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Licitaciones públicas y

contratos privados,
diferencia
18 de diciembre de 2016 - 19:12 - Por RICARDO J. RODRÍGUEZ VACAS, ESQ.

El contrato público está financiado con el dinero del contribuyente y para el beneficio del
pueblo. Por lo tanto, requiere más transparencia, adherencias estrictas a procedimiento
y cumplimiento de la ley




CORTESÍA
Cuando uno analiza todo cuanto nos rodea comprende que alguien es responsable de
esa creación. Pensamos en los contratistas cuando nos impresionamos por la belleza
de algunos edificios, casas, calles o puentes. Generalmente existen dos tipos de
contratistas, los que contratan con entidades públicas y los que contratan con partes
privadas. Los primeros son pagados por el gobierno y construyen carreteras, puentes,
infraestructura subterránea o edificios públicos y los segundos pagados por compañías
privadas.

Es posible que un contratista haga obras públicas y privadas, pero ambas ramas
requieren la aplicación de diferentes procedimientos, reglamentos, y leyes. La
columna de hoy será dedicada a los contratistas que trabajan con entidades públicas o
gubernamentales y en particular, el proceso de la licitación. La licitación de contratos
es un proceso, generalmente competitivo, que busca obtener el mejor servicio, al
mejor precio, de un contratista de competencia profesional.

Un contratista no solo tiene que ser alguien o una compañía que ofrezca servicios de
construcción, puede ser uno que ofrezca servicios o productos. Igual que en el mundo
privado, los contratistas que ofrecen servicios al gobierno pueden abarcar desde
actividades artísticas hasta compañías de seguridad. La gran diferencia es que el
contrato público está financiado con el dinero del contribuyente y para el beneficio
del pueblo. Por lo tanto, requiere más transparencia, adherencias estrictas a
procedimiento, y cumplimiento de la ley.

Existen ventajas y desventajas en hacer negocios en el mundo privado y público.


Vamos a tomar el ejemplo de un contratista privado y uno público. Si un contratista
privado es contratado por un particular para que le construya un chalet en un barrio
de Miami. Y tras acordar el precio, firman el contrato, sacan lo permisos y comienzan
la obra. Aunque a los contratistas privados se les exige tener sus licencias y cumplir
con los requerimientos legales, el proceso es menos burocrático y riguroso. Sin
embargo, corren un riesgo mucho mayor que el contratista que trabaja para el sector
público. Ese riesgo es el peligro de impago.

La gran ventaja de contratar con una corporación pública es que el pago es más seguro.
Imagínese ahora que el dueño del chalet, al final de la obra, le dice al contratista en
cuestión que se encuentra en una situación horrible, que está en bancarrota. Entonces
nuestro contratista estará desprotegido. Él no recibirá la retribución por el trabajo
realizado. El contratista tendrá que asumir los pagos de sus trabajadores y sus
proveedores, tendrá que absorber las pérdidas generadas por esta peculiar situación.

Este es el gran riesgo de los contratos privados. En el pasado, especialmente durante


tiempos de crisis inmobiliarias, muchos contratistas privados fueron víctimas de los
impagos.
Claramente, existen muchos contratistas privados exitosos que se protegen con
buenos planes financieros y seguros de obra y contratos pero siempre está la amenaza
del dueño que no pueda pagar.

El riesgo es muy diferente cuando un contratista hace trabajos para el Gobierno.


Aunque existe la posibilidad de que un gobierno entre en bancarrota, no es común.
Por eso, el beneficio de contratar con el Gobierno es que al contratista se le va a pagar.
El pueblo, a través de los impuestos, respalda y honra el contrato. Los contratos
públicos son más fuertes con relación al pago. La parte negativa es que, muchas veces,
el proceso de pago es más burocrático y largo que en el ámbito privado. Aunque,
existen leyes para proteger a los contratistas públicos contra los retrasos, como por
ejemplo, La Ley en la Florida de Pago Rápido (Prompt Payment Act), muchos
gobiernos no pagan con prontitud. Esta demora puede poner a determinados
contratistas en situaciones difíciles mientras esperan el pago. Lamentablemente,
existen ocasiones cuando el mismo gobierno no honra el espíritu y la letra de la ley.

Antes de llegar al pago final, los contratistas públicos tienen que cumplir muchas
etapas que comienzan con la licitación pública. Cada corporación gubernamental, sea
federal, estatal, local o de agencia administrativa; se adhiere a requisitos estrictos
antes de otorgar un contrato público. De la misma manera, el contratista debe
comprender todos los detalles del anuncio de licitación y el contrato correspondiente.
Una de las áreas más problemáticas entre los gobiernos y los contratistas ocurre en la
fase de la licitación.

Pueden surgir diferentes obstáculos a un contratista como, no tener la licencia


apropiada (lean: Contratistas con licencias y sin licencias, Diario Las Américas, 9 de
marzo, 2016), rellenar erróneamente la solicitud de licitación; que el gobierno le
otorgue la licitación al contratista equivocado, a quien no cumpla con los requisitos y
hasta en algunas circunstancias; la corrupción gubernamental y/o del contratista. No
obstante, estos problemas iniciales tienen remedio.

Para el contratista que siente que ha perdido injustamente un contrato público y


considera que él es el apropiado para recibir dicho compromiso de obra, existe un
mecanismo de protesta de licitación, en inglés, "bid protest". Siempre un contratista
debe conocer anticipadamente los requisitos para recurrir las decisiones del gobierno,
ya que pueden variar de acuerdo con qué agencia, nivel o estructura de gobierno que
abarque el contrato.

Diferentes jurisdicciones tienen diferente requisitos. Lo común es que existe un corto


margen de tiempo para iniciar una reclamación y se debe actuar rápidamente después
de recibir la notificación con el resultado adverso. Generalmente, es proceso comienza
administrativamente y termina en litigio en las cortes. Las leyes y procedimientos de
licitaciones públicas y contrataciones son muy técnicas. Si un contratista desea
participar en las licitaciones debe estar preparado para consultar con un abogado
inmediatamente. No actuar a tiempo puede causar que pierda su derecho a reclamar y
posiblemente, recibir un contrato que le correspondía legalmente.

Los problemas para los contratistas van a existir desde el comienzo de la obra hasta
el final de la misma. Por eso, el comienzo del contrato es crucial. No existe una mejor
opción en cuanto a contratar privadamente o públicamente. Ambos caminos tienen
sus aspectos positivos y negativos. Lo que es importante para cualquier tipo de
contratista es estar bien organizado, correctamente licenciado, legalmente
estructurado, y profesionalmente capacitado para enfrentar cualquier obra que se le
presente.

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