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LOS SUJETOS DEL PROCESO PENAL

En el proceso penal intervienen sujetos esenciales (imputado, Ministerio Público [o querellante


exclusivo en los delitos de acción privada] y Tribunal), eventuales (actor civil, demandado civil
y querellante particular) y particulares autorizados (víctimas, parientes cercanos del privado de
la libertad) u obligados a participar (testigos, peritos, etc).

I. EL IMPUTADO

1) Concepto
El imputado es la persona indicada como partícipe de un hecho delictuoso en cualquier acto de
la persecución penal dirigida en su contra y desde el primer momento de ella (Cafferata, DPP,
71).
Otras denominaciones de este sujeto procesal se muestran insuficientes. Así, no puede
denominárselo procesado, pues este es quien está sometido a un proceso en virtud de un auto
de procesamiento, vale decir, una declaración jurisdiccional de presunta culpabilidad (CPP de
la Nación, art. 306). Tampoco acusado, pues este es el sujeto contra el cual se ha formulado
una acusación, pública (requisitoria, CPPCba., art. 355; Nación, 347) o privada (querella,
CPPCba., 424; Nación, 415).

2) Garantías constitucionales que lo protegen


El imputado tiene los siguientes derechos: juicio previo, inocencia, defensa, prohibición de la
persecución penal múltiple (ne bis in idem), juez natural, independencia e imparcialidad del
tribunal.

A) Juicio previo
Toda persona tiene derecho a que sólo se le imponga una pena luego de un proceso tramitado
por órganos predispuestos de acuerdo a las formas y en los tiempos previstos por la ley. Se
trata de la garantía nulla poena sine iudicio la cual se encuentra prevista en el art. 18 de la
Constitución Nacional: «Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso...», repetido por el art. 39 de la Constitución
provincial: «Nadie puede ser penado sino en virtud de un proceso tramitado con arreglo a esta
Constitución...» y por los arts. 1os de los Códigos Procesales Penales.
Históricamente, se ha entendido el juicio previo en tres sentidos diferentes:

a) Como el poder de promover el juicio indispensable para actuar concretamente la ley


sustantiva, esto es, el poder de excitar la jurisdicción penal competente para emitir ese juicio.
En la actualidad, el art. 120 de la Constitución Nacional prevé expresamente tal función: «El
Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía
financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad
y de los intereses generales de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la
República». Cierto es que las legislaciones provinciales todavía no han adecuado, en su
mayoría, la normativa a la Constitución Nacional en virtud del principio de subordinación,
manteniendo la promiscuidad institucional que significa la pertenencia del órgano
persecutorio al Poder Judicial y, por ende, el germen del sistema inquisitivo, vale decir, la
confusión entre persecución y decisión (véase ley provincial 7826, art. 1º).
b) Desde un punto de vista subjetivo, el juicio previo que impone la Constitución o proceso
penal es una entidad jurídica prefijada o un tipo legal abstractamente definido por el derecho
procesal, el cual establece las formas y los términos de los actos que la integran y el orden
(procedimiento) que debe observarse al cumplirlos.
Como sucesión de actos que están disciplinados individual y colectivamente por el derecho, en
consecuencia, el proceso penal se interpone necesariamente entre el delito inicialmente
presunto, y la pena (o medida de seguridad) amenazada para quien resulte culpable como
partícipe del mismo, siendo así el único medio de descubrir la verdad y de actuar
efectivamente la ley penal.
«En otros términos, la Constitución hace del proceso penal un instrumento esencial de la
justicia represiva, el que sólo tiene eficacia jurídica cuando se observan concretamente las
formalidades prescritas por el derecho que le da vida» (Vélez Mariconde3, II, 25). Así como el
principio de legalidad es el criterio político criminal fundamental del Derecho penal sustantivo,
el principio de formalidad es el criterio político criminal del Derecho penal procesal.
Hoy en día se reconoce que juicio previo (CN, art. 18) es igual a acusación (CN, art. 120),
defensa (CN, art. 18), prueba (CN, art. 18) , sentencia (CN, art. 18) y recurso (CADDHH, art. 8,
inc. 2º, ap. h; PIDDCP, art. 14, inc. 5º).
c) Desde un punto de vista ideológico, el juicio constituye una operación intelectual que en
definitiva realiza el juzgador cuando relaciona las ideas de delito y penalidad, con aplicación a
un hecho dado y a un determinado individuo, para llegar a afirmar o a negar, como
proposición resultante de un cálculo racional, la culpabilidad del individuo y la necesidad del
castigo, es decir cuando aplica la ley al caso particular, cuando emite un juicio lógico concreto
que pone término al proceso. En este sentido, juicio previo equivale a sentencia previa.

B) Inocencia
Debido a ciertas equivocaciones doctrinarias, hoy se pueden advertir dos principios vinculados
al ítem tratado. Por un lado, el principio de inocencia, de carácter estático, más vinculado al
Derecho penal sustantivo, y cuyo origen se remonta a las legislaciones procesales penales
italianas (especialmente de 1930) por la cual nadie puede ser considerado culpable mientras
una sentencia firme así no lo declare (Constitución Provincial, art. 39, CPPCba., art. 1º). Por
otro lado, un principio de carácter dinámico, estrechamente relacionado a la actividad procesal
y de neta raigambre liberal, por el cual toda persona se presume inocente hasta que se
demuestre lo contrario (CADDHH, art. 8, inc. 2º; PIDDCP, art. 14, inc. 2º).
Toda persona es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad (principio de inocencia).
Toda persona durante la sustanciación del proceso debe ser considerada inocente hasta que
una sentencia definitiva establezca que es culpable (principio de presunción de inocencia). En
tanto el primero hace mención a una relación lógico-normativa, por la cual hasta que no se
den los presupuestos para afirmar la culpabilidad la persona es no culpable o, lo que es lo
mismo, inocente, el segundo alude fundamentalmente a la forma en que el individuo debe ser
tratado, especialmente por los órganos jurisdiccionales, durante el devenir procesal. El
primero es un estado jurídico del imputado; el segundo es una ficción legal mediante la cual se
pretende evitar todo prejuicio que adelante de algún modo consecuencias vinculadas a la
sanción penal (pena o medida de seguridad).
Del segundo se derivan corolarios que producen efectos en el ámbito probatorio y en el
coercitivo:
a) En el campo de la prueba, esto significa que el imputado no tiene ninguna carga probatoria
de su inocencia; es al Estado a quien le corresponde, mediante la actividad de su órgano
persecutorio (CN, art. 120) destruir la inocencia normativa que el individuo tiene. Por otro,
importa que si el Tribunal no llega a la certeza acerca de la existencia de los extremos objetivos
y subjetivos de la imputación delictiva, no puede condenar al individuo (in dubio pro reo).
b) En el aspecto coercitivo, limita la actividad del legislador procesal, permitiendo sólo
excepcionalísimamente medidas de coerción personal del imputado al solo efecto de
garantizar los fines del proceso: acreditación de la hipótesis delictiva y aplicación de la ley
penal sustantiva (carácter netamente cautelar). En cuanto a los órganos jurísdiccionales, les
exige que interpreten restrictivamente las normas que prevén medidas de coerción personal
(CPPCba., art. 3º; Nación, art. 2º) y que sólo se apliquen cuando se den los requisitos legales,
los presupuestos probatorios (fumus bonis iuris) y no exista otro modo de asegurar la
presencia del imputado (periculum in mora).

C) Defensa
El derecho de defensa está previsto en la Constitución Nacional (art. 18), en los Tratados
Internacionales con Jerarquía Constitucional (CADDHH, art. 8; PIDDCP, art. 14) y en la
Constitución Provincial (art. 39).
La defensa es el derecho subjetivo individual, y cuando no es utilizado por el imputado como
exigencia limitativa de la potestad represiva del Estado, de acreditar la inocencia o cualquier
circunstancia capaz de excluir o atenuar su responsabilidad.
Es una actividad esencial del proceso penal, integrando el triángulo formal de la justicia
represiva, en cuanto nadie puede ser condenado sin ser oído y defendido.
La defensa del imputado tiene dos aspectos diferenciables: la defensa material y la defensa
técnica:

a) La defensa material se realiza mediante manifestaciones que el imputado puede hacer en el


proceso, declarando cuantas veces quiera (tanto en la instrucción como en el juicio) siempre
que sus declaraciones sean pertinentes. Pero también puede abstenerse de declarar, de modo
que, en ese caso, la defensa se efectúa por simple silencio.

b) La defensa técnica, generalmente ejercida por un abogado y excepcionalmente concedida al


propio imputado, se ejerce mediante instancias, argumentaciones, alegatos u observaciones
que se basan en normas de derecho sustantivo o procesal.
Exige, lógicamente, conocimientos jurídicos de que el imputado, en la mayoría de los casos,
carece; sin ellos, él no se podría defender eficazmente, y la defensa, por ende, no respondería
a los fines de su institución.
Como antes dijimos, normalmente la defensa es ejercida por el defensor técnico. El defensor
es al abogado que asiste y representa al imputado durante la sustanciación del proceso,
protegiéndolo e integrando su personalidad jurídica mediante el ejercicio de poderes
independientes de su voluntad, en virtud del interés individual y exigencia del interés público.
En los Tratados Internacionales con Jerarquía Constitucional, en lo que se refiere a la técnica,
se especifica el derecho de defensa. Así se distingue entre defensor de confianza, autodefensa
y defensor oficial.

aa) Defensor de confianza: El imputado tiene derecho a ser asistido por un defensor de su
elección (CADDHH, art. 8, inc. 2º, d; PIDDCP, art. 14, inc. 3º, ap. d).

bb) Autodefensa: Todo inculpado tiene derecho a defenderse personalmente (CADDHH, art. 8,
inc. 2º, ap. d; PIDDCP, art. 14, inc. 3º, ap. d).

cc) Defensor oficial: Todo imputado tiene derecho irrenunciable (?) a ser asistido por un
defensor proporcionado por el Estado si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni
nombrare un defensor dentro del plazo establecido por la ley.

D) Prohibición de la persecución penal múltiple (ne bis in idem)


De acuerdo al PIDDCP (art. 14, inc. 7) nadie puede ser juzgado ni sancionado por un delito por
el cual haya sido condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el
procedimiento penal de cada país.
La Constitución provincial amplía la garantía al establecer que nadie puede ser perseguido
penalmente más de una vez por el mismo hecho (art. 39). Del mismo modo dispone el art. 1º
de los Códigos Procesales Penales (CPP Cba. y Nación).
Se lo define diciéndose que «...ninguna persona puede ser perseguida penalmente (y por
cierto, tampoco juzgada) más de una vez en forma sucesiva, ni tener contemporáneamente
pendiente más de una persecución penal con relación al mismo hecho delictivo..» (Cafferata
Nores, DPP, 43).
Para que el principio ne bis in idem sea aplicable, será necesario que la segunda (o posterior)
persecución penal se refiera al mismo hecho que fue objeto de la primera. El concepto de
identidad de hecho implica, a estos efectos, la existencia de una triple identidad: identidad de
la persona (eadem personam), identidad de objeto (eadem re) e identidad de causa de
persecución (eadem causa petendi).

a) eadem personam: La garantía sólo puede invocarla la misma persona física que ya fuera
objeto de una primera persecución, cuando se pretenda perseguirla por el mismo hecho.
Quien no sufrió la primera persecución no podrá invocar el principio a su favor.

b) eadem re: Se refiere a la identidad de contenido fáctico de la primera persecución penal con
el de la nueva (sucesiva o simultánea); o sea, la identidad sustancial de la acción u omisión
humanas hipotéticas atribuidas desde una perspectiva “naturalística”, y no por su diferente
repercusión jurídico-penal. Si esa identidad fáctica esencial existe, rige el principio aun cuando
en la posterior persecución se afirmen nuevas circunstancias o un modo diferente de
participación, o se pretenda una calificación legal distinta.

c) eadem causa petendi: Es sinónimo de identidad de persecución ejercitada. En lo penal,


fundamentalmente, requiere que las pretensiones penales ejercitadas sucesiva o
simultáneamente sean idénticas en sus alcances jurídico-procesales, es decir, iguales en su
capacidad de provocar una consideración del mismo hecho, que les da fundamento a ambas,
bajo todos sus posibles encuadramientos penales por parte de los tribunales que deben
intervenir en ambos casos. Últimamente se entiende que el recurso del acusador contra la
sentencia de un tribunal buscando agravarla implica una violación al principio ne bis in idem.

E) Juez natural
De acuerdo a la Constitución Nacional ningún habitante de la Nación puede ser juzgado por
comisiones especiales o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa
(CN, art. 18). La Constitución provincial prevé que nadie puede ser juzgado por otros jueces
que los instituidos por la ley antes del hecho de la causa y designados de acuerdo con esta
Constitución (art. 39).
De este principio resulta, en primer término, que la organización judicial debe ser regulada por
la ley (en sentido formal); es decir que ni el Poder Ejecutivo ni el persecutorio pueden crear
tribunales o dictar normas de competencia.
Con una formulación negativa –se observa en segundo lugar– la Constitución Nacional prohíbe
la intervención de los jueces o comisiones especiales designados ex post facto para investigar
un hecho o juzgar a una persona determinada; de modo que, con una formulación positiva,
exige que la función jurisdiccional sea ejercida por los magistrados instituidos previamente por
la ley para juzgar una clase de asuntos o una categoría de personas.
En realidad, no queda vedada la actuación de un juez especial que haya sido instituido en esa
forma por la ley orgánica de los tribunales, sino de la de un juez extraordinario que sea
encargado o tenga la misión de juzgar un caso determinado.
Por lo demás, la garantía no exige –si bien se mira– que el magistrado judicial sea nombrado
con anterioridad al hecho. Puede ocurrir (y acontece con frecuencia) que la designación del
juez se efectúe después de producido el hecho. Esto es legítimo, con tal de que se observen las
normas legales que instituyen y organizan la magistratura.

F) Independencia e imparcialidad del tribunal


De acuerdo a la Constitución Nacional (art. 114, inc. 6º), la CADDHH (art. 8, inc. 1º), el PIDDCP
(art. 14, inc. 1º) y el DUDDHH (art. 10), toda persona tiene derecho a que frente a una
acusación formulada en contra de ella, el juez o tribunal que vaya a resolver sea independiente
e imparcial.
«La imparcialidad es la condición de “tercero desinteresado” (independiente: neutral) del
juzgador, es decir, la de no ser parte, ni tener prejuicios a favor o en contra, ni estar
involucrado con los intereses del acusador ni del acusado, ni comprometido con sus
posiciones, ni vinculado personalmente con estos; y la actitud de mantener durante todo el
proceso la misma distancia de la hipótesis acusatoria que de la hipótesis defensiva (sin
colaborar con ninguna) hasta el momento de elaborar la sentencia. No es casual que el
triángulo con que se grafica esta situación siempre sea equilátero; tampoco que la justicia se
simbolice con una balanza, cuyos dos platillos están equilibrados y a la misma distancia del fiel.
«Ello le obliga a asegurar la igualdad de posibilidades entre acusación y defensa para que cada
una pueda procurar –mediante afirmaciones y negaciones, ofrecimiento y control de pruebas
de cargo y de descargo, y alegaciones sobre la eficacia conviccional de todas ellas–
desequilibrar los platillos de la balanza a favor de los intereses que cada una representa o
encarna (verdadero “control de calidad” de la decisión final).
Por cierto que la imparcialidad así entendida supone la independencia del tribunal respecto de
cualquier tipo de poder o presión político o social, que impida o esterilice cualquier influencia
que intente desequilibrar “desde afuera” alguno de aquellos platillos. Debe tener plena
libertad para decidir el caso, estando sometido sólo a la ley y a su conciencia (el adverbio
“sólo” es la clave de la interpretación concreta de la independencia» (Cafferata Nores, DPP,
41).

