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CIBERPOLÍTICA
Las nuevas formas de acción
y comunicación políticas

RAMÓN COTARELO
(Editor)

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Valencia, 2013

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PRÓLOGO
EL AUGE DE LA CIBERPOLÍTICA
RAMÓN COTARELO

Como todos los neologismos, el de ciberpolítica tiene un aparecer dubitativo.


Va uno encontrándolo aquí y allá, ya en un reportaje sobre nuevas tecnologías, ya
en declaraciones a la prensa de algún experto, en alguna ponencia en un congreso,
a veces en los títulos de obras pioneras, hasta que finalmente recibe el
espaldarazo definitivo con un estudio académico o un congreso científico que lo
consagra. La ciberpolítica solo espera ese momento solemne para adquirir carta
de ciudadanía como un campo especial de investigación de la Ciencia Política,
algo que sucederá inexorablemente cuando llegue a su cénit la generación de
politólogos que se ha formado en la red e inicie su despedida la de quienes no se
han adaptado a los nuevos tiempos o lo han hecho insuficientemente1.
Ha sido un proceso de consolidación relativamente rápido que sin duda se
explica por dos factores concomitantes: El primero, la propia velocidad de
expansión de las TICs, que es vertiginoso. Nadie puede calcular el ritmo al que
aumenta la cantidad y la calidad de la información a libre disposición de los
ciudadanos en todo el mundo, así como las posibilidades de interacción, de
comunicación y de expresión.
El segundo factor radica en el uso del prefijo ciber, que está muy extendido.
Ayuda a la consolidación del término (y concepto) de ciberpolítica el hecho de
que no sea infrecuente oír hablar de ciberguerras o de ciberterrorismo,
entendiendo por tales las actividades de ese tipo que se desarrollan con medios
digitales. Acompañan asimismo expresiones como ciberdemocracia o
ciberespacio que el compilador de esta obra ha intentado acotar en otra parte así
como estudiar en sus características esenciales (Cotarelo, 2010).
El generalizado uso del prefijo ciber tiene raíces. En otro terreno científico (y
vinculado al mundo literario a través de la ciencia ficción) se habla de ciborgs (o
cyborgs) y hace unos años apareció el movimiento artístico conocido como
ciberpunk. Todos son apócopes de cibernética que, como se sabe, se define en
palabras de su fundador, como la ciencia del control y la comunicación en el
animal y la máquina (Wiener, 1948). Y eso es el primer término que aparece, el

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de cyborg, apócope a su vez de, cybernetic organism, una especie mixta de
elementos orgánicos e inorgánicos, un organismo inteligente pero no humano de
utilidades prácticamente infinitas. A su vez, los ciberpunks mezclan la afición a
las más sofisticadas TICs con estilos de vida postmodernos.
El prefijo genérico ciber hace referencia al empleo de máquinas inteligentes,
que se autorregulan, para llevar a cabo las actividades humanas de toda índole.
La cuestión de si el uso de este tipo de máquinas autopoiéticas varía la naturaleza
de las actividades a las que se aplican, esto es, si la guerra cambia de naturaleza
con el empleo de aviones autodirigidos no tripulados, si lo hace el terrorismo con
el uso de redes digitales o si la política por el hecho de que cada vez se haga más
en el ciberespacio es la que suele ocupar más espacio en las controversias acerca
del empleo de las tecnologías digitales2. Y la respuesta solo puede ser un no en
todos los casos. La naturaleza de la guerra, el terrorismo y la política, todas ellas
actividades en torno al ejercicio del poder no tiene por qué variar por el hecho de
que se lleven a cabo por unos u otros medios. Cuando las armas de fuego
sustituyeron a las blancas, la guerra cambió mucho de forma. Ya era posible
vencer al enemigo a distancia, sin entrar en contacto con él, bombardeándolo.
Pero siguió siendo guerra, esto es, una actividad para derrotar violentamente y, si
acaso, aniquilar al enemigo. Lo mismo sucede con el terrorismo y la política.
Cambian los modos. La cosa permanece. Por eso hablamos de ciberpolítica. Si lo
ciber cambiara lo político, hablaríamos de otra cosa.
Ahora bien, el empleo de unos u otros medios ejerce una gran influencia sobre
la forma en que se manifiestan los conflictos concretos, individuales, muchas
veces como dilemas morales que obligan a enfrentarse a situaciones nuevas. En el
caso de la ciberpolítica, el volcado en la red de la actividad de prácticamente
todas las instituciones públicas así como de las empresas, de los partidos, las
asociaciones, las iglesias, etc., hace que haya cambiado notablemente la relación
de los ciudadanos con las administraciones, con las instituciones políticas, con
los partidos políticos, las de estos entre sí y por supuesto y muy especialmente
con el sector social que más se ha visto revolucionado con la red, esto es, los
medios de comunicación. Si el impacto de la red ha transformado notablemente
los modos y usos del sistema político, lo ha hecho mucho más del sistema
mediático.
El aspecto más llamativo de la existencia de un ciberespacio en el que se da la
ciberpolítica es la existencia de una nueva ágora digital unitaria pero
tremendamente diferenciada pues en ella participan en un clima de igualdad los

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órganos de gobierno del país, los ciudadanos con sus blogs y a través de sus
redes sociales, las empresas, los sindicatos, etc. Y el ágora es el lugar de la
comunicación y el debate públicos por antonomasia, el ámbito en el que los
ciudadanos debaten los asuntos del común y les buscan soluciones colectivas.
El ágora digital, la comunidad de habla habermasiana está conectada y funciona
con unas características propias que obligan a aplicar medios de análisis nuevos.
La ciberpolítica hace posibles, en principio, o por lo menos pensables algunas
reivindicaciones democráticas modernas y también clásicas. En principio, en
efecto, la red posibilita la democracia directa puesto que todos los ciudadanos
pueden estar conectados en tiempo real en el mismo momento. Otra cosa es que
eso sea aceptable o sirva para algo. También puede darse la más reciente
reivindicación de la democracia participativa. Si algo puede posibilitarla es la
ciberpolítica.
Convencidos, por tanto, de que la ciberpolítica abre un campo nuevo y muy
prometedor de estudio de nuestra disciplina, en el Departamento de Ciencia
Política y de la Administración de la UNED convocamos las primeras jornadas
españolas de ciberpolítica en colaboración con el Colegio de Licenciados y
Doctores en Ciencias Políticas y Sociología y la Fundación Ortega/Marañón, que
nos cedió los locales para dos días de muy interesantes encuentros.
Invitamos y acudieron, a pesar de sus muchos compromisos, a los académicos
que están haciendo el más interesante trabajo en este terreno en todo el país y
también convocamos un reducido número de comunicaciones, con el fin de
ofrecer un trampolín a los valores jóvenes, emergentes. El resultado fue muy
satisfactorio. El lector comprobará que las aportaciones de los consagrados son
sólidas, llevan trabajo y experiencia detrás y apuntan a soluciones novedosas;
pero también podrá apreciar que los valores emergentes traen sugerencias nuevas,
frescas, originales y de gran interés.
He organizado el libro en tres partes, atendiendo a tres subesferas de estudio: la
primera, el gobierno electrónico, la segunda la comunicación y las redes sociales
y la tercera, la movilización política y las redes sociales.
La primera parte incluye dos minuciosos y exhaustivos trabajos de Salvador
Parrado y José Ignacio Criado sobre el concepto de open government, los
problemas y perspectivas que plantea así como el estado de la cuestión tanto en
España como Europa. Hay una tendencia a mantener el término en inglés ya que su
traducción al español desajustaría su campo semántico. En realidad, el
government de la expresión viene más a coincidir que el español administración

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de forma que de lo que se trata es de la administración transparente, esto es, la
prestación de los servicios públicos y las relaciones entre los administrados y la
administración a través de la red. El grado en el que las administraciones están
informatizadas y los porcentajes de ciudadanos que realizan sus gestiones a través
de la red permiten hacer comparaciones entre distintos países y llegar a
conclusiones respecto a la eficiencia administrativa según los casos, los sectores
sociales a los que se dirige y las características concretas de cada actividad
administrativa. Especial relevancia alcanzan las consideraciones sobre el uso que
hacen las administraciones públicas de la posibilidades que abren las redes
sociales.
Josep María Reniu ofrece un interesante trabajo de seguimiento sobre un
proyecto del Ayuntamiento de Barcelona referente a una reforma en el trazado de
la Diagonal de Barcelona que se sometió a consulta de la ciudadanía en sus
diversas etapas de elaboración y con sus alternativas. Se trata, por tanto, de un
interesante caso empírico de aplicación del open government en el ámbito
municipal. El autor da cuenta de las ventajas e inconvenientes de la actividad y
analiza las razones de la escasa participación de la ciudadanía así como del
resultado final adverso a las intenciones primeras de quienes iniciaron el
proyecto.
En su capítulo sobre Ourense, declarada por Google ciudad digital, Mónica
López Viso y Mario Ortiz García hacen un análisis de la cibergobernanza de una
ciudad media encajándolo en el contexto de una globalización que avanza
incontenible y obliga a todas las administraciones a adaptarse al manejo de unos
instrumentos que homologan y facilitan las relaciones con los administrados
tratando de ser eficaces en un proyecto de mediación que se caracteriza
precisamente por un proyecto de glocalizacion. Falta mucho todavía para que
tanto las administraciones públicas como los ciudadanos hagan uso pleno de las
posibilidades que abre la digitalización de las relaciones de gobierno multinivel.
No obstante resulta interesante comprobar, y ello da pie a los autores para ser
optimistas que, al margen de la utilidad real en términos de consumo y
participación del conjunto de la población, la cibergobernanza abra perspectivas
muy halagüeñas al aumento del ciberactivismo en nuestras sociedades, cuya
función impulsora de nuevos avances y prácticas sociales no puede desdeñarse.
Se valida así una hipótesis que siempre se enuncia en los estudios de este tipo,
esto es, la de que la digitalización de los sistemas de gobierno contribuye a la
intensificación de las relaciones en red en todos los niveles territoriales y la
democratización de las formas de gobierno.

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La segunda parte del libro concentra el foco sobre las actividades de
comunicación política y, muy especialmente, sobre aquella que tiene una
configuración práctica más evidente que son las campañas electorales. Tanto
Palmira Chavero (“Medios de comunicación y redes sociales en las democracias
actuales: ¿Complementariedad o sustitución? Una aproximación al caso español”)
como Juan Pizarro (“El poder latente de la prensa en el mundo virtual”)
reflexionan sobre las relaciones entre los medios de comunicación tradicionales y
el avance de las redes sociales, en lo que puede entenderse como sendas
aportaciones contemporáneas al problema de si unos medios de comunicación
sustituyen a otros sobre el que se ha venido dando por buena desde hace un siglo
la conclusión formulada en la llamada ley de Riepl, según la cual ningún medio de
comunicación desplaza a otro sino que todos se adaptan a las nuevas situaciones
en circunstancias cambiantes. Palmira Chavero analiza en profundidad las
interrelaciones entre los medios tradicionales y el auge de las redes sociales y
pone el acento en la capacidad de los medios profesionales de sobrevivir en
virtud precisamente de su profesionalidad, de su ascendiente de contenido sobre
el mundo mucho más desestructurado de las redes sociales que siguen tomando en
buena medida los medios como puntos de referencia y, sobre todo, porque los
periodistas, al desembarcar en las redes y utilizarlas sistemáticamente en su
trabajo (por ejemplo, singularmente, Twitter) pueden estar protagonizando un
fenómeno de arrastre de contenidos de los medios tradicionales en las redes
digitales.
Por su parte Juan Pizarro, apoyándose en el trabajo de Eli Pariser y su concepto
de The Filter Bubble (Pariser, 2011), se pronuncia más claramente por la tesis
del mantenimiento del predominio de los medios de comunicación tradicionales
basado en la cuestión determinante de la generación de contenidos. La
comprobación de que, de cada 100 usuarios de la red solo uno genera contenidos,
otros nueve vienen a reproducirlos de un modo u otro y el resto, el 90% por
ciento restante, pueden considerarse lurkers, esto es, más o menos espectadores
pasivos lleva a la conclusión de que, aunque los medios digitales contribuyen
decisivamente a caracterizar las formas actuales de comunicación, el contenido,
el fondo de esta sigue dominado por los medios tradicionales. La extraordinaria
viralidad que caracteriza la red sirve igualmente para hacer viables proyectos de
medios de comunicación especializados en ámbitos más reducidos, “nichos” de
mercados; pero a la hora de decidir qué enfoques, encuadres o incluso temas se
mantienen en la agenda, la importancia de los medios tradicionales sigue siendo
decisiva. El autor se vale para ello del ejemplo de WikiLeaks, que da por caduco,

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quizá prematuramente, en el momento en que la prensa, por razones coyunturales,
lo sacó del agenda setting.
Antón Rodríguez Castromil y Montserrat Fernández Crespo centran su análisis
en el uso de los medios digitales en las campañas electorales y en las que ya
comienzan a conocerse como cibercampañas. Castromil, muy en la línea de sus
interesantes trabajos anteriores acerca de las campañas electorales y el empleo
del negativismo en ellas, presenta un estudio en el que contrapone el seguimiento
de la campaña electoral del 20-N de 2011 a través de la prensa de referencia
(básicamente El País y el El Mundo) y de Twitter y en el que, de paso se
pronuncia sobre la cuestión, numerosas veces planteada, de si cabe considerar
que Twitter sea en verdad una red social. En el desarrollo de su investigación
empírica mide la cobertura de la campaña en los medios tradicionales así como el
índice de tendenciosidad que estos muestran. Igualmente, su investigación revela
pautas de comportamiento específicas de los usuarios de la red en el manejo de
Twitter y el microblogging. Si bien es cierto que, como es tradicional, la mayoría
de los españoles siguió las elecciones de 2011 través de la televisión, cada vez
aparecen más ámbitos y espacios en los que es de aplicar una política digital
aunque, concluye el autor, aún estemos lejos de que quepa sustituir la democracia
representativa por una ciberdemocracia.
En la carrera por encontrar procedimientos fidedignos y exactos de predicción
de resultados futuros, trátese de mercados o de elecciones que vayan más allá de
los tradicionales sondeos y/o encuestas, Montse Fernández Crespo presenta una
brillante investigación sobre si el seguimiento de la campaña en Twitter y la
realización de actividades de microblogging propia de esta en la medida en que
es comparable a las apuestas en el terreno de los resultados empresariales sirve
de verdad para predecir resultados. Sus conclusiones no autorizan una respuesta
afirmativa taxativa porque todavía falta mucho por hacer y los contextos de
participación digital cambian bastante con las distintas campañas, pero los
resultados están siendo muy alentadores.
La tercera y última parte del libro recoge los trabajos destinados a considerar
las nuevas formas de participación política a través de las redes sociales. El
primero, de Olga Gil, analiza el problema de las nuevas formas de movilización
política con especial referencia a la primavera árabe y el caso de WikiLeaks.
Dadas las características de este libro, los ejemplos mencionados aparecen como
objetos de seguimiento en varios de los modelos y análisis aquí presentados, con
resultados notablemente coincidentes. En el caso de Olga Gil, su punto de partida

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es una referencia a la teoría clásica de la acción colectiva a partir sobre todo de
las conocidas obras de Mancur Olson y Elinor Ostrom. Esta teoría clásica, que
tiene un fundamento antropológico utilitario a través del análisis de
costes/beneficios se cruza con la consideración de los tres ámbitos en que Gil
hace el seguimiento de su objeto: el político, o del derecho público, el de las
empresas en el mercado y el de la sociedad civil que, a su vez, tampoco son
estrictamente delimitables y que, al entrar en relación con las redes distribuidas
(a las que Gil consagra su estudio por parecerle más a tono con los tiempos que
las redes centralizadas), dan resultados positivos pero también anodinos que será
preciso ir revisando poco a poco.
En lo que hace a mi propio trabajo, “De la política de partidos a la política de
multitudes” trato de demostrar cómo en el proceso de la acción colectiva en el
ciberespacio, el uso de las redes sociales como herramientas de habilitación de
las multitudes (la recuperación del viejo concepto de Spinoza en Antonio Negri y
otros a través de George Rudé) supone un doble proceso de transformación de los
sistemas políticos democráticos. Por un lado estos, articulados hasta la fecha
como sistemas políticos de predominio partidista, dejan paso a un nuevo sujeto de
la acción colectiva, las multitudes, agregados horizontales, espontáneos, de
individuos que, en la medida en que se valen de los medios digitales actúan de
modo reflexivo de forma que, frente a la concepción tradicional de las multitudes
como muchedumbres sin raciocinio, estas se definen por ser “multitudes
ilustradas o inteligentes” (Smart mobs) (Rheingold, 2002). Por otro lado, estas
multitudes son agregados de individuos como entes autónomos que acceden a
reservorios de información como nunca antes los hubo al servicio de la
humanidad, lo que les permite mantener una relación entre lo individual y lo
colectivo cuyas consecuencias se verán progresivamente en un aumento de la
calidad de las democracias. Esto es, lo que en el trabajo se designa como proceso
de individuación que corre parejo con el de la aparición de las multitudes
inteligentes como nuevo sujeto de la acción colectiva contemporánea. Los casos
de la primavera árabe y WikiLeaks sirven aquí como dos ejemplos
paradigmáticos.
En prosecución de su conocida línea de investigación acerca de las relaciones
de los medios de comunicación con la desafección democrática y la media
malaise que tanto nombre le ha dado, Óscar García Luengo presenta un original
trabajo de fuerte fundamento empírico en el que se plantea la muy sugestiva
pregunta de si el 15-M invalida el malestar mediático o, dicho en términos
teóricamente relevantes aunque menos específicos, si lo invalida el empleo de

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internet, las redes sociales, en definitiva, la ciberpolítica. Para ello pone en
relación internet (obviando, de hecho, la cuestión que simplemente deja apuntada
de si en verdad puede considerarse internet como otro medio de comunicación
más; cuestión permanente en este terreno) con el sistema mediático español,
considerado como “mediterráneo” dentro de la conocida clasificación de Hallin y
Mancini, 2004. Valiéndose de un método de regresión lineal con el
correspondiente estadístico de dispersión, García Luengo muestra las diferencias
y similitudes en los diversos países europeos entre las dos variables de su
estudio, esto es, el activismo político y el consumo de internet, valiéndose de los
datos de la Encuesta Social Europea. Su conclusión viene a ser que,
efectivamente, el empleo de internet, el uso de las redes sociales en todas partes y
especialmente en España con el 15-M y la Spanish Revolution apunta en la
dirección de un importante giro en cuanto al aumento de la afección política como
consecuencia de la difusión de las redes sociales. El autor invoca varias cautelas
y alguna insuficiencia en los datos y fenómenos que no permiten un
pronunciamiento tajante pero es razonable pensar que dicha contribución a una
superación de la desafección democrática en la ciberpolítica podría venir dada
por la mayor conciencia que tienen los individuos de la recuperación de su
relevancia política a través de la acción de las multitudes inteligentes.
El trabajo de María Ángeles Rubio Gil (“Ciberparticipación política de la
juventud: El caso Spanish Revolution”) utiliza abundancia de datos del Instituto
Nacional de la Juventud para abordar cuestiones ya debatidas con anterioridad,
como la participación política democrática a través de las redes, las cuestiones
acerca de la afección/desafección democrática de las poblaciones, especialmente
de la juventud así como la teoría y la práctica de la ciberdemocracia. Luego de un
brillante análisis de las condiciones específicas para España, Rubio Gil concluye
diciendo que “las redes sociales son un instrumento de socialización, adscripción
y activismo juvenil”.
El conjunto de libro, por tanto, ofrece una panorámica bastante completa sobre
la ciberpolítica en el mundo de hoy en general (en un plano más teórico) y sus
características concretas en España (en un plano más empírico) que permite
hacerse una idea justa del estado de la cuestión de este reciente campo de estudio
de la Ciencia Política puesto que aborda las cuestiones más candentes del Open
Gevernment, la emocracia electrónica, la comunicación y la movilización
políticas en la era de internet.
Solo resta por cumplimentar el capítulo de agradecimientos. El primero de

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todos debe ir a Juan Pizarro Miranda quien, además de presentar la comunicación
que se ha reseñado en este prólogo, actuó como un eficacísimo y eficientísimo
secretario de las Jornadas de ciberpolítica mencionadas. La parte más
institucional quedó, como siempre, a cargo de Maribel Blanco, la secretaria del
Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UNED en el que
nació la idea de las jornadas. Pero la ímproba tarea de conseguir que los
participantes entregaran los datos a tiempo, así como sus aportaciones, que
estuvieran en donde les correspondía cuando les correspondía, que pudieran
valerse de los medios técnicos necesarios para sus exposiciones, todo eso cayó
sobre los incansables hombros de Juan.
Agradecimiento merece también la Fundación Ortega/Marañón y su director,
José Varela Ortega, por haber puesto a disposición de las jornadas las salas,
aulas y medios materiales para conseguir que estas fueran, como lo fueron, un
éxito. Agradecimiento asimismo muy especial a Ismael Crespo Presidente de
ALICE y Goberna, que facilitó la celebración del congreso y cuya experiencia y
saber hacer resolvieron todos los problemas, que no fueron pocos. Igualmente es
obligado mencionar a Montserrat Fernández Crespo, gracias a cuya diligencia se
resolvieron algunas cuestiones de logística que hubieran podido empañar el
desarrollo del evento.
Finalmente la ciberpolítica tiene una deuda impagable con el Colegio de
Politólogos y Sociólogos que dio todo tipo de facilidades para que las jornadas
se desarrollaran con provecho general. En concreto imprimió el programa y el
cartel de las jornadas y los distribuyo por todos los medios, consiguiendo así una
asistencia notable a las sesiones que se tradujo en un muy provechoso clima de
debate académico y entendimiento. Y como las instituciones no son otra cosa que
las personas que las encarnan ese agradecimiento debe tributarse directamente a
Lorenzo Navarrete, decano del Colegio de Madrid y a Miguel Ángel Ruiz de
Azúa, decano del Colegio Nacional. Sin ellos, las jornadas no hubieran sido
posibles.
Una última nota sobre el texto. Al tratarse de un terreno de investigación
novedoso y plagado de anglicismos las grafías son muy variadas. En la medida de
lo posible he homogeneizado. Pero, dado que muchas veces no hay criterio
canónico y una determinada variante (por ejemplo, “tweet” o “twit”) tiene tanta
legitimidad como otra y quizá haya sido escogida por el autor por su mayor o
menor afinidad, he preferido dejar margen al ambigüedad, No se sorprenda pues
el lector si lo que en un capítulo se llama “retwitear”, en otro pasa a ser

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“retweetear” (bastante más difícil de pronunciar en español por cierto) o si lo que
en un capítulo en un género (por ejemplo el internet) cambia en el siguiente a la
internet). Unos autores escriben los términos ingleses en bastardilla y otros, sin
duda más dados a la familiaridad, los dejan en redonda. Siempre que la
inteligibilidad general del texto no sufriera, he preferido dejar estas
peculiaridades.
Madrid, noviembre de 2012.
1 Aunque el término ciberpolítica aparece en muchos textos sobre política en la era de internet, todavía hay
poca bibliografía específica sobre ella, en inglés contamos con lo que ya es una especie de clásico
(Hughes/Hill, 1998) y en español se abre paso la expresión en dos textos argentinos (Fernández, 2008;
Martínez Paviani, 2008). En alemán hay una espléndida aportación de Meckel, exponiendo el lugar de la
ciberpolítica en el conjunto de la comunicación política si bien en un libro más general (Meckel, 2000).
Tampoco hay gran abundancia de información en la red aunque desde luego es mucho más numerosa y
consolidada que la bibliográfica. Cito únicamente tres páginas web que me parecen interesantes en varios
idiomas pero, por supuesto, hay más: http://ciberpolitica.net/, http://cyberpolitics.wordpress.com/,
http://carnegieendowment.org/2000/03/22/lecture-series-cyberpolitik-information-revolution-and-u.s.-
foreign-policy/20mx
2 Uno de los debates más frecuentes y menos fecundos en lo referente a la llamada primavera árabe fue el
que se dio acerca de la función que correspondía a las redes digitales en las movilizaciones. Algunos
sostenían que estas redes eran las que habían hecho posibles dichas movilizaciones, como si fueran un fin
en sí mismo y no un mero instrumento que, en todo caso actúa como catalizador de los procesos sociales
materiales y externos.

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PRIMERA PARTE
EL GOBIERNO DEMOCRÁTICO
EN LA ERA DE INTERNET

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Capítulo 1
El Gobierno electrónico: promesas y retos
SALVADOR PARRADO
Universidad Nacional de Educación a Distancia
sparrado@poli.uned.es

1. INTRODUCCIÓN
Las organizaciones del sector público han encontrado en la administración
electrónica un instrumento poderoso para modificar la conducta no deseada de los
ciudadanos y para prestarles mejores servicios. Gracias a la administración
electrónica ha aumentado la cantidad de información disponible para los gestores
y los ciudadanos, se ha mejorado el seguimiento y el control de la aplicación de
las normas, se pueden adaptar los incentivos para que los ciudadanos sean
“mejores” y se habilita la posibilidad de que controlen mejor a sus gobernantes.
Sin embargo, estas promesas ponen demasiadas esperanzas sobre la
administración electrónica, que es meramente un instrumento.
Bovaird (2002) concibe la administración electrónica como la habilitación
electrónica de servicios públicos, tanto para los usuarios internos como los
externos. Una definición más amplia de la administración electrónica es la
adopción de cualquier tecnología de la información y las comunicaciones (TICs)
por parte del gobierno para prestar servicios a los ciudadanos o para modificar
su conducta. La modificación de la conducta se refiere a aquellos casos en los que
los comportamientos individuales son antisociales, costosos para los individuos o
para el sistema. A veces, la modificación de la conducta de los ciudadanos
simplemente tiene el objetivo de que éstos reciban un mejor servicio, al mismo
tiempo que la Administración pueda ser más eficiente gracias a las contribuciones
de los ciudadanos.
En ocasiones, esas contribuciones de terceros se producen de manera
organizada e incluso promovida por ellos. En este caso se trata de la gobernanza
electrónica, término acuñado por Heeks en 2001 (p. 2). Para este autor, la
gobernanza electrónica va más allá de las relaciones entre las administraciones y
los ciudadanos y abarca otras relaciones existentes entre los actores sociales
(ciudadanos, empresas y organizaciones no gubernamentales), que pueden tener
impacto en las actuaciones de las administraciones públicas. En este texto se

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tratarán ambas perspectivas de administración y gobernanza electrónica cuando se
refieran las promesas del gobierno electrónico y los retos que debe superar para
materializar dichas promesas.
La administración electrónica se ha concebido como un instrumento capaz de
resolver algunos de los desafíos presentados por la prestación de servicios
públicos. Al menos, cinco promesas parecen desprenderse del papel
desempeñado por la administración electrónica.
En primer lugar, los medios telemáticos pueden mejorar la orientación de los
servicios públicos hacia las necesidades de los usuarios. La aportación de la
administración electrónica consiste básicamente en el aumento de los contenidos
a disposición de los individuos para recibir mejor unos servicios que dependen
cada vez más de la información. Esta promesa se enfrenta al reto de convertir a
las autoridades en proveedores interactivos de información y no meramente en
actores pasivos, que publican la información en un sitio web y se olvidan de ella.
Esta promesa se refiere a la interactividad de la información y su impacto en la
prestación del servicio.
En segundo lugar, el movimiento del gobierno abierto promete una
administración más transparente, capaz de ofrecer una mejor rendición de cuentas.
Este movimiento, con cierta pujanza en muchos países pero aún muy embrionario
en España, se enfrenta a dos tipos de retos. Por una parte, la definición ofrecida
de gobierno abierto es muy restringida por lo que respecta a la información que se
debería poner a disposición de los ciudadanos. Por otra parte, la cultura de la
rendición de cuentas no está muy arraigada en nuestras administraciones públicas.
Este aspecto se tratará preferiblemente en este capítulo, dado que el texto de
Ignacio Criado en este libro se centra sobre esta cuestión de forma más ampliada.
En tercer lugar, las TICs prometen ofrecer un servicio “sin costuras” (seamless)
ni interrupciones. Por ejemplo, en el sector privado una aerolínea ofrece la
posibilidad de contratar en un mismo portal los vuelos, el hotel, el coche de
alquiler, los espectáculos y un sinfín de actividades sin que el cliente perciba las
fronteras organizativas de los distintos proveedores. La gestión de estos servicios
no parece atravesar estas fronteras o son invisibles para el usuario. La
administración electrónica podría poner a disposición de los ciudadanos
verdaderos “supermercados” de servicios públicos electrónicos procedentes de
distintas organizaciones. Esta promesa se encuentra al menos con tres retos:
ausencia de una concepción integrada de las necesidades de los ciudadanos al
estar los servicios compartimentados en áreas estancas de responsabilidad, cuyos

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directivos protegen el “turf” (Wilson, 1989), las dificultades técnicas de la
interoperabilidad entre plataformas (Heeks, 2006) y los problemas derivados de
la privacidad de los datos (Lenihan, 2002).
En cuarto lugar, la administración electrónica permite modificar la conducta de
los usuarios hacia un mejor aprovechamiento de los servicios públicos así como
de los fines de los programas públicos de actuación gracias a un aumento de su
corresponsabilidad o coproducción de los servicios. Es una suerte de
“ikeización” de los servicios públicos por la que los ciudadanos ponen de su
parte para la mejora de la prestación. Por ejemplo, los padres patrullan las calles
de Copenhague para prevenir que sus hijos adolescentes quemen coches; los
usuarios rellenan formularios en línea, alimentando bases de datos de la
administración, para solicitar cualquier autorización o para hacer una declaración
personal de impuestos. Se aduce que esta forma de proceder aumenta la eficacia
de los servicios para los usuarios. Al mismo tiempo, también se mantiene que
permite una mayor eficiencia a la administración en el manejo de sus recursos,
pues las aportaciones de los ciudadanos pueden ahorrar gastos de personal. Esta
promesa se enfrenta al menos a dos problemas. Primero, los profesionales tienen
reticencias ante unos usuarios informados (por ejemplo, pacientes que llegan a
conocer su enfermedad casi mejor que su médico de atención primaria) (Löffler et
al. 2008). Segundo, aún existe una brecha digital entre quienes tienen
posibilidades y capacidad para acceder a la información y los que no.
Finalmente, las TICs facilitan la modificación de las conductas de los
ciudadanos mediante el empleo de “nudges” electrónicos (“empujoncitos” con el
codo para forzar la elección de los ciudadanos). “Nudges”, anglicismo que se
preferirá a la perífrasis en castellano, se refiere al diseño del servicio en el que
las autoridades ponen algunas elecciones más accesibles al ciudadano, pues
consideran que son mejores para su bienestar. Por ejemplo, cuando se instala un
programa de software, el menú de instalación nos suele ofrecer dos alternativas:
instalación normal e instalación para expertos (o “customizada”). La opción
“normal” suele ejecutar la instalación sin preguntar más cuestiones al usuario,
quien no necesariamente sabe o quiere responder a las diversas preguntas sobre
las preferencias de instalación. En este caso, los programadores informáticos dan
“elección” al usuario, pero le ofrecen la oportunidad de elegir aquello que le va a
complicar menos la vida. “Nudges” se ha hecho popular en el sector público con
el libro de Richard Thaler y Cass Sunstein (2008) en su aplicación al ámbito de
la salud y la educación. Esta propuesta ha tenido un considerable impacto en
Estados Unidos y el Reino Unido, donde ambos autores han sido contratados

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como asesores respectivos del presidente Obama y del primer ministro Cameron.
El gobierno electrónico puede facilitar este enfoque; no obstante, existen retos
derivados de los costes de implantación así como de su impronta de
“paternalismo liberal”.
Para tratar estas promesas y retos, el texto se divide en cinco partes en las que
se exponen las promesas de la administración electrónica, algunos ejemplos
exitosos y los principales retos a los que se enfrentan las organizaciones públicas
para lograr el potencial de las promesas. Las promesas se tratarán en el siguiente
orden. En primer lugar, se aborda la promesa de la interactividad respecto de la
información a disposición de funcionarios y usuarios. En segundo lugar, se destina
una sección al tipo de información que debería ser pública para que un gobierno
se denomine abierto. En tercer lugar, se presenta en qué medida la administración
electrónica ayuda a la integración de servicios. En cuarto lugar, se exponen las
características de los servicios en los que se anima a la coproducción o la
corresponsabilidad de los usuarios para que éstos reciban un mejor servicio de
forma individual o colectiva. Finalmente, la modificación de la conducta de los
ciudadanos se trata desde la perspectiva de los incentivos y de cómo fraguar la
elección de los usuarios.

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2. AUMENTO DE LA INFORMACIÓN Y DE LA
INTERACTIVIDAD EN LA PRESTACIÓN DE SERVICIOS
La administración electrónica puede mejorar la orientación de los servicios
públicos hacia las necesidades de los usuarios mediante la aportación de
información relevante para los ciudadanos. La información sobre los servicios y
sobre los usuarios está dispersa en múltiples organizaciones. En muchos casos,
esta información sobre los ciudadanos no puede ser transferida entre
organizaciones porque las leyes de protección de datos sólo permiten un uso
restrictivo de la misma. Aunque éste es un reto con el que se encuentra la
administración electrónica, esta sección se centra en el grado de interactividad y
proactividad con el que la administración emplea la información. En general, las
administraciones públicas son actores pasivos en la provisión y el uso de la
información. Una vez que tienen la información en su sitio web no se encargan de
dinamizarla y de emplearla realmente para interactuar con los ciudadanos.
2.1. La información como elemento “pasivo”
Las primeras fases de la administración electrónica se concentraron en mejorar
la información interna de las organizaciones públicas para la prestación de
servicios. En este período que comienza a partir de la década de los años setenta,
cuando los grandes ordenadores centrales se encargaban de gestionar la
información de las instituciones financieras y de los grandes conglomerados del
sector público como la seguridad social, la administración electrónica aumentó
exponencialmente la cantidad de información disponible para los gestores de los
servicios públicos.
Bellamy y Taylor (1998: 38-40) establecen la existencia de dos procesos del
desarrollo de las TICs en el seno de las organizaciones públicas (véase también
Heeks, 1999). Por un lado, se produce un proceso de “automatización”, cuyo
objetivo principal es utilizar las máquinas para reducir los costes de los procesos
existentes. En esta etapa, el objetivo principal no es ofrecer información. La
información es sólo un producto secundario. Principalmente se intenta que muchos
procedimientos manuales (pago de pensiones, pago de nóminas, reconocimientos
de derechos) se automaticen y dejen de ser intensivos en personal poco
cualificado. Por otro lado, y a veces paralelamente, también se produce un
proceso de “informatización”. Frente a la automatización, se pone “énfasis en la
información que puede ser ofrecida” (Bellamy y Taylor, 1998: 46). En esta fase

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se busca la integración de datos de diversas fuentes para mejorar la memoria
organizativa así como las interconexiones entre sus partes, lo que permitirá
conocer mejor a sus clientes y empleados. Además, esto permite una mayor
flexibilidad de la organización para acceder y explotar los recursos de
información. De repente, la cantidad de información a disposición de los
funcionarios públicos se ha multiplicado exponencialmente. Este proceso no
siempre ha favorecido los usuarios, ya que ello depende del grado de apertura y
transparencia de las administraciones públicas (véase más abajo).
En cualquier caso, es indiscutible que la información disponible para los
ciudadanos ha aumentado también y se ha acercado a sus puertas gracias a la
administración electrónica. Los requisitos para solicitar servicios, los horarios de
apertura de las instituciones, la información sobre diferentes proveedores
permiten que los ciudadanos conozcan mejor las características de los servicios
así como sus derechos de usuarios.
No obstante, la información es concebida de una forma más bien pasiva, casi
unidireccional de la administración a los ciudadanos y sin anticipar las
reacciones de éstos. Los ciudadanos también son fuentes potenciales de
información sobre cómo podría prestarse el servicio. En unos casos, mediante sus
sugerencias y reclamaciones se puede aumentar considerablemente el
conocimiento que posee la administración sobre el funcionamiento de los
servicios. En otros casos, mediante la “experiencia” del servicio, los usuarios
pueden aportar un punto de vista considerable acerca de cómo perciben y viven el
servicio, en muchas ocasiones de manera muy distinta a cómo lo han diseñado los
funcionarios, que se encuentran alejados de esta experiencia.
Las plataformas sociales y las herramientas asociadas a ellas permiten a las
administraciones ofrecer una información más dinámica y una interacción en la
que las contribuciones de los usuarios sean más relevantes. Estas herramientas
incitan a que la información se provea de una forma más proactiva por las
administraciones y no de forma tan pasiva como hasta ahora.

2.2. El manejo proactivo de la información en las redes sociales


Existen varios instrumentos que se pueden poner al servicio de los usuarios
para crear una mayor interactividad con las administraciones: blogs, Twitter,
wikis, plataformas de relaciones sociales. Los blogs, usados crecientemente
como instrumento de periodismo ciudadano, permiten a un autor ofrecer
información sobre cuestiones relevantes asociadas a un tema o a un área

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geográfica, permitiendo registrar los comentarios de los usuarios. Twitter
constituye una plataforma de red social que actúa a modo de micro-blogging o de
redireccionador de contenidos. Estos dos instrumentos pueden ser combinados en
el sector público para generar espacios interactivos de intercambio de
información. En el ámbito del sector público, Twitter puede ser utilizado para
anunciar eventos especiales de forma instantánea a los ciudadanos. La
herramienta adquiere mayor relevancia cuando, por ejemplo, se emplea para
gestionar las quejas y las reclamaciones de los interesados. El carácter
instantáneo de este instrumento lo hace atractivo para aumentar la confianza de los
ciudadanos en el servicio público. En el ayuntamiento de Camden (uno de los 32
distritos o boroughs de Londres), los empleados del servicio de gestión de quejas
y reclamaciones emplean Twitter para este propósito. Su efecto multiplicador
puede materializarse si además se combina con los blogs ciudadanos.
Twitter ha permitido al consistorio proporcionar información en tiempo real
teniendo en cuenta las necesidades concretas de los servicios y atendiendo a la
percepción ciudadana. Por tanto, en vez de dejar el mensaje simplemente en el
sitio web “ahí afuera”, el consistorio se dedica a conversar con los ciudadanos de
manera proactiva. El equipo de gestión de las reclamaciones usa Twitter para
escanear qué dice la gente acerca de ellos y responder rápidamente a los
comentarios o quejas de los usuarios. Un ejemplo fue la denuncia de que un
parque local permaneció cerrado durante la copiosa nevada de 2011. El
ayuntamiento de Camden anunció rápidamente en Twitter que el parque estaba
cerrado porque el personal no había podido presentarse en el puesto de trabajo
debido a la misma nevada. Ese mensaje, a su vez, redirigía a los seguidores a un
sitio web con los detalles de los servicios locales afectados por la climatología.
Al día siguiente, el ayuntamiento envió un mensaje de Twitter anunciando la
reapertura de los parques a la persona que se había quejado de su cierre. Esto
provocó su respuesta entusiasta, anunciándolo en un blog con más de 1.000
seguidores a nivel local. Esta información se empleó proactivamente contra las
críticas y se transformó al ciudadano enfadado en un aliado. En este sentido, el
papel de los medios electrónicos permite la evolución hacia una estrategia más
proactiva.
Las plataformas de las redes sociales como Facebook o similares sirven para el
intercambio de información de forma dinámica. Las entidades públicas pueden
ofrecer información corporativa a través de Facebook y testar cuál es el
seguimiento de sus usuarios así como los tipos de comentarios que realizan y en
qué medida aprecian la información ofrecida. Por ejemplo, Facebook es

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empleado por la policía de Queensland (Australia -
http://www.police.qld.gov.au/) que, con una población de 4,5 millones de
habitantes, posee una página web que es la favorita de 280.670 personas (1-
mayo-2012). En el muro se proporciona información de incidentes de tráfico, de
personas desaparecidas y otros asuntos que los usuarios de Facebook pueden
comentar o adjuntar como favoritos. En función de los comentarios y las
preguntas, el personal de la policía ofrece respuestas que llegan a los ciudadanos
de una forma más directa y auto-seleccionada. Por tanto, la información se
actualiza y continuamente hay una interacción entre la policía y los ciudadanos.
Finalmente, los wikis, como herramienta colaborativa para generar contenidos,
parece tener mayor relevancia para propiciar la colaboración de los empleados
de una organización en la solución de los problemas de la organización (véase
Trkman/Trkman 2009). Algo asimilable a la filosofía “wiki” se puede encontrar
en el Spending Challenge (Reto de Gasto) del gobierno británico de 2011.
El gobierno británico lanzó esta iniciativa participativa, cuyo resultado dio
lugar a la publicación en la web oficial de una lista de miles de ideas para
aumentar la eficiencia del gasto público. Las ideas proporcionadas variaban
desde ahorrar dinero en las compras públicas y compartir la función de gestión de
los recursos humanos entre varios departamentos hasta sugerir que no todo el
personal de un determinado departamento es necesario para que éste desempeñe
sus funciones. Aunque muchas de las ideas no eran viables, el mérito de esta
iniciativa es que se aprovecha de una fuente relevante de conocimiento e intenta
emular a las distintas iniciativas colaborativas. En una primera fase, el Spending
Challenge estaba dirigido exclusivamente a los empleados del sector público. En
los dos meses posteriores se abrió la participación al público en general para que
votara sobre las ideas propuestas. La credibilidad de la experiencia consiste no
sólo en la puesta en marcha de una iniciativa de recogida de ideas sino también en
un proceso de cómo se filtran las ideas, cómo se convierten en propuestas a ser
implantadas y cómo se informa a los participantes de la iniciativa sobre qué pasó
con sus propuestas. La iniciativa generó 100.000 sugerencias, de las que
surgieron 25 propuestas.

2.3. Los retos al uso proactivo de la información


Las tecnologías permiten una mayor proactividad en el suministro de
información para los ciudadanos. Sin embargo, esta proactividad no está aún
implantada de forma generalizada en los servicios públicos. Para ello, es preciso
persuadir a los servidores públicos de que un aumento de la “voz” (Le Grand,

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2007) supone una mejora del servicio y no una amenaza. Adicionalmente, estas
medidas suponen unos costes que no son despreciables para diseñar el sistema y
atenderlo. La cuestión está en determinar cuáles son los beneficios de estas
iniciativas en términos de aumento de la legitimidad y de las eficiencias
obtenidas.
De acuerdo con un estudio de Bonson et al. (2012: 128) en 75 corporaciones
locales de la Unión Europea, Twitter es la plataforma social con mayor
popularidad entre las corporaciones locales (el 32 por ciento de municipios
estudiados tienen una cuenta oficial de Twitter). En cambio, sólo un 17 por ciento
de los ayuntamientos tiene una página oficial en Facebook y el 29 por ciento tiene
un canal oficial en YouTube. Esta presencia relativamente baja en los canales
oficiales contrasta con un promedio alto de suscripciones de ciudadanos (803
seguidores en Twitter y 1412 en Facebook) y con una aparición alta de las
corporaciones en las conversaciones de los ciudadanos (independientemente de
que el ayuntamiento tenga presencia oficial en estas redes) (576 conversaciones
de Twitter, 130 grupos de Facebook, y 111.717 blogs indexados en Google). Por
lo tanto, aún existe un largo camino por recorrer para las corporaciones locales,
pues se están perdiendo gran parte de la información que los ciudadanos generan
sobre ellas.
Los autores analizan además los factores que se encuentran detrás del uso de las
redes sociales por parte de las corporaciones locales europeas analizadas. El
nivel de acceso a internet y su uso por los ciudadanos no determina el uso de las
redes sociales por parte de los gobiernos municipales, es decir, la demanda no
está condicionando la oferta. Parece que el factor más relevante para explicar la
actividad de los ayuntamientos en las redes sociales tiene que ver con la
experiencia previa de la corporación en el uso de herramientas de gobierno
electrónico. Aunque el trabajo de campo de este estudio se realizó en 2010 y el
mundo de las TICs evoluciona a ritmo vertiginoso, ello no quiere decir que el
ritmo de los cambios organizativos sea paralelo. Por eso, es posible que la
presencia oficial de los ayuntamientos en las redes sociales haya aumentado, pero
no necesariamente de forma considerable.
La presencia oficial de las corporaciones locales en las redes sociales puede
reforzar la transparencia en la gestión de los asuntos públicos. Según Bertot,
Jaeger, y Grimes, 2010 (citado por Bonsón et al. 2012), la transparencia asociada
al gobierno electrónico depende de cómo se asume la transparencia en el sistema
de gestión de una organización pública y de la preparación tecnológica existente,

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es decir, del nivel de penetración tecnológica, de las capacidades tecnológicas de
las agencias gubernamentales, y la disposición de la población hacia el uso de las
redes sociales. Del estudio de Bonsón et al. (2012), se concluye que los
ayuntamientos europeos están empleando las herramientas de las redes sociales
para aumentar la transparencia, pero la existencia de un diálogo entre los
proveedores de servicios y sus usuarios así como la participación electrónica de
los usuarios, aún están poco desarrolladas en el ámbito local en particular y,
probablemente, en el ámbito nacional.

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3. LA ILUSIÓN DE UN GOBIERNO MÁS TRANSPARENTE
El movimiento del gobierno abierto promete una administración más
transparente, capaz de ofrecer una mejor rendición de cuentas. Para ello, la
administración electrónica es fundamental pues permite que se ponga a
disposición de los ciudadanos una cantidad ingente de información a partir de la
cual pueden controlar la actividad de la administración.
3.1. La promesa de la transparencia
El “gobierno abierto” ha sido objeto de creciente interés desde que Barack
Obama publicó una Directiva en 2009 (“Open Government Directive”). La
directiva incluye un compromiso de apertura sin precedentes en la Administración
con el fin de aumentar la confianza pública y establecer la transparencia, la
participación pública, y la colaboración como principios inspiradores de lo que
hace el gobierno. Se argumenta que una mayor apertura fortalece la democracia y
promueve la eficiencia y la eficacia del gobierno. En teoría, la mayor
transparencia, además puede suponer una mayor rendición de cuentas, en el
sentido de que el gobierno se sienta obligado a explicar determinadas actuaciones
(Bovens, 2005).
Después de la aparición del concepto, ha existido una cierta obsesión con la
transparencia y los datos de código abierto, como si esto fuera lo más importante
en las iniciativas de gobierno abierto. El éxito del gobierno abierto a menudo se
mide en términos de cuánto ha aumentado la transparencia y la forma en que las
bases de datos se han publicado en línea. Mucha menos atención se ha prestado a
otros factores que contribuyen a que el gobierno sea realmente abierto. De hecho,
un reciente informe (America Speaks, 2011) acusa al gobierno de los EE.UU. de
no avanzar hacia un enfoque más participativo, por centrarse demasiado en la
transparencia de los datos. Por ejemplo, un estudio empírico de Ganapati y
Reddick (2012) muestra que los gerentes de las administraciones de los estados
sentían que el gobierno se había hecho más transparente; sin embargo, no había
aumentado ni la colaboración ni la participación ciudadana que se propone con la
Directiva. En la mayoría de los casos se adujo que esta mayor apertura estaba
propiciada por la legislación promulgada así como las directrices impartidas por
el gobierno federal.
Esta obsesión con la publicación de los datos para que sean reutilizados y
explotados por los ciudadanos desplaza el propósito del gobierno abierto. Un

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régimen autoritario puede publicar un gran número de datos, pero no por ello es
un gobierno abierto (Yu/Robinson, 2012). Por tanto, al hablar de gobierno
abierto, no se trataría sólo de la información, sino también de permitir a los
ciudadanos cambiar la forma de hacer las cosas. Si bien la transparencia es
importante, sólo mejora la rendición de cuentas si se combina con los
mecanismos de compromiso con los ciudadanos, para que éstos se interesen por
la actividad gubernamental.
Por tanto, la relevancia y el impacto del “gobierno abierto” dependen
considerablemente de cómo se defina. A la vista de las iniciativas de gobierno
abierto, a veces, la información que se pone a disposición de los ciudadanos es la
que menos le interesa. La definición de gobierno abierto podría contemplar la
información que se describe más abajo:
• Información sobre el rendimiento organizativo de políticas y servicios que son
relevantes para los ciudadanos, no bases de datos sobre dimensiones que
importan más bien a las Administraciones pero que aportan poco a los
ciudadanos. Esto supone tener unos sistemas de gestión por resultados que
permitan establecer qué se quiere conseguir.
• Información para que el ciudadano adopte decisiones mejor informadas sobre
el servicio que le prestan (por ejemplo, para la elección de colegio por parte
de los padres o la elección de médico de atención primaria o para la elección
de las condiciones en las que se presta mejor el servicio).
• Información que permita al ciudadano conocer la integridad con la que los
gestores públicos operan. De esta forma se puede detectar mejor el potencial y
el riesgo de prácticas corruptas.
• Información sobre las interacciones del ciudadano con la administración y
cómo la administración procesa la información suministrada por el ciudadano.
Esto supone un conocimiento de los datos personales que las administraciones
almacenan sobre los usuarios así como la capacidad de hacer un seguimiento
del estado en el que se encuentra un expediente individual.
• Información para que el ciudadano pueda participar en la co-producción del
servicio de forma individual o colectiva. En este caso se está refiriendo al
tipo de información que ayuda a aumentar el grado de co-responsabilidad de
los usuarios con el servicio que se les presta.
Muchos de los elementos anteriores pueden estar contenidos en una ley de
libertad de la información (Freedom of Information Act), similar a la existente en

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el Reino Unido, Irlanda, Nueva Zelanda, Australia y Canadá. En este tipo de leyes
se expone el derecho a solicitar el acceso a la información pública, sujeto a
ciertas restricciones. A menudo también se propone la posibilidad de recurrir a
un agente independiente (comisario, o tribunal) para acceder a esta información.
Muchas de estas leyes promueven una divulgación más pro-activa de la
información por parte del gobierno.

3.2. Una experiencia de gobierno abierto


Para cada ítem de la relación anterior se podría incorporar algún ejemplo de
éxito que puede inspirar la idea de gobierno abierto. Aquí se expone un ejemplo
que tiene la virtualidad de abrir la “caja negra” de la administración para los
ciudadanos y, adicionalmente, luchar contra la corrupción.
En el sector público es muy difícil encontrar un servicio en el que el usuario
pueda hacer un seguimiento de los trámites que se están siguiendo con su
expediente, por ejemplo, con la petición de una licencia para abrir un bar. Sin
embargo, hay experiencias que apuntan en esa dirección, como es el caso de
OPEN (Online Procedures ENhancement for civil application), el sistema
implantado en Seúl para mejorar las interacciones de los ciudadanos con la
administración y luchar contra la corrupción (Kim/Cho 2005; Kim et al., 2009).
En Seúl, se diseñó un sistema por el que cualquier usuario puede hacer un
seguimiento del estado en el que se encuentra sus peticiones, por ejemplo, de
autorización para abrir una discoteca. Aparte de diseñar un sistema rotatorio de
inspección y de gestión de expedientes con el objeto de disminuir las corruptelas
asociadas en el pasado a la consecución de las licencias municipales a cambio de
dinero, el sistema permite a los usuarios conocer en todo momento en qué
situación se encuentra el expediente, qué funcionario se encarga de él, y cuándo se
han programado las distintas actuaciones incluyendo la visita a las instalaciones.
Adicionalmente, cuando se falla la decisión concediendo o denegando la
autorización, el peticionario puede comprobar en el sitio web cuáles son las
decisiones que se han adoptado en casos similares.
3.3. Los retos al gobierno transparente
Los retos del gobierno abierto no se pueden tratar de manera uniforme para
todos los servicios públicos. Muchos de estos retos dependen del tipo de modelo
de prestación de servicios que se elija. Para el profesor Le Grand (2007) hay
cuatro modelos claros de prestación de servicio en función de qué tipos de
actores predominen y cuál sea la filosofía principal: jerarquía de los directivos,

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confianza en los profesionales, elección de los usuarios y voz de los ciudadanos.
Las promesas del gobierno abierto mencionadas en el subapartado anterior se
vinculan a distintos modelos de prestación de servicios y se requeriría un capítulo
aparte para tratar esta cuestión.
No obstante, independientemente del modelo de prestación de servicios, un reto
muy común a todos ellos es la desconfianza de los profesionales a poner
información de la trastienda organizativa a disposición del público.
Según Worthy (2010), la ley sobre la libertad de información del Reino Unido,
promulgada en 2000 y puesta en marcha en 2005, tenía como principales
objetivos el aumento de la transparencia y de la rendición de cuentas.
Adicionalmente, como objetivos secundarios se proponía la mejora de la calidad
de las decisiones gubernamentales así como la mejora de la comprensión pública
de la toma de decisiones además de aumentar la participación ciudadana en el
proceso de adopción de decisiones y de su confianza en el gobierno. En el estudio
empírico de Worthy (2010: 567-569) se examinó en qué medida aumentó la
transparencia en dos dimensiones: información proactiva (no solicitada) del
gobierno y el grado de apertura del gobierno sobre sus actividades. Según los
entrevistados, el gobierno se había convertido en más proactivo desde la
promulgación de la ley mediante la publicación de datos sobre los servidores
públicos (viajes, gastos, regalos recibidos, dietas…) así como sobre estadísticas
e información sobre el servicio en cuestión. Por otro lado, los entrevistados
consideraron que también el gobierno se ha vuelto más abierto y que los
funcionarios se encuentran más relajados con la distribución de información y
consideran que ser abiertos es positivo.
Esta opinión también fue ofrecida por aquellos que solicitan información al
gobierno. Sin embargo, los solicitantes de información mostraron que la
transparencia no ha sido homogénea en todos los ámbitos del gobierno, pues los
departamentos que tenían una postura más bien secretista antes de la ley, seguían
siendo reticentes a ofrecer información. La falta de transparencia también se
debió en ocasiones a malas experiencias derivadas de la publicación de la
información o del uso inadecuado de los periódicos de esa información, como por
ejemplo, buscando las historias “negativas”. Por ejemplo, en Canadá se descubrió
que el procesamiento de las solicitudes de los medios de comunicación y de los
partidos políticos solían tardar mucho más tiempo por término medio, incluso
sobrepasando los plazos y los límites establecidos (Roberts 2002).
Por lo que respecta a la rendición de cuentas, es decir, el acto de dar

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explicaciones sobre una conducta determinada, y en casos extremos, la admisión
de la responsabilidad (culpa) por esos actos, la ley de libertad de información no
ha tenido mucha influencia en el Reino Unido (Worthy, 2010). Los entrevistados
manifestaron que la rendición de cuentas no aumentó, aunque en algunos casos
como la declaración de los gastos de los parlamentarios sí que incrementó de
forma considerable la rendición de cuentas. En definitiva, el gobierno abierto aún
depende considerablemente de la voluntad de los servidores públicos, y no sólo
del marco regulatorio existente.

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4. UNA ADMINISTRACIÓN “SIN COSTURAS” PARA
SUPERAR LA FRAGMENTACIÓN ORGANIZATIVA
Las TICs prometen ofrecer un servicio “sin costuras” (seamless) ni
interrupciones, al igual que algunas empresas del sector privado son capaces de
ofrecer servicios a los usuarios que van más allá de su negocio original e
involucra a otras empresas. La administración electrónica “sin costuras” se
encuentra en algunas experiencias como los portales oficiales del gobierno
basados en los hechos de vida (nacer, casarse, tener hijos, morir…), los centros
de atención ciudadana (ofreciendo un gran número de servicios del municipio),
las unidades de “ventanilla única (empresarial o no)” así como otros ejemplos
que asemejan las administraciones públicas a verdaderos “supermercados” de
servicios. Sin embargo, esta idea no está aún muy extendida como consecuencia
de los problemas derivados de la departamentalización de los servicios y de la
interoperabilidad de los mismos.
4.1. Las fronteras organizativas y las necesidades de los usuarios
La fragmentación organizativa se debe a dos fuerzas distintas. Por una parte, ha
aumentado en décadas recientes la descentralización territorial del poder en la
mayoría de los países de la OCDE, propiciando que crezcan las unidades
territoriales y que aumenten las funciones y los poderes transferidos a estas
unidades. En las transferencias de competencias y poderes a niveles territoriales
inferiores de gobierno no se ha producido una delimitación clara y nítida de las
responsabilidades de cada uno y raramente se ha adoptado el principio de
administración única, es decir, un único nivel territorial de gobierno se encarga de
gestionar todo lo vinculado con un servicio o un conjunto de servicios o políticas.
Por otra parte, en muchos países de la OCDE se ha producido una división entre
los ministerios encargados del diseño de las políticas públicas y las agencias o
los entes semiautónomos responsables de su ejecución y de la prestación de
servicios. Esto no quiere decir que los ministerios dejen totalmente de prestar
servicios, pues algunos servicios son aún prestados por los ministerios.
Adicionalmente, la forma de configurar los departamentos ministeriales hace que
sea prácticamente imposible encomendar la prestación de servicios integrales a
un grupo de población determinado, por mucho que se creen institutos de la
juventud, de la mujer o de los inmigrantes. Por cualquiera de las razones aducidas
anteriormente, los servicios están repartidos entre un número amplio de
organizaciones.

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La fragmentación horizontal y vertical aumenta el número de organizaciones que
tienen una parte de responsabilidad sobre un servicio público. Esto provoca que
los ciudadanos tengan muchas veces que desplazarse entre administraciones para
realizar sus transacciones, como por ejemplo, abrir un negocio. Para este
propósito, en muchos países es relativamente normal que se requiera tener
autorizaciones del nivel municipal, el autonómico y el nacional y dentro de cada
uno de estos niveles territoriales, varios departamentos o agencias precisen de
algún tipo de relación con el peticionario. El servicio, por tanto, cruza varias
“fronteras”; cada una de estas fronteras encierra una soberanía distinta con
requisitos que pueden variar y complicar la vida del ciudadano.
En la literatura académica sobre la administración electrónica (Layne and Lee,
2001; Baum y di Maio, 2000; Ronaghan 2001; Hiller y Bélanger, 2001), varios
autores avanzan la idea de que los sistemas totalmente transaccionales son
mejores y que más interacción electrónica con el ciudadano supone una mejora
del servicio que recibe. Estos modelos predicen el desarrollo lineal o la
evolución del gobierno electrónico a partir de una presencia en línea como base a
la plena integración de los servicios prestados. Todos los modelos sugieren o
mantienen explícitamente que este desarrollo es progresivo (cada etapa sucesiva
de la administración electrónica es mejor que la anterior) e inclusivo de las
etapas anteriores (las administraciones tienden a ascender en la escala del
modelo incluyendo los pasos anteriores). Al final del recorrido se vaticina una
administración coordinada, transformada y ofreciendo servicios sin
interrupciones a lo largo de las distintas organizaciones involucradas en la
prestación de ese servicio. Idealmente, esta etapa se describe como un proceso en
el que se reorganizan las fronteras de las organizaciones para prestar
verdaderamente un servicio centrado en el usuario. Hay un intercambio de datos y
de bases de datos entre las distintas organizaciones para solucionar los problemas
de los ciudadanos, es decir, las soluciones girarían en torno a los problemas
ciudadanos y no al revés.
Bajo este punto de vista, aunque los servicios públicos se encuentran dispersos
en muchos departamentos y jurisdicciones, las personas no se relacionan con el
mundo de esta manera. Para ellos, el servicio es un todo sin costuras, sin cortes.
Por tanto, se espera que si las administraciones utilizan las nuevas tecnologías
para reorganizar los servicios adaptando el punto de vista del ciudadano, la
propia administración también aparece como un conjunto único, coherente, capaz
de entregar el servicio de una sola “pieza”. Esta visión ha inspirado a los

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funcionarios públicos de todo el mundo para reorganizar, rediseñar y reinventar la
administración. Esto constituiría, según Lenihan (2002), el movimiento de la
administración electrónica.

4.2. Servicios electrónicos integrados: algunos ejemplos


El sector privado, una vez más, puede servir de inspiración acerca de cómo se
“borran” las fronteras organizativas de cara a los usuarios. Las transacciones
electrónicas han erradicado o difuminado algunas fronteras del sector privado.
Por ejemplo, hoy en día, como se vio más arriba, es común que una compañía
aérea, además de vender billetes de avión por internet, ofrezca también la
posibilidad de reservar un hotel y alquilar un coche en el lugar de destino además
de comprar entradas para distintos espectáculos. El negocio, por tanto, de las
líneas aéreas se está ampliando y pretende dar una respuesta integral a las
necesidades de ocio de los usuarios para que éstos no tengan que buscar
soluciones a través de distintos proveedores, con lo que se produce un ahorro de
tiempo considerable y mayores beneficios para la aerolínea.
En el caso de las administraciones públicas, la eliminación de las fronteras
podría parecer más fácil en teoría, porque las administraciones no están
compitiendo entre sí para atraer a los ciudadanos. Para la apertura de un bar en
una localidad se tienen que realizar trámites en organizaciones distintas que no
compiten entre sí. Los usuarios se están acostumbrando a unos servicios del
sector privado con soluciones integrales. Por ello no entienden ni quieren saber
qué unidad debe prestarle qué servicio público. Si un actor social necesita tener
autorización para emitir una serie de descargas al medio ambiente o para poder
navegar por las aguas nacionales o para poder ofrecer determinados servicios, no
está interesado en quién tiene que producir qué permisos. Los usuarios deben
preocuparse de cumplir con la normativa y las administraciones públicas
deberían ser capaces de organizar el servicio en torno al usuario. En este sentido,
el gobierno electrónico parece ofrecer resultados prometedores al organizar la
“trastienda” de los servicios.
Esta filosofía integradora se ha traducido en varios ejemplos. Un primer
ejemplo del “gobierno sin costuras” se refiere a cómo se ofrece la información.
Normalmente, la información proporcionada en los sitios web se estructura de
acuerdo a la configuración departamental de la administración. Todavía no es muy
común encontrar portales organizados en torno a los eventos de vida (nacer,
casarse, ponerse enfermo, ser víctima de un delito…) o vinculados a grupos
demográficos específicos (mujeres jóvenes, inmigrantes, personas de la tercera

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edad…). En algunos países, un mismo portal integra la información de distintas
organizaciones; de hecho, el portal no está vinculado a una organización en
especial. Por ejemplo, el portal del gobierno del Reino Unido permite a los
usuarios fijarse en los hechos que les importan. Las distintas rúbricas son
fácilmente identificables por el ciudadano para saber qué tipo de trámites tiene
que hacer (informar sobre un delito, sobre una conducta antisocial) o qué ocurre
en el caso que necesite apoyo por ser víctima de un delito… El portal, como un
primer paso de la información electrónica “sin costuras”, empieza a implantarse
en muchos países. En teoría, el portal es capaz de integrar los servicios públicos
de varias organizaciones y proporciona una ruta de acceso a ellos basadas en las
necesidades de los ciudadanos, sustituyendo la estructura tradicional del
departamento o de la agencia. Las agencias y los departamentos gubernamentales
tienen sus fronteras organizativas, pero deben intercambiar los datos para facilitar
la creación de los servicios integrados.
Otro buen ejemplo de la eliminación de barreras organizativas lo constituye la
experiencia del “supermercado” de servicios públicos y privados que se
estableció en el municipio rural de Bismark, Alemania, (a no confundir con el
canciller alemán Bismarck) gracias a las nuevas tecnologías a principios de este
siglo.
Se creó un supermercado de servicios públicos (correos, servicios sociales,
búsqueda de empleo) y privados (gas, electricidad, tienda de alimentos básicos)
bajo un mismo edificio, propiedad del ayuntamiento a finales de la década de los
años noventa (Lenk/Klee-Kruse, 2000). En este supermercado colaboraron el
ayuntamiento, las autoridades estatales y las federales en materia de servicios
sociales, educación y trabajo. La solución electrónica consistía en que se ponían a
disposición de los ciudadanos unos ordenadores para que pudieran buscar
información que el funcionario de correos (polivalente para prestar otros
servicios también) no podía ofrecer. Esto ya era un avance puesto que no todos
los ciudadanos tenían un ordenador y acceso a internet en casa. Cuando el
funcionario de correos y la información facilitada por internet no eran suficiente,
por ejemplo, para dar consejo sobre qué servicios sociales podrían ser más
adecuados para una persona con problemas de drogas, el ciudadano accedía a una
sala con privacidad absoluta para establecer una videoconferencia con un
asistente social, cuya oficina se encontraba a unos 50 kilómetros de distancia. Por
tanto, bajo el mismo techo y gracias a las nuevas tecnologías (y algo más) se
estaba en condiciones de ofrecer servicios de múltiples proveedores a unos
ciudadanos que se encontraban algo alejados de los centros administrativos

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importantes.
Otros ejemplos conocidos incluyen las oficinas de “ventanilla única” como la
ventanilla única empresarial por la que se facilita el contacto entre varias
organizaciones de distintos niveles territoriales que intervienen en el proceso de
autorización de una empresa, por ejemplo. También se podrían incluir aquí los
servicios de emergencias o las líneas de atención ciudadana que integran en la
“trastienda” una considerable cantidad de organizaciones. Por tanto, aunque el
sueño no se haya materializado para todos los servicios que importan a los
ciudadanos, existen muchos buenos ejemplos de integración que facilitan
considerablemente su vida.

4.3. Los retos: protección del área de responsabilidad y de los datos


privados
Coursey y Norris (2008), críticos de esta perspectiva normativa, demuestran
empíricamente que en los servicios electrónicos prestados en los municipios
estadounidenses aún no se ha llegado a esa perspectiva transformadora, y las
organizaciones públicas apenas han pasado de las primeras fases, por lo que ese
gobierno “sin costuras” constituye más bien un deseo que una realidad cercana.
La superación de las fronteras administrativas se enfrenta al menos con tres retos:
los problemas derivados de la privacidad de los datos (Lenihan 2002), ausencia
de una concepción integrada de las necesidades de los ciudadanos al estar los
servicios compartimentados en estructuras administrativas estancas que protegen
su área de responsabilidad “turf” (Wilson 1989), y las dificultades técnicas de la
interoperabilidad entre plataformas (Heeks 2006).
En primer lugar, la protección de los datos individuales constituye una barrera
para que la administración electrónica ayude a superar las fronteras organizativas.
En principio, el aumento de la vigilancia y el control sobre los ciudadanos
gracias a las TICs (Bellamy y Taylor, 1998, p. 86) están siendo contrarrestados en
algunos países con las leyes de protección de datos individuales. Este tipo de
regulación suele impedir que las administraciones intercambien información
sobre los ciudadanos para no invadir su área privada. Este problema se agrava
cuando se subcontrata la prestación de servicios telemáticos con terceros, que
pueden tener un acceso estratégico a cantidades considerables de información.
Por tanto, una reserva importante frente a la administración electrónica es que
los gobiernos sabrán mucho más sobre sus ciudadanos, aumentando sus
preocupaciones acerca de la privacidad y las libertades civiles. El precio de una

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mejora en la prestación de los servicios es el aumento de la vigilancia sobre la
actuación del gobierno. La tensión entre la protección de datos individuales y la
necesidad de compartir información para prestar servicios de forma más
adecuada aún no está bien resuelta.
No está clara cuánta información tendrían que compartir las administraciones
para integrar ciertos servicios. Cuando la información es de carácter personal,
todavía hay desacuerdo sobre la dificultad de mantener la seguridad en un sistema
más integrado. En algunos casos, la información que se ha mantenido por
separado por razones de privacidad es compartida porque los ciudadanos han
dado su consentimiento a fin de recibir un mejor servicio. En Canadá se introdujo
una pregunta en los formularios de impuestos federales solicitando la posibilidad
de acceder a cierta información personal. Esto dio buenos resultados de acuerdo
con Lenihan (2002). Tal vez los ciudadanos están menos preocupados de lo
sugerido acerca de la privacidad en algunos casos.
En segundo lugar, hay retos derivados del celo de los directivos públicos a
preservar su parcela de poder o área de responsabilidad (“turf”). Las teorías de
la elección racional mantienen que los burócratas tienden a maximizar su
presupuesto y aumentar el tamaño de personal y de su organización. Sin embargo,
estas teorías son criticadas por autores como Wilson (1989), quien mantiene que
muchos burócratas prefieren simplemente defender bien su área de
responsabilidad y no ampliar sus funciones, por lo que no tienen necesidad de
ampliar ni su presupuesto ni el tamaño de la organización. Wilson mantiene que
muchos directivos públicos prefieren menos dinero, pero más control (autonomía)
sobre los asuntos que son competencia de su organización. En un estudio
realizado sobre el ejército estadounidense, compara las estrategias de McNamara
(quien consiguió aumentar considerablemente el presupuesto militar) y Laird
(quien lo disminuyó). McNamara optó por centralizar bastante los procesos
decisorios; Laird ofreció mayor autonomía a los militares. A pesar de reducir
considerablemente el presupuesto de Defensa, Laird dejó a los militares que
decidieran cómo se harían los recortes. Laird fue un ministro popular, mientras
que McNamara no.
La administración electrónica, por tanto, es tratada como una amenaza para
quienes quieren preservar la autonomía de la organización que dirigen. La
administración electrónica obliga a la cooperación y, en algunos casos, podría
traer consigo la eliminación de algunas organizaciones (y sus responsables) por
no añadir valor a los procesos conducentes a prestar servicios a los ciudadanos.

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Por tanto, este tipo de barreras no son tecnológicas, sino que están relacionadas
con la preservación de parcelas de poder dentro de la administración.
Un tercer reto, vinculado al anterior, se refiere a las barreras tecnológicas que
impiden la cooperación. Esto se conoce como problemas de interoperabilidad,
que impiden la comunicación de sistemas separados (Heeks, 2006). Los
departamentos o los gobiernos no pueden compartir información o integrar los
servicios de sistemas incompatibles. Muchos programas y servicios están
basados en sistemas que fueron diseñados para el uso interno del departamento,
sin prestar mucha atención a garantizar la compatibilidad con los sistemas de
otros departamentos o de otros niveles territoriales de gobierno. Como resultado,
la transferencia de información y el intercambio es a menudo difícil, si no
imposible. Aunque cada vez hay mayor estandarización en la forma de construir
las bases de datos, ésta no es absoluta todavía.
En cierto modo, el problema de la interoperabilidad es técnico. Se trata de los
equipos, las normas de diseño, y los lenguajes de computación, entre otros. No
obstante, la interoperabilidad también tiene una dimensión política y de gestión.
En primer lugar, la sustitución de los sistemas informáticos heredados suele ser
muy costosa y consume mucho tiempo. En segundo lugar, se precisan normas
universales para etiquetar y almacenar la información en los programas
informáticos que deben utilizarse para administrar los datos. El logro de este tipo
de coordinación mínima a través de los departamentos de un nivel territorial de
gobierno —y peor aún, entre gobiernos de diferentes niveles territoriales—
representa un importante desafío político y de gestión. En tercer lugar, cada
proveedor de soluciones informáticas tiene un gran interés en la promoción de las
normas utilizadas por sus productos, para desalentar acudir a la competencia. Los
vendedores se encuentran entre los defensores más activos y agresivos del status
quo, precisamente, porque compiten entre sí por la cuota de mercado. Pero ganar
cuota de mercado se basa en subrayar las diferencias entre los productos, no en
buscar la identidad de estos productos.

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5. LA MODIFICACIÓN DE LA CONDUCTA MEDIANTE LA
CO-RESPONSABILIDAD DE LOS USUARIOS
La administración electrónica permite modificar la conducta de los usuarios
hacia un mejor aprovechamiento de los servicios públicos así como de los fines
de los programas públicos de actuación gracias a un aumento de su co-
responsabilidad o coproducción de los servicios.

5.1. La promesa de la mejora de la prestación


La cultura del “autoservicio” empezó hace ya algunos años en el sector privado.
Muchas empresas del sector privado empezaron a ahorrar costes de personal
mediante la puesta de sus productos a disposición inmediata de los usuarios. En
este sentido, las tiendas de comestibles han ido dando paso a los supermercados
en régimen de autoservicio. Esto se ha trasladado a otros ámbitos como las
gasolineras, o los supermercados de muebles (Ikea) o las grandes superficies de
electrodomésticos o de aparatos electrónicos. De esta forma, estas empresas
ofrecen mayor elección al usuario y pueden reducir los costes de producción, que
suelen tener repercusión en una bajada de los costes que se cargan a los usuarios.
Paulatinamente, el sistema de autoservicio se ha trasladado a las agencias
electrónicas de viajes, a la banca electrónica, las librerías de venta en línea, el
reciclaje de determinados residuos, el tratamiento de los problemas de salud
desde la casa del paciente gracias a las innovaciones tecnológicas y un largo
etcétera de servicios y productos que contratamos a través de internet.
Muchos servicios públicos requieren de una corresponsabilidad del usuario, sin
que se sea plenamente consciente de ello. Por ejemplo, los expertos indican que
la mejora de la salud depende considerablemente de la voluntad y la proactividad
de los pacientes. Los medicamentos curan cuando se administran según las
prescripciones médicas. Su eficacia se pierde si el paciente no pone de su parte.
En otros ámbitos, la iniciación de cualquier expediente requiere de la diligencia
del usuario en proporcionar los documentos requeridos y en rellenar los
apartados necesarios para su tramitación. En ambos casos, los servidores
públicos mantienen su responsabilidad, pero para una mayor agilidad o mejor
prestación del servicio, el concurso y la responsabilidad del ciudadano son
necesarios.
La mayoría de las definiciones de la coproducción proceden de la obra seminal
de Ostrom (1978). Por lo general se refieren a la aportación de recursos por los

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usuarios y proveedores de servicios para el suministro de un bien o servicio, o
para elevar el nivel y/o calidad de su prestación (Brudney y England, 1983). Para
algunos autores (Ostrom, 1996; Ramírez, 1999), la coproducción se adscribe
sobre todo a la acción individual; para otros (Joshi y Moore, 2004), la
coproducción implica relaciones de largo plazo (acuerdos institucionales) entre
agencias estatales y grupos organizados de los ciudadanos. Y para otros (Bovaird,
2007), el concepto de coproducción incluye a los proveedores de servicios
profesionales, los usuarios del servicio y otros miembros de la comunidad.
Pero como Alford (2002) señala, las personas pueden desempeñar diferentes
funciones en la esfera pública como usuarios-clientes, voluntarios y miembros de
una comunidad. Alford considera clientes a aquellos de los que se ocupa la
agencia en su negocio final “.... Son clientes que reciben valor privado de los
servicios prestados por la agencia (es decir, bienes, servicios u otros beneficios
que son consumidos de forma individual), en lugar de valor público, que se
‘consume’ en forma conjunta, como ocurre con los bienes públicos” (2002, pp.
33). Los voluntarios difieren de los clientes, ya que participan activamente en la
provisión de bienes públicos o servicios para otros, no para sí mismos. En
cambio, los clientes se benefician al mismo tiempo del servicio. Claramente, el
concepto de voluntariado, especialmente en lo relacionado con la comunidad y la
esfera pública, es un componente importante de la coproducción.

5.2. La coproducción electrónica: algunos ejemplos


La administración electrónica ofrece un gran potencial para la co-producción
del servicio y para convertir a los usuarios en corresponsables de las
prestaciones. Fix My Street es un buen ejemplo por el que los ciudadanos ofrecen
información voluntaria a la administración para solucionar problemas de la
ciudad. Fix My Street es una iniciativa creada por mySociety.org en 2007, con
financiación inicial del gobierno del Reino Unido. La iniciativa permite a los
ciudadanos informar y discutir sobre problemas comunes de las ciudades (baches
en las carreteras, grafitti, carteles pegados a las paredes y así sucesivamente).
Estos problemas, si no se resuelven, derivan en el conocido efecto de la “ventana
rota”, según el cual un edificio cuya ventana rota no se repara parece incitar a que
se rompan y se destrocen otras partes del inmueble.
Fix My Street es fácil de utilizar. Simplemente se ingresa el código postal o el
nombre de la calle en el sistema, o se hace un clic en el mapa y se informa del
problema, preferiblemente con una foto. De esta forma, se documenta el
desperfecto y el ayuntamiento afectado por el problema queda informado. Esto

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permite a los ciudadanos ver cuántos problemas se presentan en su lugar de
residencia así como comprobar cuál es la respuesta del ayuntamiento. En total,
más de 190.000 desperfectos se habían comunicado a través del portal en el
momento de escribir estas líneas y el ciudadano puede ver para cada autoridad
local los problemas comunicados, los resueltos, los pendientes y la información
que ayuda a valorar el nivel de respuesta del ayuntamiento. A su vez, este tiene un
incentivo para actuar con rapidez y eficacia, pues los ayuntamientos que no actúan
con relativa prontitud quedan en evidencia. En teoría, el portal aumenta la
responsabilidad las autoridades locales y la confianza de los ciudadanos en las
autoridades locales, fortalece la participación ciudadana y mejora la forma en que
percibimos nuestra comunidad. En el fondo, el empleo de los ciudadanos debería
mejorar la eficiencia de las organizaciones al conseguir que realicen parte del
trabajo del sector público. Esto, por ejemplo, ocurre con el reciclaje de ciertos
residuos, dado que el ciudadano se encarga de la separación y de su vertido en
contenedores específicos, en vez de confiar esta labor a personas pagadas directa
o indirectamente por las organizaciones públicas.
El fenómeno de la coproducción, como instrumento específico y sistematizado
de la intervención pública, sólo ha tenido cierto auge en el Reino Unido de forma
reciente. Las autoridades locales y nacionales de este país han visto en ella una
buena oportunidad para mejorar la eficiencia del sector público. No obstante, la
coproducción es un fenómeno que no es nuevo, pues muchas de las interacciones
que se producen entre la administración y los ciudadanos en las transacciones del
sector público responden a esta filosofía. Sin embargo, estas transacciones
consideradas de coproducción aún no van más allá de la cumplimentación de
formularios a través de los que se solicitan determinados servicios.

