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ENCICLOPEDIA POPULAR EVANGELICA

NUM. 7

EL MILENIO
Lo que es y lo que no es

Por
George B. Fletcher

Traducido por
Santiago O. Shelby

“Examinadlo todo; retened lo bueno”


Pablo
(1. Tesalonicenses. 5:21)
1
INDICE.

I. INTRODUCCION: La Condición indispensable de la Comunión Mutua….

II.LO QUE NO ES EL MILENIO……….

A. EVIDENCIA EXTERNA……
1. El Silencio de Cristo….
2. Jesús no es un Caudillo Político…
3. No hay Días después de los Postreros...
4. El Argumento de Gálatas y Hebreos…
5. Conclusión….

B. EVIDENCIA INTERNA…
1. Los Absurdos del Literalismo…
2. Leyendo una Teoría en el Texto….
3. La primera Resurrección es Metafórica…
4. Conclusión…

C. HISTORIA DE LA DOCTRINA.
1. El Origen del Premilenarismo…
2. El Testimonio de los Credos….
3. Conclusión…

D. INTERPRETACION DE LAS PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO….


1. La Importancia del Cautiverio…
2. El Elemento Condicional de la Profecía…
3. Tres ilustraciones de los principios (Isaías 2:1-5)…
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4. Teoría del Lapso…
5. Conclusión…

E. INTERPRETACION EN EL NUEVO TESTAMENTO DE PROFECIAS DEL ANTIGUO


TESTAMENTO…
1. Ilustración del principio de interpretación…
2. El Pacto del Evangelio Confirmado a Abraham...
3. El Trono de David…
4. El Tabernáculo de David…
5. La Relación del Judío al Evangelio…
6. El Israel Espiritual de Dios…
7. Conclusión….

III.- LO QUE ES EL MILENIO….


A. Observaciones Preliminares….
B. El encadenamiento de Satanás….
C. El Reinado de los Santos…
D. El Desatamiento de Satanás…
E. La segunda Venida…
F. Conclusión…

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PRIMERA PARTE

INTRODUCCION
La condición indispensable de la comunión mutua.

Para cualquier persona de mente abierta, una presentación sencilla y adecuada


del discutido asunto del Milenio, por mucho que sea diferente de la opinión propia,
siempre es de interés y reclama atención.
Es de sentirse que en los últimos años exista una tendencia lamentable en las
discusiones acerca del milenio debido al serio equívoco de algunas personas que con
cierto celo identifican al Fundamentalismo con el Pre-milenarismo y hacen de la
interpretación premilenial de la profecía en la Biblia el criterio de la ortodoxia. Es
también lamentable que cuando en la actualidad resurgen ideologías paganas y un
modernismo humanitario, haya entre los hermanos quienes hagan del santo y seña
premilenario la condición indispensable de la cristiandad y de la Comunión de la
Iglesia.
El testimonio de un notable obrero cristiano confirma el desarrollo de esa
tendencia en años recientes, y dice a la letra: “No todos los que sostienen la
interpretación de las profecías según los premilenarios, son culpables de la
discriminación que se hace contra los que sostienen el punto de vista de la verdad
profética llamado amilenarismo; pero un grupo bastante numeroso de ellos si hacen
la distinción para apoyar el esfuerzo de justificar la opinión en cuestión según los
sanos cánones exegéticos de interpretación bíblica” (The basis of Millennial Faith, por
Floyd E. Hamilton, p. 18).
Otro distinguido siervo de Jesucristo, me describió su experiencia en la forma
siguiente: “Casi siempre ha tenido comunión principalmente con los que sostienen el
punto de vista conocido por el premilenarismo. Yo creía que eran sanos sus principios
básicos en cuanto al cristianismo evangélico, y por eso los invitaba a mi púlpito. Aun
cuando ellos predicaban su teoría del rapto de la pre-tribulación yo nunca les
contradije, y solo me reservaba el derecho de enseñar en el curso de mi ministerio lo
que yo mismo creo. Pero tan luego como muchos de estos hermanos descubrieron que
yo no mencionaba su santo y seña, si no fui completamente anatematizado, por lo
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menos sí excluido de su favor. Yo he observado por mucho tiempo ya que la verdad no
puede estar en pugna con la verdad, y que por consiguiente, quien sostiene la verdad, y
cuya posición doctrinal puede ser comprobada claramente por la escritura, no puede
perseguir a otras personas. El perseguidor invariablemente será uno que ame las
tinieblas más que la luz. He llegado a creer que la teoría del aplazamiento y la idea del
rapto antes de la tribulación son bien definidas y que son herejías peligrosas. En verdad
yo me adelanto mucho a lo que creo que Ud. haría, yo creo que todo el asunto del
milenio necesita una nueva consideración.”
La persona que me escribió eso no sabía hasta dónde había yo llegado; porque
yo mismo tenía muchas dudas en cuanto a detalles del programa profético que
entonces sostenía. Por muchos años fui un premilenario militante y ardiente, poseedor
de muchos diseños: fui maestro en clases bíblicas y en Institutos bíblicos en ciudades
tanto pequeñas como grandes. Yo consideré seriamente las teorías del aplazamiento
y del rapto antes de la tribulación en que el asunto del milenio me obligó a
abandonar el dispensacionalismo moderno y la interpretación futurista del
Apocalipsis cap. 20 cambiándolo por una interpretación simbólica.
Pueden algunos tener prejuicio contra mí diciendo que ahora destruyo lo que
antes edifiqué; pero quien así piensa debe considerar que la revelación Divina es final
y completa, en tanto que la iluminación es progresiva. El hombre no puede hacer cosa
mejor que cambiar sus opiniones cuando hay buenas razones para hacerlo, a menos
que al hacerlo violare su conciencia. Es preferible derribar lo que se ha edificado una
vez, si es contrario a la Palabra de Dios, que reconstruir la pared intermedia de
separación que Dios había derribado; o abogar por un santuario mundano: "Ahora
bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal". (Heb.
9:1), de ordenanzas carnales: "…ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de
diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de
reformar las cosas". (Heb. 9:10), y los flacos y pobres rudimentos” del Pacto Antiguo:
"Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza
no son dioses; 9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por
Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales
os queréis volver a esclavizar? 10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los
años. 11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros." (Gál.
4:8-11) de los cuales el Espíritu Santo ha dicho que ya han pasado. (Heb. 8:13).

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Mis investigaciones en busca de una explicación satisfactoria del Milenio en
armonía con todo el tenor de la Escritura se facilitaron con el proceso de eliminación.
Guiado por principios como normas de revelación pude descubrir lo que no era el
milenio, y con tal, mi búsqueda quedó limitada. Este procedimiento aumentó la
posibilidad de llegar a un entendimiento de lo que el milenio es. Al proseguir con este
método hubo cinco factores de eliminación que me ayudaron a determinar lo que no
es: la evidencia externa, la evidencia interna, la historia de la doctrina, la
interpretación de las profecías del Antiguo Testamento, y la interpretación en el
Nuevo Testamento de las profecías del antiguo Testamento. Someto pues al lector,
los siguientes argumentos, con la interpretación del Cap. 20 de Revelación para que
se juzgue acerca de su fidelidad escrituraria.
Si lo que presento en estas páginas logra libertar a algunos de los seguidores de
Cristo de toda invención humana; o despertar su atención a la Regla que nunca falla; o
quitar todo prejuicio irrazonable a los hermanos premileniales contra todos aquellos
que difieren de ellos sobre la cuestión milenial, se habrá logrado el objeto que busco.

EL AUTOR

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SEGUNDA PARTE

LO QUE NO ES EL MILENIO

A. EVIDENCIA EXTERNA

1. El Silencio de Cristo
Cristo, en Su escatología, guarda silencio en cuanto a un reino terrenal, y un
reinado corporal durante mil años con Jerusalén como centro después de Su
segunda Venida. Ni los Evangelios ni el libro de los Hechos hablan de un reino de
mil años en la tierra en que habrá una mezcla de mortales e inmortales. Las
Epístolas no hicieron alusión a un retorno de Israel en la carne; sino al contrario,
muchas de ellas fueron escritas para contrarrestar tendencias judaizantes de los
judíos convertidos. En ninguna parte de los discursos de Jesús existe alguna alusión
a la duración limitada del Reino Mesiánico. Las epístolas apostólicas no contienen
vestigio alguno de un milenio (tampoco 1 a Cor. 15:23 ni 1a Tés. 4:16 se enfocan
en esta dirección) (Enc. Brit.). No hay ninguna predicción en el Apocalipsis del
retorno de los Israelitas a Palestina donde Cristo, después de Su Segunda Venida
reinará en un trono terrenal en Jerusalén sobre mortales, judíos y Gentiles, todavía
sujetos a prueba, viviendo, muriendo y engendrando su especie. No existe un solo
texto en toda la Biblia que hable de un reino corporal del Señor durante mil años
en un reino temporal. Pero ¿por qué Cristo y sus Apóstoles no predijeron que el
Templo sería reconstruido, que los sacrificios levíticos serian restablecidos, y que
Jerusalén sería hecho el centro de adoración mundial en un reino mundial de mil
años tanto de mortales como de inmortales? Me parece que no hay más que una
respuesta: no creyeron en ello. Esta doctrina tuvo su origen en los escritos
apocalípticos de los judíos que el apóstol Pablo llamó “fabulas judaicas” (Tito
1:14).

2. Jesús no es un Caudillo Político


Si Jesús hubiera ofrecido literalmente a los judíos un reino con la pompa y la
gloria de David y Salomón, los hombres habrían seguido su bandera, pero fue
precisamente la cosa que El rehusó hacer. “Y entendiendo Jesús que habían de venir
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para arrebatarle y hacerle rey, volvió a retirarse al monte, El solo” (Juan 6:15). El día
siguiente declaró claramente que no era un Mesías político, ni un Rey milagroso para
traer pan, sino un Mesías espiritual que descendió del cielo para dar su vida al mundo
(Juan 6:22-71). Los judíos interesados en cosas de la carne, se sintieron ofendidos por
lo que Él dijo acerca de las grandes verdades de la elección incondicional (Juan 6:39), el
llamamiento eficaz (Juan 6:44-45) y la depravación total (Juan 6:65). Pretender que
Jesús ofreció a los judíos un reino temporal de todo el mundo, y que al darse cuenta
de su rechazamiento oficial, lo aplazó para un periodo de mil años en algún tiempo
después de Su Segunda Venida, es tan contrario a la Escritura como cualquiera otra
cosa podría serlo.
Esta teoría inadvertidamente afirma que hombres no regenerados pudieron
frustrar Su propósito y forzarlo a aplazar sus planes. Esto afecta la deidad de Cristo e
implica que hombres pecadores pueden impedir los propósitos de Aquel que hace su
voluntad con los ejércitos del cielo y entre los habitantes de la Tierra (Dan. 4:35). Es
semejante a la ilustración de la elección que dice: Dios nos eligió para ser salvos; el
diablo nos eligió para ser condenados; pero, el hombre tiene que dar el voto decisivo.
Esta ilustración blasfema de la elección, presume que una criatura caída como Satanás
puede restringir los decretos y propósitos del Todopoderoso quien no puede obrar sino
hasta que el hombre depravado en el ejercicio de su jactanciosa “libre voluntad” lo
permita.
Si Cristo no ofreció a los judíos literalmente un reino poderoso, ¿cómo hemos
de entender (Marcos 1:15): “El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca;
arrepentíos, y creed en el evangelio?”
El reino de Cristo había de realizarse durante la última de las cuatro
monarquías de Daniel, es decir el imperio Romano: “Y en los días de estos reyes,
levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá (Dan. 2:44). Los
cuatro reinos representados por la imagen de Daniel 2 han pasado para siempre, y
por lo tanto el periodo cuando Cristo, el Dios del cielo, debería establecer su reino ha
pasado también. A menos que lo haya establecido durante los días del cuarto reino,
esta profecía es falsa, porque si no se cumplió entonces, nunca se cumplirá. Empero
en vista de que fue restablecido por el Dios del cielo, es llamado en el Nuevo
Testamento “el Reino de Dios”, o “el Reino de los cielos”, términos estos que pueden
usarse indistintamente.

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Este reino fue tipificado por la teocracia Judaica; Juan el Bautista hizo la
declaración de que estaba cerca, cosa que fue corroborada por nuestro Señor y por
sus apóstoles en los días de Su carne; pero no vino con poder sino hasta que el Señor
resucitó de los muertos y se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hech.
2:32-37; Rom. 1:4). Nuestro Señor declara que Su reino no es de este mundo (Juan
18:8; 36-37). No es de origen ni de naturaleza mundana, ni tiene este mundo como
su fin o su objetivo. No se promueve ni se defiende con poderes, influencias, ni armas
mundanas; sino por el testimonio de la verdad, o la predicación del evangelio con el
Espíritu Santo enviado del cielo. Sus verdaderos súbditos son solamente aquellos que
son de la verdad y oyen la voz de Cristo; porque ninguno puede entrar en él sino los
que son nacidos de arriba (Juan 3:3-5). Tampoco pueden algunos ser súbditos visibles
de él, sin haber sido regenerados, por medio de su profesión de fe y obediencia. Sus
privilegios y sus inmunidades no son de este mundo, sino espirituales y celestiales;
todos se constituyen en bendiciones del espíritu en lugares celestiales, por Jesucristo
(Ef. 1:3). “La iglesia, (es decir, las iglesias de Cristo) es la forma visible terrenal del
reino de Cristo y es la organización Divina señalada para su desarrollo y su triunfo.
Organizada y gobernada por las leyes del Rey invisible, y compuesta de los súbditos
del reino celestial, quienes, por el símbolo de la fidelidad han confesado
públicamente su lealtad a Él. Las iglesias apropiadamente representan el reino. De
aquí que los apóstoles, al recibir autoridad para establecer bajo inspiración Divina la
forma y orden de la Iglesia, recibieron las llaves del reino de los cielos. Donde quiera
que reunieron algunos discípulos organizaron una iglesia, y a su muerte dejaron estas
iglesias como la única forma visible característica del reino de Cristo sobre la Tierra”
(Harvey).

3. No hay Días después de los Postreros.


El Nuevo Testamento hace hincapié en el hecho de que “estos días” que
componen la presente era evangélica son los últimos (Heb. 1:1-2), y la verdad patente
de esta afirmación es que no puede haber días después de los últimos. Véase Judas
18, y 1a Juan 2-18 en donde se afirma que la era evangélica es el tiempo postrero. La
historia de Israel fue providencialmente ordenada y la relación de los eventos
inspirados divinamente fue para nuestra admonición “en quienes los fines de los siglos
han parado”. (1a Cor. 10:11). Conybeare hace la siguiente traducción: “quienes viven en

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el fin de las edades”. Ahora, puesto que vivimos en “los fines de los siglos”, no puede
haber una era de mil años de tiempo para seguir a este. Pedro declara que el Señor
Jesús fue “manifestado en los postrimeros tiempos por amor de vosotros” (1a Ped.
1:20), con lo cual (Hebreos 9:26), concuerda al afirmar, “más ahora una vez en la
consumación de los siglos, para deshacimiento del pecado se presentó por el
sacrificio de sí mismo”. La traducción de Young es “al pleno fin de las edades”, El
Emphatic Diaglott dice: “en el cumplimiento de las edades”. De aquí que la edad
evangélica es la consumación de todo tiempo, y de todas las edades señaladas a este
mundo. En cumplimiento de Isaías 49:8, el Apóstol Pablo declara en 2a Cor. 6:2, “he
aquí ahora el tiempo aceptable, he aquí ahora el día de salud”. No hay oferta de
misericordia después de ese día de salvación. En la dispensación actual, llamada “la
dispensación del cumplimiento de los tiempos” Cristo está reuniendo todas las cosas
en una en Él (Ef. 1:10) que según el mensaje de toda la epístola a los Efesios declara
que ahora se está cumpliendo (Efesios 2:11-22; 3:5-6).