G) Posible extensión de estas garantías a otros sujetos procesales. El problema según se trate
de personas individuales u órganos estatales.
Un problema que ha preocupado a la doctrina es si las garantías antes mencionadas son
extensibles a otros sujetos del proceso. En primer lugar, se descarta que puedan ser utilizadas
por los órganos estatales en virtud de que obedecen al Derecho penal liberal en que
justamente estas garantías son puestas al servicio del individuo frente al Estado. En cuanto a
su aplicación a otros sujetos del proceso, en lo que respecta al querellante el mismo coadyuva
a la actividad del Ministerio Público; por ende, su participación es accesoria de los poderes de
aquel. En lo que hace a las partes civiles, se aplican los principios propios del Derecho privado:
el poder dispositivo de las partes.

3) Medidas de coerción personal


La coerción procesal es toda restricción al ejercicio de derechos personales o patrimoniales del
imputado o de terceras personas impuesta durante el curso de un proceso penal y tendiente a
garantizar los fines persecutorios: la acreditación de la hipótesis delictiva y la actuación de la
ley penal sustantiva en el caso concreto.
Tradicionalmente se distingue en el seno de las medidas de coerción a las personales y a
las reales. Las primeras son limitaciones a la libertad ambulatoria de la persona; las segundas
importan una restricción a la libre disposición de una parte del patrimonio.

A) El problema constitucional
Ya dijimos con anterioridad que la presunción de inocencia limita la potestad legislativa a lo
estrictamente necesario en este ámbito para asegurar la acreditación de la hipótesis delictiva y
la actuación en concreto de la ley penal sustantiva. En el plano judicial, impide toda
interpretación extensiva o analógica de las medidas de coerción personal.

B) Medidas de coerción personal en particular


Las medidas de coerción personal en particular que existen en los Códigos Procesales Penales
son: citación, arresto, aprehensión, detención, incomunicación y prisión preventiva.
a) La citación es la orden dirigida al imputado para que comparezca ante el órgano judicial
competente, en la oportunidad y lugar prefijados, bajo apercibimiento de ser detenido y
obligado por la fuerza a comparecer (Cba., art. 271; Nación, art. 282).

b) El arresto es una breve privación de la libertad, subsidiaria de la orden de no dispersión,


impuesta con fines de investigación a varias personas que han intervenido en un hecho, cuando
en el primer momento de la investigación no fuere posible individualizar a los responsables y a
los testigos.

c) La aprehensión es el acto de privar de libertad a una persona sospechada de criminalidad,


por autoridad policial (pública) o por particulares (privada), a fin de ponerla inmediatamente a
disposición de la autoridad judicial competente (Cba., arts. 275 a 279; Nación, arts. 284 a 287).

d) La detención es el estado relativamente breve de privación de la libertad que un órgano


judicial competente impone a quien sospecha partícipe de un delito reprimido con pena
privativa de la libertad, cuando no estima que pueda corresponder una condena de ejecución
condicional, a fin de asegurar su comparendo inmediato y evitarle toda acción capaz de
impedir o poner obstáculos a la actuación de la ley penal sustantiva (Cba., art. 272; Nación,
283).

e) La incomunicación es la privación de libertad, limitada en el tiempo por disposición


constitucional, de una persona impidiendo, a su vez, todo contacto, por el medio que sea, con
otras personas (Cba., art. 273; Nación, art. 205).

f) La prisión preventiva es el estado de privación de la libertad que un órgano judicial (Juez de


Instrucción o Fiscal de Instrucción) impone al imputado durante la sustanciación del proceso,
cuando se le atribuye un delito reprimido con pena privativa de la libertad, a fin de asegurar la
actuación efectiva de la ley penal (Cba., 281 y 282; Nación, 312).

g) Existen otras restricciones menores a la libertad: la de prestar caución, fijar y mantener


domicilio, permanecer a disposición del órgano judicial y concurrir a todas las citaciones que se
le formulen, abstenerse de realizar cualquier acto que pueda obstaculizar el descubrimiento de
la verdad y la actuación de la ley. Asimismo, puede imponérsele la obligación de no ausentarse
de la ciudad o población en que reside, no concurrir a determinados sitios, presentarse a la
autoridad los días que fije, o de someterse al cuidado o vigilancia de la persona o institución
que se designe, quien informará periódicamente a la autoridad judicial competente (Cba., art.
268).

C) La libertad durante el proceso penal


La persona sometida a un proceso penal puede mantener su libertad durante la sustanciación
de aquel o puede recuperar la libertad cuando la misma haya sido limitada para asegurar
aquel.
El mantenimiento de la libertad es el estado de libertad, sometido a especiales vínculos a los
cuales se encuentra sometido el imputado, cuando se evita la prisión preventiva (Cba., 270).
En el Código Procesal Penal de la Nación se la denomina eximición o exención de
prisión (Nación, 316).
La recuperación de la libertad también es el estado de libertad en que se halla el imputado,
sometido a determinados vínculos, pero, a diferencia de aquella, se produce cuando se hace
cesar el arresto, la detención (recuperación sensu stricto, Cba., art. 280) o la prisión preventiva
(cesación, Cba, art. 283). En el Código Procesal Penal de la Nación se la
denomina excarcelación (Nación, arts. 317 y 318).

D) Cauciones
Para mantener (eximición) o recuperar (excarcelación) la libertad, muchas veces el órgano
judicial competente establece cauciones (Cba., 288; Nación, art. 320), vale decir, garantías de
que el individuo cumplirá con las obligaciones que se le impongan. Las cauciones pueden ser
reales, personales o juratorias.

a) Caución real: es la que se constituye depositando dinero, fondos públicos o valores


cotizables, o gravando con hipoteca bienes inmuebles (Cba., 292; Nación, art. 324).

b) Caución personal: consiste en la obligación que asume el imputado junto con fiadores
solidarios, de pagar la suma que el Juez fije en caso de que no comparezca a la citación judicial,
durante el proceso, o se sustraiga a la pena privativa de la libertad que se le impusiere (Cba.,
art. 290; Nación, art. 322).

c) Caución juratoria: consiste en una promesa jurada que hace el imputado de que cumplirá las
obligaciones que se le impongan (Nación, art. 321).

4) Rebeldía. Declaración. Efectos


El imputado se encontrará en estado de rebeldía cuando sin grave y legítimo impedimento no
compareciere a la citación judicial, no cumpliere con las exigencias de la prisión domiciliaria, se
fugare del establecimiento o lugar en que estuviere detenido o se ausentare del lugar
designado para su residencia, sin licencia del Tribunal o del Fiscal de Instrucción (Cba., art. 86;
Nación, art. 288).
En los casos que proceda, el Tribunal o el Fiscal de Instrucción, según corresponda, declara la
rebeldía, por resolución motivada, y expide la orden de detención si antes no se hubiere
dictado (Cba., 87; Nación, 289).
La declaración de rebeldía produce efectos en relación al proceso y sobre la prisión preventiva
y las costas. En cuanto al primero, la declaración no suspende el curso de la investigación. Si
fuera declarada durante el juicio, este se suspende con respecto al rebelde y continúa para los
demás imputados presentes.
Declarada la rebeldía, se reservan las actuaciones y los efectos, instrumentos o piezas de
convicción que fuera indispensable conservar. Cuando el rebelde comparezca, la causa
continúa según su estado (Cba., 88; Nación, 290).
En relación a los segundos, la declaración de rebeldía implica la revocatoria del cese de prisión
preventiva y obliga al imputado al pago de las costas causadas por la contumacia (Cba., 89;
Nación, art. 291).

5) El defensor. Clases. Facultades. Deberes. Número. Nombramiento. Defensor Común.


Mandatario
Ver CPP Cba., arts. 118 a 127; CPP Nación, arts. 104 a 113.

Lecturas complementarias: Balcarce, Fabián, La defensa en juicio del imputado según los
tratados internacionales con jerarquía constitucional en Revista de la Facultad de Derecho,
1997, vol. 2º; La duración razonable del proceso en “Cuaderno del Departamento de Derecho
Procesal y Práctica Profesional”, Nueva Serie Nº 1, Advocatus, Córdoba, 1996; Presunción de
inocencia. Crítica a la posición vigente, Lerner, Córdoba, 1996; Cafferata Nores, José, Derecho
Procesal Penal, Congreso de la Nación, 1998; Introducción al Derecho Procesal Penal, Lerner,
Córdoba, 1994; Casal, Eduardo, Los Tratados de Derechos Humanos y su incidencia en el
Derecho Procesal Penal en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, Año II, Nº 3, Ad-Hoc,
Buenos Aires, 1998; Clariá Olmedo, Jorge, Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediar, Buenos
Aires, 1960; Maier, Julio, Derecho Procesal Penal Argentino, Hammurabi, 1989; Vélez
Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal, 3ª Edición, Lerner, Córdoba, 1986; Vivas,
Gustavo, Manual de Derecho Procesal Penal, Alveroni, Córdoba, 1999

II. EL MINISTERIO PÚBLICO

1) Concepto
Así como en la acción civil al sujeto que demanda se lo denomina actor civil, a quien ejerce la
acción penal se lo denomina actor penal. El actor penal es el sujeto esencial del proceso penal
quien promueve y ejerce la acción penal, sea en los delitos de acción pública, sea en los delitos
de acción privada.
El Ministerio Público es una especie de actor penal. Se trata delactor penal público, sujeto
esencial del proceso penal que, como órgano extrapoder y en defensa de los intereses
generales de la sociedad, promueve y ejerce la acción en todos los delitos de acción de ejercicio
público (promovible de oficio o a instancia de parte).

2) Evolución histórica

A) Antecedentes
El Ministerio público surgió “de las cenizas de la Edad Media”, como un órgano del monarca:
primero defendió sus intereses económicos y después procuró la represión de los
delincuentes, ocupando el lugar del acusador privado.
Al comienzo, como enseña Hélie, el Rey designó procuradorespara que defendieran en los
juicios sus intereses o trataran de asegurar la recaudación de las multas que se imponían a los
delincuentes, pues una parte de ellas ingresaba a su patrimonio; y esos procuradores, que
empezaron por ser transitorios, se convirtieron más tarde en funcionarios permanentes.
Mucho tiempo después, cuando el Rey asumió la soberanía y la representación del Estado, de
suerte que debía asegurar la represión de los crímenes que atentaban contra la organización
jurídica de la sociedad (excepto los delitos en que el derecho de acusar siguió perteneciendo al
ofendido), sus procuradores “fueron llevados insensiblemente a asumir, con la defensa de los
intereses privados de aquel, la defensa de los intereses generales del Estado; confundieron en
sus atribuciones objetos que emanaban del mismo principio; salvaguardaban los derechos del
Rey al asegurar la represión de los crímenes; obraban en su interés al obrar en interés
general”.
En los países monárquicos o imperiales, el M. Público siguió siendo un representante del Rey o
Emperador, pero defendiendo ya un interés público de justicia; y cuando se implantó la
República, triunfando el principio de soberanía nacional, se transformó en un representante
del Poder Ejecutivo.
La necesidad del Ministerio Público, en cualquiera de estos regímenes políticos, debió
advertirse casi unánimemente cuando se consolidó el principio ne procedat iudex ex officio y
prevaleció el concepto de que la acción penal es pública. El primero exige, para asegurar el
derecho de defensa, la intervención de un acusador independiente del juzgador, es decir,
excluye en absoluto la posibilidad de que, como ocurrió en el proceso inquisitivo, una misma
persona asuma las funciones de ambos; y la naturaleza pública de la acción penal, impuesta
por el concepto de que el delito atenta contra el orden jurídico-social, significó la proscripción
del sistema de acción privada, salvo casos excepcionales, determinando la injerencia del
Estado mediante el Ministerio Público.

B) Evolución en la Argentina y en el Derecho Comparado


Hasta mediados de la década del 80, ofrecía ejemplos de dos soluciones opuestas:

a) En el orden nacional, donde perturbaba la dualidad de funciones que se le acordaban (de


hacienda y de justicia, lo que se conforma a su origen) el M. Público estaba colocado en una
situación ambigua, si así puede calificarse el hecho de que imperen dos criterios: el Procurador
General de la Nación y los Fiscales de Cámara (lo mismo que los jueces) eran nombrados por el
Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado y gozaban de inamovilidad siempre que durara su
buena conducta, mientras que los procuradores o Agentes Fiscales, designados sin aquel
requisito, eran verdaderos representantes de dicho Poder, el cual los nombraba y removía por
simple decreto. Pero todos los miembros del M. Público estaban bajo la superintendencia de la
Corte Suprema Nacional, de modo que esa confluencia de poderes justifica los conflictos
suscitados con relación a los Agentes Fiscales.

b) En Córdoba, los miembros del M. Público que ejercían funciones de justicia (Fiscal de
Tribunal Superior, Fiscales de Cámara y Agentes Fiscales) formaban parte del Poder Judicial:
eran nombrados por el Senado de una terna propuesta por el Poder Ejecutivo, gozaban de
inamovilidad mientras durara su buena conducta y sólo podían ser removidos por el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados.

c) A partir de 1986 se produjo una paulatina modificación de las Constituciones Provinciales,


en donde primó la idea según la cual el Ministerio Público pertenecía al Poder Judicial.
La teoría del mal menor elaborada por Vélez Mariconde, según la cual existiendo tres poderes
en el Estado republicano, el lugar más adecuado para el Ministerio Público es el Poder Judicial,
fue ganando terreno hasta imponerse.
Sin embargo, con la Reforma de la Constitución Nacional de 1994, el problema adquirió una
nueva tonalidad al bosquejarse al organismo en dicha Carta Magna como un cuarto Poder del
Estado, independiente tanto del Poder Ejecutivo como del Poder Judicial (también del
Legislativo).
En virtud del principio de subordinación (CN, art. 5) las provincias deben adecuarse al sistema
republicano existente en la Nación. Sin embargo, hasta la fecha muchas de las provincias
argentinas, entre ellas Córdoba, mantienen al Ministerio Público como parte del Poder Judicial,
violentando lo establecido por la Ley Nacional Fundamental.

d) La legislación francesa, por su parte, ha seguido fielmente la tradición y ha servido de


ejemplo a muchas otras. Según ella, el M. Público representa al Poder Ejecutivo ante la
autoridad judicial; sus miembros son amovibles y están bajo la autoridad directa del
Guardasellos, el cual está armado, a su respecto, de un derecho de superintendencia y de un
poder de disciplina, a los cuales su amovilidad da la más enérgica de todas las sanciones. El
Guardasellos, ciertamente, tiene el derecho de dar instrucciones a los miembros del M.
Público, a fin de que estos ejerzan o se abstengan de ejercer la acción publica, y, en caso de
resistencia, provocar su cambio de residencia o cesantía; pero aquí se detienen sus poderes
(cuando se sigue pensando en los funcionarios, esto parece una ironía. El derecho de acción
pública no le pertenece).
De esto se deriva, entre otras, una fórmula muy ingeniosa tendente a explicar por qué se
detienen allí los poderes del Ministro: “Los miembros del M. Público –dice Garraud– están
obligados a dirigir a los tribunales los requerimientos que el Ministro les ha ordenado formular
o dimitir de sus funciones; pero tienen el derecho de concluir en la audiencia según su opinión
personal, aun por el rechazo de sus requerimientos; pues las conclusiones, que no son más
que la opinión del magistrado que las da, deben quedar libres para ser concienzudas. El M.
Público –continúa enfáticamente y con orgullo– tiene el honor de afirmar, hoy como antes,
que si la plume est serve, la parole est livre".
Ante la evidente necesidad de que el M. Público se inspire solamente en la ley y en la verdad,
con esta fórmula se procura una parcial o relativa independencia funcional de sus miembros;
pero el subterfugio implica una confesión de que, estando encargado de una función de
justicia, este organismo no puede depender del Poder Ejecutivo cuando emite sus
conclusiones finales acerca del fundamento de la pretensión represiva. Además, la doctrina es
de una dudosa eficacia real, pues no puede gozar de verdadera independencia un funcionario
respecto de otro que lo nombra, que le da órdenes e instrucciones y que tiene la facultad de
trasladarlo o dejarlo cesante. La solución no puede depender de un principio que contradice la
verdadera situación del M. Público, y cuya eficacia depende, en último término, de la buena
voluntad del representado; la solución debe ser buscada franca y derechamente.
e) Actualmente, en la legislación italiana, el M. Público ejerce, bajo la vigilancia del Ministerio
de Gracia y Justicia, las funciones que la ley le atribuye como órgano propulsor y colaborador
de la justicia, de modo que los magistrados que lo integran pertenecen al Orden Judicial y
gozan de independencia funcional. Están sometidos al Ministro a fin de que cumplan
escrupulosa y eficazmente sus funciones, pero gozan de inamovilidad. En teoría, los poderes
del Ministro se reducen actualmente a la vigilancia sobre la marcha regular de los asuntos y a
la disciplina, excluida toda injerencia o directiva de mérito en los asuntos singulares (Manzini).
En la práctica, según nuestro ilustre testigo, esa dependencia se traduce en una verdadera
dirección, tanto que la acción penal no es promovida siempre que aparece cometido un delito,
de acuerdo con el principio de legalidad, sino que impera el criterio político o de oportunidad.
Este divorcio entre la teoría y la práctica demuestra una deficiencia legal, es decir que si la
legislador quiere asegurar la independencia del M. Público como órgano que esté sometido
exclusivamente a la ley (principio de legalidad), y establece la inamovilidad de sus miembros,
no puede imponer, al mismo tiempo, un vínculo de dependencia con el Poder (Ejecutivo) que
muchas veces actúa naturalmente, con criterio político o discrecional.

