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Domingo Biohó: un costurero de su propio destino en las tramas del poder


colonial.

Por Esteban Jaramillo Bedoya.

1. Introducción:

E
l cimarronaje del siglo XVII, comprendido como el fenómeno mediante el cual
los esclavos expresaban formas de resistencia y desacuerdo con el régimen
político impuesto por la corona española, es un tema absolutamente
complejo y plagado de aristas (unas más visibles que otras), que se ha configurado
como un tema bastante seductor para los investigadores, desde las últimas décadas
del siglo XX, con notable vigor en Colombia, que cuenta con un amplio historial de
cimarronaje en diferentes regiones, que ha inscrito códigos fundamentales en las
culturas regionales y ha tenido un importante impacto en la composición étnica
colombiana, llegando incluso a dar nacimiento a una derivación del castellano,
reconocido por la Real Academia Española: el Palenquero.

Pese a la marcada influencia del cimarronaje en la cultura colombiana, y del extenso


metraje que ha sido escrito sobre este tópico, la historiografía colombiana ha
prescindido del estudio de los “rostros” de estos cimarrones y de quienes los
combatieron, y en menor medida, ha olvidado la indagación sobre las formas de
poblamiento expresadas por los cimarrones, con el palenque por excelencia y las
rochelas, ambos como una manifestación de reconocimiento territorial, relación de los
negros libertos con el espacio que ocupan, y que se hacen visibles en poblamientos
espontáneos con un sincretismo cultural entre las raíces africanas, o las huellas de
Africanía sobre las que escribió la antropóloga Nina S de Friedemann en algunos de
sus textos sobre los palenques como “Ma Ngombe, guerreros y ganaderos en
palenque”1, los modos de vida y poblamiento españoles, y las condiciones
geomorfológicas y fitogeográficas presentes en las Indias Occidentales,

Friedemann, Nina Sánchez de. Ma Ngombe: guerreros y ganaderos en palenque. Bogotá: Carlos Valencia
Editores, 1987.
2

especialmente en la provincia de Cartagena del Siglo XVII, que es la delimitación


pertinente para la presente pesquisa.

Las perspectivas más abordadas observan a los cimarrones como un conjunto


homogéneo de negros libertos, en ocasiones carente de rostros humanos2, pues
muchos investigadores extrapolan algunas categorías propias del mundo indiano y
las incorporan a sus argumentos sin que medie una reflexión profunda sobre el uso
de estos términos, por lo que muchos investigadores incurren en la debilidad
conceptual de concebir a los negros, tanto esclavos como cimarrones, como piezas,
tal vez de la economía colonial, o de las enmarañadas relaciones culturales tejidas
por todos los actores participantes en la sociedad colonial. “Piezas de ébano” como
los nombran reiteradamente documentos de la época, lo que otorga una carga
objetual a los cimarrones, y puede desembocar en una limitación de la comprensión
de los fenómenos sociales en los que estos se encuentran insertos.

Teniendo en cuenta lo anterior, la presente investigación pretende arrojar luz sobre


como el cimarronaje en Cartagena de Indias, y especialmente la figura de Domingo
(Benkos) Biohó, constituye un eje fundamental de acción del “aparato estatal”
(guardando el anacronismo) en la Cartagena de la primera mitad de del Siglo XVII,
puesto que su accionar irrumpe en el orden colonial, desequilibrando los intereses de
la monarquía, y dando paso a la contingencia, ante la que deben reaccionar los
gobernantes y pobladores de la provincia, dándole paso paradójicamente y en
aparente contraposición con lo dicho algunas líneas atrás, al fortalecimiento del poder
colonial en Cartagena, pues ante estas vicisitudes el aparato colonial debe
fortalecerse para hacer frente a la emergencia, y estas emergencias, en ocasiones,
terminan siendo el sustento de la legitimidad política.

Para el desarrollo del presente trabajo, usaré la metáfora del Tejedor, pues lejos del
status de resistencia otorgado a la historia de Biohó, se configura una realidad política
que consta de relaciones humanas interdependientes que tienen a Biohó como punto
de convergencia, eje, o crisol, y se articulan en torno a este, accionando el aparato
colonial, que se despliega sobre un territorio que hace las veces de “Director de

2
En ocasiones han sido estudiados algunos de estos “rostros”, como los de Bayano, o Domingo Biohó, sin
embargo, a veces el estudio de estos casos particulares ha significado un detrimento de otros personajes menos
visibles, que son eclipsados por los primeros, y que fueron componentes fundamentales de estos movimientos
“libertarios”, puesto que el liderazgo se ejerce sobre la vida humana, sea individual o colectiva.
3

orquesta de la vida humana” como expresa Braudel en su obra “Memorias del


Mediterráneo” para referirse al clima.

2. Consideraciones sobre el Cimarronaje

Desde los albores de la conquista de las Indias, cuando se dio la necesidad de usar
negros esclavizados, provenientes en su mayoría de las costas del Golfo de Guinea 3,
para realizar algunos trabajos, como boga, minería, o pesca de perlas, el cimarronaje
fue una realidad latente en todo el territorio indiano, y un verdadero obstáculo para
mantener un orden político colonial y varias unidades étnicas totalmente escindidas,
obstáculo que no pudo ser sorteado completamente en algunas ocasiones, pues los
cimarrones se establecieron en algunos confines como los Montes de María en la
provincia de Cartagena, y con licencia colonial para tal emplazamiento comenzaría
una forma de mestizaje cultural y étnico cuyos efectos prevalecen en Colombia en el
siglo XXI.

