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El servicio como familia

Ahora vamos a hablar del servicio como familia. Y quisiera que tomemos un pasaje que
se encuentra en el Antiguo Testamento, en el Libro de Josué en el capítulo 24, los versículos 14
y 15.

Josué 24.14–15 (RVA)


14 »Ahora pues, temed a Jehovah. Servidle con integridad y con fidelidad. Quitad de en medio
los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del Río y en Egipto, y servid a
Jehovah. 15 Pero si os parece mal servir a Jehovah, escogeos hoy a quién sirváis: si a los dioses a
los cuales servían vuestros padres cuando estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los
amorreos en cuya tierra habitáis. Pero yo y mi casa serviremos a Jehovah.

¿Cuál es el contexto en el que están estos versículos?

Los Israelitas ya han entrado a la Tierra Prometida y ahora Josué, de parte de Dios, hace
un recuento de todo lo que pasó. Desde el versículo 1, del capítulo 24 habla de cómo Dios sacó
a Abraham de su tierra natal, en la ciudad de Ur, y los llevó a la tierra que le había prometido.
Luego cómo el Señor primero llevó a Jacob y a toda su descendencia a Egipto, y luego también los
sacó de allí haciendo grandes señales.

También les habló de cómo los salvó de los Egipcios y los condujo, por el desierto, durante
cuarenta años, y al final los introdujo a a la tierra que Él les había prometido, entregando uno a
uno a sus enemigos.

Entonces ahora están en un punto en el cual el Señor ya cumplió con su promesa, todos
ya estaban e posesión de la tierra, y les dice: Ahora pues...

Una vez de que todo ya aconteció, Ya que todo ha sido cumplido. ¿Qué tenían que hacer
los israelitas?. Dice el pasaje: Temed a Jehovah. Servidle con integridad y con fidelidad.

Durante el tiempo que estaba preparando el estudio, me ponía a pensar que en el


ambiente cristiano, el servicio a Dios, es de lo menos que se habla. Hablamos de las ofrendas que
damos, de las alabanzas que nos encantan, de las prédicas, de los estudios bíblicos, de la
comunión con los hermanos.

Lamentablemente, en el cristianismo, casi no hablamos del servicio, como se habla en


muchas religiones. Servir a nuestro Dios suena extraño, aunque la Biblia nos habla de Servir a Dios
con integridad y fidelidad.

Tal vez hemos mal entendido las Palabras de Jesús. Cuando la mamá de Jacobo y Juan se
acercó a Jesús, le pidió que sus hijos tuvieran un sitio de preeminencia en su Reino. Y dice el
relato que cuando los otros diez discípulos oyeron esto se enojaron. ¿Qué les dijo el Señor? (Leer
Mateo 20:25-28):
25 Pero Jesús, llamándolos junto a El, dijo: “Ustedes saben que los gobernantes
de los Gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre
ellos.
26 “No ha de ser así entre ustedes, sino que el que entre ustedes quiera llegar
a ser grande, será su servidor,
27 y el que entre ustedes quiera ser el primero, será su siervo;
28 así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para
dar Su vida en rescate por muchos.”

Nos gusta escuchar que el Señor no vino para ser servido, sino para servir, y tal vez nos
lleva a pensar que el Señor ha venido para servirnos, entonces no tendríamos que hacer nada
para servirle. Pero, ¿Por qué Jesús les dijo eso a sus discípulos? Él estaba dándonos el ejemplo
que nosotros debemos seguir. No podemos pensar que estamos para ser servidos, sino estamos
para servir.

Por eso, en el pasaje de Josué dice que debemos... “servir al Señor con integridad y con
fidelidad”. Pero ¿Qué significa servir al Señor con integridad y con fidelidad? Según el pasaje en
Josué 24 es: “...quitar los dioses que sus padres sirvieron al otro lado del Río y en Egipto, y sirvan
al SEÑOR”. ¿Qué implicaría esto? Implica dejar de lado nuestra antigua manera de vivir, dejar
nuestras viejas costumbres.

Podemos tener un entendimiento sesgado de lo que es ser un hijo de Dios, un seguidor


de Cristo, un servidor de Jehovah. Tengo presente siempre una ilustración que Pablo James hizo,
hace muchos años, acerca de la visión que podemos tener de la vida como hijos de Dios.

Pensemos que nuestra vida es como una computadora, donde esa computadora tiene un
sistema operativo, sea Windows o Mac. En la pantalla tenemos varios accesos directos, que nos
llevan a ejecutar los diferentes programas.

Cuando recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, podemos tomarlo como una
instalación de un nuevo programa. Entonces en el “escritorio” de nuestra vida, aparece un nuevo
acceso directo que es la vida “cristiana”.

Y accedemos a ese acceso directo en la mañana para orar y leer la Biblia, y luego lo
cerramos. Volvemos a abrir el programa en un estudio bíblico y cuando salimos lo volvemos a
cerrar. Y los domingos lo abrimos un poco más de tiempo, pero al final lo cerramos.

Pensamos que ser cristiano es algo que se puede abrir y cerrar, que es un programa más
en nuestra vida en general, que está en una esquina de nuestro escritorio. Pero pueden haber
otros accesos directos en nuestro escritorio. Hay programas para “fiestas”, para “trámites”, para
“la familia”, para los “estudios”.

Hacemos que la vida cristiana sólo sea un accesorio más de lo que teníamos antes.
Seguimos con los “programas” antiguos, pero tenemos un programa nuevo más.
¿Creen que así podríamos servir al Señor? ¿Nuestra vida estaría al servicio del Señor?