3) Ubicación institucional

Como antes hemos afirmado, le cupo a Alfredo Vélez Mariconde elaborar la doctrina por la
cual el Ministerio Público pertenecía al Poder Judicial. Se pretendía de esta forma que el
Ministerio Público no se viera atrapado por los criterios políticos del Poder Ejecutivo o, en su
caso, del Poder Legislativo. Cierto es que en esos tiempos la división tripartita de poderes
impedía dar otra solución que no fuera introducir el organismo en alguno de los tres
departamentos del sistema republicano vigente por aquellos tiempos, so riesgo de violentar el
régimen constitucional.
La respuesta dada al problema por Vélez era plausible dentro del ordenamiento jurídico con el
cual tenía que dogmatizar el autor.
Sin embargo, en la actualidad la Constitución Nacional reformada en 1994, en su art. 120,
establece: “El Ministerio Público es un órgano independiente, con autonomía funcional y
autarquía financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de
la legalidad de los intereses generales de la sociedad, en coordinación con las demás
autoridades de la República”.
Hasta la fecha, las provincias que preveían el M. Público como parte del Poder Judicial no han
reformado sus Constituciones en virtud del principio de subordinación (CN, art. 5º), entre ellas
Córdoba (arts. 171 a 173, Ley provincial Nº 7826, art. 1º), fundada tal actitud principalmente
en argumentos culturales y políticos como el de considerar que la mejor ubicación del M.
Público se encuentra en el Poder Judicial. También se han esgrimido argumentos legales
basados en un mal entendido federalismo, de acuerdo a los cuales las provincias tendrían
como potestad reservada (no delegada a la Nación, CN, arts. 75, inc. 12, 121 y 122) la de
colocar el M. Público en el Departamento del Poder que considere conveniente. En la Nación
ya se ha reglamentado el artículo aludido de la Constitución Nacional, previendo al Ministerio
Público como órgano extrapoder.
4) Organización. Principios y funciones

A) El Ministerio Público, en nuestra provincia, se encuentra, en lo que a materia penal se


refiere, organizado de la siguiente manera: por un Fiscal General, dos Fiscales Adjuntos,
Fiscales de Cámara (en lo Criminal y de Acusación), en lo Correccional y de Instrucción (Ley
7826, art. 5º).
El Fiscal General actúa en los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de Justicia
(CPP, art. 72).
Además de las funciones acordadas por la ley, el Fiscal de Cámara en lo Criminal actúa durante
el juicio ante el Tribunal respectivo. Puede llamar al Fiscal de Instrucción que haya intervenido
en la investigación penal preparatoria, por intermedio del Tribunal, en los siguientes casos: 1º)
Cuando se trata de un asunto complejo, para que le suministre información o coadyuve con él,
incluso durante el debate; 2º) Si estuviera en desacuerdo fundamental con el requerimiento
fiscal o le fuere imposible actuar, para que mantenga oralmente la acusación. Iguales
atribuciones tienen los Fiscales en lo Correccional (CPP, art. 73).
El Fiscal de la Cámara de Acusación, además de las funciones acordadas por la ley, actúa en los
recursos deducidos ante ella en la forma prevista por el CPP (CPP, art. 74).
El Fiscal de Instrucción dirige la investigación fiscal, practicando y haciendo practicar los actos
inherentes a ella y actúa ante el Juez de Instrucción (investigación jurisdiccional) cuando
corresponda (CPP, art. 75).

B) El Ministerio Público está regido por los siguientes principios (Cprov., art. 171):

a) Legalidad: La actividad que realiza el M. Público no es discrecional, sino que se encuentra


vinculada en todo su desarrollo a los designios del legislador.

b) Imparcialidad: El Ministerio Público debe actuar con un criterio objetivo de justicia, sin
adherir a criterios de utilidad o conveniencia política.

c) Unidad de actuación: El Ministerio Público es único y es representado por cada uno de sus
integrantes en los actos y procesos en que actúen (Ley 7826, art. 2).

d) Dependencia jerárquica: El Ministerio Público se organiza jerárquicamente. Cada fiscal


controla el desempeño de quienes lo asisten y es responsable por la gestión que ellos tienen a
su cargo, pudiendo impartir instrucciones a los fiscales inferiores. Los funcionarios que asisten
a un superior jerárquico y los órganos inferiores, deben obediencia a sus instrucciones (CPP,
art. 4).

e) Funciones: el M. Público tiene como funciones genéricas, las siguientes: a. Promueve y


ejerce la acción penal; b. dirige la Policía Judicial; c. practica la investigación fiscal preparatoria.

5) El ejercicio de la acción penal pública


A) Noción de acción penal
Las acciones penales –dice Núñez– son las modalidades del derecho-deber del Estado de
aplicarle la pena establecida por la ley al partícipe de un hecho penalmente antijurídico y
culpable.
El art. 71 del Código Penal establece que deben iniciarse de oficio, todas las acciones penales,
con excepción de las siguientes: 1º. las que dependieran de instancia privada; 2º. las acciones
privadas. Se trata de una clasificación sustancial.
Se dividen las acciones penales, por su disposición, en públicas y privadas; y las públicas, por su
promoción, se subdividen en promovibles de oficio y promovibles a instancia privada. Desde
luego, la regla general está constituida por las acciones públicas promovibles de oficio. Los
arts. 72 y 73 del Código Penal enumeran taxativamente los delitos que dan lugar a las
categorías de excepción.
Al establecer acciones privadas y acciones públicas dependientes de instancia privada, la ley
consagra derechos subjetivos individuales que condicionan el ejercicio de la potestad represiva
del Estado, es decir, la actuación de la ley penal. Son derechos sustanciales que la ley procesal
penal no puede negar ni modificar, sino sólo establecer los medios o formas en que pueden
ser ejercidos.

B) Acción penal de ejercicio público y de instancia privada

a) Acción pública: Como antes dijimos, la regla es que la acción penal sea de ejercicio público.
El titular del ejercicio de la acción pública es el órgano del Estado (Ministerio Público Fiscal) el
cual debe iniciar su ejercicio de oficio (principio de oficialidad). El órgano público debe iniciar
de oficio la acción si prima facieresulta que se ha cometido un delito perseguible por acción
pública, salvo que, en razón de la función pública del autor, ese ejercicio esté
constitucionalmente supeditado a la resolución de un antejuicio (principio de legalidad). El
ejercicio de la acción pública debe realizarse en contra de todos los participantes en el delito y
no sólo de algunos; y es irretractable (principio de indivisibilidad).

b) Acción dependiente de instancia privada: En los delitos de acción pública dependientes de


instancia privada, el ofendido no tiene el ejercicio de la acción penal, sino una facultad
preprocesal, anterior al proceso y también sustantiva, que es la facultad de provocar la
promoción. Esta facultad preprocesal se otorga a fin de que en los casos de delitos contra la
integridad sexual (ley 25.087), el strepitus fori no agrave la lesión; mientras que en los demás
casos toma en cuenta fundamentalmente el exclusivo interés del agraviado.
En este caso, reiteramos, la ley concede al ofendido la facultad de instar la promoción de la
acción, no la promoción misma. La facultad del particular es singularísima, pues se agota con
su ejercicio; expresada su voluntad favorable a la iniciación del proceso, su poder dispositivo
perece, se extingue entera y definitivamente.
La instancia es irretractable y no tiene por objeto persona determinada, sino hechos
determinados y comprende, por lo tanto, a todos los partícipes en ellos. La instancia se
subjetivamente indivisible, pero es objetivamente divisible. Desde el punto de vista del
Derecho penal, ella es una condición de punibilidad.
III. LA VÍCTIMA (EL QUERELLANTE)

1) La víctima en el proceso penal. Evolución histórica


Cuando la organización jurídica de la sociedad determina la prohibición de la primitiva
autodefensa o venganza individual, la que ya había sido limitada por la ley del talión y la
composición; cuando el Estado hace suyo el poder de administrar justicia, que es una
expresión de su soberanía, excluyendo la posibilidad de que el ofendido, su familia, o el clan
reaccionen a voluntad contra el delito; cuando la actividad del Estado sustituye a la del
individuo, de suerte que el proceso resulta un medio de aplicar el derecho punitivo, el derecho
de venganza se convierte en el de demandar justicia, de acusar. La acción procesal reemplaza a
la acción física, produciéndose el grandioso fenómeno social que constituye un primer síntoma
de civilización.
Confundida con la acción civil que se basa en el delito, la penal nace como una especie de
derecho sustancial (similar al que tiene el ofendido en nuestras acciones privadas), en el
sentido de que el castigo depende de la voluntad del acusador, desde que este condiciona en
absoluto el ejercicio de la potestad jurisdiccional. El acusador es dueño de la acción y de la
pena. Es el sistema de la acusación privada de los primitivos germanos, totalmente
abandonado por obra de la civilización.
En un segundo momento de esta evolución nace la idea de que algunos delitos perjudican a la
colectividad, de suerte que su represión no puede estar supeditada a la voluntad del ofendido;
y entonces se los clasifica en públicos y privados, como ocurre en Grecia y en Roma. La
situación anterior no cambia con respecto a los segundos; pero cuando se trata de un delito
público cualquier ciudadano tiene el derecho de acusar, asumiendo la defensa y
representación de la sociedad de que forma parte. Surge así el sistema de acusación popular
para una categoría, cada vez más dilatada de delitos.
Más tarde, en las postrimerías del Imperio Romano, ese régimen decae a consecuencia de
diversos factores, y como la inactividad de los particulares se traduce en la impunidad de los
delincuentes (algunos de los cuales interesan tanto al Emperador), porque no hay juicio sin
acusación, el Estado siente la necesidad sin previa excitación de los particulares; y entonces se
consagra –lo que es una conquista del interés colectivo– el sistema de persecución de oficio:
primero como excepción para los casos en que falte una acusación particular; después se
convierte prácticamente en la regla general; mucho más tarde revive con fuerza extraordinaria
en el proceso inquisitivo, adquiriendo una significación distinta y objetable: el promotor de la
acción procesal es el mismo juez.
Posteriormente se advierte que este régimen reúne y confunde dos funciones, la de juzgar y la
de acusar, que deben ser y permanecer distintas en interés de la imparcialidad judicial, al
mismo tiempo que, luego de un largo proceso evolutivo, se consolida el concepto de que la
acción penal es pública; y se organiza el Ministerio Público como órgano exclusivo de la misma.
Este sistema de acusación pública fue establecido en Francia y en gran parte de los países de
Europa continental y es el adoptado por la nueva legislación argentina.
Hasta hace algunos años se estimaba que el derecho del ofendido (víctima) era irrelevante
para la vida del proceso, porque no incide sobre el contenido sustancial del mismo, excepto las
contadas “acciones privadas”.
En la actualidad se nota un resurgimiento de la víctima en todas las latitudes. En este sentido,
Cafferata Nores tiene dicho que a la víctima «...debe acordársele el derecho a ser informada de
sus facultades procesales –generalmente constituirse en actor civil y querellante particular–, y
aun cuando no haya hecho uso de las mismas, el de conocer las resoluciones que se dicten
sobre la situación del imputado y opinar sobre ellas.
«Por ser conveniente, también ampliar su protagonismo en el aspecto sustancial, acordándole
alguna posibilidad de condicionar o determinar la solución final del caso penal, lo que, desde
otro punto de vista, importará modificar algunos principios que rigen la persecución penal
(v.gr., legalidad) y restringir atribuciones de sus responsables oficiales (el M. P. Fiscal).
«Para ello, se piensa en permitir a la víctima de ciertos delitos de acción pública, el ejercicio de
las facultades que incidan sobre la persecución penal (similares a las que se le reconocen en
los delitos de acción privada) acordándole nuevo valor a la libre expresión de su voluntad. Se
propone en tal sentido, que la reparación (que no siempre tendrá un contenido estrictamente
civilista sino que podría ser simbólica –v.gr. disculpa aceptada–) del daño causado en delitos
que afecten bienes jurídicos disponibles, de contenido patrimonial o de naturaleza culposa,
pueda extinguir la acción penal. El mismo efecto se pretende para la retractación de la
instancia privada en los delitos que dependen de ella, y también se proyecta –como
alternativa– autorizar la conversión de la acción pública en acción privada, en aquellos casos y
bajo ciertas condiciones.
«Pero debe quedar claro, que si la víctima quiere, puede procurar la imposición de una pena al
autor, constituyéndose en querellante (con los alcances que se fijen) y conjuntamente puede
reclamar la reparación del daño sufrido, ejercitando en el proceso penal o en otro civil
independiente la acción resarcitoria. Pero si encuentra que la mejor solución para su interés lo
constituye la reparación, puede aceptarla y consentir la extinción de la acción penal emergente
del delito que ha sufrido. No se pretende imponerle solución alguna; se propone dejar libradas
estas opciones a la autonomía de la voluntad.
«Hoy se procura ampliar el concepto de víctima en relación a su sentido tradicional (el
ofendido por el delito), buscando captar los llamados bienes o intereses jurídicos colectivos
(v.gr., derechos humanos y del consumidor, protección del medio ambiente, etcétera),
permitiéndose que actúen como tales, en coordinación con el M.P. Fiscal, aquellas
asociaciones intermedias cuyo objetivo específico sea la defensa de ese bien o interés»
(Cafferata Nores, DPP, 68).

