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Toda la obra de Platón tiene un carácter deliberadamente educativo, por ello no siempre sus
páginas expresamente pedagógicas son las más profundas, pedagógicamente hablando, sino que
a cada paso brota el pensamiento certero que resuelve
una cuestión educativa.
En el diálogo Laques pregunta a Melesias y Lisímaco: ¿Imaginais que se trata aquí de un negocio
de poca trascendencia?” Y se responde: “No hay que engañarse; se trata de un bien que es el
más grande de todos los bienes; se trata de la educación de los hijos, de que depende la felicidad
de las familias; porque, según que los hijos son viciosos o virtuosos, las casas caen o se
levantan”. (Platón, 1979).
Con frecuencia distingue Platón los conceptos de educación y de enseñanza y expresamente los
diferencia en el Sofista: Después de reiterar una de sus ideas favoritas dentro de su teoría del
conocimiento, según la cual la ignorancia más terrible consiste en “imaginarse saber lo que no se
sabe”, hace formular al personaje que defiende su criterio esta pregunta: “¿Qué nombre es
preciso dar a la parte de la enseñanza que nos libra de la ignorancia?” Y hace responder a otro:
“Ya creo extranjero que las otras partes de la enseñanza son relativas a los oficios mecánicos,
pero por lo menos entre nosotros, esta que de se trata se llama educación”.
O sea que todo acto educativo auténtico produce una modificación permanente de la
personalidad.
En el sistema de Platón el origen del saber y de la ignorancia es una cuestión capital porque se
relaciona con el principio de la claridad, condición primera del acto docente.
El que sabe y sabe que sabe, indudablemente es sabio.
El que no sabe, pero sabe que no sabe, también es en cierto modo sabio, o por lo menos no es
del todo ignorante, porque se halla en disposición de aprender.
No saber y creer que se sabe he ahí la verdadera ignorancia de la que nacen todos los errores de
la enseñanza y todos los males.
En Platón la ley moral siempre está presente, no sólo en las páginas con manifiesta intención
pedagógica, sino en todos los pensamientos de la gran obra que nos legó.
No hay más que un saber verdadero: el conocimiento del bien en sí mismo y en nuestra alma y
en nuestras acciones.
No hay más que una educación verdadera, la inspiración de la idea del bien, reforzada con el
hábito del bien obrar.
La vida del hombre no tiene más que un objetivo digno de su naturaleza: educarse a sí mismo y
cooperar en la educación de los demás.
Referencias
Platón. (1979). Diálogos. 18ª ed.(Col. Sepan Cuantos… No.13). México: Porrua.
Platón. (1998). Las Leyes. (Col. Sepan Cuantos… No. 139). México: Porrua.
Imágenes
http://ficus.pntic.mec.es/~wque0012/filantigua/platon/images/plato-symposium-manuscrito-de-un-
papiro.jpg
http://lh3.ggpht.com/Fogg.Phileas/RgR5ss54UjI/AAAAAAAAAM4/mKWdISLX1sY/Platon+Aristote.jpg