Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Para abordar el concepto de Derecho del Trabajo (DT), conviene recordar qué es
el derecho en sí mismo considerado, sin adjetivaciones (civil, mercantil, penal, etc…), y,
junto a ello, precisar qué debe entenderse por “trabajo” en cuanto objeto de esta rama
jurídica.
Para poder explicar el origen o la razón de ser de cada una de las ramas jurídicas
que hoy conocemos y, en concreto, del Derecho del Trabajo, hay que dilucidar
previamente en base a qué criterios o datos los científicos del derecho distinguen, dentro
de la unidad del ordenamiento y del derecho, la existencia, respectivamente, de diversos
sectores y ramas jurídicas.
1
regulan la misma relación social o relaciones similares, se incluyen en el mismo sector
normativo, que se distinguirá de los otros sectores porque las normas integrantes de
cada uno de ellos regulan distinta relación o relaciones (por ejemplo, ora las relaciones
que se dan entre personas privadas con motivo de los negocios jurídicos, ora las que se
producen como consecuencia de la comisión de un delito, ora las que se generan entre
los poderes públicos y los ciudadanos,…). Cada sector tiene, pues, su propio y
específico objeto de regulación, el cual es objeto de estudio, a su vez, por parte de una
disciplina jurídica.
Por todo ello, en una primera aproximación, el Derecho del Trabajo podría
definirse como la disciplina que estudia las regulaciones contenidas en las normas que
integran el sector laboral del ordenamiento, regulaciones que tienen por objeto la
relación o relaciones que se producen con motivo de la prestación del trabajo
dependiente y por cuenta ajena (además de libre y retribuido).
Pues bien, aquello que marca la diferencia entre las regulaciones civiles y las
laborales reside en que éstas se inspiran en principios distintos de los que
tradicionalmente vienen informando a aquéllas. En efecto, mientras las regulaciones
contenidas en las normas civiles parten del principio general de que la autonomía de la
voluntad de las partes contratantes debe ser la fuente principal de sus derechos y
obligaciones, el punto de partida de las regulaciones contenidas en la normativa laboral
es exactamente el contrario: como regla general, su finalidad radica en limitar la
2
autonomía individual de las partes en cuanto fuente de sus derechos y obligaciones.
Limitación que se plasma en determinados preceptos del Estatuto de los Trabajadores,
preceptos de los que cabe extraer los principios a los que se ha hecho referencia.
Como se verá más adelante, en el tema cuatro, debido a la presencia de estos dos
principios, puede afirmarse que las normas laborales pueden ostentar una triple
naturaleza. En efecto, junto a las normas de naturaleza imperativa (derecho necesario
absoluto) o dispositiva, que son las dos únicas existentes en el Derecho Común, en el
Derecho del Trabajo cabe distinguir además una tercera naturaleza: las normas de
derecho necesario relativo, que son las más frecuentes.
3
En definitiva, atendiendo al significado de los citados principios, en el origen del
DT se encuentra implícito el propósito del legislador de que la fuente primordial de los
derechos y obligaciones no sea el contrato sino, más bien, con carácter general, la
norma, la ley. De aquí que las normas laborales, salvo excepciones, ostenten naturaleza
imperativa y no dispositiva, limitando, así, el juego, sobre todo, de la autonomía
individual.
Llegados a este punto, puede decirse que el Derecho del Trabajo es la rama
jurídica conformada por un conjunto de normas (el llamado sector laboral del
ordenamiento) que regulan unas relaciones sociales específicas (las que se producen con
motivo de la prestación de trabajo dependiente y por cuenta ajena) siguiendo para ello
unos principios rectores propios.
El Derecho del Trabajo no nace cuando aparece el trabajo por cuenta ajena y
dependiente sino mucho tiempo después. Y ello, en primer lugar, porque, durante siglos,
la relación que se entabla para la prestación de ese tipo de trabajo no estuvo, en su
generalidad, regida por el derecho sino por el hecho de la dominación del poseedor de
los medios de producción sobre la persona del trabajador. En segundo lugar, porque,
cuando dicha dominación desaparece y se generaliza el trabajo libre, la relación jurídica
que se entabla entre empresario y trabajador se regirá por el derecho común o civil en el
que se plasma la ideología que inspira el liberalismo económico y la revolución
burguesa.
El Derecho del Trabajo aparece más tarde, aparece cuando los poderes públicos,
apartándose de la ideología liberal imperante, intervienen en las relaciones laborales
para defender a la clase trabajadora e imponer el reconocimiento de ciertos derechos de
los trabajadores, sobre todo derechos colectivos. Intervención que chocará frontalmente
con las pretensiones de los empresarios centradas en mantener inamovibles los
postulados del liberalismo, pues de esta forma pretendían seguir como hasta entonces
imponiendo de hecho (aunque no de derecho) las condiciones de trabajo, dada la
prohibición de la actuación colectiva de los trabajadores, único medio por parte de éstos
para evitar dicha imposición.
4
Así, pues, en esta historia, en un planteamiento esquemático, hay que distinguir
dos fases en cuanto a los modos de apropiación de los frutos del trabajo ajeno. Una
primera, llamada precapitalista, en la que el sistema generalizado de la apropiación no
está regido por el derecho sino por la dominación sobre la persona del trabajador
(esclavismo y feudalismo). Es decir, con carácter general, las relaciones sociales de
producción se estructuran sobre el sometimiento jurídico de la persona misma del
trabajador. Lo que no impide, claro está, que junto a este régimen general de prestación
de trabajo no libre existiera también, pero residual o escasamente, la prestación de
trabajo por cuenta ajena libre, regido por el derecho común. Y otra posterior, llamada
capitalista, en la que la forma generalizada de apropiación es objeto de regulación por el
derecho, esto es, tiene lugar a partir de un título jurídico. Título que, en la medida en
que todo trabajador es libre para trabajar o dejar de hacerlo, viene representado por el
contrato, por lo que la apropiación tiene lugar a partir del mismo. Esta fase aparece, tras
la revolución industrial y la burguesa, es decir, con la generalización del trabajo por
cuenta ajena libre.
