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La escuela clásica (liberal) de economía política: Una introducción al pensamiento de Adam Smith y

David Ricardo.

Conceptos elementales y actividades

Smith

La obra fundamental del autor, “Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de


las naciones”, es publicada en 1776, en la Gran Bretaña que empezaba a ver algunas de las
transformaciones que más adelante se conocerán como la “Revolución Industrial”. Escribe,
por lo tanto, en los orígenes del capitalismo industrial; y trata de explicarlo a partir de los
siguientes conceptos:

La división del trabajo

El significado de la división del trabajo se desarrolla a partir del ejemplo de la fabricación


de alfileres: un hombre estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo corta, un cuarto
lo raspa en su extremo para aplicarle la cabeza; de tal modo que la actividad de hacer un
alfiler se ve dividida en múltiples operaciones distintas. Smith sugiere que esta división es
la causa del aumento de la productividad del trabajo y del progreso de las naciones. Esta
forma de organización del trabajo es la base de los métodos de producción propios del
capitalismo, significando el abandono del artesanado como forma dominante de
producción. Aclaremos: el aumento de la productividad es deseable para Smith ya que
permite mayores ganancias para el empresario y como consecuencia un aumento de la
inversión capitalista que da como resultado un crecimiento del sistema económico.

El “Valor” de los bienes

El economista inglés distingue dos tipos de valores:

- El valor de uso, es la utilidad de un bien de saciar una necesidad particular.


- El valor de cambio, la capacidad de un objeto para comprar otros bienes.

El objetivo de la economía clásica es estudiar el valor de cambio, su composición y sus


variaciones.

El trabajo humano es la medida primitiva del valor de cambio. El valor de un bien se mide
por la cantidad de trabajo que pueda adquirir. De esta medida surge el precio natural de
un bien; sin embargo el precio efectivo o de mercado se determina por la cantidad de un
bien que se lleva al mercado (oferta) y por la demanda de quienes están dispuestos a
adquirir dicho artículo. Es decir las mercancías llegan al Mercado con un precio natural
pero por efecto de la oferta y la demanda, a veces, se vende por arriba o por debajo de
dicho precio natural. ¿Y la distribución? El valor de un bien se resuelve en dos partes: una
paga el salario del trabajador y la otra las ganancias del empresario. No hay conflicto por la
distribución de la riqueza. En la mirada de Smith se tiende a naturalizar o ,por lo menos, a
justificar las relaciones que se establecen en el capitalismo.

La mano invisible

Este es uno de los conceptos más conocidos de A. Smith. Para nuestro autor el ajuste (o
equilibrio) vía mercado funciona de la siguiente manera: si en una actividad productiva la
demanda del producto es mayor que la cantidad ofrecida en esa actividad habrá un mayor
beneficio para el empresario (porque vende su producto más caro) por lo tanto otros
empresarios se volcaran a dicha actividad para obtener mayores ganancias; dichos
empresarios competirán entre si aumentando la necesidad (aumento de la demanda) de
trabajadores (la mano de obra también se trasladaría a esta actividad) y por ende
creciendo el salario de estos. Con el tiempo, en esta actividad productiva, la cantidad
ofrecida crecerá y se igualará (o superará) a la cantidad demandada. La consecuencia será
que la tasa de beneficio y los salarios volverán a su nivel natural. Así por medio del ajuste
vía oferta y demanda se logra el equilibrio automático del sistema en el mercado.

Para Smith el ajuste “vía mano invisible” es natural; va más allá de la voluntad de los
agentes económicos. Una mano invisible iría moviendo a los empresarios y a los
trabajadores y de manera automática se establecería un equilibrio en la economía y el
bienestar general de la población

Actividad 1
a- ¿cómo se lograría el equilibrio en una situación inversa a la planteada
anteriormente? (la cantidad ofrecida supera a la cantidad demandada).
b- De acuerdo a tu experiencia (o la de tu familia), ¿el desempleo extendido en el
tiempo se puede resolver como sugiere Smith? (por medio de la mano invisible,
automáticamente). Justifiquen su respuesta.

Las tareas del gobierno

Sigamos con Adam Smith. Para que el ajuste sea automático y óptimo la condición es que
el mercado funcione sin ningún tipo de intervención ajena a él. El estado no debe
condicionar a los individuos económicos, los empresarios y los trabajadores deben
competir entre ellos sin injerencia estatal. La clave es la “libertad” de la actividad
económica individual. Por eso esta corriente de pensamiento será conocida como EL
LIBERALISMO ECONÓMICO.