5.3. Los retos: la brecha digital y la falta de confianza en los


ciudadanos
El papel desempeñado por la administración electrónica en la coproducción de
servicios se encuentra al menos con dos retos de naturaleza diferente: la brecha
digital aún existente para que todos los ciudadanos participen de la misma forma
en la producción de los servicios y la falta de confianza de los profesionales en
que los ciudadanos pueden realmente contribuir a la prestación de servicios.
Por un lado, la brecha digital es aún un obstáculo para que los ciudadanos
coproduzcan los servicios públicos en condiciones de igualdad. Cada año
aumenta el número de personas conectadas a internet y participan en diversas

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plataformas sociales; no obstante, todavía hay muchos ciudadanos que no están
conectados (ni a internet ni a las plataformas sociales) y nunca lo estarán bien por
edad, por medios económicos o por vivir en países con escaso desarrollo de las
infraestructuras tecnológicas. La combinación de internet con los teléfonos
móviles ha aumentado la cobertura digital considerablemente. De hecho, en
algunos países del África, la brecha digital se está reduciendo gracias a los
teléfonos móviles, y no tanto a los ordenadores. En el servicio público, la brecha
digital tiene considerables consecuencias. Mientras un proveedor de servicios
privados puede decidir si sólo prestará el servicio por canales digitales o no; el
proveedor de los servicios públicos deberá dejar distintas opciones abiertas para
no excluir a ningún ciudadano de la prestación de determinados servicios. Por
tanto, aunque la mayoría de las declaraciones de impuestos se hicieran
electrónicamente (y esto ahorre ciertamente recursos a la administración), todavía
debería existir la posibilidad de hacer la declaración de impuestos vía correo
postal o en las oficinas de la agencia tributaria. A pesar de que algunas
organizaciones públicas proporcionan terminales de internet gratis en las
bibliotecas u otros lugares públicos, muchos usuarios no acceden a los servicios
electrónicos por la falta de conocimientos (o la desconfianza hacia este medio)
para emplear las nuevas tecnologías. De hecho, en España, según e-España
(2011), en 2010 más de dos tercios de las siguientes transacciones se hacía de
forma presencial: presentación de la declaración de la renta, consultas fiscales,
solicitud de documentos personales, presentación de solicitudes, y presentación
de denuncias. El uso de internet se colocaba en segundo lugar por delante del
correo postal y la atención telefónica.
Por otro lado, los profesionales no siempre confían en que los usuarios puedan
realmente participar en la coproducción del servicio por diferentes razones, según
las manifestaciones de los funcionarios que participaron en los grupos de
discusión de un análisis de la coproducción (Löffler et al., 2008). Además de una
encuesta de 1000 entrevistados por país (República Checa, Dinamarca, Francia,
Alemania y el Reino Unido), se hicieron 15 grupos de discusión en dichos países
(3 grupos por país) y en tres sectores (seguridad ciudadana, medio ambiente en el
ámbito local y salud). Mientras la encuesta mostraba que los ciudadanos están
dispuestos a coproducir, los funcionarios públicos se mostraron más reticentes a
que los ciudadanos coproduzcan. Durante las sesiones de los grupos de discusión,
los funcionarios manifestaban desconocer el nivel de coproducción existente,
aunque sospechaban que era bajo y había poco interés por parte de los
ciudadanos. Las razones y las respuestas sobre este desinterés variaban entre

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países y entre grupos.
Los funcionarios daneses, por ejemplo, no comprendían qué era la
coproducción y para qué servía. La misma dificultad se encontró entre los
profesionales del ámbito sanitario de todos los países, a pesar de que la
funcionalidad de la coproducción es bastante obvia en este sector. En el Reino
Unido, se es consciente de la necesidad de contar con los usuarios, aunque no se
tenga muy claro cómo hacerlo. Desde el momento de la encuesta hasta ahora ha
habido una gran campaña a favor de la coproducción en el Reino Unido y se han
sucedido numerosos seminarios y proyectos en los que se expone cómo funciona
la coproducción de servicios.
En otros casos, los profesionales del servicio prefieren menos implicación por
parte de los usuarios. Por ejemplo, en el colectivo de los médicos se manifestaba
que éstos aprecian pacientes mejor informados, pero alrededor de un tercio de los
doctores prefieren ser el único “participante inteligente” en el proceso de
atención, según las manifestaciones vertidas en el grupo de discusión checo. Esta
reticencia se traslada a otros ámbitos, como se manifestaba en Francia. Si alguien
es el director de algún servicio técnico, ¿cómo van a saber los ciudadanos mejor
que el director cómo reparar los pavimentos?... Todavía hay profesionales que
piensan que la retroalimentación por los ciudadanos es una pérdida de tiempo.
La reticencia a pensar que los ciudadanos quieren coproducir se basa en la idea
de que éstos prefieren delegar responsabilidades, tal como se puso de manifiesto
en los tres grupos de discusión celebrados en Dinamarca. Según los funcionarios
daneses, la sociedad danesa no se quiere involucrar porque al pagar impuestos y
tener una buen Estado del Bienestar delega estas responsabilidades en el Estado.
En líneas generales, por tanto, los profesionales que han participado en el
estudio desconfían de la voluntad de los ciudadanos de coproducir. En caso de
que éstos estuvieran dispuestos, son mirados con reticencia, al menos en la parte
del diseño de la prestación del servicio o en las decisiones a tomar, como en la
atención médica o en la decisión sobre cómo cuidar mejor el medio ambiente.
Finalmente, cuando la cuestión se refiere a la prestación del servicio, existe una
gran cantidad de personas que creen que el Estado debe hacerse cargo de la
prestación del servicio, dado que los ciudadanos ya pagan impuestos para ello.
Esta postura crítica y adversa de los ciudadanos a la coproducción puede verse
potenciada en aquellos países en los que haya mucha corrupción o despilfarro.
Por tanto, la implicación de esto es que los profesionales no van a confiar en los
usuarios en principio. Puede pasar un tiempo considerable antes de que los

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profesionales de determinados sectores ofrezcan un papel relevante a los
ciudadanos mediante las nuevas tecnologías.
Al mismo tiempo, hay ejemplos aislados en varios países de cómo los
profesionales van confiando en los usuarios, incluso en el ámbito de la profesión
médica. Por ejemplo, en Noruega (OECD 2008) se emplean las nuevas
tecnologías para hacer un seguimiento de los pacientes o para dar clases a
alumnos de primaria y secundaria a más de 100 kilómetros de distancia.
Probablemente, el hecho de que se trate de población dispersa y muy alejada de
servicios del Estado del Bienestar hace que tanto profesionales como usuarios
pongan de su parte para aprovecharse de las ventajas que las nuevas tecnologías
puedan brindar. En definitiva, es posible que sea necesario revisar los incentivos
que pueden tener unos y otros para cooperar y emplear las nuevas tecnologías.

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6. LA MODIFICACIÓN DE LA CONDUCTA MEDIANTE
INCENTIVOS (“NUDGES”)
Las TICs facilitan la modificación de la conducta de los ciudadanos mediante el
empleo de “nudges” electrónicos (“empujoncitos” con el codo para forzar la
elección de los ciudadanos). “Nudges” es una forma de diseñar el servicio
público que no excluye la elección del ciudadano (la mantiene), pero que le anima
a elegir en una determinada dirección porque es bueno para él o para la sociedad.
Con este sistema se intenta establecer cuál debería ser la elección por defecto del
ciudadano. Es un sistema empleado, por ejemplo, para la donación de órganos.

6.1. “Nudges” y el diseño de los servicios públicos


“Nudges” se basa en la elección, pero una elección “tutelada” por las
autoridades, pues se hace más atractiva la alternativa preferida por las
autoridades, en el entendido de que esa preferencia es buena para el individuo, la
comunidad o para ambos. El usuario, por comodidad o por la forma en que se ha
presentado la alternativa, elige la “más atractiva” porque prefiere las elecciones
más automáticas y menos pensadas.
Según Thaler y Sunstein (2008: 6), “nudges” es “cualquier aspecto de la
arquitectura del diseño de un servicio que altera el comportamiento de la gente en
forma predecible sin prohibir cualquier opción a elegir o sin alterar
significativamente sus incentivos económicos”. “Nudging” supone estructurar
cómo se toman las decisiones de consumo por parte de los usuarios. Estos autores
se basan en la idea de que los usuarios prefieren en muchas ocasiones no
complicarse la vida y adoptar decisiones que no requieran mucha reflexividad o
inversión de tiempo, como la instalación “típica” de un programa informático.
Los sistemas automáticos o que exigen poca reflexión son útiles en campos
como la medicina. Normalmente, las pastillas para curar cualquier enfermedad se
suelen administrar en momentos en los que el paciente realiza actividades
regulares (al levantarse, al acostarse, con las comidas) y todos los días. Este
método es preferible a prescribir una pastilla que debe administrarse cada tres
días. Si eso se hiciera así, exigiría que el paciente reflexione (y que se olvide de
tomar la pastilla). Según la experiencia, la inercia favorece la opción que se da
por defecto.
Aunque la elección se hace en aras del usuario, pensando que se ofrece por
defecto lo que es mejor para él, “nudging” implica que no se pueden bloquear o

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cortar otras opciones. Si se pone más cerca de los consumidores la comida
saludable que la comida “basura” en las estanterías de una cafetería-autoservicio
de una organización pública, no se impide que estos usuarios puedan optar por la
comida “basura”, que se encuentra en el estante más bajo o más alto. En su forma
ideal, por lo tanto, el enfoque combina un elemento de paternalismo con la
preservación de la libertad de elección (de ahí su apodo de “paternalismo
libertario”). También ofrece la esperanza de utilizar los pequeños cambios en la
arquitectura de elección (así es como se llama al diseño del servicio, “choice
architecture”) para lograr cambios sustanciales en los resultados.
Adicionalmente, este sistema propone una relación “asimétrica”, pues pretende
ayudar a las personas que se comportan de una manera autodestructiva, sin
distorsionar las decisiones de los actores que tienen un comportamiento basado
en el cálculo de costes-beneficios. Por ejemplo, se tiende a ayudar a solucionar
los problemas de obesidad a quienes pueden tener una tendencia no-genética a
esta enfermedad.
La esencia del enfoque consiste en utilizar los errores de decisión que
normalmente dañan a la gente en lugar de ayudarlos. Estos errores de decisión no
siempre son reflejo de una tendencia autodestructiva, sino simplemente
consecuencia del descuido o la inercia. Por ejemplo, en las calles de Londres
aparece escrito “Look right” en todos los pasos de cebra y en los semáforos de
peatones con el objetivo de indicar el comportamiento adecuado de los visitantes
extranjeros, acostumbrados a un sistema diferente de circulación. Es una forma de
prevenir el error posible. Los cajeros automáticos de los que se extrae el dinero
ha cambiado el modus operandi de hace algunos años. Antiguamente, el dinero
salía antes que la tarjeta, lo que originaba que la gente se dejara la tarjeta en el
cajero. Hoy en día no sale el dinero hasta que no se retire la tarjeta, pues se
supone que el dinero no se quedará en el cajero. ¡Era la razón de ir allí!
6.2. Ejemplos de “nudges”
Aparte de los ejemplos mencionados anteriormente, hay otros casos que
desarrollan las capacidades de las TICs. En Suecia se han realizado varios
experimentos (auspiciados por Volkswagen) recientemente que incitan a modificar
la conducta de los ciudadanos (http://www.thefuntheory.com/). En uno de los
experimentos se pretendía que se hiciera más ejercicio animando a que se
subieran las escaleras normales en vez de ser transportados por unas escaleras
mecánicas. Para ello, se configuraron las escaleras normales a modo de un piano
de tal forma que cada paso hiciera sonar la música de una tecla. Esto propiciaba

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que los usuarios no se dejaran transportar por las escaleras mecánicas. Durante el
experimento, un 66 por ciento de usuarios emplearon la escalera “normal” a modo
de piano.
En otro experimento se ubicó en una papelera del parque un dispositivo por el
que cualquier papel u objeto arrojado en la papelera creaba una sensación de eco,
como si el objeto recorriera varios metros antes de tocar fondo. Esta sensación
hacía que aumentara el número de personas que tiraran objetos a la papelera e
incluso los recogiera del suelo para escuchar el efecto producido.
El paternalismo libertario subyace a todos estos ejemplos, pero ilustra muy bien
que la imaginación puede ayudar a modificar la conducta de los ciudadanos y las
TICs pueden ser útiles en ello. Sin embargo, debe pasarse de la fase de la
experimentación a la fase de implantación de esas soluciones, pues los ejemplos
mencionados en el párrafo anterior requieren más recursos que los métodos
tradicionales. Adicionalmente, los experimentos deben prolongarse para detectar
en qué medida esos cambios de la conducta son duraderos en el tiempo. Otros
retos vinculados a este enfoque se manifiestan en el próximo apartado.

6.3. Las consecuencias negativas de “nudges”


Este diseño del servicio (considerado como una manipulación del diseño en
aras de un paternalismo libertario) también tiene consecuencias negativas. En
primer lugar, la modificación de la conducta de los individuos a través del diseño
puede tener complicaciones para el usuario y hacer su vida más difícil. Por
ejemplo, hace unos años la ley de protección de datos fomentaba la estrategia de
“salida” (opt-out), es decir, si un usuario iniciaba una relación comercial con una
empresa y esta empresa solicitaba sus datos personales, el ciudadano solamente
podía impedir que la empresa empleara esos datos personales en transacciones
futuras, o incluso de otras maneras, si expresamente lo manifestaba por escrito en
una carta enviada a la organización (algo siempre engorroso de realizar). En la
actualidad, los datos de carácter personal se rigen por un sistema de “entrada”
(opt-in), es decir, el usuario debe autorizar expresamente que se almacenen los
datos personales. Por tanto, el diseño del servicio o la legislación acerca de
cómo otros diseñen el servicio (transacciones entre empresas privadas y
usuarios) puede beneficiar a las corporaciones frente a los usuarios individuales,
si no se presta el cuidado necesario.
En segundo lugar, también se pueden obtener contestaciones negativas de las
respuestas automáticas. Imagínese que en la cafetería o el bar de una escuela se

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ofrecen productos poco saludables a la vista de los alumnos. En cambio, la
comida más saludable (fruta y ensaladas, por ejemplo) se encuentra en estantes
menos accesibles. De forma automática, la elección puede encaminarse hacia la
comida menos saludable. Ésta es la predicción que realizan normalmente las
grandes superficies comerciales para vender más aquellos productos que se
encuentran a la altura de la vista de los usuarios. En el ejemplo de la cafetería de
una escuela, si nadie del establecimiento se preocupa de poner la comida
saludable a la altura adecuada, los beneficios potenciales del diseño se pierden.
En definitiva, el diseño de los servicios y la “elección” de la opción “por
defecto” para el usuario puede estar bien en determinados casos en los que la
causa de un problema está claramente identificada (“comida basura produce
obesidad”). Sin embargo, es más dudosa esa elección en los casos en los que esa
causa es desconocida o discutible. Adicionalmente se requiere que los
proveedores del servicio sean conscientes de las bondades potenciales del diseño
del servicio.
Finalmente, la rendición de cuentas de un sistema basado en “nudges” es menor.
Por ejemplo, si se prohíbe por ley fumar en los lugares públicos, la ley se discute
y pasa todo el proceso por el que los diferentes intereses afectados son oídos por
los cargos electos, quienes pueden incorporar estas opiniones en las decisiones
adoptadas. Sin embargo, si se emplea un sistema de “nudges” para reducir el
consumo de tabaco, el diseño es más opaco al escrutinio del ciudadano y no se
somete al debate público. En definitiva, con esta estrategia, los regímenes de
control se vuelven menos evidentes, menos responsables, y más paternalistas.

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Capítulo 2
Open government, social media y sector
público. Las administraciones públicas en la
era de las redes sociales digitales
J. IGNACIO CRIADO
Universidad Autónoma de Madrid
ignacio.criado@uam.es
www.jicriado.com
@jicriado

1. INTRODUCCIÓN
Durante los últimos años se ha intensificado el debate en todo el mundo
alrededor del redescubrimiento del concepto open government y la difusión de
las redes sociales digitales en las administraciones públicas. Este capítulo aborda
algunos de los aspectos más importantes relacionados con el open government y
las redes sociales digitales en las administraciones públicas, con el fin de arrojar
luz sobre una realidad que se encuentra todavía en proceso de construcción dentro
del sector público, que ha merecido numerosos comentarios desde diferentes
foros, aunque todavía adolece de falta de un volumen de trabajos empíricos que
permitan realizar una evaluación sistemática de tales fenómenos. Así, las
siguientes páginas aspiran a presentar los puntos más relevantes del debate en
torno a estos nuevos ámbitos para la actividad de las administraciones públicas,
así como a mostrar algunas de las experiencias más interesantes que ya están en
marcha, tratando de indagar en su alcance, pero sin por ello pretender un análisis
exhaustivo y cerrado. Este trabajo se enmarca dentro de un esfuerzo colectivo
orientado a identificar y caracterizar las consecuencias y resultados de la difusión
de las herramientas de la web 2.0 dentro de las administraciones públicas. Ese
interés es doble, por un lado, conocer las implicaciones dentro del
funcionamiento de las organizaciones que conforman el sector público; y, por otro
lado, explorar los potenciales cambios en las relaciones entre las
administraciones públicas y la ciudadanía derivadas de su implantación.
Tanto el concepto open government como la incorporación de las redes
sociales digitales se pueden analizar siguiendo algunos de los patrones utilizados
en estudios previos sobre el uso de las TIC e internet dentro de las

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administraciones públicas. En efecto, una de las premisas de las que parte este
trabajo consiste en abandonar el determinismo tecnológico que suele estar
presente en muchas de las aproximaciones realizadas dentro de este campo de
conocimiento (Heeks y Bailur, 2006; Yildiz, 2007). Al mismo tiempo, también se
asume que la web 2.0 supone un salto cualitativo en cuanto a los análisis
realizados en referencia al papel de las TIC e internet dentro de las
administraciones públicas, sobre todo, como consecuencia de que gracias a la
existencia de nuevas herramientas y aplicaciones los ciudadanos se convierten en
participantes activos en la creación, organización, edición, combinación,
intercambio, comentario y evaluación de contenido web, posibilitando una red a
través de la que interaccionan y se enlazan entre ellos, así como con las
instituciones de gobierno (AGIMO, 2009; Chun et al., 2010). Por consiguiente,
tanto el concepto open government como las redes sociales digitales nos
enfrentan a un nuevo espacio de interés académico, que debe ser abordado,
simultáneamente, sin olvidar un bagaje previo, pero al mismo tiempo teniendo en
cuenta las vertientes derivadas de una nueva generación de tecnologías con unos
patrones singulares de funcionamiento.
Este trabajo resulta de interés por su novedad dentro de los estudios sobre la
innovación administrativa mediante la utilización de internet y las TIC. En efecto,
sólo hace unos pocos años se acuñó el concepto web 2.0, mientras que las redes
sociales digitales se han desplegado dentro de las administraciones públicas
desde finales de la década pasada. En esa misma línea, el redescubrimiento del
open government también ha sido relativamente reciente, en la medida que la
difusión del mismo se inició con la presentación del Memorandum for
Transparency and Open Government, a principios del año 2009, por el
Presidente Obama. En definitiva, se trata de iniciativas muy recientes, que
requieren un cierto recorrido para su implementación, pero que cuentan ya con un
indudable interés académico y social que no se puede desconocer.
Por consiguiente, este trabajo asume que determinadas administraciones
públicas ya han incorporado algunos de los principios ligados al open
government, y/o son usuarias de redes sociales digitales de una manera
apreciable y, probablemente, lo sigan siendo en un futuro próximo. Por tanto,
¿significa lo anterior que los gobiernos y administraciones públicas estarían
inaugurando una nueva manera de relacionarse con la ciudadanía? ¿Cuáles serían
algunas de esas nuevas orientaciones en la relación administraciones-ciudadanos?
¿Se están transformando también algunos aspectos del funcionamiento interno de
las administraciones públicas? En su caso, ¿qué han hecho hasta ahora los

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gobiernos y administraciones públicas más innovadores dentro de estas materias?
Con ánimo de síntesis, el presente capítulo indaga en estas cuestiones de una
manera exploratoria, de cara a extraer algunas conclusiones sobre estos
fenómenos que se pueden considerar todavía recientes dentro del sector público.
Este capítulo se organiza de la siguiente manera. En la próxima sección se
realiza una aproximación a la investigación sobre las administraciones públicas e
internet, tratando de identificar los elementos diferenciales que implica la
incorporación de la web 2.0 dentro de las administraciones públicas. A
continuación, el capítulo se adentra en el open government, considerando que las
inquietudes que están detrás de este concepto (transparencia, colaboración,
participación), ya han estado presentes en las democracias avanzadas durante
muchas décadas. Al mismo tiempo, se reconoce que este reverdecer del open
government se debe, precisamente, a las nuevas oportunidades que ofrecen las
herramientas de la web 2.0 para que la ciudadanía sea partícipe de esas
dinámicas de transparencia, colaboración y participación en torno al sector
público. En la cuarta sección se realiza un abordaje del fenómeno de las redes
sociales digitales dentro de las administraciones públicas, presentando algunos de
sus aspectos generales, al mismo tiempo que se describen las principales
plataformas utilizadas, subrayando sus usos y potencialidades, así como algunos
ejemplos de interés. En la quinta sección se realiza un balance del estudio,
planteando algunas perspectivas de futuro en torno al open government y las
redes sociales digitales, pretendiendo señalar también algunas de las líneas de
trabajo abiertas, en las que este trabajo sólo se adentra de una manera muy
incipiente.

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2. LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS EN INTERNET Y
LA WEB 2.0
2.1. Sobre el estudio de las TIC e internet y las administraciones
públicas
Durante la última década se ha producido una progresiva consolidación del área
de estudio sobre administración electrónica (e-administración) o administración
en internet. Pese a que las tradicionales tecnologías de información habían estado
presentes en las administraciones públicas desde mucho tiempo antes (Criado,
2004; Margetts, 1996; Winner, 1977), las nuevas potencialidades de las TIC para
mejorar la comunicación con otros agentes, sobre todo, de la mano de la web a
partir de mediados de la década final del siglo pasado, establecieron unos
patrones diferenciados en la evolución tecnológica del sector público, que vino a
identificarse con el concepto e-administración (Chadwick, 2006; Fletcher, 2001;
West, 2005). Si bien desde los años setenta se habían conocido aproximaciones
muy específicas a las nuevas relaciones entre las tecnologías y las
administraciones públicas, con el cambio de siglo se experimentó una
revitalización de este tipo estudios en busca de nuevas respuestas al fenómeno.
Desde un punto de vista teórico, muchos de estos trabajos académicos se han
situado dentro de un eje determinista sobre los efectos causales de la relación
entre TIC y administraciones públicas. La mayoría de esos estudios iniciales
partieron de la presunción causal según la cual las tecnologías son un factor
explicativo principal de los resultados esperados de su interacción con las
administraciones públicas. En otras palabras, han favorecido el determinismo
tecnológico al presumir que las tecnologías generan unos resultados
predeterminados, bien sean positivos o negativos, dependiendo de sus
características intrínsecas. Esta postura se ha visto matizada cuando fueron
apareciendo propuestas que han apuntado que las decisiones humanas, así como
las instituciones en las que éstas tienen lugar, dan forma a los procesos de
adopción, gestión y difusión de las TIC en el sector público, teniendo en cuenta la
complejidad específica derivada del contexto político en el que actúan las
organizaciones públicas. Dentro de esta vertiente se encuentran diversos autores
que han ido caracterizando la complejidad de los fundamentos causales de dichas
interacciones, si bien enfatizando en muchos casos el carácter específico de las
nuevas TIC e internet (Criado, 2009), pero al mismo tiempo utilizando propuestas
teóricas propias de las ciencias sociales (elección racional,

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neoinstitucionalismo…) para su análisis dentro del sector público.
Así las cosas, la adopción, uso y difusión de las TIC dentro de las
organizaciones que conforman el sector público ha sido una cuestión cuyo interés
no ha parado de crecer desde el punto de vista de los estudios sobre
administración pública en la ciencia política. Una revisión reciente sobre ese
fenómeno permite identificar una abundante cantidad de literatura en torno a este
tema, abordando diferentes problemas, con variadas metodologías y desde
enfoques distintos (Calista y Melistky, 2007; Danziger y Andersen, 2002;
Dunleavy et al., 2006; Gil-García, 2012; Heeks, 2006; Heeks y Bailur, 2006;
Hood & Margetts, 2007; Yildiz, 2007). En ellos se plantean muchas de las
fortalezas y debilidades de los estudios en torno a la e-administración a nivel
internacional. Las cuestiones que han generado un mayor número de
contribuciones académicas se centran en la creación de portales web cada vez
más sofisticados para la prestación de servicios electrónicos para los ciudadanos,
el intercambio de datos e información entre administraciones públicas
(interoperabilidad) o la digitalización creciente de actividades en las instancias
administrativas que se orientan a lo que Fountain (2001) denominó hace años
como la creación del Estado virtual.

2.2. El cambio hacia la web 2.0. Implicaciones para el sector


público
Dentro de la vertiente de nuevas líneas de investigación en torno a la e-
administración, las tecnologías asociadas a la web 2.0 se están desarrollando en
diferentes ámbitos, si bien es cierto que la aplicación dentro de la política y el
sector público ha sido mucho más reciente y, por tanto, menos analizada. Internet
ha favorecido la emergencia y desarrollo de comunidades virtuales basadas en
principios colaborativos, algo que está trascendiendo las dinámicas sociales,
consolidándose en el ámbito político (Chadwick y Howard, 2008; Coleman y
Wrigth, 2008; Sunstein, 2007). Diversos actores políticos, no sólo productores de
información, grupos de presión, políticos o ciudadanos, son cada vez más activos
en el ámbito de la llamada web 2.0 (Bloom y Kerbel, 2006; Farrell y Drezner,
2008). Últimamente, también los empleados públicos y las administraciones
públicas han ampliado el espectro de los medios digitales en el sector público
bajo esta misma rúbrica de las herramientas y tecnologías de la web 2.0. A pesar
de ello, este fenómeno sólo ha empezado a ser investigado muy recientemente. De
esto se deriva el interés social y académico del presente trabajo.

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La web 2.0 es un término acuñado por Tim O’Reilly, se refiere a una nueva
generación de servicios en la web basados en el concepto de red, la creación de
comunidades, minimalismo en el diseño estético y la utilización de una serie de
nuevas tecnologías. El concepto clave detrás de la web 2.0, aunque escasamente
apuntado por la literatura, es el de la red (Musser y O’Reilly, 2006). Si internet
extendió el concepto de red a las comunicaciones, la web hizo lo propio para la
información, la web 2.0 crea redes entre entidades, independientemente de si son
páginas web, personas, fotografías, etc. En otras palabras, las tecnologías de la
web 2.0 se refieren a una colección de medios sociales a través de los cuales los
individuos se convierten en participantes activos en la creación, organización,
edición, combinación, intercambio, comentario y evaluación de contenido web,
así como en la formación de una red social a través de la que interaccionan y se
enlazan entre ellos (Chun et al. 2010). Tareas tradicionalmente desempeñadas por
máquinas, con la web 2.0 pasan a ser desarrolladas por seres humanos
organizados en torno a comunidades más o menos estructuradas, utilizando la red
como modelo organizativo fundamental.
La web que se crea a través del uso de estos medios sociales se denomina web
2.0 o web social. Las tecnologías de la web 2.0 incluyen blogs, wikis, conectores
de redes sociales (por ej., Facebook o Myspace), modos de comunicación
basados en la web (por ej., chats), intercambio de fotografías (por ej., Flickr) y
vídeo (por ej., YouTube), microblogging (por ej., Twitter) y otras (por ej.,
mashup, tagging, widgets…). A través de ellas los individuos actúan como
agentes activos en la creación, organización, combinación, e intercambio de
contenidos web. A la hora de entender su potencial para las organizaciones
públicas hay que subrayar su énfasis en el principio de la “inteligencia de la
multitud” o “inteligencia colaborativa”, que implica que los datos y la
información son creados por personas fuera de los márgenes organizativos a
través de una acción colaborativa en la red. Esto es netamente diferente de la web
1.0, en la que los contenidos de las organizaciones son creados por ellas mismas,
bajo el principio de que la “autoridad interna lo conoce todo”, de manera que las
personas son consideradas simplemente como consumidoras de información. En
un entorno de web 2.0, la innovación en el sector público no sólo facilitaría la
actividad de los empleados públicos dentro de las diferentes entidades
administrativas, sino también al público que está fuera de los límites formales de
la organización.
En consecuencia, se espera que estas nuevas interacciones, formas de trabajo y
modelos organizativos estén ya alterando de alguna manera el núcleo básico de

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funcionamiento de las administraciones públicas, tal y como ya han apuntado
algunas investigaciones recientes. Por ejemplo, Meijer y Thaens (2010) se han
centrado en el análisis de las estrategias para desarrollar la web 2.0 en diferentes
contextos administrativos, identificando su potencial para la promover la
transparencia organizativa, las interacciones con los actores clave de las
políticas, así como los procesos de innovación. Chun y Warner (2010) han
planteado la importancia de las etiquetas de marcado para integrar a los
ciudadanos y comunidades de expertos en diferentes dominios en los procesos de
búsqueda, caracterización e intercambio de información pública. Dawes (2010) y
Jaeger y Bertot (2010) se han centrado en el plano del control, la transparencia y
la rendición de cuentas en las administraciones públicas como consecuencia
directa de la aplicación de tecnologías de la web 2.0. Heidinger et al. (2010) han
estudiado la capacidad de las aplicaciones ligadas a la web 2.0 para medir el
impacto de las políticas públicas, mientras Klievink y Janssen (2010) se han
centrado en su potencial para la simulación de decisiones públicas complejas. A
pesar de los estudios ya existentes, resulta necesario desarrollar nuevas
investigaciones, profundizando en el estudio de dos vertientes: el open
government y las redes sociales digitales, desde una perspectiva comparada y
dentro del marco de los estudios de administración pública en la ciencia política.
Eso es lo que se pasa a plantear en las dos secciones siguientes.

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3. REVISITANDO EL OPEN GOVERNMENT
Los primeros momentos de Barack Obama como presidente de los EE.UU.
supusieron una piedra de toque en la incorporación de las redes sociales digitales
dentro de la actividad de gobierno en todo el mundo. Trabajos recientes han
puesto de relieve esa realidad, destacando que el Memorandum for Transparency
and Open Government, la primera medida adoptada bajo su presidencia (21 de
enero de 2009), incorporó esta cuestión como una prioridad política de primer
nivel en torno a tres principios: colaboración, transparencia y participación1.
Bajo la rúbrica de lo que se ha venido a denominar open government, las
actuaciones en esa misma línea se han interpretado como una nueva manera de
aproximarse a los ciudadanos, una revolución en la forma de utilizar la
información de las administraciones públicas o, incluso, una plataforma en la que
los ciudadanos se convierten en los verdaderos protagonistas de la democracia
(Lathrop y Ruma, 2011). No obstante, ¿es esta preocupación algo nuevo?
Evidentemente, el interés por la apertura y transparencia de los gobiernos y
administraciones públicas es algo que no se puede considerar como novedoso.
Como ha indicado recientemente Ramírez-Alujas (2011), el enfoque inicial en
torno a esta cuestión consistía en centrarse en aspectos relacionados con el
secreto de las acciones de Gobierno e iniciativas orientadas a abrir las ventanas
del sector público hacia el escrutinio de la ciudadanía de cara a limitar el
oscurantismo. De hecho, lo anterior ha estado ligado a la extensión de leyes sobre
el derecho de acceso a la información pública y la incorporación de mecanismos
para mejorar la manera en la que organizaciones públicas rinden cuentas ante el
público (Corojan y Campos, 2010). Por consiguiente, la apertura de los gobiernos
y administraciones públicas ha sido una constante inquietud de las sociedades
democráticas contemporáneas.
El reciente resurgimiento del open government se origina en las nuevas
herramientas tecnológicas ligadas a la web 2.0, que permiten un salto cualitativo
en el contenido previo de los conceptos de transparencia, participación y
colaboración. En este sentido, el hecho de que se haya incorporado una nueva
generación de tecnologías a la actividad gubernamental implica nuevas
oportunidades y retos para los responsables públicos, así como para los actores
que intervienen en los procesos políticos y administrativos. En esa línea, tal y
como se ha planteado con otros debates previos en torno a la interacción entre
internet y las TIC y gobiernos y administraciones públicas, el estudio de este tema

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debe ir más allá del determinismo tecnológico. Lo anterior, de cara a plantearse,
por un lado, cuáles son los nuevos términos del debate normativo (el deber ser
que monopoliza la mayoría de los estudios recientes) y, por otro, qué están
haciendo realmente los gobiernos y administraciones públicas en términos
prácticos y cuáles son las consecuencias de la implementación de esas acciones
(ámbito de interés todavía muy incipiente en los estudios académicos).
En el primer plano, el debate teórico sobre el open government parece
orientarse en torno a qué implicaciones tiene para las instituciones políticas y
administrativas la utilización de herramientas de la web 2.0 con un potencial casi
ilimitado para transparentar lo que hacen aquéllas. Lo anterior es un debate que
ya estaba presente sobre otros aspectos de la actividad política, tal y como se
puso de manifiesto en el caso de las filtraciones realizadas por WikiLeaks y su
difusión global. En este sentido, Criado y García (2012) han señalado que la
transparencia de la actividad de los gobiernos en una materia tan sensible como la
diplomacia puede suponer una clara alteración de la relación entre políticos,
medios de comunicación y ciudadanos. Las relaciones diplomáticas, en las que
los gobiernos han actuado siempre con opacidad, ejemplifican bien las
alteraciones que se pueden derivar del nuevo impulso al open government, en la
medida en que la esfera pública se amplifica y la ciudadanía dispone de
mecanismos directos ligados a la web 2.0, sin el filtrado de los medios
convencionales, para exigir responsabilidad y rendición de cuentas a los
servidores públicos.
De forma más específica, la reflexión se tiende a centrar en las consecuencias
de la apertura de datos por parte de los propios gobiernos y administraciones
públicas. Dentro de ese debate normativo, se asume que las administraciones
públicas disponen como materia prima básica para su funcionamiento de
numerosos datos referidos a los ciudadanos y empresas, sobre las más diversas
áreas de actividad (desde los resultados del rendimiento de las escuelas públicas,
pasando por los tiempos de espera para diferentes tipos de operaciones
quirúrgicas, hasta llegar a la distribución de gastos dentro de los presupuestos
públicos). A partir de ahí, se tiende a sostener que la mera puesta a disposición
de la ciudadanía de dichos datos tiene unos efectos benéficos de cara a la
transparencia y la rendición de cuentas de los gobiernos y administraciones
públicas. Lo que es más, se llega a plantear que lo anterior también tendrá unas
consecuencias positivas para el propio funcionamiento interno de las
administraciones públicas, por ejemplo, reduciendo costes o siendo más eficaces,
disminuyendo la carga de trabajo de los empleados públicos o facilitando la

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comunicación entre unidades u organizaciones. Sin embargo, más evidencia
empírica es necesaria para corroborar la mayoría de las hipótesis planteadas.
En el plano de la implementación, los ejemplos relacionados con el open
government se han multiplicado durante los últimos años en diferentes niveles de
gobierno y administración, si bien sus resultados se encuentran todavía por
evaluar. En general, la mayoría de las experiencias se refiere a los portales de
gobiernos para la apertura de datos públicos. Estas páginas web se orientan a
poner a disposición de la ciudadanía repositorios de diferentes fuentes
gubernamentales para que puedan ser utilizados de manera abierta. Uno de los
casos pioneros es el del gobierno de los Estados Unidos, cuyo portal data.gov
(http://www.data.gov/) lleva funcionando durante tres años. En esta página web
se puede acceder a numerosas bases de datos de diferentes agencias
gubernamentales estadounidenses, si bien también pretende convertirse en punto
de acceso para otras experiencias a nivel estatal y local.
Otras experiencias de esta misma naturaleza se están desarrollando en
numerosos países. Probablemente, la región del mundo que cuenta con una mayor
cantidad de iniciativas de esta naturaleza sea la Unión Europea, donde numerosos
Estados miembros disponen de portales nacionales de este tipo2. Dentro de estas
experiencias el caso de España también destaca por contar con una experiencia de
reutilización de datos públicos muy evolucionada, tal es el proyecto que
inicialmente se denominó Aporta, que más recientemente ha sido rebautizado
como portal data.gob.es (http://datos.gob.es/datos/). Esta experiencia también se
sitúa en la misma línea de otras procedentes del entorno de referencia, auto-
definiéndose como el portal de carácter nacional que organiza y gestiona el
Catálogo de Información Pública de la Administración General del Estado. Este
portal también se orienta a proporcionar información general, materiales
formativos y noticias de actualidad sobre la reutilización de la información del
sector público. Además, tiene una clara orientación económica, en el sentido de
que se promociona de manera directa la utilización de sus contenidos para que
puedan ser explotados por profesionales, empresas, gestores institucionales y
ciudadanos, de cara al lanzamiento de empresas, la innovación administrativa o el
desarrollo de iniciativas ciudadanas de transparencia, colaboración y
participación.
Al mismo tiempo que los gobiernos y administraciones públicas liberan sus
datos, surgen diferentes experiencias en las que la ciudadanía es la que toma el
protagonismo. Algunos de los ejemplos más conocidos son los que ofrecen

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portales web como http://www.wheredidmytaxgo.co.uk/ o http://flyontime.us/ en
los que se abordan experiencias ligadas a la filosofía del open government. En el
primer caso, se ofrece la oportunidad a los contribuyentes británicos de conocer
el destino de sus impuestos, incorporando en la aplicación unos datos básicos
relativos a la renta. En el otro caso, la experiencia resulta más llamativa todavía,
en la medida que la aplicación desarrollada permite cruzar datos procedentes de
dos agencias públicas diferentes, sobre el nivel de puntualidad de todas las
compañías aéreas que operan en los Estados Unidos en todos sus aeropuertos, con
los datos sobre las condiciones climatológicas. El resultado es la posibilidad de
conocer la hora estimada de llegada de un vuelo en el futuro, teniendo en cuenta
las condiciones climatológicas previstas para el día y hora de llegada. En los dos
casos, los datos puestos a disposición por las administraciones públicas resultan
el sustrato necesario que facilita la posterior innovación social.
Junto con estas iniciativas ligadas a la reutilización de los datos públicos,
también se encuentran algunas experiencias algo más ambiciosas ligadas a la
participación ciudadana. En este sentido, un caso que lleva también más de dos
años en funcionamiento es IREKIA (http://www.irekia.euskadi.net/), una
experiencia de open government liderada por el Gobierno Vasco. Este caso se ha
convertido en un referente internacional en la medida que ofrece la oportunidad
de explorar los conceptos menos trabajados de este tipo de actuaciones: la
colaboración y la participación. En particular, dentro de la plataforma IREKIA se
puede participar en la acción de gobierno a través de, por ejemplo, la
incorporación de propuestas propias, así como la colaboración con el gobierno
en la mejora de sus iniciativas legislativas. En todo caso, se trata de una
experiencia en fase de consolidación, cuyos resultados requerirán futuras
evaluaciones.
Teniendo en cuenta todas las iniciativas anteriores, se pueden plantear algunas
conclusiones derivadas de un análisis que no se puede considerar definitivo. En
primer lugar, el conocimiento e impacto de las iniciativas de open government
entre la ciudadanía, a día de hoy, es todavía limitado. Por otro lado, la mayoría de
estas experiencias se ha implementado durante un corto espacio de tiempo, de
manera que el potencial derivado de su implementación es todavía alto. Al mismo
tiempo, el hecho de que las comunidades de usuarios de este tipo de iniciativas
sea muy activa puede provocar un nivel de difusión de los impactos relativamente
más elevado que el derivado de otro tipo de iniciativas de innovación
administrativa. Complementariamente, en lo que respecta a la apertura de datos y
acceso a la información pública, ni todos los tipos de datos e información cuentan

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con el mismo potencial para mejorar la rendición de cuentas, ni la transparencia
de los mismos va a generar resultados por sí sola. En este sentido, los gobiernos y
administraciones públicas deberían acompañar medidas como las presentadas
más arriba con actuaciones orientadas a reforzar esos mismos principios entre la
ciudadanía y los responsables de los gobiernos y los empleados públicos.
1 The White House. 2009. Memorandum for Transparency and Open Government. 21 de enero de 2009.
2 Entre los casos más destacados cabe subrayar al Reino Unido (http://data.gov.uk/), Italia
(http://www.datagov.it/) o Suecia (http://www.opengov.se/), entre otros.

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4. REDES SOCIALES DIGITALES Y ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS
4.1. Aspectos generales
La incorporación de las redes sociales digitales en el sector público también se
asocia a la creciente utilización de una serie de instrumentos de la llamada web
2.0. Facebook, Twitter, YouTube, blogs, Flickr, etc., que se están adoptando por
los gobiernos y administraciones públicas de una manera creciente y ya con una
cierta trayectoria (Bailey y Singleton, 2010; Bertot et al., 2012; Bonsón et al.,
2012; Criado et al., 2011; Dixon, 2010). Lo anterior supondría la posibilidad de
generar innovaciones en su actividad, siempre que se desarrollen estrategias y
modelos con los que aplicar estas redes sociales digitales. Esas transformaciones
en la manera de gobernar y gestionar lo público podrían afectar tanto al
funcionamiento interno de los gobiernos y administraciones, como a la posición
de la ciudadanía en el proceso de gobierno.
Por un lado, el potencial de las redes sociales digitales en el sector público se
vincula a algunas de sus principales propiedades para mejorar su conexión con el
exterior. De manera consecutiva, dentro de esta vertiente las potencialidades se
derivan de los siguientes aspectos (Chun et al., 2010): las nuevas capacidades
disponibles de búsqueda de recursos de información y conocimiento; las
oportunidades para enlazar que permiten desarrollar redes sociales complejas y
valiosas; las posibilidades para publicar que facilitan intercambiar opiniones,
experiencias y conocimientos; el desarrollo del mercado de información que
ayuda a las personas a organizar y conectar la información para su efectiva
compartición, haciendo que se extienda el conocimiento de una manera más
efectiva dentro de un ámbito específico. Todo ello se ve concretado en el hecho
de que las oportunidades de diseminación se multiplican con las redes sociales
digitales mediante las funciones de señalización y filtrado colaborativo que llevan
a cabo los propios usuarios.
En este plano, las interacciones con la ciudadanía se pueden ver transformadas
de una manera notable. Por un lado, las redes sociales digitales canalizan una
mejora de la transparencia de las administraciones públicas en la medida que los
ciudadanos pueden incorporar directamente asuntos a la agenda pública. De
hecho, la movilización social de base (grassroots mobilization) es un aspecto
que las administraciones públicas también tendrán que considerar en su quehacer
diario ante el posible impacto para su reputación. Por otro lado, las redes

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sociales digitales también permiten que la ciudadanía se involucre más
activamente en la mejora de los servicios públicos, no sólo ofreciendo su opinión
acerca de su consumo o realizando quejas/sugerencias a posteriori, sino también
mediante la participación a priori en los procesos de creación de nuevos
contenidos y servicios que requieren de su intervención activa y que no serían
posibles sin la existencia de estas nuevas plataformas digitales.
Dentro de las administraciones públicas se han identificado ya, al menos, dos
tipos de usos generales de las redes sociales digitales (Hrdinová et al., 2010). En
primer lugar, empleados públicos que utilizan las redes sociales digitales en
interés y por intermediación de la organización en la que trabajan. En este caso,
los empleados públicos desarrollan las redes sociales digitales para expresar los
objetivos de la organización o reforzar sus actuaciones públicas de una manera
directa. En segundo lugar, empleados públicos que usan las redes sociales
digitales para objetivos personales relacionados con su actividad profesional
pública. Aquí los empleados públicos se centran en cuestiones específicas ligadas
a su propio trabajo dentro de la entidad gubernamental en la que se desempeñan,
pero de una manera individual, sin que ello refleje necesariamente la opinión de
aquélla.
Las dos fórmulas mencionadas operan ya en las redes sociales digitales, con
ejemplos variados que demuestran algunas de las posibilidades de esta nueva
vertiente de las administraciones públicas. En el primer caso y dentro del ámbito
español, la mayoría de los ministerios cuenta con un espacio en Twitter, si bien el
número de seguidores en la mayoría de ellos no supera los pocos millares. Sólo
algunos ejemplos, como la Secretaría de Estado de Comunicación
@desdelamoncloa (casi 200.000 en junio de 2012) y el Cuerpo Nacional de
Policía @policia (con casi 200.000 en junio de 2012) pueden plantearse como
modelos con un nivel de seguimiento elevado y una masa crítica emergente.
En el segundo caso, también nos encontramos con propuestas de interés.
Diversos empleados públicos utilizan las redes sociales digitales para promover
su actividad profesional individual, pero sin que sus comentarios y acciones se
identifiquen, en principio, con la entidad pública en la que llevan a cabo su
trabajo. A modo de ejemplo, varios directivos y empleados públicos de la
administración autonómica vasca (@alorza; @balapiaka; @Maripuchi;
@Nagodelos) promueven una intensa actividad dentro de las redes sociales
digitales (singularmente, a través de Twitter), con una comunidad de prácticas y
conocimiento que alcanza a varios miles de seguidores. Si bien las interacciones

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todavía no son masivas (sin posibilidad de comparación con la de un político
como el Lehendakari @patxilopez, con varias decenas de miles de seguidores en
Twitter), esta modalidad de presencia en las redes sociales digitales puede tener
un impacto más importante que el supuesto anterior, en la medida que estos
actores interaccionan eludiendo filtros organizativos o de los medios de
comunicación tradicionales.

4.2. Principales usos de las redes sociales digitales en el sector


público
Teniendo en cuenta lo anterior, habría que preguntarse si todas las redes
sociales se están utilizando con la misma intensidad y si todas ellas se están
orientando a lograr los mismos tipos de fines. En este sentido, los estudios
recientes que se han realizado sobre la materia vienen a señalar diferentes tipos
de plataformas que están siendo utilizadas bajo la rúbrica digital social media o
redes sociales digitales (Bonsón et al., 2012; Chun et al., 2010; Dixon, 2010).
Aquí se pueden mencionar los blogs o los wikis; las redes sociales digitales
orientadas al broadcasting (YouTube), a las relaciones sociales (Facebook), las
relaciones profesiones (LinkedIn), etc.; finalmente, teniendo en cuenta su carácter
híbrido y la difusión alcanzada en el sector público, se debe incorporar de una
manera singularizada en este recuento a Twitter. Todas ellas componen una parte
cada vez más importante del panorama administrativo en internet.
Blogs. El blog es un sitio web periódicamente actualizado, que recopila
cronológicamente textos o artículos, de uno o varios autores, donde el más
reciente aparece en primer lugar3. Desde una perspectiva práctica, a la manera de
las páginas web convencionales, los blogs se alojan en servidores, se ven a
través de navegadores y se acceden mediante direcciones URL (Criado y
Martínez-Fuentes, 2009). Los blogs se actualizan de manera periódica, de manera
que los posts o entradas del autor se acompañan de la fecha y hora de publicación
y se presentan cronológicamente, siendo el más reciente el primero en
visualizarse. Su control editorial depende exclusivamente de la voluntad del
autor. Su mantenimiento corre a cuenta de herramientas gratuitas que permiten, sin
necesidad de elevados conocimientos técnicos, administrar, coordinar, borrar o
reescribir los artículos, moderar los comentarios de los lectores, etc.
Teniendo en cuenta lo anterior, las administraciones públicas están usando
intensamente los blogs. A modo de ejemplo, el Gobierno de Estados Unidos está
desarrollando diferentes blogs en distintas áreas de actividad (ver:

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http://www.usa.gov/Topics/Reference-Shelf/News/blog.shtml). De forma
concreta, existe un blog general de la administración estadounidense en el que
empleados públicos del gobierno federal incorporan entradas en las que
desarrollan informaciones sobre diferentes aspectos de interés para la ciudadanía,
utilizando para ello un lenguaje sencillo, concreto y lejos de la terminología legal
habitual en las relaciones con las organizaciones públicas.
En el caso español, estas herramientas también están siendo utilizadas de
manera cada vez más intensa. Aquí resulta interesante identificar la experiencia
de diferentes empleados públicos que han desarrollado blogs de manera
individual, en la mayoría de los casos, al margen de la voluntad de las
administraciones públicas para las que se desempeñan. A modo de ejemplo, el
blog Administraciones en red (http://eadmin.blogspot.com/) nació en octubre de
2005 de la mano de Alberto Ortiz de Zárate e Iñaki Ortiz, dos empleados públicos
del gobierno vasco que trabajaban entonces en el área de Modernización de la
Administración4. Su fin consistía en intercambiar ideas, experiencias y
conocimiento en torno a la mejora del funcionamiento de las administraciones
públicas y el trabajo en red. El blog se convirtió en una referencia para los
empleados públicos españoles, así como otras personas interesadas en la
modernización, de forma que sus textos y reflexiones sobre la mejora de las
administraciones públicas han ido facilitando que se puedan ir construyendo
colaborativamente nuevas ideas, enfoques y ecuaciones para facilitar a las
instituciones públicas ser más innovadoras y trabajar en red.
Wikis. Un wiki es un aplicación web que permite editar colaborativamente y de
una manera sencilla páginas web, de forma que varias personas sin conocimientos
técnicos puedan cooperar en la elaboración de un mismo texto dentro de una
página web. Cuando alguien edita una página wiki, sus cambios aparecen
inmediatamente en la web, sin pasar por ningún tipo de revisión previa. Desde el
punto de vista funcional, un wiki puede tomar la metáfora de una enciclopedia o
un manual (Ramilo et al., 2006). La utilización de un wiki cobra sentido en el
momento en el que un grupo de personas requiere trabajar sobre un mismo
documento. Las aplicaciones de un wiki suponen la creación de documentación
para un software, la elaboración de una enciclopedia completa, hasta que un
grupo de estudiantes desarrollen conjuntamente sus apuntes y casos sobre una
asignatura.
Los wikis son esencialmente una herramienta y una filosofía de trabajo que
puede ser incorporada a múltiples sectores distintos de políticas públicas. Las

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áreas en las que las administraciones públicas pueden utilizar estas plataformas
pueden ir desde la salud, como es el caso de Fluwiki
(http://www.newfluwiki2.com/), un wiki que recopila información sobre la gripe
aviar; pasando por otros casos como la gestión de aguas y la compartición de
recursos dentro de ese ámbito, como demuestra el Watershed Central Wiki
(http://water.epa.gov/type/watersheds/datait/watershedcentral/index.cfm), u otros
como Better Buy Wiki (https://betterbuy.fas.gsa.gov/index.php/Main_Page), un
wiki orientado a contrastar cómo se puede usar la colaboración y las redes
sociales para hacer los procesos de compras públicas más efectivos y eficientes
dentro del gobierno federal estadounidense.
El concepto colaborativo que se encuentra detrás de los wikis debería
impregnar la utilización del conjunto de redes sociales digitales, si bien esto es
algo que se encuentra todavía en construcción. Mergel (2011) ha apuntado el
potencial de los wikis de las administraciones públicas en torno a varios
aspectos, no sólo como herramientas para generar entornos de creación abierta de
contenidos, sino también como sistemas de gestión del conocimiento dentro de
intranets corporativas. En ese sentido, la capacidad de los wikis también está
ligada a la integración con otro tipo de herramientas colaborativas y redes
sociales que facilitan que los contenidos creados colectivamente se puedan
actualizar de una manera rápida, así como subsanar de una forma precisa.
Redes orientadas al broadcasting o las relaciones profesionales. Esta
categoría engloba diferentes plataformas digitales que se están difundiendo de una
forma creciente y rápida dentro de las administraciones públicas. Dentro de este
grupo destacan, en primer lugar, aquellas orientadas al broadcasting, que pueden
utilizarse por las administraciones públicas para distribuir documentos (DocStoc,
GoogleDocs, etc.), presentaciones (SlideShare), fotografías (Flickr, Instagram,
etc.), o vídeos (YouTube), o bien pueden ser utilizadas por los ciudadanos para
integrar sus propias aportaciones o conocimientos dentro de una plataforma
facilitada por una entidad pública. En este tipo de plataformas no sólo se permite
la publicación, sino que los usuarios pueden incluir sus valoraciones y opiniones,
así como etiquetar los contenidos, de manera que no sólo se facilita su acceso,
sino también su discriminación en función de la autoridad o reputación de sus
autores dentro de la comunidad de usuarios.
Dentro de este grupo, YouTube es la plataforma que probablemente ha adquirido
una mayor relevancia. YouTube permite el acceso a vídeos de las
administraciones públicas, que los pueden publicar con un coste relativamente

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pequeño, al mismo tiempo que su acceso se convierte en algo potencialmente
global. En este sentido, una experiencia de interés se refiere al canal de la
Secretaría de Estado de Cultura (http://www.youtube.com/user/canalmcu),
dentro del cual ese organismo dependiente del Ministerio de Educación, Cultura
y Deporte oferta una cantidad notable de vídeos relacionados con la promoción
de los museos, archivos, bibliotecas y arte españoles, o bien el caso de las
televisiones públicas, siendo el canal en YouTube de Radio Televisión Española
(http://www.youtube.com/user/rtve) uno de los más exitosos en el ámbito
hispanohablante. En este caso se puede lograr la difusión de los contenidos de la
cadena de una manera mucho más económica, facilitando el acceso a los
potenciales televidentes e incrementando su número.
De una manera todavía incipiente, las administraciones públicas también están
incorporando las redes sociales digitales en el ámbito de las relaciones
profesionales. LinkedIn es una de las herramientas más extendidas dentro de las
administraciones públicas, así como por los propios empleados públicos. Por un
lado, aquellas administraciones públicas que cuentan con un sistema abierto de
gestión de su capital humano, pueden usar este tipo de red social de cara a
localizar los mejores candidatos para los puestos a cubrir, utilizando para ello
unos recursos relativamente limitados y obteniendo, de entrada, una mayor
cantidad de información. Al mismo tiempo, los empleados públicos pueden
ofrecer sus servicios de una manera más directa y eficaz, permaneciendo en
contacto con otros empleados públicos o profesionales a través de los grupos
creados para promover el conocimiento sobre áreas específicas de actividad.
Facebook. Las redes sociales digitales orientadas a las relaciones personales
son también otro de los ámbitos explorados por las administraciones públicas.
Diversas agencias han desarrollado perfiles dentro de esta red social, sin
embargo, como ha puesto de manifiesto un estudio reciente sobre los municipios
de mayor tamaño en Europa (Bonsón et al., 2012), ésta es una de las redes
sociales digitales que goza de un menor nivel de difusión. En todo caso,
Facebook es una red social que se adentra en la dimensión más personal, de
manera que está centrada en ofrecer mensajes con un carácter más próximo a la
ciudadanía, así como integrar de una manera muy sencilla diferentes tipos de
contenidos dentro de una misma plataforma. En este caso, también es importante
la posibilidad de que las administraciones públicas disponen para medir el
seguimiento de las iniciativas dentro de Facebook, no sólo a través de los me
gusta de los usuarios, sino también mediante las respuestas y comentarios que
obtiene cada uno de los contenidos que incorpora la organización.

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Los usos de Facebook por parte de las administraciones públicas están
claramente orientados hacia la proyección de una imagen comunicativa, más que a
la generación de una red de participación y colaboración. No es casualidad que
aquellas administraciones públicas con un mayor número de seguidores o el tipo
de contenidos más presente en Facebook se encuentren relacionados con áreas de
políticas públicas como la turística. El caso de SeeSpain
(http://www.facebook.com/SeeSpain) realiza una labor de difusión de los
potenciales destinos turísticos del país. En este caso, una de las funcionalidades
más relevantes es la petición que se realiza a los visitantes de otros países para
que suban sus contenidos a la plataforma, de manera que expliquen su experiencia
en España de una manera personalizada, incrementando con ello el carácter
participativo de este medio.
Twitter. Probablemente, Twitter sea la red social digital con un nivel de
difusión más alto dentro de las administraciones públicas, al menos, en el
momento de escribirse el presente trabajo (junio de 2012). Twitter es una
plataforma de microblogging que permite a sus usuarios escribir entradas de
menos de 140 caracteres. Se trata de una red social digital híbrida que se utiliza
tanto para desarrollar una dimensión personal, como para consolidar una vertiente
de carácter más profesional. Esta red social permite enviar mensajes instantáneos
a la ciudadanía de cara a anunciar eventos, gozar del potencial de viralidad de los
mensajes emitidos, así como recibir una retroalimentación casi inmediata acerca
de las propuestas, mensajes, promesas o anuncios realizados. Además, Twitter
permite monitorizar no sólo a quién se sigue, sino también los seguidores, así
como analizar dicha información para conocer las redes de actores con los que se
tiene relación a través de este medio, junto con otro tipo de aplicaciones algo más
complejas en relación a las conversaciones, los retuits a mensajes emitidos, así
como otros aspectos de interés para los gestores públicos.
Tal y como está sucediendo en otros ámbitos políticos (campañas electorales,
parlamentos, partidos políticos, etc.), Twitter se está difundiendo de una manera
muy rápida dentro de las administraciones públicas, en diferentes sectores de
políticas públicas y atendiendo finalidades variadas. Ya se ha mencionado el caso
de éxito de la Policía Nacional (@policia), que es una de las administraciones
públicas españolas con mayor número de seguidores dentro de esta red social
digital. De hecho, este caso es paradigmático de la difusión de esta plataforma
dentro del ámbito de la seguridad y el sector de las emergencias públicas,
ámbitos donde su valor añadido es elevado al facilitar la emisión instantánea de

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mensajes de una manera directa a un volumen relativamente elevado de usuarios.
Diversos cuerpos policiales españoles, así como los servicios de emergencias
autonómicos, están desarrollando con cierto éxito este tipo de herramienta,
logrando al mismo tiempo un nivel de seguimiento entre la ciudadanía muy
apreciable.
En suma, lo anterior es una aproximación a cómo las administraciones públicas
están utilizando las redes sociales digitales en el momento presente, sin que
dispongamos todavía de mayor evidencia empírica. En efecto, las redes sociales
digitales ofrecen la oportunidad para generar una nueva agenda de investigación
en torno a su uso y difusión dentro de las administraciones públicas. Uno de los
aspectos de interés se refiere a su gestión dentro de estas. En este sentido, parece
que las administraciones públicas todavía no han incorporado esta vertiente entre
sus áreas de prioridad. De hecho, se mantiene como una función periférica dentro
de los gabinetes o departamentos de comunicación, sin siquiera plantearse en
muchos casos una política o estrategia de implantación y desarrollo. De manera
complementaria, sólo de forma incipiente se están incorporando perfiles
profesionales adecuados para el aprovechamiento de todas las oportunidades que
brindan las redes sociales digitales. La incorporación de community managers o
especialistas en redes sociales digitales es todavía muy escasa en las
administraciones públicas y no se ha planteado todavía como un aspecto
estratégico dentro de la gestión del capital humano en el sector público.
Adicionalmente, sería importante conocer algo más sobre las redes de usuarios
que interaccionan con las administraciones públicas a través de estos medios. De
la misma forma, se adolece de falta de análisis sobre los contenidos que se van
generando en las redes sociales que lideran las administraciones públicas. No
sólo qué dicen éstas, cómo y porqué lo dicen, sino cómo se moldean esos
contenidos por la ciudadanía, se convierten también en ámbitos de necesario
interés para los estudiosos de las redes sociales digitales dentro del sector
público.
3 En concreto, la autoría del término se suele conceder al estadounidense Jorn Barrer, quien lo acuñó hacia
finales de 1997 para referirse a su sitio Robot Wisdom, usando la fusión de web y el término inglés log,
registro/cuaderno de bitácora (Cerezo, 2005).
4 En el momento de escribirse este capítulo, ambos se desempeñan en puestos directivos del Gobierno Vasco,
uno como director general de Atención Ciudadana y otro como director general de Innovación y
Administración Electrónica.

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5. BALANCE Y PERSPECTIVAS DE FUTURO
Ya se ha mencionado que la relativa novedad de las experiencias descritas no
permite hacer una evaluación en profundidad de su alcance, pero sí ofrece la
oportunidad de plantear algunas ideas sobre el significado que el
redescubrimiento del open government y la implantación de las redes sociales
digitales pueden tener, y de hecho ya están teniendo en cierta forma, dentro del
sector público. De entrada, estos fenómenos no son algo pasajero, sino que han
venido para quedarse, lo que implica la necesidad de atenderlos adecuadamente
en términos estratégicos. En este sentido, tanto los requerimientos del open
government, como las redes sociales digitales todavía tienen un impacto limitado
en la vertiente interna de las administraciones públicas. Sin embargo, las
potenciales transformaciones, precisamente, derivarán del entorno y de cómo sean
capaces de integrar los insumos externos en el núcleo de sus actividades.
Por otro lado, no cabe duda de que el fenómeno del open government y las
redes sociales digitales en el sector público alcanzan a un porcentaje todavía
limitado de la población. Como en otros ámbitos relacionados con internet, las
administraciones públicas deben, no solo promover el acceso al mayor número
posible de ciudadanos, sino también ser conscientes de que la interacción que
pueden llevar a cabo en la actualidad se reduce a tipologías o perfiles
específicos. En positivo, este tipo de instrumentos puede facilitar la interacción
con grupos sociales que tradicionalmente son reticentes al contacto con las
entidades públicas de cualquier país, sobre todo, los más jóvenes, pero también
otros, como extranjeros no residentes o emigrantes residentes en otros países. En
este sentido, una de las potencialidades para la difusión de este tipo de
experiencias reside en que su éxito depende de usuarios especialmente activos en
Internet y las redes sociales, capaces de generar una difusión muy rápida de las
iniciativas implantadas.
Junto a lo anterior, no cabe duda de que la nueva filosofía abierta y la web 2.0
están generando una nueva manera de interacción entre la ciudadanía y las
administraciones públicas. Las entidades de gobierno se deben acostumbrar a un
entorno en que la información y el conocimiento son también creados por las
personas fuera de las fronteras de la organización, a través de medios
colaborativos. Por tanto, las redes sociales digitales no son meros medios de
comunicación, sino que se convierten en mecanismos orientados a la integración
de los ciudadanos en las actividades de las instancias públicas, por ejemplo,

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mediante la coproducción de servicios públicos o la coparticipación en el diseño
de las políticas públicas, en línea con términos como crowdsourcing,
collaborative wisdom, etc. Lo anterior nos adentra en una nueva manera de
entender lo público, con una ciudadanía con mayores recursos para dinamizar
propuestas e intercambiar con las administraciones públicas, así como sus
directivos y personal. Esto se encuentra íntimamente relacionado con la difusión
de una cultura administrativa orientada hacia la apertura y la compartición de
responsabilidades con la ciudadanía, muy en línea con los preceptos normativos
del open government.
Así las cosas, a pesar de que el open government y las redes sociales plantean
un nuevo escenario para el sector público, no está claro que las administraciones
sean conscientes todavía de los retos derivados de su implantación. A modo de
ejemplo, en el caso español, algunas administraciones como la catalana y vasca a
nivel autonómico han desarrollado documentos, donde se establecen algunas
pautas de uso y comportamiento dentro de las redes sociales digitales (Generalitat
de Cataluña, 2012; Gobierno Vasco, 2011). Sin embargo, quedan lejos de
verdaderas políticas integrales que, al menos, deberían adoptar decisiones sobre
los siguientes elementos dentro de entornos públicos: cómo se pauta el acceso de
los empleados públicos; cómo se desarrolla la gestión de las redes sociales
digitales; cuáles son los usos aceptables por parte de los empleados públicos; qué
contenidos introducir; qué niveles de seguridad establecer; qué aspectos legales
considerar; y, por supuesto, qué comportamientos de los ciudadanos permitir y
promocionar.
En el caso del open government tampoco se han planteado estrategias integrales
que afecten al conjunto del sector público de un país, una región o una ciudad. En
realidad, actuaciones como IREKIA son el fruto de emprendedores políticos,
dentro de la administración correspondiente, que tienen la capacidad de alcanzar
a una parte limitada de la actividad de gobierno y administración dentro de la
jurisdicción en la que operan. En este sentido, resulta todavía muy complejo para
las administraciones públicas dar el salto de una política de apertura de datos
públicos a un verdadero cambio cultural orientado a comprometer a toda la
administración a cumplir en todas sus actuaciones los principios de transparencia,
colaboración y participación, con el apoyo de las nuevas herramientas de la web
2.0, que se encuentran detrás del reciente redescubrimiento del open government.
En conclusión, los dos ámbitos analizados en este trabajo (open government y
redes sociales digitales) abren una nueva oportunidad a los gobiernos y

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administraciones públicas para generar innovaciones de calado en la manera de
concebir el funcionamiento del sector público, así como su relación con la
ciudadanía. El hecho de que las administraciones públicas sean intensivas en
datos e información facilita que se conviertan en escenarios naturales en los que
llevar a efecto las potencialidades contenidas en las herramientas de la web 2.0.
Al mismo tiempo, la propia esencia del sector público ejerce de incentivo para
convertir a los ciudadanos en sus auténticos propietarios, más allá de la retórica
tradicional, en la medida que su colaboración y participación son activos
altamente valiosos. En otras palabras, sólo empezaremos a identificar
innovaciones de interés en el ámbito público ligadas al open government y las
redes sociales digitales, cuando las administraciones perciban que la
colaboración y participación de los ciudadanos es esencial de cara a perfeccionar
sus políticas y servicios públicos.

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Capítulo 3
Riesgos y potencialidades de las TICs en los
procesos políticos locales. (A propósito de la
consulta sobre la reforma de la Avenida
Diagonal de Barcelona)
JOSEP MARIA RENIU VILAMALA
Universitat de Barcelona
jreniu@ub.edu
http://www.ub.edu/grepa/JMReniu.htm
@jmreniu

“La actividad política tiene en estos momentos déficits importantes de seducción de sectores
importantes de la población [...] Entiendo que no tiene sentido y que sería contrario para la política, el
hecho de mantenerse fuerte en unas tradiciones, por más ritualizadas que sean, como es ir al colegio
electoral y votar —que estoy de acuerdo que tiene un valor ritual importante—, y no adoptar mecanismos
que la sociedad está adoptando de manera creciente en multitud de otras actividades —comerciales,
culturales, lúdicas, informativas, educativas...—. La política, los comportamientos y las formas de
participación política deben evolucionar igual que evolucionan otros tipos de comportamientos de la
sociedad.” (Jordi Sánchez: La votació electrònica: un debat necessari. Barcelona, Fundació Jaume Bofill,
2000. Página 27).

¿Innovar o “maquillar”? La incorporación de las TICs a los procesos


políticos. Casi con toda seguridad podríamos afirmar que una de las cuestiones
sobre las que existiría un cierto acuerdo generalizado respecto de las
características del proceso de implementación de las TICs entre analistas y
responsables de las administraciones públicas es precisamente la disparidad de
criterios existentes para su evaluación. En este sentido, asumiendo el riesgo de
simplificar en demasía el análisis, nos hallaríamos frente a dos grandes
estrategias: por un lado la búsqueda de la innovación como estandarte de un
supuesto proceso de modernización político-administrativa y, por el otro, la
simple incorporación de herramientas o soluciones tecnológicas a prácticas
tradicionales. Esto es, maquillar un proceso existente a fin de cuentas. En este
sentido no estaríamos haciendo referencia a los habituales procesos de
benchmarking, que permiten conocer nuevas soluciones y adaptarlas a la propia
realidad, sino que más concretamente pretendemos hacer especial hincapié en las
diferencias existentes entre aquellas concepciones de las TICs como oportunidad

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y aquellas que únicamente se suman a la moda del momento. Por poner un
ejemplo, tras la (no tan) reciente experiencia electoral norteamericana la práctica
totalidad de los partidos políticos (y también los mismos políticos) en el mundo
han descubierto el potencial de las TICs, lanzándose a su utilización como
mecanismos recaudadores de donaciones, la apertura de blogs de diseño o una
inusitada competición por sumar “amigos” y/o “seguidores” en las redes sociales
como Facebook o Twitter.
Pues bien, ¿cuál debiera ser el planteamiento correcto para la incorporación de
las TICs a los procesos políticos? Habitualmente se describe este proceso
mediante el recurso analítico a diferentes modelos de etapas o fases,
compartiendo casi todos ellos su excesiva tecnificación. Así, frente al
generalizado desconocimiento técnico de los responsables políticos y
administrativos aparece como más útil acercarse al dicho proceso a partir de las
actividades y de los condicionantes organizativos que deberán guiar la
introducción de las TICs a los diferentes procesos políticos y más especialmente
en el entorno de los procesos electorales.
Desde esta óptica, la fase o etapa inicial se caracteriza por centrarse en la
información, esto es, el objetivo central es poner a disposición del ciudadano
ingentes volúmenes de información en línea para su consulta y difusión. Ello ha
llevado a “volcar” en la red todas las informaciones relacionadas con la
prestación de los servicios por parte de las administraciones públicas, a menudo
sin una labor previa de filtrado de la información mediante la aplicación de
criterios para la segmentación de dichos contenidos. Como bien puede colegirse,
generalmente el resultado ha sido la generación de un efecto de desinformación en
el ciudadano, unido a carencias en la usabilidad y accesibilidad de buena parte de
este tipo de sitios web.
Si bien esta primera etapa se asume habitualmente como superada con excesiva
ligereza, el siguiente paso debiera ser la automatización de los procedimientos y
servicios existentes. Es decir, la mejora de la efectividad de los procedimientos
de prestación de servicios a los ciudadanos mediante la introducción de
soluciones y aplicativos para la asistencia a los mismos. Los ejemplos de los
tradicionales “call-centers” o de los sistemas de asistencia en línea a través de
los “chat” o de los servicios de telefonía por Internet (VoIP) por un lado así como
la apertura de procesos de tramitación en línea (e-tramitación) son ejemplos de
prácticas generalizadas.
Este escenario, que supone ya un salto cualitativo significativo nos plantea uno

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de los grandes retos, tanto por lo dificultoso del mismo como por el abandono que
sufre. Éste no es otro que la necesidad de enfrentarnos a una labor de reingeniería
de procesos, esto es, una labor de remodelación de los procedimientos político-
administrativos. Reto éste a superar mediante la integración de diferentes
departamentos de las administraciones públicas y, muy especialmente, la
redefinición de los procesos desde una doble óptica: del ciudadano y del uso
eficiente de las TICs. Y es precisamente en esta tercera fase o etapa donde nos
encontramos con la decisión estratégica a la que nos referíamos al empezar:
¿innovar o maquillar? En otras palabras, se pone sobre la mesa del responsable
político la decisión de responder a los viejos retos llevando a cabo nuevas
actuaciones analizando la información disponible mediante los nuevos canales
tecnológicos para así crear conocimiento o, por lo contrario, mantener las mismas
dinámicas procedimentales incorporando únicamente las TICs para satisfacción
de las memorias de actividades o para el recuento estadístico.
Y es aquí donde, precisamente, nos enfrentamos con un escollo de difícil
solución. Nos parece obvio que estas fases implican la plena asunción que la
introducción de las TICs en el ámbito de los procesos políticos —y muy
especialmente en el caso de los procesos electorales— debe ir más allá de un
simple proceso de maquillaje tecnológico. Es decir, de manera demasiado
generalizada la introducción de las TICs en los procesos políticos y
administrativos termina convirtiéndose en algo similar a una moda pasajera, sin
voluntad real de permanencia. En buena medida esta decisión está condicionada
por el hecho que el contexto político-institucional actual en el que operan las
administraciones públicas (la sociedad del conocimiento) es altamente similar a
las bases estructurales tradicionales propias de la sociedad industrial. Las
estructuras formales de la política no se han acomodado aún al nuevo entorno
tecnológico y es precisamente esta razón la que explica uno de los principales
motivos que la actividad política presente dificultades para gestionar y
representar adecuadamente las demandas de los ciudadanos. Las tensiones
aparecen en el momento en que los procesos políticos, a diferencia del resto de
sectores de la actividad social, no evolucionan al mismo ritmo en la
transformación de dichas estructuras institucionales. Aunque actualmente es cada
vez más habitual el uso de las TICs en los ámbitos de la cultura, el ocio, las
finanzas, la educación, las relaciones interpersonales, la información, etc.… las
prácticas políticas aún se encuentran ancladas en el principio “ex situ” de la
representación política, basadas en la pasividad y reactividad de la participación
política. Por contra el nuevo entorno político que se vislumbra a partir de las

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TICs se caracteriza por una participación “in situ”, construida con los ladrillos de
la pro-actividad y la interacción, persiguiendo la generación de efectos directos e
inmediatos sobre la realidad.
No obstante, es pertinente destacar que la demandada innovación tecnológica no
puede plantearse como un factor intrínsecamente positivo, sino más bien como un
factor que únicamente aportará valor añadido si se utiliza de manera funcional en
un contexto igualmente innovador. En otras palabras, el proceso de introducción
de las TICs debe partir del hecho de que éstas son herramientas para alcanzar
determinados objetivos, y en ningún caso los objetivos en sí mismos.
Se configuran así dos grandes problemáticas a las que aún no tenemos, como
sociedad, respuestas satisfactorias. Por un lado la ya mencionada tensión entre la
sociedad de la información y las “viejas” estructuras sociales, puesto que la
aparición de un nuevo modelo de sociedad del conocimiento requiere también de
nuevos modelos de organización político-institucional. Es decir, la utilización del
entramado político-organizativo tradicional fundado casi en exclusiva sobre la
base de la relación de representación política entra en tensión frente a la
capacidad —cada vez más creciente— de los ciudadanos de erigirse en los
principales actores de la arena pública. En este sentido la explotación de las
potencialidades de las tecnologías de la denominada web 2.0 (wikis, Twitter,
blogs, Facebook, etc.…) consiguen condicionar la agenda política esencialmente
gracias a su inmediatez y a la interacción social en la que se basan. Los efectos de
estas acciones, pensadas y ejecutadas desde y en la red, no sólo deben evaluarse
según su éxito o fracaso sino que lo deben ser en tanto que acciones efectivamente
innovadoras o bien como simples adaptaciones o maquillajes de viejas prácticas
sin ningún valor añadido.
La segunda problemática va más allá de las medidas a adoptar a corto plazo (y
de nuestro interés aquí) puesto que se centra en la necesidad de superar el actual
modelo de la democracia representativa para consolidar y generalizar las
prácticas de democracia participativa fundadas sobre el uso intensivo y extensivo
de las TICs. En el fondo, la situación en la que nos hallamos adquiere
características ciertamente paradójicas, puesto que en esencia estamos tratando
de superar los viejos retos aún vigentes de la gobernanza depositando todas
nuestras esperanzas en el uso de nuevas herramientas tecnológicas. De cualquier
forma, y común a ambas problemáticas, las dificultades a las que todas las
sociedades deben enfrentarse para una exitosa implementación de las TICs en los
procesos políticos aparecen con fuerza. El centro de las preocupaciones lo ocupa

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de manera obvia, la posibilidad (o evidencia, desafortunadamente) de la
exclusión social, que sobrevuela sobre cualquiera de las estrategias de
implementación de las TICs.
Cuadro nº 1. Análisis DAFO de la implementación del voto electrónico
Necesidad de adquisición de
competencias específicas Brecha digital/Exclusión social (colectivos
Debilidades (alfabetización digital) Amenazas especialmente sensibles: gente mayor y
+ despliegue tecnológico población con escasos recursos)
(inversión en infraestructuras)
Colectivos sociales potencialmente
favorables mejora de la gobernanza +
Fortalezas Oportunidades
(alta familiaridad para la población modernización de la Administración
juvenil)

A partir del escenario descrito (cuadro nº 1) los objetivos a perseguir se


vehiculan en tres grandes ámbitos: a) la mejora de la gobernanza, abriendo
nuevos canales a la participación de los ciudadanos en el diseño de las políticas
públicas que les habrán de afectar; b) la mejora de la calidad en la prestación de
servicios públicos y, c) las medidas encaminadas a facilitar el acceso, la
interacción, la transacción y la prestación de servicios de la administración
pública a través de medios telemáticos.
Así las cosas ¿qué debemos tener en cuenta? Por un lado aparece como
imperativo el hecho que dicho proceso de introducción de las TICs no se
convierta en un proceso excluyente para una parte significativa de la población,
sino que tenga como principal objetivo la (e)inclusión de todos los ciudadanos.
Para lograrla las TICs deben entenderse como mecanismos complementarios para
la apertura de nuevos canales para la participación de los ciudadanos, la gestión
de los asuntos públicos y la optimización de los recursos públicos. En este
sentido cada vez son más las voces que apuntan la necesidad de ir más allá del
uso de internet como el principal canal entre las administraciones públicas —
entendidas como gran gobierno— y los ciudadanos (Government to Citizen -
G2C).
Centrándonos en el ámbito de la participación política, es evidente que uno de
los temas recurrentes en las democracias consolidadas es la necesidad de abordar
el debate sobre la introducción de mecanismos de democracia participativa. Se
dirá, ciertamente con parte de razón, que el funcionamiento de la democracia
representativa precisa de elementos correctores en los que los ciudadanos puedan
expresar sus opiniones, sus proyectos y también decidir sobre aspectos puntuales,

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más allá de la cita periódica con las urnas. Este escenario cobra especial
relevancia al considerar dos variables: por un lado centrar nuestra unidad de
análisis en lo local, donde cada uno de nosotros tenemos una percepción directa e
inmediata de los problemas, las necesidades y las prioridades reales de las
decisiones a tomar y de las políticas a impulsar. Por otro lado la expansión de las
TICs a los ámbitos de lo político se convierte en el gran argumento para reclamar
esa mayor participación, tomando como ejemplo sus enormes potencialidades. En
este sentido es absolutamente indispensable tener muy claro que, al plantearnos
estos retos, las TICs no son más que un instrumento. Dicha exigencia se inicia en
la constatación de que a menudo parte de la clase política —y de los mismos
ciudadanos— genera expectativas desmesuradas sobre el uso de las mismas,
perfilando un entorno idílico donde sólo con un click cada uno de nosotros
decidirá diariamente sobre todas las cuestiones objeto de nuestro interés,
revolucionando completamente los mecanismos existentes para el gobierno de la
cosa pública. Nada más alejado de la realidad, puesto que ni las TICs crean per
se espacios de participación, ni son garantía alguna de una mejor participación
(tanto cuantitativa como cualitativamente) ni, por supuesto, subvierten el proceso
democrático de gobierno.
Es por ello que cualquier proceso de implementación de las TICs en el ámbito
de la participación política deba tener como preludio el análisis de la necesidad
real de crear dichos espacios de participación junto con la inexcusable referencia
a los objetivos que se persiguen. Aunque la receta es compleja, las diferentes
experiencias parecen indicar que el éxito de las de este tipo se deberá en gran
medida a la combinación de los siguientes elementos: a) una delimitación
concreta y precisa del objeto que motiva la adopción de las TICs; b) la
generación de un amplio consenso social y político sobre el mismo; c) la elección
de un mecanismo o plataforma tecnológica con cualidades inclusivas o que, en su
defecto, contemple diferentes canales de participación.
Además, y aunque parezca un argumento obvio y simplista, debe tenerse muy
presente que a participar se aprende participando, con lo que la decisión política
de introducir novedades tecnológicas deberá considerarse como un proceso de
aprendizaje, en el que los mejores resultados aparecerán en el medio y largo
plazo. Esto es especialmente cierto cuando consideramos que el comportamiento
participativo no depende, única y exclusivamente, de la apertura de dichos
espacios ni de la plataforma tecnológica empleada. Así la utilización de las TICs
puede y debe ser una excelente oportunidad para incentivar la participación de
los ciudadanos, ofreciéndoles incluso la posibilidad adicional de expresar sus

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opiniones, sugerencias y críticas, así como también tomar decisiones sobre
aspectos puntuales pero de especial relevancia en su entorno.
En este sentido, uno de los principales peligros es el derivado del diseño de
estrategias políticas pensadas única y exclusivamente para su desarrollo en un
entorno virtual. Quizás como muestra de la excelencia tecnológica o quizás como
recurso político propagandístico, lo cierto es que en algunos casos la migración
total a contextos virtuales ha supuesto que una parte significativa de la población
a quien iba destinada la propuesta no haya podido acceder. Se señaló antes la
necesidad de desplegar procesos inclusivos, esto es, que permitan que todos los
colectivos puedan acceder y tomar parte en los mismos, independientemente de
sus conocimientos o capacidades tecnológicas. Ello puede lograrse a través de la
combinación de diferentes estrategias. En primer lugar resulta especialmente útil
el considerar la implementación gradual de las soluciones tecnológicas, de forma
que éstas coexistan con los mecanismos tradicionales en nuestro caso concreto
para la expresión directa de la voluntad del ciudadano mediante el voto. Y en
segundo lugar, debe considerarse la utilización de diferentes plataformas
tecnológicas para la participación, puesto que las TICs no sólo son internet sino
que como se ha señalado contamos con una herramienta con mayor penetración
ciudadana: la telefonía móvil.
En cualquier caso, si nos centramos en el análisis de las potencialidades del
voto electrónico como ejemplo de implementación de una tecnología al ámbito
político, una de las principales constataciones desde una óptica sociopolítica es
la constatación de un cierto carácter de inevitabilidad. Como hemos apuntado
anteriormente, la expansión de las TICs a todos los ámbitos de la actividad
humana parece justificar la imperiosa necesidad de abarcar también al campo de
la política y, más concretamente, de los procesos electorales.

