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OSCAR TERÁN

VID4\ INTELECTUAL
EN EL BUENOS AIRES
BIN-DE-SIGLO
(1880-1910)
Deriv s de la "cultura científica"

'~ONDO DE CULTURA ECONÓMICA

t>.lí:XICO- AR·NTINA- BRASIL- COLOMBIA- CHILE- ESPAÑA


1 1
ESTAfJOS'UNIDOS DE AMF,RICA- PERú- VENEZUELA
l. EL LAMENTO DE CANÉ

Numerosas intervenciones de los intelectuales argentinos en el


giro del siglo pasado organizaron una problemática frente al
proceso de modernización experimentado en esos años y frente
a la tarea de consumar la construcción de la nación. En un pe-
ríodo cultural caracterizado por una superposición de teorías y
estéticas, el horizonte intelectual de la Generación del 90 se
organizó sobre un espacio donde convivían el romanticismo
acriollado de la Generación del 37 y el liberalismo, junto con
concepciones católicas y con las novedades traídas por el so-
cialismo y el anarquismo. A aquella tradición, los hombres del
80 le habían asignado una entonación realista, laicizada y esca-
samente proclive a la sistematiciclad, dentro ele un contexto de
optimismo básico en los destinos nacionales, aun cuando opa-
cado por ciertas prevenciones, acentuadas por la crisis y los
sucesos ele !890.
Para entonces, el período post Caseros se ha cerrado con el
triunfo del Estado nacional, aunque las luchas intraelites han
dejado marcas ele cuya persistencia dan cuenta los textos inau-
gurales del relato del 80: es sabido que ni Juvenilia ni La gran
aldea se privan de referir a las pasiones políticas que habían
agitado a la República desde 1852, reflejadas en las divisiones
y odios entre provincianos y porteños o entre nacionalistas y an-
tonomistas, como cuando Miguel Cané evoca aquel día ele abril
de 1863 en que crudos y cocidos "estuvieron a punto de ensan-
grentar la ciudad".'

z 1 M. Cané, Juvenilia, Buenos Aires, Estrada, !963, p. 114.

13
\'IDA INTELECTPAL EN EL ll\!F.NOS ;\II,ES FIN-IlE-Sic;Lf) EL LAMENTO DE CÁNÉ

Dichas preocupaciones fueron respondidas desde matrices gustos, las form!ts clcf'initivas de nuestro organisn10 político, y
ideológicas diwrsas y algunas ele ellas renovadas. En el ámbi- dígasenos qué pedazo del mundo ha hecho una evolución seme-
to ele los intelectuales, la "cultura científica" se constituyó en jante en medio siglo!" 2
uno de los grandes cánones interpretativos de la nueva proble- Estas opinionbs coincidían con la revelada en una carta de
mática. El juego ele las culturas científica y estético-humanista Julio A. Roca al mismo Cané fechada en diciembre de !SR 1.
avanzaba sobre el terreno de una cultura religiosa en retroceso, "Por aquí -escri~ía el presidente de la República- todo marcha
al menos en el ámbito letrado, pero que seguía elevando su voz btetL El país en ~ocio sentido se abre a las corrientes del progre-
apocalíptica ante los prestigios crecientes de los ídolos de la so, con una gran!confianza en la paz y la tranqnilidad pÍ!blica, y
1 ' -

modernidad. Así, Pedro Goyena, desde su plataforma católica, tma fe profunda ¡en el porvcmr. Al paso que vamos, si sabemos
advertía en un discurso sobre la ley de educación común que la conservar el juidio en la prosperidad, [ ... ] pronto hemos de ser
ciencia, "a la que jamás la Iglesia fue hostil, ha tomado una di- '
J
un gran pueblo hemos de llamar la alcnci<'lll del tmmdo".' Fl
rección extraviada, por la inf'lucncia de un orgullo insensato". arnericanismo li*11bién se autocelcbraba al aílo :;iguicnte en la
Era un discurso en retirada, y que no encontraba condiciones escritura de Ernbsto Quesada, cuando en b Nunn f?evisro rle
propicias de audibilidad en el marco de la pax roquista y de los Iiuenos Aires dc4ía que "la atención de los hornhrc:; pensadores
visibles éxitos en el cumplimiento del programa modernizador, del mundo entert está fija aquí, porque aquí se elaboran actual-
que habían promovido la confianza aun de alguien cauteloso mente los destirios futuros de la humanidad".' Con el mismo
ante la expansión del progreso como Miguel Cané. Este miem- setllido, otro midmbro de la Generación del RO, Eduardo \Vilde,
bro relevante de la clase dirigente, cuyo linaje lo conecta con el vaticinaba en Ul1a carta dirigida al presidente de la República
patriciado, había iniciado su carrera de escritor en La hibun.a y "la tónica eufórjca que presidiría los febriles años venideros:
El Nacional, y de allí en más protagonizaría un cursus honontlll 'Adelante, adelante. Haremos de Buenos Aires la ,'\tenas ele Su-
canónico entre los miembros ele su grupo: militante autonomista; damérica"'5 Y hlasta el viejo Sarmiento, tan poco complaciente
director general de Correos y Telégrafos; diputado; ministro ple- hacia la política ~n curso, 6 no podía dejar de festejar en Buenos
' 1 . . .

nipotenciario en Colombia, Austria, Alemania, España y Francia; A tres a la Nuev<1 York del sur, remarcando que en la capital ar-
intendente de Buenos Aires; rninistro dcllnterior y de Relacio-
nes Exteriores. Será él quien relatará en 1882, con indisimulado ' 1
· \1 Cané, En ¡·iajtf (!8?,!-/?i82}, Buenos Airrs, Ta!lncs (;r:íficm Ar¡:cntinns L J.
orgullo, que ningÍin extranjero podía creer "al encontrarse en el R(''~o. !937, PP- )()y :1B
seno de la culta Buenos Aires, en medio de la actividad febril 'Cit. en R_ Sácnz ~rayes. fldigucl Cani y su tiempo, Buenos .1\ircs. Gui!lnmn Kr:lrt
L1d:~, 1955 1 -
del comercio y de tocios los halagos del arte, que en 1820 los · "El Congreso Litfrarío Latino--Americano v el amcric:1nismu.,, en NueFo Rcl'ÍI'IIi
caudillos semi bárbaros ataban sus potros en las rejas de la plaza rft f?ur·nor .'\ircs. mart~ de ! 882. voL J. P- JO). -

ele Mayo". Y agregaba: "Recrbimos un mundo nuevo, bárbaro, ' E. Gallo y R. üirt('s Conde. La rcpúNiw consnTad(!/'tl, Bucnm Aires. P:tidós

despoblado, sin el menor síntoma de organización racional:


f!'- 77~7R. i .
~ En Ctlrta de dicich1brc de 1882 a Mrs. ~~íann le decía: ''E<;ta es nuestra sittuci(ln
¡mírese la América de hoy, cuéntense los centenares de millares ·n·ú·rial. que no es maJa. Es la situación polítíca ln que. da que pensar'', en Conflicro r
ele extranjeros que viven felices en su suelo, nuestra industria, ") "''"i<•n/as de !ds m:.as bn América, O!Jws cornp/ctos rlf' D r. .S'anni('nto, Bueno~ J\i1·c~.

la explotación de nuestras riquezas, el refinamiento de nuestros Llitnria! Luz del Día, 1953, L XXXV!!, p. JI.

¡
lu VIllA INTELECTUAL EN EL i UENfS AIRES l·IN-l)E-S!CLO U. LAMENTO DE 1 ANÉ 17

gentina "liay más confort, más gusto, que c11 El Havre o en Bar- presas que reqt ieren grandes capitales e ilimitada fortuna, vías
celona, [y) tomada en masa la poblaci~:n eni cuanto a desarrollo férreas que avanwn hacia sus cabeceras naturales, puentes que se
intelectual, no cede a ciertas comarca' de rfalia, España, Irlan- arrojan sobre Jo': ríos, ríos que se -:~ncauzan para que no se des-
da, Francia, por no nombrar el resto" 7 Por f¡ín, un antiguo auto- borden, colonias que adquieren vida propia, expediciones en fin
nomista, en un libro fuertemente críticc del t·oquismo mostraba que cruzan el de,;ierto en todas las direcciones para hacer el pro-
' '
su convicción de que "la República Argeútina es sin disputa liJo inventario dr sus riquezas" w De tal modo, el diario repetía la
uno de Jos países más ricos del mundo si nd
es el más rico"-' n10raleja de que las pasiones destructivas de la política habían si-
.
1-~stos cntuSI<tsmos la1vez so bre·d'Imension~dos
. 1
se apoyaban, no do dominadas ¡nr el desarrollo de los intereses conservadores
obstante, en datos que revelaban la comolid~ción del proceso de asociados con el desanollo económico, dado que ''es el progreso
umficación dcc la nación, en el marco de uni sorprendente crecí- material el que !kv a al progreso moral, y no viceversa". En la lí-
. • . - 1 •
miento econonHco, acompanado por la expeqtatlva muchas veces nea del Alberdi q:.1e a su vez abrevaba en el liberalismo de la eco-
cumplida de movilidad social ascendente y 1ma exitosa seculari- nomía política inglesa, para el roqui\mo la paz era el logro mayor
zación cultural impulsada desde el Est;do. Iin tanto, hacia 1880, del progreso económico, y con ello la política pasaba afortunada-
las dos faccwnes políticas que hasta enton4es se disputaban el mente a segundo plano: "El tiempo de la política teatral ha pasa-
poder (el nacionalismo mitrista y el autonodismo de Alsina) ha- do. No hay multi,udcs ociosas que fugücn revoluciones", seguía
bían sido sustituidas por una nueva fracci~n que, motoriz.ada proclamando La Tril.nrrw en \887.
desde el interior, terminó por incorporar tan}bién a algunos sec- Naturalmente, era la misma convicción que animaba los
tores de la clirigencia portefía 9 Justamente, 1¡1 convicción de que mensajes de Juliu A. Roca, como aq¡rel de 1883 en que expresó
se había ingresado en um edad que rompía con el pasado fue votos por que
parte del discurso que el mismo roqLismo construyó como parte
de su Imagen autolegitimante. Como se ha ~ostrado, el mensaje sea ésta nuc¡·.tra aspiración pública, la paz y el orden; realice-
más inmediato que el diario oficialista I.a 1¡ribuna Nacional se mos eslc prcgrama, y la luz que empieza a irradiar sobre la
apresuró a difundir afirmaba que "la Argent61a finalmente había República se convertirá en un lúco que, cual otra estrella de
Oricnle, anun(:iarü al mundo que existe en este extremo Sur
entrado en 1111a nuc,va era", identificada con b1 arribo del progre-
del continente americano, abarcando cuatro veces mayor es~
so, materializado en "buenas cosechas, ind[rstrias nuevas, em- pacio que- la Francia y no menos fértil que ella, una nación
! abierta a todas !as corrientes del espíritu, sin castas, sin preo-
!
7
D. F Sarmiento, "El milo babilónico" (9~9·1887), en Condición del e:rtumjero en cupaciones religiosas ni sociales, sin tiranías ni comuna;
An1ericd, en Oinus t:ow¡J/erns, ub_ clt, t. XXXVI. i nuevo templo sobre la faz de la tierra, donde se consagran to-
-' Carlus D'Amico, Buenos ;tires, sus hombres, su pol{úc(t ( /860-J8<JQ), Bueno~ Al-
Jc.s, Editonal i-\mericana, l9S2 [1890J, pp. 47-48 i das las libcnades y todos los derechos Jel hombre. 11
y .. La diferencia con d período amerior no radicab<J soLui1entc en la marginación de
buena p;me de la clase política poncila (de la cual forma~an parte dirigentes como 1
u Paula Alonso, '"En la primavera de !a historia'. El discurso político dd roquismo
Akln, Del Valle y 1--krnardo de lrigoyen) sino en que, a! mfnos durante la (kcaJa dd de la década Ud Ochenta<\ trav¿s de su pn.·nsa", llo!rrín dd In.Hítuf(J de Hiswriu Ar-
SO y a diferencia de las décadas <Hllcriorcs, hubo un solo proiagonista dc.ctivo: el Parti- gnuino y i\mericww "Dr E Uovignuni .,. F. F_ y l.clras, UBA, n_ 15, Ier_ se m_ !997
du ;\ulOJii)JJJÍ\!it N;tciuna!" (/ !ilda S abato, "La rcvoluciúu JJIIJO: ¿prólogo o cpilogu'i" 11 En N. R. Botana-E. Gallo, De lo l?c¡ní!Jlic<l ¡¡osihte d !u 1\e¡ní/Jiica \'t'!dodent
1
l'H F11111u de Vis1u, mí m J9, diciembre de 1990) ( IX00-1910}, Buenos Aires, And, 1997. p. 19'1.
!S VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES HN-DESIGLO
EL LAMENTO DE C:~NE
' .
'
19

Berlín una capitlt! a la altura de las otras grandes de l~uropa, al-


El optimismo que muchas de estas intervenciones suelen reve-
lar también en los ámbitos intelectuales es la marca de una
go ele este espíritu se encuentra en la clase dirigente argentina Y
creencia tenaz: la que dice que en esta parte del mundo se está
en los intelectu;~les que de uno u otro modo adhieren a esa uto-
elaborando una experiencia cultural original y decisiva, digna
pía. Las cartas d~ Cané constituyen un registro ele esa expectati-
de inscribirse en el marco de las naciones más prestigiosas del
va: propone allf que la clase acomodada contnhuya con sus
mundo. Visiones todas ellas que reforzaban la fundacional
clonaciones a alimentar un musco ele bellas artes cltgno de un
creencia en la excepcionalidad y en la grandeza argentinas, re-
país de avanza~a; recomienda también enfáticamente al presi-
velada a una escala típica por Florentino Ameghino, para quien
dente Pellegrinii que no ponga palmeras en Buenos Atrcs smo
evidentemente Darwin era argentino porque fue aquí donde ve-
otro tipo de árbples más dignos de esa gran ciudacl, Y transpa-
rificó stt genial descubrimiento." Las memorias de Martín Gar-
renta al 'mismo bempo la creencia de que, desde ese~ lugar so-
cía Mérou. quien fuera secretario de Cané .. permiten atisbar ese
cio-político y ct~ltural ocupado por la cLtse dirit:c·ntc. se tiene el
clima de enérgica confianza en el futuro manifiesto de la Ar-
derecho aclquiri~o de operar sobre la ciudad col11o sobre un Flr-
gentina. En ellas, y refiriéndose a la formación de un cercle de , persona1. 14 1
d 1n
pensée a fines de 1889, el encuentro inaugural en casa de un 1
1
miembro de la elite se describe con una hipérbole aumentativa: '
La reunión se prescnfa animada y espléndida. [ ... ] ¡Qué di- 1

versidad de ideas, de opiniones, de creencias' Sólo en una Y sin embargo.lno son pocos los miembros de la elite letrada
cosa coinciden: todos son ultralibcrales y eminentemente re- e¡. u e desde tcmphmo observan inquietos cónHl: ;junto fr~ttos cm;
volucionarios; quieren un cambio completo político y social. val orados, el tqrrenlc modermzador ha ac,lt\ ec1do fcnomcnos
Era necesario reformar las creencias, las costumbres; instituir indeseados ·o indomprensiblcs, tanto más prcocupantcs luego ele
el socialismo; pero el socialismo liberal, inteligente. ilustra- la cr~s1s financi~ra y los acont~cimientos políticos del 90. f:n
do, justo: reorganizar la república; más, !u América; hacer de este ultnno aspe!::to. a parllt de ella,

d~"kha-.
toda ella una gran nación, que enseñara a pensar, a obrar a
ese mundo antiguo. a ese viejo decn'pito a quien llevaría la los viejcjs antagonismos que permanecían latentes
vivificantc savia de las nuevas doctrinas. 13 cía y-a diez largos años y los dcsmcmhram1cntos p<1rC!illcs
1 ~ •
que aqudjaron al autonomísmo COilvcrgJc-ron: lodos cllo/s: en
Y así como el Estado prusiano luego ele la victoria sobre Fran- una coa~íción opositora donde participaron fuerzas polJtJcas
cia decidió erigir y nutrir el museo de Pérgamo para hacer de de difcrdntc signo: el partido liberal de tradición mitrisla; los
dirigent~s alejados del tronco autonomista con motivo de las
12
''Todos vosotros sabéis, sin duda. que Danvin puede considerarse como uno de eleccionbs del 86; la Unión Católica de Estrada, Goycna Y
nuestros sabios, pues el descubrimiento de su teoría cst~i ligado a !a historia de nuestro 1
progreso científico, por ser aquí. entre nosotros, donde recogió !os materiales de ella y 1 . 1
:l Para algunos asPectos de la percepción de Cané sobre Rucnos Atrc~, pUC( e verse
tuvo su primera idea" (F. Ameghino, ConCCJifos jiuulwnentales, Buenos Aires, W. M.
r:lic;a Radovanovic, "~!modelo ideal y la realidad de la lra7:1 Bucnns ·:'\Jrcs _en e! pen-
Jackson rnc. Editores, s./f., p. 62).
1
' {'vL García Mérou. Recuerdos literarios, Buenos Aires, Eudeba, 1973, pp. 233-234.
S '<Hllicnto de M. CanJ··. en Pensar Buenos Aires. Buc:no<; /\ircs. fvlumc1palH!ad de la
Ciud~1d, Instituto Histhrico de la Ciudad de I3ucnos Aires. 1994
1
'll
¡
VII!A INTELECTUAL EN EL Bl!ENQS AIRES FIN-DE-SIGLO
- LL L.-\1\!ENTO DE CANÉ
21

1
ot~·o~ que se había organi~ado en tien~pos de las querclh~s preocupación de los gobiernos, la única religión de su pueblo,
unguwdas por las leyes !meas, y, por t¡n, un grupo de anti- d úntco tema de sus disputas".
guos militantes, fieles a la tradición pop,Blista del autonomis- Entre la clase letrada argentina, esas impugnaciones hacia algu-
mu bonaerense, donde sobresalían ~eandro ' N. Alcm e nas c¡u·as de la rnodernización pueden encontrarse tempranamente
Hipó!ito Yrigoycn. 15 y ubicarse dentro de diversas esferas de representaciones. La pri-
mera de ellas replica el tema del ubi swll, típico de los estratos
En cuanto al orden de la recepción de las tra\Jsformaciones ma- que lamentan la disoluctón de las viejaS costumbres en una so-
tc:rwks, la curric,ntc de innovaciones dcsperlftrá en la Argentina ciedad y una ciudad en rápida transformación. Como señaló Jo-
rcfkjus reactivos análogos a los de otras pari,es del mundo, aun- sé Luís Romero, en esa situación qúienes perciben precozmente
que la visión desconfiada ante algunos efe~tos de la reforma Jos cambios como una amenaza y hmzan el lamento del "¿dónde
modernizadora chocaba con la paradoja de gue quienes impul- están, dónde se han ido'7" son los que tienen una tradición, inte-
sabcui activamente dichas reformas eran lo~ mismos que des- reses económicos importantes, un modo congénito de vida, vi-
coufiaban. De ·allí que en el seno de este sec\or que apuesta a la ~orosos prejuicios y, "sobre todo, la convicción profunda de ser
modernización y al progreso se desplieguen l,llla serie de discur- herederos históricos y mandatarios de quienes establecieron
sos complejos y correctivos que desearían qurnplir el papel de aquellos fundamentos"-" En este registro, un conservador había
la lanza mítica capaz de curar las heridas qu~ ella misma produ- escrito en Alemania, ya en 1828: "Todo se ha vuelto móvil o se
ce. Tal espíritu es el que le hace añorar a Vjcente Quesada las hace movible y, con la intención o bajo pretexto de perfeccio-
viejas quintas y los altos cipreses desalojado~ por el ferrocarril, narlo todo, se cuestiona, se duda de todo y se va al encuentro de
y al mismo tiempo prever que los bienes y usos europeos tarde una transformación general. El amor al movimiento en sí, inclu-
o temprano se impondrán para bien de la soc\abilidad criolla."' so sin finalidad ni propósito determinado, ha sido el resultado Y
Estas críticas a la modernidad hallarían disponible un archi- se ha desarrollado a partir de los movimientos del tiempo"."
vo argumentativo configurado por las versitincs conservadoras En ]a Argentina, una percepción amíloga comienza por ser
no ignoradas en Hispanoamérica y constituidas ante el ciclo de entre leve y risueña, como la que presenta Lucio V Mansílla en
las rc·vulucruiics industrial y francesas. En thminos generales, 1870 en Una excursión a los indios ronque/es, por la cual la ci-
se apeló al acervo romántico que resentía del desgarramiento vilización consiste "en que haya muchos médicos Y muchos en-
que la modernidad introducía en el seno de i_una realidad cuya fermos, muchos abogados y muchos pleitos, muchos soldados y
anterior organicidad se añoraba. Más precisamente, se edifica- muchas guerras, muchos ricos y muchos pobres. En que se im-
ron argumentaciones que lamentaban la irrup~ión caótica de las priman muchos periódicos y circulen muchas mentiras". Años
masas en la escena política, o el peso privilegiado que las prác- después, todavía Eduardo Wilde expondrá con su espontánea
ticas económicas habían alcanzado en la s,bciedad, según el ironía, en una nota precisamente titulada "Vida moderna", un
diagnóstico de Ilonald: "el comercio ha llegado a ser la única
i 11 J. L Romero, prólogo a Pensamirn!O consen·odor ( 1815-1898!. Caracas, Ayacu-
1
~
N. BlJldn;l, L/ orden conse/'l'(ldor, Buenos Aires, 1-lysp;u(¡¿fica, l9~ó, p. 164.
' Vít.:l\!1 (J;ílvc¿ (-~cudóninH) de Vio.:n!c G. QuL'sada), Ak~norius de w1 viejo, Buc-
11 cho, l 978, p. x
1 ~ Cit. en R. Kosdkck, Fuwro posodo, Barcelona, p,üdós. 19(.)1, P 114.
Jlo.~ AÍ¡v.,. lXX'J, pp. :~2 1 ) y ·f27
22 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AmES FIN-DE-SIGLO EL LAMENTO DE dANJ:

nuevo costado de ese malestar: clck la acumulación de objetos Es que la dcthocracia así comprendida -en la línea locquevi-·
que convierten al hogar en un "bazar" y al refinamiento en un lleana proseguida por Renan y Taine- configuraba un fantasma
obstáculo para la vida_ "¿,Sabes por qué me he venido~ Por huir que amenaza a )as sociedades con un proceso homogcneizador
de mi casa, donde no podía dar un paso sin romperme la crisma que sólo puede )nivelar hacia abajo, y para el cual se reserva el
contra algún objeto de arte. 1... ] El aire no circulaba por culpa término "medicicridad", prontamente difundido en el fin ele si-
de los biombos, de las esta.tuas, de los janoncs y de la grandísi- glo por la crítica de Nietzsche al "último hombre" que contiene
ma. madre que nos dio a luz". 19 Se trata, como se ve, de una des- el Zaratustra y borla expansión de las piezas dramáticas de lb-
cripción negativa de lo que mucho después \Val ter Benjamín en sen. Se trata del' mismo balance que realiza Paul Groussac de la
El libro de los pasajes llama.ría la "casa estuche", típica de ese civilización no~teamericana cuando visita ese país. Porque si,
momento del hábitat burgués 20 como asevera $pcncer, el progreso se corresponde con una cJi ..
Un nuevo aspecto, el del igualitarismo --para el cual el siglo krcnciación cdcien\e de las partes constilnycntes de cualquier
XIX suele usar la palabra "democracia"-·, configuró para los realidad, a Grodssac le parece evidente que, "en lo fundamental
sectores tradicionales otro de los males atribuibles a los tiem- --las ideas, los ~Istos, las aptitudes y las funciones sociales--, la
pos modernos, y observaron su expresión en la erosión de la novísima. evolul:.:ión de los Estados Unidos se caracteriza por
1
deferencia: "Los muchachos decían: ¡allí viene el doctor! y se una marcha c01]tinua hacia la homogeneidad. Su progreso ma-
quitaban el sombrero, como lo hacían delante de todo sacerdote terial, entonces,! equivaldría a un regreso moral: y ello sería la
o de los ancianos, a quienes cedían la derecha de la vereda. [ ... ] confirmación dd que la absoluta democracia nos lleva fatalmcn-
1
22
Todo estaba sujeto a cierto régimen uniforme"." te a. la umversal¡mediocridad" . . . .

El qmcbre c\e aquella normatrvtclad traclicronal es lo que


~ E. Wi!de. "Vida moderna··, en Prometeo y Cía, 1899. tomado de Lallul'ia y otros
1 otros n~emorialjstas de las décadas del 80 y 90 indican como
rr!atos, Buenos Aires, Centro Edilor de América Latina. 1992, pp. 27 ss. causa nel mcrelncnto de los atentados contra la propia vtcla.
20
Para Benjamín, "'e! siglo X! X, más que ningún otro, tuvo la pasión del hogar. Con-
\!ientras Santiago Calzadilla sostiene que "vivimos en la época
cibió el hogar como el estuche de los seres humanos y lo;.; encerró en él con todos sus
aditamentos" de los suicidios!', José Antonio Wilde ofrece un indicio donde
Georg Simmel observaba a fines del siglo XlX que !a profusión de mercancías en la puede verse qu9 las críticas a la modernización han comenzado
vida moderna generaba una sensación de opresión, parte del m~ls amplio fcn6rncno de a I'ÜJcul:rrse e o niel tópico d~l lujo como encmi!o de la vida bue-
objctiv~l. que construye un mundo fctichil_ado
la separ:.teión entre las esferas subjetiva y
con leyes propias. El origen impersonal y b facilidad en sustituir esos numcro:.:os obje-
na."-' Y el mrsmy contrastara la mencronacla pcrdtda de defcrcil-
to~ que pulubn ;)\rededor de \as personas conJucírían a una situación en que ese amon- cia con otro tóp¡co en vías de canonizaciún: la sana pc~rsistcncia
tonamiento de mercancías se convierte en "un mundo cerrado e interconectado donde de los viejos va, ores en el interior del país -tema que trabajaba
cada vez hny menos puntos en que d alma subjetiva pueda interponer su voluntad y sus
sentimientos" (0. Frisby, Fragmentos de la modernidad, i\hdrid, Visor Distribuciones,
1992,pp.174y44l). "P Gronssac. DJ Plu1u u/ Ni1ignru. Buenos Aires. Adm. ,k h llibl!ntcca. 1Wrl.
21
Vicente Quesada, Afcmorius de 11n viejo. ob. cit., p. 108. Asimismo, "la costum- '' "'Entonces eran besconncidos los suicidios. mientras que ;1hora i6vcnes de amhns
bre de sncarsc el sornbrero al pasar de! ante de la puerta de una iglesia, y que era exten- '~~\ns y aun ancian-os f.'oncn término a su \'ida. ¿,Sabes por qué? Pon.Jt;l' .._,¡ !.nio ha muer_-.
siva a todas las clases, va desapareciendo. Nadie pasaba por el lado de un sacerdote sin -~ ¡.,a! ~cntimiento" (S. 'alzadí!!a, Las bcldudcs de 111i riempo, Huenns Aires. Centro Ed1
descubrirse; hoy nadie lo hace" (José A. Wi!de, Bw:nos ¡\[res desde 70 diios ulnis, T (,·r d..: América Latin,, t982, p. 86, y J. A. Wilde, Rucnos Mu's desde 7() wlos nrrús.
f3ucnos Aires, Centro Editor de América Latina. p. 165). 1
i· ' ciL. p. !62). i

1
'llJ.\ lNTloLECTUAL EN EL llUEN9s AIRES f'!N-DE-S!GLO
! EL LAMENTO DE CANÉ 25
sobre:_·
,
la ya asentada
_ __ . _
dicotomía
_
~k' IIJt Cl!Ol-,
Buc· nos A 1· 1 c-T- .· . para co-
lllli!Zdl d lllVCrlir la valoración dominante ~ue había coloc d dc:l 80, esas inqmetudes ante la modermzación estuvieron tem-
0
en la ciudad capital la fragua de los valoresipos 1·t 1·vo· "L a pranamente asociadas con el programa de construcción de una
- - , · _ - • 1 s- os m-
nos -evoca WI!de- Jamás dejaban de pedir !su bendición a sus nacionalidad que debía apelar a los valores de la cultura estética
padres al_ lcvantar_se y _ al acostarse· otro tailto 1 ••. pau resultar exitosa. Y esto, porque ambos condensaron de
.b 1 . - • • ' 1 laCidn con sus
,¡ ue ~s~ tws: cte. [ ... j Esta señal de respetuisa sumisión ha dc- modo insuperable dentro de su gmpo socio-cultural el registro
s,_tp,_ueclllo CdSI or com¡Jieto como otra-s· Inu~ha. ·t b de la pérdida de la deferencia, así como el sentimiento fóbico
¡ · ' s cos um res
P_

¡- L
e e tle¡:1pos pasados. Creemos que aún subsiite en algunos pue- frente a los avances del igualitarismo y la sensación ele cerca-
blos de las P10vmcws Argentmas". ¡ miento de la elite: todo ello enmarcado en una mirada entre ex-
Tambic~n es claramente visible para Jos co!nte _. trañada y severa respecto ele las modificaciones estructurales
· -¡ . 1 · , mp01ancos que
me ,uso _ as_ costumbres
_ . __ más básicas· y lc>s t1pps · - . ¡··.-
lSicos es tan • en que introducía la modernidad.
pr_ oc_eso de; cambio. "¿Cómo se come ahora'l_" , - y· En principio, otro de los motivos de alarma entre l6s intelec-
. , , (> , ., · ' -1 , se pregunta ,_
~ente' ,.:ues<~da. y responde: "Enteramente a¡ la europea". Pero tuales europeos frente a la modernización estuvo centrado en
c~denMsh
ocurre que al nmar a las señoritas ~e
.
. ·b
, pe1c¡ e que 'ya
, los efectos de las modificaciones tecnológicas y urbanas 25 Se
no- :ty un tipo nacional, la _belleza tiene algc) de cosmopolita". abrió entonces un capítulo ele lamentaciones ante las exhibicio-
Por hn, cuando un par de decadas más larde tos' M .- .R nes industriales de 1855 y 1866, así como por las reformas ur-
M ·· ¡ - i e aua amos
.. ~JI a re acwne la caída del mundo tradicion~l con una sustitu~ banas de Haussmann en París. Típico del primer momento
C. Ion q~te para decnse uttliza un término delle/Jguaje religioso y resultó el comentario de Renan acerca de la primera de aquellas
lo ,r~oc¡~ con una practica,económica sostemqa por extranjeros, exposiciones: "por primera vez nuestro siglo -escribió--- ha con-
ctquel Ideologema se habra expandido y¡ ,· .•
, _, _ _ _ _ _
_.
ucu4 ya custa 1rzado y
. vocado grandes multitudes sin el propósito de un fin ideal". 26
conscnsuc~do en elmtenor de la elite· porc¡ue 1 . d En Del Plata al Niágara, publicado en 1897, Groussac reco-
",In _ , _ _ . . · ;o a1nenaza o son
1 1
.,el ,bu, nos .e e os molvidables
. . · , s de pe1·fuma d os
caserones , lleno' rre ambos temas. El viaje comienza con un acercamiento a la
Iccucnlos y mt:lancolicamentc perdidos entry el humo de los que caracteriza como "noble" ciudad de Lima, "verdadera pa-
lwuw.l de 1'il.lcos que: hoy los f'm}illlwz".'' tricia criolla" a la cual "la era ¡noderna, igualadora y constitu-
cional, la ha deformado más que embellecido". Y a su paso por
Chicago, que venía de celebrar su propia exposición industrial,
no disimula el profundo desagrado ante los "elevadísimos buil-
E_:st:_rs referencias, c¡ue sería fácil mult·¡"pli.car· p d - . dings, sin la menor sospecha de la armonía necesaria entre su
.-, •• _ , _, _ _ _ - , ue en seguu-se
mc~s sistcmatic_amente en la literatura de 1-d
1
, el M" • altura y su base". De modo que, para los que saben juzgar, el
, , . , , , _ eas: e 1gue 1 Cane
} en P<lrte de Paul Groussac. Así, puede verifi(;arse el modo en gigantesco bazar de la exposición ha demostrado que el mo-
que:, para algunos miembros de la dirigencia pQlítico-intelectual
'

"'Cf K. W. Swan, The se¡¡se ofdecadence in XIX century France, La Haya, Marti-
, --,'1 J._ l'vl. Hamos fvlc¡LJ, Hma;) \u Fiem¡m, But>nos Airee., Ec!J(ouaJ C!cnt!llc.l L¡ . nus Nijhoff, !964.
ld!Jd Aigeotma Atan;r:,¡o IYLurmcz 1927 r l ' y te
' - , · , P- J(_}í) El sub¡,¡y.tdo l'"S 1010 e~ E_ Rcnan, ''La poésie de J'Exposition", en Oeuvres comp!i:rcs de Emest RtJUUL
París, Calmann-Lévy, !948, t. 11, p. 24!.
26 VIDA INTELECTUAL EN EL Rl!ENOS AIRES FIN-DE-~IGL() EL LAMENTO DE CAN!~

mento ele los Estaclos Unidos aún no ha llegaclo. Se trata al fin libertad y la pro~iedad, sin privilegios de clases, sin viejas ins-
de cuentas de una "elegancia adocenada y ele confortable al por tituciones. sin hí~toria, sin aristocracia, sin corte y sin universi-
mayor'', ele una ciudad que ha llegado a ser vieja sin haber pa- dades serias. Es~ tipo de sociedades "carecen de: distinción, de
sado por el ennoblecimiento de lo antiguo, tan excesivamente nobleza; no haceb obras originales en materia de arte v de cíen-
I "
desprovista de tradición que allí "las paredes han crecido más cia'', pero puede~ resultar productivas en otros terrenos y. sobre
de prisa que las arboledas". Ai1ora entonces "aquellas nuestras todo, llegar a serlmuy poderosas ... 27
pobres aldeas seculares, hechas lentamente a la medida del gru- Por su parte, ~iguel Cané, en su reacción ante una tempora-
po y ele la familia sedentaria, [ ... ] transmitiéndose de padres a lidad veloz y mi espacio cambiante -en tanto rasgos notorios
hijos, cada vez más resistentes, más venerables, más impregna- del concepto de lo modemo·-, muestra la matriz de aquella mí-
das de humanidad". rada recelosa en ¡las representaciones del ámbito urbano y de la
"Medida" y "armonía", e:;to es, lo cualitativo, construyen de relación campoiciudad. Esas imágenes se hallah;m entonces
esa manera el polo positivo ele la antinomia respecto del núme- instaladas en un,l1 corriente caudalosa de impresiones sobre la
ro. agrupando tópico:; que podrán cubrir desde la oposición cál- ciudad de Buen6s Aires, que convocaba la escritura típica ele
culo versus aventura hasta desembocar en lct del dinero como memorialistas q~e experimentan la premura por fijar en la letra
enemigo de la moral. Allí, en los Estados Unido:;, los valores aquello cuya pnjnta extinción prevén, y pam los cuales puede
negativos "constituyen el canon y la base del criterio de toda:; extenderse la afihnación referida a Mansílla en cuanto a "la ne-
las civilizaciones primitivas: no se llega sino después de un lar- cesidad de famiÜarízar una ciudad que se le ha escapado de las
go refinamiento a la sobria elegancia, a la gracia discreta, a la manos: una Buehos Aires cuyos cambios ya hall sido re,>:Ístra-
calidad. Todo aquí es excesivo, recargado, desproporcionado: el dos con acritud, buriosídad, con humor, por Lópcz. Cambaccres
mamut lo simboliza exactamente". Ese gigantismo sólo merece v lvlartel"." 1

aquel calificativo tomado de La tempestad ele Shakespeare que - Y en efecto,


'
eh
pasajes de diversos componentes de la elite se
-a partir de Rcnan, Darío y Rodó- se difundiría para describir la encuentra la susdripcíón de sentimientos análogos a los de Cané.
1
civilización yanqui: "calibanesco". Y también como en Rodó. el i

criterio para la valoración encomiástica de una sociedad residirá El que cl~spués ele muchos años de <HJ"'ncta se encontrase
para Groussac en el cultivo de los valores estéticos, manifestado repcntinalncnte en las calles de csla ciuclacl de ¡, Sanlísima
en la frecuentación de las bellas artes, en las que los norteameri- Triniclaclldc Buenos Aires -escribe José Antonio Wilclc-
canos huelgan tanto como abundan en aplicaciones técnicas y en quedaría fin duda admirado de los cambios y transform.(·lcio-
descubrimientos de inmediato resultado industrial. ncs que Pn ella se habían operado en e! transcurso. por
ejemplo, ~le cincuenta años. [ ... ] Llevado ele "' primera im
Una cultura estética que identifique así belleza con armonía
dísíca permitirá al mismo tiempo imaginar un buen orden social,
1
según un conjunto de supuestos c¡ue se verán desplegar en Cané. :·E_ Rcnan, La r4formc intcllecrue!fe rf moralc. París, Calmann-Lh")". ;;-/L pp.

De:;pués de todo, tanto éste como Groussac coincidían otra vez \ 1211\3. 1
:• Silvia t'vfolloy. "~-~Y1itcralt!ra autobiogdfica en Argentina" en !douidod cuíru-
con Renan en que hay dos tipos de sociedad, de los cuales el polo Q ·,i! de f!Jeroamérico tn~ .<.;¡¡ fitcraturu, coord. Saú[ Ymkic\·ich. t\Lldrid, Al!wmhta.
negativo está ocupado por la norteamericana. Aquí imperan la 1 ·Hl. p. S2. 1

'
YIU!\ INTELECTUAL EN EL llUENps AIRES FIN-DE-SIGLO LL LAMENTO DE C!\NÉ
i
. • 1l . . 1
JlrL;s¡on, oLna e 1Ull1c1o de nucslras c4lles, se asomhro.ría Je y las mujeres, admirables del botín al sombrero; y los depen-
ver los grupos de vascos, italianos y gilegos que reemplazan dientes Je comercio n_nTiendo a su negocio; y todo esto con-
en _el dta a nuestros ant1guos negros clv_wgadorcs; observaría fundido, a prisa, pasando como una fantasmagoría. 31
'-'-1 tr Y veiHr de lranways, de carruajes,) y se abisnutrfa de Jos
d1 vc;·sos medios de transporte que hoyl disponemos; contem- Esa 1111sma sensación de fantasmagoría lleva a un observador es-
plana absorto los regios edificios parti;culares, Jos suntuosos par1or a describirla en términos de "un campamento" compuesto
palacios Y la magnificencia y auslera b~lleza del inmenso nú-
por una población movediza que define una "ciudad efímera"."
mero de nuestros edificios ptlb1icos. 2 'J )
Tamb.én Miguel Cané percibe con nitidez al movimiento acek-
rado ,:omo un rasgo crucial de la modernidad, pero ese movt-
Tinnpoco falta la arquetípica invocación al Vláneur, que le per-
rnic:nté> carece a sus ojos de una finalidad, y por ende se trata de
nute a Vtcente Quesada colocar, así fuere modicamente, a la ca-
un mero agitarse sin sentido: "¡A prisa, a prisa' -le escribe a su
pital argcntma entre las grandes ciudades del mundo·
! •
hija-. La vida se acorta, el mundo se estrecha y en el orden mo-
¡
ral los vagos e indefinidos horizontes del pasado desaparecen;
A la caída del día, es decir, a las 4 p.nj., hora en que cesa L
agitémonos en este movimiento febril, para tener, por lo menos,
aCtlVldad de los negocios, me entreg4ba al agradabilísim•J
placer de laf!anerie, costumbre inveter;\da de los que han fr•c- la i!us'ón de marchar hacia un objetivol" 31
cuentado Broadway en Nueva York, el iStrand en Londres. el En cuanto a la representación que hace Cané del fenómeno
Boulcvard des Capucines urban0, se halla exactamente ubicada en el punto de tounw111
1 . . o des Italicnsi1 en París , Ringslr"~t .--,
):-;e
',e Y re na, la Untcr den Lmden de Berlín, ja Ncwsky Prospcct de Jc:sde el legado ilustrado -que lo colocaba como ámbito virtuo-
:an Pctcrsburgo, la Via del Corso de j<.oma o la Pucn;• del so de la civilización- hacia la noción contraria de "la ciudad
Ciol de Madnd. En Buenos Aires eso cs¡á representado ''·'bil- como vicio"." En sus escritos se encuentran asimismo ambos
rnentc por la calle de la Florida."' ' momentos, ya que si en los primeros años de la década del 80
veía con complacencia que "las ciudades se transfom1an ante
/\su vez, el activismo y la fugacidad son pu~stos de rclicv'c por los ojos de sus propios hijos que miran absortos él fenómeno","'
D Arnrco: '

Buenos Aires aparece como una ciuda~l inmensa que se ha _,;Carlos D'Amico, ob. ciL, pp. !0-1 1
' 2 Adolfo Posada, Lo Re¡níb!icu Argo11ino /n¡¡Jrcsiones y comenrarios, \-1adrid,
lanzado a la lucha por laviJa con pasmQsa actividad. Si nlira
Libr. General de Victoriano Suárez, 1912, p 7)
a sus espaldas, el puerto y las bahías; si: avanza, Jos enormes
"Es razonable pensar que,{ .. 1 cspn:i;tlmente en las décadas que siguieron a Case-
almacenes cargando y descargando todbs las clases de .~ner­ ros, un Jugar de tan n:rtigino:>o C!\~ciruiento como l3ucnos Aires tuviera más {lspccto dé
caderías que produce el mundo; los vel)ículos que no C.!ben Far \Ves! que de chato pueblo colonial o de luminosa metrópolis europea" {Jurge F
en las calles estrechas; y los carruajes de: la calle de Flori(a; y Licrnur, "La ciudad efírnera", en J. F. Licrnur y G. Silvcstri, El umbral de la merrópo!is,
las l!cndas cua1adas de damas; y los espléndidos escaparates; Buenos Aires, Sudamericana, !993, p. 178).
1
'- M. Cané, Cartas u mi lnja, 13ucuos Aires, El Elefante Blanco, 1996, p. ll6

=~-~ Carl E. Schorske, ''La ciudad en d pensamiento europeo: de Vohaire a Spengkr"


"'J. A_ \Vildc, lJunws Aires desde 70 w/os muís, ob. cit 15 en h111ro de Vista, separata, p. 111
Viccntc Que.\;¡da, /Hunori11s de 1111 l'icjo, ob. cit., p. 69.' .l:i tvl. Cané, J~'n \'Út)e, ob. cit., p. --l- l.
30 VIDA INTELECTUAL EN El. BUENOS AIRES I'IN·DE SIGLO
FL LM1ENTO DE CAN!~
,,
no tardará en seilalar que c:-;;¡s n1ismas n1ndific~lcioncs vcrtit:i-
nosas atcnt;rn contra la cstabilidau del refugio hogarcíío: junto o una hermana de cmidad al lado del cmprcs<~rio de con ven~
con la sorpresa a veces deslnmbrada que orienta esas afirmacio- tillo ... ¡01' triunfo de la democracia'"
nes de intenciones básicamente descriptivas, los juicios sobre la 1

ciudad y la vida que alberga se irán poblando ue valoraciones Paralelamente, s~ abre como contrapartida en el discurso de
moralmente negativas. Para observar ese giro puede recurrirse Cané la búsquecl~ de un algo sustancial que permanezca por de-
como contrastación a uno de los últimos textos de Sarmiento, bajo de los cambios. Es lo que ha hallado en nno de los rostros
uno ele los grandes organizadores de la representación hasta en- de París, tal com1 se lo transmite otra vez a su hija:
tonces hegemónica ele la relación ciudad-campo. Cuando se
ocupó en 1887 de la oposición entre el crecimiento lento de las Por fin: Pfrís. la Garc d'Orléans, ,que parece ,plantacL\ cksdc
ciudades europeas y el acelerado de lus argentinas, remarcó, en pnnctpros¡dcl mundo, el mrsmo cllnl1lbUs,o el miSmo lrauc
1
de siempre, corno el cochero que, amoldanclosc a su oltcro. '
este último caso, apreciaciones positivas generadas en su invaria-
ble adhesión al modernismo, para celebrar el hecho de que "La
se pcrpet~a id6nlico, [ ... ] y la obscsicín de la inmutabilidad '
cs!alla cudndo, aJa tarde, en una mesa del mismo viejo rcs-
Plata nace de un golpe con calles, avenidas, bosques, squarcs, luz taur;:mt, el] mismo mozo, con el cabello blanco ya. os saltJCla
eléctrica y palacios, hasta Observatorio, para todas las funcio- por vuestrb nombre y crnprcnde la larca eterna de confcccio~
nes sociales'', al par que "el movimiento de tramways, ferroca- nar un me~ú que resulta siempre el mismo
rriles, vapores, excede a la ele todas las ciudades y puertos de
esta parte". 36 Por el contrario, hn argentino que en el último cuarto de siglo
Poco después, esta visión exaltada de un tempo veloz, cruza- sólo haya visitad~ esporádicamente a Buenos Aires.
do con actitudes y símbolos canónicos ele la modernidad, va a
!
ser altemada con otras miradas, como la de Calzadilla, que con- llegado." \a plaza de la Vicroria se encuentra c~l!l qu~ todos
templan al tranvía como un dcsconfiable dispositivo cambala- los aspectfs de su nüancJ<L esas vJstoncs que \ Jnctddn pto-
chero de mezcla social, ya que en él fundamenGc para una vida entera., se han transf<:rmado_. En un
primer reg!rcso, la torre del Cabildo desaparecida; mas tarde
se ve muchas veces en la más íntima apostura y codeándose la vieja Rdcova, luego el teatro CoJón, la chlsica esquina de
una gran dama con su riquísíma toilette al lado de una frego- Olag~er y,¡ por fin, la Avenida de Mayo, que se allrc anr: sns
na con su canasta y sus chismes, un peón de fábrica al lado ojos tan ihcsperada, tan insólita, que parece Jtlvcros1m1L
de un teniente general, un sacerdote austero frotándose con ¿Cómo es ¡posib;e que en. ese kalcidoscopio constan le se !le··
una lavandera, la modista, la verdulera, la mucama. la plan- gue a la sersacron del hogar"
chadora, cada una con su atadillo. handeja o canastillo, sím- 1
bolo del oficio, frotándose con un gerente del Banco, con un Por ello le parecbrán lamentables las transformaciones de la
sportman, con un director o presidente de la Sociedad Rural, A1·cnicla de Mavc\ y abominable -invirtiendo la cit<1da valor;r-
" 1 .

D. F. Sarmiento, ''Concluye ! 887". en Condición del extranjao en América, en


;
6 !\ ción sarmicntina¡la ciudad de La Plata, "que cuando de¡c de
Obras completas, ob. cit.. t. XXXVI, p. 202.
1
· S-Calzadilla, Las 1c!dudrs dt mi !iem¡)o. ~:>h. cit.. PP- J(,().j(,¡
1
32 Y liJA iNTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FINllE SIGLO !L LA,\ILNTO DE Ci\NE

ser campo será el triunfo de la banalidad".P' Y sí Sarmiento se 'a lores señoriales, porque aquel secreto halago que se ha perdido
entusiasmaba con la perspectiva de que e\ inmigrante Rosetti, era "la expresión de respeto constante, la veneración de los su-
al regresar a Buenos Aires después de una yísíta a su país natal, bJil<:rnos como a seres superiores, colocados como por una ley
"no va a reconocer su calle, su ant1guo alojamiento, porque ha dmna inmutable en una escala más elevada, algo como un ves-
sido sustituido por un palacio", Miguel C~né en el mismo re- ug¡o vago del viejo y manso feudalismo americano". De allí se
greso confiesa que, a riesgo de ser tratado[ de bárbaro, le sería desencadena otra vez el ubí sunt, que esta vez traduce un modelo
muy grato "ver algún aspecto de mí infan~ia, [ ... ] con mucho Jc sociedad concebido sobre la base de un inclusivismo jerar-
pantano y Inucha pita" .3<) i qu¡zante de los sectores subalternos.
Como para Proust, la patria de Cané, entonces, está en la in-
¿Dónde, dónde están los criados viejos y f1cles que enrreví
fancia, y ésta se rememora en espacios queila ciudad ha invadí-
en !os prii11cros años en la casa de mis p¿1drcs? ¿Dónde aque-
do. Puede así inscribir esta pérdida en su m,bmorial de agravios,
llos esclavos emancipados que nos rrataban como a peque-
y sumarle a la modernidad el lamento por[ la disolución de un ños príncipes, dónde sus hijos, nacidos hombres libres,
orden jerárquico dotado de un mecanismo! de relación con los criados a nuestro lado, llevando nuestro nombre de fan1ilia,
otros que circula como donación de recmiocímiento de arriba compafieros de juego en la infancia, viendo la vida recta por
'
hacia abajo, y que, en su ahora, percibe víokjntado por la caída de delante, sin más preocupación que servir bien y fielmente''
la deferencia. En un párrafo multicitado e \mprescíndiblc de su El movnnicnto de las idea,;, la influencia de las ciudades, la
artículo "En la tierra tucumana" se quejó d~ que "la ola de cos- fluctuación de las fortunas y la desaparición de los viejos y
mopolitismo democrático" disolviera una 'serie de tradiciones sólidos hogares, ha hecho cambiar todo eso. Hoy nos sirve
que él llarna ruraks pero que en rigor remiten a un archivo de un sirviente europeo que nos roba, se viste mejor que noso-
tros y que recuerda su calidad de hombre libre apenas se le
i míra con rigor", Como contrapartida emerge la revaloriza-
'~M_ C:uJ¿, Cuuus o !111 luja, cit., pp 42 y ·l4, y Noun e:im¡nesiones, Bu~nos Aires, ción de las provincias del interior y sobre todo de las campa-
La Cultu~:1 Aq;,ctllln;t, s/f, PP- 5:1 y 338-139. 1
ñas, donde ''quedan aún rastros vigorosos de la vieja vida
,LI;uua b :tll:m·Hm esta J.:scripcil~n dt: C:tné tk uno de ~~~s punto~ rnás dinámicos Jd patriarcal de antaño, no tan mala cmno se picnsa.·10
Pans de cJJtunú~s, u)mo lo tcstiJTIOJuan las guías de la éposa., así cómo sus dcscripcio-
nl's tradil:iuualistas de la Oudad LuL, teniendo en cuenta que en esos alios ella extrae
parte de su lllllVllH.lad y moLh:rnidad por sus logros eu matl'ir-ia de brillo coJnercial. Allí Las apreciaciones de Cané se montaban sobre una estructura de
··]a capital fraoce::.a saca ventajas al mús grande cmpolio qd mundo, Londres, ya que cree.ncías anterior, inscriptas sobre el fondo del romanticismo y
acoge cinco cxpt>sicionc;, universales contra dos de la capit~l británica'', míentras la cx-
una retícula ideológica de corte aristocrático que será una de las
posl<.:!Ón de l bS9 scr~i visitada por 25 millones de persona~ (Cbrist'ophe Charle, flur(s
¡in de siJde_ Culture et ¡;ofifJ(jlle, París, Ed. Du Scuil, !998,Íp. 11 ). constantes de su pensamiento, en el cual, en términos weberia-
Por otra parle, al lkg~u· a Paris en 1885, Freud no tiene :dudas de estar ante una so- nos, predomina una autopercepcíón menos de clase que de esta-
cícdJ.d colocJ.da ('.n bs ou1típodas d-t la conscrvaclón: ''Es u~\ pucb\o sujeto a las epide-
mento, en tanto categoría que se aparta de conceptos puramente
mias y a la.-.: cuJIVulsiuncs de masas históricas, y que no ha ~ambiado desde que Víctor
!fugo escnbió Notre-Dwne de París" (ciL en Susanna Ba(rows, Miroirs défornum!s económicos y en cambio remite al "honor" y se ref1eja en un
l?éjle.wm.\ sur /(lfouíe u1 Fnmce ii ldjin du siécle XIX, Parí~, Aubicr, 1990, p.- D).
;') 1)_ ¡.- Sarmin1\o, Cumiirión .. , ob. dL, y M. Can0, C~rlas a mi ilija, ob. cit., Pa-
"l\-1. Cané, Pros({ ligero [1903], Buenos Aires, La Cultura Argcntin::t, 19!9, p. !23.
rís. marw de ! 896. pp 44 y 46 '
r -------------- ------------
-
"'cstdo de vida":'' Es Jo que se observa en ~os Ensayos, que re-
! Por su parte, Taine ofrecía, para una estructura ideológica
,;omo la de Cané, un espejo en el cual reconocerse, por tratarse
copllan nulas escritas emre J 872 y J 876_ A!llí es dunde se pue-
,k ¡¡\guíen que tarnbi¿n había vivido de manera extremadamen-
de pércihii u~w tc:mp;-,~u impugnación a la¡apatía,constai~té de
té conflictiva los valores de la modernidad. Había deplorado así
L1 vid,¡ rnudel!l,\, ,rsr como la recurrente qposicron romant1ca
1:r irremediable p¿rdida de la totalidad del hombre antiguo y la
entre "'un mundo ubscuro, nwterialista, JJscrcídu, sin fe, sin
,·onformación de una sociedad democrática donde imperaba la
grandes pasione;,", que cletcormina que losl poet:.ts sean "som-
cdiéiracíón ele las masas. Pero -a diferencia de Cané- había res-
hr íos li>Inu lc1s ttrmbas y tnstes como \<1 noche" . 12
cJtado de ella sobre todo la ciencia, no tanto como instrumento
P,u a esa con! ormacrón Intelectual, ]ll ove~dm es de categm í,rs
Jc dominio sobre el mundo sino corno ''un alimento espiritual y
v lopicos lueron l·rnest Renan e: l--!yppolrtc:J'l~rme. No c:¡,m por
una nueva fe": 15
c¡c:rlo muddos cxtrar1os para quic:n tuviera lsus faros instalados
En principio, la confianza ele Renan en es\o había sido am\lo-
en el horizonte de la cultura francesa, dadoiquc: sus influencias
gJ, tal corno la expresó en El porvenir de la ciencia (escrito en
en Ia segunda mitad del siglo XIX sólo er+r comparables a la
10-+8-49 pero publicado en 1890), libro exitoso al que Charles
que Voltaue y Ruusseau habían ejercido en: el XVI!l, por lo que
Péguy considerará el breviario de esa generación de republica-
puchl decirse quLO ''Francia había perdido 1Js dos ojos al morir
no\ y fundador de ''la superstición de la ciencia modema". Allí
Rc,nan ( 1092) y Tainc ( 1893)". 13 i
,o,ticne su apuesta en favor de un proceso civilizatorio centra-
Ll prupio Cané ha registrado su imprefión al encontrarse:
do en él desarrollo científico: ''La ciencia, y sólo ella, puede dar
con Rcnan en sus cursos de París, y reconocido "la influencia
J b humanidad aquello sin lo cual ella no puede vivir, un sím-
de aquel hombre sobre mis ideas ju veniieJ, la transformación
bolo y una ley". Mas si todo este libro es --en clave positivista-
completa operada en mi ideal de ane lite~ario por sus libros
una consumada sacralización de la ciencia, esa admiración se
niaravillosos, la música mefable de su pro~a serena y radian-
111udará en preocupación frente a b extensión de ¿sta a la técni-
té"._ Pucck indicarse asinlisrno, parad recolrocirniento que ha-
C":t, cuando asista en París a la exposición u ni versal de 1855 y
ce Cané tk una jc:l'atura intelectual, su referencia a ese cura tan
JU!guc a su época ''como decadente en su materialismo y s~
lllc'dtuc·Ic' que ··J'uii:Is kyó una pcígina de l{cnan"; o la valura·
, ultu ckmocrálico de la tecnología ofrecida a las masas como
c¡(\lr ck ;\r¡;¡lok Francc cO!llO quien, pero dJspués ck Renan, es
d rÍIIÍco en manejar "la lengua francesa cjm esa maestría in-
c:olllparablc", o finalmente la cohlcaci(m ck Rénan por sobre
Nictzsdrc en el siglo XIX y a la altura ele D~scartcs en el XVII y _:_, diUHa además d borrador de la cana dicigiúa a este último en 1890 por Adolfo Sal-
..: .L-- , <Jmunicíndolc: la verifi-:ación de la teoría Jd francl:s acerca ¡_ft: la superioridad de
ck Voltairc: en el XVIII"" , -<:w:i,b !cngu:~.s (que era la marca lk la superioridad de esas razas) en d caso Jd iJio-
·' ,k los indios pampas. El borraJur, en J. M. de Rosas, GmnuítiL·u v diccionario de la
.,.ui fhllilfhl, Buenos Aires, Ed. Albatros, 1';)47 (..:it. por L. Kur~1fdd el - Kuoud
:' Cí 1: S_:lyt.:r, Cii¡ntuli.,;ntor nwdcmuluJ Hucnu::; Ainc:>~ Los~Hla, l ')')),p. 121. o -
¡),·. p¡oycctos de imegración Jd indígena a la nación argentina", en Leuerature d'A-
~L { ~lih:,l:li.úl)'(il. Bw:nc;., :\¡¡e~.
La Cu!Lura Ar~.:nlHl~\. 1')12, pp. 166 y l6S_
~~nd, Fac. Ji Lcttere e Filosofia ddi'Universitb. di Roma ·La Sapienza', año xv,
'\Vu!l l":¡h:lli<:'>. l.u\ IU'> cuflilrw, !Vh~xi'-·o, ru:, l'Jlj.L ¡lp. 52 y 5·3_
:.-di. 5'.1, !095, p. 172)
·' ¡\J (';u; ..·- !-."11 \'l<iji', ub.cil., p.(;), l'tu.úi fi,!.icJil, ciL, P-: !25; Nuiu.\ e illljli<'.ll<i!l('S,
, R~,:gina PoU.l, l-1_ijJj 1ulitt.! 1'uine. ,)'u'en:'.t' t/11/dll<' t: jlofiticuneii'Uu(IColio, Vene(ia,
'1t. PJ! 'l. llJ _ll. Cu1un <~ ¡,u/ii;u, d> ,:IL, p. {¡(J_ 11
l Jvl ,·_uddc:! Jc gtÜ:l llikk'L'!l!:d ;~d¡udi~:adu ;_¡ 1\l~!i:in p\1! ~--;¡,~ c::;tl:tlo JL: ink'k~,_·tu: 1 k·s j -~
·.· ....·Jl!u, 11)93.
36 VIDA INTELECTUAL FN EL RUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO EL L.'\ MENTO DE CÁ NÉ
i
~
¡wncm el circcnces".'" En este aspecto. existen en la trayectoria aquí que hayamris caído en el error, como recuerda "l(lcqucvillc.
del autor de la Vida de Jesús dos derivas intelectuales que re- [ ... ]ele solicitar ~1 bienestar separándolo ele la virlurJ".''
presentan bien las relaciones ambiguas con la modernización Esta misma tersión entre ciencia e ideal seguirá funcwnando
que Cané compartirá: una valoración admirada ante la cienc¡a como una preocdpación profunda en Cané, quien desde sus pri-
que se va trocando en desconfianza, por una parte, y por la otra meros textos ex'presaba parecida inquietud. creyendo que el
una celebración ele la revolución que se invierte en alarma ante mundo modemol está cansado porque "pesa sobre él la ciencia
la irrupción ele las masas en la escena pública. y
de veinte siglos la- tremenda responsabilidad de un porvenir
Entre nosotros, el publicista Federico Toba! había mostrado, incierto". Fatigada por el cálculo, aniquilada por la clucla, esta
en una "disertación económico-filosófica" ele 1869 y en sus no- civiliwción tantr) más conocedora cuanto menos feliz. se con-
tas para los diarios El Constitucional, El Plata y La Narión ele trapone a la Gredia clá:;ica, don ele "aún reinaban I()S dinsc:; r... \
1884, otra vez el mismo pasaje desde el optimi:;mo hacia la v todavía no se ilabía ap\icaclo la l'órmula abstracta <1 las mara-
preocupación con referencia a la cuestión ele la técnica. En su ' illas celestes".'''! En 1897 relata desde París su visión del auto-
tesis, ;¡padrinada por el entonces rector ele la universidad Juan móvil corno el ~"espectáculo desgraciado de un coche sin
María Gutiérrez y mediante un movimiento intelectual típica- caballos, moviéndose sin gracia, como un cuerpo humano am-
mente comteano de romantización de la ciencia, Toba! había putado, que se a~rastra hábil y desairadamente"."' l'sta contras-
adherido sin más a la firme creencia en un progreso continuo tacirín entre la gracia aristocrática y el burdo mecanismo
dentro del cual la tecnología resultaba esencial. "Es así como cnnforma una antinomia típica que se inscribe dentro de la opo-
las distancias se estrechan o desaparecen por la electricidad Y el 'ición cualidad/c~ntidad --reactivada para enjuiciar los efectos
vapor, suprimiendo el tiempo y el espacio y elánelole al hombre de la moelernielacl--, y dentro ele la figuración que contrapone el
47
en cierto modo la omnipresencia de la Divinidad" En camb10, desarrollo unilatdral técnico y utilitario con un despliegue tota-
en sus Cartas desde Eurapa, y en una suerte de balance ele su ilzaelor, armónicd y espiritualizado.
'
siglo ("el más vulgar, el más bullicioso, el más soberbio Y el En este molde ,fuertemente polarizado se seguirá vaciando la
más altivo"), si bien persiste en el reconocimiento de un pro- contrafigma éticd y estética del "yankismo". i\1 proseguir tcm-
greso científico que vuelve a colocar a la humanidad en un rol rranas apreciacioi1es de i\lbcrdi que contestaban la admiración
prometeico, simultáneamente comiclera que el ensimismamren- del Sarmiento cltj los Viajes por el moelcln norteamericano. si
to en su propia riqueza impide al ser hu111ano ver los ideales, Y algo le desagracla\a Cané en su paso por Nueva York es c.l hecho
entonces "sólo aspira a los goces sensuales de la posesión, de- de que. "fuera dcjlas mu¡eres, se puede recorrer la gran ciudad
sarrollando en sus almas la pasión ele su epicureísmo [sic] lite- en todo sen\iclo sin
encontrar nada que despierte las ideas altas
rario, que aletarga el pensamiento y enerva las fuerzas". "De que el aspecto d~l arte suscita"." Porque en definitiva a ese
:
"F. Tnb::Jl, Corros IJrsdc f-:¡n-r,¡w, Buenos Aires, C Cns;n·;llle Ed .. l SX4. pp 2k 1.
u;Cit. en Henri Peyre, Renm1, París, Presses Universiwires de francc. 19G9. pp. 44-45 >' 1 . 2~7 y 2SR
J7F. Toh<~l. Economía po!ftica. Lns máq11inas a fa luz. rfr! pror;rcso {/!Imano, discr1a- " \ l Cané. Ensayos) ob. cit.. pp. 179~ 180
ción económico-filosófica presentada a la universidad para optar al grado de doctor en '"' \1_ Can( Notas r ~m¡ncsion('s. oh. cit
jurispmdencia, Buenos Aires, Tmpr. y Librería de !Vhyo. ! 8h9, pp. 27 Y :'15 1~ \f CanL;, (n 1·infcJoh. cit. P- 105
. í
JS VID/\ INTELECTUAl, EN EL BUENOS AIRES FIN DE~SIGLO EL LAMENTO DE CANÉ

pueblo le falla el aura de la distinción. la delicadeza, el lacto C(lfltcnía sotnhras ITIOralcs. Antllogarnentc. en 1111a cn¡lf(::rcncía
exquisito, la "preparación intelectual para aprender los tintes pronunciada por Osear \Vilde en esos afíos les c<,municaba a lm
vagos en las relaciones de la vida. fuerza moral para elevarse mi"lnos norteamet]icanos estas reconvenciones: "O.s falta en
sol;re el utilitarismo'', virtudes todas ellas "que sólo se adquie- ,-ucstras ciudades domo en vuestra literatura esa flexibilidad y
ren por un largo comercio con ideas ajenas a la preocupación '
gracia que da la sensibilidad de la belleza.[ ... 1 Fila hace <k la
de la vida positiva"~ Y así como el reaccionario Veuillot se que- \·ida de cada hon1bt~c un sacrmncnto, no un nún1c-ro en los libros
jaba de las calles rectangulares de la París modernizada, igual- de conlercion_)J
i
;l1ente Cané lamenta en las calles espaciosas y cómodas de Entretanto, las trorías aristocráticas seguían despleg{\ndosc
Estados Unidos la ausencia ele "aquellas encrucijadas de París, en la segunda mitad del siglo XIX, alimcntad;¡s entre hs clilcs
de Viena y de las ciudades italianas". Allí, por lo demás, el lujo por el "desorden" r~volucionario y por el av;¡ncc ele un i;,u;liil<1-
es inaudito, "pero un hombre de gusto, con la mirada habituada rl\11lo mcdioni1antt. Anlicip(llldosc a Níct/,sc:hc', y illlll' c'l rics
a la percepción de las delicadezas europeas, nota al instante ~o de ver a la Ti~rra convertida en "un planeta de idiotas
cierto tinte especial: el sello del advenedizo, que no ha tenido caknt;índose al sol len la sórdida ociosidad de quienes no aspi-
tiempo ele completar esa dificilísima educación del hombre de ran más que a tcmir lo necesario de la vida nlilterial", Rcnan
1
mundo de nuestro tiempo, capaz de distinguir, al golpe de vista, apelaba para dirigir esas sociedades a "los progresos del arte
un bronce japonés de uno chino, un Sévres de un Saxe, una vie- militar. que constit4irC! una fuerza organizada en m;1nos de una
ja tapicería de una modcrna". 52 ;1riqocracia intelect[ml y moral que serC! la encarnación misma
- Que estas impresiones eran mucho más que argentinas queda de la razón"." Cort motivos ideológicos similares pero en un
de manifiesto con recorrer -como propuso Ángel Rama~- \as contexto obviamente ' diferente, Cané parece obsesionado por
Escenas norteamericanas de Martí y allí recuperar esos atroces do' preguntas básicj1s: cómo definir la noción de aristocracia c11
panoramas ele la vulgaridad urbana, o recordar las impresiones un país republicano! y cómo marcar de ese modo ellí;nitc entre
de Max Weber extraídas de su primer viaje a los Estados Uni- quienes tienen clerc<[ho a pertenecer a ella y aquellos otros ante
dos, donde observó "la ausencia de cualquier justificación de ti- ins que debe erigirsJ un muro de diferencias.
po religioso o rnoral en su camino a la riqueza material, que los Estas preguntas s~ hallan enmarcadas por los tcmcm:s v níl í-
llevaría a una 'mecanización petrificada"'. E. P. Belden, que es- \"as ante el carácter ¡mercantilista de la 111.1cva .sociccl:irl, <lSÍ e o~
cribió la mejor guía de Nueva York a mediados del siglo XIX, nw por la crcc1cn[e presencia ele las masas, tanto en su.s
decía en igual dirección que las demüs ciudades americanas :·amcterísticas deriJaclas de la movilidad social cuanto en ¡,,,
habían sido formadas por el impulso de la religión o de la into- !'1nhlcmas generaclcjs por su participación política. Y si este úl-
lerancia política exterior, pero que Nueva York "estaba funda- 1
da en la expectativa de la ganancia comercial", y por ello , cr A_ Harna, Lns
l
mákoras rlcmo(r(Í!Ícns del mrulf'míSII/!1, Fundaciún \n_ECl }\;)-
"'"! \hntc\·idco, 198.\ p.~:]_ Sánchel i\1xonn. !ntmdnccián a lo sorin!ngl(/ dt Mo_,

¡¡,,f·rr. \1éxicn. Colofón, 1I99L r- 26; Mnrton y Lwia White. Tl!r· intr'l!r'ouoí \'('¡_\liS
32 iv-t Cané, En 1-ioje, ob. cit" p. 305 y 304-31! La referencia a Veui!!ot en K. \V
<-t ,·¡¡; Frmn Th. Jeffcrsm\!n r;nmk Uoy1J Writc, Cnnhridgc l\1:1\S., 1--hrvanl \ lni\':'r-
Swart, The sense (~{ dcmdeuce in XIX century ín France, La Haya. Martinus NijhofL ' '\ l'rns. 1962.. p. 22. l . ¡'

1964. p. 88. . 'C!! en Hcnri Pcyrc. Rf'nan'. ub. cit.. pp. 63 y 66.