El gobierno solo debe tener cuatro deberes: la defensa contra la agresión externa, la
administración de justicia, el sostenimiento de obras y servicios públicos no rentables para
los particulares y la defensa de la propiedad privada.

Actividad 2

a- Buscar un artículo periodístico (en Clarín o La Nación) sobre el conflicto entre el


campo y el gobierno (2008).
b- Identificar en dicho artículo las tareas que el gobierno debería tener respecto de la
problemática agraria.

C- ¿Qué actores (y cuáles serían sus intereses) defienden una posición similar a la de
Smith respecto del rol gubernamental?

Leer el artículo siguiente y subrayar lo que consideres más importante.


ECONOMIA › CONFUSION OPOSITORA POR LA ONCCA

El Estado está

Pretendían que la oficina de control desapareciera, pero cuestionan que el Estado


mantenga las regulaciones.

Los mismos sectores que reclamaban la disolución de la Oficina Nacional de Control


Comercial Agropecuario (Oncca) admitían ayer no salir de su asombro por el mecanismo
elegido por el Gobierno, justamente, para eliminar el organismo pero no sus funciones.
Carbap, confederación de productores rurales de Buenos Aires y La Pampa (pertenece a
CRA), sostiene que la disolución por decreto de la Oncca “resulta sorprendente, burlando
al Poder Legislativo, que se encontraba próximo a tratar proyectos consensuados para su
reestructuración”. (…)

La confusión opositora, puesta de manifiesto en las críticas expresadas en las últimas 48


horas, se relaciona con la inesperada decisión oficial, acompañada de la creación de una
Unidad de Coordinación de los subsidios al consumo, que revaloriza ese instrumento como
mecanismo de regulación de los precios internos. La pretensión de Carbap, así como de
algunos sectores de la oposición, era eliminar al Estado de todo tipo de intervención en los
mercados donde cotizan y se negocian los productos agropecuarios, de forma tal de
preservar el control de éstos por los habituales sectores dominantes.

Uno de los dirigentes políticos que ayer se expresó en tal sentido fue Felipe Solá, del
Peronismo Federal y ex secretario de Agricultura de Carlos Menem. “Se disolvió la Oncca
porque tiene mal nombre, pero van a seguir entregando subsidios a quienes ellos (el
Gobierno, o los tres ministerios que ahora administrarán la unidad de coordinación) se les
ocurra.” En la misma tónica, el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de
Diputados, el dirigente radical y de Confederaciones Rurales Ricardo Buryaile sostuvo que
“nada cambia para el productor, porque los problemas de intervención en los mercados
van a seguir existiendo, ya que no se elimina ninguna de las funciones” que antes ejercía la
Oncca.(…)

En cambio, junto al gobernador anfitrión, José Luis Gioja, trazó un cuadro de situación de
la mencionada actividad regional y destacó sus logros. “Cerramos 2010 con un nuevo
record de exportación para nuestros vinos, de 864,5 millones de dólares, dando un nuevo
impulso al desarrollo del sector”, puntualizó Domínguez. En el marco de la Fiesta del Sol, el
ministro encabezó el acto de entrega de 54 millones de pesos para el programa de
integración de productores a la cadena vitivinícola, Proviar.
Durante el año pasado, en la primera etapa de dicho programa, se entregaron aportes
económicos no reintegrables por 10,4 millones de pesos, en favor de más de 600
productores y establecimientos vitivinícolas. La cartera agropecuaria había firmado la
semana anterior un convenio en Mendoza para facilitar inversiones fijas y de capital de
trabajo por un monto de 100 millones de pesos, con intervención del Banco Nación, a tasa
subsidiada (8 por ciento anual) y hasta ocho años de plazo.

Pág. 12, marzo del 2011

Actividad 3

a- hacer un comentario desde el punto de vista (como si ustedes fuesen) A.Smith.


Tener en cuenta la mirada que tiene el autor inglés sobre las tareas del gobierno y
sobre el funcionamiento de las leyes de mercado (la ley de oferta y Demanda).

David Ricardo

Su obra fundamental, “Principios de Economía Política y Tributación” fue publicada por


primera vez en 1817. Época en la que Gran Bretaña vivía aceleradas transformaciones
producto del triunfo del capitalismo industrial. Sus trabajos intentarán dar cuenta de esos
cambios específicos de la sociedad capitalista moderna.