4. El Argumento de Gálatas y Hebreos.


Ligadas con el reino corporal de Cristo, en un reino temporal de mil años
después de la Segunda Venida, están las profecías del retorno corporal de Israel con
la restauración del Templo y de su culto. El sistema Mosaico con su templo y sus
sacrificios tuvo solamente un valor típico que terminó cuando sus antitipos fueron
alcanzados. Creer en su restauración sería volver al revés el orden natural y propio de
los eventos y llevarnos atrás, de los antitipos a los tipos: de Jesucristo a Moisés, de la
Iglesia a la nación de Israel en la carne. Esto es enteramente contrario al proceder
divino. En el plan de Dios lo superior nunca es suplantado por lo inferior. La ley es
siempre: “lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” (1a Cor.
15:46). Ahora que el Sol de justicia se ha levantado no volveremos atrás a la vaga luz
del candelabro. El orden de Dios es: bueno, mejor, supremo, (Prov. 4:18). La epístola a
los Hebreos llama al templo de la economía mosaica un santuario “mundano” (Heb.
9:1), y los ceremoniales del Antiguo Pacto “ordenanzas acerca de la carne” (Heb.
9:10). En la epístola a los Gálatas Pablo declara que son “los flacos y pobres
rudimentos” (Gal. 4:9-11). Una restitución del sacerdocio y los sacrificios levíticos
sería negar el mensaje de estas dos epístolas. La flor consumada de la raza humana,
el Dios-hombre, “se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (Heb. 9:14). Y no aceptará

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otra vez la ofrenda de un animal. El concepto de ofrendar otra vez sacrificios animales
durante un milenio, aun cuando no fuera más que como un memorial, es tan
horroroso como repugnante. Es cierto que ninguna profecía del retorno de Israel que
incluye una restauración del templo y sus sacrificios puede tener un cumplimiento
futuro. Si no fue cumplido en la edad de la ley, ha caído por alguna razón y nunca jamás
será cumplido.

5. Conclusión.
Cuatro hechos de Evidencia Externa: el silencio de Cristo, el reino espiritual, que
no hay días después de los postreros, y la terminación del Pacto Antiguo. De éstos es
claro que sea lo que fuere a lo que se refiera el milenio de Apoc. 20 no puede ser una
restitución de la economía mosaica, ni puede ser colocado después de la Segunda
Venida de Cristo.

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B. EVIDENCIA INTERNA

1. Los Absurdos del Literalismo.


Una interpretación literal de todos los factores que hay en Apoc.20 crea más
dificultades de las que resuelve. Por ejemplo: una cadena real no puede sujetar a uno
posesionado de demonios (Mar. 5:3,4). ¿Cómo creeremos que el Diablo puede ser
atado por una cadena real, siendo un puro espíritu, aunque impío? Además, ¿es el
Diablo literalmente un Dragón con siete cabezas, diez cuernos, y una cola arrastrando
tras de él, una tercera parte de las estrellas del cielo? (compárese Apoc. 12:3,4).
¿Hemos de entender literalmente las expresiones el “abismo sin fondo”, y que “selló
sobre el”? Debiéramos evitar cuidadosamente toda espiritualización, por ingeniosa que
sea, porque roba a la Palabra de Dios su verdadera fuerza y su hermosura: debiéramos
evitar con igual cuidado un literalismo que produzca errores de afirmaciones figuradas.
Hay peligro por ambos lados, y sólo podemos evitarlo valiéndonos de las mejores
fuentes de información que el Señor pone a nuestro alcance y confiando
continuamente en la dirección y conservación del Espíritu Santo. En una narración
simbólica debiéramos leer literalmente tan sólo aquellos lugares en que el autor se ha
alejado claramente del simbolismo. A pesar de esta sencilla regla hay muchos que
interpretan literalmente sus símbolos, o que no los interpretan de una manera
uniforme.
Floyd E. Hamilton, en su libro The Basis of Millennial Faith, muestra que la división
del pueblo de Dios durante el Milenio en varios grupos separados es uno de los
aspectos incongruentes del premilenarismo. De los escritos de los pre-tribulacionistas
enumera varios grupos: “(1) La iglesia que con cuerpos glorificados mora en el cielo. (2)
El grupo judaico glorificado de los que fueron martirizados durante la tribulación. (3) El
grupo de los “santos” gentiles de la tribulación que según se dice han de ser levantados
al fin del período de la tribulación pero que no se reúnen con la Iglesia en el cielo. (4)
Los judíos creyentes que entran en el Milenio con cuerpos naturales. (5) Los gentiles
creyentes que entran en el Milenio con cuerpos naturales. (6) Los creyentes judíos que
mueren durante el Milenio. (7) Los gentiles creyentes que mueren durante el milenio”.
No hay ni una chispa de evidencia para estas divisiones arbitrarias del pueblo de Dios
durante un supuesto después del Milenio como lo suponen los Futuristas. El Sr.
Hamilton concluye que: “Las diferentes partes de su teoría se han sostenido

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independientemente y nunca se han enfrentado seriamente a la implicación Lógica de
las partes separadas, ni se han esforzado por comparar implicaciones contradictorias”
(p. 139). Es un axioma que una línea recta no puede cruzarse a sí misma aunque se
proyecte indefinidamente. “Así que: ¿qué hay de la gran tribulación, (la parousía), el
regreso, el rapto, los eones, el resto, la revelación, los ocho pactos, las siete
dispensaciones, las tres venidas de Cristo, los cuatro días de juicio, los dos fines del
mundo, el arreglo de varios días postreros, y los tres días de resurrección? Sostengo
que se ha injertado en la Palabra sencilla de Dios un sistema elaborado de
interpretación que nunca podría acontecerle al creyente ordinario mediante una
lectura desapasionada de su Biblia. (The Hope of His Coming, por Charles E. Brown, p.
71)

2. Leyendo una teoría en el texto.


No se halla en la Biblia la palabra “Milenio”. “Milenio” es un término latino que
significa “mil años”, y la única mención de mil años en conexión con cualquier reino
de Cristo y su pueblo está en el libro de los Símbolos (Apoc. 20). No hay en
Apocalipsis 20 alguna mención de Cristo reinando en esta tierra, ni se habla de un
período de mil años entre la resurrección corporal de los justos y de los malos.
Cualquiera lee en vano tratando de descubrir alguna referencia acerca de los
judíos. La única manera de ver la idea de un Israel reunido otra vez, reinando como
una súper-raza por su supremacía sobre los gentiles en un reino poderoso mundial
después de la Segunda Venida, es leyendo deliberadamente en el texto lo que no
está allí. Este método lleva consigo su propia condenación. Es interpretación visual,
pero no exégesis.

3. La primera Resurrección es Metafórica.


La primera resurrección mencionada en Rev. 20:5 no puede tomarse en un sentido
literal por las siguientes razones “(1) Este pasaje no menciona la resurrección de los
cuerpos, sino solamente de las almas de los mártires. La palabra traducida aquí “almas”
ocurre seis veces en este libro y significa la vida o el principio vivo en el cuerpo (8:9;
12:11). Se distingue del cuerpo (18:13) y se representa como existiendo en un estado
de separación de él (6:9), pero nunca se pone en lugar del cuerpo mismo, mucho
menos del cuerpo muerto, que es el único objeto de una resurrección verdadera, o que
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vive otra vez. (2) Una resurrección literal de los justos mil años antes que la de los
malos contradice la narración clara del asunto que se da en los Evangelios y en las
Epístolas. Por ejemplo, Cristo dice, “vendrá hora, cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; Y los que hicieron bien, saldrán a resurrección de vida; más lo
que hicieron mal, a resurrección de condenación” (Juan 5:28, 29). La hora aquí no
puede significar dos periodos diferentes a distancia de mil años el uno al otro. Con
todo en esa hora todos los que están en sus sepulcros oirán su voz y saldrán; no sólo
los justos, porque éstos no son todos los que están en los sepulcros; ni sólo los malos,
porque estos no han obrado bien; sino en esa hora entrambos, los que han hecho bien
y los que han hecho mal, además, todos los que están en los sepulcros saldrán, los unos
a resurrección de vida, los otros a resurrección de condenación. (3) Nuestro Señor
repetidamente declaró que Él resucitará a los creyentes en el día postrero (Juan 6:39,
40, 44, 45), y Él hace este día postrero aquel en que los hombres serán juzgados (Juan
12:48), y describe el juicio tanto de los justos como de los malos, el que se verificara en
el mismo periodo (Mat. 25: 31-46). Ahora, afirmar que habrá un día mil años después
del día postrero para la resurrección y el juicio de los malos, no solamente contradice
esto, sino resulta una impropiedad manifiesta de lenguaje. (4) El libro del Apocalipsis
mismo pone en su propio lugar la resurrección general y el juicio, tanto de los justos
como de los malos, después del reinado de mil años de los santos, y de la destrucción
de los ejércitos de Gog y Magog (20:11-15). Pero suponer que los santos, habiendo
reinado con Cristo mil años en sus cuerpos espirituales, inmortales y glorificados, serán
rodeados de enemigos en sus toscos cuerpos mundanos, o habiendo estado
glorificados, por tanto tiempo, es contra lo natural y contrario a las escrituras. (5) Se
nos ha dicho expresamente que el último enemigo que será destruido es la muerte (1a
Cor. 15:26; Apoc. 20:14). Pero si la primera resurrección es la destrucción de la muerte
para los santos, como sostienen los Futuristas, entonces la muerte no es el último
enemigo que será destruido; porque Gog y Magog son los enemigos que serán
destruidos mil años después de la primera resurrección. Estas consideraciones me
convencen de que la primera resurrección ha de interpretarse en un sentido
metafórico (“Christ’s Commission to His Appostles” by A. M. Lean). Esto nos
proporciona la clave para la interpretación de Apoc. 20. Este es un libro de símbolos, y
las verdades que están destinadas a reflejar éstos serán precisamente tan literales si se
cumplen en la esfera espiritual como en lo natural.

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4. Conclusión.
Al considerar los absurdos del Literalismo y ver en el texto una teoría, y la
Primera Resurrección, es evidente que Apoc. 20 no está hablando de un Estado
supremo nacional en un reino de mil años después de la Segunda Venida, en que
Jerusalén será el centro mundial del culto estando los judíos a la cabeza y los gentiles a
los pies. Quienquiera que saque este concepto de Apoc. 20 debe estar leyendo con los
lentes color de rosa de los Zionistas. Es imposible obtener la mente del Espíritu Santo
leyendo en el texto una teoría de nuestra propia invención. No importa cuán plausible
pueda parecer; sus aparentes incongruencias harán imposible correlacionarlas con
toda la Escritura.
Debe haber una explicación sencilla de Apoc. 20 que esté en armonía con el resto
de la Escritura. Si hay tal interpretación, la cuestión se resuelve escogiendo lo que esté
de acuerdo con toda la Revelación Divina, o de lo contrario habrá que aceptar ese
concepto que está caracterizado por muchos absurdos.

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C. HISTORIA DE LA DOCTRINA

1. El Origen del Premilenarismo.


En muchas naciones y religiones aparece la idea, en una forma o en otra, de una
edad de oro. Esta expectación se debe a la Revelación de Dios porque tan pronto como
el pecado hubo entrado en el mundo se dio la esperanza en la promesa de la victoria
final (Gén. 3:15). En las varias religiones del mundo pagano parece que hay un eco de
esta esperanza, pero hay algo muy interesante, en cuando a la expectación de una
edad de oro, es decir, cuanto más se retiran los hombres de las verdades de Dios, tanto
más carnal y materialista se hace esta esperanza. La historia de Israel como nación
ilustra también este hecho. Después de siglos de esclavitud y de cuarenta años de
peregrinación en el desierto, ellos miraban a Canaán como la tierra del reposo y de la
promesa. Según Heb. 4 esto parece ser una equivocación, porque no fue tal el reposo
prometido al pueblo de Dios. Solamente aquellos que dentro de la nación creyeron,
esperaban una ciudad cuyo edificador y hacedor era Dios, y deseaban un país mejor,
uno celestial (Heb. 11:10,16). Más tarde, después de los setenta años de cautiverio, los
cautivos de Babilonia clamaban: “Si me olvidare de ti Oh, Jerusalén, mi diestra sea
olvidada. Mi lengua se pegue a mi paladar si de ti no me acordare; si no ensalzare a
Jerusalén como preferente asunto de mi alegría” (Sal. 137:5,6). La Jerusalén terrenal
claramente había venido a ser su principal gozo y la esperanza de Israel había venido a
ser la restauración de su tierra, su ciudad y su templo.
El Chiliasmo, o premilenarismo en su forma sencilla se originó en los escritos
Apocalípticos del periodo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento de las cuales la
siguiente cita del Apocalipsis de Baruc es una muestra: “La tierra producirá su fruto a
diez mil, y en cada vid habrá mil pámpanos, y cada pámpano producirá mil uvas, cada
uva producirá un cor de vino, y los que han sufrido hambre se regocijarán” (XXIX: 4-6).
La idea de un reino milenario sobre la tierra procedió del judaísmo porque “entre los
judíos la representación estaba creciendo de que el Mesías reinaría mil años sobre la
Tierra. Tales productos de la imaginación judía pasaron al Cristianismo” (Neander’s
“History of Christian Dogmas”, Vol. I, p. 248).
Johann Albrecht Bengel (fallecido en 1752) ha sido llamado el padre del
premilenarismo moderno, pero como un siglo más tarde una nueva forma de
premilenarismo fue introducida por J.N. Darby (1800-1882), un premilenarismo casado

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con el Dispensacionalismo. Las nuevas opiniones sobre el premilenarismo fueron
popularizadas por la Biblia con Referencias de Scofield, y se diseminaron extensamente
por escritores voluminosos de la escuela Futurista. El Dr. Donald W. Richardson, en su
libro The Revelation of Jesus, dice: “Sin embargo, si definimos la herejía como doctrina
que se contradice de la fe cristiana, y universal’, o como una ‘opinión opuesta a la
doctrina comúnmente aceptada, y tiende a la división o la disensión’, entonces el
Darbyismo, o Dispensacionalismo, según se enseña extensamente hoy día, es una
herejía perjudicial en su influencia y un obstáculo en la obra de la Iglesia como una
institución divina para el desarrollo del Reino de Dios” (p.165).

2. El Testimonio de los Credos.

Desde los días de los apóstoles hasta el presente nunca ha habido un tiempo cuando
alguno de los varios planes milenarios, o aún la disputa principal no fuera considerada
como una parte de la enseñanza universal de la Segunda Venida. En su forma más
sencilla el Premilenarismo arranca de los primeros días de la Iglesia. Papias, Justino y
otros lo sostuvieron como una piadosa opinión. Así se puede sostener el día de hoy.
Pero sostener la doctrina de un milenio temporal después de la Segunda Venida como
un “fundamento” de la fe Cristiana es contrario a los hechos. Ni en el Credo de los
Apóstoles, que es el más primitivo de Todos, ni en el Credo de Nicea, en 323 A.D., hay
la menor alusión a dos resurrecciones y a un reinado corporal de Cristo entre ellas.
Después de un resumen de la historia del Milenarismo que abarca diez páginas, el Dr.
W.G.T. Shedd, en su History of Chistian Doctrine, concluye con estas palabras: “Los
hechos, entonces, establecidos por esta narración del Milenarismo en la iglesias
antiguas medievales y modernas, son las siguientes: (1) Que el Milenarismo nunca fue
la fe ecuménica de la Iglesia y nunca entró como un artículo en ninguno de los credos.
(2) Que el Milenarismo ha sido la opinión de individuos y de partidos solamente
algunos de los cuales han estado de acuerdo con la fe católica y algunos opuestos a
ella. El Milenarismo no solamente nunca entró en alguno de los Credos, sino al
contrario, fue condenado por la Confesión de Augsburgo (Art. VIII), La Confesión Suiza
(Art. XI), y por los artículos originales de la iglesia de Inglaterra en estas palabras: “Los
que intentan renovar la fábula de los herejes llamado Milenarismo están en pugna
contra las Santas Escrituras y se arrojan a sí mismos a una extravagancia judía”. (Art.

