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LIQUIDACIÓN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL

ARTICULO 298

Al terminar la vigencia de un régimen patrimonial se procederá necesariamente a su


liquidación

Comentario: Roxana Jiménez Vargas – Machuca

Los contrayentes tienen la posibilidad de elegir libremente, el régimen patrimonial del


matrimonio que celebran, así como, una vez casados, cambiar (en forma expresa) el
régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios o viceversa, esto
cuantas veces lo considere conveniente, sin necesidad de proceso judicial alguno, como
una ocurrencia normal en la vida del matrimonio (CORNEJO). Para realizar lo ultimo se
requerirá, en todos los casos, liquidar formalmente el régimen anterior para ingresar al
nuevo. Esto incluye el otorgamiento de escritura pública y su inscripción en el registro
personal, exigencia que tiene su fundamento en el mismo requisito de inscripción del
régimen de separación de patrimonios, pues cuando se cambia un régimen por el otro,
siempre se estará iniciando o poniendo término a un régimen de separación de
patrimonios.

Lo mismo ocurrirá en caso de que la sustitución del régimen de sociedad de gananciales


por el de separación de patrimonios no se produzca por voluntad común de los cónyuges,
sino por sentencia judicial dentro de un proceso promovido a instancia del conyuge
perjudicando por el dolo o la culpa con el que otro actúa dentro de tal régimen, hipótesis
en la que dicha sentencia debe ser también registrada.

Por otro lado, el régimen de sociedad de gananciales es sustituido de pleno derecho por
el de separación de patrimonios en caso de declaración de insolvencia de uno de los
cónyuges, y producirá efectos frente a terceros una vez inscrito en el registro personal, lo
cual podrá realizarse de oficio, a solicitud del insolvente, de su conyuge o del
administrador especial.

Asimismo, en todos los demás casos de fenecimiento de la sociedad de gananciales o del


régimen de separación de patrimonios (art. 318 y 331), como invalidación del
matrimonio, separación de cuerpos, divorcio, declaración de ausencia, y muerte de unos
de los cónyuges, se procederá a la liquidación del régimen respectivo y asu inscripción
en el registro personal.
Ahora, si bien la norma deja abierto lo relativo a la liquidación del régimen patrimonial
para ambos regímenes, en la practica la liquidación se hará necesariamente en caso de
haber estado dentro del régimen de sociedad de gananciales, pues solo aquí habrá bienes
comunes que haya que liquidar.

En efecto, la liquidación va a tener como objeto principal la partición o adjudicación de


los bienes, lo que no tendrá sentido si esta titularidad esta definida de antemano. Mas aún.
El procedimiento de liquidación se encuentra regulado dentro del capítulo del código
relativo a sociedad de gananciales, no mencionando ni haciendo ninguna extensión al
capítulo sobre separación de patrimonios.

Por último, la mayor parte de la doctrina, tanto nacional como extranjera, identifica
directamente la liquidación del régimen patrimonial con la liquidación del régimen de
sociedad de gananciales, excluyendo muchos en forma explícita al régimen de separación
de patrimonios. Esto en adición al equivoco que destaca CORNEJO. En la denominación
“sociedad de gananciales”, pues” existen en el plano de la teoría y de la legislación
comparada, dos regímenes de gananciales: el de comunidad y el de participación; y la
diferencia entre ambos es de esencia, tanto es así que el primero integra el grupo de los
regímenes de comunidad y segundo el de los regímenes de separación.

El asunto, empero, carece de mayor importancia práctica.”(CORNEJO CHÁVEZ. 286)

Lo señalado no impide, sin embargo. Que los cónyuges puedan efectuar, si así lo desean,
una “liquidación”, por alguna razón particular, para trasladarse del régimen de separación
de patrimonios al de sociedad de gananciales, aunque técnicamente hablando, en este
último régimen no hay sociedad en cuanto a patrimonio, pero si en cuanto a determinadas
obligaciones y derechos de la sociedad conyugal, nacida por el hecho del matrimonio
como tal (obligación de alimentar y educar a sus hijos, asistencia mutua, contribución al
sostenimiento del hogar, por ejemplo), la misma que solo fenece en caso de invalidez,
divorcio, declaración de muerte presunta o muerte. A modo de ilustración, seria el caso,
por ejemplo, de que los cónyuges hayan estado adquiriendo bienes de todo tipo y
realizando inversiones y gastos en el hogar conyugal, sin haber discriminado con
exactitud el aporte de cada cual, y luego quisieran realizar una separación definida y
especifica antes de ingresar al régimen de sociedad de gananciales. Este ajuste y
determinación, tanto de bienes como de porcentaje de participación en obligaciones, en
realidad no son iguales a la liquidación propiamente dicha, establecida en el libro de
familia, aunque según la complejidad del caso pueden guardar importantes similitudes.

Puede ocurrir, por ejemplo, que durante el régimen de separación de patrimonios uno de
los cónyuges o ambos adquieran bienes y posteriormente, decidan trasladarse al régimen
de sociedad de gananciales. En este caso será conveniente realizar un inventario y no
necesariamente efectuar una liquidación total; considerándose estos bienes de la sociedad
conyugal como propios del conyuge que los adquirió(BORDA).