El economista inglés coincide con Smith en la distinción entre el valor de cambio y el valor
de uso de los bienes. Ricardo señala dos fuentes del valor de cambio: la escasez y la
cantidad de trabajo requerida para obtenerlos. Profundizará (a diferencia de Smith) este
último aspecto. El valor de cambio de una mercancía depende del tiempo de trabajo
directo e indirecto. Directo: el tiempo normal que los obreros tardaron en producirlo;
indirecto: el tiempo de trabajo que requirió la producción de las máquinas aplicadas a la
producción del bien en cuestión. El capital, entonces, se produce con trabajo (llamémosle
trabajo “muerto” o “pasado”), se reduce en última instancia al trabajo.
Los dos aportes más originales a la economía política son su teoría de la renta diferencial
de la tierra y la teoría de las ventajas comparativas en el comercio internacional.
Veámoslas brevemente.

Las ventajas comparativas en el comercio internacional

Ricardo estaba a favor de la libre competencia no sólo en el mercado interno sino también
en el comercio entre países. El liberalismo económico en el comercio internacional postula
la no intervención del estado. Que no regule ni la entrada ni la salida de bienes y servicios.

Él sugiere que un país debe especializarse en la producción de los bienes en los que se
tiene determinadas ventajas para producirlo de manera más económica. Si Argentina
actualmente produce barato aceite de soja (porque lo favorece el clima por ejemplo) debe
especializarse en esa actividad, no en otra, e intentar exportar mucho aceite de soja. Con
lo que se obtiene de esas exportaciones se podrá importar los productos que
“comparativamente” está en desventaja para producirlos, por ejemplo tractores. Si los
costos para producir tractores para el Reino Unido fuesen bajos, se especializaría en
exportar tractores (e importar aceite de soja). Es decir, en condiciones de libre
competencia, se establecerá una división internacional del trabajo, bajo la cual cada país
se especializará en producir los bienes en los que posee ventajas comparativas. No nos
olvidemos que nuestro autor escribe desde una Inglaterra muy interesada en exportar sus
productos manufacturados e importar alimentos y materias primas.

Esta teoría, supuestamente, armoniza los intereses de los distintos países en los asuntos
referentes a los intercambios internacionales.

Actividad 4.

a- Leer el artículo que sigue y señalar los argumentos con los cuales el autor del
mismo cuestiona la teoría de las ventajas comparativas de Ricardo y del
funcionamiento del mercado de Smith.
PÁG.12. DOMINGO, 13 DE JULIO DE 2008

OP INIO N

Además de las retenciones

Por Enrique Martinez*

En un tema que tiene en vilo a los argentinos desde hace cuatro meses, la conducción del
INTI se ha involucrado, tratando de poner en perspectiva el conflicto entre los intereses
generales y los intereses de los diversos actores que tienen que ver con la producción
agropecuaria. En nuestros documentos, por lo tanto, hemos señalado la tremenda
incidencia distorsiva que tiene la presencia del capital financiero como arrendatario, así
como los cuasi monopolios en la provisión de semillas o herbicidas o fertilizantes, o la
enorme concentración en la exportación de granos.

Creemos haber destacado que hay un largo camino a recorrer, además de discutir los
niveles de retenciones, para poder decir que la estructura de producción y
comercialización de granos tiene facetas de mínima equidad e igualdad de oportunidades
entre los actores actuales o futuros. La cuestión, sin embargo, no se agota allí. Aunque se
ordenara ese espacio, ¿estaremos conformes con vincularnos con el mundo como
proveedores de materias primas agropecuarias? Desde el INTI, al menos, la respuesta es
no. Rotundamente no.

Cambiarían algunas cosas si los productores agropecuarios auténticos pudieran tener


adecuada rentabilidad en cualquier región y en cualquier rubro, pero no las suficientes. A
esa condición debe agregarse una industria de transformación de las materias primas del
campo que tampoco se limite a incorporar el muy modesto valor agregado por la
producción de aceite en bruto o por moler el trigo para hacer harina.

Un país lechero líder no se queda en la leche en polvo o en el queso standard. Hace


quesos especiales, concentra las proteínas contenidas en el suero de queso, extrae de allí
lactoferrite.

Un país con ganado vacuno, que sea líder, no exporta sólo cueros semiterminados y cortes
especiales. También produce ácidos grasos, globulinas y otros productos de la sangre,
aminoácidos de los huesos, marroquinería de primera.