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1. GÉNESIS DE LA CONSULTA CIUDADANA
La avenida Diagonal de Barcelona es una de las principales arterias de la
ciudad que la cruza desde el este, iniciándose al lado del mar hasta el oeste en
diagonal, de ahí su nombre actual. Comprende en estos momentos tres tramos
diferenciados fruto de la evolución de la ciudad. Desde el este hasta la plaza de
las Glorias es de una relativamente reciente vertebración, esencialmente con
motivo de la celebración del Fórum Universal de las Culturas del año 2004.
Hasta entonces se caracterizaba por los restos de un tejido industrial
manufacturero, con presencia de naves industriales y almacenes. La reforma de
cara a los eventos de 2004 supuso la apertura al mar y su definición como
avenida propiamente dicha, de uso residencial y económico, concentrando las
nuevas actividades derivadas del asentamiento de la sociedad de la información,
a través de la cual discurre el tranvía, denominado en este espacio como
“Trambesòs”, que conecta las poblaciones de la cuenca del río Besòs, Sant Adrià
del Besòs y Badalona, con la ciudad. El tranvía llega hasta la plaza de las
Glorias, a partir de la cual se dirige hacia el sur, hasta el Parque de la Ciudadela.
La zona oeste de la Diagonal es fruto de la expansión de la ciudad a lo largo del
tiempo desde la plaza Francesc Macià hacia el oeste en la que coexisten zonas
residenciales, de actividad económica del sector de servicios y al final de la
avenida los campus universitarios, y supone una de las principales entradas y
salidas de vehículos de la ciudad, enlazando directamente con las autopistas hacia
Zaragoza y Levante. En la plaza Francesc Macià finaliza la línea oeste del
tranvía, que con el nombre de “Trambaix” comunica las principales poblaciones
del Baix Llobregat, Sant Feliu de Llobregat, Sant Just Desvern, Sant Joan Despí,
Esplugues de Llobregat y L’Hospitalet de Llobregat, con Barcelona. Queda así la
parte central y núcleo histórico de la Diagonal, comprendida entre las plazas de
Francesc Macià, al oeste, y Glorias, al este, con un componente mucho más
residencial y comercial que las otras dos secciones mencionadas, que soporta un
caudal importante de tráfico rodado.

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2. SÍNTESIS DEL PROCESO
El ayuntamiento de Barcelona, gobernado en minoría por el PSC en coalición
con ICV-EuiA aprobó en septiembre de 2008 una medida de gobierno para
impulsar la reforma de la avenida Diagonal de Barcelona, contemplando la
apertura de un proceso de participación ciudadana para su configuración. Aunque
en un principio no se previó esta posibilidad, a raíz de un ruego formulado por el
grupo municipal de ERC, que garantizaba la mayoría necesaria para aprobar la
remodelación se acordó que la reforma se sometería a una consulta ciudadana,
posibilidad recogida en el artículo 35 de la Carta Municipal de Barcelona y en
las Normas reguladoras de la participación ciudadana que la desarrollan.
En diciembre de 2008 se crea la oficina técnica de la Diagonal como
instrumento para la elaboración de las propuestas concretas de remodelación de
la avenida que surgieran de la segunda parte del proceso participativo: las
aportaciones ciudadanas. En enero de 2009, el consejo municipal aprueba una
segunda medida de gobierno que, para lo que aquí nos interesa, concreta el
proceso participativo, estructurándolo en cinco grandes fases:
1) Información y comunicación (febrero-abril 2009)
2) Aportaciones ciudadanas (mayo-julio 2009)
3) Devolución (septiembre-diciembre 2009)
4) Presentación y debate de las alternativas (enero-marzo 2010)
5) Consulta ciudadana (10-16 de mayo 2010)
La primera fase consistía en la difusión de la decisión de remodelar la
Diagonal; la segunda en la recepción de propuestas de los ciudadanos sobre qué
características preferían que reuniera la nueva avenida; la tercera era un campaña
de comunicación individualizada a todos los ciudadanos y entidades que hubieran
manifestado sus preferencias en la fase anterior; la cuarta correspondía a la
difusión y análisis de las dos propuestas que la oficina técnica de la Diagonal
elaboró en base a las aportaciones ciudadanas; la quinta era propiamente el
mecanismo de decisión, centrado en la votación realizada entre los días 10 y 15
de mayo.
Aparte de la oficina técnica de la Diagonal, el proceso de consulta fue
presidido por tres mecanismos básicos: las reuniones de coordinación de la
consulta de la Diagonal, el comité de coordinación de la consulta de la diagonal y
mesa de seguimiento y garantías. Las reuniones de coordinación se efectuaron con

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carácter mensual entre junio y septiembre del 2009, reuniendo una serie de
expertos municipales en los diferentes ámbitos de participación ciudadana,
sistemas de información, comunicación corporativa, coordinación territorial,
urbanismo y marketing. Su misión fue la de unificar criterios de actuación entre
todos los estamentos municipales implicados en la consulta.
El comité de coordinación fue creado a la última reunión de coordinación de la
consulta y como sucesor de esta, tomando un carácter técnico centrado en el
desarrollo propiamente dicho de la semana de consulta del mes de mayo,
analizando aspectos prácticos de desarrollo de la misma como la implementación
tecnológica, los puntos de consulta presencial, a los que posteriormente nos
referiremos, la formación del personal, logística y comunicación.
La seguridad técnico-jurídica del proceso correspondió a la mesa de
seguimiento y garantías de la consulta, que tenía como fundamento el velar por la
fiabilidad, transparencia y objetividad del proceso. Mesa integrada por una
composición marcadamente externa a los órganos municipales, con representantes
del Consejo de Ciutat, como máximo órgano representativo de la ciudadanía
según la estructura de participación del ayuntamiento, el Colegio de Notarios de
Barcelona, la Facultad de Informática de la Universitat Politècnica de Catalunya,
la Fundación Barcelona Digital, la Cámara Oficial de Comercio, la Sindicatura
de Agravios de Barcelona, el Parlamento de Cataluña y el Observatorio Voto
Electrónico, además de representantes de la secretaría general del ayuntamiento.
2.1. La web i.de.a. Diagonal
La expresión “i.de.a. Diagonal” representa las fases del proceso de reforma de
la avenida: “i”, de imagina; “de”, de decide; “a”, de aplica. Parece que, hoy por
hoy, la última fase sigue estando en suspenso. El ayuntamiento de Barcelona
combinó en todo el proceso los mecanismos tradicionales de comunicación con
las nuevas tecnologías, esencialmente internet. Así a los banderines, trípticos,
ediciones especiales de publicaciones municipales, anuncios y suplementos en
prensa y programas de televisión, hay que añadir la construcción y desarrollo de
una herramienta específica que fue la web i.de.a Diagonal, nacida con la
pretensión de aglutinar toda la información en formato digital del proceso. En este
sentido, y salvo la fase final de votación, el ayuntamiento optó, con buen criterio,
por una combinación de los mecanismos de comunicación tradicionales con las
posibilidades que ofrecen las TICs; no se limitó así el alcance informativo, sino
que se amplió a aquellos usuarios que por razones de preferencia u oportunidad
están más implicados en la difusión de la información por medios electrónicos.

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Se trató así de la propuesta más ambiciosa llevada a cabo por una administración
española para la utilización de las TICs en un proceso de toma de decisiones:
ambiciosa en un doble sentido, el de la población implicada (en principio todos
los ciudadanos empadronados en Barcelona) y el de su efectividad, dado que no
se trató de ninguna prueba piloto ni ensayo, sino de un proceso real de elección.

2.2. Primera fase: información y comunicación


Esta primera fase se llevó a cabo durante los meses de marzo y abril de 2009 y
tenía por objeto hacer llegar a la ciudadanía las características de la consulta, por
un lado, y ofrecer información sobre el estado actual y posibilidades de la
Diagonal, para que pudieran empezar a pensar cuáles eran sus preferencias en
relación a la remodelación. Las actuaciones se centraban, aparte de la difusión de
información por medios tradicionales, en las llamadas sesiones formativas
presenciales, abiertas al público en general y, por otro lado, orientadas a
colectivos específicos, como determinadas entidades, comerciales y personal
docente, en este último caso con la intención que este abriera debates a las
escuelas. Las sesiones formativas presenciales para ciudadanos en general
consistían en una sesión de cuatro horas durante un sábado por la mañana. En esta
fase la web i.de.a. Diagonal tuvo un papel de suministrador de información,
dando información general sobre el proceso y la situación actual de la Diagonal,
sin incluir herramientas que favorecieran el debate.
Tomando como referencia el rendimiento de la web, su evaluación pone de
manifiesto lo limitado de las entradas originales, 23 en casi 3 meses, sin la
existencia de enlaces significativos a otros lugares. Ello puede explicarse en
buena medida por el hecho de ser una fase en el que el diseño de las herramientas
comunicativas sigue los patrones de la Web 1.0, con funciones esencialmente
informativas, sin entrar por ello en las dinámicas 2.0
2.3. Segunda fase: aportaciones ciudadanas
Esta fase del proceso se articuló alrededor del denominado “boletín de
participación”, a fin de recabar la opinión de los ciudadanos individuales sobre
sus expectativas respecto de la reforma de la avenida. Los colectivos
representados en entidades o asociaciones concretas también podían manifestar
sus opiniones mediante este procedimiento o formulando recomendaciones en
escritos propios. Según datos del ayuntamiento de Barcelona 29.835 ciudadanos
utilizaron este canal de expresión.
Es importante destacar en este punto la diversidad de canales que se utilizaron

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en esta fase. Los boletines tomaban forma de tríptico, en el que figuraban nueve
preguntas y que fueron repartidos a todos los hogares de Barcelona, además de
estar disponibles en las oficinas de atención al ciudadano, en los equipamientos
cercanos en la Diagonal, en los transportes públicos que circulan o cruzan la
Diagonal y en la propia avenida de la mano de informadores que se desplegaron
en ella. Así pues, por el ciudadano individual que no puede asistir a sesiones
presenciales que se llevaban a cabo en las reuniones de varios órganos de
participación ya existentes (consejos sectoriales, consejos de barrio, mesas con
asociaciones de vecinos...) se garantizaba que le llegara la posibilidad de
manifestar su opinión a través de este tríptico. En línea con la universalización de
los canales de participación en esta fase de recogida de propuestas, también se
abrió la posibilidad de contestar el cuestionario a través de la web i.de.a.
Diagonal y telefónicamente.
El 14 de mayo del 2009, antes de iniciarse esta segunda fase, el proceso
participativo de la Diagonal fue paralizado hasta después de las elecciones
europeas del 7 de junio con objeto de no provocar interferencias entre ambos
procesos. Parece ser que participando en la decisión sobre la reforma de la
Diagonal podría hacerse campaña europea, al menos según la interpretación
municipal de la ley electoral.

2.4. Tercera fase: devolución


Una vez examinadas las aportaciones ciudadanas, se llevó a cabo la devolución
de las mismas por tres canales: el primero, con la publicación de los resultados
agregados a las preguntas realizadas; el segundo, con la remisión de una
comunicación a cada participante, comentando la adecuación de los proyectos a
sus propuestas; el tercero, con la concreción de los dos proyectos a debatir y
votar en la fase siguiente.
El 20 de noviembre del 2009 se dieron a conocer los resultados que se publican
en la web i.de.a. Diagonal con el porcentaje de respuestas dadas a cada opción
del boletín de participación en relación a las preguntas 2 a 8, toda vez que las
preguntas 1 y 9 eran de formato abierto. El informe final del proceso del
ayuntamiento de Barcelona precisó algo más en relación a la primera pregunta
planteada “Qué opináis sobre la iniciativa del ayuntamiento de Barcelona de
remodelar el tramo central de la Diagonal entre las plazas de Francesc Macià y la
de las Glorias?”. Según los datos del consistorio barcelonés, de los 29.835
participantes sólo el 46% (13.788) respondieron a esta cuestión, estando de
acuerdo con la remodelación 9.704 personas y en desacuerdo 2.524. También en

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la información sobre los resultados ofrecida en el web se comenta que un 12% de
los participantes prefieren mantener la actual avenida y un 8% considera que
actualmente hay otras prioridades, pero sin más precisiones.
La segunda vía de devolución de los resultados de la fase de aportaciones
ciudadanas era ambiciosa: la respuesta personalizada a cada participante. No es
posible determinar si todas y cada una de las aportaciones ciudadanas efectuadas
en la fase anterior han sido contestadas. Finalmente, la tercera vía de devolución
consistente en la concreción de las proyectos surgidos de todo el proceso anterior
se examina a continuación.
2.5. Cuarta fase (I): presentación de las alternativas
La oficina técnica de la Diagonal elaboró dos proyectos de remodelación de la
avenida Diagonal que incorporaban, según las declaraciones oficiales, los
aspectos recogidos en la fase de aportaciones ciudadanas. No entraremos aquí en
la discusión urbanística ni económica de los mismos, pero sí hay que hacer una
primera valoración de la adaptación de su contenido a los resultados de las
aportaciones ciudadanas recibidas. Antes sin embargo, hay que conocer los
proyectos presentados, conocidos como “bulevar” y “rambla”. Desde el 18 de
marzo, día de su difusión, la página principal de la web i.de.a. Diagonal
presentaba dos recuadros con vídeos de cada opción. La propuesta “bulevar”,
designada con la letra “A”, presentaba una configuración similar a la actual
avenida, en la que los dos carriles laterales eran sustituidos por una acera más
ancha y un llamado “carril de servicios” para facilitar la carga y descarga de
vehículos y un carril para la circulación de bicicletas. Los actuales carriles
centrales de circulación se mantenían, reservando los dos del centro al tranvía y
los otros dos a la circulación mixta de otro transporte público y vehículos
privados. La opción “rambla”, denominada con la letra “B”, suponía la creación
de una rambla para peatones en la parte central, con un carril para la circulación
de bicicletas en ambos sentidos segregados del espacio reservado a peatones,
además de la ampliación de las actuales aceras. La circulación se efectuaría por
dos grupos de tres carriles cada uno situados entra cada acera y la rambla central,
con un carril destinado al tranvía y los otros dos a circulación del resto de
transporte público y privado.
A la vista de los resultados de la fase de aportaciones y de los proyectos
presentados, se puede afirmar que los ciudadanos tenían donde escoger en función
de sus preferencias, si bien existen otras alternativas más diferenciadas que no
fueron consideradas en la fase de recepción de propuestas y que pasaban por la

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reordenación del subsuelo de la Diagonal y sus posibles usos como la ampliación
de la red de metro o la circulación soterrada del transporte público. En este punto
se ha cuestionado que los dos proyectos surgieran de la oficina técnica de la
Diagonal, nutrida de técnicos municipales, y que no se diera entrada a otras
iniciativas. Si tal y como algunas voces críticas manifestaron se trabajó en trece
propuestas de proyectos, ¿porqué sólo se escogieron dos para someterlas a la
opinión de los ciudadanos?
Al margen de las propuestas técnicas, la web. i.de.a. Diagonal ofrecía otra
información necesaria para poderse formar una opinión sobre el sentido del voto.
Además de las características específicas del proyecto, ya referidas antes en
relación a la superficie disponible por los peatones, espacio verde o mobiliario,
se presentaba también una planificación de las fases en que se ejecutaría el
proyecto y su coste. Esta combinación de características físicas generales de las
propuestas, particularidades técnicas, coste y fases de ejecución, a pesar de que
mejorables, ha conformado un conjunto de información cuantitativa y
cualitativamente suficiente para que las personas interesadas encontraran ayuda
en la decisión de su voto.

2.6. Cuarta fase (II): debate de las alternativas


El análisis profundizado de la fase de debate de las alternativas en relación a la
reforma de la avenida Diagonal merecería un trabajo exclusivo, dado el volumen
de información generada al respeto y la necesaria conceptualización previa de las
palabras que a menudo se usan como sinónimos y no lo son. En primer lugar haría
falta establecer qué entendemos por debate. Se habla muy a menudo de este
concepto, pero sin concreción. ¿Debatir es deliberar? ¿Un proceso participativo
incorpora necesariamente el debate o la deliberación?
En el seno de estas alternativas, el mecanismo básico de apoyo a la consulta
ciudadana para la reforma de la Diagonal ¿fue una herramienta eficaz? Nos
centraremos en la web i.de.a. Diagonal como canal aglutinador, dentro de lo
posible, de la información del proceso, para concentrar en cierta medida la
dispersión informativa dentro de la red. Ya hemos visto que las dos alternativas
concretas de proyectos de remodelación fueron expuestas desde un buen inicio en
la web, y podríamos decir que en igualdad de condiciones informativas. El día
siguiente de la presentación pública de las propuestas, desde la misma web se
habilitó una página de Facebook bajo el nombre “Reforma de la Diagonal”, con la
pretensión de favorecer el encuentro de las diversas opiniones al respeto. La
página llegó a tener 701 seguidores, a pesar de un número de aportaciones muy

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inferior al mismo. Además, una parte importante de las aportaciones
correspondieron a la administración de la página, no a usuarios, dando
información y novedades sobre el proceso e incorporando alguna noticia
difundida por medios de comunicación. Este grupo se segregó en otros en los que
ya se defendía una de las opciones concretas. El grupo favorable a la opción A
presentó 134 seguidores, con sólo ocho entradas, todas ellas de la administración
del grupo. A pesar de tener constancia que había existido, a estas alturas no se
puede localizar en Facebook el grupo defendiendo la opción B. Sin especificar
una clara predilección por ninguna de las dos alternativas que proponen la
remodelación de la avenida, pero sí mostrándose a favor de la misma, la llamada
Plataforma Diagonal para Todo el Mundo vino dando información y ofreciendo
propuestas a través de un blog muy completo y abriendo una página en Facebook
el 21 de marzo, una vez presentados los proyectos. Este colectivo aglutinó a
varias entidades relevantes en el ámbito ciudadano, con una página de Facebook
con 670 seguidores presentando en valores similares las entradas de los usuarios
y las de la administración de la página. La tercera opción de voto, la llamada C,
que en la consulta estaba representada por la respuesta “Ninguna de las dos
anteriores” estuvo presente en dos grupos de Facebook, que presentan
características radicalmente distintas de las anteriores: sus entradas son
mayoritariamente realizadas por usuarios y no por la administración del grupo,
además de contar con muchos más seguidores, 8.917 y 1.651.

2.7. Quinta fase: la consulta ciudadana: características básicas


Dentro de la relevancia de este proceso como mecanismo de participación de
una magnitud poco habitual y la primera de este tipo en Barcelona, la decisión de
efectuar la votación exclusivamente por medios electrónicos ha sido un rasgo
todavía más diferenciador. El único mecanismo de votación previsto era
telemático, si bien presentaba dos posibilidades: remotamente a través de Internet
o presencialmente en los puntos de votación habilitados denominados “puntos de
consulta presencial”, dotados de terminales locales de votación remota. La
emisión de voto por internet permitía tres modalidades: con certificado digital o
DNI electrónico, a través de entidades colaboradoras o previa obtención de una
clave de votación enviada por SMS a un número de móvil.
Entre los aspectos definitorios de la consulta hay algunos elementos que
merecen nuestra atención. En primer lugar el universo de votantes: los ciudadanos
empadronados en Barcelona al 31 de diciembre del 2009 que tuvieran 16 años o
más el 9 de mayo del 2010, día previo al inicio de la votación. Esta definición de

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censo electoral condujo a diferentes consideraciones sobre el voto de los
inmigrantes y los del colectivo juvenil de entre 16 y 18 años. El abanderado
contra el primer punto fue el Partido Popular, centrando sus argumentos en el
colectivo de inmigrantes ilegales y su derecho o no ser tomados en consideración
para la citada consulta. En relación al segundo aspecto, el voto juvenil, los
opinadores y tertulianos mediáticos centraron sus críticas en la “supuesta
incapacidad” para la toma de decisiones de dicho colectivo sobre un tema
complejo. En relación al requisito de ser barcelonés empadronado se planteó el
problema de considerar si la voz tenía que darse sólo a este colectivo, del que
muchos puede ser que no utilicen la Diagonal en mucho tiempo, o si se debía
incluso incluir en aquellos que no residen en Barcelona pero que la utilizan cada
día. Más allá del universo de participantes, la web i.de.a. Diagonal informaba del
plazo de votación, que estaba comprendido entre el 10 de mayo a las 10 horas y
el 16 de mayo a las 10 horas. La votación por Internet obviamente no tenía límites
horarios y la de los puntos de consulta presencial se extendía continuadamente de
las 10 a las 21 horas.
Las opciones de voto se establecieron como números 1, 2 y 3, correspondiendo
respectivamente las dos primeras a los proyectos “A” y “B” anteriormente
comentados y la tercera a la expresión “ninguna de las dos anteriores”. La tercera
opción fue impuesta por el grupo municipal de CiU para poder votar a favor de la
convocatoria de la consulta, acuerdo que requería mayoría cualificada del
Plenario del Consejo Municipal. La ambigüedad de esta tercera opción dio lugar
a todo tipo de comentarios y obviamente respondía a intereses de estrategia
política antes que a una racionalidad del proceso decisional. Tal y como se
comentaba en diversos foros en la red, ¿qué quiere decir ninguna de las dos? ¿No
se quiere la reforma? ¿Se quiere, pero ninguna de las dos versiones presentadas?
La contundencia del resultado final del proceso ha hecho que en la práctica ello
suponga una paralización sine die del proyecto.
Una vez definidos los criterios generales de participación, la web mostraba
cómo efectuar la votación por internet, especificando las características técnicas
que tenían que reunir los equipos. A pesar de que existieron críticas al hecho de
no considerar como válidos navegadores como el Chrome, la posibilidad de
utilizar el sistema con Internet Explorer, Mozilla Firefox y Safari cubrió
ampliamente a la gran mayoría de los equipos existentes. Los sistemas de
votación quedaban también perfectamente explicados, detallando los certificados
electrónicos válidos y ofreciendo enlaces directos con las entidades
colaboradoras. Esta última posibilidad (webcrossing) suponía abrir de manera

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importante el abanico de canales de identificación y registro del votante sin
necesidad de gestiones adicionales por parte de los mismos. El hecho de tener
derechos de entrada verificados personalmente a las webs de estas entidades
suponía acceder directamente a la verificación de estar incluido en el censo y
poder emitir el voto.
Donde seguramente aparecieron mayores dudas fue en la posibilidad de remitir
una clave de votación mediante SMS a un número de teléfono móvil previa
identificación del votante mediante su DNI y fecha de nacimiento. Dicha
posibilidad, introducida sin contar con las reservas expresadas por la mesa de
seguimiento y garantía del proceso, fue introducida en el último momento para
facilitar la votación a aquellos ciudadanos sin certificado electrónico o acceso a
los portales de ninguna entidad colaboradora y que además no pudieran o
quisieran desplazarse a un centro de votación presencial. Dejando de lado la
obligatoriedad del registro de la titularidad de los teléfonos móviles por parte de
las compañías, no se efectuaba ninguna comprobación sobre la correlación entre
DNI y el número de teléfono, supuestamente por el elevado coste de la gestión
logística de cruzar las bases de datos. Ello derivó en los conocidos casos de la
presunta usurpación de identidad del presidente del grupo municipal del Partido
Popular en Barcelona, Alberto Fernández-Díaz, y de la demostración grabada en
vídeo de la obtención de la clave de voto para la Niña Cristina por parte de un
ciudadano anónimo. Para aquellos ciudadanos que por el motivo que sea
preferían votar presencialmente se habilitaron 108 espacios a tal fin,
denominados “puntos de consulta presencial” situados en equipamientos
municipales y determinadas entidades.

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3. EL RESULTADO DE LA CONSULTA
Tal y como se difundió la misma noche del cierre de las votaciones, los votos
por internet (51,72%) superaron ligeramente a los emitidos en los puntos de
consulta presencial (48,28%). Del análisis de los datos de voto por internet se
desprende que el 37,63% de los votantes totales utilizaron la clave de voto
enviada por SMS, el 11,08% lo hicieron a través de entidades colaboradoras y
sólo el 3,01% utilizaron un certificado electrónico. De ello se sigue que fue una
decisión acertada, para favorecer la participación, el establecimiento del
mecanismo de webcrossing involucrando a las entidades colaboradoras. Sensu
contrario, se consolida como problemática la decisión de permitir el acceso a la
votación mediante una clave remitida por SMS, de la que desgraciadamente
queda la incertidumbre de cuantos abuelos, padres y quizás amigos votaron sin
saberlo. En relación el grado de participación global, el 12,17%, sólo
remarcaremos que 172.161 personas, en lugar de 41 regidores sometidos a
disciplina de voto de cinco formaciones políticas, pudieron dar su opinión sobre
una cuestión concreta; la mayoría de los 41 regidores estaban de acuerdo al llevar
adelante la actuación ahora, el 79,84% de los votantes, a los cuales representan,
no; de haberse seguido adelante con la iniciativa se hubiera realizado una
inversión de 130 millones de euros, que los ciudadanos no consideraron
prioritaria en ese momento.
Tabla 1. La Consulta Diagonal en breve
Se optó por una plataforma de voto electrónico que diera cobertura a las funciones de
constitución de la sección de acreditación, votación, escrutinio y tratamiento de los
Solución resultados. Los puntos presenciales de votación estaban dotados de equipos con
tecnológica pantalla táctil y adaptada a discapacitados visuales. Los proveedores adjudicatarios de
la consulta fueron INDRA —en la parte logística- y SCYTL— en la parte de votación,
siendo ambos competidores en el segmento del voto electrónico.
Complementariedad
La consulta se realizó íntegramente por medios electrónicos. Los ciudadanos podían
con los mecanismos
participar a través de internet y en puntos de consulta presenciales habilitados en los
“tradicionales” de
barrios de la ciudad.
voto
Podían participar en la consulta todas las personas empadronadas en Barcelona a 31 de
Participantes
diciembre de 2009 mayores de 16 años al inicio de la consulta.
El ciudadano podía elegir entre tres opciones:
A: Modificación de la Diagonal en forma de bulevar
Opciones de voto
B: Modificación de la Diagonal en forma de rambla
C: Ninguna de las anteriores

Resultados 12% del total del censo de votantes participó en la votación.

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80% de los votantes optó por la opción C
Puntos presenciales de votación:
– Contaron con personal de apoyo encargado de verificar la identidad del ciudadano
mediante documento oficial válido. Una vez verificada, se cargaban los datos en una
smart card que se insertaba en el punto de votación y daba acceso a las opciones de
Entorno voto.
Puntos remotos de votación:
– El sistema de votación se podía cargar desde los navegadores más comunes. El portal
de la consulta era accesible, usable y adaptado para soportar software de lectores para
discapacitados visuales.
– Se reconocían los certificados de persona física validados por CATCert.
– Se firmaron acuerdos de acceso al sistema mediante portales de entidades
financieras, universidades y otras administraciones públicas (webcrossing).
Identificación
– Se podía solicitar una clave por SMS para participar mediante el DNI y la fecha de
nacimiento. En este caso debía aceptarse una declaración de asunción de
responsabilidades antes de la votación.

Dada la novedad y complejidad del tema objeto de este proceso, los resultados
obtenidos no se comparan con ninguna otra iniciativa, de forma que la valoración
final de los resultados puede ser objeto de mejores apreciaciones. En cuanto a la
observación cuantitativa de las variables de oportunidad se puede afirmar que
internet ha supuesto un buen medio de ayuda al proceso. En relación a las
variables de oportunidad institucionales, el Ayuntamiento de Barcelona creó una
herramienta específica para canalizar la consulta, la web i.de.a. Diagonal, que
registró un número de entradas que se considera aceptable, 191 desde marzo del
2009 a mayo del 2010, teniendo en cuenta las largas etapas del proceso sin
novedades importantes. El número de enlaces llegó a 250, concentrados todos
ellos en la tercera etapa de la web, cuando se reconvirtió en blog, destacando que
113 eran relativos a noticias relacionadas con el proceso aparecidas a las
ediciones digitales de la prensa.
El análisis cualitativo de las variables de oportunidad presenta más similitud
entre los canales estudiados que el examen cuantitativo. En el caso de la web
i.de.a. Diagonal, todos los aspectos a analizar presentan niveles más que
aceptables. Se puede concluir, así, que las variables de oportunidad presentaron
niveles de información más que adecuados para la participación en la consulta,
por lo que se puede aceptar la primera de las hipótesis formuladas: internet ha
facilitado el acceso a la información necesaria para poder tomar una posición
personal ante la consulta ciudadana. No sucede el mismo con las variables de
efectividad, como se ha ido observando anteriormente. En el aspecto cuantitativo,
si bien el número de visitas a los lugares con un contador público accesible es

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importante, principalmente en los foros pero muy inferior al número de personas
que votaron, no pasa lo mismo con las entradas insertadas por los visitantes o
comentarios a las entradas existentes en relación a las visitas, sin que tampoco se
hayan detectado enlaces que relacionen unos lugares con los otros. En general,
por lo tanto, los canales habrían sido utilizados como herramienta de información
personal para cada elector, pero no para contrastar sus razones con las de los
demás votantes en una conversación deliberativa, más allá del esfuerzo de la
administración convocante en desarrollar un espacio propio para la consulta que
aglutinara toda la información.
En cuanto a la implementación de una solución tecnológica como la empleada
en Barcelona, obviamente sería muy pretencioso por nuestra parte intentar tan
siquiera ofrecer consejos a futuro, pero como mínimo somos de la opinión que
existen algunos elementos que merecen ser destacados por significativos en un
proceso de implementación del voto electrónico. En primer lugar parece claro
que debe partirse de la asunción de que el voto electrónico, en cualquiera de sus
diferentes modalidades, no es en ningún caso una panacea política. La certeza
teórica, reforzada por datos empíricos, de que su introducción no supondrá per se
una mejora de la participación electoral es clara y contundente. En segundo lugar,
ciertamente las claves para la mejora de los procesos electorales (con o sin voto
electrónico) es diseñar políticas públicas centradas en la potenciación y mejora
de los valores cívicos y democráticos así como inversiones en infraestructuras
tecnológicas y procesos de alfabetización digital. El resultado que cabrá esperar
de estas políticas será la reducción paulatina de los elementos estructurales que,
de otra forma, potencian la profundización de la brecha digital en brecha
democrática. Finalmente, en tercer lugar, el voto electrónico debe considerarse
como una excelente herramienta complementaria para la mejora de los procesos
electorales. Ahora bien, buena parte del éxito del proceso vendrá dado por un
ritmo gradual en su implementación, centrándose inicialmente en aquellos
colectivos sociales con mayores dificultades para hacer efectivo su derecho de
sufragio y, posteriormente, pasar a englobar al resto de ciudadanos.
En cualquier caso, y para concluir, en el frontispicio de cualquier proceso de
implementación del voto electrónico debería estar presente la consideración de
que aunque éste puede apoyar en la generación de una mayor legitimación
democrática del sistema político, en el fondo dicha legitimación deberá descansar
a la profundización de los mecanismos de información ciudadana, la promoción
de una sólida cultura política, el respeto a los derechos fundamentales y, como
corolario, a la rendición de cuentas por parte de los representantes.

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Capítulo 4
Ciber-gobernanza desde una Cidade Dixital:
Ourense 2012
MÓNICA LÓPEZ VISO
Universidad de Vigo
mviso@uvigo.es
https://www.facebook.com/monica.lovi
webs.uvigo.es/webx11/
MARIO ORTIZ GARCÍA
Profesor-Tutor de la UNED
mortiz@ourense.uned.es
https://www.facebook.com/hispamex

1. INTRODUCCIÓN
En este texto nos proponemos un primer acercamiento a lo que definiremos
como cibergobernanza desde sus manifestaciones y usos en una ciudad
recientemente reconocida como Ciudad Digital. Para una delimitación precisa de
esta categoría, creemos pertinente detenernos, aunque sea brevemente, en los
procesos de cambio global y las repercusiones que éstos tienen para los Estados
nacionales modernos.
Una primera localización de estos fenómenos globales, transestatales e
interestatales nos la proporciona el proceso de construcción de la Unión Europea
y en particular sus iniciativas a favor de una gobernanza multinivel. Así,
exploraremos las formulaciones y debates alrededor de la gobernanza europea, y
en particular sobre sus formas de encauzar la participación ciudadana.
Este proceso se ha dado simultáneamente al auge y creciente expansión en el
uso de las nuevas tecnologías de comunicación e información (TIC) que se
solapan con las formas más tradicionales de mediación política. Por lo que
realizaremos un breve repaso de lo que implica este tránsito de las mediaciones a
las cibermediaciones políticas y las opciones que se abren a la ciudadanía.
Finalmente, utilizaremos este andamiaje teórico a fin de realizar un primer
acercamiento analítico a los entramados que soportan esta naciente ciber-
gobernanza, desde una ciudad media del noroeste español recientemente
declarada por Google como Cidade Dixital.

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2. CIBERGOBERNANZA
Reconocer la creciente interdependencia de los fenómenos humanos, sociales,
políticos, culturales, a escala planetaria nos obliga a tratar de delimitar las
dimensiones y sentidos que adquieren en escenarios concretos.
Desde la dimensión política, uno de estos encuadramientos primarios es sin
duda el estatal, que sin embargo parece estar sometido a procesos que hacen
preguntarse por su posible impotencia (Castells, 2001). Un segundo
encuadramiento pertinente resulta el modelo de gobernanza multinivel europeo, en
tanto horizonte programático al que se aspira por parte de los diversos agentes
implicados en la definición y gestión de los asuntos públicos desde cualquier
rincón del territorio español. Este modelo de gobierno policéntrico, en red, tiene
su mejor soporte mediático en internet, en tanto red de redes que permite, además
nuevas formas de comunicación, interacción, participación y acción política.
2.1. De la globalización y sus retos para los Estados modernos
El proceso de mundialización y de integración regional en curso nos descubre el
tránsito que pareciera estar teniendo lugar hacia una nueva era. Era
postwestfaliana y postestatal, era global y postinternacional (Albrow, 1996), era
postmoderna y posthobbesiana (Schmitter, 1992).
La internacionalización económica (globalización), basada en la expansión e
intensificación de las TIC, ha supuesto la aparición de auténticos mercados
mundiales capaces de generar y trasmitir a velocidades vertiginosas innovaciones
tecnológicas, cambios en la productividad, movimientos financieros,
deslocalización, crisis y convulsiones generalizadas. Sin duda, buena parte de
estas dinámicas se apoyan en la especulación financiera internacional. Esta
revolución planetaria ha producido también una sustancial transformación de la
estructura social, alterando los tradicionales roles ocupacionales, originando
situaciones de precariedad laboral, paro estructural y marginación, cambiando la
distribución de tiempo de trabajo y de ocio, potenciando el individualismo y
reduciendo los espacios de solidaridad y el ámbito de lo público (Rojo, 2005:
26).
Pareciera que asistimos, de forma inexorable, a la aparición de la política
mundial postinternacional y policéntrica (Rosenau, 1990), originando en las
relaciones internacionales una serie de mutaciones espectaculares. Los Estados
nacionales han ido dejando de monopolizar el escenario internacional, y se han

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visto obligados a compartir poder con organizaciones internacionales y
supraestatales, con empresas y organizaciones transnacionales. El Estado
nacional y unitario va dando paso al Estado plural, multinivel y desagregado, a la
aparición de redes gubernamentales, al transgubernamentalismo. Nuevos entes
funcionales (redes de empresas, movimientos ciudadanos, sindicatos, OIGs,
ONGs…) comparten parcelas de poder con los gobiernos, o solucionan
problemas que los gobiernos no pueden resolver por sí mismos. Simultáneamente
surgen ciudades globales, entidades subnacionales, organizaciones
supranacionales que junto con aquellos entes funcionales crean novedosas e
híbridas formas de organización y regulación.
Se trata de fenómenos que, en sus elementos básicos, comprenden amplios
procesos de interacción, interconexión e interdependencia, originando la
ampliación de los espacios geográficos y de los campos de acción entre las
distintas unidades constitutivas del sistema mundial. El término globalización
expresa y hace referencia a esa intensa e incesante acción a distancia, a la
expansión y profundización de las relaciones sociales e institucionales a través
del espacio y del tiempo, de manera tal que “por una parte, las actividades
cotidianas resultan cada vez más influidas por los hechos y acontecimientos que
tienen lugar al otro lado del globo y, por otra parte, las prácticas y decisiones de
los grupos y comunidades locales pueden tener importantes repercusiones
globales” (Held, 1997: 42). Globalización es también, y en este sentido,
glocalización (Robertson, 1992).
La siempre renovada tarea política de gobernar las sociedades, habrá de
basarse, en adelante, no en una concepción obsoleta de soberanía absoluta e
incontestable, sino en una concepción política alternativa y distinta, la de la
soberanía compartida según la cual una diversidad de colectividades
parcialmente autónomas y soberanas podrá cooperar dentro de una forma de
gobierno de múltiples niveles sobre la base de la negociación, el consentimiento y
la cooperación (Rojo, 2005; Roth, 2006). Coincidimos, en este sentido con la
perspectiva de Georg Sǿrensen (2010), quien al referirse a las Transformaciones
del Estado, asegura que más que frente a un repliegue o crisis terminal, es preciso
hablar de una nueva fase que encierra responsabilidades y retos específicos
dentro de un permanente proceso de transformación histórica.
Uno de esos retos que parece claramente delimitado por la Ciencia Política —a
pesar de la diversidad y pluralidad de aproximaciones— es el de la gobernanza,
que en su idea genérica se asocia a una “mayor implicación de actores no

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gubernamentales en el diseño y la implementación de las políticas públicas, y al
fin y al cabo del interés general” (Cerrillo i Martínez, 2005: 9). Y que desde una
de sus diversas aproximaciones nos permite calificarla como un gobierno
multinivel y compartido en el cual se tendría en cuenta la policentralidad o
multipolaridad de los actores y de los saberes existentes en la sociedad. En sus
formulaciones teóricas más ambiciosas la gobernanza se caracterizaría por
desplegarse como proceso de formación, decisión e implementación de políticas
públicas que involucra a “organizaciones públicas no estatales, firmas
comerciales, ciudadanos individuales y organizaciones internacionales” (Bresser,
2006: 18). Es decir, es necesario reconocer la legitimidad de una diversidad de
actores más o menos autónomos los unos de los otros y que pueden y deben influir
en la suerte de las acciones públicas. Desde esta perspectiva la gobernanza
implica asociar de manera participativa y deliberativa a otros actores en la toma
de decisiones colectivas. En su nuevo rol, el Estado debe ser quien lidere la
deliberación pública entre actores pertinentes. Se trataría de pasar de la
administración a la (auto)gestión; de la política pública, a la acción pública; del
Estado complicado, mecánico, al Estado complejo. La gobernanza, así, se
presenta como una de las ideas fuerza capaces de soportar la emergencia de un
Estado renovado que se fundamente en una concepción democrática radical de la
acción pública (Roth, 2006).
2.2. La gobernanza multinivel europea y la participación ciudadana
El debate académico y, en gran parte también político, sobre el futuro de la
Unión Europea ha reconocido en su desarrollo su incapacidad de movilizar el
apoyo entusiasta del público (Comisión Europea, 2001: 19).
Como ya se ha señalado, la necesidad de “dar voz a la ciudadanía” (Censis,
1991: 21) forma parte de este nuevo modo de gobernar que se encuentra tras el
concepto de gobernanza. Concretamente en la Unión Europea se afirma el modelo
de gobernanza participativa (participatory governance) bajo las ideas de
transparencia y diálogo público para acercarse a la ciudadanía. Es, precisamente,
el estudio de su sistema específico de gobernanza el núcleo del debate que se da a
lo largo de la primera década de este siglo sobre la integración europea. Mayntz
(2001: 1-8.) habla de gobernanza moderna como una forma cooperativa de
gobernar, en la cual las instituciones estatales y no estatales, los actores públicos
y privados, participan y a menudo cooperan en la formulación de las políticas
públicas. Si bien este modelo de gobernanza participativa “lleva el riesgo de
mantener la complejidad y de no ofrecer una participación efectiva y palpable”

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(Cotino, 2003a).
Resulta cuando menos curioso comprobar que al tiempo que tiene lugar este
debate europeo acerca de la ausencia de identificación popular unida a un
creciente descreimiento de la ciudadanía en la política1, coincide con el proceso
de irrupción del movimiento antiglobalización o de forma más precisa
altermundialistas en Europa (Antentas, 2002: 209-217)2. Este movimiento
planetario de amplio respaldo, básicamente juvenil y en lucha por una
globalización alternativa se ha consolidado en el marco de crecientes protestas
ciudadanas multilocalizadas que responden a la sociedad red (Castells, 1996;
Leyva, 2009) y que tienen en internet un medio de acción y coordinación
privilegiado (Cotarelo, 2010; Ríos, 2011).
Será en una ciudad europea, Génova, durante la celebración de la Cumbre de
los siete —ahora ocho— países más ricos del mundo, en una ciudad cerrada por
las fuerzas del orden, cuando el movimiento contra la globalización liberal se
confirme de manera irrevocable (Antentas, 2002)3. La paradoja es que mientras
se denuncia la ausencia de la participación de la sociedad civil en el proceso de
construcción europea, aparece esta nueva generación militante, la llamada
generación Seattle (Antentas, 2002: 212), juventud del siglo XXI (Cotarelo,
2009) que en España desde hace un año e inspirados por las revueltas de la
primavera árabe, podemos identificar con el movimiento de Indignados o 15M4.
Movimiento alterglobalizador que se presenta como el proceso de recuperación
de la actividad política desde abajo más importante desde los años sesenta.
Las tesis altermundialistas llegaron a ser parcialmente legitimadas por
representantes de los ejecutivos europeos (Cassen, 2003)5, y desde las propias
instancias comunitarias se hizo una llamada a no menospreciar “una protesta que
atestigua un malestar real y difuso, y que en sí mismo ni puede ni debe ser
ignorado” (Prodi, 2001). Pese a lo cual, los intentos de reforma de la Unión
Europea se han realizado en un clima de indiferencia, desentendimiento e incluso
desencanto generalizado. Si los pasados debates en torno a la fallida Constitución
Europea en el seno de la Convención pretendieron ser transparentes y —con la
disponibilidad de las TIC— abiertos a las aportaciones de la sociedad civil6, la
población europea parece haber vivido al margen. Quizá, como critica Bar
Cendón (2002: 21), la Comisión no ha buscado realmente la participación
democrática, la participación del ciudadano individual. Las soluciones que se
propusieran en el Libro Blanco no van precisamente en la línea de aumentar el

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contenido democrático de la Unión, sino, más bien, al contrario, tienden a
fortalecer su dimensión ejecutiva y la participación corporativa en el seno de la
misma. Cotino (2003b) recoge las críticas realizadas al modelo de participación
formulado por la Unión Europea y afirma que quizá el matiz de la Comisión “lo
confiere una concepción más corporativista y dirigida públicamente de dicha
sociedad civil”. Así, en la declaración de Laeken (diciembre 2001), si bien se
reconoce la importancia de ampliar el debate a la ciudadanía, se abre el foro a
través de organizaciones representantes de la sociedad civil7. Las perspectivas
más críticas, llegan a denunciar estas iniciativas de integrar, incipientemente, las
propuestas ciudadanas, como una estrategia encubierta más, articulada desde el
mundo económico para la conquista de lo político (Allott, 2002: 60-71).

2.3. De las mediaciones a las cibermediaciones


A lo largo de la Historia todas las tecnologías de la información/comunicación
verdaderamente innovadoras (escritura, imprenta, transmisión de ondas...) han
transformado de raíz la actividad y los procesos sociales, no sólo en los aspectos
materiales sino mucho más incluso en las formas y resultados del pensamiento y
la representación simbólica. Si bien los enormes cambios introducidos han
requerido de un prolongado tiempo para revelar su significado completo.
Actualmente, y como se ha llegado a asegurar, el eterno mito de las comunidades
ciudadanas en permanente diálogo global y directo, dispone ya, cuando menos, de
los instrumentos técnicos que lo hacen realizable (Dader, 2001).
Desde la asamblea de unos pocos convocados con la periodicidad que los
desplazamientos permitieran, el ejercicio de la democracia deliberativa fue
pasando por los entornos que los medios convencionales de comunicación masiva
y los mecanismos regulatorios de la teoría política, fueron generando. En todas
esas etapas precedentes la democracia y su comunicación política acabaron por
entenderse, resignadamente, como una transacción desigual y mediatizada entre
esferas separadas: por un lado, las minorías exclusivistas de los poderes
constitucionales y sus diversas manifestaciones locales (administración, clase
política, etc.), por el otro, la genérica y difusa amalgama de ciudadanos de a pie,
simbolizados y hasta cierto punto homogenizados en la denominada “opinión
pública”.
Entre ambas esferas, medios y profesionales de la información periodística
ejercen de puentes o revulsivos críticos para los intercambios recíprocos o la
observación distanciada entre los habitantes de uno y otro territorios. La

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democracia así “mediada” y mediatizada ha constituido la tónica hasta la
actualidad, y la expresión de su máxima devaluación vino de la mano de la
televisión. En consecuencia, el mito de un dinámico y pleno pluralismo
democrático tuvo que sustituirse finalmente por categorías menos ambiciosas y un
tanto condescendientes tales como “democracia de masas”, “democracia
espectáculo” o “videodemocracia” (Dader, 2001: 36 y ss).
Sin duda, los medios de comunicación constituyen uno de los actores sociales
centrales de la sociedad moderna y cumplen diversas funciones básicas de
socialización primaria y reproducción social. Si bien en una de sus formulaciones
clásicas la comunicación de masas comprende “las instituciones y técnicas
mediante las cuales grupos sociales especializados se sirven de instrumentos
tecnológicos (prensa, radio, cine, etc.) para hacer llegar un contenido simbólico a
públicos en extremo heterogéneos y ampliamente dispersos” (Janowitz, 1974:
573); algunos autores han cuestionado la supuesta heterogeneidad con la que los
actuales mass-media definen sus “nichos de mercado”, y la falta de
correspondencia y contemporaneidad entre sus emisiones y los espacios,
necesidades y tiempos de amplios sectores populares; generándose enormes
fisuras que permitirían prácticas comunicativas alternativas y de resistencia
capaces de reinventar lo público desde una copresencia mediada (Nethol y
Piccini, 1984; Thompson, 1995).
La segunda mitad de la década de 1990 vivió otro paso tecnológico decisivo a
nivel mundial: la masificación de internet. Internet ha dado lugar a grandes
cambios en la cultura de la información y del consumo, pero también está
afectando a la cultura política de la democracia convencional. La red de redes
que implica y con base en los diversos usos que soporta (Hill y Hughes, 1998:
16-18), ofrece la posibilidad de desarrollar un nuevo modo de actividad cívica,
un nuevo tipo de participación y de gestión política, un ámbito donde es posible
llegar a concebir la democracia como un sistema directo y ya no puramente
representativo (Amadeo, 2001: 12-13).
La paulatina incorporación de internet al uso habitual de la ciudadanía ha
generado interesantes debates sobre la influencia que este medio puede llegar a
tener sobre los comportamientos políticos. Las versiones más encontradas acerca
de la ciberpolítica suelen describirse como visiones opuestas entre
“ciberpesimistas” y “ciberoptimistas” (Amadeo, 2001; Del Campo y Resina,
2009)8. Más allá de posicionarnos dentro de una u otra perspectiva, creemos que
se trata de un proceso abierto a estas y otras tendencias. En el caso concreto de

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España, el fenómeno digital tiene una introducción lenta pero continuada9.
Aunque, como lo demuestran las últimas movilizaciones, independientemente del
signo político de que se trate, el ciberespacio se ha convertido en un mecanismo
de coordinación cada vez más empleado, así como una herramienta creciente de
información. También en esta dimensión estatal, se cuenta desde hace 5 años con
la Ley de acceso electrónico de los ciudadanos a los servicios públicos, en la
que se consagra la relación con las administraciones públicas por medios
electrónicos como un derecho ciudadano y como una obligación correlativa para
tales administraciones (Ley 11/2007, de 22 de junio)10. Según esta norma, al
servicio del ciudadano la administración queda obligada a transformarse en una
administración electrónica regida por el principio de eficacia que proclama el
artículo 103 de la Constitución española.
1 Los resultados del Eurobarómetro (2003) nos presentan una opinión pública que cada vez tiene menos
confianza tanto en las instituciones nacionales —los ciudadanos que confían en sus sindicatos son el 35%,
en el gobierno nacional el 31% y apenas un 15% de los ciudadanos otorgan su confianza a los partidos
políticos—, como en las instituciones comunitarias —donde la falta de confianza es del 27% en el
Parlamento Europeo, 28% en la Comisión y 29% en el Consejo de Ministros—. Por otro lado, si bien uno
de cada dos ciudadanos considera la participación de su país en la Unión Europea como una buena cosa,
aparecen significativas excepciones en países como Austria, Finlandia, Suecia y Reino Unido —donde la
proporción de opiniones desfavorables es superior— teniendo en cuenta que en los tres primeros el Estado
del bienestar ha alcanzado sus máximas cotas de desarrollo. Véase Commission Européenne, 2003.
2 Joseph María Antentas califica a la etiqueta de “antiglobalización” de imprecisa y equívoca, refiriéndose,
entonces, a movimientos de resistencia y oposición a la globalización capitalista y al neoliberalismo.
Véase Antentas, 2002: 209-217.
3 Josep María Antentas sitúa en la ciudad de Seattle, en noviembre de 1999, durante el encuentro ministerial
de la OMC, la culminación de un proceso que había empezado a dar sus primeros pasos con el alzamiento
zapatista en Chiapas el 1 de enero de 1994, y desde la convocatoria del I Encuentro por La Humanidad y
contra el Neoliberalismo en la Selva Lacandona en 1996. Este movimiento altermundialista tiene su
proyección europea en el Foro Social Europeo (FSE) [Véase http://fse-esf.org (03/02/2004)] el cual bajo la
continuidad y el espíritu del Foro Social Mundial de Porto Alegre, trata de reafirmar no sólo la necesidad de
otra Europa al servicio de los ciudadanos y de los pueblos sino de demostrar su viabilidad y bosquejar los
caminos y los medios de su realización.
4 Véase http://politica.elpais.com/politica/2012/05/19/actualidad/1337451774_232068.html
5 El gobierno francés concedió una subvención de 500.000 euros para la organización del segundo FSE.
6 Los días 24 y 25 de junio de 2002 el Presidium de la Convención Europea decidió dedicar el segundo plenario
a dialogar con la sociedad civil organizada —más de 200 representantes— de toda Europa.
7 El llamado Civil Society Contact Group publica en noviembre de 2002 el documento “El futuro de Europa
está en tus manos... Convención sobre el Futuro de Europa. Manual para ONG”. En dicho documento si
bien se afirma que está diseñado para informar a individuos y organizaciones sociales sobre cómo seguir e
influenciar los trabajo de la Convención sobre el futuro de la UE, la capacidad de participar se canaliza a
través de las ONG. Véase en Civil Society Contact Group, 2002. Asimismo, el arriba citado segundo
plenario de la Convención celebrado los días 24 y 25 de junio dedicado a dialogar con la sociedad civil se
limitaba a incluir las contribuciones de ONG a la Convención en el Parlamento Europeo.
8 Para los primeros, la falta de restricciones y de sanciones en la red hace posible la presencia de sitios en los

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cuales se publicita la violencia, el fanatismo de cualquier índole, el estupro o el terrorismo; así, las redes
informáticas crearían una nueva era de conflictos y desinformación, a demás de que votar en asambleas
virtuales no tiene nada de debate democrático puesto que al optar por los lugares que visita en la red, el
ciudadano se protege de las ideas que le disgustan, cerrando el ámbito de debate a un círculo muy reducido
de sitios, cuando lo positivo de una democracia es intercambiar opiniones con quienes disienten de uno;
finalmente el exceso de información contradictoria y de dudosa fiabilidad habida en internet propicia un
público desinteresado e intencionadamente desinformado. Por el otro, los optimistas consideran que el
acceso ilimitado a información nos hará más activos y más conocedores de los asuntos de gobierno. Al
hacer la información accesible a todos los ciudadanos y al darles participación en los debates, habrá mayor
concienciación política, mayor transparencia de gestión y mejor capacidad a la hora de tomar decisiones.
Desde estas visiones, la red nos llevará a un paso superior de democracia a través de los encuentros
municipales y la comunicación inmediata sobre la toma de decisiones políticas, abriendo el acceso a nuevos
partidos, intereses e ideas en estos debate políticos.
9 Según datos del Estudio General de Medios, se da un lento pero sostenido aumento de usuarios generales de
internet. La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) cifraba, para 2004, en un 35,4% el
porcentaje de internautas. Mientras que para 2008, según este mismo organismo, el país habría superado el
nivel del 60%. Dato que lo situaría, junto con Francia, Turquía, Alemania y Gran Bretaña, en el grupo de
países europeos con mayor crecimiento porcentual de población incorporada a la red en el periodo 2004-
2008. Estos datos podrían resultar engañosos y habría que matizarlos puesto que una cosa es el porcentaje
de acceso general a la red y, otra muy diferente, la proporción de ciudadanos que consulta contenidos de
actualidad o temática política. En referencia a esto, último en la encuesta del CIS de marzo de 2008
(Estudio 2757) (pocos días después de las últimas elecciones generales de 2008) se publicaba que sólo el
9,9% de los españoles mayores de 18 años había seguido en alguna medida la campaña por internet (en Del
Campo y Resina: 2009).
10 Véase http://www.boe.es/boe/dias/2007/06/23/pdfs/A27150-27166.pdf

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3. LOCALIZACIONES (MEDIO) URBANAS. RE-ANCLAJES
Reconociendo el carácter tecno-social y tecnopolítico del soporte
(infraestructuras y códigos) que posibilitan la accesibilidad y uso de la red de
redes (web o internet) (Parra, 2011), podemos señalar algunos primeros rasgos
básicos acerca de las formas en que se realiza la política mediada por los
ordenadores, es decir la ciberpolítica desde una ciudad media española.
Al acceder a la página web oficial del concello (ayuntamiento) de Ourense, lo
que primero llama nuestra atención es el logotipo de la marca Google como parte
de la imagen más destacada en su esquina superior izquierda. Mediante este
vínculo se nos remite a una nota de prensa en la que se informa del evento en el
que se hizo entrega del premio Ciudad Digital, por parte de esta empresa al
alcalde. En palabras de la directora de políticas públicas de Google España,
Bárbara Navarro11, este reconocimiento es a
“unha cidade cuxas pequenas empresas lideran o comercio electrónico e entenden internet coma unha
ferramenta clave no desenvolvemento do negocio e o aumento das ventas. Así como ó apoio da
administración que con accións en pro da xestión dixital crean un entorno axeitado que anima ás empresas
a apostar polo mercado online”.

La estrategia de comunicación política por parte del consistorio se hace patente


en la difusión de este evento por los medios de comunicación de masas12, y
apunta a promocionar las iniciativas de la administración local a favor de la
“reducción da fenda dixital”13. El propio alcalde Francisco Rodríguez, al
agradecer el galardón lo atribuye
“…as iniciativas e o esforzo que dende o concello levamos a cabo en materia de novas tecnoloxías nos
últimos anos, que ten a súa recompensa coa creación dun contexto positivo de fomento da cultura
emprendedora online”.

Desde la portada de esta ciber-página del Ayuntamiento es posible acceder,


mediante un enlace ubicado dentro del grupo “Pode Interesarche...”, es decir, en
una posición marginal respecto al resto de contenidos, al Portal del ciudadano
(http://www.060.es/) dependiente del ministerio de Hacienda y Administraciones
Públicas y que replica en soportes virtuales el proyecto Red 060 con el que se
brinda, mediante una estructura multilocalizada, información y orientación sobre
los diversos servicios que ofrecen los tres niveles de las administraciones
públicas14. Desde la portada de este servicio y en una ubicación igualmente
marginal, en “información institucional”, se nos proporciona un enlace al portal

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Tu Europa y en la que se nos ofrece “Ayuda y asesoramientos para los ciudadanos
de la UE y sus familias”15. Así, y de forma interactiva, las TIC permiten una
navegación, un ciber-rastreo personalizado (Dader, 2001) por el cual nos es
posible experimentar, por lo menos virtualmente y de forma ágil, la co-presencia
de algunos de los diversos “centros” que conforman las redes de gobernanza16.
En todos estos “puntos de acceso” a las administraciones públicas, se
privilegian las funciones informativas y orientativas en torno a grandes categorías
(trámites, agenda, turismo, servicios…, educación, transportes, salud, trabajo,
vivienda, impresos…) y perfiles (empresas, mujeres, jóvenes, inmigrantes,
familias…) que en su estructuración y exposición definen, simultáneamente, las
competencias institucionales, los contornos de lo que se espera se asuma como de
“interés público”, así como las identidades de los interlocutores pertinentes. La
navegabilidad aparentemente flexible que permiten estos soportes, se resuelve
mediante itinerarios opcionales que tratan de responder a la diversidad de
inquietudes e intereses ciudadanos, pero siempre dentro de los límites y perfiles
definidos por las grandes categorías en que se agrupan los contenidos.
Como señala Dader (2001) las páginas electrónicas de la Administración en
gran medida sólo son aún una fachada de diseño publicitario que tiende a recrear
su uso como medios masivos. Y sin embargo, toda su prolija red de ministerios y
secciones departamentales ha empezado a abrirse a la imagen de innovación
digital y a la posibilidad de rellenar impresos o realizar consultas vía internet,
por lo que empiezan a dibujar una nueva dimensión en la forma con la cual el
Estado se relaciona con sus comunidades.
En esta misma dirección apuntan las primeras opciones que se nos brindan
como vías de interacción alternativas a los “temas de interés” prestablecidos, y
que suelen agruparse bajo las etiquetas de directorio o como invitación a
“contactar con nosotros”. Vías que frecuentemente acaban por llevarnos a los
tradicionales desplazamientos presenciales en la oficina X dentro del horario, a
las más modernas comunicaciones postales y telefónicas y, en menor medida, a
los posmodernos servicios de correos electrónicos mediante la cumplimentación
de formularios de consulta en línea.
Una ciudadana o ciudadano proactivos que busque trascender este primer nivel
de interacción institucional pasiva, cuenta con opciones que apuntan a incrementar
nuestras interacciones con la administración en términos de auto-gestión digital.
El caso del ayuntamiento de Ourense ilustra esta posibilidad mediante la “carpeta

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ciudadana”, definida como Un concello transparente e “online”17.
Los pagos online, la obtención de licencias y permisos, los concursos para
empleados gubernamentales, las compras del gobierno, las encuestas, los
contenidos personalizados por comunidad, sector o grupo social, las respuestas a
las preguntas más frecuentes, la guía de funcionarios y sus ubicaciones son
algunas de las opciones que incorporan estos ciber-accesos bajo el propósito
compartido de “mejorar la calidad de gestión pública de los servicios”.
La participación ciudadana a la que se nos remite en estos dominios de
cibergobernanza administrativa, suelen limitarse a la canalización de quejas y
sugerencias, denuncias y reclamaciones mediante herramientas similares a las ya
mencionadas (formularios y buzones de contacto), incorporando en ocasiones el
uso de foros (060) o blogs temáticos y consultas abiertas en sus versiones más
elaboradas (UE), además de brindar la posibilidad de dar seguimiento a estas
instituciones en la redes sociales.
Similares usos e interacciones, pero incluso significativamente menos
diversificadas y flexibles, las encontramos en el ciber-partidismo ourensano. No
existe, propiamente dicha una ciberpágina del PSOE de Ourense18, y es preciso
remitirnos a la del PSdeG-PSOE para constatar que al igual que la del PP
ourensano, mantienen su actualidad a partir de “Novedades” entre las que se
intercalan información sobre propuestas, declaraciones, análisis políticos,
denuncias y descalificaciones del contrincante. Las posibilidades de interacción
virtual se limitan a contactar con estas entidades mediante formularios que hacen
las veces de correo electrónico aunque también prolifera la posibilidad de
“hacerse fan” y seguir a candidatos y a perfiles institucionales por las redes
sociales.
Es en estas últimas donde es posible verificar, más fácilmente, la permanencia,
evolución y diversidad interactiva, globalizada, en que se manifiestan los intentos
ciudadanos por recuperar la actividad política desde abajo.
En un momento en el que los tradicionales lugares de socialización política se
encuentran en proceso de quiebra —en parte por la crisis de representación
(partidos políticos, sindicatos) en parte por la inestabilidad laboral
(temporalidad e individualización del trabajo)—, y los medios de comunicación
convencionales son cuestionados por su déficit democrático en la elaboración de
la agenda política, el espacio digital abre una nueva vía de participación que, en
paralelo y en contacto con las antiguas, supone una oportunidad para la
ciudadanía, en términos de activismo y deliberación sobre los asuntos públicos

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(Del Campo y Resina, 2009).
Más allá de los nuevos entes funcionales en los que se suele canalizar
corporativamente la participación ciudadana, nuestro acercamiento por ahora se
ha centrado en los colectivos y movimientos identificables con el ideario
altermundialista en cuanto a demandar una ampliación en las formas de esta
participación en la definición e implementación de las políticas públicas y que
para ello construyen su identidad digital apelando a su territorialidad ourensana.
Con este perfil, y con presencia en Facebook y Twiter, nos encontramos con
Estudantes sen Futuro19, Democracia Real Xa Ourense20 y a Asamblea Abierta
Ourense (antes Acampada Ourense)21 en tanto expresiones del ciber-activismo
ourensano más representativo de la “juventud del siglo XXI”. Es decir, de las
indignadas voces del 15M. En sus entramados se puede reconocer la
proliferación de plataformas sectoriales y temáticas22 con las que se comparten
denuncias, demandas y alternativas respecto a la gestión de bienes y servicios
públicos. Se trata de un reconocimiento también policéntrico, en retícula, que
recoge y replica las razones y expresiones de la crítica y de las otras vías
posibles, entre múltiples localidades que según sea el evento del que se trate,
puede adquirir dimensiones locales, estatales, europeas o transnacionales.
Las posibilidades que proporcionan estas y otras redes sociales23 en cuanto a
soportar una inteligencia colaborativa24 que realiza tareas de planeación y
coordinación de reivindicaciones y movilizaciones ciudadanas, permiten
establecer vínculos de diversa intensidad en su interior. Desde los más difusos
como simples seguidores o fans del grupo o la “causa” de que se trate, hasta el
compromiso proactivo en la toma de decisiones sobre el diseño de las estrategias
de acción y en la realización de tareas específicas. Este ejercicio deliberativo en
un entorno que propicia la horizontalidad y la intertextualidad plástica (vínculos a
artículos, imágenes, vídeos, emoticonos, gráficos, esquemas, etc), es sin duda una
de las manifestaciones más ricas y novedosas de lo que podemos identificar como
ciberdemocracia, sin que por ello, como todo espacio de interacción humana sea
inmune a contradicciones y conflictos internos25.
La “arquitectura de la participación” (Cobo, 2006) que se despliega en “la
Nube” por parte de este ciberactivismo a favor de una renovación democrática de
las instituciones, sociedades, del mundo (el cambio que promueven se dice
Global), nos permite contar con un entramado de espacios de información,
comunicación, debate, toma de decisiones, donde es posible encontrar algunas de

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las propuestas más coherentes con la idea de una cibergobernanza ciudadana.
La propuesta de Democracia 4.0 y su idea de conciliar la democracia
participativa (telemática, responsable, exigente) con la representativa en los
procesos de votaciones de las Cámaras26; la iniciativa OpEuribor a favor de la
fiscalización ciudadana de la deuda pública27; o incluso el Modelo de queja al
Parlamento Europeo por la tipificación como delito de la convocatoria de
manifestaciones, que distribuyera el colectivo “Acción+Reacción”28 con motivo
de la iniciativa de reforma al código penal español, son solo algunos ejemplos de
lo que podemos identificar como la incipiente construcción de una
cibergobernanza europea desde abajo.
11 Véase: http://www.ourense.es/portalOurense/fnot_d4_v1.jsp?
contenido=11225&tipo=8&nivel=1400&language=gl&play=0
12 Véase: http://www.ourense.es/portalOurense/RecursosWeb/DOCUMENTOS/1/0_ 4506_4.pdf
13 El concelleiro de Nuevas Tecnologías Agustín Fernández, ofrece cifras y hace una valoración positiva
acerca de la red Ourense Wifi. Este programa, puesto en marcha desde diciembre de 2010 con la
implantación de la red wifi, facilita el acceso gratuito a los servicios de internet en 42 puntos de la ciudad, y
permite acceder a contenidos digitales en la calle y en los parques más representativos de la ciudad. El
servicio gratuito Ourense WIFI, alcanzó en el mes de marzo de este año los 8.122 usuarios desde su puesta
en marcha. Con una media de 568 nuevos usuarios al mes, en su mayor parte (el 74%) menores de 35
años, la red acumula un total de 145.983 sesiones, con una media de 60 minutos por sesión (idem).
14 Véase: http://www.060.es/060/appmanager/portal/desktop/?_nfpb=true&_pageLabe
l=mostrarFichacontactar_oficinas&idContenido=053486&fia=oficinas060ContactarAdministracion.
15 Véase: http://europa.eu/youreurope/citizens/index_es.htm.
16 A los hasta ahora descritos y en términos de administraciones públicas territorializadas, habría que añadir,
cuando menos, el portal de la Diputación Provincial de Ourense [http://www.depourense.es] y el de la
Xunta de Galicia [http://www.xunta.es/portada], aunque obviamente la red permite ciber-rastreos de muy
diverso tipo.
17 Véase https://carpeta.ourense.es/eParticipa/Products/Carpeta/Public/loginaspx?
returnurl=/eparticipa/Start.aspx?AppScope=CIUDADANO&language=gl. Para acceder a estos servicios
de gobierno electrónico, propiamente dicho, es preciso cumplimentar y enviar una solicitud de registro, abrir
un correo electrónico con un número de referencia, presentarse en una oficina de atención al ciudadano
con aquel número y copia del DNI, y firmar el Contrato con el ciudadano
(https://carpeta.ourense.es/documents/docfiles/Contratogalego.pdf) a fin de que se nos entregue nuestras
claves de acceso.
18 Por parte del PSOE Ourense solo nos fue posible rastrear la web del candidato
[http://www.agrupacionsocialistaourense.org/], como evento alrededor de la campaña de las elecciones del
22M, 2011, y la página del entonces candidato, actual alcalde [http://www.franciscorodriguezou.es/] con su
entrada más reciente del 24 de mayo del 2011, por lo que ambas han quedado obsoletas (junio de 2012).
19 Véase: https://www.facebook.com/profile.php?id=100002296229056&ref=ts
20 Véase: https://www.facebook.com/pages/Democracia-Real-Xa-Ourense/2075858059 45678
21 Véase:https://www.facebook.com/15M.Ourense?ref=ts y http://ourense.tomalaplaza.net/2012/04/08/1740/
22 Desde Ourense hemos podido rastrear la Asociación Pro Sanidade Digna Ourense [blog
http://prosadiourense.blogspot.com.es]; Plataforma polo Aforro Público [Blog:
http://aforropublico.wordpress.com]; Plataforma Galega en Defensa do Ensino Público [blog:

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http://plataformagalegadefensaensinopublico.blogspot.com.es/].
23 Creación de eventos y grupos públicos, privados o secretos, chats y audiochats, acceso a documentos
colaborativos, etcétera. Tanto el movimiento 15M, como Democracia Real Ya, utilizan para sus tareas de
organización interna la plataforma Lorea “un proyecto tecnopolítico de redes sociales seguras” que se
caracteriza por su código abierto y por manejarse bajo licencias Creative Commons, véase https://n-1.cc/ y
http://www.nodo50.org/briega/?q=node/669, con estas mismas características, y surgida al calor del proceso
de organización del movimiento, vale la pena mencionar a Virtual-Pol, “la primera red social democrática”;
véase: http://www.virtualpol.com/
24 Véase: http://www.ignasialcalde.es/inteligencia-colaborativa-mas-alla-de-la-inteli-gencia-colectiva/
25 Véase: http://www.elmundo.es/accesible/elmundo/2012/04/23/madrid/1335191371.html; y
http://www.publico.es/espana/430535/democracia-real-ya-no-cabe-en-unos -estatutos
26 Véase: http://www.demo4punto0.net/es/home
27 Véase: http://opeuribor.es/
28 Véase: http://accionmasreaccion.wordpress.com/2012/04/18/modelo-de-queja-al-parlamento-europeo-por-
la-tipificacion-como-delito-de-la-convocatoria-de-manifestaciones/

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4. REFLEXIONES FINALES
Sin duda, la gobernanza multinivel europea sigue supeditada al mundo de lo
económico y empresarial y el resultado es un modelo social europeo que se
debilita. Los tímidos intentos de consolidar los derechos sociales, han quedado
relegados ante las urgencias que imponen las actuales crisis de las deudas
soberanas. El proyecto europeo parece de nuevo limitarse a estrechas
justificaciones de orden económico, comercial y financiero. Y mientras Europa
trata de volver a crecer económicamente lo hace a costa del esfuerzo y sacrificio
creciente de trabajadores, pensionistas, familias, jóvenes, mujeres, personas
dependientes que viven con angustia la inseguridad de toda una forma de vida que
parece desdibujarse ante ellas.
El desafío sigue siendo la enorme tarea de dar el salto hacia la ansiada unión
política y social, es decir, en la cual las ciudadanías europeas tengamos la
sensación de participar —disfrutar— del proyecto europeo (Maillet, 1995: 239).
Si el objetivo es, en último término, la consolidación de un modelo social
europeo mediante la implicación de la ciudadanía, de acuerdo con Palmer y
Gillespie (2001)29, es esencial que se reconozca hasta qué punto la integración
europea ha enriquecido las vidas ciudadanas abriéndoles un abanico de nuevas
posibilidades. Se trataría de promover una gobernanza participativa que recupere
la relación entre ciudadanía y bienestar en el contexto europeo (Kuhnle, 1997:
42).
Esta recuperación debe partir de reconocer que internet y las TIC favorecen una
nueva manera de autoconciencia y expresión social que reconfigura buena parte
de la lógica por la que, tradicionalmente, los movimientos sociales y la acción
ciudadana quedaba constreñida, en exclusiva, a la previa canalización de partidos
políticos, sindicatos o asociaciones u otras tradicionales formas de organización
(Ríos, 2011). Es decir, asumir que cada vez más “la politeia contemporánea es
virtual y el ágora, digital” (Cotarelo, 2010:106).
No cabe duda de que la diversidad y singularidad que reviste localmente el
entramado virtual tejido por el ciberactivismo alternativo, y sus interacciones,
interconexiones e interdependencias con su presencia pública (ruedas de prensa,
movilizaciones, acciones de protesta) y mediática, constituyen un taller y
laboratorio creativo de sumo interés para la Ciencia Política. En él la propia
ciudadanía europea cuestiona la subordinación de lo social y lo político a los
intereses económicos, y lo hace desbordando los agrupamientos institucionales

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que tratan de definir de forma incontestable tanto los contornos del “bien común”,
como los “perfiles” de interlocución política pertinentes. Al tiempo de
experimentar con renovadas y nuevas formas y contenidos, una democracia de
ciudadanía, una incipiente, cibergobernanza altermundialista.
29 Para estos autores es necesario recuperar la capacidad de articular de modo convincente y pertinente la
respuesta a ¿por qué Europa hoy? Así, señalan cómo la existencia, la evolución y la ampliación gradual de
la Unión Europea han sido factores de un peso enorme en el estímulo y el asentamiento de los cimientos del
medio siglo de paz y estabilidad que ha disfrutado Europa, y de todos los avances democráticos,
económicos y sociales. (Palmer y Gillespie, 2001).