17
XLI). La Segunda Confesión Helvética está escrita en palabras muy fuertes ; el artículo
sobre el Juicio contiene estas frases: “Además, nosotros rechazamos los sueños judíos
de que habrá antes del día del juicio una edad de oro sobre la Tierra y que los piadosos
tomarán posesión de los reinos del mundo después de que sus enemigos, los impíos,
hayan sido dominados”. De los Padres e Historiadores de la Iglesia primitiva en cuyos
escritos no se halla nada sobre el premilenarismo, sino mucho en contra,
mencionaremos a Clemente de Roma, Policarpo, Cayo, Clemente de Alejandría,
Jerónimo, Eusebio y Agustín. Los Reformadores principales –Savonarola, Huss, Lutero y
Malanchton- fueron enteramente hostiles a la opinión premilenaria de la primitiva
Iglesia, y Calvino en sus Institutos. Vol. II, libro III Cap. 25 dice: “No mucho después de
los días de Pablo surgieron los Milenarios que limitaron el reino de Cristo a mil años. Su
ficción es muy pueril para requerir o merecer una refutación.

Conclusión.

Durante los últimos cincuenta años el Premilenarismo se ha diseminado por todas


partes por métodos modernos de propaganda y popularizado por la Biblia de
Referencias de Scofield. Si uno tiene en la mente que esta Biblia solamente pretende
ser una Biblia de Referencias, puede resultar tan útil como cualquier otro libro de
referencias que uno tenga en su biblioteca. Pero si un individuo considera las notas
impresas en la misma página en que está el texto sagrado tan inspiradas como el texto
mismo, y cree que éstas hablan con infabilidad y finalidad sobre todas las cuestiones, y
en particular, la profecía, entonces para tal individuo esta Biblia puede venir a ser una
fuente de muchos daños. La idea principal del Milenarismo no es moderna ni es nueva;
es la resurrección, con pequeñas modificaciones, del antiguo rabinismo. Está basada
principalmente sobre una interpretación particular de ciertas profecías Mesiánicas del
A. T. Estas profecías de la Venida del Mesías fueron, en su mayor parte, enunciadas en
términos de un Israel restaurado y próspero, que fueron los conceptos de aquel
entonces. Los Rabíes las interpretaron siempre de un modo literal: por lo tanto,
pintaron al Mesías como reuniendo a Israel y restaurando el trono y reino de David en
Jerusalén. Para todos los judíos esto fue “la esperanza de Israel”, pero cuando Cristo
vino Él no hizo ningún esfuerzo para llevar a cabo este programa literal, y por esta
razón fue rechazado por los judíos. Siempre que Él y sus Apóstoles citaron las profecías

18
del A. T., ellos las revistieron con un significado elevado y espiritual y las aplicaron
ahora. Ni una sola vez crearon una edad futura o un milenio, para llevar a cabo, en el
plano natural, estas profecías del A. T. En Hechos 26:6-7. Pablo, al ser juzgado delante
de Agripa, declaró que fue por la “esperanza” de Israel que él se veía acusado por los
judíos, esperanza que como él muestra era la resurrección de los muertos. En Hechos
28:20, dice, “por la esperanza de Israel estoy rodeado de esta cadena”, lo que nunca
habría ocurrido si él les hubiera ofrecido la perspectiva de un reino mundial con la
pompa y la gloria de David y Salomón. En Hechos 13:27 dice más acerca de los judíos
que: “no conocieron a éste y las voces de los profetas que se leen todos los sábados
condenándole, las cumplieron”. Porque no entendieron a sus profetas, crucificaron a
Cristo, y enviaron a Pablo encadenado a Roma.

D. INTERPRETACIÓN DE LAS PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO.


19
1.- La importancia del cautiverio.

Los Premilenarios reconocen que sus conceptos de un milenio terrenal se hallan no


tanto en el Nuevo Testamento, como en el Antiguo Testamento. Esto envuelve la
interpretación de estas profecías del Antiguo Testamento. Una de las más prolíficas
fuentes de error, al interpretar las profecías del Antiguo Testamento ha sido el no
apreciar debidamente la cronología de las profecías en relación con la Cautividad de
Israel en Asiria y de Judá en Babilonia. La Cautividad cubrió un período aproximado de
144 años. Principió como en 730 A.C. cuando Tiglath-Pileser, rey de Asiria, se llevó la
primera sección del pueblo (2 Rey. 15:29), y puede decirse que concluyó en la
deportación final de Judá a Babilonia en 586 A. C. El regreso de la Cautividad, la plena
restauración y el restablecimiento, fueron graduales y ocuparon el largo periodo
aproximado de noventa años desde el decreto de Ciro, 536 A. C. hasta Darío, en 520
A.C., después hasta Artajerjes y Esdras 457 A.C., y no se completó sino hasta 446 A.C.;
bajo Nehemías. Debe recordarse también que desde el tiempo de Malaquías, el último
profeta hasta la venida de Juan el Bautista, pasaron aproximadamente cuatrocientos
años. Muchos israelitas volvieron de Asiria juntamente con sus hermanos de Judá, de
Babilonia, cuando Ciro el Persa promulgó su famoso edicto de restauración en el
primer año de su reinado (2 Crón. 36:22-23). Después de este retorno estos pueblos ya
no fueron más dos reinos; su ciudad fue restaurada, su Templo reconstruido, y sus
sacrificios iniciados de nuevo. Con variada suerte continuaron en su tierra y en su
ciudad hasta que fueron finalmente vencidos por los romanos en 70 A.D. Si los profetas
de Dios en ambos reinos fueron inspirados para predecir estas cautividades, ¿no
deberían ellos haber hablado del regreso y de las bendiciones que esto les traería? Las
promesas de bendición sobre el arrepentimiento y la restauración son modos divinos
para excitar la esperanza, ¿y no serían movidos particularmente estos profetas que
escribieron antes y durante la Cautividad a ver predecir el regreso de Asiria y Babilonia,
y de consiguiente, la restauración de la ciudad, el templo y los sacrificios? Y si ellos
predijeron un regreso en tales condiciones, ¿no sería muy natural y apropiado creer
que el Israel restaurado con ciudad, templo y sacrificios, después de estas cautividades,
habrían cumplido estas predicciones?
Es importante que comprendamos los datos cronológicos de los profetas con relación
al regreso del exilio cuando se intenta interpretar las profecías del Antiguo Testamento.
20
Jonás, que no dice nada acerca de la cautividad o el regreso, escribió en 862 A.C., como
unos trescientos veintiséis años antes de decreto de Ciro, Joel (800 A.C.) floreció
doscientos sesenta y cuatro años antes del decreto de Ciro. Amós (767 A.C.) escribió
doscientos cincuenta y uno años antes del decreto. Oseas (785-725) escribió doscientos
cuatro años del mandato de Ciro. Isaías (760-698 A.C.) menciona a Ciro y sus conquistas
juntamente con el decreto del regreso de Israel ciento setenta y seis años antes de ser
promulgado el decreto. Miqueas (750-710 A.C.) escribió por lo menos ciento setenta y
cuatro años antes del decreto. Nahúm (713 A.C.) escribió ciento setenta y siete años
antes del decreto de Ciro. Sofonías (630 A.C.) escribió noventa y cuatro años antes del
decreto. Jeremías (629-595 A.C.) escribió cincuenta y nueve años más temprano que el
decreto de Ciro. Viviendo durante parte de la Cautividad, naturalmente escribió mucho
acerca del regreso. Habacuc, (626 A.C.) escribió noventa años antes. Abdías (587 A.C.)
escribió cincuenta y uno años antes del decreto y durante la cautividad. Daniel (607-
534 A.C.) escribió dos años después del decreto de Ciro. Ezequiel (595-574 A.C.) vivió
durante la cautividad y cesó de escribir probablemente 38 años antes del decreto.
Hageo y Zacarías (520 A.C.) escribieron, cuando menos dieciséis años después del
decreto de Ciro. Malaquías (397 A.C.) escribió ciento treinta y nueve años después del
decreto de Ciro. Representa a Israel en el regreso todavía como un apostata, no
cumpliendo las condiciones que el Señor requirió. Solamente dos de estos profetas
escribieron después del regreso bajo Ciro y antes de que se completara bajo Nehemías
en 446 A.C. porque el regreso se efectuó en tres partes, bajo Ciro, Darío y Artejerjes. De
modo que el pleno regreso de Babilonia ocurrió de este lado de todo profeta del
Antiguo Testamento excepto Malaquías, quien naturalmente no dijo nada acerca de
ello. Este primer hecho es muy significativo y debe enseñarnos a ser cuidadosos no
arrancando la predicción de un regreso y una restauración de ceremonias legales y
sacrificios de una dispensación que les fue natural y apropiada y no colocarlos en una
edad presente o futura de la cual estaban positivamente excluidos.
De los profetas que predijeron el futuro de Israel, once escribieron antes de que la
cautividad empezara en 606 A.C. Dos escribieron durante la cautividad y antes del
decreto de Ciro, en 536 A.C. Dos escribieron diez y seis años después del decreto de
Ciro y probablemente unos setenta años antes del completo fin del regreso bajo
Nehemías en 446 A.C. Solamente uno escribió después de los noventa años completos
del periodo del regreso; es decir, Malaquías. Diez y seis profetas, pues, cuando

21
escribieron de un regreso, pudieron haber significado el regreso de Babilonia a menos
que la naturaleza de la profecía lo prohibiera.

2.- El Elemento Condicional de la Profecía.

La naturaleza de las bendiciones y las maldiciones prometidas a Israel en


Deuteronomio capítulos 28-30, fueron en sí mismas absolutas, pero la experiencia y la
recepción de ellas por Israel dependieron de ellos mismos. La pequeña palabra “sí”
gobernó el cumplimiento tanto de las bendiciones como de las maldiciones. La regla se
halla en Jeremías 18:7-10: “En un instante hablaré contra gentes y contra reinos, para
arrancar, y disipar, y destruir. Empero si esas gentes se convirtieren de su maldad; yo
me arrepentiré del mal que había pensado hacerles. Y en un instante hablaré de la
gente y del reino, para edificar y para plantar; pero si hicieren lo malo delante de mis
ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerles”.
Cinco o seis años antes de la cautividad en Babilonia, y mientras los pecados de Israel
provocaban una ira tan terrible que no se hallaba ningún remedio (2 Cron. 36:6),
Jeremías les exhortó así: “Si te has de convertir, oh Israel, dice Jehová, conviértete a mí;
y si quitares de delante de mi tus abominaciones, no andarás de acá para allá” (Jer.
4:1). Israel volvió a su propia tierra bajo la regla, “si, si”. Y no fue por respeto suyo que
Dios les permitió volver después de la cautividad; fue para la vindicación de Su honor y
de su nombre (Ezeq. 36). Su permanencia como una nación bendita, próspera y
prominente en Jerusalén y Judá, habiendo sido restaurado, fue condicional como
puede verse a la luz de Ezequiel, en los caps. 40-48. La ciudad de Ezequiel fue una cosa
completamente condicionada. Las condiciones están fuertemente implicadas. Casi en
cada uno de estos ocho capítulos en que la describe así como se habla de sus
bendiciones, pero en el cap. 43:7-11 se expresan más positivamente. “Tú, hijo del
hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados, y
midan la traza de ella. Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender
la figura de la casa, y su traza, y sus salidas y sus entradas, y todas sus formas, y todas
sus descripciones y todas sus configuraciones, y todas sus leyes: y descríbelo delante de
sus ojos para que guarden toda su forma, y todas sus reglas y las pongan por obra”
(Ezequiel 43:10-11). Es evidente de este lenguaje que esta ciudad fue mostrada a
Ezequiel como un “patrón” de la ciudad que había de edificarse después de la
cautividad “si” el pueblo se avergonzaba de lo que había hecho, y quitaba toda su
22
iniquidad. Fue mostrado para animarlos a volverse enteramente al Señor. No
cumplieron completamente ni se arrepintieron; por esto perdieron las cosas que
habían sido prometidas bajo condición.
Poner esto en la edad futura significaría la restauración de días ceremoniales,
sacrificios, distinción entre carnes limpias e inmundas, sacerdocio, etc., todo lo cual
sería una negociación de la epístola a los Hebreos, Ef. 2:14-17 y Col. 2:14,15. Es un
axioma que dos verdades, y hasta mil, no pueden contradecirse entre sí, y que dos mil
líneas paralelas no pueden cruzarse una con otra. O para reafirmar el axioma; no
pueden existir al mismo tiempo o, en el mismo lugar, sistemas o teorías contradictorios
sin antagonismo más de lo que pueden elementos antagónicos en la naturaleza como
la luz y las tinieblas sin repelerse. Por lo tanto, puesto que el Cristianismo ha cumplido,
sustituido y trascendido al judaísmo, es imposible que los dos existan en el mismo
tiempo y lugar como la dispensación de Dios.
Si las condiciones de la ley Mosaica determinaron la historia de Israel por 900 años,
desde Moisés hasta la Cautividad de Babilonia, ¿por qué dudamos que ella no
determinara todo el resto? Sabemos que Israel fue a Asiria por la idolatría, en exacta
conformidad con la ley, así como Judá fue a Babilonia por el mismo pecado y por
rehusarse a que la tierra “holgara sus sábados” (Lev. 26:14, 14, 31-43); 2 Crón. 26:20,
21). Estos hechos nos hacen concluir que cualquier profecía del regreso de estas
cautividades estaría sujeta a la misma ley y condiciones que rigieron su historia
anterior. La ley de Moisés y sus condiciones fueron para toda la dispensación Mosaica,
y por lo tanto, regían tan ciertamente después del exilio en Babilonia como lo hicieron
antes de él. No habiendo cumplido con las condiciones de Dios después de su regreso
del destierro, como los libros históricos de Esdras y Nehemías y los libros proféticos de
Hageo, Zacarías y Malaquías abundantemente testifican, que Israel fue arrebatado para
“agobiarles siempre es espinazo” (Rom. 11:10, “pues vino sobre ellos la ira hasta el
extremo” (1 Tes. 2:15,16) (Véase 1 Sam. 12: 6-25).

3.- Tres ilustraciones de los Principios. (Isaías 2:1-5.)

