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sad Diego Portales reieme aonatees ia It | wwii 143915 spuomennse ttoce Conta ap opinbas 2 o oO 3 wn a oO Dp o 3 aay o o a JabbapieaH ep oplo ja | 4 EL AMIGO APARECIDO {EN NOMBRE DE LA DEMOCRACIA) Lasanigsfontzans|DieFrindess pete Caen Dudariamos sin embargo al borde de una: suspendido de una especie de hip6tesis el espacio ye tiempo virwales Tafuerza de nuestros deseos, Jo més vivo de nuestea vida. de nuestros acontecimientos, siquiera estarian en curso de Humane, eased bam, hacer eso, ps la presencia misma de un proceso as seria tranquil 2ador y todavia demasiado efectivo; no, ex zarlo y esa inminencia bastaria para posibles, como solamente po. en su presunta realidad. La modalidad de lo posible implacablemeate, mediante rendriamos otro en todo caso, pero vaci sencia, aqui de un golpea un tiempo que seria el nuestra y solamente el nuestro: lo contempord- 1190, si es que algo ast se presentase alguna vez. Pero no nos atreve- amos a darle nombre. Por miedo de vietualizar de nuevo. Tanto nuestros deseos como nuestros acontecimientos. A causa precisa- ee area ea tiempo sin precede quedaria, pues, si sién, sin analog aca si, ni esa eneris- tad, ese amor 0 ese odio de sf que lo harian aparecer como tal. Nin- guna indiferencia sin embargo. Un tiempo llamado contempordnco ue seria todo salvo contemporineo. Todo, salvo propio de su pro- piio tiempo. No se parcceria ni se jntarfa a nada, ninguna indiferencia, a pesar de todo: fa presente—ni con el jese que estaba vivo, eso seria de muevo quiz, y més ue nunca, signo de locura. centonces que es el tiempo de un mundo sin amigo, el tempo de un mundo sin enemigo. Inminencia de una autodestruc- mente ysecamentel6gico de sus enunciados nos convence de que ese ‘tiempo no tiene todavia amigos, pero que ya no tiene mis enemigos. 24 O ala inversa, en l pres siado fijada, por determi tos proponer un ejemplo masivo, entre una infinidad de otros, jus- to para indicar un rumbo: a partir de lo que una escansiGn ingenua fecha con la eata-dl-muro-de-ecine oe fin-el-comonismor, contrarian sin enenigo principal 36 efectos de esta ee serian innumerabes. El reponerse oponiéndose a nuevos adversarios to- 2s: {China, el islam? Enemigos sin os qu dicho un Schmit, a quien ahora volvemos, perderia su ser-pc se despolitizaria pura y simplemente. ‘Cuestiones que murmuramos, pues, en la vor baja de la susodi- cha ficeidn, sélo para empezar: sin enemigo y en consecuencia sin i 405, éddnde eContempordneo de quién? éQuién es el eontempordneo? éCuindo 105, nosotros, para de~ cir, como en fa incr iopoiesis de Nietzsche, «nosotros» y svosotros»? Estas cuestiones, llamémoslas ficicias, para recordar destinatario, estas cuestiones angustiades, pero abstracts ne, no puedo lanaarlas a cualquier lector, sélo puedo dest acuerdo con la presuposicién precipitada de un nosotros que, pot definicién y por destino, todavia no ha llegado, no a él mistno, no antes, cuando més pronto, del fin y a Hegada de esta fase cuya logica y cuya grad obables. Pues el eyo» que finge plantea ests evestionesficticios se encuentra por anticipado comprendido y determinado por su pertenencia al nosotros mas en suspenso de es contemporancidad supuesta. Es la flecha de esta teleiopoiesis lo que seguimos, esperamos, precedemos desde hace laigo tiempo de un tiempo que no pertenece al ar, en el capitulo pretacién entre una interpre- anterior, una primera it sacién de una frase de Nietzsche, la exégesis de una fiecion y de un, de Montaigne que hablaba a su vez como politica de la amistad. @Se publicard ese nome? iSe deslgaré Ia lengua y se entregaré el nombre al espacio piiblico? Se abrrd el Jo pablico? Siglos mis tarde, como verernos, entre Montaigne nacimiento de la amistad, el conocimicnto del