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SEGUNDA PARTE
LA COMUNICACIÓN POLÍTICA Y
LAS REDES SOCIALES

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Capítulo 5
Medios de comunicación y redes sociales en
las democracias actuales:
¿Complementariedad o sustitución? Una
aproximación al caso español1
PALMIRA CHAVERO
Universidad Complutense de Madrid
pchavero@gmail.com
@p_chavero
https://www.facebook.com/palmira.chavero

1. INTRODUCCIÓN
Los cambios que están enfrentando las democracias en los últimos años
coinciden con la doble crisis que afecta al sector de los medios de comunicación:
económica y profesional. Al mismo tiempo, se está produciendo una tendencia de
signo contrario: el auge de las redes sociales y nuevos formatos de comunicación
online.
Este fenómeno está provocando la aparición de algunas voces que defienden
que las redes sociales están sustituyendo (o tienden a hacerlo) a los medios de
comunicación tradicionales en su papel de vertebradores de la opinión pública.
Sin embargo, tenemos la posibilidad de que los medios de comunicación
convencionales sigan siendo la vía fundamental de comunicación entre el poder
político y los ciudadanos, en tanto que las redes sociales vendrían a
complementarlos.
En este contexto, proponemos que lo que se produce en España es una
retroalimentación de ambas herramientas, que vendrían a complementarse más
que a sustituirse. Para comprobar si esto sucede así, en este trabajo realizamos un
análisis de la manera en que los medios de comunicación convencionales, por un
lado, y las redes sociales, por otro, han tratado los acontecimientos más
significativos de la legislatura 2008-2011: el 15M, la huelga general (29S) y la
cita electoral (20N). Para ello, hemos realizado un análisis exhaustivo de ocho de
los principales diarios españoles y lo hemos puesto en relación con los estudios

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disponibles de tráfico de información en redes sociales en los tres momentos
antedichos.
1 Los datos del análisis de la prensa de referencia pertenecen al estudio “Agenda de los medios y agenda
ciudadana: Análisis temporal desde un enfoque cualitativo”, financiado por el Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS) y dirigido por Fermín Bouza y Juan Jesús González.

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2. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LAS
DEMOCRACIAS ACTUALES
2.1. Los medios convencionales
La importancia de la relación que se establece entre los medios de
comunicación, la clase política y los ciudadanos radica desde su origen en la
participación mediática a la hora de construir un patrón de opinión pública, lo que
influye, en último término, en la calidad democrática de un país. En esta relación,
los medios de comunicación se erigen como el intermediario necesario para que
los actores públicos (la clase política, en este caso) puedan llegar a los
ciudadanos, con el objetivo último de que la sociedad reciba y asuma el
repertorio de temas (y encuadres) que transmite. Empero, esto no significa que los
medios de comunicación funcionen a modo de tabula rasa; el mecanismo
responde más bien a otra lógica según la cual la audiencia combina los mensajes
recibidos por los medios con su propia experiencia y, a partir de ahí, elabora su
agenda personal con los temas que considera más importantes y la manera de
enfrentarlos. La aparición y auge de las redes sociales viene a alterar esta
relación, por cuanto la audiencia ya no siempre precisa de la existencia de los
medios de comunicación para acceder a la clase política; si hasta ahora los
medios eran la única manera de poner en relación a ambos actores, las redes
sociales rompen ese monopolio y posibilitan el contacto directo entre los
ciudadanos y la clase política.
Este potencial democratizador de las redes sociales es tanto más significativo
en el contexto de polarización mediática en el que nos movemos. Una de las
características del sistema mediático español es que esa relación entre los medios
de comunicación y el poder político no se limita a la mediación, sino que se basa
en vínculos de afinidad ideológica por los que unos y otros tratan de influirse. Es,
entre otros rasgos, lo que sitúa a España en un sistema mediático de pluralismo
polarizado (Hallin y Mancini, 2004). Dentro de la tipología establecida por los
autores, el sistema de pluralismo polarizado o mediterráneo es el que engloba,
además de España, países como Grecia, Italia, Portugal y, en menor medida,
Francia. En estos países la prensa tiene un bajo índice de difusión (inferior a los
100 ejemplares por cada mil habitantes) y se trata de una prensa elitista con
claras orientaciones partidistas. En ellos existe un alto nivel de paralelismo
político, debido en parte al menor grado de profesionalización de los periodistas,
que resulta en una prensa orientada hacia el comentario, y en el que la

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intervención del Estado es bastante significativa. Atendiendo a su evolución
histórica, nos encontramos ante países que, en general, han tardado más en
alcanzar la democracia y en los que existe una gran polarización ideológica, que
se combina con una fuerte implicación del Estado y de los partidos en materia
económica. Si analizamos en detalle el caso español, los rasgos que definen su
inclusión en el modelo de pluralismo polarizado pueden resumirse de la siguiente
manera:
a) Desarrollo tardío de la industria periodística, lo que da lugar a una prensa de
élite y con bajas tiradas.
b) Alto grado de paralelismo político, entendido como la relación que se
establece entre la clase política y periodística2.
c) Escasa profesionalización y autonomía de los periodistas. Con la primera de
ellas se hace referencia a la capacidad de los profesionales de los medios
para actuar de manera conjunta en pro de intereses corporativos y a través de
sus propios mecanismos. En España, “la insuficiente profesionalización
alcanzada por el periodismo español se refleja en el poco éxito que el
asociacionismo tiene entre los periodistas” (Ortega y Humanes, 2000: 165).
d) Intervención del Estado en los medios de comunicación. En España, esta
intervención se produce de una doble manera: con la concesión de licencias a
entidades privadas y a través de la radiotelevisión pública. En este sentido,
las dos legislaturas de Rodríguez Zapatero (2004-2008 y 2008-2011)
supusieron un cambio importante con la desgubernamentalización del ente
público, que hasta entonces había estado, en mayor o menor medida, al
servicio del gobierno de turno3. La llegada de Mariano Rajoy (PP) al
gobierno ha venido a romper esta independencia con la modificación de la ley
en 2012, que permite nombrar al presidente de RTVE sin consenso con ningún
partido y en tan sólo 24 horas.
Hasta la primera década de este siglo, el sistema mediático español tenía
claramente identificados los dos polos ideológicos, cada uno de los cuales tiene
afinidad con uno de los dos partidos políticos principales, convirtiéndose con
ello en su apoyo tradicional. Este alineamiento ideológico de los medios se puede
identificar a través de una serie de indicadores: el contenido de los medios de
comunicación y la manera de presentarlo, las relaciones organizativas, la
pertenencia de los profesionales de la comunicación a algún partido o su
activismo político y, por último, las orientaciones y prácticas de los periodistas

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(Hallin y Mancini, 2004). Cuando el apoyo no se produce de manera explícita, un
estudio exhaustivo de los medios permite llegar a tal identificación partidaria,
que en todo caso es percibida por la audiencia4.
La crisis económica que estalló en 2008, unida a la situación endógena de la
profesión periodística, está transformando la configuración de esta dualidad
mediática. Si bien es cierto que todo el sector está padeciendo el declive
económico, es el polo ideológicamente situado a la izquierda el que está teniendo
los problemas más graves en términos económicos5. El principal grupo español
de comunicación y tradicional apoyo del PSOE, PRISA (editora de El País), pasó
en 2010 a manos de Liberty (57,7% de las acciones), un grupo de inversión cuyo
único objetivo es obtener “inversiones con retornos a medio plazo —entre tres y
cinco años—” (Serrano, 2010: 178). El cierre de CNN+ a finales de 2010 y los
planes de reducción de plantilla del grupo son un indicador de las prioridades de
los accionistas mayoritarios del holding. La desaparición del diario Público (del
grupo Mediapro, cercano a Rodríguez Zapatero), la fusión/absorción de La Sexta
(Mediapro) con Antena 3 (Grupo Planeta), de Cuatro (PRISA) con Telecinco
(Mediaset, de Berlusconi) y los intentos frustrados por crear nuevos periódicos
(La Voz de la Calle, de Teodulfo Lagunero) debilitan notablemente el peso del
polo progresista de la balanza mediática.

2.2. Las redes sociales


En contraposición a la crisis que golpea a la prensa tradicional, en los últimos
años asistimos a un auge significativo de las redes sociales y los nuevos formatos
de comunicación online. La tendencia creciente del consumo de este tipo de
medios no deja lugar a dudas: es el tercer medio más utilizado para informarse en
España, superando a la radio6; el 45% de los ciudadanos se informa sobre
política en internet, la mayoría de ellos con una frecuencia relativamente alta
(Anduiza, 2010: 24) y el 17,6% de los ciudadanos usuarios de internet (aquéllos
que lo han utilizado en los últimos doce meses) siguieron la campaña electoral del
20N a través de las redes sociales7. Desde el punto de vista de la calidad
democrática, este incremento de las herramientas online es un motivo de
optimismo para algunos autores, toda vez que la propia concepción de las
herramientas tecnológicas permite una mayor participación e implicación de los
ciudadanos, lo que revierte en una mejora de las prácticas democráticas (Castells,
2009).

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Este cambio de conducta entre los ciudadanos trae parejo un debate sobre el
futuro de los medios tradicionales. Por un lado, encontramos autores que plantean
la sustitución de la prensa escrita por los nuevos formatos digitales, pues los
ciudadanos estarían motivados por la gratuidad, inmediatez y facilidad de lectura
de estos últimos (Anduiza, 2010: 26). Una posición defendida incluso dentro del
propio sector mediático8, si bien tampoco en éste existe consenso. No se trata, en
todo caso, de un debate en torno a la posible sustitución del formato papel por el
digital, sino del cuestionamiento de la capacidad de los medios de comunicación
convencionales para generar y vertebrar la opinión pública y de su papel como
intermediarios entre la clase política y los ciudadanos.
Otros autores defienden las nuevas formas de comunicación como un consumo
alternativo a los medios tradicionales, entendiendo este flujo informativo como
contrainformación (Sampedro, 2011). Esto es, siguiendo al mismo autor, lo que
habría sucedido tras los atentados del 11M, donde la audiencia buscó en medios
alternativos la información y los análisis que no le ofrecían los convencionales
(Sampedro, 2005: 142). En tal caso, los nuevos formatos vendrían a
complementar a los medios de comunicación tradicionales, por cuanto serían
éstos los que ofreciesen a la audiencia una primera información (también los
análisis, opiniones) de los acontecimientos y temas más relevantes y, a partir de
ahí, la audiencia busca enfoques distintos. En este contexto, el consumo de estos
medios alternativos vendría a representar el ejercicio de la autonomía de la
audiencia ante el intento de los medios de configurar su agenda.
2 Esto llevaría a una instrumentalización de los medios por parte de los partidos. Sin embargo, algunos estudios
han puesto de manifiesto que la tendencia puede darse a la inversa, esto es, que son los propios medios los
que condicionan el devenir político.
3 La ley de 2006 otorgaba mayor independencia al ente público, haciendo necesario que el presidente de
RTVE fuese elegido por una mayoría de dos tercios, lo que suponía, de facto, que los dos principales
partidos tenían que alcanzar consenso.
4 En una escala de 1 a 10, en la que 1 es la ausencia de politización y 10 representa la ideologización total, la
audiencia sitúa a los medios españoles en el 7,6, según el Informe Anual de la Profesión Periodística de
2011 de la Asociación de la Prensa de Madrid. Desde 2006, esta percepción ha ido aumentando desde 7,3.
La encuesta pertenece a una muestra de 1.203 entrevistas, con un error de muestreo de +/- 2,9% y un nivel
de confianza del 95,5%. La elección de los hogares se hizo mediante un muestreo aleatorio simple, con
entrevistas realizadas entre el 29 de agosto y 5 de septiembre de 2011 mediante el sistema CATI (encuesta
telefónica asistida por ordenador).
5 Entre el verano de 2008 y octubre de 2010, el empleo en el sector periodístico se redujo en un 20%, según
datos de la Asociación de la Prensa de Madrid. Desde el verano de 2008 hasta principios de 2012, más de
6.000 periodistas han perdido el empleo.
6 Eurobarómetro Standard 76/Otoño 2011.
7 Estudio 2.920 del CIS, que también recoge que el 36,4% de los ciudadanos siguió la campaña a través de la
prensa escrita consultándola al menos dos días a la semana. La cifra asciende a 41,4% si se tienen en

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cuenta radio y TV.
8 El consejero editorial del grupo PRISA y presidente de El País, Juan Luis Cebrián, afirmó en un foro de
debate sobre el futuro del sector que “los diarios ya no vertebran la opinión pública”:
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/22/actualidad/1335120279_956448.html

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3. UNA APROXIMACIÓN EMPÍRICA AL DEBATE
A partir de los presupuestos expuestos, podemos establecer la existencia de una
doble posibilidad ante la evolución de los sistemas mediáticos tradicional y
digital. Por un lado, la sustitución de la función de los medios en su formato
tradicional por las nuevas herramientas digitales y, por otro, la posibilidad de que
ambos se complementen.
Para realizar una aproximación empírica a este debate para el caso español, en
este trabajo analizamos los momentos de mayor relevancia de la legislatura 2008-
2011 y la manera en que han sido tratados en ambos contextos comunicacionales,
a fin de detectar similitudes, diferencias y posibles nexos entre ambos. Para el
estudio de la prensa de referencia, llevamos a cabo un exhaustivo análisis de
contenido de las principales cabeceras a lo largo de toda la legislatura: El País,
El Mundo, ABC (Sevilla), La Vanguardia, El Periódico de Cataluña, El Correo,
La Voz de Galicia y Levante EMV. De cada uno de ellos, identificaremos —a
partir del análisis diario de las portadas y editoriales— los temas y protagonistas
principales, así como los encuadres con los que se presentan los issues más
destacados.
Para el análisis de las redes sociales, tomamos como referencia estudios
específicos para cada uno de los momentos de análisis, realizados a través de
herramientas de rastreo y medición del tráfico de información en Twitter. Aunque
la tecnología tiene aún muchos aspectos que perfeccionar en este sentido, se van
desarrollando herramientas que nos permiten estudiar cada vez más elementos del
proceso de comunicación en red.
En primer lugar, realizamos un repaso de la legislatura 2008-2011 a través de la
agenda mediática. Ello nos llevará a identificar los momentos más importantes de
la legislatura de estudio, a fin de comprobar si han tenido la misma relevancia
para los medios convencionales que para los usuarios de las redes sociales. Una
vez identificados, analizamos su caracterización y evolución en ambos contextos.
Antes de entrar en el análisis de los acontecimientos más significativos,
conviene recordar someramente los rasgos de cada uno de los tipos de
comunicación a la que nos enfrentamos y que pueden contribuir a explicar la
posible diferencia de visibilidad del mismo hecho en ambos sistemas de
comunicación. En el caso de los medios convencionales, un acontecimiento tendrá
tantas más posibilidades de ser objeto del foco mediático cuanto más se acerque a
los factores de noticiabilidad: temática (relevancia del tema tratado), negatividad

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(tono), personalización (actores protagonistas identificados y reconocibles),
proximidad geográfica (entre el lugar en el que se desarrolla el acontecimiento y
el ámbito de difusión del medio), sorpresa y espectacularización (dramatización)
(Schulz, en Muñoz-Alonso y Rospir, 1995:45). Por otro lado, las características
del tipo de comunicación del entorno online son la cooperación, instantaneidad,
realimentación, horizontalidad, descentralización, flexibilidad, dinamismo e
interconexión (Sampedro, 2011).

3.1. La legislatura 2008-2011


La segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) ha sido, por
encima de todo, la legislatura de la crisis económico-financiera, que ha
condicionado su desarrollo en todos los campos. El año 2008 terminó con la
economía (crisis, paro) como tema hegemónico de la agenda mediática, reflejo
del nuevo escenario que el estallido de la crisis estaba dejando. Con un 45% de
la agenda en el último trimestre de 2008, este issue amenazaba con marcar las
elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi (marzo de 2009), con la
consiguiente erosión que podía suponer para el PSOE. En esta tesitura, El País
destapa en febrero (2009) el caso Gürtel, una trama de corrupción en la que
estaban implicados altos cargos del Partido Popular y apuntaba a su posible
financiación irregular. De esta manera, El País buscaba diversificar la agenda
temática de los medios, presa ya de la crisis económica, y va dosificando
convenientemente el tema a lo largo de 2009 y 2010 en una cobertura de la
corrupción sólo superada por la que realiza Levante EMV, principal diario del
epicentro de la trama, la Comunidad Valenciana. A pesar de los intentos de El
País por mantener la corrupción como tema de agenda, el empeoramiento de la
crisis dota al ítem Economía (crisis, paro) de una fuerza abrumadora. Por otro
lado, la estrategia del diario tampoco estaba dando los frutos esperados, toda vez
que el PP sale reforzado de todas las citas electorales de 2009 (Galicia, Euskadi,
Unión Europea).
A partir de abril de 2009, la prensa de referencia comienza a pedir un pacto de
Estado como salida a la crisis (“La lucha contra el paro exige un pacto de
Estado”, editorial El Mundo 25/04/2009), demanda que es recogida por el
gobierno a través del proceso de diálogo social que, de acuerdo a los patrones
negativistas de la prensa, es objeto de atención mediática cuando fracasa, de
modo que el diálogo social sólo es noticia cuando se rompe. El año 2010
comienza con un número de parados que supera los 4,5 millones y con una presión
creciente (Banco de España, CEOE, FMI, etc.) sobre Zapatero para que acometa

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profundas reformas. El gobierno realiza entonces un primer intento de aprobar
medidas con la propuesta de retrasar la edad de jubilación y de revisar el sistema
de pensiones como puntos fundamentales, pero se encuentra con la negativa
frontal de la oposición parlamentaria, los sindicatos y la prensa en bloque, que se
unen en una “coalición negativa” que bloquea la agenda del gobierno. Para
romper esta situación, Zapatero lanza una nueva oferta de diálogo social (que
derivará en los Pactos de Zurbano). Con sucesivos acercamientos y
distanciamientos, el diálogo se va dilatando en el tiempo sin visos de alcanzar
acuerdo, hasta que en mayo de 2010 Rodríguez Zapatero, ante las exigencias
supranacionales, da un giro a la legislatura presentando un plan de ajuste con
importantes recortes en derechos sociales que pone fin al encuadre de la salida
social a la crisis con una huelga general convocada cuando se aprueba la reforma
laboral.
Tras el relativo fracaso de la huelga general (29 septiembre) y la consecuente
remodelación del gobierno, el diálogo social da sus frutos en enero/febrero de
2011, con la firma del Acuerdo Social y Económico. Lo paradójico del pacto es,
precisamente, su contenido, pues en lo sustancial recogía las mismas medidas
propuestas por el gobierno socialista en enero de 2010 y que habían bloqueado
los mismos actores que ahora lo apoyan. Tras el logro del pacto social, las
elecciones municipales y autonómicas de mayo primero, y el adelanto de las
generales más tarde, marcan la agenda mediática y política de 2011, con la
irrupción del movimiento 15M como única novedad durante un tiempo. A partir
de entonces, la prensa conservadora deja de prestar atención a las materias
económicas con las que hasta ahora venía castigando al gobierno para centrarse
en corrupción (caso de los EREs de Andalucía, caso Campeón), terrorismo y
partidos políticos, en tanto que la prensa afín al gobierno dedica más atención a
los asuntos económicos hasta que, en julio, se une a las voces conservadoras que
reclaman el adelanto electoral.
De este relato mediático de la legislatura se desprenden algunos de los issues
principales de la misma:
– Crisis económica y su gestión: paro, reformas, diálogo social, etc.
– Corrupción (caso Gürtel)
– Partidos políticos (articulado en la sociedad a través del movimiento 15M)
– Huelga general
– Campaña electoral y elecciones

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Dadas las características de los acontecimientos y los rasgos propios del
funcionamiento de las redes sociales, en especial en lo que a inmediatez se
refiere, entendemos que los momentos más relevantes para abordar una
comparativa entre los dos sistemas son: 15M, la huelga general y las citas
electorales/campaña electoral.

3.2. El movimiento 15M, entre la red y las portadas


El primero de los momentos que estudiaremos para identificar las posibles
relaciones entre la prensa de referencia9 y las redes sociales, entre las que
haremos especial mención a Twitter, es el movimiento 15M, paradigma de la
movilización ciudadana a través de las redes sociales después del éxito de la del
13 de marzo de 2004.
Desde que apareció, en mayo de 2011, el movimiento 15M ha mantenido su
actividad, con momentos de distinta intensidad hasta cumplir, al menos, su primer
aniversario. A pesar de ello, los medios de comunicación no lo han mantenido en
su agenda, prestándole poca atención más allá del momento de su nacimiento y
primeros pasos hasta que el nuevo escenario queda identificado. Desde su origen
hasta el final de la legislatura, la visibilidad mediática del 15M ha sido la que
refleja la siguiente tabla:
Tabla 1. Aparición del 15M en la prensa de referencia (2011)10
Mayo Junio Julio Octubre Total
15 M. 48 37 6 10 101
% 47,5 36,6 5,9 9,9 99,9

Tal y como refleja la tabla precedente, la prensa de referencia sólo tiene en


cuenta al 15M durante los primeros meses: mayo y junio, es decir, el momento de
su nacimiento y los primeros compases, que se corresponde con el diagnóstico
del nuevo escenario y que responde a criterios de noticiabilidad. A partir de
junio, el issue desaparece del foco mediático y sólo regresa, si bien con mucha
menos fuerza, en el otoño, a raíz de una nueva movilización masiva el 15-O en
numerosas ciudades de todo el mundo. Entretanto, el arrollador triunfo del PP, el
adelanto de las elecciones generales y las amenazas de una nueva recesión (con
reforma de la Constitución española incluida) colmaron las portadas y editoriales
de la prensa española. Tras esta movilización (15-O), el 15M vuelve a
desaparecer de la agenda mediática, destacando en especial su ausencia durante
la campaña electoral del 20N.

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Tenemos, por tanto, un primer indicador según el cual los periódicos españoles
sólo han prestado atención al 15M en el momento de su irrupción en la esfera
pública y, secundariamente, cuando la movilización social ha alcanzado cotas muy
notables, es decir, cuando los propios criterios periodísticos (actualidad,
novedad, sorpresa…) han marcado la pauta.
Empero, es éste uno de los pocos factores en los que coinciden los medios
analizados pues, dentro de un sistema polarizado como el español y en contexto
electoral, cabe esperar diferencias notables entre los medios de distinta tendencia
ideológica, tal y como hemos someramente avanzado. En efecto, nos encontramos,
de un lado, a la prensa progresista, que se decanta más o menos sutilmente del
lado de las movilizaciones, pero entre cuyas cabeceras también encontramos
matices. El País comparte la indignación ante una lucha política institucional que
considera cada vez más autorreferencial y alejada de los problemas existentes
(“¿Conflicto en Sol?”, editorial 20/05/2011), pero para el diario prevalece el
carácter electoral, anticipándose al daño que esta movilización le ocasionaría al
PSOE: “La solución no consiste en abstenerse, pues la idea de una democracia sin
partidos no sólo es inaplicable en un país moderno, sino el germen del peor
populismo” (“En todo caso, a votar”, editorial 22/05/2011). Al mismo tiempo,
advierte a los partidos ante la tentación de capitalizar el descontento social: “Tan
lastimoso resulta el intento de capitalizar electoralmente las protestas como el de
achacarlas a tenebrosas conspiraciones que sólo demuestran la incapacidad de
entender la política de otra forma que no sea como navajeo y maniobras en la
oscuridad” (editorial 20/05/2011). Esta misma línea sigue El Periódico de
Cataluña, que va incluso más allá en su apoyo al movimiento y toma parte activa.
Para este diario, el 15M es “un movimiento inteligente y sensato, que debate
temas cruciales para el desarrollo y la salud de la democracia, que ha contado
con la comprensión de la mayoría de los ciudadanos y que los políticos harían
mal en olvidar” (“Indignados diseminados”, editorial 10/06/2011). Además de un
diagnóstico favorable, la cabecera propone la senda a seguir: “Tiene que
organizarse y canalizar y concretar sus propuestas, asumiendo el inevitable riesgo
de parecerse a los partidos a los que tanto critican, huyendo de todo lo que huela
a algarada y a inmadurez […] Los políticos profesionales deberían meditar sobre
la necesidad de integrar esos anhelos como ya ocurrió durante la transición,
cuando partidos e instituciones supieron asumir y canalizar lo que estaba en la
calle. Entre todos.” (“Prueba superada”, editorial 20/06/2011). La sintonía de El
Periódico con el 15M le lleva a poner en marcha una experiencia (“Iniciativa
para mejorar la democracia”) con la que reúne de durante un tiempo a expertos,

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líderes políticos y ciudadanos para “buscar salidas a la crisis económica y
política” (“Entre todos”, 19/06/2011).
En el lado opuesto, la prensa conservadora aprovecha la ocasión para castigar
al gobierno y advierte a la audiencia de que la solución no pasa por cambiar las
reglas del juego. El encuadre de El Mundo viene a decir que “el gobierno es
incapaz de controlar la rebelión social y se equivoca al intentar capitalizarla”
(“Reformas sí, pero sin patada en el tablero”, editorial 18/05/2011; “El PSOE
juega a capitalizar la rebelión social”, editorial 19/05/2011). Como es habitual,
ABC ofrece un encuadre similar, si bien más polarizado: “Los desheredados de
Zapatero” (19/05/2011) y propone una solución muy distinta: “La Policía no está
para filosofar, sino para hacer cumplir la ley electoral y proteger la jornada de
reflexión” (20/05/2011).
El caso de La Vanguardia es significativo, pues aunque en un principio no
presta atención al movimiento, se posiciona totalmente en contra cuando un grupo
minoritario —del que se desvincula el 15M de inmediato— imposibilita a los
diputados catalanes la entrada al Parlament a mediados de junio. A partir de ese
momento, lo que había sido una “protesta legítima” pasó a ser para La
Vanguardia “un ataque extremista, intolerante y agresivo contra la democracia”
(editorial 16/06/2011). Este episodio sirve además a La Vanguardia para cerrar
filas con el gobierno de CiU, que venía aplicando importantes recortes, frente a
un “movimiento que cruza y mezcla propuestas de reforma —interesantes algunas
de ellas— con una inaceptable impugnación moral del sistema parlamentario”
(17/06/2011). El diario se convierte así, junto con ABC, en el más crítico con el
movimiento.

3.3. El 15M en la red11


En lo que respecta a las redes sociales, el 15M originó 581.749 mensajes en
España entre el 25 de abril y el 26 de mayo. Esta cifra, que representa en torno a
un tercio de los mensajes emitidos en todo el mundo, resulta de la identificación
de 70 etiquetas relacionadas con el movimiento. Atendiendo a su evolución, los
primeros hastags creados fueron “#Nonosvamos”, “#democraciarealya” y
“#acampadasol”; a partir de aquí, la acampada en las distintas ciudades
españolas fue acompañada de su correspondiente réplica en las redes:
“#acampadabcn”, “#acampadagranada”, “#acampadabilbao”, etc., hasta derivar
en una común, “#globalcamp”.
La evolución del 15M en las redes sociales mantuvo una tendencia creciente en

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la misma medida en que iba aumentando el propio movimiento en las plazas.
Antes del inicio del movimiento, la red contaba con 2.123 usuarios, cifra que se
duplica el día 15 de mayo y que asciende hasta los 45.731 usuarios el 22 de
mayo. De manera similar a lo que sucede en la prensa, la visibilidad en la red
ralentiza su crecimiento a partir de entonces. Sin embargo, a diferencia de los
medios tradicionales —sometidos a unas determinadas reglas—, en internet el
15M viajó libre de intervenciones externas. En lo que sí existe coincidencia entre
ambos sistemas de comunicación es en la concentración a la hora de reproducir la
información: unos pocos puntos (nodos en un caso, diarios en el otro) actúan
como agentes de referencia para el resto. Entre los medios convencionales, El
País, El Mundo y ABC son los típicamente considerados periódicos de referencia
(también La Vanguardia), es decir, los que ejercen cierta capacidad de influencia
sobre el resto de diarios y marcan en mayor o menor medida la agenda. En el caso
de las redes sociales, el 10% de los usuarios generó el 52% de los mensajes
lanzados. Entre los perfiles más activos, además de las acampadas y usuarios
conocidos en las redes, estaban medios de comunicación, periodistas y algunos
partidos políticos. A medida que pasaban los días, la concentración era mayor (el
número de personas que emiten mensajes desciende notablemente).
En una breve aproximación a los posibles contenidos de los mensajes, podemos
señalar que los hastags más utilizados fueron, por este orden: “#acampadasol”,
“#spanishrevolution”, “#nolesvotes”, “#15m”, “#nonosvamos”,
“#democraciarealya” y “#notenemosmiedo”. Entre todos congregaron el 71% de
las apariciones; algunas de las etiquetas restantes fueron “#yeswecamp”,
“#globalcamp”, “#22m”, “#estoesreflexión”, “#globalrevolution”, “#votoútil” o
“#periodismorealya”.
Aunque Twitter ha sido la herramienta fundamental para la génesis y expansión
del movimiento 15M, otras redes sociales también han contribuido en tal
empresa: Democracia Real Ya! tenía en mayo de 2011 más de 180.000 seguidores
en su página de facebook, pero además esta red contaba con más de 200 páginas
relacionadas.
A partir de los datos analizados, podemos apuntar que en la evolución del 15M,
desde su explosión hasta su consolidación y expansión más allá de las fronteras
españolas, han intervenido tanto las redes sociales como los medios de
comunicación convencionales, si bien el efecto principal corresponde a las redes
sociales. En este sentido, si las redes sociales (en especial Twitter) fueron el
elemento necesario para la génesis de la protesta inicial y otorgó cohesión interna

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al movimiento, las cotas de visibilidad mediática que adquiere el 15M pudieron
contribuir de manera significativa a la expansión del movimiento. Tal
contribución se habría dado al menos en dos caminos; en primer lugar, los medios
convencionales facilitaron la transmisión de las movilizaciones a ciudadanos
alejados de entornos digitales y que, sin embargo, acabaron conociendo los
acontecimientos e incluso sumándose a los mismos (la heterogeneidad de los
“indignados” es, no en vano, uno de sus rasgos principales; también el posterior
movimiento de los “yayoflautas” sirve de ilustración). En segundo lugar, la
presencia de las movilizaciones en las portadas de los periódicos de referencia
del país hace que otros medios internacionales presten atención a los
acontecimientos y, ante la importancia del fenómeno, se hagan eco del mismo,
contribuyendo con ello a su expansión internacional. En este sentido, las portadas
de The Washington Post y Le Figaro fueron las más significativas, pero el 15M
también estuvo en las portadas de Rzeczpospolita (Polonia), La Jornada
(México), Clarín (Argentina), Granma (Cuba), El Comercio (Ecuador), El Día
(Argentina) o Die Tageszeitung (Alemania), entre otros. Además de las ediciones
digitales de otros muchos: The New York Times, Financial Times, The Guardian,
Le Monde, Der Spiegel, l’Unitá, La Repubblica, Il Corriere della Sera, La
Nación (Argentina), etc. Por último, también existe la posibilidad de que el
tratamiento de los medios de comunicación conservadores provocase un aumento
de la protesta social (Calvo et al., 2011).
Esta influencia entre las redes sociales y los medios convencionales en virtud
de la cual las movilizaciones se habrían consolidado y expandido hay que
sumarla, en términos de comunicación, a la relevancia que adquiere un evento que
logra la atención mediática. Esto es, la propia inclusión del tema en la prensa de
referencia lo activa en la esfera pública a través de su inclusión en debates y
tertulias del resto de formatos, lo que incrementa su relevancia social y, con ello,
no sólo favorece su visibilidad sino también el mantenimiento del debate público
a lo largo del tiempo.

3.4. La huelga general de 2010


En un contexto económico convulso y ante presiones supranacionales inéditas,
Rodríguez Zapatero presenta un plan de ajustes en mayo de 2010 con el que se
rompe el encuadre de la salida social a la crisis hasta entonces mantenido por el
gobierno y, tras la aprobación de la reforma laboral un mes más tarde, los
principales sindicatos convocan una huelga general para el 29 de septiembre. El
anuncio con tres meses de antelación se tradujo en que, si bien los sindicatos

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realizaron una campaña de información/movilización durante todo el verano, los
medios de comunicación no prestasen mucha atención hasta llegado el momento
de la movilización. Ente julio y septiembre de 2010, la huelga general supuso el
6,5% de la agenda mediática española, información concentrada en el último mes.
El tratamiento mediático de la huelga general hay que analizarlo a la luz del
proceso de diálogo social (2009-2011); en su transcurso, la prensa conservadora
atacó a los sindicatos de manera continua, acusándoles de evitar confrontación
con el gobierno socialista (“Pinza contra los empresarios”, editorial ABC
24/09/2009; “¿Manifestación o excursión de fin de semana?”, editorial El Mundo
12/12/2009) e incitándoles, directa e indirectamente, a las movilizaciones e
incluso a la huelga: “[…] Veremos cómo reaccionan los sindicatos, pero hay que
recordar que a Felipe González le montaron una huelga general en 1988 por un
plan de empleo juvenil que, según UGT y CCOO, precarizaba las condiciones de
trabajo de ese colectivo. Si un Gobierno del PP se hubiera atrevido a sacar
adelante unas iniciativas similares, no es exagerado afirmar que España habría
ardido por los cuatro costados” (editorial El Mundo 13/05/10), “Los currantes de
la huelga” (portada El Mundo 10/09/2010). Sin embargo, una vez convocada la
huelga general, la prensa conservadora se une a la progresista para destacar lo
desacertado de la convocatoria, si bien los motivos últimos de una y otra prensa
son distintos (la prensa afín al gobierno había aplaudido la toma de iniciativa de
Zapatero ante la gravedad económica): “Sería un error” (editorial El País
14/05/10), “Una huelga inútil, impopular y perjudicial”, editorial El Mundo
28/09/10), “La huelga no solucionará nada” (editorial Levante EMV 26/09/10),
“Una huelga contraproducente” (editorial La Vanguardia 08/09/10), “Una huelga
indeseable” (editorial ABC Sevilla 08/09/10). Una vez celebrada la huelga, todos
los medios coinciden en señalar un relativo fracaso, si bien lo hacen con distinta
intensidad, desde el “impacto moderado” (El País 30/09/2010) hasta el “Fracaso
general” (ABC y El Mundo 30/09/2010).
En las redes sociales12, sin embargo, sí encontramos una mayor división con
respecto a la huelga, articulada a través de hastags enfrentados: “#yosivoy”,
“#yonovoy”, “#yovoy”, “#yocurroel29”, aunque es mayoritario el número de
mensajes que apoya la movilización.
De la misma manera que sucede con la cobertura mediática pero con los
tiempos adaptados al ritmo que marca internet, la actividad en Twitter aumenta a
medida que se acerca la jornada de huelga y las horas centrales de la misma
(desde las 14h hasta las 20h fue el tramo con mayor flujo de mensajes), y

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comienza a reducirse y diversificarse conforme van quedando atrás.
La herramienta followthehastag.com permite rastrear los mensajes que circulan
por Twitter a partir de la identificación de la etiqueta con la que se emite, lo que
nos permite realizar una aproximación al tráfico producido ese día. En cualquier
caso, conviene advertir de que se trata sólo de una muestra, en ningún caso recoge
el volumen total de tuits emitidos, ya que el sistema permite realizar rastreos de
un máximo de 1.500 tuits en cada búsqueda. Por tanto, los datos que ofrecemos a
continuación nos permitirán extraer dos tipos de conclusiones, que hemos de
tomar como referencia, no como definitivas: a) la diferencia entre los mensajes de
apoyo y contrarios a la huelga general y b) la evolución del tráfico de tuits a lo
largo de la jornada.
La tarde-noche del día previo se contabilizaron 185 tuits con la etiqueta
“#yosivoy”, frente a 685 de “#yonovoy” a la misma hora (21:20). El día de la
huelga, sin embargo, el número de hastags apoyando el paro creció notablemente:
entre las 9:35h y las 10:35h se emitieron 5.883 mensajes (sobre todo con el
hastag “#29S”, “#huelgageneral”/ “#vagageneral”), frente a los 2.213 mensajes
contrarios a la huelga.
Entre las 11.25h y las 14h, los tuits en apoyo a la huelga general ascendieron
hasta los 11.624, mientras que los contrarios fueron de 5.000. Desde entonces
hasta las 17h, los mensajes apoyando la protesta seguían siendo superiores: 6.451
vs 2.567.
A partir de las 17h y hasta las 20h, se rastrearon 12.103 tuits favorables y 5.206
contrarios a la huelga. En las últimas horas del día la actividad cayó
significativamente, aunque seguían prevaleciendo los mensajes de apoyo: 6.881
frente a 2.640 tuits en contra.
Entre los usuarios más activos de todos los rastreos, encontramos algunos
medios de comunicación, aunque ninguno es prensa de referencia: Hoy, Ripollés
Info, BTV Noticies, Grupo Joly, Noticias Terra, Com Noticies, Nació Digital,
Diari de Girona, Diario de Sevilla, Diagonal, Diario de Navarra, Agencia
Catalana de Noticias, L’Accent o Asturlink. Esto puede ser un indicador de que
los medios con menos recursos están aprovechando el menor coste de la red para
hacerse un hueco en la esfera pública.
3.5. Campaña electoral 20N
En los meses previos a las elecciones generales del 20 de noviembre, la
economía copaba más de la mitad de la agenda mediática, lo que dejaba poco

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margen para introducir temas nuevos. Tan sólo partidos políticos, elecciones y
terrorismo logran algo de atención mediática (en torno al 9% cada uno de ellos) y
concentran, entre todos, casi el 80% de la agenda de los medios (julio-
septiembre). Por si quedaba alguna duda de la importancia de las materias
económicas para estas elecciones, los indicios de una segunda recesión en el
verano de 2011 y la publicación de los datos de la EPA (4,9 millones de parados)
al inicio de la campaña venían a frustrar toda esperanza de recuperación electoral
socialista.
En lo que respecta al terrorismo, la de 2011 era la primera campaña en la
historia de la democracia sin el acecho del terrorismo etarra, toda vez que el 20
de octubre ETA anuncia el abandono de la violencia. El eco que recibe el tema en
los medios desde antes de las elecciones municipales se corresponde con las
investigaciones del caso Faisán, alentado por El Mundo, y con el proceso de
legalización de Bildu.
Los temas económicos ocupan casi un tercio de la agenda mediática durante la
campaña, toda vez que la propia cita electoral se lleva el protagonismo de los
medios (60,5%, incluyendo sondeos electorales). Así las cosas, el 10% restante
se reparte entre corrupción (6,4%), terrorismo (3,2%) y otros temas minoritarios.
En este contexto, El Mundo realiza un intento de aumentar el castigo al PSOE a
través de la corrupción (23,5% de su agenda es corrupción), apoyado por ABC
(11,8%). Unos días antes del comienzo de la campaña, El Mundo publica las
investigaciones sobre un caso en el que el portavoz del gobierno, José Blanco,
podría estar implicado en un delito de tráfico de influencias, el caso Campeón, y
que daban pie a El Mundo para pedir responsabilidades concretas: “Blanco debe
dimitir como ministro y no ir en las listas” (31/10/2011). A partir de este
momento, el diario centró su información durante el período de campaña en el
caso, con lo que cumplía un doble objetivo: castigar al PSOE y evitar presionar
al PP para que desvelase su “programa oculto”.
Desplazados todos los temas ante el predominio de la crisis económica y en
pleno debate europeo sobre las posibles medidas a adoptar, en un escenario
demoscópico claramente favorable al PP (los institutos vinculados a los medios
otorgaban una ventaja de 15/16 puntos, y el preelectoral del CIS ofrecía una cuota
similar —16,7—), el único aliciente mediático de la campaña lo ponía el debate
a celebrar entre los dos candidatos con opciones a la presidencia.
La herramienta principal con la que la prensa analiza y calibra el debate y con
la que designa a su “vencedor” son las encuestas realizadas una vez finaliza. El 7

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de noviembre de 2011, el debate entre Rubalcaba y Rajoy tuvo una audiencia de
12 millones de espectadores (54,2%) y el análisis de la prensa fue unánime a la
hora de dar como vencedor a Mariano Rajoy en sus portadas del día posterior
(08/11/2011): “Rajoy gana por estrecho margen” (El País), “Rubalcaba da por
hecho que Rajoy ganará las elecciones” (El Mundo), “Rajoy se afianza” (La
Vanguardia), “Rajoy sale airoso” (El Periódico de Cataluña), “Rubalcaba trata a
Rajoy como presidente” (ABC), “Rajoy se impone mientras Rubalcaba asume el
papel de líder de la oposición” (La Voz de Galicia). Esta percepción, que se
generalizó en todos los medios que analizaron el debate en tiempo real e
inmediatamente después, se traslada pronto al clima de opinión, tanto que, según
la encuesta que realizó GESOP para El Periódico de Cataluña, el 39,9% de los
ciudadanos encuestados que no había visto el debate pero que se habían
informado de él a través de los medios consideraba que lo había ganado Rajoy, en
tanto que el 5,8% creía que había triunfado Rubalcaba.
Los análisis posteriores al debate venían a coincidir en sus ejes fundamentales.
Por parte de Rubalcaba, su asunción de la victoria conservadora; la actitud del
líder socialista del rol de periodista recurriendo a menudo a las preguntas
directas a su oponente y su intención de desvelar el programa oculto del PP
(“Esto [su programa electoral] es deliberadamente ambiguo para que la gente no
lo entienda”, repitió en varias ocasiones Rubalcaba en el debate); la prensa
coincidió también en señalar la agresividad del candidato socialista (“Rubalcaba
busca el choque frente a un Rajoy que lo elude”, Levante EMV 08/11/2011). Por
parte de Rajoy, la negación de las intenciones que le atribuía Rubalcaba
(“insidias”), su excesiva sujeción a los apoyos escritos (leyó incluso las dos
intervenciones más importantes: la inicial y la final) y su capacidad para
destensar el clima desembocaron en un conjunto de intervenciones en las que
apenas desveló sus propuestas en caso de ganar las elecciones, una actitud en
línea con la campaña de bajo perfil del PP.
De toda la agenda de la prensa de referencia durante el período electoral (4 al
20 de noviembre), el 16% era noticias/editoriales sobre encuestas/horse race; el
12,4% del espacio estuvo dedicado al debate electoral (debate a dos y alguna
referencia al debate autonómico de Cataluña); el 7,3% lo ocuparon noticias
relacionadas con la crisis, un 5,5% referido a actos de campaña (incluyendo
entrevistas en los medios) y el 6% entraba dentro de los political issues. Uno de
los aspectos más significativos de la cobertura mediática de la campaña es que el
8,7% de las unidades informativas fueron noticias en las que el propio medio de
comunicación toma parte en la campaña, bien llamando a la movilización, bien

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pidiendo directamente una acción o voto (“A las urnas”, “Por el cambio y la
regeneración”, “Mañana nos la jugamos”, “Entre todos decidimos”, “Un voto útil,
exigente y crítico en favor de Rajoy y del PP”, “Partido Popular, un voto
necesario”). Esto último encuentra acomodo en el tipo de sistema mediático en el
que se inserta el español, el pluralista polarizado.
Si atendemos a la evolución que han seguido los temas principales de la
campaña electoral, vemos que la prensa sólo lleva el debate a sus
portadas/editoriales en los días próximos a la celebración del mismo,
desapareciendo después.
La cobertura mediática de la campaña electoral, en lo que a protagonismo se
refiere, se convierte en un altavoz de la situación demoscópica para PP y PSOE.
Sin embargo, este efecto no se produce con el resto de partidos políticos, que van
ganando peso demoscópico a lo largo de la campaña pero no encuentran reflejo
en una esfera mediática volcada en los dos candidatos principales.

3.6. En las redes sociales13


Las campañas electorales en España van poco a poco incorporándose a las
redes sociales y, hasta la fecha, la del 20N ha sido la más activa en este soporte
con un tráfico de 2,7 millones de tuits. En las redes sociales, la intensidad de la
campaña ha seguido la misma evolución que en los medios convencionales: el
mayor flujo de información se ha concentrado en torno al debate entre Mariano
Rajoy y Alfredo P. Rubalcaba, jornada que generó en torno a 500.000 mensajes en
esta red.
Si en la prensa de referencia fueron los dos principales partidos los de mayor
protagonismo a lo largo de la campaña, en Twitter encontramos algunos matices:
la actividad de todos los partidos principales (PP, PSOE, IU, Equo, UPyD) se
mantiene estable a lo largo de toda la campaña, a excepción del debate a cinco,
momento en el que se incrementa la actividad de los partidos no incluidos en el
debate principal: IU, Equo y UPyD. Este auge en la red vendría a suplir el vacío
mediático de estos partidos en la prensa de referencia (en términos generales y en
el debate a cinco en particular).
Algunos de los hashtags más utilizados por las candidaturas en esta campaña
han sido: “#Rajoygana”, “#sumatealcambio”, “#peleaporloquequieres”,
“#RajoynorespondeAlfredonoseesconde”. Nuevamente encontramos mensajes
proactivos frente al negativismo típico de la prensa de referencia. No en vano, un
17,8% de los tuits de Rubalcaba son propuestas y un 15,32% son reproches. En el

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caso de Rajoy, un 21,82% se refiere a propuestas y mítines y un 20,13% a
reproches. Cayo Lara —con menos visibilidad en la prensa— rompe la tendencia
dedicando un 49,2% de sus tuits a reproches y un 7,9% a realizar propuestas. El
líder de CiU, Duran i Lleida, equilibra ambos contenidos: un 12,62% de sus
mensajes son propuestas y un 10,93% son reproches.
En esta campaña, Twitter se ha convertido en la principal herramienta de la red
para los candidatos, si bien Rubalcaba ha tenido más actividad que Rajoy. Sin
embargo, no se puede decir que se produzca un diálogo entre líderes y ciudadanos
en las redes sociales, sino que estaríamos más bien ante un “pseudodebate’, lo
que se produce desde tres puntos de vista. En primer lugar, tanto en el caso de
Rubalcaba como en el de Rajoy es el equipo que los rodea el encargado principal
de gestionar sus cuentas: el primero escribe un 4,34% de los mensajes y Rajoy
sólo se encarga del 2,81% de los tuits de su cuenta. Los partidos con menos
representación parlamentaria marcan aquí la diferencia: Gaspar Llamazares (IU)
escribe personalmente todos sus mensajes en Twitter y Rosa Díez (UPyD) lo hace
en Facebook (no utiliza Twitter). En segundo lugar, no en todos los mensajes
emitidos entablan conversación con los ciudadanos: 81,8% en el caso de Rajoy,
51,36% en el de Rubalcaba y un 56,25% cuando las respuestas son de Cayo Lara.
La conversación casi desaparece en el perfil de Twitter de Duran i Lleida: el
número de mensajes que dedica a responder a los internautas cae hasta el 1,8%.
Un último indicador que podemos tomar como referencia es el número de usuarios
a los que siguen los candidatos: Rajoy seguía en campaña a 2.634; Rubalcaba, a
7.333; Cayo Lara, a 378, y Duran Lleida, a 1.829. Estas cifras, de algún modo,
estarían indicando el número de usuarios (ciudadanos, organizaciones,
periodistas, líderes políticos, etc.) a los que los candidatos “escuchaban” en la
red y, por ende, aquéllos con los que estarían más interesados en mantener algún
tipo de debate. Si esta tendencia continúa, podríamos encontrarnos con la
paradoja de que las redes sociales, que precisamente permiten el acercamiento
entre los políticos y los ciudadanos, puedan convertirse en una herramienta que,
cuanto menos, mantenga el distanciamiento actual.
La diferencia entre los medios convencionales y las redes sociales la
encontramos, como era de esperar, durante la jornada de reflexión. La ley
electoral vigente prohíbe que durante la jornada de reflexión se pida
públicamente el apoyo a alguna de las formaciones políticas o se condicione el
voto (blanco, nulo, abstención)14, pero las redes sociales quedan fuera de la
regulación. Los actores implicados en el proceso electoral encuentran en este

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vacío legal un hueco por el que prolongar la campaña que, de momento, están
aprovechando en especial Twitteros anónimos: en la jornada de reflexión se
generó un tráfico total de más de 100.000 mensajes.
9 Asumimos que la prensa de referencia es el buque insignia de los grandes conglomerados mediáticos de la
que forman parte, en los que tienen cabida canales de televisión, radio y otros formatos que, en todo caso,
reproducen la agenda temática y el encuadre de los temas propuestos por los diarios de referencia. Tal y
como han demostrado investigaciones anteriores (Rodríguez Castromil, 2010), estos encuadres son
manejados por la ciudadanía. Así, los temas y encuadres que plantea El País son reproducidos por la
cadena SER y otros formatos del grupo, llegando de esta manera a ciudadanos que no son lectores
habituales de prensa.
10 Los valores absolutos hacen referencia al número de portadas y editoriales que han abordado este tema en
los diarios analizados.
11 Los datos de este apartado proceden fundamentalmente del estudio realizado por el Instituto Universitario
de Investigación Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI), de la Universidad de Zaragoza.
12 Los datos relativos al seguimiento de la huelga en Twitter han sido recogidos por Linkm entre el 28 y el 30
de septiembre de 2010 a través de la herramienta followthehastag.com, que rastrea y contabiliza los tuits.
13 Los datos relativos a la campaña pertenecen al estudio al respecto de Barcelona Media, al trabajo
Observatorio Político 2.0, de Ketchum, y al Informe seguimiento debate 7N en Twitter, de Pirendo.
14 Aunque no siempre se respeta: En la campaña del 20N, la edición sevillana de ABC realiza un claro
llamamiento al voto conservador en su editorial: “Partido Popular, un voto necesario”, incumplimiento que
justifica en aras del “deber [de ABC] hacia sus lectores ofrecer su criterio editorial y explicar por qué
considera necesaria la victoria, mañana, del Partido Popular”.

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4. CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
El creciente auge en los últimos años de las redes sociales y otros formatos
digitales ha originado una corriente de opinión según la cual las nuevas
herramientas tienden a sustituir a los medios de comunicación tradicionales. Esto
se hace particularmente significativo en el ámbito político, en el que los avances
cuantitativos y cualitativos en el uso y consumo de tales formatos mantiene un
incremento constante y notable. Esta tendencia —cuyo origen más claramente
identificado se localiza en las movilizaciones posteriores a los atentados del 11M
y que, según algunos autores, condicionó de manera determinante aquellas
elecciones de 2004— no ha pasado desapercibida para ninguno de los actores
que participan de la comunicación política: clase política, ciudadanos y medios
de comunicación han saltado o, cuanto menos, vigilan de cerca la evolución de
los nuevos formatos. ¿Pueden las redes sociales llegar a sustituir a los medios de
comunicación como vertebradores de la opinión pública? Para intentar responder
a este y otros interrogantes, hemos analizado la presencia que han tenido en
ambos contextos los principales acontecimientos de la legislatura 2008-2011: la
huelga general de septiembre de 2010, el movimiento 15M y la campaña electoral
del 20N.
A partir de este análisis, y aunque cada uno de ellos cuenta con reglas y
características propias, hemos identificado similitudes, diferencias y puntos de
interconexión entre ambos soportes que nos permiten realizar una primera
aproximación para el caso español.
En primer lugar, ambos mantienen un recorrido similar frente a los
acontecimientos. La evolución de la visibilidad de un issue en la prensa de
referencia es equiparable a la que obtiene en las redes sociales, si bien los
tiempos de cada uno de ellos son distintos: se agudiza en los momentos centrales
del event (respondiendo a criterios de noticiabilidad y/o movilización) y va
decreciendo una vez superado el momento crítico. En el caso de la campaña
electoral, la prensa de referencia concede más visibilidad al debate en los días
previos y posterior al mismo; extrapolado al tiempo digital, son las horas en torno
al debate las que concentran la mayor actividad en la Red.
En segundo lugar, la batalla de encuadres que se produce en la prensa de
referencia con las cabeceras de distinta tendencia se reproduce en el entorno
digital, aunque aquí no siempre se da (caso del 15M, donde existe unanimidad en
la red pero no en los medios). En la huelga general del 29S, aunque la prensa

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conservadora venía alentando las movilizaciones a lo largo de toda la campaña,
todos los diarios coinciden en la inconveniencia de la huelga una vez ésta se
convoca; por el contrario, en las redes sociales se mantiene una batalla entre
quienes la apoyan (“#yovoy”) y quienes no (“#yonovoy”).
Otra semejanza entre los medios de comunicación tradicionales y las redes
sociales la encontramos en su estructura y difusión de mensajes. En el primer
caso, un reducido número de diarios suele marcar la agenda temática del resto,
así como de los medios del mismo grupo (quienes, además de los temas, son
también altavoces de los frames). En las redes sociales, es un grupo también
reducido de nodos el que se erige en principal receptor y difusor de los mensajes;
en el 15M, el 10% de los usuarios generó el 52% de los mensajes. Además, nos
encontramos con que algunos de los usuarios de las redes sociales más activos
y/o influyentes son periodistas o medios de comunicación, como se puso de
manifiesto en la huelga general del 29 de septiembre de 2010. Algunos estudios
globales han concluido que los medios de comunicación están entre los usuarios
más activos en Twitter (Wu et al., 2011).
De igual modo, muchos de los periodistas y medios (o programas de radio y
televisión) de mayor prestigio son también usuarios de Twitter, de manera tal que
podrían estar provocando un efecto de arrastre de los contenidos de la prensa a
las redes sociales, toda vez que la popularidad, confianza y credibilidad que
alcanzan en las redes sociales se deriva del prestigio de su carrera profesional en
medios convencionales. De esta manera, las redes sociales se estarían
convirtiendo en altavoces de los medios de comunicación y les estaría
permitiendo llegar a usuarios que habitualmente no son consumidores de prensa
escrita (u otros formatos). No en vano, el contenido de muchos tuits y comentarios
en facebook están extraídos de la prensa de referencia (portadas, artículos,
análisis, opiniones, referencias, etc.). Este consumo (selectivo) de los medios
convencionales a través de las redes sociales puede estar funcionando como
mecanismo de defensa del usuario frente a un flujo inabarcable de información en
Internet. Esto es, ante la imposibilidad de acceder a toda la información online y
la capacidad de desvirtualización de los mensajes existente en las redes, los
ciudadanos siguen acudiendo a los medios convencionales en busca de
credibilidad y síntesis (Fernández, 2011).
Una de las diferencias fundamentales que encontramos entre ambos sistemas es
el tono de los mensajes. Si en la prensa de referencia predomina el ataque al
adversario ideológico dentro de una tendencia claramente negativista (Castromil,

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2008), en las redes sociales el tono que prevalece suele ser de corte positivo, lo
cual es coherente con el carácter proactivo del propio formato, o al menos del uso
que se hace de él.
Por otro lado, las redes sociales se podrían estar convirtiendo en la puerta de
acceso de los partidos pequeños a la audiencia, toda vez que los espacios
principales en los medios convencionales están ocupados por los dos grandes
partidos, PP y PSOE. El debate a cinco celebrado en la campaña electoral refleja
esta situación: la prensa de referencia, volcada en el debate entre Rubalcaba y
Rajoy, presta muy poca atención al que enfrenta a Ramón Jáuregui (PSOE),
Alberto Ruiz Gallardón (PP), Gaspar Llamazares (IU), Pere Macías (CiU) y Josu
Erkoreka (PNV), mientras que IU, UPyD y Equo —con menor presencia mediática
en prensa escrita— son los partidos más activos en las redes durante el citado
debate.
Algo similar podría estar sucediendo con medios más pequeños, que ven en las
redes sociales una oportunidad económica de acceder a nueva audiencia y tratar
de expandirse. En la huelga general, algunos de los usuarios más activos fueron
medios de menor tamaño y difusión.
A la luz de los datos analizados, comprobamos cómo algunos patrones de los
medios convencionales se reproducen para el formato digital, pero también
hallamos diferencias que parecen indicar que la prensa escrita y las redes
sociales no son de momento formatos incompatibles, aunque unos y otros tienen
frente a sí retos de futuro. Hasta el momento y para el caso español, parece que
las redes sociales son fundamentalmente una herramienta de movilización y,
cuando se hace de ellas un uso informativo, a menudo se acude a los medios
convencionales y/o periodistas consagrados en busca de síntesis y credibilidad.
Los retos más importantes pasan por la adaptación a los cambios que se están
produciendo en ambos sistemas de comunicación y, en el caso de las redes
sociales, por el desarrollo por parte de los actores políticos de estrategias
específicas adecuadas a la red, a partir de la comprensión de que las redes
sociales son una herramienta con la que entender y modificar la realidad, pero
precisan de unos objetivos adecuados al contexto y una estrategia específica con
la que alcanzarlos.
El cuestionamiento más habitual se produce del lado de los medios, en el
sentido de si tendrán la capacidad de adaptarse al auge de redes sociales. Sin
embargo, cabe plantearse la problemática a la inversa: ¿Serán capaces las redes
sociales de digerir su propio éxito? Hasta el momento, los medios de

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comunicación ofrecen a la audiencia unos esquemas interpretativos que le
facilitan el conocimiento y la comprensión del mundo en el que vive, se trata en
todo caso de un guión estable en el tiempo y, por tanto, sólido aunque flexible.
Frente a esto, encontramos que el uso que se hace de las redes sociales
(especialmente por parte de líderes y partidos) es a menudo intermitente, de
manera tal que ante determinadas coyunturas (como las citas electorales) se
producen unos picos notables de actividad, que se reduce significativamente una
vez superado el acontecimiento para llegar, en algunos casos, a morir en el
olvido. Esta discontinuidad se convierte, en último término, en un hándicap para
la generación y consolidación de ese guión con el que una ciudadanía en red
pueda interpretar la realidad, física o virtual.

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Capítulo 6
Continuidad y cambio en la cobertura de una
campaña electoral: De la prensa de referencia
a Twitter en las elecciones del 20N
ANTÓN R. CASTROMIL
Universidad Complutense de Madrid
arcastromil@ccinf.ucm.es
www.ucm.es/info/socvi/castromil/
@anton_castromil

(…) y no poder reír porque has dejado de ser niño y ahora la risa
te avergüenza,
y no poder besar ya que en la boca te queda aún el primer
beso y hay que guardarle luto,
y no poder hablar pues te has quedado sordomudo y la
palabra es un zapato inútil,
un zapato que, de pronto, se ha quedado pequeño,
tan pequeño que sólo puede andar pisándote la lengua (…)
Luis Rosales
La carta entera (1984)

1. ¿QUÉ HAY DE NUEVO, VIEJO? DE LA CAMPAÑA A LA


CIBERCAMPAÑA
Las nuevas tecnologías de la información (internet, blogs, redes sociales,
tecnologías streaming…) constituyen una nueva lógica comunicativa que puede
considerarse no sólo revolucionaria, sino radicalmente diferente a los medios de
comunicación existentes (prensa escrita, radio y televisión).
La lógica que subyace en los medios de nuevo cuño tiene que ver con la
horizontalidad y la interactividad, de modo que las figuras del emisor y el
receptor, antaño inamoviblemente trazadas, comienzan a presentar sus contornos
borrosos. Tenemos delante de nosotros la posibilidad misma de acceder al
territorio del emisor, monopolio hasta ayer de las pesadas infraestructuras de los
medios tradicionales. Los mensajes de la gente corriente, sin moverse de sus
casas, delante de la pantalla del ordenador, con un poco de paciencia y
dedicación, tienen la posibilidad de llegar a miles e, incluso, millones de
personas a través de blogs, videoblogs o redes sociales como Facebook o

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Twitter1.
Asociado a esta pérdida de exclusividad de la categoría de emisor por parte de
los medios de comunicación tradicionales se sitúa otra de las grandes
características del cambio que ya está ante nosotros: Las fuentes de información
se multiplican (Kayakaya, 2005: 437). En buena lógica, si cada uno de los
ciudadanos tiene ante sí la posibilidad de convertirse en un nuevo emisor con
cierto grado de éxito en la difusión de sus mensajes, es de esperar que los
receptores vean multiplicadas sus vías de acceso a la información.
Por lo tanto ya no sólo disponemos de la prensa, la radio y la televisión para
obtener datos de la realidad que nos rodea y fijar nuestra postura en las distintas
cuestiones de debate público. Ahora, el propio concepto de actualidad política,
que ha girando tradicionalmente sobre la capacidad atribuida a los medios de
comunicación para seleccionar (McCombs y Shaw, 1972), encuadrar (Entman,
1993) y reencuadrar (Goffman, 2006: 359) la agenda de temas de debate, se va
abriendo a más y más actores.
Cualquier ciudadano, cualquier asistente a una manifestación o un acto de
protesta, a unas jornadas de ciberpolítica o a una concentración solidaria puede
colgar en internet ese rifirrafe con la policía, la belleza de ese cuadro o la acción
solidaria de turno que hace un poco mejor al ser humano. De este modo existe
vida más allá de las páginas de nacional, sucesos o deportes del periódico de
turno.
Estas nuevas lógicas comunicativas afectan a prácticamente todos los ámbitos
de la vida. Hasta hace solo unos pocos años la forma de trabajar, de divertirse, de
hacer nuevos amigos en el barrio o en la ciudad, de protestar por las injusticias
del mundo o luchar por una causa que se cree justa, de poner coto a una lacra
social, de hacer un voluntariado, de buscar pareja o tener sexo, de compartir
aficiones por raras y minoritarias que éstas sean… Todo ha cambiado. El
teletrabajo, las redes sociales y el Messenger, los blogs de militantes y
cibervoluntarios, las páginas web con la más variada información y posibilidad
de aumentarla a través del foro correspondiente. Las redes sociales más
específicas como las de solteros (chic@ busca chic@), moteros en busca de
sensaciones fuertes, amantes del skate o de los comics manga y su parafernalia,
de los viajes de aventura… Prácticamente todas las aficiones, estilos de vida,
gustos estético-artísticos y formas de entender el orden político-social tienen
cabida en la Red. Y no sólo eso, encuentran en ella una manera de revitalizar sus
actividades, aumentar la información disponible y conectar con personas

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similares.
1 Un claro ejemplo de éxito a través, en este caso de un blog, nos lo ofrece la cocinera estadounidense Julie
Powell quien a través de la web “365 days. 365 recipes” fue elaborando todas y cada una de las recetas
del libro de Julia Child Mastering the Art of French Cooking. Su éxito fue tal que la historia de las “dos
julias” fue llevada al cine (“Julie & Julia”, 2009, protagonizada por Meryl Steep y Amy Adams).

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2. LA POLÍTICA “PATAS ARRIBA”
¿Y todo esto qué impacto tiene en el día a día de la actividad política? Se trata
de una interrogante que se ha convertido en uno de los temas de investigación más
fecundos de los últimos años en ciencia política, sociología y entre los expertos
en comunicación. Se demanda del mundo del pensamiento que explique las
implicaciones que para la actividad representativa pueden llevar emparejadas
estas nuevas dinámicas de interrelación humana.
La actividad política, como otros muchos ámbitos de la vida social que
acabamos de señalar, también cambia (¡y de qué forma!) por la irrupción de las
nuevas tecnologías de la comunicación e internet. Es un secreto a voces su
impacto a la hora de hacer campaña (Anduiza, Cantijoch y Cristancho, 2010;
Beas, 2011; Cotarelo, 2010; Rúas, 2011: 127; Sampedro, 2011), en la
participación política (Anduiza, Gallego y Cantijoch, 2010; Karakaya, 2005;
Hirzalla, van Zoonen y de Ridder, 2011; Kenski y Jomini, 2006; Wang, 2007), los
cambios que su uso puede implicar en las acciones de protesta y el activismo
político (Auty y Cowen, 2000; Baringhorst, 2008; Illia, 2002) o el uso que de la
red hacen los jóvenes (Bakker y de Vreese, 2011; Wilson, 2006).
El nexo de unión de la mayoría de estos trabajos se centra en el debate sobre la
revitalización o no del papel de los ciudadanos en las democracias
representativas, en las nuevas oportunidades para la acción colectiva, en los
recursos adicionales con los que ahora cuentan los movimientos sociales.
Asistimos a un momento de cambio en el que la democracia, tal y como la
conocíamos hace sólo unos años está cambiando. Quizá la “democracia de
audiencias” que caracterizaba magistralmente Manin (1998: 267) a finales de la
década de 1990 esté sufriendo una nueva vuelta de tuerca.
Este capítulo pretende comparar el uso de las nuevas tecnologías de la
comunicación en una campaña electoral concreta. Las elecciones generales
celebradas en España el 20 de noviembre de 2011 nos ofrecerán la oportunidad
de comparar —aunque sea de un modo aproximativo— las principales tendencias
de la cobertura a través de la prensa de referencia, por un lado, y las nuevas
tecnologías de la comunicación, por otro.
2.1. Campaña o cibercampaña: ¿Un poco de cada, un poco de
nada?
Este epígrafe ha sido planteado deliberadamente en términos interrogativos. En

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el contexto de cambio que estamos analizando nos proponemos comprobar hasta
qué punto el ámbito político-electoral “se está moviendo”. ¿Estamos ya en la era
de las cibercampañas? ¿Si es así qué es lo nuevo y diferente? ¿Todavía estamos
lejos de un uso extensivo de las nuevas tecnologías y sus lógicas? ¿Conviven
viejas y nuevas dinámicas?
Para medir la (ciber)campaña de noviembre de 2011 analizaremos dos familias
de medios: del lado de los medios de comunicación tradicionales, hemos hecho
un seguimiento de prensa escrita de referencia (El País y El Mundo). Será la
parte de nuestro estudio que mida los factores de continuidad. Del lado de los
medios de comunicación alternativos, hemos recopilado la información
disponible en la propia red del uso político de Twitter en las elecciones. Será la
parte de nuestro estudio que mida los factores de cambio.
El objetivo será explorar las pautas de continuidad y cambio para comprobar el
grado de penetración de las nuevas tecnologías y lógicas de la comunicación en el
modo de hacer campaña. El procedimiento que seguiremos será el de construir la
agenda de temas de debate que realizó la prensa tradicional y Twitter para
intentar descubrir similitudes y diferencias, nuevas y viejas formas de
comunicación, de relación entre el sistema de comunicación y el político.

2.2. La prensa de referencia: ¿Vigencia o decadencia?


Denominamos prensa de referencia a aquellos diarios que, dentro de un ámbito
territorial y político concreto, ejercen una posición de liderazgo al menos en dos
sentidos: en primer lugar, a la hora de establecer la agenda de temas de debate
(McCombs y Shaw, 1972) y, en segundo, en el encuadre o framing de cada uno de
estos temas previamente seleccionados con sus respectivas definiciones del
problema, interpretación de sus causas, evaluación moral y recomendación o
pauta de acción (Entman, 1993).
Será en esta labor de encuadre donde la prensa de referencia española, en el
seno de su cobertura en una campaña electoral, tenga que optar por un seguimiento
de corte neutral o tendencioso. Según el modelo de pluralismo polarizado (Hallin
y Mancini, 2004) en España prima un sistema de medios en clara relación con el
sistema político de forma que, en numerosas ocasiones, la prensa de referencia no
es neutral sino que toma partido por un candidato o partido en liza en las
elecciones. Pero esta opción por la tendenciosidad puede tomar dos caminos bien
distintos: La vía de la loa, del apoyo y de la manipulación a favor del candidato o
partido favorito (tendenciosidad positiva) o, bien al contrario, el camino del

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ataque al contrario (tendenciosidad negativa). Según los datos disponibles para
España (Castromil, 2008, 2012; Castromil y Resina, 2012) la vía predominante es
el negativismo. ¿Las elecciones de noviembre de 2011 mantienen esta tendencia?
¿Los medios de comunicación de nuevo cuño también siguen este camino
marcado? Lo veremos más adelante.
Pero esta importante labor de encuadre —independientemente de su sesgo— es
algo reservado sólo a la prensa escrita más influyente hasta el punto de que, en
numerosas ocasiones, estas publicaciones consiguen imponer sus temas y
encuadres no sólo en el debate público (generándose así la “opinión pública”),
sino en el corazón mismo del sistema representativo de manera que estaríamos
ante una prensa “que no sería sólo de referencia para el público en general, sino
también el referente ideológico, además de informativo, del partido afín”
(González, 2008: 352).
De este modo, resulta complicado conocer a ciencia cierta si lo que va primero
es el huevo o la gallina: Una determinada posición sobre, pongamos por caso, el
tema de debate “aborto” puede proceder de la deriva ideológica/partidista de la
formación política en el gobierno en un determinado momento y recibir desde ahí
apoyo y cobertura en los medios de comunicación más afines. Pero el recorrido
puede ser y, de hecho, en muchas ocasiones es el inverso: la prensa de referencia
de una determinada orientación ideológica no sólo selecciona, siguiendo con el
mismo ejemplo, el tema “aborto” como una cuestión merecedora de debate
público, sino que aspira a que su peculiar encuadre alcance el sistema político y,
a través de las instituciones representativas del Estado, termine convirtiéndose en
objeto de legislación. Terminemos con el ejemplo: sobre el “aborto” saldrá del
Parlamento una ley de carácter restrictivo que prime el derecho a la vida (pro
life) o una ley que amplíe los supuestos de interrupción voluntaria del embarazo,
primando así el derecho a la elección de la madre (pro choice).
Pero el concepto de prensa de referencia se dirige, en segundo lugar, hacia
dentro de la profesión periodística. Es decir, la prensa no sólo ejerce o intenta
ejercer influencia sobre la ciudadanía y el sistema político, sino que su acción
encuentra eco en, al menos, una parte de los demás medios de comunicación que
operan en la sociedad, comenzando por los medios audiovisuales del holding
mediático o del bloque ideológico-partidista al que, generalmente, estos
periódicos pertenecen.
Estudiaremos aquí el caso del diario El Mundo y de El País. El ejemplo más
claro se refiere al último de estos dos periódicos. La selección temática y los

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encuadres del rotativo madrileño —perteneciente al grupo PRISA— son
transmitidos a la ciudadanía y al sistema representativo a través de los medios
audiovisuales del resto de empresas de comunicación del grupo2. Y esto es así
porque en España la difusión de la prensa como vehículo para estar al tanto de la
actualidad política se sitúa muy por detrás de la televisión. Según datos del CIS
referidos a las dos últimas elecciones generales, algo más del 80% siguió la
campaña por televisión frente a un 50% que lo hizo a través de la prensa3. Por lo
tanto, el concurso de la televisión para llegar al grueso de la ciudadanía se hace
imprescindible. Y a esta labor de difusión de encuadres que realiza la televisión
se le unen, cada vez en mayor medida, las nuevas tecnologías de la información.
En investigaciones anteriores (González, Rodríguez y Castromil, 2010;
González y Bouza, 2009; González, 2008; Rodríguez y Castromil, 2010; Castromil
y Rodríguez, 2011) establecíamos una conexión que viene a describir lo que
hemos convenido en denominar la “difusión en cascada” de los contenidos de la
prensa de referencia al conjunto de la ciudadanía. Si bien el perfil de lector de
prensa corresponde a las clases medias ilustradas, a elites políticas y culturales
(González, 2008: 353), los demás estratos sociales que componen la sociedad
terminan conociendo de manera bastante exacta la selección y, sobre todo, el
encuadre mediático contrapuesto (El País vs El Mundo) de la prensa de
referencia (Rodríguez y Castromil, 2010: 211)4.
El esquema de la difusión en cascada, en fin, parte de la interrelación (de ida y
vuelta, como hemos visto) entre la prensa de referencia y el sistema político,
atraviesa los medios audiovisuales y, a través de ellos, llega a la ciudadanía. Esta
dinámica genera al menos parte de lo que se ha convenido en denominar la
opinión pública.
FIGURA 1: La difusión “en cascada”

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Fuente: Elaboración propia

El esquema propuesto, sin embargo, no explica ni agota la totalidad de los


circuitos y recorridos comunicativos que se pueden establecer en una sociedad
democrática. ¡El ser humano es demasiado imprevisible como para ello! Como
parece razonable la dirección de las flechas de la figura 1, en numerosas
ocasiones, se invierte; de modo que será la sociedad civil la que sea capaz de
acceder a los medios de comunicación, tomando así su demanda relevancia
pública y alcanzando al sistema político. En esta dirección inversa a la descrita
en la figura 1 es donde las nuevas tecnologías de la comunicación podrían tener
mucho que decir en cuanto herramientas que introducen una lógica que, como
hemos visto, desdibuja los antaño rígidos roles de emisor (medios de
comunicación; aparato comunicativo del Estado) y receptor (ciudadano-elector).
Si algo es posible con la generalización de internet, las redes sociales, los blogs y
demás artefactos comunicativos de nueva hornada es convertirnos en un emisor
cuyo mensaje llegará a un número exponencialmente mayor de receptores que
hace tan sólo unos años. Podríamos decir que el papel de emisor se ha
“democratizado” o, como mínimo, se ha ampliado hacia una suerte de
alfabetizados digitales5.
El esquema de “difusión en cascada” recuerda, además, a un modelo clásico de
la comunicación y la génesis de la opinión pública propuesto tras la Segunda
Guerra Mundial por Paul Lazarsfeld y colaboradores. La exposición mediática,
para estos autores, es más bien una cuestión de elites que serían las que, conforme
a sus fuertes apriorismos y posturas ya tomadas, trasladarían sólo aquellos
mensajes más congruentes al grueso de la ciudadanía a través de la comunicación
cara a cara (Katz y Lazarsfeld, 1979; Lazarsfeld, 1944). En la actualidad esta
labor de guía la desempeñaría, al menos en parte, la prensa de referencia en
contacto con las instituciones representativas del Estado (gobierno, parlamento o
partidos políticos) y, de allí, a los medios audiovisuales y, en última instancia, a
la ciudadanía.
En este punto es cuando surgen los interrogantes. ¿Qué le sucede al modelo de
difusión en cascada cuando, cada vez más, los nuevos medios de comunicación
van ganando importancia en las sociedades democráticas? Como adelantábamos
en la sección anterior, la principal característica de estos medios de nuevo cuño y
las lógicas comunicativas que introducen es el desdibujamiento de los roles
tradicionales de emisor y receptor. Arenas movedizas.
Durante décadas el estudio de los efectos de los medios de comunicación en la

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formación de las opiniones de la ciudadanía ha partido de las figuras bien
delimitadas del emisor y del receptor. Bien es cierto que en la literatura clásica
sobre opinión pública (Monzón, 1996; Muñoz Alonso et al, 1990; Valbuena,
1997) se ha ido poniendo el acento primero en el emisor (Lasswell, 1971), luego
en el receptor (Katz y Lazarsfeld, 1979) y, más tarde, en la capacidad persuasiva
del mensaje que media entre ambos (Hovland, 1966). Pero, sea como fuere, los
roles emisor-receptor aparecían siempre nítidamente diferenciados.
Las nuevas tecnologías de la información podrían estar rompiendo con esta
distinción y, en la actualidad, no queda demasiado claro quién desempeña cada
papel, entre otras cosas, por el intercambio acelerado de roles que se produce y
por la potencialidad extendida de convertirse en emisor al margen del
establishment mediático. El periodista Diego Beas nos ofrece un ejemplo muy
claro al respecto: las campañas electorales en EE.UU solían arrancar con una
entrevista de los candidatos a la Casa Blanca en las oficinas neoyorquinas del
prestigioso New York Times, paradigma de la prensa de referencia mundial.
Barack Obama será el primer presidenciable en campaña que se niegue a pasar
por el aro de la vieja guardia comunicativa y, simbólicamente, accede a dar una
conferencia en la sede de Google, en el Silicon Valley californiano (Beas, 2011:
19 y ss). De esta manera el que terminaría siendo el hombre más poderoso del
planeta ponía de manifiesto el alborear de una nueva era.