¡
.¡o VIDA INTELECTUAL EN EL llUE¡j¡OS AIRES FIN:DE·SIGLO tL i \\lENTO DE CANE 41

timo punto define "la cuestión de la demdcracia", nuevamente 'iliO lo opuesto a un buen orden jerárquico aristocrático. La de-
el encuentro con la tradición liberal europe~ y su dificultad para illlll:racia, en suma, es básicamente un hecho social y no un he-
arllcular postltvamente la relación entre lil;lertad e igualdad iba cho legal, y la argumentación que ordenaba sus reflexiones
a resultar inevitable. Aquí de nuevo el recorrido ideológico de ;<:mltía en lo inmediato aRenan, a Taine y más lejos otra vez a
Lrnest Renan muestra muy precisamentelel iter que conduce rocquevt!le: "La aristocracia había hecho de todos los ciudada-
desde las ya vistas expectativas confiadas en la ciencia y el pro- no, una larga cadena que llegaba desde el aldeano hasta el rey.
greso ha-;ta las dudas atormentadas frente ~~ la presencia de las La democracia la rompe y pone cada eslabón aparte. Así, la de-
tnasas Y el consiglllente descenso de los hlores considerados mocracia no solamente hace olvidar a cada hombre a sus abue-
5
nobles ' De modo que, así como los intelebuales reaccionarios los; además, le oculta sus descendientes y lo separa de sus
franceses habían filiado la decadencia t)acional a partir de -.:ontemporáneos. Lo conduce sin cesar hacia sí mismo y ame-
1789, los liberales comenzaron a verla después de 1848, y esta naza con encerrarlo en la soledad de su propio corazón"." De
cns.',s s~ expresó en la consigna "Piulót les·l?usses que les Rou" .tllí que, contra esa fuerza disolvci\tc, el restablecimiento de la
ges . bt una carta de esos años, Tocqueville expresa bien esa realeza y en cierta medida de la nobleza le parezca a Renan un
angustia: "La ola sigue marchando. El ma~ sube. [ ... ]Se siente remedio adecuado para la decadencia que la derrota ante Prusia
que d viejo mundo concluye; pero ¿cuál sbt-á el nuevo?"." Por .1caba de mostrar en toda su profundidad, ya que "el solo nom-
fin, los acontecunientos de la Comuna ter/ninarán por cristali- bre de república es una excitación a un cierto desarrollo demo-
zar en ellos el horror a las masas. En el m0nsaje de La rejímna -.:r;\tico malsano"."
11/telecrulll y nwml, "escrito en las dolorosas semanas" ele! dra- Replicando esas inquietudes en un contexto por completo di-
mcíticu ai1o francés de 1871, Rcnan tornab~ a arremeter contra [,·rente, Cané registraba sin embargo que "hace ya más de medio
las ideologías radicales, la mecliocridacl y ~l materialismo, para o1glo que Tocqueville reveló a la Europa el curioso fenómeno
nmcltm denunciando en la democracia "el; más enérgico disol- Jc la democracia natural, que había encontrado en los Estados
vconlc ck toda virtud que el mundo haya cot~ocido hasta aquí". Unidos", y de tal modo predijo "el ascendiente irresistible de
Si éstas eran las sensaciones que los habitaban ante el nuevo bs masas"." Y es que, en las condiciones argentinas, el cruce
panorama político-social, es necesario pre¡:isar que para estos del fenómeno de las masas con la inmigración, y de ambos con
mtelecluales, tanto europeos como hispanoc\mericanos, el térmi- d tema de la democracia, son los componentes de ese preocu-
no "dentocracia" no significaba sólo ni priohtariamente un nue- pante fenómeno en ascenso que Cané llamará "la marea". Era
vo tipo de legitimidad política fundado en lf1 soberanía popular, b misma imagen marina que seguía apareciendo en el discurso
1
de Lucio V. López ele 1891 en la ceremonia de graduación de la
"E:n . . Facultad de Derecho, en el cual estos fantasmas se siguen agi-
:.u oportun~dad, c_J notable cJcntíficu !vlarcelin Berfhclot se n:firió a ese viraje
al_ cvoc;xr !a mcmoua de su amigo: "Ambos nos compron,etimos en principio con d t!ndo bajo la ya común figura del asedio y la invasión: "Lo sé
1!\J:olllO entuSiiblllO en Lt-.; esperanzas ilimitadas que sucediet!<m a la revolución (k 1848
1\:.¡u J<c:nan 110 tanJú en d.:scura10narse ante las fallas y cat~strofe:s que condujeron a la
1
ruma de h ll Rcpúbl!ca, y no me siguió tampoco en mis te¡iJencias democrática;," (cit. ) A. de Tocqueville, La democrocia en Amáicd. Máico. f'CE, 1957. pp. 466 y 467
en Pumu\ 1\krctuy, Runun, París, O_ Orb:::m, 1990, p. 205)_ i '"E. Renan, Lo n:fornu: intet!amel!e el nwrn!t, ob cit, pp. 14-! 5 y 69.
cet~fllly Fnmce, ob. ciL, p. 87 ,., M. C.tn¿, Prosa ligero, ob. cie, pp. 239 y 1-10.
{~
,,, CiL l:n K. \V_ Sw:ut, lhc sense ofdr:uufmce in XIX
42 VIDA INTELECTL\L EN EL BUENOS AIRES F!N-DESIGLO EL LAMENTO DE CAN{c

-decía-, nosotros los contcn1porúncos vcn1os la ola invasora cte. Pero al mis1)10 tiempo voy adquiriendo la CllllVtcci(lll de
que nos anuncía la inundación por todas partes".'·" Igualmente. que ni esos principios ni los contrarios tienen importancia nin-
Emilio Daireaux en Vida y costwnlncs e11 el Plata, de 1888, guna"63 En un fdgmento de la primera edición de r:n ,,;(l¡e, que
preveía que, si la proporción de extranjeros aumentaba, "la po- luego suprimió, fetoma argumentos ya frecuentados por i\lbcr-
blación indígena, anegada por esta formidable oleada. bajo esta di en Del gobicr¡w de Sudmnérica, según los cuales "entre la
invasión de bárbaros armados de palas, vería completamente en república de Est;idos Unidos y la monarquía espafíola. v.g., se-
peligro su influencia política y directriz". ría estúpido el sef- monarquista; y entre la república ele Bolivia
En verdad, no es imposible encontrar en Cané afirmaciones v \a monarquía il1glesa, sería estúpido ser republicano"."' "Amo
entre celcbratorias y resignadas del fenómeno democrático('' Pe- las instituciones 4c
mi país -escribe a su vez. Cané . No soy sin
ro él mismo revela la profundidad y la mayor extensión de con- embargo un fanático, y pienso que la monarquía. tal como se
vicciones contrarias finalmente dominantes. Ya en 1882 la practica hoy en It\glaterra, en Italia, en Bélgica y l's¡nz1a. puede
atmósfera de París lo molesta porque lo pone en contacto con un 'cr un elemento de progreso". En definitiva. los regímenes polí-
mundo otro que no considera digno de cohabitar, y, en "el len- ticos no determin~n la suerte de las naciones. La prueba cst<\ en
'
guaje brutal de las cartas", le confiesa a su madre "lo abomina- que "la monarqula hizo la Francia, la aristocracia hizo la lngla-
ble que es esto para un hombre de mi edad y mis gustos, Lo que ' ha hecho a Chile, la democracia ha creado
!erra, la oligarqu(a
me revienta es el populacho canalla vociferando en las calles". los Estados Unidbs", pero también la monarquía llE\tÓ a hspa-
En esa ciudad se juntan "desde las alturas intelectuales que los t1a. la aristocracd <l Polonia, la oligarquía a Venecia y la demo-
hombres veneran hasta los íntimos fondos de corrupción cuyus cracia a la vieja !Italia."' Eran opiniones sin duela expandidas
miasmas se esparcen por la superficie entera de la tierra"-'' dentro de la elite! liberal, claramente consciente en algunos ca-
En su traducción a la política, si en un momento dice no ha- ")S de que las víb del liberalismo y de la democracia resulta-
ber concebido otra forma de gobierno que la democrática, que '
h:m tan -mdepend¡entes que sena ' - que nunca se JUntaran.
me_1or .
el gobierno republicano y representativo, en mayo de 1896 le Eran los mismos! años en que Vicente F López escribía que,
expresa a Pellegrini que "cada día que pasa -y teniendo ante los "porque somos sinceramente liberales, no somos ni podemos
ojos el ejemplo de esta Francia asombrosa [ ... ]-adquiero ma- ser panegiristas db los extravíos democráticos con que la Revo-
yor repugnancia por todas esas imbecilidades juveniles que se lución Francesa Je 1789 se salió de los límites del gobierno li-
llaman democracia, sufrugio universal, régimen parlamentario, bre, evidentemet1te incompatible con el sufragio universal y
con la soberanía qrutal del número, que es siempre ignorante de
w ·'Discurso dd Dr. D. Lucio V. Lópcz", en Anafes de !a Universidad de H11cnos le" deberes que irl,pone y que exige el orden político"-'"'
Aires, 1891, LV!. pp. 285 y 287.
~~ "Hoy !a democracia ha triunfado_ Así apareció trémula y tímida primero, hasta er-
1
guirse, en e! gesto enérgico que no ha terminado todavía su evolución, L1 noción mora! "\1. Catv5., Prnso hrlfro, oh. cit., p. !28. y Notas f impresionts, oh cit, p. 2,1
de la igualdad: así surgió más tarde la radiante concepción de la solidaridad humana, hija ··• J. B. Albcrdi. EscAitos [!ÚSfl!IIWS de Juan Ba11tista ;\/herrli, Buenos Aire~. l.lnin·r-
del amor y de la caridad, que será la base, allá en remotos siglos venideros, de todo orga- . J.>d :"-.laciorwl de Quiln¡cs, L !\'.
nismo social" (M. Cané. Discursos y Cm~fCrcncias, Buenos Aires, Casa Vaccaro. !919, "Cit..en R. S<icnz f· aycs, Miguel Cané y su ticm¡w, ob. cit., p. 2! L y Prosa figcrn.
pp. 54-55). ~) Ul.p !JL
{,,M. Cané, En viaje, ob. cit. '"'V. F L/ljK'Z, !li.l·tty-i({ de fa Rc¡)fí/J!tul Argcntínu. t.!, prl'f;¡,:io. p. Lll.

1
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FtN-DE-SIGLO r.L L:\~IENTO DE CANl~ 45

Estas prevenciones hacia la democraci~ se apoyaban al fin de , a la confianza en la coerción legal; así, si "ellos nos suprimen
cuentas en la convicción de que el criterip de legitimidad no es por la dinamita, nosotros los suprimimos por la ley". La ley -se
cuantitativo smo fundado en calidades. Taine había expresado ,,¡be:- fu e la de Residencia, cuyo proyecto presentó en 1899 60
con tono cksafmnte en Les origines de la 'france conlempumine \probada tres años después, cuando el conflicto político y so-
que .. dos millones de ignorancias no co~stituyen un saber", y , <al crecía, debe destacarse yue en el momento de la presenta-
que por t'SO un pueblo consultado puede en rigor indicar la for- .:tón del proyecto "la iniciativa de M. Cané no se respaldaba en
ma ck gobierno que le gusta, pero no la que necesita, y Cané di- ningún urgumento directo derivado de algún suceso significati-
rá en su momento que "nadie me podrá quitar de la cabeza que -.o último en la Argentina" 7 " Muy tempranamente había decla-
es una mspiración ele insano dar clerecho's electorales a los ne- rado su admiración por esa herramienta que ha encontrado en la
gro.s de Üétkar o a ciertos blancos del otto lado del agua ... " 67 legislación francesa, y a la que llama "deliciosa ley de expul-
Dé estos pronunciamientos queda claro 'que, en esos años del ,,ón de los extranjeros" 71 Mas si piensa entonces que una ley
fu1 ck siglo, la elite a lo sumo puede ducjar de si el criterio de- ,em.:pnte puede ser exitosa para atacar los casos ele activismo
mocrático no terminará por imponerse er) el futuro; menos du- [l<Jiítico, considera asimismo que es inútil apelar al gendarme
das trc;nc de que ese futuro debe ser realmente futuro. ¡nra la resolución ele la cuestión social, puesto que las huelgas
Esta necesidad de enfatizar el orden aub frente a la libertad se ,¡ue a cada instante estallan no responden todas ellas a manio-
reforzaba, a los ojos ele Cané, por la pro~undización ele la con- bras de agitadores sistemáticos 72 Y prosigue con una frase que
flictividad social entre el movimiento obrho y el accionar anar-
quista, por un lado, y los sectores dor[linantes por el otro. -.En su artículo 1" decía: "El Poder Ejecutivo podrá, por dccn:to, ordenar la salida

Desde su frecuente mirador europeo, hall~ la prueba de la pola- ..:,-] tcrntorio de la Nación a todo l:xtranjero que haya sido condenado o sea perseguido
, ·.Jí !us tribunales nacionales o cxtr:mjcros por crímenes o dcliws de derecho conHín".
rrzación política en los asesinatos de Canwt, Cánovas, la empe- U 2~ ,:~tabkcía que, con acuerdo de ministros. poJrJ ordenar la expulsión de ''todo cx-
ratnz Isabel, el rey Humberto !, el presidente Mackinlcy _.. , y ::JnJno cuya conducta pueda comprometer la seguridad nacional, turbar el orden pübli-
concluye que "la revolución social está ~n todas partes" para ~u ,) la tranquilidad social".

-,, 1 Ovcd, L/ (./1/t/Uf//ÍSIIIO y d 1111!1'ÍIIIit'!!/l! (ihrcm L'l/ Argentina, rvkxico, Sigln :\X!,
;¡tacar a la propiedad, es decir, a ''la picc(ra angular de nuestro i'J7S. PP- 1 J(¡-J\7. Cuanúo fue aprobada, en llJ02, d Jiputado Gouchon se opuso cHc-
'
organrsmo social", el suelo que da vida ¡¡ las nociones de go-
.

~>Hl~·amcnk al proyecto de ley, por resultar violatorio de la Constitución.

bierno, libertad, orden, familia, derecho, patria, y no sin para- ·, ··~._,De qué habló tvL Lépine? Tengo para mi que su principal argumento fue una
,:~-!J;.:i,;sa ky de 3 de Jiciembre de 18~19, vigente aún, que :lutoriza al ministro dd Intc-
noia lllcluye entre quienes subvierten el ?reten a "los nihilistas
;¡or --y en los dc¡Ku13.mt'ntos de frontera a lus prefectos- por simple medida policial a
nrsos, los anarquistas franceses, los socialistas alemanes, los ,:\puh.a.r del territorio francés a todo extranjero viajando o residiendo en Francia"
jizsci italianos, los huelguistas de Inglatef-ra y Norte América, Cmsl~Cucnte con esa idc.a ---agrega-, tU\'C el honor de presentar un proyeCLo S\)bre la

los cantonales españoles, todos los descon~entos"." r;;,ttaia, en el Senado, en 1899" (en Noras e im¡nesiones, ob. ciL, pp. 143 a 1---17)
·: ··Las huelgas, las reivindicaciones sociales legítimas, señores, no se resuelven
Pese a todo, existe allí mismo un llam,~niento a la serenidad .:r:<lando a la ley de residencia, que es una ley concebida y sancionada contra d crimen
·, lh) contra d derecho; no es movilizando el t~ército y hací¿nJoio odivso a aqudlüs cu-

1 ~o sudor fecunda nuc~t¡a titrfa y crea riqueza nacionaL N u hay más solución que una,
,_, H' Tainc:, res ori¡.;ines de la Fmnce CO!Ilempomine, !París, P. Lafont, 1986, p. 4, y ,.:fiores: abaralar la vida dd obrero, que es la mejor manera de dcvar su salario, supJi-
ivl Can,:, l'!uw, ligcm. cit, p. 22_1 :u;;nJo la mayor parle lk lo:; impucs!t)S o::ccsivos que, al pesar sobre sus artículus de
'·~M_ Cané, Prosu !igeru, ob_ cir., pp. 246 a 253. \O _,_lim<.:ntación, pesan Í!Hhrcctamcntt: sobre él" (ibíd_)
EL LAMENTU DE C: ANÉ
46 V\IJA lNTElLC:TUAL EN EL BUENOS AIRES FtN-DE-SlGLO

do "una sustitución de la sociabilidad é1rgcntina. y no una c\'o-


reitera ésta su 111irada de arriba hacía abajo, en la cual el gesto
lución".'' Emilio Daircaux confesó su alanna ante la circuns-
de igualación con los otros no deja de ,;Jbergar un moti,~o de
t;mcia ele que mientras en los Estados Unidos de América la
distinción entre la estructura de s~·nsibi!iclad~del mundo de la
proporción era de un inmigrante cada cien habitantes, aquí lo
elite y la de los simples. "¿Acaso no son seres humanos como
tuera de uno cada treinta. Entonces, desde el gobierno "se ha-
nosotros, acaso no tienen vísceras que crujen ele dolor como las
cen cálculos, se bbserva ya que la propiedad se: distribuvc en la
nuestras, y a veces más, porque el mundo de sus afectos es más
Ciudad por dos lerceras partes entre los extranjeros. ¡;crtcne-
circunscripto y profundo'7" 71 Sin embargo, Cané no dejará de
cicndo la restante a los nacionales, y aun entre éstos figuran en
relativizar la reforma y deslizarse por la pendiente de la coer-
gran número criQllos cuyos padres eran exlr<.w¡cro:;''. Y es que
ción, como en sentido, nuevamente paranoico. lo expone en su
lc1s inmigrantes, ¡le¡os de adoptar la posición pasiva que desde
conocida nota "La ola roja". Comprueba allí que todas las con-
!.1 mirada de la clirigcncia muchas veces se ks adjudicaba. ma-
cesiones hechas al "elemento socialista" han resultado vanas, y
nifestaron una ~erificable actividad sindical y política pero
que por ende el espíritu se inclina instintivamente hacía solu-
t:tmbién econóniica. "Pronto dominaron el comercio v la in-
ciones policiales que no excluyen las implementadas por Thicrs
dthlria: en 19 J 4 Fasi un 70% ele los empresarios corne!~cialcs e
en la sangrienta represión de la Comuna de París ... 74
inclustnales habí~n nacido fuera de la Argentina''_.,,
De todos estos temores, algunos eran antiguos; otros, nove-
Aunque los di~cursos ele la clase clirig~nte hablan una y otra
dosos. Antiguo, el de la mercantilízación de las relaciones hu-
1 cz de que los e~tranjeros lucen más dispuestos a bcnefi~iarse
manas; antiguo también desde el liberalismo doctrinario lo era
de las posibilída1es del ascenso social que a ejercer I;Js práclí-
el del despotismo de las masas. Nueva, la conflictividad insta-
c:ts de la participación republicana, recientes lrabaíos mucslrém
lada incluso violentamente en el mundo del trabajo. En la Ar-
que esta participhción no estuvo ausente, desmin-tiendo así la
gentma, esos miedos se hallaron sobredeterrninados por la
imagen de una s'pciedacl políticamente indiferente y pasiviza-
cuestión inmigratoria y sus características específicas. En pri-
da.-' Otra cuestióp es que dicho involucramicnto no siguiera los
mer lugar, por la conocida circunstancia de que fue el país del
canales previsto.~ desde la dirigencia, así como que dentro de
mundo que recibió la mayor cantidad relativa ele extranjeros • ' • 1
'>la C.XIStlera un j-'narcaclo rechazo socio-cultural hacia la inmi-
respecto de la población preexistente; extranjeros que ~omo
también es sabido se radicaron sobre todo en el Litoral y espe- !
cialmente en Buenos Aires. El censo de 1895 mostró que más -, CL <-·n J. T!.:ancson', kfonín Fícrru. Cien (/!/os de cr/tiul. Hucnns Ai1cs. Plm !Jltr:1.
.~J")_ p. 65. 1
de la mitad de los habitantes de esta ciudad eran de ese origen, ., P (jcrcbunoff y fr.. Uach, El ciclo de fu ift1siáll y el tfcsrncwH¡;, Bneno'' /\in;s
en su mnyoría italianos y espafíoles, y estas cifras trepaban a <•·.! i<J9S.p.57. Í . .
una proporción de cinco inmigmntes por cada nativo cuando ·· Ellihrn d;ísico so*rc el funcionamiento del sistema p{_)lftico es N. Bot:J.na. F! orden
,-,o·;oder. oh. cit. Pa~a el tem:1 de la pmticipaci6n política de los cxtranicrns, vt;:l<;C E
se tomaba el segmento de los varones adultos. Al comentar
(" !_'h_ Col~•li!!S •n_on~w{- ras revoluciones radint!es C!/ !a f!ID\'i!i!'l(f de Sr;l!f(/ re ( /893),
esos datos, Roclolfo Rivarola manifestaba que había encontra- {( •"h 1 ~ An·e..;_ Ed!lonal!kl Instituto, 1977; Hilda ;;nbatn, La flOI/r¡¡·(l en !oY ~-ol!cs. Bm>

-\1rc~. Sudamcrican , 1989. y Lilia Ana Bntoni. l-a (_:onstmcciún de !n nacionalidad


',¡ .-\uzcntina a _fines 1el siglo xrx. tesis de doctorado. Fac rlc Filo~ofia y Letra<; \1!1.·\

~~tm.
71
M. Cané, Discursos y On!fcrcncios, ob. cit., pp. 133-134. 1 · · ·
1
'- M. Cané, en Nows e im¡m-:sioncs, cít_, pp. 189-190.

!
V IDA INTELEC!UAL EN EL 1l U\'NOS AIRES Pl]'i DE-SIGLO ' l ll.\lloN lO DE CANÉ 49

gracrón realmente existente. En el caso d~ Cané, es explícito su hta senda al menos parcialmente desviada del proyecto mmr-
_juicio de que el progreso de las socieda'des no depende de la ,:ratono se superponía con otros malestares de la clase dingente
. . . 1
mst!lucwnalidad política sino de "la cultura moral del indivi- ~nk una modernidad que acarrea un progreso material tan inne-
duo, que cktcrminará la cultura y la mteligencia de la masa" 7 ' ::"ble corno disolvente de viejas virtudes. Esos sentimientos
De allí que encontrara en ese supuesto motivos para alimentar , •.Hl a constituirse en una suerte de profecía cumplida con moti-
su angustia al contemplar ya no a los iqmígrantes civihzados ' u de la crisis financiera de 1890, que fue leída a través de una
prcvJStos por Alberdi, sino a "una masa aflventicia, salida en su retícula eticista que, al contraponer economía con virtud, centró
inmensa mayoría de aldeas incultas o de sbrranías salvajes". t~h orí2cnes de la crisis en el ansia "fenicia" de cnriquecinüen-
Por lo difundidas, a partir del SO estas preocupaciones ante el f<~ a toda costa.
mundo inmigratorio forman parte del sentido común de la elite. Las causas set'íaladas de esa decadencia son variadas, y sin
Presente de manera conspicua y conocida' en la literatura de en- Juda esrán construidas desde una constelación de intereses y
tonces, también lo estará en otros registros e intervenciones. Sin ,'ups políticas, pero existe una opinión vastamente generaliza-
ir más lejos, el propio Alberdr se había inscripto en la lista de J.t ,obre la existencia del fenómeno. De la fusión entre luchas
¡¡u renes se resentían de esa presencia concreta. En un apéndice a ,•,· poder intraelite y reacciones frente la modernidad surgirá
las lloses, en 1873 aclara que ''gobernar q poblar" si se educa y un.l idea condensadora qne denuncia aquel "materialismo mo-
uviliza como ha sucedido en los Estados Pnidos, pero que "po- rJI., como causa y síntoma de esa decadencia, y lo extiende al
bl<u· es apestar, corromper, degenerar, enn:nenar un país cuando plano sociopolítico.
cn vez. de poblarlo con la flor de la población trabajadora de la Según Gino Germam, sólo una e Jase reducida pero dotada de
Europa, se le puebla con la basura de la Europa atrasada o menos un fuerte sentimiento de legitimidad puede garantizar el tutelaje
culta". Tamb1ér1 es la presencia de extranje/·os lo que le hace opi- ,<lbrc~ una sociedad en momentos de fuertes transformaciones.
nar a Lucio Y. Mansilla que "Buenos Air~s se va haciendo una E, posible comprender entonces la gravedad que la crisis del 90
ciudad inhabitable"; a Daireaux, señalar qu~ "la inmigración traía !!nplícó para el sector dirigente, que vio reabrirse las viejas dis-
al Plata arquetipos destinados a tener un;~ larga:y penosa dura- put.ís internas atemperadas por el éxito dd roquismo. Se verifi-
Cil.lll'·, y a Lucio Y. López determinar qJe es en la Argc"llina '"' :rsí, dentro de una escritura realmente caudalosa, que la
"donde el nral gusto que elimina la Europa encuentra, falto de Jc·gradación que la clase directora percibe en un "afuera" po-
crítica, an1plio refugio". 79 i blado de burgueses dorados y advenedizos, se duplica en una
J~generación que es más preocupante porque amenaza el cora-
;:ln mismo de la elite, abriendo entonces la necesidad de un au-
¡¿nuco operativo de relegitimación.
A partir de dicha crisis, para impugnar el orden instaurado
·o M_ Cam:. ··Nw:vos rumbos humanos", en Proso li;;ef,a, ob. ciL dc"k el 80, los sectores católicos contaron con el arsenal ideo-
'f ~ B /dl:ndi,_ ":~(:bcJ:nar ~s poblar", en O.hrus t·t"/ect,~s de Juan Bm11ista Al-
, _ ¡-¡. (_
lógicO antimodernista provisto por la encíclica Quanta cum y
IHuil. BucHV\ Allc.~. Ll raculldd, !)20,! XY!l, pp 359-~60; G!adys Oncga, Lo 1/!111/·
,>;Ui( 1Ún en Id IHcuilura urgenrinu, Buenos Aires, Centrb Editor de América Latina d Syilubus, a partir del cual pudieron ilusionar un deseado des-
!070; N Bot<~lu 27, y ''Discurso de~ F. LópcL'', ub. ciL p. 285.'
.Y E C;tl!u, ob. cit., p. yuite simbólico por su derrota en la querella de las leyes laicas.
i
¡'
?_O
50 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~DE-SIGLO
El. LAMENTO DE CPiNI~ :'íl

En su discurso de El Frontón en abril de 18')0, José Manuel Es-


trada alertaba: ¡'uedcn fácilmente multiplicarse, pero basta con esta scnsaci<Ín
CPmpartida por \m sagaz observador italiano empleado como
pcnodi:;ta en La }¡-!ación. Para José Ceppi ~-que firmó sus imprc-
Veo un pueblo indolente y dormido que [ .. ~] se atropella en
las bolsas. pulula en los teatros, bulle en los paseos, en los 'iones con el se\Jdónimo de Aníbal Lattno y las publicó en
regocijos y en los juegos, pero ha olvidado la senda del rin, v 1886-, el mercarltilismo y el excesivo afán de lucro definen un
1 V '

va a todas partes. menos donde van los pueblos animoso;. rasgo marcado de los extranJeros, armando nn contraste esten-
cuyas instituciones amenazan desmoronarse carcomidas por tóreo entre ~'los rlaturales con su desprendimiento y su inclina-
la corrupción y los vicios. ¡La concupiscencia arriba, y la ción al lujo y al despilfarro, y los extranjeros con sus hábitos de
concupiscencia abajo: ¡Eso es la decadencia! '
economía y de aljorro" 80

Se adelantaba !así desde diversos ángulos una representación


El mismo término "decadencia" (que se verá formar parte del que la crisis de Jiíl'Hl convirtió en una ccrlCJ.a: Lrs pasiones del
léxico de la elite en lodo este período) es el que utiliza en el mercado habían hvanzaclo inmoderadamente sobre las virtudes
discurso de esa oportunidad Leandro N. Alem, para sostener al cívicas, y erosi01iaban los sentimientos de pertenencia a una co-
año siguiente en el Senado que "el gobierno actual afloja los re- ' igualmente una modificación marcada res-
munidad. Indicalian
sortes morales, cierra la vida política y dice al pueblo que sólo pecto de la ínqubbrantable confianza anterior en los destinos
se ocupe de sus negocios económicos quitándole aspiraciones del país, como lk que ha sido señalada en el pensamiento de
patrióticas". El diagnóstico compartido ele la crisis forma parte \litre, para quien la evolución democrática no admite ningún
asimismo del Manifiesto de la Junta Revolucionaria del 90. El dJstáculo: "No h~y decadencia en su última obra historiográfi-
gobiemo -expresaba- "ha extraviado la conciencia de muchos ca: sólo se impohe, al cabo, el progreso exitoso". En cambio,
hombres con las ganancias fáciles e ilícitas [ ... ] y ha pervertido tanto la Historial de la República Argentina de Vicente Fidcl
las costumbres públicas y privadas, prodigando favores que re- López como la f-!istoria de la Confederación Argelllina de
presentan millones". Y con el título emblemático ele Una repú- .-\dolfo Saldías, ~e 1892, compartían la idea de una crisis de le-
blica muerta, en 1892 Belin Sarmiento dictaminaba que "una gitimidad."' i
nación puede aparentar todos los signos exteriores de desarro- Igualmente, Ftiancisco Barroclavcña en el lí1 Quoque .!ur-·cn-
llo, riqueza, bienestar y gloria, y hallarse sin embargo carcomi- turfl. de 1889, de)mnciaba la abdicación de las virtudes cívicas
da por dentro, inerme, desorganizada e incapaz de defenderse, en "el banquete de los incondicionales", y D' A mico atribuir-ía
como la Francia en 1870". esa decadencia ¡~ la caída ele la bur-guesía de la carnpafla, cu-
El mal que el nieto denunciaba en ese libro, el viejo Domin-
.vo retrato de un ~eñorío
' tanto más clásico cuanto má:; espartano
go Faustino Sarmiento lo había colocado dentro de un binomio seguirá siendo nkonocible décadas más tarde~: "Enriquecidos
que ya no cesará de organizar las representaciones del futuro de co~ el aumento dbl valor de las tierras, pero tan económicos sin
la nación: Eldorado argentino es incompatible con la construc-
ción de una república, porque el predominio del afán de rique- 1
'"A. Latino. Tiposiy costumbres bonarrcnses, i'v1adrid. Hisp;1111t'ric<1 ediciones,
zas sólo puede generar un país sin ciudadanos. Los ejemplos t'>'l.ppt3-14. 1

N Rotana y E. G;_¡no, nh. cit.,passim.

i
VlDA INTELECTUAL EN EL llUpNOS AII<ES Fh'HlE-SIGLU ' ' U\\Ec;TO OE CANÉ 53

avaric1a como religiosos sin fanatismo, Stf oponían a la civiliza- ,.J,¡ y vtrtud habita una amplia zona discursiva del espacio in,
ción invasora pero concluían por aceptar el progreso. Su opu- :~ké!ual argentino entre fines del siglo XIX y principios del XX,
lencia consistía en tener una mesa senyilla de la que estaba ' forma parte de las impugnaciones frente a dos de los efectos
cxclu1do lodo plato exótico". Desgraciadamente, sus hijos y J.: la modernidad: el factor económico que avanza sobre el
n1etos se han dejado estropear por la civjlizacíón. Europefsmo, ".nL.tJo e íntimo hábitat tradicional, y la movilidad social ascen-
especulación y consumo conspicuo son para D' A mico los ma- Jcnte, que coloca en manos de los de abajo bienes y estatus
les que conducen a la degeneración general y del propio sector r'"'ta hace poco exclusivos de la elite. De tal manera y poco a
social, que de no ser contenida llevará a que un día "deban a Jos puclJ, las impresiones ya señaladas que deploran los cambios y
judíos de Londres y Francfort lodo el valor de sus tierras"." l_¡ 1 docidacl de los mismos se han anudado con las que vmcu-
·nunbién para Cané, al igual que en Fran¡;ia, Italia o Inglaterra, Llll <:se aspecto de la modernidad con el avance del materialis-
el consumo ostentoso era la marca de up rumbo perdido. "La nhl m<:rcantilista, según la entonación estereotipada de un tipo

marcha vertiginosa del país, la alegría de ila vida, la abundancia Jé ditcs con connotaciones señoriales que incluye un trata-
de placeres, la improvisación rápida de fprtunas, habían incan- mJ..:nto peyorativo de "el mundo de los negocios".
decido la atmósfera sociaL Las mujeres pedían trapos lujosos, S1 ya Eduardo Wilde había anunciado, de acuerdo con Sar-
cochc:s y palcos, los hijos jugaban a las crlrreras y en los clubs; nu..:nto, que "se avecinaba la 'era cartaginesa'"," Miguel Cané
Y el pobre padre, de escasos recursos, c~día a la tent<rción de .;,JJhtruirá esta categoría recorriendo dos estrategias de razona-
hacer gozar a los suyos y caía en manos ~el corruptor que hus- nH..:nto luego convenidas en un lugar común: recuperación de
nwaba sus pasos,'l)L\ ¡ 14 1 Jeja oposición entre valores económicos y espirituales, y di-
Reemngía deo tal modo un ideologem,¡ constitutivo del naci- ' urc·¡o entre esos mismos valores económicos y las virtudes pa-
mtento mismo de la cultura occidental, que ahora ingresará en tnóucas. De tal modo se abría una línea argumentativa que iba
las considcracJOncs de la modemidad de !nodo complejo y am- 4 promover la construcción de una "patria" vaciada sobre di-

biguo. St: trata de lo que ha sido denon1inado "el lamento de .:lus vi n u des.
l'l;!llÍt!", surgido ele la creencia en qw; el 9omcrcio corrompe las htas referencias dibujan el desplazamiento desde el opti-
coslunJbrcs puras, por lo cual desde entorjccs el impulso adqui- IIII,IIIO centrado en un progreso donde el avance económico se

sitivo de bienes económicos ha sido diaqolizado como "típico ~unJugaba con virtudes intelectuales y morales, hacia un males-
de la parte más baja del alma y de los e~tratos más desprecia- t"r que construye la figura ele! afán predominante de la riqueza
bles de la cunmnidad" 8 ·' Precisamente, dta tensión entre mer- ~"mo enemigo de la sociedad. El registro literario no deja lugar
j "Judas al respecto, como se ha mostrado al observar el ciclo ele
,;
2
e_ D'Amíco, ob. cit., PP- 175-177 y 165. ! la novela realista y naturalista del período, en tanto construc-
::M: Cané. ;\~olu.:·e ím¡n-_esiones, ~)b_ ~iL, p. 1~1- ¡ dÓ!l de un escenario social siempre amenazado por la literal in-
H.cllh) Bode!, Ceomclna de las p(lsumes, tv'ltxtco, FC]E, 1995, p !:t Pocock ha des- llltración de personajes portadores del virus mercantilista. Esas
crito d mudn ,_·omo ''en todas las fases de la tradición de (;ccidente hay una concepción
críucas, por lo demás, constituían una suerte de respuesta co-
marx¡·ba-
de l.a virtud ·-_,·'.!Í:>l.o!él.ica,.to_lllista, nt:omaquiavélica o para b cual la difusión de
Ll-; tdauunt:s de IHl~..CJcambJO es vista como una amenaza" J. G. A. Pocock, Virrue. Com-
tllt:l(e m id 1/i\/OI)\ CuulniJge, Cambridge Univcrsity Pn:·s~, 1985, pp. !04 y !Ot> a 110). "EJuardo Wilde, Tiem¡)(J perdido, Buenos Aires, W. M_ Jackson, !nc_, 1945, p. XXXV.
54 l'lll,·l INTCLECTU.·IL CN CL BUENOS illl(ES f·IN flF SIGLO r:L LAMENTO DE e>] NI:

mún en todos los sitios donde la dinámica modernizadora tras- que es lwj' la hase ele nuestro país 1 ... ] Pero honqr y rc'>¡H~1q a
trocaba el mundo tradicional."' los restos :puros de nuestro grl!J'Hl patrio; c;Hb día \ps ;lrgcn1i--
nos dismihuimos. Salvemos nuestro predominio legítimo, no
Si contcmporáneamcnte Durkheim creaba la categoría de la
sólo dcsc6volvicndo v nutriendo nues!ro espíritu cuando es
anomia para describir el fenómeno moderno de la pérdida de
posible-, si~10 co!ocancÍo a nuestras mujeres, por b vcncraci(m,
sentido de pertenencia al gmpo, y Barres popularizaba en Les ;1 una altuta a que no llegan las bajas aspiracionc;-.; ck la turba
déracínés (1897) el tema de la atomización de la sociedad, en la [ ... ] Ccrrdn,os el círculo y velemos sobre él."
ciudad de Buenos Aires la constitución de una sociedad signada !
por la heterogeneidad y animada por valores económicos generó Pc·cos años despliés, su escritura ya ha recorrido una odisea por
una situación que los sectores dominantes y dirigentes asimila- h modernidad de; Buenos Aires que hemos visto iniciarse como
ron con una suerte de anomia nacional ante la debilidad de los h~N¡ucda de la Aknas del Plata par<l ahom terminar cncallam!o
ideales republicanos y patrióticos. Es el movimiento discursivo en la Cartngo sudamericana. Como contraste con l:1 anterior ce-
que aparece condensado en este conocido pero imprescindible lebración de "la dulta Buenos Aires", en la alocuci(>n ele homc-
fragmento de Cané, en el que cuerpo femenino y cuerpo de la rnic a Sarmicnto[en 1888 el orgullo de Canó se ha mutado en
patria se comunican por la posesión de caliclacles semejantes (li- dc<azón: "Siento,! señores, que estamos en un momento de an-
naje, castidad), ambos al mismo tiempo amenazados por los ¡:uqioso peligro ~ara el porvenir de nucstrTJ país", porque "no
turbios materialismos de la economía y la lascivia: <e forman nacion~s dignas de ese nombre, sin más base que el
hcnestar materia( o la pasión del lucro satisfecha-''
Les pediría más sociahilidacl. más solidaridad con el restringi-
do mundo a que pertenecen, más respc!o a las nlUjeres que
son su ornamento l.,.] para evitar que d primer guarango dc-
mocrMico enriquecido en el comercio de suelas se crea a su 1 .
vez con derecho a echar su manito de Tenorio en un salón al Tc•clas estas repr~scntacíones se especificaron en un0 senc de
que entra tropezando con los muebles. No tienes idea de la preguntas: ¿cómoltornar transparente, esto es, cognoscible y por
irritación sorda que me invade cuando \'Cü a una crialtlra deli- ende gobernable, hsa sociedad aluvional y magm;ítica'' (y a con-
cada, fina, de casta. cuya 1nadrc fue an1iga de la 1nfa. atacada tc'larla se abocad sobre todo el ensayo positivista); ¿cúmo edu-
por un grosero ingénito, cepillado por un sastre, cuando ob- ~ar a los cducaclotes, es decir, a la propia elite') (y l;rs próxin¡;¡s
HltcrYenciones d e e.anc~ c1rcu
· 1aran · ~ J: por r·I!L
- en esta e,.¡rccc!on
1
servo sus ojos clavarse bestialmente en el cuerpo virginal que
se entrega en ;;;u inocencia ... Jv1ira, nuestro deber sagrado, pri- ;c6mo constituir 611azo social en esa realidad helcrúclita') (y !a
mero, arriba de todos, es defender nuestras mujeres contnl la respuesta apuntarÁ a la construcción ele una identidad colectiva
invasión tosca del mundo heterogéneo. cosmopolita, híbrido,
que. como en tocl~s partes, fue pensada en torno de unas prilcti-
c\s identitarias cid corte nacionalista). Esta última cncstión, la

R~ En Alemania, por ejemplo, hacia !890 Georg Sirnmcl cuestionaba e! hecho de


"cuestión nacional", remitió a su vez a la definición cié un arco
que después de la unificación a!emarw. y de la guerra franco--prusiana bs fueu.as socia-
les y políticas hubieran privilegiado el JcsmTol!o de un materialismo práctico sobre !os
l
, . .\L Cané, "De ccpai criolla", 1884, en Prosa lígaa, ob. ciL. pp. !29 ;\ 13 '-
1
valores espirituales (cf. D. Frisby, ob. cit., p. 87)_ "\L Can( Discurso$ r Conferencias. ob. cit., pp. 95-96.
1
¡
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FH'H)E·SIGLO U. L\\!E:--<TO DE CANÉ 57

simbólico y axiológico que oficiara con{o fundamento legítimo J..: dios ni de la nación proyectada ningún carácter específico
ele aquella identidad, y en este terreno la blase dirigente verá con u¡uz de diferenciarla esencialmente de otras naciones. De tal
inquietud que los recién llegados no se rhostraban proclives a la n",Jo, no existe en el "programa" con que se cierra el Facundo
aceptación excluyente de los símbolos p<itrióticos argentinos." un.1 sola propuesta que no tenga esas características de pretendi-
Esas pro e lamas identilarias nacionalistas tenían tras de sí una J_¡ universalidad (porque en rigor se trata de "occ1dentalidad")
estela de construcciones intelectuales, ya que en la Argentina, t.1mbién adscribibles a otras entidades nacionales. Por su parte,
desde su surgimiento como país indepe1idiente, la reflexión so- Alberdi acuííará en las Bases una fórmula igualmente universa-
orco la nación había ocupado una parte cqnsiderablco de las inter- l¡,ta para la definición de la nación: "Recordemos a nuestro ¡me-
venciones político-intelectuales, y, cOI1llJ en todas partes, dicha blo que la patria no es el suelo. Tenemos suelo desde hace tres
reflexión se desplegó en relación con la qrganización del Estado >~glos y sólo tenemos patria desde 1810. La patria es la libertad,
y la consolidación de grupos de poder ieconómJCo, político y "' el orden, la riqueza, la civilización organizados en el suelo
cultural. Luego de las producciones de se~go ilustrado y jacobino n~t(vo, bajo su ensefla y en su nomhre".
desarrolladas entre entre 181 O y 1830, c~.mespondi6 sobre todo En los tiempos de Mignel Cané, e inmigración mediante, se
al ensayo romántico de la Generación dql 37 tramar un conjun- e>tá iniciando una reconfiguración de esta temática en el seno de
to de significaciones capaces de dotar deiscntido a los aconteci- un aacerbado retorno de la cuestión nacional. Esta problemáti-
mientos cié una historia que no por breye carecía de enigmas. c .1 dominará la polém1ca simbólica entre 1890 y el Centenario,
Dentro de ese estrato ideológico fueron los escritos de Alberdi cuando alcanza un momento de significativa condensación ideo-
y Sarmiento los que alcanzaron la mayo¡ entidad intelectual en lógica. Puede decirse por ende que en ese lapso se produce una
la tarc'Cl por disci1ar "una nación para el qesierto argentino", se- "disputa por la nación" entroncada en la polémica por definir
gún el título del clásico estudio de Halpbrin Donghi. Pero más ;/o redefinir un modelo de nacionalización para las masas y una
allá de las también conocidas diferencias! interpretativas y pres- ;¡ueva identidad nacional, querella que en sus terminales coloca-
criptivas de los autores del Facundo y laF Bases, la matriz con- rá, JUnto con aquel nacionalismo imitativo y universalista, otro
ceptual que organiza sus discursos corres1?onde dominantemente <.k carácter diacrítico, esencialista y culluralista 90
a ese tipo de nacionctlismo imitativo y político que Habermas ha Esta demanda ele identidad fue planteada desde el Estado y
denominado "constitucionalista" y para el cual una nación es un desde la sociedad, incluyendo en este reclamo no sólo a los na-
espacio sobre el que se realizan un conjunto de valores universa-
les. l¿stc será agrupado bajo diversos epít~mes (República, Civi-
lización, Progreso .. ), pero no caben du~as de que no se exige .,, "Fricdlich Meincckc en 1908 distinguió la Kufllmw/Íon, la comunidad cultural
fc..,hbmentalmente pasiva, de !a S!aaflwtiun, la nación política con autodetemünación Y
!
vi~ilm· ~'t:Z
J..:tna" (A,[)_ Smith, La idmtidad !laciona!, Madrid, Trama Editorial, 1997, p. 7).
o-> A! un local de la colectividad italiana, otra el periodista Ccppí sci'íaJa Al hablar de una querella simbólica, adhiero en términos generales a la imagen
(.¡uc ~JO dc_¡l~ della~l~<u-.su ateJ_l~JOn qu~ los rctrat_os del get}erallv~itrc y del general R_oca, -· 1nvJcrnisfa" de la nación, según la cual e! nacionalismo es el que crea la identidad na-
colg,¡Joo. d~ u1u p,ucd. e~tuv1e~en amando a Jos de Ganb~ld1, Y1ctor Manuel, l\-1¡¡zzuu y ...-wnal. En términos de Gel!ner: ·'El nacionalismo no es d despertar de las naciones a la
llumhnto l, colgados de la pared de enfrente, y que los *ucneros argentinos de Pavón, -..vncil.Cncia de sí~ inventa n;>ciones donde no existen, pero necesita que existan de antc-
d!lHIJ<ld\1:. en un cuad10, hiciesen digna compafíía a los g~.-H.:rreros italianos de Sol ferino ;u.ll10 algunos signoo. distintivos en los LJUC basarse, induso aunque sean exdusivamcn-
(Fijhi.\' y cu.\IIOI!bre.\ iJonuaenses, ob. cit., pp. 81.-83).
¡~· negativos" (ibíd., p. 65).
58 VIDA INTELECTUAL EN EL RUENOS AIRES rJN--DE-SJC!!.O FL L,\\1ENTO DE CANÉ ~
¡

i
tivos stno también ~como demostró el libro de Adolfo Prieto tiYas nacionalidadcs¡dc origen, pero tan1bién otras corno la ca~
sobre el criollismo~ a los inmigrantes."' Para responder a esa t(,Jica o la anarquist<[l; transferir y/o tramitar una crisis de lcgi-
demanda también aquí el papel de los intelectuales resultó rele- 'Ímtdad dentro ele Id elite; construir un fundamento simbólico
vante, y sus representaciones ele la nación produjeron efectos ~\lable en medio ele~ proceso modernizador. Adcmús, y por lra-
simbólicos sobre estratos sociales más amplios. . t:lrse precisamente db una construcción simbólica, este cmprcn-
Por otra parte, en el caso argentino el operativo implementa- dtrnicnto ofreció uniespacio de intervención y de legitimación
do para la definición ele la nacionalidad contenía un desafío para Jos intelectuales, en un momento en que no lo hallaban ni
simbólico novedoso, ya que si hasta entonces la dialéctica ne- en un mercado todavía por crearse ni en un mecenazgo en vías
cesaria para la construcción de un Nosotros había recurrido a de extinción, Todo clllo, por fin, en el marco de una époc;l sig-
la constitución de un Otro instalado en la absoluta exterioridad n:lda por agudos cot]flictos intcrnaci.onalcs que exacerbaban las
(como en el caso del indio, de quien Alberdi había expresado !',!\tones palnót!GlS ~ que en la Argenttna se malcTt:tlt!.ithan en
que "no componía mundo" en llispanoamérica) o en una ve- l:t inminencia de un<! guerra con Chile.
cindad ambigua y difícilmente asimilable al proyecto moderno Justamente, y re1uperando concepciones del nacionalismo
con todas sus características reales (corno ese habitante mesti- rc)m;irltico herclerim\o, Renan había dictado en la Sorbona el
zo Y nativo que era el gaucho), ahora la otreclad encarnada en ! 1 de marzo de 18182 una conferencia ele vasta repercusión
1 Qu 'cst-cc qu '¡mej nation") donde defendía la tesis de que
los inmigrantes era parte esencial del mismo programa. 1:~sle
había demandado ·-con una concepción ampliamen(e comparti- ·un país no es la $imple adición de los individuos que lo
da por las elites occidentales~ un componente racial blanco y u 1 rnponen; es un a\ma, una conciencia, una persona, una rc-
culturalmente cristiano como el que básicamente arribaba a los 'llltante viviente'', ~legaba así a la definición tantas veces re-
puertos argentinos. ¡v2tida después: "Dbs cosas constituyen esta alnn ! ... ] Una
Además, al natural proceso de extrañamiento de los inmi- se halla en el pasadb y la otra en el presente. La posesión co-
grantes se le superpuso lo que se advirtió como debilidad de la- mún ele un legado lcie recuerdos y el consentimiento actual.
zos comunitarios en la sociedad. Ese vacío societal trató de ser ] Ella supone ell deseo claramente expresado de continuar
cubierto por el activismo estatal, que montó un dispositivo na- 11 vida en común".l
'
cionalizador destinado a cumplir los siguientes objetivos: dolar En la Argentina, ~se pasado común estaba por construirse, y
a los inmigrantes de símbolos identitarios para incorporarlos de él "plebiscito cotic!ihno" se veía dificultado por la presencia de
manera homogénea a la nación, y así inducir efectos ele gobcr- •ma formidable mas~ ele extranjeros mal dispuestos a nacinnali·
nabilidad; definir una posición de supremacía de los c;iollos 1arsc y que ofrecierjon a la mirada ele la elite la imagen de una
viejos ante los extranjeros; producir nuevas identidades para Ii- '0:icdacl cxcesivam~nte heterogénea. Este fantasma de la hetc-
mttar los efectos de anomia en los recién llegados, y competir rogcneídacl había s)clo tempranamente percibido por Vicente
de tal modo con otras propuestas identitarias (como las rcspec- Quesada al observ;¿. en Nueva York un espejo que adelantaba
· '.Jn futuro indeseabl,. "Esa ciudad no tiene carácter propio --pen-
qbJ-: diríase que ~s una ciudad ele tránsito [ ... ]. No hay, pues,
'il A. Prieto, El discurso aiollista cnluformociún de la Arw:ntina modan(l, !1uenns
.A.ircs_ Sud::unericana, !988. ZS w1 carácter típico 1iacional, no hay pueblo-nación, son porcin-
U~ L,\MENTO DE CANÉ 61
(i() VIDA INTELECTO A;" EN EL BUE~OS AIRES FIN~DE~SIGLO

ncs fragmentarias de muchos P~ eblos quei aún no se han fumli~ ,Je una república aristocrática, donde los que mandan tutelan a
do en una entidad~""' la sociedad hasta la emergencia de la república real, cuya llega-
Ja estaría indicada por el preciso momento en que las masas
hubtesen interna! izado aquellos principios~ En cuanto a las cali-
Jades necesarias de esa aristocracia, nuevamente estaban vacia-
Esos males dd avance moderni;·ador en 1Á Argentina sólo pue- Jas sobre un molde renaniano, tal como Groussac lo entendía al
den ser re sud tos, para Cané, "desde arrib~", pero en ese arriba Jcllnirlas dentro del mundo de los bienes del espíritu: "Es que
ckbe ubicarse un sector legítimo en el ejdcicio de la dirección~ b civilización l~ ~ ~l marcha a impulso de un gmpo selecto que
Nada innovará en este sentido en la corjcepción general gue Jomina la muchedumbre ( ~ ~ ~], una aristocracia intelectual" 91
había guiado a la elite argentina en su visjón de la relación en~ La confianza en la capacidad de esa clase para poner en marcha
tre gobernantes y gobernados: una minorf!l dirigente que cons~ un dispositivo integrador de los recién llegados la había visto
truye una sociedad y se autolegitima en 91 linaje, el saber y la en práctica en los Estados U nidos~ Allí observó "uno de esos
~rupos toscos, judíos del fondo de la Polonia, levantinos, hara-
virtud, verificando el paisaje relatado po~ Botana en El orden
conservador: posos, calabreses de los montes", pero gue no provocan ningu-
na Inquietud entre la clase dingente porque ella sabe "con
Esta ge1Hc representó el mundo polít,co fragmentado en dos .1!<Ínta rapidez, en una gcnemción, la poderosa máquina tritura,
órdenes dislantes: aniba, en el vértic~ del dominio, una elite UeillSforma y homogeneíza esa masa exótica".
o una clase política; abajo, una masa iquc acala y se pliega a También para Cané el primer requisito del buen orden reside
}as prescr~pciones del manJo; y entt~ ambos extremos, un en la definición y presencia de una aristocracia. A su vez, las
1
conjunto de significados morales o q1ateriales que generan, .~altdadcs gue esa minoría debía contener habían sido vislum-
Jc arriba 11acia abajo, una creencia s6cia} acerca de lo bien bradas como contracara de las carencias de la vida nortcameri-
1
fundado del régimen y del gobierno~ '1 ,.J.!Ja en la década de 1880, puesto que '"aristocracia quiere decir
!1 J¡,¡inción, delicadeza, tacto exquisito, preparación intelectual
En el c<tso de Cané, ese conjunto de signi~icados se iba a cons- pata apreciar lo:; tintes vagos en las relaciones de la vida, fuer-
truir sobre la convicción de que el núcleo 4lel proyecto nacional ¿;¡ moral para elevarse sobre el utilitarismo" 91 De allí que una
y a no podía abandonarse a la espontaneic\ad de la economía y ,;ncamación positiva de ese ideal lo encuentre en el fóyer del
del mercado (devaluados por la crítica anhmercantilista), y en C o1 ent~Gardenen los días de temporada:
cambio aa menester poner diques de vir~ud frente a la marea
rcnicia~ Entonces solía recurrirse con fan1iliaridad a la defini-
ción republicana clásica, entendida como s~stracción de energía ' P~1u\ Groussac, Del PlUf(¡ ul Niágam, ob_ ele, pp. 315-3 i 6. "La conciencia de una
1

dd interés privado para ser canalizada ha4ia los asuntos públi- r..M..-IOn -había escrito Renan- reside en la parte esclarecida de una nación. [ ... 1La civi-
cos~ De allí que d esquema finalmente adqptado volvió a ser el (. L.ldún en su origen ha sido una obra aristocrática_[ .. ] Patria, honor, dcbl~r. son cosas
1 ~rt.¡Jas y contenidas por un po¡w:ií.o número en d st.:nn de una multitud que, abandona-
1 J..¡,_.¡ :)í mi~m:l, las deja caer" (l_f.l réjiJnnc intdft'Cf!ll'/!e et Jllol'u!e. ub. ,:iL. pp. 67-68)
" V. C)ucs:ab, 1Ht'lilfNÚH de ll!! ¡·i;:jo, ob, ciL, p. 367. fu d capilulu dedicado;¡ Er-
''M. Cané, En viaje, ob. cit., pp. 304 a 306
nesto ()ul~"ada.)e vt:r~i de qué mudo fue debatida la cucstiór nacional en esos ailos.
q;
1
61 1
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~ DE-SIGLO
FL LAMENTO DE CA~É

He ahí el l<Klo bello e incomparable de la aristocracia, cuan-


f n el ciJscmso pro)Hlllcl,ldo en la inauguración de l;1 C'>t;Jtlla de
do es sinónimo de suprema distinción, de belleza y de cultu-
ra. cuando crea esta atm(JSfera delicada, en la que el espíritu
Sarmiento el 25 de
mayo de 1900, Cané retoma la cuestión:
y la forma se armonizan de una manera perfecta. La trac!i- --f'sa es la mta que! nos trazó y ésa la que debemos seguir: por la
ción de raza. la selección secular, la conciencia ele una alta cultura intelectual,jque trae siempre consigo como primera con-
posición social que es necesario mantener irreprochable, la 'ecuencia la elevabón del nivel moral, iremos a la fnrmaci(lll
fortuna que aleja ele las pequeñas miserias que marchitan el de una vasta clasd.gobernante c.1ue asegure el porvcn1r: por la
cuerpo y el alma, he ahí los elementos que se combinan para adopción de todos los progresos de la ctenc1a y la mduslna. a la n~~
producir las mujeres que pasan ante mis ojos y aquellos qucza y la prosper~Uad" 97
hombres fuertes, esbeltos. correctos, que admiraba ayer en Esa cultura de Il1 clase dirigente debe serlo en un sentido in-
Hydc Park Corner. La aristocracia, bc~jo ese prisma, es una lcEral, es decir. nd sólo debe perseguir una formaci<)n intelcc~
elegancia de la naturalcza.'!'i
tu:tl. sino apuntar fl la construcción de un 1'lho.1 que implica l:1
adopción de hábit~s formados a través de una entera sociabili-
En el mismo sentido, Lucio V Lópcz consideraba preciso re- dad institucionalniente programada. De tal modo. se colocabn
cordar que la democracia es "el gobierno de las clases intelec- el acento en la cdnfiguración de una elite diseñada soh1~c un
tuales, de los varones justos y capaces de la república", ya que ct'njunto de virtu~es morales y estéticas. En su proyecto de
no puede haber "nada más plebeyo y nada más contrario a la creación del Jock4y Club, Cané explicita que "no ser;\. como
virtud republicana que la familia bastarda de los enriquecidos In< de Viena o Parts, un círculo cerrado y estrecho, una camari~
anteponiéndose al elemento pensador de la nación" 90 lla de casta, en qu~ el azar del nacimiento, y a veces de la fortn-
Una precisión mayor, y distintiva de esta aristocracia euro- n:l, reemplaza tod(l condición humana": por el contrario. scr<Í
pea, la hallamos allí mismo donde se producía su invocación a una selección so.l:ial, vasta y abierta, que comprende y debe
"cerrar el círculo", cuando el alter ego de Cané pronuncia la de- comprender a todo~ los hombres cultos y honorables".
fensa de lo que llama "las aristocracias sociales". Ya que si en Si para Alberdi\el lugar de fragua de Jos usos y costumbres
las instituciones debe imperar la igualdad más absoluta regida era la sociedad civ/1. y para Sarmiento y Mitre "la sociedad po-
por la ley, cuando se trata del perfeccionamiento de la especie, lítica y con la forina de gobierno republicana",''~ para Cané la
dado que esos valores se obtienen por "una larga herencia ele ci\~iJiz:ación tiene s~1 palanca en una minoría cultivada con capa-
educación, por la conciencia de una misión casi diría providen- e !li:Jd para difundit su cultura. El orden republicano requi1~rc un
cial", allí encuentra su razón de ser una aristocracia, que "entre <J'icma de talento~, prácticas. saberes y virtudes (también de
nosotros existe y es bueno que exista". Se trata entonces de una hhcrcs que alc~cri de "las pequeñas miserias que marchitan el
aristocracia social de la virtud y del talento en tanto cualidades ,ucrpo y el alma"], todos ellos desenvueltos en el seno de una
no heredadas sino cultivadas mediante una prolongada educación «xiabilidad defini~a y apuntada a una aristocracia cultural. La
que pemlita adquirir eso que llama "una concepción de la vida". ..l:l\·c Jel lugar imhginado para esa palanca C!VIIizatona rcslclc
¡~

"' lbíd .. pp. 69 y 71. 1

w. "Discurso del Dr. D. Lucio V. Lópcz", ob. ciL p. 288. ¿ l ,. \L Cané, Disc11rso,t., ob. cit., PP- 94~95.
, ~)' h" fll'!ana vE Gallr De la Rc['úb/ica f'OsiMc . ~oh cil, P~ n.
VIDA INTELECTUAL EN EL llUfiNOS AIRES FIN·DE-SIGLO ~ L L\\1L:--.1TO DE CANE

