepto de la mujer. Este
punto no ha recibido la merecida atención empírica; más bien el foco se ha puesto
en cómo el trabajo de la mujer afecta -negativamente, por supuesto- al esposo
o la pareja.
Dentro de esa línea, Staines y col. ( 1985) concluyen, en base a una encuesta
a 1,515 personas en 1977, que el trabajo de la esposa tiene un "efecto" negativo
sobre la satisfacción del marido con su vida y con su propio trabajo. Pero
recordemos que la década de los 70 fue una etapa especialmente sensible para los
norteamericanos, con los asesinatos de Kennedy y Luther King, la Guerra de
Viet-Nam, el movimiento "hippie" las drogas, la revolución sexual, y el cuestio-
namiento del llamado "establishment" o sistema.
Es interesante notar que la ley puede establecer igualdad matri r;•m:i Jl, pero
no.significacstn un:1 is!\talrfad soch1 Por ejemplo, la ley puede decir:: ,,.. :! 1ratnjn
del hombre y la mujer tiene valor comparable; pero en la vida cotidiana, es la
fmmación o el trabajo del hombre el que tiende a ser dado preeminencia al interior
de los hogares, como notan Gold y Gold (1981), con parejas canadienses duales
(ambos trabajan), aún cuando los dos son profesionales. Esto pareciera explicarlo
Feldberg (1984) al referirse a las leyes norteamericanas, ya que observa que si
bien estas suponen igual valor del trabajo de ambos sexos, el sexismo existe en
la'i leyes económicas, al no reconocerse habilidades de las mujeres como tales.
Es por esto que Mases (1983) urge a las mujeres a estudiar más carreras
masculinas, a diversificar sus intereses ocupacionales, y a creer en que su trabajo
vale igual que el de un hombre. Este autor considera que los roles sexuales
estereotipados contribuyen a que la mujer tenga menor poder adquisitivo, el cual
creemos es definitorio para una independencia psicológica y una identidad
madura (como puede verse en las diferencias de poder, status y prestigio que
gozan campesinas y mujeres selváticas peruanas en base al comercio de trueque
o al uso de dinero, en especial, en efectivo; (ver estudios antropológicos de
Bourque, 1981; Campaña, 1982; Stocks y Stocks, 1980).
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decisiones sobre planificación familiar sigan dependiendo del hombre, como
muestran recientes estudios peruanos·, el cambio estructural será imposible. Yen
la medida en que sea el hombre el pilar eConómico de la familia, la subordinación
de la mujer será inexpugnables.
Otro hallazgo interesante (Pryor y Reeves, 1982) .es que en los hombres la
estructura de oportunidades laborales se relaciona con su satisfacción comunita-
ria. En las mujeres, las oportunidades laborales se relacionan no con su satisfac-
ción comunitaria sino con su satisfacción individual, familiar y laboral. Podría
esto estar apuntando a diferentes significados y valores psicológicos en función
de la estereotipia de los roles sexuales, de los canales de auto-realización,
íntimamente asociados al autoconcepto y la autoestima.
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como la mujer pareciera ser que su orientación de rol sexual mediatiza su
bienestar personal y marital, sea que ambos trabajen o que uno solo sea el
proveedor económico (House, 1986).
Para la satisfacción marital se ve que las actitudes hacia los roles sexuales
tienen un peso importante. Nicola y Howkes (1986) encuentran, además, que el
fuerte compromiso con la carrera o el trabajo se asocia a insatisfacción marital en
ambos esposos, cuando la persona (hombre o mujer) es más femenina (expresiva)
que masculina (instrumental) en su orientación de rol sexual.
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minar la satisfacción con el trabajo. Pero si se trata de parejas Andrógenas duales
(donde los dos trabajan) la satisfacción personal suele prevalecer sobre la
satisfacción con el trabajo.
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