La doble profecía de Isaías 2:1-5 y Miqueas 4:1-3 pertenecen al pasado, contemplan la


posición exaltada de Israel después del regreso de la cautividad. Se deben notar varias
cosas concernientes a estas dos profecías: (1) La profecía es sobre “Judá y Jerusalén”

23
(Isa. 2:1), y se refiere a un tiempo de sacrificios en la época de la ley (Isa. 2:3). Pero
hemos visto que a la luz del Nuevo Testamento no puede haber una restauración del
templo y de sus sacrificios ni en esta edad ni en la venidera. Por esto, en tanto que la
profecía contempla a Israel, hemos de buscar otra explicación. (2) La expresión “en los
postreros tiempos” o “postreros días” no significa más en el antiguo Testamento que
“los postreros días”. Se refiere a algún periodo indeterminado después del escrito del
profeta. Tanto Isaías como Miqueas, siendo contemporáneos, profetizaron antes del
regreso de Babilonia, y el periodo postexílico constituyó para ellos “los postreros días “.
(3) El fondo de la profecía en ambos pasajes y lo sigue. Isaías profetiza la desolación de
Israel con exhortaciones al arrepentimiento y promesas de restauración (Isa. 1:7-8, 19,
20,31). Luego en el Cap. 2:1-5 sigue la descripción de la gloria y el poder que Israel
pudiera alcanzar después de la desolación. Miqueas en el Cap. 3:9-12 habla igualmente
del mal amenazador: “Por tanto, a causa de vosotros será Sión arada como campo, y
Jerusalén será majano y el monte de la casa como cumbres de breñal” (Miq. 3:12).
Estas palabras preceden inmediatamente a la profecía de la exaltación de Israel en
Miqueas 4:1-7. Poco antes de la cautividad en Babilonia, que empezó en 606 A.C.,
Jeremías declaró que no era tarde para el arrepentimiento: “Y habló Jeremías a todos
los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a que profetizase contra
esta casa y contra esta ciudad todas las palabras que habéis oído. Y ahora mejorad
vuestros caminos y vuestras obras, oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá
Jehová del mal que ha hablado contra vosotros” (Jer. 26:12-13). ¿Podría revelarse más
claramente el elemento condicional en la profecía? Jeremías en el Cap. 26:17-19, cita la
profecía de Miqueas 3:12, expresada en los días de Ezequías que Sion será arada como
un campo. Jeremías mostró en estos versículos que era condicional y había quedado
sin efecto, porque el pueblo en el día de Ezequías se había arrepentido. Esto establece
el principio de que todas las profecías deben interpretarse a la luz de sus condiciones.
Si la profecía de algún mal pudo quedar sin efecto a causa del arrepentimiento, como
en el caso de Miqueas 3:12 y la profecía de Jonás en contra de Nínive, una profecía que
anuncia el bien pudo quedar sin efecto por una impenitencia continua como en el caso
de la doble profecía de Isaías 2:1-5 y Miqueas 4:1-7. No importa cuán fuerte y
esplendorosa descripción pudiera dar el profeta de la exaltación de Israel, tiene que
quedar sin efecto si no se satisfacen las condiciones. En seguida de la profecía de que
Sión sería arada como un campo” en los días de Asiria que quedo sin efecto a causa del
arrepentimiento viene la profecía de Miqueas hablando de la exaltación (Miq. 4:1-7) “Y
24
acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será
constituido por cabeza de los montes” (Miq. 4:1,2) (en oposición a otra profecía más
antigua Miq. 3:12). Esto muestra que la exaltación se asoció en la mente del profeta
con el periodo después de la cautividad de Asiria o Babilonia y no con alguna futura
dispensación. Pero nótese también lo que sigue inmediatamente de esta profecía de
Miqueas 4:1-7 y nótese particularmente el Vs. 10: “Duélete y gime oh hija de Sión.
Como mujer de parto; porque ahora saldrás de la ciudad morarás en el campo, y
llegarás hasta Babilonia; allí serás librada allí te redimirá Jehová de la mano de tus
enemigos” (véase también Miq. 7:8-13). Es cierto entonces que el regreso de Israel,
que había de ser seguido por gran exaltación y poder, fue el regreso de Babilonia y
cualquiera que arranque esta profecía de su contexto y de lo que la rodea, para
asignarla a alguna edad futura, comete un grande equivoco. Alguien pudiera preguntar
si no dice que Dios “reinará” sobre ellos en el monte de Sión desde ahora para siempre
Si, pero es después de que el profeta presenta al pueblo como diciendo: “Andaremos
en el nombre del Señor nuestro Dios para siempre”. Una expresión es corolario de la
otra y fue destinada a permanecer solamente tanto como la otra. (Compárese 2 Crón.
15:2 y Lev. 26:23-24).
Otros profetas hablan de la restauración del poder y la grandeza de Israel en términos
tan vividos como Isaías y Miqueas, y sin embargo la colocan después del regreso de
Babilonia. Zac. 2:10-11 como una ilustración, y compárese los anteriores versículos 6-9
que dicen, “Oh Sión, la que moras con la hija de Babilonia, escápate”.

Llegamos a la conclusión de que la doble profecía de Isaías 2:1-5 y Miqueas 4:1-7 fue
condicionada, y que Israel faltó a la dignidad y poder prometidos debido a que no
cumplió las condiciones de la bendición prometida según la regla de Jeremías 18:9-10.
Léanse otra vez los libros proféticos que cubriendo el periodo de Hageo, Zacarías y
Malaquías para ver cuán miserablemente faltó Israel. De consiguiente, las naciones no
retuvieron a los judíos restaurados; fueron ellos los que no aceptaron las enseñanzas
de la ley; no volvieron sus espadas en rejas de arado. Fue reconstruido el templo
después del retorno de Babilonia pero no según la traza de Ezequiel. Hageo profetizó
que “la gloria de aquesta casa postreras”, la casa que Zorobabel estaba edificando,
“será mayor que la primera” (Hageo 1:12-15; 2:1-9). Pero Esdras dice que los ancianos
“que habían visto la casa primera, viendo fundar esta casa, lloraron en alta voz (Es.
3:12). Este ejemplo después fue despojado y profanado por Antioco Epífanes, y más
25
tarde fue derribado. Luego siguió “el templo de Herodes”, en cuyos atrios entró el
Señor. Este último templo fue destruido en 70 A. D. por los Romanos.

Finalmente, el Nuevo Testamento explica y aplica las profecías de la restauración de


Israel de la cautividad a estos días del evangelio (Isa. 52:11; Jer. 30:18-24; 2 Cor. 6:17-
18), y por esto fueron tipos de la gran liberación efectuada por Jesucristo. Así, las
promesas hechas sobre la ocasión de una liberación temporal y en un lenguaje
acomodado a ella, tuvieron un significado más y se cumplieron plenamente a los
elegidos dentro de la nación en la esfera de lo espiritual. En este sentido, ¿cómo pudo
el monte de la casa del Señor ser verdaderamente exaltado sobre todos los demás
montes sino fue por el hecho de que fue la escena de las labores del Dios encarnado, y
el centro del cual su reino de gracia se extendió a todas las naciones de la tierra? Esta
fue aquella ministración de rectitud que excedió en gloria a la ministración de
condenación; esta fue aquella gloria del Monte Sión que hizo que la gloria del Monte
Sinaí palideciera y desapareciera.

ISAIAS 11:1-16

El contexto de esta profecía muestra claramente, que el profeta tuvo en la mente el


regreso de Israel de la Cautividad. En el Cap. 10:24-34 se refiere a los asirios
declarando. “Con vara te herirá, y contra ti alzara su palo, a la manera de Egipto”, Pero
en el día de su prometida liberación y restauración. “Asimismo acontecerá en aquel
tiempo que Jehová tornará a poner otra vez su mano para poseer las reliquias de su
pueblo” (Isa. 11:11), siendo la primera vez su liberación de Egipto (v. 16) “En aquel día”,
al de su regreso de Asiria y Babilonia, dirán, “Cantaré a ti oh Jehová; pues aunque te
enojaste contra mí, tu furor se apartó y me has consolado” (Isa. 12:1). Entre tanto que
esta profecía tuvo su cumplimiento en el regreso de Israel de la cautividad, el apóstol
Pablo muestra que su verdadero significado espiritual tiene que ver con los días del
evangelio de la presente edad en que está cumplida (Rom. 15:12 compárese con 15:8-
9). El Dr. John Gill, escribiendo sobre Isa. 11:6 dice “Este y los tres versículos siguientes
describen el carácter pacífico del reino Mesiánico… Las criaturas salvajes y las mansas
andan juntas y las primeras vendrán a ser las postreras; lo que no ha de entenderse
literalmente de las criaturas salvajes como si perdieran su naturaleza y fueran
restauradas, como se dice a su estado paradisiaco, que se supone ser el tiempo de la
26
restauración de todas las cosas; sino figuradamente de hombres comparados a
criaturas salvajes que por el poder de la gracia Divina acompañando a la Palabra
predicada, vendrán a ser dóciles apacibles manso y humildes”. Calvino dice con
respecto a Isa. 11:14 “Los judíos, que sueñen en un reino terrenal de Cristo,
interpretan todo esto en un sentido carnal, y lo aplican, no sabemos a qué poder
externo desconocido; pero ellos deben más bien juzgarlo según la naturaleza del reino
de Cristo. Sin duda, el cumplimiento de esta predicción fue visto en parte cuando los
judíos regresaron de la cautividad, y Dios los trajo a una prosperidad moderada,
contrario al deseo y a pesar de la oposición de todas las naciones vecinas; pero los
creyentes fueron conducidos a esperar una victoria más espléndida que por fin
obtendrán por la predicación del Evangelio.

GOG Y MAGOG

¿De quién dice esto el Profeta?

Una profecía del Antiguo Testamento acerca de Gog y Magog se halla en Ezequiel
caps. 38 y 39, y una profecía del Nuevo Testamento en Apocalipsis 20:7-10. Cuando las
comparamos es evidente que estas dos profecías de Gog y Magog no son idénticas. El
Gog de Ezequiel desciende del norte de Palestina, mientras el Gog del Apocalipsis sube
de “los cuatro ángulos de la tierra”. En Ezequiel se representa como viniendo “contra
mi pueblo Israel” que vuelven de Babilonia (38: 11, 14, 16), mientras que en el
Apocalipsis viene contra “el campo de los santos, y la ciudad amada” (expresión
simbólica de las iglesias del Nuevo Testamento) o el pueblo de Dios. La sexta parte del
ejército de Ezequiel escapó de ser destruido (39:2), mientras en Apoc. 20 (Gog y sus
fuerzas son devorados por un fuego enviado del cielo. De esta evidencia concluimos
que Ezequiel y el Apóstol Juan no escribieron acerca de los mismos eventos.

Estas dos profecías han motivado mucha especulación en cuanto a su cumplimiento,


¿cuándo y por quién? La Biblia de Referencias de Scofield declara que “todos
concuerdan” en que la primera referencia es a las potencias europeas del norte
encabezadas por Rusia. Pero el comentario de Jamieson, Faussett y Brown no está de
acuerdo y afirma lo siguiente en lo que concierne al “Príncipe de Rosh”, “Los Tauri
Escítas de Crimea fueron llamados así. Los Araxes también fueron llamados Rhos. Los
rusos modernos, pues, podrían haber asumido su nombre, como Moscú y Tobolsk, de
Meshech y Tubal, aunque su nombre propio y antiguo fue Slavi, o Wends”. Así con los
27
rusos es, por tanto, solamente un nombre que se atribuyeron pero nunca fue su
nombre original y propio. Otros interpretan “Gomer” de Ezequiel 38:6 como
refiriéndose a Alemania, pero el docto y erudito John Gill declara: “El Tárgum lo
interpreta aquí como la provincia de Alemania; como también se interpreta en el
Talmud, pero erróneamente”.

La profecía encuentra su cumplimiento en Antíoco Epífanes, rey de Siria, y sus


expediciones contra los judíos. Por cosa de cien años parece que los judíos gozaron de
mucha paz y prosperidad, habiendo sido tratados con más o menos bondad y
tolerancia por Persia, Grecia, Egipto y Siria, según ascendieron sucesivamente al poder
estas naciones. Pero en la lucha por el predominio, que se verifico entre los Tolomeos
de Egipto y los reyes Seléucidas de Siria. Judea fue el escenario de muchas batallas
sangrientas. Además, el oficio de Sumo Sacerdote, tomando la semblanza de realeza,
fue un premio que excitó la ambición de candidatos rivales, cuyas facciones llenaron de
lucha la nación. La masa del pueblo abandonó la observancia de la religión, y la
iniquidad de la tierra otra vez necesitó el castigo. Entonces cayó sobre ellos (169 A. C.)
una terrible persecución desatada por Antíoco Epífanes, rey de Siria. Éste saqueó a
Jerusalén y el templo con la crueldad más salvaje. Suspendió la ofrenda del sacrificio
diario y erigió la estatua de uno de los dioses paganos en el altar del holocausto. Obligó
a los judíos sopena de muerte, a sacrificar a los ídolos, y trató de exterminar el culto
Mosaico quemando toda copia de la ley que se pudiese hallar. Por eso ha sido llamado
el “Nerón de la Historia Judaica” (véase 1 Macabeos caps. 1:6 y 2 Macabeos caps. 4:9).

La historia del periodo entre los dos Testamentos, el de los Seléucidas, cumple
adecuadamente todo lo que requiere Ezequiel 38 y 39, como es evidente por las
siguientes consideraciones:

(1) Los ejércitos de Gog vendrían del norte (39:2): Siria estaba situada al norte de
Palestina.

(2) Gog atacaría a un pueblo sacado de las naciones (38:8 y habitaría seguramente
(38:14). Palestina fue repoblada después del regreso de la cautividad y los judíos
gozaron de mucha paz y prosperidad.

(3) Los ejércitos serían grandes (38:15,16). En las guerras de los Macabeos los judíos
fueron combatidos constantemente por fuerzas numéricamente superiores. Con
28
10,000 Judas Macabeo se enfrentó a los sirios que trajeron 60,000 de infantería y 5,000
de caballería y resultó victorioso.

(4) La historia registra que Antíoco Epífanes envió una fuerza enorme contra Judea
bajo tres generales, y estuvieron tan seguros de la victoria que mercaderes griegos
estuvieron ya en el campo para comprar a los cautivos judíos como esclavos. (38:13).

(5) Los escitas fueron famosos por su uso experto del caballo, el arco y la flecha: ellos
respondieron a las descripciones de la profecía (38: 4, 5, 39:9,19).

(6) La historia declara que ellos se posesionaron de “la plata y el oro” de la casa del
Señor (38:13).

(7) “Antíoco tuvo un ejército compuesto de las mismas naciones aquí nombradas, y de
otras muchas. Estos pueblos siempre estaban en conflicto unos con otros, y sin
embargo estaban en combinación contra Israel” (Comprehensive Commentary, véase
Ezeq. 38:4-6).

(8) La historia declara que muchas veces, como si fuera un milagro, Jehová, en
respuesta a la oración, hizo que los ejércitos de los Macabeos triunfaran sobre fuerzas
superiores de Siria bajo Antíoco (38:21; 39:3).

(9) En las derrotas milagrosas de Antíoco Epífanes por Judas Macabeo, los sirios fueron
obligados a dejar miles de muertos en el campo de batalla, y sus armas de madera para
la guerra abastecieron de combustible durante meses (39:9-12).

(10) Ezequiel profetizo durante los años 593-571 A.C., cuando los judíos estaban
cautivos. El remanente no regresó de Babilonia sino hasta 536 A.C., como treinta y
cinco años después. Antíoco no apareció sino hasta 175-164 A.C., de consiguiente entre
la profecía de Ezequiel y su cumplimiento en los días de Antíoco Epífanes (en 169 A.C.)
hubo un periodo como de cuatrocientos años: Esta profecía se cumplió en lo que para
Ezequiel y los hombres de sus días fue los “días postreros”; “el futuro lejano”, aunque
para nosotros de hoy, es el pasado ya lejano. Estos días postreros fueron días más
adelantados, un periodo indeterminado de tiempo después de que escribió el profeta;
y no se refieren a los postreros días de esta dispensación, sino a los días postreros de la
dispensación mosaica. Por lo tanto, la profecía de Ezequiel no se refiere a la futura

29
batalla de Armagedón al fin de la presente dispensación, sino pertenece al pasado y se
ha cumplido ya.

La profecía de Ezequiel respecto de Gog como la última grande opresión del pueblo de
Dios antes de la primera venida, es el tipo de la última lucha mortal entre el paganismo
y el Cristianismo histórico exactamente antes de la segunda venida. Los ejércitos de
Gog y Magog fueron muy numerosos, y por tanto simbolizaron adecuadamente la
oposición mundial universal al pueblo de Dios al fin de la era cristiana. La tribulación
bajo Antíoco Epífanes, aunque muy severa, fue, sin embargo, de poca duración; por
esto prefigura la breve y final tribulación que ocurrirá al fin de nuestra presente
dispensación. Los ejércitos de Siria sufrieron una derrota inesperada y completa;
asímismo sus antitipos ~un mundo impío puesto en orden de batalla contra la Iglesia~
viene a un fin repentino. Justamente como Antíoco Epífanes, el Ilustre, procuró
exterminar el culto mosaico así Satanás en el último gran conflicto entre la verdad y el
error procurará exterminar el culto Cristiano.

Zacarías 14

La profecía de Zacarías 14 se refiere a “un día de Jehová” (v.1), el cual había de ser un
día de sitio a Jerusalén (v.2). El día del Señor no es la segunda venida, sino una Divina
intervención especial en favor de Israel. Para los profetas cualquier día de tinieblas,
disturbio, guerra o visitación, fue “un día de Jehová” (Isa. 2:12; 10:3; 13:6, 9-19; Joel
2:1). Dios reúne a las naciones para este sitio (v. 2) por tanto, es por la infidelidad. El
sitio resultará en que la ciudad será “tomada”, la mitad de los habitantes irá a la
“cautividad” mientras que los otros “huirán” (vs. 2,5). Entonces Jehová intervendrá y
peleará contra aquellas naciones como peleó el día de la batalla” (v.3). Fue también
cosa común para los profetas hablar de cualquier gran cambio como “una intervención
Divina”, un “día de Jehová”, o una venida del Señor (v. 5); (compárese Deut. 33:2). Dios
descendió o “envió su ángel” en diferentes tiempos en la antigua dispensación para
traer una bendición a su pueblo o para infligir castigos sobre sus amigos (Gén. 11:5; Ex.
19:20; Núm. 11:25; Hab. 3:3; Mat. 21:40).