!
en la siguiente afirmación de Cané: "Dig~moslo 0 no, el hecho Ln definitiva, el diseño final de su perfil político lo hallará en
Innegable es que somos republicanos en la vida política, esen- d lil1~ralismo conservador que conoció en Colombia, encontran-
cialmente anstocráticos en la vida social"JJ9 do ,u propio lugar en un estricto centro que llama "liberalismo
_ Hacía algunos años, W. H. Hudson, s4bedor desde su lente témplado". Es entonces cuando teme -con ínocultada entona-
lmalmeme inglesa de que libertad e igualdad son difícilmente , «lll á la 7itine- el destino de los moderados ante la fuerza de

compallbles con un buen orden político, !)abía percibido que la 10, extremismos, que ilnmina asimismo el snio político que Cané
Banda Oncntal había decidido pagar por la conciliación de es- Je,caría ocupar, eJemplificado en la Asamblea Legislativa fran-
los principios un precio, y que ese precio ~ra la pobreza, la cual '"a de 1790: "De un lado, la intransigencia del antiguo régimen,
alimentaba a la libertad-"" El precio que <I:ané suponía paaade- \v, restos del feudalismo sei1orial y eclesiástico": '·en frente, el
ro por ese modelo de república era, en cajnbio, la misma liber- ;'flljlO de los innovadores, con los terribles cuadernos de quejas
tad (al menos de algunos), con la consigu)ente tensión que ello en !Js manos, el espíritu nutrido de Rousseau, grupo encarnado
alma en el corazón de la doctrina libc:ral. for eso, aunque le re- ~n esos obscuros abogados ele provincia sin la menor noción de
sulta cvrdcnte que la ley de residencia "no¡condice con los prin- gobierno y con la misión única y fatal de derribar. En el centro,
Ciptus de lratenudad universal de que s~ jacta el liberalismo \lirabeau, Barna ve, los Lameth, Lafayette, ... queriendo unir en
modcnro", es no obstante "la ley rnás cófnoda y más útil qu.: un abrazo de conciliación el pasado y el porvenir, regenerar la
conozco". wl 1
1
monarquía por medio de la libei1ad, ponderar la libet1ad por me-
Tampoco en el terreno económico se edcuentra un Cané dis- ,j¡o de la institución monárquica". Dado que, en suma, "los ver-
puc:sto a, c:ncolunmarse tras un programa liberal rígido de 1'd e'a- s,· JaJeros y únicos principios de gobierno consisten en arn1onizar
. . _ ·¡
smo mas bren a eJercer un uso pragmátiqo de las mismas. Al d orden con la libertad" HJ-1
evocar su participación en las pugnas en tlrno del proteccionis-
2
mo'y_',d l-1bre can-rbiO,cn la-década del 70,' considerará que "la
g<~lena llnlvcrsal esta ya fallgada de aqu ,, los enfáticos duelos
cnlr~ el protccci(:msmo y el librecambio ~ue nos maravillaban La palabra "armonía" ha sido evocada, y su extraordinaria re-
l1acc un Ul<lllo de. s1glo. [ ... ] Hoy, en esa 1pateria, ningún hom- . cuncncia en c;l discurso de Cané es una calle real para ingresar
bre sensato es adepto de una escuela, ni napie, en el poder, cree .:n él estrato básico de categorías que subtiende su programa.
abd1car pmlciplos s1endo alternativamente proteccionista o Ji- Porque diversos tópicos reactivos que hemos visto constituirse
brccambist·l" '"3 " L • 11 en su discurso ante la modernización resultan vinculables con
l un tema que reaparece en todos los autores aquí tratados: la
• \1 1 . • . . p. 212. fragmentación de la totalidad. Ya que si la modernización con-
w ('
-H. cll1 1g¡u: (une y su tJem¡JO, ob. e!!., ¡1
1
"_" W 11. 1-iud.son, La fiara ¡wr¡;úrea j)rólooo de l'tJb"p' ('ol 'lo '!
tiene la tendencia a desagregar esferas de competencias autóno-
, _ , e;, ' "' - e , 1v on 1ev¡·d co ¡nstJ-·
luto Nauunal del Llbro, 1997, p. 15 · ' mas tanto de prácticas como de saberes, por ello mismo instala
1\l Cane, Nohts e im¡Jr<:siones, ob. ciL, p. 144 1
,.,, Cf J
· -
..e
n- ll,\!<llnonte, _ 1
Ni/(:ionatismo y !ibem!isnul ecu1uímico\" ,, 11 -¡ 1-o, 1 ·
1 "61 ("\'' [
" J- '" ,;, )ucJHJ:-;
. 1
AJn:s, ;)o!ar/Hachcllc, l 97!.
. 1 r,Ul/11(/.
·
J•n !\-l
· ·
e-
d!W,
~ · r
,\olits e 11/ljJri'siow:s,ob. dt., pp. 302~303.
1
, 7V "' lvt. Can¿, En •·iuje, ob. cit., pp. 176-177, y Nolu.l" t' i111¡)1 es iones. ob cit., p. 14--l-
(..1)
66 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO
EL LAMENTO DE CAN~ (¡{

1
la btísqucda de un espacio de rctotalización que ya no pueden ConsecuentemeQte, Miguel Cané resultafá un representante
brindar ni la religión ni la metafísica-"" de la cultura estéti4a, puesto que coloca el deseo de una nueva
A partir de este diagnóstico, entonces, se generaron dos alter- tntalización en un lnodelo de belleza que remite a la noción de
nativas básicas para recomponer la totalidad quebrada por la
la armonía griega. ~a en_ los relatos de En viai1: se muestra ins-
modernidad, con cmces de sistemas diferentes que constmyen cnto en esa represqntac10n de la naturaleza hclcntca de acuerdo
líneas complejas. Una va a ser la planteada por el positivismo, Y con la versión fun~ada un siglo antes por \Vinckelmann, donde
esta impronta se hace levemente presente en Cané cuando busca tndo confluye en cl~scripciones que construyen como términos
la unidad de los estudios en los métodos que se corresponden autoimplicados las ~ociones ele belleza y de armonía-'" 1 Resultó
"con la aspiración moderna que tiende a habituar el espíritu a natural apelar así a /"'a bella totalidad" de la polis para oponcrla
descubrir la verdad positiva, por medio de la observación, la a la fragrnentaciónldc la modernidad, V a esa forma particular
~
comparación, la clasificación, la experiencia, la inducción y h1 '--' 1 - •
de dicha fragment<lción encarnada en un confltcto soctal que,

analogía". Porque, en ngor, Cané iba a permanecer más cerca por formar parle el~! fenómeno democrático, desconocía toda
de Re~1an que de Taine. Este tíltimo podía, en efecto, ser elogia- n(>ción de un orden 1armonioso y jerárquico.
do en una encuesta de La Rc\'1/e E lanche tanto por Barres corno be programa re~ulta legible en el proyecto y creación de la
por Zola y luego por Durkheim, es decir, por los extremos de F:tcultad de FilosoFfa y Letras de la Universidad ele Buenos Ai-
las posiciones en el campo cultural francés, dado que reunía en re'. en 1896, que ltice como una respuesta directa a aquella de-
sí al hombre de letras y al científico. En cambio, Cané siempre manda de remoralitación republicana, arístocratizantc y ele un
resultará más fiel a la cultura literaria; sus acercamientos hacia e'fcticismo clásico.ILa historia de esta facultad porteña, medida
las intervenciones fundadas en la ciencia revelaban que se trataba CDn la vara de uno ele sus fundadores, relata así la historia ele un
de un canon impostado sobre alguien que provenía de un estrato desencuentro que r~fleja en escala micro los estupores ele una
intelectual colocado en el borde anterior del positivismo, y que rar1e de la elite ant~ el curso del proceso modernizador.
tempranamente había lamentado que "la invasión del positivismo . Se cuenta en eselaspecto con un balance previo de la cultura
en las artes y en las letras va ahogando en la sociedad univer- :,~trada producido e? 1891 en el corazón de la inslitucionalidad
sal todo germen de adoración a la belleza eterna". En esta nota m•clcctual argentina~ habida cuenta ele la tradicional función pro-
de 1872, Cané identificaba el positivismo no sólo con una pro- '~dora de cuadros !estatales asignada a la Facultad de Derecho
puesta epistemológica; lo asimilaba con una concepción mate- de la universidad pqrteña. Allí, el hijo de Vicente hdcl, nielo de
rialista, entendido este término en sentido moraL"'" \"~ccnte López y Plillles y futuro ministro del Interior de Luis
i
!
~~
1 5
" El terna remite a la caracterización de Max \Vcbcr de la modernidad cultural "w-
;r-Tcnd<.'f incc,.;antcmenlc al retorno de !os díns serenos del reinado de lo bcl!o" (;\l
mo la separación de !a razón sustantiva cxprcsadu en la religión y la metafísica en trc~
f.trté. ··poq!ídsmo", en EnLros. ob. cit., p. 19).
esferas <~.utónomas: ciencia, moralidad y arte" (cf_ J. Habermas, Modemidod: tm pro·
· ··t.a n:Huralcza hdéni1c;~, con sus montañas annonio::~as y serenas. como la marcha
yccto incompleto, en Punto de Vista, agos!o l9R4. y El discurso filosúfico de la moder-
!Ir-¡,. rtrn. su ciclo azul yitranspmcnte. las aguas gcncros;:~s de sus golfos que rnchn
nidad, Madrid, Taurus, 1989).
106
"Sé que todo lo bueno. noble y generoso se va: sé que las ideas clcvadns no en·
l"•t t;~~n·tn~ todos de su se!io, arrojó en el alma de los griegos ese scn1imicn(\) inefable
tltf ~~~-:t!. C'<l concepción si~ igual de la belleza, que rcspirJ. en hs estrofas de sus poeta'>
cuentran eco ya en nuestra sociedad mcrcachíí1ada; sin embargo, hay un deber sagrJdn
1 t¡• <t'"t'n:mccc en las líneas ~!e sus rnürmolcs esculpidos" (En viaje, nh. cit.. p. 48)

2;~
V ID.·\ INTELECT JALEN EL Il~':NOS A !RES FJN-DE S!,;U; o! i.A\IENTO OE CANE 69

i
S:íenz Pci1a, comunicaba en Sil discurso \r pares y recientes cgre· , ...Iowndo que la Fac1ltad de Derecho haya sido "de una dígní-
sados que ''nuestra carrera decae", porqt!e el derecho se ha , rlfl· J,,J conservadora imtlterable", protesta porque no ve en ella el
vertido en un mero artificio para ganar p!Htos, y esa evidenc:a se ,ultrvo del espíritu cLtsJCO, que constituye para él una auténtica
construye sobre la sospecha más temibld Je que las clases su¡x:· ¡:rupedéutíca y herramienta para la dirección de la sociedad.""
riores, intelectuales y dirigentes se hall~n en vías de extin. ión. El discurso pronunciado por Mrguel Cané en 1904 en el acto
envut:ltas en un síndrome de escepticisrr:o y nihilismo generali- J,: transmisión de su decanato de Frlosoffa y Letras constituye
zados: "¿Qué creencias tenemos? ¿Este pueblo no cree en rada, una pieza de respuesta, trece a1'íos demorada, trl llamamiento de
o por lo menos ha dejado de creer?[ ... ] No somos ni artisL s 111 Lópa. Con una retóri•:.a ahora ya tocada por metáforas biolo-
1
podas, soruose:.ceptiCo; .. y hay qmen y;\dice que hemos de.ado ""tas, el autor de Juvenilia dice que "la Facullad de Derecho
rk ser belicosos . La cntJca de Lucw v¡..-o pez d lflgrda !mua el ~,j muerto de aJslamien>.o, que es la tuberculosis especial de los
mlcrior de la propia elite es tanto más graye porque resiente lata· .:entros de cultura cuyos órganos no se adaptan bien a las fnn-
rea tutelar que ~sta está llamada a ejecu\ar en la promoció1: de -:wnes para que se crean". Y como relevo propone "a la modes-
una raza pum, selecta y letrada. Puesto q~re si la instrucción .ld L• facultad de Filosofía y Letras", en cuya sede se halla "el
pueblo es d resulwdo de la alta cultura rn~electual de crertas c·a- ¡:,¡nenir intelectual de nuestro país", destinada a ser en sí mis-
:
sc:s, de allí nace la necesidad de una elit1 cultivada para eduur ma un correctivo para el particularismo y la especialización u"
tanto al pueblo como al futuro patri::iadt. Máxime porque "·•n En rigor, ése había sido parte del proyecto fundacional. Al
una socredad nuc:va, estanque mmenso en¡que se derTaman tod.lS ;,,unm en 1888 la tarea de organizar dicha facultad, Norberto
las corrientes del mundo", de esa ''inmens~¡ polenta humana" dé· Pukro y Eduardo L. Bíd<tu manifestaron que, ante el inexorable
bcr:1 salir el futuro patricwdo. Mas s' la éli\e no es capaz de supe· Jcoarrollo de ''la riqueza, los bienes de fortuna, las industrias. el
rar el ambiente de mediocridad en ciernesj·'no podemos esperar, .urhclo de la opulencia y IJs negocios,[ .. j es necesario difundir
·"'ríorcs, sino días opacos, porque un puebl~l que no cultiva lo be:· !crs altos conocrrnrcntos i tlósoflcos, las artes y las letras, para
!lo no tien~ ideales, y un pueblo sin idealrs carece de ese signo .¡uc los caracteres no se r·:.baJen y no miren, como el propósito
crrac!c·rístico de la fuerza que imprime la driginalidad". , 11 prcmo, la acumulación de intereses rnaterraks"."o Prosiguien-

Lrs olrg:uquías iletradas, la barbarie in~elcctual, la dcmocra·


c·ia plebeya y el ansia de goces materialei son por fin para Ló·
~ ToJa;, !as citas anteriores corresponden al ··Discursn dd Dr. D. Lucio Y. Lópcl",
pez. un enemigo temible que avanza comp una irrupción persa J' dt. pp 284-295
pero sin encontrar un Tcmístocles que se[ le oponga, y en esta ··''··El espíritu universitario y el método científico", en Discurso.> _v Cm~ferencios,
-~b nt , pp. ! lJ-20. Julw Ramos ha scilabdo e! papel de la literatura en análogo crnprcn-
alegoría hiperbólica que demanda otra Tef¡nópilas puede obsc:r-
J.¡;E.JOllO: "La literatura emerge como disciplina universitaria, paradójíccunente, criti-
varse el carérctcr límite que le adjudica a ja crisis que acaba de _.;..:;J 0 Ll e:-,pccialización, legitimándose a base de un concepto auráticu de 'cultura'
ckmrncur Ante esa decadencia de la prowia minoría dirigente, ,, m~~ e:-.kra donde podía reconstruirse el 'hon1brc integra!'- fr::tgrncmado en la cotiJi.a-
anuncra la clave de aquélla en un registro\ idéntico al de Cané: -~.;J...W mutkrna por la espct:wlización" (J. Ramos, J)e.\"OiCUenlro.l· de/¡_¡ modernidad 1!11
"!''~~ll una t 1en1ucrac1a
. 1
. con1o la nuestra, a 1'-~que . -\._r_•:inca L.UÍJUJ_ Lifel'(/fllnt y ¡w!itico en el siglo XlX_ l'v1óico. !TE, !089, p. 62)
no en11gran ate- ··'" ;-..¡_ Pi fiero y E L_ Bid;nJ, 1/isrorio de fu Unf¡ ersu/(1(/ de Humos Aitcs en Awtlts
nienses", se ha cometido el error de dc:scLt;ídar y hast_a abando- ;t i11 Unil'cr.wfod de l/un1os iliu's. IUlllO !, BHl"llUS Am:s, lmprc!lLl 1\Lirtill BicJma,
tt;u los ··studru.s cLrsrcos. De modo que SI ucro Y. Lopcz srguc . -. )Í)_ p 2\lO cr. DesenCI/<:11//'(!S de /{1 1/U)(lemid(/(1 , ibid., PP- 58-60.

~o
1
EL !./\MENTO llECAN(o! 71
70 VID'\ INTELECTU;\L EN EL BUENOS AIRES FIN DE-SICl/l 1
!

do esos 1ineamicntos, y al contraponer modelos, Cané vcri f'ica- tglcsia más obscuro hún, o a estudiar en un volumen in folio el
1

rá que las bellas letras no han surgido en los Estados Unidos uso de la coma en el! romance del Cid". Para que publicar un li-
debido a que "sus planos no son el esfuerzo de los maestros de bro en Buenos Aires Jno sea lo mismo que recitar un verso de Pe·
la arquitectura empef1ados en rimar las leyes de la gravedad en !rarea en la rueda ile la Bolsa, se debe imponer el sistema
acad~mico nortcamcticano, que si ha podido conciliar desarrollo
el molde de la estética, sino la obra ele los mecánicos y el pro-
ducto de sus usinas''. La confirmación final de su diagnóstico cconormco y espmtuial es porque ha colocado sus admtrables fa-
reside en que justamente en ese mismo país, frente a ese mundo culiadcs literarias y~ientíficas lejos de las ciclópeas agrupacio-
plebeyo y al cosmopolitismo pervertido ele Nueva York, se en- nes donde elnnpetu so gemo de la raza concentra su accrón y su
cuentran Boston y Filadelfia, donde se conserva "el palladium poder. De esa maner, , las vibraciones del alma nacional llegan a
de la aristocracm washingtoniana", ya que allá "todavía hay una ellos depuradas de' ~ocio elemento espurio, al establecer la im·
escuela de griego y de latinidad".'" prc·scindihlc distinci<ln entre la materia y el espíritu-"'
La matriz en que proyecta el tipo humano ideal que cursará Cerrar el círculo; ~errar el huerto; enclaustrarse par;1 resguar-
las carreras de Filosofía y Letras lo construye con derivados del dar un ámbito jerarcjuizaclo dentro de una sociedad con tenden-
romanticismo y exacerbando la autonomía ele la moral sobre la cias igualitarias, ptro también para conjurar el caos de un
esfera de los intereses económicos. En su discurso ele colación C'Oiectivo social mag~nático y aluvional, para allí distinguir entre
de grados ele 1901 convoca a asistir a ese espacio intelectual a los constructores materiales de una nación y quienes tienen la
aquellos jóvenes "de grandes ojos vagos y llenos de infinitas más alta misión de cbltivar los valorés ele una patria espiritualiza-
interrogaciones", y es perfectamente visible que dicho escena- da. Puesto que es eviUente que la faqltltad que Cané ambiciona se
rio tiene las mismas características que el que, dentro de una re- imcribe dentro del ¡~royecto de re-dpiritualización, entendiendo
presentación análoga, había canonizado el Arícl de Rodó un al espíritu como el 4oncepto exactamente opuesto al materialis-
año antes: un "huerto cerrado" donde "se constituirá b pequeña mo identificado con ~l predominio de los valores económicos.
falange mdtspensable a toda vida nacional en armonía con la Existía otro aspesto por atender, y aquí el mal de la Facultad
dignidad humana". de Derecho ha cons\stido en vivir dentro del más estrecho espí-
Es preciso que ese huerto sea clausurado porque sólo así podrá n tu de particularismr, obra de quienes "nunca quisieron conce-
emanctparse del severo y duro im¡mlso del siglo. Y entonces la bir la Universidad d~ la única manera como puede constituir una
función de esta institución intelectual no serú la 1nísnw que en las fuerza. esto es, con1~) un vínculo de elevada cohcsi(m, capaz de
vetustas Salamanca o La Sorbona, donde los sabios se dedican "a lhr 1·icla vigorosa a lps diversos órganos que alcanza'·. Dentro de
desentrañar el sentido de una obscura frase de algún padre de la h concepción que dn el materialismo utilitarista denunciaba el
rrcdominio del espclialismo, se trata ahora de componer un uo-
111
ro:o uniPersale, ya qt1e "el hombre moderno, ele alta cultura, no
M. Cané, Cartas a mi hija, ob. cit.
c1, 111 puede ser, el producto único ele una escuela especial;[ ... ]
rv1artín García l\-1érou expresaba: "Con qué razón me escribía Bourel, hace diez
años: 'Hoy más que nunca las bellas letras están aquí desamparadas, en camino de la requiere, no el haber agotado las enseñanzas parciales, sino ha-
más completa decadencia. Es un signo de esta época dolorosa. Progresamos. pero e:,; un
! .
progreso materiaL[ .. ] No progresamos en inteligencia ni en corazón. es decir, ¡no pro· l
'\f. Cané, L'nsayos, o~- ciL. p. 140. y Disct1rsos ... ob. ciL, pp. 49-50
g:rcsarnos renlmentet'" (M_ García iv1érou, Recuerdos !itewrios, ob. ciL p. 184).
VIDA INTELECTUAL EN EL llUl!NUS AIRES FIN·DESICLO U. LAMENTO DE Cf\NE

IJerse habituado a las generalizaciones fe?unclas, que sólo apo~ Ja al serviciO público asegura una gran soc1edad. Y para esta
yúndose en él cspíntu universitario se alcanzan. Para ello se ,íntesJs, otra vez Renan ofrecía el tc!eal ele "una cJviltzación
ofrece la ensc'J]anza de las lenguas y la cul\ura clásicas".'" c·umpleta" que para ser tal debía tener "casi tan en cuenta al arte
Es así como, en la búsqueda de la totalidad perdida en Cané 1 la belleza como a la moral y el desarrollo íntelectual"H
6
En
termma dominando el retorno a una armobización que, recurre a cuanto a Cané, puede verse que mantenía los viejos criterios de
la moralización y estctización de la cultuda, así como a la recu~ kgilirnación que debían definir a una elite: la épica y la estética.
peración de valores patriótico-republican~s. Es por eso que pro~ Por eso aiíoraba la era en que "se peleaba en toda la América
pugna que, JUllto con aquella facultad, i¡Js hombres de buena por la libertad, [cuando] la lucha engendraba el patriotismo, y
voluntad apuyen el establecimiento de otti;l institución del cspí~ ese sentimiento, superior a todos, elevaba los espíritus y calentaba
ritu: ''el modesto Museo de Bellas Artes 4ue acaba de abrir sus los corazones". iJ? Precisan1ente, la decadencia que ve instalada
pUi.:.·~-ws en L~ Chi~ca?o argenlir~'::··. 1 J 4 1 . __ en su propia época deriva de una inversión de los valores de esa
. I:n este dmgnost1co noeschhcd enconttftr las prevencwnes li~ tradiciÓn patricia, que promueve un conocido juicio ncgati vo
n. Jsect. il:tn:.' I~ac1a el espeCJalismo,~que .se c~rre~pondía con. análo~ respecto de su presente: "Nuestros padres eran soldados, poetas
gos mcnsd¡es p10vementes de Europa. I-fabJa stdo objeto por v at1istas. Nosotros somos tenderos, mercachifles y agiotistas.
.
c¡complo de una intervención deo Hem:i Ber~son quien, al propug~ c\hora un siglo, el sueño constante de la juventud era la glona,
nar una cnscnanza hum~ms:Jca, habla escpto que "toda lu mte~ la patria, el amor; hoy es una concesión de ferrocarril, para Jan~
nundad del anunal esta ahr: en un especpalista". Esa posición zarse a venderla al mercado de Londres".'" Podría conectarse
sería gcJJcraiJzada por Ernst Troeltsch cuaqdo manifestaba su re~ c.sta opinión con el rechazo a la especmlización según la inter~
sistcncia al cientificismo positivista media1jte la impugnación del prctación de Pocock, por la cual, tempranamente, en los tiempos
intcolectualismo, de la gran metrópolis, cl1~oder del dinero, la es~ modernos se construyó un tópico de la lucha entre los ideales
pccializcJcJón. y la matematización y mec<ujización del mundo.'" agrario y antiguo, por un lado, y comercial y moderno, por el otro.
Traducidos al terreno del poder, la creeJ\cia que subyace a es~ El primero daboró una imagen de "patriota" opuesta al comer~
las propuestas consiste en que ese tipo d~ formación universal ci~uHe, hundiendo sus raíces en la trad1ción clásica al arrastrar "la
cotJcc·dco lltl punto de vista totalizador soljre la sociedad que se JJnagen ele una personalidad libre y virtuosa en tanto carente de
pretenclco egc:stJUnar. Esta creencta fnndab¡r 1
la anglofilia de al~ e;pecialización". La representación cerraba su círculo ideológico
guíen como Taine, convencido de que sólo: una clase superior no al sostener que justamente la propiedad territorial garantiza el
dedicada a la cspecializución sino a las id+as generales y volea- ocio y protege de la especialización; al revés, el comercio y el ar~
! Jc,anado son demasiado especializados para ser compatibles con
' ' i ¡\1_ C:m~, ··¡.a ~.:nsdJa¡¡¡_a clásica", discurso pronundado el 20 de octubre dl: 190!
la e iudadanía.'"
en daCio de la ,:o!acir)n dl: graJos en la facultad de Filo+fía y Letras, c:n Discursos
ub_c:lL,pp 2"1,2:-iy-17_ '
111
l\1 Cané, Nuhi.Y e i111¡ncsioncs, ob_ cit., r- 126. : :.o E. Renan, Oewvres, oh. ciL L ll, p. 2.:.12.
i ¡·, ( ·¡ !VI Barluw, F/ jltl/.\'({t11Ít'niU de Bcrgs·on, l\-1éx.ic9, FCE, l 968, PP- 29 y ss , y S. '
1
1\1 Cané, Ensnyos, ob. cit. p 19.
Scll\Val!!!ii<UI, -·¡ __.:¡galo de Cortú.ar", en F_ Arocena y E_ t1c Ldlll, El com¡J/tjo de Pu}_\·- : .• ~1. Cané, "Po;,itivismo", L'nsu\·os, oh_ cit. p. llJ.
fJC/11, l\lunlnHku, Vmtén EUnor, 109_), pp. 168 y 169. ' ·"' Cfr_ J. G. A. Pocock, Virtuc, Conllllet't'e und lfislory, ub ci1

~2
74 VIDA INTELECTUAL EN EL 13UENOS AIRES FIN-DE-SIGLO EL LAMENTO DE CANd
!
i
1

S:a como fuere, y pasados los tiempos guerreros, Miguel ciclopéclica y lnuna)lista, la otra), Cané se desplriH.icr{¡ por '"'
Cane concluye en la necestdad de una reforma de la educación momento del ejemp)o francés porque "todos los que han cruza"
de las elites, y fundamenta la necesidad de los estudios clásicos do el vasto territori<J de la Unión y estudiado la organizaci6n de
en la formación de la minoría dirigente como un modo de ope- sus universidades h~cen constar que en ellas se reproduce el fe-
rar meJor sobre una realidad alterada por los resultados "bajos" nómeno admirable be
la Alemania, esto es, la coincidencia del
de la modernidad. Había escrito ya en 1883: . mayor desenvolvimiento ele los estudios clásicos con el mús vi-
goroso desarrollo el~ la potencia nacional". Y si se !rata de asi~
No lo sé; pero en mis momentos de duda amarga, cuando milar por motnentof ambas culturas finiseculares (la científica
mis faros simpáticos se obscurecen, cuando la corrupción y la estético-espiritualista), Cané lo hará canibalizando los de-
yanqui me subleva el corazón o la demagogia de media calle sarrollos técnico-cidntíficos por la cultura clásica:
me enluta el espíritu en París, reposo en una conrianza sere-
na Y llK'- dejo adormcrccr por la ~uavc visi(ín del porvenir de en los triunr )S 111<Í.s sorprendentes de la mcc:ínic:1, ('11 cs<~s
la América del Sur; paréccmc que allí brillar:í de nUC\'0 el máquinas m~,ravillosas cuya acción inteligente deja atónita a
genio latino rejuvenecido, el que recogió la herencia del arte la intcligencih misma, hay más resabios chísicos de ln que se
en Grecia, del gobierno en Roma, del que tantas cosas gran· supone. VcdÍas funcionar, y en sus movimientos cadencio-
des ha hecho en el mundo. que ha fatigado la historia. 120 sos. en su cltgante precisión, os mos!raní.n que fueron idea·
das y pcrfecc¡¡onadas por cerebros en los que Ios maestros de
1
Para ese cmprendimiento tiene como ejemplo sobre todo el ca- la armonía ghcga y de la claridad latina influ\'Cron por a!~l-
so alemán. que desde las últimas décadas del siglo XIX se ha vismo y por dcción directa.
!
propuesto como un modelo ele relevo frente la decadencia de
las naciones latinas, tema cuya actualidad revelaba el éxito del También el progres~ en las condiciones sociales que separan a
1

libro del francés Edmund Demolins titulado A quoi sert la su- "un siervo del sigld XIV y un obrero moderno se debe tínica-"
périorité des anglo-saxones. Pero allí donde éste propone la ne- mente a los estudios\ clásicos" ... 122
'
cestclad de constmir hombres prácticos alejados de las lenguas Justamente, el prpyecto ele facultad de filosofía y letras que
anttguas, como ese director ele escuela inglés que parece un imaginó permite re¡11icar la representación de una sociedad es-
"trabajador del Far Wcst", 121 Cané en cambio adjudica esa supe- cindida entre habitm\tes laboriosos, prácticos e instruidos en una
nondad no a una educación fundada en disciplinas técnico- especialización cienÍífica, por un lado, y por el otro un sector le-
científicas, sino justamente al cultivo de las clásicas. Por eso, trado, dotado de la ~náxima espiritualidad y universalidad. Los
de los dos paradigmas antagónicos que entonces desarrollaban frutos necesarios, p~ro no tan dulces, ele la modernidad debían
las universidades francesa y alemana (escuelas profesionales y ser cultivados así p~r la casi totalidad de los argentinos, quienes
establecimientos de investigación, la primera, y universidad e 1;. transformarán, no y~ r1t1linaria, sino científicamente. gracias a la
sólida instmcción se~undaria recibida, el suelo de la patria hasta
120
M. Cané, E11 viaje, ob. cit., p. 46. '
111
~drnundo Dcmo!ins, En qué consisle fa superíoridad de !os ang!u-sujones, Ma- i
J3
.

dnd, L1br. de Victmiano Suárez, lB99, pp. 51 y 22. ':'M. Cané. Discursos'\- ob. cit.. pp. 50. 83. 93-94, 53 y 54.
VIDA INTELECTUAL EN EL llU¿NUS AIRES r!NpE,SIGLO l LLAr> lENTO DE CANE 77

extraa el m;íx 11110 de riqueza y por tanto ~e poder, mientras en poder de organizar de los romanos con la fuerza moral del
la nueva !acuitad, "sin ruido, sin pretensiones, sin ambiciones cristianismo, ha dado por resultado la civilización actual,
casi diría terrenales, nos entregaremos a 1~ cultura intensiva del que, buena o mala, es lo mejor 4uc hasta ahora se ha conoci~
cs¡~íntu de aquellos que, siguiendo la ley pe su organismo, dan Jo sobre la tierra. 125
l,t cspdldc~ c~l mu~1do de la fortuna, para co1Ter en pos de satisfac-
Ciones qu¡zas mas fecundas y duraderas". 12P Cuando después de la debacle del 90 se encomendó una refor-
Dado que la formación clásica tiene tal valor estratégico en ma de la ense!lanza a un conjunto de notables, Groussac opinó
su Sistema de razonamiento, se torna relcJante indagar el senti- precisamente que "el latín no es una asignatura neutra", sino
do de lo clásico en Cané, que se puedel construir desde dos que configura un instrumento de formación mental al represen-
p~rspecuv~rs: la ~ompre~~:ón del sentido 1e las humanidades y Uf en la educación "la invencible preponderancia de las ideas

de ld ,IIO~I<lll, de ar;~m:w . En el pm;Jer ispecto, cuando Peter sobre los cálculos materiales". Con ello, la cultura humanista,
Blll ke se p1cgunta que era lo especrticarjnente humano de las crl par que motor de la inteligencia, "es un desarrollo moral por
humanidades", responde con la definiciónide uno de los líderes el contacto diario[ ... ] con la belleza y la virtud antigua".'" El
del movimiento renacentista de recuperdción de los estudios utro cimiento categorial capaz de sostener el edificio argumen-
human:stas. Leonardo Bruni había afirmjtdo que reciben este t~ttivo de Cané en este registro reside en la noción de "anno-
nombre por que perfecciOnan al hombre, y que esa perfección es nía", extraída también de un archivo que en sus extremos
posrblc dado que lo que diferencia a los Jeres humanos de los conduce a la concepción de la estética de Schiller corno armo-
aninr;rlcs es su capacidad de hablar, y por bnto de distinguir el niDJción entre el conocimiento y la moral. Era el modo, efecti-
bren del mal. Así pues, era fundamental e1l estudio de las mate- 1 amente, en que el filósofo alemán había dado cuenta de la

nas relacionadas con el lenguaje (gramátida y retórica), que de fragmentación moderna y propuesto la alternativa de la educa-
127
tal modo pasarían a formar parte del uniierso de la ética, del ClÓll estética. En un sentido análogo, los comentarios de Cané
mrsmo modo que la historia y la poesía sd consideraban hasta ,obre 01ji:o de Glück iluminan su concepción acerca de la be-
cierto punto, ética aplicada porque "ense!l'lban a los cstli(Íian;cs lleza armónica de: los tiempos clásicos, opuesta al gesto crispa-
;¡. SL'¡.'llll los hucHos ejemplos y a rcchazfrr los perversos"."' d() y hasta violento que percibe en la modernidad:
Lec:~ de este drscurso que ha atravesado J~s siglos y alcanzado
él lsio de la Plata s1guen resonando en Can~:
::\ t-.t Cané, Discursos . . , ob_ cit., P- 53
.1 ~"Cit. t:n A. Korn, ''Filosofía argentina". Obras comp!ews, Buenos Aires, Claridad,
Entici:uo por estudios clásicos la espc~ialmanera de cultiva¡ !'f-tY
el cspmlu de los hombres durante la iMancia y la adolcsccn, ••
1
";Cuán distintos somos los mockrnusl l- _J Hasta tal punto está fragmentado lo
• ' • 1
c1a, puésla en practica en el mundo 9ccidental a partir del t-.umJno que es mcne~ter andar tk individuo en individuo preguntando e inqui¡iendo
r-..11a Jeconstruir la totalidad de la cspc.cic. l .. ] Eto..::nw.mcntc encadenado a una tínica
Renacimiento, sistema que, cmnbin~u)do la luz griega y el
p.J.nícu!J. dd todo, d honltm: se educa cumo nll~ra partícula [ .}; nunca descnvuchc l>l
..:.rmvnía de su esencia". Rcsul¡a entonCL'S necesaria la nlucacíón estt5Li~·a, ya que "d
t;u>lO e::. lo que introduce armonía L'll la sociedad, purquc m funde armonía en d indivi-
l:' 1\l. Cwé, '"La cw,ci'ian.ra clásica", ibíll., pp. 47 y 4g
Juo'' (Johann C_ F_ Schi!kr, Cartas V! y XXVll de "Sobre la educación cst~!Íca dd hom·
Pctcr 1-ltllkc, L/ Renuci!llien/o, Barcelona, Crítit.:a, l91J, p. 26. t_~;;:·· en Escritos sobre cslt'licu, t\1adrid, Tccnus, !991, pp. 111 y 21•Ú
78 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SICiLO FL L\r<.IENTO DE CAN)_s
'
Así. cuanclo los ojos fatigados de la brutal batalla del color ' y lo bello-"" Es en la estela de todas esas
romántica entre lolütil
en la escuela moJcrna, inquietados por la violencia ator"
inquietudes que in)pulsa la creación de la Facultad ele Filosofía
mentada del dibujo o sacudidos por el movimiento epilépti-
como una nueva i&stitución intelectual destinada a generar una
co del mármol, aspiran a la imprcsi(m serenad ora del arte
espiritualización clasicista relegitimadora, para conformar y re-
puro, es a las obras del arte vieJO que se vuelve, a la expre-
sión ingenua y profunda de los primitivos. En el cansancio formar la estructJra mental de la propia elite mediante una
de la vida moderna, cuando todo reviste ese signo caracterís- composición de c~ltnra estética, aticismo y patriotismo republi-
tico, no diré de decadencia, pero sí de fatiga, de complic<t- cano, como marcqs del programa regeneracionista. Sobre este
ci6n, cuando el libro es un laberinto, la estatua un espasmo, entramado de cre~ncias, prospectívas y vacilaciones de la elite
la tela un policromo. el verso un enigma y la música un nació y creció el ptoyecto de esa facultad.
caos, se recibe como una bendición del ciclo el fresco rocío Sin embargo, s~ mismo desarrollo, aun bajo el rectorado ele
de una obra maestra, imrccahlc en la sencillez inmaculada de Cané, mostrará bi9n pronto el desati:10 de ~s~ pr,oyc~to._ Ya qu~,
su cortc. 1n lejos de converttrsp en una mstrtucron de I<I cl1tc ,rdccuc~rLr p,u,r
aquel que había ptopuesto "cerrar el círculo y velar sobre él''.
La idea de armonía que se comunica con la ética y con la estéti- reclutará su públicp entre maestras que ven allí una posibilidad
ca permite asimismo un uso que la conecta con la verdad al en- de una carrera suqerior y alumnos que trabajan y que pueden
tender a la idea de belleza como organon, esto es, no sólo como compatibilizar esa~ tareas con el estudio. En 1904 éstas son las
aquello que garantiza el goce estético, sino que oficia de instru- conclusiones a !ah
que arriba el profesor ele Cienci;rs de la
mento para penetrar en la esencia de la realidad. Es el motivo Educación Dr. Fdncisco Berrct: "No conozco alumno que se
por el cual Rcnan "asimila los 'errores de juicio' a los 'en-ores consagre por com*leto a los cursos de la Facultad: lodos, o ca-
de gusto', y considera que 'el pensamiento no está completo si- ,¡ todos, tienen ud empleo o ejercen alguna profesión, que les
-
no cuando ha llegado a tener una forma.
punto de vista de la armonía incluso'"-"'
irTeprochable ' desde el absorbe la mayor iparte del día, y, algunos, hasta horas de la
noche: y si hay q,uien no desempeñe cargo público o ejerza
Sobre este molde se fundirá el proyecto pedagógico de Cané profesión, sigue i<~S cursos de otra Facultacl".l.ll Igualmente, en
para educar a los educadores, esto es, a la elite: dicho proyecto los recuerdos ele *obcrto Giusti se cruzan apellidos de alum-
debe prescindir tanto del "sombrío dogma católico" como del
¡
"árido principio del utilitarismo", y ser sustituido por "la adora-
i
ción por la belleza estética". En un artículo temprano contrapo- ''1) Í\·1 Cané, Ensayos! Buenos Aires_ Casa Vaccaro, 1919 (primera cd_ JWJ7), pp
nía ya las "bellas artes, letras, pintura, poesía, música", a l\O,yl8y!9. ,
1 1
quienes hablan de "cupones, de sheckes, de empréstitos, cotiza- ' Cit. en Pat1icia Funds, "Entre el positivismo y d cspiritualismu'', 1996, mí meo, P- 8

Extendiendo !a inquidtud al conjunto de la universidad. Estanislno Zeballos nbscr-


ciones y fondos públicos", y reeditaba de tal modo la antinomia
\ _;ha que "en Jos últimos! diez afíos no ha salido de nuestras tlllÍ\Trsidadcs un dos p<)r
c:cnto de jóvenes pcrtcndcientcs a las casas mris f:worccidas por el aholen~o de buena
12 li'J':l n po~· la pretensión ~e tenerlo. Los laureados. las medallas de oro. !os estudiantes
~ M_ Cané, Notas e impresiones, ob. cit.. p. 80.
rn:l~ distinguidos. pcr1cnJcen generalmente a esa gente 'no conocida'. dcsdeñ;:Hia por
E. Renan, Essais de mora le et de critique, 1859, cit. en C. Grignon y J -C. Passe~
119

];~; (>fros si~1


razón algund y que pronto scní !a dueña e! país" (N Bntnna y F. Clallo. /)e
ron, Ln culto y !o po¡m/ar, Buenos Aires, Nueva Visión, !991, pp. I 71-172.
1<~ Rqúhliw ¡)()siNe .. , ob. ciL, pp. 524-525).
so ~1
¡
V IDA INTELECTUAL EN EL BUEN\Js AIRES FIN-DE-SIGlO
--- LL LM,IENTO DE CANÉ

nos dé! primer ;u1o de esa facul!ad que sorl el índice de que la m en su país, ni en su ciudacl, n1 en su aldea".'B Así, a las debi-
l!lslltucionalid;¡d intelectual ha empezado \a ser penetrada por lidades históricas estructurales que padecen estos países nue-
lo que una década más tarde Lugones lhn*ará "la plebe ullra- vos, que no tienen "un siglo XVII como la España o la Holanda,
manna": Fcrrarolli, Ravignani, Bianchi, D~benedetti ... y que un siglo XVIII como la Inglaterra, un Renacimiento como la Ita-
los recién llegados han venido para quedaise, lo muestra tam- lu o un Napoleón como la Francia, que hizo beneficiar a su p¡¡-
bién una carta de Bianclú a _Giusti donde lo felicita por haber tria, por medios más o menos legítimos del esfuerzo universal
c:nlr.ad.o a tra.ba¡ar c.omc.1 brbl.rotccano en esf' facultad de la c¡ue ..:n arte", se le agrega la indolencia y el egoísrno de la clase pu-
un día será decano,,, , Jicnte. Así como en el m1c1ente museo de bellas artes no todos
Aclc:mús, en esa misma institución que q •ería orientar priori- le" cuadros son dignos de ocupar ese lugar, Cané sabe muy
li:namc:ntc hacia el estudio de las lenguas ~ la cultura clásicas, bien que en Jos muros de muchas casas particulares de Buenos
C,me ve con desagrado e nnpotencra c¡ue Ifroracio Piñero -pe- Aires (las de Guerríco, Del Valle, Quintana, Uriburu, Casares,
n~lrado ckctdtura científica y ¡~osillvista:- i1stala un laboratorio Léloir, Percyra ... ) hay telas muy superiores en general a todo lo
de p'rcol¡s¡c,r, o que Davrd Pena -mvrrt1enl]o provocativamen- que se exhibe. "¿No sería entonces una obra patriótica y digna
lc el panteón sarmientino-- dicta en esa misrha facultad exitosas Je buenos ciudadanos que cada uno ele los propietarios de bue-
confercTicias sobre Facundo Quiroga. En estbs últimas, Pe 11a as- nas colecciones ofreciera al museo dos de sus mejores cua-
pira a "la vinclicac¡ón de una personalidad simpática y grandio- dros'l"; que "hicieran el sacrificio (¿lo es alguna vez servir a su
sa", sin dejar de reconocer en el caudillo rJojano una serie de país'l) de donar uno de los meJores al Museo" u-•
valores, tales como el coraje y aun el patriolismo, para concluir En suma, que a todos estos desvíos del proyecto ele nación y
pomcndo c:n lab1os de Qurroga una pregunja dirigida a Lama- de la institución intelectual que prohrjó, se le podría aplicar un
cinc! q:1c amenaza dcsbalancear la tradiciórj establecida por la lamento anúlogo al que Grmrssac le había confesado al propio
mayona de sus ancestros: "¿De qué lado dstá la civilízacrón'l Cané en una carla, dando cuenta de que La Biblioleca no sal-
¿De qué lado está la barbarie?"'" 1 dría más por falla de apoyo oficial:
Si e.'-Jto ocurría cuando Cané 1niraba hac):a esa casa de altos
csluclius, cuando torcía la vista hacia la cla~p pudiente el pano- El público pensante y leyente se ha compuesto en toda la Re-
rama no cle¡aba ele resultarle igualmente ipquietantc. Porque pública de BOO a ')00 suscriptores, con una progresión natu-
ll11Cnlras observa que en Europa todos los rvuseos e institucio- ral que me abría perspecrivas halagüeñas ¡para !')50 1 [ ... ]
nc:s de: salud u otras de bien público han siqo enriquecidos por Soy, y somos, amigo mío, un cuerpo extraño en este organis~
donaciones particulares de un valor incalculable, "no tengo noti- mo, cuyo visible ideal es el yankismo; un yankismo que odia
cra de que en nuestro país un solo ricacho, al ~orir, haya pensado
J.H Nota de mayo de 1896, en i\t Cané, Nows e impresiunes, ob. cit., p. 68. Edu•u·du
il
Wildc había criticado t:n 1870 la misma falta de solidaridad por parte de muchos mtdi-
, ''!Le;_ !-'uk1o, ··L¡¡ psiCología experimental en la Rcp(~)lica Argentina, J90J, en úJS nullonarios que jamús habían cstablendo premios o becas para el desarrollo (k los

( uwfonos .-\n;e1111nos de F1tston'u de lo Psicologúl, Facult~d de Ciencias !lumanas, c:-.tudios de los menos pudieotcs (en N. Acerbi, E"d11(/rdo Wilde. La t'onstmccián del Es--
Unn·c¡:,Hbd NactOI!d! (k Sau Luis, J99ú, JI l. ¡ rudo twcimwl roquisfa, Buenos /'Ún.:::>, Confluencia. 1099, p ) ! )
U. PCILt. luun /-{(nwdo (!uirog(/, Bu~.:nos Ain:s, Eu{kba, ~96S (l90ú), pp. 22 y Jól. 114
ivt Cané, CJnus<~mi luju, ob. ,:it" pp 126 y l2S.
i -
82 VlDA INTELECTUAL EN EL BUENOS ArRES FIN-DE-SIGLO

el trabajo. Estas democracias de bastardos profesan dos 0


tres odiO~ que se refunden en uno solo: e] odio del espíritu,
caso particular del odio general por toda aristocracia[ ... ] Al-
go ha muerto con Renan y Taine, que no ha de resucitar ... 135
IL JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA:
UNO Y LA MULTITUD

Si éstas eran las derivas finales de la propuesta fundada en la


cultura estética clásica, otra versión que se ofrecía como un re-
levo modernizador encontrará en el positivismo las condiciones
teóricas de posibilidad para plantear un diagnóstico y también
un programa ante la problemática finisecular. Se ha dicho que
la categoría de "positivismo" debía ser utilizada con recaudos,
para no englobar bajo su rubro textos que en rigor pertenecen a
una inspiración cientificista no dispuesta a adoptar todas sus
variantes metodológicas y sus concepciones filosóficas. Para
que estos recaudos estén mejor fundados, es preciso recordar
brevemente las características centrales de dicha filosofía.
Receptor de una parte del legado kantiano, el positivismo de-
secha por incognoscible todo lo que no sea experimentable a
través de los sentidos. En esto reside su "fenomenalismo": el
sujeto cognoscente debe atenerse a los "hechos", entendiendo
por tales a los fenómenos accesibles a la experiencia sensible.
Esos datos se vincularán entre sí mediante un conjunto de regu-
laridades constantes o "leyes". Semejante criterio cognoscitivo
y de prueba rige para el conjunto de los conocimientos, y esta
"unidad de la ciencia" impide la aceptación de metodologías di-
ferenciadas para fenómenos pertenecientes a distintos órdenes
de realidad que el positivismo, precisamente, se niega a admi-
tir: sólo hay hechos vinculados por leyes. Esto implica declarar
fuera del rango de los conocimientos legítimos a los contenidos
de la religión y la metafísica, pero también de las disciplinas
135
Cit. en Miguel Cané y su tiempo, ob. cit., pp. 460-46L que contienen juicios de valor como la ética, puesto que ésta se

83
84 V !DA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FrN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍk UNO Y LA MULTITUD 85

compone de juicios prescriptivos que refieren no a la realidad ción prometedora de vastas aunque no totales certidumbres, que
sensible sino al ámbito inexperienciable del deber ser_ 1 trasuntaba optimismo respecto del destino del hombre, consti-
Estos principios, desarrollados principalmente por Auguste tuyéndose en uno de los últimos grandes relatos como filosofía
Comte y Herbert Spencer, tuvieron una nítida repercusión en ]a de la historia dadora de sentido del mundo y de la vida.
cultura argentina. El filósofo francés gravitó especialmente so- Al pasar de ese conjunto de saberes, según la distinción de
bre un fragmento de intelectuales estrechamente vinculados al Bourdieu, a su configuración como capital simbólico (en tanto
normalismo argentino, como Pedro Scalabrini, Alfredo Ferrei- intervención que produce efectos de verosimilitud y de poder
ra, Víctor Mercante y Rodolfo Senet.' Para el período y el es- capaces de organizar visiones del mundo en ámbitos más am-
trato de intelectuales que nos ocupa, en cambio, la presencia de plios que el de los especialistas), el positivismo alcanzó en la
Spencer resultó largamente dominante. El filósofo inglés había Argentina una penetración imposible de subestimar, ofrecién-
constmido con enonne persistencia un sistema evolutivo desti- dose tanto como una filosotla de la historia que venía a servir
nado a dar cuenta de la totalidad de lo existente, mediante una de relevo a una religiosidad jaqueada, cuanto como organizador
serie de trabajos publicados principalmente en las décadas de fundamental de la problemática político-social de la elite entre
1860 y 1870, tales como Jos Primeros principios, Principios de el 90 y el Centenario.
biología, Principios de psicología, Principios de sociología y Tempranos registros de la influencia del positivismo speuce-
Principios de ética. riano pueden ballarse en una conocida referencia de Sanniento
Según ellos, el universo era representado como un gigantes- en Conflicto y armonías ... donde manifiesta "llevarse bien" con
co mecanismo sujeto a una causalidad inexorable que se identi- Spencer, o en la carta de 1893 de Eduardo Wilde a Roca en la
ficaba con la marcha misma del progreso indefinido, el cual que caracteriza al filósofo inglés como "la potencia intelectual
adoptaba la forrna de la gran ley de la evolución. De acuerdo más grande en el mundo", o en un artículo de Federico Toba]
con ésta, a través de una integración de materia y una disipa- dedicado a Littré: "el Positivismo, si bien reciente y quizá en
ción concomitante de movimiento, la realidad pasa en todos sus sus primeras etapas, ha ejercido ya una fuerte influencia y se ha
órdenes -físico, biológico, psicológico, social y moral- de una infiltrado en las convicciones, dando ser en la ciencia el experi-
homogeneidad indefinida e incoherente a una heterogeneidad mentalismo de Claudia Bernard, en la literatura el naturalismo
definida y coherente. Se enunciaba de tal manera una concep- de Zola y en política el oportunismo de Gambetta" 3
En el terreno de la cultura intelectual institucionalizada, el im-
'Cf. Enza Paci, La filosofía contemporánea, Buenos Aires, Eudeba, 1965, y L. Ko- pacto positivista marca el discurso de Rodolfo Rivarola de fines
lakowski, La filosofía positivista, Madrid, Cátedra, 1981. de siglo con motivo de la inauguración de la cátedra de Filosofía
z Cf. H. Blagini (comp.), El movimiento positivista argentino, Buenos Aires, Edito-
en la Universidad de Buenos Aires. Allí se daba cuenta de esta
rial de Belgmno, 1985, y Ricaurte Soler, El positivismo argentino, Buenos Aires, Pai-
dós, 1965. presencia y de su rival ideológico según la descripción de Taine
Una impronta positivista también marcó al Colegio de Concepción del Uruguay, contenida en Les philosophes classiques du XIX siecle:
Entre Ríos, bajo el rectorado de Albetto Larroque. Por sus aulas pasaron entre otros Ju-
lio A. Roca, Eduardo Wilde, Olegari.o V. Andrade, Federico Ibarguren, Victorino de la
3
Plaza. Cf. Beatriz Bosch, El Colegio del Uruguay, Buenos Aires, Peuser, 1949, y Anto- Véase H. B. Campanella, Úl generación del80, Buenos Aires,Tekné, 1983, p. 36,
nio Sagarna, El Colegio del Uruguay, Buenos Aires, Fac. Filosofía y Letras, 1943. y F. Toba!, Cartas desde Europa, ob. cit., p. 108.
86 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~DE~SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 87

Los espiritualistas consideran las causas o fuerzas como seres les de la sociedad". Antes de hacerse socialista, Juan B. Justo
dislintos, diversos de los cue¡pos y de las cualidades sensibles relata también que sus "más importantes lecturas de orden polí-
[... ], de tal modo que detrás del mundo extenso, palpable y
tico y social habían sido, hasta entonces, las obras de Herbert
visible hay un mundo invisible, intangible, incorporal, que
produce al otro y lo sostiene. Los positivistas consideran las Spencer" .6
causas o fuerzas, principalmente las causas primeras, como
De todos modos, si bien estas presencias positivistas y/o
cosas situadas fuera del alcance de la inteligencia humana cientificistas eran sin duda dominantes, convivían de manera
[ ... ];limitan las investigaciones de la ciencia y la reducen al compleja con tendencias espiritualistas 7 Una hojeada al catá-
conocimiento de las 1eyes. 4 logo de una de las casas editoras españolas más activas en el
mercado local -la Editorial Prometeo, de Valencia- basta para
No obstante, dentro de un tono de moderatismo y tolerancia, encontrar a principios de siglo una oferta en donde figuran au-
Rivarola realiza un balance de la cuestión donde, junto con la tores de aquella tendencia (Darwin, Büchner, Haeckel, Spencer,
admiración por el emprendirniento científico y totalizador de Taine) junto con quienes como Schopenhauer y Nietzsche mal
Spencer, resulta notoria la bienvenida acordada a los aspectos podían inscribirse en la línea de la cultura científica.
abiertos a inquietudes metafísicas o espiritualistas de su siste- En el mismo desarrollo de la enseñanza de Rivarola se en-
ma, al celebrar la circunstancia de que "no desdeña el estudio cuentra ese cruce temprano de positivismo y espiritualismo,
de las cuestiones metafísicas corno lo hace en los Primeros que se iba a traducir en !904 en su Programa del Curso de Me-
principios. Admite lo incognoscible, afirmando por ello implí- tafísica. La prioridad sin duda recae en Spencer, ya que "habría
cita y explícitamente su existencia; demuestra la relatividad de muy buenas razones para justificar [a preferencia que doy a los
todo el conocimiento". Primeros Principios", pero introduce asimismo la Crítica de la
Algtinos años más tarde, de la recepción y perdurabilidad razón práctica de Kant y textos de Fouillée, Guyau, Schopen-
del positivismo sobre los más jóvenes daba cuenta el discurso del hauer, Bain y otra vez de Nietzsche. Importante en este aspecto
graduado Mario Sáenz en la Facultad de Derecho porteña, al es la autopercepción de Rivarola, para quien el kantismo es una
- . • _. • . • 8
evocar la fascinante impresión experimentada cuando tuvo acce- cuña que permite relativizar la hegemoma positlVIsta.
so a los libros de Herbart, Wundt, Ribot, Comte, Taine, Spencer, Y sin embargo, asincrónicamente respecto de la producción
Le Bon y Sighele, que llegaron para demoler a los "desabridos europea, e[ positivismo seguía gozando de un prestigio dorni-
y secos" Jules Simon, Balmes, Janet.. 5 Y en sus recuerdos de
formación intelectual, Joaquín V. González seguirá refiriéndose
6 J. V. González, Intermezzo. Dos décadas de recuerdos lírerarios 1887-1910, en
a Taine y Zola como integrantes de "las modernas escuelas" Obras Completas, Buenos Aires, Universidad Nacional de La Plata, 1936, tomo XV!Il,
que reemplazaron al romanticismo, dando paso "a las novísimas pp. 364-366, y J. B. Justo, La realización del socialismo, en Obras de Juan B. Justo,
teorías fundadas en la biología, la psicología y las leyes natura- Buenos Aires, La Vanguardia, 1947, t. Vl,p. 318.
1 Sobre este aspecto. véase A. A. Roig, El espiritualümo argentino entre 1850 y

1900, Puebla, México. Cajica. 1972. .