nom- in de espacio publico esarin cogidos en el mismo rnudo, Aguf, el nombre propio a citar, Lisis, no es uno cualquiera. Y tiene que ver con un nudo. Mayé Lisis Cita en €l mismo a su homé racién, el desenlace, el lazo deshecho o disuelto por el andi solucin, incluso la absolucién y hasta la soledad. He aguf un didlogo inaugural sobre la amistad. Pero éedmo se llama? éSe ha pensado en esto? Su tialo cita un nombre propio que describe co- rnudo deshecho al mismo tiempo que os compromete is de qué quiere decir ser solitari. ues, a propésio de la posibilidad de citar a ciuso si son mis de dos, a menudo por un duel por agunas grandes parejas de amigos. Siempre de hombres. En fin, fo mas a menudo, y es lo que cuenta, es de ellos de los que se habla, de ellos dos, es de dos de los que st guarda memoria y archiva la leyenda, Nucstea cultura, nuestra escuela, nuestra literatura son el ioe canines oa de mabe a Ges aes Gal cambio «de nombres: Si el destino lo quiere, la posteridad, esate seguro, llevard nuestros dos nombres en la lista de los amigos eflebrest Lainterpretacidn que emprendemos aqui resulta, nolo ponemos en duda, insoficiente y preliminar con respecto a tantas herencias, 3. oA Michel de Monign, maducide pr P achet en ami, Poin Hors Ligne, 1984, 9.223, 96 T en especial con respecto al corpus nietzscheano, obra abundance, aforisticay aparentemente inestable. Nuestca aproximaciGn resulea prudente y modesta con respecto a una provocacidn sin medida, Nos quedamos casi mudos ante una req exigente pero inaprehen- sible en sus postulados sucesivos o simuleéneos. Pero a pesar 0a can sa de estas precauciones, quizé una leccura asi parecerd de filologica, mic lectiva, complaciente también con que se da en Ia urgencia, justo en el momento en que no i esperar més. Justo en el momento en que nuestro mundo estéentte- ado a nuevas violencias, a nuevas guetras, 2 nuevas figuras de Ja ‘rueldad o de a barbarie(y no siempre de esa sbuenas barbarie ala que Benjamin apclaba a veces contra la otra, la de la vieja cultura) en les que se parecen de- rmasiado, pero que no se parecen ya en absoluto « las peores que ha- ia, menos rodeos y me- nos discre ica. Noes yatiempo de tomar sa tiemps x sin duda un gran méimero de nuestros con- tempordneos bien intencionados, como si la inminencia fuese mo si alguna vez se nos hubiese dado tomar nuestro tiem- ia, ¥ como sila urgencia absoluta no fuese la ley de la ecisi6n, dl acontecimiento y de l responsabil ey estructu- ral, laque se inscribea priori justocn suc Siglos de reflexida preparatoria, de deliberaci6n tebriea, misma de un saber ‘no cambiarfan nada de esau ‘olutamente cottante, decisiva, dedsora, desparradora, debe intersampir el temp siencia y de fa conciencia respecto del cual el instante de la decisi6n seguir siendo siempre heterogénco. Nos sentimos, pues, es verdad, Ilamados ven dicecto» a respuestas 0 responsabilidades inmediatas Es verdad también que éstas pareceninscribirse més naturalmente en cl espacio de la ilosofia politica. Es verdad, sera siempre verdad, y a ‘este respecto estaremos siempre en fala. Nuestras resp tras responsabilidades no secin jams adecuadas ni jams mente ditectas. La deuds es infinita. Urgente, puesto que i a para un ser finito, desde el momento en que wn deber, silo hay, se le presenta Sin pretender defendernos o justificarnos adecuadamente acerca de este punto, arriesguemos en todo caso una hipévesis in duda Nietzsche no esef nico en signi- ‘esa mutacin. Por eso hablamos precisamente, al menos provi- 7 de un camp identidad y el cierre de ese campo son justamente algo que de agut en adelante se convier lomés problemitco. Pero équién mas o mejor que Nietesh ‘méstemiticamence qu lhabria nomb mundo coma histo ad como com el aor, més concretamente ieee, judi ycrstana de