30
Algunos han considerado ésta como una profecía de la destrucción de Jerusalén en el
año 70 A.C.; pero esto no puede ser porque entonces todo el pueblo fue “talado de la
ciudad” en lugar de la “mitad” de ellos. Además, Dios no peleó por los judíos sino en
contra de ellos. Envió a los ejércitos romanos como suyos y “destruyó a aquellos
homicidas, y puso fuego a su ciudad”, como el Señor Jesús había dicho (Mat. 22:7).
Jerusalén ha sido hollada de las gentes (Luc. 21:24) desde entonces y ningún pueblo ha
ido allá para “guardar la fiesta de las Cabañas”. Es cierto, por lo tanto, que Zacarías
predice un sitio más temprano en que los agresores serían por fin derrotados.

Sea lo que sea la verdadera aplicación de esta profecía, ciertamente no se refiere a una
futura restauración de Israel según la carne. Primero sería una imposibilidad física que
“todos los que quedaren de las gentes subieran de año en año a adorar en Jerusalén
como toda persona juiciosa debe saber. Segundo la profecía habla de adoración anual
en Jerusalén (v.16), la fiesta de las Cabañas (vs. 16, 18, 19), “las ollas en la casa de
Jehová” (v.20), ollas delante del altar (v. 20, y de “sacrificios” ofrecidos v. 21). Estos
elementos en la profecía muestran que la ley de Moisés no estaba abolida todavía,
porque el Pacto Antiguo que fue la base de la economía mosaica, ha pasado para
siempre desde la Cruz (Heb. 8:13). Hemos visto que no puede haber un retorno a las
ceremonias de la ley abrogada, ni ninguna celebración de las fiestas de las Cabañas por
Israel según la carne. Por lo tanto este capítulo no contiene plan alguno de
restauración de los judíos en esta edad, ni en ninguna edad futura. Para restaurar a
Israel “según la carne” hay que restaurar la ley, y al restaurar la ley se tienen que
restaurar sus ceremonias. Esto es volver de lo edificado al andamiaje, de la sustancia a
la sombra, de Cristo al ayo, de la mejor esperanza a lo que no hizo nada perfecto, del
evangelio perfecto al yugo de esclavitud.

Es razonable suponer que, cuando la voz de la profecía estaba por cesar durante cuatro
siglos, sus expresiones finales fueran acerca de las cosas que deberían suceder a la
nación escogida antes que Él abriere otra vez Su boca para hablarles por su Hijo (Heb.
1:1,2). Me atrevo a expresar mi deliberada convicción de que esta profecía predice el
cuidado del Señor de Su pueblo afligido durante los días tenebrosos del periodo entre
los Testamentos, y se refiere particularmente a la terrible persecución de Antíoco
Epífanes, rey de Siria en 169 A.C. Saqueó Jerusalén y el templo con la crueldad más
salvaje, hizo cesar el ofrecimiento del sacrificio diario, erigió una estatua de uno de los
dioses paganos en el altar del holocausto, obligó a los Judíos so pena de muerte a
31
sacrificar a los ídolos, y procuró exterminar el culto mosaico quemando toda copia de
la ley que pudo hallar (Véase 1 Mac.1:44). Entonces vino la valiente resistencia del
sacerdote Matías y las gloriosas victorias de su hijo Judas Macabeo, por quién el Señor
libró al pueblo y a la ciudad de la tiranía de Antíoco Epífanes (Zac. 12:8). Recuérdese
que Zacarías profetizó en 487 A.C., y la persecución de Antíoco fue en 169 A.C., unos
trescientos años más tarde.

Las profecías tanto de bien como del mal a Israel después de la cautividad fueron
condicionales, y el bien y el mal vinieron en proporción a su obediencia o su
desobediencia. Esta profecía de otro pueblo que vendría a Jerusalén para la celebración
de las Cabañas está en armonía con otras predicciones de la señoría y la grandeza de
los judíos, de la cual la venida de ellos sería un reconocimiento, pero como los judíos
nunca alcanzaron este señorío, las otras naciones nunca fueron traídas en tal relación
con ellos. Jerusalén no vino a ser la Meca de días naciones porque no fue digna.

La profecía contiene también varias expresiones altamente figuradas. Los pies de


alguien han de afirmarse “sobre el monte de las Olivas”, pero no se está seguro de
quién será. El monte ha de partirse “por medio de si” y dejar “un valle muy grande”. Ha
de ser un “día” peculiar; la luz de ese día no será “luz clara, ni oscura”, pero “al tiempo
de la tarde habrá luz”, lo que implica una reversión de la naturaleza; después aguas
vivas saldrán de Jerusalén en dos direcciones (vv. 4-8). Debemos distinguir la
descendencia natural de Abraham en hijos de la carne e hijos de la promesa (Rom. 9:6-
8), y también las promesas mismas en temporales y espirituales. La promesa temporal
de liberación en esta profecía fue cumplida a Israel según la carne en los tiempos de los
Macabeos. Las entremezcladas promesas espirituales a los escogidos dentro de la
nación anticipan la gloriosa luz que apuntaría en la víspera de la existencia nacional de
Israel, como cumplidas en el evangelio (Juan 8:12; 2 Cor. 4:6). La liberación típica de los
judíos de la tiranía de Antíoco Epífanes halla su cumplimiento antitipico en la grande
liberación espiritual que Cristo realizó en su Primera Venida. La simiente espiritual de
Abraham bajo el Nuevo Pacto ~no siendo de ninguna raza peculiar carnal, sino de
todas las naciones según la promesa hecha a Abraham (Gén 22:18; Gál. 3; 8; Apoc.
7:9)~ no viene a la Jerusalén terrenal que engendra para servidumbre (Gál. 4:24, 25),
sino “al monte de Sión, y a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial” (Heb. 12:22),
que es la madre de todos nosotros (Gal. 4:26-28). Así se cumple Malaquías 1:11, como
Cristo mismo declaró (Juan 4:20-24). Estos hijos de la promesa son la verdadera
32
circuncisión, “los que servimos en espíritu a Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no
teniendo confianza en la carne” (Fil. 3:3). El “Israel de Dios” compuesto de creyentes de
todas las naciones goza hoy en este día evangélico de la verdadera fiesta de las
Cabañas: “Más en el postrer día grande de la fiesta (véase Juan 7:2), Jesús se ponía en
pié y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí,
como dice la escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre. Y esto dijo del Espíritu
que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu
Santo; porque Jesús no estaba aún glorificado (Juan 7:37-39). Estos hijos de la promesa,
la verdadera simiente espiritual de Abraham, los que andan en las pisadas de su fe,
también miran adelante al Nuevo Cielo y la Nueva Tierra en donde “no habrá más
Cananeo alguno en las casas de Jehová de los ejércitos en aquel tiempo” (Zac. 14:21;
Apoc. 21:27).

4.- La Teoría del lapso de tiempo.


Un principio de interpretación que ha hecho estragos en la explicación de las profecías
es la teoría del lapso de tiempo. Este principio consiste en insertar un periodo de
tiempo en algún pasaje particular de profecía y dividir arbitrariamente sus partes. Hay
varios ejemplos que se pueden citar. Por ejemplo, entre la división de la pierna y el
dedo del pie en el sueño de Nabucodonosor, en Dan. 2:36-45, se inserta el todo de esta
presente dispensación. Los versículos 40-43 son simplemente un resumen descriptivo y
gráfico de la historia del último de los cuatro imperios mundiales que se ven en el
sueño. El resultado de la inserción arbitraria entre la fase de la pierna y la fase del dedo
del pie del último reino de esta dispensación que ha existido ya mil novecientos
cincuenta y uno años, es que un Imperio Romano resucitado en el futuro es necesario
para hacer posible el cumplimiento de esta profecía. La interpretación más natural es
que el sueño se completó cronológicamente desde el Imperio Babilónico al romano, y
que en los días del último Imperio (Romano) el Dios del cielo establecería un reino. Esto
es exactamente lo que sucedió. El Nuevo Testamento declara que ya está cumplido
(Mar. 1:14,15).

El ejemplo más flagrante de la aplicación de la Teoría del lapso está en Dan. 9:24-27 en
donde se profetizan setenta semanas sobre Israel. Setenta semanas de siete días cada
una, o 490 días no están de acuerdo con el verso 24; pero 490 días interpretados por el
33
principio de que un día representa un año entonces 490 años cumplirían toda la
profecía en el vs. 24. Las setenta semanas fueron divididas en tres; partes; 7 semanas,
62 semanas, y una semana. Como las 7 semanas tocan las 62 semanas al principio. Así
la última semana las toca en el fin. Son una cadena de 70 eslabones, cada uno trabado
de todos los demás, y la cadena entera dada como una medida definitiva de tiempo
con referencia a la venida del Mesías, cuya muerte haría “cesar el sacrificio y la
ofrenda” (vs. 26, 27 Heb. 10:12). Durante la septuagésima o la última semana Cristo
“confirmará el pacto a muchos” (vs 27), lo que es “el nuevo pacto en su sangre” (Mat.
26:28). Eventos subsecuentes traerían la destrucción de Jerusalén por los Romanos (v.
27). Todas estas cosas sucedieron y por lo tanto, la profecía está cumplida y pertenece
al pasado. Sin embargo, la Teoría del Lapso reconociendo que 69 de las semanas son
consecutivas inserta entre la 69 y 70 semanas, esta edad presente, afirmando que en la
septuagésima separada o última semana proyectada al fin de esta dispensación
Cristiana para su cumplimiento, un Anticristo personal hará un pacto con los judíos por
siete años.

La palabrita “en” en la frase “en otra semana” ver. 27, parece garantizar la última
interpretación para aquellos que aplican la teoría del lapso de tiempo a este texto; sin
embargo vale la pena decir que la pequeña palabrita “en” no aparece en el texto
original. Siendo que nuestro Señor utilizó la versión de la Septuaginta al mencionar la
última pare del versículo de Daniel 9:27 acerca de la “abominación y la desolación”
(Mt. 24:15), creemos firmemente que el uso de todo el versículo al traducirlo al inglés
tomado todo de la misma versión de la Septuaginta, aclara el significado. “Y en otra
semana confirmará el pacto a muchos y a mitad de la semana hará cesar el sacrificio y
la ofrenda: después con la muchedumbre de las abominaciones será el desolar y esto
hasta una entera consumación; y derramaráse y la ya determinada sobre el pueblo
asolado”.

Una vara de 70 pulgadas de largo, cortándole la última pulgada e insertando un pedazo


de resorte entre las dos piezas hará posible estirar la parte quebrada a cualquiera
distancia, pero tendrá que destruir la medida de 70 pulgadas. El ángel dijo que estas
“semanas” fueron determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad; luego, fueron
para medir la entera existencia nacional de Israel en la carne: y cualquiera
interpretación de otras profecías que les dan una existencia nacional más larga, o
renovada, tiene que ser incorrecta.
34
Otra vez, se dice que Dan. 11:35 pasa por encima de los siglos hasta el fin, y así entre
los versículos 35 y 36 se inserta la presente dispensación, toda la Era Cristiana.
Creemos que hay bastante evidencia para decir que los versículos 36 hasta el fin se
cumplieron de un modo continuo cronológicamente en el periodo entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento y que, por lo tanto, esta profecía también fue cumplida en el
pasado.

Vemos la teoría del lapso de tiempo aplicada por los futuristas a la doctrina de la
Segunda Venida, donde entre el Rapto así llamado (la venida de Cristo en el aire por su
Iglesia) y la Revelación (la venida de Cristo a la tierra con su Iglesia) se insertan siete
años. El “eslabón perdido” la septuagésima o última de las setenta semanas de Daniel
(9:24-27).

Otro caso de la misma Teoría es la inserción arbitraria entre la resurrección corporal del
justo y del injusto de los mil años del Milenio, que se cree justificada por Apocalipsis
20:4, 5. Pero cuando se comprende que Apocalipsis 20:4 no está hablando de la
resurrección corporal de los justos, se concluye que la inserción de mil años entre la
resurrección corporal del justo y del injusto es para acomodar una teoría.

5.- Conclusión
La mayor parte de las promesas hechas a Israel y expresadas en términos naturales se
cumplieron en el curso de su historia nacional. Hay quienes declaran que las profecías
de la restauración y la prosperidad de Israel están todavía en el futuro, pero no queda
mucho en el cuerpo de la profecía del Antiguo Testamento cuando eliminamos tres
grupos distintos: (1) Las conocidas como verdaderamente mesiánicas, y así cumplidas
ya; (2) Las que pertenecen a la tierra original de Canaán y su posesión por los Israelitas,
que Josué y Nehemías declararon haber sido cumplidas (Jos. 21:43-45; 23:11-16; Neh.
9:7-8): ¿Qué base hay para suponer que Dios está bajo obligación alguna con los judíos
para cumplir del todo otra vez las promesas respecto a la tierra que Él tan fielmente
cumplió al pie de la letra en la historia pasada de esa nación? (3) Las que pertenecen a
la restauración de Israel, después del destierro, que fueron cumplidas como lo
afirmaron Esdras y Nehemías. Si queda cualquiera otra que no esté propiamente

35
incluida en esta clasificación, entonces puede considerarse como perdida y cancelada
como Cristo y los Apóstoles lo declararon (Mat. 23:37, 38; Rom. 11:10; 1 Tes. 2:15,16).

E. INTERPRETACIÓN DE LAS PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1.- Ilustración del Principio de Interpretación.

Es un sano principio de interpretación bíblica empezar con Quien es la Luz del Mundo;
en otras palabras, empezar con el estudio del Nuevo Testamento, y volver al Antiguo
Testamento con la luz del Nuevo.

Las profecías señalan hacia los tiempos del Evangelio y de un modo final, al verdadero
Israel; sin embargo, son dadas en un estilo figurado y vestidas en un lenguaje adaptado
a la economía típica o terrenal. El estado de cosas bajo el Nuevo Pacto se muestra en
estas profecías por expresiones que aluden al estado típico terrenal de cosas bajo el
Antiguo Pacto. Al fin de entender el principio sobre el cual se formulan tales profecías
de modo que lleven un doble sentido y aplicación a cosas tan diferentes en su
naturaleza, deben tomarse en cuenta las siguientes observaciones: (a) Que la economía
judaica fue una prefiguración de la Iglesia y el reino de Cristo. Los escritores del Nuevo
Testamento declaran que el designio de aquella constitución que fue formulada y
establecida por medio del fiel ministerio de Moisés, fue “para un testimonio de lo que
se había de decir” bajo el Evangelio (Heb. 3:5). ~Que la ley tenía una sombra de los
bienes venideros (Heb. 10:1)~, y que el cuerpo o la substancia de esa sombra es Cristo
(col. 2:17). (b) Como el designio de la economía judaica fue prefigurar la futura
dispensación del Mesías y se relacionó con ella como una parte introductoria y
subordinada de un gran proyecto conectado, así hay varias promesas y profecías que se
construyen sobre ese principio, envolviendo en ellas cosas relacionadas tanto con el
tipo como con el antitipo. Estas se llaman profecías de un doble sentido. En su letra o
sentido literal se refirieron a los asuntos de la iglesia y el estado judaico que fueron
típicos; pero en su espíritu o su sentido espiritual fueron predicciones de lo que los
mismos tipos prefiguraron: es decir, Cristo y los asuntos de Su reino. En verdad, algunas
de las profecías aunque expresadas en figuras que se tomaron de asuntos judaicos no
se refirieron a ellos, sino enteramente a los tiempos del Evangelio, pero las que
descansaron sobre el principio del que nos estamos ocupando, se refirieron a ambos.
36
Así la promesa hecha a Abraham: “porque te he puesto por padre de muchedumbre de
gentes” (Gén. 17:5) nos haría pensar naturalmente en que Abraham había de ser el
padre natural de muchas de estas naciones, especialmente cuando leemos en relación
con el vs. 6, y hallamos en la historia que muchas naciones realmente procedieron de
él. Pero cuando vemos la explicación que el apóstol hace de esa promesa en Rom. 4:13-
18, vemos que las muchas naciones últimamente designadas en esa promesa, incluyen
a los Gentiles incircuncisos benditos en Cristo (Rom. 9:6-9; Gal. 3:7-29; 4:21-31).