2) El querellante de acción penal pública (o querellante conjunto): querellante autónomo y


querellante adhesivo. Presentación
«Existía una corriente de pensamiento entre los procesalistas locales contraria a cualquier
forma de participación del ofendido por el delito en el ejercicio de la acción penal pública, aun
cuando se admitió que se trataba de una cuestión de pura política, de que las leyes procesales
pudieran resolver libremente dentro de ciertos límites. Esta oposición fue variando hasta
lograr un estado de opinión favorable, por el avance de convicciones teóricas y el sustento de
experiencias concretas que reconocen el derecho de la víctima a intervenir como querellante y
recogen su utilidad como contralor de la actividad judicial y como colaborador de la
investigación.
«El debate –en su evolución– cruzó argumentos, incluso de orden constitucional. Por un lado
se dijo que la institución del querellante particular contraría el principio de que la acción penal
es pública, y que el Estado es, en consecuencia, el titular excluyente “del derecho de acusar”.
Se agregó que se podría alterar el principio de igualdad, porque por los mismo delitos en una
parte del país el imputado tendrá un sólo acusador (el fiscal) y en otras partes, dos, según los
códigos procesales (nacional o provinciales) acepten o no al querellante.
«Desde la vereda opuesta se señaló que es un derecho natural o de los no enumerados por la
Constitución el de promover la querella contra el agresor y sostenerla, ante el poder público,
hasta que se obtenga su castigo, derecho que no puede admitir restricciones, pues negar al
individuo la facultad de perseguir, inclusive de manera legal, las ofensas inferidas a su propio
derecho sería tiránico, al despojar a este de la potestad de defenderse.
«La discusión fue zanjada sin entrar en la naturaleza jurídica del derecho a querellar –aunque
habría que hacerlo–, admitiéndose como posible la incorporación del querellante particular en
los procesos que motivan los delitos de acción pública, porque la Constitución Nacional no
tiene ninguna norma que expresamente establezca o prohíba algún tipo especial de acusador.
Pero hoy se discute sobre si la ley suprema otorga tanta libertad a los códigos procesales para
la regulación de la actividad acusatoria como para que estos impidan al damnificado la
posibilidad de intervenir como querellante, o si tal omisión significaría privarlo de algún
derecho o potestad que le acuerde la Constitución o la ley penal. Se coincide en cambio en que
podrían autorizar su intervención en tal carácter, pues la circunstancia de que la potestad de
acusar haya sido conferida al Estado a través del M. P. Fiscal (art. 120, Constitución Nacional)
no era argumento suficiente para afirmar el monopolio excluyente de la acción penal.
«Tal como hoy legisla el Código penal, los códigos procesales no podrán conferir
exclusivamente al ofendido la función acusatoria (fuera de los casos de acción privada)
privando a los órganos oficiales de la titularidad de la acción (persecución) pública, porque lo
impide él en su art. 71. Tampoco podrán aquellos supeditar su ejercicio ni a la previa
intervención del ofendido, ni a cualquier otra condición no prevista por la ley de fondo. Pero
ello no descalifica la posible intervención del damnificado junto con los funcionarios
encargados de perseguir, o sólo frente a la inercia o desinterés de estos. La querella sólo
tendería así a facilitar la punición (no a condicionarla) determinando la intervención del órgano
jurisdiccional, que resolverá si ella corresponde. Y esto también se justificaría por la
coincidencia entre el interés de la víctima en lograr la sanción del ilícito, con el interés estatal
en idéntico cometido.
«Sin embargo, hoy se propone hacer desaparecer para ciertos casos esta limitación,
permitiendo que la víctima (constituida o no en querellante) pueda evitar la punición cuando
esto sea más favorable a su interés.
«Hasta tanto esto ocurra, habrá que permitirle al querellante –como mínimo– intervenir en el
proceso, con facultades para acreditar la existencia del delito y la participación punible del
imputado, y recurrir contra las resoluciones jurisdiccionales adversas a su interés o favorables
al imputado (v.gr., sobreseimiento, absolución), incluso si el M.P. Fiscal no las impugna. La
posibilidad recursiva tampoco importará una afectación a la oficialidad del ejercicio de la
acción (persecución) penal, si no se priva a aquella autoridad, del derecho a impugnar, ni se
pone condicionamiento alguno a su actuación. Sólo se tratará de que, frente a la conformidad
del acusador público, el querellante pueda provocar un nuevo examen de la cuestión por parte
de un tribunal de alzada. También deberá permitirse que si el fiscal requiere el sobreseimiento
(no acusando) o la absolución (durante el juicio) del acusado, la acusación del querellante
(previo al control judicial admitido por cualquier acusación) pueda dar base al juicio, y su
pedido de pena permita que el tribunal la imponga en la sentencia».

Existen diferentes formas de querellante en los delitos de acción pública:

A) Querellante conjunto: Se encontraba previsto en el antiguo CPP de la Nación. Presupone la


actuación del Ministerio Público interviniendo como sujeto esencial del proceso penal junto a
él. La actuación de este querellante es autónoma con respecto a la del acusador público,
aunque se presuponga su presencia.

B) Querellante subsidiario: Es típico de la legislación austríaca. Quien se considera ofendido por


un hecho delictuoso contenido en la acusación del M. Público sólo puede actuar cuando el
órgano estatal abandona temporaria o definitivamente el ejercicio de la acción penal. Mientras
el órgano público actúa, el particular no puede intervenir en el proceso.

C) Querellante adhesivo: Está contemplado en el ordenamiento procesal penal alemán. Se da


al ofendido la facultad de adherirse a las conclusiones y acusación del Ministerio Público.
«El CPP de Córdoba sólo permite el querellante “adhesivo”, cuyas atribuciones procesales son
inferiores a la del querellante conjunto del CPPN, por ejemplo en materia requirente y
recursiva» (Vivas Ussher).
En efecto, según el CPP de Córdoba, el querellante particular podrá actuar en el proceso para
acreditar la existencia del hecho delictuoso y la responsabilidad penal del imputado en la
forma que el mismo dispone (CPP, art. 94, primer párrafo).

Lecturas complementarias: Cafferata Nores, Derecho Procesal Penal, Congreso de la Nación,


1998; José de Cafferata, Cristina, El Ministerio Público Fiscal, Alveroni, Córdoba, 1997; Nuñez,
Ricardo, Manual de Derecho Penal. Parte General, Cuarta Edición, Act. Félix González y Roberto
Spinka; Torres Bas, Raúl,Apuntes de Derecho Procesal Penal (Clases Magistrales), Librería
Facultad, Córdoba, 1987, I; Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal, Lerner,
Córdoba, 1986, I; Vivas Ussher, Gustavo, Manual de Derecho Procesal Penal, Alveroni,
Córdoba, 1999.

IV TEMAS COMUNES A LA INVESTIGACIÓN PRELIMINAR

1) Actos procesales. Clasificación. Reglas generales


A) Concepto
Se debe diferenciar el hecho jurídico procesal del acto jurídico procesal. El primero es el
acontecimiento del mundo externo que en virtud del derecho procesal es susceptible de
producir algún efecto jurídico inmediato en el proceso. Los segundos son las manifestaciones
de voluntad o de conocimiento formuladas en el proceso por órganos públicos, o por
particulares, y que influyen en la constitución, desarrollo o extinción del proceso penal.

B) Clasificación

Los actos procesales se clasifican según el sujeto, su finalidad y su forma.

a) Según el sujeto, los actos procesales se clasifican en:

aa) Actos del Juez: Son los llevados a cabo por el titular del órgano jurisdiccional del Estado, el
cual está encargado de actuar concretamente la ley penal.

bb) Actos del Ministerio Público: Son los llevados a cabo por el órgano encargado de la
promoción y el ejercicio de la acción penal. En doctrina no se discute si los actos del M. Público
son procesales o administrativos, posición esta última sostenida por los italianos
especialmente. Para nosotros, los actos del Ministerio Público son procesales, ya que
consideramos que para saber la naturaleza de un acto debemos atender a los efectos jurídicos
que el mismo produce.

cc) Actos de los órganos auxiliares: son los realizados por sujetos que cumplen una función
estatal de colaboración con la administración de justicia. Tales son los realizados por el
Secretario del órgano o por la Policía Judicial. El primero es un funcionario encargado de
auxiliar o dar fe de los actos de los órganos jurisdiccionales.

dd) Actos de parte: Son los que emanan de cualquiera de los otros sujetos procesales o de sus
colaboradores, tanto con respecto a la cuestión penal como a la civil.

ee) Actos de terceros: Son los realizados por personas que, sin ser sujetos procesales,
colaboran eventualmente en la administración de justicia. Tales son los actos de los testigos,
peritos, intérpretes, etc. En la actualidad existen terceros que están facultados para intervenir
en el proceso en forma limitada, ejerciendo ciertos poderes otorgados por la ley procesal
(v.gr., parientes o familiares del imputado en la designación de defensor o en el pedido de
libertad del mismo; la víctima, etc.).

b) Según su finalidad, es decir, por lo que se propone el sujeto del mismo en relación con el
proceso, los actos procesales se clasifican en:

aa) Actos de promoción: Son aquellos que ponen en movimiento la acción penal, dando
comienzo al proceso.
bb) Actos de investigación: Son aquellos que tienen por objeto conocer o esclarecer la verdad
de los hechos, y se cumplen por el Fiscal de Instrucción y el Juez de Instrucción, según el tipo
de investigación de que se trate. Excepcionalmente los pueden llevar a cabo la Cámara en lo
Criminal y el Juez en lo Correccional, en la investigación suplementaria durante los actos
preliminares del juicio.

cc) Actos de coerción: Tienen por objeto asegurar la efectiva actuación de la ley penal,
evitando de esa manera todo daño jurídico. Se pueden dirigir contra las personas,
especialmente del imputado para evitar su fuga y hacer efectivo el cumplimiento de la
sentencia que lo condene. También contra terceros, para evitar la desaparición de material
probatorio, como serían los casos del arresto inmediato cuando existe posibilidad de que el
testigo se fugue o la simple citación para que comparezca.
Coactivamente también, y ya teniendo un carácter real, se puede ordenar el secuestro de
cosas relacionadas con el delito, sea para utilizarlas como prueba o para, eventualmente,
confiscarse.

dd) Actos de postulación: Son los que, como simplemente las palabras los definen, concretan
un pedido o pretensión específicamente de las partes, y fundamentalmente cumplen la
función de interpretar situaciones existentes o que ponen en conocimiento del juzgador
circunstancias no advertidas hasta ese momento.

ee) Actos de decisión: Se confunden normalmente con las resoluciones judiciales y constituyen
manifestaciones de voluntad del Tribunal, siempre sujetas a formas estrictas, que sirven para
producir una consecuencia en el proceso.

c) Por la forma, se dividen en:

aa) Orales o escritos: Serán orales o escritos según predomine en ellos la oralidad o la
escritura, ejemplificándose con los cumplidos en el debate o en la instrucción. Sin embargo, la
mayoría de los actos son verbales y actuados, en tanto son prestados en forma oral dejándose
constancia de los mismos en actas.

bb) Originales o derivados: La clasificación tiene en cuenta que se hayan realizado por primera
vez o que constituyan copias, auténticas o no, además de informes o certificados.

cc) Públicos o secretos: Según tengan acceso a su realización particulares o no. En general, para
los actos de la investigación preparatoria existe absoluto secreto en relación a terceros,
mientras que los realizados en el juicio son públicos, salvo raras excepciones.

C) Reglas generales
Según nuestra ley vigente, todos los actos procesales deben cumplirse en idioma nacional,
bajo pena de nulidad (CPP, art. 128). Para fechar un acto deben consignarse el lugar, día, mes y
año en que se cumpliere. La hora debe ser indicada sólo cuando la ley lo exija. Si la fecha es
requerida, bajo pena de nulidad, esta sólo puede ser declarada cuando aquella, en virtud de
los elementos del acto o de otros conexos, no pueda establecerse con certeza (CPP, art. 129).
Todos los actos procesales deben cumplirse en días y horas hábiles, salvo los de la
investigación penal preparatoria. En caso de necesidad, el Tribunal puede habilitar los días y
horas que estime conveniente (CPP, art. 130).
En los actos en que se requiera juramento, el Juez, el Presidente del Tribunal, el Fiscal de
Instrucción o el Ayudante Fiscal lo reciben –bajo pena de nulidad– por las creencias del que
jure, después de instruirlo de las penas que la ley impone a la falsedad. El declarante
prometerá decir la verdad de cuanto supiere y le fuere preguntado, mediante la fórmula: lo
juro.
Si el deponente se niega a prestar juramento en virtud de creencias religiosas o ideológicas, se
le exigirá promesa de decir verdad (CPP, art. 131).
Las personas que son interrogadas deben responder de viva voz y sin consultar notas o
documentos, con excepción de los peritos y de quienes sean autorizados para ello en razón de
sus condiciones o de la naturaleza de los hechos.
El declarante es invitado a manifestar cuanto conozca sobre el asunto de que se trate y, si
fuere menester, se lo interrogará.
Las preguntas que se formulen no serán indicativas, capciosas ni sugestivas.
Cuando se proceda por escrito, se consignarán las preguntas y respuestas, usándose las
expresiones del declarante (CPP, art. 132).
Para recibir juramento y examinar a un sordo, se le presentan por escrito las fórmulas y las
preguntas; si se tratare de un mudo, responde por escrito; si fuere un sordomudo, las
preguntas y respuestas son escritas. Cuando dichas personas no supieren leer o escribir, se
nombrará intérprete a un maestro de sordomudos o, en su defecto, a alguien que sepa
comunicarse con el interrogado (CPP, art. 133).

2) Actas
Se debe distinguir entre acto procesal y acta procesal. El primero, como se ha dicho, consiste
en una manifestación de voluntad o de conocimiento de los sujetos procesales, en tanto que
el acta procesal es el documento escrito en donde se hace constar el acto procesal. Así,
verbigracia, el debate es un conjunto de actos procesales, en tanto que el acta de debate es un
documento único en donde constan todos los actos realizados en el mismo.

3) Actos y resoluciones jurisdiccionales y del Ministerio Público

A) Resoluciones jurisdiccionales

a) Concepto
Resolución jurisdiccional es toda manifestación del Juez penal, que tenga eficacia dispositiva en
orden al contenido formal o sustancial del proceso penal en que se emite.
El contenido sustancial está constituido por la pretensión represiva, mientras que el contenido
formal por los poderes de las partes.
b) Elementos constitutivos
Toda resolución jurisdiccional consta de dos elementos:

aa) Elemento lógico: Este elemento se refleja en la motivación (Cprov., art. 155). Aun en los
casos en que la ley no exige motivación (v.gr., decretos) este elemento se encuentra presente,
ya que para disponer, debe el Juez deliberar a tenor de la ley.
Es la valoración legal del estado del asunto, ora en el orden material, ora en el orden procesal.

bb) Elemento dispositivo: Consiste en la determinación de la consecuencia que se pretende


producir dentro del proceso en que se emite.
Este elemento no consiste en una manifestación de voluntad autónoma, sino en una
explicación concreta de la voluntad no derogable de la ley que se manifiesta abstractamente
en la norma jurídica.
El elemento intelectual es presupuesto del elemento volitivo. El elemento lógico constituye un
elemento interno de la persona que emite la resolución, en tanto que el segundo constituye la
exteriorización del primero. De ahí la necesaria correlación que debe existir entre los motivos y
la resolución.

c) Clasificación
Por su forma, las resoluciones jurisdiccionales se distinguen en:

aa) Sentencia: La sentencia, en sentido sustancial, es la declaración de voluntad contenida en


una decisión jurisdiccional que cierra el proceso, que resuelve esencialmente sobre el hecho
debatido, previo examen y alegación de las pruebas aportadas por las partes para
fundamentar en cada caso sus pretensiones.
Sin embargo, existen otros tipos de sentencia que, si bien no resuelven sobre el fondo, ponen
fin definitivamente al proceso. Nos referimos a las sentencias de sobreseimiento y las dictadas
en los juicios abreviados (inicial o final).

bb) Autos: Es la decisión pronunciada a instancia de parte o de oficio en el curso de la


investigación, del juicio o de la ejecución sobre un incidente o artículo del proceso. El auto no
versa sobre el fondo de la cuestión sino sobre la forma, sobre alguna condición o presupuesto
que falta o que se considera que falta.

cc) Decreto: Es la decisión pronunciada en el curso del proceso, fuera de los casos
mencionados en los apartados anteriores, o en aquellos en que esta forma haya sido
especialmente prescripta por la ley.