El Cimarronaje presenta varias manifestaciones, tres principalmente, expuestas por


María Cristina Navarrete en su obra Cimarrones y palenques en el siglo XVII,
citando a los historiadores John Thornton, y Gabriel Debien4, que consisten en: un
primer nivel, llamado por Thornton “Resistencia Cotidiana”, que consiste en la
resistencia del esclavo a la realización de sus labores, desgaste voluntario o pérdida
de sus herramientas, o el simple descenso en la productividad de manera voluntaria,
se podría decir que estas son las formas primigenias del cimarronaje, pues
constituyen una matriz de las formas de resistencia a la esclavitud.

En una escala intermedia de la radicalidad con la que un esclavo podía romper los
vínculos con su amo, encontramos lo que Debien llama el “Petit Marronage”, o
pequeño cimarronaje en su traducción al castellano, que es entendido como el
abandono transitorio o temporal de los hatos, sementeras, rozas, minas, galeras, o
rancherías, con varios fines, como el acceso a un salario mayor por unos días, o la
renegociación de las condiciones de sometimiento frente al amo, protesta por
maltratos, o el simple deseo de poner en apuros a sus amos.

3
Escalante, Aquiles. El palenque de San Basilio. Cartagena: Editorial Mejoras, 1979.
4
Navarrete, María Cristina. Cimarrones y Palenques en el siglo XVII. Cali: Universidad del Valle, 2003. P 22.
4

Esta modalidad del cimarronaje fue regulada en Cartagena de Indias mediante la


expedición de una advertencia de castigos físicos contra los pequeños cimarrones,
que incluían azotes de látigo, o amarras de grilletes en la plaza del rollo, dependiendo
del tiempo de fuga, se daba un castigo “proporcional”, llegando a ser el más radical la
castración como pena de “enmontarse” durante un mes o más tiempo5.

En tercer lugar, encontramos el “Grand Marronage”, que constituye una ruptura total,
o al menos el deseo de tal ruptura, con la condición de servidumbre. Este modo de
cimarronaje ha sido el más estudiado por la historiografía, pues es la expresión más
notable de rebeldía en el sistema esclavista.

Aquel Gran cimarronaje, debe ser entendido en términos de la autoridad colonial,


puesto que hay vaguedad por parte de algunos historiadores en la definición de
algunos conceptos que son vitales para este tema, y han sido abordados con
confusión y ambigüedad, en las que espero no incurrir. En primer lugar, es necesario
precisar los conceptos de “Rochela” y “palenque” que han sido tomados en algunos
casos como sinónimos, mientras tienen implicaciones diferentes. La comprensión de
estos conceptos está necesariamente atravesada por una noción que es vital para el
mundo indiano-hispánico, el concepto de Policía, que hace referencia a las normas y
formas socialmente aceptadas de organización colectiva y convivencia, se refiere a
vivir en comunidad con la prevalencia suprema de los valores eclesiásticos y civiles
que rigen el mundo hispánico.

Siguiendo lo anterior, debemos precisar que Rochela y Palenque son formas de


organización que no coinciden con la idea de policía instaurada por el régimen
colonial, y tienden a regirse por diferentes axiologías, lo que indica que no son
precisamente lugares donde predomina el desorden o el caos, o la “ley de la selva”
como diríamos irresponsablemente en el siglo XXI, sino que son lugares que se
distancian de las máximas sociales del mundo hispánico, instaurando órdenes
alternativos que son desdeñables en muchas ocasiones para las autoridades
españolas.

La diferencia entre Rochela y Palenque estriba en que los palenques reciben este
nombre por ser fortificaciones protegidas por empalizadas, y han sido conferidas

5
Arrázola, Roberto. Palenque: Primer pueblo libre de América . Cartagena: Casa Editorial, 2003
5

especialmente al mundo de la resistencia africana en indias, al interior de estas


cercas palizadas, los negros se regían por diferentes ideas y prácticas en relación
con las españolas, que implicaban rupturas culturales no deseables para la corona,
por lo que podemos decir que los palenques en sí son una forma de arrochelamiento,
mientras que no toda forma de arrochelamiento implica el asentamiento palenquero.

3. La trama que se teje.

En el nudo de relaciones que implica el cimarronaje, como todos los fenómenos


sociales, encontramos varios factores que determinan el flujo de acciones que hacen
de motor de la acción política, y por ende el surgimiento de huellas, que son la
materia prima de la disciplina histórica. Estos factores son de tres tipos: en primer
lugar, la trama está determinada por un escenario, una delimitación espacio temporal
que inserta a los individuos en un sistema de relaciones recíprocas, que configuran
realidades a modo de telar.

En segundo lugar encontramos las personas, los actores de la trama colonial que
impulsan el desarrollo de los fenómenos y acontecimientos de relevancia que
habiendo sido depositados en documentos, configuran la trama del poder colonial, y
sus puntos de fuga.