Las uniones de hecho, siempre y cuando cumplan con los requisitos del articulo 326
(voluntariamente realizadas y mantenidas como mínimo por dos años por un varón y una
mujer que carecen de impedimento matrimonial), al originar una sociedad de bienes a la
cual se le aplicaran las reglas de la sociedad de gananciales en cuanto le fueren aplicables,
también pueden fenecer, lo que implicara que se realice el procedimiento de liquidación
señalado. Esto es únicamente entre los convivientes y no en cuanto a terceros, quienes
puedan hasta ignorar la existencia de la unión de hecho, por carecer de registro
correspondiente; pues no existe, ni podría existir, registro alguno que sirva a los terceros
de fuente fidedigna de información y, no teniendo estos como ni porque conocer la
existencia de la unión de tacto, para ellos los convivientes serán personas individuales en
situación semejante a la del soltero (CORNEJO CHAVEZ).

La situación descrita en el párrafo anterior no se encuentra regulada en forma explícita,


pero puesto que la norma contiene la genérica frase “en cuanto le sea aplicable”, se
entiende que los convivientes tienen el derecho de exigir la liquidación respectiva.
Asimismo, nada impide que, encontrándose dentro de este tipo de unión, los convivientes
opten por conservar sus adquisiciones en forma separada, lo cual podrá acordar, siendo
aconsejable formalizar dicho acuerdo en escritura pública.

La palabra liquidación proviene del latín liquidare y significa poner termino a un caso o
a las operaciones de un establecimiento o empresa. En el tema bajo comentario viene a
ser el ajuste formal de cuentas o conjunto de operaciones ejecutadas con el objeto de
terminar lo que corresponde a cada uno de los cónyuges en los derechos activos y pasivos
de la sociedad (PERALTA)

El procedimiento de liquidación se inicia con el inventario valorizado de todos los bienes,


tanto de los propios de cada conyuge como de los sociales.
Es conveniente señalar que los bienes sociales se encuentran en un régimen de comunidad
y no de copropiedad, por lo que la totalidad de ellos corresponde a la sociedad conyugal,
conformada por ambos cónyuges.

El inventario no necesariamente debe ser judicial; si los cónyuges o sus herederos están
de acuerdo, tanto en lo relativo a su realización, como a su conformación y a su
valorización, entonces puede realizarse en documento privado con firmas legalizadas, si
hubiese cualquier discrepancia en cuanto a algunos de estos aspectos, se hará
judicialmente.

BIENES COMPRENDIDOS EN EL REGIMEN PATRIMONIAL

Articulo 299

El régimen patrimonial comprende tanto los bienes que los cónyuges tenían antes de
entrar aquel en vigor como los adquiridos por cualquier titulo durante su vigencia.

El patrimonio de la sociedad conyugal esta formado, por el activo como por el pasivo de
una totalidad. Dicha totalidad comprende el paso, el presente y el futuro, es decir, los
bienes y las deudas o, mejor, el patrimonio, tanto anterior a la entrada en vigor del
régimen, cuanto todo lo que se adquiera por cualquier titulo o modalidad durante su
vigencia. Si bien el código civil no menciona en este numeral a las deudas, limitando el
contenido del régimen patrimonial a os bienes, una apreciación sistemática y finalista
elemental nos conduce a preferir el vocablo patrimonio, que incluye tanto al activo como
al pasivo.

OBLIGACIÓN COMÚN DE SOSTENER EL HOGAR CONYUGAL

ARTICULO 300

Cualquiera que sea el régimen en vigor, ambos cónyuges están obligados a contribuir
al sostenimiento del hogar según sus respectivas posibilidades y rentas.

En caso necesario, el juez reglara la contribución de cada uno.

Al margen del régimen patrimonial por el que se haya optado, hay obligaciones que
ambos cónyuges tendrán que asumir con la totalidad del patrimonio conyugal, que abarca
bienes que cada uno tenia antes de ingresar al régimen, como los que se adquieran durante
su vigencia.

Se incluyen gastos tales como los de alquiler del inmueble, arbitrios municipales, luz,
agua, gas, teléfono de domicilio, artículos de limpieza, pago del servicio doméstico,
guardianía, mantenimiento en general. Asimismo, los gastos de alimentación, salud y
asistencia de los cónyuges, y lo gastos provenientes de las obligaciones que genera la
patria potestad, como el sostenimiento, protección, salud, educación y formación de los
hijos.

Pero si bien los dos asumen la misma obligación, el peso de ella se repartirá según las
posibilidades y rentas de cada uno, lo que constituye una fundamental norma de equidad,
puesto que no siempre ambos tendrán igual situación económica.

Si ambos trabajan es muy probable que sus ingresos sean dispares. El patrimonio de cada
uno puede ser muy desigual en relación al del otro, pudiendo carecer de uno de ellos o
ambos. Puede darse el caso, de enorme frecuencia en el preu, de que uno de los cónyuges
generalmente la mujer se dedique exclusivamente al trabajo del hogar y al cuidado de los
hijos, mientras que el otro conyuge es el que trabaja y percibe los ingresos. En este caso,
la obligación de sostenimiento de la familia y del hogar recae sobre el ultimo,
conservando tanto este como el que se dedica a las faenas domésticas, los deberes de
ayuda y colaboración reciproca.

Podría ocurrir que uno de ellos perciba ingresos por su trabajo y el otro por otro concepto
arrendamiento, intereses, derechos de autor, entre otros, o que ninguno trabaje, pero
ambos perciban rentas, o que uno trabaje y tenga rentas y el otro ninguno de los dos.

Cada caso será único y, de haber conflicto, el juez, en proceso sumarísimo, distribuirá la
contribución de cada conyuge, atendiendo a las características particulares de cada
situación.

Lo señalado es de aplicación a las uniones de hecho que cumplan con los requisitos
establecidos por el artículo 326.

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