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La contaminación es la introducción de sustancias u otros elementos físicos en un

medio que provocan que éste sea inseguro o no apto para su uso.1 El medio puede
ser un ecosistema, un medio físico o un ser vivo. El contaminante puede ser
una sustancia química, energía (como sonido, calor, luz o radiactividad).
Es siempre una alteración negativa del estado natural del medio, y por lo general,
se genera como consecuencia de la actividad humana considerándose una forma
de impacto ambiental.
La contaminación puede clasificarse según el tipo de fuente de donde proviene, o
por la forma de contaminante que emite o medio que contamina. Existen muchos
agentes contaminantes entre ellos las sustancias químicas (como plaguicidas,
cianuro, herbicidas y otros.), los residuos urbanos, el petróleo, o las radiaciones
ionizantes. Todos estos pueden producir enfermedades, daños en
los ecosistemas o el medioambiente. Además existen muchos contaminantes
gaseosos que juegan un papel importante en diferentes fenómenos atmosféricos,
como la generación de lluvia ácida, el debilitamiento de la capa de ozono, y el
cambio climático.
Hay muchas formas de combatir la contaminación, y legislaciones internacionales
que regulan las emisiones contaminantes de los países que adhieren estas políticas.
La contaminación está generalmente ligada al desarrollo económico y social.
Actualmente muchas organizaciones internacionales como la ONU ubican
al desarrollo sostenible como una de las formas de proteger al medioambiente para
las actuales y futuras generaciones.
En 2015, contaminación mató más de 9 millones de personas.2

La pobreza es la situación de no poder satisfacer las necesidades físicas y


psíquicas básicas de una vida digna,1 por falta de recursos, como la alimentación,
la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, el agua potable o la electricidad. La
pobreza puede afectar a una persona, a un grupo de personas o a toda una región
geográfica.
También se suelen considerar pobreza las situaciones en que la falta de medios
económicos impide acceder a tales recursos. Situaciones como el desempleo,
la falta de ingresos o un nivel bajo de los mismos. Asimismo la pobreza puede ser
el resultado de procesos de exclusión social, segregación social o marginación (de
manera inversa, el que una persona se vuelva pobre también puede conducirla a la
marginación). En muchos países del tercer mundo, la pobreza se presenta cuando
no es posible cubrir las necesidades incluidas en la canasta básica de alimentos o
se dan problemas de subdesarrollo.2
En los estudios y estadísticas sociales se distingue entre pobreza y pobreza extrema
(también llamada miseria o indigencia), definiéndose la pobreza extrema como
aquella situación en la que una persona no puede acceder a la canasta básica de
alimentos (CBA) que le permita consumir una cantidad básica de calorías por día, y
pobreza como aquella situación en la que una persona no puede acceder a una
canasta básica de bienes y servicios más amplia (CBT), que incluye, además de los
alimentos, rubros como los servicios públicos, la salud, la educación, la vivienda o
la vestimenta.3 El Banco Mundial ha cuantificado ambas líneas, estableciendo
desde octubre de 2015, la línea de pobreza extrema (indigencia) en 1,90 dólares
norteamericanos ($) por día y la línea de pobreza en 3,10 $ diarios.45
Según el Informe de Desarrollo Humano de 2014 del Programa de Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD) uno de cada cinco habitantes del mundo vive en situación
de pobreza o pobreza extrema. Es decir, 1 500 millones de personas no tienen
acceso a saneamiento, agua potable, electricidad, educación básica o al sistema
de salud, además de soportar carencias económicas incompatibles con una vida
digna.

La violencia1 es el tipo de interacción entre sujetos que se manifiesta en


aquellas conductas o situaciones que, de forma deliberada, aprendida o imitada, 2
provocan o amenazan con hacer daño, mal o sometimiento grave (físico, sexual,
verbal o psicológico) a un individuo o a una colectividad,3 afectando a las personas
violentadas de tal manera que sus potencialidades presentes o futuras se vean
afectadas.4 Puede producirse a través de acciones y lenguajes, pero también de
silencios e inacciones, y es valorada negativamente por la ética, la moral y
el derecho, que atribuyen generalmente al Estado el monopolio de la violencia. La
violencia puede ser de carácter ofensivo o defensivo (también se utilizan los
conceptos de violencia proactiva y violencia reactiva), habilitando en este último
caso figuras de justificación ética de la violencia, como la legítima defensa y
el derecho de resistencia contra la opresión.56
Se trata de un concepto complejo que admite diversas matizaciones y graduaciones
según el punto de vista desde el que se trate; en ese sentido, su aplicación a la
realidad depende en ocasiones de apreciaciones subjetivas.

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