ese lao, del enlace y del lazo? CY en consecuencia con la enemistad, el odio, la hostilidad, la guerra? Dicho de otro modo, équién habria nombra- do jr ria, nuestra memoria, nuestra cultura, si hay ‘Quién habré representado mejor lo que ocurre loquenos acute, lo que ocurre en nosotros aec- hata alaposblidad de decir nosotros, y precisamente en telacin con el ejemplo politico de la oposicin amigolenemigo? ‘Quién mejoc que habré repreentado, dade ese panto de vi Inovimiento masvo y moleelar que, a inal del siglo pasa ses a aitar todos los dtomos de este conjunto no cetrado, sus ‘étomos tuales 0 no, sus element por eso), quiz en un mundo, ero en un mundo que de repente no se mantiene ya junto, que se Alsloa, ya nose cierra, no estéyaen él, y que parece entregado a algo ‘ue se asemneja a una locura caética, al desorden y al azar? Por cierto que esta mutacién ne forma parte lseursoo del texto, en el ¢stas palabras. Noes slo filoséfica,especulativa y teérica. Por ple, extensible y proteforme que sea, el corpus de un individuo Singular llamado «Nietzsche» no podria por sf solo atestiguar esa ‘mutacién, menos todavia contenerla, Como toda mutacién, ésta no ‘sti jamisexenta de repetici6a, pero habria afectado, creemos, ala tuidad de ese campo, tanto a su cierre como a todos los conceptos anizadores de algo asf como la comunidad polities. Aunque esta, macién no confie en ninguna contemporaneidad seg * ertenecemas (es estolo que nos attevemosa deci aqui) al tem pode esta mutacin, que es justamente una terrible sacudida en la ‘stectura ola experiencia de la pertenencia. Y en consccuencia de 42 propiedad. De la pertenencia y de la particién comunitaria: la *eligin, la familia, la etia, la nacién, la patra, el pas, el Estado, la 98 pero hay otros, tantos otros todavia, tos) cuando asumen el riesgo y la res tiempo sin duracién del relimpago 0 ir y venir de un faro, lanzando siempre bras que se consume cos y recurrentes de «rela- ymunidad («comunidad de , de comunidad «desocupadae, junidad «inconfesablex, y de todos los «X sin no tiene fin, es finica por as giran sin fin. Sf, como reflectores clo negro, se extinguen o desaparecen en intervalot lo invisible en su misma luz. Incluso no se sabe ya ismos nos previenea. Se evita uno sélo be ya si estos vigilantes nos igue habiendo todavia, prometido o determin Por nuestra parte queremos solamente ereer que estamos en Ia huella de una axiomética imposible, y que sigue estande por pensar. Pero si ésta se cerra qué, entre instante e instance, entre uns lami nacién y otca del reflector, entre un faro y oto (pues las lighthouses fon niumeroses y no son ya casas alli donde ya no hay casa y donde es «30 lo que ocurre, que ya no haya casa), es porque la noche cae sobre el valor de valor, y en consecuencia sabre el deseo mismo de una axiomatica, de un sistema de valores consecuente, concedida 0 presupuesto. ‘Ahora bien, qué arian una shistoriae, una ciencia 0 una acci6n hiserica que precendiesen ser resulta e ingenuamente extradiscur- sivos y extratextuales? Qué harfan en verdad wna historia 0 una filosofia politica por fin vealistas, si no tomasen a #0 cargo, para formalizacin extre- ca, todas las inquie- din produciendo en 9 smo» en el momento de desvarse ant la cosa, y de rep ni siuiera conciencia o memoria de la eit né pasa en el mundo para que en adelante se ata que resuene as Ia vox convincente, rigurosa, voz mas responsable tambin de la necesidad? En avertido, por ejemplo, estructura real de lo politico, de las fuerzasy de la dominacién en iones de fuerzay de debilidad, dl slaz0 social, amente, gravemente hablar asi? En qué se ha convertido ad, pero qué ha sido fsa en primer lugar para que lo que ligado a hablar justamente, y de ‘de comunidad, de 2 ZEn suma, de amistad, 0 de ene el sentido de