Un país avícola líder no sólo exporta pollos enteros o sus cortes. Produce biogás con todos
los residuos de cama de pollos; aprovecha las vísceras y las plumas para hacer
concentrados proteínicos con los cuales alimenta peces, que aumentan la oferta de carnes.
Y más y más. Y todo eso lo hace cerca de donde produce la soja, el maíz o el trigo. No lo
hace mirando hacia el océano, con una actitud extractiva, que pone el centro técnico de la
cadena de valor en la disponibilidad de tierra, más allá –mucho más allá– de la
disponibilidad de inteligencia.

De esa manera se construye tejido agroindustrial y tejido social. Se convierten la


desocupación y la pobreza en hechos del pasado. Se rompe con la dependencia de los
monopolios exportadores. Todo eso. Pero además, se construye un vínculo integral entre
la tierra y la industria, en el cual incursiones como las del capital financiero sembrador de
soja, con su actitud puramente especulativa, pierden sentido primero y relevancia
después.

Hay algunos ejemplos aislados en el país de esta asociación virtuosa. Algunas industrias
lecheras de Rafaela; alguna industria de chacinados cerca de Rosario. Pero es bien poco y
aun en esos casos hay todavía margen para aumentar la integración de la cadena.
Queremos ayudar a instalar esta mirada productiva, sin la cual difícilmente podamos tener
una sociedad equilibrada. Para ello, más que discursos, creemos en la acción. Damos peso
central a la industrialización integral en la zona de producción, a la valorización de los
subproductos o los desechos, al medio ambiente y a la ocupación. No damos prioridad a
los estudios de mercado. Metodológicamente, estamos convencidos de que una industria
eficiente que agregue valor a los frutos de nuestra tierra es inexorablemente fuerte en el
mercado. Por lo tanto, esto lo podremos ver después, con calma.

No puede ser apenas un sueño que nuestro futuro deje de depender de la cotización de
los granos en Chicago, que a su vez depende de la especulación financiera de gente que
nunca conoceremos y que nunca verá siquiera una planta de soja. No puede ser que nos
conformemos con tan poco como alcanzar un nivel de retenciones que permita a 100.000
productores seguir construyendo departamentos con sus ganancias, que difícilmente
alguien ocupará en su totalidad, mientras a miles de kilómetros de aquí crecen los pollos o
los cerdos criados con nuestro maíz y nuestra harina de soja; se producen los equipos de
biogás y el biogás que no tendremos; se obtienen los derivados proteínicos y
farmacéuticos que nuestros técnicos saben obtener, pero nunca podrán fabricar, porque el
señor Cargill los dejó sin la materia prima, o el señor Monsanto los tiene atados con sus
patentes.

* Presidente INTI.
presidencia@inti.gov.ar
La Renta diferencial

La renta de la tierra (o sea el precio que se la paga al dueño de la misma por su uso) surge
según Ricardo del hecho de que la tierra no es ilimitada y no es uniforme en su calidad;
con el aumento de la población (y la necesidad de alimentos) se hace necesario poner
tierras de menor calidad en funcionamiento (o peor situadas, por ejemplo lejos de la
ciudad o el puerto), esto hace que se empiece a pagar una renta por las tierras de mayor
calidad. Cuando se inicia el cultivo de la tierra de segundo grado de fertilidad comienza la
renta de la tierra de primera calidad, luego con el comienzo del uso de la tierra de tercera
calidad aparece la renta, también, para la tierra de segunda…y así sucesivamente.

¿Y cómo se determina el monto de la Renta? Nuestro economista lo explica a partir de la


idea de los “rendimiento decrecientes”. Si a dos tierras de la misma extensión se le aplica
la misma cantidad de trabajo y el mismo capital y la mejor tierra rinde 1000 toneladas de
soja y en la segunda sólo se obtienen 900 toneladas de soja la renta de la primera tierra
será el valor de mercado de 100 toneladas de soja. Y así sucesivamente.

La Argentina y la Renta diferencial a escala internacional

La idea de la renta agraria puede ser retomada para dar cuenta de procesos históricos y de
conflictos sociales en la actualidad. Veamos cómo.

La inserción de nuestro país en el mercado mundial tuvo lugar hacia mediados y fines del
siglo XIX, la forma en que nos integramos al mercado puede ser pensada, tal vez, a partir
de la idea Inglesa-Ricardiana de las ventajas comparativas: la Argentina se especializa en la
producción primaria (carne y cereales) y con la plata que se obtiene de las exportaciones
le compraría a Inglaterra las manufacturas industriales. El latifundio fue la forma
dominante de la tenencia de la tierra, pocos dueños en propiedad de grandes extensiones
de tierra volcándose al negocio que le ofrecía el mercado mundial. Pero esto no es todo,
los dueños de la tierra se apropiaron de una renta diferencial a escala internacional, esto
significa la apropiación de un ingreso que excede el ingreso normal de esa actividad.