~R. Rivarola, Escrítos filosilficos, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Ins- g "Después del período de éxito del positivismo( ... ] reaparece con mayor vtgor la
tituto de Filosofía, UBA, 1945. influencia de !a filosofía de Kant, que propone la cuestión previa de todo conocimiento
5
En La crisis universitaria, Buenos Aires. Libr. de J. Menéndez, 1906. como examen crítico de la razón" (Escritos filosóficos, ob. cit., pp. 27 a 35).
88 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA; UNO Y LA MULTITUD 89

nante en la Argentina, funcionando como ideología que se apo- "El positivismo -decía- es la ciencia espiritualizada, sistemati-
yaba y al mismo tiempo organizaba el saber de las ciencias. Co- zada y generalizada. Fuera de la ciencia no hay nada: después
locaba con ello la figura del intelectual científico como la de un de abrazar el arte y la industria, ella puede llegar hasta prede-
sacerdote laico dotado de capacidades explicativas superiores. cir la aparición de un grande hombre con el advenimiento de
Dicho prestigio era evidentemente inseparable del ganado en- un acontecimiento social del futuro, como el paso de un come-
tonces por la ciencia, tanto eu su eficacia cognoscitiva cuanto en
sus aplicaciones técnicas. Y ese prestigio oficiaba de criterio de
1 ta en el cielo".
Por cierto que existieron manifestaciones que desde matrices
verosimilitud transferido a los discursos que aun retóricamente ~. religiosas no podían sino denunciar en esas conquistas una nue-
adoptasen los protocolos científicos. Pocas citas como ésta del va muestra de ]a originaria soberbia humana. Tal la que en Bue-
"Ensayo sobre Bacon", publicado en 1837 por el influyente his-
toriador y político inglés Thomas Macaulay, resultan tan ex-
haustivamente representativas de aquel ambiente espiritual:

[La ciencia] prolongó la vida; mitigó el dolor; extinguió en-


l nos Aires exponía Pedro Goyena mediante un cuestionanliento
ya canónico a "la celebración de Macaulay":

Los hombres que penetran en los arcanos del mundo -de-


cía-; que se lanzan al espacio aéreo y navegan allí[ ... ]; que

1
fermedades; aumentó la fertilidad de los suelos; dío nuevas recorren los mares y la tierra con la velocidad del vapor; que
seguridades al marino; suministró nuevas annas al guerrero; mandan con mayor velocidad todavía la palabra vibrante en
unió grandes ríos y estuarios con puentes de forma descono- los hilos del teléfono; [ ... ] que analizan los astros lejanos;
cida para nuestros padres; guió el rayo desde los cielos a la que descubren la vida en organismos ignorados por su pe-
tierra haciéndolo ínocuo; íluminó la noche con el esplendor queñez; los hombres que realizan tales maravillas no son por
del día; extendió el alcance de la visión humana; multiplicó eso más leales, no son rÍlás abnegados que en otros tiempos
la fuerza de los músculos humanos; aceleró el movimiento; ..!·.:
. .:•.
de la historia; su egoísmo, por el contrario, se refina y se ha-
anuló las distancias; facilitó el intercambio y la correspon- ,.. ce más poderoso; ¡y las sociedades contemporáneas ofrecen
dencia de acciones amistosas, el despacho de todos los nego-
cios; permitió al hombre descender hasta las profundidades
del mar, remontarse en el aire; penetrar con seguridad en los
ii un desnivel chocante entre su grandeza material y la exigüi-
dad, la pobreza, la debilidad de sus elementos morales!

mefíticos recovecos de la tierra; recorrer países en vehículos


1 No obstante, se trataba de voces minoritarias dentro de la elite,

·~
que se mueven sin caballos; cruzar el océano en barcos que en la cual dominará finalmente la versión laica que con vigor
avanzan a diez nudos por hora contra el viento. Éstos son só- había promovido Juan M. Gutiérrez en escritos como "El año
lo una parte de sus frutos, y se trata de sus primeros frutos, mil ochocientos setenta y la reforma", donde, dentro de inspira-
pues la ciencia es una filosofía que nunca reposa, que nunca
ciones del romanticismo espiritualista, eleva un encendido elo-
llega a su fin, que nunca es perfecta. Su ley es el progreso.
gio de ese siglo XIX cargado de esperanzas. "La voz ciencia en
el diccionario del año 1870 -escribe- es sinónimo de verdad".
Casi seis décadas más tarde y entre nosotros, en el número 1 de
Aquélla "no puede menos que ser revolucionaria; es decir, de-
la revista La Escuela Positiva, editada en Corrientes en febrero
moledora de la obra del error, con el objeto de edificar otra nue-
de 1895, Alfredo Ferreira extendía esta confianza a sistema:
va en su lugar, porque en esto consiste el progreso, que es el
i.·.•.
9I
90 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD

destino forzoso de la humanidad, y la ciencia es el ministro de ":f


•.}·'·····.···.·.
tre ciencia y virtud, ya que aquí aún la ciencia es aliada Y guía

l
ese progreso"_ Y en el surco de Macaulay afirma que la ciencia incondicional del progreso humano, tras el impulso que en la
segunda mitad del siglo XIX había acelerado su avan':e sobre las
desecha el misterio, porque éste es cuando menos la charlata- creencias religiosas. Sus mayores prestrgws los habra obtemdo
nería del oscurantismo; [ ... ]llena de amor y de caridad entra entonces del formidable desarrollo de las disciplinas médico-
en la atmósfera pestilente para descubrir los génnenes que Ja ¡·
•·.·.!.··
.. .'.•·.· biológicas. Claude Bernard y Charles Darwin son los símbolos
emponzoñan, facilitando su destrucción; entra en los lupanares
y las mansiones del crimen para salvar almas, buscando con
~. de esta expansión científica sobre nuevos aspectos de la reali-
dad, y en Buenos Aires, acerca del éxito de las ideas del sabto
las cifras materiales de la estadística las leyes morales que
inglés daba cuenta tempranamente Ernesto Quesada_
pueden prevenir los delitos; da los músculos y el organismo
del buey al hierro [ ... ]; con la llave del crédito penetra en los
cofres de todos y acumula sumas fabulosas para transformar Nos interesa ahora establecer -decía- que la doctrina de
de tal manera la geografía del globo que podamos realizar en Darwin tuvo un éxito tan rápido como inesperado, conquis-
cuarenta dfas el viaje que Magallanes en el espacio de muchos tando al mundo científico de una manera asombrosa. [ ... ]
años; ella, por último, ha creado lo que se llama industria, y
por medio de la economía política y de la educación, ha mos- t Por eso me concreto aquí a recalcar el hecho de que la teoría
darwiniana conquistó al mundo científico de su época Y ha
orientado por completo al pensamiento y a la ciencia, desde
trado que riqueza es moralidad, que la instrucción es el bautis-
mo que redime del pecado y que para que un pueblo sea rico, f entonces, siendo su influencia actual decisiva todavíaY
inteligente y virtuoso, es indispensable que sea libre?
1 Eu este registro, Florentino Ameghino seguirá entonando en el
Puede por fin medirse este clima de embriagante confianza en
las promesas del siglo qne finalizaba en una nota del joven Car-
los Ibarguren, para medirla al final de este recorrido con otra
veinte años posterior donde esta admiración se habrá trocado en
l Río de la Plata la celebración de la ciencia a partir de d1chos
éxitos, y si se compara la cita siguiente con la anterior del escn-
tor inglés se medirá hasta qué punto estos enuncrados forman
parte de un discurso cuya aparente evidencia lo ha llevado has-
menosprecio. "Al declinar este siglo -decía en 1897-, podemos
despedirlo con las elocuentes palabras de Peladan: 'siglo XIX,
f ta la estereotipia_ Cuarenta y cinco años después de Macaulay,
escribe Ameghino:
eres el más grande a los ojos de Dios; llevas en ti uua efusión
de la Divinidad; has brillado magníficamente en el espacio' ." 10 1
! La ciencia ha llegado a investigar y conocer un grandísimo
Eran los ecos casi terminales del legado iluminista, y de ' número de las leyes de la naturaleza que rigen en nuestro
ellos es preciso retener la solidaridad que Gutiérrez sostiene en-
11 E. Quesada, "Herbert Spencer y sus doctrinas sociológicas", en ~~vista d~ la

9
Juan M. Gutién-ez, en La Revista de Buenos Aires, t. XXI, 1869, cit. en A. A. Roig, Universidad de Buenos Aires, 1906, p. 165. Sobre la recepción del darw.~~~~mo, vease
El espiriwa/ismo argentino, ob. cit..
10
C. Ibarguren, en Juventud, lo de mayo de 1897, p. 2 (cit. en E. J. Cárdenas y C.
1 M. Monserrat, "La presencia del evolucio~ismo", e~ Elnw;•imíento po.Hll~tsla orgen-
tino, ob. ciL, y "La mentalidad evoluciomsta: una tdeologta del pr~greso , en O._ Fe-
M. Payá, La familia de Octavio Bunge, Buenos Aires, Sudamericana, 1995, p. 289). La rrari y E. Gallo (comp.), La Argentina del Ochenra al Centenano, Buenos A1res,
cita contrastante se hallará en el capítulo final de este libro. Sudamericana, 1980.
92 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍAo UNO Y LA MULTITUD 93

planeta y aun en la inmensidad del espacio. Ahí podréis ver de la verdad con logros concretos que colocarán al hombre "re-
que los adelantos de la física, la química y la mecánica han sueltamente en el camino de la inmortalidad" .13
producido verdaderas maravillas que no tendrían nada que El positivismo proyectándose hacía el monismo naturalista se
envidiar a los famosos palacios encantados y demás obras convirtió así en "un instmmento de difusión que llevó la tonali-
que los supersticiosos pueblos orientales atribuyen a las dad inmanentista y antropocéntrica a sectores hasta entonces in-
hadas, a los magos y a los nigromantes. Allí veréis que, munizados a lo moderno por sólidas barreras tradicionales"-"
gracias a los adelantos de la mecánica, el hombre ha conse- Libros de gran venta como Fuerza y materia, de Büchner, o
guido fabricar verdaderas ciudades flotantes que atravlesan
Los enigmas del universo, de Haeckel, divulgaron esa versión
el océano en todas direcciones, transportando naciones de
hacia sectores mucho más amplios que los específicamente in-
uno a otro continente. Con los adelantos de li óptica ha pe-
netrado el secreto de otros mundos que se encuentran a mi-
telectuales. Y por cierto que en la Argentina difícilmente pueda
iJares de millares de leguas de distancia de la tierra. Por encontrarse a alguien qne haya encarnado aquella figura de ma-
medio de la electricidad se ha adelantado al tiempo, ha arre- nera más cabal que Florentino Ameghino, como lo seguirán re-
batado el rayo a las nubes, transmite la voz amiga a luengas velando ya avanzado este siglo su prestigio como símbolo del
distancias y reproduce la luz solar en plenas tinieblas noc- progresismo laico y la inquina que seguía reclutando entre los
turnas. Con el descubrimiento del vapor y sus aplicaciones, sectores católicos tradicionales. Nacido en un hogar de genove-
ha multiplicado sus fuerzas a lo infinito, y en el día cruza la ses, se trata sin duda de un intelectual forrnado en el exterior de
atmósfera con mayor velocidad que el vuelo de las aves, la elite, exterioridad que será exagerada como parte de la cons-
viaja por la superficie de la tierra y del agua con pasmosa trucción del tipo de sabio laico, pobre y autodidacta. Puede de-
celeridad, desciende al fondo del mar y pasa por debajo de cirse que está junto con Almafuerte estabilizando un linaje de
las más altas montañas. A cada nuevo descubrimiento se ha-
intelectuales de fuertes rasgos identificatorios para los sectores
cen de él mil aplicaciones distintas y este mismo conduce a
subalternos, y que no dejará de asociarse en sus orígenes con el
otros de más en más sorprendentes". 12
Sarmiento de Recuerdos de provincia 15 Ese perfil (que oficiaba
En La antigüedad del hombre en el Plata su entusiasmo cientí- 13
F. Ameghino. Conceptos fundamentales, ob. cit., p. 16, y Mi credo, p. 182.
ficista predecía que la humanidad se preparaba para seguir su ¡.¡C. Real de Azúa, Escritos, Montevideo, Arca, 1987, p.l5l.
marcha hacia el porvenir con verdaderos pasos de gigante, y en Ll Dentro de esa construcción se encuentr'illl las -posteriores referencias de Iugenie~
rigor este optimismo no reconoce límites: en una carta a Carlos ros: "El esfuerzo autodidáctico se trasunta en su producción entera". "Por singular coin-
cidencia, ambos [con Sarmiento] fueron maestros de escuela, autodidactas, sin título
Moyana fechada en La Plata en mayo de 1892, Ameghíno sos- universitario, formados fuera de la urbe metropolitana, en contacto inmediato con !a na-
tiene que "la muerte no es una consecuencia fatal e inevitable turaleza, ajenos a todos los alambicamientos exteriores de la mentira mundana" (J. In~
de la vida", y continuando con esta idea en Mi credo, no vacila genieros, discurso en homenaje a Ameghino en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UBA, en Las doctrinas de Ameghino, Obms Completas de José Ingenieros, Buenos Ai-
en asociar esa religión del porvenir centrada en el conocimiento
res, Mar Océano, 1962, v. 8),
Muchos años después, una descripción como la siguiente prosigue la misma cons-
12
F. Ameghino, "La Edad de la Piedra", conferencia dada en la Exposición Conti- trucción ejemplificadora: "Todavía se conserva hoy, como una reliquia destinada a un
nental que se efectuó en Buenos Aires en 1882, en Conceptos fundamentales, Buenos cuito laico, la pe.quefia casa de ladriUo, desprovista de toda pompa y hasta de tQdQ deta-
Aires, El Ateneo, 1928, pp. 23-24. lle de lujo o de comodidad suntuaria. que arrendaban en Luján [ ... ]y donde habitó en
'
94
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 95

de garante del acceso a los saberes prestigiosos a partir de orí- la lucha contra el oscurantismo de la Iglesia Católica" n Esta
genes "bajos") se articuló homogéneamente con el contenido influencia tiene que ver seguramente con razones que superan
de las fantasías cosmológicas revestidas de saberes científicos el marco específico de los descubrimientos de la ciencia, y
de Ameghino. Y esto porque esta versión rioplatense de Haec- apunta a la función ético-política desempeñada por la represen-
kel Y Büchner despliega en sus Conceptos fundamentales una tación de los saberes científicos dentro de esos sectores sociales
cosmología que, si entonces gozó de verosimilitud, no puede si- desde fines del siglo pasado argentino, y su fe inquebrantable
no deberse al mencwnado prestigio de la ciencia transferido a en la estricta asociación entre ciencia y progreso. Antonio
este héroe del saber moderno que trata de extraer literalmente Gramsci, aun dentro de su conocida oposición al marxismo po-
de la tierra sus más escondidas verdades. Pero, sobre todo, que sitivista, indicaría al respecto un curso posible de reflexión.
profesa un momsmo naturalista que afirmaba la unidad y conti- Cuando las clases subalternas no tienen la iniciativa --escribió en
nuidad esencial en la grau cadena de los seres, y que cabía co- los Cuadernos de la cárcel- "el determinismo mecanicista se
mo una de las versiones posibles del positivismo según su toma una fuerza formidable de resistencia moral, de cohesión,
c~?on anti-deferencial de explicar "lo más alto por lo más ba- de paciente perseverancia. [ ... ]Es un 'acto de fe' en la raciona-
JO . De esta manera, el pensamiento de Ameghino, al intentar lidad de la historia, que se traduce en un finalismo apasionado,
expon;r la continuidad entre la materia inorgánica y la orgánica que reemplaza a la 'predestinación', a la 'providencia', etc., de
a traves de un evoluCiomsmo universal que busca explicar las la religión"." Así, muchos de los saberes y las prácticas de esos
causas pnmeras y fmales con prescindencia absoluta de un Ser sectores pueden perfectamente remitirse a aquella estructura de
Supremo, efectiviza el pasaje del positivismo aonóstico al cien- resistencia fundada en un dios laico (la Naturaleza), que garanti-
tificismo metafísico." "' zaba la esperanza y legitimaba un presente de lucha. El monis-
, En efecto, el monismo materialista difundía su mensaje con mo naturalista en sus traducciones existenciales habría ofrecido
exJto en nn sector de las clases subalternas. Este sector se iden- una metafísica materialista que brindaba respuestas a "los enig-
tJflca en buena medida con los simpatizantes socialistas y en mas del universo", pero sobre todo, respuestas que anunciaban
general con las comentes del "progresismo argentino", recien- el curso hacia niveles superiores de perfeccionamiento a través
temente exploradas en el caso ejemplar de la Sociedad Luz. A del saber científico; de tal modo fundaba una irrestricta religión
part1r de 1915 y, sobre todo en las publicaciones del Partido So- del progreso alentadora de visiones humanistas y optimistas.
cmhsta o en las de sus afiliados, Ameghino sería un paladín de Este "determinismo hacia lo mejor" puede haber desempeñado
aquel rol de sostén ético-existencial en sectores populares, y es
significativo que se oponga en este aspecto al uso ético-político
los ~ños de su niñez. aplicada y estudiosa, hasta que la familia pudo, con trabajosas eco-
nomws de un negocto, .no ~ólo comprarla sino hasta construir casa propia y nueva en la
c~lle (de nombre prom1sono) Doctor Muñiz" (F. Márquez Miranda, Ameghino, Buenos n Véase D. Barrancos, La escena iluminada, Buenos Aires, Plus Ultra, 1996, e lrina
A1res, Nova, 1951, p. 19).
Podcromy "De la santidad laica del científico Florentino Ameghino y el espectáculo de
o . lfi H. Camp~ell~ út generación del 80, ob. cit., p. 41. Véase por ejemplo la si- la ci~ncia,en la Argentina moderna", en Entre pasados, núm. 13, 1997, p. 45.
""ut~,nte afirmac:on: Por ende, los organismos se han formado por evolución espontá- 13
A. Gramsci, Quaderni del carcere, Turín, G. Einaudi Editare, 1977, voL lf, p.
nea (F. Ameghmo, Conceprosftmdamenta!es, ob. cit., pp. 170-171). 1064. Edición en español: Cuadernos de la cárcel, México, ERA, 4 vols., 1981-1986.
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'!

98 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO
1 JOSÜ MARÍA RAMOS MEJÍAo UNO Y LA MULTITUD 99
lJ.
de considerarse su desempeño hasta dos años antes de su muerte son notorias las improntas positivistas al sostener que "no puede
~!
-ocurrida en 1914- al frente del Consejo Nacional de Educa- ser que el mundo moral esté regido por distintas leyes que el
ción. Toda una curva vital e intelectual, pues, donde se percibe
uno de los puntos precisos de constitución y penetración del dis-
i
¡ mundo físico; [ ... ] parece racional que el análisis descubra ese
¡ encadenamiento invisible entre la humilde forma embrionaria y
curso positivista en la cultura argentina: a partir de la disciplina 1'
¡ supersticiosa del espíritu de protesta, y la idea más trascendental
médica se organiza aquí una interpretación de lo social única- tí y concreta de la independencia política"." Y con frase que evoca
mente posible por la simultánea concepción de la sociedad co- el programático y provocativo aserto de Taine en la Introducción
rno un organismo y de la crisis corno una enfermedad -todo ello a la Historia de la literatura inglesa, Ramos Mejía se pregunta
1
acompañado por la pretensión de la fracción médica dentro del ¡ retóricamente "¿por qué el pensamiento no ha de ser algo pareci-
campo intelectual por capturar el derecho habilitante para emitir do, que engendre en el cerebro verdadera fuena motriz colecti-
mensajes vinculados con la política-. va?; y ¿por qué las investigaciones del porvenir no nos han de
Curva vital que pone de relieve, además, hasta qué punto re- 1¡ enseñar a interrogarle dentro de su resonador adecuado, transmi-
sultaba valorado como puesto clave en la organización institu- 1 tiéndose como el calor y la luz y transformándose como ellos?"-"
cional argentina el Consejo Nacional de Educación. Dado que f Pero además, para la organización textual de Las multitudes
si -corno ha señalado Claude Lefort- la laicización de la mo- argentinas, el alienista que era Ramos Mejía, y que había reci-
dernidad descorporaliza el poder y con ello demanda otro tipo bido de Cesare Lombroso un elogio, a sus oídos indudablemente
de gobernabilidad fundada en la sacralización de las institu- halagador ("uno dei phi grandi alienisti del mondo"), apoyará
ciones, pocas cosas como la organización de la liturgia patria sus razonamientos expresamente en Psicología de las multitu-
que hizo Ramos Mejía desde aquel espacio educativo avalan tan des de Gustave Le Bon. La inquietud básica que acucia la escri-
linealmente este asetto, ni bien se consideran las precisas ins- tura del sociólogo francés y que cornpa1tirá Ramos Mejía es el
trucciones comunicadas a las escuelas para que en ellas se cele- problema de la gobernabilidad en una sociedad atravesada por
bre un culto a la patria minucioso, en cuya mecanización se la presencia de esas multitudes que han llegado a la historia para
confiaba -corno en tantas partes del mundo- para la pronta na- no abandonarla. Expresión metodológicamente renovada, pero
cionalización de las masas. temáticamente tardía, de la reflexión desatada por el ciclo revo-
Cuando en 1878 Ramos Mejía publicaba, con introducción de lucionario francés; en la continuidad y decantación de dicho si-
Vicente Pide! López, La neurosis de los hombres célebres en la glo se ubicaba, junto con Renan, la otra figura de mayor
historia argentina, y luego La locura en la Argentina prologada predicamento en el mundo intelectual francés y sus zonas de in-
por Paul Groussac, aquella incursión teórica alcanzaba también a fluencia de la segunda mitad del siglo XIX: Hyppolite Taine.
la historiografía avalada por consagrados y consagratorios refe-
rentes, hasta desembocar en Rosas y su tiempo, de 1907, del cual n J. M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, [1899], Buenos Aires, Tor, p. 30.
Las multitudes argentinas iba a oficiar de introducción-" Aquí 23 "Que los hechos sean físicos o morales no importa, siempre tendrán sus causas;

las hay para la ambición, para el valor, para la verdad igual que para la digestión, para
el movimiento muscular, para el calor animal. El vicio y la virtud son productos como
11
Para los aspectos vinculados con la concepción de la psicología de Ramos Mejía, el vitriolo y el azúcar" (H. A Taine, History of English lirerarure, Londres, Chatto and
véase H. Vezzetti, La locura en/a Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1985. Windus Piccadilly, s/f.: Tomo I, Introducción. p. 6).

96 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 97

conservador que del mismo saber cieutífico hacía Comte cuando Aquel talante difundido por el cientificismo naturalista tam-
afirmaba que "el profundo sentimiento de las leyes que rigeu los 1 bién garantizaba el inclusivismo democratizador del saber que
l


diversos géneros de fenómenos sólo puede inspirar una verdade- nos revela un artículo del diario La Vanguardia de la época: "El
ra resignación, esto es, una disposición a soportar con constan- pinácnlo de la Ciencia no es inaccesible; es accesible a cualquie-
cia, y sin esperanza de compensación, males iuevitables". ra que estudie ... y mucho más accesible todavía para los mili-
En este sentido, la doctrina lamarckiana se avenía mejor con tantes de un ideal de jnsticia e igualdad". Prestigio de la ciencia
un programa de mejoras impulsado por la voluntad consciente y democratización del saber son los elementos que tan bien pu-
de los seres humanos. Como es sabido, su diferencia crucial
¡ dieron conjugarse en una versión evolucionista que incluyó al
t:
con el darwinismo sistemático afirma la heredabilidad de los \ lamarckismo como garante de la heredabilidad de los caracteres
f
caracteres adquiridos por los seres vivientes. Esta idea otorga 1 adquiridos y de esa manera otorgó plena racionalidad a la es-
un valor relevante tanto al medio como a las prácticas indivi- Í'f tmctura de sentimientos cientificistas de esos sectores subalter-
duales en la evolución de la especie, y es comprensible que es- nos. Fneron ellos entonces los que aceptaron como buena la
ta doctrina contuviera de hecho un aura ideológica afín con la
l ecuación de que la sumatoria de Verdad (Ciencia), Moral (Fra-
tradición iluminista, confiada en la potencia de la pedagogía
para modelar y civilizar a los seres humanos, según la consig-
l
t
ternidad) y Justicia (Socialismo) em igual a Progreso.

na del "atrévete a saber" kantiano y la máxima de que "el sa- 1


¡'¡
ber hace libres". En cambio, según el propio Darwin, en su t.

concepción predominan consideraciones que "inclinan a atri- Cnando de las versiones del cientificismo monista y naturalista
buir menos importancia a la acción directa de las condiciones 1 pasamos a las sustentadas por la elite, se encuentra formalmente
ambientes que a una tendencia a variar debida a causas que ig- ¡ nna mayor coherencia en la aplicación del canon positivista; tam-
noramos por completo"." bién la evidencia de que esas intervenciones intelectuales, apoya-
das por igual en la cultura científica, extrajeron conclusiones
Consecuentemente, Ameghino afirma, tanto en textos científi-
cos como de divulgación de lo que se llamaba "paleontología fi- t menos optimistas (pero no desesperanzadas) de su indagación de
losófica", su adhesión allamarckismo: "El movimiento funcional 1 la realidad.
hacia la adaptación [... ] provoca la formación gradual de los ór- ¡ José María Ramos Mejía será uno de los primeros promoto-
ganos destinados a desempeñar las nuevas funciones adaptativas. res de la aplicación de este código ideológico al análisis de una
Estos órganos [ ... ] aparecen en las generaciones sucesivas. [ ... ] problemática nacional. Este intelectual de linaje patricio, naci-
Otro tanto sucede con los caracteres psíquicos" 20
11 do en 1849, se doctora como médico en 1879 y de allí en más
despliega una vasta tarea científica, política y cultural. Creador
de la Asistencia Pública, del Departamento de Higiene y de la
19

20
Ch. Darwin, El origen de las especies, Barcelona, Planeta~Agostini, 1991, p. 169.
F. Ameghino, Conceptos fundamentales, ob. cit., pp. 227-228. "Otra objeción, toda-
1-r: cátedra de Neuropatología, lo es igualmente del Círculo Médico
vía, podría hacerse a su obra, que ya ha llamado la atención de Cabrera, quien nos dice:
'Rindió culto a Darwin, en quien creía ver algo así como el principal apóstol del evolu-
í¡ Argentino que en 1882 organiza un homenaje a Charles Darwin.
cionismo, pero, por una singular paradoja, fue un verdadero lamarckiano, Y lamarckiano 1 Y si sns vínculos con el oficialismo quedan testimoniados en su
de un subido matiz mecanicista'" (F. Márquez Miranda, Ameghino, ob. cit., p. 136).
1 paso por la política al ocnpar una diputación, más importante ha

f
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍk UNO Y LA MULTITUD JO!
lOO

Éste había dominado el panorama intelectual de su país y había esos años: primeras manifestaciones del 1o de mayo, ola de te-
sido unánin1ernente considerado entre los representantes más rrorismo anarquista, aumento de huelgas y manifestaciones vio-
emblemáticos de la generación del naturalismo y del cientificis- lentas, escándalo de Panamá, asesinato del presidente Camot,
mo, terminando por encarnar el tipo mismo del intelectual en la comienzo del affaire Dreyfus ... Extendida a Italia, la psycholo-
edad triunfante del positivismo. Gabriel Monod sostuvo así que gie des joules será practicada activamente por Scipio Sighele,
ningún escritor ha ejercido en Francia en la segunda mitad del quiea en 1891 publica La folla delinquente, con una temática
siglo XIX una influencia parecida a la suya: por doquier, en la que será eficazmente vulgarizada por Le Bon.
filosofía, la historia, la crítica, la novela, la poesía misma, se También éste asiste con disgusto y resignación a la crisis del
eacuentra la marca de esta influencia. En su requisitoria contra sujeto liberal, que verifica en la muerte del individuo soberano,
la herencia revolucionaria de Les origines de la France contem- plenamente consciente del mundo y capaz de controlar racional-
poraine, publicado entre 1876 y 1893, Taine elaboró muchos mente sus pasiones: "La acción inconsciente de las muchedum-
argumentos luego retomados por la psicología de las masas y la bres -escribe-, sustituyendo a la actividad consciente de los
teoría de las elites. 24 individuos, es una de las características principales de la edad
Ua rasgo del pensamiento taiaiano que Ramos Mejía compar- presente"_ Para la construcción conceptual de este sujeto colecti-
tió fue el de adjudicarle un espacio reducido a la fuerza indivi- vo resultó asimismo funcional la entonces naciente teoría de la
dual y racional en la historia. En De l'intelligence, el iatelectual sugestión, asociada con la boga de la eficacia de las "acciones a
francés había formulado una visión antropológica pesimista que distancia", simbolizadas por el flujo eléctrico y el hipnotismo."
retomará en su interpretacióa global de la historia francesa: En Francia, Gabriel Tarde había publicado en 1890 su obra más
"Hablaado con propiedad -escribió allí-, el hombre es loco, co- famosa, Les Lois de l 'imitation, y el hipnotismo había sido legi-
mo el cuerpo es enfermo por naturaleza; la razón, como la sa- timado científicamente por Charco! en 1880 con su lectura en la
lud, es en nosotros sólo una ocurrencia momentánea y un bello Academia de Ciencias de París de una comunicación sobre los
accidente". La pasióa prima entonces en los seres humanos y efectos de la hipnosis en las histéricas." Y si la multitud ocupa
por ende en la historia, pero -y esta esperanza late también en ahora el sitio del nuevo sujeto histórico dejado vacante por el in-
los escritos de Ramos Mejía-, asediada por la irracionalidad, la dividuo, resulta necesaria una nueva teoría que dé cuenta de este
razón es lo que puede dar sentido a la historia. novedoso objeto de estudio. Tal será la "psicología de las ma-
Si Taine suponía además que, en el seno de una multitud, el
hombre retoma al estado de naturaleza hobbesiano, esta misma z~ "La 'sugestión', como término técnico, se refiere a los procesos por los cuales,
mediante mensajes verbales o de otro tipo, se crean las condiciones de una modifica-
conviccióa será entoaada por la psicología de las masas con un
ción en el funcionamiento del cerebro de un individuo; el agente causal eficiente puede
utilaje adaptado al clima científico fiaisecular. Esta interpretación ser tanto una fuerza física, como es el caso del imán o de una sustancia química, cuan lo
modernizada de la sociedad aparece en Francia contemporánea- una causa que se considera desconocida" (A. Métraux, "French Crowd Psychology:
mente a la Comuna de Paris, y se desarrolla vigorosamente entre Between Thcory and Ideology", extrafdo de W. Woodward y M.G. Ash, The Problema-
tic Science in Nineteenth-Centwy Thought, Nueva York, Praeger, 1982).
1885 y 1900, reforzada por el clima socio-político francés de 26
Véase G. Tarde, On Communicatiou and Social bifluence, Chicago, Ed. Terry N.
Clark, The University of Chicago Press, 1969, y Gehan Millet, Gabriel Tarde et la phi-
n R. Pozzi, Hyppolite Taine. Scie¡¡ze umane e poli ti ca nell' Ottocento, ob. cit.. losoplúe de !'histoire, París, Libr. Philosophique J. Vrin, 1970.
102 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 103

sas", que entre nosotros Juan Agustín García llamará "psicolo- La magnitud de este giro cultural ha sido equiparada con
gía socíal", y de la cual dirá que "su objeto es el espíritu públi- "una reorientación del pensamiento europeo tan trascendental
co, las distintas agrupaciones que constituyen una nación, la como aquella otra tan diferente y aun opuesta que señaló la de-
resultante moral de todas las tendencias individuales, la cualidad cadencia de la Edad Media y el advenimiento de la Edad de la
común, predominante, que imprime su sello al conjunto". 27 Razón tres siglos antes". 29 Aquello que define entonces al fenó-
La adjudicación de los atributos de inconsciencia e irracionali- meno multitudinario reside en que allí la personalidad se aliena
dad a este sujeto social e histórico así constituido arrastra una se- de manera irremisible. Junto con ello, en las representaciones
Iie de consecuencias relevantes. Por una parte en ese fin de si"lo
, b
reactivas ante el ciclo revolucionario francés y europeo en ge-
desde distintas esferas del saber se trabaja en la construcción de neral, lo que inquieta es el número: "Visión de las multitudes
la noción de inconsciente, que va a ser adoptada por todos quie- revolucionarias incontrolables, masa indistinta e imprevisible,
nes se interesan en la vida psicológica: médicos, psiquiatras, fi- monstruo sin rostro congénitamente irrepresentable en tanto
lósofos y escritores. Proyectada esta idea sobre el papel de las grado cero de la organicidad. El número, fuerza bárbara e in-
multitudes en la historia, produce efectos historiográficos en la moral que no puede sino destruir". 30 Sin duda, en Ramos Mejía
línea de lo que en nuestros días se denominaría "el descentra- la constitución del objeto multitud desde matrices biologistas
miento del sujeto", ya que al desmarcarse del antropomoríismo definirán la presencia de la masa en la historia como la de una
histórico-político este relato se despide de la historia de alcobas fuerza fenomenal vaciada de inteligencia y raciocinio. Si no por
y batallas para atender a lo que Ramos Mejía llama "las fuerzas la razón, las muchedumbres están animadas por un puro instin-
ciegas que discurren en las entrañas de la sociedad y que cum- to que las aproxima a la animalidad; puro inconsciente, "como
plen su destino sin odios ni cariños". Inexorablemente, pues, la las mujeres apasionadas", la hipertrofia de sus sentidos es el
apelación a la psicología de las masas colocaba a esas muche- acompañante ineludible de su escasa capacidad reflexiva. Sin
dumbres en las antípodas del sujeto cartesiano al considerarlas embargo, en el texto de Ramos Mejía, las multitudes argentinas
movilizadas por fuerzas no conscientes que determinan las prác- son pasibles de cargarse de espontaneidad y violencia pero tam-
ticas de los actores sociales. 28 bién del heroísmo de los seres primitivos.
Recuperando a su vez un tema comteano, Le Bon había consi-
, <1 1., A. García, Inrroducción al estudio de las ciencilJS sociales argentinas, Buenos derado que, en una época de extrema laicización, las tradiciona-
A tres, Angel Estrada y Cía., 1907 [1896}, p. 39. La bibliografía sobre el tema que Gar- les creencias religiosas desquiciadas por una etapa crítica tienen
cía propone incluye aG. Le Bon, Psychologie des joules; S. Sighele, La joule crimine-
lle y Psychofogie des sectes; G. Tarde, Philosophie pénale y Psyclwlogie sociale; H.
que resultar sustituidas por ideas capaces de organizar y orientar
Taine, L 'Anden Régimen y La Révolution_ una voluntad colectiva. Ya que si hemos ingresado sin retorno en
20
"Las doctrinas liberales clásicas basadas en la autonomía individual dieron paso a "la era de las muchedumbres", es preciso aceptar este dato en to-
teorías que construían al individuo como parte integral del organismo social" {Charles
A. Hall, The Cambridge HistOI)' of Latin America, Cambridge, voL IV, p. 369). Schors-
da su crudeza para extraer de su estudio objetivo las enseñanzas
ke ha descrito en los siguientes términos la crisis del yo liberal": "En nuestro siglo, el
hombre racional ha tenido que dar lugar a esa criatura más rica pero más versátil y peli·
29 R. Nisbet, La formación del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Amorrortu,
grasa, el hombre psícológico_ Este nuevo hombre no es meramente un animal racional,
sino una criatura de sentimientos e instintos" {C. E. Schorske, Viena Fin-de-Siécle, 1977.
Barcelona, G. Glli, p. 26).
){1 P. Rosanvallon, Le momenr Guizot, París, Ga.llimard, 1985, p. 76.
104 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MAR[A RAMOS MEJ[A: UNO Y LA MULTITUD
105

necesarias para tomarlas gobernables. La apropiación de estos A estas conclusiones casi cínicas o severamente realistas no
instrumentos fundados en la ciencia prometía el develamiento de se les ocultaba que la sustentación de estas posturas contenía un
las leyes que rigen el imaginario de las multitudes, y con ello la desplazamiento de la argumentación racional en beneficio de
obtención de precisas instrucciones acerca de esa posibilidad, ya los recursos del lenguaje y las imágenes sugestivas. Es posible
que -según Le Bon- "el que conozca el arte de impresionar la que tampoco se les escapara que de tal modo se producía una
imaginación de las muchedumbres conoce también el arte de go- lamentable pero inevitable ruptura de vastas consecuencias en-
bernarlas". Dentro de un razonamiento que poco después retoma- tre política y racionalidad, aun cuando para Ramos Mejía dicha
ría Georges Sorel, si la muchedumbre "piensa por imágenes", y ruptura se verifica en el terreno de las clases subalternas. Y esto
la imagen configurada evoca a su vez otras múltiples representa- porque la materia prima de las masas está constituida por ele-
ciones que no tienen lazo alguno con la primera, entonces el me- mentos anónimos, e históricamente el hombre de las multitudes
canismo de razonamiento de la multitud implica la ruptura de argentinas habría sido el individuo humilde, de inteligencia vaga
toda relación entre los significantes. De tal modo, el individuo se y sistema nervioso relativamente rudimentario y escasamente
precipita en un perpetuo presente que arrastra la fractura de la educado, que percibe sentimentalmente y piensa con el corazón
identidad y constituye al sujeto que soporta esta operación en un y a veces con el estómago. Este sujeto así reducido básicamente
"nadie", puesto qne el individuo disuelve en ella toda su especifi- a sus funciones vegetativas es, sin embargo, capaz de agruparse
cidad. De allí la comparación de Ramos Mejía de los integrantes en multitud tanto para protagonizar actos de barbarie como de
de la multitud con los miembros del ejército y los pacientes de heroísmo, sanguinarios o piadosos según las circunstancias, pe-
los hospitales como instituciones productoras de hombres-masa: ro cuyos componentes siempre requieren una alta capacidad
"Individuos sin nombre representativo en ningún sentido, sin fi- combinatoria que naturalmente los define en las antípodas de
sonomía moral propia: el número' de la sala de hospital, el hom- los hombres solitarios; hombres solitarios y por consecuencia,
bre de la designación usual en la milicia, ése es su elemento". libres, que una literatura -que tenía en Ibsen su representante
En el espacio así abierto entre lo real y lo representado, lo más exitoso- valorará más y más como contrapartida de la me-
que impresiona según Le Bon y Ramos Mejía a la imaginación dianía de las masas. 32 Por todo ello, para Ramos Mejía, ese
popular no son los hechos en sí mismos, sino la manera en que hombre de las multitudes debería llamarse el "hombre-carbo-
son presentados y distribuidos. En la historia, la apariencia ha no", porque en el orden político o social desempeña, por su
desempeñado siempre un papel mucho más importante que la
realidad; la multitud, no pudiendo pensar "sino por imágenes,
no se deja impresionar sino por ellas, y sólo las imágenes las mente en las épocas revolucionarias, demuestra lo fácil que es impresionar a las multi-
aterrorizan o las seducen, convirtiéndose en los únicos móviles tudes; con qué medios tan simples varían sus opiniones y dirigen sus sentimientos Jos
que tienen el raro don de comprenderlas; cómo son juguete de todas las excitaciones
de sus acciones" .31 exteriores que las conmueven inmediatamente y con rara viveza" (J. A. García, [ntro-
ducción ... , ob. cit., p. 41).
2
· Salvo en los casos indicados, todos los subrayados de las citas son subrayados del -'En Un enemigo del pueblo, publicado en 1882, el protagonista positivo del drama
originaL termina sancionando el quiebre entre liberté y fratemité: "El hombre más fuerte del
31
J. M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, ob. cit., p. 158. mundo --dice el doctor Stockmann- es el que está más solo" (H. Ibsen Un enemigo del
Asimismo: "La historia de las manifestaciones de la actividad popular, especial- pueblo, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, p. 127).
106 VlDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FlN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 107

fuerza de afinidad, las funciones de aquél en la mecánica de los que no está presente en Le Bon, de todos modos el discurso de
cuerpos orgánicos. Ramos Mejía sobre la inmigración contiene una dosis de inte-
Pero si además la incapacidad de desarrollo teórico y racional gracionismo paternalista que sigue considerando a los extranje-
es una connotación del hombre multitudinario, en esa misma ca- ros como un aporte conflictivo aunque imprescindible para la
racterización se recorta un espacio propio de autolegitimación constmcción de una nación modema. Así, estas propuestas re-
del intelectual, puesto que quien ejerce el arma de la crítica se servarán un lugar legítimo para la incorporación del inmigrante,
coloca en una posición distanciada que lo habilita para observar remitida al área construida por la moral del productivismo y
objetivamente a esa ciega muchedumbre en cuyas pulsiones bá- por la educación primaria, como dispositivos encargados de
sicas Ramos Mejía busca la clave del pasado argentino. Cons- constmir sujetos adecuados para semejante inclusión.
truía así también él esa figura que, en Literatura argentina y Y no es que no existan remembranzas por ese interior de
realidad política, David Viñas encuentra en La Bolsa de Marte! "vieja cepa" que se ha visto constmir como reservorio de virtu-
y que diseña una "totalidad menos uno": porque, a diferencia des morales ante el cosmopolitismo corruptor de Buenos Aires,
de Le Bon, Ramos Mejía descree de la tesis inquietante de que pero en Ramos Mejía esa sospecha eventualmente xenófoba se
todo hombre puede ingresar en estado de multitud. N os otros, diluye frente a la invariable confianza en la potencia integrado-
dice, "como críticos no somos multitud'', y desde ese autoadju- ra y pedagógica del ambiente argentino sobre la psicología so-
dicado distanciamiento, realiza por una parte el diagnóstico de cial del inmigrante. Mediante una analogía de figuraciones
su época y por la otra pasa revista a la historia argentina. biologistas, piensa que el extranjero podría recorrer en estas tie-
rras el sendero filogenético que lo conduciría a ostentar primero
"algo así como la estructura anatómica de los peces, más tarde
la de los anfibios y por fin la de un mamífero, q11iero decir
En el primer aspecto, se mostró interesado -desde su práctica -aclara- que habría seguido en el orden de su perfeccionamien-
intelectual y su adscripción al grupo gobemante- por obtener to intelectual y moral un transformismo semejante". Dado que,
reglas de comprensión y cursos de ordenamiento del confuso casi por milagro, sobre aquella estructura psicobiológica prácti-
mundo social argentino de fines de siglo, cuyo centro aparecía camente celular "el medio opera maravillas en la plástica man-
ocupado -ahora que el mundo rural ha sido efectivamente nor- sedumbre de su cerebro casi virgen". Como a la estatua de
malizado- por esa multitud urbana y aluvional. Las multitudes Condillac que se iba dotando de sensaciones hasta devenir un
argentinas dedica entonces un apartado específico al tema in- ser humano -y según un modelo que a Ramos Mejía debió de
migratorio, dentro de algunos parámetros definidos por el dar- haberle llegado a través de los ecos de la Ideología en el Río de
winismo social. Según esta última inspiración ideológica, el la Plata prolongada por Lafinur, Femández de Agüero o Diego
caso argentino no podía ser una excepción a los fenómenos de- Alcorta-, al inmigrante arribado a la Argentina, la luz de este
rivados de la lucha por la supervivencia que se verifican en toda cielo y sobre todo el sonido potente de la locomotora que arras-
sociedad entre capacidades desiguales, en la cual inexorable- tra el producto de una cosecha más que generosa, lo iban cons-
mente el más fuerte concluye por oprimir al más débil. Pero, si tituyendo en sujeto humanizado. La pampa ya no es entonces el
el primer capítulo del libro marca una acentuación biologista desierto que debía civilizarse mediante el trasplante poblacional
108 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA; UNO Y LA MULTITUD 109

de extranjeros; por el contrario, es el medio que induce la in- entre la virtud y el mercado, ya que este personaje no tiene más
corporación a la modernidad a los mismos recién llegados.
Es cierto, de todas maneras, que la presencia extranjera pue-
1
¡
programa en la vida que acumular dinero y "defenderlo de la ca-
ridad y del patriotismo que alguna vez golpea sus puertas".
de resultar a veces excesiva y hasta abrumadora. "Como son Puesto que mientras en las familias de abolengo se seguirían
tantos, todo lo inundan: los teatros de segundo y tercer orden, 1
los paseos que son gratis, las iglesias porque son devotos y man-
¡ cultivando las virtudes austeras, el extranjero en América -y es-
pecialmente en esa ciudad cartaginesa que es Buenos Aires- se
samente creyentes, las calles, las plazas, los asilos, los hospita- ve tentado por los cantos de sirena del enriquecimiento veloz y
les, los circos y los mercados." Empero, no deja de observarse 1 sin escrúpulos. Como este deseo de acumulación inmoderada no
¡'
¡,

con simpatía la voluntad de integración de esos inmigrantes que resultare suficientemente encauzado, "este burgués aureus, en
se obstinan en disfrazarse de gauchos para los carnavales. Aque- multitud, será temible, si la educación nacional no lo modifica
lla ingenuidad estimulada por la libertad y el trabajo conforma con el cepillo de la cultura y la infiltración de otros ideales que
para Ramos Mejía el signo positivo de un aporte sustancial para lo contengan en su ascensión precipitada hacia el Capitolio".
la nacionalidad argentina infieri, hasta el punto de concebir a la En esa tipología, el guarango luce en las antípodas de las
primera generación de inmigrantes como la depositaria del sen- masculinidades criollas que podrían reenergizar a una sociedad
timiento futuro de la nacionalidad en su concepción moderna. decadente. En efecto, siendo el guarango "un invertido del ar-
Para fundar ideológicamente ese optimismo adopta el referi- te", "se parece a los invertidos del instinto sexual que revelan
do criterio lamarckiano de la transmisibilidad genética de los su potencia dudosa por una manifestación atrabiliaria de los
caracteres biológicos adquiridos. Más que detenerse en profun- apetitos". Si este tipo social es una amenaza para el orden que
dizar distinciones que en la práctica relativizaban el darwinis- Ramos Mejía imagina, es porque ejercita la temida estrategia
mo social doctrinario, el autor de Las multitudes argentinas de la simulación, tema de época que se encama en la obsesión
está preocupado por enfatizar los logros adaptati vos de la edu- de la elite para poder detectar las calidades reales de quienes
cación pública y por marcar los bordes de ese universo social pujan por incorporarse a los círculos prestigiosos. Al respecto,
extranjero en donde cree observar desviaciones malignas res- Ramos Mejía resulta tranquilizador pam su propio sector, ya que
pecto de la función laboriosa y terminalmente patriótica asigna- si bien el guarango ha recibido las bendiciones de la "instruc-
da a las masas inmigratorias. De allí la necesidad de clasificar ción" en la forma habitual de "inyecciones universitarias", no
ese universo magmático donde al lado del "paise trajinante" deja de ser "un mendicante de la cultura". Le falta ese abolengo
conviven otros miembros cuasi zoológicos que componen esa que sólo pueden proporcionar "el hogar de tradición" o "la cul-
pequeña fauna que medra en la confusión de las multitudes ur- tura universitaria", claro que cuando esta última "no 'es simple-
banas. En esa paleontología social Ramos Mejía describirá en- mente profesional y utilitaria como la nuestra". Por eso, "aun
tonces los tipos desviados del guarango, el canalla, el huaso y cuando le veáis médico, abogado, ingeniero o periodista, le sen-
el compadre, para detenerse en la denuncia del burgués, que se tiréis a la legua ese olorcillo picante al establo y al asilo de gua-
enriquece con la usura y permanece impermeable a las virtudes rango cuadrado". Un retorno biologizado de lo reprimido tarde 0
de la caridad y el patriotismo. Habiendo hecho fortuna por el temprano lo desenmascarará: "Le veréis insinuarse en la mejor
trabajo o por el azar, en él se realiza cabalmente la antinomia sociedad, ser socio de los mejores centros, miembro de asocia-
]lO VlDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS METÍA: UNO Y LA MULTJTUD ¡¡¡

ciones selectas[ ... ], pero cnando menos lo esperéis, saltará ines- tina finisecular el desarrollo del proceso modernizador reveló
peradamente la recalcitrante estructura que necesita un par de que la alberdiana república del mercado contenía la amenaza de
generaciones para dejar la larva que va adherida a la primera". cristalizar una sociedad donde imperase lo que se ha llamado un
De manera que, al final de este recorrido por la sociedad ar- sistema de "pluralismo negativo", colocado en las antípodas de
gentina, Ramos Mejía extrae un balance preocupante: en ella, el la república de la virtud. 34 La patria, en suma, ya no está necesa-
predominio excesivo de los valores del mercado atenta contra la riamente donde están los bienes económicos. Por eso, cuando en
virtu (en el doble sentido de "entrega republicana" y "virilidad"), 1898 se formó la Liga Patriótica Argentina, compuesta por
esencial para el desmmllo de una nación y una nacionalidad, las miembros conspicuos de la elite, dentro de los cuales estaba Jo-
cuales, prosiguiendo con el lenguaje androcéntrico, se quieren sé María Ramos Mejía, en una de sus proclamas esta asociación
como "potentes" contra el "afeminamiento" de la inmigración. se opuso expresamente a la idea del ubi bene ibi patria."
Mas si el mercado no produce lazo social, sino que más bien Ramos Mejía va a percibir esta degradación en ambos polos
lo fragmenta, era otra vez el legado alberdiano el que debía ser de la sociedad: las nuevas multitudes carecen de la energía
colocado bajo caución, puesto que el autor de las Boses había participativa necesaria para la conformación de una nacionali-
confiado más en el carácter apaciguador de las prácticas econó-- dad robusta y aun republicana ("Propiamente hablando, no hay
micas que en la misma ciencia del derecho. Y es que --<iecía- ahora en nuestro escenario político espontánea formación de
"los derechos opuestos no pueden transigir sin traicionarse y fal- multitudes") y las clases tradicionales lucen asimismo inficio-
tar a la lógica, los intereses no están en ese caso: ellos pueden nadas por el virus degenerativo. En el primer aspecto, deplora
ceder y pactar". 33 Se plegaba así Alberdi a los razonamientos de la inexistencia de la efervescente pasión política propia de las
Adam Smith, allí donde la economía política se superpone con multitudes "en estado dinámico", únicas que podrían lograr
la ética y supone que los hombres, al buscar la maximización una participación real en la política y de ese modo aportar a
de su interés, se comportan siempre de manera racionalmente ese recurso de los pequeños y anónimos que es la democracia.
egoísta, tomando con esto previsible el curso de su conducta. De allí que si la multitud dinámica de la emancipación era ro-
De este modo, en la guerra de las pasiones las prácticas econó- mántica; belicosa y emocional la de la tiranía rosista, y creyen-
micas conllevan el beneficio de constituir un individuo con pa- te y revolucionaria la que actuó hasta 1860, el estilo político
siones frías y calculables, válidas para oficiar de sustento para posterior y el aluvión inmigratorio amenazan con desquiciar la
un orden social razonable y pacífico. fisonomía nacional al revelarse la multitud actual como escép-
Tras la senda de Rousseau leído por Furet, el problema resi- tica y esencialmente mercantil, ya que "no piensa sino cuando
día en cómo hacer del hombre liberal (individuo posesivo) un un interés material la empuja a la plaza pública, y va muy po-
ciudadano, esto es, un hombre público. Justamente, en la Argen- cas veces al comicio".

33 "La ciencia de! derecho hará mucho en este sentido, pero mis hará el comercio, H Véase F Furet, reportaje en diario Clarín, 21 de agosto de 1997, y El orden con-

pues el mundo es gobernado, en sus grandes direcciones, más por los intereses que por servador, ob. cit ..
!as ideas" (El crimen de {a guerra, en Escritos póstumos de Juan B. Alberdi, Buenos ' 5 Cit. en L. A. Bertoni, La construcción de la nacionalidad en fa Argentina a fines

Aires, Universidad Nacional de Quil mes, 1997 [1869], t. 11). del sigfo XIX, ob. cit.
112 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA UNO Y LA MULTJTUD !13

El predominio de los valores del mercado ha conducido pues siempre servidas "por el gobiemo mismo, en perfecta concor-
a una ausencia de la multitud política, y "este gris achatamiento dancia con la iniciativa de los vecinos más influyentes de la
político e intelectual en que vive, con ese corte fenicio que va ciudad". La Reconquista contra los invasores ingleses desnudó
tomando la sociedad metropolitana", amenaza "quitamos la fi- brutalmente esta situación dado que, mientras "hervía en el seno
sonomía nacional". El helado espectáculo electoral le evoca "el de la muchedumbre el más vivo entusiasmo por la venganza",
recuerdo lúgubre de las asambleas de fumadores de opio", y "las clases superiores y los burgueses ricos y meticulosos ha-
Ramos Mejía observa por fin que el país "está hasta cierto pun- bían resuelto aceptar los hechos consumados". En definitiva, y
to dirigido por fuerzas m1ificiales, por tres o cuatro hombres, de modo inapelable, Ramos Mejía señala los males derivados de
que representan sus propios intereses (nobles y levantados en la inexistencia en Buenos Aires de "la culta y orgullosa aristo-
alguno), pero pocas veces tendencias políticas, económicas e cracia" que en el Alto Perú formaba el núcleo social de una clase
intelectuales de la masa":" legítirnmuente dirigente. Corno contrapartida, la función de la
Los hombres del 80 habían denunciado también en su pre- plebe argentina debe ser puesta de manifiesto como parte sus-
sente lo que evaluaban como claudicaciones del republicanismo tantiva del proceso emancipatorio. De hecho, las grandes victo-
por parte de miembros de la elite política; habían empero con- rias en la historia política argentina provienen del elemento
trastado ese presente con un pasado en el que las viejas virtudes popular, aun en forma espontánea y sin contar siquiera a veces
imperaban, y al que podía invocarse para una tarea regeneracio- con la dirección del caudillo. Así, "la revolución argentina[ ... ]
nista. Ramos Mejía, en cambio, se encuentra en una posición es la obra más popular de la historia y la menos personal de toda
más compleja: considera que la ausencia de sentido republicano la América Latina".
y nacional dentro de la elite se hunde en una historia que se El aporte específico de esas multitudes a la conformación de
confunde con sus mismos orígenes, ya que desde la época colo- la nacionalidad consiste, es verdad, en una función literalmente
nial las llamadas clases elevadas habrían aspirado sólo a un libe- material y energética. "No trajeron colaboración intelectual a la
ralismo que se reducía a obtener progresos y mejoras personales, civilización argentina, sino puramente física. [ ... ] Su función
parece más bien biológica que política: engendra las tiranías,
16
Como se ha dicho, recientes estudios demuestran empero la presencia de una so~ como la sangre rica las inflamaciones y las infecciones morta-
ciedad activa políticamente, así fuere en otros escenarios que en los electorales, "con~ les que producen las pioemas". Es en esa vitalidad que se iden-
tradiciendo la difundida imagen del extranjerQ sólo interesado en sus asuntos privados
y ajeno a la vida pública" (H. Sabato, La política en las calles, Buenos Aires, Sudame-
i. tifica con los valores de la corporalidad en la que piensa cuaudo
ricana. 1998, p. 194). Iguales conclusiones apunta Lilia Ana Bertoni en su citada tesis. considera benéfico el influjo refrescante que pueden contener
Situación que plantea un problema clásico de !a historia intelectual: el del desfase entre para la renovación de otras multitudes argentinas del porvenir.
lo real -si se permite hablar en estos ténninos~ y lo que los contemporáneos se repre~
sentan como real. En El otoiio de la Edad A1edia, el gran historiador suizo Huiz.inga
Ya en el pasado encuentra la lección de que "esos bárbaros,físi-
consideró este problema en términos convincentes. Reconoce alll que los europeos del camente tan vigorosos en su musculatura de hierro", aportaron
siglo XV! "no veían" en la naciente burguesía una fuerza motriz de la sociedad, sino que su contingente de sangre aséptica a las ciudades exhaustas, del
segulan mirando hacia ta nobleza. y con ello desatendían a aquel sector social que ha-
mismo modo eu que las descargas eléctricas de la atmósfera
brí.a de revolucionar la historia. Y .s.in embargo, concluye Huizinga, también lo qtJe los
humanos no ven forma parte de su manera de ver la realidad y actuar en día (cf. L. ejercen una acción purificadora en los imponentes trastornos
Huizinga, El otOJlo de la Edad Media, Madrid, Revista de Occidente, !956). del mundo primitivo.
1
1
1!4 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 115

Con estas interpretaciones adaptadas a su medio local, Ramos exitoso libro Degeneración de Max Nordau. Este último reco-
Mejía marchaba al compás del motivo de época que denunciaba gía una intensa reflexión sobre el tema que venía constituyén-
el exceso de civilización como causa de debilitamiento, y seña- dose como tal desde el campo de la medicina y la biología a
laba la necesidad de estímulos reenergizantes mediante un retor- partir de mediados del siglo.
no a la naturaleza. La literatura y la filosofía del momento han Aunque en verdad este tópico que opone al intelectualismo
comenzado en efecto a exaltar al "hombre natural", pero no en debilitante una "barbarie energizante" se hunde en la larga du-
el sentido roussoniano, sino correspondiente a un modelo bio- ración de las mentalidades occidentales. Para los tiempos mo-
psicológico en el cual naturaleza equivale a instinto y energía. dernos ha sido señalado que ya en Gibbon se ve que algo se
"La reflexión y el análisis intelectualista se oponen al vigor de pierde con la desaparición de la barbarie, y esto que se pierde
la acción, y dan como resultado esos pobres de vida como es el "honor" bárbaro, por lo cual el proceso de la civilización
Werther. Por el contrario, Napoleón será el último condottiero es al mismo tiempo un proceso de corrupción. 39 Pero al inscri-
renacentista, y este tipo creado por Taine es el que admirará bir estos temas en la saga de las representaciones de la elite ar-
Nietzsche contra la 'enfermedad de los románticos' ." 37 También gentina, Ramos Mejía está operando dos modificaciones de
atentos a su propia circunstancia nacional, signada aún por la entidad. Porque ese elemento bárbaro y reenergizante lo en-
derrota frente a Alemania, Barrés y Sorel, más allá de todas sus cuentra en una porción de la sociedad y del pasado argentino
diferencias, comparten la convicción de que Francia está su- que había sido en general desechada de la narración de una his-
friendo una "falta de energía" y de "vigor sanguíneo" 38 toria que enfatizaba otras sendas consideradas más pertinentes
Con este abordaje se respondía a la preguntafin-de-siecle en con el progreso. Basta evocar aquellas narraciones para percibir
torno del fantasma de la decadencia (que en clave biológico-po- todas las inversiones de sentido y de valoración que en torno de
sitivista se nombraba como "degeneración"), decadencia que esta elección de Ramos Mejía se están produciendo. En El pa-
asedia a las sociedades a partir de ciertos desarrollos de la mo- raíso perdido, Milton adjudica a las mismas palabras un signifi-
dernidad: exceso de civilización, sofisticación en el consumo y cado totalmente diverso según hayan sido pronunciadas antes o
el confort agravada por la vida en las grandes ciudades, que después de la Caída, puesto que no podían seguir diciendo lo
causan el empobrecimiento de la sangre, la disminución de la mismo en un mundo inocente y en otro que ha conocido el mal
energía muscular, la perversión y el acentuamiento de un espíri- (y, por ende, el bien) 40 Ahora, aquello que Ramos Mejía ha co-
tu de análisis hiperracionalista que desemboca en el escepticis- nocido es ese mundo urbano poblado por una inmigración, mu-
mo, el nihilismo y la ruina de la voluntad. En el horizonte de chos de cuyos rasgos repudia, y entonces tanto el mundo rural
referencias más cercanas de Ramos Mejía, dicho tema había si- como el caudillismo -causa y producto del atraso argentino se-
do difundido dentro de códigos ideológicos diferentes por los aún el Facundo- cobran una valoración crecientemente positi-
b
Ensayos de psicología contemporánea de Pan! Bourget y por el

39 J. G. A. Pocock, Virtue, Commerce and History, ob. cit., p. 1!8. Véase asimismo
37
Hyppolite Taine. Scienze umane e poli ti ca nell'Ottocento, ob. cit. N. Elias, El proceso de la civílización, FCE, 1987, passím.
JR D. Pick, Faces ofDegeneration. A European Disorder, c. 1848-c-1918, Cambridge, ~n Tomo el señalamiento de Paul Auster, Cíudad de cristal, Barcelona, Anagrama,
Cambridge University Press, 1989, p.99. 1997.
II6 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES fiN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD Il7

va. Entonces, esta mirada moderna tuerce hacia las multitudes energía bárbara de las campañas y los bienes de la modernidad
rurales del pasado argentino, que ejercen sobre él una fascina- que siguen residiendo en las ciudades. Aquellas multitudes, en
ción que no oculta. Fueron justamente esas masas activas las definitiva, son reservorios de salud corporal, que también toni-
que se derramaron "por toda la república para engendrar las ti- fica el espíritu, pero siempre y cuando la civilización urbana se-
ranías vigorosas -casi estoy tentado de llamarlas musculares y pa utilizarla como medio para sns propios fines.
sanguíneas-, que oprimieron al país durante veinticinco años". Puesto que esas multitudes son tan vitales como inacionales,
Dentro de estas preocupaciones se inscribe el atractivo por la se impone la necesidad de un meneur o conductor, y en ese
figura de Rosas, para cuyo tratamiento Ramos Mejía apelará en punto el encuentro con don Juan Manuel de Rosas le pareció
Rosas y su tiempo al criterio de cientificidad positivista, pero lo inevitable. Vicente Fidel López, en el prefacio de su Historia de
que es singular es que esa objetividad es ahora posible por la la República Argentina, había indicado como fatal el momento
presencia inmigratoria: "Interpuesta entre aquella época y noso- del divorcio entre masas y elite; Ramos Mejía encuentra ahora
tros, existe una gruesa capa de elemento extranjero que ha in- que ese divorcio resultó fundacional, y a partir de esta convic-
corporado a la nuestra su sangre fría y la indiferencia de sus ción dará un significativo paso que otros también estaban tran-
hijos para el estudio de los problemas históricos que apasiona- sitando. Porque hubo un momento en aquel pasado en el que se
ron a nuestros padres". Hay sin embargo un significado que no produjo un reencuentro entre el activismo de las masas y un li-
se modifica en ese pasaje, porque lo que Ramos Mejía aprecia derazgo nacional; ese momento fue la época de Rosas.
asimismo en esas masas rurales es la capacidad de abnegación Las multitudes argentinas ya había elaborado un relato histo-
siu protesta que las llevó a desempeñar un papel positivo en las riográfico que disonaba con aspectos relevantes de los discur-
guerras de la independencia y en las luchas civiles argentinas, sos dominantes, y, más notorio aún, enjuiciaba con inesperada
capacidad que saluda mediante una cita de Sarmiento: severidad la trayectoria de las clases dirigentes. Destacaba así
que, lejos de obedecer al movimiento de las categorías ilustra-
Esos soldados carecieron diez años del abrigo de un techo y das y europeas, la idea misma de la revolución de independen-
nunca murmuraron; la pasión del amor, poderosa e indomable cia fue primitivamente "mística y teosófica". La multitud se
en el hombre como en el bruto, pues que ella perpetúa la SO· sintió entonces movida y agitada por nna aspiración que uo al-
ciedad, estuvo comprimida diez años, y nunca murmuraron; la canza a cristalizar en un concepto, proceso que ocmTe en ese
pasión de adquirir, como la de elevarse, no fue satisfecha entre
"hombre-carbono" de las clases bajas de la Colonia, qnien sen-
Jos soldados, las afecciones de familia fueron por la ausencia
extinguidas, los goces de las ciudades casi olvidados, todos los
tía más que ninguna de las otras clases sociales el antagonismo
instintos humanos atormentados, y nunca murmuraron. 41 entre nativos y españoles. La revolución no circula, en cambio,
en "la inmóvil masa de las clases superiores".
Ramos Mejía encuentra en esa virtud del acatamiento sin pro- Entonces, desde la "fisiología de las masas" su mirada se
testa que garantiza la gobemabilidad la síntesis deseada entre la desplaza hacia la cima de la pirántide del poder, especialmente
cuando es ocnpada por los dominadores de la multitud, quienes
41
Obras compleras de D. F. Snnnlenlo, ob. cit., t. XlV, p. 119. Cit. en út~ multita~ han tenido calidades precisas para dirigirla y, a veces, transfor-
des argentinas, ob. cit., p. 178. marla. En el fondo de este interés se encuentra la pregunta por
t

118 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~DE~SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 119

las condiciones de emergencia de un conductor que pueda go- construye el itinerario de la civilización y de la nacionalidad ar-
bernar a las masas tal como éstas acaban de ser definidas. "Tan-
to en la turba como en la secta -escribía igualmente Juan A.
¡ gentinas, a su entender erróneamente descrito hasta entonces.
Cambia entonces el eje historiográfico que colocaba a Buenos
García-, la causa de todo el proceso mental es el caudillo que ¡ Aires en el centro y origen del movimiento de las Luces que
prestigia la nueva idea, aceptada y seguida por todos en virtud f posteriormente se habría expandido por el interior: por ejemplo,
de la tendencia imitativa, que es una de las cualidades funda- cuando Buenos Aires aún no tenía ni librerías donde comprar
mentales de la naturaleza humana" 42
t papel de cartas, míseros pueblecitos como Nonogasta poseían
1
Éste es el escenario dentro del cual se inscribe la curiosidad bibliotecas que atesoraban "una cultura cuyas proporcwnes, en
por la figura de Rosas, que será un tema historiográfico recu- toda su patriótica trascendencia, nuestro orgullo metropolitano
rrente en esta generación de intelectuales -quienes creen llegado desconoce". Como parte de un tópico que se está constituyendo
el momento de visitar la figura del Restaurador sin las pasiones y que subvierte la visión dominante que definía a Buenos ~ires
enceguecedoras de sus padres-. De modo que, luego de la histo- como faro civilizatorio, ahora por el contrano Ramos MeJta la
ria en tres volúmenes de Saldías sobre Rosas (publicados en observa, apelando a Carlyle, como sede de "la democracia mu-
1881, 1884 y 1887), aparecerán las interpretaciones de Emesto giente", obstinada en cultivar un patriotismo de ciudad opuesto
Quesada y ahora, de Ramos Mejía, quien en 1907 le dedica su al patriotismo nacional. 44 Un giro de stgmftcados, st se p1ensa
ensayo más extenso y ambicioso, Rosas y su tiempo. Por cierto, en la Historia de Be/grano de Mitre; giro que segnramente ten-
Ramos Mejía condena el terror rosista, al que califica de "brutal dría referencias inmediatas a las luchas intraelite, pero que las
y excesivo", citando opiniones análogas de Quesada y Saldías, e desborda para constituir un tema de larga duración en las inter-
incluso colocando entre los documentos de prueba de esos abu- pretaciones del pasado argentino: la ciudad de Buenos Aues
sos alguno que refiere a su propia familia, como aquel donde un como fenómeno anómalo dentro del cuerpo nacwnal. No era
vecino de Monsalvo exige al juez de paz que le facilite cuatro de por cierto un motivo novedoso, ya que en el Alberdi anterior_ a
las ocho carretas poseídas por la estancia de los Ramos Mejía, la federalización de Buenos Aires se había tornado una cuest!On
"salvajes unitarios que se hallan emigrados" 43 obsesionante al sentar la oposición, fundamentalmente econó-
En términos más sustantivos, y llamado a la construcción de mica pero extensiva a otros aspectos, entre Buenos Aires y. el
otra genealogía, Ramos Mejía opera un rescate del fondo crio- interior, y esta antinomia será cultivada en general por los adre-
llo. En él inscribe el atractivo por Rosas, a quien a lo largo de tos a los regímenes provinciales o a la Confederación nrquicis-
centenares de páginas se lo separa de esa figura falsa de un me- ta. Pero si no era novedoso, se trataba de un tópico en ascenso.
diocre burgués que se horroriza del asesinato y de la sangre, pa- Ciudad donde imperaba el espíritu mercantil, estimulado por
ra recolocarlo en su función de "un grande y originalísimo la ausencia de vida intelectual, Buenos Aires dará como preci-
tirano". Para llegar a ese punto crucial, Rosas y su tiempo re-
H Esto aparece testimoniado en los documentos que consulta en el Archivo de Poli-

cía donde lee entre otros casos: "Juan Navarro. Patria, Buenos Aires", o en la corres-
~2 J. A. García, Introducción.", ob. cit., p. 45. :n
po~dencia de Rosas con las autoridades de camp~a.. !~cual escribe "h1~o del paí~
' 13 J. M. Ramos Mejía., Rosas y su liempo, Buenos Aires, Editorial Científica y Lite~ cuando se quiere indicar al nacído en Buenos A1res , mtentras que en otras consta.
raria Argentina Atanasia Martínez, 1927, t.ll, pp. 127-128. "Ambos hijos del país, y Fulano y Zutano de la Provincia de SaJta".
120 VJDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 121

pitado "ese vecindario conservador y tranquilo", siempre reza- Inútil buscar móviles políticos en estas voluntades; "sólo instin-
gado respecto del movimiento revolucionario, y que no descan- tos obscuros, vagas aspiraciones de organización, como fue ins-
sará hasta encontrar una autoridad cuya intensidad de mando le tinto el de las otras multitudes por la independencia". 45
restituya la quietud perdida. Además, mientras en provincias El pueblo que -<:amo la psicología de las masas había mos-
las necesidades apremiantes de la vida habían de satisfacerse en trado- juzga siempre más por el sentimiento que por la razón,
la penosa labor diaria, en cambio el plebeyo porteño nadaba en encontrará en la figura de Rosas su líder necesario. Él encamó
la abundancia de una naturaleza generosa, y con ello tenía su en su propio cuerpo, con "sus hermosos ojos de cielo", esos
espíritu libre para dar cabida y rienda suelta a las ideas demo- símbolos, y para comprender el resto debe apelarse a la teoría
cráticas. Buenos Aires terminó así contando por una parte con de la sugestión: "Sólo así se explica que en virtud de una suges-
este populacho que "no quería tierra ni trabajo muy duro, sino tión espiritual poderosa se impusiera, como dice Tarde, la uni-
holganza, vida fácil y la igualdad soñada", y por la otra con el dad al número, un hombre solo a tantos miles de hombres
tipo del comerciante, "el depositario del instinto económico de armados". Para desempeñar esta función, Rosas contó con cua-
conservación [ ... ] que escondió mucha savia para la futura Car- lidades que lo homologan con otros personajes corno Belgrano,
tago americana". Alvear o Rivadavia, pero, para mejor describirlo, Ramos Mejía
Si ésta era la situación de la población porteña, mientras tanto construye allí un inesperado pero explícito sujeto nietzscheano.
las multitudes de la pampa y de las soledades del litoral se repro- "Rosas, a quien le repugnaba la chusma, por ser un espíritu
ducían silenciosamente en el medio fecundo de su vida libre y esencialmente aristocrático en el sentido de la superhombría
sin leyes. Empezaron entonces a ser movilizadas por toda la pa- niechúana" [sic], y que al mismo tiempo jamás utilizó el poder
rafernalia de las tentaciones ofrecidas por las imágenes que sedu- para lucrar, fue de pronto el único que estuvo en condiciones de
cen a las multitudes, en estricta correspondencia con su propia gobernar lo que se había tornado incontrolable para los hom-
base fisiológica. He aquí una de esas descripciones, que no puede bres de letras y de estado. Para conducir a esas multitudes com-
sino evocar representaciones análogas de Hyppolite Taine al re- puestas por una masa heterogénea de materiales innobles a la
ferirse al aspecto y los móviles de las masas revolucionarias: que era preciso seducir para orientar, y en el medio rioplatense,
donde nadie podría limitar sus aspiraciones al gobierno manso
Comienzan allí su codicia y sus sórdidos apetitos a percibir y regular de las leyes, fue preciso un superhombre criollo talla-
las fruiciones anticipadas del saqueo; despiértanse luego en do en el espíritu de Zaratustra. En Rosas se cumple, en efecto,
el cerebro embotado nuevas sensaciones y necesidades en
presencia de los vinos y de los licores violentamente estimu- la glorificación de los instintos rebeldes y agresivos contrato-
lantes para aquellas sensibilidades poco ejercitadas, los tra- da convención social [ ... ], de conquista y de presa, [... ] una
pos con exceso coloreados, los sombreros pintorescos, las afirmación de la energía humana triunfante, brutal, implaca-
camisetas y chiripáes novedosos, y la variada orfebrería, que ble para los otros. La escala tradicional de valores está inver-
llena de metales falaces el cuerpo, puebla la imaginación de] tida por él; representa el más sereno desprecio de las virtudes
campesino de imágenes de poderío y de riquezas magníficas,
que acaban por despertar en su atolondrada mente la tenden-
45
cia impulsiva que los precipita sobre las ciudades. J. M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, ob. cit., p. 143.
123
122 VIDA fNTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD

cristianas, altruistas y gregarias de obediencia, benevolencia, cías que en análogas descripciones se han visto en Ramos Me-
piedad, justicia, circunspección, en las relaciones sociales. 46 jía. Porque para el autor del Facundo ese tipo de participación
cívica no consiste en que un grupo de exaltados enardezca a las
Después de todo, si Rosas triunfó sobre los demás caudillos es muchedumbres, y sí en que cada individuo cuide y responda del
porque en su personalidad se produjo la síntesis de los hábitos ur- orden público. Cuando en Estados Unidos "una manifestación
banos con los instintos campesinos y bárbaros. Resumen de las (que nunca pretende ser popular como entre nosotros, sino de
bajas aptitudes morales de la plebe urbana, conformaba simultá- una opinión 0 un interés) marcha por las calles, los mdiVJduos
neamente un genuino producto de la multitud de los campos, y van del brazo, de modo que no se haga tumulto, agrupamrento,
ambas encontrarán en él a su líder, nacido de la más genuina confusión. La luz y la vista penetran por aquellas ordenadas hr-
expresión de esa superabundancia de energía a la que Darwin leras, y el que va de buena fe responde de la buena conducta de
-dice- atribuiría un despertar tan salvaje como vital de las pa- los dos que lleva tomados del brazo" .48 Según Ramos MeJía, en
siones más bravías. cambio, la imposición de ese orden debía derramarse desde
Por cierto, no resultaba novedosa esta búsqueda de una mi- arriba hacia abajo, circulando por una serie de instrumentos
noria dirigente. Había sido consustancial al surgimiento de un personales e institucionales que interpelaran las zonas. oscuras
país que rompía con la corona metropolitana, y había estado del sujeto psicológico, en tanto haz de pulswnes sugestiOnables
fundada en diversos registros que podían ir desde las reminis- por estímulos manipulados desde el poder. Es cierto, entonces,
cencias borbónicas del despotismo ilustrado hasta la naciente que "la virtus racional de Sarmiento se ha trocado en la vrrtus
teoría de las elites, pasando por una apelación a la epifanía irracional de Ramos Mejía" ."
roussoniana de la voluntad general y del grande hombre román- La apreciación positiva de éste hacia Rosas proviene asimis-
tico, o por la vertiente de un republicanismo aristocrático. Se mo de descubrir a quien pudo establecer una JUSta d1stancra en-
había diferido y se seguiría disintiendo, en cambio, en el modelo tre su persona y Jos gobernados, sin derrumbarse hacia los
de relación entre gobernantes y gobernados. Sí para Vicente Pi- riesgos de un populismo incontrolable cuyo ca~o parece encon-
del López, por ejemplo, "el candillismo era pura negatividad, trar en Aristóbulo del Valle. De allí que tamb1en se pueda atiS-
para Mitre representaba la expresión de sentimientos democrá- bar el modo en que podría quedar redefinido el liberalismo de
tico-igualitarios que, canalizados y controlados por institucio- Ramos Mejía si se conectan sus reflexiones sobre los meneurs
nes liberales-republicanas, podían contribuir positivamente a la con la afirmación de Taguieff de que la concepción liberal es
formación de la nación". 47 Sarmiento, por su parte, era quien radicalmente antipopulista y "se basa en el temor de las elites
más lejos había llegado en su admiración por los hábitos del tradicionales a la nueva alianza entre el poder irracional de las
self government norteamericano, y de su descripción de una
manifestación pública en los Estados Unidos surge clara su fi-
guración de un buen orden político; también, todas las diferen- 48 "Incendio del Salvador", La Tribuna, 6-3-1875, en Obras completas de D. F. Sar-
miento, ob. cit., t. Xl-!1, p. l l. ,. . . ..
J. M. Ramos Mejía, Rosas y su tiempo, ob. cit., t. m, pp. 448 y 449.
46 49 L. de Privitellio, "Las multitudes argentinas: los límites del anahs1s pOSitiVISta