esta «cosa» esti completamente impli Incluso si se fase uno de os eonceptos, rodavia tan groseros, de efecto ode sintoma, cuando se habla de estas xcosas, no habrfa que olvidar que estas «cosas-textos» consisten justamente en cuestionsr radicalmente los esquemas trad ficacién, recordandonoslairre liferencia de fuerza, el «mundo», tc. 10 discursos como discursos, estos escritos ise quiere (dos de Bataille, Blanchot, Nancy y de otros, todos aquellos cuya veni- daamunciael exto de Nietsche, es eso 0 que querfamos mostrar, més {que anunciarla la reciama, leva la ey y el desorden al secreto de esta Harada, haciendo, en la misma frase teleiopoistice, que venga ya lo que todavia no ha venido)?Incluso si se los eonsiderase efectos y sin- tomas derivables, seguir siendo necesario analizar y formalizar su lad de forina pertinent Pertinent ys estofuese posible, pero aquiestatodoel problema, exhaustiva Sera necesaiasuformalizacion completa no s6lo para determinar de qué son cl efecto sintomético, sino para saber de qué habré sido capar esa causa supuesta, la «cosa», loreal mismo. Paradar cuenta de un efecto-sintoma a partir de quello de lo que se supone que es efecto-sintoma, hay que intentar primero 100 leer ése en su lengua, aunque no nos limitemos a ella. ¥ leer consiste en no limitarsea ella, de huella en hella. Sin lo que la «realidad de csto real ola shistoriaw de esta cosa que se reclama y que se distinguc resutaria a fa vez indeterminada e imaginaria. Cosa que ocurte tan frecuentemente, como se sabe demasiado, en el discurso, pues no ole videmos que también lo es el de tantos campeones stealistase del refe- sente y dela efecividad hist6ricas. De manera que es con esta preocupacién como entramos, ycom- eno que parece ser un largo rodeo, Con esta preocupacién vamos a esbozar de nuc- ‘yo una lectura més directamente politica, i se quiere, del vocativo de Nictasche («Oh, enemigos. vertia regularmente al amigo en enemigo, y reefprocamente, con el riesgo de espei fan de perder al uno y al ott. dar, Hablan, en suma, de un ‘cuestion de frontera, si se define er ef orden de lo politico (por ejem: alguna eritica de la raz6n politica. Perder al enemi sis, no seria necesariamente un progreso, una recor ura de una era de paz o de fraternid: una violencia inaudita, el mal de una mal ‘onces socorrible precisamente en ct {que permiten identificarla como ha quedado determinado siempre! ficable, es decir, fable hasta en su taicin, y en consecuencia fami- iar, A'un préjimo, en suma, se lo podria amar casi como a uno mismo, ¢ lo recondce a partir del fondo de uns historia comén. Ese adversario seguisfasiendo un vecino, incluso si es un vecino a quien hay que hacer la guerra. Entre todas las lecturas politcas posites, nos disponemos a pri- vilegiar entre elas una, precisamente en la medida en que, aparente- 101 mente al menos, nos remitiia auna radicién, Ana tradiciGn ya de Ja modernidad. A una tcadicién que el siglo xx habria relanzado, ciertamente,yrelanzaria de nuevo en condiciones diferentes, de une guerra mundial aoura y de una mutacin a otra de sus postguectas. migo se habria perdido Pero a una tradicin de la modernidad que, de mancra naturale seria el horizonte de nuest mente diferenciada y complicada, se remonta al menos a Hegel. no podrian darse hoy de esa desorientacén del Esa tradicin adopta una forma sistematica en donde el enemigo principal no parece ya ident exeemos que es necesaio detenernos au provision invencin del enemigo, ésta es la urgencia mente pero provisionalmente. Por el interés proj que habria que | schmitiana,ciertamente, y por so da pesar de que é Parezcan tan rabios en su contenido politic, como reactivas y tadi bin por su hecencia jico y de equivoco. co que la misma familias de la extrema derechay de la extrem: Post 