Es decir a las condiciones monopólicas sobre la propiedad de la tierra hay que sumarle una
ganancia extraordinaria que surge a partir de la renta diferencial a escala internacional.
¿Porque decimos que hay una renta internacional? La tierra de “peor” calidad que fija el
valor de la renta de la tierra mejor, está fuera de nuestro territorio; y las extraordinarias
condiciones naturales de la pampa húmeda permiten un rendimiento altísimo por
hectárea cultivada, un rendimiento más allá de lo normal y con un bajo costo de trabajo y
tecnología.

Lo interesante de esto no es sólo la posibilidad de historiar aspectos relacionados con


nuestro pasado agrario sino que nos permite pensar cuestiones referentes a uno de los
conflictos claves de los últimos tiempos en nuestro país, el llamado conflicto campo-
gobierno.

La renta extraordinaria y el problema de su apropiación

Todos recordamos el conflicto agrario de hace dos años alrededor del intento
gubernamental de sacar el decreto 125 que imponía las retenciones móviles en nuestro
país. Las organizaciones agrarias nucleadas en la mesa de enlace llevaron adelante un paro
de los dueños de la tierra logrando torcerle el brazo al gobierno. ¿Qué había detrás del
voto “no positivo” de Cobos? ¿Qué estaba en juego en este conflicto?

Primero, ¿que son las retenciones? Un impuesto a las exportaciones que fue aplicado bajo
diferentes esquemas en casi toda la historia económica Argentina. Y no son un invento
argentino, es un instrumento admitido por la Organización Mundial de Comercio y
utilizado por casi 50 países en el mundo. En ausencia de firmas estatales que exploten
directamente los recursos, las retenciones (sean móviles o no) son una forma de captar
socialmente las rentas provenientes del suelo y el subsuelo nacional.

¿Son legítimos estos impuestos? ¿Se basan las retenciones en la soberanía estatal sobre
los recursos del suelo y subsuelo nacional?

Los argumentos para la soberanía estatal los señalaba ya David Ricardo hace casi 200 años.
Las condiciones naturales para la producción primaria son únicas e irreproducibles. Este
hecho marca una fundamental diferencia entre la producción primaria y la industrial.
Mientras que el aumento de la demanda de productos industriales puede satisfacerse
ampliando las plantas productivas en el caso de la demanda agrícola se hace necesario
incorporar más tierras a la producción, tierras de menor calidad que implica una diferencia
a favor de quienes producen en las tierras más favorecidas. Imaginemos precios
internacionales de alimentos en ascenso, quienes trabajan “las mejores tierras del mundo”
obtendrán una sobre-ganancia; no por su esfuerzo o por sus inversiones sino por la calidad
del suelo, en el caso argentino por las extraordinarias condiciones climáticas y la fertilidad
de la llamada pampa húmeda. Esta diferencia entre la ganancia normal que se obtiene al
producir las tierras de “peor calidad” y la sobre-ganancia que aparece en las tierras más
fértiles es lo que Ricardo (como vimos antes) llama renta diferencial de la tierra. Es muy
parecido a la renta de un monopolio. Las retenciones gravarían la renta de la tierra basada
en las condiciones extraordinarias de nuestro suelo pampeano. No son, por lo tanto,
comparables al impuesto a las ganancias.

Actividad 5

a- Buscar 2 artículos de diarios que cuestionen al gobierno nacional por intentar el


esquema de retenciones móviles en el 2008.
b- Identificar los argumentos de la oposición a las retenciones móviles.
c- Analizar críticamente los artículos seleccionados a partir de la idea de que “las
grandes propiedades agrarias tienen sobre-ganancias extraordinarios a partir de la
renta diferencial de la tierra a escala internacional”

Algunos artículos interesantes para el trabajo en el aula


DOMINGO, 29 DE MARZO DE 2009

D OCU ME NTO D E L PLAN FE NIX

Agrotensiones

Culminó otro lockout del campo representado por la Mesa de Enlace. Ante la persistencia
de la protesta de un grupo de productores, los economistas reunidos en el Proyecto
Estratégico de la Universidad de Buenos Aires-Plan Fénix plantean el debate sobre la
política agropecuaria. Destacan que lo que está en juego no es el interés sectorial, sino el
patrón de acumulación y distribución. Proponen crear una comercializadora de carácter
público y revisar la legislación referida a los arrendamientos rurales. Y reafirman su
postura a favor del mantenimiento de las retenciones.