Por su contenido sustancial, las resoluciones se distinguen en:

aa) Resoluciones definitivas: Son las que constituyen la valla que pone fin al procedimiento,
aun cuando no sean firmes. Así, el auto que clausura el sumario con la declaración de
sobreseimiento, aunque sea recurrible, es definitivo en el estado de autos. También son
definitivas las resoluciones en los casos de recursos y de aplicación de medidas de disciplina.

bb) Resoluciones preparatorias: Son las que constituyen presupuesto de una ulterior situación
procesal. Tal por ejemplo, el auto de clausura del sumario y elevación de la causa a juicio.

cc) Resoluciones interlocutorias: Son los otros tipos de resoluciones. Los autos son
interlocutorios en cuanto proveen a la preparación o integración de la prueba.

B) Actos y resoluciones del Ministerio Público


El Ministerio Público, al reunir múltiples roles en el proceso penal, adquiere ciertas potestades
que se ven plasmadas en requerimientos, conclusiones y resoluciones.

a) Los requerimientos son manifestaciones del Ministerio Público vinculadas a su actividad


estricta de parte encargada del ejercicio de la pretensión represiva en el proceso penal y
dirigidas al órgano jurisdiccional competente.

b) Las conclusiones también se vinculan a su actividad de parte, pero se manifiestan


principalmente en una actividad valorativa tendente a auxiliar al órgano jurisdiccional en la
resolución de cuestiones sustanciales o formales, principales o incidentales, vinculadas a la
causa que se investiga.
Los representantes del M. Público deben formular motivada y específicamente sus
requerimientos y conclusiones, bajo pena de nulidad; nunca deben remitirse a las decisiones
del Juez; proceden oralmente en los debates y en los recursos, cuando corresponda, y por
escrito en los demás casos (CPP, art. 154, primer párrafo).

c) Las resoluciones son manifestaciones del Fiscal de Instrucción dispuestas durante la


investigación preparatoria a su cargo, que tienen eficacia respecto de la actividad persecutoria
a su cargo.

Las resoluciones del Fiscal de Instrucción son dadas por (CPP, art. 154):

aa) Decreto fundado: Esta forma se utiliza cuando está especialmente prescripta por la ley
(v.gr., prisión preventiva [CPP, art. 336]), bajo pena de nulidad.

bb) Decreto: Este tipo de resolución se dicta, en forma residual, cuando no esté especialmente
previsto el decreto fundado.
La falta de firma produce la nulidad, tanto de los decretos como de las resoluciones (CPP, art.
154 in fine).

4) Comunicaciones, notificaciones, citaciones y vistas

A) Las comunicaciones son las vías procedimentales establecidas por la ley para que un órgano
judicial, cuando un acto procesal se deba ejecutar por otra autoridad, ponga en conocimiento
de este la diligencia requerida.
La ley establece como vía normal el oficio (CPP, art. 157). Los órganos judiciales pueden
dirigirse directamente a cualquier autoridad de la Provincia, la que debe prestar toda su
cooperación y expedir los informes que le soliciten, sin demora alguna (CPP, art. 158).
Se suele distinguir, en el ámbito específicamente jurisdiccional, según la comunicación sea
dirigida a un órgano judicial de mayor, igual o inferior jerarquía, en rogatoria, exhorto o
mandamiento, respectivamente.
Las comunicaciones entre diferentes jurisdicciones provinciales se diligencian de acuerdo a la
ley provincial 6425 que adhiere a la ley nacional 22.117, siempre que se tratare de las
provincias adheridas a tal convenio (CPP, art. 159).
Los exhortos que provengan o se destinen al extranjero deben diligenciarse a través del
Tribunal Superior, de acuerdo a los Tratados o costumbres internacionales (CPP, arts. 160 y
161).
Si el diligenciamiento de un oficio fuera denegado o demorado, el requirente puede dirigirse al
Tribunal Superior o al Fiscal General, según corresponda, quienes ordenarán o gestionarán la
tramitación si procediere, según sea de la provincia el órgano requerido. El Tribunal Superior
resolverá previa vista al Fiscal.

B) Las notificaciones es el modo procesal de dar a conocer a las partes las resoluciones y
requerimientos que dicten los órganos judiciales (Jueces, Tribunal y Ministerio Público) (ver
arts. 163 a 173).

C) La citación es la manera que tienen los órganos judiciales respectivos –por sí o por la Policía
Judicial– para hacer comparecer en determinado tiempo y lugar a los imputados que
estuvieren en libertad, testigos, peritos, intérpretes y depositarios, bajo apercibimiento de
compelerlos por la fuerza pública (CPP, art. 175).

D) Las vistas son notificaciones realizadas a las partes, normalmente por tres días, a fin de que
esta puedan hacerse oír en forma previa a una resolución y, de esta forma, lograr la
sustanciación (CPP, arts. 176 y 178).

5) Términos procesales

A) Concepto
Alguna doctrina distingue entre término y plazo, entendiendo que el primero es el momento
determinado en que un acto procesal debe verificarse, fijado en una unidad de medida de
tiempo mediante la designación de un acontecimiento futuro y cierto, positivo o
negativo. Plazo, por el contrario, sería el período de tiempo durante el cual puede realizarse el
acto, sin determinar el momento en que debe llevarse a cabo y que queda al arbitrio del sujeto
que lo produce.
Gráficamente podríamos representarlos como sigue, aclarando que los puntos A y B serían los
términos –el primero inicial y el segundo final– y el plazo sería el espacio comprendido entre A
y B.

X___________________X
A B

Técnicamente y dentro de nuestro vocabulario jurídico no haremos diferencia y los


utilizaremos indistintamente.
Ahora sí estamos en condiciones de brindar un concepto. Término es el plazo o lapso dentro o
fuera del cual debe cumplirse un acto procesal para que pueda ingresar o ser legalmente
válido y eficaz en el proceso penal.

B) Clasificación
Los términos procesales se clasifican según su origen, sus efectos, por su forma de
computarlos y por su determinación en el tiempo.

a) Por su origen, los términos procesales se distinguen en:

aa) Convencionales: Son aquellos fijados de común acuerdo por las partes y difícilmente tienen
cabida en el proceso penal.

bb) Legales: Los términos legales son los expresamente fijados por la ley, lo que sucede en la
mayoría de los casos.

cc) Judiciales: Los términos judiciales son aquellos que pueden ser fijados discrecionalmente
por los órganos judiciales, dentro de los parámetros fijados expresamente por el legislador. Los
términos judiciales dan lugar a cuatro posibilidades diferentes de aparición: 1. fijación del
plazo sin ninguna previa determinación de la ley (ej., CPP, art. 237); 2. fijación del plazo entre
el mínimo y máximo que fija la ley (CPP, art. 367); 3. fijación del término por debajo de un
máximo establecido por la ley (CPP, art. 374); 4. fijación del término por encima de un mínimo
establecido por la ley.

b) Por sus efectos, los términos se distinguen en:

aa) Perentorios: Son aquellos dentro de los cuales deben cumplirse los actos para que puedan
ingresar o tengan eficacia jurídica por su valor, ya que en caso contrario les cae la sanción de
caducidad (CPP, art. 102).

bb) Dilatorios: Son aquellos fuera de los cuales debe efectuarse el acto para que tenga valor
legal (CPP, art. 367).
cc) Ordenatorios: Son los fijados por la ley para cumplir los actos, pero aunque no se respeten
no tienen sanción procesal, sino que la sanción es por vía disciplinaria o de superintendencia
en su caso (CPP, arts. 336 y 345).

El nuevo CPP distingue términos fatales y no fatales. Si el imputado estuviese privado de su


libertad, son fatales los términos de los artículos 337, 346 y 361. En este último supuesto
(citación a juicio), el término se fija en treinta días que se computan a partir de la recepción del
proceso (CPP, art. 182, segundo párrafo).
En caso de acumulación de procesos, por conexión, los términos fatales corren
independientemente para cada causa a partir de la respectiva acumulación.
Dichos términos no se computan, en ningún caso, durante el tiempo de diligenciamiento de
prueba fuera de la circunscripción, incidentes, recursos, o mientras el Tribunal no esté
integrado (CPP, art. 182, tercer y cuarto párrafo).
El vencimiento de un término fatal sin que se haya cumplido el acto para el que está
determinado, importa automáticamente el cese de la intervención en la causa del Juez,
Tribunal o representante del M. Público al que dicho plazo le hubiera sido acordado. El
Tribunal Superior o el Fiscal General, según sea el caso, disponen el modo en que se produce el
reemplazo de aquellos. Las disposiciones de este artículo sólo son aplicables al Juez, Tribunal o
representante del Ministerio Público titular, y no a quienes ejercieran competencia
interinamente por subrogación en caso de vacancia o licencia.
El funcionario judicial sustituido es pasible de la apertura del procedimiento del Jurado de
Enjuiciamiento. Para los sustitutos se computan los plazos íntegros a partir de su avocamiento,
los que son fatales con las mismas consecuencias.
El Fiscal General o los Fiscales Adjuntos deben controlar, bajo su responsabilidad personal, el
cumplimiento de los términos fatales (CPP, art. 183).

c) Por su determinación en el tiempo se clasifican en:

aa) Independientes: Son los que se señalan en la ley con abstracción de los hechos o actos
procesales (CPP, art. 461).

bb) Subordinados: Son aquellos que están establecidos con referencia a otro acto procesal
(CPP, art. 92).

cc) Improrrogables: Son aquellos cuya dirección está fatalmente marcada por la ley, de modo
que vencido el plazo el acto al cual se refieren no se puede realizar, ya que el plazo no puede
ser ampliado. La regla es que en el proceso penal los términos son improrrogables (CPP, art.
182).

dd) Prorrogables: Son aquellos que pueden ser ampliados, generalmente por un lapso igual al
término primitivo (CPP, art. 306).
d) De acuerdo a la forma de computarlos, los términos se diferencian en:

aa) Individuales: Son los términos que se conceden separadamente para cada una de las partes
(CPP, art. 102).

bb) Comunes: Son aquellos que están dados para las partes en su conjunto, de forma que se
cuentan a partir de la última notificación y expiran para todas las partes simultáneamente
(CPP, art. 363).

C) Reglas para computarlos


Los términos en el proceso penal se computan en la forma establecida por el Código Civil (CPP,
art. 180). El momento inicialy también el final varían según la unidad cronológica de la
determinación abstracta del término. En los términos fijados por hora, la hora que sirve de
base para a partir de ella señalar la inicial, es la indicada en el acto que fija el plazo o la de la
verificación del evento; pero no debe contarse la fracción de tiempo transcurrido desde aquel
instante hasta el comienzo de la primera hora completa. Cuando los plazos fijados por horas
sean veinticuatro, cuarenta y ocho, setenta y dos, etc., más que plazos horarios lo que la ley ha
querido establecer son plazos en un día, dos o tres, respectivamente; siendo difícil determinar
el momento a partir del cual hay que empezar a contar las horas, se entiende que el término
está integrado por el día, los dos o tres días siguientes, etc., al que señala la ley como día base.
En los términos fijados por días, estos no se contarán de momento a momento ni por hora,
sino desde la medianoche en que termina el día de su fecha (C.C., art. 24). Esta solución es
aplicable ya que la ley procesal establece que los términos se contarán en la forma prevista por
el Código Civil. Se hace una clara remisión a los arts. 24, 25, 26 y 27 de dicho digesto. En estos
términos fijados por días, que son los más comunes, no se computan entonces el día en que se
realiza el acto a partir del cual hay que contarlo (dies a quo non computatur in termino). Los
términos son continuos y en ellos se computan los días feriados, salvo las excepciones que la
ley establece. Si el término vence un día feriado, se considera prorrogado de derecho al día
hábil siguiente; si el término fijado venciera después de las horas de oficina, el acto que deba
cumplirse en ella podrá ser realizado durante las dos primeras horas del día hábil siguiente
(CPP, art. 181, segundo y tercer párrafo).
En los términos fijados por meses o años, los mismos se cuentan naturalmente. Si el mes en
que ha de principiar un plazo de meses o años, contara de más días que el mes en que ha de
terminar el plazo de meses o años y el plazo corriere desde alguno de los días en que al
primero de dichos meses excede al segundo, el último día del plazo será el último día de este
segundo mes (C.C., art. 26).

6) El régimen de las excepciones

A) Concepto
Resulta necesario aclarar que las excepciones no son más que un tipo o especie de defensa.
Según vimos en las bolillas anteriores, la defensa es el derecho de oponerse a una pretensión
jurídica que se hace valer, al sostenerse que ella carece, total o parcialmente, de base fáctica o
jurídica. Sus caracteres son inconfundibles: 1º. recae sobre el objeto sustancial de la relación
jurídico-procesal constituida, es decir, sobre el hecho imputado; 2º. se traduce en razones de
hecho y de derecho dirigidas a demostrar que el hecho atribuido no existe o no lo ha cometido
el imputado, o que no constituye delito (no encuadra objetivamente en una figura o tipo
penal) o constituye uno más leve que el afirmado por el acusador, o que concurre alguna
causal excluyente de imputabilidad, culpabilidad, antijuridicidad o punibilidad, o simplemente,
alguna circunstancia que atenúe la responsabilidad del imputado, o que la pretensión
resarcitoria no tiene fundamento jurídico; 3º. exige ser considerada en una decisión judicial de
fondo.
En cambio, la excepción (defensa de forma) es el derecho de impugnar, provisional o
definitivamente, la constitución o desarrollo del proceso penal, denunciando algún obstáculo o
deficiencia que se base directamente en una norma de derecho (no incide sobre el hecho que
constituye el objeto sustancial de aquel proceso) (Vélez Mariconde3, II, 385).
En otros términos, con la excepción no se provoca el examen del hecho imputado sino que, en
virtud de otro hecho jurídico (lato sensu) se trata de evitarlo; su objeto (tema o materia) puede
ser una ley (de amnistía), una ley o un decreto (de indulto), un acto jurídico-procesal
(sentencia anterior o acusación no interpuesta debidamente), una instancia privada, un
proceso pendiente, la potestad jurisdiccional que se ejerce, la competencia del Juez, la
capacidad para ser parte o la capacidad procesal del acusador, lo mismo que cualquier causal
que extinga la pretensión represiva; y merece un tratamiento legal específico: puede ser de
previo y especial pronunciamiento.
Hablamos sin duda de las excepciones procesales, que versan sobre el ius procedendi y no
sobre el ius puniendi. Se ha dicho que en el proceso penal no existen realmente excepciones
sustanciales, lo que puede aceptarse en el sentido de que todas ellas tienden a hacer
inadmisible la constitución o el desarrollo de la relación procesal. Todas reposan,
necesariamente, en la falta de una condición de perseguibilidad.
Sin embargo, hay casos en que la ausencia de una condición de perseguibilidad depende de la
inexistencia de otra de punibilidad, como ocurre con una excepción que impugna el desarrollo
del proceso penal en virtud de que, según el proponente, se ha producido una causal extintiva
de la pretensión represiva que se hace valer, es decir, de la potestad o “derecho” de punir que
incumbe al Estado en el caso concreto sometido a juicio.
Aun cuando algunos creen que aquí se trata de instituciones jurídicas de carácter mixto,
parece evidente que la excepción ataca el ejercicio de la potestad jurisdiccional y tiende a
evitar la persecución del supuesto delito que se investiga, de tal modo que es una impugnación
a la vida misma del proceso penal.
Pero más importante es advertir que la excepción penal –a pesar de que esta nomenclatura se
originó en el proceso civil– ofrece rasgos peculiares que nos alejan radicalmente de los
conceptos allí elaborados. En efecto:
1º. Los obstáculos o deficiencias legales en que se basan las excepciones –si se trata de una
acción pública y sin perjuicio del derecho individual de denunciarlos– deben ser puestos de
relieve por el Tribunal sin necesidad de ninguna excitación extraña, o sea, de oficio; con mayor
razón, desde luego, cuando se refieren a un presupuesto procesal (p.ej., incompentencia).
2º. Las excepciones pueden ser opuestas, no sólo por el imputado, sino también por el
Ministerio Público y las partes.
3º. Aquí no rige el principio de la carga probatoria, de manera que el excepcionante no tiene el
deber de probar el fundamento de la excepción so pena de que esta sea rechazada solamente
por su omisión; en cuanto al imputado, esto resulta del principio de inocencia.
Tales rasgos son siempre consecuencia de que el proceso penal tutela intereses
eminentemente públicos, en fuerza de los cuales no se limita al particularmente interesado la
posibilidad de proponer una impugnación que tiende a impedir que se constituya o prosiga la
relación procesal. Esa tutela está siempre a cargo del juzgador y del M. Público, aunque el
particular no la provoque.