Cuando Josué está hablando con los israelitas les dice: “Quiten de en medio los dioses a los
cuales sirvieron vuestros padres...” No es simplemente añadir un programa más a lo que ya
tenemos. Estamos hablando de hacer algo mucho más radical. La idea es que le cambiamos todo
el sistema operativo a la computadora para ponerse al Servicio del Señor.

La idea que transmite lo que Josué dice es: “...dejen lo antiguo y aférrense a algo
completamente nuevo”. “Borren el antiguo sistema operativo y pongan uno completamente
nuevo”. Eso es servir a Dios con integridad y fidelidad.

Ahora, es una cosa que debíamos considerar, si estamos dispuestos a hacer. Josué dice:
“Y si no les parece bien servir a Jehovah, escojan a quién van a servir...” Tenemos la oportunidad
de escoger, (1) mantener lo que tenemos o (2) dejarlo por completo y abrazar lo que Dios nos
ofrece. NO podemos mantener lo que tenemos y, además, abrazar algo nuevo.

Y Josué dice: “Pero yo y mi casa, serviremos a Jehovah”. Josué tomó la decisión. Había
decidido dejar todo lo anterior para abrazar un nuevo camino, completamente diferente con Dios.
Ahora, ¿qué de “raro” podemos ver en la afirmación de Josué?.

Lo gentil hubiese sido decir: “mi casa y yo...”. Si Josué hubiera estado en el curso del
Profesor Jirafales le hubieran dicho: “El burro por delante”. Pero esto es intencional, porque aquí
hay una decisión de la persona que es responsable de su familia ante Dios. Josué entendía que
esa decisión primero debía afectarle a él. Y por eso dice: “YO, primero, y MI CASA, también,
serviremos a Jehovah”.

Ahora, no implica que tomamos la decisión por nuestra familia y automáticamente todo
funciona a las mil maravillas. Tiene que haber la misma convicción en el jefe de hogar, como en
toda la familia. Josué no dice: “yo he decidido que mi casa servirá a Jehovah”. El primero en dar
el ejemplo es el papá, y seguro lo seguirá la mamá, y también lo harán los hijos. La convicción de
servicio al Señor está presente en todos.

Pero ahora, ¿en qué consiste este servicio? Volvamos al pasaje en Mateo 20. ¿A qué vino
Jesús? ¿Para se encarnó Jesús?

¿Qué es lo que Jesús nos enseña acerca del servicio? ¿Por qué Jesús nos dio su ejemplo?
No podemos quedarnos con la idea de que el Señor se hizo hombre para servirnos. Él nos dio el
ejemplo con su vida del servicio.

¿Cómo es que servimos al Señor? Leer Mateo 25:34-40

Mateo 25.34–40 (RVA)


34 »Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "¡Venid, benditos de mi Padre! Heredad el reino que
ha sido preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; 36 estuve desnudo,
y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí." 37 Entonces los
justos le responderán diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento
y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? 39
¿Cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y fuimos a ti?" 40 Y respondiendo el Rey les dirá: "De
cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo
hicisteis."

¿Qué implica entonces el servicio al Señor?

Si hemos reconocido que Jesús es nuestro Señor y Salvador, le vamos a servir a Él. No
simplemente vamos a esperar a ser servidos. Servir a nuestro Señor implica directamente servir
a nuestro prójimo.

Cuando hablamos de Servir a Dios con integridad y fidelidad, implica una acción práctica
en favor de los hijos de Dios, es decir, servir a las personas, servir a los que han sido rescatados
por el Señor. Pero también implica servir a las personas predicando la Salvación a través de
nuestro Señor Jesús.

No podemos decir que somos salvos, sin servir al Señor. En el pasaje de Josué 24 no se
puede concebir la salvación sin servicio. Escogemos servir a Jehovah, o escogemos servir a
nuestros “antiguos dioses”, es decir, servimos a nuestra antigua manera de vivir.

La salvación no es un aditamento a nuestra antigua forma de vivir. La salvación debía


reformatear nuestra vida y darnos algo completamente diferente a lo que estábamos viviendo,
que se refleja en el servicio a los demás.

Pero ahora, ¿Qué es lo que motiva que nosotros sirvamos a Dios?

Filipenses 2.12–16 (RVA)


Resplandecer como luminares
12 De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre -no sólo cuando yo estaba
presente, sino mucho más ahora en mi ausencia-, ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor; 13 porque Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, para cumplir
su buena voluntad.
14 Hacedlo todo sin murmuraciones y contiendas, 15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos
de Dios sin mancha en medio de una generación torcida y perversa, en la cual vosotros
resplandecéis como luminares en el mundo, 16 reteniendo la palabra de vida. Así yo podré
gloriarme en el día de Cristo de que no he corrido ni he trabajado en vano.

Dios es quien produce en nosotros el querer y el hacer para cumplir su buena voluntad.
Es decir, si tenemos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, es quien va a poner en nosotros el
deseo de servirle. Pero no sólo va a poner el deseo, sino también nos da el poder, de forma
sobrenatural para poder hacerlo.
¿Quiénes pueden decir como Josué: yo y mi casa serviremos a Jehovah? El Señor quiere
actuar en nuestra familia, quiere que sirvamos al Señor no sólo como individuos. Pero eso
comienza con un deseo de servicio de los padres. Padres que están mostrando a sus hijos de
forma práctica cómo servir al Señor.

Pienso que los padres somos los principales culpables de mostrar a nuestros hijos una
imagen distorsionada del Evangelio. Es a través de lo que hacemos que nuestros hijos entenderán
el Evangelio, que tendrán una imagen correcta o una imagen incorrecta de lo que es Seguir y
Servir al Señor.

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