2.3. ¿Es Twitter realmente una red social?


Definida la razón de ser de la prensa de referencia y sus principales incógnitas
y retos de futuro llega ahora el momento de analizar los posibles factores de
cambio en el sistema mediático que ha operado en las elecciones generales de
2011. Como adelantamos algunas líneas más arriba vamos a tomar como base
Twitter.
En primer lugar, no está nada claro que Twitter —creado en 2006 por Jack
Dorsey— sea realmente y en sentido estricto una red social al estilo de la gran
referencia, Facebook. La Wikipedia6 define Twitter como un microblogging7,
invento que se caracteriza por ser a internet lo que los mensajes cortos (o sms) a
los móviles8: La posibilidad de enviar de ordenador a ordenador (o de
smartphone a smartphone) mensajes cortos, generalmente de texto, aunque
también es posible y muy habitual trasladar hipertexto que esconde el más variado
contenido audiovisual: Desde el hit del disco de moda en Groveshark, hasta un
desternillante vídeo de Vimeo o un extenso repertorio de imágenes con licencia

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Creative Commons de Flickr9.
Twitter —traducido como “gorgojeador” o, más libremente, “paliqueador”,
“charlador”, “cotilleador”…—, a mayo de 2012, permite enviar un total de 140
caracteres de texto, adjuntar una imagen y revelar la situación del usuario. Los
textos que contienen enlaces a otros sitios de Internet se transforman
automáticamente en hipertexto. De hecho, esta posibilidad junto con el
constreñimiento de espacio (los 140 caracteres que, por lo tanto, también incluyen
los espacios) ha propiciado la aparición de toda una constelación de páginas web
que transforman ciertos enlaces interminables en otros de sólo unos pocos
caracteres10. Todo sea para que los dediquemos a lo verdaderamente importante:
twittear o acción de transmitir mensajes a través de Twitter.
El funcionamiento de Twitter es diferente al de Facebook, en el cual la
agregación de “amigos” es mutua y, por lo tanto, tiene un carácter mucho más
lúdico. Sin embargo, no debemos menospreciar su capacidad como herramienta
política. El hecho de “seguir” a alguien (el sinónimo de Twitter a la “amistad” de
Facebook) en Twitter no significa que ese alguien te “siga” a ti. Tal circunstancia
favorece un uso de la herramienta mucho más profesional y, paradójicamente,
vertical. Habrá personas más o menos influyentes con muchos seguidores que
sigan a poca gente y que si les sigues, probablemente, no se dignarán seguirte a
ti11.
Para lo que sí está preparado Twitter (y no tanto Facebook) es para el
intercambio rápido de mensajes, lo cual lo hace idóneo para la discusión, la
confrontación de ideas, el debate, el activismo y —por qué no decirlo también—
el gamberrismo, la crítica ácida, el insulto y la difamación12. Siempre y cuando,
claro está, se acepte el constreñimiento de los 140 caracteres. Si Facebook está
más orientado a retomar el contacto con antiguos compañeros de colegio,
instituto, universidad13; viejos colegas de trabajo, familiares que viven lejos…
Twitter, en principio, resulta más indicado para el debate.
El principal problema al que tenemos que enfrentarnos a la hora de analizar los
mensajes que se transmiten a través de Twitter es su caducidad14. Es necesario
trabajar en red entre varios investigadores o encargar a alguna empresa el archivo
diario de los tweets que determinados usuarios van poniendo en circulación en el
ciberespacio. De ahí la dificultad que hemos tenido no tanto para cuantificar la
actividad o presencia en Twitter de los principales partidos políticos y

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candidatos en las elecciones generales de 2011 sino, más bien, en la temática
concreta de cada tweet. El empleo de hashtags o etiquetas precedidas de una
almohadilla (#) facilita algo la labor de la construcción de la agenda temática de
Twitter.
2 Esta labor de difusión de los medios audiovisuales de PRISA era especialmente evidente cuando ostentaban
la propiedad de CUATRO. El canal fue vendido a Mediaset España (Telecinco, La Siete, Divinity,
Energy…) en diciembre de 2009. Aún a día de hoy se observa cierta afinidad de encuadres.
3 Dentro de este 50% que dice haber seguido la campaña electoral de 2008 y 2011 a través de la prensa, la
mayoría lo ha hecho a través de periódicos de difusión local, mayoritarios en España (CIS, estudios 2.757 y
2.920).
4 Datos obtenidos del proyecto de investigación “Agenda de los medios y agenda ciudadana: Análisis temporal
desde un enfoque cualitativo” financiado por el CIS. Investigadores responsables: Fermín Bouza (UCM) y
Juan Jesús González (UNED).
5 A este respecto resulta de interés la obra de Prior (2007) sobre el impacto en la cultura política
norteamericana de la decadencia del modelo de televisión generalista y su sustitución por la televisión por
cable.
6 http://es.wikipedia.org/wiki/Twitter (consultado el 10/05/2012).
7 http://es.wikipedia.org/wiki/Microblogging (consultado el 10/05/2012).
8 Otra comparación, esta vez entre Twitter y la televisión. Twitter es al debate en Internet lo que el programa
de TVE “59 segundos” (www.rtve.es/noticias/59-segundos) al debate en televisión. En el primero
disponemos de un reducido número de caracteres para condensar una idea, en el segundo de un escaso
número de segundos (59) para lo mismo.
9 http://grooveshark.com, http://vimeo.com, http://creativecommons.org, http://www.flickr.com.
10 Yo utilizo habitualmente http://bitly.com pero existen muchos otros como http://xurl.es, http://goo.gl
(propiedad de Google), http://numrl.com o http://cortas.elpais.com (ofrecido por el diario El País).
11 El presidente venezolano Hugo Chávez (http://twitter.com/chavezcandanga), por poner un ejemplo, tiene a
10 de mayo de 2012 un total de 2.915.263 (contándome a mí) y sigue a sólo 21 personas (entre las que
cabe destacar, como curiosidad, a varios de sus colegas de profesión como Dilma Rouseff, Rafael Correa,
Cristina Fernández o Fidel Castro).
12 Un usuario interesante a este respecto: http://twitter.com/masaenfurecida.
13 La película sobre el fundador de Facebook, Mark Zuckerber (“La red social”, 2010), muestra claramente la
intencionalidad el invento: Aglutinar a personas dispersas por el Campus de la Universidad de Harvard en
torno a ciertos intereses comunes.
14 Según algunas fuentes (http://bit.ly/Ikvx56) Twitter sólo permite visualiza un máximo de 3.200 tweets (o
mensajes). Sea como fuere el caso es que no es posible recuperarlos pasado un cierto tiempo. Es decir, son
tan perecederos como ciertos alimentos.

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3. LA CAMPAÑA ELECTORAL DE 2011 EN ESPAÑA
Una vez establecidos los dos elementos —prensa de referencia y Twitter— que
nos servirán para analizar la comunicación establecida en la campaña, ha llegado
el momento de introducirnos brevemente en el contexto que vamos a tratar: La
campaña electoral de noviembre de 2011.
Se ha definido la campaña electoral como “un conjunto de decisiones
estratégicas para conseguir el voto de los ciudadanos” (Martínez i Coma, 2008:
1), como un momento especialmente planificado (Rúas, 2011: 53 y ss.) en el que
se establece una continua y profusa comunicación entre representantes y
representados. Tal apelación llega a resultar tan evidente y machacona que,
algunas veces, da la sensación de que los políticos se dirigen más a la ciudadanía
en los últimos quince días de campaña que en toda una legislatura.
Esta apelación constante de los políticos a la ciudadanía a través de los medios
de comunicación (Norris, 2002; Cotarelo, 2010:12) se produce porque los
ciudadanos poseemos algo que para los políticos tiene un incalculable valor y por
lo que luchan denodadamente: nuestro voto. Para conseguirlo comunican
constantemente las bondades de la opción propia y la rectitud de sus valores
frente a la inconveniencia de la elección del político o partido rival, del desastre
que destruirá la sociedad si resulta elegido. Toda campaña tiene mucho de
dramatización de diferencias.
Para conseguir sus objetivos, partidos, candidatos y sus respectivos equipos de
campaña utilizan una serie de valores políticos que, debidamente envueltos en sus
cápsulas comunicativas, sirven de eje vertebrador a lo largo y ancho de la
campaña. De ahí que muchas estrategias de comunicación política apunten hacia
valores de corte ideológico, de identificación partidista o de “venta” del valor
personal del líder (Anduiza y Bosch, 2004; González y Bouza, 2009). Otras
apelaciones toman como punto de partida la pertenencia a una determinada clase
social, religión o comunidad nacional (Lipset y Rokkan, 2001) o a mecanismos de
estrategia que suelen poner en marcha los ciudadanos ante determinadas
situaciones como, por ejemplo, el voto útil (Vallés y Bosch, 1997) o la
racionalidad electoral (Downs, 2001; Key, 1966). Es decir, las líneas maestras
que subyacen a toda campaña de comunicación política no parten del vacío
(Cotarelo, 2010: 14), sino que se alimentan de, fomentan e instrumentalizan
cuestiones extraídas de la cultura política de la comunidad en la que se opera.

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3.1. De la “salida social” a los recortes
La legislatura que se inició con la victoria socialista de marzo de 2008 en
condiciones normales debería haberse extendido hasta el primer trimestre de
2012. Sin embargo, los derroteros por los que estaba discurriendo la crisis
económica iniciada en 2007, unidos al estallido de la burbuja inmobiliaria
gestada una década y media antes, hicieron pensar al entonces presidente del
Gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que la mejor estrategia
consistía en el adelanto electoral.
Así las cosas, la crisis económica y la potestad presidencial para adelantar los
comicios achicaron cuatro meses la legislatura y los españoles fueron llamados a
las urnas en fecha tan simbólica como el 20 de noviembre de 201115. El clima de
pesimismo, el asedio a la deuda pública española, el fantasma de la intervención
por parte de la Unión Europea, la elevada tasa de desempleo —cercana a los
cinco millones de personas— y el desgaste de la clase política16 conformaban el
clima político de la campaña. El Partido Popular y su líder, Mariano Rajoy, sin
despertar grandes entusiasmos ni adhesiones incondicionales, recogían
satisfactoriamente el descontento por la gestión de la crisis de un presidente
Zapatero empeñado en negarla primero, en superarla mediante una “salida
social”, después, y, finalmente, chocando con la dura realidad de la imposición
europea de las políticas de recortes, ajustes y contención del gasto público.
Así las cosas, la mayoría de encuestas publicadas en la semana anterior al día
11 dibujaban un panorama desolador para los socialistas y para el candidato que
había de capear el temporal, Alfredo Pérez Rubalcaba17. El PSOE cosecharía la
mayor derrota electoral de su historia reciente, superior incluso que la sufrida por
Joaquín Almunia en 200018.
La campaña socialista se centró en intentar “salvar los muebles” mediante la
utilización de, al menos, dos estrategias emparentadas: en primer lugar, del lado
de la defensa, se intentó encuadrar el tema “crisis económica” como algo
inevitable, de origen externo y que contenía una atribución de responsabilidad
situada en los imponderables de la economía capitalista globalizada. Se pretendía
fomentar, sin demasiada convicción, un mecanismo de exoneración de
responsabilidades (Maravall, 2008; Maravall y Przeworski, 1999) por una
gestión económica que escapaba a los designios del gobierno. El problema con el
que probablemente tropezaba el encuadre se centraba en la sensación de que el
gobierno actuaba con un elevado grado de improvisación en lo referente a su

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política económica: de la “salida social” de la crisis se pasaba, a partir de la
segunda mitad de la legislatura, a las políticas de recortes.
En segundo lugar, del lado esta vez del ataque, la comunicación política del
PSOE se centró en criticar lo que se convertiría en la principal estrategia del
Partido Popular: su indefinición en las medidas a adoptar para salir de la crisis.
El cierre del argumento apelaba a una especie de “programa oculto”, claramente
derechista, que Mariano Rajoy llevaría a la práctica nada más llegar a la
Moncloa y que supondría, en la práctica, el desmantelamiento del Estado del
bienestar19.
La campaña popular puede ser definida, por encima de todo, como de “baja
intensidad” en la que la lógica predominante fue la de “que nada se diga para que
nada cambie”. Con un suelo electoral bastante firme y una pulsión de cambio que
parecía imparable, Rajoy se conformaba con no dar motivos para la desconfianza,
con no concretar sus propuestas económicas confiándolo todo a una muy
imprecisa necesidad de crear empleo casi como por arte de magia. Se ignoraron
una y otra vez las exigencias de Rubalcaba para que diese a conocer alguna
propuesta económica concreta. El único debate electoral celebrado entre en la
campaña (07/11/2011) dio buena muestra de estos infructuosos envites.
Del lado del ataque, el Partido Popular diseñó una campaña bastante moderada
por obra y gracia de los “diecitantos” puntos porcentuales de ventaja que las
encuestas le otorgaban. El PP dejó a la ciudadanía la crítica al gobierno (pulsión
de cambio) y se permitió el lujo de elaborar mensajes y spots electorales que
apelaban mucho más a la unión del país. Su estrategia se parecía más a la de un
partido que optaba a la reelección en el gobierno que a alguien que procedía de la
oposición. El ejemplo más sobresaliente será el vídeo del “saldremos
adelante”20, en una clara alusión prospectiva positiva que llevaría emparejado el
inminente cambio de gobierno.
15 El 20 de noviembre de cada año se conmemoran las muertes de José Antonio Primo de Rivera
(20/11/1936), fundador de Falange Española, y del general Francisco Franco, dictador en el poder en
España desde 1936 hasta su fallecimiento también un 20 de noviembre aunque, en este caso, de 1975.
16 El barómetro de octubre de 2011 del CIS consolidaba una tendencia iniciada algunos meses antes: La clase
política como un problema para el país (23,6%) se colocaba en tercer lugar en la lista de preocupaciones de
los españoles, sólo superada por el paro (80,9%) y los problemas de índole económica (51,3%) (CIS,
estudio 2.914).
17 El Mundo/Sigma Dos otorgaba al PP una distancia de 17,8 puntos con respecto a los socialistas y El
País/Metroscopia hablaba de 15 puntos de diferencia.
18 El PSOE obtiene en noviembre de 2011 el 28,76% de los votos y 110 diputados y el PP el 44,63% y 186
actas. (www.infoelectoral.mir.es visitada el 09/05/2012).

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19 En el momento de escribir estas líneas (mayo 2012) la idea ha sido recuperada por la oposición al Gobierno
de Mariano Rajoy tras desdecirse de las pocas y vagas promesas realizadas en campaña y por su política
de recortes.
20 http://bit.ly/KNVCg3

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4. CONTINUIDAD Y CAMBIO EN EL 20N
4.1. Nuestros datos: La campaña en la prensa de referencia
Los diarios El País —del lado del “progresismo”, el centro-izquierda o el
PSOE—, por un lado, y el El Mundo —del lado del
“conservadurismo/liberalismo”, el centro-derecha y el PP— por otro, serán las
dos cabeceras que entrarán a formar parte de nuestra muestra en el capítulo de
prensa de referencia. Según datos del CIS, se trata de los dos diarios de
información general más utilizados por los españoles para seguir la campaña
electoral de 201121.
Han entrado a formar parte de nuestra muestra 1.223 ítems que configuran la
práctica totalidad de la cobertura (primera página, editoriales y páginas
interiores) publicada por El País y El Mundo entre el 14 de octubre y el 23 de
noviembre de 2011. Cubrimos así la denominada precampaña (14/10/2011-
03/11/2011), la campaña electoral propiamente dicha (04/11/2011-20/11/2011) y
los tres días posteriores a la celebración de las elecciones (21/11/2011-
23/11/2011).
FIGURA 3: Composición de la muestra
El País El Mundo TOTAL
N % N % N %
Precampaña 233 37,0% 164 27,7% 397 32,5%
Campaña 310 49,2% 384 64,8% 694 56,7%
Post campaña 87 13,8% 45 7,5% 132 10,8%
TOTAL 630 100,0% 593 100,0% 1223 100,0%
Fuente: Elaboración propia

La agenda temática de la prensa de referencia aparece reflejada en la figura 4.


Con excepción de la primera categoría (“análisis electoral”) el resto corresponde
a temas de debate tradicionales: economía, terrorismo, corrupción, inmigración y
encuestas/debates. Veámoslos en detalle.
“Análisis electoral” es una categoría que engloba un periodismo de corte
analítico que opta por un tipo de cobertura en el que la visión de la situación que
realiza el propio medio es lo que prima. Más que un tema de debate en sí mismo
se trata de una cuestión que tiene más que ver con el proceder de los periodistas y
los medios de comunicación. Como se puede comprobar, este periodismo

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analítico es más importante en el diario El Mundo, donde se extiende, nada
menos, que a la mitad de su cobertura (49,9%) frente a algo más del 30% de El
País. El diario dirigido por Pedro J. Ramírez, por lo tanto, parece mucho más
proclive a la orientación directa a sus lectores que El País que, aun ocupando
este tipo de periodismo un lugar destacado, reparte su cobertura por otras
categorías en las que es el lector, en mayor medida, el encargado de hacer su
propio análisis de lo que está pasando.
FIGURA 4: Agenda temática de la prensa de referencia
El País El Mundo TOTAL
N % N % N %
Análisis electoral 207 32,9% 296 49,9% 503 41,1%
Economía 134 21,3% 79 13,3% 213 17,4%
Terrorismo 95 15,1% 38 6,4% 133 10,9%
Encuestas 53 8,4% 64 10,8% 117 9,6%
Debates 18 2,9% 39 6,6% 57 4,7%
Corrupción 18 2,9% 23 3,9% 41 3,4%
Inmigración 4 0,6% 4 0,7% 8 0,7%
Otro 101 16,0% 50 8,4% 151 12,3%
TOTAL 630 100,0% 593 100,0% 1223 100,0%
Fuente: Elaboración propia

No debería sorprendernos que la “economía” sea el tema de debate propiamente


dicho más relevante en la cobertura de la prensa de referencia en las elecciones
generales de 2011. La crisis económica ocupaba —y sigue ocupando en el
momento de escribir estas líneas— el primer puesto en la lista de preocupaciones
de los ciudadanos españoles, según el CIS. Esta circunstancia, unida a la
desactivación del tema terrorismo merced al cese definitivo de la actividad
armada de ETA22, hacen que un tema tan poco periodístico como la “economía”
no tenga más remedio de ocupar la posición más relevante de la campaña.
Los medios de comunicación en general y la prensa en particular se han
resistido hasta el último momento a otorgar la relevancia a la “economía” que los
ciudadanos le dan en los barómetros del CIS. Un claro ejemplo de ello nos lo
ofrecen los otros comicios que se celebraron en España en 2011, las elecciones
autonómicas y municipales de mayo. En aquella cita electoral, a pesar de la
preocupación ciudadana por la marcha de la economía, lo desbocado del

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desempleo, el encarecimiento de la prima de riesgo y la política de recortes que
el gobierno de Zapatero hacía poco que había emprendido; la gran cuestión que
configuró la agenda mediática fue la irrupción del movimiento del 15M y
cuestiones relacionadas con Bildu: su ilegalización primero (01/05/2011,
Tribunal Supremo) y su definitiva legalización más tarde (04/05/2011, Tribunal
Constitucional) (Castromil y Resina, 2012).
Pero en noviembre de 2011 con una banda terrorista ETA que había decidido
dejar las armas definitivamente y un Amaiur (partido heredero de Bildu)
plenamente legal para competir en las urnas, los medios de comunicación no
tuvieron más remedio que tragarse el sapo de las cuestiones puramente
económicas. Aun así el 15% de la cobertura de El País y el 6,4% de la de El
Mundo tuvieron como protagonista el nuevo camino que estaba tomando ETA.
Desde luego, nada que ver con la postura de El Mundo en 2008 cuando el tema
“terrorismo” ocupó el centro temático de su estrategia de oposición al gobierno
de José Luis Rodríguez Zapatero (Castromil, 2008; 2012).
En noviembre de 2011 la “economía” es protagonista de algo más del 20% de la
cobertura de El País y del 13% de la de El Mundo periódico éste que prefiere
volcarse más en un tipo de periodismo que ha convenido en denominarse de
“carrera de caballos” (Sádaba y Vara, 2003; McDermott y Frankovic, 2003)
merced a su atención, superior a la de El País, de dos temas de debate típicos de
esta tendencia: “encuestas” y “debates”.
En la siguiente tabla hemos reunido las dos categorías de la figura anterior con
mayor importancia —los temas de debate “análisis electoral” y “economía”—
para cada uno de los medios de comunicación analizados y los hemos cruzado
teniendo en cuenta el tono de la noticia. Una vez identificada la agenda temática
se hace necesario dar un paso más y conocer en qué lugar se sitúa, de manera
prioritaria, la toma de partido de la prensa de referencia española en noviembre
de 2011.
La figura 5 contiene, por lo menos, dos cuestiones que llaman poderosamente la
atención: las altas cotas de neutralidad para estos dos temas de debate23
(mayores en El País que en El Mundo, eso sí) y la confirmación de la tendencia
esperada: El País defiende más al PSOE (tendenciosidad positiva) y ataca más al
PP (tendenciosidad negativa) y El Mundo se muestra más favorable al PP
(tendenciosidad positiva) y más hostil al PSOE (tendenciosidad negativa) que El
País.
FIGURA 5: Tendenciosidad en los dos temas de debate clave en 2011

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Análisis electoral Economía
El País
N % N %
Favorable al PP 1 0,5% 0 0%
Desfavorable al PP 17 8,2% 14 10,4%
Favorable al PSOE 3 1,4% 2 1,5%
Desfavorable al PSOE 5 2,4% 3 2,2%
Favorable a IU 1 0,5% 0 0%
Desfavorable a otro 4 1,9% 1 0,7%
Neutral 176 85,0% 114 85,1%
TOTAL 207 100,0% 134 100,0%

El Mundo N % N %
Favorable al PP 33 11,1% 29 36,7%
Desfavorable al PP 1 0,3% 0 0,0%
Favorable al PSOE 2 0,7% 1 1,3%
Desfavorable al PSOE 61 20,6% 16 20,3%
Desfavorable a IU 6 2,0% 0 0,0%
Favorable a otro 9 3,0% 0 0,0%
Desfavorable a otro 17 5,7% 0 0,0%
Neutral 167 56,4% 33 41,8%
TOTAL 296 100,0% 79 100,0%
Fuente: Elaboración propia

El alto volumen de muestra que contiene la categoría “neutral” podría llevarnos


a pensar que la prensa de referencia en España, al menos en las elecciones
generales de 2011, tiende a la neutralidad y que la clasificación de Hallin y
Mancini (2004) que sitúa a España dentro del modelo de “pluralismo polarizado”
no describe satisfactoriamente la realidad que quiere analizar. Sin embargo,
consideramos que una cobertura tendenciosa del 50% en El Mundo deja muy a las
claras la opción del medio de comunicación y, al mismo tiempo, responde a la
coyuntura política que rodea a las Elecciones Generales de 2011. El caso de El
País encuentra también explicación, al menos en parte, por el contexto de la
elección. Veámoslo.
Se entiende que la tendenciosidad del periódico de referencia de la derecha sea
más tendenciosa que el de la izquierda por un doble motivo: Se trata de prensa de

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“oposición” (tendenciosidad negativa). Lo que se pretende es mostrar la no
deseabilidad de reelección de un socialista al frente del gobierno. Pero, por otro
lado, desde las páginas de El Mundo se está proponiendo un candidato
alternativo, un challenger, que ha de sustituir al incumbent actual: Zapatero por
Rajoy (tendenciosiad positiva) en vez de por Rubalcaba (tendenciosidad
negativa). El lado de la trinchera político-mediática que ocupa El Mundo le lleva
a ser, como poco, menos neutral que El País. A pegar más tiros, vamos.
El periódico de PRISA ha tenido que desempeñar un papel nada fácil en las
elecciones de noviembre de 2011. En algunas partes de su cobertura se detecta un
claro diagnóstico de lo insatisfactorio que estaba siendo la gestión en materia
económica del Gobierno socialista, en la línea de las percepciones ciudadanas
mostradas en los barómetros del CIS a lo largo de toda la legislatura 2008-2011.
Sin embargo, no renunció del todo a ocupar el lugar que el sistema mediático le
tenía reservado: El centro-izquierda mediático-político. Este “sí pero no o quizá
tal vez” que resume la cobertura de El País en 2011 tomó la vía de la neutralidad:
ante la deficitaria gestión del Gobierno Zapatero y lo, a priori, decididas que
estaban las elecciones teniendo en cuenta la encuestas publicadas “antes que
pasarme al enemigo opto por la neutralidad”. Esa pareció ser la estrategia de El
País a juzgar por los datos de cobertura disponibles. Una neutralidad
“tendenciosa”.
Dejando aparte los datos de neutralidad, la figura 5 nos permite también
conocer el tipo de sesgo utilizado por la prensa de referencia en relación a los
dos principales temas de debate. El Mundo —más tendencioso que El País, como
hemos visto— sigue la dirección esperada: opta mucho más por el PP (11,1% /
36,7% en “análisis electoral” y “economía”, respectivamente) que por el PSOE
(0,7% / 1,3%) y ataca más al PSOE (20,6% / 20,3%) que al PP (0,3% / 0%). Es
decir, se opta por la vía del ataque en proporción 2 a 1 en el “análisis del
periódico”, pero por la vía de la defensa en “economía”.
Una vez más, el clima político-económico-demoscópico del momento podría
estar detrás de esta tendencia hacia la loa del periódico de Pedro J. Ramírez: la
llegada del PP al poder resulta inevitable así que apoyémosle en lo que será su
principal caballo de batalla: la gestión futura de la crisis económica. Y eso que la
campaña electoral del Partido Popular en 2011, tal y como vimos algunas líneas
más arriba, no se caracterizó precisamente por su concreción en materia
económica. Se trataba más bien, y en la línea de la estrategia del propio partido,
de mantener intacta y estimular la “pulsión de cambio” que señalaban las

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encuestas. Sin embargo, el porcentaje de cobertura negativa de El Mundo hacia el
PSOE no debe ser obviado: el 20% tanto en el tema “análisis del periódico”
como en “economía” se dedica a dejar bien a las claras ante qué tipo de
periódico estamos: centro-derecha.
El País, por su parte, muestra una cobertura mucho más moderada, suave y, si se
quiere, hasta anodina. Es como si se intentase dar a entender una cierta
resignación hacia un futuro que, sin encontrar inconveniente del todo, no termina
de convencerle: el 10,4% de su cobertura sobre economía encuentra un claro
sesgo negativo hacia el PP. Pero por encima de esta tendencia, lo más
característico del diario del Grupo PRISA se centra en la ya analizada
neutralidad.

4.2. Las peculiaridades de Twitter


Trabajar con Twitter lleva implícitos algunas limitaciones. La caducidad de los
denominados tweets, twits o mensajes breves (140 caracteres) que los usuarios
envían al ciberespacio, con o sin un hashtags o etiqueta asociada, tienen un
período de vigencia, pasado el cual, simplemente, desaparecen sin dejar rastro.
Es decir, no se pueden recuperar como hacemos con la prensa de referencia en
una hemeroteca. Por ello, como se dijo más arriba, es necesaria una coordinación
previa de un grupo de investigadores para archivar las actividades que un
determinado usuario lleva a cabo a lo largo de una campaña electoral. Tales
actividades son:
1) Los tweets que el usuario envía a sus seguidores. Son mensajes enviados
directamente por el candidato o partido.
2) Los retwitteos o reenvíos que el usuario hace de una información que
considera interesante. La idea es compartir una información que se cree
relevante para sus seguidores. De hecho, un retwitteo de un usuario con
muchos seguidores es capaz encumbrar una web alternativa, un blog o difundir
hasta límites insospechados una información publicada por un medio de
comunicación convencional.
3) Las “menciones” que otros usuarios hacen de los tweets enviados por el
candidato o partido que estamos siguiendo. Estas menciones pueden
manifestar acuerdo pero también, en muchas ocasiones, contienen denodadas
críticas.
4) Otra forma de mención de un candidato o partido son los retwitteos de tweets
enviados con anterioridad. En este estilo de “mención” no se comenta el

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contenido del tweet, simplemente un tercer usuario comparte con sus
seguidores el tweet del candidato o partido porque lo considera relevante (por
acuerdo o desacuerdo implícito).
Figura 6: Twitter, una herramienta para la docencia universitaria
A mis alumnos de Opinión Pública, asignatura que imparto en la Universidad Complutense de Madrid y que
corresponde al 4º curso de periodismo, les propuse un análisis de los flujos de comunicación política y
estrategias partidistas durante la campaña electoral de noviembre de 2011. La primera media hora de clase
de cada viernes exponíamos en clase lo más destacado de la semana e iniciábamos un debate.
Para que todos los alumnos tuviesen disponibles los materiales y datos que se tratarían ese mismo viernes
(noticias de prensa tradicional o alternativa, artículos de opinión, entradas de blog, vídeos de contenido
electoral de partidos, candidatos, militantes o ciudadanos, cortes de audio, fotografías o encuestas y datos
electorales de toda índole) propuse utilizar Twitter como herramienta para que toda la clase trabajara en red.
Los alumnos que deseasen participar en la práctica (su carácter era voluntario) deberían darse de alta, si no
eran usuarios ya, en Twitter y utilizar la etiqueta de clase (#4F_UCM) para facilitar el acceso del resto de
compañeros a los tweets del seguimiento electoral. Pedí a los alumnos que siguiesen la campaña electoral y
que, si encontraban algún material que consideraban interesante, lo compartiesen mediante un tweet con la
etiqueta de clase y el enlace correspondiente.
El resultado fue una mejora sustantiva de la calidad de las sesiones de cada viernes. Un buen número de
alumnos habían accedido a materiales compartidos por algunos de sus compañeros de modo que cuando
iniciábamos el debate ya disponían de un conocimiento previo de lo que se hablaba. Es decir, Twitter nos
permitió poner en común un considerable volumen de información dispersa que, de otro modo, hubiese sido
muy difícil tener controlada.
Fuente: Elaboración propia

La mejor manera de comenzar el estudio de Twitter como herramienta de


comunicación política será revisando los datos disponibles sobre el uso de tal
tecnología. Según la encuesta post electoral del CIS, casi el 60% de los
encuestados utilizó internet en el último año. El CIS emplea esta fórmula en la
postelectoral de 2011 para filtrar a los internautas y, posteriormente, realizarles
algunas preguntas adicionales sobre su actividad en la red. Por el contrario, en la
postelectoral de 2008 el camino fue diferente. Se preguntó el entrevistado no por
su conexión al ciberespacio, sino, directamente, por el seguimiento de la campaña
en la red. El resultado fue decepcionante: Sólo 10% dijo seguir online la
campaña. Ese es el motivo del volumen de muestra tan desequilibrado que
presenta la figura 7.
Figura 7: Seguimiento on line de la campaña (2008 y 2011)
2008 2011
N % N %
En páginas de medios de comunicación 499 83,3% 1465 41,4%
En páginas de partidos o candidatos cívicos 140 23,4% 272 7,7%
En páginas de organizaciones o movs. cívicos 32 5,4% 175 5,0%

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En blogs y foros de debate 133 22,2% 313 8,9%
En redes sociales - - 623 17,6%
En otro tipo de páginas 77 12,9% 410 11,6%
Ninguno - - 766 21,6%
NC 8 1,5% 838 23,7%
BASE* 599 9,9% 3540 58,2%
Fuente: postelectoral generales 2008 y 2011 CIS (Estudios 2.757 y 2.920)
* La encuesta de 2008 tenía un N total de 6082 y la de 2011 de 6081

Los datos disponibles, con las limitaciones indicadas más arriba, permiten
establecer algunas comparaciones longitudinales sobre los hábitos políticos de
los españoles en el ciberespacio. En primer lugar, se demuestra una pauta de
exposición mediática que tiende a repetir en internet el menú informativo
tradicional. En 2008 más del 83% de los encuestados que siguieron la campaña a
través de internet lo hicieron mediante páginas web de medios de comunicación
tradicionales. En 2011, aún descendiendo el porcentaje (recordemos que aquí
están todos los internautas y no sólo los que utilizaron internet para seguir la
campaña), sigue siendo ésta la categoría más importante (41,4%).
Los datos nos indican que el uso mayoritario de internet por buena parte de la
población se basa mucho más en utilizarlo, probablemente, para acceder de forma
rápida y económica a su periódico o a la emisora de radio o televisión que ya se
veía habitualmente en el salón de casa mucho más que a aprovechar las
potencialidades interactivas que ofrece el medio. Es decir, para estos ciudadanos
internet es más la vía de acceso a contenidos muy parecidos a los de la vida
offline que un medio con lógica comunicativa propia.
De las seis categorías que ofrece el CIS en la figura 7, la opción “blogs y foros
de debate” y “redes sociales” son las que, verdaderamente, implican un uso pleno
de internet en cuando lógica comunicativa novedosa. Por lo tanto, podemos
afirmar que, entre los encuestados que dicen haber utilizado internet en el último
año, sólo uno de cada tres siguieron la campaña en medios de comunicación
puramente on line.
¿Pero cuáles han sido estos medios? El que contó con más usuarios fue
Facebook (59,6%), seguido a cierta distancia de Tuenti (19,2%) y Twitter
(15,2%). Por lo tanto, es de esperar que sean estos tres los que canalicen la
mayoría del seguimiento de la campaña a través de “redes sociales” (figura 7). La
encuesta del CIS nos permite, además, conocer el perfil sociológico del twittero
medio: varón joven, que vive en una ciudad no demasiado grande, con un nivel

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educativo medio, parado o estudiante, y más bien de izquierdas.
Esta “muerte prematura” de la actividad que los usuarios llevan a cabo en
Twitter de la que venimos dando cuenta no sólo dificulta su estudio como
herramienta política en el seno de una campaña electoral sino que hace que cierto
tipo de información resulte prácticamente imposible conseguir en la red. Nos
referimos al contenido temático de los tweets, retweets o menciones. Por lo tanto,
la construcción de la agenda temática de Twitter se convierte en una tarea muy
aproximativa de la cual las conclusiones obtenidas deben ser tomadas con las
debidas reservas.
La mayor parte de la actividad en Twitter tiene que ver con su dimensión
“reactiva”. Es decir, es una herramienta que sirve a ciertos activistas, políticos de
la más variada tendencia, blogueros, periodistas, contertulios, gente de la
farándula, etc. para llevar a cabo una primera aproximación a una decisión
tomada desde el mundo de la política institucional o, simplemente, de la más
rabiosa actualidad. En este sentido, Twitter va a remolque de la actividad
representativa y, muchas veces, la propia toma de postura de algún integrante de
la prensa de referencia sirve también para desatar una frenética actividad en esta
red social.
Los ejemplos abundan. Cabe destacar aquí algunos trending topics, “temas del
momento” o “TT” tales como el revuelo que se produjo a raíz de la cacería del
Rey Juan Carlos en Botsuana, en abril de 201124 y el apoyo posterior a la
Monarquía desde las páginas de El País. Otro caso paradigmático lo constituyen
las reacciones que suelen provocar ciertas portadas del diario La Razón que el
propio diario se encarga de difundir en Twitter25.
Ante noticias de última hora y acontecimientos recién llegados al menú
informativo del día, cuando la prensa escrita de referencia todavía está
procesándolas en sus respectivas redacciones, es el momento álgido de Twitter.
Basta echar un vistazo a las listas de los trending topics para adivinar lo que está
sucediendo casi en tiempo real. Twitter está mucho más pegado a la actualidad.
El acontecimiento se “vive” más que se “cuenta”.
Temas como la cacería real o la expropiación de la petrolera YPF por parte del
Gobierno argentino aparecen por primera vez en los medios online y son
recogidos por ciertos twitteros que improvisan un primer encuadre, más bien
tentativo, irónico y crítico. Más tarde llegará (generalmente al día siguiente) el
análisis pausado de la prensa de referencia en sus editoriales y “opinólogos” de

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cabecera. Estos análisis volverán a ser objeto de debate y crítica en Twitter de
modo que la rueda sigue y sigue girando.
El modelo de la “difusión en cascada” que analizamos algunas páginas más
atrás se vuelve titubeante, como el resbaladizo momento de cambio que estamos
viviendo. La acción de Twitter se podría considerar una primera aproximación
(por primicia temporal y temática) a la fijación de un tema de debate y su
encuadre por parte del sistema político y mediático (recuérdese la figura 1).
Twitter ha entrado a formar parte de la negociación intramediática para la fijación
de encuadres, generalmente enfrentados, que compiten por el favor popular.
Algunos tuitteros disponen de este poder ampliado, fruto de la
desmonopolización de la figura del emisor: Contribuyen también a la
construcción de encuadres mediáticos.
A partir de aquí, muchos ciudadanos —probablemente los más interesados y
pegados a la actualidad— buscarán en Twitter “lo que se está hablando ahora
mismo”, las noticias que se están produciendo, los trending topics de moda. Y,
por supuesto, la postura de los twitteros más influyentes sobre ellos o sobre la
postura de otros actores como partidos, políticos del gobierno, políticos de la
oposición u otros twitteros también influyentes.

4.3. Nuestros datos: La campaña en Twitter


Si conseguir datos fidedignos sobre los temas de debate en Twitter resulta,
como venimos informando, bastante complicado, llevar a cabo una cuantificación
del volumen de actividad de los principales candidatos y partidos políticos en
liza es algo, afortunadamente, más sencillo26.
Hemos tomado como referencia la última semana de campaña (14-20/11/2011) y
las cifras son muy claras. A pesar de la estrategia “de baja intensidad” que
llevaron a cabo los populares, se observa que ha sido el PP el partido con más
presencia en Twitter, con casi la mitad de los tweets enviados (46%) frente a un
PSOE que sólo envió el 19% de los microtextos y una IU que hizo lo propio con
el 13% de la cobertura de Twitter sobre las elecciones.
Esta mayor actividad institucional del Partido Popular podría tener una
explicación relacionada con su condición de principal partido de la oposición.
Quien mejor que los conservadores para criticar una política económica valorada
muy negativamente por la mayor parte de los ciudadanos. Se trataba, en la línea
de la campaña de comunicación política general del partido y de la línea editorial
de la prensa de referencia afín estudiada aquí (El Mundo), de establecer críticas

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de baja intensidad. De gestionar la pulsión de cambio hacia la que apuntaba la
mayoría de las encuestas preelectorales evitando un posicionamiento claro en
temas que pudieran ahuyentar al votante mediano, ese gran caladero de votos que
estaba abandonando al PSOE.
Figura 8: Tweets enviados en la última semana de campaña

Fuente: Diario Público27

En cuanto a los principales candidatos, uso y visibilidad en Twitter vemos que


la tendencia se invierte. Desde que Alfredo Pérez Rubalcaba, Mariano Rajoy y
Cayo Lara disponen de una cuenta en Twitter28, el candidato socialista envió (a
25 de abril de 2012) algo más de 7.500 tweets, el popular unos 4.400 y el
coordinador general de IU unos 3.800. Si se nos permite la incorrección de
considerar a estos tres candidatos a la presidencia del gobierno el universo total
de candidatos vemos que el 48% de los tweets correspondieron a Rubalcaba, el
28% a Rajoy y el 24% a Cayo Lara.
La visibilidad de partidos y candidatos nos ofrece un dato revelador: El PP optó
más por twittear a través de las distintas cuentas del partido que a través de su
candidato. Por otro lado, Mariano Rajoy ha sido uno de los políticos que más
tarde llegó a esta red social29. La cuenta en Twitter de Rubalcaba parece tener
preeminencia sobre las siglas del partido. La explicación, una vez más formulada
en clave de hipótesis, hace referencia a la estrategia general de la campaña. La
presentación ante de la ciudadanía de los dos principales candidatos se plantea de

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manera muy diferente, a saber:
Por un lado, se entiende que la mayor presencia de la figura de Alfredo Pérez
Rubalcaba, muy por encima de la de las siglas de su partido, se centre en intentar
la separación de su más que improbable futura labor de gobierno con la llevada a
cabo por su antecesor en el cargo, el también socialista José Luis Rodríguez
Zapatero y las poco estimadas siglas del PSOE. Se trata de una estrategia esta
muy común en países como EE.UU donde la gestión del presidente saliente
(generalmente por tener agotado su cupo de reelección) desaparece de la campaña
(cosas del desgaste de gobierno) y su compañero de partido aspirante a la Casa
Blanca poco menos que reniega de su herencia.
Por el contrario, Mariano Rajoy y su alter ego en Twitter, uno de los líderes de
más baja valoración de los últimos tiempos30, cede su lugar al partido por el cual
se presenta como alternativa viable —sobre todo en materia económica— a una
gestión de los socialistas que aparecía a los ojos de la ciudadanía como altamente
deficitaria. La campaña de “baja intensidad” de la que venimos hablando también
tiene que ver con las redes sociales, donde la figura de Rajoy pierde importancia.
Por otro lado, el candidato popular no parece muy amigo de las nuevas
tecnologías, o al menos de Twitter, teniendo en cuenta su ya mencionada tardanza
en abrirse una cuenta y su escaso twitteo.
Los únicos datos de presencia de temas en Twitter a los que hemos podido tener
acceso aparecen en la figura 9.
Figura 9: Agenda temática (Twitter)

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Fuente: Autoritas31

El gráfico se refiere a los diez primeros días de campaña electoral (del 3 al 13


de noviembre de 2011). Manteniendo en cuarentena sus conclusiones podemos
establecer algunas tendencias. Los temas “recortes” (cuarta línea comenzando por
la parte inferior derecha) y “paro” (sexta línea) se mantienen más o menos
estables a lo largo de la campaña. El primero de ellos, los recortes, podría
tratarse de un tema de debate con dos direcciones distintas: por un lado hacia el
presidente saliente, Zapatero, y por añadidura a su sucesor en el PSOE,
Rubalcaba. Se trataría de una crítica por ese cambio de modelo para salir de la
crisis y por su supuesto despilfarro32: De las políticas de gasto y protección
social a los recortes impuestos por Bruselas. Como ya argumentamos más arriba,
este giro estratégico del gobierno Zapatero seguramente fue uno de los factores de
desgaste más importantes de la legislatura.
Pero el tema “recortes” formó también parte de la estrategia de comunicación
política de ataque del PSOE hacia el PP. Tal cuestión se relacionaría con el
denominado “programa oculto” que, supuestamente, estaría en el fondo de la
estrategia popular del “no decir nada para que nada cambie”. Una vez más, los

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caminos de Twitter y la prensa de referencia parecen discurrir paralelos.
El “paro” es la gran preocupación de los españoles, según aparece desde hace
ya tiempo en los barómetros del CIS, y, por lo tanto, una de las cuestiones
capitales del rechazo al gobierno del PSOE y que estimula la pulsión de cambio
que se palpaba en el ambiente de campaña. Se trata de un tema de desgaste del
gobierno y del candidato de la continuidad, Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero un
tema también en el cual el PSOE no arrancó de Mariano Rajoy prácticamente
ninguna propuesta concreta sobre la que poder contraatacar. Lo que resulta
imposible conocer a ciencia cierta es el tono de los tweets sobre economía y
paro: ¿Tomaron una dirección más bien neutral y resignada, al estilo de la
cobertura de El País, o, por el contrario, acogieron positivamente la inminente
llegada del PP al poder, como hizo El Mundo? Nunca lo sabremos si Twitter no
rescata del limbo los tweets “caducados”.
La relativa inelasticidad de la presencia de los temas “recortes” y “paro” en la
figura 9 tiene que ver, probablemente, con su ya mencionado escaso atractivo
mediático. Como hemos visto, los temas “economía” y “paro” no entraron ni
siquiera en los puestos “top” de las otras elecciones de 2011, las celebradas en
mayo. Es como si los periodistas —tanto en la prensa de referencia como en
Twitter— tratasen las cuestiones económicas a regañadientes, obligados por una
opinión pública unánime y muy preocupada.
Por otro lado, la presencia de ETA en la campaña no tiene nada que ver con
otras citas electorales. Noviembre de 2011 son las primeras elecciones generales
en mucho tiempo en las que ETA no cometerá ningún atentado y en las que la
perspectiva del final de la violencia en el País Vasco se ve más cerca. La
situación no sólo se traslada a la prensa de referencia sino también en Twitter. Ya
no es el tema prioritario de la campaña. El “alto al fuego definitivo” y la
centralidad y profundidad de la crisis económica le restarán importancia. Se
desactiva, en fin, ese componente de crítica al gobierno de Zapatero y a su
ministro del Interior del momento, el ahora candidato Alfredo Pérez Rubalcaba.
Parece ser que la artillería de oposición al PSOE, en la línea del diario El
Mundo, abandona el tema terrorismo para centrase en la economía y la
desoladora cifra de los cinco millones de parados. Twitter no sólo no es ajeno a
estas tendencias sino que relega también al “terrorismo” a un lugar menor, sobre
todo conforme avanza la campaña.
Por último, destacar no sólo la importancia en el tratamiento del tema
“matrimonio homosexual” sino su volatilidad: La trayectoria de la última línea

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empezando por la derecha de la figura 9 parece el trazado de una trepidante
montaña rusa. En principio, podemos considerar que se trata de un tema de debate
exclusivamente de Twitter, por un lado, y de oposición al “programa oculto” del
Partido Popular, por otro. Las referencias a la derogación de la ley de matrimonio
homosexual sirvieron a muchos twitteros para atacar al PP, denunciar
persecuciones del colectivo homosexual y denunciar la vuelta a una España
conservadora y católica intolerante. Y todo ello ante una ley recurrida por el
propio Partido Popular al Tribunal Constitucional.
En definitiva, los escasos y, a veces, no demasiado fiables datos sobre
presencia de partidos y líderes en Twitter y los todavía más exiguos sobre temas
de debate no ofrecen diferencias significativas con respecto a la prensa de
referencia. Los temas “recortes”, “privatizaciones” y “paro” de Twitter
corresponden a los catalogados como “economía” en El País y El Mundo. “ETA”
e “inmigración” (residual éste último) también están en la agenda mediática
tradicional. El único tema específico de Twitter ha sido, como mucho, el referente
a la polémica en torno a la posible ilegalización del matrimonio homosexual si el
PP llega al poder. Pero poco más.
21 El País es el medio de comunicación impreso con más audiencia (18% de los encuestados que dicen haber
seguido la campaña a través de las páginas de algún periódico) y El Mundo el segundo (10,5%). A una
cierta distancia se sitúa la prensa catalana (La Vanguardia, 5% y El Periódico, 4,3%) y Abc (4%).
(Fuente: Encuesta Postelectoral CIS, estudio 2.920).
22 El 20 de octubre de 2011, tres días después de la celebración de una conferencia internacional sobre paz
celebrada en San Sebastián, ETA declara un histórico alto al fuego definitivo.
23 La neutralidad total alcanza el 78,9% de la cobertura de El País y el 48,6% de la de El Mundo.
24 http://bit.ly/HylUjp
25 Las más paradigmáticas quizá sean: sobre las conmemoraciones del primer aniversario del 15M
(http://bit.ly/JdosZF), sobre la oposición a la política educativa del Gobierno de Mariano Rajoy
(http://bit.ly/JD0OC4) y sobre la figura del presidente popular (http://bit.ly/IVlHGx).
26 Una información muy rica al respecto se encuentra a disposición de todos los internautas en
http://bit.ly/uMmjGQ.
27 http://bit.ly/tLfNKF (visitada el 25/04/2012).
28 Sus cuentas son: http://twitter.com/#!/_Rubalcaba_, http://twitter.com/#!/marianorajoy y
http://twitter.com/#!/cayo_lara, respectivamente.
29 Según los datos disponibles el primer tweet de Rajoy fue enviado el 15 de septiembre de 2011 (Fuente:
http://bit.ly/JPPvYN).
30 A sólo unos meses de las elecciones de noviembre valoración media de Mariano Rajoy era de 3,46 puntos,
sólo unas décimas más que el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero (3,44)
(Fuente: Barómetro de abril de 2011, CIS, estudio 2885).
31 http://bit.ly/tfbcGX (visitada el 09/05/2012).
32 El “despilfarro” del PSOE se transformará, una vez el PP se instala en el poder, en un argumento parecido:
“la herencia recibida”.

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5. CONCLUSIONES: ALGO DE CAMBIO, ALGO DE
CONTINUIDAD
El mundo de la política y la forma de hacer campañas electorales se encuentran
inmersos en un proceso de cambio del que todavía no conocemos a ciencia cierta
sus dimensiones. Sabemos que el barco ha abandonado la costa, tenemos sólo una
pequeña idea de la travesía que esta siguiendo pero desconocemos por completo
en qué puerto echará amarras.

5.1. Sobre la exposición mediática


Los datos que hemos manejado a lo largo de este trabajo nos muestran que la
mayoría de los españoles han seguido la campaña electoral de noviembre 2011
del mismo modo a cómo lo han hecho en los últimos años, a través de la
televisión. Sin embargo, se van abriendo espacios cada vez mayores para internet
como herramienta política de primera magnitud.
Los ciudadanos que se reconocen internautas y que, además, dicen haber
utilizado la Red para cuestiones relacionadas con el seguimiento de la campaña
han presentado, sin embargo, una pauta de exposición muy similar a la que ya
hacían en el mundo offline. Es decir, una buena parte de los internautas españoles,
lejos de aprovechar las capacidades que ofrece la red (horizontalidad e
interactividad) ha repetido pautas de exposición tradicionales tales como visitar
la versión online (gratuita) de su medio de comunicación de toda la vida.
Sin embargo, la mera existencia de toda una legión de ciudadanos que ya no
están dispuestos a pasar por el kiosco para acceder a los contenidos de los
medios podría tener un enorme impacto en la actividad periodística ya que, en un
futuro no muy lejano, parece factible pensar que los medios tradicionales tendrán
que reinventarse y volcarse de manera mucho más decida en sus versiones online.
Algunos agoreros han llegado incluso a pronosticar la muerte del papel. Es
posible que así sea y que los lectores de prensa nos convirtamos en algo parecido
a los fans de los vinilos.

5.2. Sobre la cobertura tradicional y alternativa de la campaña


El País y El Mundo han afrontado de distinta forma unas elecciones generales
decididas de antemano: la gravedad de la crisis económica que vivía España
había desatado una pulsión de cambio tan grande que el PSOE y su candidato,
Alfredo Pérez Rubalcaba, apenas contaban con posibilidad alguna de “disputarle

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el partido” al Partido Popular de Mariano Rajoy.
Este clima de opinión propició, del lado del diario El País, que su cobertura
adoptase un tono mayoritariamente neutral y hasta resignado y anodino. Ante la
inminente llegada de Rajoy al gobierno la mejor estrategia consistía en tomar una
cierta distancia antes que decantarse por la cobertura al ataque. El Mundo, en
cambio, optó por un camino distinto y más diversificado: su mayor
tendenciosidad se dirigió, por un lado, a realizar un tipo de cobertura analítica
(tema “análisis electoral”) de corte negativo hacia el PSOE y Rubalcaba y, por
otro lado, cuando las noticias trataban de economía, el diario de Pedro J. Ramírez
se decantó algo más por la cobertura favorable al PP que, al fin y al cabo, sería el
encargado de gestionar los vientos de la crisis en el futuro. Ambos periódicos
prácticamente desactivaron la presencia del terrorismo como tema de campaña.
Del lado de Twitter se observan, por lo menos, dos tendencias. La primera tiene
que ver con la tecnología del microblogging en sí y se refiere a una mayor
cercanía de Twitter con la actualidad. Los trending topics de esta red social
señalan asuntos que tendrán que esperar hasta el día siguiente para recibir
tratamiento en la prensa de referencia. Por este motivo, la acción pionera de
Twitter podría estar sustituyendo la labor de selección y encuadre que el modelo
de “difusión en cascada” tiene reservado a la prensa de referencia: Su monopolio
a la hora de establecer tales selecciones temáticas y encuadres y su difusión
posterior al resto de la ciudadanía a través de los medios de comunicación
audiovisuales. A ello se une una tendencia nueva: Cuando, al día siguiente, los
periódicos tratan el tema en cuestión Twitter vuelve a “hacer de las suyas” y a
someter a debate la acción de la prensa de referencia y las opiniones de sus
principales opinadores.
En segundo lugar y referido ahora al particular contexto de las elecciones de
noviembre de 2011 se observa una clara pauta de continuidad entre la prensa de
referencia y Twitter, al menos hasta donde los escasos datos obtenidos nos dejan
aventurarnos. Los temas de ambas agendas coinciden en destacar la importancia
del tema “economía” (en Twitter se habla más de “recortes” y “paro”) y en
devaluar el tema “ETA”. En línea también con la campaña de “baja intensidad”
llevada a cabo por el PP y reflejada en la prensa de referencia (positividad ante
las propuestas difusas del PP en El Mundo y neutralidad en El País) se observa
en Twitter una preminencia del candidato del PSOE sobre el del PP y del PP
sobre el PSOE en cuanto a marca electoral. Rajoy no encuentra demasiadas
razones para exponerse en Twitter (baja valoración como líder) y prefiere ceder

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la palabra a su partido (alta valoración como gestor económico). La figura de
Rubalcaba prima sobre las siglas de su partido por dos motivos parecidos,
aunque a la inversa: en primer lugar para diferenciarse de la percibida mala
gestión de su antecesor en el cargo, Zapatero, y, por otro, para fortalecer su
imagen sobre las devaluadas siglas del PSOE, asociadas con el despilfarro y la
improvisación económica.
En definitiva, encontramos en la campaña de las elecciones generales de 2011
una serie de factores de continuidad y de cambio que nos impiden señalar con
nitidez el camino que está tomando la política de nuestros días. Y ello porque la
evolución desde una democracia representativa basada en los partidos políticos,
las instituciones y los medios de comunicación tradicionales (radio, prensa y
televisión) hacia lo que ha convenido en denominarse ciberpolítica o
ciberdemocracia no es nada firme ni está nada clara. Nos movemos en un terreno
extremadamente pantanoso donde conviven pautas de continuidad y de cambio.
No nos encontramos —al menos en el momento de escribir estas líneas a
mediados de mayo de 2012— ante un nuevo orden político, ante una nueva forma
de interrelación entre el ciudadano-elector y sistema político-representativo. Pero
sí que se comienzan a vislumbrar algunos cambios.

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Capítulo 7
Midiendo la eficacia de las cibercampañas en
internet
MONTSE FERNÁNDEZ CRESPO
Investigadora en el IUIOG
(Fundación Ortega-Marañón)
montsefcfr40@hotmail.com

Desde la campaña de Barack Obama en 2008, en la que su apuesta por internet


ha sido definida como el punto clave de su victoria electoral, derrotando primero
a Hillary Clinton en las primarias y posteriormente a McCain en las generales, ha
quedado más que patente la convicción de que cualquier candidato que quiera
conseguir una mejoría en sus resultados e incluso un éxito electoral, está
prácticamente obligado a desarrollar una cibercampaña.
Si bien es cierto que Obama destinó una cantidad mayor de recursos en internet
que sus oponentes, también lo es que gastó 10 veces más, según los datos
oficiales de la Federal Election Comission, que Clinton en publicidad digital en
Google, Yahoo y Facebook. Además, otros factores contribuyeron a su victoria: la
capacidad de organizar a ciberactivistas que trasladan su actividad al “mundo
real” y el hecho de que el 74% de los seguidores online de Obama hayan
consultado información política online comparado con el 57% de los seguidores
online de Clinton y también hayan superado a los seguidores online de McCain
(65% vs. 56%), habiendo éstos efectuado más contribuciones campaña, más
firmas peticiones online, más comentarios en blogs y más vídeos vistos que el
resto del electorado. (Smith y Rainie, 2008)
Por otro lado, candidatos con mejores índices de popularidad en la red no han
visto reflejada tal ventaja en el resultado electoral obtenido, como Antanas
Mokcus, candidato a la presidencia de Colombia por el Partido Verde. Era el
preferido en redes sociales como Facebook1 o Twitter2 y sin embargo fue
derrotado por su oponente Juan Manuel Santos, consiguiendo, no obstante, ser la
segunda fuerza política del país con más de tres millones de votos recabados por
su causa en las urnas y siendo éste su mejor resultado electoral hasta el momento.
Y también podemos citar ejemplos en los que candidatos que no han desarrollado
actividad web alguna, han resultado victoriosos en la contienda electoral, como

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es el caso del cercano Valcárcel en las pasadas elecciones autonómicas de la
Región de Murcia, caso en el que se ha de tener en cuenta, entre otras variables,
su posición de reelección, la cobertura recibida por los medios de comunicación
tradicionales, y las características ideológicas y demográficas del electorado.

Visualización de la red (in-degree) de candidatos y partidos durante la campaña electoral de las Elecciones
Municipales y Autonómicas 2011 en la Región de Murcia.
Fuente: elaboración de la investigadora de la Universidad Carlos III, Mariluz Congosto (@congosto) dentro
del marco del proyecto Séneca 2011

Por tanto, debemos preguntarnos ¿Qué convierte a una cibercampaña en una


campaña de éxito? ¿Es necesaria en todos los casos? ¿Cómo podemos medir su
eficacia?
Y también: ¿Por qué votamos si nuestro voto cuenta poco? ¿Qué nos mueve a
hacerlo cuando intuimos que nuestra participación, por sí misma, no es decisiva?
¿Decidimos solos, nos dejamos influir o pretendemos influir en los demás? ¿Qué
nos empuja a manifestar nuestra opinión política en internet? La razón de que
votemos, en realidad, tiene mucho que ver con nuestra pertenencia a grupos y con
el poder de las redes sociales. (Christakis y Fowler, 2010)
En los últimos años, los medios y redes sociales se han convertido en un
espacio del mayor interés para la colaboración social y compartir información
entre sus usuarios. La ingente cantidad de contenido que circula en ellas ha
atraído la atención de agencias de marketing que esperan conocer el
comportamiento de los usuarios para ajustar sus campañas online y de
investigadores en el campo de las redes sociales que buscan en sus análisis
revelar los modelos de difusión entre grupos y nodos en dichas redes, e incluso
demostrar cómo ese contenido social puede ser utilizado para predecir resultados
en el mundo real (Asur y Huberman, 2010). Recientemente este tipo de análisis ha

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saltado al campo de la política, y especialmente, al análisis de campañas
electorales en la red.
En el año 2010, un estudio del Gartner Group reveló las diez tecnologías
estratégicas para el 2011. Entre ellas se citó el análisis de redes sociales, que
describió como el proceso de medir, analizar e interpretar los resultados de las
interacciones y asociaciones entre las personas, temas e ideas. Incluye una serie
de técnicas especializadas como el filtrado social, el análisis de redes sociales,
el análisis de los sentimientos que circulan por ellas y el de los medios sociales
empleados. Las herramientas de análisis de redes sociales son útiles para
examinar la estructura social y la interdependencia, así como las pautas de
comportamiento de los individuos, grupos u organizaciones. El análisis de redes
sociales incluye la recolección de datos de múltiples fuentes, identificando las
relaciones, y evaluando el impacto, calidad o eficacia de una relación.
Teniendo en cuenta los principales medios sociales en red en los que hoy en día,
al menos en España, se articulan las cibercampañas electorales, podemos
contemplar varios espacios para el análisis del impacto de una campaña en red en
Facebook, Twitter, Google y la página web de partido y/o de candidato.
En el campo de la ciencia política y concretamente en lo que se refiere a la
capacidad de predecir un resultado electoral mediante el estudio de redes
sociales, destaca el análisis de datos en Twitter tanto por ser una red extendida y
reconocida como medio de expresión y difusión de opiniones, como por la
facilidad que ofrece para capturar dichos datos gracias a su API de libre
disposición y explotación que permite recolectar lo que se conoce como public
time-line, esto es todos los tweets de sus usuarios salvo los de aquellos que
mantienen un perfil privado que protege sus tweets del resto. Además de Twitter,
también podemos encontrar estudios que relacionan el número de seguidores o
fans de una página Facebook de un candidato con su resultado electoral, y otros
que han utilizado el volumen de búsquedas realizadas en Google sobre una opción
política determinada.
Debido a los positivos resultados obtenidos en estos primeros estudios se ha
apelado a la idea de que lo que la gente está publicando en su blog, o buscando en
Google o difundiendo en Facebook o Twitter, proporciona un reflejo del
sentimiento colectivo, lo cual puede traducirse en tendencia hacia un punto
determinado. En este sentido, recientes estudios han anunciado que es posible
predecir un resultado electoral mediante el análisis de este contenido social.
Concretamente, en “Predicting elections with Twitter: What 140 characters

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reveal about political sentiment”, de Tumasjan et al. (2010) se concluye que en
las elecciones de 2009 en Alemania, Twitter puede ser utilizado como predictor
del resultado electoral: “The mere number of tweets mentioning a political party
can be considered a plausible reflection of the vote share and its predictive
power even comes close to traditional election polls.” (Tumasjan, Sprenger,
Sandner, y Welpe 2010) Su teoría se basa en estudios anteriores y similares, como
el de Véronis (2007) referido a las elecciones presidenciales de 2007 en Francia,
en el que se expresa que el número de apariciones o de menciones de un
candidato en la prensa puede ser un buen predictor del resultado de la contienda.
En “From tweets to polls: linking test sentiment to public opinion time series”,
O’Connor et al. (2010) relacionaron la opinión pública en EEUU en el periodo
2008-2009 medida en las encuestas tradicionales con el sentimiento reflejado en
los tweets (sentiment analysis). Sus resultados eran muy coincidentes en algunos
casos (con una correlación del 80% en la mayoría) y menos en otros: para
presidential job approval en 2009 los datos de Twitter replican los obtenidos en
las encuestas y para presidential elections polls in 2008 la correlación no fue tan
significativa. Los autores sugieren que es necesario mejorar las herramientas de
NLP (programación neurolingüística) para mejorar dichas estimaciones.
Tal y como hemos comentado antes, las características de privacidad de la red
social Facebook dificultan la labor de análisis de interacción en la red. Si bien en
el análisis de datos en Twitter hay que tener en cuenta o habría que tener en cuenta
variables externas a la propia red, en Facebook, esta realidad es una obligación
de entrada. Los análisis publicados hasta la fecha, siempre incorporan una serie
bastante numerosa de variables a cada candidato, dado que en Facebook, salvo
los perfiles de los propios candidatos y partidos (con datos como número de
“like” o “supporter” o “seguidores”, comentarios y publicaciones) y su evolución
en precampaña y campaña, es prácticamente el único dato que puede obtenerse de
manera automática por motivos derivados de las condiciones de privacidad de
los usuarios de esta red.

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http://www.smetrica.com/
Ejemplo de la actividad de la página Facebook del candidato Mariano Rajoy durante la campaña electoral de
las Elecciones Generales 2011 en España.

En varios trabajos de Willians y Gulati (2008, 2009), centrados en el análisis


de Facebook en campaña electoral en EEUU, se concluye que el número de fans
constituye un indicador de la viabilidad del candidato y por tanto, del éxito
electoral: “Thus while Facebook supporter numbers would not be a useful
predictor that foreshadows electoral victory or defeat, the most electable
candidates do have more Facebook supporters.” (Willians y Gulati 2008) En su
análisis incorporan una serie de variables para cada candidato, como su posición
de peso en el partido, el hecho de que acudan a su reelección, que se encuentren
en una campaña competitiva y las características de su electorado (alto nivel de
educación, blancos, residentes en núcleos urbanos y jóvenes, son más propensos a
participar en Facebook).
Google Trends es una herramienta de Google Labs que muestra los términos de
búsqueda más populares del pasado reciente. Las gráficas de Google Trends
representan con cuánta frecuencia se realiza una búsqueda particular en varias
regiones del mundo y en varios idiomas. Por tanto, si buscamos en esta
herramienta por una determinada opción política obtendremos la cantidad de
veces que ha sido buscado en un periodo de tiempo concreto (campaña electoral),
lo cual podría traducirse en que a mayor número de búsquedas de un candidato
mayor posibilidades de éxito electoral que su oponente.
Lui, Metaxas y Mustafaraj (2011) en su análisis en Google Trends en las
elecciones de 2008 y 2010 en EEUU, concluyen que Google Trends no es un buen
predictor en ninguno de los dos procesos electorales analizados. Los autores
argumentan que las causas de estas desviaciones pueden deberse por un lado al
hecho de cuando un usuario busca por un candidato y no por su oponente, el

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resultado es que este último no alcanza los niveles mínimos de curiosidad
y/visibilidad (permaneciendo en el vacío) lo que repercute más positivamente en
el candidato buscado; por otro, que los electores pueden buscar por un candidato
pero con el objetivo de encontrar información negativa lo que provoca ese
margen de error con los resultados electorales; y finalmente, que aquellos
candidatos que ya ocupan un cargo político sobresaliente pueden ser buscados a
causa de esta actividad y no tratando de encontrar información sobre su campaña.

http://cs.wellesley.edu/~webtrust/insights/
Captura de la página en la que los autores han publicado los resultados de sus comparaciones entre
candidatos.

¿Y el impacto de las páginas web de partidos o candidatos? En los estudios


realizados sobre este tema, al igual que ocurría con el análisis de Facebook, se
incorpora una serie de variables relacionadas directamente con el “valor” o
“posición” del candidato en la campaña.
La aparición de Howard Dean en 2003 se ha señalado como the coming of age
en el mundo de las campañas en internet. Varios autores han estudiado el impacto
de la página web de un candidato en su resultado electoral. D’Alessio en su
análisis de las elecciones al Congreso de EEUU en 1996 ya concluía que contar
con una cibercampaña proveía al candidato con 9,3% más votos de los previstos
inicialmente, valores únicamente superados por la variable de la incumbencia,
esto es, presentarse a la reelección, y por la posición más o menos relevante que
ocupa dentro de su partido (D’Alessio, 1997). Más recientemente, Gibson y
McAllister (2005) estudiaron el efecto de las cibercampañas en el resultado
electoral en las elecciones australianas de 2004, encontrando similares

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resultados: una cibercamapaña es un elemento primordial a la hora de asegurar la
victoria electoral. El uso de una página web proporciona un 4% adicional a la
preferencia de voto inicial, lo cual supone más que todos los métodos
tradicionales de campaña, excepto la incumbencia.
Hemos visto hasta ahora cómo en el análisis de redes sociales como método de
predicción electoral ha obtenido resultados dispares. Así, mientras que siguiendo
los métodos tradicionales de encuestas, el margen de error no supera o debe
superar el 2 o 3%, en este tipo de análisis el margen de error puede llegar a
alcanzar, e incluso superar, el 10%.
Daniel Gayo (2011), de la Universidad de Oviedo advierte sobre esta facilidad
de convertir los medios sociales en el futuro Literary Digest3 en su paper “A
warning against converting Social Media into the next Literary Digest4” en el que
su análisis electoral en Twitter, llevado a cabo replicando métodos que en otros
investigadores habían obtenido resultados favorables5, no obtuvo coincidencias
suficientes para afirmar que Twitter pueda ser empleado como herramienta de
predicción electoral
La predicción de mercados (basados en apuestas) han resultado ser una nueva
fuente de pronóstico electoral. Varios estudios académicos han confirmado el
valor de los mercados de predicción en el pronóstico de próximos eventos, para
los resultados electorales, demostrando su eficacia desde las elecciones de
finales del XIX y las primeras elecciones del siglo XX. Examinando 74 batallas
electorales en los últimos 130 días de la campaña 2008 en EEUU y recolectando
datos de sitios web de como PollingReport.com, Pollster.com,
RealClearPolitics.com e Intrade.com, David Rothschild exploró la precisión de
las previsiones derivadas de dos tipos diferentes de datos: las encuestas y los
mercados de predicción. Las conclusiones de su estudio confirman los resultados
logrados por estudios similares, como el de Rhode y Strumpf en 2004: In 2008,
FiveThirtyEight, a debiased poll-based forecast, offered to the general public a
more accurate forecast than raw poll numbers or raw prediction market. But,
the analysis here shows that were intrade’s prices debiased, they would have
provided a more accurate forecast and more valuable information than the best
poll-based forecasts currently available, especially early in the cycle and in
uncertain races.” (Rothschild, 2009:913)

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http://www.intrade.com/v4/markets/?searchQuery=politic
Captura de la página Web de Intrade en la que se presenta la predicción electoral en EEUU en el día en que
fue tomada.

Con similar metodología, Nate Silver un estadístico del béisbol que se inició el
análisis de las encuestas políticas, presentó en marzo de 2008 su sitio
FiveThirtyEight.com, en el que utiliza su propia fórmula para predecir los
resultados federales y estatales de las elecciones presidenciales de 2008 en
EEUU, prediciendo la victoria de Barack Obama.

http://www.huffingtonpost.com/2008/11/03/rove-nate-silver-maps-pre_n_140752.html
Mapa de la predicción realizada por Nate Silver en las elecciones presidenciales de EEUU en 2008.

Se puede concluir que no siempre es posible predecir elecciones a partir de los


datos extraídos de la participación en redes sociales. Por una parte, los resultados
obtenidos en un proceso, no son directamente extrapolables a otro, tanto porque
los sistemas electorales son diferentes como porque los espacios en los que se
producen presentan características demográficas bien distintas. Por otra, los
métodos de correlación que se emplean son también diferentes, siendo de unos
casos los datos comparados con resultados electorales y en otros con encuestas
preelectorales. Y por último, las herramientas y métodos de análisis, novedosos

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hasta el momento, deben ser comprobados y continuamente mejorados para
asegurar el veraz resultado de los datos obtenidos. Además, hemos de tener en
cuenta que no todas las franjas de edad son usuarios activos en estas redes
sociales, siendo los mayores de 50 años los menos propensos a participar y
compartir así sus opiniones y tendencias de voto.
No obstante, se abre un campo de especial interés y relevancia de cara al futuro,
en el que tal vez llegue a ser posible sustituir a las encuestas, que hasta hoy han
sido una fuente fiable de la tendencia electoral.
1 La página de Mockus en Facebook, http://www.facebook.com/a.mockus, cuenta con el doble de seguidores
que la del vencedor Santos, http://www.facebook.com/a.mockus#!/JMSantos.Presidente?v=wall&ref=ts,
(791,719 vs.369,128) Consultado en Internet el 28/07/2010
2 Mockus cuenta con 65,855 seguidores. No se ha encontrado referencia sobre la cuenta en Twitter de Santos.
Consultado en Internet el 28/07/2010
3 http://en.wikipedia.org/wiki/The_Literary_Digest
4 La publicación The Literary Digest llevó a cabo un “sondeo” con el ánimo de avanzar el resultado de las
elecciones presidenciales de 1936. El sondeo mostró que el gobernador republicano de Kansas, Alf Landon,
probablemente sería el ganador de forma abrumadora. En noviembre, Landon consiguió sólo Vermont y
Maine, y el presidente Franklin Delano Roosevelt ganó en los 46 estados restantes de entonces. La revista
fue desacreditada por completo a causa de la encuesta y desapareció pronto. En retrospectiva, las técnicas
de votación empleadas por la revista fueron las culpables: los encuestados eran en su mayoría lectores de
su revista, con un gran nivel adquisitivo y los datos de los encuestados se extrajeron de bases de datos de
poseedores de automóviles y de teléfonos en sus hogares.
5 Si bien incorporó algunas variaciones, como la elección de la herramienta para investigar el Sentiment
Analisys.

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Capítulo 8
El poder latente de la prensa en el mundo
virtual
JUAN PIZARRO MIRANDA
Sociólogo
jpizarromiranda@gmail.com

Internet ha crecido de forma imparable en los últimos años pero en el caos que
es su continua reconstrucción parece difícil calcular el peso real que está
teniendo en nuestra sociedad de la información. Los fenómenos virales y la
construcción comunitaria de grandes fuentes de conocimiento han dado la
sensación generalizada de que los grandes editores están perdiendo peso a pasos
agigantados frente al ciudadano virtual que se supone es el internauta.
Aunque los internautas generan de hecho cantidades ingentes de contenidos, la
distribución de los mismos sigue siendo un problema; en el inmenso océano que
es la red no todos los navegantes tienen las mismas posibilidades de encontrar un
contenido. Ni todos los contenidos tienen la misma posibilidad de ser
descubiertos por los internautas.
Si bien la red de redes ha reducido inimaginablemente los costes de
distribución de todo lo digitalizable, los medios “tradicionales” conservan aun
ciertos atributos que le hacen ostentar posiciones estructurales de poder en las
redes informacionales.

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1. EL PÚBLICO DE INTERNET
La regla del 1%, es una regla general aplicada en la red para poner porcentajes
aproximados a la obvia desigualdad de participación. La regla dice que de cada
100 individuos en una red dada solo uno creará contenido, otros 9 participarán de
alguna forma intermitente y los 90 restantes solo recibirán contenido, serán los
llamados “lurkers”.
Esta regla está lejos de ser probada (o más probablemente falsada), varía de
una red a otra y en muchos casos los individuos y sus actitudes también varían con
el tiempo o en el entorno. Un “lurker” puede pasar a ser un usuario activo con el
tiempo, o puede serlo en una red y no en otra. A pesar de que la proporción exacta
no se cumple, el núcleo duro de la hipótesis sí se mantiene, la inmensa mayoría de
los usuarios son consumidores de contenido, no creadores.
Incluso en redes como Twitter, donde todo el contenido proviene de las
aportaciones de los usuarios, los últimos estudios nos confirman que pequeños
porcentajes de usuarios generan altos porcentajes del contenido de la red (Wu,
Shaomei; Hofman, Jake M, Mason, Winter A. y Watts, Duncan J. 2011) y que
además suponen nodos centralizados de dichas redes1. Esto además viene a
confirmar la actualidad de la tesis de Barabási (1999, 2002) de cómo los nodos
más referenciados tienden a crecer más y más rápido que el resto y a formar parte
del camino más corto de contacto entre los demás.
Incluso si aceptáramos que el 100% los usuarios aporta algo en algún contexto o
en algún medio, seguiría siendo “lurker” en todos los demás, seguiría siendo
público. Público además de canales muy centralizados y controlados por un
pequeño porcentaje de usuarios. Incluso en el mundo de la web interactiva la
inmensa mayoría de las interacciones son unidireccionales. Somos todos
creadores y público a la vez, aunque la mayoría es más lo segundo que lo
primero. Un público que, como veremos a continuación, tiene que enfrentarse a
nuevos retos asociados a los nuevos medios de comunicación para acceder a la
información.
1 Instituto Universitario de Investigación Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI), Universidad
de Zaragoza. Estudio sobre el proceso de propagación de la información en torno al 15M.