Por Plan Fenix *

“Los reclamos por suprimir las retenciones a las exportaciones primarias ocupan, desde
hace algún tiempo, un lugar destacado en la agenda de los medios de difusión. Los
argumentos al respecto tienen muchas veces un contenido simplista, pero ello no impide
que esto sea avalado por partidos políticos, organizaciones intermedias, cámaras
empresariales y hasta organizaciones sindicales.”

Así comenzaba un comunicado que emitiéramos desde el Plan Fénix, en marzo de 2005.
Cuatro años después, el debate sobre el tema permanece, con mayor vigor, habiendo
atravesado instancias dramáticas durante el año 2008, con fuertes reverberaciones en el
plano político y partidario. Una y otra vez se han reiterado argumentos a favor o en contra
de este instrumento. Así lo hemos hecho también nosotros, exactamente hace un año.
Reafirmamos nuestra postura a favor del mantenimiento de las retenciones, graduando su
impacto por producto, escala de explotación y región geográfica. Se trata de un
instrumento con indudables efectos positivos:

n Permite socializar parte de la renta primaria, que de derecho corresponde a toda la


comunidad.

n Introduce un tipo de cambio diferenciado que favorece un desarrollo armónico de agro e


industria, transfiriendo al conjunto de la economía la ventaja comparativa agrícola.

n Brinda holgura fiscal al Estado, lo que habilita el financiamiento de inversión productiva y


otras prestaciones estatales, sin presionar sobre los mercados financieros.
La historia argentina de las últimas tres décadas avala esta postura: los dos ciclos más
exitosos de la economía en términos de crecimiento (1963–1974 y 2003-2008) en los
últimos 50 años contaron con la aplicación de tipos de cambio diferenciados mediante
retenciones. Sobresale en ambos casos el fuerte impulso resultante para las exportaciones
industriales no tradicionales, que crecen en términos reales a un ritmo muy superior al de
las exportaciones agrícolas. Es ésta una herramienta insustituible para apuntalar al
desarrollo con equidad de la Argentina, sobre la base de un modelo híbrido, que combine
ventajas comparativas naturales y aquellas que permiten la actividad de transformación.

En la actual coyuntura se añaden algunos elementos novedosos. La caída de los precios


internacionales (que han regresado así a valores próximos a los históricos) ha reducido el
margen de ganancias extraordinarias del año pasado. A ello se agrega una sequía inédita,
con valores de precipitación pluvial menores en 50 por ciento o más con relación a
promedios históricos, que ocasiona la disminución de los volúmenes producidos
(particularmente en los casos de trigo y maíz). A la disputa en torno de la posible
apropiación de tales ganancias, que produjo la escalada del conflicto, se suman ahora los
requerimientos para paliar la situación crítica ocasionada por la mencionada circunstancia
climática.

La postura de las patronales rurales, respaldada por parte importante de la oposición


política, no ha variado, sin embargo: el reclamo es por la abolición o drástica reducción de
las retenciones, sin otros aditamentos. Ante este escenario, el Gobierno ha anunciado
recientemente algunas medidas, a partir de reuniones con los representantes rurales, que
desgravan parcialmente algunas producciones (pampeanas y extrapampeanas),
segmentan la aplicación de retenciones y brindan subsidios para revertir la reducción del
stock ganadero. Se mantiene la alícuota para la soja, habiéndose dispuesto en estos días
su parcial coparticipación con las administraciones provinciales y municipales.

Entendemos que modificar los principios que sustentan el sistema de retenciones sería
equivocado. A los argumentos ya mencionados debemos agregar la profundización de la
actual crisis internacional, con impactos recesivos que llegarán inexorablemente a nuestro
país. Hoy más que nunca, desguarnecer al Estado constituye un grave paso en falso, que
entraña riesgos considerables. No es éste el momento, seguramente, de privilegiar
intereses sectoriales, sobre todo cuando nada indica que la supervivencia de los
emprendimientos agropecuarios esté bajo amenaza. Sólo los acreedores de la aún impaga
deuda social de la Argentina tienen derecho a este tipo de reclamo: hablamos de niveles
de pobreza y marginalidad que no pueden ser aceptables.