En un tercer lugar encontramos las ideas, que en este texto no serán caracterizadas
como entidades aparte, sino como subsidiarias a individuos e inspiradoras de la
acción, como la idea de libertad que podemos adjudicar desde el siglo XXI a Domingo
Biohó, o la de autoridad y penalidad que podríamos conferir a personajes como Don
Jerónimo de Suazo Casasola, o Don García Girón, defensores acérrimos del
establecimiento colonial.

3.1. El Lugar.

Para comenzar, es vital hacer una caracterización del espacio donde se desarrolla
esta trama, y que a modo de tablas, propicia el trabajo de los actores, mientras los
historiadores hacen de público de una obra que se transmite de manera fragmentaria
y discontinua, pues los archivos mediante los cuales se accede a este entramado de
6

relaciones no se presentan de manera uniforme, lógica y continua, sino que es el


historiador quien debe hilar los fragmentos desde su psique para tratar de
recomponer la historia y vislumbrar los patrones que la determinaron.

Para el espacio que nos concierne, nos enfocaremos principalmente en la zona que
comprende desde la Depresión Momposina, desde las juntas de los ríos Cauca y
Magdalena, hasta el Caribe por el norte, y en medio de los ríos Magdalena y Atrato,
teniendo en cuenta que el cimarronaje es un fenómeno regional, se harán algunas
referencias a la ciudad de Zaragoza en Antioquia y a Panamá, pues estos territorios
estuvieron asociados con la problemática cartagenera del cimarronaje.

Los negros fugados, escapaban principalmente a los Montes de María, o Sierra


María, ubicada entre el Río Magdalena y el Golfo de Morrosquillo, además de algunas
ciénagas de la Depresión Momposina como la de la matuna. En ambos paisajes,
predomina un territorio inexpugnable, que había sido poco explorado para el mundo
español en los primeros decenios del siglo XVII, y este factor geográfico resultó
determinante para los cimarrones en su pugna por la libertad, pues los palenques
eran fortificaciones poderosas, que sumadas a las condiciones de difícil acceso del
terreno, le otorgaba a los cimarrones ventaja sobre los españoles que pretendieran
reducirlos como lo expresa María Cristina Navarrete al referirse a este espacio como
la geografía para la libertad.6

El lugar donde se encuentra emplazado en la actualidad el palenque de San Basilio,


que es el heredero por excelencia de los movimientos palenqueros del siglo XVII
pese a haberse consolidado en la primera mitad del siglo XVIII, el palenque se
encuentra a una altura de 100 MSNM, ubicado en 10° 11’ Latitud norte y 75° 12’
Latitud oeste, en la depresión moposina, en una región donde hay viento a velocidad
media en todas las épocas del año gracias a los vientos provenientes del caribe y
predomina una temperatura entre 26 y 35° centígrados; la región cuenta con
predominio arcilloso y arenoso del suelo, lo que propicia el cultivo de arroz, yuca,
ñame, plátano y maíz, que son regados por una descarga anual de 1800 mm de
lluvia, según el Grupo Muntú7.

6
Navarrete, María Cristina. Cimarrones y Palenques en el siglo XVII. Cali: Universidad del Valle, 2003. P. 101.
7
Grupo Muntú. Palenque, historia, libertad, cultura y tradición. Cartagena: Gobernación de Bolívar, 2008.
7

En el documento del Archivo General de Indias (AGI) nombrado como Santa Fe 213 8,
se expresa que los cimarrones se habían asentado en una ciénaga de unas 40
leguas con islotes no conocidos por los españoles, quienes padecieron fuertes
dificultades mientras daban caza a los cimarrones9, los cuales además de estar
fortificados representaban una amenaza para la región, donde podían unirse con
otros negros cimarrones10 como los de Zaragoza, o con piratas que navegaban la mar
del sur y zonas del caribe11.

8
A.G.I. Santa fe 213.
9
En Cabildos seculares: Audiencia de Santa fe, se expresa la espesura e irregularidad del territorio de los Montes
de María: Santa fe 63 N.38
10
Diego Fernández de Velasco, gobernador de Cartagena entre 1611 y 1618 expresa preocupación por haber
unos 500 negros cimarrones en la provincia que gobierna en: A.G.I. Panamá 16 R.8 N.5
11
A.G.I. Santa fe 38 R.6 N.5
8

12

A lo expresado en el párrafo anterior se suma la notable vulnerabilidad de Cartagena


de Indias, pues sus fortificaciones son paupérrimas, y conviven con constantes
amenazas como piratería, cimarronaje e indios “belicosos”, como lo demuestra la
preocupación de Alonso de Sotomayor, gobernador de panamá, por la fortificación de
la ciudad13 y una visita realizada en el año de 1604 al gobernador Jerónimo de
Suazo, donde se da cuenta de la baja popularidad que detentaba entre sus
gobernados, quienes expresaban claramente que Cartagena estaba tan mal
protegida que sería del primero que intentara tomarla14

12
Fuente: Ingeniero Héctor Andrés Castro. Universidad del Valle, Cali, Colombia.

13
Carta del presidente Alonso de Sotomayor. A.G.I. Panamá 15 R.4 N.33
14
Santa fe 57 A. N.33. F 1v
9

3.2 Domingo Biohó.

Benkos, o Domingo Biohó (Domingo es el nombre cristiano otorgado a Biohó al


ingresar en Cartagena, procedente del Golfo de Guinea, Nina S. de Friedemann
relata que procedía de algún lugar de las islas Bijagós. Este cimarrón representa el
clímax de la lucha y la resistencia contra la esclavitud en el siglo XVII, aunque su
memoria ha sido más recogida por la historia oral que por las fuentes oficiales de la
época colonial15

Aparentemente llegó como “pieza de ébano” al asiento del portugués Juan rodríguez
de Coutiño, de quien da fe Jerónimo Suazo de Casasola en Santa fe 212 16 y pasó a
trabajar aparentemente en las galeras, de donde se fugó con otros 5 esclavos, entre
los que incluía su compañera sentimental17.