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2. ELI PARISER, FILTROS TRADICIONALES VS FILTROS
AUTOMÁTICOS
Eli Pariser no fue el primero en darse cuenta de los problemas asociados a las
ingentes cantidades de información que hay en internet. Sin ir más lejos, otros
periodistas ya realizaron un proyecto en 2005, Robin Sloan y Matt Thompson,
plasmando este miedo en su corto-documental “Epic 2014”2 que se centraba en el
futuro del periodismo web y que ya apuntaba a este problema de las
consecuencias derivadas de cómo se distribuye y filtra la información. Sin
embargo Pariser sí que ha acuñado un término muy interesante a mi juicio: “The
Filter Bubble” (Pariser 2011).
En ambos casos el concepto es el mismo y se basa en los siguientes puntos:
1. La red es gigantesca y para ser útil debe ser filtrada a un tamaño manejable
para el usuario.
2. Los algoritmos de búsqueda que conocemos a día de hoy están basados en la
“popularidad” no en la calidad.
3. El filtro se aplica de forma diferenciada para cada usuario, esto nos lleva a
experiencias de la realidad diferentes definidas por agentes externos.
Esta burbuja es aquella microscópica parte de internet que los filtros nos
facilitan ver; la hipótesis de Pariser es que cada uno tenemos una propia, que
cada una es diferente y que además es muy difícil salirse de ella. Esto es, que el
contenido al que podemos acceder está limitado por las herramientas que nos
ayudan a encontrar el contenido. Una obviedad ciertamente escalofriante.
Pariser no hace sino describirnos como cree él que funcionan los que entiende
como los principales brokers del sistema. En el análisis de redes se llama
brokers a aquellos nodos que por su posición estructural tienen el poder de
decidir qué información pasa de un grupo a otro. Son el único puente entre dos
redes que por lo demás están diferenciadas. Por ello controlan la información que
fluye de un lado a otro.
Pariser argumenta que el filtro tradicional, que nos era dado por los medios de
comunicación, con sus defectos, es mejor que el filtro automático que hacen las
máquinas diseñadas por humanos (Pariser es periodista). Sin embargo el filtro es
necesario, pues la información es prácticamente infinita y necesitamos diferenciar
lo relevante. Para él, el problema está en que las máquinas están dándonos

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exactamente lo que queremos (información basura lo llama en clara alusión a la
comida basura) en vez de lo que necesitamos. Por supuesto hemos sido nosotros
mismos los que hemos elegido lo que nos gusta y somos en parte culpables del
problema. Sin embargo resulta más sencillo hablar del “Gran Hermano” que
reconocer nuestros propios errores como sociedad en muchos de los aspectos de
la misma. Justamente en esta dirección apunta Neil Postman (2006): “Orwell
feared that the truth would be concealed from us, Huxley feared the truth would
be drowned in a sea of irrelevance.“
Pariser a mi juicio se equivoca en un par de puntos. Los algoritmos son
creaciones humanas con el objetivo de conquistar ese enorme océano de
irrelevancia (creada también por humanos), y la mayoría de ellos está cimentada
en la lógica de la búsqueda social, esto es, en que nos interesará lo que le ha
interesado a más gente, mejorado después por elaborados perfiles de nuestra
conducta como internautas y comparativas con las de otros, para ofrecernos
primero lo que le ha interesado a más gente parecida a nosotros. El problema de
la comida basura no está en que exista, está en que nos gusta y repetimos plato.
Por otro lado, la búsqueda social no es el único filtro importante, los llamados
“creadores de opinión” son igual o más importantes.
2 http://epic.makingithappen.co.uk/ [acceso 17/1/2012]

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3. LA VIRALIDAD Y SUS CASUALIDADES
Pensemos un segundo en la famosa teoría de los 6 grados de separación. Según
ella, dos personas cualesquiera del mundo estarían de media a una distancia de 6
pasos. Por lo tanto, si todo el mundo lo compartiera, cualquier evento de
Facebook o cualquiera de mis post en dicha red social podrían alcanzar a todos
los usuarios de Facebook, o por email a todos los usuarios de internet en apenas
unas horas, saltando de uno a otro reenviado por todos. Más de 3000 millones de
personas. Lógicamente no es posible compartir toda la información que nos llega
y no todo el mundo elige igual qué compartir.
Por supuesto mis estados de Facebook no son tan interesantes como para que
todo el mundo los comparta y los traduzca a todos los idiomas del mundo. Pero
hay otras creaciones de gente tan desconocida como yo que si alcanzan la
relevancia suficiente para llegar a grandísimas cantidades de personas, a este
fenómeno se lo conoce como “viralidad”.
En una reciente charla de TEDtalks3 Kevin Allocca nos explicaba los
componentes de la viralidad de los videos de Youtube, y resaltaba la importancia
de los creadores de opinión. Esto es de personas con muchos seguidores en
alguna red social, o con blogs, video blogs o columnas en periódicos que
llegaban a miles de personas. Por supuesto, la teoría de los 6 grados funcionaría
en apenas 2 si todos tuviéramos un millón de amigos. Pero no es así, por lo tanto
son estos personajes importantes dentro de la red, estos nodos con una alta
centralidad4, los que dan picos de relevancia a noticias específicas. Son estas
mismas las que luego, ya lanzadas con una base solida, se van replicando a través
de las redes de forma viral.
Los creadores de opinión se convierten en brokers entre el contenido al que
acceden y su público, al que filtran solo aquel que les parece más digno de
atención. Poco más o menos lo que hacían los periodistas de toda la vida. Esto es,
lo mismo que hace Google o Facebook. Filtrar contenido ateniéndose a aquello
que se cree va a suscitar mayor interés.
Sin embargo estos “creadores de opinión” de los que habla al referirse a la
viralidad de los videos de Youtube, no suelen tener las bases de lectores que
siguen teniendo aún los medios tradicionales. Por poner un ejemplo;
Microsiervos, el blog más seguido en español, terminó 2011 con una media de
casi un millón y medio de usuarios únicos al mes. Mientras que (y depende mucho

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de los datos, aun queda mucho que hacer en la medición de audiencias por
internet) El País y El Mundo rondaban los 5-7 millones según datos de diferentes
empresas. Por supuesto esto es ya en sí mismo una hazaña encomiable. Sin
embargo un entendimiento algo más complejo de las redes nos hará ver por qué
esta pequeña diferencia cuantitativa puede suponer una importante diferencia
cualitativa.
En 1995 Thompson criticaba el término “medios de masas”. Si bien su ataque
constaba de varios flancos, para el propósito actual nos interesa la especial
atención que prestó a cómo los nichos de mercado convertían esa supuesta masa
heterogénea en un grupo bastante más homogéneo (Thompson 1998). Tan
homogéneo que está ampliamente demostrado que existen claras correlaciones
estadísticas entre los medios que se siguen y diferentes perfiles demográficos.
Internet, al abaratar increíblemente los costes de la comunicación, ha permitido
que medios muy especializados, en nichos de mercado muy específicos, sean
viables. Encontrando audiencias notables sin estar limitados por los gastos de
distribución física de los textos, incrementando por tanto más aun el efecto de los
nichos de mercado homogéneos que describía Thompson. Tanto, de hecho, que la
prensa generalista parece heterogénea en comparación.
Microsiervos es un claro ejemplo de esto,

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Análisis demográficos de los usuarios de Elpais.com (izquierda) y Microsiervos.com (derecha) según datos
de Ad Planner

tratando principalmente temas relacionados con la tecnología se espera que sus


lectores sean principalmente hombres jóvenes, su homogeneidad será sin duda
mayor que la de un medio mayoritario como “El Mundo” o “El País”, debido al
tipo y la variedad de temas que tratan unos y otros. Antes dije que si todos
tuviéramos un millón de amigos, la regla de los 6 pasos sería en menos de 2.
Ahora añado, que si nuestros 150 (los que estima Dunbar) conocidos reales
fueran todos de diferente condición social, nacionalidad, campo de estudio etc. en
vez de 6 serían 3 o 4. A menor homogeneidad, más conocidos de mis conocidos
serán de fuera de mis propios grupos sociales, y de los del resto de mis contactos;
lo cual maximizaría la expansión de la información. Esta heterogeneidad (limitada
como dijimos antes y como se observa en estos y otros demográficos) la mantiene
la llamada prensa “generalista” frente a la prensa especializada y los blogs, en
parte debido a los costes de producción asociados a contenidos de ámbito más
general.
La producción de tanto material requiere de una infraestructura, ya sea
institucional, empresarial o colaborativa, y raramente se acomete sin la intención
específica de crear un “periódico” a la antigua, esto es, de digitalizar un formato
previo, de maquillar un cadáver del XIX. Versiones mixtas de ambos estilos
(como el desaparecido “Soitu”5) son a mi juicio el camino correcto, pero por
ahora la colaboración de semi-profesionales con periodistas y agregadores
sociales, se enfrenta al problema de la aceptación de sus opiniones como fuentes
legítimas de información, problema que la prensa “tradicional” tiene resuelto
hace mucho. Aun queda por tanto que se institucionalice un nuevo formato “ad
hoc” a los nuevos medios de comunicación. Mientras no se pueda citar a la
Wikipedia como se citaba a la Enciclopedia Británica o siga habiendo problemas
para citar a un blog especializado en un artículo científico igual que se citaría a
un especialista escribiendo una revista, no podremos hablar de los nuevos medios
en los mismos términos que los “tradicionales”.
Un buen ejemplo aplicado de este poder remanente de la prensa es el de
WikiLeaks. A principios de abril de 2010 WikiLeaks filtró el vídeo de un
helicóptero de combate estadounidense abriendo fuego contra un grupo de civiles,
entre ellos unos periodistas. Este vídeo alcanzó cierta relevancia por sí mismo,
pero no consiguió llegar a la mayoría de la población ni hizo saltar aún las
alarmas del gobierno americano. Sin embargo, esta información estaba en la red,

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todo el mundo tenía la posibilidad de verla y pese a ello los usuarios no llegaron
a ella por sí mismos.

Búsquedas en Google, Volumen de noticias y Usuarios únicos, las barras grises nos muestran cómo las
visitas y las búsquedas se producen a posteriori de las noticias6.

Meses después WikiLeaks recurría a la prensa y se convertía en un fenómeno


mundial que se mantuvo durante más de un mes como foco de la atención
internacional. La prensa no solo le dio una base mayor y más heterogénea de
público. Le dio también una cobertura diaria, porque como ya dijimos, la
viralidad no depende solo de la calidad de tu contenido, sino de que alguien con
una base importante de público te referencie. WikiLeaks consiguió eso todos los
días. Además los medios modernos tienen otra característica importante, la auto-
referencialidad. Si varios medios hablan sobre un tema, el resto debe hacerlo
también para no perder público o credibilidad frente a los demás. Aunque sea
para criticar o para restar importancia, la prensa debe hablar sobre lo mismo que
sus competidores.
Así WikiLeaks apareció a ojos del mundo cuando la prensa lo quiso, y
desapareció cuando la prensa dejo de hablar de él.
A día de hoy los medios “tradicionales” siguen teniendo la sartén por el mango,

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pues a pesar de que la distribución no los necesita, siguen ejerciendo un
importantísimo papel como creadores de opinión, como filtro entre el contenido y
lo relevante.
En internet cualquier comentario en un muro de Facebook tiene la posibilidad
de ser leído por millones de personas en apenas unas horas. Sin embargo posible
y factible no son sinónimos. Kevin Allocca decía en su presentación que: “In a
world where over two days of video get uploaded every minute, only that which
is truly unique and unexpected can stand out in the way that [viral videos]
have.”
Así, solo lo extraordinario es capaz de pasar los filtros que siguen suponiendo
aquellos que dominan el mercado generalista. Solo la complicidad de los
principales brokers de las redes de información permite que esta fluya fuera de
sus nichos naturales de mercado, llegando a ese público (más) heterogéneo.
Orwell, en 1984, teorizaba que si suprimían la palabra libertad del lenguaje,
nadie podría darse cuenta de que, en realidad, eran esclavos. En el mundo de
Huxley todas las palabras están en la red disponibles a un par de clics, podemos
buscar lo que queramos en Google. Pero nadie busca palabras que no conoce, por
lo que nadie buscó WikiLeaks antes de conocer su existencia. Y la gran mayoría,
lo conoció por la prensa.
3 Kevin Allocca es el gestor de tendencias de Youtube.
http://www.ted.com/talks/kevin_allocca_why_videos_go_viral.html [acceso 17/5/2012]
4 Ya sea esta de grado nodal, cercanía, intermediación, etc. No es este el lugar de discutir la medida de este
concepto.
5 El “cadáver exquisito” de Soitu http://www.soitu.es/ [Acceso 30 de mayo de 2012].
6 Todos los gráficos provienen de búsquedas en Google Trends, la medición de los mismos entraña problemas
metodológicos importantes y las gráficas no representan nada comparable entre sí. A pesar de ello se ve
claramente la correlación en los aumentos de cada una, que en este caso creo se debe a una relación
causal.

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Capítulo 9
Instituciones, empresas, y personas: ¿qué
cambia en la era de las redes digitales?
OLGA GIL*
Socióloga
olgagil@olgagil.es
www.TicWisdom.com.
@olgag
@TicWisdom

1. INTRODUCCIÓN. EL PROBLEMA DE LA ACCIÓN


COLECTIVA
Esta investigación se centra en redes distribuidas y redes sociales. Se realiza
desde las aportaciones teóricas de la ciencia política, y de manera secundaría,
desde la sociología y la matemática. El problema básico que se plantea en la
ciencia política es el de la acción colectiva. ¿Bajo que condiciones se produce la
acción colectiva? ¿Qué la impide? ¿Qué la favorece? Dos grandes aportaciones
de la literatura clásica sobre acción colectiva, son las de Mancur Olson y Elinor
Ostrom, sobre las que he construido el comienzo de esta investigación.
En el contexto de redes de información distribuida, como pueden ser las redes
sociales, las preguntas nuevas que plantearía hoy, tras bucear en los clásicos de
Olson y Ostrom son tres:
¿Podemos superar problemas de acción colectiva haciendo uso de redes
distribuidas? ¿Tienen las redes, en función de su diseño, características
específicas que facilitan la acción colectiva? Y de una forma más práctica
¿Existen mejores prácticas y recomendaciones que podrían estar llevándose a
cabo en el diseño de las acciones colectivas? La evidencia apunta a que: a) Sí,
hay variables estructurales nuevas, que dependen de la tecnología y que afectan
positivamente a la acción colectiva. Las redes sociales atenúan los costes de
llegar a acuerdos en grupos de gran tamaño y permiten aumentar los beneficios
comunes alcanzables. b) Las redes permiten establecer nuevos mecanismos de
reciprocidad, reputación y solidaridad, que funcionan como cemento para la
solidaridad y la cooperación. Adicionalmente, ser y estar en internet supone un
cambio para la presentación personal, otro nivel de conexión social, con un

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impacto social y político que puede afectar al compromiso cívico. c) Leyes
enunciadas por los matemáticos en los últimos años, tras el análisis de grandes
cantidades de datos, nos ayudan a entender fenómenos de conexión entre personas
y a qué leyes podría responder esta conexión. Un campo fascinante, que apunta
claves sobre nuevas formas de acción colectiva y características de diseño de las
redes distribuidas que facilitan estas acciones.
De la investigación se desprende que los detonantes del cambio no son las
tecnologías, sino variables como el cambio de valores, nuevas ideas, así como la
búsqueda de innovación, y diferenciación, en el caso de las empresas. Tras el
trabajo realizado podemos también hacer recomendaciones como:
La importancia de la prospectiva sobre las nuevas ideas, como las avanzadas
por los equipos multidiciplinares liderados por el ecólogo Carlos Montes en el
aula de sostenibilidad de la Universidad Internacional de Andalucía, que se
plasman en breves manifiestos que están teniendo una importante repercusión en
América Latina; las ideas de “Joi” Ito, director de Medialab en MIT, cuya visión
es la de una tecnología que forme parte de la naturaleza, en lugar de intentar
dominarla, como hemos puesto en práctica en revoluciones industriales
anteriores.
La existencia de mejores prácticas, nuevas y disruptivas. La posibilidad de
hacer recomendaciones para el diseño de acciones colectivas efectivas, lo que
abre nuevos campos a la disciplina de la ciencia política tanto para la
experimentación y el análisis como para el diseño de políticas públicas y de
gobernanza en instituciones de la sociedad civil. Para ello se analizan ejemplos
destacados del paso de la atomización individual o institucional a la acción
colectiva en red. De estos análisis es posible extraer estrategias y conclusiones
sobre mecanismos e incentivos para el fortalecimiento de ideas y objetivos
haciendo uso de las redes tecnológicas.

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2. LA TEORÍA: BREVE DIGRESIÓN SOBRE LA
BIBLIOGRAFÍA DE LA ACCIÓN COLECTIVA
Dilemas sociales (que favorecen resultados no cooperativos). “Dilema social”
en ciencia política es un juego, o modelo, donde los participantes favorecen un
resultado socialmente subóptimo. A pesar de que uno de los resultados arroje
mayores beneficios para todos los participantes, éstos toman decisiones
independientes, y al hacerlo no apuestan por el resultado socialmente óptimo.
¿Cómo pueden los participantes evitar la tentación de los equilibrios subóptimos
y acercarse a un resultado óptimo?
Variables estructurales que afectan negativamente la posibilidad de la acción
colectiva. Mancur Olson en La lógica de la acción colectiva (1965) muestra que
la probabilidad de lograr un resultado cercano al bien público disminuye al
aumentar el tamaño de un grupo, mientras que la posibilidad de resultados
subóptimos, aumenta. Lograr acuerdos internos para coordinar las estrategias de
grupos más grandes supone mayores costes de transacción. Olson apunta en 1965
que un gran número de participantes puede reducir la probabilidad de conseguir
acciones colectivas, o al menos disminuir los beneficios comunes alcanzables.

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3. LAS MODIFICACIONES DE LA TEORÍA
La reciprocidad y la reputación. Sin embargo, el aumento de acciones
colectivas y beneficios comunes puede favorecerse por medio de la reciprocidad
y la reputación. Ambas sirven para generar confianza en situaciones en las que
existe un dilema social, que puede dirimirse a través de la acción colectiva, como
se ha mostrado en ciencia política.
Nuevas variables estructurales relacionadas con el diseño de las redes. ¿Tienen
las redes, en función de su diseño, características específicas que facilitan la
acción colectiva? Al parecer, sí. En primer lugar, porque las redes permiten
establecer reciprocidad y reputación. La comunicación a través de las redes
funciona en ocasiones como lo que denomina Elinor Ostrom cemento para la
solidaridad y la cooperación. En segundo lugar, porque la comunicación en
general ayuda a un grupo a adquirir un sentido de solidaridad, como muestran
Kerr y Kaufman-Gilliland. Y las redes son un medio para la comunicación no
mediada. En tercer lugar, porque las redes digitales suponen un cambio para la
presentación personal, la conexión social y esto a su vez, tiene un impacto social
y político, y puede afectar al compromiso cívico.
Llegados este punto, la investigación nos deja la opción de formular hipótesis y
hacer estudios de caso. Pero ¿hay más alternativas de ir de lo general a lo
particular? Buceemos en leyes generales derivadas de estudios matemáticos.
Redes y leyes matemáticas. Albert-László Barabási expone tres leyes y presenta
fenómenos recurrentes que se producen en diferentes tipos de redes. Estas leyes
son fruto de estudios matemáticos y de equipos científicos sobre grandes
cantidades de datos en la últimas tres décadas:
1) La ley de distribución de poder: existe “un gran número de nodos muy
pequeños con sólo unos pocos enlaces cada uno, y unos pocos nodos altamente
conectados”. 2) Los “Six Degrees” o el fenómeno del “mundo pequeño”: esta ley
indica que la separación media entre los nodos no es una función de cuántos
nodos tiene la red, sino un número relativamente pequeño. Esta característica de
las redes sociales es también una característica de la web, y de la célula. Se
encuentra en todos los tipos de redes. El fenómeno del mundo pequeño es
importante porque destruye por completo la noción del espacio. De hecho, dos
personas pueden estar muy lejos si se mide la distancia física. Y, sin embargo, la
distancia social entre ellos en red, puede ser muy pequeña (Barabási, 2011:7). Un
ejemplo aplicado de este fenómeno puede ser el estudio de la campaña anti Kony

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desplegada en 2012 por la organización Invisible Children en
www.kony2012.com. 3) La tercera ley establece que la posibilidad de conectarse
a una página web determinada es proporcional a la cantidad de vínculos que ya
tiene la página. Barabási explica que hay un sesgo hacia los nodos más
conectados. Si un nodo tiene muchos más enlaces que otro, los nuevos nodos son
mucho más propensos a conectarse a él. Por lo tanto, los nodos grandes crecerán
más rápido que los nodos menos conectados.
¿Cómo explicar que un recién llegado pueda convertirse en una persona,
empresa o institución altamente conectada? Una manera de describirlo, según
Barabási es el concepto de fitness. ¿Qué es el fitness? Es una aptitud que se
define como la capacidad del nodo para atraer a los enlaces.

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4. REVISIÓN DE CASOS: INSTITUCIONES, EMPRESAS Y
PERSONAS
Internet es una tecnología ya antigua, desplegada por primera vez en 1969. Pero
sólo en la última década alcanza 2.500 millones de usuarios. La comunicación
móvil se ha disparado llegando a más de seis mil millones de suscriptores de
teléfonos móviles en 2011, en contraste con 16 millones en 1991. Wi-Fi y
WiMAX están ayudando a crear comunidades en red. Estos datos muestran que en
estos últimos 40 años estamos siendo testigos de una gran revolución tecnológica.
Internet hace posible que la humanidad se comunique a gran escala, algo que nos
está permitiendo modificar nuestras prácticas, valores, y formas organizativas, y
que llega a poner en tela de juicio la arquitectura institucional actual. Esta
revolución tecnológica supone un empoderamiento del individuo y de la sociedad.
En ambos ámbitos, el de los colectivos en red —grupos sociales y empresas— y
en ocasiones las instituciones, encontramos ejemplos de respuestas innovadoras a
retos sociales haciendo uso de internet.
Entre los casos destacados en los que las redes distribuidas están siendo
instrumentos para gestionar desafíos sociales voy a destacar tres vertientes: la de
las instituciones, la de las empresas y la de las personas —y digo personas
porque las personas no son ciudadanos en países que no se les reconoce como
tales.
Desde el punto de vista de las instituciones, más de 200 ciudades del mundo
estaban llevando a cabo proyectos denominados ciudad inteligente en el año
2011. Lo que traducido a lenguaje tecnológico quiere decir que se trata de
proyectos de redes distribuidas —por ello son objeto de análisis en este trabajo.
Otra forma de denominar estas redes es internet de los objetos o de las cosas.
Internet de los objetos está siendo un medio de gestión de desafíos
socioecológicos. Una definición de internet de los objetos puede ser la de Vinton
Cerf “Internet de las cosas se refiere a objetos que pueden aceptar control remoto
o que pueden informar de su situación de manera remota. Esta información puede
almacenarse y puede accederse a ella via internet.” Estaríamos hablando de una
red —que no tiene por qué ser democrática si excluye a los habitantes, personas o
ciudadanos, aunque tenga elementos de horizontalidad.
La China puede ser un buen ejemplo. Se trata de un uso de las redes que no
afecta en apariencia a la arquitectura institucional existente. La ciudad de Wuxi
fue pionera en la utilización de tecnología de internet de los objetos para

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controlar la cyanobacteria (algas verdi-azules). En Agosto de 2010 Wen Jiabao,
en un discurso en la ciudad de Wuxi llamaba al desarrollo rápido de las
tecnologías de internet de los objeto. El discurso incluía la ecuación: internet +
internet de las cosas = conocimiento de la Tierra.
Wen Jiabao continuó con la misma línea de discurso el tres de noviembre de
2010 en el gran salón del pueblo, en Beijing, donde animaba a realizar avances en
tecnologías cruciales para las redes de sensores y en el internet de las cosas. De
acuerdo con el 12º Plan Quinquenal de 2010 sobre desarrollo de tecnología de la
información, la China “avanzará en la investigación de tecnologías clave y sentará
las bases para el establecimiento de ciudades inteligentes. Además, preparará
empresas competentes en el sector de internet de las cosas a nivel internacional.”
En palabras de un miembro del Comité Nacional del Partido, y a su vez miembro
de la Academia de Ciencias, Wu Hequan, el 3 de marzo de 2011.
“China should take immediate measures and make overall plans for the development of the internet
of things from the state level, while strengthening its application in major areas such as power grid,
transportation, logistics and digital medical care.” Wu Hequan, miembro del Comité Nacional del Partido
Comunista de la República Popular China.

¿Cómo ha afectado el desarrollo de las redes distribuidas a la arquitectura


institucional existente en la China? Los habitantes no tienen acceso a la
gobernanza de las redes. Sin embargo hay algunos impactos, ligados a la
competencia local entre universidades nacionales por el desarrollo de programas
punteros relacionados con internet de los objetos. Este es un modelo en el que las
instituciones, de una forma vertical, hacen uso de las redes distribuidas con
objeto de resolver de modo innovador retos sociales. La innovación tiene que ver
con el uso de la tecnología y la fe en que la tecnología sea un medio de resolver
problemas relacionados con la ecología. En este tipo de innovación existen
limitaciones para que los particulares propongan o aporten soluciones
complementarias y/o alternativas.
En el extremo opuesto podríamos investigar el caso de Islandia, en donde las
redes distribuidas, en forma de redes sociales son herramientas básicas que dan
forma al nuevo pacto social concebido en el verano de 2011 y rubricado en ese
mismo otoño. Este modelo incluye al ciudadano en el diseño de nuevas
instituciones y en la gobernanza de las redes.

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5. DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS EMPRESAS
Introduzcamos a las empresas en el centro de la ecuación, como nodos
principales de las redes distribuídas. Podemos afirmar con datos que ya se han
incorporado e invierten en el espacio de las redes sociales y distribuidas.
Castells nos brinda un ejemplo temprano: Los medios de comunicación
corporativos —y la política dominante— también apuestan por las redes
distribuidas y el nuevo espacio de comunicación que suponen las redes sociales
(Castells, 2007:250). En una reunión de accionistas de News Corp el 20 de
octubre de 2006, Murdoch anunció el movimiento de la compañía hacia internet:
“para algunos en el negocio tradicional de los medios de comunicación,
estamos en tiempos estresantes. Pero para nosotros, éstos son buenos tiempos.
La tecnología nos está ayudando a reducir costes clave, facilitando el acceso a
nuevos clientes y mercados, y multiplicando las opciones que podemos ofrecer.

Proponemos más casos, como la experiencia de empoderamiento en la ciudad
de Dubuque, en Iowa, Estados Unidos, en la que participa IBM. Se trata de un
ejemplo en el que el ayuntamiento de la ciudad plantea a una empresa y a sus
ciudadanos el reto de afrontar desafíos ligados a la provisión de energía de una
forma nueva, y donde el ciudadano toma parte. Este modelo está siendo explorado
por otras empresas, que varían su estrategia de visibilización y abandonan el
modelo jerárquico analizado por Oliver Williamson en Markets and Hierarchies
(2000), para explorar otros modos de relacionarse con clientes, proveedores, y la
sociedad en general. Un ejemplo en este sentido es Ferrovial desde otoño de
2011.

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6. DUBUQUE, UN LABORATORIO DE REDES
DISTRIBUIDAS Y ENSAYOS DEMOCRÁTICOS
La asociación de la ciudad estadounidense de Dubuque (Iowa) con IBM
explorando utilidades de internet de los objetos comienza en 2009. Tanto para
Dubuque como para IBM esta cooperación ha implicado trabajar con una inmensa
cantidad de datos en tiempo real. Los estudios piloto establecidos por IBM se
realizaron en trescientos hogares con contadores para electricidad, agua y gas.
Ayudaron a recoger información sobre el uso de estos recursos. En el caso del
agua, la reducción del gasto ha alcanzado el 6,6% tras la identificación de
escapes por parte de los ciudadanos.
Otra iniciativa del gobierno local, Smarter Travel, agrupa a mil hogares
voluntarios que ceden datos de ubicación y desplazamiento a través de sus
móviles y tecnología RDFI. El objetivo es que los ciudadanos desarrollen
iniciativas informadas a partir de las ineficiencias sobre las que reciben datos. A
la vez, el gobierno local aprende en la misma línea. Ahora los datos agregados
que recoge el gobierno local comienzan a estar disponibles para tomar decisiones
políticas sobre inversiones y uso de los recursos.
La implicación de las empresas en el ámbito de las redes distribuidas crece y el
posicionamiento se produce tanto en grandes como en pequeñas empresas.
Escojamos un caso como la medición de la temperatura, el vapor de agua y los
niveles de radiación de la Amazonia Brasileña. Se trata de un proyecto que se
desarrolla haciendo uso de 600 sensores remotos —Atlantic Rainforest Sensor
Network— en el que participan Microsoft y varias universidades.
En septiembre de 2011 Orange elige a Nathalie Leboucher para que se haga
cargo del nuevo programa estratégico Smart Cities —uno de los seis programas
estratégicos definidos por el comité ejecutivo France Telecom Orange.
La startup suiza Living PlanIT, es un ejemplo de pequeña empresa que trabaja
en un territorio de 17 kilómetros cuadrados en Portugal, cerca de la ciudad
turística de Pareds. El sistema diseñado por Living Plan IT recibe datos que para
optimizar semáforos, aires acondicionados, o evacuaciones en caso de
emergencia dirigiendo a los ciudadanos hacia rutas de salida. Diseñan un modelo
para implantar en ciudades completas de nuevo diseño o para la “reinvención
energética de ciudades ya existentes”. El director de tecnología de Living PlanIT,
John Stenlake, busca que las emisiones sean cercanas a cero.

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El modelo de Dubuque es cooperativo, los ciudadanos se implican cediendo sus
datos, pero no llegan a ser parte ni posibles programadores del mismo. En esta
investigación tampoco se ha encontrado un sistema de derechos o garantías sobre
la propiedad de los ciudadanos sobre sus datos o el acceso de otras empresas a
los datos generados. En este sentido es interesante introducir un nuevo concepto.

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7. JUNTO AL CONCEPTO DE INTERNET DE LAS COSAS,
SE INTRODUCE LA IDEA DE INTERNET CON LAS COSAS,
SUGERIDA POR RUSSELL DAVIES.
Este concepto es interesante porque se refiere a los desarrollos que de manera
distribuida pueden realizar los ciudadanos, por ejemplo, haciendo uso de
programación como la que facilita el programa Arduino. Esta es una importante
fuente de innovación, impulsada por las personas. Nos queda mucho por
investigar, explorar y aprender sobre la incorporación de innovaciones de este
tipo, que son por definición distribuidas.
Un ejemplo de este internet con las Cosas es Homesense, concebido por la
diseñadora Alexandra Deshamps Sonsino. Dos libros que son referencia sobre
Internet con las Cosas serían Shaping Things de Bruce Sterling y Smart Things
de Mike Kuniavsky.

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8. DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS PERSONAS: LA
SOCIEDAD CIVIL
Incluyamos en este apartado a las personas y asociaciones de la sociedad civil.
Quiero mencionar estos ejemplos que son muestras de uso de las redes de forma
innovadora para favorecer la acción colectiva: el programa de alertas de Cruz
Roja, que geolocaliza tuits en un mapa mundial: http://twitter.com/redcross.
Climatedots: www.climatedots.org es una iniciativa para concienciar sobre el
cambio climático haciendo uso de las redes sociales. Midway es un proyecto de
Chris Jordan para proteger las aves en el pacífico: www.midwayfilm.org haciendo
uso de las redes sociales. El proyecto para el cambio de sistema político en
Filipinas, que se basa en un portal de internet: correctphilippines.org. Este es el
proyecto anti-Kony, que ha hecho uso de las redes sociales de una forma viral
para concienciar sobre un problema en Africa: www.kony2012.com.
Veamos otro caso práctico algo más en profundidad en el que desde abajo se
llega a poner en tela de juicio la arquitectura institucional. Desde el punto de
vista de la sociedad civil existen contribuciones muy interesantes que ponen el
foco en la acción colectiva inducida. Para el propósito de esta investigación me
centro en experiencias positivas de organizaciones no gubernamentales (ONGs) y
de participación ciudadana (Tiscar Lara, 2012). Despues veremos brevemente el
caso de la primavera árabe.
Sobre acción colectiva inducida, los expertos hacen hincapié en la importancia
de adaptar a las condiciones locales la formulación e implementación de
proyectos (Notley, 2012). Notley, desde su experiencia práctica como gestora en
ONGs recomienda en este sentido recursos que son muy útiles más allá de la
acción colectiva, tanto para la alfabetización digital del ciudadano como para la
estrategia digital de la empresa. Entre estos recursos, destacan: El capítulo de
estrategia en Tactical Tech “Message in-a-box” y “Strategy Basics” en “10
Tactics” (http://www.messageinabox.tacticaltech.org/ Así como
http://www.informationactivism.org/). Sobre proyectos audiovisuales es
interesante “Witness Video Advocacy Toolkit” (http://videoplan.witness.org/).
También resulta interesante “Butterfly Works”:
http://butterflytoolkitno1.buildingbridges.co.ke/. Y el blog de Beth Kanter sobre
las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías: http://www.bethkanter.org/

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9. EL CASO DE LA PRIMAVERA ÁRABE
En un contexto de crecimiento del acceso a las redes tecnológicas, ¿cómo las
variables expuestas nos ayudan a comprender la reacción conocida como
primavera árabe? ¿Cómo explicar la acción colectiva en Egipto y otros países
del mundo árabe? ¿Cuál es el efecto de la inmolación de Mohammed Bouazizi en
Túnez?
Las redes distribuidas, y dentro de ellas las redes sociales —e internet— se
vuelven importantes cuando nuevas ideas y valores pueden ser comunicados
abiertamente. Internet y los medios de comunicación social funcionan como
conexión entre el espacio virtual y el espacio social. Castells explica así cómo se
pasa de “el Islam es la Solución” a “Túnez es la solución” en Egipto, y una
comunidad virtual puede obtener más de 65 mil personas en Facebook en un solo
día para una causa.

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10. LAS IDEAS Y LOS VALORES
Las ideas mueven el mundo. Los grandes cambios de la humanidad están
impulsados por ideas nuevas. Estas ideas son la base de nuevos valores. Entre las
nuevas ideas que pueden ayudar a un cambio de modelo quisiera destacar dos:
cuando Wen Jiabao habla de internet de los objetos en su discurso en la ciudad de
Wuxi el discurso incluye la ecuación: Internet + Internet de las cosas =
conocimiento de la Tierra. Destaca la idea conocimiento de la tierra, porque es
una idea nueva en China en el sentido de darle prioridad como área crucial ligada
al desarrollo. Joi Ito, director de MIT Medialab habla de que hasta la fecha la
ciencia y la tecnología se ha centrado en gran media en la eficiencia, la escala y
el crecimiento exponencial, a costa del medio ambiente y de nuestros recursos.
Este modelo se ha basado en altas recompensas para los inventores de tecnología
capaces de triunfar sobre la naturaleza. Algo “claramente insostenible:” “We must
understand that we live in a complex system where everything is interrelated
and interdependent and that everything we design impacts a larger system… My
dream is that 100 years from now, we will be learning from nature, integrating
with nature and using science and technology to bring nature into our lives to
make human beings and our artifacts not only zero impact but a positive impact
to the natural system that we live in1”.
Castells apunta que los nuevos valores son clave para explicar tanto el cambio,
como el uso que puede darse a las tecnologías distribuidas. Una serie de estudios,
incluyendo el World Values Survey, indica un cambio de valores: muchos
ciudadanos creen que pueden influir en el mundo con su movilización. No piensan
que pueden hacerlo a través de la política de siempre (Castells, 2007). Un
ejemplo de la confluencia de nuevas ideas, valores e impulso hacia el cambio es
un proyecto del Social Science Reseach Council: Possible Futures:
http://www.possible-futures.org/ que abre ámbitos de investigación muy
interesantes a politólogos y sociólogos, además de ser un modelo de laboratorios
nuevo de experimentación.
1 Tecnology Review. 2012. May: http://www.technologyreview.com/blog/mimssbits/27846/

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11. INNOVACIONES, REDES Y COMUNICACIONES
Tras las secciones anteriores es evidente que las innovaciones tecnológicas
abren ventanas de oportunidad para las instituciones, empresas y personas que
deseen innovar. Tomemos el ejemplo de innovaciones surgidas de los
levantamientos conocidos como primavera árabe. Mencionaré los siguientes,
conocidos a través de Francis Pisani @francispisani. Yamli.com que permite
desde 2007 escribir en árabe sobre un teclado de caracteres latinos y buscar los
contenidos en árabe añadiendo las representaciones en el alfabeto latino. Esta
aplicación ha permitido traducir a varias lenguas los mensajes redactados en
árabe y que sean conocidos globalmente. Otro ejemplo es @speak2tweet,
concebido inicialmente en Egipto por equipos locales. Es capaz de transformar en
tuit un mensaje oral enviado telefónicamente. Después ha sido desarrollado en
menos de una semana por los ingenieros de Google y Twitter, en Europa y EEUU,
para evitar el bloqueo de la red impuesto por Moubarak. Un usuario de Twitter,
politólogo, con más de 100 mil seguidores @sultanalqassemi encontró un medio
para distribuir mensajes a la velocidad de la luz haciendo una foto con su teléfono
y tuiteándola, de modo que sus decenas de miles de seguidores la hicieron
circular, cada uno a través de sus propias redes.
Estos ejemplos muestran que el desarrollo de las redes interactivas y
horizontales de comunicación facilitan la participación ciudadana. También
facilitan la política insurgente y los movimientos sociales de intervención en el
nuevo espacio de comunicación. Conviene sin embargo tener en cuenta una
reflexión. En lo referente al cambio político y social, así como a la acción
colectiva, Castells destaca que los movimientos sociales no sólo existen en
internet. Cita como ejemplos las estaciones de radio y televisión, grupos
autónomos de producción y distribución de vídeo, las redes P2P, blogs y
podcasts, que constituyen una red interactiva capaz de conectar el movimiento, a
los actores sociales, con la sociedad en general, y que actúa en todo el ámbito de
las manifestaciones culturales. También enfatiza la importancia de que los
movimientos, en su gran diversidad, estén enraizados en la vida local, y en la
interacción cara a cara (2007:249).” Castells introduce dos conceptos que él
entiende opuestos: redes de significado frente a las redes de instrumentalidad.

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12. CONCLUSIONES
El ámbito de reflexión de este trabajo son los últimos cuarenta años, en los que
hemos sido testigos de una gran revolución tecnológica, donde internet hace
posible que la humanidad se comunique a gran escala de forma distribuida. Las
redes de comunicación distribuida facilitan el empoderamiento del individuo y de
la sociedad. En este trabajo se ha planteado ¿qué posibilidades novedosas existen
de modificar objetivos, prácticas, formas organizativas y valores sociales a
través de las redes sociales? ¿Y cómo empoderan a las instituciones, al
ciudadano, y las empresas?
El estudio se realiza desde las aportaciones teóricas de la ciencia política, y de
manera secundaria, desde la sociología y la matemática. Se han visto las
condiciones bajo las que se produce la acción colectiva, qué la impide y qué la
favorece bajo la lupa de Mancur Olson y Elinor Ostrom: hemos visto ejemplos en
los que se superan problemas de acción colectiva haciendo uso de redes
distribuidas. Hemos observado características de las redes, en función de su
diseño, que facilitan la acción colectiva, ayudados por los trabajos de Laszlo-
Barabasi. Y hemos mencionado prácticas y recomendaciones que podrían estar
llevándose a cabo en el diseño de las acciones colectivas. La evidencia tras la
investigación es mixta. Si bien se han encontrado variables estructurales nuevas,
que dependen de la tecnología distribuida y que afectan positivamente a la
acción colectiva, hemos visto también que los grandes detonantes del cambio son
los cambios de valores, las nuevas ideas, la búsqueda de innovación y
diferenciación.
* La autora agradece especialmente los comentarios de Ramón Cotarelo, Ignacio Criado y Salvador Parrado

sobre este trabajo.

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TERCERA PARTE
LA MOVILIZACIÓN POLÍTICA Y
LAS REDES SOCIALES

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Capítulo 10
De la política de partidos a la política de
multitudes
RAMÓN COTARELO
Universidad Nacional de Educación a Distancia
cotarelor@gmail.com
www.http//:cotarelo.blogspot.com
https://www.facebook.com/ramon.cotarelo
@ramoncotarelo

1. INTRODUCCIÓN
En la Filosofía de la Historia de Hegel el espíritu conoce tres etapas en su
evolución que, a su vez, coinciden con tres momentos civilizatorios: el Oriente
antiguo en donde el espíritu es una colectividad, una masa indiferenciada en la
que no se distinguen las personalidades individuales; Grecia, en la que adquieren
relevancia unos pocos, grupos de personalidades notables, oligarquías o
aristocracias del espíritu pero en las que el individuo solo aspira a un
reconocimiento excepcional y parcial en la medida en que se considera parte
indisociable de esa corporación, de la polis, según el ideal aristotélico de la
libertad de los antiguos y en las que el hombre como tal no es libre; y, por último,
Occidente o el mundo germánico, la modernidad en la que el individuo lucha por
su reconocimiento, la de la libertad del individuo en una historia del mundo que
se concibe como un “progreso en la conciencia de la libertad” (Hegel, 1970: 32)
Este progreso se manifiesta en la lucha de la autoconciencia por alcanzar la
autonomía y la libertad a través de la dialéctica del señor y el esclavo que es la
dinámica misma de la historia del espíritu, como se representa a lo largo de la
Fenomenología del Espíritu (Hegel, 1970b: 145ss). El individuo adquiere el
reconocimiento de su definitiva preminencia en el contexto de la libertad y de la
eticidad absoluta que es el Estado, después de haber pasado por todos los
estadios educativos del espíritu general (Hegel, Ibíd: 32). De hecho Hegel creyó
en su juventud que la Revolución francesa representaba la culminación de la
historia al abolir la aristocracia, proclamar los derechos del hombre y del
ciudadano y garantizar así la libertad del hombre como tal y si bien
posteriormente rechazó el Terror y la política de Robespierre, siempre creyó que
la toma de la Bastilla fue un momento crucial de la historia de la humanidad

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(Ritter, 1965: 18).
Esta idea es perfectamente compatible con la lógica dialéctica, en la cual la
negación de la existencia aristocrática, oligárquica, que, a su vez, era una
negación del reinado de la masa oriental y la desaparición del individuo, supone
la negación de la negación o un retorno a la masa oriental pero en un estadio
superior, aufgehoben, bajo la forma de la preminencia de lo colectivo, pero
hecho de individuos autónomos en los que la sumisión a la ley es la condición de
la libertad mientras que en Hobbes la consecución del orden político solo se
hacía sacrificando la libertad. Este proceso culmina en la sublimación del espíritu
del mundo en la persona de Napoleón entrando victorioso a caballo en Jena,
cuando Hegel ponía fin precisamente a la Fenomenología del Espíritu y,
arrebatado por la pasión, veía en el corso el Weltgeist zu Pferde, pasando por
debajo de su ventana luego de la célebre batalla que puso fin al Sacro Imperio
(Vorländer, 1978, 4, 53, 2). Después de todo, ¿no era Hegel quien contestaba a los
que criticaban el exceso de “pasión” que nada en la historia se había hecho sin
pasión? (Kaufmann, 1966: 254).
En este trabajo se pretende utilizar el supuesto hegeliano como base de una
interpretación tanto de un fenómeno de la realidad como del modo de entenderla
en su origen. Es decir, trasladaremos la tríada propuesta de Hegel a la historia a
nuestro tiempo y, en concreto a los doscientos cincuenta años aproximadamente
que van desde mediados del siglo XVIII a la época contemporánea. Trataremos de
probar que este proceso, aunque no de modo nítido ni mecánico reproduce en
buena medida el que describe Hegel y al que hemos dado en llamar “proceso de
individuación” gradual. El antiguo régimen, una especie de sociedad oriental,
época en la que el individuo no cuenta pues aparece inmerso en las formaciones
colectivas de los estamentos u órdenes, permanentes, sempiternos, incambiados a
lo largo de los siglos. Su negación en los tiempos de la burguesía, ya en el siglo
XVI a favor del individuo se produce con la consolidación de unas esferas de
protección que empiezan materializándose en las ciudades como ámbitos de
libertad, razón por la cual el término ciudadano sigue siendo hoy sinónimo de
hombre libre titular de derechos. Dentro de la ciudad, a su vez se dan otros
colectivos de protección los gremios, las corporaciones, los oficios, grupos de
defensa de los individuos al modo de las oligarquías clásicas, en cuyo seno fue
prendiendo la teoría política individualista. Su primera manifestación es el
individualismo hobbesiano o individualismo posesivo (Macpherson, 1962) y su
articulación se hace a través de aquellos cuerpos, llamados cuerpos intermedios,
(las corporaciones hegelianas) esto es, aquellos que canalizaban la acción

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individual, adoptada como decisión personal en conciencia.
El individuo corregiría esa condición egoísta y, en el fondo servil, pues se
somete al orden por miedo, en el momento en que la Revolución francesa hiciera
realidad el espíritu germánico a través de su triple proclamación de Libertad,
Igualdad y Fraternidad, siempre que se atreva, que no esté condicionado por el
temor o el espíritu de servidumbre. Es la idea que traslada Heine en su Historia
de la religión y la filosofía en Alemania cuando dice que los corazones alemanes
palpitan al unísono con la revolución francesa (Heine, 1968: 151)1. Eso es lo que
le pasó toda su vida a Hegel quien no dudó en reconocer en la Revolución “el
momento más alto que vieron los tiempos”, por emplear una expresión cervantina
para otro acontecimiento y en Napoleón el espíritu del mundo.
Un joven cadete corso hijo de una familia de la pequeña nobleza de Ajaccio, se
abre camino hasta la École Militaire en París, aunque nunca llegó a hablar bien el
francés y de ahí pasó a Emperador de Francia, de media Europa, caudillo
visionario que ha dejado huella indeleble, como Alejandro o César, una
continuidad del panteón heroico, como lo señalaba David en un famoso cuadro
ecuestre de Napoleón cruzando los Alpes tras las huellas de Aníbal y
Carlomagno. Lo curioso de Napoleón es que el resultado de su heroísmo guerrero
sea la sublimación del orden burgués con el triunfo del Code Civil que es su obra
más importante y duradera. A partir de aquí los ciudadanos quedan libres de toda
sujeción que no sea la de la ley, igual para todos, salvo aquellas en las que
voluntariamente quieran entrar. De todos modos el individualismo originario es
tan fuerte que desconfía radicalmente de las asociaciones colectivas de forma
que, con la Ley Le Chapelier de 1793 (en vigor hasta 1864), quedaron prohibidas
todas las asociaciones civiles, sindicales, políticas o económicas.
A pesar de prohibiciones como la francesa, el proceso de individuación se va
extendiendo a lo largo del siglo XIX mediante los partidos políticos y en un
segundo momento, los medios de comunicación. Los momentos y jalones son
conocidos. El más famoso es la lucha por el sufragio universal, pero todos los
demás fenómenos se integran en el mismo proceso de reconocimiento de la
dignidad del individuo: la emancipación de los judíos, la abolición de la
esclavitud, la de la servidumbre, la igualdad electoral de las mujeres
Los partidos y los medios son los canales a través de los cuales avanza el
proceso de individuación en cuanto acceso de la acción individual consciente a la
configuración de la colectiva. Los partidos son las vías por las que los individuos
tienen la oportunidad de influir en el destino colectivo mediante la acción

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personal y los medios de comunicación vienen luego a complementar y, al
hacerlo, en buena medida a negar el resultado de la acción partidista a base de
superarla. A su vez, el avance en el proceso de individuación que supuso la
formación de partidos y la acción de los medios de comunicación, entreverada
con la de los partidos, aparecía restringida por el peso de estas mismas
organizaciones colectivas, interpuestas entre el individuo y la colectividad,
incluido el auge que experimentan los nuevos cuerpos intermedios, los colegios
profesionales y las asociaciones de interés de todo tipo, esto es, los grupos de
presión. Es cierto que el individuo gozaba de un mayor margen de maniobra, pero
también lo es que aparecía constreñido por una serie de limitaciones externas de
comunicación.
La aparición de internet ha sido el cambio decisivo que ha permitido configurar
un medio en el que se impone la libre autonomía del individuo en el seno de
agrupaciones desestructuradas, sin organización ni jerarquía como son las
multitudes, un ámbito que algún autor ha calificado ya de anarquía en el mejor
sentido del término (Keren, 2006). La condición de la plena realización de las
potencialidades de la persona depende de que no haya nada que
institucionalmente sea más fuerte que aquella. Las multitudes, asociaciones
efímeras, voluntarias, horizontales, espontáneas que convierten en acción social
los proyectos de los individuos, son la característica fundamental de la época de
internet. Frente a ella aparece la acción retardataria de las fuerzas anteriores,
partidos y medios de comunicación. Los tiempos de estos, sobre todo los de los
partidos, parecen haber pasado, al menos con respecto a su época de apogeo en el
siglo XIX y primera parte del XX. Lo mismo pudiera estar sucediendo con la
época de los medios de comunicación, sobre todo desde la segunda mitad del XX
(Armentia, 2011). Pero la nueva época con el predominio incuestionable de
internet, todavía no se ha establecido del todo ni por lo tanto está libre de
controversia.
1 Merece la pena citar el texto: “Cuando aquí, en París, en el gran océano humano, estalló la Revolución,
cuando todo lo incendió y todo lo destruyó, al otro lado del Rin se emocionaron e inflamaron los corazones
alemanes… pero estaban aislados y se encontraban bajo porcelanas, tazas de té cafeteras y pagodas
chinas insensibles, que asentían mecánicamente con la cabeza como si supieran de qué se hablaba”.

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2. LA POLÍTICA DE PARTIDOS
La evolución política occidental siguió un curso peculiar en lo referente a la
consideración de los partidos políticos. Es conocida la historia: empezaron por
ser entendidos como “facciones”, esto es, partes distintas de un todo ideal que era
la comunidad y, por lo tanto, condenables. Rousseau, por ejemplo, sostiene que es
mejor que no haya partidos aunque, dice, si ha de haberlos, que sean muchos y
pequeños (Rousseau, 1896: 2, 3, pp. 53/54) y, en El Federalista, Madison
condena las facciones como peligrosas para la República (Hamilton, Madison y
Jay, 1961: 10, p. 16ss). Lo interesante y significativo de estos dos casos es que la
enemistad hacia los partidos políticos se hace en nombre de dos concepciones
antagónicas del gobierno democrático. Para Rousseau los partidos se evitan
recurriendo a la democracia directa; para Madison, en cambio, estableciendo otra
representativa y, además, indirecta. Por lo demás, como se sabe, el ensayo 10 de
El Federalista acusa la obvia influencia de Hume en el carácter dañino,
destructivo de las facciones (Hume, 1987, ensayo VIII).
Posteriormente los partidos alcanzaron la consideración de entes protegidos,
constitucionalizados en el constitucionalismo posterior a la segunda guerra
mundial, como imprescindibles para la realización del Estado democrático de
derecho. Este salto, esta pirueta final, la protagonizaron los partidos en el
contexto teórico de una época, caracterizado por la definición (más bien
descripción) del Estado en Gerhard Leibholz, como el Estado de partidos de
masas o Massenparteienstaat (Leibholz, 1973: pp. 68 y ss). La accidentada
evolución, desde el origen maldito a su final feliz se contiene en la famosa
lección magistral de Heinrich von Triepel en la Universidad de Berlin en 1927,
que determinaba las tres épocas por las que habían pasado los partidos políticos:
hostilidad, indiferencia, legalización (Triepel, 1928) a la que la teoría política
posterior ha añadido el cuarto momento de la constitucionalización que se ha
generalizado a parte de la segunda posguerra mundial (Cotarelo, 1985). La
clasificación es muy acertada y únicamente cabe mencionar una excepción pero
que también debe hacerse a efectos de dar a cada cual lo que le corresponde: el
genio político de Edmund Burke le llevó a defender la existencia de los partidos
como algo necesario en todo “gobierno libre” (Burke, 1951) en época de
hostilidad hacia aquellos. No es ciertamente lo único en lo que Burke demostró su
presciencia remando contra la corriente. Pero solamente este ya le hubiera hecho
acreedor al título de uno de los padres de la ciencia política.

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En realidad, la explicación de Von Triepel, con su columna cronológica lo que
hace es poner nombre (afortunado) a las distintas etapas por las que han pasado
los partidos políticos. Estas también pueden considerarse desde el punto de vista
de otras instituciones que, a su vez, inciden sobre aquellos, singularmente los
parlamentos. En la medida en que es cierta la idea de que los partidos surgen por
relación a los parlamentos, que es la tesis sentada por la teoría clásica de los
partidos (Duverger, 1951), la etapa de hostilidad vendría a coincidir grosso modo
con la de unos parlamentos fuertemente censitarios, prácticamente oligárquicos en
la primera mitad del siglo XIX, mientras que la segunda, la de la indiferencia, se
manifestaría con la paulatina ampliación del sufragio en la segunda mitad. La
tercera, la legalización, acompañaría a universalización del sufragio en la primera
mitad del siglo XX y la última añadida, la constitucionalización vendría con la
segunda mitad de ese siglo, después de la guerra mundial y las experiencias
totalitarias que son, básicamente, experiencias partidistas.
Lo que aquí se dibuja es el proceso por el que los partidos, como si fueran el
Tercer Estado en la Revolución francesa, pasarían de ser nada a ser todo. La
fórmula empleada por Max Weber para Alemania, la parlamentarización del
Estado viene a reconocer el predominio de los partidos que son los agentes de la
vida parlamentaria (Weber, 1988: 382). En la medida en que el sistema descansa
sobre el principio de la mayoría (electoral y parlamentaria), este principio se
convierte en el norte de la acción partidista y su efecto será el surgimiento de lo
que Otto Kirchheimer llamará los partidos atrapalotodo (Kirchheimer, 1966)
puesto que, al vincular su supervivencia al logro de las mayorías electorales es
obvio que los partidos están interesados en formular discursos que apelen a la
mayor cantidad de gente posible, con independencia de su clase, condición social,
etc. Estos partidos atrapalotodo vienen a ser como un antecedente remoto de la
necesidad de articular políticamente las multitudes. La célebre expresión ha
hecho fortuna en la disciplina que, sin embargo, la toma solo en uno de sus dos
posibles aspectos con lo que disminuye su potencial explicativo. “Atrapalotodo”
viene a significar, según parecer universalmente compartido, que el partido no se
dirige a una fracción del electorado determinada por razones económicas,
sociales, religiosas, etc, sino que pretende hacerse oír por toda la sociedad pues
para toda ella tiene propuestas.
Suele entenderse que el partido atrapalotodo es, en el fondo, una propuesta
pragmática pues no hace cuestión de rígidos postulados doctrinales y tiene la
flexibilidad necesaria para hablar a todos los sectores sociales al no enarbolar
los signos distintivos de uno concreto. Sin embargo, esta pretensión presupone la

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creencia de que hay una realidad exterior, objetiva, sobre la cual pueden llegar a
un consenso gentes de procedencias sociales e ideológicas muy distintas. Y esta
creencia, lejos de ser pragmática, resulta ser utópica. Porque ¿en qué puede
consistir esa realidad material exterior, objetiva en la que puedan coincidir las
personas sin más, sin referencia a su riqueza, condición social, confesión
religiosa? Obviamente en la nación. Volveremos sobre la nación más adelante. El
hecho es que la nación enciende el nacionalismo, la última ideología política que
parece librarse de la navaja de la teoría del fin de las ideologías.
Ahora bien, la concepción del partido atrapalotodo no solamente tiene efectos
en cuanto a la relación entre el partido y los electores sino también a la relación
del partido con el Estado que es la otra cara de la acción partidista. El partido
atrapalotodo, con un programa que se dirige al conjunto de la sociedad, ocupa
todos los resortes del Estado que, a partir de la expansión de este con el Estado
del bienestar, alcanza ya todos los puntos de la vida social. Es el origen de la
explicación de Leibholz. El Estado del bienestar es un Estado de partidos de
masas. El propio concepto del bienestar es un asunto de partidos.
Este último momento revela la novedad, esto es, la conquista del Estado por el
partido. Los fenómenos totalitarios del siglo XX nos ahorran entretenernos en
explicaciones al respecto. Pero es que también los Estados liberales, no
totalitarios, conocen una invasión partidista (por así decirlo) aunque legal y
compatible con el espíritu liberal. El caso más evidente y un poco esperpéntico es
el de los cesantes en la administración española a lo largo del siglo XIX y que
adquieren su forma más típica durante el turnismo de la Restauración como se ve
en la novela Miau de Pérez Galdós. En realidad, toda forma de Spoils System
(como el actual estadounidense) habla de esta colonización o apropiación del
Estado por los partidos. Y hay muchos otros casos. De hecho, a partir del Estado
del bienestar son los programas de los partidos los que determinan las estructuras
de los Estados de la posguerra. Los ministerios tienen que llevar a cabo objetivos
programáticos de los partidos que estos presentaron a las elecciones. Los Estados
de partidos de masas, controlados y administrados por estos, son en buena
medida, partidocracias2.
Estos partidos, que son administradores del Estado, copan todos sus puestos y
cargos y determinan sus políticas en los más variados sectores, tan solo pueden
llevar a cabo su programa si ganan elecciones, dado que los sistemas políticos
que aquí consideramos son los democráticos de carácter liberal que se rigen por
el principio y la regla de la mayoría. No tiene por tanto nada de extraño que en

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esta lucha por la supervivencia cuiden aquellas habilidades y facultades que los
llevan a triunfar en las elecciones, esto es que se conviertan en lo que muchas
veces se llama con criterio peyorativo maquinarias electorales. Lo peyorativo
viene a cuento de que esa metamorfosis de los partidos que, probablemente sea el
aspecto más vistoso de lo que se conoce como americanización de la política
(Dader, 1999) parece romper con la tradición europea que, sobre todo en la
izquierda pero no solo en ella, tiende a sacralizar los partidos, convertirlos en
símbolos de los idearios de emancipación y aplicar en ellos una tradición muy
típica del catolicismo cultural que caracteriza a buena parte de Europa, esto es, la
de Jesús expulsando del templo a los mercaderes. El criterio aquí implícito es
que el partido tiene algo de templo, de casa del Padre a la que no se va a hacer
negocios ni a complotar para ganar unas elecciones. Pero ese sentido cede
rápidamente el paso a la concepción de maquinaria electoral.
La idea de la maquinaria electoral requiere alguna precisión. En las sociedades
contemporáneas las elecciones son procesos muy complejos en los que
intervienen muchos factores, bastantes de los cuales superan las posibilidades
materiales de los partidos: desde la investigación sobre los estados de ánimo del
electorado a través de la realización de sondeos y encuestas, hasta la
organización de campañas de publicidad y propaganda utilizando soportes de toda
índole, desde carteles a vídeos, pasando por cuñas radiofónicas o actos sociales
de todo tipo (Pere Oriol, 2008). Es aquí en donde, tomados como maquinarias
electorales, los partidos se ven obligados a entrar en contacto con empresas
especializadas, de sondeos e investigación de mercados, así como asesorías en
materia de comunicación política y los medios informativos. Y aparece asimismo
uno de los puntos en los que más claramente se manifiesta la unidad de acción que
comienza a fraguar entre medios de comunicación y partidos que acabará dando a
aquellos la preminencia en el acontecer político, consagrándolos como los
elementos determinantes de las sociedades democráticas actuales
En esta condición de maquinaria electoral tiene igualmente mucho que ver una
práctica o institución generalizada en el siglo XX de financiación pública de los
partidos (Soler Sánchez, 2001). No son precisas grandes averiguaciones para
llegar a la conclusión de que los partidos padecen la misma injusta situación de
desigualdad de los iguales que las personas, típica de todos los ordenamientos
jurídicos liberales. Pero tienen más a mano medios contundentes para remediarla.
En el contexto de un prolijo debate teórico que no viene aquí al caso, con razones
poderosas en ambos lados, el criterio que finalmente se impuso fue el de subvenir
a los gastos de los partidos mediante participación en el erario público (Castillo,

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1985), lo cual cambió poco a poco la vida de los partidos que, al no estar ya
obligados a financiarse mediante recursos propios, no necesitaban políticas de
captación de afiliados, abandonaban esa vida de partido y se concentraban en lo
que realmente importa que es en ganar las elecciones puesto que, en general, la
financiación suele estar en relación directamente proporcional a los resultados
electorales. Los votos son fondos para el mantenimiento de la máquina de captar
votos, la máquina electoral.
La financiación pública de los partidos tiene defensores y detractores, tanto en
la opinión mundana como en la académica, que se encargan de señalar los
elementos beneficiosos y perjudiciales de la práctica. La más crítica es la que se
formula como una objeción a lo que se considera una importancia desmesurada de
los partidos, la ya mencionada partidocracia. En todo caso, lo importante de este
debate es que permite observar hasta qué niveles controlan los partidos los
Estados. De hecho el monopolio parlamentario de la función legislativa, en
realidad es monopolio partidista. Entiéndase como monopolio de los partidos en
su conjunto y como quiera que los partidos están opuestos entre sí, el monopolio
parece ser más llevadero al no ser sempiterno sino alternativo. Monopolio
partidista de la legislación, empezando por la ley más importante de todas desde
el punto de vista material que es la ley de presupuestos. Los partidos controlan la
bolsa del Estado y, a través de ella, el Estado.
Esta situación que fue muy práctica en cierto sentido, pues consiguió convertir
el Estado en una maquinaria eficaz en el proceso productivo y la hipostasió en el
Estado del bienestar, acabó sufriendo disfuncionalidades que, en parte, cabía
achacar a un comportamiento abusivo de los partidos políticos. La lucha contra la
supuesta hipertrofia del Estado del bienestar era una lucha contra los partidos
políticos. Estos se han visto obligados a transformarse para adaptarse a las
nuevas condiciones de una realidad aceleradamente cambiante (Kitschel, 2004).
Los partidos, con todo vienen encontrando grandes dificultades para esta tarea
porque les han surgido unos competidores, antiguos aliados convertidos en cierto
modo en adversarios, contra los que no pueden luchar porque sus armas son muy
distintas, esto es, los medios de comunicación, que inauguran la segunda etapa de
que venimos hablando, la del protagonismo de lo mediático.
2 La crítica a la partidocracia ha sido tradicionalmente un tema predilecto del pensamiento conservador. Late
en ella reminiscencias de la hostilidad original a los partidos y se añaden vías nuevas de objeción. En
España el adalid de la lucha contra la partidocracia fue Gonzalo Fernández de la Mora, ministro que fue de
Franco (Fernández de la Mora, 1977). Pero no siempre es así. En Italia, en donde se acuñó el término
partitocrazia en las luchas de Giuseppe Maranini contra la preminencia de los partidos en el sistema
político constitucional (Capozzi, 2008) y en donde se debatía mucho este fenómeno, omnipresente en la I

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República, las propuestas proceden de muy diversas posiciones políticas. Por ejemplo, la crítica de la
partidocracia de Bruno Visentini, republicano y ministro de Hacienda de Italia lo llevó a proponer un modelo
alternativo, que era lo que llamaba el “gobierno institucional”
http://www.fondazionebrunovisentini.eu/media/. (Consultado el 29 de mayo de 2012). Igualmente el
fenómeno emergente del cómico Beppo Grillo tiene una posición izquierdista si no claramente nihilista
(http://www.beppegrillo.it/. Consultado el 29 de mayo de 2012).

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3. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
En un primer momento, los partidos y los medios de comunicación fueron de la
mano en tal medida que llegaban a confundirse. Por ejemplo, mientras estuvo en
vigor en Francia la citada Ley Le Chapelier, los periódicos representaban a los
partidos políticos3. El fenómeno fue bastante francés. Aunque en Inglaterra se
promulgó una norma prohibitiva de las asociaciones obreras en 1799, se abolió
en 1834 y, si bien se restableció en 1835 fue en una forma mucho más benigna,
que no prohibía las asociaciones en sí mismas sino solamente algunas de sus
acciones.
Posteriormente, lo primero que hacen los partidos de la izquierda obrera, los
partidos revolucionarios o las organizaciones anarquistas es dotarse de un
periódico. Los periódicos son los órganos de expresión de los partidos. Todavía
a primeros del siglo XX se procede de este modo. Lenin lanza su revolución en
Rusia fundando un periódico con el muy significativo título de Iskra (la Chispa)
con espíritu declaradamente incendiario. Hitler, en cambio, los nazis, por una u
otra razón, lo que hacen es comprar una cabecera ya existente, el Völkischer
Beobachter, con un título más anodino que el del ruso pero que se ajusta en el
fondo a la imagen que los compradores querían dar de su partido: El observador
popular (o nacional). Los Partidos Comunistas francés e italiano lanzaron dos
periódicos, L’Humanité y L’Unitá que llegaron a conocer cierto éxito incluso
como empresas mercantiles ordinarias, correspondiente con el hecho de que
Francia e Italia tuvieron partidos comunistas con fuerte presencia electoral,
especialmente después de la segunda guerra mundial. Las empresas funcionaban
porque había clientes; dejarían de hacerlo cuando los clientes se extinguieron.
En el caso de los grandes rotativos, el Times, el New York Times, el Frankfurter
Allgemeine Zeitung, etc, que también solían estar cercanos a algún partido o, más
frecuentemente, alguna corriente de opinión, aquellos no mantienen una estrecha
relación partidista pero sí representan intereses generalmente de distintos
sectores de la burguesía agraria, industrial, mercantil (Herd, 1952).
Pero ya avanzando el siglo XX, al multiplicarse los medios de comunicación, al
imponerse primero la radio y luego la televisión, la hegemonía social pasa a estos
que van dejando reducidos los partidos a las actividades electorales e
institucionales, abandonando las demás en lo referente a lo informativo y
formativo, incluso a los procesos de socialización que antes garantizaban las
asociaciones partidistas. Los medios, concebidos ya todos como empresas, se

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desligan paulatinamente de los partidos y adquieren una centralidad propia,
concretamente los audioviusuales. Los impresos pueden guardar aquella relación
pero con las tornas cambiadas. No son los medios los instrumentos de los
partidos sino, a la inversa, los partidos los instrumentos de los medios. A su vez
esta centralidad de los medios se materializa según pautas culturales propias en
cada país, lo cual da lugar a que haya varios tipos de modelos de sistemas
mediáticos (Hallin/Mancini, 2004).
El cambio en la diferente posición social de partidos y medios se da asimismo
porque estos acaban teniendo acceso a todas las instancias en las que se
encuentran los partidos. El ejemplo más típico es el acceso a los parlamentos.
Estos se resistieron siempre en un primer momento, pero luego acabaron
cediendo. Por mucho que se resistiera el Parlamento británico, carecía de razones
válidas para negar la entrada a la televisión. Ahora son los mismos parlamentos
los que tienen sus canales de televisión. La política se ha mediatizado (Ortega,
2011). Desde el momento en que aparecieron los cronistas parlamentarios,
muchos de los cuales eran avezados escritores, los lectores sabían que en sus
crónicas encontrarían mejor información sobre los debates parlamentarios que en
la prensa de los partidos.
No es necesario seguir acumulando argumentos en defensa del impacto de la
prensa y los medios en general en el comportamiento político (McCombs, 2006;
Prior, 2007). Bastará con citar uno de ellos ya antiguo y definitivo por lo
paradójico: la prensa tuvo eficacia incluso entre poblaciones con altas tasas de
analfabetismo pues es sabido que, en las zonas agrarias, los campesinos solían
reunirse en unos u otros lugares a escuchar la prensa anarquista leída en voz alta
por uno de ellos. Sirva esto para ilustrar una tesis que cabe mantener en este
territorio de la evolución de los medios y su relación con los partidos. Frente a
una visión superficial del proceso de aparición y desarrollo de los medios de
comunicación que acepta como válidas algunas conclusiones apresuradas acerca
de si unos medios desplazarían a otros, por ejemplo, la radio en relación a la
prensa y la televisión en relación a la radio, lo cierto es que es muy difícil que tal
cosa suceda. Los medios no sucumben sino que se adaptan a las nuevas
circunstancias y sobreviven ejerciendo a su vez una curiosa influencia sobre el
conjunto de la acción social.
La socialización de la radio fue también un periodo de predominio político de
esta. La radio resultó ser un instrumento potentísimo de movilización de masas
pues no requería que el auditorio supiera leer y escribir. Así lo demostraron los

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nazis que, igual que fabricaron los coches Volkswagen, fabricaron unos
receptores de radio muy baratos, unos Volksempfänger con el fin de llevar la
palabra del Führer a todos los hogares. Las ideologías totalitarias, nazismo y
comunismo, hicieron un uso intensivo de la radiodifusión, tanto para adoctrinar a
sus poblaciones como para difundirse por el mundo, a través de la propaganda, un
concepto que se difunde por entonces y llama desde el primer momento la
atención de los politólogos, que son los primeros en formular teorías sobre la
propaganda (Lasswell, 1971). También los sistemas liberales recurrieron a la
radiodifusión, si no con fines de adoctrinamiento interno (o, cuando menos, no tan
descarados) sí con el de la lucha propagandística. Frente a las emisoras
totalitarias, los Estados Unidos crearon la Voice of America, que arranca con el
ataque a Pearl Harbour en 1942 y ya siguió en los años posteriores a la guerra y
durante la guerra fría radiando en sus respectivas lenguas para los países del
telón de acero4
La relación entre la radio y la guerra ya venía incluso de antes. De hecho es
razonable sostener que los primeros estudios académicos sobre la propaganda se
hacen a partir de las experiencias de la propaganda durante primera guerra
mundial que valió mucha de esta (Lasswell, ibíd.). Por primera vez se constituía
un verdadero frente mediático pues la guerra sobre el campo de batalla se
replicaba en la contienda en las ondas. La guerra, continuación de la política por
otros medios, encontró en los de comunicación, singularmente la radio, un
elemento imprescindible para sus fines. Se realizaban emisiones dirigidas a
sublevar a una población sojuzgada por unos invasores o a minar la moral de las
tropas enemigas.
La radio opera sobre todo en el terreno psicológico, pero tiene también una gran
importancia estratégica, sobre todo en la medida en que sus emisiones forman
parte de los planes militares. Es más, la radio se integró en la misma estrategia
militar, pues se utilizaba igualmente para transmitir órdenes y planes en lenguajes
cifrados que los receptores del enemigo captaban y procedían a descifrar. Una de
las grandes ventajas de que gozaron los aliados durante la segunda guerra mundial
(que el general Eisenhower llegó a considerar “decisiva” para la victoria) fue
que consiguieron descifrar gran parte de los códigos cifrados producidos por las
máquinas nazis llamadas enigma. Se recuerda aquí el trabajo del infortunado
Alan Turing5, que descifró el código secreto naval nazi.
Detrás de la radio, llegó la TV y esta ha tenido una difusión sin precedentes en
el mundo. Los datos, las cifras, son abrumadores. Prácticamente todos los hogares

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del mundo occidental tienen televisor y muchos de ellos varios aparatos. El
consumo de televisión parece inacabable. Según el Estudio General de Medios en
su última oleada, correspondiente al año de abril de 2011 a marzo de 20126, cada
español pasa casi cuatro horas diarias ante la televisión (v. fig. 1). Eso explica
por qué en las encuestas acerca de cómo forman los ciudadanos sus opiniones
políticas y, por tanto, cómo adoptan sus decisiones, la televisión es el medio
preferido por más de ochenta por ciento de la ciudadanía. A su vez, la jerarquía
que muestra la figura ilustra bastante bien acerca de las diferencias entre las
distintas audiencias de las televisiones y pone de manifiesto cómo entre los tres o
cuatro principales canales concentran casi el 60 por ciento de la audiencia, lo
cual tiene incidencia en el modo en que la variedad o falta de variedad entre las
ofertas televisivas ejerce influencia sobre la articulación de la opinión pública y
electoral
Figura 1.

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En la figura 2, siempre del EGM, cabe apreciar las series históricas desde 1997
a 2012 en cuanto al consumo de medios, siendo estos datos muy significativos a la
hora de hacer pronósticos. Cabe observar que, así cómo todos los medios
impresos y audiovisuales aparecen estancados en su consumo con una leve
tendencia a la baja en general excepto en el cine, en donde el descenso es más
pronunciado, el consumo de internet muestra una tendencia alcista mantenida y
acelerada que le ha permitido pasar del 0,9 por ciento de la población al 43,4 por
ciento, esto es, que prácticamente se ha multiplicado por 4 en el curso de los
últimos diez años y parece que seguirá a ese ritmo hasta, y es muy verosímil,
substituir a la televisión como fuente de información, lo cual no quiere decir en
modo alguno que nos contemos entre quienes, con la llegada de internet, sostienen
que la Ley de Riepl, según la cual ningún medio de comunicación substituye por
entero a otro, haya dejado de ser cierta7.
Por lo demás, el predominio de la televisión que, como se ve en el gráfico,
duplica la audiencia de los periódicos y es más de una vez y media la de la radio,
se ha señalado ya numerosas veces como la característica fundamental de los
sistemas políticos contemporáneos a los que se ha bautizado como “democracias
de audiencia” (Manin, 1995; González/Bouza, 2009), “Democracias con
videopolítica o videodemocracias” (Sartori, 2007) “democracias basadas en los
medios” (Dader, 1999) y actualmente “ciberdemocracia” (Rey Morató, 2007).
Todo ello porque prácticamente todos los acontecimientos políticos relevantes
son televisados (Dahlgren, 1995; Hart, 1999). Es célebre el primer debate en
televisión en unas elecciones presidenciales estadounidenses entre Nixon y
Kennedy en 1961. Desde entonces las comparecencias televisadas de los
candidatos, los debates entre estos, han acabado convertidos casi en ritos
inexcusables de las democracias. Las televisiones difunden encuestas,
declaraciones, crónicas que son esenciales para adoptar decisiones políticas a un
ritmo permanente de actualización. Igualmente transmiten los inevitables spots
electorales de los partidos que vienen a ser como exposiciones simplificadas,
concentradas bajo la forma de consignas de sus propuestas programáticas.
La televisión se ha lanzado a dos carreras imparables para consolidar esa
hegemonía mediática. Una de ellas es la proliferación, tan conseguida que, de una
forma u otra, todos los núcleos urbanos occidentales disponen de decenas a veces
centenares de canales. La otra es su eficacia informativa, que se mide en términos
de información en tiempo real. Con ese criterio como lema han surgido canales
como la CNN, cuya finalidad (y base de su negocio) es dar la noticia mientras

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sucede y en donde sucede. Es conocida la anécdota de Ted Turner, presidente de
CNN cuando llegó a afirmar que el día del fin del mundo, allí estaría la CNN y lo
daría en directo8.
Figura 2.