Ahora bien, los argumentos aquí expuestos no son por cierto desconocidos para la
generalidad de los analistas y actores del quehacer económico y social. Cualquier persona
razonablemente informada e intelectualmente honesta puede reconocer su validez, más
allá de los matices con los que el instrumento de las retenciones puede ser aplicado.
Cualquier persona sabe que la supresión de las retenciones no paliará los impactos de la
crisis internacional, ni tampoco devolverá la lluvia perdida. En consecuencia, la presente
puja en torno del tema no refleja sino un posicionamiento torpe y de miras cortas.
Quienes abogan por la eliminación de las retenciones, en función de su interés sectorial
inmediato, sacrifican una estrategia que a la postre resulta más beneficiosa para el
conjunto. A ello contribuye, por otra parte, una dirigencia política incapaz de pensar más
allá de la coyuntural capitalización de la protesta.

Entendamos que –tal como lo dijéramos en declaraciones anteriores– no es sólo el interés


sectorial sino el patrón de acumulación y distribución lo que aquí está en juego. Hemos
vivido y sufrido las consecuencias de esquemas fundados en la revaluación cambiaria y el
desfinanciamiento estatal. No están tan lejanos los recuerdos del empobrecimiento de los
años ’90 y la correspondiente crisis terminal de 2001. Sin embargo, hay quienes parecen
añorar este modelo.

Señalamos además que –más allá del fragor producido por los numerosos cruces
verbales– el posicionamiento gubernamental ha carecido de la necesaria claridad. En lugar
de ofrecer una fundamentación equilibrada y articulada de esta política, se ha recurrido a
argumentos parciales, ora apuntando a aspectos distributivos, ora señalando necesidades
fiscales. La dirigencia política argentina debe comprender –desde el Gobierno o desde el
llano– que es imperativo persuadir desde la razón, y a la vez desde una perspectiva que
valore el bienestar del conjunto de la sociedad. De la misma manera corresponde reclamar
a los medios de comunicación un tratamiento objetivo, que no priorice una toma de
posición, como hoy se observa en forma generalizada.

Este conflicto debe ser encarado en términos adecuados no sólo a la coyuntura sino a una
senda de desarrollo con equidad. Esto es, en el marco de un proyecto nacional todavía por
definirse para la Argentina.

Deben esclarecerse por lo pronto los intereses y la representatividad de los actores, lo que
lleva a reconocer que la dirigencia enfrentada a las retenciones no representa a la
población campesina de recursos y horizontes productivos limitados. Se trata por lo
contrario de propietarios de medio y alto porte, rentistas en muchos casos, y en su
mayoría de la llanura pampeana. Ellos se han beneficiado considerablemente con la
conjunción de precios altos y devaluación verificada en los últimos años. Así lo evidencian
los elevados precios de la tierra (e incluso de los inmuebles urbanos en las ciudades del
interior agropecuario pampeano).
Pero la realidad de la actividad agropecuaria en la Argentina es considerablemente más
compleja. Ella comprende producciones de diversa naturaleza y escala, cadenas de
intermediación fuertemente oligopolizadas en muchos casos, proveedores de insumos
críticos también concentrados.

Es necesario entonces comprender la problemática agropecuaria en toda su diversidad.


Esto implica ir más allá de la cuestión puntual de las retenciones.

El modelo de agricultura intensiva en tecnología que se ha desarrollado en la última


década conlleva una fuerte expansión del cultivo de soja, en detrimento tanto de usos más
equilibrados de los suelos (lo que puede comprometer la sostenibilidad a futuro), como de
cultivos más intensivos en uso de mano de obra en zonas extrapampeanas. Asimismo, ha
puesto en entredicho la viabilidad de la actividad ganadera, que se ha visto desplazada,
afectando el stock total e incluso la actividad lechera. Se avizoran los riesgos propios del
monocultivo en términos de su viabilidad ecológica como de precios internacionales no
previsibles.

Estos aspectos requieren definiciones estratégicas por parte del Estado, ya que la
preservación del suelo y la sostenibilidad en el largo plazo no pueden dejarse libradas a las
señales de mercado dado el limitado horizonte de evaluación de los decisores privados.
Estas definiciones se encuentran ausentes. Sólo se han ensayado medidas puntuales, con
éxito diverso. Debe ser objeto de particular consideración la agricultura de escala familiar
en áreas alejadas de las zonas cerealeras. Asimismo, las cadenas de elaboración y
comercialización, tanto en granos como en carnes, hoy día se apropian de una parte no
desdeñable de la renta primaria. Esto amerita un estudio en profundidad para su
reformulación. Es imperativo un ejercicio participativo de planificación sectorial, que
defina un perfil futuro a la vez factible y deseable, en lo que atañe al sector y a su
vinculación con el resto de la economía. Se podrán establecer así los roles que cada
actividad debe cumplir en el conjunto del quehacer agropecuario, incorporando
explícitamente la consideración de aspectos ambientales. Otros tópicos que deben
integrar esta agenda son la creación de una comercializadora de carácter público y la
revisión de la legislación referida a los arrendamientos rurales.