B) Clasificación
Las excepciones se clasifican por su dirección y el efecto que producen cuando son admitidas.
Las dilatorias atacan las condiciones formales para la constitución o el desarrollo de la relación
procesal, y cuando se hace lugar a ellas debe archivarse el proceso y ordenarse la libertad del
imputado, si está detenido, pudiendo aquel continuar tan luego se salve el obstáculo al
ejercicio de la acción penal; las perentorias, en cambio, impugnan el contenido sustancial de la
relación procesal (la pretensión punitiva), y cuando se hace lugar a ellas debe sobreseerse en
la causa y ordenarse la libertad del detenido (si no existe otra causal de detención). En un caso,
el proceso se suspende porque no puede continuar válidamente; en el otro termina (CPP, arts.
22 y 23).

C) Enumeración

Existen las siguientes excepciones:

a) Falta de jurisdicción o de competencia (CPP, art. 17, inc. 1º): La falta de jurisdicción es la falta
de potestad para juzgar un hecho que escapa a la soberanía estatal de la cual aquella emana.
La falta de competencia es la falta de capacidad para juzgar un asunto por razón de la materia,
del territorio o de conexión entre causas incoadas ante tribunales de la misma jurisdicción.

b) Falta de acción, porque esta no se pudo promover, no fue iniciada legalmente o no pudiere
proseguir.

aa) La acción no se pudo promover:

aaa) Cuando en los delitos de acción pública dependiente de instancia privada, la promoción
de la acción no fue provocada por denuncia del ofendido o, si este fuere incapaz, de su
representante legal, tutor o guardador (en orden excluyente), entendiéndose que asume la
condición de guardador aquella persona que por cualquier motivo tiene el menor a su cuidado
(CPP, art. 6º).

bbb) Cuando el M. Público no formuló requerimiento de investigación jurisdiccional (CPP, art.


340) o la Policía Judicial no practicó sumario de prevención o no comunicó al Juez de
Instrucción la existencia del delito, sino que dicho magistrado actuó de oficio.
bb) La acción no fue iniciada legalmente:

aaa) En los delitos de acción privada, cuando la querella no fue interpuesta en forma, de
acuerdo al art. 427 del CPP.
bbb) Si el imputado se encuentra sometido a otro proceso por el mismo hecho (litis pendentia)
o ya ha sido juzgado en virtud de idéntica imputación (cosa juzgada).

cc) La acción no puede proseguir::

aaa) Cuando existe una cuestión prejudicial que debe resolverse en otra jurisdicción (CPP, art.
10), de cuya solución dependa la existencia del delito imputado (cuando se admite la
existencia de aquella cuestión, el ejercicio de la acción se suspende hasta que se pronuncie la
otra jurisdicción).

bbb) Porque se persigue a una persona que goza de privilegio constitucional, y no se ha


producido el desafuero (si es legislador) o la destitución (si es un magistrado sujeto a juicio
político o jurado de enjuiciamiento).

c) Extinción de la pretensión penal:


Esto se da cuando la acción penal se ha extinguido porque el imputado ha muerto, o se ha
producido la prescripción, o existe renuncia del agraviado o se ha dictado una ley de amnistía o
se ha pagado el mínimo de la multa durante la investigación preparatoria o el máximo durante
el juicio, o se ha suspendido el juicio a prueba o ha habido avenimiento entre víctima y
victimario (CP, arts. 59, 64, 76 bis y ss. y 132). Se trata en este caso de excepciones
perentorias.

D) INTERPOSICIÓN

a) Durante la investigación
Las excepciones deben deducirse por escrito y, si fuere el caso, deben acompañarse todas las
pruebas que justifiquen el hecho en que se basen, bajo pena de inadmisibilidad.
Si las excepciones se basan en hechos que deban ser probados previamente, se ordena la
recepción de la prueba por un término que no puede exceder de quince días, y se cita a las
partes a una audiencia para que oral y brevemente hagan su defensa. El acta se labra en forma
sucinta. El trámite de la excepción no puede durar más de un mes, no computándose el tiempo
de diligenciamiento de prueba fuera de la provincia, incidentes, recursos o actos que
dependan de la actividad de las partes (CPP, art. 18).
-Investigación jurisdiccional: De las excepciones planteadas se corre vista al Ministerio Público,
al querellante particular y a las partes interesadas. El Tribunal resuelve por auto (CPP, art. 19,
primer párrafo).
-Investigación fiscal: Si la excepción se deduce durante la investigación fiscal, efectuado el
trámite arriba mencionado, el Fiscal elevará el incidente a resolución del Juez de Instrucción,
con opinión fundada, en el término de tres días. Si no hubiera prueba que recibir, elevará
inmediatamente las actuaciones (CPP, art. 19, segundo párrafo).
El incidente se sustancia y se resuelve por separado, sin perjuicio de continuarse la
investigación. La resolución es apelable.

b) Durante los actos preliminares del juicio


Antes de fijarse la audiencia para el debate, el Ministerio Público y las partes pueden deducir
las excepciones que no hubieren planteado con anterioridad (CPP, art. 17), pero el Tribunal
puede rechazar sin trámite las que fueran manifiestamente improcedentes. Rige el plazo
previsto para el trámite durante la investigación preparatoria (CPP, art. 365).

c) Durante el debate
Inmediatamente después de abierto el debate, se pueden deducir, bajo pena de caducidad, las
cuestiones de competencia por razón de territorio, salvo que la posibilidad de proponerlas no
surgiera sino en el curso del proceso (CPP, art. 383).

7) Las llamadas “sanciones procesales”: nulidad, inadmisibilidad, caducidad, preclusión.

A) Concepto
Para algunos autores existe una sola sanción procesal que es la nulidad (De la Rúa y Maier);
para otros, son dos (nulidad e inadmisibilidad) las sanciones (Clariá Olmedo, Creus), y para
otros son tres (nulidad, inadmisibilidad y caducidad) (Núñez). Sin embargo, el pensamiento
más influyente, en el ámbito federal y provincial, es aquel que distingue cuatro sanciones
procesales: inadmisibilidad, nulidad, caducidad y preclusión.
Las sanciones procesales son amenazas que se ciernen sobre los actos cumplidos o a cumplirse
en el proceso para evitar que produzcan los efectos queridos por los órganos públicos y las
partes, sea porque carecen de las formas o requisitos exigidos, o porque no se han realizado
en el tiempo oportuno, o porque son incompatibles con una conducta anterior del mismo
sujeto que pretende cumplir el acto.

B) Clases
Como antes mencionamos, existen cuatro sanciones procesales:

a) Caducidad: Es la amenaza que se cierne sobre los actos jurídicos procesales de parte,
cuando los mismos no se han cumplido dentro del término perentorio taxativamente fijado por
la ley.

b) Preclusión: Es la sanción procesal que impide legalmente el cumplimiento de un acto en el


proceso por ser este incompatible con una situación o conducta anterior, generada por el
mismo sujeto que pretende ahora realizarlo.
c) Inadmisibilidad: Es la amenaza que se cierne sobre un acto de parte, el cual ha ingresado
materialmente, pero no jurídicamente, al proceso, por no haberse observado en su realización
las prescripciones (formas o requisitos) exigidos por la ley para ello.

d) Nulidad: Es la sanción procesal que hace o determina la falta de eficacia legal de un acto
jurídico introducido al proceso, porque el mismo se ha realizado sin observar las formalidades
prescriptas por la ley de manera genérica o específica.

aa) Las nulidades pueden ser de dos tipos:

aaa) Nulidades genéricas: Son las que están establecidas en forma general o en conjunto,
cuando en una o varias normas se fijan taxativamente los requisitos bajo cuya condición deben
cumplirse los actos, en sentido amplio, que ella circunscribe para que no alcance dicha
amenaza procesal (CPP, art. 185).

bbb) Nulidades específicas: Son las que, por el contrario, están determinadas y diseminadas en
distintos artículos de la ley, con indicación precisa para cada acto en particular de las
formalidades que deben reunir bajo la sanción que taxativamente la conmina (CPP, art. 355).

bb) Asimismo, las nulidades son de diferentes especies. Estas son:

aaa) Absolutas: Estas nulidades tienen las siguientes características: 1. pueden ser declaradas
de oficio o a petición de parte, aun de aquella que no tenga interés legítimo o haya concurrido
a causarla; 2. pueden oponerse o peticionarse en cualquier estado y grado del proceso,
abarcando las etapas normales y la eventual de los recursos; 3. son insubsanables (CPP, arts.
185 y 186).

bbb) Relativas: Estas nulidades tienen como rasgos distintivos: 1. pueden oponerse o
plantearse por las partes que tengan interés y no la hayan causado; 2. deben ser opuestas en
las oportunidades y formas prescriptas taxativamente por la ley; 3. pueden ser subsanadas en
las formas expresamente establecidas en la ley (CPP, arts. 187, 188 y 189).

cc) Distintos sistemas de nulidad


En la legislación comparada han existido cuatro tipos de sistemas de conminar las nulidades:

aaa) Formalista: Según este, la falta de cualquier elemento formal, aun el más intrascendente,
producía o daba lugar a la nulidad del acto.

bbb) Privatista: Este sistema dejaba libradas a la plena voluntad de las partes la apreciación y la
definición en cuanto a los actos procesales que deben ser declarados nulos.

ccc) Judicial: Deja en manos del juez la valoración de las formas no observadas, estableciendo
que sólo las sustanciales son causa de nulidad.
ddd) Legal: Este sistema que es el que recepta el CPP Cba. Establece que no hay más nulidades
que las expresa y taxativamente previstas por la ley.

Lecturas complementarias: Clariá Olmedo, Jorge, Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediar,
Buenos Aires, 1966, IV; Creus, Carlos, Invalidez de los actos jurídicos procesales, Astrea, Buenos
Aires, 1993; De la Rúa, Fernando, Recurso de Casación en Materia Penal, Depalma, Buenos
Aires, 1994; Núñez, Ricardo, Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba anotado, Lerner,
Córdoba, 1986; Torres Bas, Raúl, Apuntes de Derecho Procesal Penal (Clases Magistrales),
Librería Facultad, Córdoba, 1987; Vivas Ussher, Gustavo, Manual de Derecho Procesal Penal,
Alveroni, Córdoba, 1999.

V. INVESTIGACIÓN JURISDICCIONAL: LA DISCUSIÓN POLÍTICO CRIMINAL

Siguiendo a Cafferata Nores, podemos decir que la investigación preparatoria es la etapa del
procedimiento penal que, a partir de la hipótesis de un delito, procurará reunir pruebas para
establecer si hay suficiente fundamento como para acusar a alguna persona por su comisión.
Desde el punto de vista político-procesal, bajo una óptica técnica o científica, se puede señalar
que el desempeño de tareas de investigación que cumple el Juez en la instrucción no se
corresponde con la imparcialidad que debe presidir el ejercicio de la potestad jurisdiccional. Si
bien históricamente la investigación fue puesta a su cargo buscando mayores garantías para el
sospechoso, los resultados, en este aspecto, no han sido precisamente paradigmáticos. La
triple función asignada al Juez de Instrucción (investigador del imputado, contralor de la
observancia de las garantías de este frente a su propia actividad y evaluador del mérito
probatorio de su propia investigación), es menos una utopía funcional que una hipocresía
práctica.
Además, parece artificial que el Fiscal base su acusación en pruebas que no son recibidas por él
y para cuya selección carece, generalmente, de toda iniciativa vinculante, pues sólo puede
proponer diligencias que el Juez cumple si, a su exclusivo criterio, resultan pertinentes y útiles.
También es criticable la inversión de roles, ya que el Fiscal que deberá investigar se limita a
controlar la investigación y el Juez que la debería controlar la realiza personalmente.
Entonces, es más conveniente establecer un procedimiento de investigación a cargo del
Ministerio Fiscal, eficaz, ágil y garantizador, reduciendo la actividad del Juez sólo a algunas
intervenciones de autorización o control, impuestas por requisitos constitucionales (garantías
individuales, fundamento de la acusación). Con él, además de un mayor resguardo de aquellos
aspectos, se procura obtener también ventajas prácticas en orden a la eficacia, al evitar cierta
pomposidad de la instrucción jurisdiccional (exagerada para tan sólo fundar una acusación) y al
aprovechar la actividad policial dirigida por el Fiscal (que en aquel sistema se reproduce ante el
Juez), acordándole al Ministerio Público la estrategia de la investigación.
La agilidad y eficacia de la investigación fiscal preparatoria dependerá fundamentalmente de
las atribuciones que se otorguen al Fiscal, pues mientras mayor sea la autonomía que tenga de
los jueces en orden a los poderes de investigación y coerción, mayores serán las posibilidades
de éxito. Ello sin trasponer los límites infranqueables que imponen las garantías
constitucionales. También tiene influencia en la eficacia el sistema de división del trabajo que
se imagine para los Fiscales (temporal o territorial).
En orden a las atribuciones probatorias, el Fiscal debe ser el dueño de la estrategia de la
investigación y estar facultado para recibir todas las pruebas, aun las definitivas e
irreproductibles, siempre que en este último caso se garantice la intervención de la defensa.
Pero los elementos de convicción que recoja durante la investigación preparatoria sólo
tendrán valor para dar fundamento a la acusación o al sobreseimiento, en su caso.