0 neo-marxista)"? > parece i able, y en consecuencia fiable, sto reducir a él el pens miento de Schmitt, como se hace frecuentemente, pero ese axioma ‘es en cualquier caso indispensable tanto para su decisionismo como teorfa de la excepcién y 6 doblar las campanas por lo politice como tal, Marca- la despolitizacion (Enspolitisierung), el comienro nde escatoldgico de esta el momento en que lo politico ha empezado a icos con los que ‘guetra fuera de cuyo horizonte, segin Schmit, no hay Estado. Pero ‘Quizé se digi iénalos enemigos de lo politica, lo de los enemigos, alos peores, a enemigos peotes que enemigos. En todo caso el axioma schmittiano se establece también en una Posteridad «nietzscheana». Que concuerde con una politica fanda- ‘mentalmente cristiana no es ciertamente insignificante aunque se ‘empo, de Lenin Ma? . De acuerdo con lo que parece al tales no pueden dejar de imp de procedimiento fenoitien menos una reducci6n eidética, hay que poner entre paréntesis todo hecho y toda regién que no se anuncien como politicos. Hay que suspender cualquier ott gue la tradicién teolégico-poltica debe seguir azones esenciales, como se sabe, y v de observar, pero representa un enclave determinaate para Schmitt. Esa pruden 9. Ena madccén esa ss epic ea ice Mis salace para pons en pada cia parece a veces fundatse, al menosenEl concopto de lo una distincién marcada primero en dos lengua, el latin y el stslnimicus, polémioslekhtbrés), como sila las dos cosas ala vez, como si toda determinaci6n rigurosa del ene igo, sellase aquf o alld en una ocas stica una necesidad universal que no se reduce nunca a esa ocasin, De hecho, tras la ro en 1932, Schmitt ha vuelto més de una ver a ica; precisaremos el contexto en un instante. snombre justo», como di amistad o de su supuest tros que hablamos lat famos que comprender, ajustando ade- cuadamente nuestro lenguaje, que lo contrario de la amistad en po- Iitiea,y siempre segin Schmitt, no ¢s la enemistad, es Ia hostilidad. imeca consecuencia: e1 enemigo politico no serfa forzosamente jnamistoso, no alimentaria necesariamente sentimientos de enemis- tad respecto a mi, y reefprocamente. Por otra no tendria nada que ver con esto, 6 jue haya algtin otro. Siel enemigo es el exteanjero, Ja guerra gue le haré deberfa mantenerse, en lo esencial, sin odio, sin -xenofobia intrinseca. ¥ to politico comenzaria gracias a esta purifi- ‘ilculo de esta purificacién conceptual. Puedo también hacer la guerra a mi tuna guerra en sentido propio, ero sin odio, i pblicamente, y pue- privado) 2 mi enemi privado y lo pablico. Es ota manera de decir que alli donde esa frontera esté amenazada o sea frigil, porosa, discutible (con lo que ddesignamos tantas posibilidades que « {gespensticeh). Este andlisis evoca lo espectral de paso, como pasan- do, como uno que pasa, 2 eulo de sindnimo de lo «abstracto» o del cevacfon. Pero por Bs que no hay ninguna diferencia entre lo v vite politico de e en lo que serfa aqui! larecurrencia comp ico», ahi hay algo que da que pensar ‘que lo concreto resulta finalmente inaprehensible en sible, inexpugnabie, indefinidamente diferido, y: 136.6 exbible al concepto (Begrif), tan sespectraly (gesper ‘ese momento, como el fantasma que lo cerca, que se podria separar. Esta conceecién de lo concreto, dever~ ‘minaci6n en titime instancia ala que Schmitt apela sin cesar, vere~ ‘mos que esté siempre excedida, desbordada, digamos que asediada i de su especteo. €No es por esa raz6n por lo que esfuerzos, y esfuerzos desesperados, para én y un concepto? jegan la tensiéa misma de este extrafio li- bro. Y su eficacia se advierte especialmente en el pasaje consagrado al sentido polémico de lo politico. No se tratara del contenido pole- ico del concepto de lo politico, en cuanto éste implica el e esto es, en