Orígenes. Fue con la llegada de los españoles, hace más de
500 años, que se dio inicio al desarrollo de la Agricultura en Camaná. Los atributos climáticos del Valle, la fertilidad de su suelo y la constancia del caudal de su río, fueron los factores que influyeron en sus habitantes para el uso agrícola de su extenso Valle.
Así, don Antonio de Rivera, en 1550 inició el cultivo de la
aceituna en esta parte del litoral del sur. Sin embargo, fue el Tnte. Coronel, Don Juan Flores del Campo, quien a fines del siglo XVIII dio impulso inicial a la colonización y la agricultura, mediante la siembra de la caña de azúcar y dando tierras de cultivo a todo vecino que construyera su casa a la par que también inició el dominio de la fuerza del río Camaná, reforzando la acequia “El Brazo” que permitía irrigar nuevas extensiones de terreno.
En el siglo XIX, el esfuerzo de los hombres de Camaná a la
vez que fueron doblegando el cauce de su río “...hasta arrinconarlo contra las estribaciones que enmarcan el valle por el poniente, lo que permite desde entonces, sacarlo del caserío de Uchumayo por donde habitualmente se deslizó durante muchos años, siguiendo su corriente por la barranca de “La Bedoya”. Así, con el trabajo dominical de los “simbudos” (naturales de cabello largo-simba- o coleta a manera de los toreros) se suprimió también el “brazo” permanente de “el pozo de las labanderas” y se fue desecando el matorral de la plaza de armas y de la calle del Comercio...”
Después vendrá don Ramón Salazar que cultivó el algodón,
Faustino Franco, los platanales, Don Raymundo León Prado, la naranja y luego, la producción de zapallo, la sandía, etc. etc. frutos que iban nutriendo la vida de las nuevas generaciones a la vez que también van produciendo las rentas para que paulatinamente se geste el progreso urbano de Camaná.
Hay una anécdota que prueba la inquietud por desarrollar el
agro: “En 1871 –cita J.M. Morante- se constituyó una sociedad con el fin de irrigar la Pampa Colorada, sito entre Ocoña y Camaná, con una extensión de 5.000 Has. Esta agrupación la constituían los limeños E. Mercier, L. Vignot, F. Boloña, Santiago y B. Marrou, B. Roca, A. Bourset y el General Felipe Rivas, iniciaron la construcción del Canal de la Miota, el cual no prosperó por fallas técnicas o por falta de fondos” o malversación de los mismos. El gobierno del Coronel Balta, les hizo un préstamo de 350,000 soles. “Lo cierto es que la Guerra con Chile paralizó los trabajos y creyendo continuarlos después hasta las herramientas dejaron enterradas”. (pág. 36)
Auge agrícola. En el siglo XX “...asistimos en Camaná al
Siglo de Oro de su agricultura por estarse ya mecanizando sus labores de campo y la expansión de la zona agrícola por medio de irrigaciones dentro del valle, debido al entusiasmo de los hombres de empresa, convencidos de la exuberancia de sus tierras ubérrimas, que de año en año aumenta la producción en sus cosechas de carácter industrial sin tener en cuenta los sembríos de panllevar que descuidan en forma que ya debe controlarse. No es posible que se lleve desde Arequipa toda clase de verduras para expenderlas en el Mercado de Abastos de Camaná, cuando antes este valle las producía para satisfacer las exigencias de su población, sin necesidad de introducirlas recargadas de otros mercados”. (pág. 619)
A mediados del siglo XX, por ejemplo, ya se cultivaba el
algodón en su variedad de “Pima corriente”, “Tanguis” y “Pima 32” (con rendimiento promedio de 40 arrobas de algodón en rama por topo); arroz “Jamaica” y “Lambayeque Nº 2” (170 arrobas de arroz cáscara por topo); frijol (producto alternativo del arroz) “Bayo”, “Canario” y “Panamito” (8 quintales/topo); yuca “negra” (270 arrobas/topo); alfalfa “alto sierra” “San Pedro” (6 cortes al año); maíz “amarillo corriente”, “chaparreño”, “Pachía” y “Majeño”; camote “blanco”, “plaza”, “torre” (320 arrobas/topo); papa “Huasi Huasi”, “blanca de Pampacolca”, “negra arequipeña” (40 fanegas/topo); plátano de seda (62.5 quintales/topo); Ají “colorado” y “amarillo” (8 quintales/topo); hortalizas como tomates, cebolla, ajo, lechuga, coliflor, rabanitos; trigo “Florencia Aurora 6192”, “Montana” y “Barba Negra” (650 kilos/topo); caña de azúcar “blanca” para “chupar”. Y en frutales, producía la naranja “Valencia” y “Navel”, pacaes, guayabas, chirimoyas, membrillos, manzanas, lúcumos, nísperos, higos, etc. etc. ¡Qué prodigiosa es la naturaleza!
El Agro en los cincuentas. “Una prueba de ese aumento de
producción y como consecuencia de la ganancia que obtienen sus agricultores que repercute en la economía del valle, es la síntesis que nos proporciona el ingeniero residente José Quevedo, que es copia de la que eleva a sus superiores del Servicio Regional de Agricultura de Arequipa dando cuenta de la campaña 1956 – 1957...” (pág. 619)
Cuadro Estimativo de las Áreas Cultivadas y de la
Producción del Valle de Camaná Campaña 1955 – 1956
Cultivos Areas ( Topos) Prod. Promedio Producción Total Importe (S/.)