El accionar de Biohó, se determinó por el salteamiento de caminos, y hurtos a


haciendas, hatos, sementeras y rozas, de donde se abastecían de alimentos, y
algunas armas como arcabuces hurtadas de las haciendas, que les serían de gran
ayuda en la guerra contra los españoles por mantener su condición cimarrona, que
defendían con la vida.

La figura de Biohó aparece difusa entre los documentos de época, pues pocas veces
se hace alusión directa a su nombre, y aunque fuera el cimarrón más notable de
comienzos de siglo (XVII), el cimarronaje estaba lejos de depender de su figura, y
existían muchos otros palenques diseminados por el territorio neogranadino. Sin
embargo, aparece representado en las palabras de algunos gobernadores como
Suazo Casasola y García Girón, como en la crónica de Fray Pedro Simón, quien
alude a él despectivamente como “Dominguillo”, pues le resulta inconcebible que
pueda “Vestir a la [Manera] española”, entrar y salir de la ciudad de Cartagena a su
antojo, y portar una daga dorada18, mientras las leyes indianas prohibían a los no
españoles portar armas.

15
Grupo Muntú. Palenque, historia, libertad, cultura y tradición. Cartagena: Gobernación de Bolívar, 2008. P. 18.
16
A.G.I. Santa fe 212.
17
Fals Borda, Orlando. Palenque, Primer pueblo libre de América. Cartagena: Casa editorial, 2003.

18
Simón, Fray Pedro. Noticias historiales . Bogotá: Casa editorial Medardo Rivas, 1892.
10

Las concesiones mencionadas, que fueron hechas a Biohó, se explican desde la


imposibilidad de reducción de los palenques por parte de las autoridades coloniales,
puesto que Jerónimo de Suazo envió 3 expediciones para pacificar a los cimarrones,
una en 1601, de unos 4 españoles, uno de ellos Juan Gómez, presunto amo de Biohó
según Nina S. de Friedemann, quien resultó muerto junto a otros tres españoles,
mientras uno de ellos lograba regresar con vida a Cartagena.

La segunda expedición tuvo lugar en el año de 160219, con unos 30 hombres a cargo
del capitán Martín de Francisco, donde hubo una sangrienta confrontación entre
españoles y cimarrones, de donde resultaron muertos más de veinte españoles y
unos 6 cimarrones, mientras unos 14 negros fueron capturados, para ser decapitados
y posteriormente trasladar sus cabezas a la ciudad de Cartagena20, los demás
cimarrones se enmontaron nuevamente y erigieron una nueva fortificación sobre la
ciénaga.

En el año de 1604, se organizó una nueva expedición, a cargo de los capitanes


Agustín Martín y Diego Pérez (Vecino de tolú), al mando de 250 hombres
“debidamente armados y proveidos [provistos]” entre los que se encontraba Luis Polo
del Águila. En la ciénaga de la Matuna, extendida por unas 40 leguas, hallaron el
palenque, en un lugar donde los españoles iban con el agua al pecho, y durante el
desarrollo de la confrontación murieron muchos españoles (número indeterminado),
mientras la gran mayoría de cimarrones escapaba a los arcabucos para reagruparse,
y solo pudieron prender poco más de una decena de los cimarrones, quienes
corrieron con la misma suerte que los capturados por la expedición anterior.

En vista de la imposibilidad de reducción de los cimarrones, y de los vejámenes


constantes que estos hacían a la población española, como los constantes asaltos en
caminos, o haciendas, Don Jerónimo de Suazo decide capitular con los cimarrones,
otorgándoles prebendas como el acceso libre a la ciudad de Cartagena, el porte de
armas, y el fin de las acciones bélicas en su contra, exigiendo a los cimarrones que
no aceptaran más negros en su palenque. Como puede esperarse, los cimarrones no
cumplieron esta parte del pacto, llegando incluso a asaltar cuadrillas de negros

19
A.G.I. Santa Fe 38 R.2 N.43
20
De este suceso da cuenta Orlando Fals Borda en documento número 30 de su libro Palenque: primer pueblo
libre de américa.
11

mineros para anexarlos a su ejército palenquero como consta por carta de Diego
Fernández de Velasco21, sucesor de Don Jerónimo de Suazo.

Don García Girón, Gobernador de Cartagena desde 1618-19, habla de Biohó como el
líder de los cimarrones de la provincia, lo describe como un negro “Belicoso y
Baliente” quien llevaba consigo todas las naciones de guinea presentes en
Cartagena, y era un receptáculo de todos los robos y asaltos hechos por negros, así
como de negros fugados.22 Es este gobernador quien se encargará dictaminar la
ejecución para Biohó en el año de 1622, luego de que la guerra en su contra, desde
1599, costara más de 200.000 ducados, que fueron recaudados de impuestos a los
esclavos ingresados en la provincia, donaciones de ciudadanos, y aportes de la caja
real.