1) CPP Córdoba y Nación: Investigación fiscal e investigación jurisdiccional


En la provincia de Córdoba, la investigación está como regla a cargo del Fiscal de Instrucción
(investigación fiscal), mientras que excepcionalmente, cuando existen obstáculos fundados en
privilegios constitucionales, queda en manos del Juez de Instrucción (investigación
jurisdiccional).
En la Nación, la fórmula se invierte. La instrucción a cargo del Juez es la regla, y la investigación
a cargo del Agente Fiscal sólo procede cuando el Juez de Instrucción decide que la dirección de
la misma quede a cargo de aquel, excluyéndose de las potestades del Agente Fiscal la
declaración del imputado, la mayoría de las medidas de coerción personal, la producción de los
actos definitivos e irreproductibles, el archivo de las actuaciones, la persecución penal o el
sobreseimiento del imputado y todo otro acto que la ley sólo otorgue al Juez de Instrucción
(CPP, arts. 196, 212 y 213).
Volviendo a Córdoba, en la investigación fiscal, el Fiscal de Instrucción procede con arreglo a la
ley para reunir los elementos que puedan servir de base a sus requerimientos. Estos pueden
fundamentarse en los actos practicados por la Policía Judicial dentro de sus facultades legales,
salvo en lo relativo a la declaración del imputado (CPP, art. 328).
El Fiscal de Instrucción practica y hace practicar todos los actos que considere necesarios y
útiles para la investigación, salvo aquellos que la ley atribuya a otro órgano judicial. En este
caso, los requerirá a quien corresponda (CPP, art. 329).
Cuando tiene que practicar actos definitivos e irreproductibles, el Fiscal garantiza el
contradictorio a través de la notificación a la defensa (CPP, art. 330).
También debe proveer a la defensa del imputado (CPP, art. 331).
En el ejercicio de su función, el Fiscal de Instrucción puede citar, privar y acordar la libertad al
imputado, y recibirle la declaración, conforme a lo previsto en las reglas específicas sobre
medidas de coerción personal establecidas en el CPP (CPP, art. 332). En cualquier momento, el
imputado puede solicitar directamente al Juez de Instrucción la aplicación de los artículos
relativos a mantenimiento, recuperación o cese de la prisión preventiva, quien requerirá de
inmediato las actuaciones y resolverá en el término de 24 horas.
La resolución es apelable por el Fiscal de Instrucción o el imputado, sin efecto suspensivo (CPP,
art. 333).
El Fiscal de Instrucción puede disponer, por decreto, el archivo de las actuaciones cuando no
se pueda proceder o cuando el hecho en ellas contenido no encuadre en una figura penal. En
este último caso, si se hubiere recibido declaración como imputado a alguna persona,
procederá a solicitar el sobreseimiento. En todos los casos, las partes podrán oponerse a la
decisión del Fiscal. Cuando mediare discrepancia del Juez de Instrucción regirá el artículo 359.
El archivo dispuesto por el Juez es apelable por el querellante que se hubiere opuesto, salvo el
caso del art. 359.
Regirá el art. 464, y si la decisión del Juez fuese revocada, otro Fiscal de Instrucción proseguirá
con la investigación (CPP, art. 334).
Las partes pueden proponer diligencias, las que serán practicadas salvo que el Fiscal no las
considere pertinentes y útiles; si las rechazara, podrán ocurrir ante el Juez de Instrucción en el
término de tres días. El Juez resolverá en igual plazo. La denegatoria será apelable.
En el término de diez días a contar desde la declaración del imputado, el Fiscal de Instrucción
por decreto fundado y con arreglo a los requisitos del art. 282, dispondrá la prisión preventiva,
cuando concurran las causales del art. 281.
El imputado y su defensor pueden oponerse ante el Juez (art. 338). La resolución de este es
apelable por el Fiscal y el imputado (CPP, art. 336).
La investigación fiscal debe practicarse en el término de tres meses a contar desde la
declaración del imputado. Si resultare insuficiente, el Fiscal podrá solicitar prórroga al Juez de
Instrucción, quien podrá acordarla por otro tanto. Según las causas de la demora y la
naturaleza de la investigación, la prórroga podrá concederse hasta doce meses más (CPP, art.
337).
En los casos que la ley autoriza la oposición a una resolución o requerimiento del Fiscal de
Instrucción, esta se deducirá ante quien la dictó en el término de tres días, salvo que se
establezca otro trámite. Si el Fiscal mantuviera su decisión, elevará la oposición en igual
término ante el Juez de Instrucción, junto con las actuaciones y sin perjuicio del cumplimiento
de los actos urgentes de investigación. El Juez resolverá en el término de tres días (CPP, art.
338).
La investigación jurisdiccional sólo procede cuando existen obstáculos fundados en privilegios
constitucionales (art. 340). Si en estos casos se formulare requisitoria fiscal o querella contra
un legislador, magistrado o funcionario sujeto a juicio político, enjuiciamiento o juicio de
destitución, el Tribunal competente practicará una investigación sumaria que no vulnere la
inmunidad del imputado. Cuando existiere mérito para el juzgamiento, se solicitará el
desafuero, antejuicio o destitución, ante quien corresponda, acompañando copia de las
actuaciones y expresando las razones que lo justifiquen. La investigación sumaria no podrá
exceder de dos meses, bajo pena de caducidad.
Si de acuerdo con el art. 94 de la Constitución Provincial, el legislador hubiere sido
aprehendido, el Tribunal dará cuenta a la Legislatura con la información sumaria del hecho,
dentro del término de 24 horas. Del mismo modo se procederá cuando el aprehendido
estuviera sujeto a juicio político o enjuiciamiento o juicio de destitución, en cuyo caso se
cumnicará la privación de la libertad del magistrado o funcionario a la Cámara de Diputados, al
Jurado de Enjuiciamiento o al Tribunal Superior de Justicia, según corresponda (CPP, art. 14).
Si se produce el desafuero o la destitución, el Tribunal dispondrá la investigación jurisdiccional
correspondiente o dará curso a la querella. En caso contrario, declarará por auto que no se
puede proceder y archivará las actuaciones (CPP, art. 15).
Cuando se proceda contra varios imputados y sólo alguno de ellos goce de privilegio
constitucional, el proceso podrá formarse y seguir con respecto a los otros (CPP, art. 16).
El requerimiento de investigación jurisdiccional debe contener (CPP, art. 341):
1) Las condiciones personales del imputado o, si se ignorase, las señas o datos que mejor
puedan darlo a conocer.
2) La relación circunstanciada del hecho, con indicación, si fuere posible, del tiempo y modo de
ejecución y de la norma penal que se considere aplicable.
3) La indicación de las diligencias útiles para la averiguación de la verdad .
En general, las normas sobre la investigación jurisdiccional son semejantes a las normas sobre
investigación fiscal. Las diferencias que se advierten son en primer lugar la posible
participación del Ministerio Público en todos los actos de la investigación, y examinar en
cualquier momento las actuaciones. Si el Fiscal hubiera expresado el propósito de asistir a un
acto, será avisado verbalmente con suficiente tiempo y bajo constancia, pero aquel no se
suspende ni retarda por su ausencia. Cuando asista, tiene los deberes y facultades que se le
otorgan a los que participan en las diligencias de la investigación (CPP, art. 343). Si se rechaza
la proposición de las diligencias probatorias, sólo procede el recurso de apelación (CPP, art.
344). En caso de insuficiencia del tiempo para la investigación, el Juez puede motu
proprio ampliar por otro tanto (CPP, art. 346).
Cuando el Juez hubiere recibido declaración al imputado y estimare cumplida la investigación,
correrá vista al Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación. Este, en el término de seis días,
requerirá las diligencias probatorias que estime necesarias o procederá con arreglo al art. 355.
Sólo en casos graves y complejos el término podrá prorrogarse hasta por otro tanto (CPP, art.
347).

.
Lecturas complementarias: Cafferata Nores, José, Introducción al Derecho Procesal Penal,
Lerner, Córdoba, 1994; Torres Bas, Raúl, Apuntes de Derecho Procesal Penal (Clases
Magistrales), Librería Facultad, Córdoba, 1987; Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal
Penal, Lerner, Córdoba, 1986.

VI. CLAUSURA DE LA INVESTIGACIÓN PENAL PREPARATORIA

1) Sentido y función del llamado procedimiento intermedio en el proceso penal. El sistema en el


CPP de Córdoba y Nación. Crítica

A) El procedimiento intermedio. Crítica


El procedimiento intermedio es la segunda fase de la investigación penal preparatoria
destinada a la crítica de los sujetos esenciales del proceso penal, respecto a la fase anterior
destinada a la recolección de los elementos de prueba que puedan dar base a la acusación, al
juicio abreviado inicial o determinar el sobreseimiento.
En el Derecho Comparado, explica Vivas Ussher: «Las regulaciones que materializan esta idea
procesal, de efectuar un control de legalidad de lo actuado en la faz investigativa, son por
demás heterogéneas e incluyen la denominada etapa intermedia (Ordenanza Procesal Penal,
CPP Modelo para Iberoamérica), crítica instructoria (modelo italiano), clausura de la
instrucción, control del gran jurado (sistema angloamericano)»[1].
Aunque no se regule expresamente el control de legalidad investigativa, este se lleva a cabo
inexorablemente y es siempre un procedimiento intermedio que se da entre la investigación
propiamente dicha y los actos preliminares del juicio. En Córdoba se encuentra después de la
investigación fiscal (de parte) o, excepcionalmente, de la investigación jurisdiccional (del
supuesto órgano imparcial) y antes de los actos preliminares del juicio (fase del juicio).
Tanto el CPP de Cba. como el CPP de la Nación la denominanclausura. Sin embargo, queda
claro que la fase no se agota en la tramitación del cierre de la investigación. Se trata de un
momento de reflexión y valoración de lo actuado, en donde el Tribunal competente (Juez de
Instrucción [Control]) verifica si se dan las condiciones para elevar la causa a juicio de acuerdo
a la requisitoria realizada por el órgano estatal encargado de la persecución penal
(probabilidad positiva) o si se debe sobreseer (certeza negativa o duda insuperable). Incluso,
puede darse en este momento alternativas de solución del conflicto social, como es el juicio
abreviado inicial.

B) Sistemas legislativos
Respecto a la elevación a juicio se dan, tanto en la doctrina como en las legislaciones positivas,
dos sistemas bien diferenciados que se distinguen fundamentalmente en que uno sigue un
régimen de carácter discrecional o facultativo, mientras que el otro resulta obligatorio;
también se diferencian por los órganos que intervienen y por la facultad específica asignada a
los mismos, que delimita el examen sobre la existencia de una participación punible y el mérito
de la prueba que permita fundamentar la remisión del proceso a plenario.
Para una mejor explicación del tema, es necesario hacer una distinción de los dos sistemas,
señaladas en las legislaciones positivas más importante que los han adoptado.

a) Sistema obligatorio
En este sistema de elevación de la causa a juicio en forma obligatoria, en todos los casos debe
hacerse un examen de los fundamentos, o sea de la viabilidad de las condiciones para que la
causa llegue a plenario, no importando que el imputado se haya opuesto o no a la elevación.

aa) En Inglaterra, al imperar un sistema acusatorio puro, se instituyeron dos Tribunales de


diversa composición y funciones, para juzgar en todos los casos los fundamentos de la
acusación.
En primer lugar, se establecía un cuerpo colegiado popular llamado el Gran Jurado, el cual
estaba encargado de examinar las probanzas recogidas en la instrucción y expedirse sobre los
fundamentos de la elevación de la causa a juicio, dejando completamente de lado la
consideración de la responsabilidad penal del imputado. Según sus sostenedores, la institución
se fundamentaba en la protección de la libertad del imputado, al determinarse si la acusación
tenía bases serias. Si faltaba esa seriedad, era superfluo entrar a considerar la responsabilidad
del imputado, decían.

bb) En Francia, repudiado el sistema inquisitivo con la Revolución Francesa, se adoptó el


sistema inglés al que hemos hecho referencia, pero bien pronto se adujeron inconvenientes,
por lo que el Jurado Popular fue suplantado por un colegio técnico llamado Cámara del
Consejo, que tenía la misión de pronunciarse sobre el mérito del sumario. Pero adolecía este
organismo de un defecto fundamental, ya que uno de sus tres miembros (el presidente) era el
Juez que había llevado a cabo la investigación. Si bien se pretendía así que este Juez, por estar
al tanto de los pormenores de la causa, informara a sus colegas de la misma, era evidente que
su voluntad se tornó preponderante sobre las de los demás.
Al lado de este cuerpo se creó otro que con el tiempo iba a ser el único que iba a perdurar: la
Cámara de Acusación, que en un primer momento sirvió para resolver por vía de acusación y
luego, ampliando sus facultades, examinaba todo el trámite del proceso previo a la remisión
del sumario a juicio. Sus funciones terminaron siendo tan amplias que el propio Código de la
materia reglamentó minuciosamente todo el trámite a seguir, en especial en cuanto a la forma
y alcance de su intervención.

b) Sistema facultativo
La particularidad de este sistema reside en que únicamente no se eleva la causa a plenario en
forma directa habiéndose formulado acusación, cuando la defensa –notificada de las
conclusiones de aquella– se ha opuesto conforme se regula en el ordenamiento ritual. Es decir
que si no media oposición, no cabe un nuevo pronunciamiento (esta vez del Instructor) sobre
el mérito del sumario. Por eso es un sistema facultativo, porque el pronunciamiento no debe
producirse en todos los casos sino que depende de la oposición del imputado.
Este sistema fue adoptado por Austria e influyó en nuestra legislación. Deja al Ministerio
Público el poder de decidir si él debe llevar la acusación delante del Tribunal, y cuál ha de ser el
objeto de esa acusación.
En efecto, dispone esta legislación que el acta de acusación(requisitoria fiscal en nuestro
derecho), debe ser sometida al Juez de Instrucción o al Presidente de la Cámara del Consejo,
según se haya tenido o no información previa.
Concluido el examen por cualquiera de estos dos órganos, si debe hacerse lugar a la acusación,
el Juez comunica la misma al imputado informándole que puede oponerse.
Si el imputado no se opone en el término legal o renuncia expresamente a la oposición, el Juez
somete la acusación a la Corte de Primera Instancia, ante donde se llevará a cabo el juicio.
En caso de oposición, el Juez somete la causa a la Corte de Segunda Instancia la cual, previa
audiencia del Procurador General, se pronuncia sobre la oposición. El mismo procedimiento
vale cuando el imputado, sin haberse opuesto, se manifiesta agraviado por el arresto.
Además, la Corte de Segunda Instancia debe rechazar provisoriamente el acta de acusación
cuando sea necesario para hacer desaparecer un vicio de forma o para aclarar mejor el hecho.
Es un caso similar al que ocurre en nuestro derecho cuando la Cámara devuelve los autos para
que el Fiscal formule nueva requisitoria por contener errores o vicios la primitiva.
Con respecto al coimputado que no ha deducido oposición, se establece que si no se da curso
a aquel trámite se considera como si este la hubiera formulado. Además se legisla sobre las
formas y recursos.

2) El sobreseimiento: facultad de sobreseer. Valor. Procedencia (causales). Forma. Efecto.


Discrepancia entre el Fiscal y el Juez de Instrucción.
A) Sobreseimiento. Concepto
El sobreseimiento es la resolución jurisdiccional que cierra definitiva e irrevocablemente el
proceso con relación al imputado a cuyo favor se dicta por carecer de fundamento o estar
extinguida la pretensión represiva que se hace valer[2].
El sobreseimiento puede ser total o parcial, desde el punto de vista objetivo o subjetivo.
El sobreseimiento, desde el punto de vista objetivo, es total si se dicta en relación a todos los
hechos atribuidos. Será parcial, cuando sólo se refiera a uno o alguno de los hechos que se
investigan en la causa.
El sobreseimiento, desde el punto de vista subjetivo, es total cuando se dicta en relación a
todos los imputados en el proceso penal concreto. Es parcial cuando se refiere a uno o algunos
de los imputados.

B) Facultad de sobreseer
La facultad de sobreseer corresponde al órgano jurisdiccional. Como desarrollaremos más
abajo, pueden hacer uso de esta atribución el Juez de Instrucción, la Cámara en lo Criminal, el
Juez en lo Correccional o el Tribunal Superior de Justicia.
Durante la investigación jurisdiccional puede ser dictado de oficio por el Juez de Instrucción. En
la investigación fiscal, debe ser requerido en forma fundada por el Fiscal de Instrucción. En
caso de desacuerdo, rige el trámite ante el Fiscal de la Cámara de Acusación (CPP, art. 359).