Cuando consideramos la manera como el apóstol explica la promesa del Nuevo Pacto
(Jer. 31:31-35) en Heb. 8 y 10:16,17 y lo que dice de los que están sujetos a ella (Gál.
3:8, 9,26-29; 4:21-31), entonces encontramos que es el Nuevo Pacto en la sangre de
Cristo y que se hace con el Israel espiritual de todas las naciones ya sean judíos o
gentiles.

En resumen, aunque la persona, los oficios y el reino de Cristo se presentan en estos


escritos proféticos con más claridad que en los libros de Moisés, sin embargo, todavía
están encubiertos con el velo de figuras, ceremonias y frases típicas. Describen
bendiciones espirituales por medio de la imagen de paz civil y de abundancia. La
conversión se presenta como subiendo a Jerusalén en oposición a la apostasía de las
diez tribus, hoy que adoraron el becerro en Betel y Dan; mientras que la adoración
evangélica se representa en el incienso, la ofrenda limpia (Mal. 1:11) y la celebración
de los festivales judaicos.

Este doble sentido de la profecía parece estar implicado en lo que el ángel dice a Juan
en Apoc. 19:10 “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. De consiguiente,
aunque la profecía pueda darse en lenguaje figurado y tenga un significado literal que
corresponda a la letra de la figura, también tiene un espíritu o sentido espiritual que es
lo que se busca principalmente. Y ese espíritu de la profecía es el testimonio de Jesús, o
concerniente a Jesús, que fue el gran designio y objeto final de la dispensación
profética (Hechos 10:43). De aquí que los inspirados apóstoles rara vez, si acaso lo
hacen, se preocupan por la letra de las profecías que tienen doble sentido, y las aplican
sola y directamente al Mesías y a Su Reino, de acuerdo con su verdadero espíritu y su
designo final.

De tales alucinaciones resulta claro que las profecías en general no admiten una
interpretación estricta y literal cuando se aplican a los asuntos del Nuevo Testamento.
37
Hacerlo nos conduciría al mismo error de los judíos y los maestros judaizantes que
buscaban cosas terrenales y anhelaban un reino terrenal. De aquí la necesidad de
atender diligentemente y adherirse estrictamente a la explicación que el apóstol da de
las profecías, tanto como a los tipos del Antiguo Testamento. Como ellos fueron
ministrados hábiles del nuevo pacto, tuvieron la infalible inspiración del espíritu de
verdad, por el cual fueron suficientemente habilitados para explicar y aplicar la Palabra
profética según su verdadero intento y significado. Por consiguiente, no podemos
acudir primero a las profecías para explicar por ellas el Nuevo Testamento; al contrario,
debemos entrar en ellas utilizando la llave del Nuevo Testamento, por la cual se nos
abrirán ya por medio de citas expresas, o por los relatos de los hechos, o por la
doctrina.

2.- El Pacto del Evangelio Confirmado a Abraham.

La promesa original hecha a Abraham 430 años antes de la ley y que está escrita en
Gén. 12:3, fue llamada por el apóstol “el pacto que fue confirmado delante de Dios en
Cristo” (Gal. 3:17). Este fue renovado después confirmado por un juramento (Gén.
22:18; Heb. 6:13-18). La promesa en este pacto es, “En tu simiente serán benditas
todas las gentes de la tierra”. El apóstol lo explica plenamente en un sentido espiritual,
como el Evangelio que fue predicado primero a Abraham en cuanto al designio de Dios
de justificar a los paganos mediante la fe (Gal. 3:8); sobre este concepto apoya su
argumento por medio de Gálatas, Cap. 3. El Apóstol Pedro declara que esta bendición
prometida es de carácter espiritual y que se cumple en el Evangelio (Hechos 3:25-26).
En ninguna parte del Nuevo Testamento se dice que la bendición prometida sea
nacional y que incluye la restauración de Israel a su tierra en la carne.

Como ocho años después de la transacción original, Dios hizo un pacto con Abraham
respecto a la herencia de la tierra de Canaán. Antes la promesa había sido para él y su
simiente, pero ahora Él pone esta promesa en la forma de pacto ratificado mediante un
sacrificio (Gen. 15:9,10 y17) y así dice, “En aquel día hizo Jehová un pacto con
Abraham…” (v. 18; véase también Sal. 105:8-12). Dieciséis años después de esto Dios
le dio el pacto de la circuncisión (como se le llama en Hechos 7:8), en el cual renovó las
promesas de multiplicar su simiente, de darle la tierra de Canaán, y de ser un Dios para
él y para su simiente después de él a sus generaciones. Como una señal de este pacto
38
en su carne, Dios mando que todo niño varón entre ellos fuera circuncidado (Gen. 17:4-
15). Así vemos que hubo varios pactos hechos con Abraham, de modo que el Apóstol
habla de ellos en plural, llamándolos “pactos” (Rom. 9; 4), los pactos de la promesa (Ef.
2:12). El primero contenía la promesa de bendiciones espirituales en Cristo a la
simiente espiritual de Abraham en todas las naciones, tanto a judíos como a gentiles,
como el apóstol lo explica extensamente. Los otros dos contenían bendiciones
temporales para la simiente carnal de Abraham, que fueron literalmente cumplidas a la
nación de Israel, sirvieron para conservarlos distintos de otras naciones hasta que
Cristo viniese, y al mismo tiempo fueron tipos y prendas de bendiciones espirituales
para los fieles que había entre ellos.

3.- El Trono de David.

La promesa original en el pacto concerniente al trono de David se halla en 2 Sam. 7:11-


17 y 1 Cron. 17:9-15. Este es el juramento que Dios hizo por su santidad a David (Sal.
89:3, 4, 35,36) el pacto que hizo con él respecto a la perpetuidad de la simiente real y
del reino la palabra sobre la cual le hiso esperar (Sal. 119:49), y sobre la cual hay tanta
insistencia después a través de los Salmos y por los profetas subsecuentes. Esta
promesa como la que hizo a Abraham, tiene un doble aspecto. Uno a la simiente carnal
de David y un reino temporal, y el otro al Mesías y El Reino de los cielos. Y el primero
solamente se consideró como los tipos y las prendas del último, de modo que aquellos
que la vieron cumplida en cuanto a la casa temporal de David tuvieron una prueba de
que el Señor hablaba por el profeta. En esto tuvieron la prenda de que Él, a su debido
tiempo también cumpliría la parte espiritual de ella levantando al Mesías para sentarse
para siempre en Su trono que es el principal intento de la promesa, como lo testifica
tan abundantemente la Escritura.

Es evidente que tuvo que ver con la simiente natural de David, quien había de seguirle
en el trono de Israel por la aplicación que David hizo de ella a su hijo Salomón, en quien
había principiado a cumplirse la parte temporal (1 Cron. 22:6-11; 28:5-8). El Señor
mismo lo aplica también a Salomón cuando se le apareció (2 Crón. 7:7-18). Contiene
una amenaza contra aquellos hijos de David que cometieran iniquidad (2 Sam. 7:14;
Sal. 89:30-33), lo cual se cumplió en su posteridad real, los que lo siguieron en el trono,
y a quienes el Señor castigo por sus trasgresiones como la historia sagrada lo muestra
39
con toda claridad. El Señor continuó la casa de David tanto tiempo en el trono de Judá
a pesar de todas sus rebeliones contra Él, para cumplir la parte temporal de esta
promesa (1 Rey. 11:36; 2 Rey. 8:19; 2 Cron. 21:7), y fue esto lo que con tanta frecuencia
alegaron los judíos cuando los castigos infligidos sobre la casa y el reino temporal de
David parecían nulificara (Sal. 89:38-52; Sal. 132). Esta promesa, en cuanto toca a la
simiente natural de David, fue condicionada: de modo que el Señor, por fin, los privó
del reino (Mat. 21:43) pero no por eso hizo nulo el pacto con Su siervo, porque esto fue
lo que Él había amenazado hacer en caso de que ellos abandonaran Su ley (Sal. 89:30-
32). De acuerdo con esto David dice a Salomón, “si lo dejares, Él te desechará para
siempre” (1 Crón. 28:9).

Pero ¿cómo entonces se cumplió la promesa de que la simiente de David se sentaría


para siempre en el trono? La parte espiritual y eterna de esta promesa se refería
solamente al Mesías quien había de venir de la simiente de David según la carne, y
había de ser levantado de entre los muertos para sentarse para siempre en su trono
celestial. Esta promesa, en cuanto correspondía al Mesías, fue absoluta, y en Él tuvo su
pleno cumplimiento. Que David la entendió en este sentido aparece claro en sus
últimas palabras en 2 Sam. 23:5.

Sin embargo no se nos ha abandonado a nuestra especulación sobre este asunto.


Pedro, por la infalible inspiración del Espíritu Santo, nos dice expresamente como
entendió David esta promesa. Después de haber citado su profecía acerca de la
resurrección de Cristo en el Salmo 16, agrega, “Empero siendo profeta, y sabiendo que
con juramento le había Dios jurado que del fruto de su lomo, cuanto a la carne
levantaría al Cristo que se sentaría sobre su trono, él viéndolo antes habló de la
resurrección de Cristo, que su alma no sería dejada en el infierno, ni su carne vería
corrupción (Hechos 2:25-32). De estas palabras se evidencia que David entendió por
esta promesa no solamente que el Mesías había de venir de su simiente, si no que Él
había de levantarse de entre los muertos para sentarse en Su trono. Nótese que al
mismo tiempo que este reino y el trono de David se establecieron para siempre, se dice
de David mismo. “Cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo
estableceré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y aseguraré tu
reino 2 Sam. 7:12. Así que en lugar de que Cristo se siente en el trono de David después
de la resurrección de los justos, este texto prueba que esto se verificaría entre tanto
que David estaba todavía durmiendo con sus padres (Hechos 2:29, 30; Sal. 132:11).
40
En confirmación de esto hebreos 10; 12, 13 declara que Cristo está reinando ahora,
mientras que sus enemigos están siendo sojuzgados, y esto sucede mientras David
duerme con sus padres. Finalmente 1 Cor. 15:22-28 nos da unos cinco hechos relativos
al reinado de Cristo ahora sobre el trono de David, que Él trasladó al cielo, así como
David traslado el suyo de Hebrón al monte de Sión (2 Sam. 5:1-7): (1) Habrá una
resurrección universal de los muertos (v. 22); (2) Se verificará en la segunda venida
(1.23); (3) “Luego el fin” (v. 24) del tiempo para la salvación del mundo. No hay
diferencia entre la prueba después de la muerte y la prueba después de la Segunda
Venida. No es Bíblico ofrecer la salvación a los hombres después de la Segunda Venida
(2 Cor. 6:1). (4) Con la resurrección de los muertos el último enemigo, la muerte, será
destruido. La destrucción de la muerte tiene lugar al fin de Su reinado redentor y no al
principio (v.26). (5) Cristo tiene qué reinar hasta que haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies (v. 25). De aquí que el reino de Cristo se ponga antes de la
resurrección de los muertos y no después de ella, y se efectúa mientras sus enemigos
están siendo sojuzgados y no después de ser sojuzgados. “Luego que todas las cosas le
estuvieren sujetas, entonces también el mismo Hijo estará sujeto al que sujetó a él
todas las cosas, para que Dios sea el todo en todos” (ver.28).

4.- El Tabernáculo de David.

Para el debido entendimiento del Cap. 15 de los Hechos y particularmente las palabras
de Santiago en los versículos 13-18, debemos recordar que el Concilio de Jerusalén
tuvo que ver por completo, y solamente con "la conversión de los Gentiles” (v. 3), lo
que fue no solamente una cosa nueva, sino una cosa asombrosa para los creyentes
judíos. La conferencia no se ocupó de ninguna obra de Dios en el futuro, sino con lo
que Él había empezado a hacer en este mismo tiempo. La visita a los gentiles, que
comenzó con Pedro en la casa de Cornelio y continuó con Pablo y Bernabé en varios
lugares de Asia Menor, fue el único asunto que fue considerado en dicha conferencia.
En vista de este hecho las palabras “después de esto”, no especifican un periodo
subsecuente de tiempo a esta dispensación evangélica (como algunos suponen) sino a
un periodo subsecuente al tiempo en que Amós el profeta las pronunció. El Apóstol
Santiago no da en los vs. 15-17 una profecía propia; sino la de Amós, y presenta la
sustancia de otras profecías del Antiguo Testamento, que también tuvieron su
41
cumplimiento en los días del Evangelio, tales como las que Pablo menciona en
Romanos 15:8-12. Y nosotros mismos somos la prueba de lo correcto de esta
interpretación. El Tabernáculo de David fue erigido otra vez para que “el resto de los
hombres busque al Señor, y también todos los Gentiles” (Hech. 15:17). ¿Somos gentiles
nosotros? ¿Hemos buscado al Señor y lo hemos encontrado? Entonces el Tabernáculo
de David se erige otra vez, y la profecía se cumple porque una causa siempre precede a
su efecto.

La referencia al “tabernáculo de David", es, literalmente “la tienda de David “, y se


refiere a David trayendo el Arca de la Casa de Obed-Edom a la ciudad de David (2 Sam.
6:12), la cual era Sión (2 Sam. 5:7). Allí se colocó en "la tienda que David había tendido
para ella” (1 Cron. 16:1) en medio de una gran celebración (1 Cron. 15:25; 16:3). El
significado notable de este gran evento histórico fue que constituyo un decidido
rompimiento con las ordenanza levíticas dadas por Moisés en que el Arca de la
presencia de Dios no estuvo más en el lugar Santísimo del Tabernáculo del desierto, el
que entonces estaba en Gabaón, sino en la tienda o el tabernáculo de David en el
monte Sión. Esta notable suspensión del sistema de culto de la Ley fue una sombra
anticipadora de la del Evangelio. Este es el fundamento de muchas referencias en los
Salmos y en los profetas a Sión como la morada de Jehová y es lo que da a los términos
“Sión”, y “Monte Sión” su significado espiritual.

A David, un tipo de Cristo, le fue permitido dar en el tabernáculo que él erigió en el


Monte Sión una maravillosa sombra anticipatoria del culto mediante la oración, la
predicación y el canto que caracterizaba las asambleas del pueblo de Dios durante esta
dispensación evangélica. Ese culto espiritual no se continuó durante el reinado de reyes
subsecuentes, según lo registra la historia. Entró una terrible decadencia y continúo
hasta el fin de la era del reino. Pero Amós en los días de Usías pronunció su famosa
profecía concerniente a la edificación del Tabernáculo de David (Amós 9:11,12) y todos
los apóstoles, los ancianos, y el pueblo convocados en Jerusalén la aceptaron como
decisiva sobre la cuestión de imponer el ritual Mosaico sobre los gentiles convertidos.
La cuestión ante el concilio de Jerusalén en Hechos 15 fue, si se debía imponer la ley
ritual de Moisés sobre los convertidos de los gentiles o no. Los apóstoles contestaron
que la profecía inspirada declaraba que el reino de Cristo no había de ser una
restauración y extensión del Mosaísmo, sino al contrario, una restauración del
tabernáculo de David. Y puesto que en aquel santuario el ritual Mosaico no tuvo lugar,
42
tampoco puede tener derecho en la Iglesia Cristiana. Allí en Jerusalén misma, a la vista
del templo donde el ritual de la ley todavía se practicaba, el cuerpo entero de la Iglesia
repudio sus demandas y adopto el Tabernáculo de David como el modelo divinamente
señalado para toda práctica e instituciones cristianas.

5.- La Relación del Judío con el Evangelio.