cuanto cancepto de fo de este concepto de. prictica y efectiva desu puesta en prictica, digamos, de su realizal lidad misma, Esa necesidad no puede dejat intacto un presunto di i tema, un metadiscurso, un discut Se died que el discurso schmirtiano preter Desde ciertas perspectiva, sf, eso creemos, y és ¢s en bt el interés de su proyecto: proponer una teorfa conceptual pura y rigurosa de lo politico, de la regiGn espectfica de lo que se llama Ja politicidad de cos darfan lugar, constataciones tedricas desinteresadas 137 @Diria Schmit, sin embargo, que su discurso acerca de lo politico es de naturalezatedrica y que no esté afectado por la modalidad pole- mica y en consecuencia por la realizabilidad, caya contaminaci ‘Le negaria a sus teoreras la sig- ido, de un acto de guerra, de una cierta guerra? No estamos seguros de que lo hiciese, Sin dada su acti a este respecto seria inestable y retorcida, y su astuca, tanto mds significativa. Lo que nos parece mas seguro, en cambio, es que ¢l proyecto poliolégico o polemolégico y la toma de posicén po- ica son indisociables. Su pareza respectiva es 2 priori no se puede denegatlo. Lo que es tanto como decir que ino tanto como el otro. La fatalidad de esa denega- a, no la determinamos ni la denunciamos agui como luna falta ldgica, menos todavia como un sfntoma que podria disol- ver el andlisis. Esa fatalidad inscribe de nuevo, y ala vez, un princi- pio de raina y de afirmacién en el corazén de los gestos mas conse ‘cuentes, cuando su mayor fuerza toma simulténeamente Ia figura de la contradiccién realizativa 0, cosa que puede resultar lo mismo, la de la tautologia que lamabamos ris arriba teleiopoétice. Hemos dado muchos que acaba- ‘mos de anunciar (sabrayamos la palabra «concreto»; las dems pala bras las subraya Schmitt): Sin embargo lz convieid de que la esencia de las relaciones polt- ‘as se caracteriza por le presencia de un ancagonismo concreto (Gombrece Gogensarticbket) sigue vigente en la forma us plear (der londlaufige Sprachgebrauch) el lenguaje en este inclso en aguellos casos en los que falta toda conciencia fas aun antagonism concre- to (eine honkrere Gegenstralichket), estén vineulados a una situa. ‘iG concreta (an eine Ronbreta Situation gebunden) caya consecuen- ia Chima (lotze Konsequons) es una agrupacion segin amigos Y 138 ‘uno mismo por ido de puramente bjetivo te estético, poramente estas pureras polémicas]™ Este sera, pues, el primero de los dos fenémenos anunciados. ‘Uno puede ya pregantarse si Schmitt sitia su propio discurso, y este pasaje mismo, precisamente en el orden de lo «propiamente objet Vor ode lo . Esa alusién no puede induci lenguaje cor instancia discursiva que seria superior o extrafa a éste. Las palabras y'lasintaxis que conforman el armazén de su libro pertenecen para siempre al lenguaje corriente». Ningiin refinamiento puede sustraer aguéllas aéste, aunque no sea mas que por la lengua nazural enlaque dice bastaria para confirmarlo de nuevo: cemente indispensable justficar la eleccién de sus palabras a parsir , quiza, lo que comporta una «significacién setminantes (0 discriminatoria, decisiva: ein ie corresponde esa in decisoria que las cosas (den Kern der Dinge enthillende El desvelamniemto de las cosas, del corazén de las coses, tal deogarro de la decid, no se produce quinden la accign a guerca que lleva Ia muerte, sino seguramente en ia posi Segarra dun dar muse ote posbligad como posed zeal y presente. Esta pone al desnudo el corazén de les coses desvis- tiendo al otro, poniendo al desnudo la posibilidad de lo que Schmitt Iarnaba més arriba el «dar muerte fisicas De abt la oscilacién y Ia asociaciOn entre la efectividad y la posibilidad. Como si bastate que un acontecimiento sea posible para {que suceds, para que haya sucedido ya realmente en