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Esta hegemonía de lo audiovisual, concretamente lo televisivo, se ha concretado
de forma muy vistosa en alguna ocasión. El caso de Silvio Berlusconi en Italia,
sobre el cual se ha dicho y publicado de todo y seguirá diciéndose y
publicándose, ha puesto de manifiesto a qué extremo de alteración de las pautas
tradicionales del quehacer político puede llevar un monopolio de hecho de la
televisión. Berlusconi, un magnate dueño de un imperio mediático, Mediaset,
cuyas televisiones captan el 40% de la audiencia del país, alcanza la presidencia
del gobierno al frente de su partido Forza Italia (clara resonancia futbolística,
pues Berlusconi es propietario del Milán, un equipo de fútbol), que luego se
integró en una coalición, Il Popolo de la Libertà presidido por él mismo. En ese
momento pasa a dominar el resto del espacio televisivo, correspondiente a la
televisión pública. Una situación asfixiante para la libertad de expresión, de lo
que se quejaron numerosos intelectuales y personalidades públicas si bien es
cierto que solo se decidieron a salir a la calle en abierta protesta luego de que
Berlusconi llevara años luchando una batalla de prestigio personal con
acusaciones de comportamientos más propios de la “Roma escandalosa de los
doce césares” que de un gobernante moderno. Los intelectuales pedían una
rebelión contra Berlusconi en Milán mientras en Florencia, en el mismo momento
había otra manifestación de gente normal con pancartas como “Italia no es un
burdel”9.
La fuerza del medio televisivo ha llevado en alguna ocasión a postular la
existencia de un partido de nuevo cuño, llamado media party (Muñoz
Alonso/Rospir, 1999). Aparte del caso de Berlusconi, muy exagerado, también
suele mencionarse el de Henry Ross Perot que optó a la presidencia a través de
los medios en 1992 y 1996 y que, en cambio, terminó en un fiasco. La
intencionalidad de esta clasificación es encomiable pues trata de encontrar una
definición válida para el estudio de un fenómeno nuevo, el de la preminencia de
los medios audiovisuales en el proceso político contemporáneo. Pero no alcanza
ninguna conclusión definitiva porque, a diferencia de lo que, como vimos, sucedía
con los periódicos y los partidos, estos ya no pueden contar con sus propios
medios y los medios no hacen un buen negocio convirtiéndose en los voceros de
un interés.
En este campo del impacto de los medios de comunicación en el sistema
político no suele mencionarse el cine. En realidad no suele considerársele un
medio de comunicación. Pero lo es. Y de los más potentes porque, aunque no
tiene periodicidad ni es estricta información de hechos reales, consigue una

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audiencia planetaria, de cientos de millones de personas y, además, la mantiene a
lo largo del tiempo porque el cine es un arte y, como tal, permanece.
En su conjunto, los medios, especialmente los audiovisuales, han transformado
sustancialmente el funcionamiento de los sistemas políticos. Una queja muy
frecuente consiste en decir que, al consagrar el imperio de la imagen, han
convertido el debate político en un espectáculo y lo han trivializado y lo que no
han trivializado, lo han reducido a unas dimensiones meramente publicitarias.
Esta queja puede ser muy razonable si bien conviene no olvidar que la
mediatización de la política no excluye la posibilidad de que, quien así lo quiera,
se documente más cumplidamente. Desde que existe la red, el coste de la
información se ha reducido casi hasta extinguirse. La información es hoy
universal y gratuita y cada cual, obviamente, se concentra en la que le interesa.
En cambio, los medios han supuesto un cambio sustancial en orden a la
publicidad de las actuaciones políticas. Los sistemas políticos democráticos
están basados en el debate público de las distintas opciones y la decisión
adoptada por mayoría. Para ponerlo en práctica se inventaron los parlamentos y
para hacer a estos más eficaces se crearon los partidos, que son parlamentos
dentro de los parlamentos. En estos casos el debate no era el de las ciudadanías
sino el de las élites o los cuerpos intermedios. El alcance de estos debates no va
más allá de las personas directamente implicadas en ellos.
Al llegar los medios, esos debates se difunden hasta el último rincón de la
sociedad y todos los ciudadanos pueden seguirlos. Los medios potencian la voz
de las élites y llevan a estas el parecer de los ciudadanos, se amplía la llamada
“opinión pública”, que ya había empezado a articularse en tiempos del
predominio de la prensa escrita. Eso impulsa a los medios a imponer sus
exigencias a los políticos, siendo la primera de todas que sus actos sean públicos
y sus relaciones se expresen en los propios medios. De este modo, estos han
hecho la política mucho más transparente.
Aun así los medios son también cuerpos interpuestos, como los partidos o las
instituciones. Su mayor difusión los acerca más a los individuos, pero no los
confunde con ellos. Los individuos, en cuyo nombre se hace casi todo, siguen sin
poder manifestarse. Los medios rompen el monopolio de los partidos en cuanto a
articulación de opiniones o ideas. Y, por esta ruptura, se cuelan otras instancias en
forma de asociaciones de todo tipo, de grupos de presión, todo lo cual da lugar a
la sociedad poliárquica (Dahl, 1972) en la que vivimos, en la que los partidos
sobreviven aun compartiendo sus posibilidades con otras formas de agrupación o

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asociación, como los colegios profesionales, las iglesias, las organizaciones
sindicales, las empresariales, las no gubernamentales, etc, todas ellas formas de
manifestarse colectivamente de personas que, para hacerse valer, han de recurrir
al hecho de compartir alguna característica común, como la religión, la raza o la
profesión. Por eso actúan como partidos o como grupos y así han condicionado el
Estado.
3 En el 18 Brumario de Luis Napoleón, un trabajo en el que Marx da cuenta del golpe de Estado de 1852 y
relata la situación entre 1848 y 1852 (Marx, 1985) se ve cómo las acciones de los partidos se siguen a
través de los periódicos; los periódicos eran portavoces de las tendencias partidistas
4 Su página web actual es: http://www.voanews.com/ (Consultada el 31 de mayo de 2012).
5 Alan Turing fue un matemático inglés, especialista en cifrados y encriptación que consiguó descifrar la clave
alemana de comunicación naval. Lo asombroso vino cuando, después de la guerra, Turing fue procesado
por homosexualidad (que entonces se consideraba delito) y condenado a un tratamiento conocido como
“castración química” si quería evitar la cárcel. Turing parece haberse suicidado dos años después.
(http://en.wikipedia.org/wiki/Alan_Turing. (Consultada el 29 de mayo de 2012).
6 http://www.aimc.es/-Datos-EGM-Resumen-General-.html.
7 Wolfgang Riepl formula su ley en 1913 y, desde entonces, ha estado en vigor. La llegada de internet, en
efecto, pareciera afectarla pero, en nuestra opinión, no será así. Internet, el ciberespacio, serán dominantes,
pero los demás medios de comunicación sobrevivirán porque responden a una variedad de necesidades.
Eso sí, tendrán que reinventarse. Sobre el debate acerca de la Ley de Riepl en los tiempos de internet
puede verse: http://www.mediasprut.ru/jour/beitraege/riepl.shtml. (Consultado el 31 de mayo de 2012)
8 La cita completa es:” We won’t be signing off until the world ends. We’ll be on, and we will cover the end of
the world, live, and that will be our last event ... we’ll play “Nearer, My God, to Thee’ before we sign off.”
(http://en.wikipedia.org/wiki/Ted_Turner. (Consultado 30 de mayo de 2012).
9 http://www.europapress.es/internacional/noticia-intelectuales-italianos-piden-rebelion-contra-berlusconi-
20110205205947.html. (Consultado el 31 de mayo de 2012).

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4. INTERNET
La llegada de internet ha supuesto un cambio profundo en el conjunto de la
acción social y, por supuesto, de la política, de cuyo alcance final no podemos
dar cuenta porque está produciéndose en este momento (Castells, 2001) pero de
cuyo impacto aquí y ahora sí cabe hablar. Internet es desde hace años un factor
determinante de la sociedad de la información y, aunque, como suele suceder,
impulsados por la fuerza de la novedad, haya quienes fíen en su acción cambios y
transformaciones desorbitados, sobre todo en las relaciones entre internet y los
demás medios de comunicación (Almirón/Jarque, 2008), los sistemas políticos,
las democracias, las formas de participación, el debate de alternativas, las
movilizaciones llevan ya años cambiando paulatina pero profundamente el
contexto político en el que nos movemos en todos sus aspectos (Anduiza et al.,
2009, 2010; Karakaya, 2005; Martín Cubas, 2001; Rey Morató, 2007;
Roig/Sádaba, 2003; Sunstein, 2001; Wilhelm, 2000). Por internet entendemos el
conjunto de la comunicación digital que se produce a través de la red mundial de
ordenadores conectados entre sí, que es como suele emplearse. Ese mundo digital
está compuesto por unidades individuales potencialmente conectadas con todas
las demás en una red infinita en la que aparece todo tipo de nodos pero que son
arbitrarios y no tienen valor de jerarquía alguno sino solo como centros de
difusión. De ahí que, por su flexibilidad y sus enormes posibilidades de difusión
se haya empleado y se siga empleando para la comunicación política (Mazzoleni,
2010) así como, más específicamente, las campañas electorales y sus fenómenos
concomitantes, como liderazgo, formación de candidato, programas y
organización de estrategias. (Beas, 2011; Canel, 2008; Crespo, 2011;
Herrero/Rodríguez Chuliá, 2008; Sampedro, 2011; Ureña, 2011).
La imagen del mundo de hoy está en tres letras: www, que son las iniciales de
una especie de mar océana planetaria, lo que coloquialmente se conoce como
web, la red, surcadas por los internautas que, a veces, se convierten en piratas a
mayor o menor escala. En todo caso, el símil es apropiado y así como internet, la
web, la red, es equiparable a la mar, las normas que en ella rigen son
comparables al derecho del mar. En realidad es la parte substancial, de un nuevo
“espacio público” (Innerarity, 2006)
Cuando ese ámbito digital, universal, sin barreras, se presta como contexto de
cualquier tipo de acción social, lo llamamos ciberespacio y cuando esa acción
tiene finalidad política, ciberpolítica (Cotarelo, 2012). El prefijo ciber hace

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referencia al hecho de que los seres humanos entramos en todo tipo de
interacciones tripulando o valiéndonos de máquinas inteligentes, que toman sus
propias decisiones y que cada vez son más inteligentes y toman más decisiones.
Es el terreno de la cibernética (Wiener, 1970). Hasta dónde pueda mantenerse
esta dualidad no es asunto de nuestra incumbencia aquí sino más bien cosa de
literatos, artistas o creadores. En lo que es de nuestro interés, esta progresión
genera un crecimiento continuo de la complejidad que las máquinas deben tratar,
con el consiguiente peligro de que un fallo cualquiera desencadene una catástrofe.
Son riesgos reales de esos que se dice corren nuestras sociedades (Beck, 1996).
Valga un ejemplo como ilustración. En febrero de 2007, la bolsa de Shanghai
cayó un 9 por ciento a consecuencia de una inesperada orden de ventas que
produjo grandes pérdidas en todas las demás bolsas mundiales10. Una máquina
había activado un protocolo de venta urgente por haber interpretado mal alguna
información y estuvo a punto de provocar una crisis mundial.
El ciberespacio no es una especie de cuarta dimensión en la que desaparecen
las otras tres, sino que es el espacio social ordinario pero duplicado, por así
decirlo. La realidad aparece reflejada en su imagen digital que la acompaña, algo
a lo que los internautas están acostumbrados pues viven en un mundo de dos
escrituras, la ordinaria y el html. Las relaciones ciberespaciales se nutren de
referencias permanentes a otros elementos del espacio ordinario, a los
periódicos, las radios, las televisiones, los recogen y los elaboran a través de
múltiples terminales que componen el ciberespacio. Por ejemplo es fácil que una
noticia “meneada” equis veces en Menéame emerja en Twitter, de donde se
difunde por otros lugares y, a la inversa, algo aparecido en Twitter pase a
Menéame. El ciberespacio está poblado de plataformas de busca, de almacenes
de datos, de redes sociales. Basta con recordar la cantidad de fuentes de
información de que dispone el internauta para comprender que su nivel de
información es, si quiere y si sabe interpretarla, infinitamente superior a la que
pudiera haber tenido nunca antes.
Cabe agrupar en tres clases todas las fuentes de información del ciberespacio,
la blogosfera (término acuñado por Brad L. Graham11), las redes sociales y las
grandes plataformas de servicios que son multiservicios, como Amazon, Google,
Yahoo. Las tres, por descontado, tienen sus “dobles” en la realidad analógica en
las tres formas de los individuos, los grupos y el conjunto del mercado. Pero a su
vez, poseen sus características propias. Las tres forman el ciberespacio.

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Los blogs son la primera de las manifestaciones, la blogosfera que es a su vez
un espacio dentro del espacio (Cervera, 2005; Keren, 2006). Hay cientos de
miles, millones, de blogs de todo tipo y condición pero una primera línea
divisoria es la que se da entre los blogs personales y los corporativos. Las
empresas tienen una presencia muy activa en la red, participan en todas las redes
sociales, mantienen sus páginas web y alimentan blogs igual que en su día se
fabricaron “segundas vidas” cuando algunas de estas realidades virtuales llegaron
a tener cierto nombre.
La interesante a nuestros efectos es la blogosfera personal. También aquí los
blogs pueden ser personales o colectivos y estos últimos adoptar muy variadas
formas. De nuevo lo interesante es la blogosfera personal individual porque
implica un fenómeno radicalmente nuevo: la existencia de cientos de miles, de
millones de personas a las que les está dado lo que antes únicamente estaba al
alcance de muy pocos, esto es, expresarse en público, hablar de sí mismas, de lo
que decidan, y hacerlo en libertad. Todavía no hemos medido qué impacto tendrá
en la sociedad la existencia de esta enorme masa de personas acostumbrada a
opinar sobre todo y a expresar en público su opinión. Muy probablemente, la
blogosfera muestre una imagen similar a la de la realidad analógica, esto es, una
inmensa mayoría de blogs anónimos y una reducida minoría de blogs populares o
de referencia de masas y de los más diversos contenidos. Pero esto no es óbice
para que deba reconocerse que la blogosfera es un mecanismo nuevo de selección
de élites que antes no existía. No se está diciendo que sea mejor o peor sino
solamente que es nueva. (Farrell/Drezner, 2008) Y, en todo caso, es digna de
reflexión la realidad de que un porcentaje apreciable de ciudadanos blogueros,
familiarizados con la red, estén acostumbrados a emitir opinión, tenga mucho o
poco eco. Es, por así decirlo, como si el ejercicio de la virtud ciudadana saliera
fortalecido.
Efectivamente, lo importante es que la administración del blog parece impulsar
al individuo a expresarse e intercambiar opiniones, a constituirse en miembro de
la blogosfera, a interactuar con otros blogueros, con internautas en definitiva,
creándose unas redes de relaciones que no tienen mucho que ver con las que se
viven en el mundo analógico y, aunque puedan contactar entre sí, lo habitual es
que se mantengan separadas.
Resulta así que, en esta circunstancia, se mezclan dos elementos en la
experiencia del bloguero/internauta. De él como individuo se dice en tono muy
crítico que, así como el alto consumo de televisión, al aislar a las personas,

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destruye los lazos sociales que hacen posible la acción colectiva en sociedades
individualistas (Berrocal, 2005), de igual modo sucede con el consumo de
información en el ciberespacio. El internauta es un ser aislado, impotente,
enajenado, pasivo, fácilmente manipulable. Cualquiera que se acerque al
ciberespacio sabe que esa imagen es falsa pues traslada a lo digital una imagen
del público televisivo que nada tiene que ver con el del ciberespacio ya que, en
este, el internauta es muy activo y determinante de sus decisiones. Los internautas
tienen mucha más y mejor información que las audiencias televisivas y su
capacidad de acción es infinitamente superior a la de aquellas, que era cero. Es la
esencia de la política 2.0.
Junto a la blogosfera, el ciberespacio cuenta con las redes sociales que, como
es sabido, son de muchas clases y para satisfacer distintos tipos de demandas,
profesionales, de negocios, meramente lúdicas (Tuenti), de contactos (Facebook),
de actividades profesionales (LinkedIn), etc. Estas redes sociales, a su vez, están
interconectadas de forma que los individuos que participan en ellas suelen
hacerlo en varias y se transfieren con comodidad de unas a otras, generando
formas y vías nuevas de participación política (Lara, 2008; López et al., 2006) Al
hacerlo vienen compartiendo identidades distintas. Es decir la acción es siempre
individual, al igual que lo era la de la blogosfera, al entrar en redes sociales, el
individuo se interrelaciona con otros con los que comparte juicios, gustos,
memorias, planes, proyectos. Cuando cambia de red cambia de interlocutores y es
posible también que de factores identitarios. La idea de la sociología
contemporánea de que en las sociedades multiculturales los individuos acabarán
siendo manojos de identidades o identidades múltiples (Modood/Pnina, 1997;
Castells, 2003; Brubraker, 2004; Meyers, 2004) parece llevarse a cabo en su
máxima expresión en el ciberespacio. Las comunidades digitales son las más
interculturales que hay y las que garantizan que entren en contacto gentes de
religiones, culturas, etnias diferentes. Es cierto que se trata de magnitudes todavía
mínimas pero, por mínimas que sean, son muy superiores a las experiencias de la
vida cotidiana (Requena, 2007; Ugarte, 2007, 2009). La inmensa mayoría de la
gente pasa la vida sin interactuar con personas de otras religiones o culturas. Eso
en la red prácticamente es ya imposible.
Identidades múltiples significan sociedades multiculturales (Modood, 1997),
transversales en las que es difícil movilizar a grandes grupos de ciudadanos por
objetivos específicos porque estos son muchos. De ahí que las movilizaciones
actuales sean por conjuntos o conglomerados de reivindicaciones. Y esto es lo
que sucede en las redes y en la blogosfera que, a su vez, se interrelacionan. En los

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blogs se formulan los análisis, los postulados que luego se difunden en las redes
(eso que se llama difusión viral), de forma que el monólogo del bloguero se
convierte luego en un diálogo múltiple en la red que es además, en donde se
adoptan decisiones de alcance colectivo.
Y no se olvide, se trata siempre de individuos con identidades múltiples,
acostumbrados a interrelacionarse en el espacio no unidimensional en lo
ideológico sino multidimensional. La rapidez con la que actúan los individuos en
la red viene además complementada por un tercer factor que es la generalización
de la telefonía móvil y su vinculación con internet lo cual ha permitido
universalizar de verdad el ciberespacio por cuanto cualquiera puede hacerse
presente en él, en cualquiera de sus foros, redes, plataformas se encuentre en
donde se encuentre y esté haciendo lo que esté haciendo.
La telefonía móvil, los teléfonos inteligentes capilarizan el ciberespacio y el
espacio real hasta sus últimos rincones y nunca mejor dicho. En 2012 había 5.900
millones de usuarios de móviles en el mundo, esto es, el 87% de la población
mundial12. Ningún otro adminículo ha conseguido igual difusión en igual tiempo
Un ejemplo de la velocidad a que cambian las cosas y del modo en que el
pensamiento sigue a duras penas. La creciente conciencia de inseguridad
ciudadana en las grandes ciudades, Nueva York, Londres, México D. F., Hong
Kong, Tokio, etc ha llevado a la proliferación de la industria de la vigilancia.
Surgen empresas de vigilantes privados, se aíslan distritos urbanos enteros y se
llenan las ciudades de cámaras de vídeo (500 cámaras de vídeo instaladas en
plazas y lugares públicos en Londres a raíz de unas algaradas (Roitman, 2012:
23). Precisamente esta última medida, que garantiza una vida urbana
prácticamente grabada y registrada minuto a minuto, ha provocado protestas y
controversias jurídicas de hasta qué punto este panopticón tecnológicamente
avanzado es compatible con los derechos a la vida privada, al honor, a la
seguridad domiciliaria. El dictamen suele ser siempre ambiguo: se bendicen las
generalizadas actividades de seguridad siempre que no ataquen derechos
fundamentales, algo sumamente impreciso que se presta a varias interpretaciones.
Nadie parece, sin embargo, reparar en el hecho de que, a partir de la
generalización de los móviles y su integración en la red, con sus prestaciones de
fotografía y video/micrófono la videovigilancia ha pasado a ser un juego de
niños. Ahora esa videovigilancia la ejercen unos ciudadanos sobre otros de modo
continuo, ininterrumpido. Es experiencia común que no hay acontecimiento que
altere la vida social normal que no congregue en torno suyo numerosos

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ciudadanos muchos de ellos con sus móviles en la mano, filmando y quizá
emitiendo en ese mismo momento. Es tan frecuente el fenómeno que los
periódicos suelen habilitar espacios para ofrecer la información que de los
hechos pueden estar enviando testigos presenciales accidentales. La sola idea de
que tu vídeo pueda estar en la portada de elpais.es ya impulsa a muchos a caminar
por la calle con el móvil presto a captar cualquier abuso de autoridad o cualquier
acontecimiento que pueda ser válido como espectáculo. Es la aparición del
ciudadano periodista.
Desde otro punto de vista, la proliferación de los móviles con todas sus
prestaciones implica que los relatos de los hechos sociales ya no pueden ser
únicos sino que son composiciones corales, polifonías, entrecruzamiento de
narraciones distintas, que presentan supuestos y formas de juzgar muy diferentes.
Esta capacidad que tiene la red de captar y grabar todo democratiza también el
orden social en otro sentido: en el de que el relato de cualesquiera hechos
sociales que hacen los individuos en el ciberespacio muchas veces contradice el
que elabora la autoridad y no está claro que, en ausencia de pruebas válidas, la
autoridad pueda imponer su interpretación frente a una avalancha de fotos y
vídeos de particulares que la contradicen.
La red que se hace más patente porque además se ajusta bien a su designación
es Twitter, el nombre propio más exitoso para una forma de la blogosfera, el
llamado microblogging, que eleva la velocidad y la concisión (140 caracteres)
del debate político y de todo tipo hasta convertirlo en algo frenético que tiene su
punto de adicción (Congosto et al., 2011; Corrick, 2011; Gutiérrez Rubí, 2011;
Zarrella, 2010). En Twitter se mezcla todo el mundo, los participantes en una
manifestación o asamblea y las autoridades encargadas de ordenarla y, en su caso,
reprimirla, no siendo extraño que se enreden en polémicas sobre los hechos.
Quizá suene un tanto exagerado por ahora, pero es razonable pensar que Twitter
puede cambiar la forma en que nos relacionamos unos con otros y con las
instituciones; en definitiva, puede cambiar nuestra forma de vida (Johnson, 2009).
Todo lo anterior sirve para comprobar que el ciberespacio cuenta como
pobladores a los individuos del mundo entero, que entran en relaciones múltiples
y son capaces de concertar su acción de un modo completamente horizontal,
fragmentario, espontáneo, no jerárquico. La acción colectiva que es el agregado
de acciones de individuos que entran en la colectiva manteniendo su
individualidad y por lo tanto no son un partido, ni una iglesia, ni una secta o un
club sino que son una multitud, la multitud de los internautas.

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La multitud es la forma de actuación de las masas en el ciberespacio. Son dos
términos, multitud y masa que piden una breve digresión porque aun no siendo
nuevos, al no estar dotados de particular rigor conceptual, tienden a confundirse.
De los dos, el que mejor describe la acción colectiva del ciberespacio a nuestro
entender es el de multitud, que no está reñido con la presunción de que se
compone de individuos adoptando decisiones en su irreductible autonomía. El de
masa, en la versión orteguiana y en la de los demás elitistas, desde Michels hasta
Schumpeter deja bastante que desear a este respecto porque está formulado con
una connotación peyorativa. La masa es tal y se constituye en un sujeto porque los
individuos han desaparecido en su seno, absorbidos en una especie de extraño ser
colectivo del que podía afirmarse que tuviera una conciencia (como suponían
Marx o Durkheim) o un espíritu (Herder) o una psicología (Reich, Le Bon) o un
imaginario colectivo (Anderson). La sospecha inmediata que suscita este enfoque
es que resultará fácil manipular ese conglomerado amorfo y obligarlo a seguir
ciegamente las directrices de cualquier caudillo populista.
La multitud es algo distinto. El más reciente pensamiento marxista y
postmarxista, le encomienda la tarea de constituirse en nuevo sujeto de la historia
(Negri/Hardt, 2000, 2004, 2006). Lo cual lleva a preguntarse qué sucedió con el
sujeto anterior, la clase obrera. El concepto de clase como sujeto histórico estaba
sometido a una dogmática compleja e inverosímil, en perpetua lucha con unas
condiciones reales que lo negaban sistemáticamente. Que las tres revoluciones
marxistas más importantes del siglo XX, la rusa, la china y la cubana hayan
triunfado en países en los que la clase obrera, el proletariado de Marx, no era la
clase políticamente hegemónica, ni siquiera mayoritaria porque se trataba de
estructuras sociales fundamentalmente agrarias fue el golpe de gracia a una teoría
de la revolución basada en el concepto de clase como vanguardia de la sociedad
y de partido como vanguardia de la clase
Al encontrarse con un instrumento conceptual echado a perder el
neohistoricismo marxista recurre al concepto de Spinoza porque parece responder
mejor que el de clase a la exigencia que se le plantea, de ser el sujeto de la
historia. Es cierto que es un concepto impreciso y carente de especificidad
sociológica. Pero esos mismos eran los defectos del concepto de “clase”, por más
intentos de determinación que se hicieran y que solían desembocar en puras
logomaquias impracticables. Hobbes había tomado el concepto de multitud de
Maquiavelo y lo había empleado para distinguir entre formas justas de gobierno,
en las que prevalecía el pueblo, y formas injustas en las que prevalecía la
multitud. El pueblo era una unidad que tenía una sola voluntad y a la que cabía

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atribuir una acción común (Hobbes, 1993: 108), cosas que no pueden predicarse
de la multitud. El pueblo (que en la Monarquía es el Rey y en las aristocracias y
democracias, la asamblea) es el orden, mientras que la multitud es el desorden,
los súbditos, cada uno para sí, los ciudadanos, el vulgo (Hobbes, 1961: ibíd.).
En cambio, en la visión que Spinoza había recogido la multitud es la suma de
individuos libres en posesión de todos sus derechos y libertades, como en el
estado de naturaleza, que Spinoza hace arrancar de las primitivas tribus de Israel,
antes de acoger la Ley de Moisés y hasta el establecimiento de la monarquía
(Spinoza, 1951: 214). Mientras los israelitas transfirieron sus derechos y
libertades a Dios era como si lo hicieran a ellos mismos como colectividad. Solo
más tarde comenzó la decadencia, cuando se instituyó la monarquía que suprimió
la democracia en la que los individuos actúan como multitud en plena libertad y
que Spinoza considera la más natural de todas las formas de gobierno “y la más
consistente con la libertad individual” (Spinoza, 1951: 207). Sabido es que el
espinozismo mantiene una incómoda relación entre la aceptación de la monarquía
y la plena democracia pero, en el fondo, las simpatías del filósofo están con la
segunda basada en la acción de la multitud, compuesta por individuos que no
pueden transferir su poder y sus derechos a otro hasta el punto de dejar de ser
hombres (Spinoza, 1951: 214). Por ello, a la hora de reconocer la bondad de la
forma monárquica como mal menor, antes que aceptar una condición incierta y
vacía y sin libertad, recuerda que esa monarquía, siendo justa, no puede
pervertirse sin provocar la “indignación de una gran parte de una multitud
armada” (Spinoza, 1951: 328) y esta es la multitud que Negri y Hardt tienen en
mente y desarrollan como una esfera de acción de los individuos en que se
manifiesta la voluntad agregada de estos de modo libre, espontáneo, no
planificado pero muy real y eficaz en la historia. Estos agregados son contingentes
y se forman por mecanismos sociales de adhesión que reflejan reacciones
subjetivas colectivas de respuesta a las formas del poder, que normalmente actúan
en el terreno de la protesta y pueden llevar a la revolución.
Esa es también la concepción de la multitud que se da en la obra anterior de
George Rudé, el historiador inglés, miembro de la tendencia de la “historia
social”, al estilo de Thompson o Souboul y uno de los pioneros de esta visión
historiográfica que, dentro de la tradición marxista, trata de revaluar la función de
la acción colectiva de la gente en la historia a través de la formación de
multitudes (Rudé, 1964). Son las multitudes las que explican las revueltas del
siglo XVIII. La idea, por supuesto, no es que las muchedumbres monopolicen el
protagonismo de la historia, sino que sin tomarlas en consideración, es imposible

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un conocimiento cabal de esta ya que buena parte de la acción de los poderes
seculares y espirituales solo se explica como reacción a los movimientos
populares.
A su vez, lo interesante de la teoría de Negri es que pone en relación la idea de
multitud con la realidad planetaria del Imperio. No hace aquí al caso considerar
el alcance de este concepto que utiliza terminología de la vieja teoría marxista del
imperialismo, pero no parece encajar en su espíritu. Tengo la impresión de que
Negri/Hardt hipostasian esa idea del imperio, extrapolan la experiencia de los
Estados Unidos en el siglo XX, como si el imperio, al hacerse el poder yanqui
extraterritorial, se hubiera hecho planetario, sin una raíz nacional o sede social
concreta, como se dice sucede con las compañías transnacionales. En todo caso,
la trilogía de Negri/Hardt, (Negri/Hardt, ibíd.) traza el mapa del pensamiento
crítico/revolucionario contemporáneo de la época de la alterglobalización y del
Foro de Vista Alegre.
No es doctrina carente de contradictores sino todo lo contrario. Desde el campo
del marxismo más o menos dogmático le han llovido frecuentes críticas que
suelen incidir en el carácter posmoderno, relativista de las concepciones
negrinianas (Turchetto, 2003), en la falta de congruencia con las referencias
marxistas clásicas, especialmente las leninistas (Nardo, 2003) o en la
mixtificación de las concepciones marxistas sobre el imperialismo (Balakrishnan,
2000). El asalto es en parte justo y en parte no. Es justo decir que las teorías de la
multitud no son nuevas ni caen del cielo. Aparte de las huellas clásicas
(Maquiavelo, Hobbes, Spinoza), hay una tradición en el pensamiento crítico que
no conviene olvidar que procede de un antiguo venero anarquista y que, al
entroncar con el marxismo, dio lugar a una corriente doctrinal que subraya el
principio de acción espontánea de las masas (Luxemburg, Levi) y que llega hasta
fines del siglo XX en concepciones como las de la autonomía obrera que,
precisamente, tuvieron mucha fuerza en la Italia de los años setenta bajo la forma
de la autonomía operaria, que tanto influyó en la formación del pensamiento
negriniano Pero también es justo señalar que las nuevas formas de acción
colectiva a base de multitudes, se realiza sobre la base de un acceso a la
información como no lo ha habido antes nunca, lo que supone la acción de unas
multitudes cuya característica ahora viene a ser que se trata de realidades
“ilustradas” (Rheingold, 2002).
No es exacto equiparar la doctrina del Imperio con el concepto de globalización
porque son cosas distintas. El Imperio negriniano está deliberadamente calcado

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de la idea de Polibio del orden romano (Negri/Hardt, 2000) y, por lo tanto, es un
constructo complejo, jerárquico, alambicado, en el que juega la misma idea de
“equilibrio interior” tan querida por el historiador del círculo de Escipión,
mientras que el concepto actual de globalización es impreciso, inseguro,
magmático, en definitiva, muy apropiado a su correlato de la multitud, que
también es un concepto básicamente intuitivo. Pero, a los efectos que aquí se
persiguen la equiparación es legítima por razones analíticas. Y conveniente, pues
la idea de la globalización permite ver los problemas con mayor claridad. El
primero de todos y el más importante es el de la supervivencia de la estructura
conceptual de la nación, el espíritu, la conciencia colectiva nacionales. Debe
recordarse que la pretensión última de la www es la creación de una red
planetaria, con ignorancia de las divisiones estatales. Esta idea parecería
coincidir felizmente con el resultado del avance de la globalización que se ve a sí
mismo como la superación de los límites nacionales de cualquier tipo, la
poliarquía internacional, el predominio de la biopolítica foucaultiana, el carácter
instrumental de muchas instancias internacionales, la situación de guerra
permanente, de excepcionalidad internacional, la vana protección de los
poderosos frente a la ira de las muchedumbres sublevadas; en definitiva el mundo
conceptual de la teoría negriniana, en parte hegemónica en el pensamiento crítico
actual y que, sin embargo, a nuestro entender, pasa por alto la persistencia de un
fenómeno que da por liquidado sin que lo esté.
El asunto no es de poca monta. Se trata de la pervivencia del ideal que más
antagónico se considera con la globalización, esto es, el nacionalista. La idea de
nación, que es de tipo cultural, al revestirse de política se convierte en la
ideología más fuerte y más permanente del mundo contemporáneo. Todas las
demás han conocido su cénit y su nadir y han desaparecido por el escotillón del
fin de las ideologías de Bell (Bell, 1966)13. Quizá solo para dar paso a nuevas
ideologías, como el ecologismo o el feminismo, pero eso es aquí irrelevante. El
hecho es que de la época de las ideologías solo el nacionalismo se haya
mantenido como un protagonista esencial en la historia del siglo XX y lo que va
del XXI sin mostrar signos de debilitación sino todo lo contrario.
Efectivamente, la promesa de la globalización era la abolición del poder de los
Estados nación (Castells 2005) y lo mismo daba por descontado la red del www.
Pero ¿ha sido así? Claramente, no. El nacionalismo sobrevive impertérrito en
cuanto la nación, no cualquier otra sino esta, concreta, sirve como mecanismo de
aculturación y de socialización. La globalización funciona pero funciona en un

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contexto de relaciones entre las naciones. Y lo mismo sucede con la www: crea
un espacio, el ciberespacio en el que, en teoría, los límites nacionales son
irrelevantes. Sin embargo no hay tal. La experiencia muestra que las redes
sociales se articulan en comunidades nacionales. Obviamente la idea de las
multitudes en un medio en que prevalecen identidades nacionales no acaba de
sonar del todo bien. Sin embargo es la que se da en la realidad, a pesar de que el
ciberespacio, por su propia naturaleza, propicia la acción colectiva por encima
de las fronteras (Tarrow, 2010) Las multitudes son pensables a escala planetaria
pero, de momento, se articulan como realidades nacionales. Nada nuevo pues eso
es exactamente lo que sucedió con el sujeto anterior de la historia, el
proletariado, cuya reivindicación revolucionaria básica del internacionalismo se
rompió a las primeras de cambio, haciendo respetar la función de la nación.
Dicho en términos más claros, la sustitución de la política de partidos por la de
multitudes depende de que se alcance a deshacer las estructuras nacionales que es
en donde florecen los partidos, que se deshagan las naciones y desaparezca el
nacionalismo, lo que, hoy por hoy, es una utopía casi delirante. Pero una utopía
por la que debe lucharse si se quiere que la especie sobreviva y si ha de hacerlo,
será a través de la acción de las multitudes que, ahora, por diversas razones,
dejan de ser tumultuosas e incomprensibles para convertirse en procesos
eficientes. Las multitudes, agentes actuales de la historia, pugnan por romper los
límites del Estado nacional y, si bien no lo consiguen por entero, se encuentran en
situación inmejorable para conseguirlo desde el punto de vista de las
posibilidades materiales, tecnológicas. Se extiende la conciencia moral de la
unidad de la especie, pero choca con las prácticas materiales encerradas en los
Estados. Esta pugna es la realidad contradictoria de las relaciones entre
nacionalismo y globalización. Tal es la frontera actual del debate político y la
acción revolucionaria (Cotarelo, 2010). Ayuda bastante a ello que los medios de
comunicación, principales responsables del declive de los partidos políticos,
sepan que su porvenir está en la alianza con la red. De hecho tanto la radio como
la televisión están plenamente integradas en el ciberespacio y toda la prensa tiene
también ediciones online.
Igualmente es de mucha importancia que la acción de multitudes se encuentre en
un primer momento con una comunidad cultural internacional, en la que no se den
barreras lingüísticas. Es lo que sucede con el ciberespacio de los países
anglosajones, el de los españoles y el de los árabes. Aquí, obviamente, es más
fácil de romper el encadenamiento nacional. Ciertamente, se trata de
determinaciones contingentes, pero no cabe olvidar que buena parte de la acción

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política no es otra cosa que la conversión de la contingencia en necesidad, de la
que se hace virtud.
En su origen, la primavera árabe es un movimiento de multitudes que ignora las
divisorias nacional/estatales, armado con la comunidad lingüística. Ningún
esquema explicativo anterior da cuenta de este fenómeno multitudinario que se ha
extendido como un reguero de pólvora por todo el norte del Africa y ha pasado a
Asia y llegado al otro extremo de la península arábiga y que ha tenido
plasmaciones prácticas muy diversas, desde movimientos pacíficos con reformas
constitucionales hasta sangrientas guerras civiles. Esta tormenta no es obra de una
clase social ni de una confesión religiosa ni una minoría nacional o cultural sino
de un movimiento espontáneo de la población que ha coordinado su acción
horizontal, de multitud, a través de la red y el ciberespacio. Los medios
tradicionales, mucho más lentos y fáciles de intimidar o doblegar por los poderes
políticos, tuvieron una función modesta en la evolución de los acontecimientos,
más como intérpretes post festum que de narradores en el corazón de los hechos.
En la medida en que los medios dieron información en tiempo real fue porque
hicieron simbiosis con las redes sociales en el ciberespacio.
A este respecto se ha dado un debate sobre la función que en estos movimientos
de la primavera árabe cupo a las redes e internet en general. Algunos
consideraron necesario explicar que el ciberespacio no podía sustituir la realidad
tangible, que las revoluciones se hacen en el campo de lo material, de las
relaciones sociales y económicas y no en el terreno virtual. Como si fuera
necesario señalar algo tan obvio. No son los medios tecnológicos causa alguna de
la revolución en ninguno de sus sentidos sino que, como buenos medios son los
que posibilitan (o impiden) la consecución de los objetivos en otros territorios.
Internet, el ciberespacio no son fines en sí mismos sino catalizadores de una
acción social que se da en el terreno “real”.
Multitudes son también las que salen a la calle en movimientos como DRY o el
15-M en España, especie de repetición de las que lo hicieron en 12 y 13 de marzo
de 2004 a protestar ante las sedes del PP por lo que consideraban los engaños del
gobierno (Sampedro, 2005) Aquí, aunque tampoco hay barrera lingüística, como
sucede con gran parte de la umma musulmana, no se ha traspasado la barrera
nacional y el movimiento se ve a sí mismo y es, específicamente español, sin que
las variantes de los países latinoamericanos hayan pasado de momento de simples
esbozos. Los mismos españoles no parecen haberse preocupado por la
posibilidad de expandirse en la umma hispánica desde el momento en que han

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empezado a bautizar su movimiento en inglés, como la Spanish Revolution, en lo
que seguramente demuestran un sentido realista de la jerarquía en el mundo
contemporáneo, pero muy escasa lealtad hacia la idea de un patriotismo de raza,
cultura o civilización.
El movimiento coincide con un momento de indignación muy extendido en la
opinión pública a raíz de las medidas de recortes y austeridad con que las
autoridades tratan de combatir los efectos de la crisis económica y financiera
(Hessel, 2011; Antentas/Vivas, 2012) y, aunque no enteramente libre de críticas
desde un punto de vista de cierta “ortodoxia de la rebelión” (Rodrigo Mora,
2011), arranca con una consigna expresa “apartidista” que ya cierra el camino de
entrada a la presencia de actores colectivos, de todos en realidad, porque la
exclusión de los partidos significa igualmente la de otras asociaciones, sindicales
o profesionales, deportivas o religiosas. La multitud del 15-M es espinozista y se
quiere compuesta por individuos autónomos, seres humanos que deciden
integrarse en una acción colectiva en uso de su libre iniciativa personal y porque
hay afinidades electivas y que a su vez, pueden también estar asociados por otras
partes en ejercicio del juego de identidades múltiples de que se hablaba antes que
confluyen en un punto de encuentro en el que se acumulan las “razones para la
rebelión” (Toledo, 2012).
Pero todos esos datos de horizontalidad, espontaneidad, falta de carácter
orgánico, régimen asambleario que, en principio, señalarían un fenómeno efímero,
resultan ser tornillos de una estructura flexible, líquida, que diría Bauman, pero
permanente en el tiempo, como se aprecia en la jornada del 12 de mayo de 2012,
que fue un éxito de los convocantes, dejó paralizadas a las fuerzas de seguridad
del Estado y fue un movimiento multitudinario y pacífico, exactamente como había
comenzado a ser ya un año ante (AcampadaSol, 2011). Quiero recordar que las
revoluciones de terciopelo, para unificar en una sola todas las de los países
socialistas en los 80 y los 90, comenzaron así, con convocatorias populares,
masivas y pacíficas al grito de “somos el pueblo”. Hay cierta continuidad. Pero
en los movimientos de los antiguos países socialistas había organización, las
decisiones las tomaban unas cúpulas contra las que se dirigía de vez en cuando la
acción de la policía. En el movimiento del 15-M no hay estructura orgánica y
nadie en concreto es el responsable del acontecimiento (Cotarelo, 2012a). Sin
duda, hay un ciudadano que, en nombre propio, solicita los oportunos permisos de
la autoridad pero él mismo no tiene ninguna sobre el movimiento y se trata
solamente de un expediente para cumplir la legalidad y dar cauce un movimiento
de protesta que se quiere dentro de ella pero para protestar contra ella.

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Otra cosa es que, al considerar este fenómeno como un problema de orden
público (probablemente porque no pueden hacer otra cosa), las autoridades estén
empeñadas en investigarlo con los esquemas conceptuales propios de otros tipos
de actividades. La idea de que se trata de movilizaciones planeadas y organizadas
por alguien interesado en borrar su huella lanzando cortinas de humo teórico
sobre la espontaneidad, etc., la idea concomitante de que, por detrás de estas
actividades hay fuentes de financiación ocultas, merecen una oportunidad porque
pudieran ser ciertas. Es poco verosímil, pero no increíble pues la naturaleza
humana es insondable. Lo más importante, en todo caso, es que las autoridades no
caigan en la trampa de fabricar las pruebas de sus afirmaciones con el fin de ser
expeditas y eficaces.
Curiosamente ha sido en al ámbito anglosajón en el que ha prendido algo del
ejemplo de la Spanish Revolution bajo la forma de los movimientos de Occupy
Wall Street en un caso y Occupy London en el otro. La base de la idea es la
creación de movimientos ciudadanos de contestación, críticos, deliberantes y de
carácter permanente. La ambición final es lanzar un desafío a la fórmula
legitimatoria básica del liberalismo político: el gobierno por consentimiento.
Parece que la multitud camina en el sentido de mostrar al gobierno que ya no lo
consiente más y que es preciso replantear el contrato social (Crowley, 2010). De
ahí que en diversos sectores del 15-M se hable de asambleas constituyentes. Sin
duda un objetivo a largo plazo que muchos considerarán utópico. Pero más
utópico será, desde luego, si ni quisiera se emprende el camino.
La manifestación del fenómeno de multitudes conoce varias validaciones
recientes. Una de ellas es el movimiento ruso de oposición a Putin quien, sin tener
muchos otros puntos en común, sí tiene algunos con Berlusconi en cuanto, por
ejemplo a su desvergonzada manipulación de la legalidad para alcanzar sus
objetivos personales. La oposición a Putin no se hace a título de partido o
cualquiera otra organización o asociación sino a título del común, espontáneo,
acuerdo de la ciudadanía en masa14 de oponerse al ejercicio de un poder que es
rocambolescamente ilegítimo o bien, incluso mediante la oposición a su régimen
de sectores laborales o profesionales específicos15 Igualmente en esta línea se
produce el movimiento Occupy Franfurt que echa a la calle a miles de
manifestantes en la ciudad que es sede del Banco Central Europeo y, por tanto,
muy simbólica.
Pero la acción de las multitudes no se limita a ser una realidad objetiva en los

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procesos en los que aquellas actúan como partes en defensa de sus intereses, sino
que también muestra su reflejo en el ámbito simbólico de una forma peculiar que
tiene que ver con la teoría hasta aquí expuesta. Una breve consideración de las
dos manifestaciones de esta acción simbólica aclarará el asunto. Tanto el
fenómeno de Anonymous como el de WikiLeaks son manifestaciones de formas
teóricas concretas. En Anonymous el nombre es el programa. El anonimato a
primera vista es la característica esencial de internet y digo a primera vista pues
en el fondo en la red todo puede rastrearse. Para bien y para mal pues no son
escasas las voces de quienes lo culpan de males sin cuento, sobre todo de la baja
calidad moral de los intercambios en la red
Sin duda Anonymous un típico movimiento de los llamados hacktivistas que
mezcla acciones de protesta con sabotajes en internet o formas de desobediencia
civil16 parte de una concepción muy radical de la acción en el ciberespacio y en
su vindicación del anonimato late (y late porque los protagonistas lo cultivan) un
ánimo vindicativo y hasta amenazador que seguramente quiere ser justiciero.
Fórmulas como “Estamos aquí. Ya llegamos. Esperadnos”, suenan a lúgubre
advertencia espantable como para asustar a los niños. La acción “justiciera”
anónima es el resultado de aquella situación en que la multitud contempla con sus
mil ojos todas las injusticias, iniquidades y delitos que se cometen en su seno, las
denuncia, las debate en el ciberespacio y, de considerarlo necesario, por haber
identificado al culpable, determina una acción ofensiva, por ejemplo, una acción
contra el gobierno a efectos de impedir que este implante la censura en internet17
o un ataque de los llamados DoS (o de denegación de servicio)18, o un hackeo de
una página cuando se quiera subrayar la oposición a una institución o político o
cuando se pretende luchar contra las condiciones de la industria musical o
cinematográfica, consideradas culpables de prácticas abusivas19. Todo ello
decidido y ejecutado anónimamente.
Hay también en Anonymous un elemento de inmoralidad deliberada que cabe
reconducir a la idea de Fanon de que pues el colonizador no trata al colonizado
como un ser humano, el colonizado queda eximido de las pautas morales al uso
entre los seres humanos (Fanon, 1969). Puede romper su palabra, traicionar,
asesinar, que todo debe perdonársele por la negación de que es objeto.
Anonymous reproduce esta mentalidad aquí y ahora: somos los anónimos, hechos
de apaleados, maltratados, despedidos, explotados, desahuciados, los que
estamos en todas partes, en todas partes sufrimos la injusticia y, sin ser vistos,

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todo lo vemos y atacamos en donde queremos y cuando menos se espera. Estas
últimas habilidades son muy improbables de acuerdo con cualquier concepción
estratégica posible, pero son las que persigue Anonymous, la multitud enragé que
se ha enfriado y espera ahora a tomarse la venganza en el momento más propicio.
Anonymous es la multitud con un objetivo específico que, por su naturaleza
desestructurada, espontánea, no organizada sirve para una enorme cantidad de
cuestiones más o menos conflictivas en la sociedad, desde oponerse a las
pretensiones de la iglesia de la cienciología20 hasta publicar los nombres de los
abusadores de niños cuando hay casos de pederastia21. Su eficacia puede llegar a
ser muy notable ya que su acción puede tener carácter global22.
El otro fenómeno de importancia simbólica en el ciberespacio es el de
WikiLeaks, un portal de relevancia mundial consagrado a dar publicidad a todos
los secretos de los Estados. Esta dedicación tiene una importancia estratégica en
Occidente ya que, si bien todos los Estados ensalzan la transparencia en la
gestión, la claridad en las relaciones internacionales y la publicidad de sus actos,
todos recurren al secreto siempre que pueden y a ocultar sus actos del escrutinio
ciudadano. Es una situación de hecho ya que teóricamente se niega el principio de
los arcana Imperii, esto es, de la razón de Estado. En la práctica, sin embargo es
la actitud dominante en todos los campos. Así queda reconocido desde el
momento en que casi todos los Estados disponen de legislación en contra de la
revelación de secretos oficiales. Y eso es exactamente lo que WikiLeaks hace,
revelar los secretos oficiales. De ahí que los Estados Unidos tengan previsto
procesar a Julian Assange, el responsable de WikiLeaks por revelación de
secreto.
Dejando al margen la cuestión de si lo que hace WikiLeaks, esto es, publicar
documentos secretos de los Estados, informes y protocolos diplomáticos
confidenciales, es o no delito y en qué medida, lo que está claro es que, desde el
punto de vista político, el del interés del conjunto de la colectividad y, por tanto,
de la multitud, la labor de WikiLeaks es decisiva (Gutiérrez Rubí, 2011).
Proporciona a la multitud una base muy necesaria de información igualmente
valiosa para la acción colectiva como para la adopción de decisiones
individuales. Obsérvese aquí por lo demás que la acción social se fundamenta en
un conocimiento directo de la realidad a través de las redes. Los medios de
comunicación tradicionales a duras penas se mantienen frente a estas.
Así como Anonymous es la personificación de la multitud, WikiLeaks es el

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contexto en el que se mueve, el de un ámbito de comunicación universal,
transparente, sin secretos, de acceso permanente al conjunto de la información.
Las multitudes no pueden ser ya descalificadas como ignorantes sino que son
multitudes ilustradas y ese es el signo de los tiempos.
10 http://cij.inspiriting.com/?tag=shanghai-stock-exchange#. (Consultado 30 de mayo de 2012).
11 http://blog.al.com/scenesource/2010/01/brad_l_graham_coined_the.html. (Consultado el 28 de mayo de
2012).
12 http://mobithinking.com/mobile-marketing-tools/latest-mobile-stats. (Consultado el 30 de mayo de 2012).
13 Paradójicamente, la famosa obra de Bell dio lugar a una nueva ideología. En efecto, una concepción crítica
de esta, de raíz marxista, permite ver la concepción del fin de las ideologías como una ideología más.
14 Cientos de miles se manifiestan contra Putin:
http://online.wsj.com/article/SB10001424052970203711104577202643644716850.html?
mod=slideshow_overlay_mod (Consultado el 31 de mayo de 2012).
15 Por ejemplo, el mundo del teatro: http://www.guardian.co.uk/world/2012/may/31/protests-vladimir-putin-
boris-godunov-opera. (Consultado el 31 de mayo de 2012).
16 V. http://sniggle.net/hacktivism.php. (Consultado el 28 de mayo de 2012).
17 http://www.theinquirer.net/inquirer/news/2126594/anonymous-threatens-government-alleged-internet-
censorship. (Consultado el 28 de mayo de 2012).
18 Por ejemplo: http://www.theregister.co.uk/2009/04/20/ddos_hacktivism_pirate_bay/. (Consultado el 30 de
mayo de 2012).
19 http://www.bbc.co.uk/news/technology-11371315. (Consultada el 28 de mayo de 2012).
20 Brian Seymour, “Anonymous takes Scientology war to the Streets: http://au.news.yahoo.com/today-
tonight/lifestyle/article/-/490551/anonymous-takes-scientology-war-streets/. (Consultado el 30 de mayo de
2012).
21 Matt Liebowitz “Anonymous releases IP Adresses of alleged child porn viewers.
http://www.msnbc.msn.com/id/45147364/ns/technology_and_science-security/#.T8zipsXVv1U.
(Consultado el 28 de mayo de 2012).
22 Como reconoce hasta Al-Yasira. http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2011/
02/201121321487750509.html. Consultado el 29 de mayo de 2012)

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5. CONCLUSIÓN
Ha quedado claro a nuestro entender el proceso que hemos creído detectar en
los elementos estructurales de la vida social, un proceso de creciente
individuación en la participación de la gente en política, participación que
empieza en los partidos políticos, se desarrrolla con el auge de los medios de
comunicación y finalmente se constituye en un ejemplo de política 2.0 por medio
de la red, articulada a través de la acción de las multitudes. La negación hegeliana
de la masa indiferenciada del Oriente por la acción oligárquica de las
aristocracias grecorromanas es a su vez negada por la aparición del individuo de
la Edad Moderna en lucha contra el ancien régime, del individualismo posesivo
convertido luego en revolucionario y cuya manifestación en la historia se hace a
través de la multitud que, en definitiva, es la aufhebung de la masa anónima,
indiferenciada de los orígenes, su superación revolucionaria. No es casualidad
que, en la batalla por la preminencia teórica entre los conceptos de clase y
multitud haya prevalecido el último que emerge en el turbulento siglo XVII y
alcanza su manifestación paradigmática con las revoluciones del XVIII, de cuyo
legado teórico todavía vivimos.
La política se hace ahora crecientemente en el ciberespacio, en el ámbito de la
red y esto tiene unas consecuencias que todavía no hemos sido capaces de
aquilatar con exactitud. Algunas, sin embargo, ya se han hecho patentes y apuntan
a formas distintas de acción. Por ejemplo, en la red es prácticamente imposible
mentir y los recursos retóricos de la política tradicional tienen en ella escasa
validez, de forma que, entendidos en términos políticos tradicionales, la red y el
ciberespacio son los estadios que hemos alcanzado más cercanos al ideal de la
democracia deliberativa e, incluso, de la acción comunicativa habermasiana. El
debate político del ciberespacio es muy rápido y goza de acceso abierto a una
información inmensa. El control ciudadano tiende a ser exhaustivo y el margen de
discrecionalidad de los poderes a desaparecer. La igualación teórica ideal de
gobernantes y gobernados en democracia se va plasmando poco a poco, la
irrelevancia de los partidos se hace obvia y los medios de comunicación
sobreviven en la medida en que se adaptan a esta nueva forma de hacer política o
ciberpolítica.
Siendo acción de multitud el debate se ha clarificado. No obstante, la asignatura
pendiente de la ciberpolítica, en donde debe concentrar sus indagaciones, es en el
modo de dar eficacia práctica institucional a las decisiones surgidas del debate en

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la red.

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Capítulo 11
Internet y nuevos repertorios de acción
colectiva en Europa. ¿Invalida el 15M el
malestar mediático?
ÓSCAR G. LUENGO
Universidad de Granada
ogluengo@ugr.esogluengo@ugr.es
https://www.facebook.com/oscar.luengo.7?sk=info
http://www.ugr.es/~dptocpolitica/ver_profesor.php?
@ogluengo

1. INTRODUCCIÓN
En los últimos años, las clásicas discusiones sobre el potencial de las nuevas
formas de comunicación que utilizan internet como plataforma de difusión, se ha
enfrentado a una serie de acontecimientos que han supuesto, cuando menos, la
reubicación algunas de sus asunciones.
En España se encuentran varios precedentes en los que las nuevas tecnologías
de información y comunicación (NTICs) han ayudado a encauzar algunos
episodios de acción colectiva, como lo fueron las manifestaciones del 13 de
marzo de 2004, que quisieron mostrar su descontento ante la gestión informativa
que estaba realizando el gobierno del Partido Popular tras los dramáticos
atentados terroristas de Al Qaeda en los trenes de cercanías de Madrid, durante la
jornada de reflexión previa a las elecciones generales. En este caso, los activistas
se ayudaron de los mensajes de texto (re)enviados con los detalles de esta
convocatoria en un período en el que aún las redes sociales casi no se habían
desarrollado con profundidad, o ni siquiera se habían inventado. Sin embargo,
estos no fueron los primeros eventos en este sentido, ya que a comienzos del
presente siglo en Filipinas y en Venezuela, se registraron manifestaciones
similares alrededor de intentos de golpes de Estado en contra del poder
establecido, que emplearon exactamente los mismos mecanismos.
Al calor del desarrollo tecnológico, los últimos años han puesto encima de la
mesa varios acontecimientos de repercusión internacional en los que el potencial
de los nuevos medios no ha hecho más que confirmarse. La primavera árabe, por
un lado, y la denominada Spanish Revolution, por otro, son excelentes ejemplos

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de ello.
El presente capítulo trata de rescatar la discusión que se ha venido dando en las
últimas décadas sobre el papel que han desempeñado los medios de comunicación
en la profundización de los sentimientos de apatía política. Tradicionalmente, los
medios se han visto señalados como los culpables de que los ciudadanos del
mundo occidental se reconozcan como desafectos políticos. Los acontecimientos
citados no hacen sino plantear nuevos interrogantes a este campo de investigación
y reflexión de la comunicación política. Por lo tanto, la presente propuesta de
investigación intenta recapacitar sobre estos acontecimientos, facilitando
evidencias empíricas que permitan dirimir si las percepciones tradicionales
mencionadas siguen teniendo sentido y vigencia, a la luz de los últimos eventos y
con la mutación de los medios de comunicación tradicionales en estas nuevas
formas de comunicación que facilita internet.

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2. ¿CÓMO PUEDEN AFECTAR LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN A LA CULTURA POLÍTICA?
Hay que remontarse al menos a bien entrados los años sesenta para encontrar un
precedente que vinculara el quehacer de los medios de comunicación con las
crecientes dosis de desafección política1. Aunque no es fácil identificar el primer
momento en el que se llama la atención sobre esta coincidencia temporal en la
que los medios de comunicación, fundamentalmente televisivos, consolidan
finalmente su grado de penetración, y los ciudadanos empiezan a acusar unos
registros ciertamente preocupantes de alejamiento o desapego político, se han
señalado a Kurtis Lang y Gladys Lang (1966) como los autores que iniciaron las
primeras reflexiones sobre el asunto. Ellos apuntaron que existía un proceso de
fortalecimiento en la difusión de la televisión como medio de referencia que,
paralelamente, había sido acompañado de un visible desvanecimiento del
compromiso político de los ciudadanos. No obstante, estas primeras aportaciones
pasaron de alguna forma inadvertidas en la medida en la que fueron formuladas en
un contexto intelectual dentro de la comunicación política fundamentalmente
marcado por el dominio de la corriente de los “efectos mínimos”, esto es, la
percepción de que los medios no eran tan determinantes como se había pensado
hasta la segunda guerra mundial.
Tenemos que esperar hasta finales de los años setenta para encontrar la primera
propuesta sólida en este sentido, que fue principalmente de carácter teórico. Es
Michael Robinson (1976) precisamente el que acuña este término poniendo en
valor un concepto que irrumpirá en los estudios de comunicación política hasta
nuestros días: el videomalaise (videomalestar). La tesis de Robinson,
extraordinariamente argumentada, era bastante simple en su concepción: los
medios de comunicación televisivos han terminado cubriendo los asuntos
políticos de una forma manifiestamente negativa y anti-institucional, lo cual ha
acabado impregnando los patrones vertebradores de la cultura política de los
ciudadanos originando, consecuentemente, una nueva generación de ciudadanos
profundamente desafectos y de compromiso público muy débiles. De una forma
más detallada, este mismo autor señalaba en esta obra seminal seis elementos,
autónomos pero profundamente relacionados entre sí, en los que descansaba esta
nueva realidad que producía el ya mencionado videomalestar (Robinson, 1976:
426): 1) la enorme magnitud y forma anómalas de la audiencia televisiva,
especialmente numerosa en Estados Unidos2; 2) las percepciones públicas

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positivas sobre la credibilidad de los programas; 3) el carácter interpretativo de
la cobertura informativa, en detrimento de su carácter descriptivo; 4) el énfasis en
lo negativo de los informativos televisivos; 5) el acento en el conflicto y la
violencia de los reportajes; 6) el sesgo anti-institucional de los programas
informativos de la televisión que cruzaba sistemáticamente la línea marcada por
la saludable función de “perro guardián” (watchdog) o control político atribuido
a los medios. Todos estos elementos confluían a la hora de fomentar la
desafección política generalizada, la frustración, el cinismo y el malestar.
En las décadas que siguieron, también hubo otros autores que siguieron el
camino y las aserciones descritas. Uno de ellos es Joseph Cappella, quien
observaba que desde los sesenta la cobertura informativa de la política en
general, pero especialmente durante las campañas electorales y con más
intensidad en el caso norteamericano, se realizaba eminentemente desde
presupuestos estratégicos, es decir, resaltando los aspectos interpretativos en
detrimento de las cualidades descriptivas, y concentrada en mayor medida en
cuáles son los puntos débiles de los candidatos más que en sus méritos y virtudes
(Cappella, 2002: 234-235). El argumento principal que manejaron estos autores
ubicaba el momento en el cual los periodistas comenzaron a exhibir una actitud
más beligerante hacia los políticos, a finales de los años sesenta y comienzo de
los setenta, coincidiendo con dos eventos muy relevantes en los que Estados
Unidos se vio involucrado: la guerra de Vietnam y el escándalo Watergate. Justo
en esa década se produce la liberalización del sector de la televisión en este país.
Este proceso de privatización, como en cualquier otra actividad de la economía,
trajo consigo el aumento de los operadores, en este caso canales de televisión.
Dado que las audiencias eran, y son, finitas, los productores de contenidos
tomaron la decisión de seducir al público y atraer televidentes empleando
encuadres más sensacionalistas y convirtiendo los contenidos, no sólo los
destinados al entretenimiento sino también los de información política y social, en
tabloides amarillos. Esa es la secuencia que presentan estos autores para concebir
este, por un lado, alteraciones en el sistema del mercado de la televisión y, por
otro, cambio de comportamiento de los periodistas en su cobertura sobre lo
político Por lo tanto, a partir de mediados de los setenta se puede considerar
suficientemente consolidado este nuevo patrón actitudinal mediático centrado
básicamente en la cobertura antigubernamental (Miller et al, 1979: 67).
Sin embargo, el primer sustento empírico de calado que se puede rescatar es el
realizado por Thomas Patterson en los años noventa. Este autor propone un
análisis de contenido de la información política publicada en la prensa escrita

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(semanarios de prestigio) durante las campañas electorales presidenciales
estadounidenses desde 1964, para llegar a una conclusión muy en línea con las
tesis del malestar: la información política ha evolucionado a presupuestos más
negativos siendo crecientemente más interpretativa que descriptiva, más basada
en encuadres de carreras de caballos3, que emplean como fuente de la
información cada vez en más número a periodistas (en vez de la fuente primaria
que suponen los propios políticos), que progresivamente usa tonos más agresivos,
y se concentran paulatinamente en mayor grado en las controversias de campaña y
los escándalos políticos (Patterson, 1994).
Este conjunto de argumentos, ya presente en las primeras obras del malestar
mediático, es el que se esgrime para razonar la constante caída del compromiso
cívico de los ciudadanos durante las últimas décadas. Desde este enfoque teórico,
son los políticamente desafectos coincidentemente los que más medios de
comunicación consumen, esencialmente televisivos, fundamentalmente porque los
programas televisivos acentúan los elementos conflictivos del proceso político
(Maier, 2000: 79-80), alimentando el cinismo del público.
Sin embargo, a partir de los años noventa, algunos investigadores circunscritos
en el campo de la comunicación política, fundamentalmente europeos, comienzan
a preguntarse si toda esta propuesta del malestar mediático tan indiscutida en el
contexto intelectual estadounidense, gozaba de iguales niveles de aplicación en
los países europeos.
La primera referencia en este sentido es la de Christina Holz-Bacha (1990),
quién empleando una análisis estadístico multivariante demuestra que en
Alemania Occidental las tesis del videomalaise no eran válidas tal y como se
formularon. De hecho, de este estudio de referencia se pueden extraer varias
conclusiones. Si las teorías del media malaise sostenían dos asunciones
medulares, uno, que los procesos de comunicación política tienen un impacto
significativo sobre el compromiso cívico de los ciudadanos y, dos, que esa
repercusión se produce en una dirección negativa, Holz-Bacha demuestra que si
bien la primera se produce, aunque no en todos los casos, la segunda se observa
pero en el sentido contrario. En concreto, uno de los hallazgos más destacables de
este análisis es el hecho de que la exposición a los noticiarios televisivos y a los
periódicos de información general, no estaba relacionada con la presencia de las
dimensiones configuradoras de la desafección política.
A partir de este estudio, otros autores (Norris, 1996, 2000a, 2000b; Newton,
1998, 1999) toman una misma lógica de aproximación a la relación mencionada,

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llegando a conclusiones que desmontaban los presupuestos consolidados desde
Estados Unidos (y para Estados Unidos). La principal aportación de estos
estudios radicaba en aseverar que no siempre se producía una relación
estadísticamente significativa entre el consumo de medios de comunicación y la
desafección política, pero cuando ésta se daba en alguna de sus variables, se
producía en sentido positivo, lo que implica que los medios de comunicación son
en general un buen predictor de las dimensiones de la afección política. Tras
estos análisis, que empleaban como principal resorte metodológico análisis de
datos estadísticos, se pueden observar también algunos estudios que proponen
novedades significativas, combinando estas mismas técnicas con análisis de
contenido o aproximaciones experimentales (Maurer, 2003; Luengo, 2009;
Aalberg y Todal Jenssen, 2003; Moy y Pfau, 2000; Martín, 2001; Vreese y
Semetko, 2002).
En conclusión, parece que los primeros estudios que trataban de desentramar la
compleja relación entre medios y cultura política olvidaron tomar en cuenta
algunas consideraciones analíticas que han cambiado la perspectiva inicial sobre
la problemática. Si se incluyen en las investigaciones la diferenciación entre tipo
de contenidos (entretenimiento vs. informativos), clase de soporte mediático
(radio, prensa, televisión e internet), la dimensión de la cultura política a la que
se hace referencia (desinterés, ineficacia, desconfianza, desconocimiento,
abstención electoral, inactivismo político, etc.), y el país (o contexto) específico,
podremos observar cómo la combinación de interrelaciones es mucho más
compleja de lo interpretado por los autores que comenzaron a esclarecer esta
relación4.
1 La propuesta de la desafección política tiene algún matiz distinto a los conceptos lindantes como descontento,
alejamiento, cinismo político, empleados con más frecuencia en estudios procedentes de las ciencias de la
comunicación. La desafección concilia bajos registros en interés, eficacia, participación, militancia,
activismo, conocimiento y entendimiento políticos, con una aprobación sin fisuras de los principios
democráticos: “La desafección, tratada técnicamente, ha de ser vista como el descontento con el modo en
el que operan algunas partes específicas del sistema o con determinadas políticas públicas del régimen, sin
que la legitimidad, o incluso el punto óptimo del sistema [optimality], sea necesariamente puesta en
cuestión” (Ramet, 1984: 85).
2 La realidad era que en Estados Unidos en los años sesenta el consumo de televisión se presentaba como una
realidad innegable, pasando de 200.000 receptores en 1947 a 60 millones en 1959, lo cual suponía un 65 por
ciento de los receptores de todo el planeta. En España, la evolución fue mucho más tardía, estimándose el
número de receptores en 1956 en 3000 (Rueda, 2005: 47-55).
3 La carrera de caballos (horse-race), hace mención a la información política que se redacta tomando de
referencia los resultados de sondeos electorales y, por lo tanto, reduciendo la campaña electoral a una
carrera de las que pueden verse en los hipódromos.
4 Menos visible ha sido el intento por parte de algunos analistas de comprobar si existe una diferencia

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substancial entre los consumidores de medios televisivos públicos y privados. Aparentemente, esto no ha
sido una variable que tuviera mucho poder explicativo en los modelos estadísticos: (Holtz-Bacha y Norris,
2001: 123-124; Hooghe, 2002: 2).

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3. ASPECTOS METODOLÓGICOS
Una vez situados en el tema concreto, cabe preguntarse entonces cómo se
pueden ubicar los nuevos medios, fundamentalmente internet, en el puzzle
dibujado con anterioridad. Los primeros intentos de verificar el papel jugado por
internet como medio de comunicación en esta difícil relación con la cultura
política se remontan a comienzos del Siglo XXI (Uslaner, 2000; Sunstain, 2001;
Price, Goldthwaite, Cappella y Romantan, 2003; Rusciano, 2003). Sin embargo,
el contexto tecnológico y el acceso a los nuevos soportes informativos no estaban
tan arraigados en este momento como en la actualidad5, por lo que presume que el
panorama ha podido modificarse.
La introducción de internet en esta lógica de análisis supone todo un reto. Por un
lado, aún no hay un acuerdo generalizado de qué sea un medio de comunicación,
lo que cuestiona su concepción como un soporte mediático más. Por otro lado, la
modelización del consumo de internet es cuando menos compleja y multifacética:
los internautas se pueden conectar a la red con objetivos muy distintos, pero
perfectamente conciliables, de modo que en términos informativos los ciudadanos
pueden estar accediendo a los contenidos ofrecidos por un periódico digital, a
una de las denominadas páginas de contrainformación, al blog de algún un
periodista, o a los posts in situ de los ciudadanos protagonistas de un
acontecimiento de repercusión social y política. Por ello, el avance en términos
metodológicos a la aproximación del estudio de internet y su consumo sufre
constantes superaciones.
En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que internet ha sido señalado
por los principales autores como un medio a explorar para verificar si existe
algún vínculo especial con la temática tratada, y esa es la propuesta de este
capítulo. Es más, en los últimos años parece haberse confirmado la idea
preconcebida de que los activistas políticos hacen un uso muy intenso de las
nuevas tecnologías, como las redes sociales, y, no sólo eso, se sirven
explícitamente de ellas para organizarse, comunicarse, y, eventualmente, ejercer
presión en el proceso político.
“La acción política a través de la red tiene una resonancia, un alcance, una rapidez y una flexibilidad
muy superiores a las formas tradicionales de actividad política, “las demandas y apoyos”, de David Easton
[…] ó la triada de Hirschmann de “lealtad, voz y salida” [...], todos los cuales presuponen una acción
política de carácter institucional en la que la actividad y participación de los individuos se organizan según
formas establecidas”
(Cotarelo, 2010: 129)

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Por ello, la principal hipótesis que plantea esta investigación es precisamente la
de conocer si en realidad hay una vinculación positiva entre el consumo de
internet, en general, y el activismo político. Si esto se confirma, las tesis de
malestar mediático no serían aplicables al mundo digital, entendiendo internet
como un medio de comunicación más, y el activismo político como una de las
dimensiones de la afección política.
Asimismo, una segunda hipótesis pretende introducir una perspectiva
comparada ya que la sugerencia de los principales analistas en este campo basada
en la propuesta de Hallin y Mancini (2004), apunta a la expectativa de que
diferentes países, ubicados en diferentes modelos políticos y mediáticos6, están
anclados en diferentes culturas periodísticas (Cohen et al., 1996; Donsbach y
Patterson, 2004), diferentes patrones de comportamiento político, de actitud de
los gobernantes. Asimismo, cabe esperar también la preminencia de diferentes
asuntos públicos dentro de la agenda política, lo cual ahondaría en la idea de que
potencialmente podrían existir grupos de países con registros distintos lo cual, a
su vez, podría implicar incidencias en la primera hipótesis (Luengo, 2006).
Finalmente, la última hipótesis trataría de verificar si el grado de penetración de
internet a causa del desarrollo tecnológico en los distintos países tiene algún
potencial explicativo en la dinámica que se está intentando aclarar.
Para el proceso de verificación de la hipótesis formulada se propone el análisis
estadístico de las matrices de datos ofrecidas por la Encuesta Social Europea
(ESE)7, tomando como referencia su última oleada de 2010.
La variable dependiente es el activismo político. El cuestionario empleado para
recoger los datos de la ESE plantea una batería de siete preguntas de respuesta
dicotómica, donde el entrevistado declara si ha participado en los últimos 12
meses en alguna de las opciones del repertorio de acción social y política que se
detallan a continuación: “Contactar con algún político o funcionario
gubernamental o local, trabajar para algún partido político o grupo activista,
trabajar en alguna organización o asociación, mostrar alguna insignia de alguna
campaña, firmar una petición, tomar parte en una manifestación pública legal, o
boicoteado productos concretos”. Estas variables se recodificaron y sumaron en
una sola ordinal para rodar los análisis estadísticos.
La variable independiente, como ya se ha mencionado, es el consumo de
internet. La ESE presenta el registro de ésta con la siguiente pregunta “¿Con qué
frecuencia usa usted internet, la web o el Correo-e, ya sea en casa o el trabajo?”

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dejando la posibilidad de respuesta en un continuo de 8 grados, de “ninguna” a
“más de tres horas”.
Como técnica específica se ha elegido el análisis de regresión lineal, con el
objeto de calibrar el peso específico en la variable dependiente o criterio, el
activismo político, no sólo de la variable independiente seleccionada conforme al
marco de referencia (el consumo de internet), sino también de aquellas
dimensiones predictoras que tradicionalmente han jugado un papel esencial en la
explicación de los patrones de comportamiento político (edad, sexo y nivel de
instrucción académica). Asimismo, en este caso se ha introducido como variable
de control el interés por la política. En algunos análisis, se toma como variable
dependiente, es decir, como una dimensión más de la afección política, pero en
este caso, para tener una visión más rigurosa del peso explicativo de todas las
variables introducidas en el modelo, se cree conveniente la inclusión como otra
variable más de control. Conforme a las dinámicas que rigen la aplicación de este
tipo de regresión, se seguirá una estrategia concreta para la calibración del peso
de las variables de exposición mediática. Tomando como referencia la medida de
la bondad de ajuste del modelo de regresión a través del coeficiente de
determinación “R² corregido”, comprobaremos el grado en el que el modelo para
la predicción mejora conforme se le añaden las variables de exposición
mediática. De este modo, sabremos la medida en la que la inclusión de estas
últimas mejoran los pronósticos, dado que “R²” expresa la proporción de la
varianza de la variable dependiente que está explicada por la variables
independientes. Para ello se ha ideado un estadístico que se ha denominado
“Diferencial R²”, que es el resultado de restar el valor de la R² del modelo de
regresión lineal que sólo incluye las variables socio-demográficas al valor de la
R² del modelo de regresión que incluye también las variables mediáticas (Luengo,
2009).
Por último, cabe insistir que el empleo de la regresión lineal como estrategia
metodológica ofrece muchas ventajas (modelo multivariable, coeficientes
comparables entre sí, validez predictora global del modelo), aunque no se
encuentra entre ellas el del establecimiento del sentido de la causalidad.
5 Según los datos publicados por la Encuesta General de Medios (EGM) realizada por la Asociación para la
Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), si en el año 2000 únicamente el 12,6 por ciento de los
españoles declaraba haber usado internet en el último mes, este mismo registro casi alcanzó el 60 por ciento
en el primer trimestre del 2012 (Documento electrónico, mayo de 2012:
http://download.aimc.es/aimc/f5g9/macro2011ppt.pdf).
6 Según la categorización de estos autores, existen tres modelos mediáticos y políticos en el marco de las
democracias occidentales consolidadas, atendiendo a dimensiones analíticas tales como las características

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de los sistemas políticos (los patrones de conflicto o consenso, gobiernos mayoritarios o en minoría, el
pluralismo organizado o individualista, o el papel del Estado y la importancia de la autoridad legal racional) y
sistemas mediáticos (la fortaleza de los soportes escritos frente a los audiovisuales, el grado de
profesionalización del periodismo, y la intervención del Estado en los medios públicos). El primer modelo es
el liberal, o del Atlántico Norte, y se caracteriza por una dominación relativa de los mecanismos del
mercado y de los medios comerciales. El segundo es el denominado corporatista democrático, o Norte-
europeo, y se singulariza por una coexistencia histórica de medios privados y medios ligados a
organizaciones políticas y sociales, y por un papel del Estado relativamente activo pero legalmente
moderado. El tercer modelo es el de pluralismo polarizado, o mediterráneo, donde los medios son actores
políticos perfectamente integrados en la política partidaria, el desarrollo histórico de los medios privados
débil, y un fuerte papel estatal (Hallin y Mancini, 2004).
7 European Social Survey Round 5 Data (2010). Data file edition 2.0. Norwegian Social Science Data
Services, Norway - Data Archive and distributor of ESS data.

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4. INTERNET Y ACTIVISMO POLÍTICO EN EUROPA
En una primera aproximación al estudio de la influencia de los nuevos medios
en el activismo político, convendría exponer un análisis de frecuencias de las dos
variables objeto de estudio, los niveles de activismo y los niveles de consumo de
Internet. Como se adelantaba en el apartado anterior, la estrategia que se va a
trazar para el análisis tiene un perfil comparado. Cuando hablamos del contexto
europeo, se pueden observar diferencias latentes en lo que respecta a los registros
de desafección política (Klingemann, 1999), pero también el los relativos al
grado de penetración de la red. Como norma general, podrían concebirse tres
realidades particulares en este sentido: Europa Occidental y del Norte, donde los
ciudadanos muestran altas dosis de compromiso político, si bien no tan altas
como hace dos décadas, y un alto grado de penetración de internet; Europa del
Sur, donde se pueden encontrar ciudadanos que tradicionalmente han mostrado
más cotas de desafección, y un consumo de internet relativamente moderado;
Europa del Este, donde sólo una minoría de la sociedad se declara políticamente
afecta, y los niveles de acceso a la red son bajos. Por lo tanto, para este análisis
inicial y teniendo en cuenta la muestra de países que ofrece la ESE, se han
propuesto los siguientes grupos: Democracias tradicionales de Europa del Norte
y Oeste (Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda,
Noruega, Reino Unido, Suecia y Suiza); Democracias recientemente consolidadas
del Sur de Europa (España, Grecia y Portugal); Jóvenes democracias del Este de
Europa (Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Federación Rusa,
Hungría, Polonia, República Checa y Ucrania).
La siguiente gráfica muestra la distribución del porcentaje de activismo
político, registrado como ciudadanos que en el último año han recurrido al menos
a una de las formas del repertorio de acción política mencionadas, y del uso de
internet, que inscribe a los europeos que como mínimo se conectan a la red una
vez por semana. La tabla posterior, presenta las medias de activismo y uso de
internet con su correspondiente estadístico de dispersión, con el objeto de poder
hacer un simple análisis de medias.
Un primer visionado de los resultados sitúa a los países occidentales como
aquellos donde hay un mayor nivel de activismo, una media de 1,08, frente al 0,57
de Europa Mediterránea y el 0,41 de Europa Oriental, lo cual significa
aproximadamente el doble. Las desviaciones típicas son más o menos
equivalentes (1,30, 1,11 y 0,83, respectivamente). Los países donde mayor nivel

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de activismo existe se sitúan en este grupo occidental y, precisamente, se trata de
países nórdicos: Finlandia (M: 1,41; DT: 1,32), Noruega (M: 1,49; DT: 1,48) y
Suecia (M: 1,44; DT: 1,41). En el otro extremo, aparecen países
fundamentalmente del Este de Europa, junto con una excepción del Sur: Bulgaria
(M: 0,26; DT: 0,72) y Ucrania (M: 0,28; DT: 0,82), y Portugal (M: 0,21; DT:
0,71). Con la excepción llamativa de España, los 11 países con más elevado nivel
de activismo político se encuentran en el grupo de países occidentales.
Gráfica 1.
Activismo y uso de Internet en Europa, 2010.

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FUENTE: ESE 5, 2010.

La mayor dispersión de los datos en el mundo occidental se entiende por los


bajos registros de Irlanda, Reino Unido, Holanda y Bélgica, por debajo del valor
medio de 1. En ese mismo grupo, los valores superan esa cifra en el resto de los
casos. En este mismo sentido, llama la atención de caso de España entre aquellos
incluidos en los países del Sur: en lo que se refiere a sus niveles de activismo se
encuentra más cerca de sus socios del Oeste y Norte europeo, que de sus vecinos
Mediterráneos de Portugal y Grecia. Probablemente esta dinámica se relaciona
directamente con la irrupción de un renovado y digital ciclo “alcista” de protesta
(Tarrow, 2004) en el que parece que se ha visto inmerso nuestro país en los
últimos años, desde las manifestaciones por el prestige o la guerra de Iraq a
comienzo de la década, pasando por las movilizaciones contra la gestión
informativa tras los atentados del 11 de marzo de 2004 (muestra precedente de
empleo de nuevas tecnologías, en este caso mensajes entre teléfonos móviles,
para la movilización social y política), y terminando en la denominada
#spanishrevolution de repercusión internacional del pasado 2011.
Tabla 1.
Activismo y uso de internet en Europa, medias por grupos, 2010.
Activismo Consumo de Internet
País
Media Desviación Típica Media Desviación Típica
Alemania 1,18 1,35 4,73 2,81
Bélgica 0,79 1,20 4,86 2,80
Dinamarca 1,14 1,32 5,70 2,30
Finlandia 1,41 1,32 5,03 2,72
Francia 1,18 1,44 4,74 2,89
Holanda 0,86 1,12 5,70 2,19
Irlanda 0,62 1,21 4,90 2,76
Noruega 1,49 1,48 5,81 2,26
R. Unido 0,78 1,16 5,02 2,71
Suecia 1,44 1,41 5,63 2,37
Suiza 1,02 1,31 4,90 2,73
MEDIA 1,08 1,30 5,18 2,59

España 1,04 1,54 4,12 3,05


Grecia 0,47 1,08 3,05 2,97

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Portugal 0,21 0,71 2,75 3,00
MEDIA 0,57 1,11 3,30 3,00

Bulgaria 0,26 0,72 2,64 3,11


Croacia 0,59 1,06 3,71 2,96
Eslovaquia 0,57 0,98 3,98 3,06
Eslovenia 0,32 0,79 4,26 2,97
Estonia 0,46 0,92 4,66 2,86
F. Rusa 0,34 0,09 3,08 3,16
Hungría 0,35 0,94 3,55 3,22
Polonia 0,40 0,94 4,19 3,01
Rep. Checa 0,60 1,08 4,45 2,94
Ucrania 0,28 0,82 2,62 2,98
MEDIA 0,41 0,83 3,71 3,02
FUENTE: ESE 5, 2010.