En los Caps. 9-11 de Romanos el apóstol Pablo trata de la relación del judío con el
Evangelio. En el Cap. 9 está hablando del rechazamiento de la mayor parte de la
simiente natural de Abraham, que anteriormente había sido el pueblo peculiar de Dios,
y de la elección solamente de un remanente de ellos, junto con los gentiles, para
participar de Su promesa por el Evangelio. (1) Expresa su tristeza por la falla de Israel y
su consecuente rechazamiento (9:1-5). (2) El apóstol muestra que el rechazamiento de
Israel no es contra la fidelidad de Dios en su promesa a la simiente de Abraham,
mostrando él que no fue respecto a la simiente natural como tal, sino a su simiente
espiritual de judíos y gentiles, quienes creen en Jesús según el propósito de la elección
de Dios (9:6-13). (3) Declara que el rechazamiento no es inconsistente con la justicia de
Dios al hacer tal diferencia entre los hombres, como escoger a algunos que no son
mejores y rechazar a otros que no son peores que otros hombres (9:14:18). (4) El
apóstol reprocha el cargo de que el ejercicio de Su soberanía está en conflicto con la
responsabilidad humana y es injusto declarar que Dios, como Dios, tiene un derecho
soberano sobre sus criaturas, y cualquier acto de poner en duda el proceder divino es
realmente una rebelión (9:19-24). (5) Este procedimiento de Dios, según vemos por los
profetas, es de soberanía Divina, llamando a los gentiles y a un remanente de la
simiente natural de Abraham (9:25-29).

El argumento de Romanos 9:30-10:21 es que Dios es justo en su acción hacia los vasos
de ira, es decir, el Israel incrédulo, porque tres veces Él les ofreció vida y justicia bajo
los profetas (9:30-33), bajo la ley (10:1-13), y bajo el Evangelio (10:14-21), pero ellos lo
rechazaron. En el Cap. 11, el apóstol declara que “No ha desechado Dios a su pueblo, al
cual antes conoció,…reliquias por la elección de gracia” (11:1-5). Nótese, que “el cual
antes conoció" fueron “su pueblo”, del cual Pablo era uno. ¿Conoció Dios de antemano
a aquellos que rechazaron a su Hijo como “su pueblo”? No; pero Él antes conoció de
antemano a aquellos que lo aceptaron. Por lo tanto, lo que Dios tenía aún como
43
provisión para Israel fue para “su pueblo”. Luego Pablo agrega, “lo que buscaba Israel
en (la carne) aquello no lo había alcanzado; más la elección lo alcanzó: y los demás
fueron endurecidos” (v.7). Pero ¿quiénes fueron “la elección”? Fueron aquellos a
quienes Dios conoció antes como “su pueblo”. “Los demás fueron endurecidos” la
porción incrédula. El apóstol concluye su argumento con la declaración de que “todo
Israel será salvo” (v. 26). Pero ¿qué es lo que quiere decir con esta declaración? Léanse
los versículos 25 y 26 juntos y el significado vendrá a ser claro “…” el endurecimiento
en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; Y
luego todo Israel será salvo. "Todo Israel, por lo tanto, se refiere al pleno número de
gentiles que serán salvo más aquellos judíos e̴ l remanente ̴ quienes no se han
endurecido, sino que aceptaron al Señor Jesucristo por fe según la elección soberana
de Dios. Esta interpretación está en armonía con lo que Pablo dice en Rom. 9:23-24 “Y
para hacer notorias las riquezas de su gloria, mostrólas para con los vasos de
misericordia que Él ha preparado para gloria; los cuales también ha llamado, es a saber,
a nosotros, no sólo de los judíos, más también de los gentiles”. El cumplimiento hoy día
de Os. 1:10 y 2:23 en la era cristiana.

En cuanto a cómo “todo Israel ha de ser salvo", la palabra “así” (que significa de la
manera descrita) nos lleva a los versículos anteriores 17-25. Por la “buena oliva” el
apóstol da a entender la promesa original hecha a Abraham, de que en su simiente
todas las naciones de la tierra serán benditas. Esta simiente es Cristo, quien es la raíz
de la cual todas las ramas verdaderas derivan su fruto. El árbol es el Israel verdadero, el
Israel que es la simiente de Abraham y herederos según la promesa (Gal. 3:29). Las
ramas quebradas son los judíos incrédulos. No pudieron quedar más en el árbol porque
la fe en Cristo fue la condición para su permanencia y ellos no tuvieron fe (Juan
1:11,12). Ramas del “acebuche”, el mundo exterior gentil, fue “injertado en lugar de
ellas”, las ramas que quedaron por fe y participaron “de la raíz y de la grosura de la
oliva” vinieron a ser parte del árbol, y así participaron de sus bendiciones, siendo
hechos “justamente herederos e incorporados, y consortes de su promesa en Cristo
por el Evangelio” (Ef. 3:6). Las ramas que fueron cortadas dejaron de ser parte de
Israel, pero pueden ser “injertadas” otra vez, “si no permanecieren en incredulidad" (v.
23), y cuando así sucede no serán en Moisés, sino en Cristo; ni en el estado nacional
judaico erigido en el Sinaí, sino en ese cuerpo que está edificado sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. (Ef.
44
2:20). Este no produce a "Israel esperanza según la carne” más de la que da a los
gentiles, “Porque Dios encerró a todos en incredulidad para tener misericordia de
todos” (v. 32). Y en consecuencia de esto, Pablo dice a los creyentes gentiles, “Así que
yo no sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos con los santos y
domésticos de Dios” (Ef. 2:19). Si ellos son conciudadanos y coherederos, y “del mismo
cuerpo”, tienen el derecho al nombre común de Israel.

Este método en la salvación de “Todo Israel” concuerda con las profecías anteriores,
aun con Isa. 59:20,21, y las que Pablo, cita en Rom. 11:26,27, declarando que están
cumplidas ahora. No dice que el Libertador todavía había de salir de Sión. Cita a Isaías
quien dijo aquello más de setecientos años antes de la Primera Venida del Señor. Esta
no es una profecía de la Segunda Venida, sino de la Primera. Por fin, no hay ni una sola
alusión en todo el pasaje de Romanos, caps. 9 al 11 acerca de una conversión nacional
de los judíos, ni de un reino terrenal de mil años con la supremacía de los judíos sobre
las naciones gentiles. Además el 1. 26 no dice, “y entonces”, significando que después
de la plenitud de los gentiles todo Israel será salvo, sino “y así y todo Israel será salvo”.
La pequeña palabra “así” (significando en la manera descrita, “así”, “por estos medios”,
“de esta manera”) gobierna el significado del versículo. A la luz de todo el argumento
en estos capítulos de Romanos 9 al 11, cualquier legado que resta aún para "Israel", no
ha de ser dada a "Israel según la carne", sino al Israel del Nuevo Pacto. Israel según el
Espíritu, en una palabra, “al Israel de Dios”.

6.- El Israel Espiritual de Dios.

El nombre de “Israel” se usa en dos sentidos en las Escrituras. Su primera y general


aplicación es a los descendientes de Jacob en la carne, quién recibió el sobrenombre de
“Israel” por el ángel que lucho con él en el vado de Jacob. Pero en las enseñanzas de
Jesús y sus apóstoles este nombre vino a ser una designación para los creyentes de
cualquier raza o nación. Cristo dijo de Natanael: “He aquí un verdadero Israelita, en el
cual no hay engaño” (Juan 1:47), como si las masas de los descendientes de Jacob
fueran indignas del nombre. En Romanos 9:6-8, el apóstol declara “no todos los que
son de Israel son Israelitas; ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos más: En
Isaac te será llamada simiente. Quiere decir: No son hijos de Dios los que son hijos de la
carne; más los que son hijos de la promesa, son contados en la generación”. Otra vez:
45
“Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conforme a la
promesa de los herederos” (Gál. 3:29). Entonces debe ser correcto hablar de todo
verdadero cristiano como la simiente espiritual de Abraham o de israelitas espirituales.
Pablo acentúa esta verdad en Gál. 6:15-16: “Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión
vale nada, ni la incircuncisión vale nada, sino la nueva criatura. Y todos los que
anduviesen conforme a esta regla, paz sobre ellos, y misericordia, sobre el Israel de
Dios”. El Israel de Dios es un conjunto de “nuevas criaturas”, y todas las nuevas
criaturas, sean judíos o gentiles, son “el Israel de Dios”. Aun el nombre “judío”, sufrió
un cambio semejante en el Nuevo Testamento como lo testifica Pablo. “Porque no es
judío el que lo es en manifiesto, ni la circuncisión es la que es en manifiesto en la carne:
Mas es judío el que lo es en lo interior; y la circuncisión es la del corazón, en espíritu,
no en letra; la alabanza del cual no es de los hombres, sino de Dios” (Rom. 2:28, 29).
Luego no es el caso de que Abraham sea un amigo en relación con los creyentes del
tiempo del Nuevo Testamento; sino de nosotros siendo “benditos con el creyente
Abraham (Gal. 3:9), contados como sus hijos (Ga. 3:7), y de consiguiente sus
herederos" (Gal. 3:29).

Las promesas que el Señor dio a Israel por los profetas fueron designadas
particularmente para el remanente elegido aunque fueron sabiamente publicadas en
general para toda la Nación. Por lo tanto vienen maravillosamente entreverados de
juicio y misericordia entre las profecías, tales como: “puse por anatema a Jacob, y
oprobio a Israel. Ahora pues oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quién yo escogí. No
temas” (Isa. 43:28; 44:1) la Nación, como las ramas naturales, fue quebrada por la
incredulidad, y el reino les fue quitado como nación y dado al Israel espiritual de Dios,
escogido de entre ambos, judíos y gentiles. “Por tanto os digo, que el reino de Dios será
quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de él” (Mat. 21:43). Luego
la promesa perdida por Israel viene sobre la iglesia; o como Pablo dice, “Lo que
buscaba Israel aquello no ha alcanzado; más la elección lo ha alcanzado”. Porque “la
nación” que ha de recibir el reino es la Iglesia. Pedro hace cierto esto cuando cita Ex.
19:5-7, una promesa hecha condicionalmente a Israel, y la aplica a la Iglesia en 1 Ped.
2:7-10: “por tanto, es preciosa para vosotros los que creéis. Mas vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para Dios, a fin de que
publiquéis las excelencias de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable,
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, mas ahora sois pueblo de Dios, que no
46
habíais alcanzado misericordia, mas ahora habéis alcanzado misericordia”. El apóstol
Pedro declara que Os. 1:10 y 2:23 fueron cumplidos ya, y así concuerda con Pablo
(Rom. 9:24-26). Los privilegios especiales para cualquier grupo nacional o racial han
cesado completamente y para siempre. “Porque no hay diferencia de judío y de griego:
porque el mismo que es Señor de todos, rico es para con todos los que le invocan.
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Rom. 10:12,13). La
prueba después de la Segunda Venida es tan contraría a la Biblia como la de prueba
después de la muerte.

7.- Conclusión.

A la luz del Nuevo Testamento, el Pacto del Evangelio confirmado a Abraham, el trono
de David, la profecía de Amós acerca del Tabernáculo de David y la enseñanza de Pablo
concerniente a la relación del judío con el Evangelio y el Israel espiritual de Dios, es
evidente que Apoc. 20 no enseña ninguna doctrina de un reino terrenal por mil años
con la supremacía de los judíos que incluye la restauración del templo y los sacrificios…
No contiene tal doctrina, ni como una interpretación de la profecía del Antiguo
Testamento ni como una predicción original.

A las profecías del Antiguo Testamento citadas en el Nuevo Testamento se les da una
interpretación espiritual y se declara que están cumplidas ahora en estos días del
Evangelio. “Y todos los profetas desde Samuel y en adelante, todos los que han
hablado han anunciado estos días” (Hech. 3:24). Que los profetas vieron el
cumplimiento final de sus profecías concernientes a Israel culminando para todos en la
elección de gracia en la resurrección y el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva, el Nuevo
Testamento lo confirma. Escuchad al Apóstol Pablo: “Y ahora, por la esperanza de la
promesa que hizo Dios a nuestros padres, soy llamado en juicio; a la cual promesa
nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche, esperan que han de
llegar. Por la cual esperanza, oh rey Agripa, soy acusado de los judíos. “¿Qué juzgase
cosa increíble entre vosotros que Dios resucita a los muertos?” (Hech.26:6-8). Entonces
estas promesas no pueden ser finalmente cumplidas sin la resurrección; con ella, las
promesas del reino y la herencia producen su fruto pleno, como lo declara Pablo en 1
Cor.15:50.53; “Este empero digo, hermanos; que la carne y la sangre no pueden
heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción”. También afirma
47
como el hombre corruptible puede heredar el reino incorruptible, “Esto corruptible sea
vestido de corrupción”, por una resurrección o translación. Por consiguiente, la
Segunda Venida no introducirá un reino mezclado de mortales e inmortales sino
inmortales santos resucitados y transladados.

El verdadero y final retorno de Israel a la herencia perdida es por la resurrección; de


aquí que encontremos promesas de la resurrección mezcladas con las promesas de un
regreso, del cual el regreso de Babilonia fue el tipo. Por ejemplo, Isaías 25:6-8: “Y
Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos convite de engordados,
convite de purificados, de gruesos tuétanos, de purificados líquidos. Y deshará en este
monte la máscara de la cobertura con que están cubiertos todos los pueblos, y la
cubierta que está extendida sobre todas las gentes. Destruirá a la muerte para siempre;
y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros: y quitará la afrenta de su pueblo
de toda la tierra: porque Jehová lo ha dicho”. Pero Pablo declara que esto se cumplirá
en la resurrección: “Cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto
mortal fuere vestido de inmortalidad entonces se efectuará la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte con victoria”. (1 Cor. 15:54; Os. 13:14).

La visión de Ezequiel de “los huesos secos” representó al pueblo cautivo en Babilonia


(Ezeq. 37:1-14). El cumplimiento típico se efectuó con el regreso de Babilonia; pero el
cumplimiento final y antitípico vendrá en la resurrección de la cual era el símil.

Daniel oró por la restauración de su pueblo a su tierra y fueron restaurados; pero


también se le hablo de una restauración mucho más poderosa muy lejana que
acontecería en el futuro, en la que él participaría. “Más en aquel tiempo será liberado
tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro. Y muchos de los que duermen
en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para
vergüenza y confusión perpetua… Y tú irás al fin, y reposarás, y te levantarás en tu
suerte al fin de los días” (Daniel 12:1-3,13).

Oseas también, en un capítulo que trata del pecado, la cautividad y la restauración de


Israel, de repente es movido por el Espíritu a anunciar esa promesa gloriosa: “De la
mano del sepulcro los redimiré, librarélos de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte;
y seré tu destrucción, oh sepulcro; arrepentimiento será escondido de mis ojos” (Os.
13:14). El apóstol Pablo cita estas palabras y declara que su cumplimiento final será en
la resurrección a la vida inmortal (1 Cor. 15:55).
48
Así dicen también los profetas del regreso de Babilonia, movidos por el Espíritu, el
glorioso antitipo, que será cuando todo el verdadero Israel de Dios sea “libertado de la
servidumbre de la corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Rom. 8:12-
23). A ellos “fue revelado, que no para sí mismo, sino para nosotros administraban las
cosas que ahora os son anunciadas de los que os han predicado el Evangelio por el
Espíritu Santo enviado del cielo” (1 Ped. 1:10-12). Así, cuando interpretamos estos
profetas del Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento y a la luz del “Espíritu
Santo enviado del cielo”, vemos que los tipos que se dieron al Israel en la carne se
cumplirán finalmente en el Israel espiritual, “El Israel de Dios”.