Uno de los sucesos más interesantes en la vida de Biohó, ocurrió entre el pacto de
1605 y su muerte, cuando se dirigieron al palenque el alcaide de la santa hermandad
de Cartagena y otros cofrades, a quienes hizo desarmar para entrar al palenque,
diciendo que en su territorio no debían entrar personas armadas, exigencia a la que
cedieron los españoles, dando paso a un acto que en la actualidad llamaríamos de
soberanía, lo que podría reafirmar la tesis de Fals Borda al decir que Palenque fue el
primer pueblo libre de América.

3.3 Don Jerónimo de Suazo Casasola.

Don Jerónimo de Suazo y Casasola, caballero de la orden de Santiago según José P


Urueta, fue gobernador de la provincia de Cartagena a comienzos del siglo XVII23
quien combatió con gran vigor los alzamientos de negros cimarrones, incluyendo el
de Domingo Biohó. Fue el gobernador Don Jerónimo quien envió cerca de 300
hombres de armas en reiteradas ocasiones a pacificar a los palenqueros, y quien
pactó, con Luis Polo como intermediario, un pacto con los cimarrones, otorgando
libertades como la circulación por la provincia, mientras pretendían hacer renunciar a
Biohó de su título autoimpuesto, como rey del arcabuco, y pretendía que los
palenqueros rechazaran a otros negros fugados, aparentemente los cimarrones no
cedieron en estos puntos, lo que socavó la figura y popularidad del gobernador.

21
A.G.I. Panamá 16 R.8 N.5
22
A.G.I. Santa Fe 38 R.6 N.176
23
Nombramiento Jerónimo de Zuazo Casasola. A.G.I. Contratación 5792 F.298-299 v (1598)
12

Suazo pretendía gravar los esclavos con el cobro de 1/3 del valor de los que entraran
a puerto, solicita merced al rey para implementar esta medida, en contraposición a la
tasa de 2 reales por cada esclavo, lo anterior con el fin de costear la guerra contra los
cimarrones, sin embargo, pareciera ser que esta solicitud fue denegada, pues aunque
no me fue posible encontrar la respuesta de la corona, es posible encontrar que en
tiempos del gobernador Don García Girón, hacia finales de la segunda década del
siglo, se continuaba cobrando la tasa de “2 reales por pieza”, y este gobernador
solicita merced para aumentar la tasa de 2 a 8 reales, lo que da fe de lo mucho que
se había agravado el problema del cimarronaje en la provincia de Cartagena.

La guerra desarrollada por Don Jerónimo, constaba del cobro del dicho impuesto y de
aportes de vecinos en su principal aspecto, con lo que se costeaban los cuadrilleros
necesarios para asegurar mínimamente los caminos, sin embargo, esta guerra
permeó más sectores que los españoles, pues llegó a implementar indios vasallos
para pacificar a los cimarrones24

En una visita realizada a la provincia de Cartagena en el año de 1605, se da cuenta


de la baja estima en la que tienen los habitantes y vecinos a Don Jerónimo de Suazo,
pues le consideran hombre de maneras rústicas, agresivo, con repentinas
explosiones coléricas, que se aprovecha de la guerra contra los cimarrones para
usufructuar ganancias, pues solicita a la corona 12.000 ducados que se han gastado
en la guerra, mientras recibe donaciones de los vecinos e impone gravámenes a los
negros esclavizados que ingresan a la ciudad25

LA impopularidad de Suazo se hace manifiesta en su necesidad de amedrentar a


quienes podrían atestiguar alguno de sus excesos o inadecuados manejos, como en
la necesidad de que la mencionada visita se haga con absoluto recelo y secreto, lo
que propicia la exposición de algunos abusos de poder como la rifa de unas cortinas
que “fueron cobradas por mucho más de su verdadero valor” o de permisividad y
promoción de un juego, del que no se mencionan características específicas, y en el

24
Borda, Orlando Fals. Palenque, Primer pueblo libre de América. Cartagena: Casa editorial, 2003. P. 43.

25
Carta del Oidor Luis Merlo de la Fuente. A.G.I. Panamá 15 R.6 N.47
13

que muchos vecinos perdieron ingentes cantidades de dinero durante


aproximadamente 4 meses26.

La impopularidad de Suazo se ve menguada un poco gracias a una carta donde


abundan loores a su labor como pacificador de los cimarrones, trabajo desempeñado
en compañía con Don Alonso de Sotomayor, Gobernador de Panamá. En el
documento mencionado se hace referencia a la incursión de 1602 que dio como
resultado la muerte de casi una veintena de cimarrones, ya fuera en combate o
ejecutados, se refiere a la incursión en la que fueron enviado 30 hombres de armas
pereciendo muchos de ellos en la batalla.