La relación social con motivo del trabajo dependiente y por cuenta ajena pasa a
ser objeto de regulación jurídica, pero el marco jurídico en el que se incardina dicha
regulación es el ya existente en el derecho romano para la prestación de trabajo libre, es
el derecho civil o común. La relación se encuadra en el contrato civil de arrendamiento
de servicios. Hay que esperar mucho tiempo todavía para que aparezca el contrato de
trabajo y, por tanto, el Derecho del Trabajo.
5
producción. El trabajador, por tanto, es ajeno no sólo a los frutos de su trabajo sino
también a la organización del mismo. Su alienación es, pues, doble.
El hecho de que el contenido contractual tuviera que ser fijado por las partes era,
claro está, fruto de esa idea de que las partes son libres e iguales a la hora de constituir y
reglamentar la relación jurídica, por lo que, a tenor de la teoría liberal más pura, no
debía producirse, en este ámbito, ninguna intervención del Estado.
6
En cuanto a las relaciones colectivas, esta idea produce también el efecto de la
represión del asociacionismo obrero, la represión de los incipientes sindicatos (en
terminología moderna). Si principio básico del sistema era no intervenir y dejar fluir el
libre juego de la oferta y la demanda, el sindicato atentaba contra esos principios porque
interfería en ese libre juego forzando salarios más altos, mejores condiciones de
trabajo…, y por eso el asociacionismo se reprimió duramente. Hasta el punto de que,
tanto en nuestro país como en los de nuestro entorno, los códigos penales tipificaban
como delito la sindicación de trabajadores.
7
D.- El intervencionismo estatal en la regulación imperativa de los derechos de
los trabajadores, individual y colectivamente considerados.
8
ámbito contractual estricto (intercambio trabajo/salario), sino que se proyectan al
conjunto del sistema económico y social. En definitiva, la eficaz defensa de los
derechos individuales de los trabajadores exige, además de un marco contractual
garantista, también el reconocimiento de determinados derechos e instrumentos que,
como colectivo, le permitan actuar en el sistema económico y social.
9
Ley de 26 de julio de 1878: prohíbe el trabajo de menores en ciertos empleos peligrosos
(buzo, torero, acróbata, domador de fieras)
Ley de 13 de marzo de 1900: introduce periodos de descanso posparto y por lactancia.
10
de la relación de trabajo (por ejemplo, el salario). Y se crean también Consejos de
Conciliación y Arbitraje para la solución de conflictos.
11
primera vez en la historia constitucional española, el derecho de sindicación y toda una
tabla de derechos económicos y sociales (salario mínimo, vacaciones remuneradas,
seguro de enfermedad, paro, vejez…).
El Estado que surge tras la guerra civil parte de una concepción armónica y no
dialéctica de las relaciones entre el capital y el trabajo, de una concepción que niega el
conflicto entre las partes de la relación laboral. A consecuencia de esta concepción, se
concibe un sindicalismo obligatorio y unitario que dio al traste con la libertad sindical:
un solo sindicato, de afiliación obligatoria y automática, en todos los sectores
productivos, de trabajadores y empresarios a la vez, y sometido jerárquicamente al
partido único (Falange Española). Por otra parte, las huelgas y los cierres patronales son
considerados delitos de sedición, y hasta 1975 no se produce la legalización de la huelga
(y sólo formalmente). Por último, baste recordar que existe un monopolio estatal en la
fijación de las condiciones de trabajo. Es competencia del Ministerio de Trabajo (a
través de las Reglamentaciones de Trabajo) la fijación de las condiciones mínimas de
trabajo aplicables en cada sector. La posibilidad de que sea la autonomía colectiva la
que fije las condiciones de trabajo no encuentra cauce hasta la promulgación de la Ley
de Convenios Colectivos de 1958. Aún así, la negociación colectiva aparece
sustancialmente recortada por la intervención y el control administrativo. Se
promulgaría una nueva Ley de Convenios en 1973 que no modificó en nada sustancial
la regulación anterior.
12
Se desmonta la organización sindical obligatoria existente y se produce la
legalización de la libertad sindical y de los sindicatos libres (1977). Se regula el derecho
de huelga y se convocan elecciones para los órganos de representación de los
trabajadores en la empresa.
13
intervención tutelar del Estado, que reacciona ante el statu quo en un doble plano:
frente al movimiento obrero, para evitar que sus reivindicaciones quiebren el orden
social imperante; y frente a ciertas fuerzas sociales apoyadas por los empresarios que,
guiadas por la lógica del máximo beneficio para los propietarios de los medios de
producción, pueden poner en peligro la perdurabilidad del sistema capitalista como
modo de producción imperante.
2.- Que el DT tenga carácter tuitivo del trabajador, esto es, sea protector de la
parte más débil del contrato.
3.- Que el DT cumpla una función integradora del conflicto social mediante la
búsqueda del equilibrio de los intereses en conflicto.
14
trabajo dependiente, se han originado nuevos centros de atención de normas (núcleos de
imputación normativa) a propósito del Empleo, de la Prevención de Riesgos Laborales,
de la Seguridad Social, de la Jurisdicción Social…Centros que tiene como principal
elemento común de referencia al trabajador por cuenta ajena y dependiente, aunque no
siempre sea el único sujeto tenido en cuenta por esos otros sectores del ordenamiento.
15