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LA ÉTICA PROTESTANTE Y EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO DE MAX WEBER

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Weber

AGOSTO 22, 2012 5 COMENTARIOS

¿Qué tiene que ver el capitalismo con el protestantismo? Max Weber, el fundador de la
sociología moderna, demostró en su ensayo sobre el origen del capitalismo, que existe un nexo
causal entre el éxito económico y la religión.

weber (1)

En cada moneda y en cada billete de dólar estadounidense figura una inscripción: In God we
trust (“en Dios confiamos”). La fe divina en el poder del dinero tiene sus razones. En las
sociedades modernas, la economía se ha convertido en la heredera de la religión. El dinero ha
sustituido a Dios. Este reemplazo funciona con menos fricción de lo que podría suponerse,
porque Dios y el dinero tienen algo en común: ambos son símbolos universales.

El dinero puede, como Dios, dotar de sentido a todo. El dinero es prácticamente inagotable
como portador simbólico de significado, igual que Dios. Aquél que posea demasiado dinero o
muy poco sabe que el dinero es más que la mera suma de las cantidades que figuran en cada
billete. El dinero no conoce fronteras: el dinero rige el mundo sin detenerse en
consideraciones sobre el clima, la cultura, la nación o el sexo, y así llega- como Dios- a todo y a
todos. Según las concepciones medieval y moderna del mundo, toda la creación se conectaba
mediante un entramado infinito de conexiones horizontales y verticales; hoy son los mercados
internacionales los que cumplen esa función.

Con el comienzo de la Edad Moderna surge un competidor para la Iglesia. La comunidad de


salvación moderna se denomina economía. No reparte hostias pero, a cambio, pone monedas
en circulación. Están impresas por ambos lados, igual que las hostias, y su valor material es, en
sí mismo, insignificante, pero adquieren otra entidad cuando la autoridad que las ha repartido
(un cura o un banco) las dota de un valor simbólico.

Después de que la economía se convirtiera en la heredera de la religión, también ocupó sus


espacios. En la literatura, la comparación de bancos y bolsas con iglesias es un recurso
habitual, por ejemplo, el pensador francés Voltaire propuso dirimir las controversias
confesionales en la bolsa de Londres; el poeta alemán Heine declaró que en la bolsa parisina,
el ministro de finanzas era adorado como un dios y el escritor británico Samuel Butler relató en
su novela utópica Erewhon una visita a un “banco”: en una gran plaza hay un edificio antiguo,
su imponente entrada y las altas torres suscitan un profundo respeto y reverencia, un coro de
niños canta en una estancia lateral y los vitrales de colores representan escenas de la historia
del banco ( El curioso nombre de la novela se debe a la transposición de las letras de la palabra
Nowhere- en ningún lugar, en inglés- leídas al revés)

Los apóstatas de la economía son los que quedan en bancarrota. Los siete pecados capitales
son sustituidos por uno solo: la pobreza. La penitencia se cumple en un infierno terrenal: los
asilos, los barrios marginales o las fábricas que explotan a los obreros.

Las precursoras del fin de la preeminencia de la religión en beneficio de la economía fueron las
primeras sectas protestantes. El católico va a la iglesia. El protestante va a trabajar. El católico
santifica el domingo. El protestante santifica el día de labor. El católico practica el ascetismo y
la beneficencia. El protestante e convierte en un adicto al trabajo y practica el ahorro. Los
santos de la Iglesia Católica viven en el reino de los cielos e interceden ante Dios por los
habitantes de la tierra. Los santos del Protestantismo habitan este mundo y fundan empresas
multinacionales en el transcurso de una generación.

¿Qué tiene que ver el capitalismo con el protestantismo? ¿Por qué en el siglo XVII la economía
floreció en dos países protestantes, Inglaterra y los Países Bajos? ¿A qué se debe que al mismo
tiempo aconteciera la decadencia económica de España, una potencia católica? ¿Por qué todas
las grandes historias de éxito referentes a la conquista de una enorme fortuna en una sola
generación- el cuento del lavaplatos que llega a convertirse en millonario- proceden del país
del puritanismo austero, los Estados Unidos? ¿ Tiene nuestra herencia cultural católica algo
que ver con nuestro subdesarrollo económico?

Max Weber, el fundador de la sociología moderna, demostró en su ensayo sobre el origen del
capitalismo, que existe un nexo causal entre el éxito económico y la religión. Afirmó que el
moderno hombre profesional es un producto el protestantismo, más exactamente una
consecuencia de las enseñanzas del reformador protestante Calvino. Para la doctrina
calvinista, el trabajo equivalía al servicio al Señor. “Hazte rico para Dios, pero no para llevar
una vida lujosa” era la prescripción de las sectas puritanas. Éstas eran las ramas radicales,
como los presbiterianos angloamericanos, bautistas, cuáqueros y metodistas. Y como la
riqueza sólo era agradable a los ojos de Dios por ser producto de un duro trabajo y no cuando
se usaba para el disfrute, dos de las más altas virtudes de la ética puritana fueron la
laboriosidad y el ahorro. Incidentalmente se inventaba el capitalismo.