Finalmente, Don Jerónimo de Suazo muere en el año de 1609 a causa de una


“calentura” adquirida en una de sus campañas anticimarronas, que Fals Borda
equipara por sus características a la fiebre amarilla.27

3.4 Diego Fernández de Velasco

El Gobernador Diego Fernández de Velasco, llegó a Cartagena en la segunda


década del siglo XVII, para suceder a Don Jerónimo de Suazo, quien había
capitulado con los negros cimarrones de los Montes de María, por lo que la guerra
contra los cimarrones en el período de su gobierno no tuvo la misma intensidad de su
predecesor ni la de su sucesor, sin embargo, el problema del cimarronaje es una
amenaza latente para la estabilidad del poder colonial en su provincia, ya que da
cuenta que hay más de 500 cimarrones en la provincia para esta década, y estos
continúan con sus asaltos de caminos y establecimientos españoles, por lo que
manifiesta su preocupación en una carta de 161628 y la necesidad de emprender
acciones militares en contra de los negros cimarrones e indios de guerra que habitan
latitudes de la provincia, por esta carta también da cuenta de cómo se ha realizado
dicha guerra, con aportes de vecinos y un impuesto instaurado por Don Jerónimo
Suazo, que consistía en cobrar dos reales por cada esclavo ingresado a la provincia,
y que se empleaba pagando cuadrilleros que se encargaban de patrullar los caminos
para mantenerlos a salvo de los asaltos cimarrones, y la manutención de algunas
campañas de pacificación o reducción de otros palenques de la región.
26
Jueces comisión y visita, A.G.i. Santa Fe 56 A N. 33
27
Borda, Orlando Fals. Palenque, Primer pueblo libre de América. Cartagena: Casa editorial, 2003. P.52.

28
A.G.I. Panamá 12 R.8 N.103
14

3.5 Don García Girón

Don García Girón, nombrado como gobernador de Cartagena en el año de 161629


pasó a Indias en el mismo año30 se enfocó en la guerra contra los cimarrones de una
manera acentuada, apoyándose en la Santa Hermandad, especialmente en
Hernández de Calvo, para realizar su avanzada, puesto que esta guerra había
costado hasta entonces más de 100.000 ducados, y más de 60 vidas, por lo que
manifiesta la presión recibida por parte de la ciudad y los vecinos, quienes claman
una solución al apremiante problema de los cimarrones, que se complejiza con los
años, por lo que busca la implementación de un nuevo gravamen a los esclavos
ingresados en puerto, que en lugar de 2 reales por pieza sean cobrados 8,
aumentando el flujo de recursos para los cuadrilleros y soldados, merced que es
concedida según Orlando Fals Borda, y que explicaría el incremento de los recursos
usados en la guerra de 100.000 a 200.000 ducados entre 1616 y 1622, esta última
fecha coincide con la ejecución de Biohó que se presenta en confusas circunstancias
tras un altercado nocturno en las murallas de la ciudad, por lo que no podríamos decir
con total precisión que tal ejecución fuera producto del aumento de los recursos
utilizados, aunque sin duda, tuvieron importante influencia en este desenlace, con el
que los negros cimarrones quedaron bastante tranquilos durante un tiempo y se les
invitó a vivir a una legua de la ciudad, antes de que ocurrieran nuevos brotes de
liderazgo cimarrón, como los de Domingo Criollo, Domingo Angola, que se hacen
visibles en cartas como la del Gobernador Polo Zapata, escrita en 1656 y que da
cuenta de cómo hace más de cincuenta años algunos negros fortificaron palenques
en la depresión momposina, la Serranía de San Lucas, o los montes de María 31.

García Girón demuestra un sumo respeto por Biohó, considerándolo un hombre


verdaderamente valiente y belicoso, a quien se le facilitaba articular una gran fuerza
libertaria a espaldas de su figura, tal como articuló el aparato colonial en su propia
contra. Este respeto implica una forma de aproximación a los cimarrones que
implicaba dejar la confrontación directa en el accidentado terreno, por lo que invitó a
los cimarrones a que poblaran a 20 leguas de la ciudad, y luego de la muerte de
Biohó, a tan solo una legua.

29
Nombramiento García Girón. A.G.I. Contratación 5793 L.1 F.48-50v
30
García Girón. A.G.I. 5367 N.17
31
Cartas de Gobernadores. A.G.I. Santa Fe 42 R.5 N. 98
15

La muerte de Biohó, es bastante confusa como se ha mencionado, pues se relata que


emprendió un pleito contra los guardias de Cartagena en horas de la noche, mientras
sus compañeros lo abandonaban, lo que desemboca en su captura, y en que fuera
llevado a eso de las 10 de la noche a ver al gobernador Don García Girón, quien
encontrándole culpable de muchas muertes y robos decide ejecutarlo el 16 de marzo
de 1622, como consta en una carta enviada al rey donde relata el suceso, y derrumba
la difundida imprecisión en la historiografía de dar el 16 de marzo de 1621 como el
día de la muerte de biohó, mientras esta ocurrió exactamente un año después según
carta del gobernador García Girón.32

3.6 La Santa Hermandad

En el siglo XVII la santa hermandad en las ciudades representaba uno de los ejes
principales de la cohesión social, los asociados a esta eran quienes se encargaban
del establecimiento del poder español, pues estos aglutinaban sociedades en torno al
culto, como lo demuestra el profesor Orián Jiménez en su texto Esclavitud, libertad y
devoción religiosa en Popayán33 Donde da cuenta de la cohesión social que se
genera alrededor de los símbolos religiosos, especialmente en tiempos de crisis,
haciendo equiparables en este sentido a Popayán y Cartagena, como las demás
ciudades adscritas a la audiencia de Santa Fe.