Nota.- Al área total del valle que es de 14,654.86 topos
(5,120 has.) se le ha agregado la cantidad de 4,520 topos que se cultivan con frijol, porque este se cultiva en rotación con el arroz.
En las últimas décadas, la producción agrícola de Camaná
está orientada a la producción de arroz (campaña grande) y por rotación al cultivo del frijol y en menor proporción cebolla, papa y zapallo, entre otros. La producción.
ESTAMPA FOLKLORICA DE CAMANÁ
Los huachanacos y los camanejos
“Terminadas en el valle las fiestas de Navidad y Año Nuevo,
los vecinos se preparan para las de carnestolendas. De uno a otro distrito o caserío, hombres y mujeres armados con sendas botellas de licor que les da inspiración, van por los callejones terrosos orillados por la vegetación enmarañada de los cercos, cantando sus huachanacos, formando hileras mixtas. Bajan de San Gregorio o del Cardo a San José o al Monte o a la Pampa y Guarangal o viceversa, cantando el sonsonete de sus canciones en las que no es tan importante la música monótona como la picardía intencionada de la letra que, en muchos casos, desciende al insulto o a la grosería. Cuando estas caravanas llegan a un caserío, se detiene en la primera esquina; cantan sus huachanacos y si la letra es galante, los vecinos se agrupan en la otra esquina próxima y contestan en la misma forma improvisando casi siempre la respuesta para que sea pertinente. En este caso, el remate de los huachanacos es la confraternidad; se aproximan los grupos de vecinos y visitantes, se reúnen en un casa, o bailan en la misma esquina del encuentro. Pero cuando, por el contrario, los visitantes se inician provocando con sus huachanacos satíricos, insultativos o amenazantes, la respuesta se pone a tono contra los provocadores y termina en gresca, a la que pone fin el vecindario quemando circas de ají seco, teniendo en cuenta la dirección del viento. El humo que se desprende produce el mismo efecto irritante de los gases lacrimógenos, y mientras los concurrentes festejan los efectos de sus gases picantes, la caravana belicosa se regresa a sus caseríos tosiendo, estornudando, llorosos, riendo unos y amenazando con represalia semejante los otros, terminando así en esa forma festiva por la noche, generalmente de sábado a domingo, las recíprocas visitas huachanaqueras entre los valleteros camanejos.
Este gentilicio (“camanejo”) me sugiere una aclaración
pertinente ya que de Camaná se trata. En muchas localidades del Perú se atribuye a los camanejos lo que en España a los gallegos; y así como están de acuerdo en que sus mujeres son hermosas, atractivas e inteligentes, en cambio los hombres resultamos ser extravagantes, torpes, como si no naciéramos de esas mismas mujeres que elogian. Pero averiguando el origen de la animadversión que se nos tuvo antes, más que ahora, encuentro que un chullo arequipeño escribió entre 1808 al 14 una proclama en términos e inteligencia que podrá producirla un camanejo, de lo que se valió un periodista de Arequipa para escribir un folleto en 1879, ampliando en forma de cuentos para niños o para el vulgo, una serie de ocurrencias que nuestro aislamiento político de antes protege su difusión.
Antonio Raimondi que pasa por Camaná en 1873, consigna en
su obra “El Perú” esta aclaración: “En caso todas partes del Perú se considera a los habitantes de Camaná como ignorantes o simples, al extremo de que se atribuye a los camanejos todo aquello que significa un absurdo. Bien puede ser que lo hayan sido en otro tiempo, pero en el día que no son tontos como se cree”.
Hace 15 años que a dos de mis alumnos del Colegio Nacional
de la Independencia Americana, paisanos míos, encomendé el encargo de recolectar los huachanacos que a continuación aparecen: Pedro Luis Gonzáles Pastor se encargó de El Monte, Cardo y Pampa, y José Bravo Martínez de San José, Chule y Pucchum. El primero de esos jóvenes es hoy profesor de la Gran Unidad Escolar Mariano Melgar en Arequipa, y el segundo, alumno de 6º Año de Medicina en la Universidad de Buenos Aires. Hoy ya las cosas han cambiado, el primo es catedrático de la Universidad de Arequipa y el 2º Médico en la Argentina.
No terminaré esta introducción sin dejar de hacer presente
que los huachanacos van desapareciendo en Camaná o sufriendo adulteraciones debido a la invasión de las radios. Tampoco debe extrañar que algunas de las indicadas canciones sean iguales o parecidas a las de Colombia o Argentina, pero la explicación fluye lógica: todos tienen como origen el común tronco hispano”.
Hé aquí algunos huachanacos incluidos por J. M. Morante:
Ayer me vieron mandando
En la puerta de un cuartel Y hoy me veo trabajando Pa’ poderme mantener.
Ven acá vidita mía
Sentate junto a mi lado Que si la vida te quitan Con la mía te harás cargo.
Esta noche quiero ver
Quién se lleva la bandera Si será el dueño de casa O los que viene de afuera.
La mujer que quiere a dos
No es puta sino advertida Porque si una luz se apaga La otra quedará encendida.