~7N. Goidman y R. Salvatore (comps.), Introducción a Caudillismo.\' rioplatenses, en la obra de J. M. Ramos Mejía", en Crwdenws Americanos, México, 1996, núm. 56,
Buenos Aires, Eudeba, 1998, p. 10. p. 108.
JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍAo UNO Y LA MULTITUD 125
124 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO

masas y el estilo groseramente personalista de ciertos líderes de Pero si la denuncia del materialismo econónúco era ya un
tendencia demagógica". 5()
lugar más que común, lo que sorprende es que Los simulado-
Sea como fuere, la intervención de Ramos Mejía en Rosas y res del talento incluye una visión desconfiada de fenómenos
su tiempo no es ni melancólica ni pasatista; contiene la pregun- arquetípicamente modernos, tales como el periodismo y la am-
ta dirigida al futuro por una gobemabilidad que garantice los pliación del mercado de lectores. Porque para Ramos Mejía, si
métodos más idóneos para que los estímulos éticos e intelectua- bien este público goza ahora de las destrezas necesarias para
les penetren en el ánimo de las multitudes argentinas. Pero esta tener acceso a la palabra escrita a partir de la difusión de la en-
tarea se toma cada vez más dificultosa cuando mira esa socie- señanza pública, aquello que lee no es lo que debería leer.
dad otra vez hacia la base. Ya en Las multitudes ... había visto Nueva inversión de la valoración del Sarmiento de los Viajes,
un "afuera" poblado de guarangos y nuevos ricos, pero pocos quien se admiraba en Estados Unidos ante el espectáculo del
años más adelante se percibe que lo que allí son inquietudes "único pueblo que lee en masa" y "donde 2 mil periódicos sa-
que confían aún en la capacidad del medio y la educación para tisfacen la curiosidad pública", o la de Carlos Gntiérrez, uno
normalizar a una población aluvional, ahora se ha transfonnado de los hijos de Juan María, qnien en septiembre de 1883 en el
en una creciente alarma. primer número de su periódico La Crónica, expresaba en su
Hacia ese "mundo de abajo" dedicó Ramos Mejía, en los pri- Programa que "la prensa es la más grande creación de nuestro
meros años del nuevo siglo, un libro al que tituló Los simulado- siglo", por haber elevado el nivel de las masas mediante la di-
res del talento en las luchas por la personalidad y la vida. En fusión de los conocimientos y la incorporación de los dogmas
esta obra dedicada a Roque Sáenz Peña y con remisiones a Dar- de la libertad y del progreso a la conciencia pública." Seme-
win ("que demostró que el mimetismo es una de las formas más jante será la opinión del propio Ramos Mejía en su libro sobre
aptas de adaptación a las condiciones de lucha por la vida"), las Rosas ("Como se ha dicho, el lector de un periódico dispone
prácticas mercantiles siguen siendo denunciadas como origen de de más libertad de espíritu que el simple oyente. Puede refle-
decadencia; el dinero aparece como enemigo de la sociedad, y xionar lo que lee en silencio"), pero al interpretar sus efectos
aquí y allá se presentan juicios antisenútas ya reactivados en el en una sociedad "auditiva y visual por excelencia" como la
relato del 80 en la estela de La France juive de Drumond, y al fin que observa en Bnenos Aires, el diario Uunto con otras inno-
de cuentas enhebradas con una multisecular tradición hispánica.') vaciones como la fotografía y el cine) se le aparece como un
producto dañino porqne configura el medio más eficaz de en-
gaño y sugestión. ¿No es acaso evidente la apelación a regis-
~o P. A. Taguieff, "Las ciencias políticas frente al populismo ... ", en F. Ad!er y tros irracionales en la propaganda que allí aparece sobre las
otros, Populismo posmodemo, Buenos Aires. Universidad Nacional de Quilmes, 1996, bondades del "chocolate Pereau", equiparable al conocido gri-
pp. 47-48. to de "¡mueran los salvajes asquerosos nnitarios!"? Lejos de
st "La lucha por el dinero es una causa de disgregación de !a personalidad" y se fo-
menta así una "vida de hebraísmo contemplativo". "El espíritu usurario parece congéni- ser un vehículo capaz de ampliar los horizontes de informa-
to en algunos ejemplares humanos.[ ... ] He conocido a un judío llamado Moisés T ... ;
incoherente y aun perdido en su delirio polimorfo, conservaba sin embargo ese claro
52 Cit. en Laura Malosetti Costa, "Carlos Gutiérrez y la introducción de una critica
sentimiento de la usura" (J. M. Ramos Mejía, Los simuladores del talento en las luchas
de arte de carácter positivista en Buenos Aires", mimeo, 1996.
por la persmwlidad y la vida, Barcelona, F. Granada y Ca. Editores, s/f, pp. 191 y 53).
126 JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 127
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO

ción Y de conocimiento, "el diario reduce de un modo extraor- bre la figura del flíineur, como alguien que también al pasear
di~ario el radio de acción del espíritu [y] parece una pequeña organiza, unifica y tipifica el paisaje de la gran ciudad. 55
m~quma diestramente montada que suple al cerebro en sus
mas nobles funciones", empobrecedora influencia de la cual
otra vez los hombres superiores se hallan liberados-'' Puesto
1 No obstante, en el caso de Ramos Mejía puede percibirse
que un flíineur no siempre organiza el flíiner, ya que súbita-
mente puede aparecer la anomia. Como esos afásicos incapaces
que aquello que Ramos Mejía añora es un tipo de lector ideal de ordenar según sus colores un conjunto de hebras sobre un
que se va perdiendo y cuyo retrato es revelador: aquel "era un plano, el "paseante" de Los simuladores del talento es un sujeto
hombre relat!vamente instruido, serio, paciente, qne leía me- invadido por una serie de escenas fugaces que se confiesa inca-
nos que nosotros pero que pensaba más; el grave y tranquilo paz de clasificar, para terminar sumido en la angustia. Más pre-
lector de otros tlempos que meditaba recostado en sus grandes cisamente, lo que esas visiones tienen de perturbadoras es que
mfohos cuando era profesional, bajo la luz dulce de los inte- no dicen de dónde vienen ni llevan escrito en la frente su verda-
nores holandeses, ha desaparecido como otros tipos sociales dera esencia. Ante esta ausencia de pistas, marcas y señales,
arrastrados por la corriente del periodismo moderno". ' Ramos Mejía retoma a la ilusión científica prometida por la fi-
Cuando aborda por fin el tema de la simulación, es evidente siognómica !ambrosiana como metodología capaz de garantizar
que aquelllam~do de alerta se nutre en la sospecha de que ante la elaboración de un mapa de identidades en esa sociedad con-
sus OJOS se esta produciendo una temible escisión entre la apa- fusa y magmática. Entonces escribe: "Sería curioso averiguar si
nencm Y la esencia. S1gmficati vamente, y como indicará Walter así como ciertas anomalías del físico tienen relación estrecha con
Benjamín, en otros sitios era el momento de emercrencia de la las de la organización mental, la de los dientes la posee con de-
novela policial como género literario ocupado de Jos aspectos terminadas tendencias del sentimiento. [... ] ¿Por qué las disposi-
amenazadores de la v1da urbana. Uno de ellos consistía en la ciones viciosas de los maxilares [ ... ] no han de corresponder con
ausencia de huellas de las personas en la metrópolis, y en parti- algún reflejo del espíritu del gorila o del feroz chimpancé, ocul-
cular en el ~en o de las masas. Los individuos buscaban asilo ya to en algún pliegue del alma humana?".
no en el znterzeur,_ smo en la multitud. Entonces "las masas apa- Para todos estos males, la escritura ansiosa de Ramos Mejía
recen como el asilo que protege a una persona asocial de sus concluye que al insoportable igualitarismo de la vida moderna
perseguidores. De todos los aspectos amenazadores de las ma- es preciso oponerle el aristocratismo nietzscheano, sobre todo
sas, éste fue el primero en manifestarse. Es el origen de la no- cuando verifica la constitución en el seno de esa modernidad de
vela policíaca"." Sobre la senda marcada tempranamente por
Baudelmre, y dentro de la misma temática de los efectos de la 55 En términos de Schorske, esa función se toma necesaria ante el hecho de que "la

modem1dad urbana, Benjamin asimismo llamará la atención so- ciudad moderna ofrece un eterno lúe et nwzc, cuyo contenido es la transitoriedad, pero
una transitoriedad permanente. [ ... ] La experiencia de la multitud es central en esta
53
"Las personalidades de acero, los hombres de bronce bismarckiano no se dejan perspectiva: formada por individuos desarraigados y únicos que confluyen por un mo-
defor~a: por el dedo de esa extraña escultora, que modela y transforma a su manera la mento antes de volver a separarse" (La ciudad en el pensamiento europeo: de Voltaire
cera doc1l de las medianías pedestres o poco conocidas ... " (Los simuladores. ob cit a Spengler, separata de Punto de Vista). Sobre las impresiones de Baudelaire, cf. Ch.
pp. !50 a !54). .., · ., Baudelaire, Le Spleen de Paris [1869], Paris, Maxi-Livres Profance, 1998. [Hay traduc-
54
Walter Benjamin, Ecrits franr;ais, Paris, Gallimard, 1991. ción española: Spleen de Paris, Rosario, Ediciones del Peregrino, 1982].
128 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 129

un temible submundo marcado con estigmas de una diferencia legitimidad "edípica" de su autoasignado poder para cubrir el
excluyente, y todo ello manifestado con signos que no encuen- vacío de sentido entre los enigmas y sus significados. Cortada
tran en Ramos Mejía su hermeneuta. Ha conocido dentro de esa su capacidad para comprender lenguas diversas, lo diferente se
fauna de la miseria a aquellos extraños tipos de nacionalidades ha tomado amenazante, y el espacio público amenaza fragmen-
dudosas que poseen un periodismo peculiar: la prensa de las tarse en juegos de lenguaje cuya traducibilidad sólo será posi-
paredes y de los muros bien blanqueados. Allí se expresan en ble a partir de un código impuesto desde arriba. Sobre la base
una lengua caótica de palotes y jeroglíficos: "un pájaro dibuja- de esa sospecha, la paranoia crece: "¿No habéis observado en
do con groseros contornos, un sol, una mano con cinco rayos, las paredes mil signos extravagantes pero obedeciendo algunas
un sedicente caballo, una flecha o muchas rayas para arriba o veces a cierto metódico plan?". 57
para abajo, todo eso, combinado entre sí, mudo para nosotros, Como ha sido señalado, la ciudad se toma cada vez más ex-
encierra sin duda alguna particular riqueza de expresiones im- traña para los miembros de la elite, y éste es el recorrido que
penetrables a los que ignoramos esta ciencia popular sui gene- muestra Cambaceres, para quien, si en Potpourri, de 1881, "Bue-
ris, en que tanta vida desconocida palpita a cada momento". Se nos Aires se descifra en el Club del Progreso, En la sangre
le ocurre entonces que muchos de sus signos han de ser conju- (1887) busca la clave explicativa en los conventillos misera-
ros o amuletos, "algo parecido a las palabras mágicas de que se bles" 58 La representación de la ciudad como espacio de trans-
servía la plebe romana para hacerse invulnerable". Ha conocido formaciones violentas y refugio de signos desconocidos, y como
a quienes así se expresan: un sastre español, un obrero, una ámbito de multitudes pobladas de tipos desviados, construía otra
prostituta, algunos "scruchantes" ... imagen de la urbe porteña. Ella implicó en Ramos Mejía la total
Otra vez puede leerse en estos pasajes un formidable giro de inversión del viaje de la nacionalidad en la tierra de los argenti-
sentidos respecto del autoposicionamiento de Sarmiento: si en nos desde sus orígenes mismos. Ya que en esos tiempos funda-
el Facundo el intelectual se asigna el conocido rol de intérprete cionales se habría insinuado en ella "el alma hebrea dentro de la
y hermeneuta, y esa capacidad es lo que fija el límite entre la abigarrada heterogeneidad de aquella población, cosmopolita
civilización y la barbarie, sesenta años después Ramos Mejía desde su origen". Y como la abundancia es inexorablemente ais-
se encuentra frente a otro muro, no en los baños del Zonda si- ladora, la primitiva población española acentuó en la nueva ciu-
no en las paredes de la ciudad de Buenos Aires, y confiesa su dad sus tendencias regionalistas, y junto con sus riquezas dejó a
impotencia para comprender esos mensajes cifrados. 56 Así, de sus hijos un egoísmo localista opuesto a la unidad nacional."
Sam1iento a Ramos Mejía, la elite liberal siente cuestionada la Espacio urbano entonces donde el interés se opone al patriotis-
mo, es "la ciudad qne les impidió ver la nación".
56
Naturalmente, la referencia es al momento relatado por el Facundo en que Sar- Ésos son los puntos oscuros que manchan el proyecto de la
miento escribe "On ne tue poinr les idées" sobre las piedras y en su huida hacia el exilio clase dirigente. Pero si ellos no lo invaden todo hasta cubrir la
chileno; frase escrita en el lenguaje de la civilización que los enviados de Rosas no po-
drán descifrar. Ricardo Pürlia ha escrito ineludibles reflexiones sobre este pasaje. Véase 51
J. M. Ramos Mejía, Los simuladores del talento, ob. cit., p. 216.
asimismo la respuesta crí7ica de Julio Ramos, en Desencuentros de la modernidad... , 58
A. Gorelik, La grilla y el parque, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quil-
ob. cit., y José Sazbón, "Campo semántico y organización narrativa", Investigaciones mes, 1998.
semióticas, Valencia, Venezuela, Universidad Carabobo, vol. l, núm. l, l98l. 59
J. M. Ramos Mejía, Rosas y su tiempo, ob. cit., v. l, pp. 161, 167 y 163.

/ ¿;
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ MARÍA RAMOS NIEJÍA: UNO Y LA MULTITUD 131
130

totalidad del horizonte es porque la ideología de Ramos Mejía ciones imprudentes de que se apasionan los neófitos quedan en
muestra esa conjunción de misantropía más esperanza que le los bolsones de su carruaje".
permite proyectar un futuro de gran nación para este rincón del Dotada de liderazgos semejantes, y combinada con los ele-
planeta, sobre la base de un diagnóstico sin ilusiones en torno mentos que el medio nativo ofrece, es posible pensar a la Ar-
de los móviles ocultos y demasiado humanos de las masas. Al gentina del futuro como una mezcla provechosa de sus diversos
no dudar de lo que hoy se denominaría la eficacia de lo simbó- componentes aún en estado fluyente. Al remitir obsesivamente
lico para producir efectos de realidad, puede apelar nuevamente este aporte humano al ámbito de la naturaleza, Ramos Mejía
a Le Bon para verificar que los símbolos adoptan ante las mul- encuentra no obstante por esta vía una coartada argumentativa
titudes su forma más penetrante cuando se configuran en imá- para legitimar en la mezcla poblacional los efectos positivos del
genes, y por eso los auténticos conductores han sido quienes mítico crisol de razas argentino. Dado que visualiza en la histo-
han logrado con frases ruidosas y vivos colores la materializa-
ción instantánea de una idea en una imagen grandiosa. En la
historia reciente, Del Valle encamó en los sucesos de 1890 esa
figura del tribuno que sedujo a unas muchedumbres que Ramos
l ria nacional dos fuerzas poderosas que partiendo del litoral y
del interior afluyen de mucho tiempo atrás "hacia este inmenso
centro de la Capital fenicia y heterogénea todavía, pero futuro
crisol donde se funde el bronce, tal vez con demasiada precipi-
Mejía describe como aniñadas y femeninas en su inocente inge- 1 tación, de la gran estatua del porvenir: la raza nueva". Mediante
nuidad y su fácil apasionamiento por la verba impetuosa del ese desplazamiento en el espacio se logrará salvar las diferen-
caudillo de turno. Pero este éxito popular debía pagar el duro cias entre Buenos Aires y el interior. Por esto, aunque lenta-
precio de esa excesiva vecindad entre intelecto y pasión a la mente, va resultando cierta unidad de sentimiento político entre
que Del Valle habría cedido, tributando así un culto riesgoso a la metrópoli y el resto del país; precisamente por eso la multi-
la "infiel hetaira" de las masas. Por el contrario, es en Carlos tud que se forme aquí tendrá más tarde su tinte nacional, por-
Pellegrini en quien Ramos Mejía coloca su paradigma de políti- que necesariamente "la circulación general concurre a ese
co necesario para la relación Estado-sociedad que considera re- centro de oxigenación a refrescar la sangre que ha de enviar
comendable para ese momento argentino. Descreído de los 1 después hasta el más humilde capilar de la Nación" 60
prodigios de las turbas, el ex presidente es dibujado en Las Otro corte, pero esta vez temporal, queda empero por suturar,
multitudes argentinas en el entrecruzamiento de tutelaje políti- y es el producido entre el pasado y su presente como conse-
co y organicismo social, dado que si la sociedad está concebida cuencia del brusco y saludable contacto con Europa, que ame-
según la metáfora del cuerpo, entonces las crisis y conflictos 1 naza sin embargo con diluir el perfil nacional. Razonando otra
sociales serán coherentemente traducidos como patologías, y el ! vez a la manera de Taine, el autor de Las multitudes argentinas
polltico resultará por fin investido de ropajes médicos. Es lo puede ser optimista. El "medio" argentino -de nuevo identifica-
que justamente ocurre con Pellegrini, que "en los asuntos de la do en el texto con una pampa que de desierto se ha tomado en
política y del gobierno es un clínico, más que un sabio, aunque ubérrima- es vigoroso, y la ''raza", que llama "plasma germinati-
tenga envergadura de tal, que aplica con maravilloso acierto la vo", es conservadora. Corresponde a su propio "momento" ayu-
terapéutica sin o! vidar el temperamento y la idiosincrasia de sus
enfermos: a la cabecera del paciente, las ilusiones sobre aplica-
1 60 J. M. Ramos Mejía, Las multitudes argentinas, ob. cit., pp. l '86-187.

1
132 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FlN~DE-SlGLO JOSÉ MARÍA RAMOS MEJ[A: UNO Y LA MULTITUD 133

darle con algo que está literalmente en las manos de Ramos artificiales y personalistas, por no decir facciosas. Claro que no
Mejía: "con una educación nacional atinada y estable" que per- está ausente de esta preocupación el temor de que, de no ser así,
mita "limpiar el molde donde ha de darse forma a las tenden- "el día que la plebe tenga hambre, la multitud socialista que la
cias que deberán fijar el temperamento nacional"." organice sea implacable y los meneurs que la dirijan representen
La evidencia de que un espacio económico no genera por sí el acabado ejemplar de esa canalla virulencia que lo contamina
lazos sociales conducirá entonces a la recurrida apelación nacio- todo". Se sabe de qué modo para conjurar aquel riesgo, y desde
nalista. Yendo en algún aspecto al menos a contrapelo de la mo- la dirección del Consejo Nacional de Educación, Ramos Mejía
dernidad, "ya que su principio reposa sobre el primado de una apostó a la escuela pública como resorte de nacionalización de
comunidad atemporal cuya entera legitimidad reside en la preser- las masas. Era una apuesta que indica que, a pesar de todo, aún
vación de una herencia", 62 la idea nacional resulta funcional para lo sostenía la confianza de que las pasiones patrióticas podían
proteger contra la anomia. Entonces, Ramos Mejía pasa revista ofrecer nn dique y un cauce a los males de la modernidad.
velozmente a toda esa liturgia patliótica que reglamentará hasta
el presente las ceremonias escolares como procedimiento de na-
cionalización de las masas: "Sistemáticamente y con obligada in-
sistencia se les habla de la patria, de la bandera, de las glorias
nacionales y de los episodios heroicos de la histmia; oyen el him-
no y lo cantan y lo recitan con ceño y ardores de cómica epope-
ya, lo comentan a su modo con hechicera ingenuidad, y en su
verba accionada demuestran cómo es de propicia la edad para
echar la semilla de tan noble sentimiento". Y si bien la descrip-
ción de esta primera generación incluye una fisiognómica que no
oculta las influencias !ambrosianas, ya para la siguiente tanto el
cambio de nutrición como los efectos del clima, sumados a los
beneficios de la vida civilizada y culta, van logrando modifica-
ciones progresivas que le permiten a Ramos Mejía observar con
ilusiones la integración del extranjero en la Argentina.
Sólo entonces emergerá por fin una auténtica "multitud polí-
tica" que sustituirá orgánicamente a las actuales agrupaciones

6 ¡ En su célebre Introducción, Taine había esquematizado su propuesta: "Dada una

literatura, una filosofía, una sociedad, un arte, tal clase de arte, ¿cuál es el estado moral ~;_
que lo produjo?, y ¿cuáles son las condiciones de raza, de momento y de medio más ''
apropiadas a producir ese estado moral?" (Jntroducciáll ... , ob. cit.).
62 Anne-Marie Thiesse, La créatio11 des identités natimwles. Europe xvm-xx síécle,

París, Ed. Du Seuil, 1999.


IV¡ ERNESTO QUESADA:
SOCIOLOGÍA y MODERNIDAD
i

Varios datos biogr(¡ficos permiten imaginar el perfil intelectual,


político y social d~ Ernesto Quesada. Nacido en Buenos Aires
en 1858, su itinertu·io formativo está íntinwnH.:ntc li!,(<tdo a la
c;nTera diplomátic~ e intelectual de su padre, Vicente Gregario
Quesada, quien, lu~go de su experiencia como funcionario de la
Confederación ur~uicista. pasará a desempeñar cargos en el
servicio exterior rlacional. Participará así, junto con Manuel
Quintana y Roque! Sáenz Peiía, ele la Primera Conferencia Pa-
namericana, reunida en !889 en \Vashinglon, donde la delega-
ción argentina sost'uvo tanto una conocida postura opuesta a la
estrategia norteam6ricana, así como una de reafirmación ele los
lazos con Inglaterr~' En esa misma línea, y con el seudónimo
de Domingo ele Pdntoja, Vicente G. Quesada publicó en \893
Los EEUU y la A111érica del Sw: Los yrmkccs pintados por sí
mismos, cuyo tenor se halla resumido en la siguiente opinión:
"La América para los americanos quiere decir en buen roman-
ce: la América para los yankees, que suponen ser destinados
manifiestamente a ,dominar todo el continente hasta Magalhl-
nes". Ello:;, "¡Dios sea loaclol, están felizmente lejos para el
bienestar y la tranquilidad del Río ele la Plata". Tal como se ha

1
Décadas más tarde. Ernesto Quesada recordará que el dc!egad\1 mexicano rvtatLJs
R('nlcro relataba que. conio gesto de desplante en aquella CCJ1lfcrcncía. "los delegados
~-: b República Argcnlina:no hablaban el inglés[ ... ]: esto hacía inJispcnsab!e el serví-
~:;' de in!érprctcs'' (E. Q~esada, Primera Cor~ferencia f>anu!llericona, \Vashinston,
:.-\(1 1S9-l9/4/9), Buenos f\iircs, lm11r. Schcnonc, 19l9, p. '1.).
208 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES r!N~DESIGLO ERNESTO QUESADA: SOCIOLOGÍA Y MODERNIIJAil

dicho, este libro es la antí!t'sis extrema de los Viajes de Sar- todo predomina la i-clehración de "la vida f'chricicnle y marca~
miento, ya que "no existe en nuestra literatura política del siglo dora de esta 13uends Aires, tan yankee por el torbellino de sus
XIX una obra t:m rotundamente adversa a Estados Unidos" 2 negocios y por la atmósfera mercantil estupenda en que está re-
Luego ele cursar estudios en el Colegio San José, Ernesto vuelta"~ Asimismo,! no ahorra calificativos de admiración hacia
Quesada viajará, siguiendo los itinerarios diplomáticos de su ese prodigio tccnol~gico moderno que es la construcción de las
padre, a destinos que con intnmitcncias lo llevarán a Bolivia, lineas férreas que a\ravesarán toda la Siberia hasta el puerto de
Brasil, Estados Unidos, España, México, Alemania, Austria y Vlac!ivostok, "lo qde ' equivale a establecer la comunicación te-
Rusia~ Luego ele estudiar en París, donde tiene corno profeso- rrestre ele los Océados Atlántico y Pacífico" 5
res a Renan y Fuste! de Coulanges, retorna en los primeros Precisamente, al/ser uno de los primeros argcnti nos en cono-
años de la década del 80 y se gradúa en brevísimo tiempo de cer y relatar extenstrmcnte sus impresiones sobre Rusia_ puede
abogado, mientras participa de la Nue~-a Revista de !Jucnos Ai- observarse la mirac!a ' de este sudamericano, c'(lll ojos ya educa-
res ( 1881-1885), dirigida por su padre~ En 1883 se casa con la dos para los fenóm~nos urbanos de la modernidad, ante la ciu-
nieta del general Pacheco, militar rosista a cuyo través tendrá dad de San Peters~urgo, con una entonación en la que por
acceso al archivo familiar, que utilizará para su estudio sobre momentos parece rtalizarse un cotejo espont{mco entre esa ciu-
la época de Rosas. Políticamente afín al régimen surgido en el dad y Buenos Aire$ (al comparar por ejemplo la calle Florida
80, se lo encuentra junto a Groussac, Cárcano, Zeballos y otros con la Nievsky Prqspect)~ En presencia de esta ültima avenida
adictos a Juárez Celman en el famoso "banquete de los incon- ("realmente notabl~ por su ancho y su largo, por los palacios y
dicionales". Cuando Roca retorna a la presidencia, Ernesto plazas que costea, iY por las lujosas tiendas que la adornan"),
Quesada prosigue fluiclamente sus relaciones con el poder, Quesada consuma la vertiginosa visión comparativa de un co-
mientras desarrolla una intensa actividad intelectual, hasta que nocedor ele las gra~des capitales del mundo: "Tiene a cualquier
-en lo que aquí interesa- a principios de siglo es designado hora del día un asp~cto más bullicioso que la Avcnue de !'Ope-
profesor titular de la cátedra ele Sociología en la Facultad de ra ele París, o más Interesante que la Rcgent Strcct de Londres~
Filosofía y Letras porteña. 3 El movimiento es 'pm1cho mayor que en la clásica Unter den
En sus escritos, Quesada revela una relación más reconcilia- Linden ele Berlín, ~ tiene momentos que hacen recordar al me-
da con los fenómenos de la modernidad que otros de sus com- diodía de la Kalvdrstraat de Amsterdarn, o a las tardes de la
pañeros ele milicia intelectual. Es verdad que no puede estar Ring de Viena[~ . .J'f~ Podría pensarse que la pregnancia que tiene
ausente una leve melancolía ante el fin ele una época;1 pero con la ciudad rusa para Quesada tiene que ver con otra característica
--<¡ue en su clescrip~ión de San Petcrsburgo señalaría Marshall
1 Berman- análoga rbspecto ele Buenos Aires~ Porque se trata ele
Estudio preliminar de A. Pagés Larraya a V. Gálvcz (scud. de Vicente QucsattJ) l
Memorias de w¡ ~·icjo, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1990. pp_ 80-R.":j
' Cf. A. V. E. Rubbíonc, Estudio crítico y comp. de E. Quesada, En tomo al crio·
J
ffismo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, pp. 12-18. Sobre su 0bn.. \'¡]de con sus ferrocarriles \Y sus costumbtcs. y pronto no quedad ni b memoria del re-
véase Juan Cantcr, Bil;/iogr({(Ía de Ernesto Quesada, en Boletín del Instituto de !tlre\li- cuerdo de aquellos pueblos! y de aquella vida encantadora, tan sui gcncris y tan atrayente''
gacimre.r Hisrrfricas, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras. UI3A, 1936, t. XX ídc En tomo al crio!li.rmoJ,ob. cit.. p. 203).
"Nuestra grandiosa civilización occidental marcha a pasos agigantGdos, todo !n m
.j 'E Quesada, U11 im•iefno en Rusia, Buenos Aires. Pcuser, U~.'\8, t_ l. pp_ 9 y 80-81.
VIDA INTELECTUAL EN EL BU~NOS AIRES FIN.DE-SICW Eki">ESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 211

una ciudad construida como símbolo de 1b


modernidad en me- Si estos rasgos de modernidad y monumentaliclad de San Pe-
dio de una sociedad atrasada. Pero, pertinl¡z lector de Sarmien- iérsburgo son los que a Quesada le generan una regocijada aclmi-
to, algo que sorprende a Quesada es esa p1isrna diferencia que ra.:ión, en cambio Moscú lo sorprende por una superposición sin
el sanJuanmo había notado al cotejar Buepos Aires con Sanna- macla ele palacios y casuchas, ele población ora msa pura, ora
go de Chile: como en la capital argentiha, se encuentra un¡¡ mstocrática a la europea, con lo cual el viajero se convence
"cantidad extraordinaria de tipos diversos 'pertenecientes a dife- pronto de que ésta es la ciudad de las antítesis. Y entre ellas, la
rentes razas o nacionalidades", mas en Sap Petersburgo, a dife- de que el proyecto modernizador tropieza allí con hábitos tradi-
rencié! de la ciudad del Plata, esas p~rsonas usan tray, .:JOnales en las clases poseedoras, las cuales prefieren los produc-
dikrenles que marcan sus diversidades na4ionales y sociales.' ws extranjeros a los nacionales; tampoco existen buenas escuelas
El contraste entre la diversidad de gen\es que en ella deam- industriales, las vías de comunicación están poco desanolladas y,
bulan define un rasgo de "esta ciudad ta1i europea, tan lujosa. por fin, "la cantidad de fiestas religiosas es desesperante".
tan parecida a las ciudades occidentales", y !es una de sus caracte-
rísticas que más entretienen al viajero quei se propcme "tan sólo
' 1
jl
. aner por las calles de esta capital". Esta rfferencia a lajlánerie
md1ca el reconocimiento expreso de un tónico de la modernidad Cuando estos ojos cosmopolitas tuercen hacia su propia realidad
urbana ya plenamente reconocible por Que~ada, y enseguida aso- nacional, dentro ele una tonalidad de dominante optimismo no
ciado por contigüidad con otro de los que dfcadas más tarde ser.í dejan de ver uno de los motivos sombríos ele la elite argentina,
un tema bcnJamimano: el mundo de las m¡¡rcancías en los esca- como lo revela en 1882 cuando comprueba que la Argentina "es
parates como espectáculo observado por m~ltitudes. Ante las in- un país completamente absorbido por la sed de riquezas", adhi-
mensas vidrieras de las tiendas, donde se ~xhiben toda clase de riendo a la denuncia sobre el carácter cartaginés de la sociedad
objetos, "'desde el article de Paris de últim~ fecha hasta los teji- en formación. Conjuntará ambas facetas contradictorias de la
dos de Pcrs1a, desde los objetos más barato~ y de primera necesi- modernización al decir, en un discurso en Río de Janeiro, que
dad hasta las cosas de lujo más rcbuscaqo, hay siempre una ··¡a América asombra día a día al mundo por sus progresos in-
verdadcTa avalancha de curiosos, de todos l~s tipos y trajes posi- creíbles; [ ... ] ciudades monstruosas se levantan ele la noche a la
bles, formando un conjunto abigarrado y ori~inal". 7 mañana; ferrocarriles en todas direcciones, telégrafos hasta en
1 sus confines, mtas, canales, líneas de vapores", pero allí n1Ísmo
~ '/'d lad~ de los europeos Y de los rusos de clases ele~adas que usan trajes t.h:sde prevenía que "el mercantilismo ciego, o el culto exclusivo del
lo~ mas senullos hasta los más elegantes [ ... ]se ve almujidk 0 paisano, con su gran CJ- bíblico becerro, no puede ser el ideal ele una nación entera" 8
nusola gcncralmt:n!l': roja, sus ancb.os pantalones, sus alt¡¡s botas, y su caractnís!ico
soJnbrci\) achatado: la shapka" (ibíd, pp. 132- 134).
Incluido así en la conocida dialéctica entre dinero y belleza,
CL /VI lknnan, Tudo lo sólido se desvanece en el aire, fMéxico Madrid Sigl· X'l tiene hacia esas deformaciones una actitud comprensiva al eva-
1988 . p.-JH
")( ¡1 ' ' o' ....
luarlas como estadio necesario en la senda del progreso. El he-
, ,'.lgu·z·t~n~~·nt.e, ,'~> que_décad.as antes tan~bién h~bía llamafo la despectiva atención ¡k
En~:,ds. ,\si, Ll gente s1~uc Siempre la m1sma dirección: 11 derecha respectiva. De e~
n1odo no. hay tropeles m entorpecimientos en la circulaci¡- n" (ibíd., 1, pp. 138-139 y & E. Quesada, Discurso en la jlesfa lilemria de Río, Río de Janeiro, Typographia
l<lS--I'HJ)
Nacional, l883: PP- 4-5 y 10,
¡
212 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~DE~SIGLO ERNESTO QUESADA 1oCIOLOGÍA Y MODERNIDAD
1

cho, entonces, de qne la cindad de medio millón de almas que algo había muerto ~on Taine y Rcnan que ya no re11accría, Que-
es Buenos Aires se distinga por "su carácter de factoría ultra- sada proclamaba prk el contrario que "a nuestras espaldas no hay
marina" no le produce la desazón que a otros miembros de su problemas pavorosbs: el porvenir se nos presenta despejado", ya
gmpo o de la generación del 80 corno Cané o Groussac~ Porque que estas jóvenes rclpúblicas americanas han resuelto el más terri-
Ernesto Quesada entiende que en estos países nuevos, a los que ble de los problcrmt el del orden social. 11
i
desborda la población exuberante de las viejas naciones euro-
peas, "tiene forzosamente que predominar la actividad material
que se afana en procura de riquezas, soñadas con acendradísi- 1
mo amor por todos los que abandonan su hogar natal, para ex- Quesada luce así cpmo un punto de liaison entre el viejo rnun·
patriarse a. países lejanos en busca de la ciega fortuna" 9 do patricio y señorial por una parte y, por la otra, el clcs~lumbra-
Un año después de la crisis del 90 Ernesto Quesada reconoce miento gozoso antd' los logros de la modernidad. llomhrc ele la
que si la Argentina debió endeudarse por importar capitales euro- Sociedad Rural qub
suele datar sus escritos desde su estancia
peos y resultó "la presa de mercaderes y judíos", una de las con- "San Rodolfo", h~ tenido acceso asimismo a un excepcional
secuencias más lamentables ele ese momento devorado por los mirador a la moded1iclad debido a la colocación institucional de
1

problemas económicos es que sociabilidades semejantes poco lu- que disfruta. Pero ~demás, si ese pasaje entre tradición y mo-
'
dernidad no lo espanta es porque de esa modernidad Quesada
gar dejan al tranquilo cultivo de las letras. Pero tampoco esta 1

eventualidad implica para su criterio un rechazo total del sistema creía efectivamente conocer las leyes, y ese saber en el que
y las instituciones que regulan el modelo económico vigente, si- confiaba era el que! le brindaba la sociología -tenida corno ám-
no sólo de las deformaciones que se traducen en ganancias mal bito de comprensi9n y resolución de las fracturas que esa mis-
habidas. De allí que el punto débil de las novelas de Ocantos y ma modernidad no¡ puede sino generar-. Del carácter objetivo
Mmtel que analiza reside en su impugnación total de la institu- ele ese saber tamp\Jco dudaba, porque se nutría de la cultura
ción bursátiL a la que Quesada intentará diferenciar ele la pura es- científica que lo v<Úidaba. En este aspecto, Ernesto Quesada es
peculación financiera.'" Porque a pesar de todas las dificultades, representativo ele ~ierto estándar de opinión de la generación
la Argentina no ha perdido su tiempo. Medio siglo de sangrientas del 90. No se hall<j compelido a adherir ele manera irrestricta-
discordias civiles le ha permitido realizar lo que llama "su revo- mcnte programátic4 al credo positivista, pero tampoco está clis-
lución social", consistente en fonnar una verdadera democracia y puesto a despreciajr· el carácter ele seguridad que la presunta
preparar una base admirable para recibir la avalancha ele gentes y cientificidad de las ~isciplinas sociales pudiere garantizarle.
capitales, Con el clásico etapismo de un reformista confiado, El tipo de su ciehtificismo puede filiarse a partir de diversos
cree que a la sociedad por venir, ya más desahogada de la dura de sus nmnerosos ~scritos. Así, con motivo del proyecto de ley
tarea materiaL le tocará ocuparse de las ar1es y de la inteligencia.
Contemporáneo al lamento ele Groussac dirigido a Cané porque '' E.Quesada, La époc(~dc Rosas, Buenos Aires, Peuser, 1923, p. 341.
Consecucn!cmcnte, y b! prever en 1887 un desvío de In inmigración de Estados
t'nidos hacia la Argcntin~ sostenía que "este país está pues !!amado a ser, dentro de
"E. Quesada, Hoo1os y críticas. Buenos Aires, Félix. Lajouane. iS93. p. 374. (.¡-. \ }"Y:o. un gigante" (E. Qu~sada, "La poHtica americana y las tcm.kncias yankccs", en
10
En E. Quesada. Dos novelas sociolóRicos, Buenos Aires, Pcuscr, 1892. ~~ Rn ista Nacional, 1o de en~ro y 1" Je febrero de 1887).
1
1
2 !-1
tt.~'.ESTO QUESADA SOCIOLOCÍA Y MODERNIDAD 215

presentado en 190 J al Ministerio de Justicia e Instm:ción Ptíblu· que Ja obra verdaderamente científica que dio formas a _la teoría
•,:a, constckrando el tema de la reincidenci~r, Quesach recha¡;¡ d t<n¿stca evolutiva fue la de Lamarck con su Phrlosophre zoolo-
criteno de la criminología antropológica p(eferido pe los po;m- gique, Je 1809. Lo que aquí atraía la atencron de QuesaJa e~a
vistas, pero coincide con éstos en lo esencial, puesto •¡ue no tk;- c¡ue en esta teoría biológrca se subrayara un factor exphcatno
conoce causas naturales del delito sino que las ub ca en otm ,¡mple con respecto a un fenómeno compleJO, y que ese factor
terreno: el económico y sociaL 12 Reprueb~ por ello e¡ falta qu:
tndicara la inlluencia del medio sobre las costumbres y, por su .
hay c'll el país de estudios positivos de la c&estión y, luego de re- tntermedio y el de la herencia, sobre las formas de los seres VI-
visar los modos de solución implementaJqs en Euror-.1, propor:.: 105. En clave laica, remarcaba por fin que era "la primera vez
un sistema que combine la dactiloscopia co)! la iclentifH:ación an- que: se formulaba, en forma estrictamente científica, la doctnna
tropométrica; esto es, un criterio clasificatorio de la clelincuencL.l
0 puesta al credo bíblico de la fijeza de las espectes Yde la mmu-
análogo al aplicado por los aJherentes al p~sitivismo p:~naL labilidad de Jos tipos". En la misma dirección, el acontecmuento
Cuando, en otro momento, juzga las coMerencias que Ennco a su entender crucial referido a las consecuencias culturales de
Ferri acaba de pronunciar en Buenos Airbs, revela un critcno un fenómeno científico fue la aparición del libro de Chambcrs,
de valoración "científico" frente al estético: en el interior Je \'esliges of the natural hiswry of creation, ele 1844, que marca,
una ¡míctica intelectual dominada por el ej~rcicio literario, se Jo ,egún él, el momento en el que la ciencia pasa de ser una dtSCI-
verá reprochar al criminólogo italiano que la forma oratoria tor- Iina abocaJa a la resolución Je problemas estnctamente natu-
na poco profundos y contradictorios sus rnensajes_ Allí mismo p
rales y a aplicaciones destinadas a la Jommacwn. ' c el lent omo,
apela a la reconocida inf1uencia de Taine, ~estinada a inciUJr la para trasladarse al ámbito ético-existencral Jentro el,~ un uso
cé lcbre trilogía analítica de "ambiente, razq y época" como fun- ue en nuestros días se ha caractenzado como una explota-
damentos de una buena explicación históriqa_ 13 :ión filosófica de la ciencia". El libro en cuestión describía la
Mas donde aparece expuesta con mayor ~-igor su relación con historia geológica de la Tierra como una evolución progresrva
el positivismo es en las clases sobre soci9logía dictadas en la de todos los oraanismos_ "El escándalo tue enorme, tanto que
FacultaJ de Filosofía y Letras de la Univeri;iJad de Buenos Ai- nos encontram~s todavía sacudidos por la vibración de la onda
res. En un:t de ellas, dedicada a Spcncc~r, ¡~one de relieve la In- puesta entonces en mov11niento"_ Y es que st incluso Comtc ha-
fluencia de: su filosofía en Inglaterra así cbmo la del Origin o} bía evitado pronunciarse sobre el problema del ongen del mun-
species de Darwin, y describe víviJ~mentd la creación d~l cli- do y de la villa que contraJijera la versión ele! génesis bíbhco,
ma cientificista naturalista del siglo XIX.'j' Como verificación sobre esas bases Wallace y Darwin encontrarán la expl!cacron
del tipo de evolucionismo dominante en la Argentina, considera revolucionaria de la selección natural, "poniendo al clesnuJo la
i
1
falta de base Je las pretenJidas generaciones espontáneas y de
u E
Qucsad<J, Com¡1roba<'ión de la reincidencia, BuenQ;) Aires, Coní Hnos., 1901, la creación mítica". .
p 52
E
l En cuanto al reconocimiento del factor de la raza como explt-
Qth_:sélda, El sociólogo En rico Ferri, Buenos Aire~, Librería de J. Menénd¡;z,
u

190M 1 cación sociológica, Quesada considera que se trata de una argu-


mentación válida, y que especialmc~nte fue Gobineau, en su
1
E. ()uv;ada. "! k1bcrt Spcucer y sus doctrinas socio!ódicas", en /ú__'visto de la Uni·

1
versidud d(· lJunws Air<'·s, JSJ06, p. 156.
Essai sur f'inégalite des mees hwnaines, de 1853, quien planteó
L¡I
'

\ -
216 VIllA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN"DE-SIGLO ERNESTO QL'ESADA: spCIOLOGIA Y MODEI(NIDAD 217

la cuestión en el terreno científico" Lamenta empero el apresura- tamente elementos ~ustantivos para practicar esa "idealización"
miento con que las conclusiones darwinianas pretendieron ser del posítí vismo qu~ constituye una ele sus modulaciones entre
1
trasladadas a la sociología, conduciendo a desconocer en lamo- nosotros: "la bíolo¡jül clarwínísta, pasando por Spencer, adquie-
ral un fundamento extrahumano y espiritual para reducir la ética re ínvoluntariamen~e un paulatino tinte idealista", al atribuir en
a fuerzas sociales colectivas" Apaciguadas las ardientes disputas las variaciones de lf¡s especies una parte "a la eficacia decisiva
que generó, Quesada observa en su presente que la hipótesis de la conciencia y de la voluntad ele los seres, con lo que se re-
darwíniana se presenta cada vez más con "los caracteres de una conoce que march~n de consuno la herencia física con la psí-
de esas leyes fundamentales que explican satisfactoriamente una quica y la social". Por ello es que los auténticos sabios ya no
serie inmensa de fenómenos de los órdenes más diversos". creen que, para ser bonsíderaclos
1
científicos, sea menester "dcs-
En el terreno filosófico, ese espíritu anima la obra de Spcnccr, mayarse ele horror ~nte la sola mención ele la palabra filo:;ofía,
que para Quesada es "el más grande monumento filosófico de la por no decir nada del vocablo 'metafísica"'."
segunda mitad del siglo XIX", capaz de dar cuenta del modo en Mediante esta tofsión, Quesada puede conectarse con el mis-
que las leyes ele la evolución presiden el preciso orden ele las co- mo guía intelectual de Cané y Groussac, ya que ese positivisrno
sas, desde la concentración de las masas nebulosas siderales has- es el que encuentra ("ealízaclo ele manera ejemplar en la estela ele
ta las acciones corporativas de los hombres. De ese modo, en Hyppolite Taine."' ~uede concluir entonces que es preciso aten-
estas conferencias y clases aparece ele manera representativa toda der lanto a los factotes psíquicos como a los físicos, mientras la
la admiración ele la segunda mitad del siglo XIX por los logros distinción entre las ~iencias naturales y las sociales estriba en el
científicos encarnados en la ciencia faro ele la biología y elevados peso que le acljuclic1n a esos factores, aun cuando "cabe que la
a sistema por el spencerísmo. solución filosófica definitiva sea marcadamente monista". 17
Y sin embargo, e~a presentación ele la disciplina social no se
reduce a equipararl~l a las demás ciencias, sino que pretende
colocarla por encínja de ellas, llamada a desempeñar el papel
Sobre esos modelos, Quesada específica el carácter ele la socio- !otalízaclqr que otr\ls habían buscado en diversas esferas ele
logía que pretende practicar. Uno de esos rasgos (que se ha vis- competencia. Por e$o, para Quesada la sociología es la "cien-
to a su manera aparecer en Bunge) le permitirá remarcar una cia filosófica" más ¡reciente; en rigor, "la verdadera filosofía"
diferencia significativa entre los fundadores del positivismo: del conjunto ele las !ciencias sociales, en tanto "un tratamiento
mientras Comte, suprimiendo la psicología, partía ele la biolo-
11
l
E_ Quesada, "Herbcrt ~pencer. .. ", ob. cit., p. 236.
gía para cleseuvolver la sociología, Spencer, por su parte, resta-
., "La Rci'/IC lnternatio1o/e de Sociologic nació a su calur, y los profesores de so-
blece la psicología entre la biología y la sociología, apoyándme ci~·!t•gía de las univcrsidad~s de Francia son todos, puede decirse. sobre todo Durk-
en ella para desarrollar la ciencia nueva. Este último, funda- ~im. de abolengo positivi$tn. si bien (conviene siempre repetirlo) de un positivismo
mentalmente en los Principies of Sociology, demuestra que la ~Ypurado en sus doctrinas Y, en sus métodos" ("La innucncia socio!(ígica de bs doclri-
t.ts de Corntc". Confcrcnci~i" del 15 y 25 de abril de 1905. en Rcl·isltl de !a Unil·asidad
conducta de los hombres en sociedad no puede comprenderse 1
L ' flueno.~ Aires,
t. IV, p. 18#).
bí:n sin explicar s~s creencias y _emociones. De esta consícle,ra- ü :l ··E_ Quesada, "La socidlogín, carácter científico de su enscfianza'', en Rct·ista de la
c1on hac¡a los fenomenos psiCologtcos, Quesada extrae cxpliCJ- -¡ J ¡·,.¡rcr.iidwl de Buenos AirJ,~, v. 111, 1905, pp. 233-234.
1
118 VIDA INTELECTUAL EN EL BUEN\)S AIRES FIN-DI' SIGLO
IXiESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 2!9
'
filosófico es el estudio de algo como un todo y por sí mismo""
nuda a desempeñar este rol que el gran relato spenceriano ha
l:sta función totalizadora ahora heredada pqr la sociología es Jo cumplido respecto del conjunto ele los saberes dentro de las clis-
que observa en los orígenes del positivism~, cuando la dispa- ctplínas humanas. Retomando palabras de un contemporáneo,
sión de las ciencias "clamaba por una esp~culación filosófica Quesada sostiene que la misión de la sociología reside en estu-
que, salv<mdo los límites de cada discipliqa, abarcara en una drar los hechos sociales con espíritu filosófico para encontrar su
mirada de águila el conjunto, escudriñara la fverdad, e investiga- conexrón recíproca, "buscando comprender cada forma frag-
ra sus rnás profundos fundamentos y los fijles más remotos de mentaria ele tal vida por sus relaciones con el resto".
la vida"."' Utilizando una analogía con el t$1lado de diamantes Así como la biología es la síntesis de la química, la física, la
que ha observado en algunos talleres de A*1sterdam, concluye t'rsíología y demás díscipllnas que estudian por separado los fe-
que también la humanidad, antes de ser est~diada por las diver- nómenos ele la vida, la sociología es lo mismo respecto del de-
sas ciencias, pareció un misterio; con el anclar del tiempo, cada recho, la economía política, la historia y otras ramas del saber
disciplina científica fue poniendo de relieve! una faz diversa del que analizan los fenómenos sociales. Todos los resultados inde-
fenómeno social, "y hoy, reunidos los esfuprzos de todas esas pendientes de estas últimas deben ser controlados y sintetizados
disciplinas en una síntesis suprema, dicho fep.ómeno social pue- por la sociología, que pasa a ser definida como "la investiga-
de apreciarse en su conjunto con toda niticl~z y formularse las ción ele la vida social a la luz de la filosofía". Este papel totali-
leyes ele orientación de sus diferentes fases" j
zador que la sociología desempeña queda otra vez revelado
Así las cosas, el vacío ele una filosofía, d9 una coPcepción de mediante una imagen: ante un conjunto de estatuas que repre-
con¡unto lliHI!caclora que clefimera la espma ~orsal del corpus de sentan diversas celebridades aparentemente inconciliables, ele
los conocimientos humanos, no fue cubiertq por el positivismo pronto una diosa las ilmmna y les revela el místico parentesco
de Comte, sino por la obra de Spencer. Novu~n organon del siglo que las Jiga. "Esas estatuas ele la poét!ca visión simbolizan las
XIX, esa filosofía sintética constituye el foc4 luminoso más po-
disciplinas sociales; la diosa que las ilumina, la sociología." No
tente, "que abarca la universalidad de todos los conocimientos y quedan eludas entonces de que en este sentido ella desempdía,
hace del estudio de la sociedad y de. sus divelsos fenómenos una "con relación a nuestra época, el papel del filósofo de antaño
d.: las tantas disciplinas de un solo todo"."' lfn suma, allí donde ocupado en sus especulaciones metafísicas para encontrar en
la indagación de Darwin se restringía a un aspecto de la reali- ellas la solución de los problemas de la vida".
dad, Spencer elevó y aplicó con extrema con~ecnencia la idea ele De esta capacidad ele la sociología Quesada presume bene-
la evolución a todo lo real y construyó nna ~aclena de los seres ficios ele poder, pnesto que ele su función universalizante "se
1
que muestra a la naturaleza y a la cultura coro formas en desa- desprende su influencia práctica en la política social y en la
n-ollo que obedecen a las mismas leyes. La ;Sociología está !la- solución de los problemas que deben preocupar a los estaclrs-
'
1 tas". La sociología desempeñará respecto del mundo político y
18
lbfd j social una análoga influencia a la ejercida por las ciencias natu-
u E. Qul:~ada, Las doctrinas presociolúgicas, Buenos Aif~:;s, Librería de J. Menén- rales en el fonmclable desarrollo ele la técnica. En el linaje de
J<.:t_,1905, p 00
11
)E. Quesada, "llnbcn Spt:ncec .. ", ob. cit., pp. 169-170.
1'

fundadores de la filosofía moderna como Bacon y Descartes, el


intelectual sudamericano adhiere así, tres siglos más tarde, al
Y1
l
220 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES f'!N-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA! SOC:IOL()(>ÍA Y MODEHNIIJMl J!l

!
programa ilustrado que promete poder a quien posea el saber. En Dos IW\'C(f'-' sociolúgicas (a prupósito de (}11ilito, de
De tal manera, "cuando a los problemas sociales se aplique Ocantos, Y La Bolsa, ele Martei-Miró), desarrolla su visión de la
análogo procedimiento que a los técnicos, los resultados han de situación nacional vinculada con el tema ele la cultura económi-
ser incalculables". 21 ca-" Estas novel<~s tratan acerca del efecto producido por la cri-
Estos saberes modernos no pueden ni deben quedar en ma- sis en el seno d~ "una sociedad cosmopolita en período de
nos de intelectuales desprendidos de adscripciones instituciona- transformación, J¡rcudida de raíz por la especulación dcscnfrc-
les. Por el contrario, corresponde a la universidad -en tanto nacla, los males 9e
la plutocracia, el antagonismo del capital y
formadora de profesionales que utilizan los resultados más ele- el trabajo, la usuta y tantas otras cosas". Estos fcn<Jmcnos, se-
vados de la ciencia- prestar preferente atención al cultivo de las gún Quesada, tie~cn que ser analizados en el escenario local y
disciplinas sociales. Entre ellas, la más importante -como se ha con pautas espccfficas, considerando imítiles las rcrlcxioncs eu--
argumentado- es la sociología. Y esto hasta tal extremo que la ropeas al rcspeet4, aunque respetando la cspcricnci;t nllrtc;unc-
solución de "la cuestión social'' depende de la cH·ientación y de ricana como un niodelo atendible "
las leyes que la nueva ciencia pueda formular con el fin de lle- A partir de un* representación exuberante, vitalista y monu-
gar a la sociedad deseada, "en la cual todos los miembros se mental de Améri~a, con su atmósfera oxigenada, sus ~spacius
muevan en equilibrio satisfactorio''. Munido de esta herramien- ilimitados y prop~cios al despliegue de todas las leyes de la lu-
ta que considera un instrumento gnoseológico potente, Quesada cha por la supervivencia, contrapuesta a la pausad,; y metódica
Europa, "con sus llanuras exhaustas, reanimadas p¿nosan~e~nlc •
intentará hacer ele la sociología el mirador fundamental desde el 1
cual observar en la sociedad argentina algunos fenómenos indu- con afrodisíacos químicos", Quesada extrae una representación
cidos por la modernización que, por novedosos, rcqureren un opuesta a la ele yroussac ante el gigantismo norteamericano
diagnóstico preciso para un tratamiento eficaz. ("La raza que se lia formado en esa lucha tiene, por ende, calid;t-
des de energía dsi salvaje: todo lo quiere grande, pronto, es-
pléndido."), aunWue comparte el juicio estereotipado sobre
Estados Unidos a¿erca de la falta de distinción y de belleza en la
. '

Además, como se ha visto, tamhién en Quesada se encuentran llena de Washington.


