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Junyent Bas, Francisco – Molina Sandoval, Carlos:

“Ley de Concursos y Quiebras Comentada”


Tomo I
Ed. Abeledo-Perrot
2009
Página 95.

4. Esquema práctico
El esquema procesal es simple: el concursado debe requerir la autorización para realizar los
actos detallados en la norma (art. 16, párr. 5º, LCQ). En esta petición deberá detallar todas las
condiciones bajo las cuales se realizará el acto. Así, si el acto consiste en la venta de un inmueble o
en la constitución de una hipoteca o prenda, deberá detallar todos los aspectos vinculados a dicha
operación. Incluso en la práctica se suele acompañar un proyecto del acto a realizar. No están
legitimados los terceros para solicitar la autorización, ya que la inteligencia de la norma no parece
permitirlo. De todos modos, el tema es opinable y deberá estarse al interés jurídico que se invoque.
Esta autorización se presenta en el expediente principal y el tribunal debe ordenar una vista
a la sindicatura y al comité de acreedores. Atento a que la ley no fija un plazo, el mismo es de cinco
días (art. 273, inc. 1, LCQ) hábiles judiciales (art. 273, inc. 2, LCQ).
Dicha vista deberá ser en forma sucesiva, y a pesar de que el comité de acreedores está
mencionado en segundo término, el orden de la misma suele ser el inverso. Ello por motivos
prácticos, ya que el síndico podrá emitir su dictamen valorando todas las circunstancias. Si el
comité de acreedores no se ha conformado (supuesto más común), sólo es menester el traslado al
órgano sindical.
Finalizado dicho trámite, el juez debe dictar resolución (art. 16, párr. 6º, LCQ). Como la ley
tampoco establece el plazo para el dictado de esta autorización (o rechazo), el mismo deberá ser de
cinco días (art. 273, inc. 1, LCQ) hábiles judiciales (art. 273, inc. 2, LCQ). No obstante ello,
también se ha dado otra lectura a este vacío, debiendo aplicarse las normas procesales locales (art.
278, LCQ) que determinan los plazos para dictar resolución según se trate de un auto, sentencia, en
un proceso principal o en incidentes.
La resolución tendrá carácter procesal de "auto" y conferirá o no la autorización. En
ambos casos deberá estar fundada. Para tomar esta decisión deberá ponderar la continuación
de las actividades del concursado y la protección de los intereses de los acreedores. No
obstante ello, también podrá valorar otras circunstancias tales como: debida protección del
crédito, integridad del patrimonio del deudor y de su empresa, el estado del concurso y el
interés general (art. 159, LCQ). La duda se genera cuando dichas pautas arrojan resultados
contradictorios, pues muchas veces la continuación de las actividades del concursado puede
contrariar los intereses de los acreedores. Por ello, el juez deberá valorar la situación integral y
resolver la cuestión priorizando los valores según el caso concreto.
Si bien la resolución no sería apelable (art. 273, inc. 3, LCQ), la jurisprudencia ha
flexibilizado la regla, otorgando el recurso de apelación frente a la denegatoria de la autorización.
De todas formas, la no autorización del acto no causa estado, pudiendo solicitar la autorización
nuevamente el concursado.
Los actos que no han cumplido con dicha autorización son ineficaces (art. 17, párr. 1º,
LCQ).

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