Tal como los aparatos de poder o los de la resistencia, los rostros humanos son los
que dan cuerpo y acción a la santa hermandad, entre los que encontramos cuatro
nombres distinguidos principalmente en la guerra contra los cimarrones, los cuales
son: Diego de Torres quien pasó a Indias hacia el año de 1600 según José P.
Urueta34 y era reconocido como Hijodalgo y cristiano viejo, como consta en su
confirmación de oficio35

Luego encontramos a Alonso de Berrucal, a quien María Cristina Navarrete da


especial preponderancia en la guerra contra los cimarrones como regidor de

32
Santa Fe 38 R.6. N176
33
Meneses, Orián de Jesús Jiménez. «Esclavitud, libertad y devoción religiosa en Popayán. .» Historia Crítica N°
56 Abril- Junio 2015, 2015: 13-36.

34
Urueta, José P. Documentos para la historia de Cartagena. Bogotá, 1887.

35
A.G.I. Contratación 5250 N.1 R.40: Confirmación de santo oficio de Diego de Torres.
16

Cartagena y miembro de la Santa Hermandad, oficio que compró por 1600


ducados.36

Por último, encontramos a Diego Hernández de Calvo, quien llegó a Cartagena en


1600, y compró el oficio de Alcaide de la Santa Hermandad por 600 ducados 37 y
acompañó la guerra contra los cimarrones a través de los tres períodos de
gobernadores en las primeras décadas del XVII, llegando a ser determinante para el
castigo de Biohó, pues manifiesta preocupación sobre la situación de los cimarrones
a Don García Girón en el año de 1622, antes de la ejecución del líder cimarrón, o rey
del arcabuco, como se hacía llamar, aunque este nombre fuera rechazado por las
autoridades coloniales.38

4. cimarronaje como justificación del aparato colonial.

Tal como en las sociedades actuales, el delito es una parte fundamental del poder
político, no sólo porque los políticos se “Arrochelen” con mafias y permanezcan
amancebados con cabecillas criminales por ponerlo en términos coloniales, sino
porque el orden criminal suele ser el sustento del poder estatal, que se respalda en
el derecho penal como máxima instancia para dirimir pugnas.

Karl Marx, implementó una novedosa visión de la pena para el siglo XIX, concibiendo
el delito como una suerte de mercancía que es producida por los delincuentes 39, tal
como el zapatero produce zapatos en la actualidad, o el herrero que producía
herramientas en la sociedad colonial, estas mercancías son necesarias para el
funcionamiento de la sociedad, y Marx no teme en afirmar que el delito es un
componente fundamental de las sociedades “sanas”, pues este justifica la coerción y
la coacción, que de alguna manera llegan a ser necesarias para articular una
sociedad en torno a una jerarquía de valores.

Para el caso que nos convoca, Domingo Biohó activó alrededor de sí todo el aparato
legal y penal de la Cartagena de comienzos del XVII, justificando la creación de leyes,
acciones de gobierno, e incluso, gravámenes fiscales asociados a su figura, por lo

36
A.G.I. Santa Fe 149 N.32
37
A.G.I. Santa Fe 147 N.4
38
A.G.I. Santa Fe 38 R.6 N.176
39
Marx, Karl. Apología del Crimen. Madrid : Sequitur, 2008
17

que resulta bastante válido pensar a Biohó como un tejedor, un costurero de las
tramas de la historia, que se sirve de las tramas del poder para materializar un
objetivo, aunque este tenga importantes efectos colaterales que desembocarán en su
ejecución en 1622.

Expresa Orlando Fals Borda, en Palenque: Primer pueblo libre de América, como el
gobernador Don Jerónimo de Suazo ordena que todos los cimarrones que sean
prendidos (Capturados) sean castigados en plaza pública, amarrados con grillos al
rollo de la plaza, que representa la autoridad del rey (cabe preguntar ¿qué sería de
este símbolo si no existieran criminales para ser expuestos allí como escarmiento?),
tampoco tendría sentido la exposición de las cabezas de los cimarrones capturados
en las expediciónes de 1602 y 1605, si no tuvieran un fin persuasivo y legitimador del
poder colonial. Resulta paradójico, hasta irónico, pensar que el mayor obstáculo del
poder monárquico en Cartagena comenzando el siglo XVII sea también su mayor
razón de existir, y termine justificando acciones que podrían haberse considerado
excesos de poder (como el aumento al cuádruple del impuesto sobre los esclavos), y
siendo por últimas, un eje de la legitimidad del poder colonial.

5. conclusión.

A manera de conclusión, debemos tener en cuenta que todos los personajes


descritos y representados en el presente texto, se insertan en una maraña de
relaciones de interdependencia, no son individuos aislados, y convergen en diferentes
puntos de la articulación social que da dinamismo al mundo colonial.