su quad mis- smo, al cabo de la frase que nombra su posibilidad (es quizd el resor- te de la légica teleiopoética o cuasi mesiénica que analizsbamos sds arriba a partir de enanciados nietscheanos, pero cuya posbili- ddad ocupacespectralmente (hante) en verdad todos los enunciados. Las ocupa-espectralmente, € es esa «posbilidad real» que hhabita, sino la ley misma de la iadisyancién-coajun- d, he agui cémo se pardgrafo que se e- verdad» como ecaso de guerra» (subraya- mos efetiva y posibilidad); 151 ues slo enka lucha efetiva (im wirklichen Kampf) se hace patente [a consecuencia extrema (die duseerte Kansequena) de la agripar cion politica segin amigos y enemigoe. Es por referencia a esa x tuema posiblidad (von dieser extremsten Moglichkeit her) como Ia vida del hombre adquiere(gewinnt) su tension (Sparse) especii- ceamente politica. Esa tensin se adquiere: no es un hecho dado, se adquiere como un fugar al gue hay que acceder, se adquiere o se gana como una victoria que hay que conseguir frente a una resistencia, se gana como tuna intensidad que puede seguir creciendo y triunfar sobre ella mis- ‘ma hasea su extrem limite. La consecuencia extrema de estas proposiciones, y que nos pa- luctable como propiamente ruinosa, Schmitt no la saca va,intensa y zeveladora, finalmé sea ena moder aso deb iri des gray = ‘entonees hay que concluir que la disminu- ca la tension y el poder tevclador (la sverdade de fo snos guerra hay, més crece la hostilidad, ete. Cosa ‘cbuen sentidas como parece, ciertamente, ente a cambiar todos los signos y en com” ‘Qué trsicionaria el sintoms de neutralizacién y de despolitiza- ign Entpolitisierang) que Schmitt denuncia sabi En verdad una super 0 una hiperpé ica ay, mas hay; cuantos menos ener Elnémero de amigos crece exactamente al ma proporei6n. De abi a inversién y el ‘specular en la que se contemplan el «sabio moribundom y el loco vivos, Es de hecho el mismo nfimero y el mismo célculo, No se trata de toda légica que pretenda aridad. Tan s6lo estamos formalizan- do un principio de raina o de espectralidad en el corazén de este discurso sobre lo polit ia locura aliada a un exce- so de buen sentido. Doble hipérbole, quiasmo de una doble hipér- bole. Cuando sugerfamos hace un momento que Schmitt mismo no 26, ‘Tid, 65. Sehiesubrar police 152 sacaba esa consecuencia, precissbamos «al menos bajo esa formas. Pues se puede considerar La teoria del partisano como el ejercicio inteepi Alexplorarel porveni de in todo lo que la precede des- la segunda guera mundial, pero t de hace siglos, Schmitt seria ya un mundo, un emundo sin politicae reducido a un eglobo J que han desertado amigos y tio (y lo dira inés tarde volens nole dad» de la lucha sigue siendo el ar habiese eliminado por completo la posibil uuna lucha de esa naturaleza, seria, pues, un mundo ajeno a En los dos casos la eposibili- “Un mundo en al que se ica» puede presentar toda clase de oposi- concurrencias, pero no se encontrar abt enemigo alguno (ni, en consecuencia, amigo alguno), no se encon- ‘trard ya ese antagonismo que lleva a vhacer derramat la sangre y @ rmatar 2 otros hombres» La alusién a la sangre no es ciersa- mente secundaria y retérica (Como eampoco lo es en Rosenzweig, 0 en Benjamin, precisamente a propésito de la violencia de Estado). Matar sin efusin de sangre, con fa ayuda de nuevas técnicas, ©5 ciones, de contrastes y quird acceder yaa un mundo sin guerra y sin poli dad de una guerra sin guerra. Poco importa que se tenga ese «maun- ica» por un ideal (y el partido de Schmitt es claro aeste respecto, incluso si finge interesarse s6lo en la determinaci6n teéri- eay neutra de la no-nevtraldad politi {que pretende atenerse entonces El concepto de lo politico despues (ibid.). Cuales-

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