La varianza de los datos es mayor en el grupo de países donde hay mayor nivel
de activismo político, lo que significa que las diferencias en las respuestas dentro
de cada uno de ellos son más amplias y, por lo tanto, los países presentan más
disparidad.
En lo que respecta al consumo de internet también los datos muestran algunos
hallazgos interesantes de analizar. Sin duda alguna, el grupo de países de Europa
Occidental destaca con una gran diferencia, siendo los que con más frecuencia
usan internet, con una media de 5,18 (DT: 2,59). Los 11 países con un consumo de
internet más intenso se ubican precisamente en este grupo. La siguiente media más
alta es la de los países del Este de Europa, con un valor de 3,71 (DT: 3,02), y
finalmente se encuentran los países Mediterráneos, con un registro de 3,30 (DT:
3, 00), si bien los dos países con menos consumo de internet se localizan en la
segunda región: Bulgaria (M: 2,64; DT: 3,11) y Ucrania (M: 2,62; DT: 2,98).
En este último grupo menos “conectado”, España destaca de nuevo al presentar
un uso de internet más homologado a los niveles de Europa Occidental, al superar
el valor de 4. Entre los países del Este de Europa hay otros cuatro casos en que
les ocurre lo mismo: Eslovenia, Estonia, Polonia y República Checa.
La variable de uso de internet tiene un comportamiento inverso al del activismo
cuando se trata dispersión de los datos. Son aquellos países donde los registros
de esta dimensión son más altos donde hay más homogeneidad, mientras que en el

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grupo de países de valores más moderados la dispersión es más acusada: Europa
Occidental, DT: 2,59; Europa del Este, DT: 3,02; Europa del Sur: DT: 3,00.
Una vez comprobadas las diferencias entre los grupos de países en relación con
las variables bajo estudio, parece interesante observar el comportamiento entre
ellas. Para ello se han rodado regresiones lineales cuyos resultados se resumen en
la siguiente tabla. En ésta, se muestra los países agrupados con los criterios
mencionados en el apartado metodológico, los coeficientes β estandarizados de
cada uno de los predictores (incluyendo los de las variables de control), el R²
corregido como estadístico de capacidad de predicción del modelo en su
conjunto, y del diferencial de R² para comprobar la mejora de los modelos al
introducir la variable independiente, es decir, el consumo de internet.
El primer hallazgo que se puede observar en la tabla, teniendo en cuenta la
referencia conceptual elegida, es que en ninguno de los 24 casos el consumo de
internet se vincula con el inactivismo político, incluso una vez introducidos los
controles habituales (sociodemográficos,) y el control particular de esta regresión
(interés político). Únicamente en dos países, Portugal y Eslovaquia, precisamente
casos donde el consumo de internet es muy bajo, este no es buen (ni mal)
predictor del activismo político o, en otras palabras, no existe una relación
estadísticamente significativa en los modelos. En el resto, la relación no sólo es
significativa, sino que además es positiva.
Tabla 2.
Predictores del activismo político en Europa por grupos, 2010.
Resumen regresiones lineales.
País Sexo Edad Educ. Interés Internet R² Cor. Dif. R²
Alemania -0,026 0,004 0,197*** -0,229*** 0,191*** 0,182 0,021
Bélgica 0,050* 0,006 0,146*** -0,247*** 0,099*** 0,133 0,006
Dinamarca -0,050* 0,066* 0,112*** -0,246*** 0,131*** 0,122 0,011
Finlandia -0,061* -0,016 0,145*** -0,240*** 0,195*** 0,160 0,018
Francia -0,002 0,003 0,135*** -0,306*** 0,125*** 0,179 0,009
Holanda 0,003 0,029 0,114*** -0,174*** 0,117*** 0,078 -0,047
Irlanda 0,031 -0,029 0,131*** -0,220*** 0,090*** 0,095 0,004
Noruega -0,081** 0,010 0,083** -0,260*** 0,143*** 0,114 0,012
R. Unido -0,033 -0,108*** 0,188*** -0,270*** 0,088*** 0,165 0,005
Suecia -0,048 0,023 0,083** -0,302*** 0,132*** 0,140 0,009
Suiza -0,006 -0,055 0,132*** -0,291*** 0,149*** 0,164 0,013

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MEDIA 0,133 0,139

España 0,000 -0,029 0,128*** -0,296*** 0,103** 0,160 0,005


Grecia 0,007 -0,047* 0,157*** -0,237*** 0,126*** 0,128 0,009
Portugal 0,031 -0,004 0,117*** -0,249*** 0,052 0,113 0,001
MEDIA 0,094 0,134

Bulgaria 0,066** 0,064* 0,135*** -0,203*** 0,076** 0,098 0,000


Croacia 0,091*** -0,048 0,105*** -0,258*** 0,163*** 0,141 0,012
Eslovaquia 0,031 0,065* 0,181*** -0,196*** 0,032 0,094 0,000
Eslovenia 0,086** -0,040 0,089** -0,198** 0,134** 0,087 0,007
Estonia 0,016 0,036 0,125*** -0,180*** 0,163*** 0,098 0,006
F. Rusa -0,023 -0,037 0,018 -0,187*** 0,071** 0,041 0,002
Hungría 0,030 -0,026 0,080* -0,203*** 0,093** 0,071 0,004
Polonia 0,029 0,038 0,177*** -0,205*** 0,108** 0,129 0,004
Rep. Checa -0,010 0,018 0,074*** -0,270*** 0,108*** 0,096 0,007
Ucrania 0,003 0,001 0,063** -0,178** 0,094** 0,045 0,005
MEDIA 0,104 0,090
Significación: *p < 0,10, **p < 0,05, *** < 0,01.
FUENTE: ESE 5, 2010.

En lo que respecta a las variables de control del modelo, en todos los casos el
interés por la política es un gran predictor del activismo político, lo cual tiene
mucho sentido y, de hecho, en los tres grupos, y en todos los casos, es la variable
que más peso tiene: el coeficiente más bajo es el de Holanda con un generoso
-0,178. La relación descrita por los signos de los coeficientes implica que cuanto
mayor es el interés, mayor es el nivel de activismo político, dado el proceso de
recodificación de la variable para calcular las regresiones.
La educación es otra variable de control que, sistemáticamente, ejerce
influencia en el mismo sentido en la variable dependiente, siendo la única
excepción la Federación Rusa, donde el coeficiente de regresión no supera la
significación, aunque hay casos como los de Ucrania, República Checa y Hungría,
todos países localizados en el mismo grupo de Europa Oriental, donde sí hay
significación estadística pese a que los coeficientes son relativamente bajos
(entre 0,063 y 0,080). En este sentido, cuanto mayor son los niveles de instrucción
académica, mayor es la predisposición de los ciudadanos a participar en los
diferentes repertorios de activismo político.

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En relación con el peso de la edad y el sexo, es interesante observar que el
comportamiento de estas dimensiones en los modelos es desigual. En la mayoría
de los casos no hay una significación, pero cuando ésta se produce, lo hace con
coeficientes de signos distintos. En el caso de la edad, ésta es importante en los
modelos en Dinamarca y Reino Unido, en Grecia, y en Bulgaria y Eslovaquia. Es
en el grupo de los países Occidentales donde se observa una clara disonancia: si
en Dinamarca son los jóvenes los que muestran mayor tendencia al activismo
(0,066), en Reino Unido son los ciudadanos más maduros los que presentan esta
misma propensión (-0,108). En Grecia la interconexión se produce con las
mismas características que en Reino Unido (-0,047). En Bulgaria y Eslovaquia,
países del Este, son los jóvenes de nuevo los que más predisposición al activismo
presentan (0,064 y 0,065). El caso del sexo muestra una consistencia diversa: Si
bien es significativo en sólo 7 de los 24 casos, en Europa Oriental son los
hombres los que muestran más tendencia al activismo (Bulgaria: 0,066; Croacia:
0,091; Eslovenia: 0,086), mientras que en Europa Occidental, en realidad en los
países Nórdicos, son las mujeres las políticamente más activas (Dinamarca:
-0,050; Finlandia: -0,061; Noruega: -0,081). En este grupo existe la única
excepción de Bélgica donde el género es significativo en el modelo, pero el
sentido se produce en de la misma forma que en Europa del este (0,050). Quizá
una explicación plausible que podría argumentarse para entender este hallazgo
específico, radica en la situación de las mujeres en los países nórdicos. Se trata
de países donde la situación de las mujeres respecto a los hombres es la más
igualitaria del planeta, con un acceso al mercado laboral mucho más elevado que
en el resto de países europeos, con consolidados Estados del bienestar que
facilitan las políticas de conciliación familiar. Esta posición genera igualdad de
género en lo que respecta a la participación económica y los salarios, a los
niveles de participación y acceso a posiciones elevadas, al igual que a los niveles
de acceso a la educación, la política y la sanidad8.
El estadístico resumen de las regresiones, el R² corregido, hace referencia al
factor de reducción de incertidumbre, conocidas las variables independientes, en
la predicción de la variabilidad de la variable criterio o dependiente, en este
caso, el activismo político. En general, se puede comprobar que en los países
europeos occidentales la capacidad predictiva del modelo completo es más alta
que en los otros grupos, con un R² medio de 0,139, frente al 0,134 de los países
mediterráneos, y el 0,090 de los países europeos orientales. En el primero de
ellos destaca Alemania donde el conjunto de variables escogidas puede acreditar

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casi un 20 por ciento de la varianza de los niveles de activismo político (0,182).
Sin embargo, es en los países con democracias más jóvenes en donde los modelos
tienen menos suficiencia, contemplándose casos como los de Rusia o Ucrania
donde esta capacidad no llega ni siquiera al 5 por ciento.
En cuanto a los diferenciales del R² corregido explicados en los aspectos
metodológicos, como era de esperar en todos los países, menos en Holanda,
donde empeora, y en Bulgaria y Eslovaquia, donde no hay cambios, los modelos
mejoran al introducir el consumo de internet, yendo desde casos como los de
Portugal o Rusia, con casi imperceptibles mejoras que superan apenas el 0,000, y
países como Alemania o Finlandia donde llega a mejorar ostensiblemente
(+0,021 y +0,018, respectivamente). En general, el grupo de países donde la
mejora media de los modelos con la variable internet es más visible es en los de
Europa Occidental.
Para finalizar, cabría preguntarse si en todos estos resultados se puede encontrar
un componente explicativo en el porcentaje de penetración de internet en un país,
esto es, si el grado de vinculación del consumo de internet y el activismo político,
siempre en una relación positiva, es mayor en los países donde la penetración de
esta es más alta. Como es razonable prever, calculando un sencillo coeficiente de
correlación de Pearson9, se puede apuntar que esta relación se da de una forma
visible, con un valor del 0,619 que, si bien no se puede considerar extraordinario,
es razonablemente elevado.
8 Comisión Económica para Europa, Naciones Unidas, Informe Anual 2012 (en
http://www.unece.org/fileadmin/DAM/publications/Annual%20Reports/topics/annual_report_2011_EN_web.pdf).
9 Para el cálculo se emplearon los coeficientes β estandarizados de las regresiones lineales para la variable
referente al uso de internet, y el grado de penetración de internet declarado por Internet World Stats para
2011 (en http://www.internetworldstats.com/stats.htm).

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5. CONCLUSIONES
El viejo debate sobre la responsabilidad de los medios de comunicación, y su
quehacer diario, en los complejos procesos de descontento y alejamiento político
de los ciudadanos y, por lo tanto, en la profundización de los valores de la
desafección política, parece estar viviendo un nuevo ciclo. La consolidación de
algunos cambios determinantes en los repertorios de consumo mediático10 ha
impulsado que esta discusión haya tomado un camino que sólo hace unos años era
prácticamente impensable.
Más allá de que internet pueda o no considerarse un medio de comunicación,
aunque sin duda estemos de acuerdo con que se trata de un fenómeno rodeado de
particularidades, lo cierto es que también es un soporte donde otros medios
encuentran un espacio de difusión, puesto que permite acceder a diferentes
versiones digitales de los soportes clásicos, ya sea radio, prensa o televisión.
Esta realidad impone una ampliación del abanico de posibilidades para
informarnos (y también entretenernos) al alcance de una sola pantalla, pero que no
se restringe únicamente a los medios tradicionales de comunicación, dado que
hace más fácil aún el paso entre diferentes soportes y medios sin salir de internet.
Por lo tanto, internet no hace sino complicar el panorama de los medios al
provocar la dilución de las fronteras que definían y separaban los diferentes
medios (Gabardo, 2010).
El uso de internet, asumiendo su idiosincrasia propia, dista mucho de asociarse
con la desafección política, como apuntan algunos estudios previos (Luengo,
2009) y acaba confirmando el análisis presentado en este capítulo. Al contrario,
como rezaba la primera hipótesis, el uso de internet se vincula en todos los casos
con la afección política en general, siendo esta interconexión especialmente
intensa cuando concretamos el activismo político como variable dependiente.
A pesar de los hallazgos agregados que se han resaltado, siguiendo las
propuestas de algunos autores ya anotadas, en consonancia con la hipótesis
segunda parece que el contexto tiene un valor explicativo importante cuando
hablamos de aspectos políticos y mediáticos. Por ello, esta investigación agrupó
los casos contenidos en la muestra en tres grupos, asumiendo que cada país tiene
una cultura política y mediática distinta, unas pautas de movilización, una
tradición de consumo de medios y unos desarrollos tecnológicos particulares. El
grupo de países situados en Europa Occidental y del Norte, donde se presuponen
niveles de activismo político y consumo de internet más elevados al ser viejas

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democracias con una larga trayectoria; los países del Mediterráneo, a los que se
les reconoce sistemas democráticos estables aunque consolidados recientemente
y, por consiguiente, valores moderados de activismo y consumo de nuevos
medios; los países de Europa Oriental, considerados como jóvenes democracias
con niveles más bajos de activismo político y de acceso a las nuevas tecnologías
como internet.
La primera conclusión es que, aunque pueden identificarse algunos patrones
generales acordes con lo mencionado, con el paso del tiempo hay algunas
diferencias que parecen haberse diluido. En lo relativo a los niveles de
movilización social y política, las expectativas se cumplen siendo los países
occidentales los más activos, seguidos de los del Sur y, finalmente, los del Este.
Sin embargo, en lo que se refiere al consumo de internet, los últimos avances
generan cambios no previstos puesto que los países del Este superan en media a
los mediterráneos en el acceso a la tecnologías de la comunicación.
Sin embargo, en este mapa de países España es un caso a la vanguardia de
varios aspectos sociales y políticos aquí tratados. Por un lado, destacan sus
niveles de activismo político, muy superiores de sus vecinos mediterráneos y al
nivel de países con más tradición como Suiza, Dinamarca y Alemania, y sólo
superado por los grandes registros de Noruega y Finlandia. Por otro lado, España
también ha avanzado mucho en el uso de internet situándose muy por delante de
algunos países del Norte y Oeste de Europa11. Por lo tanto, España no sólo
destaca dentro del grupo de países de su entorno político y mediático, sino que se
ha convertido en referencia constante de activismo político. Tras los conocidos
sucesos acaecidos en 2011 en algunos países árabes, iniciados en Túnez y Egipto
y descritos en el mundo mediático como la primavera árabe, donde se pudo
comprobar in situ los vínculos entre nuevas tecnologías de la comunicación y
movilización social12, en España se gestó un movimiento de alcance mundial
como el 15M que tuvo repercusión y réplicas en otras partes del mundo y que,
aunque con diferencias notables, afianzaba esta idea claramente en contra de las
clásicas teorías del malestar mediático que achaca a la mala influencia de los
medios de comunicación social el compromiso cívico de los ciudadanos.
Lamentablemente, los datos empleados tienen unas limitaciones que no se
pueden ocultar. Son más que válidos para verificar las hipótesis planteadas, pero
algo insuficientes para explorar con profundidad los entresijos del consumo de
nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Esperamos que sólo
sea cuestión de poco tiempo para que las principales instituciones que

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coleccionan datos de encuesta comiencen a discriminar el uso específico de la
red, introduciendo como dimensiones a codificar el uso y objeto de las redes
sociales digitales, los hábitos informativos en la red, y los usos exclusivos para
entretenimiento y correspondencia electrónica.
10 En 2011, por primera vez en la historia, los estadounidenses consumían más medios tradicionales en
soportes nuevos, internet, con más intensidad que las opciones tradicionales (Documento Electrónico, mayo
de 2012: http://www.panoramaaudiovisual.com/2011/03/10/el-consumo-de-internet-en-ee-uu-ya-supera-al-
de-television-y-medios-impresos/).
11 España pasa del 20 por ciento de usuarios de internet en 2002, a casi el 70 por ciento en 2012, es decir,
multiplica su crecimiento en 10 años por el 3.5. Banco Mundial, Indicadores de Desarrollo Mundial —IDM
— (en http://datos.bancomundial.org/indice/ios-indicadores-del-desarrollo-mundial?cid=GPDes_WDI).
12 La tecnología es uno de los elementos que más han influido en la organización de esta cuarta ola de
democratización. El dato que mejor ilustra esta afirmación es el nombramiento por parte de Time del
directivo egipcio de Google Wael Ghonim como hombre del año, por delante de personalidades académicas
como el Nobel de economía Joseph Stiglitz, el fundador de WikiLeaks Julian Assange o el mismísimo
Presidente Barack Obama. Ghonim no sólo ha sido un conocido activista de también denominada
Revolución Blanca, sino que es el director de marketing de Google para Oriente Próximo (Priego Moreno:
2011: 84).

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Capítulo 12
Ciberparticipación política de la juventud:
El caso Spanish Revolution
MARÍA ÁNGELES RUBIO GIL
Universidad Rey Juan Carlos
Angeles.rubio@urjc.es
www.angelesrubio.net

1. DESAFECCIÓN POLÍTICA

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JUVENIL
La participación política es un deber cívico, un signo de salud institucional, el
mejor cauce para defender los intereses privados, así como, condición de la
democracia. En estos mismos términos ha coincidido la opinión pública, con
autores reconocidos de la sociología política como son Robert Dowse y John
Hughes (1972:389).
La abstención electoral de la juventud en los países occidentales en las últimas
décadas, ha generado preocupación, en tanto ésta puede afectar a la misma
reproducción y legitimidad de los sistemas democráticos. Del mismo modo que
posteriormente, han suscitado una gran perplejidad los movimientos juveniles sin
adscripción unívoca, que han tomado la calle desde las redes, contradiciendo
teorías clásicas sobre el incremento de la participación con la edad (Mibrath,
1965; Barnes, 1979; Kaase, 1986; Jennings, 1989).
Más recientemente, las teorías del capital social habían vuelto a insistir en las
bondades de dicha participación y el desarrollo de redes sociales, que alcanzan
el orden socioeconómico y llegan a satisfacer necesidades psicológicas
(Bourdieu, 1985; Coleman, 2000; Putman, 1993,1996; Narayan, 2000). De modo
que, mientras unas personas tratan de aumentar su bienestar directamente por
medio de la participación política, otras la “necesitan para ganar la aprobación
de sí mismos y de los demás, o reducir tensiones internas que no son
necesariamente políticas en su origen” (Dowse y Hughes, 1972). Beneficios que
son crecientes con el establecimiento permanente de redes de cooperación, que
proporcionan mayor desarrollo a los individuos y las regiones.
La participación política por tanto, apunta al proceso por el que los individuos,
las comunidades y diferentes sectores sociales intervienen en los proyectos, los
programas y las políticas que les afectan, implicándose en la toma de decisiones y
en la gestión de los recursos. En este sentido puede afirmarse que los nuevos
medios, y en concreto, las redes sociales digitales, han incrementado y mejorado
considerablemente las posibilidades de participación. Y lo que es más
importante, este incremento se produce en la misma lógica con la que se articula
el capital social y en sus tres niveles: entre administraciones, entre estas y la
ciudadanía, y para la propia organización de la sociedad civil. Se trata de dos
conceptos, participación y capital social, que se retroalimentan y potencian entre
sí; lo que sin duda no sólo afecta a la mayor democratización de las sociedades,
sino sobre todo, a la medida en que ambos conceptos se traducen en desarrollo
político y económico.

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La ausencia de participación política por el contrario, genera desarticulación
del capital social; de ahí la preocupación cuando ésta concierne a la población
joven, que ha representado tradicionalmente el segmento más beligerante y que
además cuenta con un mayor acopio de tiempo y energía. Por ello, la desafección
democrática se ha constituido en un lugar común de debate en las últimas décadas,
y con mayor intensidad en la medida que se han incrementado de forma drástica
las tasas de abstención, identificación partidista, afiliación y sindicación juvenil
(Nye, 1997; Norris 1999; Van Dijk, 2000; Pharr-Putman, 2002; Stoker 2006).
Como se verá a lo largo del artículo, más que desafección democrática, a lo que
en realidad se estaba asistiendo era a una adecuación de la participación juvenil a
las nuevas estructuras institucionales y comunicativas, con demandas y
“actividades políticas” de nuevo cuño, promovidas a través de internet. A lo que
han coadyuvado, sobre todo en el caso español, los escándalos político-
financieros, y el hecho de ser el país con mayor desempleo juvenil de la OCDE
con un 48% según datos de la OIT, frente al 22% de la UE.

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2. PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y DEMOCRACIA

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DIGITAL: EL NACIMIENTO DEL 15M
Entre las variables que inciden en la participación política, el ciclo de vida es
una de las que suele considerarse que correlaciona de forma significativa. De
modo que, la participación aumentaría gradualmente con la edad, y comenzaría a
declinar después de los 50 o 60 años (Dowse, 72); siendo el grupo más apático el
de los ciudadanos/as jóvenes solteros, integrados sólo marginalmente en alguna
comunidad (confirmado en EEUU, Finlandia, Noruega, UK, etc.).
Ahora bien, los estudios que reflejan una escasa implicación política de la
juventud desde mediados del siglo pasado, suelen tomar una o dos formas de
participación; mientras, siguiendo la definición clásica de McClosky (1968), la
misma se constituye en un conjunto amplio de “actividades voluntarias, mediante
las cuales los miembros de una sociedad intervienen en la selección de los
gobernantes y, directa o indirectamente, en la formación de la política
gubernamental”. Dichas actividades pueden clasificarse en diversas categorías,
que siguiendo a Milbrath (1965) pasan por las de espectador, transición y
contendiente; e incluyen grados diversos, desde “abrirse a los estímulos
políticos”, hasta la ocupación de un cargo público.
Es decir, los estudios que consideran que los jóvenes son políticamente menos
activos, suelen reducir la participación a un número escaso de actividades y
mayor grado de implicación, como ejercer el voto; concentrándose sobre todo en
la crisis de representación de la juventud en los partidos políticos (Veba,
Shlozman, y Brady, 1995) y la de afiliación en las sociedades democráticas
contemporáneas (Dalton, 2000:31, Henn, 2005).
Cuando por el contrario, se emplea la definición clásica que considera un mayor
número de actividades, en la línea de Milbrath, la conclusión es bien distinta: no
sólo la juventud muestra ser más participativa, (Gauthier, 2003; O’Toole, Lister,
Marsh, Hones y McDonagh, 2003, Bermejo, 2003; Hennn, Wintein y Forrest,
2005; Kovacherva, 2005;), sino que además, actúa como promotora (driver) de
nuevas formas de implicación política (Micheletti, Follesdal y Stonlle, 2004), tal
y como ha acontecido tras la normalización de las redes sociales digitales.
En España los estudios que consideran la desafección política de la juventud
también son numerosos (Injuve, 2003, 2005ª, 2005b, Valls, 2006, Martín 2004;
Morán, 2007; Torcal-Montero, 2006; García-Albacete, 2008); mostrando las más
recientes que, si los niveles de activismo político juvenil en las actividades
institucionales son bajos, su participación en las que no son, resultan muy altos:
organizaciones sin ánimo de lucro, movimientos ciudadanos, y más recientemente,

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(Ferrer, 2006, Torcal, 2007) concentraciones, vigilias, movilizaciones y
agrupación e interrelación de las anteriores a través de las redes asociativas que
pueden organizarse con mayor velocidad a través de internet.
El activismo juvenil intenso y el empleo masivo de redes sociales son dos
factores fundamentales en la conformación de las plataformas digitales que
resultaron decisivas en el éxito del movimiento 15M (Spanish Revolution). Tanto
es así que dos de sus características se hallan íntimamente ligadas a la nueva
participación política juvenil en la era de la información: un movimiento
articulado a través de la red y en el que se combina por primera vez, la
acción/reivindicación desde los dos ámbitos complementarios, el político y el
mediático. De un lado Anonymous (usuarios que actúan coordinadamente contra
toda limitación a la libre distribución del conocimiento y la cultura en internet),
FACUA (Consumidores en Acción y Asociación de Internautas) y LOIC
(voluntarios en defensa de Julian Assange fundador de WikiLeaks y la libertad
informativa), todos unidos en contra de la “Ley Sinde” (aprobada el 15 de febrero
2011). Del otro, para manifestar su disconformidad con lo que consideran una la
ley electoral ineficiente, el bipartidismo resultante, el déficit democrático
(NoLesVotes; Democracia Real YA —DRY—, etc.), y la inequidad en el reparto
de los costes de la crisis (Juventud sin Futuro, Asociación por la Tasación de
las Transacciones Financieras y por la Ayuda a los Ciudadanos —ATTAC— y
Plataforma de Afectados por las Hipotecas —PAH—).
Es decir, nuevas demandas apartidistas de corte postmoderno, que han
canalizado la afección política juvenil en aras del reforzamiento de la
democracia, cuestionando planteamientos básicos sobre la participación de la
sociedad civil en política; por ejemplo en el caso WikiLeaks, cuando la opinión
pública entra en el debate sobre los límites entre el Estado de derecho frente a la
razón de Estado. Algo que no acontecía en los movimientos culturales juveniles
del siglo pasado, característicos por contar con un peso importante de los grupos
ideológicos pro o anti-sistema. Por ejemplo, en el caso de los estudiantes del
Mayo de 1968 (grupos trotskistas, antimperialistas, maoístas), la movilización
estudiantil pro-sistema de los guardias rojos en la revolución cultural China de
1966, en la de signo democratizador anti-sistema de 1989, cuyo símbolo fue la
Plaza de Tiananmen (y su “estudiante frente a un tanque”) o la Primavera de Praga
de 1969 (donde Jan Palach se quemó a lo bonzo en la Plaza de Wenceslao).
Investigaciones previas a 2011 ya mostraban que en las nuevas formas de
participación no se trataba de un problema de desafección política, sino hacia las

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organizaciones políticas y el maniqueísmo partidista que favorece el sistema
electoral proporcional (ley d’Hondt y una asignación de escaños que no permite
que entren los partidos por debajo de un porcentaje -3% del distrito-) y la
política de partidos actual. En ellas, el abstencionismo, se perfilaba como una
respuesta a la dificultad de implicación ciudadana en las burocracias de las
organizaciones políticas y la exigencia de una intervención efectiva y directa
(Morales, 2005). Hecho que quedaba confirmado cuando los estudios
consideraban segmentos de edad más reducidos y no la juventud como grupo
homogéneo (García-Albacete, 2008), o cuando dichas actividades de
participación se realizan a través de las redes sociales digitales (Rubio, 2008;
2010).
La juventud ha sido pionera en la implantación social de unas herramientas y
aplicaciones en la red sobre otras, y en concreto en la normalización del uso de
las redes sociales en un breve lapso de varios años; de igual modo que ocurrió en
un primer momento con el correo electrónico, y más tarde con los chats y la
mensajería instantánea —Messenger”— (Gordo López, 2006:60). Las redes
sociales, con una dimensión más gregaria que los mensajes privados instantáneos,
han resuelto las demandas de participación de la juventud en medios y colectivos
cívicos, gracias a su versatilidad técnica (Tabernero, 2010), la combinación de lo
global y local, y la dinámica de las propias redes sociales, primero online
(seguir, gustar, “repostear”, etc.), más adelante offline (recogida de firmas,
quedadas…).
Todo ello se ha traducido en una capacidad sin precedentes para la agrupación,
el despliegue de funciones relacionadas con las necesidades culturales y de
socialización, una alta interactividad, contacto permanente con sus iguales,
creación de espacios de intimidad-complicidad, identificación-personalización,
así como, capacidad para la información sin límites (Bringué y Sádaba, 2003;
2010).

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3. DEL MITO A LA REALIDAD DE LA DEMOCRACIA
ELECTRÓNICA
Algunos/as autores/as otorgan significado y definición al término democracia
digital y aluden a ella con diferentes acepciones. Ángel Badillo y Patricia
Marengui (2010) afirman que la democracia electrónica se caracteriza porque en
la sociedad aparecen nuevas formas de construcción de la opinión pública en las
que se utilizan nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Como
otras/os autores/as, analizan el término “democracia digital o electrónica” en
contraposición con el de “democracia mediática”, que hace referencia a la
construcción de la opinión pública a través de los medios de comunicación
tradicionales como la radio y la televisión.
El término “ciberpolítica” por tanto, se relacionaría con las nuevas tecnologías
digitales y las potencialidades que dicho ámbito dispensa para la participación y
las prácticas cotidianas que conllevan una actividad política democrática. En este
sentido, Cariacedo (2010) se atreve a prever que se llegará incluso, a una
república electrónica en la que los flujos políticos se crearán directamente entre
gobernantes y ciudadanía sin necesidad de intermediación. Desde esta
perspectiva apologética, autores como Budge, resaltan las capacidades de las TIC
para generar una población, no sólo mucho más informada, sino más participativa
a través del correo electrónico, chats, foros, etc.
Sin embargo, surgen demasiadas dificultades para poder hablar con rigor de
ciberdemocracia. La primera es clarificar su estructura, modalidades y grados
viables, atendiendo a las diferentes variables en juego. Dos de estas variables
corresponden: 1ª Al desarrollo democrático, que es diferente según la sociedad o
nación en la que se inserta, impidiendo que la democracia digital pueda ser
aplicada del mismo modo a escala regional e internacional; 2ª Al desarrollo
tecnológico, que es también un gran impedimento en la medida que algunas
regiones están dotadas de mayor interactividad que otras.
Otro gran obstáculo es de tipo sistémico, lo que supondría una transición
costosa que requiere de un tiempo y unas nuevas estructuras. El sistema habitual
en el que prende la democracia digital corresponde a la democracia
representativa. Es decir, se trata del modelo imperante en las sociedades
occidentales, pero además en crisis: en primer lugar por la existencia de un gran
déficit democrático, derivado de la abstención, la corrupción, el alejamiento de
los partidos políticos de la ciudadanía, y la connivencia e interlocución mediática

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no imparcial y centralizada, que ha llevado a la reducción del debate y la
superficialidad de los mensajes (Entman, 1989; Kellner, 1990; Schulz, 1993,
Putman, 2000, etc.).
Por otra parte, la red no es sinónimo de garantía democrática per se, y un
ejemplo de ello es cuando el creador de la World Wide Web, Tim Berners-Lee,
critica las políticas restrictivas de países como Francia, Reino Unido y Estados
Unidos y compara los recortes de derechos en la red con la violación de derechos
humanos en países sometidos a dictaduras. Matthew Hindman en su obra El mito
de la democracia digital considera ésta una entelequia poco factible (2009), en
la medida en que el voto electrónico encuentra grandes limitaciones logísticas y
estratégicas, además de porque la red sólo contribuye a dar voz a los que ya la
tienen: las élites y a las personas de mediana edad, antes que a la juventud y las
minorías. Sin embargo, debe puntualizarse que, para llegar a dicha conclusión, el
autor no se centra en los espacios en los que los jóvenes interactúan
políticamente, como las redes sociales, y sí en los sitios webs de periódicos y
grandes bloggers de información política de Estados Unidos (Daily Kos,
Huffington Post, Townhall, Free Republic).
Es decir, un ámbito de influencia relativa, máxime al ser clasificados los
medios digitales por índices de concentración (coeficiente Gini) al estilo de los
tradicionales, que consiguen un impacto menor sobre la juventud en las campañas
de las redes y sitios que les son propios. Como quedó demostrado en la campaña
que dio la victoria a la presidencia de los EEUU a Barack Obama en 2008 o en la
alta incidencia de la abstención, el voto nulo y en blanco en las elecciones locales
en España tras el 15M.
Asimismo Hindman, al referirse al “potencial democratizador de internet que no
se realiza de facto”, alude a las posibilidades de tener éxito, de cualquier
ciudadano que quiera entrar en la pugna electoral y que son ínfimas, desde un
punto de vista ideológico-institucional-individual de ésta índole; pero no desde el
punto de vista de la participación política digital, que se adhiere a otra lógica,
como es su concepción identitaria-postmoderna y que es la que más conecta con
las necesidades de la juventud: “formar parte de”, “participar del debate”,
“influir”… antes que la adscripción a personalismos, o a unos dogmas frente a
otros.

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4. PARTICIPACIÓN POLÍTICA ONLINE/OFFLINE
En este sentido las movilizaciones del 15M que han sido exportadas y
conmemoradas en sucesivas ocasiones posteriores a escala mundial (15Oct. 2011
en 1051 ciudades de 90 países y 12/15M 2012 —todavía sin datos—), plantean
nuevas formas de implicación en las que se combina la participación, en línea y
presencial. La plaza en asamblea se torna en una suerte de “muro” de red social,
en el que cada persona sitúa su propio lema —opinión, estado, mensaje— en
pancartas individuales. Mientras las redes sociales interconectadas entre sí y con
otras herramientas, se convierten en un ágora virtual en el que la afluencia a la
lectura de un link o mensaje, anima una mayor afluencia que puede ser medida, al
margen de apreciaciones oficiales o partidistas.
En ambos foros la participación adopta nuevas formas, desconfiándose de siglas
y liderazgos, y buscando la horizontalidad y el consenso antes que la victoria de
unas personas y grupos sobre otros. No importa tanto la capacidad de convicción
(en las plazas y las redes), como la participación en las temáticas, diversidad de
opciones (“lluvia de ideas”), la simplicidad y calado de la reflexión. Algo que
sólo se entiende tras la creciente distancia entre el horizonte ideal de una
democracia deliberativa y la realidad que impide la participación ciudadana en
una democracia mediática. Internet es el nuevo ágora (Cotarelo, 2009) online,
pero el ágora offline, es imprescindible para salvar la virtualización, el
aislamiento, la fragmentación, la ilusión de lo real a cuenta de anestesias lúdicas
y “avatares”; y sobre todo, para poder confrontar la veracidad y el sentido de las
informaciones, evitando la manipulación.
En las asambleas la comunicación se realiza a través de mensajes y discursos
breves, de forma seudoanónima —sin presentación—, informal y muldireccional;
y los temas van tratándose por áreas que representarán distintas comisiones
(educación, comunicación, política, etc.), éstas a su vez están intercomunicadas a
distinta escala con una comunicación ascendente y descendente. No existen
mandos y la portavocía rotatoria no supone representación de terceros. Los
resultados de comisiones y asambleas pueden ser a su vez llevados a la web, con
las decisiones tomadas para el funcionamiento y la acción. En ambos ámbitos,
virtual y presencial, se asume la actividad en aras de un trabajo necesario
intergeneracional y de compromiso con la evolución y el futuro colectivo, no a
modo de insurrección, ni con el fin de llegar a las instituciones, sino que estas
respondan a los principios democráticos que las animan. Todo ello genera

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críticas referentes a la falta de decisión, o una “hipermovilización”, más amable
para la juventud, activistas de toda índole o personas sin empleo. En realidad la
base del movimiento incluye a todos ellos.
Los mensajes en internet se sirven de las redes sociales y de herramientas
multimedia (videos, links de medios, redireccionamiento a otras páginas, etc.)
que los ilustran. El lenguaje gana expresividad ayudado de emoticonos (secuencia
de caracteres ASCII que parte de la representación de una cara humana
expresando emociones para compensar el déficit de gestual en la comunicación en
internet). Por su parte, en las plazas, se emplean gestos propios del lenguaje de
signos para dinamizar el debate y expresar opiniones: aprobación (girando las
manos en alto), bloqueo de propuesta (con los brazos en cruz), cambio de tema
(girando ambos los puños), apunte técnico y réplica directa (como el tiempo
muerto en baloncesto). De este modo se evitan expresiones no inclusivas o
violentas (como golpes, aplausos, pitidos, etc.). Se insiste en no emplear siglas de
organizaciones, propuestas o críticas partidistas, referencias personales y sí, un
lenguaje integrador: no sexista, no xenófobo, que integre opciones sexuales,
capacidades y, de forma novedosa, diferencias ideológicas, sin que por ello
refleje eclecticismo, ni apoliticismo.
Se trata de movilizaciones que exaltan el autocontrol, la razón y el respeto sobre
las pasiones propias del espectáculo mediático proclive al maniqueísmo y el
dogmatismo que torna a la gente manipulable; y cuya filosofía pude resumirse en
carteles como: “R-Evolución” o “Evolución no reacción”. Una nueva forma de
participación política que no se sitúa en el seno de las instituciones
representativas y los actores políticos tradicionales, sino como afirma Marco
Bontempi (2008) “en una nueva dinámica, de movilización cognitiva y
particular”. Que parte del capital social de cada individuo (nexos y redes), y en el
que se aúnan los discursos de la esfera pública y privada (familia y pares). Lo
personal no envilece como en los “realities”, sino que finalmente, se torna
político, como predicaba el Mayo francés, y aún antes (Kate Millet y su Sexual
Politics, Foucault o Shere Hite).
Por tanto, las movilizaciones no son un mero resultado de la capacidad de
convocatoria de las redes sociales digitales, si bien éstas sí han sido la pieza
imprescindible como soporte de la participación política, por tratarse de algo
más que un medio de comunicación. Un hecho social total, en términos de Marcel
Mauss (1979), en tanto alcanza y reproduce el conjunto de instituciones sociales
tradicionales: escuelas, familias, confesiones... Asimismo, integra el resto de

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medios de comunicación (radio, televisión, teléfono), y sus funciones políticas:
aunando herramientas de comunicación interpersonal para la agrupación,
identificación y transmisión de la opinión respecto a temas políticos o para
promover movimientos ciudadanos o concentraciones (“quedadas”). Estados de
opinión, sobre todo a través de las redes sociales, en donde la adhesión política
digital, puede medirse por el número de seguidores a cada líder político o
propuesta, testar preferencias en las críticas y últimas noticias “colgadas”, y tanto
a través de las web de administraciones y partidos, como de los medios,
permitiendo el feedback con los internautas.
Sin embargo, la juventud las emplea de forma normalizada (ver siguiente
apartado). De los estudios más recientes como el de Miguel Túñez López y José
Sixto García (2011) se desprende que los representantes políticos apenas han
empezado a usar las redes sociales de forma intensiva: sólo uno de cada cuatro
diputados/as (25,14%) tiene perfil o página personal en Facebook y el porcentaje
se reduce casi a la mitad si hablamos de los parlamentarios/as que tienen perfil
abierto, a los que puede acceder cualquier usuario de la red social (16,28%). Uno
de cada cinco diputados/as (22,28%) prefiere el perfil a la página para
comunicarse en Facebook, a pesar de que las páginas resultan mucho más
exitosas, con una media de seguidores de 4.831, mientras que la media de
contactos de los perfiles se encuentra en torno a los 2.794.
En cuanto al empleo de los recursos multimedia (fotos, vídeos, audio,
aplicaciones gráficas, etc.) recurre aproximadamente uno de cada tres
diputados/as con presencia en Facebook (el 8%); lo que nos permite hablar de
una infrautilización de estas herramientas que complementan la imagen, acercan,
refuerzan y revalorizan el valor del mensaje político. Si las redes generan opinión
pública de forma continuada, tanto por parte de los profesionales de la
comunicación como de la ciudadanía, la participación de las organizaciones
políticas es bastante menos intensa e indirecta (a través generalmente de sus
afiliados y algunos representantes), que en España siguen prescindiendo de sus
potencialidades para el marketing político: acceso a un público objetivo ya
segmentado, información transcendente sobre el sexo, edad, religión y tendencia
política de los usuarios, actitudes, gustos y estilos de vida, etc. Posibilitan
además, el análisis en tiempo real del éxito que obtiene una campaña, candidato y
la sintonía con el electorado de cada propuesta, desglosada en grupos concretos,
y por tanto, con mayor margen de rectificación.
Es bien conocido que la edad de los usuarios de Facebook va desde los veinte

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años en adelante, y que es la red más extendida; permite la incorporación de
widgets (que pueden ser utilizados para redireccionar a la página oficial del
partido, reproducir actos, archivar convocatorias de eventos en las páginas de los
usuarios, etc.). Tuenti por su parte, tiene un público objetivo más concreto,
españoles/as de 15 a 23 años; y Twitter comprendería un segmento intermedio
entre ambos, de 18 a 35 años. Esta última ha sido la más empleada en las
movilizaciones del 15M, en conexión con las páginas web de las organizaciones
que contribuyeron a la auto-organización del movimiento, al parecer más de 500,
como DRY (Democracia Real Ya), Tomalaplaza, Movimiento 15M o Spanish
Revolution (nombre que hace referencia a los hashtags de la red social Twitter).
Una medida de la adhesión en red consistió en que varios hashtags (la palabra
clave de caracteres precedidos de una almohadilla que forman un tema en que
todos los usuarios pueden participar y sondear): #acampadasol, #15mani,
#democraciarealya, #nolesvotes, #Spanishrevolution, #yeswecamp y #15M.
dieron lugar a los trending topics, que son las palabras clave más usadas en
Twitter en un momento dado. Así en seis días (del 16 al 20) se publicaron
983.744 tweets por 162.397 usuarios únicos y, el 21 de mayo de 2011 “Spain” fue
la palabra más buscada en la versión digital del New York Times y el Washington
Post. Es decir, un movimiento de ciberactivismo político sin precedentes que
pronto se extendía como la pólvora.
Por último, el voto electrónico remoto (no presencial), que durante los años
ochenta se entendió sería el primer paso de la democracia digital, ha sido en
realidad la asignatura pendiente, si bien permanece siendo una promesa para
ampliar la participación política juvenil, incrementar la rapidez del proceso
electoral, la adaptación idiomática, la accesibilidad, el ahorro de costes y la
prevención de errores. Sin embargo, siguen planteándose problemas respecto a su
aplicabilidad con las garantías jurídicas suficientes, y para que el sufragio sea
ejecutado de forma universal, libre, igual, directa, secreta y transparente. Es
decir, en los términos que establece el artículo 68.1 de la Constitución Española y
la LOREG. Al menos mientras se mantengan tan importantes dificultades sobre su
seguridad: en el registro electrónico directo (DRE), la posibilidad de
suplantación de identidad (spoofing), la susceptibilidad frente a la compraventa
de votos automatizada, la cualificación del software, la vulnerabilidad frente
ataques de virus y códigos maliciosos, la falta de confidencialidad. Y todo a
pesar de las múltiples experiencias y pruebas piloto desarrolladas: Consensus y
Democraci.web en Cataluña, Madrid Participa, Candidato.Net en España,
Minnesota E-democracy, UK Citizens Online Democracy (UCOD), entre otras.

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Como afirma Borge Bravo (2005) en su artículo “La participación electrónica,
estado de la cuestión”, más allá de las limitaciones técnicas, partidos y
administraciones públicas no terminan de encontrar sus beneficios, y sí una cesión
de poder y mayor complicación para la toma de decisiones, interesados como
están en reforzar la democracia representativa, pero no en ampliar los canales de
participación” (UOC, 2005). Todo lo contrario que un importante sector de los
movimientos sociales, y la juventud familiarizada con las transacciones seguras
(compras, juego, finanzas, exámenes) y con una opinión muy proclive a que sean
las TIC las principales implicadas en alcanzar un nuevo modelo de democracia
más participativa. Ya que la configuración legal de la Administración Electoral
española considera que la participación ciudadana debe ser directa, y no
necesariamente garantizar la pervivencia de las mesas electorales, sino más bien
que la democracia debe evolucionar con dicha participación.

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5. LA JUVENTUD EN EL ACCESO A LA INFORMACIÓN
POLÍTICA EN LA RED
Internet tiene una penetración muy significativa en España en la juventud con
rango de edad entre 16 y 24 años, haciendo uso de la red el 90% en el año 2008, y
el 92% ya en el año 2009 (ministerio de Industria, Turismo y Comercio, 2009); y
pudiéndose hablar en estos momentos (2012) de normalización del medio en este
segmento de población. Un 30% de éstos accede desde el teléfono móvil
(Conecta), sobre todo para el uso de redes sociales, empleadas por un 90% de
jóvenes de 15 a 18 años que accede con frecuencia para actualizar sus páginas,
contar con información relevante, estar al día, mantenerse en contacto,
intercambiar vídeos etc.
Según datos del CIS, a la pregunta “¿A través de qué medios te informas
habitualmente de las actividades del gobierno?” el segmento de 18 a 24 años lo
hace el 84% por televisión, el 20% en radio, y el 21% en prensa, (frente al 93%
de 35 a 44), y sólo el 4% emplea internet. Este dato no incluye el hecho de que,
cuando se ha preguntado durante nuestra encuesta y el trabajo de campo1
“¿Podrías decirme con qué frecuencia utilizas otros medios de comunicación en la
red?” (cuadro 1) el acceso a la información política on-line se manifiesta muy
intenso, sobre todo, entre los chicos jóvenes, frente a las chicas y las los
adolescentes (cuadro 2).
Cuadro 1. ¿Podrías decirme con qué frecuencia utilizas estas webs?
ADOLESCENTES JOVENES TOTAL
A menudo Alguna vez Nunca A menudo Alguna vez Nunca A menudo
Web musicales 43,8 35,4 20,8 37,0 44,1 18,9 39,1
Periódicos y revistas 25,6 31,8 42,6 38,5 39,5 22,0 34,5
Web deportivas 29,5 26,5 44,0 28,6 26,1 45,3 28,9
Radios 11,9 33,0 55,1 18,0 41,7 40,3 16,1

Elaboración propia (Injuve, 2009)


Al tratarse las redes sociales digitales de un “medio de medios” intensivo e
interactivo, la juventud tiene acceso a la información y el debate político directo
y a través de sus iguales, sin la mediación propia de los agentes formales de
socialización como la familia y la escuela, o difusos como los medios;
pudiéndose hablar de internet como “medio amigo” por antonomasia, y de una
suerte de “autosocialización”, o educación cívica autodirigida y “a la carta”.

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Gracias a las redes sociales puede sortearse el sesgo de los datos y las noticias,
“apagones informativos” propios de otros movimientos juveniles, confiriendo
poder y mayor responsabilidad a la acción política, mientras cualquier mediación
de los grupos de comunicación y los partidos es observada con sospecha. A la
pregunta del CIS “¿Utilizas internet para obtener información política?”, sólo el
20% de jóvenes de 18 a 24 años lo había hecho, mientras que el 50% veía
programas de contenido político en televisión, el 36% en la radio y el 60% leía
secciones políticas en los periódicos. Algo que sorprende y da cuenta de la
desafección con los cauces tradicionales de participación, a juzgar por ese 23%
que, en la misma encuesta contestó que la política le interesa bastante, frente al
40% que decía le interesaba poco, o el 36% que dijo no interesarle nada.
Que la comunicación global sea la primera oportunidad que la juventud
considera les propicia internet (cuadro 3), evidencia que se trata de una
generación que está sintonizando a la perfección con el espíritu y el compromiso
con su tiempo ayudados de los nuevos medios integrados, y que éstos son muy
considerados en términos de participación y “complicidad con sus iguales”.
Cuadro 3. ¿Qué oportunidades crees que puede propiciar el acceso a Internet?
CHICOS CHICAS ADOLES . JÓVENES MADRID GRANADA TOTAL
1. Comunicación con todo el mundo 65,4 68,1 66,7 66,8 81,5 51,1 66,7
2. Información sin límites 61,2 61,1 53,9 64,5 68,5 53,4 61,1
3. Encontrar trabajo 46,0 46,9 35,7 10,3 70,8 20,5 46,4
4. Diversión 43,9 41,4 45,2 41,5 66,3 17,7 42,7
5. Relacionarse sin límites 37,1 36,3 41,4 34,6 48,9 23,8 36,7
6. Oportunidades para dar tu opinión 18,2 18,9 17,6 19,0 34,6 1,5 18,5
7. Participar-sentirse parte 12,5 9,3 12,2 3,5 20,3 1,0 10,9
8. Cibersexo 11,8 5,7 8,0 51,3 6,3 0,8 8,8
9. Privacidad 9,4 7,6 9,8 7,9 14,7 1,9 8,5
10. OTROS 2,4 3,0 0,9 0,8 3,1 2,3 2,7
11. Ninguna 0,6 0,9 0,6 9,1 1,1 0,4 0,7

Elaboración propia (Injuve, 2009)


1 Del estudio realizado por Rubio Gil (2009), con el patrocinio del Injuve “Adolescentes y jóvenes en la red”,
con una muestra de 1.111 individuos, un tipo de muestreo polietápico estratificado aleatorio y con cuotas de
edad y sexo, y un error muestral de ±5% para p=q=50, nivel de confianza 95,5% = ± 2δ.

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6. LAS REDES SOCIALES COMO INSTRUMENTO DE
SOCIALIZACIÓN, ADSCRIPCIÓN Y ACTIVISMO JUVENIL
Si el perfil tipo del actual usuario/a de internet es un individuo entre 16 y 24
años (el 77% del total según el informe de la Fundación Telefónica), dicho
impacto exige preguntarse sobre el papel de la red en la socialización política
(Bernete, 2010; Rubio, 2010). Siguiendo a Berger y Luckmann (1968), la
socialización secundaria se desarrolla desde la adolescencia y entraña la tarea de
iniciarse en los roles propios de la vida adulta: los asociados a la división del
trabajo, la diversidad profesional, los grupos de diversión, religiosos, el género,
las relaciones intersexuales y la participación política y ciudadana.
En dichas tareas de anclaje social (Giddens, 1993) lo característico de las
personas nativas digitales es haber crecido en mundos técnicos y relacionarse a
través de redes integradas, en correspondencia con una “individualización
avanzada” como rasgo característico de la postmodernidad (Castells, 1996; Urry,
2003). En éstas sociedades las exigencias de los grupos de pertenencia
disminuyen, pero “las personas ya no pueden encontrar su propia identidad en
determinaciones colectivas” (Tully, 2007); deben buscarla. Las redes sociales
cumplen entonces una importante función en el proceso, a la hora de descifrar la
estructura ideológica del entorno y como soporte para encontrar referentes o
simplificar el “conflicto de roles”, tan propio de la etapa adolescente del que
hablaba Coleman (1985).
A través de los nuevos medios, chicos y chicas aprenden qué es lo aceptable e
inaceptable en el orbe simbólico de su propio grupo social juvenil y su sexo,
desde edades muy tempranas. Sólo que los contenidos parten más de sí mismos,
que de ningún otro agente socializador formal o difuso anterior. Una socialización
que incluye la comprensión de la ética, la formación de los valores, la
adscripción ideológica, y la consideración de internet como parte de las señas de
identidad grupal, que a su vez, se asocian con actitudes políticas claras: como la
de mayor apertura a la crítica de las acciones de partidos y personajes públicos,
beligerancia frente a las que consideran injustas, movilización rápida a través de
la creación y adhesión de nuevos grupos de interés cuando resultan inaceptables
En resumen, unas plataformas con un componente político-adscriptivo en sí
mismas, cuyo valor se incrementa en la misma medida que lo hace el capital
social de cada usuario y de sus contactos y redes, y que han resultado
imprescindibles para la articulación de los movimientos juveniles en el entorno

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de una sociedad postindustrial anónima y fragmentada (en grupos de escasa
capacidad de poder, orientados hacia fines exclusivos y sin capacidad de
negociación).
La primera información a la que se accede, por ejemplo en Facebook cuando
llega una solicitud de amistad es el número de contactos (“amigos”) de cada
usuario/a, sus grupos de interés, la actividad que mantiene
(publicaciones/mensajes en el muro y fotografías); en gran medida con grupos de
actividades lúdicas, pero también en partidos políticos y causas cívicas concretas
(“nuclear-no-gracias”, p.e.).
Las redes sociales digitales en la web 2.0 permiten una interconexión compleja
y en soportes diversos de la información política y de todo orden, que va
configurándose por los propios usuarios, con todo tipo de medios, aplicaciones
de la red, facilitando la participación difusa y permanente: descarga de videos
con informaciones, anécdotas, protestas; “colgado de” mensajes interesantes de
blogs, wikis o webs; debate en foros y chat; acceso a la información por medio de
posts y notas en las que pueden compartirse denuncias, noticias, manifiestos,
redacción de artículos “enciclopédicos” (Wikipedia). Esta última, definida por el
creador del término “web 2.0, O’Reilly, como “una experiencia radical de
confianza” (2005:5). Con todas ellas se abre la posibilidad de intercalar debate
público (en los muros, blogs, wikis y páginas), con debate privado (en chat y
correo de red social, servidores, MSN o Skype) y su sondeo cara a la iniciación
de acciones colectivas, de la opinión de los contactos de forma permanente a
través de la expresión de adhesión (“me gusta” en Facebook o seguimiento en
Twitter).
El potencial de convocatoria y difusión de las movilizaciones tampoco tiene
parangón con el pasado, pudiendo visualizar en directo lo que va ocurriendo en
cualquier país, reaccionar a las noticias; como también tomar nota de los
acontecimientos, sin tomar parte. Una nueva forma de participación que,
exigiendo una implicación más baja, activa acciones políticas de mayor
intensidad, tanto a través de la opinión pública y publicada, como de las acciones
colectivas. Éstas últimas pueden establecerse en un corto periodo de tiempo de
forma multitudinaria, como generarse y de forma inesperada desaparecer. El
reclutamiento resulta más eficiente, la pertenencia no entraña moverse del
domicilio, ni lazos personales, y por tanto, la responsabilidad y vocación de
permanencia son más laxas.
En el caso del 15M sin embargo, se rompen varios de estos hándicaps, no

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siendo un fenómeno virtual de “generación espontánea”, como a veces se ha
creído, sino que parte de la interacción de múltiples asociaciones y movimientos
que venían de antiguo, y su organización se fue vertebrando, dejando incluso en
segundo plano, webs y redes sociales. Quedaron también refutadas
interpretaciones de autores como Zygmunt Bauman, que defendía el concepto de
una “solidaridad líquida” basada en redes de cohesión emocional instantánea.
Este término, heredero del propuesto por el sociólogo francés Michel Maffesoli
(2005) para hablar de las subculturas neotribales postmodernas, alude al
“principio de sociabilidad dispersa”, en el que la racionalidad y las ideas,
quedan sustituidas por la emoción, el ambiente y el feeling que propicia la mezcla
de grupos de tendencias dispares en fenómenos multitudinarios convocados a
través de internet, como en el caso de las raves juveniles (fiestas de larga
duración y música de baile electrónica rápida convocadas en lugares
improvisados a través de internet).
La ocupación del espacio público en este caso, se caracteriza por el carácter
motivado (en cada convocatoria) y consciente. El sentimiento que cataliza la
indignación ciudadana (nada que ver con el libro que quiso ser de cabecera
“indignados” y fue posterior a la “biblioteca Sol”), se asemeja más a la
“felicidad revolucionaria” (bonheure revolutionnaire del mayo francés) derivada
de la empatía con el clima vitalista en la acción colectiva que a la masificación
tribal y evasiva de las raves o el botellón.
Por último, se ha insistido en que se trataba de un movimiento juvenil que no
sabía lo que quería, pero que, como llegó afirmar en un editorial The Financial
Times, con su existencia “lo consiguió”. Es decir, por su influencia mediática y
política, la apertura de un debate democrático constructivo, que han llevado a
medidas como la incorporación a los programas de los partidos y de algunas
entidades de la dación en pago de la hipoteca, la aplicación de la tasa Tobin de
impuesto sobre las transacciones financieras y, lo que parecía más difícil, llegar a
la opinión pública a pesar de la indiferencia de los medios tradicionales ante sus
acciones y demandas: el 44% de los ciudadanos estaba muy de acuerdo con el
movimiento, el 19% no lo está, y sólo el 5% muestra desconocimiento según el
Estudio sobre Tendencias Sociales 2011.
Tras un año de existencia, el movimiento ha conocido un despliegue de
actividades para remplazar la indignación por nuevos modos de participar en lo
colectivo (Bancos de Tiempo, “Toma tu Parque”, Huertos Urbanos, etc.), y el
consumo (Trueque, Bibliotecas, Ecoaldeas), que aproxime a la gente a una

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democracia más real y directa (asambleas, referéndum, voto electrónico) y
postergue la fragmentación que les priva de toda prerrogativa en las sociedades
desarrolladas. El 19 de mayo de 2012 el volumen de simpatizantes había crecido,
a un 68% de la población, un 75% de los jóvenes según datos de Josep Lobera
(Director de Metroscopia y profesor de Sociología de la UAM), siendo 3 veces
más quienes han participado en alguna de sus asambleas.

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7. CONCLUSIONES
La creciente distancia, unas organizaciones distantes y burocratizadas,
amparadas por una democracia mediática, han dado como resultado la
desafección juvenil, aunque no hacia la política, como se había creído durante
décadas en las ciencias sociales, sino hacía formas concretas de participación
(como la militancia en partidos y sindicatos y el propio sufragio activo y pasivo).
En este entorno, internet se ha revelado como un instrumento que favorece el
empoderamiento personal y colectivo. “Las personas, pueden colaborar para
obtener metas comunes, mientras que sus posiciones en la red las capacita como
agentes para obtener poder y estatus”; si bien —puede añadirse con Bruggeman
—, todo ello da lugar a una desigualdad social (2008:2). Éste nuevo desequilibro
ha jugado a favor de una mayor implicación de la juventud, que ha servido para la
“extensión del concepto de ciudadanía y participación política que se encontraba
demandando”, y que ha dado lugar a los movimientos como el M15, también
conocido como Spanish revolution.
Es decir, la ciberpolítica ha conseguido hacer cristalizar nuevas relaciones,
procesos y movimientos sociopolíticos, con un tipo de solidaridad mecánica,
dado que el vínculo social surge de la identidad, de forma espontánea, y
comunidad o expresividad se van constituyendo como alternativas parciales y
suplementarias a los sistemas impersonales de solidaridad pública (Alonso,
1998:170).
En términos de Wuthnow (1996), se trata de una participación política más
ligada a la expresión de la identidad grupal particular que a la razón universalista
de una institución social “juridificada”. Una dinámica de “autorreferencia”
dispersa en la que la juventud, pionera en el uso y difusión de la red y en ella de
redes sociales, ha sido conductora; y se encuentra modificando no sólo las
relaciones entre electores, partidos y administraciones, sino los propios
movimientos sociales y las formas de participación e intervención política.
Porque la participación es una cuestión íntimamente ligada a la percepción de la
ciudadanía en dichos términos, como afirman Dowse y Hughes (1986), y como tal
su carencia, puede ser medida no únicamente por la abstención electoral, sino en
asociación con la anomia que inhibe la implicación en un conjunto amplio de
actividades políticas, en las que, por otra parte, la juventud actual muestra ser
muy activa.
Puede concluirse, parafraseando a Claus Offe (1988:228), que si los

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movimientos sociales juveniles de los sesenta y setenta fueron la crítica moderna
al proceso de modernización, los nuevos movimientos sociales de los noventa y
sobre todo, de principios del siglo XXI, son la “crítica postmoderna al proceso
de postmodernización”. En los primeros se pedía de forma partidista mayor
apertura (política, moral, etc.), en éste se afirma, de forma plural pero asertiva:
ya no todo vale.

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L@S AUTOR@S
Palmira Chavero (Monesterio —Badajoz—, 1983). Licenciada en Periodismo por la Universidad
Complutense de Madrid en 2006. Ha trabajado como coordinadora de sección en la revista económica
Capital, además de otros medios especializados. En 2008 recibió el Premio Periodismo 8 de marzo y en
2009 el accésit al Premio Periodismo Oficemen. En la actualidad colabora con distintos medios
especializados.
En la vertiente académica, es colaboradora de la Facultad de Ciencias de la Información (UCM), donde se
doctoró con una tesis en Comunicación Política. Sus líneas de investigación se centran en el papel de los
medios de comunicación dentro del proceso político. Forma parte del Grupo de Investigación Agenda y Voto
y ha colaborado en otros proyectos de investigación, como el programa Cultura de la Legalidad (Trust-CM).
En 2011 recibió el I Premio Jóvenes Investigadores Joan Prats, del Instituto Universitario de Investigación
Ortega y Gasset.
Ramón Cotarelo, catedrático de Ciencia Política y director del Departamento de Ciencia Política y de la
Administración de la UNED, universidad de la que fue vicerrector. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología
por la Universidad Complutense. Estudió postgrados en Frankfurt (Alemania) y Lancaster (Reino Unido).
Sus especialidades son partidos políticos, el Estado del bienestar, la teoría política, la comunicación y la
iconografía políticas, la ciberpolítica y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Tiene 32
libros publicados. Los últimos: La política en la era de internet, Valencia, Tirant lo Blanch, de 2010;
Memoria del franquismo, Madrid: Akal, 2011; El sueño de la verdad. Los conflictos en la sociedad
abierta, Madrid: La Catarata, 2012; España en crisis. La segunda legislatura de Rodríguez Zapatero
(Coord. con César Colino), Valencia: Tirant Lo Blanch, 2012. 150 artículos en revistas especializadas
españolas y extranjeras. Más de 2.000 artículos de prensa. Ha traducido 14 libros de filosofía y teoría
política del francés, el inglés y el alemán. Es director de la colección de Utopías de la editorial Akal,
miembro del consejo editorial de publico.es y analista habitual del programa La Tuerka, de TeleK. Mantiene
un blog diario, titulado “Palinuro” ( http://cotarelo.blogspot.com/).
J. Ignacio Criado es profesor y secretario académico en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid. Licenciado (premio nacional extraordinario) y
doctor europeo (premio extraordinario de doctorado, premio INAP a la mejor investigación sobre
Administración Pública y AECPA a la mejor tesis doctoral de Ciencia Política) en Ciencia Política y
Administración Pública por la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto Ortega y Gasset. Ha sido
investigador visitante en diferentes instituciones académicas (entre otras, University of Manchester,
European Institute of Public Administration, London School of Economics), visiting fellow en el
Oxford Internet Institute, University of Oxford, así como posdoctoral visiting scholar en el Center for
Technology in Government, State University of New York (SUNY at Albany). Entre sus publicaciones
destacan los libros premiados Entre Sueños Utópicos y Visiones Pesimistas. Las TIC en la
Modernización de las Administraciones Públicas y Construyendo la e-Administración Local, así como
numerosos artículos y capítulos nacionales e internacionales acerca de las interacciones entre las TIC y las
diferentes esferas del gobierno y la administración. Es miembro del consejo editorial de Internacional
Journal of Public Sector Management, Revista Española de Ciencia Política y Espacios Públicos, así
como evaluador de artículos en las revistas Public Administration, Local Government Studies,
Government Information Quarterly, Gestión y Política Pública, o Innovar. Revista de Ciencias
Sociales y Administrativas. Investiga sobre políticas de gestión de la calidad de las políticas y servicios
públicos, interoperabilidad, Gobierno 2.0, así como liderazgo político local. Ha colaborado como consultor y
asesor para diferentes organismos públicos internacionales, incluyendo la UNESCO y el CLAD, además de
ser evaluador de los European Awards for eGovernment, de la Comisión Europea. Ha sido co-autor del
Marco Iberoamericano de Interoperabilidad de Gobierno Electrónico e investigador principal del proyecto

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Internet y las TIC en la Mejora de los Gobiernos Centroamericanos.
Montse Fernández Crespo. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense.
Máster en Comunicación Política e Institucional por el Instituto de Investigación Universitario de
Investigación Ortega y Gasset (Fundación Ortega-Marañón). Máster en Especialización Didáctica (TED-
antiguo CAP) por la Universidad de Alcalá de Henares. Investigadora en Sociedad de la Información en la
Universidad Complutense. Autora del libro Internet, Blog y Política 2.0 (ed. Fundación Jaime Vera). Socia
fundadora de Spin Media. Actualmente, Coordinadora del Máster en Comunicación Política e Institucional
de la Fundación Ortega-Marañón. Profesora, entre otros, en el Máster en Comunicación Política e
Institucional de la Fundación Ortega-Marañón y en el Máster de Estudios Políticos Aplicados de la FIIAPP
(Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas). Consultora en Política
2.0 habiendo participado en varias campañas en Latinoamérica. Ha publicado diversos artículos en
elimparcial.es, cuadernos Evoca, y maspoderlocal.es. Actualmente investiga en el impacto y capacidad
de predicción en el comportamiento de las Redes Sociales en las Campañas Electorales.
Óscar García Luengo. Profesor Titular de Ciencia Política. Vicedecano de Relaciones Internacionales y
Programas de Cooperación. Director de la Escuela Superior de Gobierno Local (Unión Iberoamericana de
Municipalistas). Director del Máster en Análisis Político y Electoral.
Doctor Europeo en Ciencia Política (U. Complutense). Experto en Análisis de Datos (Centro de
Investigaciones Sociológicas). Especialización en Derecho Constitucional y Ciencia Política (Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales). Profesor en University of California, Berkeley (EE.UU.),
Université Hassan II Ain Chock (Marruecos), Anadolu Üniveristesi (Turquía), University of West
Bohemia (República Checa), University of Saint Louis (EE.UU.), Universidad Técnica de Machala
(Ecuador), Universidad Complutense de Madrid, entre otras instituciones. Investigador visitante en la
Universidad de Buenos Aires, Instituto Tecnológico de Monterrey, European University Institute,
Johannes Gutenberg-Universität, Amsterdam School of Communications Research. Participante en más
de 30 congresos internacionales y autor de varias decenas de publicaciones entre ellas ¿Comunicando
Desafección? La influencia de los Medios de Comunicación en la Cultura Política (2009), Marketing
Político y Ámbito Local (2009).
Olga Gil. Ph.D (European University Institute) y Fulbright Scholar. Con experiencia internacional en
investigación, formación y difusión sobre cambio tecnológico y social (Estados Unidos, Italia, Gran Bretaña,
en instituciones, universidades de prestigio: ONU, Banco Mundial, University of North Carolina, Duke, y
European University Institute).
En la actualidad le interesa el cambio corporativo, las redes sociales y distribuidas, y las ideas que moverán
el futuro en las próximas dos décadas, temas que trabaja como asesora, conferenciante y formadora para
varias empresas del IBEX35. Colabora con universidades: UNIA, UC3M, UNED, UCM, en la actualidad.
Tiene una presencia selectiva en Internet, comprometida con la difusión científica, que alcanza los cinco mil
seguidores en distintos canales. Dirige programas de formación, además de participar como ponente y
presentadora en jornadas, congresos, y eventos en temas relacionados con sus especialidades: innovación en
la empresa, innovación educativa, e innovación institucional, contenidos 2.0, empresa 2.0, entornos
colaborativos, creación de comunidades, redes distribuidas, redes sociales y cambio, tendencias, entornos
colaborativos de aprendizaje, edición multimedia, marca global, difusión de la ciencia y acercamiento a la
sociedad.
Autora de: Telecomunicaciones y Políticas en Estados Unidos y España (1875-2002): Construyendo
Mercados, editado por CIS y S.XXI, y premio al mejor libro AECPA. En este libro explica el paso de
mercados de monopolio, basados en jerarquías a las redes. Es miembro de la Asociación de exbecarios
Fulbright, de cuya Junta ha formado parte siete años (2004-2011) y donde ha diseñado y dirigido la
arquitectura de la nueva página web (www.Asoc-Fulbright.es). Ha realizado programas ejecutivos en
INSEAD e IESE.

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Mónica López Viso. Nacida en Ourense (España) es doctora en Ciencias Políticas y Sociología en la
especialidad de Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Ejerce como
profesora contratada-doctora en la Universidad de Vigo desde el año 1995 y como profesora tutora en el
Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Nacional de Educación a
Distancia (UNED). Durante 2005-2008 ha sido titular del módulo Jean Monnet “The European Union and
the Social Policy” y es miembro docente del Centro de Excelencia Jean Monnet de la Universidad de Vigo.
Compagina sus actividades docentes con su actividad investigadora en torno a la política social y la política
social comunitaria, y más recientemente la ciberpolítica.
Mario A. Ortiz García. Licenciado en Humanidades por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM) en el 2000 y licenciado en Historia por la Universidad de Vigo en 2008. Estudios de posgrado en
Antropología Social y Cultural en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Ha ejercido como experto en Comunicación (Gobierno de Sonora, México), Diversidad Cultural (Instituto
Indigenista Interamericano - Organización de Estados Americanos) y Género (Asociación de Hombres por
la Igualdad de Género, InteRed Galicia). Ha colaborado como docente en la UNAM y en la Universidad de
Vigo. Actualmente es tutor presencial y telemático en la UNED en materias de antropología, y educación y
nuevas tecnologías, además de impulsor y animador de talleres de género sobre masculinidades para la
equidad.
Salvador Parrado es profesor de Ciencia Política y de la Administración de la UNED. Es autor o coautor de
varios libros, informes y artículos sobre la administración electrónica, el gobierno abierto, la gestión pública,
las políticas orientadas al usuario, las relaciones intergubernamentales, la gobernanza del agua, el servicio
civil de carrera, la alta función pública y los sistemas administrativos comparados. Su trabajo empírico de
investigación se ha desarrollado en múltiples países como Estados Unidos, España, México, los países
centroamericanos, el Reino Unido, Alemania, Suiza, Noruega, Suecia, Dinamarca, República Checa, Francia,
Italia, Moldavia, Serbia, Brasil, Perú y Chile.
Juan Pizarro Miranda. Licenciado en sociología por la Universidad Complutense de Madrid, esta cursando el
Máster de Historia Contemporánea de la misma. Actualmente investiga cómo los avances tecnológicos han
incidido sobre los flujos de comunicación social y política y, por ende, sobre los intentos de controlarlos.
Josep Mª Reniu Vilamala. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de
Madrid (1993), Diploma de Especialización en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de
Estudios Constitucionales (1994) y Doctor en Ciencia Política y de la Administración por la Universidad de
Barcelona (2001), actualmente es Profesor Titular de Universidad del área de Ciencia Política y de la
Administración en la Universidad de Barcelona, donde ejerce las funciones de Jefe de los Estudios de
Ciencia Política y de la Administración. Miembro del Observatorio del Voto Electrónico (OVE), desde el año
2003 ha dedicado sus investigaciones en el ámbito de las TICs al análisis de los procesos de adopción del
voto electrónico, tanto en España como a nivel internacional. Ejemplos de estos trabajos, entre otros, son la
edición del libro colectivo E-voting: the last electoral revolution (Barcelona, ICPS, 2008) así como el
artículo Ocho dudas razonables sobre la adopción del voto electrónico (Revista IDP, nº 6, 2008) o el
capítulo de libro “El voto electrónico en España, México y Argentina”, en la obra compliada por Nicolás
Loza: Voto electrónico y democracia directa. Los nuevos rostros de la política en América Latina.
(México D.F., FLACSO/IFE., 2011). Ha participado en misiones de observación electoral del voto
electrónico en España, México, Argentina y Venezuela así como ha formado parte de la Mesa de
Seguimiento y Garantía de la Consulta sobre la Reforma de la Diagonal en Barcelona, como representante
del OVE.
Antón R. Castromil. Es profesor de Opinión Pública en la Facultad de Periodismo de la Universidad
Complutense donde también ha impartido asignaturas como “Comunicación Política” y “Efectos Políticos de
los Medios de Comunicación de Masas”. Sus líneas de investigación se centran en los efectos políticos de

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los medios de comunicación, la comunicación política, los estudios electorales y la teoría de la democracia.
En los últimos tiempos su interés se ha centrado en los efectos que pueden tener las coberturas negativas en
la calidad de la democracia.
Ángeles Rubio Gil. Profesora en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (Universidad Rey Juan Carlos),
y en distintos estudios de postgrado internacionales (UIA, ICADE, Ciudad Juárez, UTA de Ecuador, etc.).
Doctora en Sociología (1998) por el departamento de Cambio Social, se licenció Sociología y en CC.
Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. Es autora de diecisiete libros de
ensayo, manuales universitarios y de múltiples publicaciones de divulgación científica, entre otros: Finanzas
y Sociedad —Dir.— (Thomson), Sociología del Turismo (Coor.), Ariel; El Azar como Destino: de la
Sociedad del Juego al Miedo (CDA), Juventud y Nuevos Medios en la Red (Injuve), Formación de
Formadores después de Bolonia, Díaz de Santos; La Revolución Bancaria (IEA); El Consejo de
Administración en un Entorno Internacional (CEF), etc. En los últimos 20 años ha mantenido la actividad
investigadora gracias a la sucesión de premios y becas para trabajos como: Adolescentes y Jóvenes en la
Red (Injuve) Mediación en el conflicto intercultural en la Escuela (SM), Revistas Juveniles (CIDE),
“Despido y Recolocación Asistida” (CEF); “El proceso de socialización en la empresa” (CEF), Los
recursos humanos en el sector turístico español (Ministerio de Economía), etc. Colaboradora en distintos
medios (La Vanguardia, Psychologies, etc.).

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La Desnacionalización de España
Cotarelo, Ramón
9788416062928
365 Páginas

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¿Es España una nación? ¿Un haz de ellas? ¿Un Estado que oprime a las naciones
no castellanas? La cuestión secular, sigue siendo tema de debate preferent en la
esfera pública y la privada de las gentes. La mentira franquista de la Una, Grande,
Libre comenzó a deshacerse con la Transición, penúltimo intento de resolver el
sempiterno contencioso territorial. El auge soberanista catalán, las propuesta de
reformar la Constitución en un sentido federal o de abrir un nuevo proceso
constituyente son pruebas de que se avecinan tiempos de transformaciones
profundas. Este libro indaga en los orígenes y evolución de la cuestión de ser de
España, hasta llegar al momento actual y sus perspectivas. Lo hace con rigor y
seriedad pero en un lenguaje llano, sin falsos distanciamientos y accesible a todos
pues versa sobre un asunto de importancia esencial, que afecta directamente a la
vida cotidian de todos.

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La Resistencia Infinita seguido de: ¿Quién
Mató a Walter Benjamin?
Brossat, Alain
9788416062409
148 Páginas

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En las sociedades modernas, apunta Foucault, el capital reclama cuerpos útiles y


los gobernantes hacen una cuestión de principios como consecuencia de la
disponibilidad en la utilización de estos (su «utilizabilidad»). Asegurar su
influencia sobre la población para hacer a los cuerpos útiles y dóciles es una de
las tareas mayores que se asigna desde entonces al gobierno de los vivientes. Las
resistencias de conducta, las contraconductas, las insurrecciones de la conducta
van pues, en esta configuración general, a desplegarse según una línea de fuerza
distinta: los cuerpos rechinan en su devenir-productivos, en su devenir-útiles, los
sujetos (tanto individuales como colectivos) inventan y experimentan toda especie
de formas de rebeldía: resistir, es en primer lugar trabajar activamente en hacerse
poco útil o inútil, es contrariar su «utilizabilidad», ocultándose del trabajo
productivo, ralentizando las cadencias, desviando el encargo, malinterpretando
las órdenes del contramaestre, resistiendo a la innovación tecnológica, etc. Todas
estas formas de resistencia son adquiridas, lo sabemos; sus letras de nobleza, en
las luchas obreras particularmente, al hilo del desarrollo de la producción
capitalista moderna.

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