Ese formidabl~ impulso material desplegado por la moderna
prevenciones, sin duda atenuadas, respecto de ciertos factores 1
economía capitali.~ta, que en el Norte se muestra en todo su es-
que nuevamente denuncian los males de una moral centrada
en los valores económicos, que aquí a su vez. vincula con las plendor y con todps sus costos, debe natundmcntc pag;.tr tributo
tácticas de lo que se denominará "la política criolla", dado --<2risis económica~ como la experimentada por la Argentina son
' .
que los gobiernos argentinos, en todas las jurisdicciones, son
patrimonio de una determinada minoría de políticos profesio-
12 l
E. Quesada. Dos 1m'efas socio!á¿;icas. Buenos Airee;. Pcuscr. !BCJ! El libro in-
duyc un aptndice con e! dictamen de la conlÍsírín investigadora de Lt Bols:1, de !:1 cll:d
nales que hacen de su ejercicio un quehacer destinado a satis-
Quesada había sido integrante luego del crack del 90.
facer ansias privadas. " "Pero no busquen}os !a arwlogía con Europa. cuyas nacin¡ws obedecen a k) (
nnnnalcs diversas de la~ nuestras: volvamos nuestros ojos a los Estad¡;;;, Unidos_ fnt: 11-
11 E. Quesada, "La sociología .. ", ob. cit., pp. 240 y 235. mcntc co!oc:Klos por !a ~tlerza de las cosas en la categoría de mndck> nuc_\lro'' (ihícU.
222
VIDA INTELECTUAL EN EL BUEf'IOS AIRES f'IN~üE~SIC,Lo tcK\ESTO QUESADA: SOCIOLOGlA Y MODERNIDAD 223
·1
uno de·. t'IJos
· -. No obsta · SI· e1 mo
. nte, · de¡o Y<~rqu¡
! ·
resulta aplicable ,arrollo de la sociedad argentina: "la cuestión nacional" -referi-
loco~ solo con Ja condición de marcar Jas djferentes experienc 1a, Ja a la obsesiva pregunta por la construcción de una amalgama
lustoncas y sociales: debido a los problema~ políticos, todavía no patriótica necesaria para dotar de homogeneidad a esa sociedad
se habm conformado en nuestro país una yorriente inm 1gratom ¡l<:'rcibida como magmática-, y "la cuestión social", que la visi-
permanente y crecwnte; el tipo de inmigra<;ión aquí conocHJo 0 bilidad del mundo del trabajo torna ahora ineludible.
li~lenor en su calidad, y en el Norte existía rreviamente un fuerte
nucleo poblac10nal con recursos económicop propios.
De todos modos, el capital posee una dihámica transnacional
que le permite a Quesada considerar que ~a;crisis argentma no e;, La primera cuestión fue tematizada por Quesada a través del
excepciOnal, y con ello exculpar al régime~ juarista. Al compa· problema del idioma nacional, en la larga estela de una tradi-
rar las novelas argentinas del ciclo de La !Bolsa con otras que ción romántica que remitía a Herder y que había identificado
descnben fenómenos semejantes, como L'~rgent de Zola, puede lengua con nacionalidad. En diversos textos, que llegan alCen-
conchmse que el funcionamiento de las bolsas es similar en ter ienario, manifestó su confianza final en la constitución ele una
do el mund?, porque similar es el funciomul1iento que impone el población con arcos comunitarios simbólicos que garantizaran
mercado: "El comercio, y sobre todo la alta¡ banca y la especula- la homogeneidad, que consideraba indispensable, para gestio-
cron, lH:'Uen hoy un marcado sello de cosmqpolitismo, y el dine- nar una sociedad. Pero esta cuestión revela poseer alcances ma-
1 o no reconoce patna 111 época". La crisis se debió-más bien a yores que los inmediatamente imaginables, puesto que alberga
problemas financieros que a factores de la etonomía real lo cual problemas significativos en toda cultura derivativa. 24
tue m:~l percibido por la opinión pública, cjue puso al g,obicrno Los intelectuales argentinos habían elaborado desde la gene-
c:omo ca:)eza de turco": aunque t?do el paí~ había cooperado en ración del 3 7 el proyecto de constmir una cultura nacional es-
el monL!Jedc lacns1s. Ese ep1sodw, al revé~, habla de la fortale- pecífica; vivieron entonces "la paradoja del romanticismo en el
nr Y de la capaCidad económicas de la Arge~lina, porque con un Plata" al encontrarse con que aquello que remitía a un legado
i~.stado ;¡rruinado, al igual que: los especulacjorcs y parte del co- nativo era, o bien inexistente (y es el caso de Echeverría bus-
ll1L~rc!u, "el país está 1nás rico que antc.s". 1 cando canciones y tradiciones populares sin hallarlas), o bien
De manera que si la crisis del 90 abrió p~ra los argentinos la despreciable (y es el caso de afirmaciones como las de Alberdi
ca¡ a ele Pan dora ele la cual salieron tocios Josl males de la moder- de que "en América todo lo que no es europeo es bárbaro")."
llldad, es c1crto que, como en el mito, tmpbién para Ernésto
Quesada quedó en el fondo de la caja la ,ekperanza: "Una na-
14
"Derivativo" es un término indicativo para referirse a áreas culturales que tienen
sus centros reconocidos en ámbitos exteriores a sí mismas y que ademá.':; imaginan que
c¡on en esas condiciones puede tener Lonl'i4nza en el porvenir, en esos "centros" la cultura es autóctona y que por ende allá sí las ideas ·'estün en su lu,
Y se neccsJta mucha torpeza en sus acreedores si no le tributan gar'', según !a feliz expresión de Robeno Schwarz.
1-' Para su proyecto de un cancionero naCional, Eche venia trató de encontrar ·'tona-
las consideraciones que merece". De esta crjisis y del predomi-
das indígenas", y halló que todas eran extranjeras, adaptadas o mal hechas copias de
nio de los valores económicos sin contrabcJlanceo de virtudc:s
arias y romances franceses o italianos. Hubo entonces que renunciar a su intento, sien-
nopub!Jcanas,, Qu~_sada rec~rtará dos pr~blep1as dec'sivos a su do necesario crear a un tiempo la poesía y !a música (Obras complclds de Fsrebun
entender y de cuyc~ previslOII y resoluc10n dppende el buen de- Fclieverría, Buenos Aires, A_ Zamora, 1951, p. 456). En su lectura en d Salón Literario
224 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FlN·DE-SlCLO EFNESTO QUESADA: JlCIOLOGÍA Y MODERNIDAD

1
Se intentaron ele allí en más diversas propuestas enlazadas con como Alberdi había creído que sí .la patria estaba cfcclivamcnlc
el proyecto ele país deseado. y en el momento en que Quesada allí donde residían! los bienes era porque había confiado en la
interviene -hiperactivada la cuestión nacional ante el problema capacidad cspontátlea del mercado para producir el lazo social
inmigratorio- se encuentra con un cuadro ele situación que pue- v aun la identidad tlacional.
de esquematizarse del siguiente modo. ' A su vez, desde ~!.molde del liberalismo político republicano,
Los escritos ele Albercli habían legado dos líneas de defini- en su campaña conjra ' las escuelas de las colectividades extranje-
ción de la nacionalidad. Una, a modo ele nacionalismo constitu- ras que cultivaban ¡símbolos o lenguas de sus comunidades de
cionalista, político y universal (o al menos "occidental"), origen, Domingo Shrmiento
1
había declarado que en la Argenti-
.
contenida en los argumentos citados que enfatizaban el hecho na "no educamos urgcntinamente ", sino que la cnsci1anza es
de que "la patria no es el suelo", sino un conjunto de valores universal y preten~e constmir sujetos políticos. De esa manera
que, al haber sido importados del Viejo Mundo, permitían arir- este proyecto remiGía al Estado y ¡Jcrseguía la forj:1 del "\·inda-
• 1 •
mar que "la Europa. pues. nos ha traído la patria, si agregamos dano"-" En ese mi.lmo año, y en un homenaje a D:uwin, el san-
que nos trajo hasta la población que constituye el personal y juanino reinstalaba esa patria universal ahora referida a la
cuerpo de la patria". 26 Y otra línea, finalmente dominante, ela- república de la ciedcia al prodigar honores a "nuestros compa-
borada desde la matriz liberal economicista, en cuya estela ha- triotas" Benjamín !Franklin, Burmeister, "nuestro astrónomo
1
bía reiterado la consigna del "uhi hene ihi patria". Era otra Gould", "nuestro A1neghino" ...
manera de pensar una nación en términos no idiosincrásicos, si- El cambio signiljicativo al llegar a las intervenciones de Er-
no como un espacio neutro -ahora el económico- donde los ac- nesto Quesada es qtie, a partir de las últimas décadas del siglo
tores sociales despliegan unas prácticas igualmente genéricas. XIX, junto con estoS tipos de construcción del habitante-produc-
Pero además, si la patria reside allí donde están los bienes eco- tor y del ciudadan~ se fortalece la búsqueda de una identidad
nómicos, la figura que el autor de las Bases diseñaba era la del que refiere a la cult~ra y proyecta el diseño ele un "sujeto nacio-
sujeto económico, esto es, del "habitante-productor", que remi- nal". Se inicia entonces
1
la marcha hacia un nacionalismo cultu-
te a la sociedad civil o al ámbito del mercado. Por eso es de no- ralista, y en el campo de la elite letrada, La tradición nacional,
tar Cjue cuando Ernesto Quesada lamentaba en 1882 que ese de Joaquín V. Co!1Z:á!cz, publicado en 1888, es un indiddor al-
lema se hubiese convertido en la definición moderna de la na- lamente reprcsentati~o de la nueva tendencia. En rigor, se trataba
'

cionalidad,'' invertía significativamente la valoración de quien de una tendencia tan extendida que puede decirse con justicia
' "

que la fabricación de identidades nacionales formó parte de una


de 1837 él mismo había dicho: "Busco una literatura original, expresión brillante y ani- '
mada de nuestra vida socia!. y no la encuentro" (F. Wcinbcrg, El salón literario de
J83í. Solar-Hachette, 1977). :~D. F. Sarmiento, "Lat escuelas italianas. Su inutilidad" (!3/lll88!), en Condicírín
2
~ J. B. Alberdi, Acción de !a Europa e11 América, en Obms completas de .luan 80!1· .-ft! rrrranjcm cu América.

bn.
1
cit.: "Confesamos ingenuamente que no comprcndl'mos lo \
tista Alberdi, Buenos Aires, La Tribuna Nacional, 1886-1887, t. llf, p. 80. ·_¡ue s1gnifíca educar ita!iam1rn.cntc a un niño''. "¿E~ucamos nosotn~s argcn!ir~amcnt.c? No:
1' "Hoy todo esto ha desaparecido casi: La patria ... ¿qt1ién se preocupa de ella ~Jucarnos como el nortearnbncano Mann, el alcm;:m Frocbd y el 1!ah:mo [s1c] PcsU1!m.7i
mientras no sea atacado el propio bolsillo? .. Ubi bene, ihi patrio, es el tema moderno·· :;o~ h;m enseñado que debe \educarse a los niños. Les hacernos aprender de manera racio-
("Los juegos florales-en Buenos Aires", en E. Quesada, Rcsetlas y críticas. Buenoc; t\Í,, '11!todo aquello que hoy~¿ enseña en las escuelas bien organizadas de! mundn entero''
res. Félix Lajouanc, 1893. p. 145). ~t- Pc<;~alozzi era suizo_ i'
226
VIDA INTELECTUAL EN EL BtENOS AWES FhN"IJE"SIGl<.> tK:\ESTO QUESADA" SOCIOLOGÍA Y MODERNID!\ll 227
!

tarea realmenle internacional. Asimismo~ en este emprendimicrr conocérselo en esa herencia espar1ola, que era no sólo el recuer-
to, que encuentra su nacimiento en Inglaterra hacia med 1 ado~ do de la dominación sino también del atraso.
del siglo XVlll,'" la constmcción de tradi~iones nacionales coni' El problema había sido plásticamenle formulado por Sar-
par!idas, no resultó sencilla ni siquiera para aquellas reg 10 nc> nuento en Recuerdos de provincia: a diferencia de los nortea-
quepmlia suponerse dotadas de una cenlr'alización lemprana" '' mericanos, que al independizarse ya contaban con un pasado ele
l:n los marcos de este proceso, los intqlecluales argentinos '< rnstituciones democráticas y de una religiosrdad virtuosa, el
enconlrarán con un par de alternativas jconceptuales posibk; problema ele los hispanoamericanos era que al mirar hacia atrás
para consagrar la definición ele ese sujetQ nacional: la línea na" sólo encontraban la colonia, la escolástica y la Inquisición, y al
tivisla, que podía imaginar al tipo argen~ino modelado sobre el mirar aún rnás atrás, a esas razas indígenas en estado de salva-
pasado indio en tanto entidad inconlami?ada e innegablemenlé jismo-'' De Angel Rosenblat pueden tornarse dos citas que ilus-
autóctona, y la derivalivista, que postul4ba la creación del ar· tran la hispanofobia dominante en la elite hasta las últimas
genlmo como produclo de algún tipo de rbezcla. Jécaclas del siglo XIX, momento en el cual se inicia un giro ha-
La primera versión jamás alcanzó un lnec!iano nivel de con· .:ia una reconciliación con el legado espar1ol. Lrr primera, otra
senso dentro de la elite, y es fácil observ~r que la afirmación al- vez de Albercli, proclama que "la lengua argentina no es la len-
berdiana de que en América "el indígen~ no compone mundo'· gua espar1ola", y la otra, ele Sarmiento, prescribe que "el idioma
íue ampliamente compartida dentro ele de sector, en el cual él de América deberá, pues, ser suyo propio.[ ... ] Una vez dejare·
reconocimienlo de Mansilla de los indios ~omo "hijos auténtico 1 mos ele consultar a los gramáticos espar1olcs para formular la
de la patria" forma parte de una notable pero estrecha minoría. gramática hispanoamericana" .32 Fue así como se abrió una pers-
En general, como en tantas otras partes del mundo occidental se pectiva bizarra de construcción del tronco original, que, en bus-
consideraba que los nativos no eran un n}aterial asimilable ~ la ca del verdadero origen, desembocó tantas vc~ces en la adopción
mudernrdad, llamada entonces "civilizaciéf."· Quedaba pues dis- Je una cultura europea no hispánica que predominantemente
ponrblc la al!ernatrva clenvatrvrsta, la cual ¡plantearía a su vez una resultó ser la francesa. Es el viaje curioso que ''mprencle el jo-
mreva inlcrrogantc que, para seguir la m1taforización bo!única ven Alberdi, quien, persiguiendo un idioma propio según las in-
de Alherdi, podía enunciarse así: de qué tfonco hacer derivar la dicaciones del canon romántico, había arribado a la conclusión
rama sudamencana, habrcla cuenta ele quepo podía ni quería re· de que no habría de encontrarlo en el español, sino en el movi-
1 miento rápido y directo del pensamienlo francés-"
n Hacia 1760 el escocés James Macpherson recoge iconstruye la saga gaélica de
Os::.¡an, que n..'HHté la ascendencia inglesa a los celtas, y as opone al has! a entonces ÚOJ· _;¡ ·'Al sur i al norte acéchanla Jos salvajes, que aguardan las noches de luna para
co pasadu ~rc_sti~Jnso en Eurvpa -d grecolatino y su co1 ·spondicntc estilo clasicista-- caer, cual enjambres Jc hienas, sobre los ganados que pacen en los campos i snbrc las
otro que Jl'IVHHl!ca una autoctonía diferente. Allí se afifnu que la población de lüs indcrensas poblaciones" (D. F. Sarmiento, F{lc'Wido, Buenos Aires, Ediciones Cuhura-
iligh!<u:ds no p!:uvicnc de Irlanda, como se creía, sino ctp Caledonia, luego de haber l~s Argentinas, 1961, p. 26)
combaudo heroJcanlcntc contra Jos romanos (Anne-MaJ!ie Thicssc, La crémion Je 32
Á. Rosenblat, Las generaciones urgenrinas del siglo XJX Wlle el problema de fa
5
iden!ités 1/(1/ionult:s_ Euro¡;e XVil!-XX siécle, París, Du Seui~, 1999, la. parte, cap. l) lengua, Buenos Aires, t'BA, Facultad de Fi!o~oí"ía y Letras. Instituto de Filología Hisp;l-
J(J Cf una ksis pre:-.cntada l...'n 1997 en la UuivcrsiUad df Chicago por Stéphanc Ca- rlica Dr. A. Alonso. [ 96!, PP- 26 y 27
son !Hubtld 1'!ic llnt:asy Fomwrion ofan Hi.Horicul Fatri~IOtl)' in Fmnce ( !830-1870) H ··si la lengua no es otra cosa que una fa'! dd pensamiento, la nuestra pide u1n ar-
(!bíd) El subrayadu es mw '
monía ínlim~l CGn nues\ro pensanÚL~llto anwricano, m<ÍS simp<il!Cu mi! \'Cl·cs con d mo-

4o
22R VlDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA: ~SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD
'
En suma, producida la independencia, los futuros argentinos ellos para no resu~tar absorbidos o dominados por quicucs son
se encontraron con que tenían que Jiferenciarse en el mtsmo pensados más bie~ como invitados obligados a rendir deferen-
gesto del pasado inmediato de la colonia española y del pretérito cia a los auténtico~ anfitriones del banquete argentino. Referida
;mterior del munJo indígena. Ni indios ni españoles, apelaron al tópico de la co~slrucción de un sujeto nacional, la pregunta
entonces a la más amplia identidad de europeos. De la obstinada crucial que ele he~ho comienza a organizar la problemática de
perdurabilidad ele esta creencia habla aún en 1888 la enér,gica la elite puede forr$ularse así: cómo diferenciarse ele los extran-
protesta del general Mitre frente al citado ltbro de Gonzalez. jeros europeos ("cprrar el círculo") sin encontrarse. al final del
Ante el diseño de una "tradición nacional" que incorpora a su proceso ele cliferer(ciación, devorado por las identidades amcri-
tronco a indios y a gauchos, la carta del vencedor de Pavón tiene '
canas antes rechazpdas ("no descendemos de los pampas"). Di-
la función de recordarle al joven intelectual que los argenttnos cho de otro modo: ¡cómo 111czc~ar sin mezclarse.
no descienden de los pampas sino qu¡; son europeos trasplanta- f':1ra observar Llnloddtcacwn de la prohlcm(iticl. ,.,,¡e recor-
dos en América ... dar el núcleo del l'rograma alberdiano, finalmente dominante
y es que, en rigor. la teoría del trasplante venía a resolver el en las figuracione~ del sector dirigente. Ante una población na-
problema ele un modo conceptualmente adecuado para la autorrc- tiva inepta o limitada para el despliegue ele las pr{lctic;¡s y valo-
presentación ele la clase dirigente. Negada la postbtltcl~cl ele una res ele la civilizaciÓn, Acción de la Europa en ilmérico y Bases
autoctonía propiamente americana, aquella tclea penml!a mante- habían pergeñado bna solución de un radicalismo revoluciona-
ner una identidad europea solamente alterada por el traslado a rio: cambiar "la m;Jsa o pasta" ele la sociedad nativa mediante la
otro medio. Imaginaron también que ese medio americano podía importación ele sujbtos noreuropcos, quienes transmitirían a los
incluso perfeccionar aquella calidad o, mejor, realizar la "euro- sudamericanos la dultura moderna. Salvo los intc>Irantcs de la
peidacl" ele manera más plena que en la misma Europa. Pudo en- elite dirigente, el ~apel ele los demás nativos es 1;asivo, y esa
tonces fantasearse (y será una fantasía recurrente) que en pasividad recoge l<i figura ele género asociada entonces a la fe-
América habría ele desarrollarse el verdadero legado europeo. mineidad. Es "el e~canto ele sus hermosas y amables mujeres"
Al llegar a mediados de la década del 80, diversas represen- lo que en las Bases[ garantiza la seducción necesaria para que en
taciones vinculadas con este tópico están en franco proceso ele ellas se derramen Hts literales simientes de la Europa civilizada.
recomposición, y esa nueva circunstancia tiene todo que ver No se trata por lo (anto de una sustitución física fundada en el
con la magnitud y las características del proceso mmtgratono. exterminio de los t\ativos (ese destino quedar::í en todo caso de-
que ha redefinido el panorama anterior. Porque los "otros" re- terminado para los¡ más nativos de los nativos: los indígenas),
cién llegados pertenecen al tronco de esa humantdad cnstwna. sino del reconocin¡iento ele la inferioridad civilizatoria de los
blanca y europea que formaba parte del proyecto civilizatonn criollos, quienes ethpero son pasibles de "la educación por las
originario, pero al mismo tiempo era preciso diferenciarse dt cosas" en aquel código del progreso. El pmgrama dcrivativista
de la mezcla quedaba por fin así sintetizado: una base de euro-
vi miento rápido y directo Je! pensamiento francés que no con los eternos contnrnl'W
peos nacidos en América dispuesta a ser beneficiada por la
del pensamiento es¡fañol" (J. R. Albcrdi, Fragmento preliminar al cstudto del dercrhn mezcla con los bu~nos europeos nacidos en Europa, ya que el
Buenos Aires, Bib!os, ¡gg4. P- 1J3} G¡~ defecto de los espÁñoles es que no pertenecen a esa fr:Kción
¡
1
VIDA INTELECTU.~L EN EL BUENOS AlRE:i PIN-DE-SIGU> EKNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 23!

avanzarla del Viejo Mundo_ En otras palabras, una base pas1va pieza teatral La gringa (l 904), Florencio Sánchez se inclinaría
movilizada simbólica y materialmente por una inmigraCión por el derivatismo de una mezcla sin base_ El drama enfrentaba
avanzada clenlro de un proceso dirigido y controlado por una a un ahorrativo y trabajador inmigrante de Santa Fe con un
elite autolegitimacla por el saber, el linaje, ~1 haber y la virtud_ criollo viejo aferrado a los antiguos sistemas del campo que lo
Entre mediados del 80 y el Centenario,! mientras permanecía llevan a la quiebra económica y a la necesidad de vender sus
básicam<:nte inamovible el rechazo del l~gado indígena como tierras al primero_ La solución del conflicto se realiza mediante
tronco o ''roca dura" de la nacionalidad argentina, las polémicas d enlace dé los respectivos hijos, y la proposición de Sánchez
quedaron instaladas en este terreno de los ~erivativistas; es decir, se resume al final en la voz de uno de los personajes, quien se
de quienes sostenían la posición de que e\ tipo nacional no era refiere a la nueva pareja de este modo: "Mire qué linda pare-
autóctono, sino derivado de algún tipo de ~ombinación o "mez- ja_ .. Hija de gringos puros. __ hijo de criollos puros_._ De ahí va
cla"- Pe: ro a partir de este consenso se reno~ará la pregunta acer- a salir la raza fuerte del porvenir",.,
ca de la "buena mezcla", porque la p~esencia masiva de Bartolomé Mitre, a su vez, en la Hisroria de San Martín ha-
ext_ranJCr~osrequi:·.ió q~; las discusiones seJhincaran ~ara definir bía sustentado un derivatismo con base criolla, ya que esta raza
cual clcbra ser la base o tronco ,y s1 debt~ haber algun elemen- --decía- "enérgica, elástica, asimilable y Gsimiladora" ha refun-
to básico sobre el c~1al realizar la mezcla-; ~uálcs eran los nuev~s dido en sí a las razas inferiores, "emancipándolas y dignificán-
elementos que deb1an 111gresar en ella; que¡ lipo de combmacJOn dolas, y cuando ha sido necesario, suprimiéndolas, y así ha
implementar, y cuál era el tiempo previsibld de su obtención. hecho prevalecer el dominio del tipo superior con el auxilio de
En cuanto a los componentes -y siempre[ en el orden de las re- todas las razas superiores del mundo aclimatadas en su suelo
presentaciones ideológicas-, los materiales, disponibles termina- hospitalario".
ron sienuo básicamente el criollo y el inniigrantc. Acerca de la Una década antes, y en el marco de una institución de la cual
base, cepa o tronco, compitieron las dos alt~rnalivas lógicamente Quesada sería un miembro conspicuo, habían sido enunciadas
posibles: hase criolla o base extranjera_ Re~peclo de''los tiempos, diferentes concepciones sobre la misma cuestión. En una polé-
para los dcrivativislas con base criolla ese tiempo ya había tram- mica desarrollada en el Ateneo en 1894, Rafael Obligado sostu-
currido, porque esa base provenía de un pJsado en el cual se la vo que lo nacional se encontraba en las raíces nativas; Eduardo
había constituido como esencial y al cual h~bía que retornar míti- Schiaffino ponía su esperanza en la inmigración y "en el crisol
camcnte para asimilarle los nuevos compopentes_ Para los deri- hirviente en que se funde nuestra raza". Y aun cuando "el tiem-
vativisns sin cepa dominante, la nacionalid4d argentina estaba en po dirá a dónde nos lleva", no duda de que ese sendero "nos
un fllluro en el que la mezcla sin predomi~io de ningún compo- aparta de España". Por el contrarío, Calixto Oyuela se opone al
nente produciría un tipo nacional novedoso 1:: imprevisible_ "guiso de chimangos y vizcachas" que propone Obligado, por-
'
Para ilustrar algunos antecedentes de estas opciones, en el te- que "de la coexistencia de razas diversas en un solo punto nece-
rreno tk los contenidos textuales se puede ~ndicar que el Alber- sariamente resulta o la absorción y aniquilamiento llevado a
di de las Bases apostaba a una mezcla ~or coagularse en el
futuro: "Dc la Babel, del caos, saldrá algú1~ día brillante y nítida 3
~ En F. Sánchez, Obras compfews, introd., comp y notas de Jorge Lafforgue, Bue-
la nacionalidad sudamericana"_ Medio si~lo más tarde, en su SD nos Aire-s, Schapire, 1968, t. !L
'
1
232 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA roCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 7.:n
f
i
cabo por una sobre las otras a las cuales impone su sello y su ca- Estas confrontaci?ncs encontraron un terreno privilegiado en
rácter, o la persistencia de todas mezcladas pero no combinadas la cuestión del idipma nacional, donde a su modo aparecieron
con influencias recíprocas"_ Sentaba por fin que a esa raza no es rccurrentemcnte l~s dos posiciones que pueden tambit5n ser así
necesario esperarla porque ya existe, dado que la verdadera base caracterizadas: la ~e los apocalípticos, que veían en la plurali-
o tronco de la nacionalidad residía en la raza espafíola 35 dad i~iomática la pisolución d~ todo orden y la inminencia de
Y si "Guido y Spano se burla de los planes de inmigración la catastro fe, y la ¡de los genes~acos, que consideraron al caos
elitista para 'regenerar nuestra raza'", 36 desde su plataforma so- "como la alboradJ de un nuevo orden, promisorio, que habrá
cialista y cientificista, Juan B. Justo vaticinaba que el millón y de alzarse del caldero porteño en el que hierve tan diversa ma-
medio de europeos recién llegados, "unidos al elemento de ori- teria idiomática"-'f Dicha discusión se organizú al final del si-
gen europeo ya existente, forman hoy la parte activa de la po- glo a partir del Iiho de Luciano Abeille Idioma nocional dr'
blación, la que absorberá poco a poco al viejo elemento criollo. los argentinos, ddndc proclamaba, en la línea qÍrc vimos lla-
mcapaz de marchar por sí solo hacia un tipo social superior"." mar gcnesíaca, la !existencia de un idioma propio. Opuesto a
Hubo por fin quienes se opusieron a toda mezcla_ En clave las academias, eliescritor francés estaba convencido ele que
biologista, Lucas Ayarragaray opinaba en 1904 que "nuestra in- una lengua es "la lcxpresión del alma de una comunidad", "el
capacidad cívica es en definitiva un problema de psicología resultado de las acjci~nes individual;:s y colectivas que consti-
biológica, y en la mentalidad del híbrido está en gran parte el tuyen la vida en cqmun de una nacion, y no el fruto de los gra-
enigma de la anarquía criolla". Esa mala mezcla se hundía en mático~''.40 ¡ .
un pasado brumoso, cuando "la mestización de las razas con- Cane y Grouss'lc reaccionaron con las posturas críticas es-
quistadora e indígena" produjo un "tipo étnico bastardeado" perables. El primeto juzgó peligrosa la tesis de Abeille en pro
que constituyó la causa inmanente de muchas malas peculiari- de una formación ¡espontánea del idioma nacional en un país
dades de la vida política nacional. En cambio, la cultura políti- de inmigración_ Gijoussac, que "no merece mención una rapso ..
ca norteamericana, canadiense y australiana son un resultado de di a reciente, en qu~ la ignorancia absoluta del asunto -comen-
la homogeneidad de su estructura étnica, "porque la mestiza- zando por el castellano- toma la forma de una baja adu !ación
ción adultera y degrada las cualidades nobles de las razas que al criol/ismo argentino"- La inexistencia de unanimidad dentro
intervienen en el cruzan1iento" .3R del círculo la mo~tró la intervención siempre zumbona de
Eduardo Wilde enicarta a Quesada fechada en Washington el
30 de diciembre d~ 1900: "Para mí, la Academia espai1ola, co-
mo todas las aeadd,mias encargadas del pupilaje del idioma, es
- ' Tomo estas referencias del \'a!ioso trab<\io de Li!ia Ana Bertoni, ''La construcción
1

culpable en máxi~o grado i, en vez de cumplir con sus debe-


Jc la nacionalidad en la Argentina a fines del siglo X! X", tesis de doctorado, Facultad d;>
Filosofía y Letras, UBA, mi meo, 1998. p. 338. 1
1
- ~ N. Shumway, La im·encián de la Argentina, Buenos Aires, Emecé, 1993, p. 317.
7
J J. B. Justo, primer editorial de La Vang11ardia. cit. en]_ Aricó, La hipótesis de

Justo, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p. 83. w Pedro L. Barcia. "El 11~tb!a de BucnQs Aires", en Lu Nacián, 7 (k fcbrcrn de 19RR,
JB Lucas Ayam1gáray, La wwrquía argentina y e! caudilfismo. Eswdio psicolr!~itn ..la_ sccc., p. 6. i
de los orígenes nacionales. hasta el año 29, Buenos A'tres, F. Lajouanc, 1904, p. 27ú. S\ J') E Quesada, En tomá (l/ uiollismo, ob. cit., p. 37.

1
234 VIDA INTELECTUAL EN EL BUEí'OS AIRES FIN-DE-SIGLO LHc;ESTO QUESADA SOCIO LOGIA Y MODERNIDAD 235

res murales, contribuye a mantener la m~s insensata rutina en ti alma algo instintivo, que le enderezaría al razonamiento en
el idioma"." i r~ta matería". 44
J . . 1
I· ros1gmendo con las intervenciones sopre la cuestión, Can¿ Pocos años más tarde, Juan Agustín García traducía la mis-
le ilabía enviado una carta de felicitación! a Groussac con una ma idea matriz identificando heterogeneidad e ingobernabili-
respuesta anunciada: "Estamos de acuerdq: con los Abeille. lo' Jad: "Mientras que las distintas razas en contacto no se fundan
dramas criollos, el lunfardo, etc., vamos r~ctamente a la barba- en una sola por el predominio de cualquiera de ellas, la nota ca-
rie, hay que resistir activa y pasivamente". para el autor de Jure- racterística de nuestro pueblo será la helero¡;eneidad, la división
ni lía, !lO se trata de hacer de la lengua un r~ar congelado, sino de_' y subdivisión en grupos, con ideas y sentimientos radicalmente
ennc¡uecerla, pero manteniéndol¡¡ pura en sus fundamentos, para distintos". En igual sentido opinaba Juan A. Alsina: "La diversi-
fundir a los nuevos elementos "en la masa tomún y someterlos a dad de razas, [ ... ] coexistiendo en una nación, crea problemas
las buenas reglas, que no sólo son base delestabilidad sino con- sociales gravísimos. Conservemos en nuestra República la ho-
dicl?n ~sencial para hacer posible el progrefo"." mogeneidad, para disminuir conflictos que no dejarán ele pre-
Cane piensa la lengua como piensa la pacionalidad: en tér- sentarse dentro de ella" 45
minos de mezcla y de base adecuada so~re la cual realizarla. Esta polémica no transcurría sólo entre los sectores intelectua-
Por ejemplo, si el quichua nos trae charqui, está bien que se les; también se desarrollaba dentro ele los políticos como una
construya el verbo "charquear", puesto q~Ie es una verbaliza- cuestión estratégica de Estado. lndalecio Gómez presentó en
• , • • 1
ciOn gramaticalmente bren formada. "La g¡-amática", dice Cané 1894 un proyecto de ley -que no contó con los votos para ser
(esto es, el código que habilita ciertas cojnbinatorias y prohí- aprobado~ con el objeto de establecer la exclusividad del idioma
be otras), es la fuente de la declinación ct9
la palabra extranje- español en las escuelas de todo tipo, incluyendo las de colectivi-
ra, la quco homogeneíza las diferencias y pone las bases de la dades extranjeras. En su fundamentación prevenía contra las co-
bu,ena mezcla. foda posibilidad de mult¡culluralismo queda lonias como Esperanza, que podían llegar a ser "pequeñas
asr negada, y se cumple una Idea matriz hfterofóbica de quien naciones dentro de una nación heterogénea, sin unidad". En el
cree sinceramente que "la diversidad es qetestable" y que "él debate parlamentario, Marco Avellaneda respaldó esta posición,
carácter dé! mal es ser diverso"ü Esa g~amática profunda y alegando que "en el idioma está la base de la unidad nacional".
generativa entona así los himnos cclebra[orios del repertorio Consideró asimismo anómalo que "esa inmensa población que
conservador: la tierra, el instinto, natura qpuesta a cultura. La vive de nuestra propia vida[ ... ] permanezca extraña a nuestra vi-
prueba: si el inmigrante, "a más ele tene~ todo el cariño que da pública, manteniéndose en colectividades autónomas". Pro-
muestra por nuestra tierra [ ... ], fuera hijÓ de ella, sentiría en ponía aún mantener el carácter de "pueblo cosmopolita", pero
apelaba a una base preexistente que debía preservarse y que re-
sidía en seguir siendo "ese pueblo que ha pensado con Moreno,
.n lvL Cané, ·t_a cuestión dd idioma", Buenos Aires, j_ ~- Rovira Editor, Biblio!c(a
La Trachuón Argentina, 1901, p. 77; y E. Quesada, En forho j
al criolliww ' oh - e ir ., PI' . HM. Cané, Prosa ligera, ob. cit., p. 77.
220, 1X y 7,1 i ~s J. A. García, lnrrodun:ián ... , ob. ciL, p. 49, y Juan A. Alsina, La inmi¿.;racián en
M. Cané, "'Sobre d problema de la lengua", en Prosa ~igera, ob. cil., p. 73.
4
el¡1rimer siglo de la indcpendew:iu, 19i0, cit. en N. R. Botana y E. Gallo, De la Repú-
Sl
'

HM. Cané, Nows e imprc.vione.r, ob. cit., p. 237. j b!ica posible ... , ob_ cit.
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DESICiLO ERNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MOUERNIIJMJ 23'7

con Rivadavia, con Alberdi y con Sarmiento; para que nuestra aritmética se enseria lo mismo en inglés, que en rr;,nn's, que en
patria no se convierta un día, como el templo de Jehová, en una alemán; las cienci<).s, las artes, todo, se cnscí\a lo misnH/'. Y en
1
vasta tienda de mercaderes" .46 estricta lógica libetal denunció que, de lo contmrio, el l~stado, al
No dejaba de apuntar datos recogidos por los visitadores de pretender que la e1)señanza en las escuelas se ofrezca en el iclio-
escuelas, en los cuales se reflejaba una cuestionada resistencia ma nacional, "extd1limita sus facultades, ataca libertades absolu~
de los extranjeros a aprender el español y a abandonar su nacio- tas garantidas a todos los habitantes". 47
nalidad de origen. Finalizaba con una mención a la actitud del Opuesto al ideal de una nación cosmopolita y abierta a la di-
Estado italiano, que en ese momento alentaba una política ex- ferencia, el proyeqto de Gómez lo era asimismo al federalismo,
1
pansionista montada sobre las colonias de italianos emigrados:. y en este aspecto¡Barroetaveña puso de relieve la manera en
"Recordaré a la Honorable Cámara que el ministro Di Rudini, que el nacionalis1ho esencialista era visto tambic'n como una
en el parlamento de su país, consideraba a las escuelas llamadas amenaza frente a las diversidades regionales de lo que atín po-
' .

italianas en Buenos Aires, como escuelas coloniales de Ttalia"- día evocarse con el plural de "los pueblos argentinos". Al extrc.
En términos que hoy resultan notables, se opusieron al pro- mar el argumentd del oficialismo para reducirlo al absurdo,
yecto oficial los diputados Vivanco, Barroetaveña y Gouchón. advierte que si el !proyecto en cuestión prosperare, "sería una
1
mostrando hasta qué punto aún estaba en vigor la concepción vanguardia oscudmtista, reaccionaria en nuestra legislación:
de un nacionalismo no cultural sino político, corno el que Vi- porque tras de la ¿nidad del idioma se pediría la unidad de re,
vaneo explicitó al definir a la nación como "una agrupación ele la unidad de raza) se pedirían otras unidades centralistas que
individuos que tienen leyes comunes que regulan sus relacio- además de conspi~ar contra la Carta fundamental, y las liberta-
nes, que ocupan una extensión de territorio, y con un gobierno des que ella garante, conspirarían contra la prosperidad y civili-
propio e independiente de otro". zac1on -•i¡·Jea".
., el e 1a R epuy
Barroetaveña avanzó aún más en la dirección del mullilin- Incluso, es en ~se sentido que apunta la argumentación del
güismo y, en las antípodas de la paranoia de Cané ante la dife- autor del proyectq, ejemplificando con un modelo prusiano de
rencia. sostuvo que "esta diversidad, lejos ele conspirar contra la desarrollo nacionai que Ernesto Quesada admiraba. Para esa la-
existencia del Estado, contribuye a robustecerlo", ya que tiende bor ele nacionaliz~ción -piensa Gómcz-, nunca es suficiente-
a satisfacer las exigencias regionales. No conforme, cuestionó el mente temprano, ¡~arque para despertar sentimientos nacionales
principio mismo de las nacionalidades, ya que -alegó- "el ideal . tomar a¡11 os nuevos cmdac
es prec1so . 1anos
de la nacionalidad no es el desidcrollllll de los pueblos". En 1
i
cuanto al idioma que debía enseñarse en las escuelas, lo que las en la infanba, buscando el alma virgen y confiada del niiío
leyes nacionales exigen es que se instruya al pueblo. "¿En qué para impri~1irlc en ese instante de su virginidad el sello po-
idioma? Pero, señor presidente, eso es del todo indiferente. La deroso que, lo caracterizaría prusiano para toda la vida. /\sí
formó Pedtrico el Grande los abuelos de los grandes hom-
bres que eh
nuestros días han consumado la <~hra más sor~
"~ Debate sobre la obligatoriedad de! idioma nacional en las escudas, Cámara de
Diputados, Diario de sesiones, Buenos Aires, 4 y 9 de setiembre de IR96. Tomado de
N_ fiotana y E. Gallo, De la Rcptfblica Jlosib!e ... , ob. cit. S':S "N. Bolana y E. Gal.
'
ibíd, p. 379.
VillA INTELECTUAL EN EL UU*NOS AIRES FIN_-IJE-ó>IUU LRNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 239
1
prcndentc del siglo, constituyendo J¡j unión germánica sobrt provenía del extranJero y el resto básicamente de la provincia
la base de la nacionalidad prusiana. 1
Je Buenos Aires; cifras todas ellas que se agudizan si se mide
l b población adulta masculina. Los extranjeros, entonces, eran
El proyecto de Gómez finalmente no f~e aprobado, pero la mayoría, y reforzaban esa mayoría al casarse en mayor propor-
"unidad de la raza" temida por Barroetav9ña era ya una deman- CIÓn y tener más hijos que los nativos. Además, al menos en el
da en c~rso que en poco tiempo más se impondría como criterio caso de los italianos, su sentido de pertenencia no iba a menudo
hegcmonJCo en el modo de tmagmar un<jc identidad colectiva. más allá del pueblo nativo con el cual se identificaban. "Se ca-
Sin embargo, aún en el nuevo siglo estas ~Josiciones no habían racterizaban así por una identidad y una conciencia fuertemente
ahogado a las multiculturalistas, como Jo 11Uestranlas interven- n.:gionalizadas, 'locales', antes que nacionales."'"
Clones deo un autor ml1uyente en la época c<pmo Agustín Álvarez. Desde la historia intelectual puede estructurarse un razona-
En ¿Adónde vamos?, de 1903, este militar! retirado proponía to- miento que ilumine a partir de otro ángulo la misma cuestión.
davía para la Argentina un modelo de mo~emización imitativo, Puesto que aunqne resultara verosímil o discutible la noción de
a la japonesa. En ese país asiático, "sin clpjarse aplastar como "ausencia de una base demográfico-cultural autóctona sólida-
los franceses, los españoles, los italianos ~ los sudamericanos mente estructurada", debe indicarse que el tratamiento de la
por ellanw.srna de la raza", se ha organizacjo cuestión inmigratoria resulta inseparable del modo como la
1 elite se representaba a la masa extranjera y al p<tpel que ella
un cjércilo al.emán, ~~a In~ri~a ingle~a que. es la cuarta del misma debía cumplir en esa sociedad. En ese sentido, en el
lll.t~I.ldo, u~1~. ~~~1stru~c1on ¡~ublica nortíf~l~nencana para hom- tiempo en que Quesada escribe, ya se le endilgaban a la inmi-
bre' y muyrc,, endJ!gada a la explotaqwn de las fuerzas rna- gración carencias que la tomaban inadecuada para desempeñar
tcriaks de la naluraieza y no a la expi¡Jtación de los poderes
el papel alberdiano de nueva "pasta" capaz de configurar una
IIllagman,>s de las vtrgenes de Lourde4, del Pilar o de Luján,
buena y activa base poblacional sobre la cual erigir una nación
a la prosperidad de la nación y no a la! prosperidad del Dalai
I .ama cristiano que está en Roma irra4iando la yida y la sa- moderna. En realidad, ni aun los más férreos defensores del
lud en bendiciones mágicas a los cre}rentcs desmembrados proyecto inmigratorio habían dejado de percibir y denunciar es-
de su capacidad para ayudarse por sí mlsmos. le riesgo. "Cien mil analfabetos adultos introducidos anualmen-
1
' te -escribió Sarmiento un afío antes de su muerte-- pueden en
En qué medida estas tomas de posición ideÓ!ógicas fueron aco- diez años bajar el nivel de la civilización hasta hacer partícipe
tadas por las características reales de la cu~stión inmigratoria, de la baja aun a los descendientes de la parte culta"."' Enrique
lo indica la hipótesis de que la Argentina cleientonces se enfren- Larreta, en 1900 y en un discurso en la Universidad de Córdo-
tó con una "ausencia de sociedad receptora·i en términos de ba- ba, entonó el réquiem al proyecto del trasplante total, que --de-
se demográfica.''" En 1887 sólo el 17% de jos habitantes de la cía- fue el pensamiento oficial durante medio siglo:
ciudad de Buenos Aires había nacido en elja; más de la mitad
~9 Camilla Cauarulla, "Los espacios de identidad en las autobiografías de inmigrantes
! italianos en Argentill8 y en Brasil", en Fntre¡Ja.lados, ai\0 Vl!l, núm. 15, fines 1998. p. ! 2.
H Ruth Ffl:undlich de Sccfdd, "La integración social Je Lxtranjcrus en lltk:nos Ai so D. F. Sarmiento, ··Brazos t intdig,~ncia", art dd 21-9~87, en Condiciún del e_t-
n:s". en Fstudio.Y MigrdfUI íos 1-atinouutericwwJ, afio!, núül. b,
abnl 1986, p. 206.
1 .5~ tranjcro en Améric<1. ob. cit., p. 248
i
240 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 241

Sin embargo, no me parece que sean ellos [los ínmigrantcsJ la aldea desaparece, la locomotora silba en vez de la carreta; en
los que deben encargarse de ese tesoro de razón y de expe- una palabra, nos c6mbian la lengua, que se pudre, como diría
riencia propia, ele esa herencia ele sacri!1cio, de meditaciones. Bcrnárdez de Castto, el país. ¿Quiénes? Todos los que pagamos
de heroísmos, que nos legaron los fundadores de nuestra na- tributo a lo que se Úama el progreso. ¡Es un pasmo'"."
cionalidad; ni creo que pueda surgir de esa turba dolorosa. Ernesto Quesadk por fin, optó por la propuesta dcrivativista
que arrastra en su mayor parte todas las sombras de la igno- con base criolla. Ef;ta solución por fin triunfante fue cstahlcci-
rancia, la clase dirigente capaz de encaminar hacia un ideal
, l a e: u ¡tura argcntma.-
, " cla a partir de los rtüsmos términos del problema: conservar la
gran d 1oso
autoctonía simbóÜcamente e incorporarle materialmente los
aportes extranjeroJ. A la pregunta por la buena base pam efec-
Vista esta sociedad, entonces, desde la perspectiva de la clase
tuar la mezcla der\vativista se responderá :ue _esa b;~sc existe,
dirigente y de los intelectuales orgánicos al proyecto dominan-
pero. qr~e no es ma~cn<ll s1no que hab1ta en cllcJJro de un p:ls,r-
le, el problema quedó en parte definido por el riesgo de una
do autoclono que rdopla la tcmporaiJdad del mito ]l<ll <JIIl en
mala extranjerización y por la ausencia de sujetos autóctonos .
verdad se trata de ~1n eterno presente. A la definición y COIIS-
en la base que estuviesen dotados de las virtudes de la moderni-
Inlcción de ese mi~o se abocará buena parte de la rclkxíón 111-
dad. Estas fallas estructurales parten de y refuerzan la creencia
telectual de esos arlos.
en el rol tutelar de la clase dirigente, en la medida en que arro-
Como se verá, ekta solución no resultó tan sencilla de articu-
jan sobre sus espaldas la tarea de definir una nacionalidad <~
lar, y dio lugar a r~zonamientos barrocos y resultados cmiosos.
partir de estos materiales, ninguno de Jos cuales alcanza por "
Los razonamientos j de Quesada contenidos en El pmh!emo del
solo para cubrir el ideal buscado. Porque el fondo autóctono C>
idioma nacional re1ultan en este aspecto altm;1cnle representati-
materialmente inadecuado por sus lastres premodernos, pero
vos de la complepd~d que el problema rev1st1o ante la m1rada de
simbólicamente necesario para "cerrar el círculo", mientras el
la elite, y parten de luna convicción igual a la de Mansilla: "Len-
aluvión inmigratorio es materialmente necesario pero cultural-
gua que se deseuidi significa raza en decadencia; lengua que se
mente peligroso por la diversidad que contiene y que amenaza
perfecciona y defiehde representa una raza que avanza y se im-
con barrer aquella identidad. Lucio V Mansilla construyó una
pone".'-' Su pregunt~ interroga pues acerca de las características
representación sumamente adecuada a estas preocupaciones del
de una buena mezcja étnico-cultural, pero ai mismo tie;npo. con
conjunto del sector dirigente. Describió allí un panorama en el
figuras que espontqneamentc adoptan sHnriJtudes bolanrcas, se
que sobrevivían "unas pocas familias con raíces hasta las antí-
plantea a propósito !del idioma nacional la necesidad ele la pree-
podas", mientras "las demás se deshacen como elemento fungi-
minencia de determinada "cepa" dentro de esa mixtura.''
ble", y siguió anudando nostalgias de los bienes perdidos desde
la modernización, en los cuales incluía la mismísima putrefac-
ción del idioma: "El gaucho simbólico se va, el desierto se \3. "Lucio V. Mansilla,
:Jx·!lc.l95).pp.I05yl88.¡
Ls memrnias (la(aucia r ado/eccnciol. nuenc" Aires. Ha-
- .- .
"L Quesada, E{ prol>(emn dd idiomu nocional, Buenos AHT~~. Rc\'\S\a Nacional
(J5J Editora. ! 900. p. 14. ¡
~~ Cit. en G. Oncga, l.Jt inmir.:racián en la literatura argenti11a, Snnu Fe, Un!\ tr'~' ""Ccp:1: Tronco u ori~en de una familia o linaje" (Real Acazkm!;¡ l\.;,p:lil(lb, fJic-
dad Nacional del LitoraL 1965, p. 36. SS de f<r lcngtw cspw1otrL tvhdrid. Espasa Calp~. 1992. L \,p. 459).
0<1rld1ÚJ
VIDA INTELECTUAL EN EL llYENOS AlRES Fl~-DE-SIGW ti\NESTO QUESADA: SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 24}

1
. Con un trabajo minucioso donde despliega sus experlises m- guía en ese aspecto el lengua¡e del periodismo. "La lingua no-
telectualcs, com1enza por dar cuenta de 1a inusitada pluralidad /n/is no puede estudiarse en fuentes tan turbias, so pena de caer
t~e lcngua,s ,existente _en Buenos Aires. ~4da grupo, sea ital 1ano. en exageraciones de tal calibre que produzcan estupefacción".
55

\ase~, 1ngles, etc., use~ en la conversacw¡¡ duma su propio 1dio- El peligro real surge entonces cuando las jergas usadas en la
111d, como el gaucho usa el suyo. Todaví~ más: cada agmpación \ 1da diaria aspiran a ser consideradas como dignas de expresar
tiene su d1ano, Impreso en su idioma de qrigen, siendo esta ciu- Ja literatura nacional. Lo llamativo del planteo de Quesada resi-
dad
.. j
cosm.opolita la que tiene la prensa nhás
1
variada , desde ¡~"'· de empero en que ese riesgo no está asociado con la expansió~
1101 l~os en turco y hebreo hasta los p~blicados en galleoo, de alguna de las lenguas provenientes del extranJero; res1cle sr
catalaJJ Y vascuence, pasando por todos lps idiomas conocid~s. en el avance de aquella que, sobre la base del lenguaje gauches-
Pero JUnto con este registro de la pluralidad, la mirada de Que- co, se ha hibridado con otras germanías para producir una mala
sada se torna más sensible a los fenómenbs de hibridación J¡ 1. mezcla o un híbrido monstruoso. En suma, Quesada combate
güística 111 fieri que observa: "En Bucnbs Aires los hijos ~e sobre todo contra la pretensión criollista, que pretende identifi-
otras nacrones hablan un español sui genefis .. ''. car lengua e identidad nacional con "lo criollo".
Pluralidad e h1bndacrón son datos del proceso argentino que En cambio, el lenguaje que debe unificar el idioma es el len-
un moderno como Quesada está dispuesto la aceptar como tribu- guaje culto, para que, "por sobre nuestro cosmopolitismo, se
to al progreso. Pero un gradualista como !Quesada no está dis- mantenga incólume la tradición nacional, el alma de los que
puesto a que esta mezcla degenere en rlna hibridación fértil nos dieron patria, el sello genuinamente argentino, la pureza Y
ha~ta la teratología, y por eso considera i/nprescindible definir gallardía de nuestra lengua" .56 El sello, el alma, la tmdición, es-
que elementos dentro de esa mixtura debeq resultar esenciales e to es, "la pureza enfrentando a la hibridación y la mezcla':. No
mamov1bles. La citada polémica con el li~ro de Abeille será eJ otra cosa había dicho Cané aun desde el centro de una crvrhza-
disparador dé una argumentación destinad~¡ a fundamentar que ción admirada: "Diez, veinte años de París, [ ... ]no alcanzan ja-
c:sa base ex1ste, y que el grupo al que Qu4sada pertenece es el más a borrar en nosotros el tinte criollo, la tendencia indígena,
custodiO de esa cepa esencial. i . el amor a las cosas patrias"."
En H/ crio!lisll!o en la literarura m~¡;entfna (1902) aborda la Pero he aquí que cuando Quesada concluye el viaje empren-
pregunra cruc1al: en un país multilingiiístiGo, ¿cuál es la verda- dido hacia esa isla primigenia de la nacionalidad, descubre no
dera lengua nacional? No puede ser -se r~sponde- el lenguaje sin sorpresa que ese sello, alma o tradición no es autóctono sino
~~1lgar d'e las clases populares, sino la lenfua noble usada por heredado, puesto que la lengua que termina postulando como el
eSCIItorcs y gente culta. Otra vez, cuand,o piensa la lengua, idioma nacional es la española. Entonces es cuando de hecho se
Quesada prensa la soc1edad; porque no es ~ue deba eliminarse plantea la pregunta recurrente de toda cultura derivativa Y que
el uso del lenguaje vulgar, sino que puede permitirse siempre y entre nosotros alcanzará una notable intensidad creativa con
cuando se mantenga clara la jerarquía y qo se considere que
ella pueda expresar una literatura nacionql. Acaso, "¿en qué
'5 E. Quesada, El problema del idioma nucimwl, ob. cit., pp. Vlllvll!.
parte del mundo la manera de hablar de los!campesinos es con- 5~ E. Quesada, En torno al criollismo, ob. ciL, pp. 228-229-230.
siderada como la lengua del país?". TamJoco puede ser una ~ 1 M. Cané, "En d fondo dd río", en Pmsa ligaa, ob. cit-, P- 98_
2~4 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUES,ADAi SOCIOLOGÍA Y MOIXRNJDAil

Borgcs: ¿cómo hacer de una lengua heredada de la metrópoli pampa haya sidoiencerrada por los alambrados e inundada por
una lengua propia'~'" Pregunta que, lt'aclucicla al tratamiento pro- una policía que ~n vez de facón usa armas de fuego -con lo
puesto del tema ele la nacionaliclacl, plantea el problema de có- cual el coraje ya \10 impera-, está modificando radicalmente la
mo entender que la cepa originaria ele la raza es, en verdad, representación n~gativa del campo como "clesicl'lo" que había
derivada, Para salir de este atolladero, el razonamiento de Que- realizado la generación del 37, para la cual era un vacío no sólo
sada requiere un mediador, y ésa es la función argumentativa y de población sino! también ele hábitos civilizados y ele sentido,
simbólica que cumplirá la figura del gaucho_ Puesto que este En cuanto a la\ conexión del gaucho con la herencia españo-
fundamento de la tradición nacional es en rigor un tipo profun- la, se trataba de ¡~na deriva argumentativa que reclutaba el apo-
damente hispánico, por lo cual Unamuno ha podido observar yo ele diversos hjspanistas. Uno de ellos, el activo escritor y
que "los vocablos, giros, modismos y fonismos del Martín Fie- publicista Federido Toba], decía en 1886 que "todo en el gan-
rro, el Santos Vega o el Fausto proceden en su mayor parte del cho es oriental y krabe", y de ese modo elaboraba un verosímil
l
fondo popular espaíío]", Y es que los gauchos argentinos, en histórico para ei¡pasaje por Espafía ele los ;mccslros gauchos
definitiva, no son sino "los andaluces de los siglos XVI y XVII junto con la conqhista musulmana,'" Ese movimiento cst;í cunl-
trasplantados a la pampa" .59 Tempranamente, entonces, Ernesto p!ido en Quesacl~ cuando sostiene a su vez que los gauchos
Quesada se inscribía en la curva ele rcsignificación de la figura eran andaluces tr4splantaclos a la pampa, con lo cual el gancho
del gaucho, Es sabido que di versas reelaboraciones en el interior termina siendo el rrasplante en tierra americana de un trasplante
ele la propia clase dirigente, como las conocidas ele Joaquín V árabe en Europa_ ~a búsqueda de un origen puro de la naciona-
González a partir de La tradición nacional, venían puliendo los lidad clesembocabh así en el hallazgo derridiano de una "mezcla
costados considerados negativos del gaucho, dentro ele un mo- originaria", esto ds, ele un origen autóctono y al mismo tiempo
vimiento cuyo término se localiza en 1913 en la reivindicación derivado," Cané tlabía ironizado este estupor posible, claro que
de Lugones en sus conferencias ele Elpoyador, no referido a su Rropio país, al que creía liberado de estos in-
Ya entre los contemporáneos ele Cané, Carlos D' Amico ha- tríngulis del clcriviativismo_ Contó así que Littré se figuraba el
1
bía participado de ese giro "populista" que, entre otros tópicos, apuro en que se encontraría un sabio del siglo XXX, "antropólo,
l
constmye opuestos entre la docta ignorancia ele la pureza rústica go y filólogo a la )1ez, si las excavaciones practicadas en el sue-
por un lado y la modernización mercantilista y letrada de la in- lo de la Martinica) inhabitada desde tiempos remotos, sncaran a
migración por el otro-"1 Sin duda que, cuando lamenta que la luz ¡cráneos ele negros e inscripciones en francés!",,,
Pero aquel ori~en que en Ernesto Quesada remite a España
va a contener una!torsión nativa inducida por el medio, y surge
-~~Véase
B. S arlo, Borgcs. un escritor m las orillas, Buenos Aíres. A1ic!, 1995. i
~~E_
Ques<lda. En torno o! crio!!ismo, ob. cit., pp. 1 16, 1 13 y 118.
m "Y cón10 aumentarí-a la sensación favorabk de novedad si fuéramos a h campaña, a f-\ Cit. en Richard W.i Sla!ta, Las ~auchos r t'! ocaso de lafrontna, Buenos Aires.
la Pampa llana. con sus enom1es sementeras f... ] y su pueblo trabajador, hospitalado.lleno Sudamericana, 1985, p. i3. , .
de talento y de poesía, que desgraciadamente va perdiendo sus caracteres primitivos cepi- ~ 2 En La ve{ frnáueno J¡¡cques Derrida dcscons!ruyc la idea de la ternpma!idad
\'OZ
llado por ia civilización. iustrado por la riquua, nmne-tízado por b inmigr<H:,1ón, acon!pJ· hu~serliana, par~ co~clut.r que el presente no es unidad y por ende tampoco coincide
dr<:!t.IO por la escuela, que ha hecho más viciosos y charlatanes que hombres felices"
(Carlos D'Amíco, Buenos 11íres, sus hombres, su polttica (1860-1890), ob. ciL. p. 30). s·t '
consigo mismo: en el prihcipio no está el origen ni hay oríginal En el principio cs1:í lu
copia. y el origen ya es uh' derivado ... como el gaucho.
',
c-lú V IDA INTELECTUAL EN EL HU EN OS AIRES FIN-DE S!Gl o iJ(NESTO QUESADA> SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 247
' "

l
e~Hcmces ~ma v,ersión ~le! gau~hQ que, conio tantas otras sirnila- Es uno de los sentidos que registra el Diccionario de la lengua
Ies, labuca und geogenesis: La vida aisjada en las soledades espwlola de la Real Academia: "criollo" designa al "descendien-
ele las .llanuras sin fin les dio su razón y qnaje: tornáronse me- te de padres europeos nac1do en los antiguos tenitoríos españoles
lancohcos y resignados, modificando su qarácter, que ganó en de América". 65 Esta acepción convivió con otras del mismo die·
senedad lo que perdió en brillantez. Y a~í, el descendiente de cionario que ampliaban el alcance del término, que pasó a referir
andaluz, a la larga, se convirtió en el gauc~o argentino". El de- a un sujeto "autóctono, propio, distintivo de un país hispanoame-
miurgo termina siendo la pampa: un andaluz es un andaluz; ricano". Era el significado que le seguía atribuyendo Carlos O.
'
puesto en la pampa, se convierte en un ga\Icho, donde reside la Bunge hacia fines del XIX, para quien Véniz, por ejemplo, era
roca dura de la nacionalidad argentina. ; criollo en tanto "nacido en Méjico, de padres españoles", pero
¿Pero no se trata entonces de un linaje \que continúan preci- también: "La palabra criollo (de crío), con que se designó a los
samente quienes retoman la lengua y cos~umbres gauchescas, primeros descendientes europeos nacidos e¡~ la América hispáni-
en e:e f]n de siglo que c,ontempla el auge f)fodigioso de la lite- ca, significó originariamente hiJO de espanol e mdta, es decir,
66
¡ dtuu cuolhsta de folletm encabezada por ¡Eduardo Gutiérrez y mestizo; luego se extendió a todos los hispano-americanos"
sus dramas poblados de gauchos alzados? LPero no es cierto al Entre el espaí1ol y el indio había nacido una nueva raza: el cnollo.
mismo tiempo que ese criollismo es el qu~ ha seducido hasta a Otras definiciones circulantes son las de "nativo argentino,
67
los mtsmos extranjeros -especialmente a )os italianos- con lo especialmente del campo", y aun "habitante pobre del campo" -
cual habría ya fracasado la tarea de funcla~ión de un linaje dis- Con ello se revela que el atributo ele la criollidad ya no reqmere
tmttvo para la construcción del "cerco" inn~une a las invasiones pureza de sangre, sino que se acepta el mestizaje de europ~o e
de los advenedizos? 63 Para protegerse de e~a conclusión la ar- indio para componer el híbrido llamado cnollo. Un paso mas, Y
gumentación de Quesada recurre a dos inst~ncias: una re~ignifi­ lo criollo pasaría a designar lo legítimamente nacional. "Criollo,
cación del concepto de lo criollo; una espi4itualización y literal en su sentido traslaticio, significa lo nacional, lo autóctono, lo
desmatcrialización de la figura del gaucho. [ propio y distintivo de cada uno de nuestros países" 6 ' Y así co-
En el prin1er aspecto, la deriva del térmi\w "criollo" hasta fi- mo desde otros exponentes del programa modermzador lo cno-
nes del siglo XIX describe bien un desliz de !significados. La pri· llo se había cargado de "connotaciones negativas en torno a los
n;era referencia conocida de la palabra "cri9llo" proviene de los ejes del trabajo y del progreso", para la época que nos ocupa, es-
Conzenlarws reales atnbmdos al Inca Gdrcilaso de la Vega, ta connotación ha comenzado a virar dectdtdamente, Y sera la
donde seo ala que los negros oriundos de África se referían a los triunfante hacia el Centenario, con ecos que la proyectarán a lo
negros nacidos en América como "criollps". Los españoles
adoptaron esta voz para diferenciar a los ipdividuos de origen 65 Diccionario de la lengua espmlola, ob_ ciL, t. 1, p. 596.
M e O. Bunge, Apuntes de hisroria urgenrina, paraguaya y uruguaya. ob. cit., p.
español nacidos en América respecto de los fJacidos en Europa." 159, y Nuestra América, ob. ciL, pp. 112" 114. , ,
t R. Slatta, ob_ ciL, p. 340, y Arid de la Fuente, '"Gauchos', 'rnomoneros Y mon-
07

wneras'", en R. Sa!vatolé y N. Goldman (comp.), Cawlilli.HnOJ" riopld!enses, Buenos


disc~trso
'-'' Sobr\: !a cuestión, es imprescindible A. Prieto, El criollista en fa j(mnn- Aires. Eudeba, 1998.
uún de la i\ii;cnlin{/ nwdema, Buenos Aires, Sudamcricaua~ 1988. 1'" Juan José Arrmu, "Criollo. Jdinición y matices de un concepto", en RC'•ista Cu·
H !(_<>ka Funco, U otro /Jorges. lc'l prímer Horge.Y, Mé:pco, FCE, 1993.
!ombiww de Fo/J.:.Iorc, Bogotú, junio de 1953_
!! ~
24R VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~IJE~SIGLO
ERNESTO QUESADA: ~OCIOLOGIA Y MODERNIDAD )49

largo de lodo el siglo XX, y cuya continuidad vemos aun instala- ble en la súbita iniportancia que adquirió su habla especial, la
da en el terreno de las vanguardias literarias de los años 1920m que pronto fue usada sin reparos por los criollos urbanos" 71
Ernesto Quesada elaboró finalmente su propia versión de los La poesía gauchtsca realizó una evolución concomitante, has-
términos "criollo" y "criollismo", redefiniéndolos y restringiendo ta que la vida del ~aucho posterior a Caseros encontró su cantor
su significado para segregarlos de toda posible metonimia con el en José HernánJcz,l quien construyó un poema ele valor histórico
gaucho y por ende con lo argentino. Por el contrario, como expli- insuperable al pintÁr lo que ya no existe. Al ser corridos por el
ca Alfredo Rubbione, para Quesada, criollistas son aquellas lite- progreso, los gaucHos se retiraron hacia el sur, y esto dio origen
raturas dialectales que quieren pasar por argentinas, cuando en al "gaucho 'malo", tepresentado en la literatura y el teatro y prin-
realidad ningún dialecto puede pretender para sí la representa- cipalmente en los ~-olletines de Eduardo Gutiérre1., los cuales,
ción de la nacionalidad. Criollista es, en rigor, una imitacíónfal- "halagando todas hls bajas pasiones de las masas incultas, adqui-
sa del gaucho, en dialecto gauchesco o cocoliche, llevada a cabo rieron una popularitad colosal". Esta figr·t.ra se tornó vigorosa en
principalmente por los inmigrantes. 70 Y se trata de una simula- particular entre los tmmgrantes !laltanos, hasta el punto de dar
ción porque, en rigor, lo auténticamente gaucho existe, pero bajo nacimiento al ítalo- 'riollo conocido como "cocolichc".
una forma que lo toma inimitable. Justamente allí Je
ha producido la peor de las mezclas, por-
Para avalar esta conclusión, Quesada construye una particu- '
que al desnaturalizar al tipo del gaucho verdadero, se ha puesto
lar genealogía gauchesca. Gaucho y criollo son entidades que de relieve en verd~d al compadrito, pervirtiendo a "Jos inmi-
nacieron separadas; luego se encontraron y finalmente la pri- grantes acriollados'J'. Es lo que explica para Quesada que
mera terminó por colonizar a la del criollo. Así como el Facun-
do había sostenido que la revolución de 18 JO desencapsuló el la concurret cia que asiste a nuestros tealros no es gaucha, y
mundo rural y lo puso en contacto con las ciudades, Quesada muy probab'~emente su casi totalidad no ha vi vid o jam;ís en
afirma que el mismo acontecimiento produjo "un verdadero en- el campo, Y¡ gran número ni siquiera ha salido de la ciudad:
trevero" entre las castas de los criollos urbanos y los gauchos. en los circof. inferiores se compone de la gente suburbana,
mezcla de otilleros y compadritos; en los otros teatros, es la
Aquéllos conformaron entonces el elemento dirigente y los 1
de nucstrasfcapas sociales intermedias, dependientes de ne-
gauchos, la "carne de caiíón". La convivencia durante las dila-
gocios al m nudco en gran parte, los que ceden al singular
tadas guerras de la independencia y civiles determinó la fusión innujo de a orar lo criollo y lo gauchesco[ ... ] Pero es digno
de ambas clases, hasta que, por su mayor número, la gaucha de notarse q_Jc los artistas que se dedican a esa intcrprctaci6n
"contagió forzosamente a la otra, lo que se nota de modo visi- son italiano~ o hijos de ilalianos 72
~'
Esta circunstancia ~xplica a su vez
9
Carlos Alberto Erro defiende !a verdadera vocación artístíca de los integrantes de
la revista iHart(n Fierro. de quienes afirma: "Todos somos argentinos sin esfuerzo, por-
que no tenemos que disimular ninguna 'pronunzia' exótica ... " (Suplemento e.xp!icativo 1

de nuestro '!\-1anifíesto'", Mart{n Fierro, agosto-sept. de 1924, núm. 8-9, p. 2). El mis- la visible co)Tupción del género gauchesco ~.. no del habla ru-
mo Borgcs. en "Una vida de E\'aristo Curicgo" (L\·wüto Cw·riego, Ohras completas. ral genuina)! que aún se conserva, allá por los confines de la
vol. 1, Buenos Aires, Emccé. 1996). al referirse al carácter enfático del criollismo de 1
este poeta, lo atribuirá a "su alguna sangre italiana". 11
E. Qucsnda, F;n tomf a! criol!ismo, ob. cit.. pp. !IR- 119.
;¡¡A_ Rubbionc, Estudio preliminar a L'ntomo o! criollismo, ob. cit., pp. J9-40. 71
E. Quesada, ibíd .. o9. cit., p. 151. El subrayado es mío.
1
1
VIDA INTELECTUAL EN EL !lUtNOS AIRES FIN~DE~SIGLO
L'iO
U<,~E:,TO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 251

pumpa- adoptando el hablar ítalo-cr~ollo, o sea, la jerigonza le cri.)!los llevan apellidos perfectamente caracterizados por su
coco/id1e. Esta última, que es una mezcla de los dialecto> . . -" 75
!la l iU¡ISI1lO . ~ , .
genoves y napolJtano con el gauchcqco y compadrito, aspira Qce se trata de un intento de asimilación mutll es lo c¡ue
a vida propia, y precisamente los últ*nos carnavales han vis~ tamp~.•co ha comprendido Soto y Calvo, qm~n creycnd~ de~cn­
to comparsas enteras gue, desdeñandf el falso gauchismo, ve
bir en Nostalgia al gaucho verdadero ha cardo en la trdmp<~ de
han presentado comogenu!l1amente r~ohchcs" 73 ' '
retratar la nueva mezcolanza. Y esto porque s1 bien este escntor
ha sino estanciero, lo ha sido en el partido de Ramallo, do:rde
He aqui desplegadas las distmtas categgnas que la clasifica- ya nc se ven gauchos de legítimo abolengo smo por excepc10n.
ción de Quesada compone: lo gaucho p~ro e incontamin~do;
lo cnollo suburbano, y lo Italiano. Son eltas dos especies ulti- los actuales paisanos m· stqll!cra
· · h an e·o ns e rYrdo
( el lcgcnda-
_ .
mas las que se l11br:rdan y prod~cen los n1onstruos del cnolJ¡s- rio chiripá; los puesteros son irlandeses; los peo~nes, 1~alu~-
mo, Porque, en dehmtrva, el cnollismo ~o es expresión de le. nos· los mayor domos, tng "- o uo)cm·¡n
. ]ese:) ( e"S . . G.. Que queda- del
.