Las herramientas de intervención gubernamental deben encontrarse correctamente


diseñadas y ser implementadas en forma confiable. La imagen resultante debe ser la de un
Estado comprometido con una política eficaz, con aristas diversas, correctamente
fundamentada, y que no se limita seguramente a introducir un tipo de cambio
diferenciado o a atender requerimientos fiscales.
Se requiere entonces a la vez voluntad de diálogo y convicción fundada en la defensa de
posturas que benefician al colectivo de los argentinos. La negociación de ninguna manera
puede transcurrir bajo la amenaza de medidas que comprometen la continuidad de las
actividades productivas, ni mucho menos con la concreción de aquéllas.

El conflicto con el sector agropecuario lleva ya demasiado tiempo. Urge en esta nueva
etapa una solución duradera en pro de un proceso de crecimiento sostenible y equitativo,
ajustada además a un escenario internacional muy diferente y seguramente más duro que
el que vivimos en los últimos años.

* Proyecto Estratégico de la Universidad de Buenos Aires-Plan Fénix.


Clarín

Cuarenta países aplican retenciones

La mayoría son subdesarrollados

Viernes 14 de marzo de 2008 | Publicado en edición impresa

Según Ernesto Liboreiro, director de la Fundación Instituto para las Negociaciones


Agrícolas Internacionales de la Bolsa de Cereales (INAI), uno de cada cuatro países que
pertenecen a la Organización Mundial del Comercio (OMC) aplica retenciones a las
exportaciones. "Son alrededor de cuarenta los países que utilizan este instrumento, pero
solamente los países subdesarrollados aplican retenciones en forma generalizada, como lo
hace la Argentina", dijo el especialista a LA NACION. Y explicó que, en general, los países
que aplican retenciones a todas las exportaciones lo hacen para generar ingresos fiscales,
pues no cuentan con sistemas de recaudación impositiva eficientes.

En cambio, los países que aplican retenciones en forma específica buscan estabilizar los
precios internos de las materias primas, desarrollar determinados sectores o favorecer a
una industria incipiente. "Hace dos años, Brasil aplicó una retención muy alta a las
exportaciones de tabaco destinadas a mercados determinados", dijo Liboreiro. A través de
esa medida, Brasil quería desarrollar el sector de la producción de tabaco. Como caso
curioso, mencionó que Sri Lanka aplica retenciones a la exportación de elefantes.

En febrero de 2008, Rusia aplicó retenciones del 30% a la exportación de cebada y del 40%
a las ventas externas de trigo. En los Estados Unidos, la Asociación de Panaderos pidió
retenciones a las exportaciones de trigo, pero los productores del cereal se opusieron y
lograron frenar la medida. Según Liboreiro, existen instrumentos más eficientes que las
retenciones para controlar los precios internos, ya que la Argentina "cuenta con una
capacidad institucional más desarrollada que otros países". Lograr mayor eficiencia en
todas las cadenas de valor agropecuarias sería un ejemplo.

"Existe una dirección en el Ministerio de Economía que se llama Defensa de la


Competencia, pero ningún gobierno se ocupó de este tema", dijo el especialista, y explicó
que a través de esta dirección se podría evitar la concentración de la producción en
grandes grupos económicos que manipulan los precios.

El sector de la carne es uno de los ejemplos más salientes: "Con las retenciones a la
exportación de carne y la veda a las ventas externas, además de los productores, también
se perjudicaron los consumidores, que no vieron una reducción en los precios", dijo
Liboreiro. "En cambio, se benefició el sector de la intermediación, pues tiene márgenes
muy abultados que podrían bajar si se aplicara la defensa de la competencia", añadió.
Liboreiro mencionó otros instrumentos más eficientes que las retenciones, ya que éstas no
sólo benefician a los consumidores de bajos ingresos sino también a los de altos ingresos.
"Algunos países aplican transferencias a familias pobres a través de tarjetas magnéticas, o
disminuyen el IVA de algunos alimentos", dijo Liboreiro.

María Martini

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