C) Procedencia
El sobreseimiento total o parcial podrá ser dictado de oficio durante la investigación, sin
perjuicio de los casos en que puede dictarse durante los actos preliminares del juicio (CPP
Cba., art. 370).
En el supuesto de extinción de la pretensión penal (CPP Cba., art. 350, inc. 4°), el
sobreseimiento procede aún a petición de parte en cualquier estado del proceso (CPP Cba.,
art. 348).

a) Explicando el artículo, podemos decir que pueden dictar el sobreseimiento:

aa) Durante la investigación penal preparatoria: En esta etapa puede ser dictado por el Juez de
Instrucción, en todos los supuestos previstos por el art. 350.

bb) Durante los actos preliminares del juicio: Durante los actos preliminares del juicio, las
Cámaras en lo Criminal (en pleno o en Salas Unipersonales) o los Jueces en lo Correccional
pueden dictar sobreseimiento por las causales previstas por el art. 370.

cc) Durante la etapa recursiva extraordinaria: El Tribunal Superior de Justicia puede dictar el
sobreseimiento por extinción de la pretensión penal (CPP, art. 348).

b) Los supuestos por los cuales se puede dictar el sobreseimiento durante la investigación
penal preparatoria son (CPP, art. 350):
aa) Que el hecho investigado no se haya cometido o no lo haya sido por el imputado:
En este inciso se hace referencia a los extremos objetivos y subjetivos de la imputación
jurídico-delictiva. Por un lado, la no existencia de la acción o de la omisión que se investiga,
que hace a la representación conceptual del proceso, y por el otro, a la falta de participación
de quien se ha traído como supuesto autor, coautor, instigador, cómplice necesario o no
necesario.

bb) Que el hecho no encuadre en una figura penal:


Aquí se valora la falta de tipicidad. Si bien existe la conducta y la intervención del sujeto
imputado, el hecho acreditado no se subsume dentro de los tipos que se desarrollan en el
Libro Segundo del Código Penal y, excepcionalmente, en el Libro Primero (v.gr., art. 51).

cc) Que medie una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una excusa
absolutoria:
Las causas de justificación, según la teoría tradicional, excluyen la antijuridicidad del hecho.
Entre ellas se destacan el estado de necesidad, el cumplimiento de un deber, el ejercicio
legítimo de un derecho, autoridad o cargo, algunos casos de obediencia debida y legítima
defensa propia o de un tercero (C.P., art. 34, inc. 3°, 4°, 5°, 6° y 7°).
Son inimputables los menores de 16 años, los que tengan insuficiencia o alteraciones
morbosas de sus facultades, quien se encuentra en estado de inconsciencia y quien no puede
comprender la criminalidad del acto (Ley 22.278, art. 1°, C.P., art. 34, inc. 1°).
Las causas de inculpabilidad, por su parte, son la ignorancia o error de hecho (C.P., art. 34, inc.
1°) y la amenaza de un mal grave e inminente (C.P., art. 34, inc. 2°).
Entre las excusas absolutorias encontramos el desistimiento en la tentativa (CP, art. 43),
tentativa de aborto (CP, art. 88, 2ª disposición), prueba de la imputación (CP, art. 111, inc. 3°),
injurias recíprocas (CP, art. 116), retractación (CP, art. 117), hurto, defraudaciones y daño
entre parientes (CP, art. 185), revelación de la conspiración (CP, art. 217), disolución de
tumulto (CP, art. 232), encubrimiento entre parientes (CP, art. 279).

dd) Que la pretensión penal se haya extinguido:


La pretensión penal se extingue por:

aaa)Causales enumeradas:
i) La muerte del imputado (CP, art. 59, inc. 1°)
ii) Amnistía (CP, art. 59, inc. 2°)
iii) Prescripción (CP, art. 59, inc. 3°)
iv) Renuncia del agraviado (CP, art. 4°)

bbb)Causales no enumeradas:
i) Oblación voluntaria de la multa (CP, art. 64)
ii) Suspensión del juicio a prueba (CP, arts. 76 bis y ss.)
iii) Avenimiento entre víctima y victimario (CP, art. 132)

ee) Que habiendo vencido todos los términos de la investigación penal preparatoria y sus
prórrogas (sea fiscal [CPP Cba., 337] o jurisdiccional [CPP Cba., 346]), no hubiere suficiente
fundamento para elevar la causa a juicio (CPP Cba., 354) y no fuese razonable, objetivamente
prever la incorporación de nuevas pruebas.
La última causal es netamente procesal y se la denomina duda insuperable, por oposición a
la certeza negativa exigida para las demás causales de sobreseimiento (CPP, art. 350, incs. 1° a
4°). Para justificar esta nueva causal se afirma que aquí la evidencia es de que no se van
encontrar los suficientes elementos de prueba indispensables para acreditar el hecho y la
participación punible del imputado en el posterior desarrollo del proceso. Al respecto dice
Cafferata Nores: «Pero la evidencia a la que se puede arribar por el aporte de prueba negativa
sobre aquellos extremos (certeza) debe asimilarse a la falta total de prueba positiva de
responsabilidad penal. La prueba negativa, la demostración de la inculpabilidad no es posible
por lo general; el pretenderla representaría en la mayoría de los casos un absurdo lógico y una
manifiesta iniquidad»[3].

c) Durante los actos preliminares del juicio, existen las siguientes causales de sobreseimiento,
siempre que para acreditarlas no sea necesario el debate (CPP, art. 370):

aa) Que el acusado sea inimputable.

bb) Si se hubiese operado la prescripción de la pretensión penal, según la calificación legal del
hecho admitida por el Tribunal.

cc) Por la producción de cualquier otra causal extintiva de la acción.

dd) Si se verificara que concurre una excusa absolutoria.

d) Durante la etapa eventual de los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior, el


sobreseimiento se puede dictar por extinción de la pretensión penal (CPP, art. 348, segundo
párrafo).

D) Valor
El sobreseimiento cierra irrevocable y definitivamente el proceso con relación al imputado a
cuyo favor se dicta (CPP, art. 349).

a) Acción penal
El sobreseimiento es irrevocable, pues de ningún modo o por ninguna causa el
pronunciamiento que ha quedado firme puede modificarse, o dejarse sin efecto dentro del
mismo procedimiento[4].
Cuando la sentencia que dispone el sobreseimiento queda firme por vencimiento de los
términos previstos para recurrir o por agotamiento de la vía impugnativa, favorece al
imputado con el ne bis in idem al igual que una sentencia absolutoria[5]. Esto en virtud de que
es definitivo.
b) Acción civil
Si absolver significa liberar a una persona de la imputación que se le ha formulado; si la ley civil
se remite a la procesal en cuanto a las formas que puede adquirir una absolución; si el
sobreseimiento en nuestro sistema positivo se dicta en la instrucción por las mismas causas
que determinan la sentencia absolutoria posterior al juicio plenario y hace cosa juzgada; si la
ley civil no exige que la absolución a que se refiere sea exclusivamente la que puede dictarse
después del juicio contradictorio, parece indudable que el sobreseimiento, en cuanto a la
acción reparatoria, se rige por los mismos principios aplicables a la sentencia absolutoria.
Queda claro que, aun después del sobreseimiento al imputado es posible obtener, accionando
contra este o quien resulte tercero civilmente demandado, la indemnización civil, en la misma
forma que sucedería en el caso de dictarse una sentencia absolutoria. Esto porque el órgano
jurisdiccional puede declarar que una persona debe ser absuelta penalmente de un hecho, y
sin embargo corresponder en este último que se haga efectiva, a pesar de aquella decisión, la
reparación pertinente por el daño causado[6].

E) Forma y fundamento
El sobreseimiento se dispone por sentencia (CPP, art. 351). La sentencia es la resolución
jurisdiccional que pone término al proceso (CPP, art. 141). El Tribunal debe fundamentar, bajo
pena de nulidad, las sentencias (CPP, art. 142). La sentencia debe ser suscripta por el Juez o
todos los integrantes del Tribunal que actuaren y también por el Secretario. La falta de firma
produce la nulidad del acto (CPP, art. 143).
En la sentencia de sobreseimiento se tienen que analizar las causales, siempre que fuere
posible, en el orden previsto en el artículo 350. Esto es importante, pues de no hacerlo puede
dar lugar a la apelación del imputado, su defensor, e incluso del Ministerio Público.
La sentencia de sobreseimiento es apelable, sin efecto suspensivo, por el Ministerio Público y,
salvo el caso previsto por el art. 59 (discrepancia entre Fiscal y Juez de Instrucción), por el
querellante particular. En este último supuesto regirá lo dispuesto en el art. 359.

F) Efecto
Dictado el sobreseimiento, se tiene que ordenar la libertad del imputado que estuviese
detenido. Aquí la palabra detención se encuentra utilizada en un sentido amplio comprensivo
de cualquier medida de coerción personal: arresto, detención, aprehensión, prisión preventiva.
Por ley 22.117 se exige la comunicación al Registro Nacional de Reincidencia a fin de dejar
constancia de la resolución respectiva. Si el sobreseimiento es total, objetiva o subjetivamente,
se archiva el expediente y las piezas de convicción que no corresponda restituir (CPP, art. 353).

G) Discrepancia entre el Fiscal de Instrucción y el Juez de Instrucción


En el caso que durante la investigación fiscal, el Fiscal de Instrucción solicitare el
sobreseimiento y el Juez de Instrucción estuviere en desacuerdo, se elevan las actuaciones al
Fiscal de Cámara de Acusación. Si este coincide con lo solicitado por el inferior (Fiscal de
Instrucción), el Juez debe resolver en tal sentido, haciendo lugar al pedido de sobreseimiento.
En caso contrario, vale decir, en caso de que el Fiscal de Cámara de Acusación coincidiera con
el Juez de Instrucción, aquel formulará directamente el requerimiento de citación a juicio, que
tramitará con arreglo a lo previsto en el título de la Clausura (CPP, arts. 354 a 360).

3. Plazos de la investigación
Los plazos para realizar la investigación preparatoria son:

A) Investigación fiscal:
La investigación fiscal debe practicarse en el término de tres meses a contar desde la
declaración del imputado. Si resultare insuficiente, el fiscal podrá solicitar prórroga al Juez de
Instrucción, quien puede acordarla por otro tanto, según las causas de la demora y la
naturaleza de la investigación. Sin embargo, en los casos de suma gravedad y de muy difícil
investigación, la prórroga puede concederse hasta por doce meses más (CPP, art. 337).

B) Investigación jurisdiccional:
La norma del artículo 346, que regula los plazos de la instrucción, es idéntica (incluso remite) a
la norma del artículo 337 del CPP. La investigación jurisdiccional debe practicarse en el término
de tres meses a contar de la declaración del imputado. Si dicho plazo resultare insuficiente, el
Juez puede disponer la prórroga por otros tres meses, teniendo en cuenta la causa de la
demora y la naturaleza de la investigación. Sin embargo, en los casos de suma gravedad y de
muy difícil investigación, la prórroga puede disponerse hasta por doce meses más.

4) Requerimiento fiscal de citación a juicio: procedencia. Forma y contenido. Facultades


defensivas. Elevación por auto o por simple decreto

A. Requerimiento fiscal de citación a juicio: procedencia

a) Investigación fiscal preparatoria:


Para que sea procedente el Requerimiento de Elevación de la Causa a Juicio son necesarios los
siguientes requisitos (CPP, art. 354) durante la investigación fiscal:

aa) Que se le haya recibido declaración al imputado (CPP, art. 306).

bb) Que el Fiscal de Instrucción considere que está cumplida la investigación.

cc) Que existan elementos de convicción suficientes para sostener como probable la
participación punible del imputado en el hecho intimado (CPP, art. 261). Caso contrario
procederá solicitando el sobreseimiento (CPP, art. 348).
b) Investigación jurisdiccional preparatoria:
En el caso de la investigación jurisdiccional, el procedimiento es diferente y requiere
actividades tanto del Juez de Instrucción como del Fiscal de Instrucción (CPP, art. 347):

aa. Juez de Instrucción:

aaa) Es necesario que el Juez haya recibido declaración al imputado.

bbb) Es imprescindible que el Juez de Instrucción considere cumplida la investigación.

ccc) El Juez de Instrucción debe correr vista al Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación.

bb) Fiscal de Instrucción:


El Fiscal, en el término de seis días –sólo prorrogable en casos graves y complejos–, a contar de
la notificación de la vista, puede tener dos actitudes diferentes:
aaa) Requerir diligencias probatorias que estime necesarias.
bbb) Formalizar la acusación (CPP, art. 355).

B) Forma y contenido

a) La forma de la solicitud de elevación de la causa a juicio es la de un requerimiento (CPP, art.


355). El Fiscal, pues, asume su esencial función de parte. El requerimiento, por exigencia
derivada de los principios generales del CPP, debe ser escrito, motivado, específico y firmado
por el representante del Ministerio Público Fiscal, bajo pena de nulidad. El Fiscal de Instrucción
nunca puede remitirse a lo decidido por el Juez del Instrucción (fundamentalmente durante la
investigación jurisdiccional) (CPP, art. 154, primer párrafo).

b) El contenido del requerimiento fiscal es el siguiente:

aa) Los datos personales del imputado (identificación nominal) o, si se ignoraren, los que sirvan
para identificarlo (identidad física).

bb) Una relación clara, precisa, circunstanciada y específica del hecho:


La relación es clara cuando se realiza sin giros ampulosos y en lenguaje llano, de tal modo que
puede ser entendido por quien es el imputado.
La relación es precisa cuando está redactada de tal manera que excluye todo tipo de
ambigüedades que puedan hacer dudar acerca de cuál es el hecho sobre el que existe
probabilidad o su calificación legal.
El hecho está circunstanciado cuando se discriminan los cuestiones de tiempo, modo y lugar.
Por último, se encuentra especificado cuando se lo diferencia de otros supuestos hechos que
concurran en la causa.

cc) Los fundamentos de la acusación: Es necesario que se den los motivos de la acusación
basándolos fundamentalmente en los elementos de prueba recolectados y valorados según las
reglas de la sana crítica racional.
dd) La calificación legal: Aun cuando esta no obliga al Tribunal (iura novit curia), es
imprescindible su mención en la pieza acusatoria.
El contenido exigido por la ley es indispensable. A falta de alguno de sus elementos, se impone
la sanción de nulidad, la cual es absoluta, en virtud de que la deficiencia de estos requisitos
impacta directamente en el derecho de defensa en juicio representado en este caso por el
principio del contradictorio (CN, art. 18).

C) Facultades defensivas (instancias)


A pesar de la deficiente redacción del artículo pertinente, cualquiera sea la investigación penal
(fiscal o jurisdiccional), se le otorga a la defensa técnica del imputado ciertas instancias.
En efecto, de acuerdo al artículo 357 del CPP, las conclusiones del requerimiento fiscal deben
ser notificadas al defensor del imputado quien puede, en el término de tres días (a partir de la
notificación), oponerse, instando:

a) el sobreseimiento o;

b) el cambio de calificación legal;

c) falta de mérito
.
En este caso, las actuaciones deben ser remitidas de inmediato al Juez de Instrucción.

D. Elevación por auto o por simple decreto


Según haya planteado oposición, o no, el abogado defensor del imputado, el procedimiento y
la resolución por la cual se eleva la causa es diferente.

a) Elevación por decreto: Cuando el abogado defensor del imputado no deduce oposición y, en
el caso de que sean varios los imputados, ninguno de los abogados defensores lo hiciere, el
expediente es remitido por simple decreto al Tribunal de Juicio (Cámara en lo Criminal o Juez
en lo Correccional) (CPP, art. 358, tercer párrafo).

b) Elevación por auto: Cuando uno de los abogados defensores se hubiere opuesto (solicitando
el sobreseimiento o el cambio de calificación legal), el Juez de Instrucción resuelve la oposición
en el término de cinco días. Si no hiciera lugar a lo solicitado, tiene que disponer por auto la
elevación de la causa a juicio o, en su caso, el auto de falta de mérito. Este auto debe ajustarse
a los requisitos exigidos para el auto de prisión preventiva (CPP, art. 282). De igual modo
procede si acepta el cambio de calificación legal propuesto por la defensa.
Cuando hay varios imputados, la decisión debe dictarse con respecto a todos, aunque el
derecho que acuerda el artículo 357 (derecho a oposición), hubiese sido ejercido sólo por el
defensor de uno.
El auto de elevación de la causa a juicio es apelable por el defensor que dedujo la oposición
(CPP, art. 358, primer, segundo y cuarto párrafo).

E. Clausura y notificación

a) La investigación penal queda clausurada cuando se dicta el decreto de remisión a juicio o


queda firme el auto que lo ordene.

b) Cuando el Tribunal de juicio tiene asiento en otro lugar, aquellas resoluciones tienen que ser
notificadas a las partes y defensores, quienes deben constituir nuevo domicilio.

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