gauchesco sino todo lo contrario o, más bipn, un disfraz desvi2 oau~ho vercli:ldero, en medio de esa mezcla de tantas razas?
do_, perverso. "Criollo" ha pasado a ser_ upa engañifa, una fi,- "N· ct·. d 1 [ ] Yo mismo, que escriho estas líneas desde
1 d .1, na a. . ..
cwn o, para decirlo con la palabra de eppca, una sunu!acu,¡¡, un establecimiento de campo, vecino también al gran centro
"Se ha creído, parece, que basta usar lo} giros y locucioaes argentino, no veo gauchos a mi alrededor: _la peonada es ex-
tranjera, el paisanaje campero ha desaparecido.
gauchescas, con su peculiar ortografía, p~ra que un libro sea
original y tenga vida propia [. ~.]; libros u\! es -tengo para mí-
e 'ambio recuerda que hacía unos quince años, en el s.ur, ha-
toman próxima semejanza con los trajes d~ disfraz, colgados de Lil L , ' h S
cia donde los gauchos se habían retirado, aún se vewn gauc. o,
maniquícs, que acostumbramos ver por dd,quíer en víspei:as de
puros. y de la tetralogía gauchesca de Sanmento (el gaucho
carnaval"-'' Esta asociación de criollismo,¡ disfraz y carnavali-
malo, el rastreador, el baqueano y el cantor), Quesada ahom,
zación ha de retormu~ en la pluma de Que$ada al sorprenderse
como Lu,rones después, selecciona el t1po del payadot Y loco.-
loca en u~ registro que canta la añoranza trad¡ciOnaltsta de url<l
de que para los carnavales porteños a los '¡únicos a qui::nes se
les ocurre disfrazarse de gauchos es a los ifalianos, ya que ni a
existencia simple y digna."' , ,
él ni a nadie de su grupo, que son realment~ hombres de campo
Todo ello porque, también como despues aparecera en Lugo-
po~quc lÍéiJei~ estancí~s, se les ocurriría po1erse un atuendo tan
nes, esta 1nuer~¡,e del gaucho
' - en realidad es una .transustancw-
. _
exot1co. En íorrna analoga a lo que suced(a en la Facultad de
l . , . de una materialidad de la que no podían disimularse sus
Filosofía y Letras fundada por Cané para cerrar el círculo y lue- Cion. · , t p e
imperfecciones ha pasado a la pureza estétrca e1e 1 espm u. u -
go poblada de apellidos extranjeros, Quesa4a percibe, junto con
el diario La Nación, que "la mayoría de los 'grupos que han ele-
75
gido para el disfraz de carnaval el traje y lo~ modales puramcn- Ibíd., p. I53. _ -¡ b
'""Y a la noche, al cüor dd fogón, la gu¡larra gemía y no_ ta t_a a un payat_ \
, [)r p·1n
' .'
1 . r· 1' ,,,,,,,.. , h tnm¡ui!idad dd rancho humilde. la hdchdad de la dl/1111 que-
cantar a VH .> Le ', ' ' , . 1 , - •, l•
·" ¡- indcpendl.':ncia y la altivez de! hijo de b pampa: y eran dt'. on_ os .1ccnlO_s ( c
'~J Jbíd_, p l 51. El subrayaúo ~:s mío. nu.l, ,¡ · t . • -¡·¡d JI.'! sdcn-
1. d· mdancolía con que resonaban, perdiéndose l~ll la unpmwn e m.l¡o , ·
J-I lbíd_, p J J() 1011 ,\ . . " ' (-r '!9(-!lJ7)
cio de la noche, los tristes y las ndu!tUIS (!btd .. PP- l ) ) )
252 VIDA INTELECTUAL EN EL !Jl'ENOS AIRES FIN-DE-SICLO ERNESTO QUESADA: ~OCIOLOCÍA Y MODERNIIJMl

de entonces Quesada adherir a una cita: "El gancho ha muerto Como Almafucr~le, que para vengarse de las amadas ingratas
-decía un crítico extranjero-, la civilización le ha matado dul- las elevaba hasta (os astros con su poesía para mejor dejarlas
cemente, sin convulsiones, y ahora su alma respira otra vida abandonadas en el /espacio, Quesada ha consumado la construc--
más dulce, la vida del recuerdo, la ele la poesía. Y ahora que. ción ele un paradig1~1a tradicional y nacional que mora en un inal-
para bien de la civilización y la cultura argentina, ha desapare- canzable cielo platr~nico. O al menos inalcanzable para los recién
cido de la impura vida social, ahora es cuando debe entrar en la llegados. Ya que, el~ fomentarse el criollismo, llegnr{l un momen-
gloria del arte a gozar de la perdurable vida poética .. ''. Para to en que "los arg~ntinos de abolengo, los que son criollos por
concluir con entera claridad: "La muerte, al depurarlo ele las los cuatro costadosi-pero que no son orilleros, compadritos o ele
impurezas de la realidad, le abre las puertas ele la leyenda. La otras layas análog*s---, ¡necesitarán bonitamente un diccionario
muerte es la gran poetizadora; la muerte, que sedimenta la tra- del la! 'idioma nacibnal' para entender esa litcmrum criol/a 1"_
dición, único verdadero fondo de toda poesía; sólo es poético lo No es el tema del este libro, pero no puede dejar de notarsc que
que, habiendo vivido, reposa en la etcrnídacf'. 77 se consumaba ento~~cs una escisión ele vastas consecuencias en-
Se ve aquí, entonces, a la cultura estética acudir en c¡yuda tre la cultura de el!~ y la popular, puesto que en el 1ntcnor ele es-
de la científíca. Por eso ya en 1882 Quesada enfatizaba la fun- ta última y en los! núcleos urbanos las nuevas gcrn1;1nÍGS --el
ción de la poesía como custodia de la nacionalidad, ya que cocolicbe, el lunfa do- y los fenómenos del tango y el sainete
"en una sociedad tan extremadamente cosmopolita como la montaban estilos y representaciones que José Luis Romero ca-
nuestra, en la que no hay rasgos típicos ni carácter nacional, racterizó como dif renciadas hasta el punto de definir "dos cul-
[ ... ]la poesía tiene una sagrada misión que cumplir: mostrar turas argentinas e frentadas tanto en el sentido antropológico
que, en medio del revuelto torbellino del momento, subsiste el como en el sentid estético e intelectual"-"" Y sin embargo, si
espíritu argentino", en una palabra, una nación argentina y no todo lo que las difqrenció podría ser sistematizado \'áliclamcntc
"una inmensa factoría ultramarina donde acuden los hombres para comprender f~nómenos por venir (me refiero centralmente
de todos los puntos del globo con el propósito único de cnri- al significado "cul~l.trai" del ascenso del yrigoycnismo), no me-
quecerse"78 El mismo sentido posee un artículo dirigido al mi- nos 1mportante serfu mdagar todo lo que las comuntcaba.
nistro de lnstmcción Pública felicitándolo por el nuevo plan de 1
estudios que reivindica la enseñanza humanista, medida a la
que Quesada considera "la primera reacción enérgica contra el 1

enervamiento que iba produciendo en nuestro país el tratar de Ese emprcndimientp de reconfiguración de un tipo nacional co-
formar a las nuevas generaciones para una estrecha 'lucha por nectado con el hnape español contaba en su favor con el apoyo
la vida' condenándola a ésta en la frenética corrida tras el bí- del más amplio op~rativo hispanista, sumamente activo en esos
blico becerro". 79 años y acicateado lanto desde la Península como desde Hispa
noamérica a partir cle la derrota española en la guerra con los Es-
lados Unidos. En efecto. una de las modificaciones sensibles en
1
"lbíd, pp. 218 y 219.
n E. Quesada, "Los juegos nora!cs en Buenos Aires", oh_ cit. -"'J. L. Romero, !..os irLo!ot.;ÍdS de fa cultura nacinndf ro/ ros C!l.\t/\'1!\, Bucnm ¡\í-
n E Quesada. '"Enscilanza secundaria" ( 1X91), en Resciius y críticus, ob. cit.. p. 52!. ~ \ !C~. Centro Editor de Am:hca Latina, 1982, pp. 83, 74-75. - -
i
VillA INTELECT JALEN EL BU~NOS AIRES FIN~UE~SIGLO EKNESTO ()UESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 255

1
f

la estructura ideológica argCiltina de pri~cipios de siglo fue el ofensivas para España 81 En 191 O se concretaba la creación de
'urgmnento de lo que el misr.1o Romero ~Jamó el "nacionalismo la Academia Argentina de la Lengua, con lo cual se sancionaba
latmc/'~ Dentro de ese movin<iento inteldctual de vastas conse~ la dirección de España en cuestiones idiomáticas. Quedó cons-
cuenc1as político-culturales se inscribió e~ hispanismo como una tituida en la casa de su director, Vicente Quesada, teniendo por
de las propuestas emergentes .¡ue convivi~ron y compitieron con secretario a Calixto Oyuela, seguido de los demás miembros:
otros modulos mterpretativos Je la realíd~d nacio;Jal y subconti- Rafael Obligado, Estanislao Zeballos, Joaquín V González, Be-
nentaL Con mayor énfasis a partir de la g~Ierra del 98 pero den~ lisario Roldán, Ernesto Quesada. Este último es un exponente
tro de prevenciones ya presc ntes en la !Primera Conferencia notorio del giro comentado: desde 1896 se desempeña como
Panamericana
~
de 1889 la Argr·ntina y c·¡s¡' toda H~1spanomnenca
• ' '" • • (
, ~ correspondiente de la Real Acaclenua Española, esto es, en el
1

~e~~IIUJ con creciente r~celo el avance del 4xpansionismo yanqui, ,:argo que Juan María Gutiérrez había desdeñado con un gesto
c~lenLmdu la elaboraciOn de una definicióii de lo propio contras- de autonomía cultural. Formaba así parte destacada en las filas
tante con la del país del norte. Justamente qn aquella conferencia, de una inversión de tradiciones que seguían activas en otros
el rcprcoscntante argentino Roque Sáenz Pena había hecho coinci- sectores de la elite. Uno de estos exponentes, Agustín Alvarez,
dir su re~ha:o de lahe~emonía norteamerjcana con una recupe- proseguía por ejemplo con la denuncia de males que a su enten-
r d~Ion del vmculo hrspan;co que venía a tprcer la predomínallte ! der fonmaban sistema con los efectos negativos del legado es-
hrsp<~nolobra ele las elites del srglo XIX argentino. "No me faltan pañol. De allí que propugnara la necesidad de excluir las ideas,
-~decía el futuro presidente de la Repúblic~- afecciones ni amor sentimientos, supersticiones y costumbres hispanocoloniales,
¡~or la Ani<';rica, me falhn desconfianzas ingratitudes para la e para sustituir "la fe en los milagros por la fe en el trabajo, la fe
Lmopa; yo no olvido que allí se encuentri\ Espar1a, nuestra ma- en la mentira teológica por la fe en la verdad científica, la fe en
d re '"P~ . dudas, la palanca decisiv4' para la difusión del
· . ero, sm el privilegio por la fe en la justicia".
ll!Spanrsmo r:Ie ofrecida P'X la generación pspar1ola del 9¡s, den- No obstante, la oleada hispanista avanzaba orgánicamente en
tro ~le un autentrco opcratrvo rehispanizant~ promovido desde Ja ntervenciones como las de Calixto Oyuela, Rafael Obligado, C.
pcnllhllla Y cuyos alcances expresos han $ido abundantemente O~ Bunge, Joaquín V González y otros~ Estas miradas cscudri-
scfi<Iiados por el libro de Fredrick Pike." 2 ' r1aban en la colonia en busca de raíces nacionales y extendieron
La reconciliación con la aún por consagrarse "madre patria" las indagaciones historiográficas hacia un pasado más remoto~
formaba parte de la política del Estado argentino y de iniciati- Tr«S las huellas de Francisco Ramos lvlejía, Carlos Octavio
vas de la socredad civil. En 1900 se aprobÓ, por un decreto de Btmge, buscando detener esa indagación allí donde "la causali-
Roca, una disposición -que se venía debati~ndo desde 1893 por dad cesa", se remontaba aun hasta la historia de Espaila "para
propuesta dd entonces ministro Lucio V I;ópez- por la cual se escribir la nuestra y determinar los factores y su influencia rela-
ret1raron de la versión cantada del Himno Nacional las estrofas tiva en este compuesto que se llama República Argentina a e-

,;!Roque S;ícnz Peña, Escritos y 1ilscursos, Buenos Aires,¡ Peuscr ¡ 914 I 11(1
~· ¡· B ¡; ~ . - . , - , 1. , p. .
' ' J .l.·, fi!SfJii!IÍ.IIIW. 1898,JY36 Spanish ConsJrrutives (/!U! Libtnils und oJ Para las vicisitudes de esta disposición, vCase Esteban Buch, O juremos con gfo,
1 ftctr l<c~r-llioll\ n-uh .)jwni_\·J¡ ;\111aiu1, Notre Dame-Londre.J, Universi!y of No!rl' Dame riu morir. Hi.noriu de una épinL de f_c'swdo, Buenos Aires, Sudanu~ri(ana, ! 1)9-l, la_
~ L parte, cap. 4.
l'w-,:-., )(}f!_ ,
256 VlDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AlRES FlN·DE·SIGLO ERNESTO QUESADA: i:SOC!OLOGÍA Y MODERNlDAD 257

tual". Juan Agustín García, a su vez, haría de este renovado en~ En esta línea, 1h independencia es interpretada como un he-
cuentro con la tradición hispánica un programa de estudios, al cho coyuntural, y;\ que se trató de la emancipación de la sober-
sostener que "nuestra vida no ha comenzado con la Constitución bia, debilidad y desvaríos de Carlos IV y Fernando VII, y a
Federal y el Código Civil". De allí que fuera preciso indagar en partir de entonces¡ espaf\olcs y americanos estuvieron alejados,
esos tres siglos de la colonia que vivieron bajo leyes elaboradas inmersos en sus ~ropias guerras civiles, lo cual les creó una
lentamente en la "madre patria" desde la época romana." imagen de pelignlsos e ingobernables, y alentó el prejuicio sa-
Esta revisión era activamente apoyada por \as asociaciones de jón de la superiori~ad, legitimado por la guerra hispano-vonkee.
la comunidad española. Justamente, fue en un acto organizado En una referencial a un escritor guatemalteco, encontrará Que-
por la Asociación Patriótica Española para conmemorar el ani~ sada la ocasión prppicia para señalar que la vecindad norteame-
versario del descubrimiento de América en el Teatro Odeón, el 12 ricana, anclada ahora en el Canal de Panamá, presenta una
de octubre de 1900, donde Ernesto Quesada pronunció un discur- perspectiva pavor&sa para el porvenir de la raza hispanoamcri~
so, publicado luego con el título emblemático de "Nuestra raza". cana. De modo qub si en los países del sur no se reacciona, "le-
Celebró así el memorable aniversario del descubrimiento de vantando el espíri~u de nacionalidad a la altura envidiable del
América, contrastante por su nobleza con "las pretensiones arro- que anima a los y~nquis, es fatal el triunfo de éstos''. Ese avan-
gantes de otras razas, enriquecidas y ensoberbecidas, con sus ga- ce del "Tío Sam" V del "imperialismo yanqui" sobre el resto de
rras clavadas en los rincones más apartados del globo, sin más fe América sólo puede 1
ser cuestionado por esta región del Río de la
que en el éxito y el dinero"; las mismas que, animadas de un pre- Plata, situación q*e implica el reconocimiento de su papel de
sunto "destino manifiesto'', están persuadidas del fin de la misión vanguardia dentrojde las naciones de origen hispano.
española en el mundo." En cambio, fue "nuestra raza" la que En el terreno d(\ los intereses, remarca que las repúblicas his-
realizó la hazaña sin igual del descubrimiento y conquista del panoamericanas tibnen
1
necesidades económicas opuestas a las
nuevo mundo." Luego de ese prodigioso acto, España acogió en de los Estados Un/dos porque desarrollan producciones simila~
su seno a los que se sometieron a sus leyes como hijos propios, res. Por eso, en Europa están nuestros mercados, debido a la ar-
protegiéndolos con una legislación sabia, a diferencia de las co- ticulación ele eco~omias complementarias: allí compramos los
lonizaciones que han "preferido sencillamente exterminar a los productos manufatturados porque allí vendemos nuestros fm-
indios, por las annas o por el triste veneno del alcohol". tos naturales. Por !todo :~?· en otra oc:lsiói; dirá que "el pana-
mencamsmo me cl~p fno , pero taml)lcn fno lo de¡a el llamado
~-~C. O. Bunge, El federulismo nr~cHtino, Bnenos ;\\res, Imprenta de Biedma e hijo. a la confraternida~, no ya con los Estados Unidos de América
1897. y J. A. García, Introducción ... , ob. cit., pp. 13-14. sino con todos losjpaíses americanos, "desde que somos de ori-
s_, Ernesto Quesada, presidente del Ateneo de Buenos Aires, "Nuestra raza", discurso
gen distinto, estamos poblados por razas diferentes, y tenemos
pronunciado cl12 de octubre de 1900, Buenos Aires, Librería Brcdahl. pp. 7, 8 y 9.
Rt "Nuestros abuelos dieron entonces a la humanidad entera un ejemplo sin par: fia-
intereses económi os a veces diametralmente opuestos"."
dos en su fe religiosa y pcrsu;~didos de !a superioridad de su ralea, no repararon en !a
disparidad del número. sino que acometieron con denuedo y con sublime audacia: todn
lo arrollaron, todo lo conquistaron, lo poseycron todo. Tan sólo un siglo duró aquella ti- 87
Cf. E. Quesada. ",Jn escritor guatemalteco. Antonio Batrcs J:íurq:uí". Bueno~
l<"ínica contienda: la raza indígena no discutió siquiera la supremacía de la conquistadN<L Aires, Lib. de J. Mcnéll{CZ. 1904. Originalmente publicado en !a rt.'\·í;;ta Ideas. oclu
y se entregó resignada a la fatalidad de su destino"' ("Nuestra raz:a", ob. cit. pp. 11-121 13
lO
hrede 1904. ¡'

1
1
VUJA INTELECTUAL EN EL BUE1'0S AIRES F!NJ)E,S!GLO [K.~ESTO QUESADA! SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 25Y
1

S · 1
. · In embargo, surge delm1smo texto de Quesada que no era fá- resistiendo la escuela argentina y la correspondiente penetra-
cil el re~tabkci~mento de aquellos vínculos¡co~1Ia antigua metró- uón en la masa de población colindante, el [sic] amalgama, si
89
poli, puesto que SI poi un lado demanda qt¡,e España se convic11a bren inevitable, será forzosamente más lento"
en la fábrica para elaborar las materias priii1as sudamericanas, su
relato del congreso del IV Centenario del I¡>escubrimiento reum-
do en tvhrdrid no alienta demasiadas exp~ctativas acerca de la
realización de estos deseos. ¿Qué consec~encias prácticas deJÓ Esa confianza tenía todo que ver con la fe en la capacidad de la
d1cho congreso'~, se pregunta, para contestahe: "Ver/m, ver/m ... é/ite para dirigir y controlar el proceso modernizador. Como se
la gramhlocuencia lo absorbió por complctq" ... " ha visto, Ernesto Quesada había hallado tempranamente en Rusm
Dco lodos modos, lo que importa en est~ tramo de su razom- una serie de datos que en espejo podían permitirle reflexionar su
miento es reforzar una prosapia que remita! a un pasado difcren- propia realidad. Respecto de la relación gobernantes-goberna-
cJador de los países anglosajones, así comp ofuscar los nuevos dos, encuentra que allí "la masa del pueblo, acostumbrad~ al
léxicos rebeldes con el diccionario de la ~erdadera nacionali- yugo secular de la gleba, es indiferente a los destinos del pars, Y
dad. Al final del proceso, en el año celebr~torio del Centenario, ¿ 5tos se encuentran exclusivamente en manos de las clases ele-
dcvela su complacencia porque se está arri~ando a buen puerto, vadas" 9o Relevante en este aspecto le resultó la experiencia
aunque es preciso perSIStJr en el esfuerzo. La conformación del modemizadora de Pedro l en el siglo XVIII, quien europeizó el
r
ahna nacio~1al mediante la es~uela p?blica la adaptación de la país a marcha forzada y, no contento con afeitarse él mismo,
mc~sa 111llll),Iatona a la tradJcJOn hrstonca d~manda mucho tiem- obligó a los nobles a imitarlo, contradrcrendo el precepto relr-
po Y ~stá en pleno estadio evolutivo. De to~os modos, "la celé- gioso que preconizaha como dignas las barbas y cabelleras lar-
bracJon del centenario de la emancipación ¡1a puesto de relieve gas en tanto acercaban al creyente ~ la unagen .de Cn:to.
que l"alc:volución se encuentra mucho más ~rdclantada de Jo que Asimismo, quebró la xenofobia tradicronal rusa e mtroduJO a
podna cokgu·.sc". Porque no sólo aun los e~lranjeros no natura- extranjeros en masa en ese territorio, decidiendo por fm fundar
luaclos enarbolaron entonces vivamente lo$ colores nacionales una nueva capital -San Petersburgo- que respondrera a la nue-
Y los ostct~taron con patriótico orgullo porl las calles, sino que va era y desalojara de ese sitial a Moscú, "la ciudad sagrada, el
ello resulto doblemente valioso porque lo¡ hicieron en él mo- arca santa de las tradiciones rusas".
mento "exacto en que "el pasajero y exótico ~es borde anarquista Pero en este mismo esquema, Quesada percibe los riesgos de
parcCJo extgJrlo". Todavía queda, sin embar¡so, no poco que ha- un desequilibrio profundo entre las diversas clases sociales, pro-
cer en este scntrdo. Si bien la escuela y la ~onscripción militar veniente de una falla de origen en la organización educativa: la
son í actorc~s de gran importancia en pro de la fusión, "en las instrucción superior resultó estructurada antes que las primeras
campañas lejanas y allí donde se ha cometido el error de con- escuelas elementales, y esto trajo como resultado la existencra de
sentir colonizaciones homogéneas de raza ~de religión, que se
consrdcran como proyecciones autónomas :del país de origen,
! 8;1 E. Quesada, Lo evoluciún socio! or¿;enfi!!(L 1911, reproducido en Lo época de
( (J Rosus, ob. cit., pp. 36-37. _ _
~~E. C)uc,\ada, "Nuc:,(ra r;¡za", ub. ciL, p. 24. V:J-¡ .,u i\ta y las siguientes citas corn:sp<>ntkn a E. Qtlcsada, Un invit:nw en Rusw, ob. ctt.
260 VIDA iNTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNTDAD 201

una elite n1uy ilustrada sobre una inrncnsa n1ayoría surnan1cntc mostrando una vez más "la exactitud de la eterna verdad de que
ignorante. En esa situación el intelectual argentino encuentra una las instituciones no'están en las leyes sino en las costumbres".
1
sería objeción a ~uíenes "hacen estribar el salus populi en las oli- No era diferente lo ¡:¡ue pensaba Juan A. Garcfa en su lnrmdw:-
garquías del saber'': mas no tanto por lo que esa asimetría impli- Cion ... al cuestionar! la idea del contrato social, dado que quienes
ca de desigualdad, sino porque dicha distancia parece dejar a la lo suscriben parccerl no tener "pasado, ni tradición, ni familia. ni
elite hasta tal punto desprendida de un responsable realismo que patria, y que reunidps por primera vez van a convenir un pacto
es de ese sector (que se ha dado a sí mismo el nombre de "inteli- público". Ambos pddían remitirse sin problemas a Taine -y así
gencia") de donde se elevan las más estruendosas demandas de lo hacían-, ya que p~ra éste también toda la ideología revolucio-
reformas. "más que radicales, jacobinas". Y es quizás la que más naria está contenida:, en la teoría del contrato social, v reside en
parece empujar al país a la revolución. que en definitiva no sería haber pensado en tdrminos más ele razón que de e.xÍ1cricncia e
más que una anarquía caótica, ele la que "probablemente, en lu- historia. Porque juslamcntc en "el convento dcmocr<Íiico" que
1
gar de una Rusia unida, saldrían muchas Rusias distintas, según según Les Originesj .. Rousseau construye sobre el modelo de
las razas o la situación geográfica". Esparta y de Roma, el hombre racional y abstracto hace tabla ra-
Desaconseja ele ese modo la formación ele una minoría exce- sa con el pasado, la tradición, el lugar, la familia ...
sivamente despegada de la base social, no sólo por lo que de En términos de rrjodclos concretos, es el ejemplo prusiano el
quimérica podría resultar su actuación; también porque junto que Quesada torna 4omo buena medida del funcionamiento ele
con este riesgo vanguardista que Quesada homologa al del uni- una elite. Por cierto,[se trata ele un tipo ele estadista que debe ser
tarismo argentino, otro que acecha a la pequeña minoría diri- especialmente atendido en países nuevos como los americanos,
gente es su "desdén por las cosas del carácter nacional y un y tras su estela lo qlte se verifica en escala europea y mundial
singular apego por todo lo que ostenta el sello del extranjeris- es la resurrección dela figura del "grande hombre··. En una
mo". De hecho. en toda Rusia las clases elevadas son más fran- conferencia pronundiacla en 1898 con motivo de la muerte de
cesas que msas: la administración, el comercio, la instrucción. Bismarck, considcr~ por tanto que la unificación y el progreso
1
más alemanas que rusas: y allí donde las clases elevadas se ex- de Alemania clisipatpn las críticas a su autoritarismo debido a
tranjerizan, se saturan de ideas que luego tratan de aplicar en su los resultados obtenil::los."
país sin tener en cuenta la diversidad ele raza. índole, tradiciones 1

y costumbres. Como contrapartida, el movimiento cslavófilo se


ha lanzado a combatir la influencia extranjera. pero dejándose i
an·astrar a "excesos deplorables. como fue en su actual cruzada ~1as al atender al papel de las elites y del grande hombre en la
contra el gennanismo". política, Ernesto Qu~sada descubría lo mismo que otros en ese
Como precipitado final ele sus observaciones en Rusia, surge momento: que esa irjspiración no tenía por qué ser buscada en
para Quesada una consigna clara para toda clase dirigente: "Esa tierras lejanas. Más ~ue un viaje a través de la geografía. lo que
misión providencial sólo podrá llevarse a cabo si se da a los había que emprenden era una travesía hacia el pasado ~un pasa-
elementos nacionales la preponderancia que les corresponde y
si se les salva del contagio de un extranjerismo enfermizo", de- ~S ,, E. QucsaJa. Bismarck ]. su época. Buenos Aires. Peuser. 1898.

\
262 VIDA INTELEC'flJ
- '·\L"
~,,, EL ! • All'F'S
' llUfN()S ' ' Fl"
' 1 '~-" 1)E.SJCU; ERNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD
263

do: por lo demás, muy cercano- para clonfrontarse , ., . del poder, y la ausencia de un auténtico sentimiento nacional,
OC!Jos 111 !ll'CJUIC!OS' ('l l·¡, j'"tnu¡a
. d e e~ . !
1 , b' b' · dhOI<l SIO
que lo llevó al establecimiento de alianzas espurias con el ex-
corazón d, 1, . . , , . b . ¡U len tft Ja sa Ido ganarse d
e ds mds.ts 5111 deJarse condicionar 1 . . .. tranjero. La intervención francesa fue el último extremo de esta
Juan Manuel de Rosas 1 l OI ellcls. don
' 1 perfidia, llegando hasta el punto de que "se había ofrecido al
En l í-:97 Quesada había indicadr. u, [. . dictador Portales la segregación de las provincias argentinas de
gar ese período cubriendo un b d. q e ~a no era posible "JUZ-
labra , t . ·. ' . an e con ~1 denso velo de la pa- Mendoza y de San Juan". Por eso los unitarios no representa-
. JLlllld y envolvJCndo al otru , ¡-' . ., . , . , ban la civilización, en la CXétcta medida en que ésta no puede
'liiJcrtad'" o1 F, , . . en q ameola celeste de la
, . ·' . ..J de 1 <~nuncto del es¡círitu que contendrí· , . . sc:r "hija ele la traición a la patria".
que d,u la a conocer al ''ll-10 SJgll!e·~te
.· . ' tituló
Y que . L a· el hbru El unitarismo resultó un movimiento urbano, patricio, "ans-
Rosas. Su verdadero caráct 1 . . . . . . 1 , . a epoca de tocrático por esencia", "empingorotado en la tradición" e infle-
· er ustollu!. Ailh se astst ¡
:~ra qluco trata de :espetar la objeti VJdad (hh trab;jadoe e:¡~~:.~
e c- .·:ible en su doctrinarismo, mientras el federalismo era "una
e mt Jll<:zas meditas"· entre el!· , .i · em- aspiración inconsciente de las poblaciones del inLerior". Se jus-
Pachcco, de La valle del' 'lnl'ld . ¡· ds, los :archrvos del general
' ,, ' nc J y de ese n10 d · ·· tifican por eso los levantamientos de Quiroga, López y Rosas
ruptura con ¡.¡t 1.. d' ·- . ' : o mtcns¡flca la
' ' rcJon satamzadora del ¡" ·
1 .. ante "la pretensión ele una oligarquía que, convencida de su im-
concluir CJUC "la leyenda l!l1·t· .·, . [ fnOmeno l'OS!Sta, para
I d!ld •,o Jre R"s·ts , . popularidad, quería regenerar la nación a la fuerza".
pejismo" B.· d· . • .. , · r--·' es un stmple e;-
. lln d asJ una vrsion críti" el' !· ., . En aquel momento, la Argentina necesitaba un gobierno fuer-
gráfica oficial, que incluso despué•' el cldd ie ·~- versiOn hrstorio-. te, con todas sus ventajas y sus inmensos inconvenientes. Y el
¡. l _. 1 ' e e¡rocanuento de R ,
ld ll ta legado al ocultamiento de la verdakJ .. 1 . . .·. OSd; único hombre que pudo realizarlo fue Rosas, porque "a su autori-
te la quema de documentos· ''·N ' e¡a 1Istona median-
• 1 uestros padr' · ll' , dad legal, a sus innegables aptitudes, unía su indisputable presti-
do la humare eh de esa . . . , .. . , . ' es an contempla-
=;' .... , " ]n\tlua 1ustcncal",IJ gio personal". A partir de allí, Quesada establece una provocativa
SJst\_1¡:>,'~~ dt~~lot¡~~s l:Sdl~nunc:a de la versióll unitaria sobre el ro- continuidad enlre la política de Rosas y "el 'plan de gobierno'
, . . . p . ' o atgentmo el c¡ue:debe ser r , . 1 . d del ilustre Moreno", en cuyo espíritu el Restaurador habría halla-
l.. 'n pnnclpto : porque
.
,, . . . . : eevd lid o.
es ptectso reconocerique la ncvolu .·. 1 do la inspiración para apelar al Lerrorismo y desatar en el país
llll1cpl'lld 'llCl ¡ j · . ' C!Oil C C
. , '·. , ue un movJmtento metro JQiitano e , . . . . "los furores de la mazorca". El régimen de terror se explica a
e ton,:s del mterior no •. 1 1ue las_ pol>Ja .
110e1Jan comprender así co t partir del momento en que los enciclopedistas y Robespicrre se-
resultaba ace¡Jt'Jble
' la tut··i' _ ' '
e a porte na dando 0 .· mo ,ampoco
¡ - . les dujeron a las inteligencias argentinas con el ejemplo extremo dd
entre unitarismo y fede 1.. 11. . E" '. ¡ . ngen a conflicto
' rsmo 'l pnmero · el 1 · · c1 "plan de operaciones", que Quesada no duda en atribuit a More-
defectos básicos diez éll'íos ante~ seña .¡ ~_o eCio e Ios dos
rusa: la ignorancia del , , . . lados¡p<~r,lla IIJtelhgentzia
no. Era una audacia interpretaliva que además cobraba su sentido
consenso como 11\Stanc¡a legitimadora dentro de la polémica entre Norberto Piñero y Groussac acerca
de la autenticidad de dicho plan, pero que tenía la intención de
'}' r , contextualizar crímenes que, si fueron repudiables, no lo parecen
. _ . :_ (JuL:saJa, El Museo Nistúrico Nacion<1l , ., - i . 94
AlJcc:, e; KralL 1807, P- 32_ y .><~ lllt¡1ortwlcw patriótica, Buenos tanto al recordar que "estaban en las costumbres de la época" .
'JI r (
_:_ )w.:~;ada,_ra época de f? 01'.111. \'¡ , 1 /.
,
. ¡'
1 1 1 1-¡· '-·
!llo]du ~vlocn bl!tor !H9X
· · · lV(r{(/tertiC(/-{1
o7 "'r e usrou('o, Buenos Aires
1\
' - , 1ljl. ~-y 3. 84 1 ' Y4 E. Quesada, iAl épocn de Rosus, ub. cit., pp. t-1-7 y 1--!8, 172.
ERNESTO QUESADA: SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 2(i5
264 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES fiN-DE-SIGLO

La clase dirigente argentina debe entonces gobernar imbuida de


Obtenido de este modo el control del poder, Rosas se dedicó
con enom1e talento a unificar la desmembrada nación, mediante
! espíritu nacional y con una distancia cierta pero no excesiva
su lucha contra los demás caudillos. Logró así consumar esa
evolución que dio "tan admirables resultados" sobre la base de
un orden autoritario y el apoyo de las clases populares."' De
! respecto de los gobernados. Con tal objetivo, tiene que detectar
los problemas d~l mundo popular para anticiparse a su solución
con reforn1as de~dc arriba. Dentro de esos problemas, en ese fin
de siglo, Ernes\o Quesada coloca su atención en la llamada
modo que "su larga dominación salvó la nacionalidad argenti-
na", y, con una política "más amplia y más argentina que la de 1i " t "IOn
cues ' soc1a l , ' una temprana preocupación compartida, en-
·¡"9"'
tre otros, con elj joven Carlos Octavio Bunge, para quien sólo
Rivadavia", proyectó una patria grande y fuerte, con legítima
una sombra opa~aba el triunfal advenimiento del siglo que ve-
influencia continental, en condiciones de sostener una política " " ! ~
nia, y esta era prpyectada por la llamada "cuestión obrcra".'1'
no sólo nacional sino también americana. En particular, la di-
Ernesto Ques~da dedicó una atención destacada v específica
plomacia de Rosas es un capítulo brillante de la historia patria,
a esta problemát¡ca. Esa atención se hallaba aguijoneada por la
y en defensa de la soberanía nacional llegó a desafiar a Francia
emergencia entr4 1890 y 191 O de un nuevo "mundo del traba-
e Inglaterra, hasta librar el combate de la Vuelta de Obligado,
jo", cuya presentía -ahora organizada sindicalmente con la di-
que Quesada no vacila en calificar de "homérico".
rección de anarq\Iistas y socialistas- alcanzó una alta visibilidad
Lejos por fin de las interpretaciones a lo José María Ramos
con la conflictivjdad social de la primera década del siglo. En-
Mejía, es menester reconocer que Rosas no encamó la neurosis,
tonces, como redordó Nicolás Repetto, estallaron más de cien
Y que para su comprensión histórica no se debe apelar ni al
huelgas parciale~ y seis huelgas generales, se decretó cinco ve-
lombrosismo ni a la psicología de Gabriel Tarde. Simplemente,
ces estado de siti~, se sancionó la ley de residencia, se llevaron a
Rosas corporizó "el sentimiento demócrata de la muchedumbre
cabo cinco mata~zas obreras, se perpetró el asesinato del jefe ele
anónima". Así, esta evaluación que se quiere objetiva y distan-
policía Falcón y 4e su secretario Lartígau. .
ciada concluye elevando juicios altamente encomiásticos hacia
Pero en rigor,¡ Quesada pretende mirarse en un espejo que
la figura del Restaurador, hasta el punto de asentar que "la Re-
adelante. Sistem4ticamente, ya en 1895 se ocupa del problema
pública Argentina debe a la época de Rosas la solución funda-
en una conferen~a acerca de la Iglesia y la cuestión social. Se
mental de los problemas más graves de una nación". 96
hacía eco así de lJls iniciativas que desde el catolicismo se esta-
ban lanzando a mvel mternacional, y que en la Argentina tenían
una clara traducclón en la actividad del sacerdote Grote. No se
priva siquiera Qvesada de recordar que el cnstialllsmo tiene
una tradición funpacional que lo coloca cerca de los humildes
~~
- "[) ernocrata
'
por temperamento, las masas populares fueron su bol u arte. [ ... J Ne-
1
cesitaba la plenitud de la autocracia" (lbíd., p. 72).
•·tbíd' pp. Il)6, 375 y 377 . "CfEz· 1 Los fd>crales
·
. . 1mmerm~nn, reformistas, 13uenos Aires. Slldamcrú::aru-
. _;=urios~mentc, un comentario de! diario socialista en alemán Vonl'lirts celebra la apn-
Univ. San Andrés, 1995]
r~non del hbro por ver que contribuye a combatir "las calumnias y falsificaciones unlta-
na\ de la historia argentina". Y concluye: ''Ah!, Rosas conocía bien el paño, y un Rosas ( .,
"~ C. O. Bunge, en }¡1\'cntud. 1o de n. la)-'0 de 1897. Cit. en Pay;í y Cinlerws, f.a(ami!io
de C. O. BunRe, ob. cit.. p. 289-290.
le hace falta hoy a la Argentina" ... (Vondirts. 20 agosto 1898. Trad, de Luis Rossi). \;? j'

'
267
VIDA INTELECTUAL EN EL BUENflS AIRES FlN-LlESIGLO ERNESTO QUESADA SOCIO LOGIA Y MUDERNlDAll
!

contra los poderosos, tanto que ''la primen\ época de la Iglesia en pocas manos, planteando en tierra propia "el enigma de
lue la real1zauón de un sabio comunismo')."' Pero más allá dé .nuestro tiempo", consistente en esa asociación de la m1sena Y
esas rderencias a un pasado demasiado lej4no, la preocupación el progreso. , .
de Quesada tiene como trasfondo la situación de los países in- El tratamiento de la cuestión muestra de allí en mas una In-
duslnalizados; de su conocimiento pretend~ extraer enseñanzas tervención típica de un miembro reformista de la elite inscripto
que puedan impedir que en la Argentina oc~rran fenómenos se- en la cultura científica. En el principio de la misma se halla una
mejantes. Para eso es necesario conceder qpe "de lo más pavo- interpelación explícita a la propia clase para que mire de frente
roso en la vida contemporánea, y más dign? de la meditación y un problema que no es una invención perversa de los agitadores
estucho de los hombres pensadores, es sin duda la cuestión so- sociales; más bien, se trata de una situación tanto más peligrosa
cial, que illlplica la emancipación del C~arto Estado, y que porque el aspecto que presenta el mundo civilizado es de ·:unos
amenaza solucr_onarsc por un cataclisn;o m~s terrible aún que el pocos graneles capitalistas y una inmensa multrtucl de mrseros
de la P.cvoluc10n Francesa, que logró sin e¡1bargo conmover y proletarios". La responsabilidad de la ehte resrde pues en tener
transformar al mundo". 1
un diagnóstico real de la circunstancia para no caer en la 1!11pre-
Con los ecos de la Comuna de París comb fantasma más dis- visión suicida de otras clases dominantes. De lo contrano, sr en
wnte, y con los espectaculares atentados au~rquistas en Europa las clases dirigentes no hay quien acierte a solucionar este c~n­
y América en esos años, Quesada comparte: un temor que rcco- tlicto por los medios pacíficos de la evolución, no cabe la ;nrm-
rn: Occidente, temor ante el cual considera\que cualquier vaci- ma duda de que la fuerza misma de las cosas provocara una
lacC~cín sería fatal, ya que "si estallara la revolución colosal que revolución que arrasará la escena internacional. Es talla magm-
estü latente en todos los pueblos, sus estrag$s serían imposibles tud del problema para el porvenir de la humanidad que por eso
de prever, porque equivaldría a un vasto in~endio que abrasad
1i la más alta institución del saber debe ocuparse ele estos temas,
al mundo entero"_ Y si en Buenos Aires re~onoce con beneplá- '} especialmente en aquellos centros universitarios abocados a la
Cito que: los scKialtstas -que a su entender cpentan con mayorín sociología y a la economía política. . . .
dentro de los trabaJadores- buscan corregir 1~or medios pacíficos De las figuraciones circulantes acerca del tuncronam1ento
las Injusticias de qu.: son víctimas, también i·egistra la presencia del capitalismo, a Quesada le parece que en los textos de Marx
de lo que llama las "sectas negativas" -sin dtjda, los anarquistas- es "indudablemente exacta la exposición de la cuestión, evrden-
dentro del movimiento obrero. Afortunadaniente, su carácter de tes Jos hechos aducidos, e irrefutable la situación descnpta.
país nuevo y próspero le permite abordar en ~ejores condiciones Hoy mismo, a la distancia de treinta años, se !~en los manifies-
el problc:ma. Pero a medida que la escasa po~lación se incremen- tos de Marx como si fueran documentos del dra, tan perfecta Y
te, inexorablemente se producirá la concent~ación de la riqueza clara era su concepción de las cosas y sus presunciones en
i cuanto a su desarrollo ulterior". Mas si el problema es real, no
"'J 'La tierr;¡ ~cila a San Ambrosio,- ha siJo dada en CO!iy:in a los ricos y a los po- son correctas ni científica ni valorativamente las alternativas
bree,: ¿por qu,:, oh ncus. 1)S atribuís su propiedad?" Y San Juan Crisóstomo agregaba: planteadas por "la internacional roja". Ésta parte, a no dudarlo,
··Los _neos son vcnbckros salteadores de caminos, que tkskalijan a los caminantes y de hechos ciertos, pero las conclusiones que de ellos extrae son
tran~Ju¡_n¡;w ~u·, morada.-. en caverna;,, donde amasan el bie1~ de los Jemás" (E. Quesa-
da, f.o Jgi('\W ('11/¡)/u-u y Id ¡·¡¡¡;stián .vocial, Buénos Aires, Ar~oldo Mocn, 1895, p. 13). inadmisibles desde el momento que atacan la libertad, la pro-
263 VlDA INTELECTUAL EN EL B\JENOS AlRES HN~DE~SIGLO ERNESTO QUESADA: SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 269

piedad y la competencia, esto es, nada menos que "los tres pila- 1 idioma alemán, la mayoría de sus expositores locales sólo ¡m·
res sobre los que tiene forzosamente que descansar toda organi- dieron abrevar en traducciones oe traducciones. Al exponer en
zación socia\ civi\izada"-"'J t cambio la teoría a partir de su directo conocimiento de las fuen-

¡.
1
Desde Chicago, The lntemational Socialist Review le enros- tes, la considera u ría doctrina sociológica que basa su análisis ele
trará a Quesada ser parte de "un claro presentimiento de Marx" ! la sociedad y de !al historia en lo económico, y desde sus claves
expuesto en el Manifiesto comunista: aquel en el cual se descri~~ positivistas agrega¡ que esta tesis monista es aún una hipótesis.
be a\ "socialista burgués", empeñado en querer todas las venta- dada \a inexistenci~ de estudios históricos que la corroboren, así
jas del capitalismo sin los peligros que necesariamente resultan 1 como le parece contradictorio que una ideología materialista se
del mismo. Y en rigor, Quesada podría haber acordado con ese edifique sobre una/base apriorística y metafísica~ Puede compa-
diseño, al alegar que la navegación entre el Scila del capitalis- rar por eso al mar~ismo con una religión basada en la ciencia,
mo salvaje y la Caribdis de\ socialismo antiliberal era posible, cuya médula es \a Ccoría de\ valor. La cita de Bcrnstcin, en su re-
si se contaba con la conducción de una minoría experta y dis- 1 conocimiento de que ' la teoría del valor es una construcción lógi-
puesta a las reformas sociales. Alegaría además que el presenti- 1 ca pero no una ley[incontrovertible, ilustra nuevamente el grado
miento de Marx se apoyaba sobre bases teóricas erróneas. de conocimiento ppr ' parte de un intelectual no marx isla de las
Así, en el mismo terreno de pretendida cientificidad que sus
rivales, Quesada brinda una historia detenida del socialismo
desde Saint-Simon y Proudhon hasta Marx y Bcrnstein, para
l1 doctrinas ele Marx; y permite suponer que se trata casi segura-
mente de una de la~ primeras exposiciones idóneas ele esa teoría
en el ámbito latino~mericano.
detenerse en el más radical de todos ellos, quien "en su profun- La solución a ekte problema novedoso debe ser igualmente
do libro Das Kapital" propuso como solución la expropiación novedosa y, sobre todo, ecuánime y tolerante. En su respuesta a
de los capitalistas y la transformación de las condiciones de la citada revista dp Chicago (que lo denominaba "mesías del
producción en propiedad colectiva. En 1908, al pronunciar una gastado evangelio \de \a armonía entre capital y trabajo", para
conferencia rcfe!ida al marxismo y la cuestión social, esta vez así convertirlo en 'fel Sombart argentino", que quiere familiari-
en la Facultad de Filosofía y Letras, Quesada pudo mostrar un zar a los estudiosps burgueses eon el marxismo para mejor
grado de información y un tratamiento profesional de la cues- combatirlo), Quesada alega que sus trabajos han sido realizados
tión notables para los parámetros ele la época en la Argentina, y '
"con honradez y cbnciencia, pues busco siempre beber mis in-
brindar a su público un esquema rico y riguroso del desenvolvi- formaciones en lasi fuentes originales". Y luego de hacer un rá-
miento del marxismo."" pido paso por text~s clásicos de Marx, pero también por autores
En cuanto al modo como los socialistas vernáculos han com- fundamentales ent<)nces prácticamente desconocidos no sólo en
prendido las doctrinas marxistas, el intelectual bien formado la Argentina, com<jl' Tugan Baranowsky o Béihm Bawerk, y de
que es Quesada comenta que, por falta de conocimiento del referir a la escísi4n entre Kautsky y Bernstein, promete una
monografía detenida sobre el tema.
Esa tarea aparec,b cumplida al abocarse directamente a El ca-
lc•J E. Quesada, Lo iglesia cauJ!ica y la cucsrián socúd, ob. cit., p. 101.
101
E Quesada, La teoría y la ¡míctica de la cuestir!n social. clmar.xismo a la !u:: dr pital, para señalar\ bajo la evidente inspiración de Ikrnstcin,
la estad(Hica en los comienzos del Si?Jn, Buenos Aires, Amoldo Mocn y Hno., 1908 contradicciones enlre el tomo primero y el tercero, y considerar
\

1
2/0 i
VIDA IN~ ELECTUAL EN EL BU~NOS AIRES FIN-DE-SIGLO EKNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 271

que cl problema de lo;: socialistas argent~nos reside en gue ac- Mas si la solución católica es superior a la socialista, se debe
tuan como si existiese solamente el primho. Éste era correcto a que no comparte con esta última el rasgo antiliberal del inter-
p:rra Ia ~poc;.? ellu_ga; en que fue elabor~do, pero el curso pos- vencionismo estatal, encarnación del viejo régimen opuesto a
teiiOJ de Id econonua capitalista desmient~ aquellas previsiones estos tiempos 1nodernos que se fundan en "la acción del indivi-
que a Quesada le in te :esa descartar, apul1tadas en el hbro de duo", y en que promueve la formación de organizaciones obre-
Mar~ a dcm<~str~rr la ;:•aupcrización y pojarización social cre- ras que no implican el restablecimiento arcaico de las gildas de
Cientes. Y oiid vez como Bernstem en su polémica con Kautsk) oficios de la Edad Media, sino la creación de asociaciones
apela a estadísticas de h evoiución de la ~elación salarios/casi~ adaptadas a las necesidades del siglo. En verdad, Quesada está
de VIda durante el siglo que demostrarían ~1 constante aumento hablando otra vez de esa justa medida de intervención estatal,
de los mgresos de los trabajadores. Gran parte de estos logros de ese término medio que ama entre el capitalismo manchestc-
-reconoce- se deben a la agremiación obn1ra, aunque por ella el riano y el socialismo de Estado. Y por eso, como muestra que
traba¡ador haya debrdc- pagar el precio de ~ometer su libertad a desde el Estado también se atiende con criterios científicos a la
la t1rama del sm¡hcato. 1
cuestión, celebra la creación del Departamento Nacional del
En el terreno del desenvolvimiento polftico del movimiento Trabajo, como elaborador de estadísticas fidedignas.
socra!Jsta, contrasta la solución plagada ~e horrores intentada Dicho de otro modo: si las reacciones del gobierno argentino
por la Comuna del 71 con el "hermoso movimiento" de las Tra- alternaron en esos años la represión (leyes de residencia y de
cl,e Umons inglesas. Por eso mismo, y refiriéndose a la revista defensa social) y el reformismo social, no caben dudas de que
~u/u Nueva, organo del Partido Socialistaiargentino, le parece Quesada militó en el segundo sector, cuyo punto máximo fue el
venturos~ que los socialistas criollos puedah organizarse en tor- proyecto no aprobado del código de trabajo elaborado por Joa-
no a la lmea de Juan B. Jr.sto, que suma la )·azonabilidad de sus quín González. El informe que había producido Bialet Massé
propósitos a la función de oficiar de freno <i las tendencias anar- en 1904 sobre el estado de las clases trabajadoras en ese princi-
qUJstas. l~ero más atractiv;, le resultará, sin ¿mbargo, la propues- pio de siglo no contenía otro espíritu. Mediante el tratamiento
ta Y. la practica de la Iglesia católica frente aila cuestión sociaL de estas clases como ''hombres libres, en perfecta igualdad den-
b1 tcnn1nos de su propia co!Hcmporaneid;ld, d papa León Xlll tro de sus propios medios", era posible c'levar la condición so-
hab1a considerado llegado el momento de <,!bordar el problema cial de la clase obrera y darle una situación más digna y justa
en toda su amplitud, y lo hizo en 1891 en ~u célebre encíclica en la escala sociaL Entonces se habrá conseguido no sólo un
Renmz Novarum. No hay dudas de que Q4esada acuerda con bien inmediato, sino que la propaganda de las nuevas doctrinas
esta postura, ya que "pocas veces -afirma-+ se habrá encarado se hará en condiciones más fáciles y más eficaces, perdiendo
un l~roblema social de tanta gravedad con m~a lucidez y una va- esa tendencia a las violencias revolucionarias que sólo hacen
lentJa mayor que como lo ha hecho la Sanu~ Sede". Pero lo que nacer resistencias y provocan reacciones. El consejo es nítido:
fundamentalmente llama su atención son los círculos católicos "Los mansos misioneros que procuran con paciente esfuerzo
a:·gentn;os y sus casi cinco mil afiliados: ftindados por el cura mejorar la condición de tribus ignorantes y desheredadas han
(,rote, c;te ha podido admirar en Westphalifl -su patria de ori- ganado infinitamente más prosélitos al cristianismo que la In-
gen-- el ex !lo de grupos análogos.
1
1
fD quisición con sus torturas y violencias".
272 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES riN-DE-SIGLO
27\
ERNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD

Quesada evalúa asimismo que las fuerzas patronales tam- fenncclades, contratiempos y vejez, y las demás medidas qne se
poco permanecieron pasivas ante los riesgos del nuevo modo conocen por 'refonha de 1890'".
de producción, y así hubo quienes promovieron el aumento
salarial incorporando a los obreros a la empresa. Tampoco es
desdei'íable la acción de los gobiernos, al vigilar las condicio-
nes de trabajo y legislar al respecto. Mas si esta actitud le re- Resulta importante! a esta altura mirar el mirador de Quesada,
sulta razonable como medio de contener las soluciones más para allí encontrar bl espacio de intelectual que él mismo se ha
extremas de la cuestión social, previene con lógica liberal construido con los !rasgos ele un dispositivo cuyo destino es la
que, de continuar esta tendencia, se corre el riesgo ele que la acumulación ele saberes para intervenir en el debate acerca ele
clase obrera se constituya en un sector injustamente privile- las cuestiones soci<Ócs. Se ha dotado para ello ele una fonnación
giado: el aumento de salarios, la reducción de las horas ele tra- que, debido a las t~reas en el servicio exterior de su padre. ha
bajo, el cubrimiento de los riesgos laborales. incluyendo su atravesado por unalcstrccha int1uencia de la academia y la vida
subsistencia en caso de desocupación, no pueden sino desem- intelectual alemana!-que ya no lo abandonará por el resto de su
bocar en el parasitismo al eliminar la concurrencia como mo- vida (terminará, luclgo de su marginamiento por sus posiciones
tor de la actividad productiva. germanófilas en IaiPrimera Guerra. manteniendo una estrecha
Estas inquietudes eran para Quesada modos de prevención relación incluso epilstolar con Oswald Spenglcr)--. Y esa forma-
sin eluda avanzados respecto ele las condiciones locales. Y si ción tendrá todas la~ marcas de quien ha adquirido destrezas es-
bien consideraba preocupan tes las acciones del movimiento pecíficamente inteJJctualcs. .
anarquista, en una conferencia de 1907 titulada "La cuestión Esto se torna re!bvante en su observación del campo intelec-
obrera y su estudio universitario" podía mostrarse optimista, tual argentino, en ~bnde defenderá una y otra vez los derechos
dado que en la Argentina los salarios, la vivienda, el bienestar, del profesional frd,te al autodiclacta o diletante, como se com-
abundan como no lo hacen en otros sitios del mrmdo_ De ese prueba en sus polé~icas con Groussac y Cané. En la medida en
modo, el estado inmediatamente futuro estará caracterizado por que estos últimos e~carnaban la cultura literaria y estética, ¡me-
la evolución pacífica hacia el progreso, y para ello está disponi- de aquí verificarse bl aserto de Wolf Lepenies en el sentido de
ble el ejemplo alemán. La "democracia social" alemana está in- que, entre las cultu~as científica y literaria, las ciencias sociales
dicando cuál será la orientación del camino futuro: "nada de emergen en el sigld XIX como "tercera cultura". Surgida como
sacudimiento revolucionario, sino una evolución que se produ- ciencia que pretendió explicar el cambio social qnc condujo a la
cirá paulatinamente desde las esferas gubernamentales", ya formación de la sociedad industrial moderna, así como intentan-
que, en definitiva, Alemania ha entrado resueltamente en la vía do predecir sus co~secuencias ele gran alcance (si no, incluso.
ele la solución conservadora del problema, y es el gobierno el poder controlarlas),¡ desde su nacimiento la sociología rivalizó
que ha comenzado a satisfacer las aspiraciones socialistas en su con la literatura en tanto intérprete de la nueva sociedad y como
parte legítima, poniéndose a la cabeza del movimiento univer- oferente de un modJ de vida para el hombre moderno.""
sal. "A ese esfuerzo se debe la ley ele protección de la mujer y
del niño en las fábricas, la del seguro obligatorio contra las en- i\ Hi;
1
1
\V. Lcpcnics, Los tre~ culturas, México. FCE. 1994, p. 7 Y ¡¡a.I_Útn

1
27-l VIDA INTELECTUAL EN EL BUEJ)iOS AIRES HN- lE-SIGLO ERNESTO Qt.ESADA: SOCIOLOCÍA Y MODERNIDAD 275

Quesada s~ había encarado bastante temrranamente c.m Cané doja de las 'ciencias sociales'" el director de La Biblioteca tor-
para dmgírle una dura crítica a lo que con$ideraba sn diietantís- nará de ma; era más sistemática a poner en duda el rigor de las
mo, y tras la cual se dibuja la pretensión d~ autonomía moderna ciencias sociales y políticas, y especialmente de la economía.
dd intelectual y el señalamiento de la pre~nancia de la política Significativ"rnente, este cuestionamiento no recusa, como ya
como una amenaza para clicha mdependencja_ Por ello e:; que las estaba ocurr:endo en Europa en la seüalada polémica sobre la
letras so¡¡ para Cané ''queridas pasaJeras", yf él mismo es "un lité- "bancarrota de la ciencia", las pretensiones científicas al cono-
rato que desdeí1a las letras, y a quien la polí¡ica, como Minotauro cimiento de \a realidad, sino que se apoya en argumentos ex-
unplacabko, ha devorado sm remedio"wJ Primer profescr titular traídos de los mismos requisitos de las ciencias. Se ks reprocha
de sociología en la Universidad de Buenos Aires, Ernesto Quesada a las disciplinas sociales no ser lo suficientemente científicas
tendrá que combatir las objeciones provctücntes de fEcciones debido a su in< ontrolado apresuramiento para la generalización,
más tradicionales del campo intelectual."" $sta impugnación ha- y el mismo Grv1ssac se había burlado de los excesos amtlógicos
bía partido de las más altas esferas del me<;anismo de c:msagra- de estas disciplii;<rs, recordando, por ejemplo, que "la compara-
ción intelectual del momento. La anatem~ de Grouss;rc había ción de una socie<>ld humana con un organismo es más antigua
sido incluso cruel: "El señor Quesada -díjc/- pertenece al grupo que Spencer, Bacon y el mismo Aristóteles", ya que se encontra-
feliz de los que conciben sin esfuerzo y proqrean sin dolcr". 105 ba en Hornero. En pe lítica -agregaba- se usan a menudo términos
Ya en Del Piola al Niágara, Groussac hhbía revelado su des- tomados de las cienc:as médicas, algo que replican los sociólo-
creimiento respecto de la cientificidad del las ciencias históri- gos cuando comparan la circulación comercial con la vascular.
cas. rcnJarcando que el nivel de certeza dd ellas no era aún "el Se opone igualmente ,,] reduccionismo economista: "El hombre
de necesidad y cértidumbre, sino el de con~ingcncia y v':~rosimi­ económico no existe, como tampoco la sociedad económica".
litud". b ingresando en un terreno caro ;\!
positivismo, en El En definitiva, "ideas y sentimientos son los grandes propulsores
viaje inlcleuuol, al opinar sobre L'uomo ,¡i genio, de Lombro- de la humanidad", y ''las luchas económicas son subalternas".
so, conwkraba que toda la antropología p<;Jsitivista "se compo- Para decirlo todo, la scKiedad "crmsw de w1 cuerpo y de 1111 a(
ne de afirmaciones gratuitas en lo princip;~, y de coincidencia.\ ma (no retrocedo ante la terminología): un cuerpo con sus fun-
vagas, si11 prL·cisil)n ni eficacia, en lo acces{nio". ciones y ncc<.:sidades determinadas; un alma con sus facultades
Dentro de esta querella donde se ve el enl'rentamiento a escala o aptitudes determinantes, de las cuales es mero instmmcnto el
local de la cultura estético-literaria y la ci~ntífica, en "La para- 'aparato director' de los sociólogos. Y este viejo concepto dua-
lista que, al parecer, todo lo complica, es el que en realidad to-
j
do lo explica" -"'6
"'' r\11 l !lll~HHJ
.. ugn:ga: "[_a po ¡·.
Itlca es 1a gran culpable qn
1 !a vida americana: fascin;¡
También nuestro otro representante de la cultura estético-li-
a los tal.: mus j(hl'!ICS, !os sduce y !os esteriliza para la pniducción intdcctual serena)
elevada· CNuestl'a raza'·, ob. cit., pp. 79-80). ¡ teraria, Miguel Cané, incursionará en ese tipo de cuestiona-
HH La ,_.átcdra de So...::iología fue creada en 1898. Como Po
fuera designado el profe- mientos, y lo hará desde la instítucionalidad de la Facultad de
sor ltlular: s~ cunfió ,J __curso respcc_tivo a1 suplente de hlstorÍ<I, Ant<H1ÍO De!kpianc, Filosofía y Letras. No ataca las pretensiones de acercamiento al
qut~n la dJc:o durante Us90. No volvió a enscílarsc la asig¡j'<ltura hasta que en !904 fue
dcs¡gnadu Lrnesto ()ue::.ada. ,
1 5
u E. C)ucsada, Fn lomo of criol!ismo, oh. cit., p. 20_ 1
1
'
iL l\X> Pnul Groussac, Del Plaw al Ni,ígam, oh. ciL 10')6, v. 11.
276 \'JnA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA: OCIOLOGÍA Y MODERNIDAD

conocimiento de la realidad social, pero sí que se erija en cien- permitía aplicar el criterio positivista de la unidad mctoclolúgi-
cia a ese "conjunto de hipótesis o de constataciones ~mpíricas" ca de las ciencias. Los hechos sociales no forman un "reino
Y que se diga "sociología en el mismo sentido que se dice álge- aparte, ni tienen leyes de excepción, ni son de índole capricho-
bra o mecánica". Para fundar su crítica apela a la falta de con- sa ni escapan a laslleyes generales de la ciencin". La sociologí<~
senso entre quienes cultivan las disciplinas sociales. Por eso, si es por ello una "cibncia perfecta": determina hechos, que sirven
se encarga a veinte idóneos profesores de sociología la prepara- ele base a la inductión; los compn1cba por la observación com-
ción de un programa de la materia, "tengo la seguridad que pre- parada aplicando ~1 procedimiento histórico genético; induce
sentarán veinte programas diferentes", en tanto que entre veinte reglas generales &~ los hechos observados, y comprueba tales
profesores de geometría, "no habrá uno solo que se atreva a ca- reglas por la expe~iencia, aplicando el método deductivo, como
lumniar a la hipotenusa, atribuyéndole costumbres que no tie- cuando verifica sus conclusiones por la psicología y la historia.
ne". Para concluir con burlona benevolencia: "Estudiemos la Además, suma l1 estas argumentaciones Clll<Ínicas otre1s que
vida de los hombres en sociedad como estudiamos la vida ele tienden a equipar~r a la sociología con las ciencias formales y
las abejas en la colmena: son contribuciones a la gran síntesis naturales, ya no pbrque aquélla se acerque a sus cstánch!rcs de
futura. Pero no creamos que, si se nos llena la boca con pala- rigurosidad, sino porque estas últimas experimentan una serie
bras, conseguiremos llenar el cerebro de ideas". 107 de obstáculos recidntes que tienden -por su debilitamiento epis-
Con motivo ele la conferencia inaugural de la cátedra ele socio- temológico- a igtialarlas con las disciplinas sociales. Apelaba
logía, el 1o de abril ele 1905 Quesada responderá a estas imputa- con ello Quesada ~l debate generado en torno ele las revolucio-
ciones, instalando la polémica en sede institucional: no se trata nes científicas en ~urso, y mostraba así el carácter retrasado de
ele una opinión personal volcada, por caso, en un periódico; la la información clis(1onible por parte de Miguel Cané. Recurrien-
gravedad ele las afirmaciones proviene tanto ele la autoridad aca- do así a un "recieritísimo libro" ele Huxley sobre el progreso de
démica ele quien las formula cuanto del momento elegido para las ciencias, sosti¿ne que los postulados en los que se apoyan
ello por pat1e de "el distinguido literato y ex decano"."" Comen- las ciencias naturales (la concepción de la materia, la ley de
zará entonces por defender el carácter ele saber legítimo de la so- causalidad, la vaÜclez atemporal de las leyes naturales) "son
ciología, pero, yendo mucho más allá ele una posición defensiva, eminentemente metafísicos, pues ninguno de ellos es evidente
avanzará la noción de que ella debe constituirse en la disciplina de por sí ni puede ser materialmente demostrado". Puede en-
madre capaz de sintetizar y totalizar el conjunto de los saberes. tonces invertir irónicamente la dirección de la severa impugna-
En su trabajo sobre Spencer, Quesada había equiparado los ción que Cané le babía formulado: "Prudente es, entonces, no
fenómenos sociales con los ele las ciencias naturales, lo cual le invocar a las cienbias naturales de auditu y dogmatizar sobre
ellas, pues ele ese !nodo es fácil exponerse a 'llenar la boca con
107
Discurso del decano cesante, doctor Miguel Cané, en el acto de la transmisión palabras, sin consclguir llenar el cerebro con ideas"'.
del decanato al actual, doctor Norberto Pi ñero, en Revista de fa Universidad de Buenos Y si se objetara! que el ex decano se ha referido expresamen-
Aires, vol. 1, p. 183.
108
E. Quesada, "La sociología: cmácter científico de su enseñanza", Conferencia
te a las ciencias ekactas (álgebra, geometría) y no a las físico-·
naturales, Quesala hallará ahí mismo nuevas razones para

r31
inaugura! de la cátedra de socíología, 1 de abril de 1905. En RHista de fa Univrrsidod
de Buenos Aires, voL Il!, 1905, p. 217.
most~ar que, en !asuma de saberes, Cané pertenece a un estrato