TERCERA PARTE

LO QUE ES EL MILENIO

A. Observaciones Preliminares.

El libro del Apocalipsis es un libro de símbolos; una serie de cuadros, caricaturas


espirituales, que empiezan con el primer capítulo y continúan hasta el fin. La serie de
imágenes de los símbolos es tomada del Antiguo Testamento, particularmente de los
libros de Ezequiel y Daniel. La analogía es la ley básica de los símbolos. Se escoge un
objeto no para representarse así mismo, sino algo de carácter análogo. El libro se
divide en siete secciones: (1) Las Siete Iglesias (caps. 1-3); (2) Los Siete Sellos (caps. 4-
7); (3) Las Siete Trompetas (caps. 8-11); (4) Los Siete personajes (caps. 12-14; (5)Los
Siete tazones (caps. 15-16); (6) El Juicio de Babilonia, la Bestia y el Falso Profeta (caps.
17-19); (7) La Consumación (caps. 20-22).
Las siete divisiones corren paralelas y presenta cuadros de actualidad que se aplican
progresivamente a cosas en esta dispensación cristiana, concluyendo cada sección con
la Segunda Venida, excepto la primera y la última en las cuáles se va más allá y nos da
un vislumbre del estado eterno. Así las profecías en la visión simbólica cubren
cronológicamente el mismo período de tiempo, se duplica cada una en ciertos
respectos, y miran el período desde diferentes puntos de vista. Una serie de símbolos
49
ofrece un tratamiento parcial del tema en la sección, dejando otros detalles del mismo
tema para ser presentados en otro tiempo y en otra sección. Por ejemplo Apoc. 12
narra una historia semejante a Apoc. 20 pero nos deja suspensos al final pensando
¿qué pasó con el dragón? Apoc. 20 toma el hilo de esta historia, llena el cuadro acerca
del dragón, y concluye con la Segunda Venida por consiguiente, Apoc. 20 no continúa la
historia del Cap. 19. Este último capítulo da fin a una serie de profecías y Apoc. 20
comienza una serie, cubriendo la edad del Evangelio y al mismo tiempo, la Segunda
Venida. Los eventos de este capítulo se verifican antes de la Segunda Venida, y no
después principiando a la Primera Venida, y terminando con la Segunda Venida. El Cap.
20 del Apocalipsis nos presenta una vista lejana a ojo de pájaro de esta era cristiana
con referencia particular al dragón.
Hay una interpretación de Apoc. 20 que está en armonía con todo el tenor de la
Palabra de Dios. Según este concepto, Satanás, como el hombre fuerte, fue atado por
la obra de Cristo en la cruz (Mat. 12:26-29), a causa de su engaño a las naciones
gentiles. El atamiento es relativo y no absoluto, se evita que logre el completo engaño
de las naciones gentiles que alcanzó en la antigua dispensación (Hechos 14:16; 17:30ª).
Durante esta edad el Evangelio será predicado en todas las naciones empezando en
Jerusalén (Luc. 24:46,47; Mat. 24:14). Al fin de la era del Evangelio Satanás será
suelto, y otra vez engañará a las naciones y así impedirá la predicación del Evangelio.
Esto será por “un poco de tiempo” antes que nuestro Señor sea revelado desde el cielo
en fuego ardiente para vengarse de quienes no conocen a Dios ni obedecen el
Evangelio del Señor Jesucristo. El reinado de los santos en los vs. 4-6, según esta
opinión será el reinado de los santos con Cristo en gloria, entre la primera y la segunda
venida. Estos hechos no hacen violencia al texto y están en perfecta armonía con el
resto de la Escritura. Lo que ahora se presenta como la exposición de Apoc. 20 está en
acuerdo completo con esta interpretación.

B.- El encadenamiento de Satanás.

En este libro de símbolos, se representan los asuntos eclesiásticos por medio de


símbolos de la vida angelical o humana, mientras que las cuestiones civiles o políticas
se han representado por símbolos de la vida animal o de la naturaleza inanimada.
Entender esa uniformidad en la interpretación de los símbolos es un requisito
50
necesario de antemano. Una comparación del dragón de Apoc. 20 y de Apoc. 12 revela
su identidad: son uno y el mismo. En Apoc. 12:3 es “un gran dragón bermejo”; en Apoc.
20:2 “el dragón”, Allí el dragón “fue arrojado” (12:9): aquí “arrojólo al abismo” (20:3);
Allí “Miguel y sus ángeles” lo arrojaron (12:7); aquí es “un ángel” quien lo hace (20:1).
Este dragón de siete cabezas, de diez cuernos, y de siete coronas sobre su cabeza (12:3)
es el cuadro simbólico de la Roma pagana en los días de la Iglesia primitiva al principio
de la era cristiana, mediante aquel sistema de religión, es a saber, el paganismo,
simbólicamente representado como un dragón, Satanás obró su mayor oposición al
Cristianismo.
El encadenamiento de Satanás es absoluto y completo, de modo que está
imposibilitado en todas sus actividades, o relativamente y en parte, de modo que la
restricción puesta sobre él lo limita solamente en una dirección particular y lo condena
solamente a una actividad parcial. Hasta donde Apoc. 20:3 declara que Satanás en su
aspecto de dragón es atado en sus actividades para que “no engañe más a las
naciones”, la restricción es parcial y con respecto a una esfera particular de acción. Con
excepción de Israel, los grandes imperios mundiales del periodo Antes de Cristo, fueron
imperios paganos. Estuvieron completamente bajo el poder de Satanás, incluyendo a
Roma. Pero con la venida de Cristo, ese sistema corrompido de Paganismo con el cual
Satanás “engañaba a las naciones durante siglos, vino en conflicto con el Cristianismo y
fue “arrojado”. La Cruz de Cristo fue la derrota de Satanás, y uno de los efectos en el
curso de la historia humana durante esta edad fue la restricción de Satanás en sus
operaciones por la agencia del dragón, o el paganismo del Imperio Romano. La historia
revela que la decadencia del paganismo, simbolizada en el dragón encadenado, fue
gradual, porque la Roma pagana no fue finalmente sino destruida hasta 476 D.C. La
historia del mundo desde aquellos primeros siglos ha sido la historia del Cristianismo.
En el lenguaje simbólico de este libro de símbolos, el dragón dio “su poder y su trono y
su grande potestad” (13:2) a la bestia que Juan vio “subir del mar” (13:1); y así Roma
pagana sobrevivió en el levantamiento eventual de la Roma Papal. Los mil años del
encierro de Satanás significan simbólicamente un periodo largo de tiempo, plenamente
determinado por la voluntad y el consejo de Dios, el cual tiene que cumplirse antes de
que el diablo pueda engañar otra vez a las naciones mediante la agencia del dragón del
paganismo. El periodo se aplica a esta presente dispensación, empezando poco
después de la Primera Venida, y extendiéndose hasta poco antes de la Segunda Venida.

51
C. El reinado de los Santos.

“Y vi tronos” (v.4) ¿dónde estaban? Todo lugar donde Juan menciona un trono en este
Libro, con la excepción de 2:13 y 16:10, está en los cielos. “Y se sentaron sobre ellos”
(v. 4) ¿quiénes? Evidentemente los mártires y los santos que se mencionan en el resto
del versículo “les fue dado juicio” (v. 4) ¿en qué sentido? El juicio solamente trasciende
a las funciones de criaturas finitas; aun a los santos glorificados, Juicio es la
prerrogativa solamente de la Deidad (Hechos 17:31). Cuando comparamos esta
afirmación con Apoc. 6:9-11 “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y
vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? Nos damos cuenta de que juicio
les fue dado a ellos en este sentido: Sus enemigos fueron juzgados, y ellos fueron
vengados y exaltados.

“Y vi las almas de los degollados” (v. 4) El apóstol Juan vio “almas” no cuerpos;
evidentemente las mismas almas que vio debajo del altar en los cielos (6:9-11). Allí son
llamados “almas”, aquí son llamados “almas”, Allí fueron “muertos por la palabra de
Dios y por el testimonio que ellos tenían”; aquí son “degollados por el testimonio de
Jesús, y por la palabra de Dios”. Allí ellos claman ¿”Hasta cuando Señor, no juzgas y
vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra”? Allí se les dijo, “que reposasen
todavía un poco de tiempo, hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos,
que también habían de ser muertos como ellos”; aquí su número es completo.

¿Dónde están las “almas” de estos mártires y santos a quienes vio Juan? No hay
ninguna mención aquí de ningún reino en la tierra; el reinado fue “con Cristo” (v.4) Esto
armoniza hermosamente con la afirmación de Pablo: “Porque de ambas cosas estoy
puesto en estrecho, teniendo deseo de ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es
mucho mejor (Fil. 1:23-24). “Esta es la primera resurrección” (v. 5). El antecedente de
“esta” es la exaltación de los santos y mártires sentándose sobre tronos en el cielo,
regocijándose y reinando con Cristo (3:21). La Escritura habla de resurrecciones de
varias maneras: (1) De una restauración nacional (Ezeq. 37:12); (2) de regeneración
(Juan 5:25); (3) de la resurrección corporal (Juan 5:28,29); y (4) del estado en gloria que
sigue inmediatamente a la muerte del creyente como aquí en v. 4 “La Primera
resurrección “ del versículo 5 no es regeneración, porque estos santos fueron ya
regenerados antes de que experimentaran la primera resurrección corporal, porque
Juan claramente dice, “vi las almas de los degollados”. La primera resurrección es una
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etapa o grado en la resurrección de los santos, y puede decirse que es la ascensión de
los redimidos al cielo, tan hermosamente expresada en las palabras del Catecismo de
Keach (Bautista): “Las almas de los creyentes son hechas después de la muerte,
perfectas en santidad y pasan inmediatamente a la gloria; y sus cuerpos estando unidos
a Cristo, reposan en sus tumbas hasta la resurrección”. “Bienaventurado y santo el que
tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en estos;
antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El mil años” El apóstol Juan
pone en contraste el estado intermedio de “los otros muertos” declarando que éstos
no tuvieron lugar en este cuadro y “no tornaron a vivir hasta que sean cumplidos mil
años” (Juan 3:36; 1 Juan 5:12). A la Segunda Venida, ellos, tanto como las almas de los
piadosos, recibirán sus cuerpos, y entrarán en el estado eterno.

D.- El Desatamiento de Satanás.

El dragón fue “llamado el Diablo y Satanás” (12:9). El dragón no es el diablo personal,


sino el símbolo de la agencia mediante la cual el diablo personal obraba para oponerse
a Dios y “engañar a las naciones”. Hasta el grado de que un agente o medio activo de
las operaciones de Satanás es atado; a esa extensión se puede decir que está
restringido o limitado. No quiere decir esto que el diablo en persona sea inactivo o
estático mediante otros agentes en tiempo y lugares diferentes. En este sentido
limitado solamente fue como el Dragón, la Agencia de Satanás, que se limitó cuando el
paganismo fue derribado en el Imperio Romano. Si el encadenamiento del dragón por
un largo periodo de tiempo fue la destrucción de las actividades de Satanás por el gran
sistema corrompido del paganismo en el Imperio Romano, entonces el desatamiento
de Satanás es la restauración del paganismo poco antes de la Segunda Venida. Sin
embargo, su restauración no será limitada al territorio del antiguo Imperio Romano,
sino que será mundial. Por la agencia del dragón, o el paganismo renovado en una
escala universal, el diablo personal reunirá estas fuerzas hostiles contra “el campo de
los santos” y contra “la ciudad amada” expresiones simbólicas que representan las
verdaderas Iglesias de Cristo; El Pueblo de Dios. Justamente como Gog y Magog fueron
los últimos grandes enemigos que Israel encontró en el periodo intertestamentario
poco antes de la Primera Venida, así aquí las expresiones simbolizan las huestes de la
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infidelidad en un avivamiento del paganismo puestos en orden de batalla contra la
verdad de Dios por “un poco de tiempo” antes de la Segunda Venida. Como el
atamiento del dragón en los tempranos días de la época fue una cosa gradual en su
desarrollo en el curso de la historia humana, así también el desatamiento será gradual
en sus efectos, culminando en una lucha final a muerte entre el paganismo y el
Cristianismo. El mundo está hundiéndose rápidamente otra vez en el paganismo. En la
esfera de la religión, aquellos que abogan por un modernismo humanitario y rechazan
el Cristianismo histórico con su énfasis en la redención por la sangre y la absoluta
necesidad de la regeneración individual, y en la esfera de la política, aquellos que
ensalzan la doctrina de la supremacía absoluta del Estado sobre las mentes y las
conciencias de los hombres están avivando los principios fundamentales del
paganismo. El desatamiento del dragón está verificándose en nuestros días y se está
poniendo el escenario en una escala universal para la última lucha moral entre el
Paganismo y el Cristianismo históricos según está revelado divinamente en las
Escrituras inspiradas.

E. La Segunda Venida.

En el Nuevo Testamento, la Segunda Venida no está relacionada de ningún modo con el


regreso de Israel en la carne, sino más bien con el juicio Final, y la decisión definitiva
del destino eterno de todos los hombres (Mat. 13:24-30, 36, 43,47-49). La resurrección,
el juicio final y el fin del mundo están sincronizados. Todos ocurren a la venida del
Señor, en el Día del Señor. Porque Pedro dice que “un día delante del Señor es como
mil años y mil años como un día”, por lo tanto, se afirma que “el día del Señor” tendrá
mil años de duración y la resurrección del juicio se verificará en la mañana de ese largo
día, y la resurrección del malo y el juicio del Gran Trono Blanco ocurrirá en la tarde del
mismo día. Pero si 2ª de Pedro 3:8 prueba que “el día del Señor es de mil años en
duración”, entonces prueba también que los mil años del Milenio son un día.

El Apóstol Pablo declara que la resurrección de los justos se verificará “a la final


trompeta” (1 Cor. 15:52); no puede haber otra trompeta mil años después de la última
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para despertar a los muertos malos. Al contrario, la última trompeta en el libro del
Apocalipsis es la séptima y cuando es tocada “tu ira es venida, y el tiempo de los
muertos, para que sean juzgados” (Apoc. 11:18). Todas las naciones (es decir, los
pueblos) quedarán envueltas en el juicio final y divididas en dos clases, los justos y los
malos; los primeros entran “a la vida eterna” y los últimos “al tormento eterno” (Mat.
25:31-46). Esto no es un juicio de naciones como tales sino de individuos, ¿serán
arrojados al infierno los cristianos que moran en una nación malvada? Si solamente los
malvados en una nación malvada han de ser juzgados, entonces no es un juicio de
naciones sino de individuos. Los apóstoles describen la Segunda Venida como el clímax
del tiempo, cuando el pecado y los pecadores serán destruidos, la tierra será purificada
por fuego, y entonces dada a los santos como su herencia eterna (2 Tes. 1:7-10: 2 Ped.
3:7-13).

El propósito de Dios al establecer “un día en el cual ha de juzgar al mundo con justicia,
por aquel varón al cual determinó “(Hechos 17:31), es para la manifestación de la gloria
de su misericordia en la salvación de los escogidos; y de su justicia en la condenación
eterna de los réprobos por el pecado, quienes son malos y desobedientes. Como Cristo
quiere que ciertamente seamos persuadidos de que habrá un día de juicio, tanto para
detener a todos los hombres de pecar y para mayor consolación de los piadosos en su
adversidad; así quisiera que ese día sea desconocido por los hombres, para que
desechen de si toda seguridad carnal y sean siempre vigilantes porque no saben a qué
hora vendrá el Señor, y que estén preparados para decir, “Ven, Señor Jesús, presto".
Que todos los verdaderos siervos de Cristo prediquen la venida del Señor como el
evento solemne que es el fin del tiempo, el fin de la prueba, el fin de la oportunidad
que ofrece el Evangelio: “He aquí ahora el tiempo aceptable: he aquí el día de salud” (2
Cor. 6:2).

F.- Conclusión.

No esperamos mil años de un reino corporal de Cristo sobre la tierra con la supremacía
de los judíos, cuando Jerusalén se convertirá en el centro de adoración en un estado
mezclado de mortales e inmortales.
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“Esperamos a un Salvador”, al Señor Jesucristo, del cielo, “el cual transformará el
cuerpo de nuestra bajeza para ser semejante al cuerpo de su gloria, por la operación
con la cual puede también sujetar así “todas las cosas” (Fil. 3:20, 21).

“Esperando aquella esperanza bienaventurada, y la manifestación gloriosa del gran


Dios y Salvador nuestro Jesucristo”. (Tito 2:13). Nos regocijamos en la perspectiva de la
liberación de la creación "de la servidumbre de la corrupción en la libertad gloriosa de
los hijos de Dios. (Rom. 8:19-23). Este es el nuevo orden de Dios para el mundo.

“Bien que esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2
Ped. 3:13). “Ven, Señor Jesús”.

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