De acuerdo con el austero concepto moral de los puritanos, uno trabaja para trabajar. No por
haber ganado dinero suficiente para llevar una existencia acomodada podría uno dejar de
trabajar. La utilidad del trabajo no radica en la satisfacción de las necesidades; en un
planteamiento ideal, el trabajo está completamente disociado de aquello que se podría
realizar con sus frutos. El empresario puritano inglés o estadounidense del siglo XVII
subordinaba toda su vida al trabajo. Así, el negocio florecía, pero la vida privada resultaba
insípida. Consecuentemente, en la casa de un empresario puritano no sólo se realizaba sin
placer la multiplicación del capital, sino también la de la descendencia. La mayor incitación a la
lujuria debía ser resuelta con la cabeza fría y con el pensamiento centrado exclusivamente en
su finalidad.

¿De dónde procede esta excesiva valoración del trabajo de los puritanos? En el núcleo de la
doctrina de Calvino y sus sucesores se sitúa la predestinación. Este concepto partía del
siguiente enunciado: Dios, en su insondable sabiduría, ha predstinado quién se condenará y
quién se salvará. Nada puede cambiar la decisión divina una vez que está tomada, ninguna
obra, ningún sacramento. Los calvinistas carecían de iglesia oficial y e privilegiados
intermediarios ante Dios a los que dirigirse en busca de apoyo espiritual. El individuo no podía
acudir a ninguna parte para averiguar si pertenecía a los escogidos o a los condenados aunque,
en cualquier caso, tampoco hubiera podido modificar la resolución divina. El dios de los
calvinistas era lejano, inmisericorde e insobornable.

A la larga, la doctrina calvinista resultó insoportable para los creyentes, como es natural. Los
sucesores de Calvino se esforzaron por aliviar su suerte. Con una lógica bastante flexible,
declararon que era ciertamente posible reconocer en uno mismo los signos el estado de gracia,
atendiendo a su manera de vivir. Sin embargo, el puritano piadoso debía evitar dar la
impresión de querer sobornar a Dios con buenas obras, ya que éstas podían desvirtuarse por
carencias morales ( aunque también podía arrepentirse)

De esta forma, la vida cotidiana estaba completamente regulada por preceptos religiosos.
Consistía en una permanente vigilancia sobre uno mismo, autodisciplina y renuncias. Max
Weber acuñó, para definirla, el concepto de “ascetimo intramundano”. Con este término
quería expresar que la austeridad del calvinismo imponía una existencia monacal en el mundo
profesional. La vida profesional se subordinaba a una vida metódica (de ahí la denominación
“metodistas”) En nuestros días, todos aquellos que siguen un horario regulado de trabajo en
su jornada laboral viven un cierto tipo de ascetimo intramundano. También la aseveración de
Franklin de que “el tiempo es oro” procede del “espíritu del capitalismo”. Hoy se llama
“gestión de tiempo” y se sumen lo costes necesarios, entre ellos, la contratación de asesores
empresariales para enseñar a los empleados cómo se organizan los procesos laborales más
eficientes.

La idea de trasladar la confirmación de la bondad ante Dios de los muros de los conventos a la
cotidianeidad surge con Lutero. En el oficio de cada uno vio Lutero el designio divino también,
ya que la ocupación mantenía al creyente dentro de los marcos de sus propias limitaciones. El
calvinismo radicalizó la idea de la profesión, considerándola el signo de la sobresaliente calidad
moral de cada uno. Las pérdidas empresariales constituían un grave oprobio moral. En este
mismo sentido, Robinson Crusoe, la novela de Daniel Defoe, establece una relación entre
deudas y culpa.
Lo que resultaba fantástico de esta revaloración moral de la profesión es que la obtención de
ganancias no iba acompañada de remordimientos. La fe católica consideraba el
enriquecimiento personal como un pecado y, aunque se producía constantemente, traía
aparejado el cargo de conciencia. Los puritanos no se enfrentaban a estos problemas cuando
acumulaban más y más; muy por el contrario, era una señal segura de pertenencia al grupo de
los elegidos siempre que se observara la ley y no se dilapidaba el dinero, sino que se ahorraba
para ser más ricos por la gloria de Dios.

Weber concluye así que el origen del capitalismo se basa en la ética del calvinismo. Dado que
los puritanos no necesitaban gastar su dinero en vistosos vestidos nuevos y nunca celebraban
fiestas lujosas, fueron los primeros ricos de la historia que realmente acumularon un capital
para invertir en colegios y universidades pero, sobre todo, en nuevas tecnologías, alentando el
establecimiento de manufacturas en el siglo XVIII, las fábricas del siglo XIX y los conglomerados
multinacionales en el siglo XX.

Fuente: Globedia.com

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