1
2/!:. VIDA INTELECTUAL EN EL BUEi\JOS AIRES FIN~DE~SIGLO ERNESTO QUESADA: SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 279

y una generación en repliegue que debe ddjar el relevo a la que vación del propio terreno cultural sobre el que está apoyacloo Al
Quesada representa. Porque allí donde e'l autor de luveni!ia mirar entonces el campo al que pertenece, en tanto momento de
afirmó que "entre: veinte profesores de geo)netría, no habrá LIIIO autoconciencia de la intelectualidad nacional, Quesada continúa
solo que se atreva a calumniar a la hipoten~sa", Quesada puede a alguien a quien respeta y en quien se reconoce: Juan María
enrostrarle su d.csconocimíento de las geqmetrías no euclidia- Gutiérrez. "Los hombres de letras no existen aún en nuestro
nas entonces en desarrollo, con nombres qomo Gauss, Rieman país, y los literatos -entiendo por esto los que casi viven ele su
y Helmhollz-"N
pluma- son plantas exóticas en estas regiones o lo .. ] De ahí que
De su colocación ante los nuevos sabqres, Quesada extrae el diletantismo literai-io sea la regla dominante,[ ... ] pues pocos
cntcnos de lcgilirnidacl que muestra hasta FOil la impudicia del son los que -como don Juan María Gutiérrez- pueden conside~
que viene de regiones sabias hacia una tie1J-a de ignaros. No se rarse como vcrdácleros y genuinos literatos." Su padre había
pnva entonces de ir desgranando copiosas ~ibliografías a lo lar- enunciado una serie de críticas análogas en las que involucraba
go ele sus conferencias. 1111 Si ésas son las :condiciones de una al editor, al público y al crítico como eslabones de una cadena
buena formación, para el desarrollo de su l¡¡bor no es menos es- ele dificultades para el ejercicio ele una escritura profesional. 112
tricto, y puede suponerse que ele Spencer bxtraería no sólo un Desde parecida inquietud, Ernesto Quesada elaborará minuciosos
modelo metodológico; también un ideal ele Intelectual. "Por fin, informes y evaluaciones, en general transidos, si no por la deses-
en 1896 termina el último tomo de su obra $oberbia, después de peranza, al menos por la denuncia ele las graves dificultades a las
treinta y seis años de trabajo asiduo, no interrumpido. Terminó que debía enfrentarse quien pretendiera entonces desempenar
su obra, cumpliendo su promesa, a los 76 a~os; no clc:scansó por una práctica intelectual. Pero con mirada aguda también descri-
eso, sino que dedicó sus últimos años a revi¡;ar sus libros, publi- be el piso de sustentación de dicho campo, es decir, los niveles
cando sucesivamente nuevas ediciones, y 1~ muerte lo sorpren- de lectura más básicos, que muestran a una sociedad civil mo-
dió a lo.s 8-l ai1os en pleno trabajo intclectua)"-' 11 vilizada por una cuasi manía informativa, y el acceso a dicha
información posibilitado por las consecuencias ya visibles de la
escolaridad pública en su tarea alfabetizadora~ Esta clescnpción
muestra asimismo la señalada constitución en torno del perio-
Formación y despliegue intelectual van en Quesada unidos a la dismo de una esfera pública: lll
rd'lexión sobre el quehacer letrado. Porc¡u<;1 otro de sus rasgos
distintivos es que luce constantemente preoqupaclo por la obser- En la Argentina [observa Quesada] se leen no muchos libros,
menos revistas, pero en cambio enormemente los diarios. La
',)') l.(i C(/rdcter , ob. cit., pp. 222-223. ~
fonna republicana de gobierno, las tradiciones y las prácticas
de una prensa que gozó ~salvo raras excepciones- de una li-
.v F:mn: b bibliugrafia que (~w:sada va citando se c!lClH.~Ptran Achi!Je Loria, La su-
1

ciulogiu; Georg Simmel, D(/s Problem der Sociolooie; Emitb Durkhcin De la divirim 1 bertad que a veces pudo creerse rayaba en el desenfreno; la
. o 1 - ' '
du trmwl St)(·ia!, lknhutd We1ss, Gesetze des Geschehens; }V. Small: Wlwt is a sociu-
logtsl; Ernc::.! l lacckd, lJie 1-VdtrúthseL. (en E Quesada, lf¡s donrinm ¡m:socio!ógi·
un, Bueoo_~ A u ce., L1hrcda de J. !'vknéndcz, 1905). ¡
1 1
ln V. Quesada, Afcmorids de 1111 viejo, ob. cit., p.330.
' E ()uc:oad:J, "! kJbcrt Spcnccr y sus dot:lrinas sociológifas", ob_ cit , PP- 1':) J ·192 w Cf. H. Sabato, La político en los en !les, ob. cit., pp. 62 y ss

1
280 Vlf)A INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES !'IN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA: sbC!OLOCÍ!I Y MODERNllJAD 2h!

pública discusión de los negocios de interés común, la ar- lectuales apto para[ sustentar la autonomía de su pr{lctica. Por
diente vida de partidismo, y la tendencia de cada argentino a todo ello no podía ~ino observarse con envidia las condiciones
emitir su voz y voto en cada cuestión de grande o 1netliana europeas del trabajo intelectual, donde "las producciones ele!
ímportancia, son otras tantas causas innegables que han in- espíritu se conserv4n, se pulen, se revisan, se completan y con-
fluido considerablemente para formar el temible poder de
cluyen por publica¡!se más tarde con cariño extremo: en Améri-
que entre nosotros goza el diarismo.[ ... ] He ahí como se for-
ca consideramos cÓmo un accidente el escribir, lo hacemos, sí,
ma esa terrible "opinión pública'" tan intolerable en sus jui-
siempre que pode~os"."" Allí los Dumas, Sue, Hugo, Ponson
cios como tiránica en sus actos, tan exagerada en sus favores
como inconstante en su perseverancia. 114 du Terrail, v1ven ~e su profesión; en América es distinto, ya
que apenas hay un¡ incipiente periodismo y algunos círculos y
En su distribución territorial detecta también el desequilibrio salones. En una reSpuesta a una crítica hecha por Ebclot, en la
entre la producción periodística de Buenos Aires con sus más cual acusa a los argentinos de talentosos pero pcrci.osos, guia-
de cien periódicos y el resto del país, dentro del cual Catamarca dos por las intenci~nes ele ganar dinero o conquistar poder polí-
tiene dos y La Rioja uno. Este panorama revela en Buenos Ai- tico, Quesada le re¡}rocha no comprender que "las letras de este
res un público lector inusitado, pero Quesada contempla con país no dan de cm*er", y sólo pueden ser cultivadas por quie-
preocupación que su influencia no aparezca balanceada por una nes como Rafael O~ligado poseen fortuna propia, o bien por los
crítica más profesionaL La consecuencia es que, como la prensa que están dispuestcjs a un sacrificio ele cultivarlas a hurtadillas,
es un apéndice ele la política, se produce una invasión desde "en los momentos _perd!dos que roba a la tarea achatadora del
ella hacia las actividades específicamente intelectuales."' emplcaqo, a la exc\tacion nervtosa del hombre ele negocios o a
Este papel secunclarizado de la vida intelectual profesional la labor prosaica d~l que cría animales o cultiva la tierra". No
va de la mano con un lamento recurrente entre los intelectuales e:'dste en este país {concluye- la profesión ~'e hombre de letras,
del período. Ha sido señalado por diversos autores que enton- tampoco hay ed!lÓies, y por fm no hay en esta ctudad de
ces el escritor se confrontó con una caída del mecenazgo sin 600.000 habitantes,j más ele 100 a !50 personas que compren li-
que todavía se hubiera constituido un mercado de bienes inte- bros nacionales". 117 i
P or u'1 tnno,
. 1 •
con f¡not1vo ele sus comentarios a las conferencias
de Enrico FerTi, se lpnede mirar otro sesgo de la concepción de
E. Quesada, "El periodismo argentino (1877-!l\83)". en Nun·a Rf:vis[(l de Bue-
111

IWS Aires. diciembre de l88J. pp. 74 y 75. Al desagregar en 1882 los distintos géneros
intelectual que Quelada alberga, referido al modo en que se sitúa
de periódicos, del total de 103 Quesada indica que casi la mitad son políticos. En cuan- en la tensión entre '¡el científico y el político". En una conferen-
to a :;u nacionalidad, 83 son nacionales y 20 extranjeros. Vincula luego el número de cra en la que estab~n presentes los intelectuales más renombra-
periódicos por habitante con la existencia de una mayor o menor libertad en las diver-
dos, en ese año de 1908 Quesada reconoce a Fcrri como un
sas sociedades. Por eso en Estados Unidos hay uno cada 7.000 habitantes y en Rusia i
cada 530.000. Y en cuanto a la Argentina, en 1882 registra uno cada 13.500. colocán- maestro para sus p~res argentinos y alaba la variedad de temas
dose en tercer lugar en el mundo después de Estados Unidos y Suiza, y antes que Bélgi-
Ca, Francia. Inglate1Ta e Italia.
113
"La política ha sido transportada del todo, con sus injusticias y sus preocupacio- '"'E. Quesada, lleso1J y uilicas. ob. cit., p. 8.
nes, a la literatura, cuYo carácter hospitalario y bienhechor altera profundamente" (Re~ 117
"¿Tiene razón Mr. Jkbe!ot? Las letras argentinas y la crítica", en RC\'istu Nacio-
serias y críticas, ob. cit., p. 120). i5 nal. tomo XIX, !894, pp. )1-58.

1
1
VlDA INTELECTUAL EN EL BUE~OS AIRES FlN-DE-SlGLO EHNESTO QUESADA SOCIOLOGÍA Y MODERNIDAD 283
i
que toco• como con ¡·erenc1sta.
. p ero su brayé\1 que, ante. un au d.Ilü·
intelectuales vrsitantes cobren por sus conferencias, pero sería
rio heterogéneo, el intelectual italiano cu~rió las expectativas bueno entonces que la institución convocante fueran no las em-
del gran público, pero no las ele las clases intelectuales argenti- presas privadas sino las uníversidades."Y
nas.'" Por eso cree que, una vez pasados Icjs efectos de la orato- Ya en el terreno de los contenidos, lo más objctable a su en-
ria de Ferri, se verá que ésta no alcanza para analizar la historia tender es que en dicha conferencia Ferri se ocupó de la historia
y vaticinar el porvenir, dado que, en su caso, el tribuno terminó americana con "criterio europeo", cuando difícilmente puedan
por obnubilar al científico. Un ejemplo d¡o ese desliz hacia la hacerse leyes para la historia de esta parte del mundo cuando
falta de rigor lo encuentra en la utilizaciórt imprecisa del térmi- aún están en discusión los hechos históricos y ni siquiera hay
no "raza". El periodista o el orador popul;tr ' pueden servirse
.
de nociones claras del ambiente presente en los que se apoyaría es-
esa palabra como algo que todos creen co~prender, y el públi- ta "filosofía ele nuestra historia". Este señalamiento alumbra una
co repite la invocación a la raza como si s~ tratara de un térmi- de las convicciones ele Quesada, que lo muestra siempre preocu-
no indiscutible, "pero vos, señor, hablái~ como sociólogo y pado por fijar los acontecimientos ele ese pasado y por clasifi-
hombre de ciencia, de manera que un asedp vuestro reviste sin- carlos ~en una tarea que compartirá con buena parte de su
gular autoridad". !
generación intelectual, reconocible en un ansia por catalogar y
A esas violaciones de los cánones de p~ofesíonalidad acadé- jerarquizar aquello que forma parte de la "verdadera" historia
mica contribuye una práctica novedosa q~e implica una inva- del país~. Ése es el sentido ele sn apoyo a la constitución del Mu-
sión del campo cultural por parte del m~rcado. En una nota seo Histórico Nacional encabezada por Adolfo P. Carranza. En
publicada en la revista Nosotros, Quesada ida cuenta de este ti- presencia de ese establecimiento observa que "el museo recibe
po de emprendimíentos: "El sabio, el oradpr y el tribuno viene todo, y todo expone; pero hay ya tanto reunido que comienza a
a Amáica contratado por un empresario ~e teatro, quien orga- imponerse la selección". Esa inquietud la lleva a ése su presente
niza el programa y le hace pronunciar ~onferencias por su que un día será pasado, y en el cual deplora que nadie se ocupe
cuenta". Este súbito descubrimiento de la /articulación entre el de guardar los periódicos. Incluso es necesario y tal vez urgente
1ntekctual y el mercado no deJa de sorpren(lerlo cuando perc1be separar las reliquias argentinas de las de otros sudamericanos
que da müs dinero un orador que una cornpañía téatml, pero como Bolívar, Sucre y Monn, es decir, ele esos residuos de una
también que entonces se opera una transfiguración de la figura identidad hispanoamericana ele la que ahora era preciso desagre-
del intelectual en un divo, hasta el punto ?e que a Ferri le pu- garse para tener claros los límites ele la nueva nacionalidad.'"'
sieron un acompañante para cuidarlo. Más ¡grave aún es que in-
cluso dnda de que haya elegido los temas !de sus conferencias,
1
junto cun la circ.'unstancia de. que el emp. rl ario le.lmbía prohi-
bido, a este m1embro destacado del partrdo socmhsta de su pms, Estas opiniones permiten despedirnos de Quesada considerando
apoyarse en el socialismo local. No se op ne por fin a que los el alcance de sus posiciones liberales, dado que, al referirse a
'
1 JJ~
E. Q1.1esada, ''Fcrri conkrenci:;ta", en Nosoíros, a\\o ll, \omo !i\
11
" E. ()u~saúa, El socir5logo En rico Ferri, Buenos Airqs, Librería de J. Menénda,
L~u
E. Quesada, El Ma.r('O flisrúrico Nacimwl y .m irrtprtrlanciu f!(UÚÓliÚI, Buenos
!901) 1
%Aires. G Kraft. 1897.
1
i

2R4 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA: sdCIOLOGÍA Y MOIJERNIDM>
1

i
los problemas ele la profesión intelectual, muestra el rostro am- Sin eluda, no falt~n en las proclamas de políticos e intelec-
biguo ele un liberal carente de mercado. Ante un ptíhlico inexis- tuales apehrciones ~ la espontaneidad del mercado p<tra asig ..
tente y una clase pudiente que no cuenta entre sus filas con "la nar prioridades y definir el curso de las oportuniclaclcs. Pero
munificencia de algún Rockefeller argentino" --esto es, sin me- tanto la unificación¡ nacional cuanto un proceso modernizador
cenazgo y sin mercado-, Ernesto Quesada mira al Estado para impulsado desde arhba apelaron en no pocos casos a una ex-
reclamarle mayor presupuesto universitario y subsidios como presa intervención ~slatal que flexibilizaba aquellos principios
los que se acuerdan generosamente en Holanda_ 121 Su razona- fundados en el "go~ierno limitado". Aun Eduardo Wilcle, ad-
miento bien puede fundarse en una visión matizada de los tiem- herido a principios¡ liberales más estrictos (hasta el punto ele
pos modernos, ya que junto con la defensa de los principios l sostener hiperbólichmentc que "mis convicciones profundas
liberales (libertad, propiedad, competencia), Quesada ha insistí- 1.' son que los gobienios no deben dar el agua, y que el día que
do en el reconocimiento ele que la igualdad proclamada por la r
1
él sea proveedor clcj ;rgua, no habrá libertad posible. no habr{l
Revolución Francesa es una ilusión que, al destruir otras desi- I que oponerse absol~rtamenle a nada de lo que quiera el Go-
gualdacles que él llama de "clase" (y que parecen remitir a lo ll bierno"), junto cor) impugnar por ello en el parlamento el
que hoy llamaríamos ele "estamento"). "sólo ha dejado el cam- avance del Estado ~n la construcción de cloacas o de hospita-
1
po libre a las desigualdades mil veces peores ele los enriqueci- les municipales, concedía que "queda como obligación moral
dos o ele los aclveneclizos"_ 122 1 para el Gobierno haterlas allí donde no pueden ejecutarlas los
En rigor, la colocación de Quesada respecto del liberalismo 1 parliculares" 124 De ¡gua! manera opina en 1882 en su artículo
debe ser comprendida en el contexto de las características ge- 1 "Industrias argentinbs", para las cuales -sostiene- el gobierno
nerales ele la adhesión a este ideario por parte ele la elite cliri- ¡ ' '
debe ser como un padre para sus hijos mediante la aplicación
gente. Algunos debates y pr;icticas han sido señalados como 1.• ele medidas proteccionistas. Con el mismo argumento ele que
altamente ilustrativos ele esas adhesiones. Así, por más que el · la actividad privad~ era todavía débil, Roca iba a justificar la
presidente Roca fundamentaba su programa económico en tér- j creación ele un hanto estatal. como más adelante lo haría el
minos estrictamente liberistas al sostener que "el comercio sa- ~.·i· dos veces Ministro 0e
Hacienda José Terry. Este úllimo reco-
bía por habitud mejor que el gobierno la solución a esos mendará expresam~nte salir de los males presentes desaten-
problemas", "las excepciones a los principios liberales fueron diendo los consejos¡ nacidos del liberalismo ortodoxo en otras
demasiadas como para atribuirlas solamente a circunstancias parles del mundo, CÍescle donde llegaban voces recomendando
1
accidentales". 123 abandonar lo que erj la época se llamaba "socialismo ele Esta-
1
do" para referirse al intervencionismo estatal en cuestiones
1
económicas y finanCieras. Pero tales recetas eran, segtín algu-
121 "Proteger empresas de esa naturaleza es obra de patriotismo, pues redunda en b..:: nos, inconvenientes! para la Argentina debido a la clcsarticula-
nefício común y en honra de las letras nacionales" (\'éasc La nisis wliw~rsitario. Buc· ción ele su sociedac!lciviL Después de todo, no había sido otra
nos Aires, Lib. de J. iv1cnéndcL, 1906; La sociología. carácter ... , ob. cit., p. 248, Y
la actitud del Estaclq en la propia Europa, en un período de de-
Reseílas y críticas, ob. cit., p. 127). ¡
m E. Quesada, La iglesiu católica ... , ob. cít.. p. 101.
Lil N. Botana y E. Gallo, De la República posible. .. ob. cit., Introducción. '" lbíd., pp. 239-240.
206 V ID,~ INTELECTUAL EN EL BUE~OS AIRES fiN-DE-SIGLO ERNESTO QUESADA SOCIOLOGIA Y MODERNIDAD 287

sarrollo similar de su economía, De manera que ni siquiera en "No es la sociedad, por lo tanto, una simple agregación de in-
1
el terreno económico se asiste a la aplic ftción sistemática (k dividuos, sino un fenómeno absolutamente distinto [. ,]; de
los pnncipios liberales, y por ello, "junto ron los emblemas li- modo que el progreso social es comunal e individual, a la vez,
berales consagrados por el uso del lenguaj'e, convivían el curso desde que un concepto resulta inseparable del otro"."' Solu-
forzoso, los bancos de Estado y una gam~ de ideas proteccio- ción de compromiso que ilustra en este caso las tensiones en-
nistas e impositivas" u' : tre los idearios liberal y cientif1císta a las que una parte de
Por todo esto, al superponer su posic¡onamiento respec1o esta constelación de intelectuales se vio confrontada,
dd liberallsmo al ámbito de los saberes s¿ciales, y al referirse
a su máximo referente intelectual, Quesada destacu que no es-
tci dispuesto a seguirlo en la aplicación ir~estricta del credo li-
beraL Ya que Spencer, en efecto, no admÍte sino al individuo
corno unidad social y, para él, la sociedád no es más que Ja
reunión de los individuos, desplegando cbn coherencia en su
sociología "ese individualismo impeniten\e que caracteriza su
1diosmcracia britúnica y que defenderá;hasta el fin de sus
días",''" S m embargo, con mirada que p~etende abarcar casi
desde cl orig~n de la historia, Quesada 19 reprocha que ni en
las epocas mas remolas se ha reducido el Estado a esas fun-
ciones ck agente de policía; la muestra eftá en c¡ne las leyes
de lhunnrurabr contrencn ese intervencion¡smo destinado a re-
gulanzar los tenómenos económicos y sobaJes, "como ahora
mismo, cn las naciones rnás civ.ilizadas, lb efectúa con la Je-
grslacJtÍn sobre~ el trabajo", i -
'
l :en - 1
suma, y en anos en que, según Nisbet, el par individuo-
comunidad furmaba uno de los núcleos\ organizadores del
pensamiento social, 121 vemos a Ernesto Q4esada cerrar un po-
srcronamrcnto que traducía aquella convicción a la propia teoría
social, para componer una solución sin d~da de compromiso:

ih lbíd., p. -l-!4 y p. 121.


1
''·E. Quesada, !-lerbert .\j,encer y sus duurúws socio(ógietu, ob. cit., pp. 202 y
203, y JIQ. 1

!~
ul
¡(rn
Nd:v..:l, l_.d f!Jnnociún del JH'nswnientü soüo((Jgiu)i' Buem)S Aires., Am\l\Tonu,
t-'8 usE. Quesada, "Herbcrt Spenccr y sus doctrinas_ . ",oh. cit., pp. 233-235
V. JOSÉ INGENIEROS:
CULMINACIÓN Y DECLINACIÓN i!

DE LA CULTURA CIENTÍFICA

Esta tensión acompañará hasta su ocaso al despliegue del posi-


tivismo y de la cultura científica. Una sintética referencia al ca-
so de José Ingenieros contribuye a reforzar este aserto. 1 El caso
es significativo porque fue el autor de la Sociología argentina
quien, durante una parte fundamental de su desarrollo intelec-
tual, construyó el discurso positivista más difundido dentro del
campo cultural arge!ltino:Tambiérí-desde otro ángulo es signifi-
cativo, dado que aun como miembro relevante de la cultura
científica en la primera década de este siglo, 5e diferencia de
los estudiados anteriormente por tratarse de alguien que provie-
ne de otro lugar que aquel en el cual se ha visto reclutar a la elite
intelectual. En principio, está desprOvisto de un origen nacionfll
c'orisiderado entonces prestigioso: arribado al Río de la Plata
muy niño, desde Italia, es el único de los intelectuales analiza-
dos que en un momento de su trayectoria modifica su apellido
(lngegnieros) para adaptarlo a la lengua de recepción. De modo
que si a esta "falla" de origen se le agrega estar desprovisto de
linaje, de poder y de haber, nos encontramos con una persona
arrojada a la carrera del talento para la construcción de si, pro-
pio perfil y de sus posibilidades de circulación intelectual y so-
cial. He aquí entonces a un integrante de las primeras camadas

1
Para un análisis detallado. véase O. Ter:in, José Ingenieros: pensar la nacióll,
Buenos Aires, A!íanm EditoriaL 1986.

289

-~\
290 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ INGENIEROS e CULMINACIÓN Y DECLINACIÓN .. 29I

de inmigrantes que alcanzarán altas posiciones dentro de la es- del ser humano como un "animal productor", cualidad que le
tructura intelectual argentina. He aquí también la mostración de permite engendrar un ambiente artificial que altera las condi-
que aquella estructura intelectual posee mecanismos de inclu- ciones en que se desenvuelve la lucha por la vida. Oira vez, las -
sión para acoger a quienes se presentan provistos sólo de capi- prácticas económicas aparecen dulcificando las costumbres,
tal simbólico. porque a través de aquéllas "ha continuado la progresiva ate-
nuación de los métodos de lucha, que, de violenta y brutal, se "'\.,\
También la diversa tradición familiar tiene que haber influi-_ - ~·· i
transforma en pacífica e intelectual"-' No obstante, y si bien se '\
do en los primeros senderospolítico-culturales que el joven In- \
genieros transitó. Su ·-padre había estado vinculado en Europa preocupó en diversas oportunidades por marcar sus diferencias
con la Primera Internac!onafY-dirigido lino de los primeros dia- con Spencer, no vaciló en conceder qne quedaban en pie las no-
rios socialistas -de su patria. Tanto en la casa como en la biblio- ciones fundamentales del sistema del filósofo inglés:
teca paternas habría hallado pues José Ingenieros los primeros
estímulos para inclinarse a esa actividad de corte socialanarqui- la experiencia empírica detennina el conocimiento; las sen-
zante que desplegó entre los años 1895 y 1898 en diversos es- saciones son relativas y constituyen la base del pensamiento;
la realidad es única; todo fenómeno responde a un determi-
critos (especialmente, ¿Qué es el socialismo?, de 1895), a
nismo riguroso; toda la realidad evoluciona pem1anenternen-
través de su militancia· en el Partido Socialista Argentino y des-
te. Nociones que podemos traducir diciendo: la unidad de lo
de el periódico La Montaiia, que en 1897 dirigió junto con Leo- real (monismo) se transforma incesantemente (evolucionis-
poldo Lugones 2 Entrelazada con una crítica moralista de la mo) por causas naturales (determinismo).
crisis de 1890 y con las influencias del modernismo literario,
esta etapa de su producción teórica escapa, por ello mismo, al Mas si las sociedades humanas evolucionan deniro de leyes
núcleo articulador de este libro, ya que sólo hacia el bienio b~ológicas especiales, que son leyes económicas, la sociología
., 1898-1899 el discurso de Ingenieros se ve élaramente colmado que¡ja ubicadª en una zona ambigua determinada por el cruce
~ por categorfás que se reclaman de una "sociología científica" de ]¡i_o]ogismo, economismo y un resto de solidarismo moral,'/
encuadrada ahora sí con coherencia dentro de las matrices del componentes todos éstos que no encajan tan precisamente entre r.
positivismo evolucionista. Mas en su caso resultará explícita sí como el espíritu de sistema que Ingenieros desearía.
además la influencia del marxismo, y al cruzar esta doctrina De todas maneras, al compartir una visión organicista de la
con las categorías s¡)enceriimas, generará un resultado sincréti- sociedad, estaba obligado a interpretar la "cuestión social" co-
co al que denominará bioeconomismo. mo el síntoma de disfunciones que exigen una terapéutica fun-
De tal modo, la traslación del dar,_;,inismo hacia el análisis dad·a"Cn los saberes provistos por esas mismas disciplinas
social resulta en su c~so atenuada por la importancia asignada so~iáles. Inscrito expresamente como íe_fe de fila del positivis- Vl
al factor económico en la evolución histórica y a la definición mo reformista, el programa de cambios sociales demanda el

2
Las colecciones completas de c.<:tas dos obras se reproducen en O. Tenín, José lnge·
níeros: anlimperio/ísmo y nación, México, Siglo XX!, 1979, y en La Montníio. Buenos 'Principios de psicología, en 1. Ingenieros, Obras completas, Buenos Aires, Mar
Aires, Universidad Nacional de Quilmes, ob. cit. Océano, 1961-1962, t. 3.

i
292 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE~SIGLO JOSÉ INGENIEROS: CULMfNACIÓN Y DECUNACIÓN .. 293

preciso conocimiento del campo sobre el cual pretende operar, cé luego mis estudios en patología nerviosa y mental, vincu-
y para tal fin se acudirá a una sociología inspirada en los méto- lándome a su enseñanza en la Facultad de Medicina". 6
dos de las ciencias positivas. Como en los otros casos conside-
rados, ese reformismo es cientificista y elitista, ya que los Estas nuevas cuadrículas teóricas se constituían juntamente con
sujetos habilitados para decir la sociedad y sus males deberán su ingreso en otras estructuras institucionales. Hacia 1899
1 s~r tan científicos como escasos: y es a pa~ir de estas minorías
abandona la militancia en el Partido Socialista y tres años des-
¡del saber como se rmagma una mtervencwn eficaz de los mte- pués renuncia a su afiliación, aunque siempre seá(Ün vo_tante
\ l~ctuales sobre la esfera estatal. En una nota que eScribió en socialista. En 1900 ejerce como jefe de clínica en el Servicio de
1905 para el diario La Nación manifestaba así que "las clases ObservaCión de Alienados de la Policía de Buenos Aires, y des-
pobres constituyen una verdadera raza atrasada denÚo del me- de 1907 dirige el Instituto de Criminología anexo a la peniten-
dio en que viven", de modo que la alternativa necesaria reside ciaría nacional, intentando aplicar en dicho organismo -corno
en "un socialismo aristocrático", El mejoramiento de las condi- escribe en un artículo de 1907 en los Archivos de Psiquiatría,
ciones dev.ida de.los pobres sólo puede ser entonces "la obra de Criminología y Ciencias Afines- "las conclusiones prácticas de
holnbres pertenecientes a la clase considerada superior desde el la moderna cultura evolucionista y detenninista".
punto de vista físico e intelectual" ...¡ Necesariamente, este pro- De tal manera, la experiencia intelectual de Ingenieros va a
yecto sólo po?rá imponerse si la clase gobernante comprende est:>r centrada entre i900 y 1911 en la investigación psiquiátri-
que el mejor remedÍa no reside- en la variable repreSiVa, síno en c<:.,ycriminológica. En La simulación en la lucha por la vida
la educación de la clase obrera y el mejoramiento de las condi- -introducción a su tesis doctoral sobre La simulación de la lo-
. ciones de vida que propugnaba e! código laboral promovido in- cura, de 1900- esta pretensión resulta legitimada en la creencia
fructuosamente por Joaquín González, y en cuya redacción de que precisamente en la encrucijada de problemas sociales y
¡participó activamente José Ingenieros. 5 perturbaci_"r:~sm_e_ntales es donde "la al1omalía psíquica del indi-

Además de ese molde evolucionista, en su escritura dejan su vid.::!2__.§.~_s_qnvierte en causa determinante de su actividad antiso-
marca la formación médica y la adscripción a la antropología cial". A partir de esta reflexión, la resolución de la cuestión
criminológica que por entonces proponía ellombrosisrno. Años sÜciai de~an.dar~,de las ~iencias sociales, criterios que permitan
más tarde recapitulará: inte15rar el disenso negociable y segregar a los estratos sociales
ini~P-~~itados. o renuentes a integrarse_ al proyecto de la moder-
En la universidad he cursado simult~íncamente dos carreras, ni:;l.ad e,n el Cono Sur americano.
\ que me permitieron adquirir nociones de ciencias físico-natu- En el desarrollo de ese proyecto nacional, Ingenieros ubica
rales y de ciencias médico-biológicas; vocacionalmente cultivé su etapa crucial en el período inmediatamente posterior a Case-
las ciencias sociales y no fui indiferente a las otras. Especiali- ros, y prevé que en el ámbito social ese movimiento culminará
con la definición de clases estables, cuyos conflictos sin catás-
" Cit en Hcbc Clementi, "Ingenieros en Italia", en Todo es Historia, núm. 173,
t98l, pp. 54-57.
j Cf. J. Ingenieros, La fégislation du rravail dans la République Argentine, París, n J. Ingenieros, Proposiciones reloth'as a{ porvenir de la filoso/fa. en Obms com-
1906. pletas. ob. cit., t. 7, p. 30.
294 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN~DE~SIGLO JOSÉ INGENIEROS: CULMINACIÓN Y DECLINACIÓN .. 295

trofes promoverán un cambio ordenado, garantizado a su vez por gentina en el continente sudamericano" Ingenieros sostiene que
la cuantiosa acumulación de riquezas agropecuarias. En suma, y este país puede aspirar a un liderazgo en su área sobre la base
con un esquema que comparte con Juan B. Justo,' en De la bar~ de su riqueza creciente, su clima templado y sus franjas de po-
barie al capitalismo, de 1898, Ingenieros concibe a Ii matriz blación blanca en aumento. Otra vez a la Taine, raza, medio y
económica como "el molde que engendrá cada una de ras"""for- momento serían los soportes adecuados para convertir a la Ar-
'.,\
mas de""organización revestidas por la sociedad humami", verda- gentina en el bastión de un futuro liderazgo sudamericano.
dero "subStraiüm en que se arraigan y susteritan las diversas Análogamente a] modo como el imperialismo es contempla- '\
instituciones políticas, jurfdicas, morales, etcétera, que constitu- dono sólo por el discurso positivista cual un fenómeno natural
yen la superestructura de la sociedad en cada momento históri- también bajo una mirada que Ingenieros desea científica la tri~
co". Se estaba, sin duda, ante la versión economicista de un logú republicana de libertad, igualdad y fraternidad res~lta se-
marxismo fuertemente penetrado poda influencia positivista; al veramente cuestionada. Al iguál C]ue en Bunge, cada.uno de
cual el intelectu:ar argentíñolíabía ~tenido í.i!l ~seguro acceso a tra- esi(Js valores se oporie respectivamente a los principios del de-
vés de la obra del marxista italiano Achille Loria. terminismo, a la notoria disparidad observable entre los seres
! Sobreesta "base", y .con el supuesto de u~~~;~lación de trans- q';~ componen el mundo biológico y al postulado darwiniano
¡:- parencia entre economía y política, el sistema político argentino de la lucha por la vida. Y otra vez al igual que en Bunge, es
l débía cristalizarse en c;uatro sectores que, aun con obst_áculos, previsible que las nociones con apelaciones morales sobrevivan
pÓndrían fin a la confusión de la que se nutre "!apolítica crio- en este sistema en una suerte de clima hostil, aun cuando se les
llá". Ya que, junto con las supervivencias de los impacientes ra- reserva un espacio que permite describir sucintamente la jerar-
dicalizados y de los retrógrados que~quieren girar hacia atrás la quización ética que Ingenieros traduce en una evaluación políti-
rueda de la historia, habrá por fin dos partidos de gobierno, que ca y social. Porque así como existe una moral mayoritaria cuya
repre.~~~!?tarán uno a ~ª cla.':;e D_Iral_ yOtro-allbUigüesía _ in4{lstrial, función reside en el mantenimiento del statu quo, por otra parte
coñfigural1clo ele tal modo una suerte de fracciones tory y whig, es menester ~a presencia de un elemento dinámico que garantice
en tanto los s9cialistas asumirán_ la correspondiente representa- la _evolución acorde con las modificaciones del medio. Justa-
ción de los trabajadores' m~nte, las minorías intelectuales son las capacitadas para ob-
Desde este espacio sociopolítico donde cada quien "g¡¡¡:á servar este signo que,_ al anticipar el porvenir, adopta la forma
~ ' ! donde tiene que estar,elpaís podrá desarrollar sus v"íríi.laÍidades del ideal. De ese modo, emergeeldu.alismo entre una ética para '
~ 1
' iYara proyectarse hacia un papel hegemónico en la Ariiérica La- las_"m~asas conformistas y otra para rrlinorías idealistas. Orgáni- 11
tiiÍa . .Si el imperialismo es concebido como expresión pacífica camente entonces, las elites del saber científico podrán aproxi~
de la lucha darwiniarta entre las naciones, y si eféx¡jáiisioilismo m<:rse a, sjn confundirse ·con, laS- fracciones reformistas del
obedece a leyes éiéntíficas que lo ponen al abrigo de iri1per1i- poder, para propugnar los cambios deseables que conduzcan la
; nérttes juicios morales, en ''La función de la na~iO¡:}~lfdad ar- nación a un grado mayor de civilización y también de justicia
s?~ial. Esas mismas minorías son las depositarias del programa
1
Cf. J. Aricó, La hipótesis de Justo. Buenos Aires, Sudamericana. 1999, passim. de una nación moden1a que incluso contemple e1 derecho a la
~J. Ingenieros. Sociología argentinn, en Obras compferas, ob. cit., t. 6, pp. 135 Y 136. diferencia, pero dentro de límites que garanticen la gobernabili-
296 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ INGENIEROS: CULMINACIÓN Y DECLINACIÓN .. 297

dad -que está siendo amenazada por ciertos fenómenos disfun- tectar el punto exacto en que la extranjería amenaza cruzarse con
cionales denrro del vasto proyecto de la modernidad-. la marginalidad, la delincuencia o el anarquismo terrorista.
C_on estas preocupaciones, Ingenieros debía desembocar en De esta manera, y hasta 1911, José Ingenieros había desarro-
\:; la ineludible problemática de la nacionalización de lasmasas. llado una extensa obra déstihada á'fuiidanieniarde"s"de los regis-
Para- ella, su discurso propone un dispositivo de reformas inte- trosai,1á'pslCópátología, 1á cániinología, la sociOlogía fla
gradoras y d¡ferenc1as-segregacionistas.76rque este programa filosOfÍa las-vinculaciones entre la teoría y la política 'que resul-
de reformas destinado a integrar progresivamente las masas a la taban congruentes ton las relaciones para él deseables entre los
nacionalidad debía contener una estrategia para el tratamiento in~~1e_ctll~les y ¿¡ Estado. Pero hiéia -éífin del período, prota-
de las zonas de penumbra que el mismo proceso de moderniza- gonizó un episodio que revela la fuerte autolegitimidad lograda
ción constituía. Con respecto a las rérnóüiS del tnundo indígena, por un intelectual; al mismo tiempo se abre como un indicador
en cambio, no se requería ninguna intervención, puesto que el de la declinación de la cultura científica, estrechamente vincu-
solo proceso natural haría su trabajo según las indicaciones del lado, una vez más, con la tensión entre ética y cientificidad. El
credo sociodarwinista: "En los países templados, habitables por episodio se produjo cuando se presentó a ocupar la cátedra de
las razas blancas, su protección [de los indios] sólo es admisi- psTcopat~logía de la F<tct1[tad cleJYledicina dela Untv'ersid_ad de
ble para asegurarles una extinción dulce; a menos que responda Bl1~[1_c>s_Aires. Sus antecedentes int~l~~tual~s indujeron al con-
a ínclinaciones filantrópicas semejantes a las que inspiran a las sejo directivo a ubicar su nombre en el primer término de la
sociedades protectoras de animales" __ 9 terna presentada al Poder Ejecutivo. No obstante, éste descono-
En cambio, es la muchedumbre urbana la que demanda la ció la jerarquía propuesta, obedeciendo probablemente a pre-
a
mirada positivistadestinada Ciíscriminar lcis límites entre lo siones provenientes de la Iglesia católica.
áormal y lo patológico; en Su- fibra Criminolog[Q, Ingenieros Espectacularmente, In~nieros renunció a todos sus cargos,
atenderá minuciosamente a una taxonomía que ordene el abiga- cen.:.ó su cons~ltorio y decidió rifút-.SÚ-erie de autóeXiliÜ, que se
rrado mundo en que con vi ven vagos, mendigos, locos y delin- prolongmahasta mediados de 1914, mieiltras el entonces pre-
cuentes. Asimismo, en el interior de ese mundo confuso la side~té, Roque SÍienz Peña, siguiera á! frente del Estado. A rea-
simulación va a ser una de las obsesiones compartidas con su lizar la a1ltópsia de esta figura política y del clirna moral que lo
maestro Ramos Mejía, obsesión potenciada por el fenómeno in- rodeaba dedicó, en 1913, la más célebre de sus obras. Pero sig-
migratorio, porque ese recurso en la lucha por la vida es tanto nificativamente, si El hon-tbre mediocre obtuvo un éxíto de pú-
más utilizado cuanto más evolucionada es la raza, y por ello la blico que atravesó a varias generaciones argentinas, su escritura
inmigración que arriba a la Argentina -blanca, europea- está más está habitada por categorías que disonaban con el universo de
capacitada para implementarlo. De allí el desafío que semejante discurso positivista frecú;;iitado líaiiiíeñfonces:"Efffiísr;;c-; Inge-
población plantea al ojo escrutador del científico, quien, valido nierOs coriflesa en sú correspondenCia·· haber ingresado entonces
de las doctrinas de Lombroso ("el estandarte de una corriente en una "cEisis de r~manticismo" de consecuencias imprevisi-
científica nueva, fecunda en promesas y esperanzas"), deberá de- bles para su pensamiento. Y en verdad, a partir de ese momento
ei p9sitivismo de este exponente mayor de la cultura científica
9
Cf. J. Ingenieros. Lalégislation du traraí/, ob. cit. expérimentaría unaserie de modulaciones que lo irán poblando
·-.--

298 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ INGENIERÓS: CULMINACIÓN Y DECLINACIÓN ... 299

!'de_ motivos destinados a cumplir con el "idealismo posible". El desplazamiento de la cultura científica por la estética que- ~
Así -y como en eicaso-deCflilosOctaviO--sUfige-, Josefnge- da embiCffiatízado en esas conferencias, dado que Lugones ·ha- ,
nieros se veía obligado, para entonar la alabanza de los ideales, bfa construido exitosamente su mitología nacional desde la
a rendir el tributo que la ciencia pagaba al deber ser moral. posición del escritor poseedor de la palabra bella y desde las
,·-~ En otro registro, ese año de la aparición de El hombre me- matrices ajenas al positivismo que ofrecía el modernismo litera-
diocre es igualmente significativo en el aspecto intelectual por- rio y cultural. Curiosamente, ante este movimiento Ingenieros -......,\_
'\
que su ex compañero de la aventura anarcosocíalísta del adoptó posiciones contradictorias. En 1913 polemizó con Rojas
\
periódico La Montaña, Leopoldo Lugones, pronuncia sus céle- desde la Revista de América, enrostrándole que el credo del au-
bres conferencias en el Teatro Odeón,---=---que definirán -ante un tor de L.a restauración nacionalista representaba ''la aspíración
público que incluye al presidente de la República- que Ingenie- de una vieja Argentina feudal que se extingue", a diferencia del
ros enjuiciaba, en El hombre mediocre, la verdadera esencia de propio nacionalismo, que identifica con la construcción de "una
la argentinidad. 10 Esta intervención de Lugones consumaba, en nueva Argentina que se va europeizando". Pero cuando en ese
la querella por la nacionalidad, el pasaje de la hegemonía a las mismo año la revista Nosotros organizó una encuesta en la estela
millos de liña-propuesta culturalista v cÍiÓÍlista. Se trataba de la de las conferencias de Lugones, Ingenieros envió una nota en la
asu'nción del gaucho"como símbolo de la nacionalidad en térmi- cual la cultura científica ofrenda su homenaje a la cultura estéti-
~ no~_ análogos a los que se ha visto desplegar en Ernesto Quesa- ca: "Si 'Martín Fierro' no durase por el poema de Hernández,
P da, y por ende en estricta oposición al criollismo "moreirista". duraría por las admirables conferencias de Lugones y por la au-
Coincidentemente, en una reacción extremaante el auge de este toridad literaria de Rojas. Con esos padrinos su arraigo en las
último criollismo, José Ingenieros había sostenido que el perso- letras argentinas será definitivo" ... 12
naje Juan Moreira carecía incluso de los datos distintivos del
alma argentina en formación, configurando en cambio el caso
de "un amoral congénito, es decir, un delincuente nato con las Por último, la guerra de 1914-1918 producirá efectos culturales
características impresas por el ambiente gaucho" .11 que seguirían debilitando los cimientos valorativossobre los que
hábía florecido la cultura científica.-Ffeud ha- élejado un relato
10
cÍásico de aquella crisis vivida desde la intelectualidad progre-
Sobre la base de esas conferencias, Leopoldo Lugones compondrá su libro El paya-
dor, publicado en l916 (hay una edición de Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1979). La pré-
sista y cosmopolita. Para él, la guerra,
dica de Lugones no era original, si se piensa que se imcribín en un camino antes recorrido
en las valoraciones positivas del poema hemandiano por Pablo Subiera (1881 ), Unamuno se desencadenó y robó al mundo todas sus bellezas. No sólo
(1894). Menéndez y Pe\ayo (1895), Martiniano Leguizamón o Ricardo Rojas, entre otros aniquiló el primor de los paisajes que recorrió y las obras de
(cf., J. lsaacson. Martín Fierro. Cien arios de crítica, Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.),
arte que rozó en su camino, sino que también quebró nuestro
pero por la entidad intelectual de quien emite el mensaje. se trata de un acto consagratorio
en donde el prestigio del disertante y el modo de enunciación de su discurso se comuni- orgullo por los progresos logrados en la cultura, nuestro res-
can con el contenido de lo afirmado. Puede verse O. Terán, "El payodor de Lugones o Ta peto ante tantos pensadores y artistas, las esperanzas que ha-
mente que mueve las olas'"', en Pumo de Vista, Buenos Aires, diciembre de 1993.
n Restlmen de la confercnci;¡ e.n ArchiV(!S de Psiquiatría, Críminología y Ciencias
Afines, Buenos Aires, set.-oct. 191 O, pp. 630·631. 12 Nosotros, Buenos Aires, núm. 52, agosto de 1913, p. 186.

'\0:
300 V !DA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FLr'\I·DE-SIGlO JOSÉ INGENIEROS: CULMINAClÓN Y DECLINACIÓN .. 301

blamos puesto en una superación definitiva de las diferencias X!X. El idealismo y el espiritualismo fueron ahogados por un
que separan a pueblos y razas entre sf. La guerra enlodó nuevo dios: el laboratorio que revelaba a los hombres la ver-
nuestra excelsa ecuanimidad científica, mostró en cruda des- dad inclemente de la ciencia positiva. El moderno espíritu
nudez nuestra vida instintiva, desencadenó los espíritus ma- científico, que nos hizo ver todo a través del prisma descon-
lignos que moran en nosotros y que suponíamos domeñados solador de la materia, nos enseñó que el determinismo es ley
definitivamente por nuestros impulsos más nobles, gracias a del universo y nos mostró a la fatalidad como cauce de nues-
una educación multiseculaL Cerró de nuevo el ámbito de tra efímera vida. El escepticismo y el pesimismo abriéronse,
nuestra patria y volvió a tornar lejano y vasto el mundo res- entonces, atormentando el alma egoísta, sensual y refinada,
tante. Nos quitó tanto de lo que amábamos y nos mostró la que caracterizó a la época que termina. El siglo de la ciencia
caducidad de mucho de lo _que__ cr:~_{{lr:ry_gs___~st,tble. n omnipotente, el siglo de la burguesía desarrollada bajo la
bandera de la democracia, el siglo de los financieros y de los
Sí tal era el talante desencantado de alguíen que había compar- biólogos, se hunde, en medio de la catástrofe más grande que
tido importantes cánones y valores con los miembros de la cul- haya azotado jamás a Ia humanidad. 15
tura cíentífíca, ya en 1918 Carlos Ibarguren invertiría la cítada
"celebración de Macaulay" en un libro titulado La literatura y La cultura científíca padecía así las dificultades derivadas de sus
la guerra. Allí, ese abogado de alcurnia criolla, profesor urúver- prÓpíos puntoscíegos para articular realidad e ideal, y se-le en'
sitarío, mínístro de Justícia e Instrucción Pública en 1913-1914 di!gaban los costos de haber puesto el saber al servicio de la
y candidato por la Democracía Progresísta en 1916, a quíen se cre'ación de artefactos cuya mortal· eficacia se mostraba en las
ha visto en el primer capítulo celebrar la ciencia en su juventud, t¡:iricheras de Europa, dentro de un enfrentamienro·ínhumano
enuncia ahora de manera elocuente la crisis epocal: "Diríase que'"tfigénieros catalogó al principio como un "suicidio de los
que nos toca en suerte asistir al derrumbamiento de una civili- bárbaros". Padecería igualmente la cultura científica de la enor-
zación y al final de una edad hístóríca; sufrimos en este instante mecrisis en la que conjuntamente ingresaba ellíbetallsmo, liasta
sombrío una inquieta confusión espiritual [ ... 14 Las causas r. el punto de resultar imposible desagregár ambos momentos. y
que se le adjudícan a esa crísis (materialísmo, decadentismo, no ·sólo el liberalismo, ni bien se piensa 'en l:i fiiTiié C:oitvicción de (
democracia y aburguesamiento) involucran finalmente a la cul- Juan B. Justo, quien desde la jefatura del Partído Socialísta ar-;
tura científica: gentino había proclamado que "el socíalísmo es así el advení-
rniento de la cíencia a la polítíca"." En suma, se trataba de la
\ La mentalidad de nuestra generación se ha desenvuelto y nu- entera constelación intelectual derivada de la concepción ilumh
\
' trido bajo el int1ujo de la filosofía y de la literatura materia- nis~ l",_qu~ había sido puesta en cuestión, definiendo un auténtico E,
\'"- lista que [ ... ] anegó el alma de la Europa a fines del siglo quíebre civilizatorio, porque "cie_11~~"cx~:d_E'_m_(l"E_ac_~a" comen-

13 S. Freud, "Lo perecedero", en Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, 15


lbíd., pp. 7 y 8.
1
vaL m, pp. 2ll8-2t20. ~ '·El pueblo. movido pot la necesidad, se está asimilando una gran verdud cientíli-
" C. lbarguren, La lite m/ um y la graJt g¡¡erra, Buenos Aires, Agencia Gene;rnl dt: ca: la teoría económica de la historia., y su porción más inteligente y activa, el Partido
Librería y Publicaciones, 1920, p. 6. Socialista, basa en ella su acción" (en La Vanguardia, 1~ de mayo de J897).
302 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ INGENIEROS: CULMINACIÓN Y DECLINACIÓN . 303

zaban a formar parte de un paradigma epoca! al que con desdén cantidad para demandar un sistemapolítico que coloque por en-
se empezaba a designar como "el estúpido siglo XIX". c'Ímáae· ía legitimidad del sufragio la d~-la competencia de una
En la Argentina, la suerte de ese aspecto del liberalismo re- afistóCfáCia experta y virtuosa. 18 Se incluía de esta manera en
sultaba dispar. Puesto que aun cuando Lugones proclamara con esa recíproca denegación de legitimidad, que se expresará en la
orgullo en las citadas conferencias no haber sido tentado jamás irrenunciable hostilidad de los liberales frente a los nuevos hom-
por "las lujurias del sufragio universal", la coalición guberna- bres del radicalismo y que arrastraba hacia posiciones antídemo-
mental a la que se dirigía había consagrado el año anterior la ley cráticas incluso a los miembros del progresismo liberal.
Sáenz Peña, dentro de un proyecto de relegitimación de la elite Muchos de los integrantes de la elite ahora desalojada del
basado en el reformismo político. Son conocidos los cursos poder fia&ráñ-podldo etitonces reconocer la justeza de-las pre-
complejos de la reforma electoral impulsada por sectores del venClO'fü~s- cteriDíSffiO G6il'Záiez, cuandci ni aun en el clima cele-
propio grupo gobernante y el modo en que condujo al triunfo brátori() del Cente_nario había dejado de percibir que "ni la
no esperado del radicalismo yrigoyenista. Luego de la derrota, educación de las escuelas ni la que viene de la vida han podido
una carta de Lisandro de la Ton·e expresaba bien el sentimien- destruir los viejos gér~enes, ni menos abatir los troncos robus-
to de aquellos sectores: "Ahora, como todo el país, estoy a la tos que han colocado en nuestros hábitos los vicios, violencias,
expectativa. Nadie sabe lo que nos deparará el destino. Nadie errores y fraudes originarios de nuestra reconstrucción nacio-
sabe si la democracia y la libertad han dado un gran paso ade- nal", de modo que no veía imposible "una reviviscencia de la
lante o si se abre una época sombría de inquietudes y de retro- barbarie o del desorden, cuando dejasen de pesar sobre ellas las
ceso. Allá veremos". 17 fuerzas que ahora las sujetan o las encauzan", 19 Con ecos que
La respuesta a ese ~>veremos" la encontramos en los escritos evocan la citada reflexión de Freud, el mismo González expre-
de 1,Q!1-.SJ2!.!!..'1c_9gn~<ijez. A partir de ese resultado electoral, va- saría una desazón que muchos de los componentes de la gene-
rie>;;_son los mak§t":rte;s,qveturi:Jan_suprogresismo liberal. Bási- ración intelectual en retirada podían compartir: "En la hora
-cameilte, la incapacidad del radicalismo para conformarse presente toda la humanidad es una confusión, un torbellino, un
seg;ún las pautas de-un-partido orgánico, y lo que percibé como caos". También escribió:
e[carácter regresi':o del Tiuevo elenco gobernante, que a su en-
¿Quíén puede señalar el derrotero confundido por la arena
tender amenaza destruir todo el legado civilizatorio trabajosa-
del vendaval[ ... ] El sendero, el oriente, el verbo, se ha per-
mente construido. Pero es evidente que ese malestar en la
dido. ¿Quién tiene el secreto, quién guarda la 11ave de la
cultura no pretende esconder el malestar en la política generado
por el ascenso de Hipó1ito Yrigoyen al gobierno, a cuya luz es
1s "Para que un pueOio sen una democracia tiene que ser un pueblo capaz de entrar
el proceso global de democratización el que ingresa en el ten·e- en sí mismo, pensar y descubrir sus propias calidades''. Al no haber lleg;:¡do a ese esta-
no de la duda. En un artículo escrito en los últimos años de su dio, el pueblo argentino "será, en el mejor de los casos, un menor, un incapaz. un
vida y de título programático ("Si el pueblo pensara más ... "), aprendiz, un aspirante a soberano, un pupilo bajo tutela[ .. .]" (escrito de setiembre de
1920, en Obras completas de J. V. Gonzáfez. La Plata, Universidad Nacional de La Plata.
González se apoya en la recunida distinción entre cualidad y
1935, L 12, p. 357).
1o Joaquín V, González, El juicio del siglo, Bllenos Aires, Centro Editor de América
17
Cf. N. Botana, El orden conservador, ob. cit. Latina, 1979, p. 126.
304 Y lOA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO JOSÉ INGENIEROS: CULMINACIÓN Y DECLlNAC!Ó['L 305

puerta de la verdad, quién la cifra maestra del enigma?( ... ] Eran síntomas de que se había íngresado en una nueva época
¿Qué hacernos?, ¿adónde dirigir la mirada?, ¿en qué región intelectual, pronto separada por un mundo de la que·se acaba de
del pensamiento o de la acción se halla la flecha indicadora
vil;ilar: el mundo que;·junto con los nuevos textos y la "nueva
del buen derrotero? La guerra ha apagado las luces, ha borra-
sensíbílidad",~ernpezabah á tejer la primera guerra, .eL triunfo
do los rastros en la arena, ha extraviado los signos guiadores
en la noche y ha derrumbado las piedras miliarias de los anti- del yrigoyenismo, la crisis del liberalismo, la Reforma Univer-
guos caminos. 20 sÜaria, lá ·revolución rusa, el ascenso del fascismo ... Por todo
ello, ya cuando José Ortega y Gasset llegó en l916 por primera
De ese derrumbe, mirado desde otra perspectiva, hablaba Juan vez a la Argentina iadyírti6a la jüveritúd argentina que "el po-
A. García, cuya adhesión al método positivista en el estudio de sitivisiiloha m_llerto", as'( como pUdo manifestarse asonlbracto de
la sociedad ha sido indicada, así como las coincidencias con el la
q~e atin-e~ Facultad de Filosofía y Letras se dedicaran cursos
programa de construcción de una nación fundada en el liderazgo a "la momia de Spencer", 23 puede pensarse que en verdad estaba
de una elite." Al recibir a Carlos Octavio Bunge en la Academia de,!:r,~bando pu_er~?,s. ya e?-treabiertas, aunque sancionando esta
de Filosofía y Letras, no sólo se resentirá del entronizamiento evidencia con el prestigio y las destrezas intelectuales que lo
que había hecho Lugones del Martín Fierro como poema épicG destacaban ampliamente en el medio local.
nacional; también expresará desconcierto y angustia ante otro Sobre este trasfondo de fin de época es posible ahora arrojar
sonido que le hablaba de la misma degeneración: una última mirada a los intelectuales que animaron la cultura
científica en la Buenos Aires de fines del siglo hasta mediados
Un tango, que en esos momentos preludiaba la orquesta, me de la década de !910, en esos momentos del cierre del ciclo que
hacía el efecto de cosa diabólica. La melodía quebrada y on- habían dominado con sus creencias. José Malia Ramos Mejía
dulante, de una sensualidad cruel, con su acento zumbón, lle- moría en el año límite de. 1914, cuando-la 'guerraiiiceñaíaba
vaba el espíritu siniestro de Martín Fierro, su brutalidad, sus Europa y aquí el general Roca advertía contra las consecuencias
sarcasmos. Era el espíritu que niega, el soplo helado que caotizantes que podría acarrear en la Argentina el ejercicio efec-
marchita. :tv1al símbolo para un país joven y rico, que reclama tivo del sufragio universal. Carl9s Octavio Bunge, "cuando ni
la fe en la justicia, en la bondad, en el amor para realizar sus sus más allegados lo preveían, eilO de mayo de 1918 se confe-
destinos. 12
só y recibió la comunión de manos de Monseñor Terrero, quien
se la había dado también por primera vez allá en su lejana infan-
10
En Obras completas de J. V. Guw::dlez, ob. cit., t xxt. p. 234. Sobre el perfil polí- cia". Murió el22 de mayo de 1918, a los 43 años de edad.24 Er-
tico-inteteetua! de González, cf. D. Rotdán. J. V. G01u.ález. a propósito del pensamien·
to po!lrico libe raí (1880-1920), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1993.
nesto Quesada sufrilia, a partir de su posición pro germánica en
1
' "Debemos buscar el sobern.no real[ ... j en las clases dirigentes, [que son] !as que la Primera Guerra, una marginalidad que ya no lo abandonaría
piensan, que habituadas a manejar sus intereses conciben más o menos eKactamcnte lo
que es el interés público y la cosa pública, que por su género de vida, su educación, su
posición social, pueden entender las teorías de la política y de la administración" (ln- V. J. Ortega y Gasset. A1editacione:s de nuestro tiempo. Las co1iferencías de Bue-
21
trodtlcción ... , ob. cit., pp. 29-30).
1
tWS Aires. 1916 y 1928, Madrid, FCE, 1996.
' "Discurso de J. A. García" en la recepción a la Academia de Filosofía y Letras de 24 E. J. C:irdenas y C. M. Payá, "C. O. Bunge, un triunfador disconforme", en Todo
C. O. f3ungc, en Anales de la Academia de Filosofía y Letras, t. n, 1914. es Hisroria, mlm. 173, octubre 1981, p. 42.
306 VIDA INTELECTUAL EN EL BUENOS AIRES FIN-DE-SIGLO

hasta su muerte en 1934. Donó los 80 mil volúmenes de su bi-


blioteca alestado alemán y se recluyó en el autoexilio en una
residencia suiza a la que puso por nombre "Villa Olvido". En RECONOCIMIENTOS
cambio, y como solía hacer, José Ingenieros salió del laberinto
PO! arrib".~!llaJ]tendrá de mane;a ¿omple}a y a véces anacrónica
su credo cientificista al par que saludará; en· una célebre confe- Para el desarrollo de la investigación que ha culminado en este li-
'\

reii'éúiae'191 ~}tl'i~l1i".'.ci"Ia_Ee~~(l1.~Cion iúsa y tomará la sen- bro conté con inestimables estímulos de diversa índole que quie-
d~el antiimperialismo latinoamericañista: '!S irá ·álguna vez que ro testimoniar. En principio, el dictado desde hace más de diez
nuncarue-posítívlsta, y será recordado éomo maestro de las ju- años de la cátedra de Pensamiento Argentino y Latinoamericano
ventudes idealistas de América que la Reforma Universitaria en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
había movilizado desde su surgimiento en Córdoba en 1918. En Aires me permitió un contacto fluido y permanente con colegas y
esa vía activa lo _sgrprenderá en 1925 la muerte joven que había con estudiantes que con su interés motivaron muchas cuestiones.
proclamado desear-para no e·starexpuesto a la.S claudicaciones algunas de las cuales espero haber podido -al menos intentar-
de la vejez. responder en este libro. El Seminario de Historia de las Ideas, In-
Atrás quedaba entonces el universo de sentidos que la cultu- telectuales y Cultura que desde un lapso semejante se reúne siste-
ra científica había construido. Empero, sería falso creer que en máticamente en el Instituto de Historia Argentina y Americana
"Dr. Emilio Ravignani", de las mismas instituciones, permitió
~s!.~ tep-e~o ~9-E~~~-.!!_~-ª- s~sti~cióil tou(ffZLtrt_pqr,el e,$p_iritua-
hs.IIlo en ascenso. Fuere porque las ideologías son cárceles de que un grupo de investigadores de diversos orígenes y dentro de
w larga duración, fuere porque el culto de la ciencia había pene- un clima de pluralidad ideológica, pudiésemos discutir con rigor
trado con firmeza en ámbitos más amplios que los estrictamen- no exento de camaradería numerosos trabajos de historia intelec-
te intelectuales, aquel estrato de la cultura científica persistirá a rual de cuyas enseñanzas soy deudor. Así como Jo soy del grupo
la _defensiva en los entresijos de las nuevas formaéioiies· simbó- de Historia Intelectual que desarrolla una rica y significativa ta-
li~as en ascens<::. Periódicamente, y como parte de- fa c.Uftura de rea en el Centro de Estudios e Investigaciones de la Universidad
fracciones considelibles del progresismo argentino, s~rá reacti- Nacional de Quilmes. Por fin, este trabajo también formó parte
':~<:1-~"'para seguir proclamando que los sueños de la r~zón ;,·;¡;; de mis tareas de investigador como miembro del CONICET.
la Ciencia aplicados a la organización de las sociedades no ne- Debo asimismo agradecer el apoyo financiero obtenido a tra-
cesariamente producen monstruos. vés de las becas concedidas por la Fundación Antorchas y la
DAAD (que me permitió una estadía en el Iberoamerikanisches
Institut de Berlín), y el subsidio UBACYT de la Universidad de
Buenos Aires.

Colonia del Sacramento, verano de 2000

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