Tal como las Santas Hermandades son eje principal de articulación de los vecinos y
pobladores de las ciudades y villas del mundo hispánico, los cimarrones son el crisol
por donde transitan las principales tramas del poder colonial al comienzo del siglo
XVII, determinando el accionar de las principales instituciones políticas, y con efectos
sociales que se yerguen como liminales entre el establecimiento y el mestizaje
desarrollado en todo el territorio indiano, con los cimarrones como unos de sus
principales actores del sincretismo cultural, todo a partir de convertirse en un óbice
político de gran envergadura.

El personaje de Domingo Biohó, ha sido moldeado por los relatos a través de la


historia, relatos que conservan su memoria principalmente desde la oralidad, lo que
18

tiñe en algunos casos su historia con tintes de irrealidad o imprecisión, como la


creencia de que Benkos, antes de ser Domingo, era un monarca africano, creencia
ampliamente difundida, y que se usa para explicar su prevalencia como líder dentro
del palenque, sin embargo, Nina S. de Friedemann y María Cristina Navarrete se
esfuerzan con especial ahínco en demostrar lo poco probable de la condición noble
de Biohó, condición que solo pudo haber emulado en territorio indiano, al hacerse
llamar rey del arcabuco.

La legitimación del poder monárquico por parte de los cimarrones, es una arista
fundamental del problema planteado, puesto que su existencia justificó cientos de
acciones que debieron desarrollar los gobernadores o miembros de la Santa
Hermandad, estas acciones, gracias a las formalidades y procesos del mundo
hispánico, quedaron depositadas en documentos a los que se puede acceder, y
mediante la crítica, comprender las realidades que subyacen a estos documentos,
donde un cimarrón (ex esclavo) tenía trabajando para sí – o en su contra- las
máximas autoridades del poder cartagenero. Lo que se traduce en una relación
simbiótica, pues mientras Domingo Biohó, justificaba y legitimaba las acciones y el
gobierno español, Don Jerónimo de Suazo, Diego Hernández de Calvo, Luis Polo del
Águila, Don García Girón, Diego Fernández de Velasco, Alosno de Sotomayor, entre
otros, depositaban en sus documentos huellas de la existencia de Biohó, permitiendo
que 400 años después sea posible indagar sobre su existencia, y escribir extensos
tratados inspirados en su nombre y acciones. Pese a que el poder colonial, se tejiera,
a manera de soga en derredor de su cuello en 1622.

Fuentes primarias:

A.G.I. Santa fe 213.

Cabildos seculares: Audiencia de Santa fe: Santa fe 63 N.38

A.G.I. Panamá 16 R.8 N.5


19

A.G.I. Santa fe 38 R.6 N.5

Carta del presidente Alonso de Sotomayor. A.G.I. Panamá 15 R.4 N.33

Santa fe 57 A. N.33. F 1v

A.G.I. Santa fe 212.

A.G.I. Santa Fe 38 R.2 N.43

A.G.I. Panamá 16 R.8 N.5

A.G.I. Santa Fe 38 R.6 N.176

Nombramiento Jerónimo de Zuazo Casasola. A.G.I. Contratación 5792 F.298-299 v


(1598)
Carta del Oidor Luis Merlo de la Fuente. A.G.I. Panamá 15 R.6 N.47

Jueces comisión y visita, A.G.i. Santa Fe 56 A N. 33

A.G.I. Panamá 12 R.8 N.103

Nombramiento García Girón. A.G.I. Contratación 5793 L.1 F.48-50v

García Girón. A.G.I. 5367 N.17

Cartas de Gobernadores. A.G.I. Santa Fe 42 R.5 N. 98

Santa Fe 38 R.6. N176

A.G.I. Contratación 5250 N.1 R.40: Confirmación de santo oficio de Diego de Torres.

A.G.I. Santa Fe 149 N.32

A.G.I. Santa Fe 147 N.4

A.G.I. Santa Fe 38 R.6 N.176

Fuente primaria impresa:

Fals Borda, Orlando. Palenque, Primer pueblo libre de América. Cartagena: Casa
editorial, 2003.

Simón, Fray Pedro. Noticias historiales . Bogotá: Casa editorial Medardo Rivas, 1892
.
Urueta, José P. Documentos para la historia de Cartagena. Bogotá, 1887.

Bibliografía:

Arrázola, Roberto. Palenque: Primer pueblo libre de América . Cartagena: Casa


Editorial, 2003.
20

Borda, Orlando Fals. Palenque, Primer pueblo libre de América. Cartagena: Casa
editorial, 2003.

Escalante, Aquiles. El palenque de San Basilio. Cartagena: Editorial Mejoras, 1979.

Friedemann, Nina Sánchez de. Ma Ngombe: guerreros y ganaderos en palenque.


Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1987.

Marx, Karl. Apología del Crimen. Madrid : Sequitur, 2008.

Meneses, Orián de Jesús Jiménez. «Esclavitud, libertad y devoción religiosa en


Popayán. .» Historia Crítica N° 56 Abril- Junio 2015, 2015: 13-36.

Muntú, Grupo. palenque, historia, libertad, cultura y tradición. Cartagena:


Gobernación de Bolívar, 2008.

Navarrete, María Cristina. Cimarrones y Palenques en el siglo XVII. Cali: Universidad


del Valle, 2003.

Simón, Fray Pedro. Noticias historiales . Bogotá: Casa editorial Medardo Rivas, 1892.

Urueta, José P. Documentos para la historia de Cartagena. Bogotá, 1887.

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